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La zona geográfica que nos ocupa, según los investigadores, poseía todo lo

necesario para la supervivencia humana al final del último período glacial. Esto
se ratifica por los vestigios encontrados de troncos de grandes árboles
petrificados. Pero con el paso de los siglos se fue desertizando.
A lo largo de la cuenca del Nilo, huyendo del desierto entre el 6000 y 5000 a.C.
aproximadamente comenzaron a concentrarse enjambres de familias, que
compartieron una cultura común de subsistencia volcados hacia la agricultura,
abandonando su modo de vida anterior, (la caza y la recolección y la vida
nómada), atraídos por la bonanza del clima de esa zona privilegiada y la
abundancia y fertilidad de la tierra generada por el río Nilo. Estas poblaciones
comenzaron a desarrollar una forma de vida común, arropados por las
fronteras naturales del mar al norte y el desierto circundante, que en cierta
manera hicieron de barrera protectora para que sus costumbres se
consolidaran y evolucionaran hacia una cultura que perduró allí durante
muchos siglos.
El aumento de población y la dependencia de la agricultura hicieron que se
tuvieran que desarrollar métodos para el mejor aprovechamiento del agua, asi
como un esfuerzo de todos esos pobladores para satisfacer sus necesidades,
de manera que las sociedades se fueron transformando en otras más
complejas.
En ocasiones para dar salida al excedente agrícola o adquirir materia prima con
se iniciaron en el comercio y en otras ocasiones para controlar las épocas de
sequia y crecidas del rio fundamentales para obtener una mejor cosecha
desarrollaron sistemas de predicción y medida de crecidas del Nilo (nilómetros)
y canales de regadío. Además, por la aparición de objetos en enterramientos
de las épocas más antiguas, como los vasos de piedras duras, con un peso
enorme que los hace impropios para el uso cotidiano y se considera probado
que se sepultaban con los cadáveres y contenían manjares para los difuntos,
sugieren unos ritos funerarios complicados. Toda la vida de esta “cultura”
giraba en torno al rio Nilo que llegaría a definir incluso las divisiones del futuro
país de Egipto.
Por carecer de otras fuentes de información ya que no existen suficientes
artefactos que ilustren los orígenes de la civilización del Bajo Egipto, los
egiptólogos trabajan sobre referencias encontradas en el estudio de los “Textos
de las Pirámides” de las V-VI dinastías y están de acuerdo en unos cuantos
puntos fundamentales: En la zona del Delta se mezclaron gentes de Libia y
semitas beduinos del Sinaí. Estos grupos se organizaron en clanes, hasta
conformarse 2 reinos, el oriental (símbolo junco) y el occidental (reino de la
abeja). Por las paletas predinásticas se ha conocido que el reino de la abeja
atacó al del junco conquistándolo y quedando unificado el Bajo Egipto. Se cree
que muchos de los vencidos se refugiaron en el Alto Egipto. Con el refuerzo de
estos, el Alto Egipto pudo prosperar hasta formar un estado comparable al ya
unificado Bajo Egipto o Delta. (marfiles tallados antiguos encontrados en la
zona del Alto Egipto sugieren la existencia de dos grupos étnicos diferentes)
El comienzo de la historia de Egipto viene marcado por la primera unificación
de esas dos tierras en el llamado período Protodinástico, Arcáico o Tinita
(Tinis) en el 3.200 – 3.000 a.C. El responsable según la tradición, y por el
estudio de un documento arqueológico fundamental, la Paleta Cosmética del
rey Nar-Mer, que se encuentra en el museo de El Cairo, es para algunos el
último monarca de la época pretinita y para otros el primer monarca de la
dinastía 1, identificado en ocasiones con Menes. Esta paleta mencionada, está
labrada y tiene dos caras, dejando una parte lisa para diluir el polvo de
malaquita verde con grasa para pintar los ojos (para amortiguar el efecto del
sol). En una cara aparece el rey abatiendo al enemigo con un mazo y tocado
con un sombrero alargado que se ha identificado con el símbolo del Alto Egipto.
En el reverso, ya como conquistador, parece dar un paseo triunfal, precedido
de estandartes y portando en su cabeza ya la doble corona del Alto y Bajo
Egipto. Todo esto indica que la conquista del Delta por el rey del Alto Egipto se
produjo con violencia, aunque la leyenda posterior nos presenta a este
monarca como un rey pacífico y organizador.
La figura del faraón desde el punto de vista simbólico, es la personificación de
un dios. Y posee para el pueblo poderes extraordinarios. Favorece la fertilidad
uniéndose con la divinidad. Su mujer también es importante porque a través de
ella se transmite la realeza. Las creencias en los poderes mágicos atribuidos al
faraón favorecen el desarrollo de una monarquía teocrática y que se traduce en
una marcada centralización del poder. Elegido por los dioses, el espíritu real
mantiene o defiende el bienestar de la comunidad. Si el espíritu del faraón se
debilita, la comunidad se expone a una desgracia.
Según la tradición los primeros reyes fueron dioses: El último, Horus, cedió el
trono al primer mortal. El mito justifica la realidad y configura el sistema
monárquico. En el faraón se debe concentrar todo el poder, justificando así el
centralismo del estado. Por tener esa naturaleza dual dios y hombre se
traduce en que los dos poderes: estatal y religioso le pertenecen. Los
egiptólogos hablan de la existencia de viajes reales para recaudar impuestos
por todo el país y de centros fijos en cada provincia para gestionar los asuntos
administrativos y el culto a los dioses (los templos) uniendo lo político y lo
religioso. El faraón es como una fuerza aglutinadora que mantiene la paz y la
estabilidad, expandiendo sus fronteras y manteniendo protegido a Egipto.
El faraón era el mayor responsable de sostener el culto a los dioses pero no
podía estar presente en todos los centros del país así que delegaba su
autoridad y su trabajo a funcionarios que pertenecían a su núcleo más cercano
y miembros de su familia.
La esposa del faraón también es una figura importante porque es la que
transmite el linaje real. Tenía también una posición religiosa importante porque
se conoce que oficiaba diversos rituales y tenía que estar presente junto al
faraón, ya que representaban en ocasiones a diferentes divinidades en las
celebraciones religiosas al igual que el hijo del faraón. En la sociedad egipcia
solamente el faraón podía tener más de una esposa legítima y numerosas
concubinas. Las esposas principales podían ser miembros de su propia familia
(medio hermanas, etc.) y podían ejercer la regencia.
La importancia en la sociedad se conoce por el estudio de las tumbas, pues los
altos funcionarios se enterraban en grandes complejos funerarios en los que en
primer lugar estaba el faraón. Como apuntaba antes si los cargos importantes
podían ser ejercidos por miembros de la familia real, estos se pueden
considerar como parte de la nobleza, siempre y cuando estuvieran
relacionados por lazos de sangre con el faraón. Entre estos cargos estaban los
de la Casa del Rey cuya figura principal es el faraón ayudado por el Jefe de los
Secretos y el Compañero de la Casa Real, el Visir que era hombre de
confianza del rey, del que dependían el tesoro o doble granero, que gestionaba
la economía, y el de agricultura y el archivo, todos dotados con jefes y escribas.
El canciller del dios también fue una figura importante que supervisaba
actividades económicas y comerciales y estaba una parte del ejército bajo su
mando.

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