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Briant. Instituciones legales y sociales en el Irán aqueménida.

Las fuentes persas sobre este tema son escasas, por eso el autor recurre a documentos babilonios, papiros
arameos, textos bíblicos y principalmente textos griegos.

Tribus y clanes: Unidad y diversidad

Heródoto explica que la sociedad persa está dividida en tribus de nómades y tribus de campesinos (también
había semi-nómades), y entre estos últimos hay una jerarquía interna que ubica a tres de ellas en primer lugar:
Los pasargadeos, los marapeos y los maspeos. A su vez, cada tribu se subdivide en fratías (clanes), tales como
el clan de los aqueménidas, uno de los clanes de los pasargadeos. Los magos eran una especie de casta
hereditaria de especialistas en culto e intercesión ante los dioses.

Hay que destacar la diversidad del pueblo persa. Por ejemplo, hay tribus de montañeses que viven en los Zagros
con una economía basada principalmente en la ganadería, como los coseos y uxos. También están los mordeos,
de los que Ciro desciende supuestamente. Heródoto menciona a los sagarteos y entre los agrícolas a los
germanios o carmenios.

A lo largo del período aqueménida, el estado civil de un persa remitía tanto a su linaje patrilineal como a sus
vínculos tribales. Aunque en las tablillas de Persépolis, muchos aparecen identificados solo por su lugar de
residencia.

Ricos y pobres

Hay una gran variedad de posiciones sociales y situaciones económicas. Los primeros serian "aristócratas", los
segundos campesinos que cultivaban la tierra en sus propias parcelas. Jenofonte especifica que todos los persas
podían acceder a la educación, pero sólo aquellos que criaban a sus hijos para no hacer nada los enviaban, los
otros no.

Heródoto y Estrabón mencionan la manera en que los persas se saludaban entre si como uno de los signos
exteriores de las diferencias sociales. También señalan las diferencias económicas: En un banquete los ricos
comerán animales grandes y los pobres animales chicos. También el vestido acentuaba las diferencias. La
participación en el ejercito no borraban las diferencias sociales.

Estos autores griegos afirmaban que los persas no estaba interesados en el comercio. Pero esto no es así, ellos
comerciaba, con, por ejemplo, la poderosa familia de Egibi. Uno de los persas incluso tenía el título de "jefe de
los mercaderes".

En algunas tablillas se menciona a los kurtash persas, trabajadores que la administración real hacia trabajar en
los campos y en los talleres. También existían gradaciones en la aristocracia. El ser noble dependía cada vez
más del favor real, como compensación por su lealtad recibían del rey vestimentas, joyas, cargos y tierras. La
ambición de los nobles era formar parte del entorno del rey. Los nobles también podían perder su status
prestigioso. A la inversa, los de rango más bajos podían ascender.

Casamiento y divorcio

La familia era el lugar privilegiados para la reproducción social. Heródoto escribe: "los persas toman varias
espesas legítimas y compran un numero aun mayor de concubinas". El propio rey podía arreglar matrimonios.
Como regla general, la pertenencia al pueblo persa se transmitía a través del padre. Por otra parte no hay
información específica sobre el divorcio. Pero sí existen ejemplos de desavenencias matrimoniales.

La poligamia está bien documentada en la familia real. Al momento de su llegada al trono, Darío contrajo los
matrimonios más honorables a los ojos persas (Heródoto): Se casó con dos hijas de Ciro, una hija de Smerdis y
la hija de Otanes. Las mujeres persas no tenían derecho a la herencia: Los bienes de su padre se transferían con
el matrimonio. También está documentado el casamiento entre una sobrina y el tío paterno.

La práctica de la endogamia también se encuentra documentada en la familia real, pero es simplemente una
ilustración general de una práctica común entre los persas. Estas prácticas posibilitaban limitar el derecho de
sucesión a los miembros de la familia real. Ésta era la razón para la endogamia en cada familia persa, de esta
manera la herencia se mantenía dentro del círculo de los descendientes directos. Pero sólo un hijo legítimo
podía reclamar ese derecho, y el mayor era el privilegiado. Los problemas de sucesión ocurrían cuando no había
descendencia legítima. Esto sucedió dos veces, a la muerte de Cambises, seguida por la de su hermano, y a la
muerte de Artajerjes I. Este último tenía sólo un hijo legítimo, Jerjes II, quien fue asesinado y el trono fue
disputado por dos de sus hermanos ilegítimos. Según Heródoto, la poligamia tenía por objeto asegurar una
numerosa descendencia. Los ejemplos conocidos muestran que la cantidad de hijos era grande. Además, el rey
tomaba medidas que favorecían el aumento de la población, por ejemplo cada año distribuía premios a las
familias más numerosas, o entregaba una pieza de oro a cada mujer embarazada cuando visitaba Persia.

Autoridad

Los hijos debían respeto y obediencia a sus padres. El padre, en principio, tenía un poder total sobre sus hijos y
los miembros de su casa. Cuando un persa recibe un alto cargo en el imperio (sátrapa, estratega) sus hijos
ejercen una autoridad delegada, cerca de él, y el cargo solía transmitirse dentro de la misma familia. Sin
embargo, el rey podía nombrar y deponer a quien quisiera. Más aún, el principio de responsabilidad familiar
favorecía los intereses del rey, era incumbencia de los jefes de familia hacer cumplir las órdenes reales. En caso
de una rebelión contra la ley, es la familia entera la que resulta castigada. En otros aspectos, los jóvenes persas
se desprendían muy pronto del círculo familiar. Entre los 5 y 20 años los jóvenes aristócratas persas estaban
obligados a soportar un prolongado entrenamiento físico y moral, organizados por los hombres del rey. Era una
verdadera educación real, se forman para constituir una élite de jinetes y súbditos leales al Gran Rey, obedientes
en todos los aspectos.

Justicia real

El rey de Justicia y los dioses

En cuanto a la ideología monárquica, presenta al rey como señor de justicia, que ejercía el derecho soberano de
vida y muerte. También existían jueces itinerantes. Como todas las actividades del rey, sus prerrogativas como
juez están colocadas bajo la protección del dios Ahura Mazda.

La palabra arta expresa la idea de justicia y verdad. Es usada con menor frecuencia por los reyes que su
antónimo drauga, la mentira. Ambos términos tenían un valor que era tanto político como religioso. En
Behistun, Dario justifica sus ataques contra los escitas y los elamitas describiéndolos como arika, sin fe, pues no
adoran a Ahura Mazda. Si Dario decreta el castigo de los mentirosos, es porque ellos violan simultáneamente
las leyes humanas y las divinas, porque el poder del rey le es delegado por Ahura Mazda. Lo mismo vale para el
término data, la ley, que designa a aquello que ha sido fijado. Dario asegura que el pueblo conquistado se ha
sometido a la ley, es decir, a su poder. De esta manera, los poderosos no han oprimido a los débiles. En
resumen, en las inscripciones reales, las palabras data, arta y drauga se refieren más a una ética religiosa y
dinástica que a una realidad legal. La justicia constituye la primera y mayor fidelidad a la ley de Ahura Mazda y
al poder del rey. Como dijo Heródoto, antes de emitir sentencia, el rey toma en cuenta los servicios y las faltas.
No es cuestión de un código legal, sino de un conjunto de prohibiciones y reglas, algunas de las cuales se
remontan a los orígenes del pueblo persa, mientras que otras constituyen una ley real.

El rey y los jueces reales

La mayoría de los juicios sobre los que informan los autores clásicos son políticos. Es inusual ver al propio rey
impartir justicia, pero en todos los casos se podía apelar a él. A menudo, los acusados son puestos a disposición
de un tribunal de jueces reales. Ellos condenaron a muerte a los egipcios que mataron a un mensajero real, son
ellos a quienes Cambises consultó para saber si tenía derecho a casarse con su hermana. El nombramiento y la
remoción de los jueces reales proviene solamente de la autoridad del rey. En numerosas ocasiones, los jueces
fueron condenados a muerte por pronunciar sentencias injustas, en particular por impartir justicia a cambio de
dinero.

La libertad de opinión tambien estaba limitada, incluso los jueces estaban bajo vigilancia del rey. En pocas
palabras, el rey se mantenía como única fuente de justicia.

Aunque no puede hablarse de un código civil, existía una jerarquía de penalidades, algunas se aplicaban
específicamente a ciertos delitos. La variedad y severidad de los castigos es extrema. Era frecuente el
empalamiento y la lapidación, enterrarlos vivos o envenenarlos.

Entre los castigos, tambien se conoce la deportación. Esta medida se aplicaba con frecuencia a los pueblos
rebeldes, como había sucedido en la época de los asirios y los babilonios. También se podía aplicar contra
individuos.

Leyes reales y leyes de los pueblos

El imperio aqueménida era un estado policultural y multilingüe. Bajo el dominio del Gran Rey, los cultos,
costumbres y lenguas locales se mantuvieron intactos. Por ejemplo, los babilonios siguieron gobernándose
según sus propias costumbres. El código de Hammurabi continuó utilizándose. Solamente las relaciones con la
administración persa se regulaban mediante las prescripciones reales. Lo mismo sucedió en Egipto con sus
leyes. Sin embargo, la administración podía intervenir si los intereses aqueménidas se veían amenazados. En las
zonas dominadas, el sátrapa es el juez supremo, cualquiera podía apelar ante su tribunal en las disputas con las
autoridades locales. El rey no intervenía directamente cuando se trataba de cuestiones internas de las ciudades.
Una ciudad tomaba sus decisiones de acuerdo con sus propias leyes. En otras palabras, la ley del rey nunca
suplantaba a la ley de los pueblos. El Gran Rey intervenía directamente sólo cuando el gobierno aqueménida era
cuestionado: En caso de rebelión, los pueblos implicados eran tratados con una severidad sin parangón:
Destrucción de ciudades y templos, reducción a la esclavitud y deportación colectiva.

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