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Eliezer Contreras Guzman

Cede: Zacapa.

Contenido y Contexto del Culto según el Nuevo Testamento

"Os ruego, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos
como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios: éste es el culto que debéis ofrecer"
(Rom12,1).

A modo de introducción

Religión significa conocimiento y aceptación de una relación fundamental entre el


hombre y el ser absoluto, trascendente y personal. Esto lo lleva a reconocer su
dependencia de un ser supremo. El culto, aun cuando no expresa toda la rica
implicación de la relación religiosa, es el momento expresivo y manifestativo de lo
que fundamentalmente es la religión; implica tanto la actitud interior como la
exterior del hombre. La expresión externa del culto consiste en acciones que tocan la
esfera corpórea humana y ocupan el tiempo y el espacio.

Toda expresión cultual está constituida por ritos que exigen tiempos y lugares
sagrados. Y lo son porque hay hierofanía.

“El hombre se muestra como algo diferente, por completo de lo sagrado


porque se manifiesta, porque se muestra como algo diferente por completo
de lo profano. Para denominar el acto de esa manifestación de lo sagrado
hemos propuesto el termino de hierofanía (del griego hieros=sagradoy
phainomai=manifestarse), que es cómodo, puesto que no implica ninguna
precisión suplementaria: no expresa mas que lo que está implícito een su
contenido etimologico, es decir, algo sagrado, se nos muestra. (Eliade, p 14
y 15)”

La naturaleza del culto constituye y expresa la relación Dios y el hombre religioso


Puesto que la relación entre culto y religión es sustancial e íntima y, por otra parte, la
religión constituye una dimensión esencial del hombre, un hecho universal, el culto
se encuentra realizado en formas concretas universalmente semejantes, muchas veces
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incluso comunes a todos los pueblos, como por ejemplo, la oración, el sacrificio, las
fiestas, los templos, etc,. Estas formas, sin embargo, adquieren expresiones diversas
no sólo debido al elemento cultural, sino debido igualmente al contenido al que
hacen referencia.

 Trasfondo veterotestamentario del Culto del Nuevo Testamento

Para comprender el significado del culto en el Nuevo Testamento, hay que pasar revista a
los fundamentos del culto hebreo como la base cultual del culto cristiano. La forma del
culto hebreo tiene dos elementos esenciales, por un lado, el pueblo hebreo recibió de su
contexto cultural un conjunto de creencias, de ritos y de prácticas religiosas que les acercan
a los pueblos del Oriente Medio; por otro, Israel encontró a Dios en su historia a través de
acontecimientos que están en el origen de su constitución como pueblo.

Aunque tenían formas idénticas a cultos de otras religiones circunvecinas tenían unas
particularidades propias de su espiritualidad monoteísta. El rito del cordero, por ejemplo,
era propio de los pastores nómadas y seminómadas del desierto; lo realizaban las familias y
las tribus al comienzo de la primavera; la sangre del cordero, con la que en tiempos más
antiguos se rociaban los soportes de las tiendas de los pastores.

El rito de los ácimos era propio de los agricultores sedentarios; consistía en unos panes que
se hacían en primavera con la nueva cebada, sin levadura, para significar que, con el
comienzo del año, todo debía ser nuevo y sin relación alguna con el año viejo.

La fiesta de la siega, con la oferta de las primeras gavillas de trigo, y la fiesta de la


recolección de los frutos. Son fiestas de carácter agrícola, vinculadas a la naturaleza y a las
estaciones: la fiesta de la primavera (ácimos), del verano (siega), del otoño (recolección).

Con los acontecimientos del Éxodo, el culto de Israel queda íntimamente vinculado a la
revelación del Señor (vuvh) (Biblia Hebráica Stuttgartensia, 1990) el Dios de la liberación
de Egipto, el Dios de la alianza. Israel deberá salir de la tierra de la esclavitud para ir a dar
culto vuvh en el desierto. Esto implicará para los hebreos no sólo el abandono de la tierra
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de Egipto, sino también el abandono de las divinidades paganas para una conversión al
culto del Dios verdadero, el Dios de su liberación y de la alianza:

"Yo os haré mi pueblo, seré vuestro Dios, y vosotros conoceréis que yo soy Yavé,
vuestro Dios, el que os libró de la servidumbre egipcia" (Ex 6:7)

El hecho es de particular importancia: Dios se presenta como el Dios de los padres: "el
Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob", anteriormente invocado como "El Saddhai" y al
mismo tiempo se presenta como el Dios "liberador de su pueblo"

El culto a Yavé adquiere, a partir de este momento, un contenido particular, original y


único. Ya no será un culto caracterizado, como en todas las demás religiones, por
acontecimientos míticos o por elementos cósmico y naturales, derivado en politeísta, sino
que estará caracterizado por la fe en el Dios único, personal, trascendente, que se inserta en
vicisitudes históricas concretas para formar un pueblo y pactar una alianza con él. El
nombre mismo que Dios revela: "Yo soy el que soy" (vuvh) no indica una definición
ontológica, sino una dimensión histórico-salvífica: el que está presente siempre y en todas
partes para salvar.

El culto cristiano debe ser considerado en la misma línea histórico-salvífica. El Antiguo


Testamento no debe ser abolido con la venida de Cristo, sino que debe ser "cumplido", y
es realmente cumplido con él y en él. En el evangelio de Jesús encontramos un núcleo
doctrinal ciertamente original y nuevo, pero no puede ser separado del contexto histórico
del Antiguo Testamento.

El culto de la comunidad cristiana está todo en referencia a Jesús, y sobre todo al misterio
de su muerte y resurrección. El culto de la iglesia está en la línea de la actuación de la
historia de la salvación, por lo cual es presencia y acción de Cristo. La noción de culto, en
la perspectiva del Nuevo Testamento, cumplimiento del Antiguo Testamento, adquiere una
significación original y nueva, en total relación a Cristo, del cual es "como el ejercicio de
su sacerdocio". En este culto los signos sensibles significan y cada uno a su manera
realizan la santificación del hombre, y así el cuerpo místico de Jesucristo, es decir, la
cabeza y sus miembros, ejerce el culto público íntegro". Usando, pues, la categoría del
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culto, podemos llamarlo “un culto que santifica” por su carácter esencialmente


soteriológico y doxológico. Y este sentido soteriológico y santificamente no debe ser
comprendido solo de manera espiritual sino también social. Harvey Cox lo expresa de la
siguiente manera:

“El ministerio de la Iglesia en la ciudad secular incluye una extensión


contemporánea del exorcismo. Los hombres deben ser arrancados de su
fascinación con otros mundos-astrológicos, metafísicos o religiosos-, y llamados a
afrontar los problemas concretos de éste, “dentro del cual solamente puede
encontrarse la verdadera llamada de Dios. Deben ser libertados de los antojos
narcóticos a través de los cuales perciben equivocadamente la realidad social que
los circunda, y de las formas habituales de acción o inacción que brotan de estas
ilusiones. Esta es la labor del exorcismo social. Fue llevada a cabo por Jesús;
sería de esperar que su Iglesia llevara a cabo esta misma labor.” (Cox, p. 176)

Esa es la propuesta que realiza Pablo y enfatiza como ortodoxa del culto cristiano y que
menciona en su primer Carta los de Corinto, por las patologías litúrgicas evidentes que
permeaban a la comunidad.

 Culto espiritual del Nuevo Testamento cristiano. Perspectiva teológica.

Jesús se presenta en la línea de los profetas, que exigen la primacía del espíritu sobre el
rito. Ser creyente de la buena noticia implica una conversión profunda y radical (Marcos
1:14-15). En cuanto al culto, con Cristo tenemos un salto cualitativo: él mismo, con toda
su vida, personifica y ejemplifica el culto debido al Padre. Cristo no condena el culto de su
pueblo; él mismo participa en él; pero exige, por una parte, la pureza del corazón, sin la
cual los ritos son vanos y, por otra, declara su fin, porque en su persona se realiza un nuevo
templo y culto. Con Jesús se concluye la época profética de la figura
y del anuncio; termina el culto vinculado a lugares particulares y se inaugura el culto "en
espíritu y en verdad" (Jn 4:24) No se trata de un culto ofrecido "de modo espiritual y no
corporal" o de un culto solamente interior: más bien se trata de un culto que tiene como
principio vital al mismo Espíritu Santo.
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El culto en espíritu y verdad, por consiguiente, es el culto ofrecido con toda la propia vida,
como lo vivió y ejemplificó Cristo mismo. Jesús no formó parte de la casta sacerdotal; en
términos actuales podríamos decir que fue un laico; ni siquiera se dice que haya ofrecido
sacrificios rituales. En cambio, vemos que el culto antiguo, ritual, externo, convencional,
Cristo lo sustituye por un culto real, personal, ofrecido con la vida.

Esto debido a que las practicas religiosas realizadas por la comunidad israelita desde
crearon una religión vacía y sin espiritualidad transformadora. Una religión que ayuda a los
sectores dominantes de la sociedad y que menoscaba la espiritualidad genuina. Así lo
evidencia J. M Yinger en su libro La religión como factor de integración (Yinger, 88)

“La religión puede, en determinadas circunstancias, ayudar a resolver el problema


del orden, y ello no solo designando unos fines (especialmente fines asequibles a
todos), sino también imponiendo unos medios. Mediante ritos y símbolos, mediante
su sistema de creencias y su dogma sobre la recompensa y sanción, la religión
puede colabora a producir unos individuos socializados que acepten los valores
dominantes en los que ser fiel a los medios permitidos y los fines. Esto bien a
ayudar a los investidos del poder político, pero les afecta también a ellos.”

Cristo no se presentó ante el Padre a ofrecer un sacrificio semejante a los muchos


sacrificios que se ofrecían en el templo, sino que presentó al Padre un sacrificio
radicalmente diverso: se ofreció totalmente a sí mismo, su vida y su obediencia hasta la

Su ofrenda constituye la plenitud del culto, su máxima perfección; mediante este culto,
Dios es plenamente glorificado y el hombre realmente salvado. Con la muerte de Cristo
cesa el antiguo sacrificio ritual ofrecido en el templo y comienza un culto que no consistirá
ya en sacrificios de cosas, por muy correctas actitudes interiores que los acompañen, sino
en la ofrenda de la vida.

 Culto de la Iglesia Cristiana Primitiva.

El culto de la iglesia tiene su centro en Cristo. Aquí radica su identidad, y también la clave
de su relación con el culto del Antiguo Testamento. La confrontación entre la muerte de
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Cristo y las tradiciones cultuales del Antiguo Testamento manifiesta al mismo tiempo
semejanzas y diferencias sustanciales.

Este es tema de especial importancia y atención para el autor de la carta a los hebreos.
Comparado con los diversos tipos de sacrificios rituales, el acontecimiento de la muerte y
resurrección de Cristo manifiesta su riqueza interna: el valor de un sacrificio de expiación,
de alianza, de consagración, de acción de gracias y de alabanza.

El culto cristiano tendrá todos estos aspectos, pero dejando suficientemente en claro la
continuidad y la diferencia. "La percepción de esta diferencia profunda se mantiene en la
expresión litúrgica del culto cristiano. Hay que evitar totalmente la vuelta a un culto
simplemente ritual, externo, convencional. El culto cristiano no consiste en el
cumplimiento exacto de ciertas ceremonias, sino en la transformación de la existencia
misma, por medio de la caridad divina.

La novedad evangélica se da a entender en toda su originalidad: "En Cristo Jesús ni la


circuncisión vale algo ni la incircuncisión, sino la fe que obra por medio de la caridad".
Según lo expresa Pablo en su carta a lo Gálatas. Los libros del Nuevo Testamento, al
mismo tiempo que hacen ver la continuidad con el Antiguo Testamento, manifiestan la
superación y la novedad. Un entendimiento diferente lo encontramos en el hecho de que,
cuando se trata de hablar del culto de la iglesia, que nació de la pascua y se manifestó con
la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, los autores de los libros del Nuevo Testamento
evitan expresarlo con los términos usados por el Antiguo Testamento, y más bien recurren
a términos en cierto modo profanos, que no tienen absolutamente nada de cultual.

En el texto del tratado teológico de Pablo, la Carta conocida a los Romanos, Pablo habla de
un culto con lógica, con racionalidad. El termino griego es logikhn, que puede ser
traducido como “razonable, o espiritual”. Es el adjetivo que califica a latreian que es el
servicio cultual. (Lacueva, pág. 641)

En este sentido, la entrega del creyente debe ser en una correlación con los tipos del
Antiguo Testamento, solo que no con los mismos elementos, sino él mismo, “un sacrificio,
vivo, santo y agradable a Dios.”. (Romanos 12:1-2)
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A modo de Conclusión

La actividad apostólica, por consiguiente, es considerada por Pablo como una liturgia, "la
tarea sagrada del evangelio" (Rom 15,16), en virtud de la cual puede ofrecerse el único
sacrificio agradable a Dios, la ofrenda de la vida en el Espíritu Santo.La noción integral de
culto cristiano, con todas las componentes propias del culto y expresivas de la actitud
específica que nos viene de la plenitud de la revelación de Cristo.

"Me ha sido dada por Dios la gracia de ser ministro de Jesucristo para los gentiles
ejerciendo la tarea sagrada del evangelio de Dios, para que la ofrenda de los gentiles
sea agradable a Dios, santificada por el Espíritu Santo" (Rom 15,15-16).

Por eso el templo material donde se celebraba el culto del Antiguo Testamento ha sido
sustituido por la comunidad misma, "cuerpo de Cristo resucitado " (1 Cor. 12,12), verdadero
pueblo sacerdotal que adora, en Cristo y por Cristo, al Padre "en espíritu y en verdad" (Jn.
4,23-24).

Bibliografía

1. Aldazábal J., La identidad de la liturgia cristiana según el N.T., en "Phase" 133 (1983)
2. Cullmann O., La fe y el culto en la Iglesia primitiva, Studium, Madrid 1971;
3. De Vaux R., Instituciones del Antiguo Testamento, Herder, Barcelona 1964;
4. Valera Juan, El culto Cristiano , origen, evolución y actualidad. Clie Madrid. 2002
5. Richard, Robert. Teología de la secularización. Sigueme. Salamanca. 1969
6. Furstenberg, Friedrich, Sociología de la Religión, Sigueme, Salamanca. 1976
7. Eliade, Mircea, Lo sagrado y lo profano , Paidos, Madrid. 1998
8. La Cueva, Francisco, Nuevo Testamento Interlineal. Clie. España. 1984
9. Cox, Harvey, La ciudad secular. Sigueme. España. 1969
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