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Los roles sociales determinan cómo se relacionan los individuos entre sí y con
determinadas instituciones sociales como la familia, la educación, la religión, la política o
la economía. Cada institución social se rige por unas normas o pautas específicas que el
individuo debe respetar con el fin de no ser rechazado o excluido.
Por ejemplo, de una mujer en el rol de madre se esperará que cuide de sus hijos, que esté
atenta a sus necesidades, que los eduque y los ame. Un comportamiento distinto a este
genera, por lo general, ciertas sanciones sociales. El rol social es una imposición de
la sociedad al sujeto. El entorno exige a la persona que cumpla con su rol social: es decir,
que brinde las respuestas esperadas de acuerdo a su condición (profesional, económica,
cultural, etc.). La imposición del rol social se desarrolla a partir de la actuación de las
principales instituciones sociales, como la familia, el Estado y la religión.
Desde el punto de vista de las razones por las cuales una persona encara un rol social
determinado, es posible distinguir entre los siguientes dos tipos: el rol adscrito, que no
lleva a cabo por voluntad propia, sino que lo asume (como ser su nacionalidad, su etnia y
su sexo); el adquirido, que espera del individuo un esfuerzo, una participación activa, y
que puede o no realizar, según decida. Cabe mencionar que el rol adquirido es opcional
hasta un cierto punto, ya que la presión de la sociedad suele ser muy intensa para
llevarnos a cumplirlo. Por otro lado, los límites de ambas clases pueden confundirse
según el enfoque del análisis.
Cabe destacar que, cuando una persona viola alguna de las normas impuestas por su rol
social, puede ser excluida de su grupo de pertenencia.
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LAS NORMAS SOCIALES?
Este tipo de normas son informales y provienen del consenso social, o sea, de lo que una
determinada sociedad (o sector de ella) considere de buen gusto en un momento
determinado.
LAS COSTUMBRES
La costumbre es una práctica social con arraigo entre la mayor parte de los integrantes de
una comunidad. Es posible diferenciar entre las buenas costumbres (aprobadas por la
sociedad) y las malas costumbres (consideradas como negativas). En ciertos casos, las
leyes tratan de modificar las conductas que suponen una mala costumbre.
Lo habitual es que las leyes concuerden con las costumbres de la sociedad. Las
costumbres, de hecho, pueden constituir una fuente del derecho, ya sea de aplicación
previa o simultánea a la ley.