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Tipos de Angustia: La Mirada Clínica Clásica

Es difícil clasificar los diferentes tipos de angustias. Desde un punto de vista clínico, el
interés inmediato se fija en los límites entre la angustia normal y la angustia patológica.
Se considera normal, a todo estado de plena disponibilidad de la psique y el soma para
desempeños habituales del hombre de acuerdo a su edad. Será angustia normal la
que no impida ocupar la mente o el cuerpo en actividades de cualquier tipo,
contribuyendo tales actividades a disipar la angustia en cuanto alejan de su
motivo originante. Dicha angustia es normal, no por estar motivada por estar vinculada
con un motivo comprensible (lo patológico lo está y nadie puede decir si un motivo es
mayor o menor) sino por dejar desocupada la psique en lo que quiera o en lo que debe.
Aquellos mismos motivos, suscitarían una angustia patológica si anegaran de tal modo
al hombre, que no le dejasen libertad al hombre para dedicarse con eficiencia a
pensamientos diversos. Esta angustia dura minutos, horas o días.
En un intento meramente desde la descripción clínica y desde un punto de vista
semiológico, siguiendo a Armando Roa, la podemos dividir en angustia primaria y
secundaria.
“Es primaria; la que de acuerdo al relato espontáneo del paciente aparece sin motivo,
en cualquier momento a lo largo del día.
La secundaria; se alimenta de sucesos reales o imaginarios infaustos, vivamente
presentes para el enfermo.” [1]
LA ANGUSTIA PRIMARIA; es más típica de la esquizofrenia. A veces se da una
ansiedad alojada en el cuerpo, que además de mantener inquieto al paciente, no le deja
preocuparse de nada, reteniendo en su mente esa enojosa molestia en torno. En otros
casos, los más frecuentes, es una angustia puramente psíquica muy molesta. Los
concomitantes somáticos casi no existen. Al mirarse a un paciente suele encontrársele
de a ratos un aire tenso en el cuerpo, mirada algo espantada, rostro pálido. Aunque lo
más común sea sorprenderse de la intensidad de la molestia contada, de la sobriedad
con la cual se relata, de lo poco que se insiste en ella y del aspecto tranquilo del
enfermo. Brota a veces una angustia breve, descoyuntante, en el momento de oírse
voces o de sentirse observado. La angustia es sentida por el paciente como
desvinculado del entorno y de otros fenómenos, aparte de esa tendencia general de la
esquizofrenia a vivirlo todo dentro de límites geométricos escindidos, a decir de
Minkowski.
La angustia en la esquizofrenia; aparece y desaparece gratuitamente y no está
ligada a motivos claro. Surge a cualquier hora, dura instantes, días o meses, puede ser
leve o intensa y el paciente no la siente derivada de nada o por lo menos, nada
importante. Pueden haber simultáneamente delirios, alucinaciones, fantasías eidéticas,
especie de sueños diurnos acompañados de angustia, pero el paciente diferencia esta
angustia, a su juicio comprensible, de la otra, que a la manera de nubes errantes,
aparece provocando demasiada desazón como para ocuparse en algo, y parece no
motivada por nada. Ante la mirada perspicaz, esta angustia surge del sentimiento típico
de los pacientes de creerse basuras, desechos, seres marginales, o bien, del
sentimiento de cosificación, de estar con una mitad en la vida y la otra en la muerte.
Dichos sentimientos de muerte los inducen a huir de la inmovilidad.
La angustia de la depresión endógena; el objeto provocador resulta incomprensible
para el paciente. Se aboca a un hecho incomprensible y a un deseo de huir hacia la
muerte, pues una existencia convertida en pura angustia es un sinsentido absoluto.
La angustia de los cuadros orgánicos; algunas epilepsias transcurren a base de
crisis ocasionales de angustia de minutos hasta horas, durante las cuales las psique se
suma en ellas, sin lograr zafarse para dedicarse a otras cosas, mientras dura las crisis.
En las distimias epilépticas(“humor perturbado”) ocurre lo mismo pero algo más leve, por
lapso de días. Otro ejemplo dentro de los cuadros orgánicos, es la akatisia (incapacidad
para permanecer quieto) originada por los psicofármacos antipsicóticos, son sensación
incesante de intranquilidad del cuerpo, con imperioso impulso a cambiarse de lugar y de
postura sin encontrar tregua, ignorando el enfermo el origen de la misma.
LAS ANGUSTIAS SECUNDARIAS, son aquellas derivadas por el enfermo de su
acontecer real o fantaseado: en las neurosis de angustias, angustia el imaginarse una
desgracia ocurrida a un familiar y en la neurosis obsesiva, el privarse, por ejemplo del
lavarse las manos, pues de no hacerlo, se tendría la grave culpabilidad de haberse
provocado tal vez una infección. Las angustias ligadas por las propias personas a
situaciones desfavorables, son propias de la vida normal, de las psicopatías o de las
neurosis.
Depresión reactiva y de las neurosis, reacciones neuróticas y psicopáticas; Aquí real
o ilusoriamente, un suceso de aspecto atemorizante produce el estado ansioso. Tales
ansiedades no desaparecen hasta no eliminarse el motivo. Desde lo semiológico,
aparece al enfermo ligado a un motivo y eso vale para un diagnóstico.
Cuando se habla de angustia primaria endógena y de angustia secundaria neurótica
o caracteropática, se alude a ese aparecer de inmediato, ligado en un primer plano a
realidades o imaginerías consientes, que lo hagan comprensibles o no comprensible.
ANGUSTIA COTIDIANA;
“Tenemos la ansiedad, el ansia de comer, de ver algo, de encontrase con alguien. Aquí
hay una pequeña angustia por no encontrar a mano lo deseado, es la angustia de un
futuro estimado de un inapreciable valor que se querría ya presente. Además del futuro,
existe una angustia del pretérito vergonzoso o culposo, que gustaría borrar.
Mucha de la angustia, viene del sentir como posible un fracaso y con ello la pérdida de
una posibilidad, que hasta un minuto antes del fracaso, era todavía asequible de
realidad, ahora se hunde en la nada. La angustia quizás si venga de la obligación de
acertar en las elecciones y realizaciones, pues de ello depende su destino”.[2]
Kurt Schneider, en su libro de psicopatología clásica, establece la diferencia entre la
angustia motivada e inmotivada. Menciona al respecto: “Existe pues, angustia motivada
o inmotivada, el miedo o el temor por el contrario, son siempre motivados, reactivos (…).
[3] Este psiquiatra alemán continua su descripción y establece la siguiente
diferenciación: “La angustia inmotivada puede consistir en un sentimiento corporal,
localizado en el pecho, en la región precordial, más también difuso en todo el cuerpo” .
[4] En tanto que reconoce la existencia de una angustia motivada: “Designamos
angustia y no temor a la ansiedad motivada. La palabra angustia parece aludir a algo
más elemental, más referido a sentimientos e instintos “(…) Y culmina su definición del
síntoma diciendo “Al comienzo de la angustia motivada existe siempre un susto psíquico:
el amenazador significado de una percepción que es captada de un modo que asusta”.
[5]
ANGUSTIA EXISTENCIAL:
Es éste un concepto no usado en clínica ni que reporta ayuda para el trabajo médico
cotidiano. Está ligada a un movimiento filosófico, “el existencialismo”. Se trata que se
ha denominado angustia normal a la que se le aplica a la reflexión trascendente, dando
como resultado que la esencia de la vida humana es solamente su existencia, envuelta
en el vacío que constituye la nada y el “ser para pasar”. El existencialismo agnóstico
tiene una contrapartida, el existencialismo cristiano, que salva el grave vacío entre la
nada eterna y la Bienaventuranza inextinguible.
ANGUSTIA VITAL:
Es un concepto incorporado por H.Binder y H. López Ibor (1950), por el cual “la angustia
tiene un origen interno, endotímico, no producida (aunque a veces desencadenada) por
los acontecimientos de la vida.” Por ello, se reconoce como una angustia endógena, no
situativa como se interpretaba anteriormente.
ANGUSTIA SOMATIZADA:
Es la angustia rechazada, defensivamente, al plano físico con la consiguiente creación
de un síntoma o signo orgánico, constituyendo el centro de la Medicina Psicosomática.
ANGUSTIA DE CONCIENCIA MORAL:
Coincide este concepto, en su totalidad con la angustia anormal o neurótica y cabe
dividirla en consciente e inconsciente, según el grado de elaboración o introspección de
la persona que la padece.
ANGUSTIA DEPRESIVA Y ANGUSTIA PERSECUTORIA:
La primera expresa al temor a que se haya hecho daño a los objetos amados e implica
aceptación de lo ocurrido y la necesidad de reparar. La angustia persecutoria implica el
miedo a haber destruido al yo y la necesidad de huir del objeto dañado y perseguidor. Se
confunden estos conceptos con angustia normal y patológica.
ANGUSTIA FLOTANTE, SITUACIONAL Y REPRIMIDA:
Constituyen en sí mismas tres modos de manifestación de la ansiedad. La angustia
flotante es la angustia no concretada en ningún objeto y que envuelve todo el quehacer y
existencia de la persona neurótica.
ANGUSTIA PSICÓTICA:
Es un temor a destruirse, partirse, dividirse dentro del aislamiento o soledad propia de la
psicosis.
ANGUSTIA CULTURAL;
Embarga a todo occidente, inadvertida para las propias personas, que se revela en
forma de vaga y constante enervación del cuerpo, que hace llegar en cierto modo
agotado al término de cada día, expresada en cefaleas, insomnio, mareos y con mas
frecuencia en irregularidades sexuales.
“Tal angustia deriva de la situación de grave competitividad o consumismo en que vive el
hombre de hoy, para quien lo básico no es llegar a ser un si mismo sino un ser mas que
los otros, lo cual significa preocuparse de los puros bienes materiales, los únicos
mensurables públicamente y abandonar los del espíritu. Esta lucha sorda y encarnizada
del hombre en su espíritu, concibe a la angustia, la cual por ser obliterada en lo psíquico,
genera síntomas somáticos, neurosis transculturales y paranoias corporales.
De esta masificación del hombre moderno, deriva su alejamiento de lo que es lo suyo,
de su individualidad misma”.

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