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Propiedades de la
lechuga
Aporta apenas 18 calorías por 100 g de parte comestible y contiene:
agua (94%), celulosa (0,6%), glúcidos (3%), lípidos (0,2%) y prótidos
(1%).
Está bien provista de minerales, especialmente de potasio (264
mg/100 g), de calcio (35 mg), de fósforo (26 mg) y de magnesio (16
mg), así como oligoelementos (cobre, manganeso, níquel, cinc, etc.).
También es rica en vitaminas: A (970 mcg, en forma de
carotenoides), del grupo B (su contenido en ácido fólico es de 21
mg), C (8 mg) y E (0,06 mg).
Otra sustancia de interés es la lactucarium, que actúa como calmante
sobre el sistema nervioso, la cual confiere a la lechuga propiedades
relajantes y favorecedoras del sueño. Además, tiene poder saciante.
La lechuga en la
cocina
Actualmente encontramos lechuga todo el año, pero su momento
óptimo empieza en primavera y en algunas variedades se alarga
todo el verano.
Aunque en nuestro país la tomamos básicamente cruda, también
puede utilizarse para elaborar cremas y sopas. Incluso salteada o
hervida resulta sabrosa. La ventaja de comerla cruda es que sin
cocción conserva mejor sus propiedades nutricionales.
La lechuga despliega sus virtudes en mil y una ensaladas. También
puede emplearse como ingrediente de bocadillos, pitas, crêpes o
burritos.
Además da mucho juego para elaborar cremas vegetales, tortillas,
rehogados, salteados y algunas variedades, como las pequeñas y
acogolladas, pueden cocinarse enteras a la plancha, al vapor o
braseadas.
Sus hojas se pueden rellenar de arroz, carne o pescado,
simplemente escaldando o friendo las hojas enteras.
COMPRA Y CONSERVACIÓN
La lechuga está presente todo el año en los mercados, lo que permite
obtenerla fresca.
Las lechugas de primavera y verano suelen ser más ricas en
nutrientes que las de otoño e invierno, debido a un mayor influjo solar.
Conviene escoger las de tonalidades más oscuras, ya que son más
nutritivas.
Como la lechuga tiene un gran contenido en agua suele ser muy
perecedera, por lo que conviene comprarla justo antes de su consumo
y en cantidades que no suponga tener que almacenarlas por más de
una semana, que es lo máximo que suele conservarse en el frigorífico.