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Estudiantes:
Camila García Pineda –cód. 1.117.554.710
Zuleyma Rojas –cód. 36345380
Nohora Leidy Fajardo Soto –cód.1117519033
Karla Andrea Muñoz Marles –cód.1006526406
Dayana Katherine Hernández –cód. 1053842755
Tutor:
Kiara Lizeth Bastidas
Grupo:
403015_494
1. Trastorno de pánico sin agorafobia: Este trastorno se caracteriza por la aparición repetida
-dos veces por lo menos e inesperada de crisis de angustia o ataques de pánico, seguidos
por la aparición, durante un periodo como mínimo de un mes, de preocupaciones
persistentes por la posibilidad de tener nuevas crisis de angustia y por sus posibles
implicaciones o consecuencias, o bien un cambio comportamental significativo
relacionado con estas crisis. El trastorno se describe como sin agorafobia porque en este
caso no se presentan sus síntomas.
La edad de inicio del trastorno de pánico fluctúa entre el final de la adolescencia y la
mitad de la cuarta década de la vida. Es muy poco frecuente a partir de los cuarenta y
cinco años.
Se calcula que el 30% de la población adulta ha sufrido algún ataque de pánico en algún
momento de su vida. Se considera que la prevalencia del trastorno de pánico —con
agorafobia o sin ella— se sitúa entre el 0,4 y el 3,5% de la población.
El trastorno de pánico debe diferenciarse de otros trastornos mentales que también se
pueden asociar a crisis de angustia. Por ejemplo, las crisis de angustia, que tienen lugar
en el seno de otros trastornos de ansiedad de carácter situacional, o que están más o
menos relacionadas con una situación determinada, como en la fobia social o la
específica y en el trastorno por estrés postraumático.
1. Trastorno de pánico con agorafobia: Este trastorno es muy similar al que acabamos de
explicar, pero se diferencia del anterior en que el sujeto presenta síntomas claros de
agorafobia. El miedo anticipatorio, del que hablábamos al principio del núcleo de cono-
cimiento anterior, consiste en el temor a sufrir una nueva crisis. La mayoría de las
personas que sufren crisis acaban vinculando sus crisis —o sus temores a sufrirlas de
nuevo- a situaciones o lugares más o menos concretos -lugares en los que sería difícil
pedir ayuda, o de los que sería difícil salir huyendo. A partir de estas asociaciones, los
pacientes desarrollan conductas de evitación, es decir, tratan de evitar encontrarse en
estas situaciones o lugares en los que sufrir un nuevo ataque de pánico sería muy enojoso.
El trastorno de pánico con agorafobia produce un malestar mayor en la vida del paciente
que el mismo trastorno sin agorafobia.
SIGNOS O SINTOMAS
Molestia o dolor torácico
Mareo o sensación de desmayo
Miedo a morir
Miedo a perder el control o de muerte inminente
Sensación de asfixia
Sentimientos de separación
Sentimientos de irrealidad
Náuseas y malestar estomacal
Entumecimiento u hormigueo en manos, pies o cara
Palpitaciones, frecuencia cardíaca rápida o latidos cardíacos fuertes
Sensación de dificultad para respirar o sofocación
Sudoración, escalofrío o sofocos
Temblor o estremecimiento
CLASIFICACIÓN SEGÚN EL DMS V O CIE 10.
Trastorno de pánico: (41.0) CIE 10
Trastorno de pánico: Sin agorafobia y con agorafobia (DMS V)
1.2 Proponer un autor de la postura teórica elegida y sus ideas más representativas, con el
fin de comprender el caso 2, propuesto en el foro. Es importante proponer cómo se
relacionan las ideas con el caso.
Albert Ellis propone un estilo distinto de Psicoterapia Cognitiva-Conductual, indica la
Esta técnica es una forma de psicoterapia corta que permite identificar pensamientos y
emociones negativas y las remplaza por pensamientos y emociones más adaptativas, el
objetivo es identificar problemas comportamentales y emocionales que le permitan a la
paciente llevar una vida con mayor bienestar, tranquilidad y felicidad, esta terapia
comprende la importancia de los pensamientos y los estilos cognitivos ante los
problemas Psicológicos.
Es importante para Ellis entender el funcionamiento Psicológico desde un punto de vista
tridimensional, donde la conducta, el pensamiento y las emociones juegan papeles
importantes que se retroalimentan mutuamente, explica: “una persona que se siente
ansiosa experimenta una serie de emociones de ansiedad, las cuales producen una serie
de pensamientos de nerviosismo que producen unos comportamientos determinados que
incrementan tanto las emociones de ansiedad, como los pensamientos de miedo, el punto
fundamental de la alteración lo constituye el pensamiento”.
importancia de los pensamientos y los estilos cognitivos ante los problemas Psicológicos.
Para ello propone La Terapia Racional Emotiva Conductual (TREC), en la cual se usa gran
variedad de técnicas cognitivas, emotivas y conductuales, es decir, que es una terapia integradora
ya que reúne distintas áreas de la persona, en este caso, aplica para la vida y la situación que
presenta Luisa.
En el caso de Luisa esta terapia seria excelente puesto que ella tiene pensamientos y emociones
negativas que influyen y afectan el buen desempeño de su conducta.
1.1 Realizar el genograma sobre el caso 2 y construir algunas hipótesis que se generan
frente al mismo, teniendo en cuenta lo que plantea el modelo elegido.
Referencias.
Feliú, M. T. (2014). Los Trastornos de Ansiedad en el DSM-5. Cuadernos de medicina
psicosomática y psiquiatria de enlace, (110), 62-69.
Beck, A. T. (2013). Terapia cognitiva para trastornos de ansiedad. Desclée De Brouwer.
Osma, J. J., García-Palacios, A., & Botella, C. (2014). Personalidad y trastorno de
pánico: un estudio de revisión. Anales de Psicología/Annals of Psychology, 30(2), 381-
394.
1.2 Escoger una de las técnicas que emplea el modelo teórico, para abordar el caso 2.
Definir la técnica y mostrar cómo la aplicarán para abordar el problema o trastorno
identificado en el caso.
Aporte Karla Andrea Muñoz
1.4 Escoger unas de las técnicas que emplea el modelo teórico, para abordar el caso 2. Definir la
técnica y mostrar cómo la aplicarán para abordar el problema o trastorno identificado en el caso.
TIPO DE
TRASTORNO Trastorno de pánico
:
1.5 Presentar las ventajas y limitaciones que tiene emplear el modelo teórico elegido,
para el abordaje del caso 2.
Sin duda el modelo cognitivo conductual, es uno de los más abordados ya que proporciona
diferentes técnicas en su uso terapéutico, como lo es la terapia cognitiva conductual una de sus
grandes ventajas es ser flexible y versátil, ya que muchos especialistas integran técnicas
diferentes procedentes de otros enfoques, como la terapia psicodinámica, humanística o Gestalt.
Si analizamos el método científico esta terapia está muy asociada ya que utiliza una metologia
experimental que permite el análisis objetivo de los resultados de la terapia, el enfoque cognitivo
conductual fue uno de los primeros que empezó a mostrar que es el actuar del propio sujeto el
que puede llevar a superar su sintomatología es decir esta pretende proporcionar al paciente
herramientas al sujeto para hacer que el propio sujeto pueda superar y hacer frente a sus
afectaciones y malestares. Otras de sus ventajas también es el grado de sistematización, aunque
depende mucho de la terapia en cuestión, por lo general las técnicas de la terapia cognitiva
conductual tienen unas bases estructuras y una forma de proceder claras, otra de sus grandes
ventajas es su alta aplicabilidad en a mayoría de los trastornos mentales existentes, permite
trabajar en problemas como ansiedad, depresión, problemas obsesivos, trastornos de la conducta
de la alimentación entre otros.
El modelo cognitivo conductual resulta de gran utilidad ya que ofrece una serie de tratamientos
de alteraciones mentales, sin embargo presenta una serie de limitaciones que debemos tener en
cuenta.
Una de ellas es la focalización en el síntoma actual, es decir trabaja desde el presente y en lo que
ahora nos ocurre. Si bien el pasado se tiene en cuenta y se explora de cara a explicar la situación
actual, a nivel de terapia no suelen tratarse de manera directa las causas que empezaron el
problema que hoy aflige al sujeto.
Y en muchas ocasiones se requiere trabajar los elementos que originaron en primer lugar el
malestar, pues de otro modo el malestar puede llegar a aparecer bajo otra forma.
Si bien una de las ventajas de esta terapia se encuentra en que trabaja en profundidad aspectos
tan relevantes como las creencias, expectativas y procesos de pensamiento, factores de gran
relevancia a la hora de explicar nuestras conductas, lo cierto es que en ocasiones la terapia
cognitivo-conductual puede pecar de reduccionismo y de valorar en menor medida aspectos
como la emoción y la motivación.
No es que no trabajen elementos emocionales, pero el trabajo en este ámbito se hace desde una
perspectiva racional y no tan emocional o vivencial.
Poca valoración del contexto La terapia cognitivo-conductual tiene presente que el entorno es un
factor relevante en el origen, mantenimiento e incluso tratamiento de los trastornos mentales,
pero tiende a centrarse en exclusiva en el sujeto que tiene el problema o la dificultad y deja de
lado la mayoría de elementos contextuales que afectan a las problemáticas en cuestión.
La terapia cognitivo-conductual clásica se centra en combatir, cambiar o modificar los
pensamientos, creencias y conductas que generan sufrimiento al sujeto.
Se tiene una estrategia de oposición al sufrimiento, que en principio puede parecer positiva pero
que sin embargo puede empujar al paciente a una conducta cada vez más rígida dirigida a evitar
el dolor y que conlleve un patrón conductual poco adaptativo, lo que a su vez puede ser el origen
de nuevos sufrimientos.
Matriz individual
Zuleyma Rojas Barreiro
Matriz individual
Dayana Katherine Hernández
Jarne, A., Talarn, A., Armayones, M., Horta, E. & Raquena E. (2006). Modelos Etiológicos
de los Trastornos. Psicopatología. Barcelona: Editorial UOC, p. 268-287. Recuperado
de: https://elibro-net.bibliotecavirtual.unad.edu.co/es/ereader/unad/56378?page=1
García Maldonado, G., Saldívar González, A. H., Llanes Castillo, A., & Guadalupe Sánchez
Juárez, I. (2011). El DSM-V. Luces y sombras de un manual no publicado. Retos y expectativas
para el futuro. Salud Mental, 34(4), 367–378. Recuperado en:
http://bibliotecavirtual.unad.edu.co/login?url=http://search.ebscohost.com/login.aspx?
direct=true&db=a9h&AN=67370854&lang=es&site=eds-live
Osma, J. J., García-Palacios, A., & Botella, C. (2014). Personalidad y trastorno de pánico: un
estudio de revisión. Anales de Psicología/Annals of Psychology, 30(2), 381-394.