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Ataques de Pánico

Los ataques de pánico se caracterizan por un acceso brusco de


miedo o malestar intenso. Pueden aparecer en cualquier momento,
aunque no haya nada que temer.

El sistema nervioso de algunas personas activa señales de alarma en


momentos inapropiados. Esas personas sienten las mismas
sensaciones físicas y emocionales que experimentarían si sus vidas
estuvieran realmente amenazadas. Los ataques pueden provenir de la
nada, en lugares donde no existe el más mínimo peligro real. A pesar
de que, habitualmente, duran sólo unos pocos minutos, las crisis de
pánico hacen que estas personas se sientan como si fueran a tener
un ataque al corazón, desmayarse, o volverse locas. Es
frecuentemente descripta como “la experiencia más terrorífica que
he vivido”.

Una de las mayores dificultades con que se encuentran los individuos


con trastorno de pánico es obtener un diagnóstico adecuado.

Este sitio en Internet le brinda la posibilidad de comenzar a consultar


con nuestros especialistas desde su hogar. Para contactarse puede
hacerlo llenando este formulario de contacto.

Síntomas
De acuerdo al manual DSM V (2014) son trece los síntomas que
pueden estar presentes en un trastorno de pánico. Formalmente se
requiere la concurrencia de un mínimo de cuatro síntomas en la
presentación de las crisis para hacer un diagnóstico.

Los síntomas más comunes de una crisis de pánico son:


palpitaciones, sudoración, miedo a morir, a desmayarse, a perder el
control o a volverse loco, dolor en el pecho, mareos, temblores,
sensaciones de frío o calor, ahogos, náuseas, debilidad y sensación
de irrealidad, entumecimiento de extremidades, sensación de
hormigueo, sensación de atragantamiento.

En el trastorno de pánico, el ataque es seguido de inquietud o


preocupación acerca de padecer un nuevo ataque como así también
aparecen cambios significativos en el comportamiento destinados a
evitar los ataques.

Cada paciente tiene un perfil sintomatológico particular. De acuerdo


a nuestros estudios hemos identificado cuatro perfiles sintomáticos
predominantes que pueden aparecer como: área cardiológica,
neurológica, neumonológica y gastroenterológica.

Por ejemplo, Raúl (38) durante de sus ataques de pánico


experimenta fuertes palpitaciones, sensación de opresión en el
pecho y entumecimiento de los brazos acompañado de un intenso
temor a morir de un infarto. Aunque los chequeos médico clínicos y
varios estudios le indiquen que no hay ninguna dificultad en su
corazón, no puede dejar de ir a una guardia a que lo controlen.

Caso 2: Eugenia (27) tiene como síntoma principal el mareo, la


inestabilidad en las piernas y cuando camina por la calle siente que
se va hacia un lado, que en cualquier momento se va a caer o
desmayar. Desde que tiene éste problema no sale sola de su casa.
Caso 3: Mariana (43), su problema comenzó un día de verano,
mientras viajaba en un subte, éste se detuvo unos minutos entre
estación y estación. Allí comenzó a sentir una fuerte sensación de
sofocación y ahogo. Pensó que no le iba a alcanzar el aire y moriría, a
pesar que todos los demás pasajeros viajaban normalmente. Nunca
más pudo viajar en subte.

Otros Problemas
El trastorno de pánico frecuentemente está acompañado por otros
trastornos, particularmente otros trastornos de ansiedad,
especialmente la agorafobia, la depresión y/o problemas por abuso de
sustancias. Varios estudios muestran que el 30% o más de las
personas con trastorno de pánico también sufren de depresión.
Actualmente, quien sufre ambos trastornos puede beneficiarse con
un tratamiento adecuado.

Muchos individuos con trastorno de pánico o agorafobia tratan de


aliviar su ansiedad mediante la toma indiscriminada de
psicofármacos sin el debido control médico, con lo cual generan
habituación a los mismos y perpetúan el circuito de la ansiedad.

¿Quiénes sufren trastorno de pánico y por


qué?
No existe una causa única que condiciona la aparición del trastorno
de pánico o la agorafobia. Estas afecciones cruzan la línea de lo
social, lo étnico y lo económico. Las investigaciones indican que 3 de
cada 100 personas sufrirá de trastorno de pánico en algún momento
de su vida y que un número similar tendrá agorafobia.

Lo que se sabe hoy acerca de las personas que desarrollan el


trastorno es que hay un ensamble entre la predisposición biológica,
las características familiares y la elaboración que realiza el sujeto de
su propio sistema de creencias. Además hay que agregar que en la
mayoría de los pacientes que nos consultan existe como antecedente
un evento estresante en particular (muerte de una persona
significativa, ruptura matrimonial, quebranto económico, mudanza a
otra ciudad o país, aborto, etc.), que les generó la sensación de
sentirse sobrepasado.

A partir de ese momento, se encuentran más vulnerables a la


aparición del primer ataque.

Este problema es más frecuente en mujeres que en hombres (más del


70% de las personas que nos consultan por éste problema son
mujeres). El trastorno de pánico, por lo general, comienza entre los
25 y 35 años, pero también puede presentarse en niños.

Una de las consecuencias habituales de este trastorno es la


AGORAFOBIA. Para estas personas, este sitio en Internet les brinda
la posibilidad de comenzar a consultar con nuestros especialistas
desde sus hogares.

Tratamiento
Afortunadamente, el trastorno de pánico y la agorafobia
son altamente tratables una vez que son diagnosticados. La
recuperación puede ocurrir en cuestión de meses, pero puede tomar
más, dependiendo de las circunstancias individuales. Desde nuestra
experiencia vemos que los programas de tratamiento más exitosos
incluyen la combinación de terapia conductual, terapia cognitiva y
medicación. La terapia conductual es una terapia breve y específica
para estos trastornos que opera tratando de cambiar el modo en que
un individuo se comporta habitualmente ante los ataques de pánico.
Las técnicas de relajación como la del control respiratorio son
recursos útiles empleados en una terapia comportamental.

La exposición gradual, es una técnica altamente efectiva para el


tratamiento de aquellas personas cuyas vidas están dominadas por la
evitación de situaciones. Como el nombre lo sugiere, los pacientes
son gradualmente introducidos a la situación temida y se les va
enseñando a afrontarla con éxito.

Las técnicas conductuales se combinan con terapia cognitiva que se


focaliza en cambiar las maneras en que la gente se ve a sí misma y a
sus temores. El paciente es entrenado para analizar sus
pensamientos y separar las creencias catastróficas de las reales.

La terapia cognitiva se ocupa de la reestructuraciòn de los


pensamientos distorsionados en relación al problema.
Específicamente, el terapeuta busca desarrollar las habilidades del
paciente para controlar su ansiedad y le enseña nuevos modos de
expresar sus emociones.

Actualmente, existe un amplio espectro de medicamentos efectivos


para controlar el trastorno de pánico. El esquema de medicación en
muchos casos necesita prolongarse por un período mayor de un año,
variando según las características particulares de cada persona. La
medicación debe ser acompañada por Terapia Cognitivo Conductual,
debido a que la mayoría de los pacientes tratados sólo con
medicamentos tienden a recaer una vez que la misma es
discontinuada.

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