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Universidad Autónoma de Nuevo León

Facultad de Psicología
Nombre: Axel Gabriel Torres Martínez
Matricula: 1976509
Materia: MODELOS DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA Y DE LA
SALUD
Docente: M.C. Héctor Guajardo Cárdenas/ Grupo: 006
Grupo: 006
Actividad: tema : T. ansiedad niño y adulto
Principales trastornos de ansiedad en el niño y el adulto

Trastornos de la infancia
En términos de psicopatología, el maltrato, el abuso y la pobreza
extrema en los niños conllevan daños irreparables para su identidad e
integridad, de ahí la importancia de la puesta en marcha de políticas
sociales efectivas para retirar de las calles a niñas y niños dedicados al
comercio, mendicidad, violencia y prostitución.

Para un desarrollo integral, físico, intelectual y afectivo es necesario


contar con actividades orientadas a la educación, el deporte y la cultura;
pero en México, existen grandes segmentos de población infantil que
son explotados, obligados a trabajar o viven en condiciones de
insalubridad, abuso o maltrato.

Cabe señalar el importante papel del psicólogo en la intervención y


evaluación de los niños, sobre todo por la capacidad de éste para aplicar
pruebas que permitan caracterizar las ejecuciones, porque permite
profundizar en la comprensión de las causas del fracaso escolar, de los
retardos en el desarrollo y los cuadros clínicos de daño cerebral en la
infancia

Apego y trastornos de ansiedad en la infancia


La importancia de asumir e identificar muchos de los trastornos de
ansiedad reside en que la identificación temprana y la posibilidad de una
pronta intervención permiten, en muchos casos, prevenir la aparición de
trastornos de ansiedad en la edad adulta o disminuir la severidad de una
condición específica. Rutter y Garmezyn (1983) aportaron evidencia
acerca de que la agorafobia y las crisis de pánico pueden ser evitadas y
aún significativamente disminuidas si los niños con trastorno de
separación de ansiedad fueron tratados exitosamente durante la
infancia.

En los manuales de diagnóstico, se reconocen trastornos generalizados


de ansiedad en la infancia, los cuales son tratados, sobre todo, con
elementos farmacológicos si los criterios del diagnóstico son cubiertos. A
diferencia del adulto, en quienes se utilizan neurolépticos derivados de
las benzodiacepinas; se usan medicamentos mucho más leves e
inocuos. Por esta razón el psicólogo clínico debe estar versado con
ciertas bases de psicofarmacología para poder entender, supervisar y
coadyuvar el tratamiento los trastornos de ansiedad en los niños;
principalmente orientado a los padres y la adherencia al tratamiento,
disipar los miedos asociados con la medicación y estar pendiente de los
efectos secundarios de la misma.

Los psicólogos deben interpretar los signos porque los síntomas no


pueden ser referidos de manera precisa por niños muy chicos, por ello el
psicólogo debe ser capaz de interpretar los dibujos, juegos y discursos
indirectos de los niños, es decir, las proyecciones infantiles para poder
identificar muchos trastornos de ansiedad.

Trastornos en el adulto

Trastorno de ansiedad
Ente los principales trastornos identificados en la práctica clínica, se
encuentran la ansiedad generalizada, la agorafobia con crisis de pánico
(también llamada crisis de angustia), el trastorno obsesivo compulsivo
(TOC) y el síndrome de estrés postraumático.

Trastorno de ansiedad generalizada


Se caracteriza por la presencia de ansiedad y preocupaciones de
carácter excesivo y persistente durante al menos 6 meses.

El trastorno de ansiedad sufrido por una enfermedad médica se


caracteriza por síntomas prominentes de ansiedad, los cuales se
consideran secundarios a los efectos fisiológicos directos de una
enfermedad subyacente.

El trastorno de ansiedad inducido por sustancias se caracteriza por


síntomas prominentes de ansiedad, considerados como secundarios a
los efectos fisiológicos directos de una droga, fármaco o tóxico.

El trastorno de ansiedad no especificado acoge aquellos trastornos


caracterizados por ansiedad o evitación fóbica, los cuales no reúnen los
criterios diagnósticos de los trastornos de ansiedad específicos ya
mencionados (síntomas de ansiedad sobre los que se dispone de
información inadecuada o contradictoria).

Agorafobia y crisis de angustia


En muchos casos se establece un nexo con el trastorno de separación de
la infancia y otros cuadros de ansiedad en la niñez. Muchas veces se
acompaña de ataques o crisis de pánico que originan la asistencia a la
consulta profesional.
La agorafobia se caracteriza por la ansiedad o comportamiento de
evitación en lugares o situaciones donde escapar puede resultar difícil o
embarazoso o bien donde sea difícil entrar.

La crisis de angustia se caracteriza por la aparición súbita de síntomas


de aprensión, miedo de morir, una sensación de malestar similar a un
infarto cardiaco; se experimenta terror y muchas veces se acompaña de
la sensación de muerte inminente.

Fobias específicas
El paciente sabe cuál estímulo debe evitar para sobrevivir al trastorno,
las fobias específicas se caracterizan por la presencia de ansiedad
clínicamente significativa como respuesta ante la exposición a
situaciones u objetos específicos temidos y reconocidos por el paciente.

La función del psicólogo en estos casos es buscar opciones para evitar la


confrontación del objeto fóbico desde una perspectiva conductual.

Trastorno obsesivo compulsivo


Es un trastorno de ansiedad en el cual las personas quienes lo padecen
tienen pensamientos, temores o preocupaciones irracionales que tratan
de superar mediante una actividad ritual. Las imágenes o los
pensamientos perturbadores y frecuentes se denominan obsesiones y
las conductas repetitivas o rituales que se llevan a cabo para evitarlos o
disiparlos se llaman compulsiones.

Los pensamientos obsesivos de las personas con TOC originan


preocupación y los rituales compulsivos pueden volverse tan frecuentes
o intensos que interfieren con las actividades de la vida diaria y las
actividades normales de desarrollo.

Los temas de las obsesiones pueden incluir, preocupación exagerada por


la suciedad, los gérmenes o la contaminación, por la seguridad personal,
por ejemplo, los pacientes revisan en forma repetida (compulsivamente)
que las puertas, ventanas y candados estén cerrados. Menos
frecuentemente, las obsesiones pueden ser pensamientos persistentes
acerca de actos sexuales repugnantes o la demostración de conductas
prohibidas o consideradas tabú o convicciones religiosas. También hay
personas con pensamientos persistentes acerca de la violencia, heridas,
matar a alguien o herirse a sí mismo o personas, quienes pasan
periodos excesivos de tiempo tocando cosas, contando, pensando en
números y secuencias y preocupándose por el orden, la simetría o la
exactitud.
Para que pueda realizarse un diagnóstico de TOC, las obsesiones y
compulsiones deben ser suficientemente graves para afectar las
relaciones interpersonales o el trabajo productivo. El TOC se maneja con
terapia individual y medicamentos. Generalmente, la terapia individual
incluye técnicas cognitivas y conductuales. Este tipo de terapia se
concentra en ayudar al niño o el adolescente en la identificación y
comprensión de sus miedos y a aprender nuevas formas de resolverlos o
disminuirlos con mayor efectividad. Sin embargo, el apoyo
medicamentoso es indispensable y debe preceder la terapia.

Trastorno por estrés postraumático


La característica esencial es la vivencia recurrente e imaginaria de
situaciones catastróficas experimentadas previamente, como un
accidente de tráfico con muertos o malheridos, una situación de guerra,
desastre natural, tortura o violación.

El profesional de la salud quien trabaja con este tipo de pacientes debe


considerar el carácter multidimensional y necesariamente complejo de
este tipo de trastornos.

Una entrevista clínica global y multidimensional es una estrategia de


evaluación de primer orden para el adecuado diagnóstico del estrés
postraumático. Un adecuado proceso de entrevista permite al paciente
relatar su experiencia y sus impresiones del evento, teniendo la
oportunidad de expresarse con libertad en un entorno seguro y no
inquisitivo.

Los pacientes y sus familiares más cercanos necesitan sentirse


comprendidos y apoyados mientras tratan de encontrar un significado a
la experiencia recientemente vivida.

Trastornos del afecto


El trastorno depresivo es una enfermedad del cerebro que afecta el
ánimo, es decir, la motivación para hacer cosas y la manera de pensar,
tornando al paciente en alguien negativo, pesimista y autoderrotista, ya
que afecta la forma cómo se valora a sí mismo (autoestima). Un
trastorno depresivo no es lo mismo que un estado pasajero de tristeza.
No indica debilidad personal, ni depende de la voluntad de la persona
para mejorar. Sin tratamiento, los síntomas pueden durar semanas,
meses e incluso años.

Tipos de trastornos de ánimo


Existen varios tipos de trastornos depresivos. Los tres más comunes son
la depresión severa, la distimia y el trastorno bipolar. En cada uno de
estos tres tipos de depresión, el número, la gravedad y la persistencia
de los síntomas varían.

La depresión severa, mejor conocida como el trastorno depresivo


unipolar mayor, se manifiesta por una combinación de síntomas que
interfieren con la capacidad para trabajar, estudiar, dormir, comer y
disfrutar de actividades que antes eran placenteras. Los episodios
depresivos, francamente discapacitantes, pueden ocurrir varias veces en
el curso de la vida y ocasionar episodios de psicosis o suicidio si es muy
severo.

La distimia, un tipo de depresión menos grave, incluye síntomas


crónicos y de larga duración, y aunque no incapacitan tanto, interfieren
con el funcionamiento y el bienestar de la persona. Muchas personas
con distimia también pueden padecer de episodios depresivos severos
en algún momento de su vida. Esta segunda condición es la más difícil
de diagnosticar por tres razones: llegan menos a los servicios clínicos
profesionales, el inicio es gradual y sutil y muchas veces el propio
paciente y los familiares se adaptan a la condición, atribuyendo al
carácter o la personalidad la negatividad, el pesimismo y la abulia que
acompañan a esta afección.

En tercer lugar está el trastorno bipolar, llamado también enfermedad


maniaco-depresiva. Éste no es tan frecuente como la depresión mayor o
la distimia y suelen pasar muchos años entes del diagnóstico; los
síntomas que siente durante la etapa maniaca son sentir euforia,
energía, bienestar y excitación generalizada.

El trastorno bipolar se caracteriza por cambios cíclicos en el estado de


ánimo: fases de ánimo elevado o eufórico (manía) y fases de ánimo bajo
(depresión). Los cambios de estado de ánimo pueden ser dramáticos y
rápidos; pero por lo regular son graduales. Cuando una persona está en
la fase depresiva del ciclo, puede padecer de uno, de varios o de todos
los síntomas del trastorno depresivo. Cuando está en la fase maniaca la
persona puede estar hiperactiva, hablar excesivamente y tener una gran
cantidad de energía. La manía a menudo afecta la manera de pensar, el
juicio y la forma de comportarse con los otros.

La hipomanía es el equivalente de la distimia; pero siempre pasa


desapercibida, porque en fases tempranas de la historia natural de la
enfermedad este estado afectivo, de hecho, es un recurso positivo e
importante motor de desarrollo para el individuo.

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