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LA NUTRICIÓN EN EL
DEPORTE
Profesor: Estudiante:
Introducción.----------------------------------- 3
Justificación.----------------------------------------------------- 4
Objetivo general.-------------------------------- 5
La nutrición en el deporte.--------------------6
Necesidades energéticas.---------------------8
Conclusión------------------------------------12
Referencias bibliográficas--------------------------13
Anexos------------------------------------14
Introducción.
Un buen desempeño en el deporte está influenciado por varios factores, como lo son: la
aptitud física, el entrenamiento, la motivación, el esfuerzo y la alimentación. Esta última,
es un factor sumamente importante ya que sin una buena alimentación no tendrás los
recursos necesarios que se ameritan a la hora de hacer un esfuerzo físico, tendrás
problemas a la de hora de recuperación y probablemente una deficiencia en las
habilidades motrices.
Pero, para todos los deportistas no se aplican las mismas leyes, similares, eso sí, pero no
las mismas. Por ejemplo: podemos encontrar a un ciclista y a una persona que alza pesas.
Sus cuerpos ameritan de distintas cantidades y distintos alimentos, para así cooperar en
sus esfuerzos físicos.
Entre los hábitos alimenticios (EN GENERAL) que debe seguir un deportista se encuentra:
El conocimiento de una buena nutrición, de cómo distribuir las comidas a lo largo del día
para tener mayores fuentes de energía es sumamente importante para el deportista
promedio.
Investigar sobre la nutrición en el deporte, ver en que ayuda a los deportistas y que
deben comer.
La nutrición en el deporte.
La práctica deportiva necesita de un cuerpo bien entrenado y bien nutrido, siguiendo las
pautas generales de una alimentación equilibrada. Sólo los deportistas profesionales
precisan de requerimientos nutricionales específicos en función de su situación particular
y del tipo de actividad deportiva, que deben ser definidos por los especialistas.
La nutrición deportiva cubre todos los ciclos del deporte: el descanso, la fase activa y la de
recuperación. Es cierto que el ejercicio aumenta las necesidades energéticas y
nutricionales del cuerpo, una dieta deportiva puede variar desde 110 kJ/kg/día (26
kcal/kg/día) en una mujer que practica el fisicoculturismo y 157 kJ/kg/día (38 kcal/kg/día)
en una mujer que hace gimnasia de alto nivel hasta un hombre practicante de triatlón que
consume 272 kJ/kg/día (65 kcal/kg/día) y 347 kJ/kg/día (83 kcal/kg/día) en un ciclista del
Tour de Francia.
El rendimiento deportivo está condicionado por un conjunto de factores que incluyen las
aptitudes físicas, el entrenamiento, la motivación, las condiciones ambientales y la
alimentación. Así, aunque una alimentación adecuada no es condición suficiente para
ganar una competición, sí a que una dieta inadecuada, incluso existiendo una buena
preparación, puede hacer perder una prueba deportiva.
Los alimentos que se incluyen en una dieta deportiva atienden a tres objetivos básicos:
proporcionan energía, proporcionan material para el fortalecimiento y reparación de los
tejidos, mantienen y regulan el metabolismo. No existe una dieta general para los
deportistas, cada deporte tiene unas demandas especiales y una nutrición específica.
Entre los mitos más antiguos relacionados con la nutrición de los atletas, está el de la
consubstancialidad, según el cual se recomendaba la ingestión de grandes cantidades de
alimentos ricos en proteínas con objeto de reponer la masa muscular, que supuestamente
se consumía durante el ejercicio. Otro mito nutritivo es el consumo masivo de píldoras,
polvos y pócimas ricos en vitaminas, para potenciar la eficacia en la obtención de energía
por el organismo a partir de los alimentos.
Las recomendaciones sobre alimentación y deporte, aunque pueden tener unos principios
básicos comunes, son cuantitativa y cualitativamente diferentes según vayan dirigidas a
población general, en la cual se busca aplicar estrategias concretas para una vida
saludable, o bien se dirijan a una población que realiza la actividad a un nivel superior (por
horas e intensidad de dedicación) y en este último caso la intervención dietético-
nutricional, buscará:
Hay que hacer especial hincapié en la base de la pirámide y enfatizar que los hidratos de
carbono son el combustible más adecuado para la actividad física regular, que hay que
conseguir incrementar.
Si esta actividad es insuficiente, es necesario remarcar que hay que controlar la dieta,
ingiriendo determinados hidratos de carbono de moderado o bajo índice glucémico como
las frutas, hortalizas, verduras o legumbres y su combinación con cereales o carbohidratos
ricos en fibra. En definitiva, se trataría de modular con el ejercicio físico y la dieta, la
respuesta del organismo a los efectos negativos de comidas energéticamente muy densas,
en el contexto de muchas horas de inactividad.
Necesidades energéticas
Todo trabajo corporal está vinculado a un esfuerzo muscular que necesita energía. Así,
nuestras necesidades energéticas totales dependen de nuestro metabolismo basal
(energía que se gasta para el mantenimiento de las funciones vitales en reposo) y del
gasto energético que supone cada actividad física que realizamos. Lógicamente, cuanto
mayor sea nuestro peso corporal mayor cantidad de energía necesitaremos para realizar
nuestra actividad, puesto que deberemos mover una mayor masa corporal
Uno de los objetivos de nuestra alimentación será ingerir la energía necesaria para
compensar los gastos, con el fin de mantener nuestro peso corporal. Por ello,
generalmente, un deportista debe comer más que una persona sedentaria de la misma
edad, sexo y características físicas (talla, peso y constitución), pero siempre manteniendo
las mismas proporciones de principios inmediatos: hidratos de carbono, proteínas y
grasas.
Por otro lado, cuando trabajamos a intensidades más bajas podemos obtener energía de
forma aeróbica, es decir aprovechando el aporte de oxígeno. En la mayoría de ejercicios se
considera que la primera y principal fuente energética es la glucosa, procedente del
glucógeno que tenemos almacenado en el músculo y en el hígado. Para obtener el
máximo rendimiento, la glucosa debe ser procesada en condiciones aeróbicas. Pero las
reservas de glucógeno son también limitadas y se agotan en poco tiempo. Se calcula que
con ellas sólo se podría realizar una actividad moderadamente intensa durante 40 min.
Por ello, al cabo de un tiempo de iniciar la actividad, se empiezan a movilizar las reservas
de grasa corporal. En este caso, la fatiga asociada a los fenómenos de resistencia no
parece estar relacionada con la acumulación de ácido láctico, sino con la disponibilidad de
sustrato (glucosa o ácidos grasos) por parte de las fibras musculares.
La comida precompetitiva, una comida rica en carbohidratos tomada en las horas previas
a la competición, puede completar las reservas hepáticas y musculares de glucógeno. El
hígado, encargo de mantener los niveles plasmáticos de glucosa, precisa de comidas
frecuentes para conservar su pequeña reserva de glucógeno. Aquellos deportistas que
siguen un ayuno en las 6-12 horas previas, y no consumen hidratos de carbono durante la
competición tienen más posibilidades de desarrollar una hipoglucemia durante la misma.
Es preferible una comida que mezcle hidratos de carbono de rápida, intermedia y lenta
asimilación. En la hora previa es muy recomendable que todo alimento sea en forma
líquida.
Las recomendaciones hechas por diferentes comités de expertos en nutrición sobre las
necesidades proteicas diarias de una persona se encuentran en un rango que oscilan entre
los 0,8 y los 1,2 g/kg/d, pero no está resuelto si estas recomendaciones son suficientes
para un deportista. Para Buttereld y Calloway2 (1984), estas cantidades son suficientes
para personas que realizan una actividad física aeróbica de baja intensidad, como caminar;
sin embargo, los deportistas que trabajan habitualmente con intensidades más elevadas,
necesitan más proteínas en su alimentación.
Varios físicos señalan que es posible cubrir largas distancias trabajando a una intensidad
media elevada, sin agotar las reservas musculares de glucógeno, tomando un suplemento
de hidratos de carbono de rápida asimilación, independientemente de si se toman de
forma sólida o líquida. Durante los breves períodos de reposo, o durante los períodos en
los que la intensidad de ejercicio desciende suficientemente, se puede producir una
síntesis rápida de una cierta cantidad de glucógeno en las fibras musculares con una baja
concentración de glucógeno y no activas en ese tipo de ejercicio.
Se podría añadir que, para preservar el equilibrio entre el desgaste corporal que genera la
actividad física y los nutrientes ingeridos a fin de compensar estas pérdidas, deben
observarse ciertas pautas, procurando no incurrir en excesos pero tampoco en carencias.
Referencias bibliográficas.
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Appendices on the Correlation between Standard Metabolism and the Respiratory
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Flatt JP. Use and storage of carbohydrate and fat. Am. J. Clin. Nutr. 61: 952S–959S,
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