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Octubre
1 17
12 de octubre
2 18
¿Por qué 12
creen que muchos pueblos aborígenes28
perdieron tantas
cosas con la llegada de los españoles?
¿Por qué 13
es importante respetar las costumbres29
de los demás
aunque sean diferentes a las nuestras?
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A continuación
15 les proponemos leer y trabajar con
31 algunas de las
leyendas que nos legaron los pueblos originarios de nuestro país:
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•La leyenda de la flor del ceibo ������������������������������������ 3
•Las montañas de Coqueña ���������������������������������������� 7
Notas
•La misión del Colibrí ���������������������������������������������� 11
La leyenda de la flor del ceibo
La leyenda de la flor del ceibo
A orillas del Paraná vivía una tribu guaraní a la que pertenecía
Anahí, una indiecita que amaba profundamente su tierra. Cuando
Anahí recorría la selva, entonaba con su dulce voz los cantos que
había aprendido de su abuela, y hasta el río torrentoso parecía
detenerse para escucharla.
Un día, llegó navegando por el río una embarcación enorme. De
allí descendieron numerosos hombres blancos armados y dispuestos
a destruir a los indios para arrebatarles las tierras.
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La leyenda
La tribu se defendió.de
Anahíla florluchó
también del ceibo
como los más valientes.
Pelearon
días y noches, semanas enteras. Pero los invasores los iban
venciendo poco a poco.
Anahí, junto con otros guerreros, fue capturada. Pasó varios días
prisionera en el campamento español, hasta que una noche logró
escapar matando al centinela que la vigilaba. Huyó y se escondió
en la selva, pero los soldados la persiguieron y la atraparon.
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Como castigo por su rebeldía, la joven fue condenada a morir
en la hoguera.
La ataron a un árbol al que encendieron fuego. Pero Anahí, a
medida que crecían las llamas, iba cantando con su dulce voz una
canción en la que pedía a Tupá, el dios de los guaraníes, por su
tierra, por su tribu, por su selva y por su río.
Su voz se elevó al cielo y, al comenzar el nuevo día, ante el
asombro de los soldados conquistadores, el árbol, lejos de haberse
consumido con las llamas, se veía vigoroso y colorido. Tenía un
tronco resistente, hojas verdes y relucientes, y hermosas flores
rojas y aterciopeladas. Y hasta el día de hoy conserva su belleza.
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Leyenda guaraní (versión de Paula Moreno).
¿Qué creen que pensaron los guaraníes al ver a los españoles?
¿Por qué se llamará “La leyenda de la flor del ceibo”?
¿Conocen la flor del ceibo?
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Después de mucho andar llegaron a un valle escondido. Allí
escucharon silbidos y vieron un montón de vicuñas, pero ningún pastor.
—¡Es Coquena! El dios de los pastores que se hace invisible y
que, con su mano de lana, cuida a los animales y, con su mano
de plomo, castiga a los cazadores que matan a las llamas y a las
vicuñas —explicó Pedro a sus cabras.
Al continuar el camino se encontraron con una vicuña que
estaba herida en una pata. Pedro se acercó despacito, la acarició y
con un pedacito de tela de su ropa, le vendó la herida.
Pero la vicuña se levantó de repente y se convirtió en un
hombrecito que, silbando, se alejó rápidamente entre las montañas.
—¡Es Coquena! —le dijo Pedro a sus cabritas.
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De tanto andar los alcanzó la noche y se
desató una tormenta. Pedro no podía encontrar
a sus cabritas. Las llamó con su flauta, las buscó
detrás de las piedras y de los árboles y finalmente,
cansado, asustado y muy triste, se quedó dormido en una
pequeña cueva de la montaña.
Por la mañana, se despertó con los silbidos de un pastor y para su
sorpresa, lo seguían muchísimas llamas, vicuñas y… ¡todas sus cabritas!
—¡Es Coquena! —se dijo feliz Pedro. Y para agradecerle que con
su mano de lana había salvado a todas sus cabritas, tocó la flauta
todo el camino hasta llegar a su casa.
Leyenda coya
(versión de Paula Moreno).
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¿Qué les pareció esta leyenda?
¿Con quién compartió Pedro su almuerzo?
¿Quién es Coquena?
¿Quién cuidó las cabritas de Pedro?
¿Qué les parece que hubiera pasado si Pedro no ayudaba a la vicuña
lastimada?
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Zumbando se dirigió a la cordillera. Pasó sobre la laguna de Wacracocha miran-
do sediento la superficie de las aguas, pero no se detuvo a beber ni una gota. Siguió
volando, cada vez más alto, cada vez más lejos, con sus alas diminutas.
Su destino era la cumbre del monte donde vivía el dios Waitapallana.
Waitapallana se encontraba contemplando el amanecer, cuando olió el perfume
de la flor del qantu, su preferida, la que usaba para adornar sus trajes y sus fiestas.
Pero no había ninguna planta a su alrededor.
Sólo vio al pequeño y valiente colibrí, oliendo a qantu, que murió de agotamiento
en sus manos luego de pedirle piedad para la tierra agotada.
Waitapallana miró hacia abajo, y descubrió el daño que la sequía le estaba produ-
ciendo a la tierra de los quechuas. Dejó con ternura al colibrí sobre una piedra.
Triste, no pudo evitar que dos enormes lágrimas de cristal de roca brotaran de sus
ojos y cayeran rodando montaña abajo. Todo el mundo se sacudió mientras caían,
desprendiendo grandes trozos de montaña.
Las lágrimas de Waitapallana fueron a caer en el lago Wacracocha, despertando a
la serpiente Amarú. Allí, en el fondo del lago, descansaba su cabeza, mientras que su
cuerpo imposible se enroscaba en torno a la cordillera por kilómetros y kilómetros.
Alas tenía, que podían hacer sombra sobre el mundo.
Cola de pez tenía, y escamas de todos los colores.
Cabeza llameante tenía, con unos ojos cristalinos y un hocico rojo.
(DIB
CU
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La serpiente Amarú salió de su sueño de siglos desperezándose, y el mundo se
sacudió.
Elevó la cabeza sobre las aguas espumosas de la laguna y extendió las alas, cu-
briendo de sombras la tierra castigada.
El brillo de sus ojos fue mayor que el sol.
Su aliento fue una espesa niebla que cubrió los cerros.
De su cola de pez se desprendió un copioso granizo.
Al sacudir las alas empapadas hizo llover durante días.
Y del reflejo de sus escamas multicolores surgió, anunciando la calma, el arco iris.
Luego volvió a enroscarse en los montes, hundió la luminosa cabeza en el lago
y volvió a dormirse.
Pero la misión del colibrí había sido cumplida.
Los quechuas, aliviados, veían reverdecer su imperio, alimentado por la lluvia,
mientras descubrían nuevos cursos de agua, allí donde las sacudidas de Amarú
hendieron la tierra.
Y cuentan desde entonces, a quien quiera saber, que en las escamas del Amarú
están escritas todas las cosas, todos los seres, sus vidas, sus realidades y sus sueños.
Y nunca olvidan cómo una pequeña flor del desierto salvó al mundo de la sequía.
Leyenda quechua. 13
¿Les gustó esta leyenda?
¿Qué les parece que representa la serpiente que se despierta?
¿Y el colibrí?
¿Qué planta se imaginan que era “qantu” según la descripción?
¿Por qué esta historia es una leyenda?
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