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En estas reuniones se establecieron nuevas pautas organizacionales del grupo. Desde acá,
podemos volver a Brow (1990), para pensar, que estas reuniones, habrían contribuido a
fortalecer la idea de que la comunidad se reconstruiría en base a un “sentimiento de estar
juntos”, en este caso, nuevas estrategias, materiales y simbólicas, buscarían generar
acciones, para promover esta sentimiento de comunidad (comunalización). La asociación
mencianonada por Brow entre formación de colectividades y reconstrucción de la historia
es fuertemente evidenciada en las primeras reuniones de los Comechingones. Incluso
también, la vinculación con un origen común y un territorio particular aparece fuertemente
presente en las primeras estrategias de los descendientes de Comechingones. De hecho, en
las primeras reuniones algunas prácticas estaban orientadas a sistematizar toda
información que hubiera sobre el pasado y el territorio al cual ellos se adscribían como
descendientes. Las mismas buscaban reforzar y legitimar la existencia de este Pueblo
(considerado por algunos como no existente)
Así, aparecen en las entrevistas varios argumentaciones que tienen que ver con relacionar
comunidad con el territorio como cuestión importante para reforzar la identidad
comechingona. En este sentido, puede decirse, que el territorio es usado como adjetivo de
pertenencia, argumento para reconstruir la historia, pero también como elemento que
permite reclamar su propia identidad en el presente.
brow
En los últimos años los estudios étnicos se han desarrollado a partir de
definir la categoría "etnicidad" y en relación a ésta, la noción de "minoría étnica". A
la luz de desarrollos recientes que problematizan dicha noción, se intentará analizar
los procesos de formación de comunidad (comunalización), y de esta manera
contribuir a la redefinición de la noción de etnicidad para que sea operativa en el
caso de los pueblos indígenas.
Marco teórico
James Brow, desde la antropología, cita a Laclau y Mouffe (1982) para coincidir con
estos autores en que la "hegemonía no es una relación externa entre agentes
sociales preconstituidos, sino el mismo proceso de constitución discursiva de dichos
actores" (Brow op. cit.:4).
En el artículo arriba citado, Brow entiende las interpretaciones del pasado
como un rasgo prominente en la lucha hegemónica. Las construcciones de un
pasado compartido y de un origen común son terreno de disputas entre los
miembros de un grupo y de éstos con la sociedad mayor. En nuestro trabajo
abordaremos el análisis de los usos del pasado en Cushamen como prácticas
sociales que forman parte del proceso de comunalización.
Tanto la relación entre los procesos de narrativización del pasado y los
procesos de comunalización, como la noción de conciencia histórica creando un
modo de concebir el presente y de redefinir identidades, abren un nuevo abanico de
preguntas para el abordaje de los "otros", y la problemática identitaria. (Brow
op.cit.).
Si bien este proyecto toma otro aspecto de la problemática mapuche -ya
que el foco está puesto en el proceso de comunalización dentro del proceso
hegemónico de constucción de "otros internos" en una formación social
caracterizada por el estatus de colonia agrícola pastoril- y pretende además utilizar
una metodología de análisis que se centra en el discurso como práctica social, los
trabajos citados serán los puntos de referencia necesarios a los cuales remitirnos y
con los cuales hacer dialogar nuestro trabajo.
La escuela contenedora
El recorte de investigación que presentaré en este trabajo da cuenta de un análisis histórico en relación al concepto
de comunalización (Brow, 1990) el cual permite describir y comprender las continuidades y rupturas que se
entretejen entre la relación escuela y familia en torno a la fundación de la institución educativa.La concepción nativa
de “escuela contenedora”4 no sólo caracteriza el proceso de negociación y discusión que se entreteje entre la
escuela, las familias que envían a sus hijos a esta y el Estado desde el contrato fundacional mismo de la escuela, sino
que también demarca formas de acción compartidas que, al ser producidas históricamente, generan prácticas
inéditas en el contexto actual para entender la idea misma de “contención”
. Ampliando esta noción de comunidad, recupero de Brow (1990) la categoría de comunalización ya que es la que
permitirá, desde los relatos de los mismos actores, profundizar el análisis sobre las múltiples redes que se tejen
entre los trabajadores de la escuela y las familias5 de los niños. En este contexto, Brow define comunalización cómo
“cualquier patrón de acción que promueve sentidos de pertenencia” (Brow, 1990, pp. 15). Es decir, la
comunalización implica un proceso continuo que facilita la creación de tales sentimientos o lazos afectivos a partir de
experiencias compartidas.
El proceso de comunalización entre escuela y familia en los márgenes del estado La relación entre escuela – familia y
barrios interpelada por el Estado encuentra su punto clave en la identificación de cuatro patrones de acción que
promueven procesos de comunalización (Brow, 1990) haciendo que estas vinculaciones, históricamente producidas
generen formas inéditas de entender la extensión del tiempo escolar en el contexto actual. Estos patrones,
identificados durante el trabajo de campo, son los siguientes: - Una producción histórica compartida entre la escuela
y los barrios aledaños. - Un modo compartido de espacialización centrado en la precariedad del contexto y del
edificio escolar. - La construcción de vínculos a partir de la idea de “trabajo de extraenseñanza” (Aguilar, 1995). - La
formación de un principio local sobre la educación: Educar en libertad y autonomía. Estos patrones de acción
describen el proceso por el cual las personas (escuela – barrios – familias) fueron profundizando sus relaciones
mutuas desde el momento en el que se instaló la escuela en los barrios. Se verá entonces que la conformación de
lazos de lealtad entre los trabajadores de la escuela, los vecinos del barrio y las familias de los niños confluyeron
históricamente en experiencias compartidas que se mantienen hasta el contexto actual y que reeditan de formas
editas la idea sobre la contención y la educación.
Procesos de comunalizacion
En un contexto de invisibilización y lucha emergente, los grupos indígenas construyen y reconstruyen sentidos
identitarios y comunitarios en un proceso que es a la vez político y cultural, que choca con las contradicciones
propias de las definiciones étnicas y los esencialismos estratégicos que re-significan criterios de autenticidad. En el
siguiente artículo se pretende dar cuenta del proceso de comunalización que tuvo y tiene por protagonistas a los
indígenas e
n un estudio de mayor alcance del que este artículo forma parte, intentamos examinar los procesos de
comunalización (Brow 1990) invisibilización
Aspectos Conceptuales Al momento de hacer referencia al concepto de comunalización, seguimos la línea de James
Brow (1990), que la concibe como cualquier patrón de acción que promueve un sentido de pertenencia. Se refuerza
por la convicción de que aquello que une a un grupo de personas no es sólo un pasado compartido sino un origen
común. El parentesco y el pasado pueden vincular relaciones comunales en el presente, lo cual es cultural y no
natural. La comunalización se basa entonces en la creencia en un origen en común y en un reclamo sustancial de
identidad en el presente.
9 El término "comunalización" pertenece a Brow (1990). El autor lo define como el proceso que interviene
en la constitución de "sentidos de pertenencia" de personas culturalmente situadas, a partir de compartir,
por ejemplo, un sentimiento de solidaridad, un entendimiento (afectivo y cognitivo) de una identidad
común, patrones de acción cuya forma es determinada históricamente, valoraciones específicas del
pasado y proyecciones y expectativas sobre el futuro (su devenir "común").
Naturalización de lo arbitrario os ejemplos clásicos de violencia simbólica que el sociólogo bourdiu propone: La
imposición arbitraria de un arbitrio cultural y la reproducción del dominio masculino sobre las mujeres mediante la naturalización de las
diferencias entregéneros. La violencia simbólica está estrechamente ligada a otros conceptos de Bourdieu como:
Habitus, el proceso a través del cual se desarrolla la reproducción cultural y la naturalización de determinados comportamientos
y valores.
Incorporación el proceso por el que las relaciones simbólicas repercuten en efectos directos sobre el cuerpo de los sujetos
sociales.
Bourdieu nos habla de cómo naturalizamos e interiorizamos las relaciones de poder, convirtiéndolas así en evidentes e incuestionables,
incluso para los sometidos. De esta manera aparece lo que Bourdieu llama violencia simbólica, la cual no sólo está socialmente
construida, sino que también nos determina los límites dentro de los cuales es posible percibir y pensar.
Tenemos que tener en cuenta que el poder simbólico sólo se ejerce con la colaboración de quienes lo padecen, porque contribuyen a
establecerlo como tal. Según Foucault, no podemos hablar de relación de poder sin que exista una posibilidad de resistencia. El
subordinado no puede ser reducido a una total pasividad sino que tiene la opción de buscar otras formas de responder al poder tanto
individuales como colectivas.
Como advierte Bourdieu (1999), la violencia simbólica no es menos importante, real y efectiva que una violencia activa ya que no se trata
de una violencia “espiritual” sino que también posee efectos reales sobre la persona.
Para identificar la violencia simbólica lo primero es identificar que este tipo de violencia se ejerce a través de la publicidad, las letras de
canciones, del refranero y de los dichos populares, juegos de video, novelas, revistas o caricaturas.
ste trabajo analiza el papel que juegan las representaciones del pasado territorial en el contexto de la disputa por la autenticidad que ha involucrado el proceso de
comunalización
Entendemos a los conflictos en torno a los reclamos como momentos fundamentales en la construcción de
alteridades y la formación de identidades, lo que Brow (1990) denomina “sentido de pertenencia”. Al mismo tiempo,
siguiendo a Brow, creemos que estos conflictos están atravesados o forman parte de las luchas que cotidianamente
y más o menos explícitamente, disputan la autonomía de las comunidades indígenas frente al Estado. IDENTIDADES
Y ALTERIDADES “No puede
Es posible entender el reclamo indígena de devolución de restos humanos como parte de un proceso de
comunalización, entendido por Brow (1990) como un proceso que promueve la construcción de un sentido de
pertenencia que puede estar situado en diferentes niveles (familia, religión, clase, nación, parentesco, entre otras).
Es siempre una construcción social, histórica y socialmente determinada, aunque a veces pueda devenir en
relaciones primordiales, esto es, naturalizadas como inevitables. El sentido de pertenencia se asienta, en general,
sobre una historia compartida, sobre un origen común, que fortalece los lazos de la comunidad. Sin embargo, tal
como destaca el autor, el poder del pasado en la formación y fortalecimiento de relaciones comunales debe ser
siempre situado como parte de las luchas hegemónicas del presente. En este sentido, la referencia al pasado no se
realiza de forma esencialista sino que se construye en el presente en función del contexto de lucha actual.
Dos aspectos son interesantes hasta aquí. Por una lado, el hecho de considerar al pasado como una construcción
realizada en el presente y, por otro, que esa construcción está siempre situada en las luchas por la hegemonía y, en
consecuencia, relacionada con la construcción de límites simbólicos y la configuración de alteridades. El ámbito
donde se disputan las representaciones del pasado es la memoria que, entendida de este modo, incluye olvidos,
invenciones, retenciones selectivas y reinterpretaciones tendenciosas. La memoria se construye entonces, en
función de la relación entre la memoria dominante y las formas de oposición, así como entre los discursos públicos y
los privados acerca del pasado. Lo interesante de estos autores es, entonces, que para entender el reclamo y el uso
del pasado es necesario entenderlo en un contexto presente de lucha por la hegemonía. Así entonces, Brow (1990),
siguiendo a Gramsci, entiende a la hegemonía como un proceso contradictorio, vulnerable a la penetración, a la
crítica, al rechazo, la resistencia y la negociación, que se presenta en la totalidad de la vida social.
En particular en relación al rol del estado, Ana María Alonso (citado en Brow, 1990) señala tres estrategias retóricas
utilizadas para interpelar a sus integrantes: desparticularización o universalización, idealización y naturalización. A
través de dichas estrategias el estado busca construir una historia y una comunidad hegemónica.
Estos argumentos presentados permiten pensar, en primer lugar, en el reclamo situado en un contexto más amplio
de reconocimiento de sus derechos como pueblos indígenas, es decir, de su reconocimiento a una identidad y
cultura propia, mediante un movimiento que se presenta como una crítica y una resistencia a la visión hegemónica
del pasado en tanto parte de la comunidad nación estado. No se trata de dos visiones del pasado en igualdad de
posiciones sino que se enfrentan desde lugares distintos en esa lucha por la hegemonía, es una lucha por una
revisión de la historia tal como es planteada desde el estado nación y los investigadores. A su vez, y al mismo tiempo,
forma parte del proceso de comunalización, de construcción de un sentido de pertenencia basado en lazos de
solidaridad así como de una identidad compartida, arraigada en lo indígena. El proceso de comunalización (Brow
1990) se da sincrónicamente al de construcción de alteridades. Por lo tanto, el concepto de comunalización permite
comprender cómo este sentido de pertenencia y la representación del pasado que lo acompaña y sustenta se
construye en función de las luchas presentes. En este caso, el reclamo fundado en un sentido de pertenencia con lo
indígena se sustenta en la conformación de los pueblos indígenas como sujeto de reclamo frente al estado. Puede
vislumbrarse, entonces, en esta disputa por el pasado, un conflicto más amplio, en el cual se inserta el reclamo
particular, por el modo de ver al estado y sus integrantes.
Nuevas identidades o re-identificaciones requieren de nuevas (o renovadas) pertenencias culturales, y es allí donde
surgen las memorias como anclaje (Anderson, 1997; Brow, 19903 ). No es casual entonces que se revitalicen debates
sobre la historia argentina y el silenciamiento operante sobre las memorias subordinadas a ese relato hegemónico,
en particular, sobre la presencia del componente africano en la conformación de la nación y su continuidad hasta el
presente
Cuando uno piensa en la Argentina, tiene que pensar lo que hemos escuchado nosotros infinidad de veces, en la idea
de que la Argentina viene de los barcos, viene de la inmigración fundamentalmente europea. Esa idea es una verdad
pero es una media verdad, en el sentido de que si nosotros pensamos que la Argentina nació de los barcos, que es
un sentido común, expresado cotidianamente, tenemos que pensar y qué había antes en la Argentina, antes de que
los barcos llegaran acá, era un desierto, estaba vacío, parece. Nosotros, desde las investigaciones que hemos venido
realizando, desde la gestión pública, estamos intentando hacer conocer otra mirada que reconoce como parte del
tronco poblacional argentino a los inmigrantes europeos porque de hecho un gran porcentaje de la población, no la
mayoría, eso está en discusión también, si es la mayoría o no, de hijos de inmigrantes europeos. Reconocemos ese
tronco poblacional pero también tenemos que pensar en otro tronco poblacional que han conformado la sociedad
argentina: el tronco originario, de los pueblos originarios, y el tronco de los afrodescendientes que, como decíamos,
ha sido negado sistemáticamente en la historia.40
Nuevamente se advierte cómo esta resignificación de la historia por parte del estado incorpora en un «nosotros»
inclusivo que abarca tanto a funcionarios estatales como a sus interlocutores afrodescendientes que son
reintroducidos, a través de la metáfora botánica del árbol,41 en la narrativa dominante como parte de la nación, uno
de sus «componentes» poblacionales, junto a otras diversidades étnicas y sus pasados, tradicionalmente
invisibilizados en el proceso de construcción de una única «herencia nacional común», como mencionáramos
anteriormente. En este sentido, repensar la particularidad histórica y cultural afrodescendiente implica rever (tener
«otra mirada» sobre) la construcción dominante de la identidad nacional: la argentinidad, «porque si no sabemos
quiénes somos es difícil que busquemos nuestro futuro, eso es lo que somos».42 Por lo tanto, junto con la revisión
de la memoria, y retomando a Pollak, se produce una reflexión sobre la identidad, la cual ya no se presenta como
dada e indiscutible sino como un producto histórico, dinámico, surgido de un proceso de ingeniería cultural
encabezado por un determinado sector político e ideológico que se encuentra cuestionado desde los grupos
subalternos y desde el discurso estatal actual basado en la valorización de las diferencias culturales y la defensa de
los derechos humanos.
A pesar de la unificación que proponen mediante la categoría «afro», la diversidad de orígenes, procedencias,
ideologías, posicionamientos sociales, etc., impide hablar de «una memoria negra» sino de múltiples y diversificadas
memorias sobre el pasado africano en Argentina que se despliegan desde el origen comunalizador 44 Reformulando
una expresión de Rita Segato (2007). 241 TABULA RASA No.19, julio-diciembre de 2013 Tabula Rasa. Bogotá -
Colombia, No.19: 227-243,, julio-diciembre 2013 ISSN 1794-2489 45 Tres términos entrecomillados fueron usados
por líderes afro. de la «época de la esclavitud». Sin embargo, en su pluralidad y hasta competencia, encuentran
anclaje en el hecho de haber sido historias relegadas del relato monolítico oficial, el cual comienza a ser entendido,
aún desde el estado, ya no como algo indiscutible y naturalizado, sino como un producto histórico, «como el
resultado particular e ideológico del modo en que los bloques de poder fueron usando el pasado para autorizar y
legitimar las estructuras sociales asimétricas, y para distribuir y controlar a los ‘otros internos’» (Ramos, 2011) y, por
lo tanto, pasible de ser «revisado», «revertido», «completado»45 y apropiado. Los discursos aquí analizados nos
permiten afirmar que la subalternidad del colectivo conformado por afrodescendientes y africanos comienza a
transformarse desde la invisibilidad y la negación, con un pasado «no dicho», hacia el reconocimiento de su
particularidad racial y cultural, lo que da paso a una memoria audible dirigida a la contestación y la reivindicación de
los espacios sociales perdidos o no asignados desde la conformación de la nación. Y en esa reconfiguración de la
diversidad negra tendiente a la visibilidad, el sector estatal aquí analizado, adquiere un rol cada vez más relevante.
Queda por ver cómo esas transformaciones simbólicas a nivel de los discursos se traducen en la implementación
futura de efectivas políticas de inclusión, reconocimiento y redistribución de recursos respecto a las minorías de
origen negro en Argentina.