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3. Hasta el año 2005 en que se sancionó la Ley 26.

061 de Protección Integral de Niños,


Niñas y Adolescentes, el paradigma que organizaba la situación de los menores que
cometían delitos era muy diferente a lo que sucede en la actualidad. La ley que regía la
minoridad era la Ley Agote (10.093) del año 1919 que, en resumidas cuentas, otorgaba
al Estado el poder del patronato y tutela. A su vez, la concepción de la infancia estaba
ligada fuertemente al concepto de “minoridad” y una consecuente pasividad. Con esta
ley no existía una diferenciación entre menores que cometían delitos y los que sufrían
abandono familiar, con lo cual la respuesta ante ambas situaciones era la
institucionalización. De esta manera, el Estado crea instituciones especialmente con el
fin de sustraer a los menores de su entorno familiar supuestamente para su propia
protección como, por ejemplo, instituciones cerradas, centros de contención, etc. Pero,
como vimos antes, esta situación cambia en el año 2005 y el primer aspecto a destacar
es que, a partir de esta ley, la institucionalización de los niños, niñas y adolescentes es el
último recurso que utilizar cuando se hayan agotado otras posibilidades y, como pasaba
con la anterior ley, las condiciones de vulnerabilidad económica no conllevan privación
o restricción de la libertad. También es importante que con esta nueva ley los niños,
niñas y adolescentes pasan a ser sujetos de derecho en vez de objetos de la tutela del
Estado.

En cuanto a los cambios administrativos, en Buenos Aires se crea la Subsecretaría de


Niñez y Adolescencia que contiene dos áreas: el sistema de Protección y Promoción de
los Derechos del Niño y el sistema de Responsabilidad Penal Juvenil.

Finalmente, las instituciones encargadas de alojar menores judicializados, si la situación


amerita privación de la libertad serán llevados a Centros Cerrados y Centros de
Recepción; si la medida es restrictiva de la libertad los jóvenes serán alojados en
Centros de Contención y, en situaciones alternativas de privación de la libertad, los
Centros de Referencia deberán acompañar al joven. En los Centros Cerrados y de
Recepción se alojan los jóvenes punibles o no punibles, donde serán evaluados por
profesionales que determinarán la mejor institución para ser trasladados y que se aplique
a la medida judicial impuesta.

Es en este contexto en el que la tarea docente entra en juego. Además de poder ejercer
en una escuela “común”, existen otras instituciones como los centros ya citados, el plan
Fines o el Envión, que tienen la finalidad de albergar a jóvenes o adultos que fueron
desplazados o no pudieron transitar la escolaridad normalmente y desean terminar sus
estudios.

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