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Clase 8. El acceso a la salud de los y las adolescentes.

Perspectiva de derechos y responsabilidad adulta


Andrea Julieta Franck

Sitio: FLACSO Virtual


Curso: Escuela secundaria y políticas de cuidado. Interfaces entre educación y salud ­ Cohorte 3
Clase: Clase 8. El acceso a la salud de los y las adolescentes. Perspectiva de derechos y responsabilidad adulta
Impreso por: Ana Lucía Molinero
Día: jueves, 25 de mayo de 2017, 12:47
Tabla de contenidos
Introducción
1. El proceso de construcción de una perspectiva de derechos en el ámbito de la salud
2. Protección Integral de Derechos de niños, niñas y adolescentes: Responsabilidad adulta
3. Principios rectores del paradigma de protección de derechos
Autonomía progresiva
Participación directa
Interés superior
Igualdad y no discriminación
4. Otros Derechos vinculados con el ejercicio del Derecho a la Salud: Derecho a la privacidad e intimidad.
Confidencialidad en la consulta
Situaciones cotidianas
5. Políticas de cuidado: su concreción en políticas públicas
6. El acceso de los adolescentes al sistema de salud.La función de los centros de atención primaria
7. Posibles consultas a una asesoría en salud y educación
Desarrollo puberal
Algunas preguntas que acompañan el inicio de la pubertad...
Preocupaciones por variaciones del ciclo menstrual
Relaciones sexuales
Maltrato. Violencia sexual
Abuso sexual infanto juvenil (ASIJ)
Infecciones de Transmisión Sexual (ITS)
Consumo Episódico Excesivo de Alcohol
8. Palabras para seguir pensando
Bibliografía obligatoria
Bibliografía ampliatoria
Introducción
Andrea Julieta Franck*

Reflexionar sobre el acceso que pueden tener los y las adolescentes al sistema de salud nos obliga a pensar en el lugar
que adoptamos los adultos en este proceso, puesto que según sea nuestra posición podemos facilitar u obstaculizar el
acceso a los recursos que están disponibles para ellos.
Es de observar que la adolescencia es un concepto que se ha ido forjando en los últimos doscientos años, y que en el
presente las diversas adolescencias continúan ransformándose dinámicamente. Como ya vimos, en la Clase 1,
“Nuevas adolescencias y responsabilidad adulta” se trabaja extensamente en la conceptualización y contextualización
de esas transformaciones. A su vez, la Clase 2 –cuando aborda aspectos de la relación entre género y salud– invita a
la reflexión sobre la mirada adulta hacia los y las adolescentes.
Un hecho invariable es que, en tanto adultos, nos encontramos en situación de habilitar o limitar la utilización de los
recursos disponibles para el cuidado de la salud de las nuevas generaciones. En este punto se haya insoslayable de
que en tanto profesionales de la salud o de la educación las posiciones que adoptemos deben estar respaldadas por el
marco de derechos construido a partir de normativas que son garantes del acceso a la salud de niños, niñas y
adolescentes.
Cabe aclarar que si bien hacemos hincapié en el caso argentino, muy probablemente los conceptos trabajados a lo
largo del curso y en esta nueva clase dialogan con las realidades de los países de la región de los cuales provienen
muchos de ustedes. En ese sentido, pensamos que a fines del siglo pasado y en lo que va del siglo XXI se han
producido variaciones en los modos que el colectivo “adolescencia­ juventud” es tenido en cuenta por las
instituciones.
Así, el lugar de los/as jóvenes ha ido variando como ha variado la mirada que se tiene sobre ellos. Entre los cambios
producidos, ocupa relevancia el papel que el mercado le asigna actualmente a la juventud: podemos decir que la ubica
como el modelo a seguir por el resto de los grupos etarios. A su vez, los Estados discuten y/o habilitan el voto para
los más jóvenes, un derecho que no tenían previamente en muchos países y que los posiciona como ciudadanos con
derechos eleccionarios.
Ahora bien, entre todos estos cambios se produce un movimiento fundamental: el desplazamiento del pensamiento
que ubicaba a niños, niñas y adolescentes como OBJETOS DE CUIDADO para dar lugar a un nuevo modo de
pensarlos que los considera SUJETOS DE DERECHO de acuerdo con convenciones y leyes de orden internacional,
nacional y provincial, como es el caso de Argentina.
En esta clase nos centraremos en las políticas de cuidado contextualizadas en los marcos regulatorios surgidos en el
seno del Estado de derecho. Referiremos a la Ley de Protección Integral Nº 26.061 de los Derechos de Niños, Niñas y
Adolescentes sancionada en el año 2005 (Ref: En el caso de Argentina, el cambio radical que se produce con la
derogación de Ley de Patronato de Menores. Más conocida como Ley Agote, en referencia a su autor, Luis Agote, un
médico y diputado del partido Conservador de la Provincia de Buenos Aires. Esa Ley fue sancionada en el año 1919
y recién derogada en el año 2005, con la sanción de la Ley Nº 26.601. Link a la Ley:
http://www.educ.ar/sitios/educar/recursos/ver?id=118943), como encuadre normativo que supera entender a los/as
niños/as y adolescentes como objetos de tutela para considerarlos sujetos de pleno Derecho .
Además, describiremos el alcance del Programa Nacional de Salud Integral en la Adolescencia (PNSIA), la
propuesta de espacios adecuados para la atención integral de los y las adolescentes y sus condiciones, en tanto
garantes de derechos.
Nos centraremos en explicitar la posición de los adultos esperable frente a los hechos de los que toman
conocimiento, en función del marco de derechos. Brindaremos la información para que cualquier adulto pueda ser un
facilitador real del acceso a los recursos de salud, resolviendo temores sobre lo que se puede o debe hacer cuando
un/a adolescente requiera asistencia o información. Asimismo, intentaremos despejar dudas respecto de las
frecuentemente esgrimidas “cuestiones legales” que suelen instalarse como obstáculo para la provisión de asistencia
a los más jóvenes.
De esa manera, daremos cuenta de la construcción de una perspectiva de derechos en salud —como garante de
políticas de cuidado efectivas— para que los y las adolescentes lleguen a la edad adulta habiendo recibido
información, formación, y recursos necesarios para acceder a una vida saludable. Una vez más los y las invitamos a la
reflexión sobre cómo se visibilizan las políticas de cuidado destinadas a los y las adolescentes en sus propios ámbitos
de trabajo e intervención.
Finalmente analizaremos aspectos y problemas de salud que se presentan de manera frecuente durante la
adolescencia y por tanto atraviesan las escuelas secundarias.
1. El proceso de construcción de una perspectiva de derechos en el ámbito de la salud
El año 1990 representa para la Argentina un hito en el abordaje de las infancias y las adolescencias ya que en ese año
el país ratifica la Convención de los Derechos del Niño. Hasta ese momento cualquier decisión que involucrara a
niños, niñas y adolescentes debía ser leída a la luz del “paradigma tutelar” por el cual los niños y niñas eran
considerados “incapaces” para la toma de decisiones. Así su voluntad se veía sustituida por la de sus progenitores o
por el Estado, en su propio beneficio. En esa línea, lo concerniente a su salud y el consentimiento informado para
recibir cualquier tipo de prestación debía ser dado por el progenitor. Claro está que en dicho consentimiento no se
tenía en cuenta la opinión de los más jóvenes. Entonces, en el mejor de los casos, niños, niñas y adolescentes eran
objetos del cuidado de los adultos tutores que velaban por ellos y en su beneficio.
En el año 1994 la Convención se incorpora a la Constitución Nacional. De esta manera, nuestro país se compromete
a incluir el nuevo “paradigma de protección de derechos” cimentado en el enfoque de Derechos Humanos.
Posteriormente, en 2005, se sanciona la Ley Nacional Nº 26.061 de Protección Integral de los Derechos de Niños
Niñas y Adolescentes que incorpora los postulados de la Convención a la normativa nacional. Esta ley rige en todo el
territorio nacional.
Asimismo, en relación con la sexualidad y la reproducción, recordemos que el Congreso Nacional sancionó en lo que
va del siglo XXI dos leyes específicas: en el año 2003, la Ley N° 25.673 que crea el Programa Nacional de Salud
Sexual y Procreación Responsable y en el año 2006, la Ley N° 26.150 que crea el Programa Nacional de Educación
Sexual en el ámbito del Ministerio de Educación de la Nación.
En efecto, en los últimos veinte años las provincias argentinas también han ido sancionando sus propias leyes que
incluyen los nuevos conceptos, y regulado su aplicación.
Es importante que comprendamos que –desde un enfoque de Derechos Humanos– ninguna Constitución Provincial,
Ley Provincial o norma inferior puede limitar o recortar los derechos garantizados en la Constitución Nacional o en
el Tratado Internacional de Derechos Humanos, como es el caso de la Convención de los Derechos del Niño. El
respeto por este encuadre normativo en nuestros lugares de trabajo y en los distintos roles y funciones que
desempeñemos es el punto de partida para una intervención ética, responsable e institucional.
La Ley de Protección Integral N° 26.061 en su artículo 14 reconoce que los Organismos del Estado deben garantizar
“el acceso a servicios de salud, respetando las pautas familiares y culturales reconocidas por la familia y la
comunidad a la que pertenecen siempre que no constituyan peligro para su vida e integridad” y afirma que “las
niñas, niños y adolescentes tienen derecho a la atención integral de su salud, a recibir la asistencia médica
necesaria y a acceder en igualdad de oportunidades a los servicios y acciones de prevención, promoción,
información, protección, diagnóstico precoz, tratamiento oportuno y recuperación de la salud”.
Ahora bien, al conjunto normativo que venimos mencionando, y al que se fue refiriendo desde el comienzo de este
curso en las distintas clases, además se suma una de las últimas leyes en materia de salud: la Ley de Derechos del
Paciente, Historia Clínica y Consentimiento Informado N° 26.529 que rige el ejercicio de los derechos del paciente en
su relación con los profesionales e instituciones de la salud en cuanto a la autonomía de la voluntad, la información y
la documentación clínica. Esta ley establece que existe hacia todo paciente prioritariamente para con los niños, niñas
y adolescentes– un deber de asistencia (Art. 2 inc. a) sin ningún tipo de menoscabo o discriminación.
Finalmente en el año 2014 se aprueba el nuevo Código Civil y Comercial Argentino. Este nuevo código incorpora en
su texto los conceptos de la Convención de Derechos de NNyA. De acuerdo al nuevo Código se denomina
adolescente a la persona menor de edad que cumplió trece años (Art. 25°).
El artículo 26° trata sobre el ejercicio de los derechos por la persona menor de edad. De acuerdo a este artículo:
“La persona menor de edad ejerce sus derechos a través de sus representantes legales.
No obstante, la que cuenta con edad y grado de madurez suficiente puede ejercer por sí los actos que le
son permitidos por el ordenamiento jurídico. En situaciones de conflicto de intereses con sus
representantes legales, puede intervenir con asistencia letrada.
La persona menor de edad tiene derecho a ser oída en todo proceso judicial que le concierne así como a
participar en las decisiones sobre su persona.
Se presume que el adolescente entre trece y dieciséis años tiene aptitud para decidir por sí respecto de
aquellos tratamientos que no resultan invasivos, ni comprometen su estado de salud o provocan un
riesgo grave en su vida o integridad física.
Si se trata de tratamientos invasivos que comprometen su estado de salud o está en riesgo la integridad o
la vida, el adolescente debe prestar su consentimiento con la asistencia de sus progenitores; el conflicto
entre ambos se resuelve teniendo en cuenta su interés superior, sobre la base de la opinión médica
respecto a las consecuencias de la realización o no del acto médico.
A partir de los dieciséis años el adolescente es considerado como un adulto para las decisiones atinentes
al cuidado de su propio cuerpo.”
Es importante comprender que cuando exista tensión entre dos leyes de jerarquía similar se debe considerar aquella
que permita una interpretación más favorable en relación con el acceso a la salud. Por ejemplo en relación al acceso
de adolescentes a métodos anticonceptivos esto sucede con el acceso a adolescentes a métodos anticonceptivos a lo
que se hace referencia explícitamente en la ley 25.673 de creación del Programa Nacional de Salud Sexual y
Procreación Responsable (PNSSyPR) pero también es referido aunque no de manera explícita en el artículo 26 del
Código Civil y Comercial (CCyC). La ley 25.673 establece como edad de corte para la entrega de métodos
anticonceptivos los 14 años. Sin embargo, como aparece en el texto anteriormente citado del Código Civil, una
adolescente de 13 años tiene competencias para decidir por sí mismx respecto de aquellos tratamientos que no
provocan un riesgo grave para su vida o integridad física. Por lo tanto, en este caso en el que existe una diferencia en
relación a las edades entre dos normas de jerarquía similar, se toma aquella que permite mayor acceso a derecho. Esta
lectura es posible desde el marco de los Derechos Humanos , desde el cual estamos posicionados. El acceso a la
Salud y en particular el acceso a la Salud Sexual son Derechos Humanos.
Todas estas normativas tienen que estar presentes en las decisiones y acciones de los adultos ya sea que nos
desempeñemos en las escuelas o en los ámbitos donde se brindan servicios de salud. Son el amparo jurídico, la letra
que se pone en acto toda vez que miramos a los y las adolescentes situándolos como sujetos de derecho y
destinatarios de políticas de cuidado. También deberán ser el respaldo y el aval de los integrantes de una asesoría que
vincule educación y salud, tal como venimos proponiendo y propiciando en este curso.
2. Protección Integral de Derechos de niños, niñas y adolescentes: Responsabilidad
adulta
El Paradigma de protección de derechos reconoce que los niñxs y adolescentes son ciudadanxs con los mismos
derechos que todas las personas. Ahora bien, en el caso de lxs niñxs, habrá veces en las que para que el ejercicio de
un derecho se efectivice, será necesario contar con la asistencia de un adulto. Por ejemplo para poder ejercer el
derecho a la Educación, lxs niñxs necesitan ser inscriptos por personas adultas en la escuela. La necesidad de
asistencia dependerá de cada niñx o adolescente y de cada caso o circunstancia en particular. En este sentido, el nuevo
marco normativo transforma la función de los adultos a cargo en una función de asistencia y acompañamiento.
El —ahora viejo— concepto de “Patria potestad (Ref: Concepto enmarcado en la Ley De Patronato de Menores Nº
10.903)” se transforma en el de “Responsabilidad parental (Ref: Este concepto se desarrolla en el Código Civil y
Comercial aprobado en el año 2014, Ley Nº 26.994, artículos 638 a 704 en el
http://www.codigocivilonline.com.ar/responsabilidadparentalarts638a704/.)".
Así el rol adulto alcanza un nuevo significado: los adultos responsables, idealmente progenitores, pero no de forma
exclusiva y/o excluyente, tenemos la obligación de asistir a niños, niñas y adolescentes en la toma de decisiones que
les permitan ejercer sus derechos, desarrollar su plan de vida y completar su formación.
Este cambio conceptual también compromete a las instituciones –y a quienes trabajamos en ellas– a hacerse cargo de
la asistencia a los menores cuando los progenitores no lo hacen. Particularmente frente a las cuestiones de derecho
personalísimo. Derecho personalísimo es aquel que no puede ser ejercido por Interpósita persona, como es el caso
de la salud: nadie puede estar sano por otra persona, por lo tanto hay que asistir a la persona que lo necesita.
3. Principios rectores del paradigma de protección de derechos
¿Cómo se interpretan y se concretan los derechos que asisten a niños, niñas y adolescentes en la mediación e
intervención de nosotros, los adultos?
La Convención de los Derechos del Niño (CDN) establece cuatro principios rectores que deben ser respetados y
deben guiar la interpretación de todas las normas relacionadas con niños, niñas y adolescentes en todos los niveles y
ámbitos en especial en aquellas situaciones donde sus derechos entren en conflicto con otros derechos igualmente
reconocidos: autonomía progresiva, participación directa, interés superior e igualdad y no discriminación.
Veamos a continuación cada uno de estos cuatro principios.
Autonomía progresiva
El principio de autonomía hace referencia a la capacidad de las personas para comprender información, aplicarla a
una situación específica, definir alternativas de acción y finalmente tomar una decisión. Esta capacidad se desarrolla
de manera diferente en cada persona y depende de muchas variables: el contexto en el que vive, los recursos con los
que cuenta (materiales, intelectuales y sociales) y sus características individuales. Asimismo, esta capacidad puede
variar en una misma persona y en un mismo momento, de acuerdo con el grado de complejidad del asunto sobre el
cual decidir. A medida que las personas se desarrollan, esta capacidad se va consolidando de manera paulatina, de allí
el término “autonomía progresiva”. Por lo tanto, cualquier límite etario fijo para el ejercicio de derechos o el
acceso a beneficios debe ser leído de manera indicativa y no restricta.
Por ejemplo, cuando un niñx o adolescentx –de cualquier edad– que concurran a un servicio de salud sin
acompañamiento de un adulto para solicitar una práctica o prestación la misma se le debe brindar y siempre debe
darse resolución a su demanda en salud. En este caso, estamos frente a una persona que ha demostrado tener la
madurez suficiente para formarse un juicio propio (reconocer que atraviesa una situación de salud) y elegir una
alternativa de acción adecuada a la situación que está viviendo (recurrir al efector de salud). Podemos decir que este
niño, niña o adolescente presenta las competencias necesarias para ejercer su derecho a la salud de manera autónoma.
“Se presume que todo/a niño/a o adolescente que requiere atención en un servicio de salud está en
condiciones de formar un juicio propio y tiene suficiente razón y madurez para ello; en especial
tratándose del ejercicio de derechos personalísimos (tales como requerir información, solicitar testeo de
HIV, solicitar la provisión de anticonceptivos).”
Para ayudar en la determinación del grado de consolidación de autonomía, las normas establecen edades en las cuales
se presume que no se requiere acompañamiento pero, como señalamos antes, se trata de indicaciones y no de límites
rígidos para el acceso a derechos. Por ejemplo, el código civil establece en su artículo 26 que:
A partir de los 16 años todas las personas pueden consentir de manera autónoma, sin acompañamiento, todas
las prácticas sanitarias.
A partir de los 13 años podrán consentir de manera autónoma (sin acompañamiento) todas las prácticas
sanitarias que no comprometan su salud o pongan en riesgo grave su vida.
Se requiere acompañamiento hasta los 16 años para las prácticas que pongan en riesgo la vida o la salud de
niñxs y adolescentxs, a menos que se trate de prácticas de urgencia y no se pudiera obtener el consentimiento
de forma inmediata (regla que se sigue con cualquier adulta/o).
Como podemos observar, las normas proveen indicaciones etarias que deben ser tomadas como presunciones respecto
de la autonomía de las personas a determinadas edades. Sin embargo, deben estar sujetas a excepciones en el caso de
que una persona tenga capacidad de discernimiento antes de esa edad. Además, tengamos presente que nunca se
pueden exigir requisitos adicionales después de la edad establecida en la ley.
Participación directa
Este segundo principio rector se establece en los artículos 12 y 13 de la Convención de los Derechos del Niño:
“artículo 12. Los Estados Partes garantizarán al niño [niña y adolescente] que esté en condiciones de formarse un
juicio propio el derecho de expresar su opinión libremente en todos los asuntos que afectan al niño, teniéndose
debidamente en cuenta las opiniones del niño, en función de la edad y madurez...“
“artículo 13.1. El niño tendrá derecho a la libertad de expresión; ese derecho incluirá la libertad de buscar, recibir y
difundir informaciones e ideas de todo tipo, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o impresas,
en forma artística o por cualquier otro medio elegido por el niño.”
En términos prácticos, para lograr la participación efectiva de niños, niñas y adolescentes debemos, en primer
lugar, brindarles la información necesaria para tomar decisiones y, en segundo lugar, darles el
acompañamiento que necesiten para el proceso de toma de decisiones.
Como hemos visto, de acuerdo con el principio de autonomía progresiva, la necesidad de acompañamiento decrece
de acuerdo con el aumento del grado de autonomía. En la infancia se requerirá un mayor acompañamiento y en la
adolescencia tardía se puede prescindir completamente de este para la toma de decisiones. Asimismo, a la hora de
brindar información debemos adaptar la manera en que lo hacemos de acuerdo con los recursos culturales, cognitivos
y sensoriales de niños, niñas y adolescentes. Por ejemplo, en el caso de niños pequeños o adolescentes con
discapacidad intelectual deberemos simplificar el lenguaje utilizado. En el caso de extranjeros o niños de pueblos
originarios, utilizar un idioma o modismos que puedan comprender.
Interés superior
Tal como lo define el artículo 3 de la Ley Nacional 26.061 el principio de interés superior es la “máxima satisfacción,
integral y simultánea de los derechos y garantías reconocidos en esta ley”. Al mismo tiempo es un principio
ordenador ante situación de conflicto de derechos entre el o la adolescente y su adulto responsable. Este artículo
guía la resolución de conflictos hacia la opción que garantice de la mejor manera el ejercicio de los derechos de
niños, niñas y adolescentes.
Cuando autoridades o adultos adoptemos decisiones con respecto a niños, niñas y adolescentes debemos hacer
aquello que sea mejor para su desarrollo y bienestar, garantizando el mayor cumplimiento de derechos
presentes en la Convención. Recordémoslo.
Igualdad y no discriminación
En relación con niños, niñas y adolescentes este principio implica la obligación de tomar medidas especiales para
garantizar la igualdad de oportunidades, y para remover estructuras de poder que impidan que puedan ejercer sus
derechos.
En este punto, es importante que reflexionemos sobre los preconceptos –presentes y muchas veces naturalizados en
nosotros, los adultos, y en las instituciones que habitamos– que obstaculizan el respeto de este principio con el
consecuente perjuicio en relación con los adolescentes. Intentemos interpelar esos preconceptos como un modo de
comenzar a pensar en otros posicionamientos al resguardo de la ley.
La Convención de los Derechos del Niño prohíbe especialmente la discriminación por motivo de “color de piel,
origen nacional, religión, discapacidad, condición económica, sexo­género, identidad de género y orientación
sexual”. En particular, se prohíbe la impugnación de medidas que reconocen la autonomíaen materia de derechos
sexuales, puesto que es discriminatoria en razón de la edad, el género, la clase social, la orientación sexual, la
nacionalidad y la identidad étnica.
En este punto, invitamos nuevamente a reflexionar sobre cómo se visibilizan o concretan estos cuatro principios que
hemos descripto en las decisiones de las instituciones en las que trabajamos, sean del ámbito de la salud o de la
educación. Es decir, cuánto contribuimos con nuestras intervenciones adultas en la asistencia a la que estamos
obligados a ofrecer a los más jóvenes para que accedan y ejerzan sus derechos en materia de salud.
A continuación, los invitamos a ver y reflexionar sobre el siguiente video de difusión de los propósitos de la
Convención de los Derechos del Niño.
¿Qué es la Convención sobre los Derechos del Niño?

¿Qué es la Convención sobre los Derechos del Niño? | UNICEF


4. Otros Derechos vinculados con el ejercicio del Derecho a la Salud: Derecho a la
privacidad e intimidad. Confidencialidad en la consulta
La Ley del Ejercicio de la Medicina Nº 17.132 y la Ley de Derechos del Paciente Nº 26.529 –a la que ya hemos
referido– reconocen como esenciales el derecho a la intimidad y a la confidencialidad. Este derecho no encuentra un
límite en la edad del paciente. En este apartado veremos estos derechos proyectados en los y las más jóvenes.
En este sentido el Comité de los Derechos del Niño señala en sus Observaciones Generales (Ref: Ver la Observación
General Nº 4 págs. 31 a 41 en: http://www.unicef.org/ceecis/crcgencommes.pdf) que “Los trabajadores de la salud
tienen la obligación de asegurar la confidencialidad de la información médica relativa a las adolescentes, teniendo
en cuenta los principios básicos de la Convención. Esa información sólo puede divulgarse con consentimiento del
adolescente o sujeta a los mismos requisitos que se aplican en el caso de la confidencialidad de los adultos. Los
adolescentes a quienes se considere suficientemente maduros para recibir asesoramiento fuera de la presencia de los
padres o de otras personas tienen derecho a la intimidad y pueden solicitar servicios confidenciales, e incluso
tratamiento confidencial.”, (pto.11, Observación General N°4).
En resumen, en los espacios de atención integral es importante que los y las adolescentes encuentren garantías sobre
el derecho a la confidencialidad y el derecho la privacidad:
El Derecho a la confidencialidad encuentra su correspondencia en el deber de guardar el secreto profesional. La edad
del paciente NO limita el deber de confidencialidad de los/as profesionales:
Porque la intimidad y la privacidad son derechos personalísimos que sólo pueden ser ejercidos por sus titulares.
Porque la violación de la confidencialidad puede ser perjudicial para la vida o la salud de niños, niñas y
adolescentes (interés superior del niño es el criterio dirimente en caso de duda).

Respecto de la Confidencialidad, los profesionales de la salud deben sostener:


Compromiso y deber de no divulgar nada de lo que emerge de la consulta (secreto médico). La ley establece como un
derecho esencial en la relación entre el paciente y las y los profesionales de la salud el derecho a la intimidad y a la
confidencialidad (ley 17.132 y 26.529).
Este compromiso posibilita:
Confianza entre adolescente y profesional.
Que el/la adolescente exponga sus necesidades, preocupaciones, pedidos de ayuda
Abre motivos de consulta nos explícitos (ocultos o inconscientes). Por ejemplo, abuso, depresión, consumo de
drogas, embarazo no deseado.

Por consiguiente, en aquellos casos en que sea necesario contactar a un adulto de confianza es imprescindible:
Comunicar al adolescente la necesidad y conveniencia de informar a un adulto de confianza sobre la situación, y
acordar con el/ella la forma de hacerlo.
Postergar dicha información hasta lograr el consentimiento del/la adolescente.
Ofrecer un contacto previo con otro adulto/a referente, a elección del/ la adolescente.
Realizar el seguimiento, especialmente en los casos en que se presuma una reacción familiar violenta.

También asiste a los y las adolescentes el Derecho a la igualdad, es decir, a recibir un trato igual que el de cualquier
persona adulta, sin distinción de ningún tipo.
Los y las adolescentes tienen derecho a recibir información sobre su salud y a decidir. Son ellos los que dan el
consentimiento sobre las prácticas a realizar.
En cuanto a la Autonomía:
No es necesario que estén acompañados por un adulto.
Cualquier información y/o decisión debe ser consultada con el/la adolescente
A partir de los 13 años (Ley 25.673 y Código Civil) Los/as Adolescentes dan su consentimiento.
Antes de los 13 años (Ley 26.061 y CDN). Se debe analizar caso por caso y en aquellas situaciones en las que el
adolescentx demuestre competencias para el ejercicio autónomo del derecho a la salud, el mismo debe respetarse,
tomando como base los principios de autonomía progresiva e interés superior de la CDN.
Situaciones cotidianas
A continuación, a modo de ejemplos, presentaremos casos que ponen en juego el vínculo entre adultos y
adolescentes, como una manera de ejercitar una reflexión que propicie desautomatizar y renovar prácticas e
intervenciones en relación con el derecho a la salud de los más jóvenes. ¿Cómo asistirlos teniendo presentes los
marcos normativos que los declaran sujetos de derecho? Recordemos siempre que esos marcos los y nos amparan: a
ellos, en sus derechos y a nosotros, los adultos, en nuestras intervenciones.
Un adolescente de 14 años concurre a la consulta en compañía de su madre. Durante la consulta en privado (la
profesional le ha pedido a la madre que espere afuera del consultorio), el adolescente le pregunta a la médica sobre la
manera de cuidarse en las relaciones sexuales. En esa situación le cuenta que está “viendo” a un chico de su misma
edad.

Intervención posible desde la perspectiva de derechos en salud


En primer lugar, es importante que aclararemos antes de que se retire la madre del joven que todo lo conversado en la
consulta es confidencial y que solo se levantará dicha confidencialidad en caso de evaluarse un riesgo inminente para
la vida del joven, y que esta obligación rige para el profesional.
Luego, una vez a solas debemos darle al adolescente la información requerida y toda la que consideremos pertinente.
Los profesionales de la salud siempre debemos abstenernos de realizar comentarios del tipo: “¿No te parece que
podrías esperar un poco más para iniciar las relaciones sexuales?” o “¿estás seguro de que no te gustan las chicas?”
Podemos incluir información estadística que le haga saber al adolescente que en la Argentina el promedio de edad de
inicio de las relaciones sexuales de los varones es de 15 años, aunque hay chicos y chicas que inician su vida sexual
antes. Es importante remarcarle que si quiere empezar su vida sexual, lo deseable es que esto suceda de forma
voluntaria y segura. Además, deberemos proporcionarle preservativos y el asesoramiento correspondiente sobre su
uso. De igual forma tendremos que preguntarle si quiere compartir algo de lo dicho en la consulta con su madre.
En nuestro ejemplo, el chico se niega explicándole que la madre no lo comprendería.
Como profesionales de la salud podríamos aclararle que quedamos a disposición para acompañarlo si fuera necesario
a hablar con su familia, u ofrecerle una interconsulta con un/a profesional de trabajo social o de psicología, para que
lo ayuden a buscar una estrategia que le permita compartir estos aspectos tan importantes de su vida con su familia,
cuando lo necesite y esté preparado.
En el caso en cuestión, el adolescente expresa que volverá para hablar sobre esa posibilidad en la próxima consulta.
2) Una adolescente de 14 años concurre a su consultorio en compañía de una amiga porque presenta un atraso
menstrual. Ante la sospecha de embarazo, el/la profesional de la salud realiza el test rápido y el resultado da positivo.
La adolescente no quiere develar esta información a sus padres.

Intervención posible desde la perspectiva de derechos


Probablemente para alguien no entrenado en el abordaje de estas situaciones la primera reacción que surja es avisar
inmediatamente a un adulto responsable, en general la madre o el padre. Sin embargo, podríamos estar cometiendo un
grave error. Una adolescente que recurre sola al centro de salud en una situación compleja como la planteada es
porque seguramente siente que no tiene a quien recurrir. Por lo tanto, como primera medida y teniendo en cuenta el
interés superior y el principio de autonomía progresiva, debemos atenderla y hacer nuestro máximo esfuerzo para
mantener la puerta abierta del sistema de salud y, en líneas generales, mantenerla dentro del sistema de protección.
Algunas preguntas que nos permitirán organizar la respuesta que vamos a ofrecer a la adolescente serán:
¿Por qué no quiere incluir a su familia en la consulta? ¿Hay pareja acompañante? ¿Existe la posibilidad de abuso
sexual? ¿Es una joven sana física y mentalmente?
Como regla general debemos asegurar la asistencia y acompañamiento de la adolescente, preservando la
confidencialidad y teniendo como marco general de nuestras intervenciones el principio de interés superior del niño.
De no respetar la confidencialidad pedida es probable que la joven decida no regresar pudiendo recurrir a prácticas no
seguras que pongan en riesgo su vida (por ejemplo interrupción del embarazo en condiciones no seguras).
En cuanto a una estrategia de abordaje más integral, se intentará organizar una red de contención que pueda darle los
apoyos que la joven necesite para el ejercicio del derecho a la salud de forma autónoma. Esta red estará conformada
en primera instancia por cualquier integrante del equipo de salud, educación o de protección que pueda generar un
vínculo de confianza con la joven. Luego se podrán ir sumando otros integrantes del equipo de salud (médico,
profesional de la salud mental y/o trabajador social), quienes podrán dar respuestas más específicas. En segunda
instancia trabajaremos para buscar su red social de apoyo.
Por tratarse de una situación compleja que requerirá controles médicos, estudios y decisiones habrá que explicarle a
la joven sobre la conveniencia de informar a un adulto responsable de su cuidado con el fin de que pueda
acompañarla en ese proceso. El manejo de los tiempos es fundamental en estos casos. El cuándo, cómo y dónde se
acordará con ella. A veces afianzar el vínculo de confianza con la joven puede requerir varios encuentros para luego
poder trabajar en lograr que la adolescente acceda a compartirlo con un adulto de confianza. Es aconsejable que de no
mediar situaciones que pongan en riesgo inminente la vida de la joven, postergar la comunicación al adulto. Por otro
lado, y como ya lo hemos aclarado previamente, el adulto de confianza elegido puede pertenecer a su entorno cercano
y no necesariamente ser los padres.
Asimismo, si sospecháramos o tomáramos conocimiento de algún tipo de inconveniente, por ejemplo, que la joven
refiera abiertamente reacciones familiares violentas o que por algún otro motivo no cuente con un entorno familiar
continente, deberemos dar intervención a las Oficinas Locales de Protección de Derechos de nuestra jurisdicción. Es
importante que nos informemos sobre los datos de contacto de estas oficinas con antelación.
3) Casos de Consumo episódico excesivo de alcohol (CEEA)
Es muy frecuente que en las guardias médicas se atiendan adolescentes con efectos de consumo excesivo de alcohol,
y también es habitual que no se les preste la atención adecuada, esto es, enfocada en la perspectiva de derechos. La
consecuencia es que de esa manera se cierran las puertas para acciones de prevención y de promoción de la salud de
los y las adolescentes.

Intervención desde la perspectiva de derechos


Ante la identificación de cualquier tipo de consumo de alcohol en adolescentes, los miembros del equipo de atención
en salud o los docentes cercanos a ellos debemos entregarles información sobre los riesgos y ofrecer atención. En
todos los casos en que no se identifique un riesgo inminente para sí o para otros, los profesionales del centro de salud
debemos guardar la confidencialidad de la consulta. Además, debemos abrir la posibilidad de convocar a una persona
adulta de confianza del adolescente para que acompañe su atención. Idealmente serán sus progenitores, pero puede
ser cualquier referente de confianza, especialmente cuando se identifique que el entorno familiar no constituye un
ambiente seguro para el/la adolescente, en cuyo caso y con su consentimiento se deberá informar a las autoridades
locales de protección y restitución de derechos para que tomen las medidas adecuadas.
5. Políticas de cuidado: su concreción en políticas públicas
Desde la incorporación de la CDN a la Constitución Nacional el Estado argentino se comprometió a adoptar aquellas
medidas administrativas para dar efectividad a los derechos allí reconocidos. Así el Estado es garante del
cumplimiento y protección de los derechos de niñxs y adolescentxs. En este sentido desde la sanción de la Ley Nº
26.061 los organismos del Estado han creado –tanto a nivel provincial como nacional– herramientas para hacer
efectiva la letra de la norma.

El Ministerio de Desarrollo Social ha creado organismos públicos encargados de la protección y restitución de


derechos de niños, niñas y adolescentes ante los cuales profesionales de la salud, docentes, autoridades y la
comunidad en general pueden comunicar aquellas situaciones en las que sea necesaria la intervención del Estado para
evitar la lesión de derechos, el daño o su agravamiento. La comunicación a dicha autoridad es de enorme relevancia
ya que sirve para integrar equipos de intervención interinstitucional para abordar de forma integral la atención de
niños, niñas y adolescentes que se encuentren viviendo una situación de vulneración de derechos. Es recomendable
conocer el mapa de actores locales involucrados en el acompañamiento de los y las adolescentes ante situaciones de
vulneración de derechos y cómo son los mecanismos para dar aviso desde nuestra propia institución.

En el ámbito del Ministerio de Salud de la Nación, en el año 2003 se crea el Programa Nacional de Salud Sexual y
Procreación Responsable*, Ley Nacional Nº 25.673. Tiene entre sus objetivos y funciones fundamentales;
a) Alcanzar para la población el nivel más elevado de salud sexual y procreación responsable con el fin de que
pueda adoptar decisiones libres de discriminación, coacciones o violencia;
b) Disminuir la morbimortalidad materno­infantil;
c) Prevenir embarazos no deseados;
d) Promover la salud sexual de los adolescentes;
e) Contribuir a la prevención y detección precoz de enfermedades de transmisión sexual, de VIH/SIDA y
patologías genital y mamarias;
f) Garantizar a toda la población el acceso a la información, orientación, métodos y prestaciones de servicios
referidos a la salud sexual y procreación responsable;
g) Potenciar la participación femenina en la toma de decisiones relativas a su salud sexual y procreación
responsable.
También, dentro del Ministerio de Salud de la Nación, en el año 2007 y a partir de la sanción de la Ley 26.061 en
donde se explicita que el Estado está obligado a promover, proteger y garantizar la salud de niños, niñas y
adolescentes en forma prioritaria e integral, se crea el Programa Nacional de Salud Integral en la Adolescencia*
(PNSIA) con el objeto de propiciar y proteger la salud integral de los adolescentes mediante una cobertura creciente
en calidad y cantidad de servicios, promoviendo la participación de jóvenes y adolescentes en todas las etapas del
Programa, e impulsando una adecuada utilización de estrategias de comunicación para la eficiente realización de las
acciones.
Entre sus líneas de trabajo principales se encuentran la instalación de espacios “amigables” para la atención integral
de los adolescentes en todo el país.
“Un espacio “amigable” para la atención integral de adolescentes es aquel que –independiente de la
infraestructura con la que cuenta – se organiza para brindar respuestas apropiadas y efectivas en salud
priorizando al adolescente como sujeto de derecho y como actor principal en la construcción de su salud
y la salud de su comunidad.”
PNSIA 2012
La idea de “adolescente sujeto de derecho” aparece plasmada en estos espacios en la construcción de confianza, en el
respeto por la privacidad durante la consulta, en el resguardo de la confidencialidad de las consultas y problemáticas
que allí se develan, y en el respeto por la participación del adolescente en el proceso de toma de decisiones libres y
responsables en relación a su salud.
Los espacios amigables para la atención de adolescentes pueden estar en centros de atención primaria, en hospitales
generales o de niños o inclusive tener base en la comunidad.
Un espacio como el de la asesoría en salud en vínculo con la educación y las escuelas secundarias tiene que nutrirse
de las características de estos espacios que propician el cuidado integral de los y las adolescentes. La construcción de
la confianza es un irrenunciable.
Para investigar más en profundidad de qué se trata un Espacio amigable en salud para adolescentes y cómo comenzar
uno puede recurrir a los Lineamientos para la Atención Integral de adolescentes en espacios de salud amigables y de
calidad del Ministerio de Salud de la Nación Argentina.
6. El acceso de los adolescentes al sistema de salud.La función de los centros de atención
primaria
Resulta útil pensar el acceso de los adolescentes al sistema de salud como resultante de una tensión entre dos polos.
Por un lado, la demanda efectiva que surge de la percepción de los chicos y las chicas de las situaciones de salud y
enfermedad que atraviesan, del valor que le asignan a la prevención como herramienta para proteger la salud y del
conocimiento que tengan respecto de los recursos disponibles. Y por el otro, la oferta del sistema de salud.
En relación con la oferta del sistema de salud, la atención primaria de la salud aparece como la estrategia de atención
fundamental para dar respuesta a esta población. La complejidad de las consultas de los y las adolescentes no pasa
por requerir estudios o técnicas de tratamiento costosos o complejos, sino por la capacidad del equipo de atención
para contener la consulta, orientar la pregunta y canalizar la inquietud ante problemàticas de salud fuertemente
enraizadas en lo social. Para esto, evidentemente, se requieren profesionales capacitados en la escucha activa y
sensible.
En general, los motivos de consulta pueden ser resueltos en los centros de atención primarias. Cuando se menciona a
la Atención Primaria se hace referencia a una estrategia sanitaria que tiene como efector privilegiado los Centros de
Atención Primaria. Estos reciben distintas denominaciones de acuerdo con la provincia en donde nos encontremos.
Algunos lugares hablan de CAPS (Centros de Atención Primaria de la Salud), otros hablan de UPAS (Unidades de
Pronta Atención) y otros las denominan Unidades Sanitarias. Lo que las unifica es que son establecimientos sanitarios
sin internación, los cuales tienen, por lo general, una población a cargo.
En Argentina los centros de atención primaria están incluídos en el organigrama del Sistema de Salud y son
conducidos normalmente por los Municipios. En su mayoría, cuentan con cuatro especialidades básicas: clínica
médica, pediatría, obstetricia y ginecología. A estas especialidades se suman, muchas veces, psicólogos, enfermeros,
trabajadores sociales, odontólogos, agentes sanitarios. Las actividades de los equipos de salud que se desempeñan en
los centros de atención primaria no se limitan a la atención intramuros, como sucede en los hospitales, sino que
dentro de su planificación figuran acciones comunitarias tanto de promoción de la salud como de búsqueda activa de
poblaciones más vulnerables.
El abordaje en la consulta con adolescentes busca el equilibrio entre las acciones de control de su crecimiento y
desarrollo, y aquellas anticipatorias dirigidas a responder a situaciones específicas, por ejemplo las consejerías en
salud sexual y consumo de sustancias o el asesoramiento para dejar de fumar. Todas las visitas de las/los
adolescentes al sistema de salud deben ser tomadas como una oportunidad para ofrecer asesoramiento preventivo.
Es importante a la hora de hacer una derivación de un adolescente al Centro de Salud anticiparle los pasos
administrativos con los que se va a encontrar (por ejemplo: el sistema de turnos, los horarios, etc.) y los pasos dentro
de la consulta. Explicarle que la consulta se hará en condiciones de privacidad y respetando la confidencialidad de lo
que allí se habla. Por otro lado es aconsejable contarles que habrá que revisarlos, pero que nada se hará sin su acuerdo
previo. Por ejemplo, hay que anticipar que en general los controles de salud incluyen el control de los genitales para
ambos sexos. Sin embargo, la revisación de los mismos no necesariamente se debe hacer en la primer consulta si el o
la adolescente no lo desea, y si el motivo de consulta no lo amerita de manera urgente.
Algunas estrategias para vincular a las escuelas con los centros de salud son:
Planificar con el centro de salud una agenda de turnos disponibles 2 ó 3 veces por semana y que sean de respuesta
inmediata. En el sistema de salud se los llama Consultorios de Demanda Espontánea porque permiten dar
respuesta rápida a algunas situaciones de salud, como la entrega de anticonceptivos, la realización de un test
rápido de embarazo o el asesoramiento ante una situación de urgencia subjetiva. Esta estrategia permite contener
la urgencia y orientar la consulta dentro del sistema de salud.
Realizar encuentros periódicos entre los docentes y los equipos de salud que comparten una población a cargo
para intercambiar inquietudes, casos problema y poder construir respuestas coordinadas.

¿Qué otras estrategias se le ocurren que podrían ser adecuadas para mejorar la comunicación entre la escuela
y el centro de salud en su comunidad?
Como mencionamos antes, el acceso efectivo de los y las adolescentes al sistema de salud es una resultante del juego
entre la oferta del sistema de salud y la demanda de los chicos y las chicas. En este punto se plantea un desafío, ya
que si bien el sistema puede visualizar las necesidades de esta población (de atención, información, etc.) y prepararse
para dar respuestas eficaces, las mismas no tendrán lugar en tanto los y las adolescentes no las conozcan y sientan
como propias.
La construcción de la demanda por parte de los y las chicas se plantea como un trabajo en sí mismo a la hora de
pensar en el acceso de esta población al ejercicio del derecho a la salud. Esta construcción requiere de distinto grado
de acompañamiento por los adultos cercanos, ya sea en la traducción (estas cosas que se sienten, molestan, generan
dudas, tienen un significado en la salud), en la desnaturalización (hay situaciones que hay que visualizar, que no son
parte del paisaje y que pueden ser modificadas) o en la jerarquización de los signos y síntomas (esto que sucede
puede o no ser más o menos importante). Por otro lado, los adultos tienen el conocimiento y reconocimiento de los
recursos a disposición en el sistema de salud que es el siguiente paso indispensable para demandar efectivamente.
En este sentido los entornos familiar, comunitario y escolar juegan un rol primordial. El dispositivo de asesorías en
salud integral en el marco de las escuelas se plantea como una estrategia para la construcción de la demanda, el
acercamiento de los recursos disponibles en el sistema de salud y dar respuestas a las necesidades de información en
salud integral.
De esta manera, quienes cumplan la función de asesoría deberán contar con las competencias para reconocer distintas
formas de presentación de las situaciones de salud que atraviesan las y los chicos, a la vez que contar con el
conocimiento de los recursos disponibles en el sistema de salud para orientar la demanda.
Para finalizar esta sección, compartimos un video sobre adolescencia, salud y atención primaria, con la intención de
ampliar la reflexión sobre modos de acción, intervención y asistencia desde la perspectiva de derechos en salud para
el acompañamiento de las jóvenes generaciones.
http://www.conectate.gob.ar/sitios/conectate/Busqueda/buscar?rec_id=103530
7. Posibles consultas a una asesoría en salud y educación
A continuación expondremos algunas de las consultas o situaciones –sin pretender ser una exposición exhaustiva–
que pueden llegar a una asesoría y que deben poder traducirse en una respuesta efectiva. Trabajaremos en un registro
médico y científico, con la intención de facilitar la comprensión sobre temas puntuales, como una contribución para
pensar en la necesidad de articular solidariamente la labor de las escuelas con los equipos de salud. Compartir
información del campo de la salud es un paso para diseñar junto con las escuelas intervenciones responsables de
anticipación, prevención o resolución de situaciones que tienen que ver con la salud de los y las adolescentes.
Desarrollo puberal
Si bien no es clasificado como problema de salud en el sentido estricto, es fuente subjetiva de problemas sentidos y
preocupaciones. Un oído atento y una escucha respetuosa puede ayudar a resolver preocupaciones que sino podrían
acompañar todo el desarrollo del o la adolescente.
Son frecuentes las preocupaciones por tamaños, por retrasos o por precocidad en los cambios corporales; la mayoría
de ellas se resuelven y se descartan pudiendo conversar en confianza con un médico/a preparado/a.
Debemos saber que la pubertad es el proceso por el cual las personas alcanzan la capacidad reproductiva. Comienza
con los primeros cambios puberales y finaliza con la adquisición de la capacidad de reproducirse y con el cese del
crecimiento del cuerpo.
Hay una gran variabilidad en el inicio, duración y culminación de los cambios que se producen. Es importante saber
que la secuencia de los mismos sigue un patrón común. Aunque están los que recorren el trayecto madurativo en
forma lenta, y otros que lo hacen en forma rápida, y sabiendo que no todos terminarán su crecimiento con el mismo
peso o estatura, sí sabemos que una vez iniciados los cambios puberales la absoluta mayoría culminará su maduración
con la adquisición de todas las funciones y características de la adultez.
Si observamos que este proceso se estanca por períodos mayores a seis meses, conviene controlar el desarrollo de el o
la adolescente con un profesional, de allí la recomendación de al menos dos controles de salud anuales que referíamos
previamente.
Durante la pubertad, los adolescentes incrementan el 50% de su peso y de su masa esquelética, y el 20% de su altura,
aproximadamente.
En las mujeres, la aceleración del crecimiento comienza al aparecer el botón mamario a una edad promedio de 10,8
años (rango de 8.3 a 13.3 años) y en los varones, al alcanzar un volumen testicular de 4 cm3 a una edad promedio de
11,5 años (rango de 9.5 a 13.5 años). En la adolescencia, las mujeres crecen entre 20 y 25 cm, y los varones entre 25
y 30 cm.
En las chicas la pubertad ocurre entre los 8 y 16 años aproximadamente. El pimer hito es la aparición del botón
mamario. Luego y/o al mismo tiempo aparece el vello pubiano. El pico de máximo crecimiento se da alrededor de los
12 años (intervalo 1014 años), precediendo a la aparición de la primera menstruación (menarca) en 6 meses. La
menarca (primera menstruación) se da en promedio a los 12,5 años ó 2 años después de la telarca (Ref: La telarca es
el primer signo de desarrollo puberal en la mujer. Suele aparecer dos años antes de la menarca). Luego de la
menarca las chicas pueden crecer entre 3 y 7 cm más en los tres años subsiguientes.
En los chicos la pubertad ocurre entre los 9 y 17 años aproximadamente. El primer hito que le da comienzo es el
aumento del volumen testicular (>4 cc). Ocurre entre los 9,5 y 13,5 años promedio). Luego crece el pene en longitud
y grosor y aparece el vello pubiano. Sigue la primera eyaculación (espermarca) entre los 12 y 16 años, y luego o al
mismo tiempo que este último evento la aceleración del crecimiento.
Algunas preguntas que acompañan el inicio de la pubertad...
Al inicio de la pubertad son frecuentes las consultas por aparición de un bulto doloroso al tacto a nivel de una de las
mamas. Este es el botón mamario. Suele generar angustia y preocupación tanto en las chicas como en sus madres que
desaparece al aclarar la normalidad del proceso.
Asimismo las chicas suelen consultar por la aparición de flujo transparente que también es característico de la
pubertad. Sólo será motivo de consulta médica en los casos en que ese flujo se acompañe de picazón, ardor, cambio
de color u olor.
Para que la menarca tenga lugar, las mujeres necesitan que un 17% de su peso corporal esté constituído por masa
grasa, y para que una ovulación se produzca se necesita un 22% de grasa corporal. Muchas veces las adolescentes al
comienzo de la pubertad consultan porque los muslos se les engrosan o les sale panza. Este cambio es debido
justamente a la preparación del cuerpo para la ovulación. Conocer este dato nos permite evitar el fomento de dietas
innecesarias entre adolescentes que no las necesitan.
Todas estas dudas e inquietudes podrán ser contenidas por la figura de un asesor o asesora, reforzando la normalidad
del proceso e indicando sobre la necesidad del control de salud con el pediatra de cabecera.
En los varones son habituales las consultas por diferencias en el ritmo de crecimiento respecto de los pares. O porque
se ven muy bajos o muy altos y musculosos con respecto a sus compañeros de curso. Lo importante es pesquisar la
progresión de los eventos puberales y ante la duda derivar al pediatra para control.
Otras dudas habituales de los adolescentes varones, aunque no siempre lo transmitan como inquietud, son las
primeras eyaculaciones que suelen producirse durante el sueño. Estos eventos pueden vivirse con vergüenza por parte
de los chicos si no se les pregunta y aclara que son parte del desarrollo esperado.
En los chicos también suele darse la aparición de un bulto a nivel de la glándula mamaria. Este aumento del tejido se
produce por un disbalance entre los andrógenos y Estrógenos, y una mayor sensibilidad del tejido glandular. Suele
aparecer en etapas más avanzadas de la pubertad, en promedio 14 años, coincidiendo con el momento de mayor
crecimiento de los varones y desapareciendo habitualmente 12 ó 18 meses después. Es importante reafirmar la
normalidad del proceso, explicando que aparece en el 20% de los varones, su relación con el cambio hormonal y su
tendencia a desaparecer espontáneamente. De todas formas, y cada vez, es importante remarcar la importancia de
consultar con el pediatra para realizar el examen físico completo que incluirá el examen genital para certificar el
diagnóstico.
Otra fuente de preocupación, originada en los prejuicios, suele ser la masturbación, es frecuente tener registro de esto
a partir de bromas o chistes. Si la consulta llega directamente es importante reforzar la normalidad del hecho entre las
personas independientemente del género. Al mismo tiempo es un contenido de Educación Sexual Integral, al igual
que los tiempos del desarrollo puberal, por lo que su implementación debe realizarse y apoyarse, en los casos que no
se trabajen sus contenidos.

Información para los y las adolescentes:


Tranquilizar a la/el adolescente en cuanto a la normalidad de los eventos puberales que presenta.
Brindar información acerca de los cambios psicológicos y sociales que acompañan los cambios puberales.
Explicar en qué momento del desarrollo está y la normalidad de los cambios observados.
Anticipar los cambios que faltan para completar el desarrollo.
Señalar que no todas las personas crecen ni se desarrollan a la misma edad ni al mismo ritmo, por lo cual las
diferencias en la talla y aspecto físico deben interpretarse de acuerdo con el momento del desarrollo en el que se
encuentra cada uno y su genética.
Brindar oportunidad de formular preguntas.
Recomendar la continuidad de los controles.
Preocupaciones por variaciones del ciclo menstrual
Las dudas acerca de variaciones en el ciclo menstrual son sumamente frecuentes entre las adolescentes.
Por empezar se llama ciclo menstrual al período de tiempo en el cual una vez por mes un óvulo madura y es liberado
por uno de sus ovarios. El óvulo es impulsado por las trompas de Falopio, y es trasladado a lo largo del oviducto por
las paredes musculares que se contraen y se relajan hasta que finalmente llega al útero. Entre tanto, el revestimiento
del útero ha estado preparándose para la llegada del huevo/óvulo, haciéndose grueso y esponjoso, y llenándose de
diminutos vasos sanguíneos. Si, como
en general sucede, este huevo u óvulo no ha sido fecundado en el camino (porque no se ha encontrado con un
espermatozoide), este revestimiento especial protector del útero se desprende y sale al exterior como una pérdida de
sangre, tejido y mucosidad. Esto es lo que se conoce como menstruación. Cada mes el ciclo mensual vuelve a
comenzar. Este proceso dura habitualmente, en diferentes mujeres, entre 21 y 35 días.
Es importante que las chicas puedan anotar la fecha en que les viene la menstruación cada mes, y la fecha en que esta
finaliza para conocer mejor cómo se regula su propio ciclo menstrual.
Los primeros dos años desde la menarca las chicas suelen consultar por atrasos en la fecha de menstruación, inclusive
algunas pueden pasar algunos meses sin menstruar. Esta situación es frecuente y en general se debe a la inmadurez
del sistema reproductor. Aun cuando se trate de una adolescente de corta edad, ante la consulta por atraso
menstrual se debe preguntar si ha iniciado relaciones sexuales y ante la sospecha de embarazo facilitarle la
realización un test rápido de embarazo.
Existen test rápidos de embarazo en todos los centros de salud disponibles también para adolescentes.
Por otro lado, ante la preocupación de no haber tenido la primera menstruación y tener 16 años, o 14 años pero no
presentar aún caracteres sexuales secundarios o que no haya tenido su menarca luego de 5 años de haber iniciado el
desarrollo mamario, en todos estos casos, debe realizarse la consulta con el equipo de salud.
También se deberá facilitar la consulta cuando haya menstruaciones muy abundantes y prolongadas en el tiempo.
Si bien la hemorragia uterina anormal, así su nombre, por lo general se asocia a ciclos menstruales anovulatorios por
inmadurez del eje hipotálamohipofisariogonadal, es un diagnóstico de exclusión y siempre deben descartarse otras
causas.
En estos casos también habrá que descartar complicaciones de embarazo o amenaza de aborto así como infecciones
de transmisión sexual, alteraciones hormonales o hematológicas.
El dolor durante la menstruación –dismenorrea– es otro de los motivos de consulta más habituales. Su frecuencia
va aumentando a medida que transcurren los meses, luego de la menarca. La dismenorrea primaria es el tipo más
común en las adolescentes, y coincide con el inicio de los ciclos ovulatorios y regulares que, en general, son más
frecuentes después de dos años de la menarca. La dismenorrea secundaria es causada por una patología específica
como enfermedad inflamatoria pelviana, malformaciones congénitas, endometriosis, quistes ováricos; o menos
frecuente por várices pélvicas, tumores, adenomiosis, pólipos, miomas, uso de DIU o estenosis cervical. El dolor de
la dismenorrea primaria es premenstrual e intramenstrual, difuso, bilateral y de corta duración. Puede acompañarse de
cefaleas, tensión mamaria, náuseas, vómitos y diarrea. El dolor de la dismenorrea secundaria suele ser un dolor
progresivo, que no siempre tiene relación con la menstruación. Puede ser después de la menstruación. Puede
acompañarse de dolor durante las relaciones sexuales.
Es conveniente explicar a las adolescentes que la dismenorrea primaria es un fenómeno habitual producido en el
comienzo de los ciclos ovulatorios. Se les debe informar que la evolución tiende a la mejoría espontánea; que no se
verá alterada su sexualidad ni su fertilidad. Tanto en uno como en otro caso es adecuado el control con el médico de
cabecera.
Relaciones sexuales
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud Escolar realizada en el año 2012 a adolescentes argentinos
escolarizados de entre 13 y 15 años, el 36,9% de los alumnos encuestados había iniciado las relaciones sexuales. De
éstos, el 43,5% fueron varones, y el 30,7% mujeres. En cuanto a la edad de inicio de las relaciones sexuales, el 58,8%
de los jóvenes que tuvieron sexo alguna vez, mantuvieron su primera relación sexual antes de los 14 años, siendo más
frecuente en varones (66,5% vs. 49,2% mujeres).
Por lo tanto, es sumamente importante habilitar un espacio de escucha para que los y las adolescentes puedan
consultar sus dudas, temores y compartir experiencias en relación con este momento específico, y puedan obtener
respuestas basadas en información científica y orientación en lenguaje claro y sencillo.
Para que este espacio de escucha pueda darse es fundamental asegurar a los chicos y las chicas que todo lo charlado
será confidencial a la vez que el o la profesional a cargo de la asesoría deberá poder realizar una escucha atenta y sin
preconceptos.

FUNDAMENTAL: ESCUCHA CONFIDENCIAL

CONSEJERÍA EN METODOS ANTICONCEPTIVOS


Ante un/a adolescente que iniciará o que inició relaciones sexuales y no planifica embarazarse, la anticoncepción es
una respuesta adecuada y teóricamente simple.
Si bien el rol en la asesoría implica escuchar, también requiere brindar información para que no ocurran eventos
inesperados. En los diferentes contextos de adolescentes que se inician sexualmente suele faltar información ya sea
por desconocimiento o por dificultades en buscarla o porque simplemente el hecho de iniciarse sexualmente hace
difusa cualquier otra preocupación. La oportunidad de la asesoría puede brindar un puente al auto­ciudado y cuidado
de la pareja y posibilitar una experiencia de vida sin complicaciones.
ES IMPORTANTE SABER QUE:
Los adolescentes en general no tienen contraindicaciones para utilizar cualquier método anticonceptivo y deben tener
acceso a una variedad de opciones. La edad por sí misma no constituye una razón médica para no otorgar métodos a
una adolescente.
Las inquietudes en relación con algunos métodos deben ser comparados contra las ventajas de evitar un embarazo.
Los criterios utilizados para mujeres adultas, referentes a patologías, se aplican también a mujeres jóvenes.
Los factores sociales y de comportamiento constituyen aspectos importantes a considerar en la elección del método.
En este punto es importante poder pensar junto con la adolescente sobre pros y contras de cada método y cómo se
adaptan a su vida y posibilidades.
Las sugerencias para la elección del método deben tener en cuenta:
El conocimiento/uso de anticonceptivos y el grado de motivación.
Si tiene o no pareja estable y su actitud ante la anticoncepción.
Frecuencia de relaciones sexuales y conducta sexual (edad de inicio de relaciones sexuales, número de parejas,
edad de la pareja).
Conductas de riesgo (actitud y grado de exposición Infecciones de Transmisión Sexual (ITS), relaciones sexuales
en el contexto de consumo de sustancias).
Pautas culturales y hábitos de vida.
Actitud de la familia frente a la sexualidad de sus hijos.
Antecedentes familiares.
Si bien el asesoramiento que pueden recibir en el contexto escolar no reemplaza la consulta médica, el marco de
confianza que permite la figura del asesor o asesora, contribuye a que estos temas puedan desplegarse con más
facilidad en la consulta médica posterior.
Algo que debe quedar en claro es que la consulta por anticoncepción en la adolescencia es una urgencia, por lo
que debemos dar siempre una respuesta anticonceptiva.
La abstinencia periódica no es un método recomendado para este grupo etáreo. Los ciclos menstruales irregulares
frecuentes determinan su baja eficacia. Por otro lado no brinda protección para las infecciones de transmisión sexual.

Preservativo

El preservativo masculino presenta ventajas como su bajo costo, fácil acceso, protección contra ITS/VIH. Si bien de
acuerdo con la última EMSE el 75,8% de los estudiantes que tuvieron sexo alguna vez usó preservativo, solo el 40 %
de los adolescentes que mantuvieron relaciones sexuales utilizaron condón siempre o casi siempre en su última
relación sexual.
La motivación para su uso así como la necesidad de acuerdo de la pareja aparecen como obstáculos para mantener la
adherencia a lo largo del tiempo, por lo que constituyen puntos a trabajar anticipadamente.
Es importante trabajar sobre la técnica de colocación para un uso correcto. A la vez que concientizar a los
adolescentes acerca de la necesidad del preservativo y de su derecho a exigirlo.
Se debe informar sobre la anticoncepción de emergencia (AHE) como método de respaldo cuando el preservativo se
rompe o se desliza. Recomendamos entregarla junto con el preservativo.

Anticoncepción de Emergencia (AHE)

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la anticoncepción de emergencia puede prevenir la mayoría de
los embarazos cuando se usa después de una relación sexual.
¿En qué casos puede recurrirse a AHE? Se puede recurrir a la anticoncepción de emergencia después de una relación
sexual sin protección, cuando falla la anticoncepción o el anticonceptivo se usa incorrectamente, y en caso de
agresión sexual.
Se deben utilizar hasta 5 días de producida la relación sexual. Cuanto antes se utilice, mayor es la efectividad.
Las píldoras anticonceptivas de emergencia de levonorgestrel previenen el embarazo impidiendo o retrasando la
ovulación. También pueden impedir la fertilización de un óvulo por su efecto sobre el moco cervical o la capacidad
del espermatozoide de unirse al óvulo.
No son eficaces una vez que ha comenzado el proceso de implantación y no pueden provocar un aborto.
La eficacia de la pauta de levonorgestrel recomendada por la OMS para evitar el embarazo es del 52 al 94% siempre
que se tome dentro de las 120 horas posteriores a la relación sexual sin protección. La eficacia aumenta cuanto más
pronto se tome el fármaco después de la relación.
Los efectos secundarios, en general similares a los experimentados por mujeres que usan píldoras anticonceptivas,
son poco frecuentes y, por lo general, leves.
El uso de píldoras anticonceptivas de emergencia está recomendado de forma ocasional solamente después de
relaciones sexuales sin protección y no se recomienda como método anticonceptivo de uso regular porque existe una
mayor posibilidad de fracaso que con otros métodos anticonceptivos habituales.
Tampoco se ha comprobado que el uso frecuente de la anticoncepción de emergencia constituya un riesgo para la
salud, sin embargo sí es un indicador importante para orientar a esa adolescente a una consejería de salud sexual
donde puedan orientarla a elegir un método anticonceptivo eficaz, más adaptado a sus necesidades y posibilidades.

Anticoncepción Hormonal

Se los llama métodos anticonceptivos “hormonales” porque están compuestos por derivados de las hormonas
femeninas: estrógeno y progesterona. Existen distintas formulaciones. Los de uso más habitual son los
anticonceptivos orales combinados (pastillas anticonceptivas que en su formulación incluyen derivados del estrógeno
y la progesterona). Los hay también inyectables mensuales o trimestrales.
El mecanismo de acción fundamental es la inhibición de la ovulación. Si no hay óvulos, no hay fecundación y por lo
tanto no hay embarazo.
Son altamente eficaces en la prevención de un embarazo cuando se los toma de una manera adecuada. Son
reversibles: al suspenderlos se recupera la fertilidad en forma inmediata. Sin embargo, la eficacia depende de su uso
regular diario y no protege de las ITS.
Para comenzar a utilizar un método hormonal, la OMS sólo recomienda realizar una historia clínica y control de
tensión arterial. No hace falta ningún estudio adicional.
Sí es importante que el seguimiento del uso y adherencia al método se haga de manera frecuente. Es conveniente
realizar un primer control al mes de iniciado su uso, para evaluar su utilización correcta y conocer las posibles
dificultades y/o efectos colaterales. Con criterio flexible, estos controles pueden espaciarse en lapsos de 3 a 6 meses.
Una adecuada consejería ayudará a la utilización correcta y a una mayor adhesión al método al orientar sobre el uso
correcto, explicar qué hacer en caso de omitir una dosis, y anticipar efectos secundarios.
Dado que el preservativo es el único método que puede brindar protección para infecciones de transmisión sexual se
recomienda el uso del “doble método” (anticonceptivo hormonal + preservativo).

Anticonceptivos de larga duración


Dispositivo intrauterino (DIU)

El dispositivo intrauterino (DIU) es un pequeño instrumento de plástico en forma de T, recubierto con un filamento
de cobre o con hormonas, que se coloca dentro del útero y tiene una duración en su efecto anticonceptivo de 10 años.
Debido a que existen creencias en contrario es importante explicitar que es un método que puede ser utilizado por
adolescentes aún nuligestas (que no hayan tenido un embarazo).
Es un excelente método para adolescentes ya que su uso no está influenciado por los controles externos, ni por
olvidos, ni por vergüenzas ni por necesidad de ocultamiento. Cuando está presente el deseo de embarazo, sólo se
requiere la decisión de retirarlo.
Sí hay que tener en cuenta que no previene el contagio de infecciones de transmisión sexual, por lo que si bien es un
excelente método de larga duración se recomienda el uso concomitante de preservativo.
Es cierto que en algunas mujeres puede ocasionar menstruaciones más abundantes y dolor en el abdomen bajo, pero
es un motivo poco frecuente de abandono de su uso.
Hay algunas condiciones de salud que impiden su uso, como problemas en coagulación sanguínea o cuando hay una
infección de transmisión sexual o el riesgo de adquirirla.
Implica una consulta profesional ya que su colocación lo requiere.
En Argentina es un método gratuito disponible en el sistema público de salud.

Implantes

Los implantes son pequeños cilindros o cápsulas flexibles que se colocan debajo de la piel, en la cara interna de la
parte superior del brazo de una mujer. Brindan protección contra embarazo a largo plazo, y su acción es reversible
cuando se extrae.
Una vez colocados, no requieren que la usuaria haga nada. Actualmente, sólo un tipo de implante se encuentra
disponible en Argentina. La duración de su protección se extiende por 3 a 5 años dependiendo del tipo de implante.
Tiene un índice de seguridad de un 99,5%. Es un método recomendado para adolescentes ya que su efectividad, al
contrario de lo que ocurre con las pastillas anticonceptivas, no depende de la usuaria.
En los últimos años este método se encuentra disponible en el sistema público de salud, en principio para
adolescentes que ya han tenido un evento obstétrico (parto o aborto).
Para conocer localmente dónde se ofrecen y colocan, al igual que para conocer la localización de los espacios que
ofrecen consejería en salud sexual, es posible llamar a la Línea de salud sexual 0800 222 3444 –dependiente del
Programa Nacional de Salud Sexual del Ministerio de Salud de la Nación (Argentina)– donde se brinda atención
personalizada y oportuna a la población en general, facilitando así el acceso a los servicios de salud sexual y
reproductiva en todo el país.

Embarazo

En el trabajo con adolescentes las situaciones referidas a embarazos –reales o no, buscados o no, deseados o temidos,
planificados o imprevistos, comprendidos o no por los adultos, productos de relaciones de amor, de experimentación,
de relaciones con asimetría de poder o de abusos sexuales, es decir, resultado concreto o imaginario de infinitas
variables– suelen estar presentes frecuentemente.
Las consultas y los comentarios que podemos recibir los adultos en contacto con ellas y ellos (no olvidemos que un
embarazo involucra también a los varones) serán facilitados por nuestra actitud respetuosa, que evite comunicar
nuestras opiniones personales, recordemos –como ya dijimos en otras oportunidades– que nuestra relación con los y
las adolescentes con quienes trabajamos está pautada por las funciones que desempeñamos, ya sea en el sistema
educativo o en el de salud. La posición de facilitar el acceso a los recursos de salud que les corresponden puede verse
obstaculizada si las opiniones que emitimos son interpretadas como intentos de reprimenda moral o enseñanza de
vida. Un “ya te lo dije”, “mirá que lo conversamos” o “me defraudas” podrían formar parte del diálogo familiar,
dependiendo del caso, pero nunca del rol profesional que nos ubica en el diálogo y en la oportunidad de asistencia.

El test de embarazo

Ante casi todas las múltiples situaciones que pudieran presentarse en relación con una consulta por embarazo, la
realización de una prueba rápida para confirmarlo o descartarlo es indispensable. En Argentina se encuentran
disponibles test rápidos de embarazo en el sistema público de salud, y también son de venta libre en farmacias.
La sola realización de la prueba puede resolver una situación de incertidumbre o angustia. Se trata de una situación
especial que suele habilitar una conversación llana en la que, cuidando el momento de confianza, se puede indagar
sobre las circunstancias que llevaron a la necesidad de realizar la prueba. Preguntas como ¿querías?, ¿quién es el
padre?, ¿qué pensaste hacer?, ¿quiénes te pueden acompañar? abren la posibilidad del diálogo y la reflexión
acompañada.
En caso de ser negativo, el resultado del test se convertirá asimismo en una buena oportunidad para conversar sobre
planificación. Si la adolescente no busca un embarazo, podremos contactarla con un servicio de salud sexual, y si lo
busca podrá conocer los recursos de que se dispone para que el embarazo sea cuidado y de bajo riesgo. Por ejemplo,
la ingesta de ácido fólico para prevenir defectos del tubo neural, entre otras problemáticas.
En caso de que el resultado del test sea positivo, puede ser que la adolescente tenga una reacción de aceptación o una
reacción de no aceptación del embarazo. En todos los casos, asegurando la confidencialidad, será bueno conversar
sobre cuáles adultos/as podrán brindarle acompañamiento. Es importante tener establecidos previamente los vínculos
con la red de salud que brindará contención y acompañamiento efectivo para estos casos.
El proceso de decisión a partir de un test de embarazo positivo es un proceso de marchas y contramarchas en el que la
adolescente necesitará contar con toda la información científicamente disponible que habilite decisiones informadas y
autónomas.
Ante una reacción de aceptación, una temprana derivación al centro de salud redundará en un mejor control del
embarazo y en su desarrollo.
Existe también la posibilidad de una reacción de no aceptación: en este caso, la información precisa y el
fortalecimiento de la relación de acompañamiento se constituyen como requisitos indispensables para cuidar la salud
de la adolescente.
Como hemos visto el Código Penal es una ley que establece lo que es y lo que no es delito en todo el país. En su
artículo 86, segundo párrafo, señala que hay cuatro situaciones donde la interrupción del embarazo está permitida:
1) Si la mujer corre peligro de vida por el embarazo.
2) Si por el embarazo hay peligro para la salud de la mujer.
3) Si está embarazada por haber sido violada.
4) Si el embarazo es producto de una violación a una persona con discapacidad mental o intelectual.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación, que es la última palabra en la lectura de las leyes, estableció en marzo de
2012 que en la Argentina toda mujer, niña, adolescente y, en general, toda persona embarazada en alguna de esas
situaciones tiene derecho a la interrupción legal del embarazo. Y que la interrupción debe ser realizada por el
sistema de salud de manera rápida, accesible y segura.
En los casos que la interrupción del embarazo es legal debe ser garantizado por los servicios de salud sin necesidad
de denuncia ni de autorización judicial, como lo indica el Fallo F.A.L. de la Corte Suprema de Justicia de marzo de
2012.
Existen muchos casos en los que el aborto va a estar permitido por más de una razón. Por ejemplo, una niña que fue
violada y quedó embarazada, tendrá derecho al aborto no sólo porque fue violada, sino también porque existe un
peligro para su salud física, psíquica y emocional.
Para estos últimos casos en particular, el vínculo con la red de salud debe tener en cuenta que el equipo al que se
derive esté entrenado en el acompañamiento de adolescentes en estas circunstancias. Que tenga habilidades para que,
conversando con la adolescente, pueda evaluar las circunstancias que hacen a la no aceptación, y que pueda
categorizar si se trata de una situación que requiera interrupción legal de embarazo (ILE o circunstancias de aborto no
punible). Que pueda brindar asesoramiento en las opciones: aceptación, adopción o interrupción. El acompañamiento
en esta etapa disminuye dramáticamente las posibilidades de que la adolescente pueda realizar prácticas riesgosas
para su integridad (interrupciones riesgosas de embarazo).
Al respecto resulta interesante conocer la experiencia uruguaya en la aplicación del modelo de reducción de riesgos y
daños en salud sexual y reproductiva que luego fue tomado por algunas jurisdicciones argentinas. Cambio en la
relación sanitaria: modelo uruguayo de reducción de riesgo y daño del aborto inseguro.
La prioridad en todos los casos es preservar la salud y la integridad de la adolescente. El asegurar la confidencialidad,
brindar información objetiva y reasegurar el acompañamiento en cualquier circunstancia que atraviese la jóven
independientemente de las decisiones que adopte, facilita al ejercicio de sus derechos a la salud y permite el cuidado
efectivo.
Para reflexionar sobre estos temas, les recomendamos la siguiente entrevista a una especialista en salud reproductiva
y adolescencia, la Dra. Mariana Romero:

Trabajo interdisciplinario de los equipos de salud. Problemática adolescente. Dra. Marian…

https://www.youtube.com/watch?v=rBjR5ytRuGs
En síntesis, las situaciones relativas a los embarazos requieren de una ductilidad particular por parte del/a adulto que
recibe la consulta/duda /inquietud. Esta ductilidad se sostiene en el respeto y el cuidado que se tiene con lo que se
escucha, la abstención de la opinión personal, el respeto por la confidencialidad de lo confiado y de la autonomía que
los y las adolescentes ponen en juego y, sobre todo, en la oferta real del acompañamiento.
Queremos resaltar cuatro cuestiones, aparte de las mencionadas, al finalizar este apartado: la búsqueda de adultos
confiables para la adolescente que puedan acompañarla, el respeto a las decisiones de la joven, y el aprovechamiento
de la oportunidad para ofertar anticoncepción.
Maltrato. Violencia sexual
Se considera al maltrato como una problemática multidimensional, puesto que puede asumir diferentes modalidades,
ocurrir en diversos contextos y los/las agresores/as pueden ser del entorno familiar con quienes los niños, niñas y
adolescentes (NnyA) conviven, allegados, o personas adultas a cargo de su cuidado, entre otros.
Esta variedad de factores determina efectos que dependen a su vez de las características del niño, niña o adolescente
(NnoA), de la persistencia en el tiempo del maltrato, del tipo de vínculo establecido con la persona que lo ejerce, así
como de las reacciones del entorno familiar y social, y del apoyo y/o tratamiento que se reciba. Más allá de
consideraciones teóricas es importante comprender que se está ante una situación de gravedad, incluso para la vida de
NNyA. Cuando desde una asesoría en salud se tengan sospechas o evidencias de maltrato es importante generar un
clima de suma confianza con la o el adolescente, y ofrecerle un espacio de escucha y de ayuda. Si se tuvieran dudas
sobre cómo proceder, el asesor o la aserora pueden acudir a un centro de salud y solicitar orientación para definir una
intervención en función del interés superior del NNoA, como vimos en la clase anterior.
Abuso sexual infanto juvenil (ASIJ)
Se refiere a cualquier actividad de gratificación sexual de una persona adulta con un NNoA. Acción de carácter
coercitivo, ya que, por edad y nivel de maduración, existe una imposibilidad de consentimiento.
La diferencia de poder (por la característica asimétrica del vínculo), de conocimientos (debido a la ignorancia del
sentido cabal de la actividad sexual y sus consecuencias) y de gratificación (por el tipo de satisfacciones que se
pretenden) impiden el consentimiento del NNoA.
Hay que considerar que muchas adolescentes inician en esta etapa su vida sexual y vínculos de pareja, por lo que
resulta conveniente dedicar atención a las modalidades de la violencia sexual en este momento del ciclo vital. La
misma puede ocurrir en distintos contextos y asumir variadas formas, dentro de un espectro que va desde las más
evidentes como una violación o presiones explícitas, chantajes o amenazas, hasta presiones más sutiles para tener
relaciones sexuales.
Suelen presentarse situaciones producto de prácticas sexuales “consentidas” en las que no se pudo decidir en forma
autónoma las circunstancias de esa relación (cómo, cuándo, con qué protección, etc.). A su vez, pueden llegar a la
consulta de los equipos de salud, bajo la forma de dudas por embarazos no planificados, síntomas asociados a
infecciones de transmisión sexual, entre otras opciones. En este sentido, resulta de utilidad el concepto de sexo bajo
coerción, entendido como aquellas situaciones de carácter sexual en las que se tiene una clara vivencia de estar
experimentando una situación contraria a la propia voluntad. Bajo la apariencia de haber “aceptado”, subyace que en
realidad no se encontró el modo de oponerse a la situación. Estas situaciones se asocian a riesgos de embarazo y/o
ITS.
Toda vez que una adolescente se presente a la consulta con una duda por posible situación de embarazo se debe
preguntar si la relación sexual fue consentida o no. Especialmente en aquellas adolescentes menores de 14 años.
Nuevamente, ante sospechas de abusos es importante que desde la asesoría en salud de las escuelas se articule con el
equipo médico de un centro, de modo de establecer las estrategias que permitan prevenir y anticipar riesgos de vida
de la o el adolescente. Se trata de situaciones en las que la red entre equipos escolares y equipos de salud tiene un
valor estratégico y de salvaguarda de los derechos de los adolescentes a ser asistidos y cuidados
Infecciones de Transmisión Sexual (ITS)
Las ITS (Ref: Salud y Diversidad Sexual. Una guía para profesionales de la salud. Uruguay, Diciembre 2015.
http://www.msp.gub.uy/sites/default/files/archivos_adjuntos/VERSI%C3%93N%20DE%20IMPRENTA_0.pdf) comprenden
un conjunto de enfermedades infecciosas, de variadas etiologías, que se manifiestan de diferente manera.
Es importante cuando se habla de ITS, tanto de VIH como de otras, sustituir el término “contagiar” por los términos
“transmitir” y “contraer” dado que el primero conlleva una connotación negativa y estigmatizadora, que da a entender
que quien padece una ITS es culpable por eso.
Existen poblaciones prioritarias para el diagnóstico de ITS por su mayor vulnerabilidad y estas están conformadas
por:

Personas trans
Hombres que tienen sexo con hombres (HSH)
Trabajadoras y trabajadores sexuales
Personas privadas de libertad
Usuarios/as de drogas inyectables y no inyectables
Mujeres embarazadas y recién nacidos
Mujeres y niños/as
Adolescentes y jóvenes sexualmente activos de ambos sexos

Prevención de las infecciones de transmisión sexual


Mantener relaciones sexuales siempre implica un riesgo potencial de contraer una ITS, la probabilidad disminuye con
distintas estrategias de prevención. La estrategia más difundida es el uso de los métodos de barrera, y su efectividad
dependerá de la práctica sexual que se mantenga y de la ITS que se busque prevenir. En cuanto al uso de los métodos
de barrera, muchas personas deciden voluntariamente no usarlos y otras no pueden negociar su uso con sus
compañeros/as sexuales.
Además, se ha promovido de forma casi exclusiva el uso del preservativo masculino para las prácticas que implican
penetración. Pero no se han promovido tanto medidas de protección para otras prácticas que también son
potencialmente riesgosas, como el sexo orogenital a partir del cual se transmiten varias ITS, sobre todo sífilis, herpes
y la gonorrea. Las prácticas orogenitales no dependen de la orientación sexual ni identidad de género, por lo que en
este sentido no hay recomendaciones específicas para población LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transgénero).
Lo verdaderamente importante es colaborar para la difusión de la necesidad del uso de métodos de barrera en el sexo
oral, y el empoderamiento de las personas para la prevención de la transmisión de ITS por esta vía. Los métodos de
barrera pueden emplearse en cualquier superficie de contacto con piel y mucosas. Se utilizan: • el campo de látex • el
preservativo masculino. A la hora de hacer recomendaciones a los/as usuarios/as, es fundamental conocer
detalladamente el tipo de práctica frecuente y esporádica de las personas: en el caso de penetración anal o vaginal,
con el pene, se recomienda utilizar el preservativo masculino ; y en el caso de contacto orogenital, el preservativo
masculino o el campo de látex.
El campo de látex puede realizarse con un preservativo masculino, recortado con una tijera, lo que genera un
cuadrado de látex que se usará como barrera. La barrera evita el contacto con las secreciones corporales, puede
utilizarse para practicar sexo oral vaginal y/o anal. Es un método casero, algo artesanal y a veces la superficie que
abarca acaba siendo pequeña. Se sugiere usar los preservativos extra grandes para que las barreras sean más
apropiadas. A su vez, se debe indicar que cada campo de látex solo se emplea una vez y luego se descarta.
En general, el acceso a los servicios de salud para consultar por algunos síntomas que pueden estar relacionados con
alguna de las ITS suele dilatarse por barreras culturales, donde se suele asociar por parte de la población así como el
equipo de salud a las ITS con “inmoralidad”, “promiscuidad”, “vergüenza”, entre otros. Sumado a lo anterior, esta
situación expone la sexualidad en la consulta médica, algo que no está naturalizado.

Algunas de las maneras de presentación pueden ser:

En las chicas:
Flujo vaginal
• Picazón en vulva y vagina
• Dificultad y/o dolor al orinar
• Sensación de no haber terminado de orinar luego de hacerlo
• Sensación de no poder contener la orina
• Dolor durante las relaciones sexuales con penetración

En los chicos:
Secreción anormal en el pene proveniente de la uretra
• Dificultad y/o dolor al orinar
•Sensación de no haber terminado de orinar luego de hacerlo
• Sensación de no poder contener la orina
•Dolor en los testículos
La utilización de preservativo presenta lo que denominamos un “tope conductual”, se estima que solo se usa en la
mitad de las relaciones sexuales independientemente de las recomendaciones y del conocimiento sobre la importancia
del uso del mismo para evitar la trasmisión del VIH.
Consumo Episódico Excesivo de Alcohol
El alcohol es la sustancia psicoactiva de mayor consumo entre las/los adolescentes y también la que registra inicios a
edades más tempranas. La edad promedio de inicio en el consumo de bebidas alcohólicas es de 13 años (Observatorio
Argentino de Drogas, 2009.)
El problema del consumo de bebidas alcohólicas en las/los adolescentes es tan grave que según la Organización
Mundial de la Salud: “una de cada cinco muertes de jóvenes está relacionada con el alcohol”.
De acuerdo con los Lineamientos para la Atención del consumo episódico excesivo de alcohol en adolescentes del
Ministerio de Salud de la Nación, en las últimas décadas, en Argentina el tradicional modelo de consumo de ingestión
regular de vino vinculado a la alimentación (característico de los inmigrantes italianos y españoles) fue dando paso
progresivamente a un consumo episódico excesivo o intermitente. Se entiende como “consumo episódico excesivo de
alcohol (CEEA)” a la ingestión de gran cantidad de alcohol en una sola ocasión o en un período corto de tiempo
(horas).
En personas adultas se establece como punto de corte la ingestión de 6 o más unidades estándar de bebidas
alcohólicas para hablar de CEEA. Sin embargo, en adolescentes, esa cantidad si bien no está claramente establecida
debe reducirse, dada la variabilidad de edades, contexturas físicas, tamaños, etc.
Como aproximación podríamos plantear como puntos de corte 3 unidades de bebidas alcohólicas para las chicas y 4
para los chicos. Se entiende Unidad Estándar de Bebida Alcohólica al equivalente de 1 botella de cerveza de 300cc. o
lata de 350 cc, 1 vaso de vino de aproximadamente 150 cc. o un trago de bebidas destiladas (ron, whisky, vodka,
fernet, u otros similares), aprox. 80 cc. Esta práctica se registra con mayor frecuencia durante los fines de semana, en
escenarios nocturnos, por fuera del marco de la alimentación y del ámbito familiar, siendo su motivación principal la
búsqueda del estado de embriaguez.
Los Lineamientos para la Atención del consumo episódico excesivo de alcohol en adolescentes del Ministerio de
Salud de la Nación recomiendan evaluar el riesgo de experimentar consecuencias adversas debido al consumo de
alcohol, teniendo en cuenta las situaciones particulares por las que el adolescente transita. Los problemas vinculados
con el consumo pueden afectar la salud física, emocional y social.
Al conversar sobre el consumo de alcohol con un/a adolescente se puede estimar con el/ella la cantidad y la
frecuencia de consumo. A partir de la prueba AUDIT (Ref: Prueba de identificación de trastornos del uso del alcohol
de la Organización Mundial de la Salud), se pueden utilizar los siguientes indicadores:
1. ¿Con qué frecuencia consume alguna bebida alcohólica?
2. ¿Cuántas unidades estándar de bebidas alcohólicas (tragos) bebe en un día de consumo normal?
3. ¿Con qué frecuencia ingiere más de 3 o más de 4 tragos en un solo día?
Es importante conversar sobre:
La percepción subjetiva del riesgo.
Motivación para el consumo (con quién/es consumió, dónde, si es una situación habitual, si en general está sólo o
con amigos, si ocurre con frecuencia durante las salidas que alguno se intoxique).
Presencia de patrón múltiple de consumo de bebidas alcohólicas, y otras sustancias psicoactivas.
Ausencia o no de cuidados previos, durante y posteriores a la ingesta de alcohol (inclusión de comida,jugos,
agua).
Conducción de vehículos bajo consumo de alcohol o si ha subido a vehículos conducidos por alguien que ha
bebido.
Frecuencia de caídas, lesiones, peleas asociadas al consumo excesivo de alcohol.
Frecuencia de relaciones sexuales no protegidas luego de la ingesta de alcohol, percepción de riesgo vinculado a
la transmisión de enfermedades infecciosas y embarazos no deseados.
Consumo de alcohol durante el embarazo, búsqueda de embarazo y lactancia.
También hay que considerar riesgo si se presentaron o se refieren:Blackouts, episodios de amnesia transitoria que
ocurren en estado de intoxicación. Afectan la memoria a corto plazo. En general se presenta como un paciente
consciente sin recuerdo del periodo de intoxicación. Se considera un indicador temprano y grave de desarrollo de
dependencia al alcohol.
Ingresos reiterados al sistema de salud relacionados a ingesta de alcohol.
Riesgo de suicidio (antecedentes previos, verbalización de intención suicida, etc.).
Embarazo.
El CEEA puede aparecer detrás de preocupaciones por gastritis, cefaleas, traumatismos o accidentes recientes.
Derivación asistida:
Un episodio de CEEA que requirió asistencia no debe ser desestimado y deberá promoverse una derivación para el
seguimiento.
Es importante identificar quién o quienes formarán la red de derivación en estos casos.
8. Palabras para seguir pensando
La lectura de esta clase –del marco normativo, de la información científica y estadística sobre las problemáticas de
salud adolescente– nos desafía a pensar en intersección las perspectivas de la salud y de la educación, esto es, a una
retroalimentación constante entre los saberes y experiencias de ambos campos. En efecto, el horizonte de la asesoría
que proponemos se constituye del entramado de educación y salud para el cuidado de los más jóvenes.
Leída en consonancia con las que la preceden, el texto de esta clase nos interpela a problematizar aún más la idea de
generación y sostenimiento de políticas de cuidado; a construir y sostener institucional y colaborativamente modos
profesionales de intervención; a asumir la posición de adultos implicados en la responsabilidad de “naturalizar”
nuevas prácticas y operar activamente en el cumplimiento de la normativa vigente.
En definitiva, de brindar, cada vez, la información justa que traduzca el respeto por cada vida y el derecho de cada
quien al acceso a los recursos.
Bibliografía obligatoria
Ley de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, N° 26.061, Año 2005.
“Lineamientos Sobre Derechos y Acceso de adolescentes al sistema de salud”, Programa Nacional de Salud Integral
en la Adolescencia, Año 2015.
AA.VV., Guía para la atención integral de adolescentes en espacios de salud amigales y de calidad,
Ministerio de Salud de la Nación, Sociedad Argentina de Pediatría y Unicef Argentina, 2010.
Bibliografía ampliatoria
BERNER, E.; CALANDRA, Nilda; CORRAL, A.; MEDINA, V.; TARZIBACHI, E.,
VÁZQUEZ, S. y ZINGMAN, F.; “Adolescencia Un servicio amigable para la Atención Integral de la salud”,
Hospital General de Agudos, Dr. Cosme Argerich, Ciudad de Buenos Aires, Argentina, Junio de 2009.
VVAA, “Derechos sexuales y reproductivos de la gente joven: Autonomía en la toma de decisiones y acceso a
servicios confidenciales”, Federación Internacional de Planificación de la FamiliaRegión del Hemisferio Occidental.
PASCUALINI, Diana y LLORENS, Alfredo (comp.), Salud y bienestar de los adolescentes y jóvenes:
Una mirada integral, OPS/OMS, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires, 2010.
ZAMBERLIN, Nina y PORTNOY, Fabián, Tu cuerpo, tu salud, tus derechos… Guía sobre salud
sexual y reproductiva, CEDES, UNFPA, Argentina, 2007.
AA.VV., Lineamientos para la atención del consumo episódico de alcohol en adolescentes, Ministerio de
Salud de la Nación, Argentina, 2012.
AA.VV., Lineamientos para la atención del intento de suicidio adolescente, Ministerio de Salud de la
Nación, Argentina, 2012.

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