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Estudiante de Derecho
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1. Antecedentes del fallo
El mismo tribunal designó a doña Ana María Martínez Reyes en calidad de juez partidor.
Durante el primer comparendo llevado a efecto, entre otros aspectos, se definió el objeto de
la partición.
Luego de esta situación se deducen recursos de apelación por ambas partes, por lo que la
Corte de Apelaciones de San Miguel, falla que en la declaración que se excluye como baja
del haber probable del comunero Sergio Ernesto Olmedo Muñoz, la suma de $3.200.000,
corresponde a una baja general o pasivo de la comunidad liquidada.
En contra de esta última decisión, Sergio Ernesto Olmedo Muñoz interpuso recurso de
casación en la forma y en el fondo.
Se acoge el recurso de casación en el fondo, por cuanto existe un error en la sentencia que
se impugna, cuando advierte que, supuestamente, el marido debe rendir cuenta de las
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utilidades de ciertos bienes, desde el momento que el marido no tiene deber de rendir
cuenta en cuanto administrador de los bienes sociales.
La normativa sobre sociedad conyugal no le obliga a tal rendición, y así lo ha enseñado
desde siempre la doctrina nacional. Por lo dicho, las utilidades aludidas, aunque sí formaron
parte en su momento de la sociedad conyugal, no han podido ser consideradas en la
partición en este caso, porque los dineros no existían al momento en que se formó la
comunidad, es decir, una vez decretado el divorcio.
A raíz de la apreciación que hizo el tribunal de alzada respecto a la figura jurídica que
estableció a partir de la disolución de la sociedad conyugal, es decir, una forma de
comunidad, es que se plantea la problemática respecto al estatuto jurídico aplicable a tal
situación, ya que nuestro Código no establece expresamente cuál es el criterio aplicable a
tal caso. Es por esto, que es necesario explicar cuál es el régimen jurídico aplicable al caso
concreto y su naturaleza, enfatizando cuál es la aplicación práctica y jurídica respecto a la
formación de una comunidad luego de disuelta la sociedad conyugal
La sociedad conyugal y la comunidad como tal son muy diferentes, tanto en su origen como
en sus formas.
Por un lado, la comunidad del artículo 2304 del Código Civil es un cuasicontrato que nace
de un hecho jurídico. La sociedad conyugal, por su parte, tiene su origen en la una expresa
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RAMOS PAZOS, René (2005) p.134, como así también CELIS RODRIGUEZ, Rubén, (2004) p.16
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disposición legal. En la comunidad, cada parte tiene un derecho de dominio sobre las cosas
en común, es decir, cada uno de los comuneros es dueño de una parte alícuota de la masa
común. En la sociedad conyugal, de acuerdo a lo que señala la ley, siendo más específico el
Código Civil en su artículo 1750 , es el marido quien aparece como dueño de los bienes
sociales respecto de terceros, como si ellos y sus bienes formaran un solo patrimonio, es
decir, quien aparece como único obligado respecto del pasivo de la sociedad conyugal es el
marido, siendo la mujer irresponsable por las deudas sociales. En la comunidad, cada
comunero responde a prorrata de sus cuotas por el pasivo común. Además, el articulo 1752
del Código Civil establece que la mujer no tiene ningún derecho por si sola sobre los
bienes sociales durante la vigencia de la sociedad conyugal, salvo por excepción en los
bienes de su peculio profesional.
Para un entendimiento mayor de este tema, es necesario señalar que para formar una
comunidad de bienes acorde a la temática planteada, es menester la disolución de la
sociedad conyugal conforme a lo que nuestra legislación proscribe (es decir, divorcio,
sentencias de separación judicial, separación total de bienes y la que declara la nulidad de
matrimonio). Además, es necesario que la mujer o sus herederos acepten los gananciales en
conformidad al artículo 1781 y siguientes del Código Civil.
No concurriendo tal supuesto, es decir, si la mujer o sus herederos renuncian a los
gananciales. la comunidad no se forma y los bienes que eran sociales pasan exclusivamente
al haber del marido, en concordancia con el artículo 1783 de Código Civil.
Por lo tanto, se forma entonces una comunidad entre los mismos cónyuges, y/o entre los
sucesores de ambos, dependiendo de la causal de disolución que haya operado, por lo que
deja de regir el estatuto propio de la sociedad conyugal luego de liquidarse y disolverse
esta.
Cabe señalar, y de acuerdo a lo que nos señala nuestra legislación, la indivisión a la que se
da lugar luego del término de la sociedad antes referida, ha de ser regulada en principio por
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las normas generales sobre el cuasicontrato de comunidad pues no existe una normativa
específica sobre el tema.
Al respecto, y en conformidad con el fallo expuesto, una vez disuelta la sociedad conyugal
de las partes en juicio, se formó entre ellas una comunidad y que lo más adecuado será
regular la indivisión en conformidad a las normas del cuasicontrato de comunidad en todo
aquello que se refiera a la gestión propia de la comunidad ordinaria, es decir, a su
administración, relaciones entre los comuneros y terceros, pero deberemos aplicar las
normas de la sociedad conyugal en aquellas situaciones que quedaron inconclusas al
disolverse la sociedad, corno en el caso de las obligaciones con terceros o del legado, entre
otros.
"Ejecutadas las antedichas deducciones, el residuo se dividirá por mitad entre los
dos cónyuges".
Y, respecto de la segunda:
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Por ejemplo, en la sentencia de la Corte Suprema, de 23 de marzo de 2009, rol N° 6890-2007, la Corte consideró que siempre la
disolución de la sociedad conyugal da lugar a la formación de una comunidad o sociedad de hecho, que debe dividirse.
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"La división de los bienes sociales se sujetará a las reglas dadas para la partición
de los bienes hereditarios".
No haría falta la disposición, porque el artículo 2313 sujeta a las comunidades a las reglas
de la partición, pero, precisamente en virtud de dicha regla especial, puede afirmarse que la
naturaleza es la de una comunidad3
Para Somarriva, no cabe duda que la comunidad que resulta de la disolución de la sociedad
conyugal es una universalidad jurídica4. Esta es también la opinión categórica de Ramos
Pazos, quien subraya la circunstancia que disuelta la sociedad conyugal, se genera una
comunidad a título universal, pues recae sobre un patrimonio, con un activo y un pasivo,
incluyendo el activo todos los bienes que eran de la sociedad, inclusive los reservados y, en
el pasivo, todas la deudas sociales, incluidas las adquiridas en el patrimonio reservado5.
Pueden hallarse algunas sentencias que siguen este criterio, es decir, que estamos en
presencia de una comunidad a título universal. Por ejemplo, en el fallo de la Corte de
Apelaciones de Concepción, de 15 de enero de 2008, se declaró:
3
LIRA URQUIETA, Pedro , pp. 113-114. También SOMARRIVA UNDURRAGA, Manuel (1963), p. 310.
4
SOMARRIVA UNDURRAGA, Manuel (2006) p.39.
5
RAMOS PAZOS, René, p.134.
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Por tanto, la situación señalada en el fallo encajaría con lo señalado anteriormente ya que a
partir de la
A título personal, pareciera que el régimen de comunidad formado a partir de la disolución
de la sociedad conyugal, y todas sus disposiciones al respecto, como por ejemplo lo relativo
a las deudas que se contrajeron durante la vigencia de la sociedad conyugal, entre otras,
pareciera que estas disposiciones van a favor de la mujer en la sociedad conyugal, por su
rol más “familiar” que de carácter económico. Por lo tanto, a partir de esto, se podría
señalar que nuestra legislación aplica como regla general al momento de formarse la
comunidad de bienes que debe liquidarse, el principio de protección del cónyuge más débil
El principio de protección del cónyuge más débil fue incorporado expresamente por la
Nueva Ley de Matrimonio Civil (NLMC en adelante) en su artículo 3° inciso 1°, que
señala:
"Las materias de familia reguladas por esta ley deberán ser resueltas cuidando
proteger siempre el interés superior de los hijos y del cónyuge más débil".
Del tenor literal del artículo se puede inferir que es un mandato dirigido al juez llamado a
resolver el conflicto, principalmente en situaciones de quiebre matrimonial ya que de
acuerdo a lo dispuesto en el artículo 3° NLMC, su aplicación se restringiría a la ruptura,
descartando su intervención durante la época que dure el matrimonio.
Por tanto, la ley entiende que uno de los cónyuges queda en una situación de desmedro
económico frente al otro cónyuge al momento del término del matrimonio, ya sea por
divorcio o nulidad, que se traduce en sus escasas posibilidades de negociación, perjuicio se
va a manifestar al término del matrimonio con el retiro del estatuto del matrimonio, en
virtud de lo dispuesto en los artículos 50 y 60 NLMC. desaparecido el matrimonio, la
pérdida se manifiesta con toda su crudeza y por ello debe existir la compensación6
6
ROCA TRÍAS, María, p.159.
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3. Observaciones finales y conclusión
A partir de los argumentos planteados, se puede señalar que la comunidad formada a partir
de la disolución de la sociedad conyugal, reviste la forma de una comunidad propiamente
tal para determinadas acciones, y como sociedad conyugal para otras debido a que no existe
una expresa disposición que señale al respecto cuál va a ser la legislación aplicable, pero se
podrá inferir al tenor literal del artículo 2313.
Es menester señalar que la medida impetrada anteriormente no tiene otro fundamento más
que la protección de los bienes que le corresponden a la mujer casada bajo el régimen de
sociedad conyugal y que se encuentra en desmedro respecto de su marido, sobre todo en lo
que respecta a que la mujer no tiene una injerencia mayor en la administración de los
bienes, por lo que las medidas que se tomen al caso serán en razón de su “posición débil”
(sin ánimo peyorativo) en el matrimonio.
Bibliografía
CELIS RODRIGUEZ, Rubén (2006), “Regímenes Matrimoniales”. Santiago,
Colección de Temas Jurídicos y Sociales, Universidad Central de Chile, Nº 6.
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LIRA URQUIETA, Pedro (1936), "Algunas consideraciones sobre el estado de
indivisión que sigue a la disolución de la sociedad conyugal". Revista de Derecho y
Jurisprudencia.
Jurisprudencia
Corte Suprema, 20 de marzo de 2013, rol 493-2012