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ADMINISTRACIÓN DE LA SOCIEDAD CONYUGAL.

En materia de administración de la sociedad conyugal es necesario


distinguir la administración ordinaria de la sociedad conyugal, que el código trata
en el párrafo 3º del título 22 del libro 4º, ARTS.1749 y siguientes, y la
administración extraordinaria de la sociedad conyugal, a que el código se refiere
en el párrafo 4º del título 22 del libro 4º, ARTS.1758 y siguientes.

Administración ordinaria, como su nombre lo indica es la administración


normal de la sociedad conyugal y corresponde exclusivamente al marido, salvo un
caso muy calificado de excepción en que la mujer administra ordinariamente la
sociedad conyugal. Este caso de excepción está contemplado por el ART.138
inc.2º CC, y se refiere al caso que el impedimento del marido no sea de larga o
indefinida duración, en cuyo caso la mujer puede actuar respecto de sus bienes
propios y de los bienes sociales y de los bienes del marido, con autorización
judicial, y el juez autoriza con conocimiento de causa si de la demora se sigue
perjuicio. Estos actos se miran como actos del marido y obligan al marido en sus
bienes y en los de la sociedad conyugal y a la mujer sólo hasta concurrencia del
beneficio que haya reportado del acto.

La administración extraordinaria, es una administración anormal, no la


realiza el marido, porque procede precisamente cuando el marido se encuentra
impedido para administrarla. Esta administración extraordinaria la ejerce un
curador del marido. El curador del marido puede ser la mujer o un tercero.

Administración Ordinaria de la Sociedad Conyugal.

En cuanto a la administración ordinaria de la sociedad conyugal, para ver


cuales son las facultades de administración que tiene el marido es preciso
distinguir según se trate de bienes sociales o de bienes propios de la mujer, que
también son administrados por el marido en un régimen de sociedad conyugal.

La crítica más fuerte que se puede formular a la ley 18.802, de 9 de Junio


de 1989, es que no obstante haberle otorgado capacidad a la mujer casada en
sociedad conyugal, sus bienes propios los continua administrando el marido, de tal
manera que la mujer sigue siendo en el fondo una persona relativamente incapaz.

El ART.1749 CC, que encabeza el párrafo 3º del título 22 del libro 4º, nos
dice que “El marido es el jefe de la sociedad conyugal y como tal administra los
bienes sociales y los bienes de su mujer sujeto empero a las limitaciones que por
el presente título se le impongan y a las que haya contraído en las capitulaciones
matrimoniales”.

Las facultades del marido como administrador de la sociedad conyugal


fueron omnímodas hasta la dictación de la ley 10.251, de 2 de Abril de 1952. Ésta
limitó las facultades del marido respecto de los bienes raíces sociales. La ley
18.802 limitó aún más las facultades del marido.

Antes de la dictación de la ley 10.251, de 2 de Abril de 1952, el marido


administraba con plenas facultades los bienes raíces sociales, salvo en cuanto se
tratara de atacar actos fraudulentos que realizara el marido, porque para impedir la
realización de un acto fraudulento no se requiere texto expreso de la ley, la ley por
su espíritu no puede aceptar la realización de actos fraudulentos.

Hoy en día el marido en la administración de los bienes sociales está sujeto


a una doble limitación. En primer término, a limitaciones legales, que son las que
se le imponen por el título 22 del libro 4º, y en segundo lugar a las limitaciones
convencionales, que son aquellas que se le imponen o se le pueden imponer en
las capitulaciones matrimoniales que se celebran antes del matrimonio.
Pero durante la vigencia de la sociedad conyugal, en virtud del ART.1750
CC, el marido es respecto de terceros dueño de los bienes sociales como si ellos y
sus bienes propios formasen un solo patrimonio. De tal manera que el marido
cuando administra los bienes sociales no está administrando bienes ajenos, está
administrando bienes propios y, por ello, en la administración de los bienes
sociales responde sólo del dolo y de la culpa lata. De ahí la norma del ART.1752
CC, que nos dice que la mujer por si sola no tiene, durante la vigencia de la
sociedad conyugal, derecho alguno sobre los bienes sociales, salvo el caso del
actual ART.138 CC, en que la mujer administra excepcionalmente, ordinariamente
la sociedad conyugal.

Sin perjuicio de que la mujer tiene créditos que hacer valer en contra de la
sociedad conyugal. Como lo ha resuelto la Corte Suprema, la mujer puede durante
la vigencia de la sociedad conyugal solicitar la nulidad absoluta de los actos y
contratos ejecutados o celebrados por el marido. Pero el marido durante la
vigencia de la sociedad conyugal es dueño de los bienes sociales, no sólo
respecto de terceros sino también respecto de la mujer y la mujer por si sola no
tiene derecho alguno sobre los bienes sociales, salvo el caso calificadísimo de
excepción en que ella administra ordinariamente la sociedad conyugal.

Cabe recordar que don Andrés Bello en nota al margen a los ARTS.1750 y
1752 CC, en el proyecto de 1853 dice: “Se ha descartado el dominio o el
condominio de la mujer sobre los bienes sociales porque es una ficción que a
nada conduce, no es lo mismo decir que un bien es social a que un bien es
común”.

Tan cierto es que la mujer no tiene derecho alguno sobre los bienes
sociales que la administración extraordinaria de la sociedad conyugal no le
corresponde en su calidad de mujer casada, en su calidad de persona que tiene
interés, le corresponde en su calidad de curadora del marido. Si la mujer tuviera
derecho sobre los bienes sociales lógicamente la administración extraordinaria de
la sociedad conyugal le correspondería de pleno derecho, por la sola circunstancia
de ser una persona que tiene interés.

Sin embargo, en el caso del ART.132 inc.2º CC, la mujer administra


excepcionalmente, ordinariamente la sociedad conyugal y ello va a ocurrir cuando
el impedimento del marido no sea de larga o indefinida duración, en cuyo caso la
mujer podrá actuar respecto de los bienes sociales, de sus bienes propios que
administra el marido y de los bienes del marido, con autorización judicial con
conocimiento de causa, si de la demora se sigue perjuicio. La mujer, actuando de
esta manera obliga los bienes sociales y los bienes del marido como si el acto
fuera del marido y obliga sus bienes propios hasta el beneficio que hubiere
reportado del acto.

Pero el marido tiene una serie de limitaciones en la administración de los


bienes sociales, limitaciones que dicen relación con los bienes raíces sociales,
donde se desprende que el marido administra y dispone libremente de los bienes
muebles sociales. A estas limitaciones se refiere el ART.1749 CC.

El marido ejerce los derechos que corresponden a la mujer que siendo


socia de una sociedad civil o mercantil se casare. Este precepto hay que
concordarlo con el ART.2105 inc. Final CC, que nos dice, “Los que no tengan la
administración de sus bienes concurrirán a los actos sociales por medio de sus
representantes legales o por medio de quien tenga la administración de sus
bienes”. Como la mujer no tiene la administración de sus bienes concurre a los
actos sociales el marido. La diferencia es muy sutil, no tener la administración de
sus bienes y ser incapaz es prácticamente lo mismo.

Con todo, si se trata de una sociedad iniciada antes del matrimonio, una vez
celebrado éste pasa a constituir el patrimonio reservado de la mujer, como por
ejemplo: Una sociedad de profesionales, en concepto de la doctrina, la continua
ejerciendo los derechos sociales durante la vigencia de la sociedad conyugal, en
el ejercicio de su patrimonio reservado. Pero el capital que la mujer aportó a la
sociedad ingresa al haber relativo y la sociedad conyugal deberá a la mujer
recompensa reajustada por ese capital.

Limitaciones a que se Encuentra Sujeto el Marido en la Administración de la


Sociedad Conyugal:

1) El marido necesita autorización de la mujer para enajenar y gravar


voluntariamente los bienes raíces sociales. A contrario sensu, tiene amplias
facultades para enajenar los bienes muebles sociales, porque la limitación se
refiere única y exclusivamente a los bienes raíces sociales. La autorización de la
mujer es necesaria al marido para poder enajenar voluntariamente los bienes
raíces sociales, no es necesaria la autorización de la mujer en las enajenaciones
forzadas.

Son enajenaciones forzadas las que se hacen en el juicio ejecutivo, en


el juicio universal de quiebras, las que provengan de una expropiación por
razones de utilidad pública.

Por consiguiente, si se sigue un juicio ejecutivo en contra de la mujer y se


embarga un bien raíz social que durante la vigencia de la sociedad conyugal se
confunden con los bienes del marido y se saca a remate por el acreedor del bien
raíz social, el marido no necesita autorización de la mujer porque es una
enajenación forzada.

Esta regla es perfectamente lógica, justa y conveniente, porque si se


necesitare autorización de la mujer también en las enajenaciones forzadas, seria
muy fácil que el marido y la mujer se coludieran en perjuicio de los terceros
acreedores y bastaría que la mujer negara la autorización al marido para que no
se pudiera sacar a remate un bien raíz social.
La autorización de la mujer puede ser suplida por el juez. La autorización
judicial subsidiaria sólo procede a petición del marido, de manera que si el marido
no la pide, el juez no puede prestar su autorización.

Se puede objetar, se puede contra argumentar diciendo que el no exigir la


ley la autorización de la mujer en las enajenaciones forzadas es muy posible que
el marido se coluda con un tercero para enajenar sin autorización de la mujer un
bien raíz social, por ejemplo: El marido celebra con un tercero un contrato de
mutuo simulado, el marido no cumple, el tercero traba embargo y saca a remate el
bien raíz que desea comprar, y en el fondo el marido está enajenando un bien raíz
social sin autorización de la mujer. Pero frente a esta posibilidad, la mujer tiene
como defenderse.

En concepto de la Corte Suprema, la mujer puede solicitar la declaración de


nulidad absoluta de los actos y contratos ejecutados o celebrados por el marido
durante la vigencia de la sociedad conyugal porque tiene interés actual que la
habilita para solicitar la declaración de nulidad absoluta. La mujer podría también
entablar la acción de simulación. En cambio, en el caso opuesto, frente a la
colusión del marido y de la mujer el tercer acreedor no tiene como defenderse. Por
eso la regla es lógica y justa, por exigirse solamente la autorización de la mujer
para enajenar y gravar voluntariamente un bien raíz social.

2) El marido requiere autorización de la mujer para prometer enajenar o


gravar un bien raíz social. Antes de la dictación de la ley 18.802, se discutió
mucho a cerca de si la promesa constituía o no un principio de enajenación. La
Corte Suprema en una sentencia del año 1962 lo resolvió, por razones más bien
de justicia que de técnica jurídica, que la promesa no constituye un principio de
enajenación, de la promesa emana una obligación de hacer cual es celebrar el
contrato prometido.
La ley 18.802 de 1989, introdujo esta limitación para evitar que por esta vía
el marido enajenara los bienes raíces sociales sin autorización de la mujer. De tal
manera que el marido necesita autorización de la mujer para prometer enajenar o
gravar un bien raíz social.

La expresión gravamen está tomada en su sentido amplio, de manera que


no sólo queda comprendida la hipoteca sino todo derecho real limitativo del
dominio, como el usufructo, el uso, la habitación, la servidumbre, etc., porque
todos estos derechos reales constituyen un principio de enajenación.

• Se ha discutido mucho que pasa cuando el marido compra un bien


raíz durante la vigencia de la sociedad conyugal, queda debiendo un saldo de
precio y para garantizar el pago de ese saldo de precio constituye hipoteca sobre
el bien raíz que esta comprando. ¿Necesita el marido autorización de la mujer o
no? La doctrina se encuentra dividida, hay quienes sostienen que no es necesaria
la autorización de la mujer y otros sostienen que si es necesaria la autorización de
la mujer. En la practica es conveniente que la mujer autorice esta hipoteca para
quedar a cubierto de cualquier eventualidad.

1) El marido requiere la autorización de la mujer para enajenar, gravar,


prometer enajenar o gravar, los derechos hereditarios de la mujer.

2) Requiere autorización de la mujer para donar y disponer a título


gratuito, por acto entre vivos, de los bienes sociales. Salvo el caso de excepción
que señala el ART.1735 CC, o sea, a menos que la donación sea de poca monta,
atendida la fuerza del haber social.

3) El marido requiere la autorización de la mujer para dar en


arrendamiento o ceder la tenencia de los bienes raíces sociales urbanos por más
de 5 años y de los bienes raíces rústicos por más de 8, incluidas las prórrogas que
haya pactado el marido. Porque bien puede ocurrir que el marido arriende un bien
raíz urbano por 3 años y en virtud de la cláusula de prórroga automática, el
contrato se prolongue por 5 o más años.

4) Requiere autorización de la mujer para obligar los bienes sociales,


constituyéndose avalista, porque la expresión aval está mal empleada por el
código, codeudor solidario, fiador u otorgar cualquier caución respecto de
obligaciones contraidas por terceros. Si no obtiene la autorización de la mujer
obliga solamente sus bienes propios, la autorización de la mujer es necesaria para
obligar los bienes sociales. Esta limitación también tiene su origen en la ley
18.802, como los chilenos somos muy proclives a hacer favores, la ley temió que
el marido se constituyera avalista, codeudor solidario, poniendo en peligro el
patrimonio familiar en detrimento de la mujer y de la familia común, por eso la ley
introdujo esta limitación al marido.

Estas son pues las limitaciones a que está sujeto el marido en la


administración de los bienes sociales.

• ¿Cómo puede prestar su autorización la mujer?.

La autorización de la mujer debe ser específica, esto significa que se refiera


determinadamente al contrato que se trata de celebrar, no procede una
autorización general y anticipada. Esta autorización de la mujer puede ser expresa
o tácita. La autorización expresa es siempre solemne, debe constar por escrito, o
por escritura pública si el acto requiere tal solemnidad. La autorización tácita
resulta de la intervención de la mujer, directa y expresamente, de cualquier modo
en el acto, de tal manera que sea cualquiera la forma o la calidad en que
comparece la mujer al acto se entiende que está autorizando tácitamente al
marido.

En todo caso la mujer puede prestar su autorización por medio de


mandatario. Este mandato es un mandato especial, debe otorgarse
específicamente para el acto o contrato respecto del cual la mujer está prestando
su autorización al marido. Además este mandato es solemne y la solemnidad
consiste en que debe constar por escrito o por escritura pública cuando el acto
requiere esa solemnidad.

• ¿Cómo presta la autorización el mandatario?

Habría que concluir que el mandatario presta la autorización de la misma


manera que lo puede hacerlo mujer, en forma expresa o tácita. Si lo hace
expresamente la autorización es solemne, debe constar por escrito o por escritura
pública si el acto requiere tal solemnidad. Puede autorizarlo tácitamente, o sea
interviniendo expresa y directamente de cualquier modo en el acto.

Qué pasa si la mujer niega injustificadamente su autorización al marido o se


encuentra imposibilitada de prestarla. Si la mujer niega sin justo motivo su
autorización, el marido tiene abierta la puerta para recurrir a la justicia y el juez
debe proceder con conocimiento de causa y citación de la mujer, o sea, el juez
debe oír a la mujer. Se discute si este procedimiento es contencioso o no
contencioso. Es un asunto contencioso porque hay una controversia entre partes.
Y como la ley no establece un procedimiento más expedito, habrá que aplicar a
este procedimiento las reglas del juicio sumario, con todas las consecuencias que
de ello se derivan o que ello conlleva.

También la autorización de la mujer puede ser suplida por el juez en caso


de impedimento de la mujer, como el de demencia, menor edad, ausencia real o
aparente. En este caso el juez puede suplir la autorización de la mujer si de la
demora se siguiere perjuicio. No cabe duda que este es un asunto de jurisdicción
voluntaria.
Pero si la mujer niega su autorización para que el marido pueda donar
bienes sociales, la autorización de la mujer no puede ser suplida por el juez. Aquí
encontramos una calificada excepción.

La sanción aplicable en caso de realizarse alguno de estos actos sin


autorización de la mujer, dependerá del acto de que se trate, de acuerdo al
ART.1757 CC.

- Si el marido enajena, grava, promete enajenar o gravar un bien raíz social,


o enajena, o grava, o promete enajenar o gravar los dºs hereditarios de la mujer, la
sanción es la nulidad relativa. Están legitimados para ejercer la acción rescisoria la
mujer, sus herederos y cesionarios. El plazo de prescripción de la acción
rescisoria, que como sabemos es de 4 años, comienza a correr desde la
disolución de la Soc. Conyugal; o desde que cese la incapacidad de la mujer o de
sus herederos. En ningún caso se puede pedir la declaración de nulidad
transcurridos 10 años desde la celebración del acto o contrato, porque que
transcurridos 10 años la ley quiere que todos los derechos estén perfectamente
establecidos, todas las situaciones jurídicas perfectamente consolidadas. La
nulidad relativa se sanea por la confirmación.

• Se plantea el problema de saber si la mujer puede confirmar, o sea


renunciar a la acción rescisoria, durante la vigencia de la Soc. Conyugal.

Se sostiene que no porque el derecho de la mujer va a surgir una vez


disuelta la Soc. Conyugal. En nuestro concepto, sin embargo, si la mujer esta
facultada para autorizar al marido bien podría confirmar el acto; si el marido da en
arrendamiento o cede la tenencia de un bien raíz social por más de 5 años, si es
urbano y por más de 8 si es rústico, incluida las prorrogas que hubiere pactado el
marido, la sanción es la inoponibilidad del exceso a la mujer y a sus herederos; la
inoponibilidad la puede hacer valer la mujer, sus herederos y cesionarios disuelta
la Soc. Conyugal.
- Si el marido se constituye avalista, codeudor solidario, fiador o garantiza
de cualquier modo las obligaciones contraídas por terceros, obliga únicamente sus
bienes propios, porque para obligar los bienes sociales requiere autorización de la
mujer.

Ya se veía que de acuerdo al ART.1752 CC, la mujer no tiene derecho


alguno sobre los bienes sociales durante la vigencia de la Soc. Conyugal, salvo el
caso del ART.138 inc.2 CC (145), sin embargo la mujer tiene una serie de
facultades sobre los bienes sociales:
1) Puede, de acuerdo al ART.1743 CC, disponer por causa de muerte
de los bienes sociales. Si la especie legada se adjudica a los herederos de la
mujer, el legatario podrá reclamar el legado en especie, pero si la especie legada
no se adjudica a los herederos de la mujer, el legatario puede reclamar su valor,
esta regla constituye una calificada excepción al ART.1107 CC, que establece la
nulidad del legado de cosa ajena.

2) La mujer obliga los bienes sociales cuando actúa con mandato


general o especial del marido, en virtud del ART.1951 CC. Pero si la mujer
mandataria actúa a su propio nombre, no obliga al marido respecto de terceros.

3) Obliga los bienes sociales, cuando se obliga conjuntamente con su


marido, solidariamente o subsidiariamente con su marido. De tal manera que si la
mujer se constituye fiadora del marido obliga los bienes sociales que se confunden
durante la vigencia de la Soc. Conyugal con los bienes del marido.

4) La mujer obliga los bienes sociales en las compras al fiado de


objetos muebles destinados al consumo ordinario de la familia, de acuerdo al
ART.137 CC. Cuando la mujer compra al fiado un objeto mueble destinado al
consumo ordinario de la familia obliga al marido en sus bienes y en los de la Soc.,
no obliga sus bienes propios sino hasta concurrencia del beneficio que haya
reportado el acto, comprendiendo en este beneficio el de la familia común en la
parte en que de dº haya debido proveer la mujer a las necesidades de ésta.

5) La mujer obliga los bienes sociales cuando ella administra


ordinariamente la Soc. Conyugal. Ello ocurre cuando el impedimento del marido no
sea de larga o indefinida duración, en cuyo caso la mujer puede actuar respecto
de los bienes sociales, de sus bienes propios y de los bienes del marido con
autorización judicial con conocimiento de causa, si de la demora se siguiere
perjuicio; en este caso la mujer obliga los bienes sociales y los del marido como si
el acto fuera del marido, sólo obliga sus bienes propios hasta concurrencia del
beneficio que hubiere reportado del acto, así lo establece el ART.138 inc.2 CC.

Con las salvedades hechas el marido goza y dispone de los bienes muebles
sociales. Respecto de los bienes inmuebles sociales tiene una serie de
limitaciones, casos en los cuales requiere autorización de la mujer.

La ley otorga a la mujer una serie de medios de defensa frente a la


administración del marido de los bienes sociales, a saber:

1) La mujer y solamente ella tiene dº a pedir la separación judicial de


bienes cuando:

a) El marido por su culpa no cumple con las obligaciones que le


imponen los ARTS.131 a 134 CC, que establecen los derechos - deberes
personales entre los cónyuges.

b) Puede pedir separación judicial de bienes si concurre alguna causal


de divorcio. Excluida la avaricia del marido si llegare a privar a la mujer de lo
necesario para la vida según sus facultades, porque esta causal esta comprendida
en la infracción al ART.134 CC, que establece el deber de socorro entre los
cónyuges.
c) Puede pedir separación judicial de bienes por administración
fraudulenta del marido o por insolvencia del marido.

d) Puede pedir la separación de bienes cuando los negocios del marido


se encuentran en mal estado, a consecuencia de especulaciones aventuradas o
de una administración negligente o descuidada, así lo establece el ART.155 CC.

De tal manera que la mujer tiene dº a pedir separación judicial de bienes


concurriendo una de las causales señaladas. Decretada la separación de bienes
se va a disolver la Soc. Conyugal y la mujer va a recuperar la administración, goce
y disposición de sus bienes propios.

2) La mujer goza del llamado “beneficio de emolumento”, y en virtud de


este beneficio, la mujer responde por las deudas sociales solamente hasta
concurrencia de su mitad de gananciales.

3) La mujer puede renunciar a los gananciales, en cuyo caso no


responde de las deudas sociales. La mujer puede renunciar los gananciales en las
capitulaciones matrimoniales que se celebran antes del matrimonio, y ella o sus
herederos pueden renunciar los gananciales una vez disuelta la Soc. Conyugal.
Pues bien, si la mujer renuncia a los gananciales no va a responder de las deudas
sociales, pero lo más importante es que conserva para sí su patrimonio reservado,
y excluye al marido de toda participación en sus bienes reservados.

4) La ley concede a la mujer el patrimonio reservado. Este permite a la


mujer casada en Soc. Conyugal de cualquier edad ejercer un trabajo, profesión,
industria, oficio o comercio separado del de su marido, y respecto de este trabajo,
profesión, industria, etc. y de lo que en ellos obtenga la mujer se considera
separada parcialmente de bienes. De tal manera que administra, goza y dispone
libremente de su patrimonio reservado, con la sola limitación de que si es menor
de edad requiere autorización judicial para enajenar sus bienes raíces reservados.
Es menester hacer hincapié en que los bienes reservados son bienes sociales, de
acuerdo al ART.1725 Nº1 CC, pero la administración de estos bienes se desplaza
a la mujer durante la vigencia de la Soc. Conyugal.

5) La mujer se paga antes que el marido de las recompensas, incluso


puede hacer efectivo este crédito sobre los bienes del marido. La mujer goza de
un crédito privilegiado de 4ª clase para hacer efectiva la responsabilidad del
marido, este crédito privilegiado le permite pagarse con preferencia a los
acreedores valistas, comunes o quirografarios.

6) A la mujer le corresponde indemnización de perjuicios por los delitos


y cuasidelitos cometidos por el marido.

7) La mujer puede durante la vigencia de la Soc. Conyugal solicitar la


declaración de nulidad absoluta de los actos y contratos ejecutados o celebrados
por el marido durante la vigencia de ésta. Así lo resolvió la Corte Suprema en una
sentencia ya antigua, de 1957. La corte de Apelaciones de Concepción, teniendo
en vista los mismos antecedentes que la Corte Suprema llegó a la conclusión
contraria, y dijo que la mujer durante la vigencia de la Soc. Conyugal no puede
solicitar la declaración de nulidad absoluta de los actos o contratos ejecutados o
celebrados por el marido, porque no tiene interés actual ya que el dominio de la
mujer sobre los bienes sociales es un derecho en potencia, un derecho eventual.

La Corte Suprema parte del concepto de patrimonio como universalidad


jurídica, que justifica que el dº de prenda general de los acreedores se mantenga
aún cuando salgan bienes del patrimonio del deudor. Dice la Corte Suprema: El
marido responde con todo su patrimonio de las deudas sociales, la mujer es una
de sus acreedores, si bien es cierto que el dº de dominio de la mujer sobre los
bienes sociales es un dº eventual, en su primera etapa es un crédito que la mujer
tiene sobre toda la universalidad jurídica de este patrimonio y en virtud de ese dº
de crédito que tiene la mujer sobre todo ese patrimonio se entiende que tiene
interés actual para solicitar la declaración de nulidad absoluta de los actos y
contratos ejecutados o celebrados por el marido durante la vigencia de la Soc.
Conyugal. Por otra parte dice la Corte, la nulidad absoluta es de orden público, de
tal manera que a la ley le interesa que el mayor número de personas solicite la
declaración de nulidad absoluta.

Estos son los dºs que la ley otorga a la mujer como medio de defensa frente
a la administración que el marido hace de los bienes sociales. Pero el marido
durante la vigencia de la Soc. Conyugal no sólo administra los bienes sociales,
sino también administra los bienes propios de la mujer. El ART.1749 CC, nos dice
que: “El marido es el jefe de la Soc. Conyugal y como tal administra los bienes
sociales y los de su mujer, sujeto empero a las limitaciones que por este titulo se
le imponen y a las que haya contraído en las capitulaciones matrimoniales”.

La critica más fuerte que puede formularse a la ley 18.802, que derogo la
potestad marital y otorgo a la mujer casada en Soc. Conyugal plena capacidad, es
que en realidad le otorgo una capacidad teórica, porque los bienes propios de la
mujer continúan siendo administrados por el marido, lo que no se justifica siendo
la mujer una persona capaz.

Facultades que tiene la Mujer sobre sus Bienes Propios durante la Vigencia
de la Sociedad Conyugal.

1) El ART.1754 inc. Final CC, nos dice: “La mujer por su parte no podrá
enajenar ni gravar ni dar en arrendamiento ceder la tenencia de los bienes de su
propiedad que administra el marido, sino en los casos del ART.145”.

Esto ha llevado a la profesora Claudia Schmidt a sostener que este


precepto es inconstitucional porque vulnera el principio de igualdad ante la ley, y
también va en contra de tratados internacionales ratificados por Chile, como el
tratado que elimina toda forma de discriminación en contra de la mujer.

Pero se plantea el problema de saber cual es la sanción que lleva


aparejada la infracción a este precepto, antes de la reforma introducida al CC, por
la ley 19.335 de 1994, no cabia duda alguna que la sanción era la nulidad
absoluta, porque el precepto tenia el carácter de prohibitivo, prohibía a la mujer
enajenar, gravar, dar en arrendamiento o ceder la tenencia de sus bienes propios
que administra el marido. Así quedo establecido en la historia fidedigna del
establecimiento de la ley, el entonces ministro de justicia Hugo Rosende lo
manifestó expresamente cuando dio una conferencia sobre el alcance de la
reforma de la ley 18.802 en esta facultad.

Sin embargo, actualmente la mujer puede dar en arrendamiento, ceder la


tenencia, enajenar o gravar los bienes propios que administra el marido en el caso
del ART.145 CC. De tal manera que hoy en día no tiene el carácter de prohibitivo,
hoy es imperativo y su infracción llevaría aparejada la nulidad relativa. Sin
embargo la prof. Schmidt sostiene todavía que el precepto lleva aparejada la
nulidad absoluta. En nuestro concepto desde la dictación de la ley 19.335, no
puede sostenerse que el precepto tenga el carácter de prohibitivo, como lo tuvo
bajo la sola vigencia de la ley 18.802, de tal manera que la infracción lleva
aparejada nulidad relativa. Existe un proyecto de ley que interpreta la norma,
diciendo que la infracción que lleva aparejada la enajenación o gravamen, el
arrendamiento, cesión de la tenencia de sus bienes propios que administra el
marido por al mujer, lleva aparejada la nulidad relativa. Hay, sin embargo una
sentencia que establece que la sanción es la nulidad absoluta.

2) La mujer puede disponer de sus bienes propios en el caso del ART.138


CC, cuyo inc.1 se refiere a la administración extraordinaria de la Soc. Conyugal, y
el inc.2 se refiere a la administración ordinaria de la Soc. Conyugal que efectúa la
mujer. De tal manera que la mujer obliga sus bienes propios cuando administra
extraordinariamente la Soc. Conyugal, en su calidad de curadora del marido,
cuando ha sido designada como tal. También la mujer puede disponer de sus
bienes propios cuando administra ordinariamente la Soc. Conyugal, en este caso
con autorización judicial dada con conocimiento de causa, si de la demora se
siguiere perjuicio.

3) La mujer puede celebrar actos y contratos respecto de sus bienes


propios en el caso del ART.138 bis CC. Se pone en el caso que el marido se
niegue injustificadamente a ejecutar un acto o celebrar un contrato respecto de un
bien propio de la mujer. Esta puede pedir al juez que la autorice para actuar por sí
misma, previa citación del marido. En este caso, cuando el juez autoriza a la mujer
obliga solamente sus bienes reservados y los bienes que forman parte de sus
patrimonios especiales, ARTS.166 y 167 CC. No obliga los bienes sociales ni los
bienes propios del marido, sino hasta concurrencia del beneficio que la Soc. o el
marido hayan reportado del acto .

Se justifica que el marido administre los bienes propios de la mujer porque


el marido tiene un derecho especial de goce sobre los bienes sociales y los bienes
propios de la mujer, es un derecho legal de goce. Pero el marido va a administrar
los bienes propios de al mujer no como dueño, calidad en que administra los
bienes raíces sociales, sino como administrador, con mayores facultades que las
de un administrador ordinario porque no esta obligado a rendir cuenta. Un sector
de la doctrina sostiene que el marido en la administración de los bienes propios de
la mujer sólo responde del dolo o de la culpa lata porque tiene mayores facultades
que las de un administrador ordinario.

En nuestro concepto responde de la culpa leve, no lo dice expresamente la


ley, pero así se desprende de la aplicación de las reglas generales ya que la culpa
leve se opone a la negligencia normal, común ordinaria, y constituye la regla
general. Toda vez que la ley habla de la responsabilidad que afecta a los que
administran bienes ajenos, establece que responden de la culpa leve, así ocurre
respecto del padre o madre de familia que detenta la patria potestad en la
administración de los bienes del hijo, aunque no se debería hablar de padre de
familia hoy en día, sino padre o madre que detenta la patria potestad. Así ocurre
con el tutor o curador en la administración de los bienes del pupilo. También
responde de la culpa leve el mandatario en la administración de los negocios del
mandante. Esto nos lleva a concluir que el marido en la administración de los
bienes propios de la mujer responde hasta de la culpa leve.

Limitaciones a que se Encuentra Sujeto el Marido en la Administración de


los Bienes Propios de la Mujer.

1) Requiere autorización para enajenar y gravar los bienes raíces


propios de la mujer, así lo establece el ART.1754 CC. Llama la atención, y se
diferencia de la enajenación de los bienes sociales, que la ley no emplea la
expresión “enajenación voluntaria”, pero la doctrina concluye que el marido
requiere la autorización de la mujer para enajenar o gravar voluntariamente los
bienes raíces de la mujer, así resulta de la aplicación de las reglas generales. En
las ventas forzadas que se hacen por ministerio de la justicia no se requiere
autorización de la mujer porque, de acuerdo al ART.671 CC, el juez es el
representante legal del deudor.

La autorización de la mujer debe ser especifica, es decir debe otorgarse


determinadamente para el acto que el marido pretende celebrar. En cuanto a la
forma puede ser expresa o tácita. La autorización expresa es siempre solemne,
debe constar por escritura pública. La autorización tácita resulta de la intervención
de la mujer directa y expresamente de cualquier modo en el acto. En todo caso la
mujer puede prestar la autorización por medio de mandatario y el mandato es
especial, debe otorgarse para el acto que la mujer quiere autorizar por medio de
mandatario y es solemne, debe otorgarse por escritura pública.
En este caso la autorización de la mujer sólo puede ser suplida por el juez
cuando la mujer se encuentra imposibilitada de manifestar su voluntad, como si
esta demente, enferma, ausente. No puede ser suplida por el juez frente a la
negativa de al mujer, y ello es lógico porque se trata de bienes propios de la mujer.

2) De acuerdo al ART.1755 CC, el marido requiere autorización de la


mujer para enajenar o gravar los bienes muebles de la mujer que el marido esté o
pueda estar obligado a restituir en especie. Este ART. no habla de bienes
muebles, pero ya se refirió a los bienes raíces en el ART.1754 CC.

Los bienes muebles de la mujer que el marido esta obligado a restituir en


especies son aquellos bienes muebles que se excluyeron de la comunidad en las
capitulaciones matrimoniales, que se celebran antes del matrimonio. Hoy en día
no existen bienes muebles que el marido pueda estar obligado a restituir en
especie, a menos que se concluya que la mujer puede aportar bienes muebles
apreciados en las capitulaciones matrimoniales, para que la Soc. Conyugal le
devuelva el bien en especie o en dinero a elección de la mujer. Para enajenar o
gravar estos bienes muebles que el marido esta o puede estar obligado a restituir
en especie, requiere autorización de la mujer, la ley no señala la forma en que la
mujer debe prestar su autorización, por lo que debemos concluir que puede
prestarla en cualquier forma, y todo será una cuestión de prueba.

La voluntad de la mujer sólo puede ser suplida por el juez cuando la mujer
se encuentre imposibilitada de manifestar su voluntad, ello es perfectamente
lógico porque se trata de bienes propios de la mujer, de manera que el juez no
puede autorizar al marido ante la negativa de la mujer. Esa autorización del juez
seria nula, porque el juez esta actuando fuera de la órbita de sus atribuciones y el
juez sólo puede actuar dentro de la órbita de sus atribuciones de acuerdo al ART.4
C.P.E y ART.4 C.O.T.
3) En virtud del ART.1756 CC, el marido no puede dar en
arrendamiento o ceder la tenencia de los bienes raíces rústicos de la mujer por
más de 8 años, y de los bienes raíces urbanos por más de 5 años, incluidas las
prorrogas que hubiere pactado el marido. Pero el ART.1756 CC, hace aplicable a
este caso lo dispuesto en el ART.1749 inc.7 y 8 CC. Si son aplicables ambos
incisos significa que la autorización de la mujer debe ser especifica, es decir debe
referirse determinadamente al acto o contrato que el marido pretende celebrar.
Puede ser expresa o tácita, la autorización expresa es solemne, debe otorgarse
por escrito o por escritura publica, si el acto requiere tal solemnidad. La
autorización tácita resulta de la intervención de la mujer directa o expresamente de
cualquier modo en el acto. También la mujer puede autorizar a su marido por
medio de mandatario y el mandato en este caso es especial y solemne, debe
constar por escrito o por escritura publica, si el acto requiere tal solemnidad.

La autorización de la mujer puede ser suplida por el juez, si la mujer la


negare sin justo motivo, el juez procederá con citación de la mujer. Esto parece
totalmente ilógico e injusto porque se trata de bienes propios de la mujer y si la
mujer no quiere que se de en arrendamiento un bien de su dominio, no tendría
porque su autorización ser suplida por el juez, pero así resulta de la remisión que
hace el ART.1756 al ART.1749 inc.7 y 8 CC.

También puede ser suplida por el juez en caso de impedimento de al mujer,


como el de menor edad, ausencia real o aparente, si de la demora se siguiere
perjuicio.

Fuera de estos casos, el marido tiene otras limitaciones que encontramos al


tratar de las donaciones entre vivos y al tratar de las reglas sobre la sucesión por
causa de muerte; a saber:

1) El marido requiere autorización de la mujer para provocar la partición


de bienes en que tenga interés la mujer. Si el marido quiere entablar la acción de
partición de una comunidad en que tiene interés la mujer requiere autorización de
ésta. No reglamenta la ley la forma en que la mujer presta su autorización en este
caso. La autorización de la mujer puede ser suplida por el juez, solamente en caso
de impedimento de la mujer. Pero si es otro copartícipe el que provoca la partición
no se requiere autorización de la mujer. ART.1322 CC.

Recordemos que según el inc.2 del ART.138 bis CC, si el marido se niega
injustificadamente a provocar la partición de una herencia en que tiene interés la
mujer, ésta frente a la negativa del marido puede acudir al juez, para que con
citación del marido la autorice para actuar por sí misma.

2) El marido requiere autorización de la mujer para proceder al


nombramiento de partidor, a fin de que proceda a liquidar una comunidad en que
tenga interés la mujer. En este caso, el juez también puede suplir la autorización
de la mujer, pero solamente si se encuentra impedida de prestar su voluntad, si la
mujer se niega, el marido no puede proceder al nombramiento de partidor. Si el
marido se niega sin justo motivo al nombramiento de partidor para que proceda a
la partición de una comunidad hereditaria en que tiene interés la mujer, el juez
puede autorizar a la mujer para actuar por sí misma, en virtud del ART.138 bis CC.
Así lo establece el ART.1326 CC.

3) La subrogación que el marido haga en bienes propios de la mujer


requiere autorización de ésta. ART.1733 CC.

La sanción en caso que el marido realiza alguno de estos actos sin


autorización de la mujer es la nulidad relativa. Exceptuando el arrendamiento o la
cesión de la tenencia de bienes raíces por un plazo superior al señalado. Están
legitimados para ejercer la acción rescisoria la mujer, sus herederos y cesionarios.
El plazo de prescripción de la acción rescisoria, que es de 4 años empieza a
corres desde la disolución de la Soc. Conyugal, o desde que cesa la incapacidad
de la mujer o de sus herederos.
Si el marido da en arrendamiento o cede la tenencia de un bien raíz urbano
de la mujer por más de 5 años, o de un bien raíz rústico por más de 8, incluidas
las prorrogas que haya pactado el marido, la sanción es la inoponibilidad en lo
que exceda este plazo a la mujer, sus herederos y cesionarios. Podrán hacer valer
la inoponibilidad una vez disuelta la Soc. Conyugal.

Administración Extraordinaria de la Sociedad Conyugal.

Se caracterizaba la administración ordinaria de la Soc. Conyugal, diciendo


que es la administración normal que corresponde exclusivamente al marido, salvo
el caso muy calificado de excepción en que la mujer administra ordinariamente la
Soc. Conyugal y que contempla el ART.138 inc.2 CC.

La administración extraordinaria de la Soc. Conyugal tiene lugar en


situaciones anormales en que no corresponde al marido la administración, porque
la administración extraordinaria procede, precisamente, cuando el marido se
encuentra imposibilitado para administrar la Soc. Conyugal. La ejerce un curador
del marido, que puede ser la mujer o un tercero.

El título que justifica la administración extraordinaria de la Soc. Conyugal es


la calidad de curador del marido, y aquí se nota con claridad que la mujer no tiene
dº alguno sobre los bienes sociales durante la Soc; porque si la mujer tuviera
derechos, lo lógico sería que le correspondiera a ella la administración de la Soc.
Conyugal en su carácter de mujer casada, de persona que tiene interés.

La administración extraordinaria tiene lugar cuando el marido se encuentra


imposibilitado para administrar la Soc. Conyugal porque es menor de edad, o
porque esta declarado en interdicción por demencia, sordomudez o disipación, o
porque se encuentra ausente por largo tiempo sin comunicación con su familia. En
todos estos casos debe nombrarse al marido un curador. Será curador de la
persona del marido, tratándose del marido menor de edad y del marido declarado
en interdicción por demencia, sordomudez y disipación, y será curador de los
bienes del marido, tratándose del marido ausente. Así lo establece el ART.1758
inc.1º y el ART.138 inc.1 CC.

De manera que el curador cuando el marido esta declarado interdicto o es


menor de edad es curador de la persona y bienes, tratándose del marido ausente
es curador sólo de los bienes.

La administración extraordinaria corresponde al curador del marido. Como


la mujer puede ser designada curadora del marido, le va a corresponder en tal
calidad la administración extraordinaria de la Soc. Conyugal.

El curador del marido ejerce la administración de pleno derecho, por la sola


circunstancia de tener tal calidad, concurriendo naturalmente los requisitos que
establece la ley para que el curador pueda ejercer su cargo. Esto es,
fundamentalmente que la curaduría haya sido discernida. El discernimiento es el
decreto judicial que autoriza al tutor o curador para ejercer el cargo.

Normalmente la mujer será curadora del marido. Así ocurre tratándose del
marido declarado en interdicción por demencia, así ocurre con el marido declarado
en interdicción por sordomudez, así ocurre tratándose del marido ausente.
También tratándose del marido menor de edad, pero respecto de éste, hay ciertas
personas llamadas con anterioridad a la mujer para ejercer la guarda. Será
siempre un tercero, curador del marido, cuando éste haya sido declarado en
interdicción por disipación, porque ninguno de los cónyuges puede ser curador del
otro declarado en interdicción por disipación, así lo establece el ART.450 CC.
Tampoco corresponde a la mujer la administración extraordinaria de la Soc.
Conyugal, por no tener la calidad de curadora del marido, cuando la mujer se
encuentra incapacitada para ejercer la guarda o cuando la mujer se excusa de
ejercerla. Antes de la dictación de la ley 19.335, las mujeres podían excusarse de
ejercer la guarda sin expresar causa, es decir por la sola circunstancia de ser
mujeres, la ley trato de equiparar la situación del marido con la de la mujer y hoy
en día puede excusarse de ejercer la guarda, el padre o madre que tenga a su
cargo el cuidado cotidiano del hogar, así lo establece el ART. 514 Nº5 CC.

El ART.1762 CC, confiere a la mujer, que no quiere tomar sobre sí la


administración extraordinaria de la Soc. Conyugal ni someterse a la dirección del
curador del marido, el derecho a pedir la separación judicial de bienes. Decretada
la separación judicial de bienes se va a disolver la Soc. Conyugal y la mujer va a
recobrar la administración, goce y disposición de sus bienes propios. Sin embargo,
no obstante los términos amplios en que esta redactado el ART.1762 CC,
debemos entenderlo con dos limitaciones:

a) La mujer puede pedir la separación judicial de bienes en todos los


casos en que proceda la administración extraordinaria de la Soc. Conyugal, menos
cuando la administración extraordinaria tiene su origen en la menor edad del
marido, y ello porque el ART.1762 CC, debemos entenderlo referido a los casos a
que se refiere el ART.1758 CC, que encabeza el párrafo de la administración
extraordinaria de la Soc. Conyugal, y que tiene el carácter de precepto especial. El
ART.1758 CC, se refiere al caso de interdicción del marido y al caso de ausencia
del marido, no se refiere al caso de menor edad del marido. Por lo demás así se
desprende del ART.449 (459) CC, ubicado al tratar de la curaduría del disipador,
del ART.463 CC, ubicado al tratar de la curaduría del demente y del ART.470 CC,
ubicado al tratar de la curaduría del sordomudo.

b) La mujer no puede pedir la separación judicial de bienes cuando ella


es menor de edad. Ello por una razón muy simple, si la mujer es menor de edad y
esta separada totalmente de bienes debe designársele un curador para la
administración de sus bienes propios y no se justifica que la mujer no quiera
someterse a la dirección del curador del marido cuando ella misma tiene que
someterse a la dirección de un curador para la administración de sus bienes
propios.

Reglas para la Administración Extraordinaria de la Sociedad Conyugal.

Para ver con sujeción a que reglas se administra extraordinariamente la


Soc. Conyugal tenemos que distinguir según que el curador del marido sea un
tercero o según sea la mujer.

- Si el Curador es un Tercero: Va a administrar conforme a las reglas


que se señalan en el título de las guardas o curadurías (***).

- Si el Curador es la Mujer: Para ver con sujeción a que reglas


administra extraordinariamente la Soc. Conyugal es necesario distinguir según que
se trate de sus bienes propios, de los bienes del marido o de los bienes sociales.

La mujer administra sus bienes propios con amplias facultades de


administración, goce y disposición. Administra los bienes del marido con sujeción
a las reglas que el código da al tratar de la curaduría. Administra los bienes
sociales con sujeción a las reglas ubicadas en el Párrafo IV del Titulo 22 del Libro
IV, que se refiere a la administración extraordinaria de la Soc. Conyugal. De tal
manera que el estatuto por el cual se va a regir la mujer va a ser distinto.

a) Respecto de sus bienes propios no esta sujeta a limitación alguna,


administra goza y dispone libremente de sus bienes propios.

b) Administra los bienes del marido con sujeción a las reglas de la


curaduría. De tal manera que debe rendir cuenta de su administración, y responde
de la culpa leve. La mujer requiere autorización judicial para enajenar los bienes
raíces del marido o para gravarlos con hipoteca, censo y servidumbre, también la
requiere para enajenar o empeñar los muebles preciosos o que tengan valor de
afección, y el juez sólo puede autorizar por causa de utilidad o necesidad
manifiesta. La venta de todos estos bienes debe hacerse por pública subasta, así
lo establece el ART.393 CC.

Requiere autorización la mujer para dar en arrendamiento los bienes raíces


urbanos del marido por más de 5 años y los bienes raíces rústicos por más de 8
años, además necesita autorización judicial para provocar la partición de una
comunidad en que tenga interés el marido, pero si otro copartícipe entabla la
partición no va a necesitar autorización judicial.

También requiere autorización judicial para proceder al nombramiento de


partidor, a fin de que proceda a la partición de una comunidad en que tenga
interés el marido.

La mujer no puede repudiar una herencia deferida al marido ni una


asignación o una donación de bienes raíces o de bienes muebles que valgan más
de un centavo sin autorización judicial, con conocimiento de causa. Así lo dice el
ART.1236 CC. Además la mujer tiene que aceptar las herencias deferidas al
marido con beneficio de inventario, beneficio en virtud del cual sólo va a responder
de las deudas hereditarias y testamentarias hasta concurrencia de lo que recibe
por concepto de herencia.

Si la mujer realiza alguno de estos actos sin autorización judicial,


exceptuando el arrendamiento, la sanción es la nulidad relativa porque se ha
omitido una formalidad habilitante establecida en beneficio del marido, como una
manera de proteger al marido, Podrá solicitar la declaración de nulidad relativa el
marido, sus herederos y cesionarios, naturalmente una vez que cese la
administración extraordinaria de la Soc. Conyugal, mientras este vigente esta
administración no puede pedir la declaración de nulidad relativa. Si la mujer da en
arrendamiento los bienes raíces urbanos por más de 5 años y los rústicos por más
de 8, el exceso es inoponible al marido, sus herederos y cesionarios. Pero la
nulidad y la inoponibilidad sólo la pueden hacer valer una vez que termina la
administración extraordinaria de la Soc. Conyugal o una vez que se disuelve ésta,
no pueden hacerla valer mientras la mujer esta administrando extraordinariamente
la Soc. Conyugal.

c) Administra los bienes sociales con sujeción a las reglas que señala el
párrafo 4º del título 22 del libro 4º, que trata de la administración extraordinaria de
la Soc. Conyugal. La mujer requiere autorización del juez en los mismos casos en
que el marido requiere autorización de la mujer. Así lo establece el ART.1759 CC.

De tal manera que del ART.1759 CC, se desprende que la mujer necesita:

1) Autorización judicial, con conocimiento de causa, para enajenar y


gravar voluntariamente los bienes raíces sociales.
2) Requiere autorización judicial, con conocimiento de causa, para
prometer enajenar o gravar los bienes raíces sociales.
3) Requiere autorización de la justicia para donar o disponer a título
gratuito, por acto entre vivos, los bienes sociales, a menos que la donación sea
de poca monta atendida la fuerza del haber social.
4) Requiere enseguida autorización judicial para constituirse avalista, el
código emplea la expresión aval pero está mal empleada, fiadora, codeudora
solidaria o para caucionar de cualquier modo las obligaciones contraidas por
terceros.
5) Para dar en arrendamiento los bienes raíces sociales urbanos, por
más de 5 años, y rústicos, por más de 8, previa información de utilidad.

Si la mujer enajena o grava voluntariamente un bien raíz social, promete


enajenar o gravar un bien raíz social o dona o dispone, a título gratuito, por acto
entre vivos de los bienes sociales, la sanción es la nulidad relativa y está
legitimado para ejercer la acción rescisoria el marido, sus herederos y cesionarios.
Y el cuadrienio para entablar la acción de nulidad se cuenta desde que cesó el
hecho que motivó la curaduría. Pero en ningún caso se puede pedir la declaración
de nulidad transcurridos 10 años desde la celebración del acto o contrato.

Si la mujer se constituye avalista, codeudora solidaria, fiadora o garantiza


de cualquier modo obligaciones contraidas por terceros, por ejemplo constituyendo
una hipoteca, una prenda, sin autorización judicial, obliga solamente sus bienes
reservados y los bienes que administra como separada de bienes de acuerdo a los
ARTS.166 y 167 CC. Porque para obligar los bienes sociales requiere autorización
de la justicia.

Si la mujer da en arrendamiento o cede la tenencia de un bien raíz social


urbano, por más de 5 años, o rústico, por más de 8, la sanción será la
inoponibilidad del exceso al marido y a sus herederos.

Todos los actos y contratos que la mujer realice con autorización judicial, en
virtud del ART.1760 CC, se miran como actos del marido, y por consiguiente
obliga al marido en sus bienes y en los de la Soc. Conyugal, a menos que
aparezca o se pruebe que dichos actos se celebraron en beneficio personal de la
mujer.

Existe otro caso de administración extraordinaria que es la que ejerce el


síndico de quiebras y que contempla el ART.60 de la Ley de quiebras.

Sabemos que la quiebra produce el desasimiento de los bienes del fallido y


los bienes del fallido pasan a ser administrados por el síndico de quiebras, pero el
síndico va a administrar solamente los bienes sociales y los bienes del marido y no
los bienes de la mujer.
La administración extraordinaria cesa cuando desaparece la causa que la
produjo, esto es, cuando el marido cumple 18 años, cuando el marido declarado
en interdicción por demencia, sordomudez o disipación es rehabilitado, cuando el
marido ausente reaparece o se decreta la posesión provisoria de los bienes del
marido desaparecido o el marido ausente nombra un mandatario para que se
encargue de administrar sus bienes. En estos casos, cesando la causa que
produjo la administración extraordinaria de la Soc. Conyugal, el marido recobra la
administración de la Soc. Conyugal y la de los bienes propios de la mujer, pero
para que ello ocurra se requiere previo decreto judicial, a menos que se trate del
marido menor de edad, en cuyo caso no se requiere decreto judicial. Así lo
establece el ART.1763 CC.

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