Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El silencio administrativo podría ser definido como una “ficción jurídica” creada con
el fin de proteger a los particulares frente a una Administración poco diligente. Me
explico: ante los constantes incumplimientos por parte de las Administraciones
Públicas de su obligación de responder a las solicitudes de los particulares, se
hizo necesario arbitrar algún mecanismo que permitiera a los ciudadanos
reaccionar frente a ese mutismo de los entes públicos, y así, aparece en nuestro
ordenamiento jurídico la figura del silencio administrativo negativo, pensado como
un instrumento para abrir la vía jurisdiccional y salvar al ciudadano de tener que
esperar eternamente a que la Administración decidiera cumplir con sus funciones
Ello, no obstante, mucho ha cambiado el silencio desde aquellos tiempos en que
era concebido de la forma descrita, fundamentalmente porque nuestro legislador
se dio cuenta de que al otorgar al silencio sentido negativo —es decir, al otorgar a
la “callada por respuesta” de la Administración el efecto equivalente al de un acto
desestimatorio—, solo fomentaba esa actitud poco diligente y despreocupada de
las Administraciones.
ANTECEDENTES
Pues bien, dado que difícilmente podemos conocer dónde estamos sin saber de
dónde venimos, empecemos por el principio:
Pues bien, ¿qué ocurre si, transcurrido el plazo previsto, la Administración no nos
ha notificado la resolución? Entonces opera el silencio administrativo, que puede
ser positivo o negativo. Analicemos cada uno de ellos por separado.
¿Qué podemos hacer con ese “no”? Pues tenemos dos opciones: