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Llorca Et Al Historia de La Iglesia Catolica III.. Edad Nueva PDF
Llorca Et Al Historia de La Iglesia Catolica III.. Edad Nueva PDF
F. J. M O N T A L B A N S. I.
HISTORIA
DE LA
IGLESIA CATÓLICA
IH
E D A D N U E V A
La I g l e s i a en la ¿ p o c a d e l R e n a c i m i e n t o
y de la R e f o r m a c a t ó l i c a
POR
RICARDO G A R C I A VlLLOSLADA S. I.
FROriSOR D I HISTORIA (CLISIASTOCA TN LA FONTIRLOIA
I UNIVERSIDAD GREGORIANA M ROMA
BERNARDINO LLORCA S. I.
PHORTSOR DI HISTORIA (CUSIASTCCA «N LA RONTIFLCIA
VNIVKRSTDAL} D* SALAMANCA
B I B L I O T E C A DE A U T O R E S C R I S T I A N O S
MADRID . MCMLX
VI ÍNDICE G F. N ERAL
Págs.
I. E l wydlefisano 268
II. E l (movimiento h n s i t a 281
Págs.
I. Tópicos y v e r d a d e s 575
II. B a j o Ja e n s e ñ a d e 'la c a r i d a d 581
III. B a j o el s i g n o d e E r a s m o 593
I. Z u i n g l i o : Qa i n n o v a c i ó n e n l a Suiza a l e m a n a 674
II. Calvino. L a i g l e s i a r e f o r m a d a 681
III. El cisma de Inglaterra : anglicanismo 692
E D A D N U E V A
1303-1648
I. REPERTORIOS BIBLIOGRÁFICOS
3) Libros litúrgicos.
Missale Romanum. Ed. milanesa de 1 4 7 4 , reeditada por R . LIPPE en la colección
«Henry Bradshaw Society» (Londres 1899-1907), vol.17 y 23.
The Cotbertine Breviary. Ed. T . R . GAMBIER-PARRY (Londres 1 9 1 2 - 1 3 ) 2 vols.;
vol.43-44 de la «Hcnry Bradshaw Society»; es, con algunas modificaciones,
el Breviarium Romanum del cardenal de Santa Cruz F. DE QUIÑONES, reeditado
e n C a m b r i d g e (1888) p o r W . LBGG.
The second Recensión ofthe Quignon Breviary. Ed. J. W . LEGO (Londres 1 9 0 8 - 1 2 ) ,
vol. 41-42 de la «Honry Bradshaw Society».
Para la liturgia postridentina véase el Missale Romanum y el Breviarium Romanum
desde la edición ordenada por Pió V hasta las últimas ediciones típicas. Llámase
«editio typica» la que sale de la Tipografía Pontificia Vaticana o de otra tipo-
grafía con licencia y aprobación de la Sagrada Congregación de Ritos. Lo mismo
se diga de los otros libros litúrgicos, como el Rituale Romanum, el Pontlficale
Romanum, etc.
5) Escritores.
Corpus caihollcorum (Münstcr 1919ss). Esta colección, iniciada por J. OREVJNO,
pretende publicar los escritos de los controversistas antiluteranos del siglo x \ j ;
e i j 1952 salló el fasc.26. Es o b r a paralela, por n o decir una respuesta, al Corpus
reformatorum, iniciada en Halle 1827 por el teólogo protestante Brotschnoidcr.
J. T . ROCABP.RTI, Biblioteca máxima pontificia ( R o m a 1698-99) 21 vols., con escri-
tos de los más famosos teólogos «pro Sancta Sede Romana».
A . M A I , Spiclleglum romanum ( R o m a 1839-44) 1 0 vols. Interesan aquí los t . 1 . 2 . 8 .
9.10 por las obras que contienen de cronistas y humanistas italianos de los
siglos xv-xvi.
Studi e testi (Ciudad del Vaticano 1900ss). En 1956 se publicó el vol.188; son no
pocos los volúmones que pertenecen a nuestra historia.
Biblioteca de Autores Cristianos (Madrid 1944ss). La B A C ha publicado tos escri-
tos de los principales fundadores de órdenes religiosas, santos, ascetas y místi-
cos españoles.
Biblioteca de Autores Españoles (Madrid 1845ss). Esta Biblioteca, llamada de M . Ri-
badeneira, del nombre de su iniciador, fué continuada por M . Menéndez y
Pelayo bajo el titulo de Nueva Biblioteca de Autores Españoles, y sigue en curso
b a j o la dirección de la Acadomia de la Lengua.
. Memorial histórico español. Colección de documentos, opúsculos y antigüedades,
publicados por la Real Acad. de la Historia en 48 vols. (Madrid 1851-1917).
Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y coloniza-
ción de las posesiones españolas en América y Oceanla (Madrid 1864-1932)
66 vols.
L . A . RBBEIAO DA SILVA, Corpo diplomático portuguez. RelaçOes com a curia romana
(Lisboa 1862-99) 1 4 vols.
J . DA G R A Ç A BAR RETO, Bullarium Patronatus Portugalliae regum (Lisboa 1 8 6 8 - 7 9 )
6 vols.
.Recueil de voyages et de documents pour servir a l'histoire de la Géographie depuis
le xin* siècle jusqu'à la fin du xvi* siècle, publié par C . SCHBFFBR-H. C O R -
DIBR (Paris 1882-1917) 25 vols.
V. HISTORIAS GENERALES
Iidad, tomada cum mica salis, para entender la diferencia de los periodos
históricos, pues aun los más empeñados en borrar los límites divisorios
entre Edad Media y Edad Nueva tienen que admitir una evolución
progresiva hacia el individualismo, laicismo, naturalismo, etc.
Un problema mucho más hondo podríamos tocar aquí, y es el de
las causas o raíces de este proceso que ha llevado al hombre a separarse
cada vez más de la tutela de la Iglesia y de la jncntalidad cristiana.
Señalemos, al menos como posibles, tres cr cuatro causas históricas,
algunas de las cuales actúan en el hombre europeo ya desde el siglo xi:
el derecho romano, con su concepto del principe absolutista; la filoso-
fía de Aristóteles, plenamente aceptada en su carácter racionalista;
la invasión de la ciencia arábigo-judía, la evolución social y la soberbia
del hombre, que, engreído de su progreso y de su conocimiento cada
dia mayor del mundo, cree bastarse a si mismo, y, olvidando su condi-
ción de criatura tarada con el pecado original, busca la propia perfec-
ción humana en seguir sus tendencias naturales, sin someterse a otra
ley que la de su conciencia autónoma. ¿Es esto último lo que muchos
autores denominan individualismo?
Los desastrosos efectos de estas causas se vieron claramente en el
siglo xvni, y de una manera catastrófica en nuestros días.
Mas no se vaya a creer que toda la historia de estos siglos lleva
esencialmente entrañados estos caracteres o que no hay otra historia
que la que se manifiesta de ese modo. Precisamente la historia de la
Iglesia es la más brillante demostración de que la «ciudad de Dios*
lucha perpetuamente contra la «ciudad del diablo» y que la celeste
se mezcla con la terrestre.
P A R T E I
Desde la muerte de Bonifacio VIII hasta la rebelión
de Lutero (1303-1517)
CAPITULO I
> Algunas fuentes sobre Benedicto XI en C GRAMDJIAN, Le reg'utrt de Bonolt XI (París 1905)
y en los Annales eccl. de RAINALDI, a. 1304. Una buena monografía, la de P. FUNKC, Paptt Be-
nedíkt XI (Münster 1891); • . BISOARO, Per la biogrufia di papo Benedstto XJ: «Archivio Vene,
to» 14 U933) 117-153; L . GAUTIER, BenoU XI (París 1863^; A . M . F'MUÜKO, Bentdetta XI papa
dominicano (Romu 1934); L . JADIN, JBenoft XJ; «Dict. d'hist. et gíogr.T; G . Dir.AHN, Pkilipp» !«
Bel et 1« Smnl-Síi'ío vol.2 (l'srls 1936) p. 186-209. Los Colonna protestaron contra la elección
de Benedicto XI en un documento que trae P m x z . Acia Aragorunifa 1,153-154-
C.I. CLEMENTE V 17
hasta ahora sin castigo por justas causas; pero no podemos permanecer
más tiempo sin que nos levantemos, o mejor, Dios se levante en nos-
otros, para desbaratar a sus enemigos.
(Narra a continuación el atentado, y acusa a los criminales Pedro
de Nogaret, Rinaldo de Supino, Sciarra Colonna y otros doce, y pro-
sigue:)
Esto se perpetró a la luz del día, públicamente, notoriamente y
ante nuestros propios ojos. Y con ello se cometió crimen de lesa majes-
tad, crimen de Estado, de sacrilegio, infracción de la ley Julia, sobre
violencia pública, y de la ley Cornelia, sobre.los sicarios, secuestración
de personas, latrocinio, pillaje, felonía y otros muchos crímenes que
se siguieron de aquél. A l verlo, permanecimos mudos de estupor.,.
El sumo pontificado ha sido deshonrado, y la Iglesia, en cierta manera,
cautivada con la cautividad de su esposo... |Oh delito digno de expia-
ciónl |Oh crimen nunca oído! |Oh Anagni miserable, que tales cosas
toleraste dentro de tus muros! Que el rocío y la lluvia no caigan sobre
ti..., porque, a tu vista y sin que hicieras nada por evitarlo, el robusto
sucumbió y el que se ceñía de fortaleza fué vencido... Puesto que está
escrito: Feci iudicium et iustitiam; et honor Regís iudicium diligit, desea-
mos Nos entablar proceso en este asunto. Y , observando la forma
jurídica de tales casos, a los arriba nombrados y a todos los que inter-
vinieron en el atentado de Anagni con sus personas, o con su ayuda,
o con su consejo y favor, denunciamos... haber incurrido en la sen-
tencia de excomunión promulgada por los cánones y los citamos pe-
rentoriamente a que comparezcan personalmente ante Nos antes de
la próxima fiesta de los santos apóstoles Pedro y Pablo» 2 .
Nogaret no compareció. ¿Qué le importaban a él, protegido por
el rey, los rayos de la excomunión y las fúnebres ceremonias del ana-
tema pontificio? Cuando ya el papa habla levantado en la plaza un
catafalco con negros paños bordados de oro para pronunciar la solem-
ne, ritual condenación, Dios—decía Nogaret—intervino providencial-
mente, hiriéndole con una muerte súbita. En efecto, Benedicto XI
murió el 7 de julio de 1304, de una disenteria causada por unos higos.
Corrió el rumor de que había sido envenenado. Echaron la culpa a
Nogaret falsamente. Otros dijeron que los envenenadores habían sido
los cardenales Napoleón Orsini y Juan Lemoine, instigados por el rey
de Francia. Y con más insistencia se le acusó al franciscano espiritual
Bernardo Délicieux, que había profetizado la muerte del papa basán-
dose en las noticias que de la salud del pontífice le había dado el médico
Arnaldo de Vilanova. Pero la muerte de Benedicto XI parece que fué
natural. Por sus virtudes fué beatificado en 1736 5.
Corto fué su pontificado, por desgracia. Inició amistosas relaciones
con Alberto de Habsburgo, rey de romanos, y con Jaime II de Aragón,
a quien le ofreció benignamente el feudo de Córcega y Cerdeña y le
otorgó otros favores 4 .
Levantó la excomunión al rey de Dinamarca, Erik Menvet, y a
su hermano, estableciendo la paz religiosa en el país.
1 RAINALOI, Anna/EJ eccles. A. 1304 n.14-15.
1 Sus biografías antiguas, reseñadas en «Bibl. Hagiogr. lat.» n.1090-1094. Sus milagros, en
«Analecta Bollandiana> 19(1900) 14-20.
4 Los documentos en FINKE, Acia Aragonemia 1,157-61.174-77,
18 P.I. DIt BONIFACIO VIII A LUTCTO
>4 «IN fortlori parte villa«» (]. SCHWALM, Comlitutiono «t dela publica 7mp«rat. «T regum, en
M G H , LX «ect.4 t.4 p.440).
»' FINKI, Acta Aragonmsia 1,1*5.
22 P.I. DU BONIFACIO v n i A IUTBRO
1 7 En 1330 el rendimiento neto de loi diezmos que entraba en la« cajas r e a l a «uponla muchos 1
millones de francos, más de 265.950 libras tornesas (G. MOLLAT, Papa d' Avignon: «Dict. a polo-
«ét.», donde trata de las acusaciones contra los papas avifloneses; LIZWAND, Clémtnt V «t Phi-
lippe le 8«l p.476-78 ap.33), El problema aviAonéi lo trata E. KRAACX, Rom oda Avignon (Mar-
hura 1929); libro alabado por el italiano DUPSÉ-TIIKÍEIDHR, / papi di Avignoru p.xin, y dea-
preciado por el francés MOLLAT, La papa p.23.
24 P.I. D * BONIFACIO v n i A LUTÍRO
17 DUPUY, HÚTOT'r« da diffirend du pape Boniface V¡¡¡ p. 368 ;IRAINALDI,'Anuales 1.1309 0.4.
1» DUPUY, WIRT. du diffirend p.370; LIZERANU, Ctément V p.194.
J » Véase la continuación de Guillermo de Nangis en BOUQUET, Reaieil des historien] X X ,
600, aunque tal vez sus afirmaciones se refieran al conjunto del proceso, y en particular a la se-
gunda sesión.
" DUPUY, Hist. du diffirend P.3SO-3 6 »; LIZEKAND, Climent V p.ao6; FINKE, ALU den Tan-
gen B. p.231-232. Pietro Balan no* da a conocer otro elenco de 32 puntos, conservado en el ar-
chivo vaticano, donde Nogaret denuncia crímenes como éstos: que Bonifacio habla muerto hereje
y que lo era ya antes de ser papa (n.1.2.3); que el alma, según Bonifacio, moría con el cuerpo
y que la resurrección de los muertos era imposible (n.7.8); que negaba la encamación de Nues-
tro Se flor, la virginidad de María, los sacramentos de la penitencia y del matrimonio (n.9-13);
q u e °irl'a m " c i t I que adoraba a los demonios y tenia encerrado a uno de ellos en
una sortija, la cual llevaba siempre consigo ( n . i s - 1 7 ) ; que las limosnas, oraciones, ayunos y demás
Obras buenas no son de alguna utilidad (n.20); que no habla recibido los sacramentos al morir
y que blasfemaba de Cristo y de la Virgen (n,2i); que habla usurpado el pontificado engallando
C.I. CUÍMENTK V 29
fació VIH. Todos juran y perjuran que no dicen sino ia verdad y sin
ser a ello inducidos por nadie. Bien hab'a sabido Nogaret escoger sus
instrumentos, los cuales confirman con hechos concretos las conocidas
acusaciones (herejía, idolatría, perversiones sexuales, trato con el de-
monio, etc.) que aquel jurista, hijo de albigenses, lanzaba contra todas
sus víctimas. Delante de la primera colisión, reunida en el priorato
de Grozeau, un sacerdote y canónigo, Nicolás de Sant'Angelo, testi-
ficaba haber oído de la boca de Bonifacio VIH, en presencia de muchas
personas, estas palabras: «Las tres religiones—judía, cristiana y maho-
metana—son invenciones humanas; no bay vida futura; la religión
cristiana contiene muchas falsedades; por ejemplo, el dogma de la
Trinidad y el nacimiento virginal de Jesús». Otro testigo, abad de San
Benito, repetía lo mismo, poniendo la escena en Nápoles, y añadiendo
que Bonifacio negaba la eucaristía y la resurrección de los muertos.
Un tal Manfredo, de sesenta y cinco años, decía haberle oído esas mis-
mas palabras en Letrán cuando el jubileo >' como también le había oído,
entre otras cosas, que el trato sexual cor» mujeres o muchachos no era
más pecado que el frotarse las manos. Lo mismo repetían otros testigos,
aunque cambiando las circunstancias de lugar. Un sacerdote napolitano
sostenía que Bonifacio nunca miraba a la hostia en la consagración.
Y no faltó alguno de tan buena memoria que se acordaba de que,
siendo Bonifacio aún joven, habla sido castigado por la Santa Inqui-
sición.
Es notable que los testigos que comparecieron ante la comisión de
Italia coincidan en los mismos crímenes, señal de que alguno se los
dictaba. Ciertos matices nuevos pueden descubrirse en la acusación de
que ofrecía sacrificios a los IdoloB y habla asesinado a Celestino V. El
impudor de uno llegó a jurar que él con sus propios ojos habla visto
a Bonifacio abusar de la mujer del testigo y de una niña, todo con nom-
bres concretos. Otros se acordaban de ciertas palabras blasfemas con-
tra la Santísima Virgen y de que el papa en su lecho de muerte había
rechazado la eucaristía, diciendo: Nolo, noío.
Sería interesante descubrir los móviles que les impulsaban a tantos
testigos a tomarse espontáneamente (según aseveraban) tantas moles-
tias, viniendo personalmente a la residencia del papa o presentándose
en determinadas ciudades italianas con objeto de lanzar tan terribles
e inauditas acusaciones contra un romano pontífice muerto seis años
antes. Un celo tan ardiente y desinteresado por la ortodoxia, por la
pureza de la moral, por la justicia y la verdad es humanamente incom-
prensible. Decir que procedían por amor a la Iglesia los que arrojaban
tales pelladas de lodo contra la persona de un papa, suena a sarcasmo.
Pero todo se aclara cuando se ve entre bastidores la figura mixturera
y suasiva de Nogaret. Mientras, ante el juicio de la historia, no Be pre-
senten testigos más incorruptos, más fidedignos y de mayor respeta-
bilidad moral, el historiador no puede menos de ponerse de parte de
los defensores de Bonifacio, entre los cuales sobresalen hombres de
tanta solvencia moral como el Beato Benedicto XI, el rey D. Jaime II
de Aragón, el honrado cardenal Pedro Hispano y el autor de aquel
tratado defensorio, que, con palabras sin duda exageradas, como ins-
piradas por una noble indignación, exclamaba en 1308: «Piden algu-
c.i. CUMENTB v 31
" «Negotium Ipsum... ofüclo Sanctitatli vestrat plenarie et ex toto dimittimus et relim-
quimus secundum vestrae Sanctitatis arbitrium ct fratrum vestrorum consilium ¡n futuro con-
cilio aut alias dirimendum... in quantum ad sopiendom qucrclam Institutam de haeresi contra
dictum Bonifacium pertinebit» (P. BALAN, II procaso p.78). Todas las maniobras políticas de
Felipe y Clemente en esos meses pueden verse descritas en IJZERAND, CUinsnt V p , 3 1 8 - 4 8 .
El proceso bonlfaciano parece que se hizo público en la tercera sesión del concilio de Vienne,
mas no se puso a dincusión. 'Item de facto dominl Bonifadi... dictus rex Fnnciae cum allis ob
reverentiam Sedis apostoHcae et ob bonum pacis et concordiae a dicta denunciatione destiterunt»
( E . MUELIJSR, Das Koru/I von Vt'EMW P.1B4).
C.I. CLEMENTE V 33
H.' ie la Iglesia 3 2
34 P.I. DB BONIFACIO VIH A LUTIRO
isla de Chipre, volvieron sus miradas hacia Francia más que hacia los
enemigos de la fe 40 .
2. Los grandes banqueros de Europa.—Una profunda trans-
formación se venia operando dentro de esta Orden caballeresca. Sobre
el carácter militar y religioso se iba acentuando el de sociedad banca-
ria y financiera, a la que reyes y pontífices se sentían obligados, .puesto
que más de una vez tenían ésto» que pedir a los Templarios un em-
préstito o depositaban en sus castillos, como en el lugar más seguro,
sus capitales y sus joyas 4 1 . El crédito de que gozaban los Templarios
era mayor que el de los judíos y el de los banqueros lombardos, y, a
diferencia de éstos, nadie les acusaba de practicar la usura.
Ni eran solamente los príncipes los que ponían sus tesoros bajo la
custodia de los Templarios. Hasta los pobres campesinos, con el fin
de esquivar las exacciones y violencias de los nobles, entregaban sus
propias personas a los Templarios, poniéndose bajo su dependencia
y protección a cambio de un pequeño censo o tributo 42 .
Sus riquezas, aunque no tan caudalosas como a veces se ha dicho 43 ,
eran muy bien administradas, circulando activamente en negocios con
los mercaderes de las grandes ciudades, en donde los Templarios te-
nían siempre una especie- de banco con cuenta corriente. ,"
De aquí un doble peligro. Primero, el de la avaricia y la soberbia.
Después, el de excitar envidias y ocasionar murmuraciones y calum-
nias. No faltaba quien Ies tachase de poco limosneros y de mirar más
al oro que al Oriente. En las mismas prácticas rituales de la Orden se
habían introducido ciertas ceremonias secretas, que fueron causa de
que gente malévola concibiese sospechas sobre su moralidad y. su or-
todoxia. Por ejemplo, el ingreso o toma de hábito de los novicios tenía
lugar en la oscuridad de la noche, en una sala o capilla cerrada y con
guardas. En la investidura del manto recibía el candidato un beso en
la mejilla; al hacer los tres votos de castidad, pobreza y obediencia, se
ceñía la cintura con un cordón. Todo lo cual nada tenía de particular ;
pero, haciéndose con excesivo secreto, pudo dar motivo para que algún
malicioso lo interpretase siniestramente e hiciese correr la especie de
que entre los Templarios se cometían ciertas obscenidades 44 .
Nadie los creyó reos de tales crímenes hasta que Felipe el Hermoso
y su ministro Nogaret, farisaicamente escandalizados, alzaron su voz
acusadora.
Ni siquiera el legista Pedro Dubois, amigo del rey y enemigo de
los Templarios, sabía nada de tales culpas comunes y estatutarias, pues
Va antes se quejaba de esto Nicolis III en 1278 (GAY, La rigistres de Nic. Ul n.167).
. El tesoro del rey de Francia, desde Felipe I hasta Felipe IV el Hermoso, se guardaba en
Ju ÍT^J DELISLE, Mémoire tur la opérations financières da Templiers: «Mémoires
Oe 1 Acad. des Inscriptions et belles-lettres» [1889] t.33). Otras noticias muy interesantes sobre
« t o s beneméritos banqueras del siglo x m en J. PIQUET, Da banquiers au moyen- âge, la Templierj.
e.tude de leurs opérations financières (Paris 1939).
'Prû commodo et utilitate et ad vitanda futura periculi» (E. BOUTARIC, La Franc» sous
" » l i p p e le Bel [Paris 1861] p. 127).
. ** Asegura Finke que sus bienes inmuebles eran inferiores a los de los Hospitalarios y la
mitad o poco m i s de los que poseían los austeros cistercienses (Papsttum und UnUrgang da T.
*» 70.77.85).
- 4 4 E»to es mis explicable porque algunos templarios parece que se jactaban del misterio de
•US reuniones, diciendo: «Hay estatutos en la Orden que tan sólo los conoce Dios, nosotros y «I
aiabloi (V. LANQLOIS, Le procii da Templiers: «Rev. des deux mondes« N J [1891] 389).
P.I. DK BONIFACIO V n i A LUTERO
ccptor fácit ter eis denegare et qualibet vice scupere super cnicifixum... Item... faciunt eis iurare
castitatem mulierum et est eia iniunctum praeceptorum ipsorum, ut quando volunta« carnal¿3
eis accidat, quod unua cum altero habitet camaliter... Tertium articulum est, quod receptus no-
vissimus oseulat receptorem in dorso, post in lombrico, post in ore. Cuartum articulum, quod orant
quendam idolum... Immo initium ipsorum fuit ita fundados sub haoetica pravítate» (FINKE,
ibid., 84).
5 1 «Diligentis inqubitioms índaginem infra paucos dies, de consilio fratrum nostrorum...
proponimus ¡nchoare» (carta del papa de 24 de agosto de 1307) (BALVZK-MOLLAT, Vita« papa-
rum IH,58-6o),
3 3 Nogarct en persona habla dirigido el arresto de los que habitaban en el Temple de París.
Y de Nogaret era el documento en que Felipe se justificaba ante el público. Llevaba la. fecha de
14 de septiembre y empezaba con estas histrión ¡cas exclamaciones: «Res amara, res flebitis, res
quidem cogHatu horribilis, auditu terribilis, detestabilis crimine, execiabilis scelcrc, abhomina-
bilis opere, detestanda flagitio, res penitus inhumana... auribus nos tris insonuitt. Refiere los
crímenes de los Templarios en términos casi iguales a loa de Esquiu (v^ase 0.51), y, en conse-
cuencia, decreta el arresto: «Unde nos, qui ad defensionem fidei ecclesiasticae libertatis sumus a
Domino super regalis eminentiae specula constituti... decrevimus», etc. (LIZERAND, Le dossier
de l'affain des templien p. 16-28).
C.I. CUMENTI V S»
" FINKK, ¡bid., 1,186 n.j. De loa Templarios en Aragón nadie ha tratado mejor que Finlte,
con documento« por nadie utilizado« hasta él.
** Poderosas eran en Castilla los Templarios, pero su historia no está aún bien estudiada.
En el edicto del arzobispo de Toledo, D. Gonzalo, aludiendo al comendador mayor o maestre de
Castilla, Rodrigo Yáfiez, y demás cabulleros de la Orden, se nombran 34 baillas. Véase también
MAHIANA, Historia di España XV, 10.
P,I. d e BONIFACIO v n i A {.UTERO
j n u í h P > " , r e * e n t t n t ' a definitiva omnes et slnguli a cunctis delictis, erroribus etim posturis,
I® 2 ; £RÍ,Í? CUMBL ' NTUR > absoluti fuere, decretumque fuit ne aliquis eos infamare audereti (MANSI,
Com}'« X X V . s i í ) .
7 J P«ficstum Clenwntij V n . 6 3 76-78.
se les imputaban; a todos se les hacia difícil creer que sus hermanos
de Francia hubiesen confesado lo que de ellos se decía y les parecía
inverosímil que el mismo Jacobo de Molay hubiera traicionado a la
Orden. Ciertas hablillas, dichos y murmuraciones que esparcían con-
tra los Templarios algunos de sus rivales carecen de valor probativo.
En suma, si tenemos en cuenta las actas de los interrogatorios y el
resultado de los procesos de todas las naciones, nos veremos obligados
a afirmar que los Templarios en todas partes—menos an Francia—
eran inocentes. Otra constatación se impone: el problema de los Tem-
plarios no existia en parte alguna fuera de Francia. Si en sólo Francia
se daba, no habla por qué hacer de un problema particular un proble-
ma general de toda la cristiandad.
13. L o s Templarios, en el concilio de Vienne.—Vengamos ya
al último acto de la tragedia. La última decisión sobre la suerte que
había de tocar a los Templarios—absolución, condenación, sencilla
abolición sin sentencia definitiva o incorporación a otra Orden mili-
tar—la deberla dictar, por voluntad del papa, tan sólo un concilio uni-
versal. Ese concilio se habla por fin inaugurado en la ciudad de Vienne
el 1.6 de octubre de 1311. En manos del papa y de los Padres congre-
gados estaban las actas y documentos auténticos, redactados por las
comisiones pontificias y episcopales en cada nación.
Aquel inmenso material de protocolos con los interrogatorios y las
declaraciones de los Templarios y de otros testigos no podía ser exa-
minado por todos los Padres conciliares. Clemente V designó una co-
misión, compuesta por prelados y doctores de todas las naciones, que
revisase la documentación y presentase brevemente las conclusiones.
Y todavía esta comisión hubo de elegir otra más reducida entre sus
miembros que examinase más minuciosamente las actas de los proce-
sos y los extractos o rubrico«.
En una consulta secreta tenida a principios de diciembre, pregun-
tóles el papa si convendría conceder abogados y defensores a los acu-
sados. La máxima parte de los obispos respondió afirmativamente, ya
que el reo, en justicia, debe ser oído. Hizo Clemente V esta propuesta
porque acababan de presentarse ante el concilio siete templarios, y lue-
go otros dos, ofreciéndose a hacer la defensa de su Orden; los cuales
añadían que la misma voluntad y deseo tenían unos 1.500 ó 2.000 tem-
plarios de las partes de Lyón 7 4 .
De hecho, como no hubo condenación ni absolución, tampoco se
dió defensa oficial.
Muchos de los que formaban la comisión examinatoria eran de pa-
recer que la Orden del Templo no podía ser condenada en justicia 75 .
No faltaban prelados insignes que, dando crédito a las calumnias es-
parcidas por Francia, pensaban que la supresión era necesaria. Así,
Por ejemplo, Guillermo Le Maire, obispo de Angers, en un memorial
de reforma presentado al concilio, y el sabio arzobispo de Bourges,
Egidio Romano.
Empeñado éste en una dura campaña contra la exención de los re-
, 74 A I ! lo escribe Clemente V si rey Felipe (LIZBRAND, CUment V et Philippe 1« Bel p.472).
7Í u . e v e espontáneos fueron detenidos.
" UZEKAND, CUmmt V et Philipp* le Bel p.258; FINKB, Ibid., 11,241.247.
48 P.I. DIt BONIFACIO VIII A LUTCTO
ligiosos, razonaba as{: los Templarios, por ser exentos de los obispos,
han caldo tristemente en toda clase de abominaciones, herejías y vicios.
Nada de eso hubiera sido posible si hubieran sido visitados por los or-
dinarios. Pero el abad cisterciense Jacobo de Thérines, contradiciendo
al gran teólogo agustiniano, empezaba por dudar de la culpabilidad
de ¡os Templarios. «¿Cómo es posible—decía—que en tan breve tiem-
po se haya corrompido esa corporación con tan atroces perversidades ?
Pero* si son falsas las acusaciones, ¿cómo Be explica que hombres tas
intrépidos y valerosos en la guerra hayan cedido ante el tormento, de-
clarándose culpables? Y si tienen fundamento, ¿cómo es que muchos
templarios se han dejado quemar vivos en Sens, Reims y otras partes,
sabiendo que con BÓÍO confesar su delito se salvaban? 76
Semejantes dudas atenaceaban a muchos, y probablemente también
al papa. Además, si se suprimía la Orden, ¿qué hacer de sus bienes
muebles e inmuebles? Muchos proponían la creación de una nueva
Orden caballeresca, cuya cabeza residiese en Oriente. Otros preferían
que los bienes se entregasen a los obispos para que los empleasen en
favor de Tierra Santa. Otros abogaban porque fuesen cedidos a los
Hospitalarios; a esta, solución se inclinaba el ánimo del pontífice, el
cual rehusaba concederlos a los Caballeros de Uclés, de Calatrava y
Teutónicos, porque tenia a estas Ordenes por demasiado nacionales
y particularistas.
Con el fin de impresionar a Clemente V y aun de forzar su volun-
tad si era posible, el rey de Francia se valió de un procedimiento fre-
cuente en él. Como en 1308 habla convocado los estados generales en
Tours,.asl ahora los convocó en Lyón para el mes de febrero de 1312,
aunque en realidad se tuvieron en marzo. Allí se habla de hablar de
los horrendos crímenes perpetrados por los Templarios y del modo
de defender la fe católica y la Iglesia.
Entre tanto mandó a.Vienne, para que apretasen al papa en la cues-
tión de los bienes, a sus embajadores y ministros Nogaret, Plaisians
y otros. Estos regresaron a fines de febrero, y el 2 de marzo escribía
Felipe al sumo pontífice, «movido por el santo celo de la fe ortodoxa»,
pidiéndole y suplicándole con humildad suprimiese la Orden y con-
cediese sus posesiones a otra nueva. Se puede sospechar que al frente
le ejsa nueva Orden militar querría poner a uno de sus hijos, con lo
que todo quedaba en casa.
14. L a abolición.—Clemente V dudaba. Si concedía a los Tem-
plarios la facultad de defenderse, la solución del negocio se prolonga-
ría indefinidamente, Si se la negaba, habla que renunciar a una conde-
nación judicial. El 20 de marzo el rey llegó a Vienne en compañía de
sus dos hermanos y sus tres hijos y escoltado por una numerosa comi-
tiva de caballeros armados, en la que venían algunos representantes
de los estados generales de Lyón.
Dos días después, el papa convocó un consistorio para aconsejarse.
7 < Y continuaba: «Dato quod omnia essent vera quae Templaría Imponuntur, adhuc nihil
per hoc rationabiliter condudi potest contra exemptow (E. M u r u - n t , Gexhlcht* da K. von
Vimnt p.6«i). Sobre esta controversia y el problema general de la exención, véase el trabajo de
ISA c í o RODRÍGUEZ, O.E.S.A., Egidio Romano Y el problema d* la txtnciin religiosa.- I l o o - i i i a
(Madrid 1958).
C.I. CLEMENTE V 55
(TQfcM K66Í g i
e e a U r n T c m p , i o r d i n e m . . . irrefragabili et perpetuo valitura tollimu* sanctione»
»78-")LOS e m ' ailor>! ® aragoneses se lo sugirieren a D . Jaime como cosa fácil (FINKÍ, ibid., II,
ó»,« 1 2 " I Z 1 : h J N 0 , f * d o " " T i 0 ° - L a muerte del rey y de Nogaret y la del papa Impidieron que
Oiro proceso de crímenes vergonzosos escandalizase a la Iglesia.
50 P.I. DIt BONIFACIO VIII A LUTCTO
Quizá io que pretendía era salvar sus vidas. En la' misma bula mandaba
que a los que resultasen inocentes se les asegurase de los bienes de la
Orden un congruo mantenimiento; los que reconociesen sus culpas,
fuesen tratados con benignidad; a los pertinaces y relapsos, se Ies apli-
casen rigurosamente las penas canónicas; y en cuanto a los fugitivos
—pueB no pocos habían escapado incluso a tierra de infieleB—, si re-
gresaban antes de un año, fuesen también tratados con clemencia;
si no volvían, fuesen considerados como hefejes y excomulgados.
Para juzgar a los principales dignatarios constituyó un tribunal
de tres cardenales, que el día 18 de marzo dictó sentencia de cárcel
perpetua contra los ilustres reos. Parecía que la causa se había con-
cluido, cuando súbitamente el gran maestre, Jacobo de Molay, y el
preceptor de Normandía, Godofredo Charney, alzaron su voz delante
de la multitud que había escuchado la sentencia en la plaza de Notre-
Dame: «Nosotros—dijeron—no somos culpables de los crímenes que
nos imputan; nuestro gran crimen consiste en haber traicionado, por
- miedo de la muerte, a nuestra Orden, que es inocente y santa; todas
las acusaciones son absurdas, y falsas todas las confesiones* 8g .
• La muchedumbre quedó estupefacta; los cardenales, confusos. No
sabiendo qué hacer, ordenaron que los reos fuesen custodiados hasta
que al día siguiente pudiese el tribunal deliberar maduramente. Ape-
nas llegó el rumor de lo sucedido a los oídos del rey, cuyo palacio es-
taba próximo, convocó apresuradamente a sus consejeros y, sin contar
con los cardenales, mandó que en la tarde de aquel mismo día los
dos templarios fuesen quemados vivos, como relapsos. En efecto,
poco después, en una pequeña isla del Sena entre el jardín real y el
convento de los agustinos, Jacobo de Molay y su compañero perecían
calcinados entre las llamas.
Admirable fortaleza final de un caballero que tan cobardemente
habla condescendido con sus verdugos esperando librarse de la muer-
te, pero que, al ver la catástrofe ocasionada en gran parte por su propia
falsa confesión, cobra ánimo, se arrepiente y redime sus debilidades
con la muerte de los héroes.
17. ¿Inocentes o culpables?—Propongámonos, para terminar, la
cuestión de la culpabilidad o inocencia de los Templarios. Trátase de
la Orden en cuanto tal, no de los individuos en particular, entre los
cuales, sin duda, habla algunos, como en cualquier otra Orden, indig-
nos de su vocación.
Lo que se pregunta es: Aquellos crímenes que se imputaban a toda
la Orden—el renegar de Cristo, el escupir a la cruz, la incitación a la
sodomía, los ósculos obscenos, la adoración del ídolo Bafomet, la cele-
bración de la misa sin intención de consagrar—, ¿respondían a la reali-
dad o no, eran prescripciones oficiales o invenciones fantásticas de sus
enemigos ?
Fuera de Francia, es claro y evidente: no se dieron tales delitos.
Pero ¿qué decir de los Templarios franceses? Inducidos por las con-
fesiones de muchos de los acusados y por la intensa campaña que se
promovió de parte de las autoridades, los cronistas franceses de la
• • LANCILOII, Le prods des Templiers: «Rev. des deux mondes» (1891) 410; VILLANI, fitorls
florentina VI1I.9J.
02 P.I. DE BONIFACIO VHI A t U T B R O
del Salvador; otro, que era una pintura; y no falta quien afirme que era
Baphomet o Mahomet. El miedo excitaba su fantasía y les hacía mentir.
e) En la descripción de los pecados se dicen tales inverosimili-
tudes, que bastan para dudar del hecho en si. ¿Quién creerá, por ejem-
plo, que al novicio se le exhortaba al vicio nefando, precisamente en
el momento en que con toda verdad promete y se le exige voto de
castidad? ¿Que mientras toma la cruz y la besa, comprometiéndose a
luchar y dar la vida por ella, se le obligúela escupirla sacrilegamente?
Los que creen en la veracidad de aquellas confesiones, deberán creer
en testificaciones como las siguientes: que en la recepción de los
freyres se aparecía un gato negro—según otros, blanco—, al cual ha-
c í a n reverencia besándole suciamente «in ano», el cual gato aparecia
y desaparecía misteriosamente estando las puertas y ventanas cerradas;
que se daban también apariciones de demonios en forma de muje-
res, etc. '
f) El argumento más fuerte contra los Templarios lo constituyen
sus propias confesiones. Ahora bien, estas confesiones no tienen valor
alguno, ya que fueron arrancadas a poder de tormentos y amenazas
y de muchas de ellas se retractaron públicamente sus autores. Sabemos
que en ocasiones también el oro demostró su potencia persuasiva 89 ,
y alguna vez se dió el caso de hombres ignorantes y sencillos que, no
entendiendo bien el interrogatorio y oyendo que el papa en su bula
habla afirmado ser verdaderos aquellos crímenes de la Orden, los ad-
mitían también ellos ingenuamente 9 0 .
g) Finalmente, el concilio de Vienne, concilio universal, pero
predominantemente francés, en el que habla muchísimos partidarios
del rey de Francia, declaró, después de estudiar detenidamente las actas
de los procesos, que no podía demostrarse la culpabilidad de la Orden;
y Clemente V, tan deseoso de complacer a Felipe el Hermoso, no se
atrevió a dictar sentencia de condenación contra los Templarios.
oficiales gracias a los descubrimientos de EHRLB, JEt'n flruchstQck der Ahten da ConciU von Víenne:
«Archiv f. Lit. und KG» 4 (1888) 361-470; E. G o t L L r a . Die Crabamina aufdem Konzil von Vien-
nt: «Festgabe fur Finkei (Münster 1904) 202-221; G . MOLI.AT, La doléanca du clerg¿ de la pro-
vince de Sens au tonal« de Víenne: R H E 6 <1905) 318-326.
1 0 7 M . HEBER, Gutachten und Reformvorxhldge fílr da¡ Vienner Generalkoncil (Leipzig 1896).
' " MUELLÍR, Das Konzil 137-353; F. DE SESSEVALLE, Histoire genérale de VOrdre de Saint
Franeois (Parta 1935) 127-131.
111 Las opiniones dogmáticas condenadas véanse en DENZTNGER-BANNWART, Enchiridion
fymbolarum n.480-83. L a discusión de las ideas de Olivi, en MUELLSR, Das Konzil 357-384, con
bibliografía.
. i " Los
otros errores, en DENZINGER-BANNWART, Enchiridion symbolorum n.471-478. Sobre
los begardos y beguinos véase lo que dijimos en el vol.a de esta HISTORIA (a.* ed.) p.882-884.
Parece que el nombre les vino del hábito pardo que llevaban; beges en antiguo francés significaba
gris ojeuro.
62 p.i. db bonifacio vm a tutbro
V. CLEMENTE V Y EL IMPERIO
(Pe-king) ;247-1308 (Lille 1924). Sobre la misión de China a principios del siglo xiv víase el
voi.2 de esta HISTORIA (2.* ed.) p.657-658.
1 1 9 Como Lizerand para Francia, asi para el imperiò y para Ñipóles véanse: F . SCHNEIDER,
Kaiser Heinrich VII (Leipzig 1924-28) 3 fase.; G . SOMMERFELDT, Die Ramfahrt Kaiser Heinrichs VII
(Konigsberg 1888); K . WENCK, Klemens V und Heinrich VII (Halle 1882); R . CAGGESE, Roberto
d'Ansio ed i suoi tempi (Florencia 1921-1930) 2 vols. Debiera completarse en su aspecto eclesiás-
tico el estudio de E. BERGER, Jacques lid'Aragón, le Saint-Siige et la Frunce: «Journal des savantst
(1908) 281-94-348-59. Añádase J. VINCKE, Der Kampf Jacobs II und Alfans IV von Aragón um
«inen Landeskardinal; «Zeitsch. f, Savigny-Stiftung f. Rechtsgesch.» 21 (1932) 1-20.
C.I. CISMEN» V 63
H.' dt lo ítiesta 3 S
66 p.i. db bonifacio viii a iuíero
C A P I T U L O I I
niaco*. Y el cardenal Napoleón Orsini, protector de los espirituales y amigo de Felipe el Hermoso,
arrepentido de haber trabajado tanto por la elección de Clemente V , escribía a la muerte de este
papa: «Urbs tota sub eo et per eum extremae ruinae aubiacuit... Italia tota... quoad omnia est
neglecta... Nam quasi nulla remansit cathedralis ecclesia vel alicuius ponderis praebendula, quae
non sit potius perditioni quam provisioni expósita. N a m omnes quasi per emptionem et vendi-
tionem, vel carnem et sanguinem, possidentibus, immo usurpantibus, advenerunt* (BALUZE-
MOLLAT, Vita« paparum avenianensium III,237-241). Esta carta del cardenal a Felipe IV la trae
también, según otro manuscrito, WILLEMSZN, Kardinal Napoleon Orsini p.207-209.
1 2 3 EHRLE, Der Nachlats Clemens V und der m Betreff desselben von Jobann XXII gefahrte
Prozess: «Archiv f. L K G « s (1889) 1-166.
* F U E N T E S . — L o s sermones de Juan XXII permanecen inéditos en la Bibl. Nac. de Paris;
numerosos, aunque breves fragmentos, con las extrañas teorías de aquel papa temerario y mis
jurista que teólogo, en el trabajo de NOEL VALOIS que luego citamos. Las oartas, en A . COULON,
Lettre! secréto et curiales du pape Jean XXII r&atives à la France (Paris 1899-1020) 2 vols.; A . FA-
VE*, Lettre] de Jean XXII (Paris 1908-9) 2 vols.: G . MOLLAT, Lettres commune» (Paris 1904-47)
J® vols.; A . MERCATI, Il bullaritim generale dell 'Archivio segreto vaticano e supplemento a l registro
dell antipapa Niccoli V (Città del Vaticano 1947): «Studi e testi» 134; L . ÖLIGER, Documenta
inedita ad historiam fraticellorum spectantia (Quaracchi 1913); BALUZE-MOLLAT, Vito« papara»
avenioncnsium, ya citada; el t . i , las antiguas biografías de los papas; el 2. notas muy documenta-
el 3 y el 4, otros documentos; K . EUBEL, Bullarium franciscanum t.5 (Roma 1898); S. KIIZLER,
68 P.I. DK BONIFACIO VIII A CUTERO
Sobre la supuesta bula sabatina en favor del escapulario carmelitano véase lo que dijimos en d t . i a
de esta HISTORIA, p.765-66. Alguno* códice* NEL siglo xiv atribuyen a Juan XXII la conocida
plegaria Anima Christi (M. VILI.ER, AUX origina de la pribe Anima Christi: «Rev. d'Ascét, et de
Mystique« 11 [1930] 208-9; P. SCHEPPENI, Pour Chili, de la prière Anima Christi: «Nouvelle revue
théologique« 62 [1935] 699-710). Ciertamente, la indulgenció en el consistorio del Jueves Santo
de 1330 (N. VALOIS, o.c., 532). Igualmente se le atribuye la que empieza:
«Salve, sancta faciès nostri Redemptoris,
in qua nitet specles divini splendoris,
impressa panniculo nivei candoris,
dataque Verunicae signum ob amoris«
(F. S. MONI, Lateinische Hymnen des Mittelalters [Freiburg 1853] I.156-S8). L a devoción al velo
de la Verónica hacia entonces furor.
4 F . KHBLK, Historia bibliothecae rom. pont, (Vaticano 1890) 132-33.579-82; DENIFLE-CIIA-
maestro Eckhart, de Marsilio de Padua, de los fraticelos, del maestro parisiense Juan de Pouilly
(DENZINGEX-BANKWART, Enchrridion symbolorum n.491-529). Su actitud respecto de los judíos,
en VALOIS, O.C., 421-24.
' RAINALDI, Armales eccl. a.1318 N.25; A . MOBTIER, Hist. da madres genéraux de l'Ordre da
Fréra Pred. (París 1903-13) 11,509; 111,93.
• H . CORDICR, La wyages en Asie au XIV' siMe du bienheureux frére Odork de Pordenone
(París 1891).
74 P.I. DE BONIFACIO V I I I A TUIEHO
vum Franc. historicum» (1910-11); D. L. DOUIE, The nature and Ihe effect of t/ie heresy of the
Fraticelli (Manchester 1932). Todavía en la segunda mitad del siglo x v habla fraticelos en el cen-
tro de Italia perseguidos por Paulo II. PASTOR (Geschichte der Pápste 11,384), tratando de ellos,
cita una obra manuscrita de FERNANDO DE CÓRDOBA* Adversus haereticos qui Fratercuti de la opi-
nión« vulco vocontur (cOd. Vatic. 1127). Sobre los espirituales, beguinos y otros sectarios españo-
les aporta rica documentación el P. J. M . Pou Y MARTI, O . F . M . , Visionarios, beguinos y fraticelos
catalanes (Vich 1930). Consúltese, además, M . VAN HEUCKEI.I.'M, Spiritualistischc Stromungen
an den liófen von Aragón und Anjou (Berlín 1912).
" F . líniii.E, Di« Spiriludlen, o.c., IV,46.
79
C.2. JUAN XXII
uam in communi propter Deum est sancta; quam Christus viam perfcctionis ostendens verbo
ocuit et exemplo firmavit» (Corp. iurís can. Sexta V tlt.ia c.3; ed. FRIEDDESO, II, M I ) . Ufa-
nábanse tos franciscanos de no poseer nada propio, ni siquiera en común, porque todos sus bie-
nes, conventos, iglesias, utensilios, vestidos, libros, etc., eran propiedad y dominio de la Santa
Sede, conforme lo expresaba la bula Exiit qui seminat.
1 7 BALUZZ-MANSI, Misceilanea (Lucca 1762) 111,208-11. «Universis praesentes litteras in-
spector»... Dicimus et fatemur concorditer quod... Christus et apostoli non habuerunt aliquid
nec in proprio nec in communi». El documento es largo y prolijo.
76 p.r. DB BONIFACIO v n r A I U T E R O
son la principal atenuante de la segunda redacción; la primera era universal. A l cabo de un si-
glo, en 1428, los franciscanos obtuvieron de Martin V la revocación de la bula A d conditorem,
volviendo a regirse por las de Inocencio IV y Nicolás III. L o s teólogos que en el siglo x t v inter-
vinieron en esta controversia con sus disertaciones (que se conservan manuscritas en la Vaticana,
lat.37^0) los enumera VALOIS, o.c., 451-54, y los estudia T o c c o , La gusslione delta powrtd rr-173-
Sobre el tratado o Libellut de paupertate Christi et apostolorum, escrito por R. Sánchez de A r é -
valo en 146b, ver T . TONI en «Estudios eclesiásticos» 13 (1934) 369-398.
1 5 Cum ínter nomuilloi (12 de noviembre 1323); Corp. iur. con. Extrav. tit.14 c.14; ed. FRIED-
París apareció una mañana cierta carta del emperador, del antipapa y
de Miguel de Cesena declarando a «Juan de Cahors» amputado del
cuerpo de la Iglesia. El daño que hacía acumulando argumentos espe-
ciosos y calumnias contra Juan XXII era inmenso. LOB príncipes cris-
tianos, y, por supuesto, no pocos frailes de Italia y Francia, se dejaron
impresionar por aquella propaganda. Creyó el papa necesario dar una
contestación teológica a sus errores, y asi lo hizo en la docta y lumi-
nosa l u l a Quia vir reprohus (16 de noviembre 1329). *
Ockham trató de refutar al pontífice en su Opus nonaginta dierum,
en las Quaestiones octo de auctoritate summi pontificis y en el libro
Compendium errorum papae. Miguel de Cesena siguió desfogando su
pasión contra el «papa herético» aun en el pontificado de Benedicto XII,
hasta que murió impenitente en 1342.
sentada por los franciscanos refugiados en la corte; la segunda, publicada oficialmente por la
cancillería ( M G H , Cornt. «t Acta V,723-44-745-54). Consta de 33 puntos; el 28, que es, con
mucho, el m i s largo, contiene un tratado sobre la pobreza de Cristo y los apóstoles.
C.2. JUAN XXII 87
las controversias sobre la fe? Tan sólo al concilio general, al que todas
las provincias y comunidades enviarán sus representantes, presbíteros
o laicos. El concilio convocado y presidido por el emperador es el que
tiene la potestad de determinar los ayunos, abstinencias, canonizacio-
nes y culto de los santos, días laborables y festivos, impedimentos ma-
trimoniales, aprobación de órdenes religiosas y, en general, la acepta-
ción de las personas que se han de elevar a los oficios o cargos ecle-
siásticos, ¿Y cuál es el oficio del principe o emperador en la Iglesia?
A él le toca elegir la persona del romano pontífice o establecer el modo
y manera de su elección.
Tras una serie de capítulos en que se explaya sobre los abusos y
usurpaciones de los papas, resume en una tercera parte (Dictio tertia)
todo lo dicho y lo recoge en varias conclusiones.
No se le puede negar al Defensor pacis originalidad y audacia.
Políticamente es menos moderno de lo que a primera vista pudiera
parecer. Eclesiásticamente es de un radicalismo revolucionario, sólo
superado por los protestantes del siglo xvi, en los cuales, sin embargo,
no es fácil constatar su positivo influjo. El liberalismo moderno exaltó
la figura del político Marsilio de Padua hasta el exceso.
El primero que refutó los errores contenidos en el Defensor pacis
fué Alvaro Pelayo en unos artículos que luego incluyó en su libro
De planctu Ecclesiae. Y poco después, fijándose acertadamente en cinco
puntos capitales, el papa Juan XXII los anatematizó en la bula Licet
iuxta doctrinam (23 de octubre 1327) 30,
7. Coronación laica del emperador en Roma.—Ludovico de
Baviera determinó llevar a la práctica las teorías de Marsilio. La opor-
tunidad se la brindaron los gibelinos italianos invitándole a bajar a
Italia. Iría a Roma y recibiría la corona imperial, sin intervención alguna
del papa ni de sus representantes, directamente del pueblo romano.
Y, usando de sus prerrogativas, dictaría sentencia contra Juan XXII.
Galeazzo Visconti, can grande de la Scala; Passerino de Bonacolsi,
Azzo de Este, señor de Ferrara; Castruccio Castracane, tirano de
Lucca y Pistoya, con otros italianos, suben a recibirle a Trentó. Allí
el emperador celebra con ellos un espléndido parlamento en febrero
de 1327. El 14 de marzo sale con fastuosa comitiva en dirección de
Milán, en cuya iglesia de San Ambrosio es coronado por el obispo
excomulgado Guido Tarlati de Arezzo con la corona de hierro de
Lombardía (31 de mayo, fiesta de Pentecostés).
Penetrando en Toscana, crea una especie de ducado imperial con
las ciudades de Lucca, Pistoya y Volterra, bajo la autoridad de Castruc-
cio Castracane, cuyas victoriosas tropas vienen a engrosar el ejército
del emperador. Evitando éste cualquier encuentro con los soldados
de Bertrán de Pouget, entra el 8 de octubre en Pisa. Exige 70.000 flo-
rines y marcha sobre Roma.
En la Ciudad Eterna se había operado un notable cambio en su
favor. Los romanos, que—como decía el cardenal Napoleón Orsini—
&o eran güelfos ni gibelinos, aspirando únicamente a disfrutar de las
ventajas de uno y otro partido, «mandaron embajadores a Avignon, en
, 1 4 M * » R T N I - C > U „ N O TJKMUTUI novu» anecdotarum 11,704-716; J. RMFCNE, Marsile de Pa-
doue: D T T - , UENZINGU,-BA N N W A 8 T I Enehhidion n . « s - S o o .
86 P.I. DLT BONIL'ACIO VILI A LUTERO
te VI, como veremos. Sobre lo narrado hasta aquí víase A . HAUCK, Kirchengeschichie Dautschlamh
t . j (l/Cipzig 1929), además de los trabajos ya citados de M . Moeller, J. Hofer y C . Müller.
N . VALOIS, o.c., 537-627, con textos de sus sermones. En la cuestión de la Inmaculada,
Juan XXII sentía con los dominicos. Sobre la cuestión de la visión beatifica, X . LE BACHELET,
Benoft X/I: D T C .
C.2. JUAN XXII 91
pe statu animarum ante generale tudicium. A petición del rey Felipe VI,
un tribunal de teólogos parisienses condenó al ministro general de los
franciscanos, Gerardo Odón, que compartía las ideas de su amigo
Juan XXII. Al rey, que le comunicó esta sentencia, respondió el papa
(i 8 de noviembre 1333) que en esta cuestión no habla pretendido definir
nada, sino sencillamente exponer algunos textos de la Sagrada Escri-
tura y de los Santos Padres a fin de que de la discusión brotase la ver-
dad clara. Y en seguida nombró una comisión que exanjinase teológi-
camente el problema. En el consistorio del 3 de enero de 1334 repitió
que su intención no había sido decidir doctrinalmente; que estaba
dispuesto a escuchar a cualquiera—aunque fuese una mujer o un
niño—que le corrigiese y a retractar su opinión, si le probaban que
era falsa.
No por eso se calmaron sus enemigos, que seguían tachándolo de
hereje. Los rebeldes franciscanos, secuaces de Miguel de Ceséna,
declan que en esta cuestión había errado dogmáticamente, igual que
en la pobreza de Cristo. Y Guillermo de Ockham, en su carta al capi-
tulo de Asís (mayo de 1334), en dos tratados (De dogmatibus papae
Iohannis XXII), que luego incorporará a su grande e incompleta obra
Dialogus, y en otro poco posterior (Contra Iohannem XXII, quizá
de 1335), puso de relieve las supuestas herejías y otros errores de
Juan XXII, negando, en consecuencia, la legitimidad de tal papa.
También el ya viejo cardenal Napoleón Orsini, que, contraria-
mente a la tradición de su familia, simpatizaba con los gibelinos- y
también con los espirituales, trató de aprovecharse de este error de
Juan XXII, procurando que, mediante el emperador, se convocase
un concilio general que depusiese al romano pontifice.
La idea fué muy bien recibida en Munich. Fray Bérgamo de Bona-
gracia redactó un memorial contra el pontifice, pero la muerte de
éste vino oportunamente a cortar todas las intrigas. Poco antes de
expirar, rodeado de sus cardenales, el viejo papa retractó su antigua
opinión con estas palabras: «Confesamos y creemos que las almas
separadas de sus cuerpos y plenamente purificadas están en el cielo,
en el reino de los cielos, en el paraíso y con Jesucristo, en compañía
de los ángeles, y que, según la ley común, ellas ven a Dios y la esencia
divina cara a cara y claramente, in quantum status et conditio compatitur
animae separatae»3S>.
.1 " V«,OM, O.C., 624. L a s últimas palabras son una restricción admitida entonces incluso por
cía n ? l o s adversarios (DENIFLE-CHATELJUN, Chartularium Univ. Parú. 11.433). Ninguna
de A A restricciones aparece en la definición dogmática dada por Benedicto XII el 23 de enero
92 P.I. DK BONIFACIO VIII A CUTERO
4 0 Sobre Ockham véase arriba la nota 21, y especialmente R. GUELLUY, Philoiophie et TMolo-
gie chez Guillaume d'Occam (Lovaina 1947): L . BAUDRY, Guillaume d'Occam. Sa vic, íes wuvrej,
tes idées sociales et poli tiques t.i (Parla 1950): las ideas sociales y políticas se tratarán en el t.2;
N . ABBAGNANO, Guglielmo di Ockham (Lanciano 1931); C . CÍA CON. Guglielmo di Occam (Milán
1941); G . DE LA GARDE, La naissance de l'esprit latque... T . 4 , Ockham et son temps (París 1942).
Además, las obras citadas de Riezler y Dempf.
C.2. JUAN XXII 93
mperii (Amsterdam 1631) 3 vols.; las otras, al menos extractadas, en R. SCHOLZ, Uribtkannte
kiTchenpolitische Streitschriften (Roma 1911-14) 2 vols. Recientemente se han empezado a publi-
car sus Opera política t.i (Manchester 1950); ed. de J. G . Sucas y otros.
94 P.I. DK BONIFACIO VIII A CUTERO
Marsilio de Padua y Juan de Jandun); De translatione Imperii (en favor del Papado, contra la
opinión de Leopoldo de Bebenburg),
44 De statu et planctu Ecclesia* 1,68. D e su profundísima veneración al papa, aun cuando
iste persiguiese a los espirituales, son testimonio estas expresiones: «Vere enimpapa repraesentat
Christum in terris, ut qui videt eum oculo contemplativo et fidili, videat et Christum» (1,13).
•Ubicumque est papa, ibi est Ecclesia romana» (I.Ji). «Papa enim aut sanctus est. aut sanctus
praesumendus» (1,35). «Agat quicquid vult, dominus est, pater est, iudex est» (I,7o). Esta volumi-
nosa obra se imprimió por vez primera en ULM (1474); la reprodujo, solamente la primera parte,
ROCABERTI, Bibliotheca maxima pontificia vol.3 (Roma 1698). L a primera redacción es de 1330-
1332, en Avignon; la revisó en Portugal el año 1335 y, finalmente, la corrigió y apostilló, según
¿1 dice, en Santiago (t340).
c.a. JUAN* X X H 95
n u d o algunos lectores rápidos, Alvaro Pelayo no le concede la potestad directa, o soberanía pro-
piamente dicha, sobre las cosas temporales, al menos <quoad executionem* i taxativamente afirma
que el papa «debe dejar a otro el ejercicio de la espada o potestad temporal« (1.13). Para entender
sus frases más audaces hay que recordar la doctrina del ogustinismo político que declaramos al
tratar de la Unam sanctam.
4 4 L a primera parte de la obra ha sido bien estudiada por N . YUNG, Un franciscain théologien
du puuoir pontifical au XIV siMe: Alvaro Pelayo, évéque et pinitencier de ]ean XXII (París io:n)-
Con más exactitud que de la vida trata de la cuestión de la pobreza A . AMARO, Fray Alvaro Pe-
layo: su vida, sus obras y su posición respecto de la pobreza teórica en la vida franciscana bajo Juan juíii.
96 P.I. DH BONIFACIO V I I I A t U T Í R O
terbo y Egidio Romano. Víase lo que de ellos decimos en el t.2 (2*. ed.) al tratar de la Unam
sanctam. D e ¿I trata U c o MAMAN!, Chiisa e Stato nei teologi agostiniani del sécala XIV (Roma 1957)
p.89-97-174-198.
C.3. BENEDICTO X H Y CLEMENTE VI 97
C A P I T U L O III
36 (1928) 59-110; desde la p.86 son documentos; E. DÊPREZ, Les préliminaires de la guerre de cent
ons. I-a papauW, la France, l'Angleterre, 1328-1142 (Paris 1902); X . LE BACHELET, Benoît XII:
J J r C ; L . JADIN, Benoft XII: D H G E , con amplísima bibliografia; K . RUEMLER, Die Ahten der
^esandschaften Ludwigs des Bayern an Senedicfet XII und Klemens VI (Innsbruck 1910); P. FOUR-
NIE*. Clément V/: «Hist. litt. Franc.« 37 (1938) 209-238; PH. SCHMITZ, Les sermons et discours
„ í-.'ñiient V i : «Rev. Binéd.» 41 (1929) 15-34! G - MOLLAT, Le Saint Siège et la France sous le
Wnhficat deClément V/: «Rev. Hist. écclés.» 55 <1960) 2-24; J. GAV. Le pape Clément VI et les
lianes d Orient (Paris 1904); C . CIPOLLA, Francesco Petrarca e le sue relazioni colla corte avigno-
dSüi J A - GASQUET, The Blach of 1348 and 1349 (Londres 1908); H . DENIFLE, La
"WMation des églises, monastères et hôpitaux en France pendant la guerre de cent ans (Paris 1897-
"v;. dos tomos en tres volúmenes; el primera es de documentos.
H.' de la I g l e s i a s 4
98 P.I. DK BONIFACIO VIII A CUTERO
? P-xxw-xxv. La reforma del clero secular la promovió también con cartas a los obispos y con
HJT? j de comisarios particulares. Fueron eficaces los sínodos provinciales (HEPELE-LECLERoa
<>« concita VI,833.868),
100 P.I. DK BONIFACIO V I I I A CUTERO
Sus relaciones con Oriente y la cruzada, en DAUMET, Lettre] dosa intr. p.XLiV-LXVi; con las mi-
siones, en R. STREIT, Bibliotbeca miw'onum (Aquisgrán 1028) IV,73-78 y 8o; VIDAL-MOLLAT,
Lettres closa col.605-600; con la Reconquista española, en J. GONI. Historia de ta bula de la Cru-
zada en España (Vitoria 1958) 316-332. En su tiempo tuvo lugar la gran batalla del Salado, ganada
por Alfonso XI, a quien Benedicto X l l animó y favoreció cuanto pudo.
1 4 Se conservan cerca de 90 sermones. Indicaciones sobre su argumento y método en MOLLAT,
L'oeuvre oratoire de Clément VI: «Arch. d'Hist. et Litt. du moyen-lge» 3 (1928) 239-274.
C.3. BENEDICTO X I I V CIJtMKNTE VI 105
371-381. N o era caso único, pues años antes, en 1311, en las bodas de una sobrina de Juan XXII
se consumieron m i s de 4.000 panes y m i s de 8 bueyes, 55 cameros, 8 cerdos, 4 /aballes, 200 ca-
pones, 690 pollos o Kallinas, 580 perdices, 270 conejos, 40 codornices, 37 patos, 50 palomas,
4 grullas, 2 faisanes (que, como m i s exquisitos, serian para loe esposos), 2 pavos, 292 aves meno- '
res, 3.000 huevos, variedad abundante de pescado, 2.000 manzanas, peras, etc., y unos 2.000 li-
tros de vina. Ignoramos el número de los comensales. Quizá asistirían todos los funcionarios y
empleados del palacio apostólico, cerca de 400 personas; aun añadiendo otros tantos invitados de
fuera, parientes y amigos de los desposados, m i s los sirvientes, todavía no bastarían a consumir
tantas provisiones. M i s que la exquisitez de las viandas, aquí llama la atención la magnitud asue-
riana y los gastos del banquete (G. MOLLAT, Les papes d'Avignon 481 -83). Sobre el lujo, E, MUNTZ,
L'argént et le luxe i la Cour pontificale: «Rev. quest. hist» 66 (1899) 5-44.378-406. Sobre las pieles,
sedas, tapetes, especias, objetos de lujo, Joyas, etc., y sus precios, asi como de todos los gastos
diarios (alimentos, vestidos, medicinas, salarios, limosnas), ae hallarán todos los documentos en
SCHKFER, Die Ausgaben der apost. Kamrner... 3 vols., que se citarán en el capitulo siguiente. A d e -
más, H. HOBERQ, Die inventare des pápstlichen Schalzes in Avignon, 1314-1176 (Roma 1944)
117-289. A la muerte del cardenal Hugo Roger en 1364 se hallaron en un baúl varias bolsas re-
pletas de oro y plata de un contante de 200,000 florines (BALUZE-MOLLAT, Vitae paparum IV, 127).
L . DUHAMEL, Une ambassade ¿ la Cour pontificale (Avignon 1883).
" Exagerada es la cifra, pero significativa (I1ALUZE-MOLI,AT, Vita« paparum 1,298).
BALUZE-MOLLAT, ibid.
C.J. BENEDICTO X I I Y CLEMENTE VI 107
Levantó una torre más, construyó para las audiencias una grandiosa
sala de dos naves separadas por columnas y, sobre todo, adornó las
paredes de sus habitaciones, salas y capillas con profusión de elementos
decorativos; más que lo escultural y plástico, que es de escaso mérito
artístico, vale lo pictórico, realizado por diversos pintores italianos
bajo la dirección de Mateo Giovanetti de Viterbo 2 1 .
A l papa Clemente VI se debe que la^ciudad de Avignon, pertene-
ciente hasta entonces al conde de Provenza, rey de Nápoles, pasase al
dominio de la Santa Sede, adquiriendo asi el romano pontífice mucha
más libertad de acción. Reinaba en Nápoles Juana I, hija de Roberto
de Anjou (f 1343), casada con Andrés de Hungría. Y , habiendo sido
éste asesinado en su propio palacio en 1345, cayeron sobre su esposa
serias sospechas de conyugicidio, por lo cual el rey Luis de Hungría,
hermano de Andrés, solicitó del papa la destitución de Juana y entró
con un ejército en la ciudad de Nápoles. Juana huyó a Provenza (enero
de 1348). En la curia pontificia se le instruyó proceso, pero ella habló
con tal acento de sinceridad ante el papa y los cardenales, que logró
justificarse y ser declarada inocente. Entonces se le ocurrió vender la
ciudad de Avignon al papa, que la compró por 80.000 florines. Con
esta suma de dinero pudo Juana armar una flotilla y entrar en Nápo-
les, reconquistando su reino y la obediencia de sus antiguos subditos.
La ciudad de Avignon, que había prosperado mucho desde que en ella
residían los papas, contaba ahora unos 80.000 habitantes.
3. L a peste negra.—Al bondadoso y clementísimo papa, des-
crito por uno de los cronistas como «caritatis hospes, misericordiae
pater, pietatis alumnus», Dios le deparó la mejor de las ocasiones para
mostrar su buen corazón y derramar a manos llenas los tesoros de su
misericordia.
La danza alegre de la vida aviñonesa se convirtió de pronto en una
danza de la muerte, danza macabra y universal como aquellas que poco
después trasladarían al arte pintores y poetas. Una terrible epidemia
que se'llamó la peste negra invadió toda Europa, y en el espacio de dos
años (1348-1350) segó cerca de cuarenta millones de vidas humanas,
casi la mitad de la población europea. Parece que se trataba de una
peste bubónica muy contagiosa que, partiendo de la China, penetró
en la India y en el Asia Menor; de allí pasó a Egipto y norte de Africa,
mientras desde Grecia y Constantinopla se extendía por los países es-
lavos y germánicos hasta Francia, Italia, España, Inglaterra y aun Is-
landia y Groenlandia.
Se manifestaba con fiebre, esputos de sangre, apostemas en los
sobacos y en la ingle, en forma tan grave, que los atacados sucumbían
al cabo de tres o cinco días. En Avignon hubo temporadas en que mo-
rían 400 personas al día; en París, 800. El médico del papa, Guido de
Chauliac, describe las miserables condiciones de los apestados: la
Senté moría sin asistencia alguna y era enterrada sin sacerdotes; el
Padre no visitaba a los hijos, ni los hijos al padre, por temor al contagio.
En el espacio de treinta y tres días (del 14 de marzo al 17 de abril)
'ueron enterrados en un cementerio que compró para ello Clemen-
J, Coniúlterue l u obras citadas en la nota 8 y además G . COLOMBE, LAS palait da papa
a Avignon (París 1927).
108 P.I. DK BONIFACIO V I I I A CUTERO
de chirurgie de Guv de Chauliac (París 1890) 467-473; A . COVILLE, Ecrits contemporains sur la
pate de 1348 i 1350: «Hist. litt. Fr.» 37 ('938) 325-390; A . LÓPEZ DE MENESES, Documentos acerca
de la pate negra en los dominios de la corona de Aragón: •Estudios de la Edad Media de la Corona
de Aragón» (Zaragoza 1956) p.291-447-
1 1 Cfoon, de Gilíes li Muisis, c i t por DENITLE, La désolation da églisa II,60. El a/lo anterior
a la peste habla habido tal carestía y hambre, «quod matres suos natos morsibus lacerabant et
comedebant» (BALUZE-MOLLAT, Vito« paparxtm l,25i).
C.3. DENEDICTO X I I V CLEMENTE VI 108
y medio regresaban a sus casas. Hacían la penitencia todos los días
mañana y tarde, desnudando sus cuerpos hasta la cintura; y se flage-
laban con azotes nudosos, erizados de pinchos, golpeándose con tres
cordeles; y a cada golpe saltaba la sangre. Tenían éstos sus gulas, que
solían ser sus párrocos o religiosos mendicantes. Llegó esta secta a tal
locura, que creían hacer milagros y expulsar a los demonios. Daban
fe de esto las mujeres que con ellos iban. Tenían su canto especial, que
cantaban al flagelarse, cayendo de brtices sobre la tierra una y otra vez
y levantándose, con lo que movían a lágrimas a los espectadores. Esta
secta empezó en la Alemania superior, pasando luego a la inferior y a
las tierras vecinas de Francia, conservando los mismos cantos, melodías
y gestos. Y amenazaban que, si el clero les ponía el veto, acudirían a la
violencia»24.
' Vestían de negro con dos cruces rojas y caminaban en grupos,
cantando el Kyrie eleison y otros himnos y oraciones. Esta costumbre
de la flagelación o de las disciplinas, practicada por los monjes sobre
todo desde el siglo xi para expiar los pecados y participar más íntima-
mente de la pasión de Cristo, comenzó a divulgarse entre el pueblo en
el siglo xm. Ya en 1260 aparece como un fenómeno multitudinario en
Italia; al año siguiente lo vemos en Alemania. Al principio no creaba
ningún peligro. Se practicaba ascéticamente bajo la dirección de algún
misionero popular. La cosa cambió cuando, bajo la excitación enloque-
cedora que causaba el paso de la muerte, las muchedumbres, fanáticas,
exaltadas, casi epilépticas, organizaron este modo de penitencia creyen-
do que era el único medio de aplacar la ira divina. Cometieron muchas
violencias, primero contra los judíos, después contra el clero y la jerar-
quía eclesiástica, que reprimía sus excesos y, sobre todo, sus errores.
Porque llegaron a sostener que el derramamiento de sangre por la
flagelación era el único y verdadero sacramento, negando el valor de los
demás y aun del sacerdocio. Despreciando así los medios ordinarios
de salvación, sacudían toda autoridad eclesiástica.
Mandó el papa Clemente VI a los obispos y a los príncipes que
disolviesen cualquier agrupación de ese género y metiesen en prisión
a los recalcitrantes 25. El movimiento pudo ser reprimido fácilmente.
La Universidad de París prohibió sus doctrinas, que más tarde fueron
también reprobadas, como veremos, en el concilio de Constanza 26 .
No eran solos los flagelantes los que se lanzaban vengativos sobre,
los judíos; también otras masas del pueblo hadan lo mismo, imagi-
nando que los judíos eran los responsables de la peste negra, pues con
todos los países de Europa por efecto de las guerras, cismas y tumultos
hizo imposible durante muchos años cualquier tentativa de regene-
ración y reforma eñcaz.
6. E l jubileo de 1350.—Cuando Bonifacio VIII proclamó el pri-
mer jubileo de 1300, determinó que el año del gran perdón se repetirla
exactamente de siglo en Biglo. Fué Clemente VI quien redujo los cien
años a cincuenta, fijando el próximo jubileo para 1350. La ocasión fué
la siguiente:
A fines de 1342 llegaba a Avignqn una embajada de los romanos
para pedir al papa se dignase volver á la Ciudad Eterna y abreviar el
plazo de los años santos. Clemente VI no tuvo dificultad en conceder
lo segundo; en cuanto a la vuelta a Roma, buenas palabras y nada más.
Venían en la embajada un Colonna y un Orsini; y, entre los re-
presentantes del pueblo, una cabeza exaltada, de planes fantásticos,
de elocuencia cálida y enfática, que muy pronto habla de hacer céle-
bre su nombre: Cola di Rienzo. Cola di Rienzo habló al papa con aquel
apasionamiento y aquel colorido que usaba en sus discursos, pintán-
dole las ruinas materiales y morales de Roma. Clemente VI admiró
su estilo y su oratoria, le saludó muy afectuosamente y le nombró no-
tario apostólico. El soñador halló un espíritu entusiasta y comprensivo
de SUB sueños imperiales en la persona de Francisco Petrarca. El gran
poeta italiano, que vivía en Avignon, se sintió como fascinado por el
orador que venia de Roma.
.. En una epístola poética finge Petrarca que Roma, la viuda que ha
envejecido aguardando a su esposo, se dirige a Clemente VI invitán-
dole a que venga a su casa; le describe los atractivos de la Ciudad Eter-
na para cualquier cristiano; le suplica acelere su viaje para curar las
heridas que sufren tantos ilustres monumentos; y, finalmente, pide
se anticipe el c i ñ o santo, trayendo como motivos la brevedad de la vida
humana y la costumbre judaica del año jubilar cada cincuentenio 29 .
. Estos dos motivos son los que aduce el pontífice en su bula Uni-
genitus Dei Filiuí, que es la auténtica del jubileo, porque corrieron
otras espurias 30 .
Fué el jubileo de 1350 el único que se ha celebrado en Roma sin
la presencia del papa. Este envió dos representantes: el cardenal Guido
de Boulogne, que tardó en ir, vió la ciudad muy alborotada y se mar-
chó en seguida, y Annibaldo de Ceccano, fastuosísimo cardenal, que
29 «... Qjjot sunt mihi templa, quot a r c a ,
vulnera lunt totidem. Crebris confuía ruinis
moenla, reliquia) immensae protinua urbis
ostentant...
Hoc unum post multa precor. Breviore recursu
annus eat redeatque u c e r . . .
Vivitnus et morimur ocuü trepidantii In ictu.
Ergo retro metum status«, quae crimina mundi
diluat, absolvatque reos, et vincula tolvat».
( F . PETRARCA, Potmata minora p.s-30.)
10 L a bula Unigénitos D*i fihus (Corpus iurii con. Extrav. commun. V tlt.Q; ed. FRIEDBERO,
col. 1104-8) lleva la data 27 de enero 1343, aunque sólo se publicó en agosto de 1340 ( N . PAULUS,
Das jubilatum twm ]ahre JJJO: «Theoíigie und Glaube» 5 [1013] 461-74.532-41). A los mallor-
quines les permitió Clemente V I ganar la indulgencia en su propia Isla sin peregrinar a Roma
(J. VINCKE, Das Jubilaéumablass von iqpo auf Mallorca: «Koemische Quartalschrift« 40 ti93.il
.101-6). Sobre el rey de Aragón y el jubileo, VINOTE, ibid., 49 (1954) 251-5; ID., Espanta I l'Ány
>ant al segls XIV: «Analecta S. Tarraconeiuia» 10 (1954) 61-73.
112 P.L. D B BONIFACIO V I I I A LUTKRO
»> A . DAUMKT, Eludí tur l'alliance de la France et de la Castille aux XIV et XV «7Cla (Pa-
rla 1898); L , SERRANO, Alfonso XI y «I papa Clemente VI durante el cerco de Algeciras: «Cuaderno»
de la Escuela espartóla de Arqueol. e Historia en Roma« ] (Madrid 1914) 1-35.
5 4 RAINALDI, ANNAL. a.13^4 n.50.
monum super hoc specialiter vocatorum, ad nostrum consistoríum dolorosum, sub nostri terribi-
'!? signeti charactcre, in robore praemissorum» (P. LEHMANN, Die Parodie im Mittelalter [Mu-
nich 1922] 91-92). Fragmento en K . H . HEIUQ, ZU zwei Teu/elsbriefen des 14. und I¡. Jahrhun-
dfrt: «Hist. Jahrbuch» 52 (1932) 495-300. T e x t o critico en G . ZIPPEL, La lettera del diavolo al
clero, dal secólo XII alia Riforma: «Bulletino dell'Istit. stor. ¡tal.» (1958) 43-193! ApM. p.r63-i66.
* MATEO VILLANI, Isloric florentina 11,48. Otros suponían que el autor fuese Conrado de
Megenberg, o Nicolás Oresmes, o Enrique de Langenstein, que estudiaba entonces en París;
e r a Petrus de CefTonia, autor de otros muchos escritos que merecen ser estudiados
Centralismo y fiscalismo *
flujo en los asuntos públicos, y con los que el rey tenia que contar.
Ahora bien, el hecho de deber la mitra a la sola voluntad del papa
obligaba a los prelados a serle ñeles. En Italia, donde los pontífices
aviñoneses sostenían guerras casi continuas, les convenia colocar en las
ciudades obispos perfectamente sumisos y obedientes que ayudasen a la
pacificación de los partidos y a la conservación de los bienes tempora-
les de la Iglesia. En Alemania tenia especial empeño Juan XXII por
nombrar él los obispos, a fin de apartar denlas sedes episcopales a cuan-
tos siguiesen el partido de Ludovico de Baviera. El resultado fué caó-
tico por el momento. En otras naciones no urgieron tanto los papas su
derecho omnímodo, llegándose muchas veces a una tácita convención
entre el sumo pontífice y los colatores ordinarios (el cabildo y el rey),
conforme a la cual el papa no imponía su candidato, sino que apro-
baba generalmente la presentación que se le hacia. Sólo en Inglaterra
estallaron graves conflictos entre la corte de Londres y la de Avignon
principalmente por razones económicas.
plina (Lovaina i q i a ) : VÍCTOR MARTIN, Les cardinaux et la curie, triliunaux et offices (París 1931).
,. 7 GOELLER, Zur Geschichte der Rota Romana: A K K R 91 (i9><) 19-48; V . MARTÍN Les car-
amaux 73-88.
122 p.i. dr bonifacio viti a itjtero
m OOBLLM, Oí* £¿nnohm*n 98-99. Para calcular las sumas enormes que producían los djez-
*1 di» 11 n , t d i t o : la cantidad net» que entró en las arcas reales de l-clipe V I de Valois por
aunque sin tasa fija. Bíen dice Mollat que este subsidio sólo merece la
calificación de caritativo por antífrasis, ya que se amenaza con la exco-
munión al beneficiario que fuera remolón en pagar lo que por amor de
D l o s se ] pedia l».
e
valore per médium annum» (SCHAEFER, Die Ausgaben... untar Johannes XXII P-38*).
1 1 E n todo este capitulo hemos seguido principalmente a GOELLER, Die Einnahmen 2 0 * - t 3 4 *
, „ 1 , , 1 7 J - PASTOR, Geschichte dar Pápt te 1,98-9: E, HKNNICJ, Die pilpstlichen ZelÍNÍEN aiu Dsul-
iJV4"4'-
dc*l» 1 "nPfW'onantc un» limpie ojeada a la obra de H. DeNirLK La désolation da iglises...
redditil r , , ? ¡ n a Primera del vol.i, en cuyo» primeros documentos leemos: Ecclaia Rbementii in
cahtt' | "'"»Hila Egestas archiepixapi Rhemensit. Y siguen centenares de documentos, en-
dímihíi por o parecidas palabras: Monattaium N. derelielum.— Prioraluj N. in redditihut
Asdi/iül"' * l , aw *t/¡tn'j suis collapsus.—Parochia ecclesiae N. ruinam patilur, a pajfor« dtrtllcta—
n o i i r i í - ? . " ' «wñiuslum.—Prioraluj N . ruinoim.—Ecclaia N. eollapia. Y asi todo el t . i . La ex-
í i 6 ? h i " " " c a en el ti p.«.' y a . '
*' 10 b „ N i n « . Le finante ponlificie nel Medioevo (Milin 1939) 1,116.
. •1 n.ippiNi, La seronda legamone del card. Alborno* in Italia: «Scudi «toricii 13 (1904) 4>-4s.
P.I. DK UONII'ACIO V i l i A L U T E R O
" Marsili escribe desde París el a o de agosto 1 3 7 S ' «Alle disordinate spese d i A v i g n o n e
n bastano le offerende di San Pietro e Paulo, e non basterebbe quello che Creso in L j d l a raunò,
n a l * ™ * 4 1 * d o n i in Roma, e ciò che in quella distrusse Nerone». Y en otra carta llama a los carde-
. „ - - a r i , dissoluti, importuni, affamati Limogini». C i t . por PASTOR, Geschichte der Pdpste
( N t , ® e , l t e n d o il puzzo della vita di molti rettori, i q u a l i sapete che sono demoni incarnati»
' j » H . n ^ $ S l i o ' Lt l""re di S• Caterina da Siena [ S i e n a 1913] 111,196).
C A P I T U L O V
I. INOCENCIO V I (1332-62)
BIBLIOGRAFÍA.—P. Piun, Cola di Rienzo. Darstellung seines Lebens und seines Geistes (Vieni
1931); G , BISCARO, Le relazioni dei Visconti di Milano con la Chiesa: lArchivio storico lombarda»
54 (1927) 44-95.201-236; s s (1928) 1-96; 64 (1937) 119-193; M . ANTONELLI, Il cardinale Albor-
noz 'ed II governo di Roma nel 1334: «Arch. boc. Rom. Storia patria» 39 (1916) 587-92; F. FILIP-
PINI, Il cardinale Egidio Albornoz (Bolonia 1938), donde recoge los artículos y documentos pu-
blicados en »Studi storici» de 1896 a 190s; J. BKNKYTO PÉREZ, El cardenal Albornoz, canciller de
Castilla y caudillo de Italia (Mndrld l o s o ) ; Il cardinale Albornoz nel VI centenario delle Consti-
tuziones f 1357-1957J; número conmemorativo de «Studia Picena» (Fano 1959); G . DAUMET,
Etudesur l'alliance de la France «t de la Castilleau XIVet X V « siècle (Paris 1898); W . SOUFFLER,
Karl IV und Innozenz VI. Beitrage zur Geschichte ihrer Beziehungen (Berlin 1912); M . SOUCHON,
Die Päpstwahlen von Bonifaz VIII bis l/rban VI (Braunschweig 1888).
i-t <
C.5. ROMA S O N A D A Y ROMA RECONQUISTADA
Brígida que Inocencio era de mejor metal que C l e m e n t e V I : «late papa Innocentius est de aere
mefíori quam antecessor eiust (Revrlat. IV, 136).
* A . MORTIBR, Hist. dtt Mal tres généraux di l'Ordn da Frita Pr. (París 1903-13) III.289-
311. L o s estragos de la peste negra entre los dominicos, Ibld., 254-64.
3 Inocencio V I lo llama •rediinitum dono prudcntiac ac Nobis et Apostólica* Sed i praeci-
^'rancia r°i Pero está demostrado i|uc nació en Marcólas, diócesis de Saint Flour. en
' l é a n s e las eruditas páginas que le dedica el P. Pou en la obra citada, p.a88-30?. U n
140 P.I. DK BONIPACJO V I I I A l U T I Í H O
cronista reconoce q u e muchas de las profecías de] fraile se cumplieron, pero le llama «plus vati-
cina tor q u a m propheta» (BALUZE-MOLLAT, Vita« paparum 1,318; 11,456-7).
* V . LA FUENTE, Historia eclesiástica de España t.4 (Madrid 1873) p.373. Sobre D . Pedro el
Cruel víase J. CATALINA GARCIA. Castilla y León durante los reinados de Pedro I. Enrique II, Juan I
y Enrique ill ( M a d r i d 1891-93), y J. B . SITGES, Las mujeres del rey D. Pedro de Castilla (Madrid
1910).
1 B RAINALDI, Annal. a.1354 n.20-21.
1 1 Ibid., a.1355 n.30-32.
i-t <
c.5. roma sonada y roma reconquistada
cional derecho del papa a la aprobación del electo no se dice una sola
Palabra, con lo que se ratifican las aspiraciones de Luis de Baviera
1 j iu' j - * I 3 s 6 n
Ibid., ».IJS9 n.a. . '
142 P.I. DE BONIFACIO V I I I a fcUTIÍRO
silencio de la bula de oro respecto a los derechos de la curia no sianiHcaba una negación de los
miamo», sino el deseo de dejar intacta la cuestión. Pero el espíritu del texto parece ser otro (SCMKH-
rLKR, Kart IV und Innozenz VI p.85-107). Para conocer a Carlos I V es interesante su autobiogra-
fía, en J, F . BOEHMIR, Fontej rerum germ. t . l (Stuttgart 1843) p.328-70.
C-5. ROMA S O N A D A v KOMi\ KiM.unuui.viAUA
• » La vita di Cola di Ritmo I - I p.4. Es ésta la principal fuente que tenemos escrita por un
contemporáneo en sabroso dialecto romanesco, C o n traducción latina en MURATORI, Antiqxiila-
tes itálica« III,400-546. L a mejor biografía moderna, con una interpretación casi mustolinlana de
su héroe, es la de PAUL PIUR, Cola ¿i Ritmo. Darstellung seines Ltbens 11nd stines Geútei (Vienu
1931). O mismo Rienzo cuenta admirablemente su propia vida en cartas a) emperador (julio
de 13SO) y al arzobispo de Praga; allí recuerda'su supuesta, para él cierta, oriundez imperial y el
entusiasmo q u e le inspiraban en.su juventud las-glorias romanas: «Nihil actum fore putaVi s i ,
quae legendo didiceram, non ¡iggredcrcr exercendon (BURDACH-PIUR, Britfwtchsel dts Cola di
Ritmo 1,203-4).
C-5. ROMA ÜUWtWI * nvsmn
ban prestos a hacer mal. Toda lascivia reinaba y todo abuso ; ninguna
justicia y ningún freno...; aquél tenía razón que más podía con la
espada» 20.
U n hermano de Cola de Rienzo cayó bajo un puñal asesino, y no
se hizo justicia. Elegido nuestro notario por el pueblo romano para
aquella embajada que debía pedir a Clemente V I el regreso del papa
y la indicción de un nuevo año jubilar para 1350, fué muy bien recibi-
do en Avignon, como queda dicho ; y cuando peroró ante el pontífice de
la ruina y perdición de Roma y de las iniquidades de los nobles prepo-
tentes, Clemente V I admiró su férvida elocuencia y le nombró notario
pontificio. Inflamada aún más su fantasía con las conversaciones de
Petrarca, volvió a Roma y empezó a preparar la revolución, solivian-
tando al pueblo oprimido.
Burlábanse los nobles, empezando por los Colonna, y crepavano
delle risa al oír las predicaciones retóricas del soñador, mientras la
plebe le aplaudía y las mujeres lloraban de esperanza. Y el 19 de mayo
de 1347 por la tarde, aprovechando la circunstancia que Esteban Co-
lonna se había ido a Corneto con la milicia urbana, se dirigió con un
grupo de conjurados al Capitolio, expulsó a los guardias y demás em-
. pleados municipales y arengó a la multitud, diciéndole que al día
siguiente, cuando oyesen voltear las campanas, compareciesen todos
allí mismo para dar un nuevo régimen a la ciudad.
Toda aquella noche la pasó Cola de Rienzo en la iglesia de Sant'An-
gelo in Pescheria oyendo misas y más misas desde la media noche e im-
plorando el auxilio del Espíritu Santo, pues el 20 era domingo de Pen-
tecostés. Rodeado de cien jóvenes en armas y con cuatro estandartes
—rojo el de Roma, con los símbolos de la libertad ; blanco el de San
Pablo, con la espada de la justicia, a los que seguían el de San Pedro,
con las llaves de la paz, y el de San Jorge, patrono de los caballeros—,
subió al Capitolio y proclamó el nuevo gobierno. Por temor a la auto-
ridad pontificia, declaró que no iba contra el régimen eclesiástico,
antes, al contrario, «exponía al peligro su persona por amor del papa y
del pueblo romano».
Leyéronse las nuevas leyes o decretos: Quien mate a otro será
huerto sin remisión. Los pleitos no se prolongarán más de quince
días. En cada barrio de Roma se creará una milicia municipal. A las
viudas y huérfanos se les dará un subsidio, y también a los monaste-
rios. Los castillos, puentes y puertas de la ciudad no estarán bajo la
guardia de los barones, sino del rector populi. Los barones responderán
de la seguridad de los caminos contra ladrones y malhechores, bajo la
Pena de mil marcos de plata. Se formarán graneros en Roma para
proveer de grano en tiempo de penuria. C o n éstas y otras leyes se ganó
la voluntad del pueblo, el cual con gran alegría le nombró señor de
Roma «en unión con el vicario del papa», dándole potestad de castigar,
Tratar, perdonar, hacer leyes y firmar pactos con otros pueblos.
' Los nobleB huyeron ,de la ciudad. Rienzo escribió a las ciudades y
Estados dé Italia anunciándoles la liberación de Roma e invitándoles
a enviar representantes a un parlaménto que sé celébraría en Roma
ai BUKDACH-PIUR, Bríefwechsei des Cola di Rienzo 1,30.37.41, etc. Por la carta q u e le escri-
bió Petrarca, ensalzándolo como a un nuevo Camilo, y Bruto, y Escipión, sabemos que Rienzo
recibía el sacramento de la eucaristía diariamente «cum multa devotinne «t exactissima tuae men-
tís disciuuionei, cosa tan rara en auucllos tiempos, uuc ni lo* santos la usaban (ibid,, p.76).
" Utiefuiechsel 11,34. M i s adulante confesaré al arzobispo de Praga que en ocasiones obró
como beotln, como fatuo, como histrión: tFateor attamen, quod velut ebrius ex ardore cordis
urenti..., nunc fatuum, nunc histrioncm, nunc gravein, nunc simplicem, nunc astutum, nunc
fervidum... constituí saepius memetipsum» (Brie/wechsel 1,245),
i
C.5. ROMA SONADA Y ROMA RECONQUISTADA i-t<
ritu S^ c l e r d a el joaquirúsmo espiritual, anunciador de la tercera edad del mundo, la del Esp(-
L'.L. D B BONIFACIO VITI A RUTERO
Italia, pero una unidad moral más que política. Para la federación de
todos los pueblos italianos no supo idear ningún medio adecuado.
Pronunció en sus discursos romanos palabras cuyo significado ni él
mismo entendía claramente, y prueba de ello es que después, ante el
emperador, se retractó o corrigió el sentido obvio de muchas de sus
afirmaciones políticas.
Cola de Rienzo es, con Francisco Petrarca, uno de los primeros
que vibran cordialmente con el recuerdo de la antigüedad clásica;
pero nunca fué un verdadero humanista, pese a la teoría, más brillante
que sólida, de Burdach. El tribuno de Roma es un fiel discípulo del
abad Joaquín de Fiore, un soñador apocalíptico que se nutre de la
medula de la Edad Media, sólo que frecuentemente mezcla y confunde
sus ideas eclesiásticas y sociales con absurdos sueños políticos. Debió
de tratar en su juventud con algunos de los espirituales, ya que para
su primera actuación política escoge el día de Pentecostés y se consi-
dera bajo la protección especialisima del Espíritu Santo, a quien invoca
en todo momento, como quien tiene conciencia de haber inaugurado
la tercera edad del mundo, la del Evangelio eterno y de la renovación
universal, vaticinada por Joaquín de Fiore y sus discípulos.
Así se explica que, huyendo de Roma, buscase refugio en las bre-
ñas selváticas de los Apeninos, donde algunos discípulos de Pedro
Murrone, o monjes Celestinos, unidos con otros espirituales escapados
de la persecución, alimentaban en la soledad sus esperanzas apoca-
lípticas.
Juntóse, pues, el fugitivo romano a los eremitas del monte Majella
según parece; y allí vivió más de treinta meses en conversación con
aquellos fanáticos, que le dieron a leer los escritos de Joaquín de Fiore,
los vaticinios de Merlin el Mago y el Oráculo angélico, atribuido a Ci-
rilo de Constantinopla, general de los Carmelitas, aunque perteneciente
a un joaquinista del siglo X I I I
En uno de aquellos coloquios sobre la regeneración universal, que
debía llevar a cabo el papa angélico con la ayuda de un hombre extra-
ordinario, elegido por Dios, para el triunfo del espíritu evangélico, el
eremita Fr. Angel, como inspirado del cielo, dljole a Rienzo; «Tú eres
el hombre predestinado para reformar la Iglesia y el mundo; tú serás
el instrumento de Dios en la instauración del reinado del Espíritu San-
to. Para eso es preciso que te presentes ante el emperador de Alemania
y le persuadas a que venga a Roma a ser coronado».
Cola de Rienzo creyó firmemente al eremita; y, aunque la última
proposición no cuadraba muy bien con sus antiguos sueños imperia-
les, se decidió a probar fortuna, pues su más íntimo anhelo era entrar
de nuevo en la Ciudad Eterna aunque fuese tan sólo como acompa-
ñante del emperador 25 .
2 S Prácticamente suprimía el poder temporal de los papas. Poco después lo dirá m i s clara-
mente al mismo Carlos I V : •Expergiscerc igitur et accingere gladio tuo, Caesar, super fémur
tuum, potentissimel... N a m sicut te clavigerum esse non convenit, sic s u m m u m pontiticem esse
«rmigerum non est deccns» (Brie/wechstl l , 2 i o ) . El IJ de agosto dirigió Rienzo al arzobispo de
Praga un violentísimo libelo contra el papa, acusándole de destrozar la Iglesia y entregar el cuerpo
de Cristo y las ovejas a los lobos; de favorecer a los tiranos y perturbadores de Italia; de usar
injustamente de la espada temporal, arrebatada al emperador: de rodearse en la curia avifionesa
de aduladores, etc. Por todo lo cual desea que baje el emperador a R o m a ; Rienzo se compromete
a Poner toda la Italia unida a sus pies (Briefwechsel 1,231-278). Cola di Rienr.o en Praga se hizo
amigo literario del canciller imperial Johan von Neumarkt, lo que contribuyó, sin duda, al pri-
•tter florecer del humanismo en tierras germánicas. Véanse las cartas que se cambiaron en Brief-
^tchsel 1,223 228 370 372 423. El tribuno fué siempre un retórico bombástico, que dejaba
turulatos a aquellos alemanes: »Favellava cose maravigliose. Lingua diserta face va stordire quelli
todeschi, quelli bohemi e «chiavonl» (La vita di Cola IV-1 p. 125).
xuu P.I. DK BONIFACIO V I I I A I U T K R O
moveatur». «Ut ex qualibet cathedntli vel collcgiata ecclesia saltem unus ex decem clericis assu-
matur MUÍ ad studia theologiae et iuris canonici accedere compellatur» (MANSI, Concilla X X V ,
1143-48). D e l concilio de 1345 habla J, TEJADA Y RAMIRO, Colección de cánones y de todos los con-
ciliíia de la Iglesia de España VI,72-73. L o s decretos del de Alcalá de 1347 en MANSI, Concil.
t§ I?! 3 " 2 6 ' -MÍ^'e BKNEYTO PÉREZ, El cardenal Albornoz p.79-98.
l'oemq ¡le Alfonso onceno, que es una crónica rimada, canta a D . Gil «honrado religioso,—
m u y acabado — e n sus hechos gracioso,—muy fiel de corazón». «Las Ordenes bien sin mic-
I vñ C * u f r e W í t k - — ' e l »«obispo de Tolcilo con honrada cleresla» («Bibl. Aut. Esp.»
' - , . 5 1 4 y 529).. L a Crónica de Alfonso XI atribuye al arzobispo el haber salvado al rey castellano
ta quien poco antes habla confesado y comulgado) de cometer una imprudencia en la batalla:
c.5. ROMA SONADA y ROMA RECONQUISTADA i-t <
•Et don G i l arzobispo de T o l e d o , que no se partió aquel día de cabo del rey, trabóle de la rienda
et dixo: Señor, estad quedo, et non pongades e n aventura a Castiella et L e ó n ; ca los moros son
vencidos, et fio en Dios que vos sodes hoy vencedor« (iBibl. A u t . Esp.» L X V I , 3 2 6 - 7 ) . L a actua-
ción de A l b o r n o z en España ha sido estudiada por J. BENEYTO PÉREZ, Et cardinal Albornoz,
canciller de Castilla p.58-78.127-156.
2 9 Documento de] 31 de mayo de 1353. en fiuilarium romanum, ed. OOCQUEI.INEB, III-2
P-314. y en RAINALDI, Anual, a.1353 n.a. O t r o documento del 30 de junio nombrándolo Icitado
y vicario del papa en Italia, en THEINES, Codex diplomatimi duinim'i S . Salís 11,246-48. Quien pri-
meramente dió a A l b o r n o z el tirulo de «segundo fundador de loa Estados pomilicina* f u i
H . J, WURM, ¡Cardinal Albornoz, drr xwiCc Beffrílnder dn Kircharutaati (Paderborn 189a).
152 P.I. DE BONIFACIO V I I I A fcUTIÍRO
acción del más poderoso señor del norte de Italia, Juan Visconti, hijo
de aquel Mateo Visconti anatematizado por Juan XXII. Este fastuoso
prelado, pues era arzobispo de Milán además de señor temporal de
todo el Milanesado, extendía sus dominios hasta el Mediterráneo, ha-
biendo subyugado a Génova; en 1350 había comprado secretamente
a Juan Pepoli la ciudad de Bolonia, engañando a Clemente VI. En
vano el papa lanzó contra él sus anatemas, lo suspendió a divinis, lo
privó de toda potestad temporal y espiritual. Reíase el maquiavélico
arzobispo, de quien se decía que solamente una vez en su vida habla
celebrado misa, y no con mucha reverencia 30, y al cabo de dos años
obtuvo que el papa le absolviese de todas las censuras y pactase ami-
gablemente con él a cambio de que el Visconti conservase la ciudad
de Bolonia tan sólo como vicario del pontífice.
La acogida que Juan Visconti dispensó al cardenal Albornoz
en Milán fué espléndido y aparentemente cordial. Prometió ayudarle
con dinero y aun con tropas, si era necesario. Satisfecho del éxito, aun-
que sin fiarse del todo, prosiguió Albornoz su viaje a Parma, Plasencia
y Pisa, donde fué recibido con grandes muestras de amistad. El 2 de
octubre de 1353 se hallaba en Florencia. También aquí Las negociacio-
nes fueron fáciles, pues los florentinos, reconciliados con el papa, le
dieron 150 caballeros que reforzasen su ejército. Los de Siena el 11 de
octubre le dieron otros 100, y de Perusa le vinieron 200, entre ellos
Cola de Rienzo, que ahora defendía un güelfismo perfecto, aspirando
a poner la Italia entera bajo la autoridad del romano pontífice.
En noviembre podía Albornoz entrar con pie seguro en el patri-
monio de San Pedro. Los territorios pertenecientes a la Iglesia, sobre
los cuales Inocencio V I le habla otorgado plena jurisdiccción para que
los pacificase, gobernase y administrase, eran los siguientes: el patri-
monio de San Pedro in Tuscia (sur de Toscana), el condado de Bolonia,
la Romagna (capital Ravena), el ducado de Spoleto, la marca de An-
cona con el distrito de Urbino, las provincias de la Maremma, la Cam-
pania y otras señorías y ciudades colindantes que pertenecían a la San-
ta Sede.
Una de las poquísimas ciudades que se mantenían fieles a la auto-
ridad del papa era Montefiascone, en donde Albornoz puso su cuartel
general.
2. C o n t r a el tirano de Viterbo.—Era o se arrogaba el título de
prefecto de Roma Juan de Vico, señor de Viterbo, de Orvieto, Corneto,
Toscanella, Bagnorea, etc.; hombre hábil, falaz y ambicioso, a quien
Cola de Rienzo habla debilitado, mas no vencido, en los días de su
poderlo.
Sabiendo ahora que el cardenal español se acercaba con un ejército
a Orvieto, salió a su encuentro el 20 de noviembre en actitud humilde,
prometiendo restituir a la Iglesia todas las ciudades que le había arre-
batado y haciendo acto de sumisión a Albornoz. Pero luego, observan-
do que el ejército del legado papal era muy reducido, pensó que podía
vencerlo en el campo de combate, y, volviéndose atrás, rompió las
hostilidades.
50 G . BISCARO, Le relazioni dei con la Chiesa: «Archivio storico lombardo» 4 (1928) 44,5-
Las tropas pontificias se apoderaron de Civitella d'Agliano (20 de
diciembre) y sitiaron a Orvieto; mas, no siendo bastante fuertes y nu-
merosas, tuvieron que retirarse, mientras Juan de Vico devastaba las
cercanías de Montefiascone. Fué uno de los momentos más críticos y
dolorosos de la vida de Albornoz, quien se quejaba en carta a Inocen-
cio V I de que la preocupación no le permitía dormir, ni estudiar, ni
leer, no hallando consuelo sino en la oración. C o n los recursos que le
envió el papa, pudo reclutar más tropas y enviar de nuevo contra O r -
vieto un ejército mandado por Giordano Orsini. Entre tanto el carde-
nal con su finísima diplomacia se iba ganando las ciudades de Tosca-
nella, Montalto, Canino, etc. En Roma a fines de 1353 habla tenido
lugar una sublevación contra el tribuno Baroncelli; los romanos, sa-
biendo que con Albornoz iba Cola de Rienzo, pusieron el dominio de
la ciudad en manos del legado, pero se engañaron si creyeron que éste
nombraría a Rienzo prefecto de Roma, porque el nombrado fué Guido
Giordano de Patrizi.
De Roma le llegó al cardenal Albornoz un buen refuerzo de 10.000
hombres, lo que le animó a atacar a Juan de Vico en su plaza principal,
Viterbo. El 21 de mayo de 1354 la ciudad quedó cercada. Durante
quince días se luchó bravamente, hasta que por fin los sitiadores se
lanzaron al asalto y obligaron a Vico a pedir la paz, que se firmó el 5 de
julio en Montefiascone,. Vico renunciaba a Viterbo, Orvieto y Corneto,
prometía obediencia a la Santa Sede y dejaba a su hijo en rehenes; en
cambio, el legado, que no quería nunca aplastar al adversario, sino ga-
nárselo y tenerlo por colaborador, le concedió el poder entrar y salir
con plena libertad él y los suyos en estas ciudades, el dominio de V e -
tralla y la absolución de todas las censuras eclesiásticas 3 1 .
A la sumisión de Vico siguió la de los señores de Vitozzo, de A m e -
lia, de Narni, de Terni y de Rieti. Ya la Tuscia, la Umbría y la Sabina
acataban pacíficas la autoridad de Albornoz, cuyo prestigio iba cre-
ciendo de día en día, más que por la fuerza militar, por la prudencia
y sabiduría con que trataba a los pueblos sometidos, no gravándolos
con impuestos excesivos y permitiéndoles gobernarse con propios re-
gímenes populares. Por eso le recibían y consideraban no como a u n
conquistador, sino como a un libertador y pacificador.
3. T r á g i c o fin de C o l a de R i e n z o . — E n el pueblo d e Roma se
conservaba vivo el recuerdo de las hazañas de Rienzo en la época glo-
riosa de su tribunado. Muchos de los romanos que militaban bajo las
banderas albornocianas rogábanle que viniese a la ciudad y pedían
instantemente al cardenal legado lo nombrase senador. N o confiaba
Albornoz en las cualidades de aquel elocuente fantaseador, y se resistía
a ello ; pero las súplicas llegaron hasta Avignon, y el papa escribió a su
legado indicándole su deseo de que el ex tribuno volviese con autoridad
a Roma. Fué, pues, nombrado senador; mas, como no recibiese ni. di-
nero ni tropas, tuvo que procurárselas él. Y , sabiendo que fra Moríale
o Monreale poseía enormes cantidades en los bancos de Perugia, trató
de obtener su favor. Era fra Moriale uno de los más terribles capitanes
" Loa cláusula« del tratado, en TMKINJÍR, Codex diplomaticus 11,260-62. A fin de asegunir
¡™lor su dominio en la ciudad y contornos. Albornoz puso el 26 de julio la primera piedra de
«n» inexpugnable fortaleia en Viterbo.
154 P.I. n n BONIFACIO V I I I a tUTERO
12 LA vita di Cota I V - 7 p , i j 7 .
C.5. ROMA SONADA Y ROMA RECONQUISTADA i-t <
' 33Ordinariamente se las conoce p o r el titulo d e Líber Constitutionum tanctae Matris Eecle-
Han tenido diversas ediciones. L a m i s moderna es de P. SELLA, Constiluzioni Esidiane
DELI anno MCCCLVII (Roma 191a); A . DIVIZIANI, Fonti delle Costiluzioni Egidiane (Roma 1923)
158 P.I. DE B O N I F A C I O V I I I A fcUTIÍRO
C A P I T U L O VI
I. EL VIAJE DE URBANO V
de i o Iglesia 3 6
162 P.I. Dfi BONIFACIO v m A LUTItRO
tados de la Iglesia, les habla dado una sabia legislación, habla sometido
a los más rebeldes tiranuelos, habla ñrmado una alianza con Florencia
y un tratado de paz con Milán. Fruto de todo ello era que los dominios
pontificios constituían ahora uno de los Estados más fuertes de Italia,
y, siendo Albornoz ya viejo, había peligro de que a su muerte se de-
rrumbara todo si no venía el papa en persona a consolidarlo y gober-
narlo.
Por el contrario, la riente y pacifica ciudad del Ródano, desolada
por la peste en 1361, no ofrecía ya seguro asilo a los pontífices. Avignon
tuvo que rodearse de fuertes murallas, y aun asi se hallaba continua-
mente amenazada dé las «compañías de ventura», cuya devoradora ra-
pacidad se excitaba con la fama de los tesoros de la curia pontificia.
Y a hemos visto cómo, bajo Inocencio VI, el bandido Arnaldo de Cer-
vole arrasó los territorios circunvecinos y sólo se retiró de Avignon
mediante una fuerte suma. Cosa semejante hicieron en 1360 los mer-
cenarios de Seguin de Badefol. Y en 1365 las partidas de malandrines
que acaudillaba Bertrán Duguesclin. Este guerrero afortunado, de
acuerdo con el rey Carlos V, se propuso liberar a Francia de las bandas
de mercenarios que merodeaban por las provincias más ricas, condu-
ciendo aquellas tropas a España, donde pelearían en pro de Enrique
de Trastamara contra Pedro I y contra los ingleses, aliados del rey
castellano.
Saliendo de Chalons en 1365, aquellas «compañías blancas» tomaron
la vía de Avignon. En vano trató el papa de conjurar aquella tormenta
que se le venía encima, Duguesclin no cesó de amenazar hasta que
Urbano V le concedió los diezmos de la provincia eclesiástica de Tours
y una enorme suma, que ciertos autores hacen subir a 200.000 florines 7 .
Reinaba ahora la paz entre Francia e Inglaterra desde el tratado de
Brétigny (año de 1360), ¿cómo no pensar en la vuelta a la sede tradi-
cional del pontificado?
4. E l c l a m o r de los pueblos.—Una voz que no era italiana, pero
que en Roma resonaba, no en nombre de una nación, sino del mismo
Cristo y de la Virgen Santísima, era la de Santa Brígida de Suecia 8 .
Otra voz semejante que también se decía sobrenatural le vino de
España. El infante D. Pedro de Aragón, hijo de Jaime II y conde de
Ribagorza, gozaba de la amistad de los papas y durante muchos años
había intervenido en todos los negocios de la corona de Aragón. En 1358,
a la edad de cincuenta y tres años, renunció a los honores del mundo
para vestir el pobre hábito de San Francisco. Cuenta en sus Revelaciones
que le movió a ello una aparición de su tío San Luis, obispo de Toulouse.
En 1365 se le reveló que para remediar los males de la Iglesia debía el
papa trasladar su sede a Roma; el propio Pedro de Aragón debía comu-
nicar este mensaje divino a Urbano V. «Partió, pues, para Avignon
acompañado de un solo religioso, con bien distinta pompa que otras
veces cuando iba a la corte papal en.i'cálidad de embajador regio o
1 1 AJude al poder de curar las escrófulas o lamparones, cansina que todo el m u n d o atribuía
a los reyes de Francia, y del cual ellcs hicieron uso desde el siglo x hasta el x v n (MARC BLOCH,
Les rois thaumaturges, París 1924).
1 1 Puede leerse el texto latino en C . E . BÚLAEUS (DU BOULAY), Historia Univers. Paris, I V ,
396-412. N o consta que lo compusiera Nicolás Oresme, c o m o alguien pensó. Petrarca lo conoció
y refutó sus ideas, haciendo la apología d e Italia en'otra carta a Urbano V . Quienquiera que co-
nozca un poco la historia—dice—, confesará que Italia se alza m u y por encima de Francia. L o s
italianos son muy superiores en ingenio a los franceses, c o m o l o demuestra la literatura. L a elo-
cuencia, la moral, todo género de filosofía; el derecho civil y canónico, han sido creación de los
italianos.' D e los cuatro doctores de l a Iglesia latina, dos son italianos y romanos. Francés nin-
guno. Son los franceses en verdad «gens argutula, promptula, facetuja... Vera autem gravitas ac-
realis moralitas apud ítalos semper f u i » . «Nihil omnino s u b astris Italiae comparandum, pace
omnium gentium dixerim et nationum» (Rerum senilium 1.9,i). Véase l o que dijimos en el c.a.
C,6. R U G K B S O Di; L O S PAPAS A LA C I U D A D ETERNA 167
V relajada, como era costumbre en todas las cortes del siglo xiv, pero
sabían escoger personas íntegras y dignas para sucesores de San
* edro. De Gregorio XI escribe. Coluccio Salutati: «Nuestro Padre es
prudencia, circunspección, modestia, fe, caridad, amor, benigni-
y, sobre todo, veracidad y conformidad de los dichos con los he-
c h o s . cosa que brilla loablemente en este principe» 2 1 .
Véase el juicio de A . ALESSANDRINI, Il ritorno dei papi 19-28, contra el juicio demasiado
favorable de los escritores franceses.
2
> Indicación de las principales reformas, en MOLLAT, La papes d'Avignon (París 1949)
'23-25. Desgraciadamente no reformó el colegio cardenalicio; siguió n o m b r a n d o cardenal»!
franceses, q u e opusieron resistencia a la vuelta a Roma y después fueron la causa del cisma. R e -
primió las herejías q u e pululaban en diversos países, como Polonia, Esixiüa, Alemania, Francia,
Italia, Creta (cf. RAINALDI, Annales a.i37oss, Indice v. haereses) y sobre todo en Inglaterra con
Wyclef. Sobre la actividad de la Inquisición en este tiempo véase H . C. LEA, Histoire dé l'Inqui- •
Sitian au Moyen Agí (Parla 1901) 11,148.179-80.467, etc.
C.6. RP,GRASO DR I O S PAPAS A LA C I U D A D RT8RNA 171
rencia y sus aliados. Son las bandas bretonas y gasconas de los famosos
aventureros Juan de Malestroit y Silvestre de Budes, que en mayo
de 1376 pasan los Alpes, bien asalariadas por el joven cardenal Roberto
de Ginebra, que avanza al frente de ellas. Su primer objetivo es Bolo-
nia. C o m o la ciudad está guarnecida de fuertes murallas, el terrible
cardenal se dedica al saqueo de los contornos, sitiándola por hambre.
Inútilmente, pues la ciudad resiste con coraje. Trata Roberto de ga-
narse a los mercenarios del inglés Hawkwood, dueños absolutos de
Fa^nza, para asaltar los muros boloñeses. T a m p o c o lo consigue. Y un
triunfo de los florentinos en Ascoli le obliga a replegarse sobre Cesena.
Sus tropas bretonas cometen las violencias y asesinatos de costumbre.
Exasperada la población, se levanta al grito de «¡Mueran los bretones!
jMueran los pastores de la Iglesia!» El cardenal Roberto se refugia en
la ciudadela viendo caer en las calles a 400 de los suyos. Su situación es
muy apurada. Pero viene en su ayuda John Hawkwood, y entonces
ocurre la gran hecatombe de Cesena (3 de febrero 1377), cuando, al
grito de «(Sangre, sangre!», lanzado por Roberto, y a los rugidos de Sil-
vestre Budes «jHerid! ¡Matad!», aquellos bandidos se enfierecen en la
población, destruyendo palacios, monasterios y obras de arte, violando
mujeres y asesinando a más de 4.000 personas 2 9 .
U n grito de indignación corrió por toda Italia contra la barbarie
de aquellos ejércitos que militaban al servicio de la Iglesia. Florencia,
atemorizada acaso más por las penas eclesiásticas que por las militares,
estaba ya tratando desde 1376 de reconciliarse con el papa. Envió una
embajada a Avignon, intentó la mediación de los romanos, y se hallaba
todavía en tratos y negociaciones, cuando Gregorio X I entró finalmente
en sus Estados de Italia. A su sola presencia, aquella gran alianza de
ciudades tejida por la diplomacia florentina contra la dominación ex-
tranjera se deshizo en un momento, como un collar cuando se rompe
el hilo.
5. D i f i c u l t a d e s e n F r a n c i a p a r a el v i a j e . — G r e g o r i o X I , que
desde el principio de su pontificado había hecho propósito de trasladar
la sede a Roma, al ver el giro que tomaba la política en Italia, se per-
suadió que sola su presencia podía impedir la desaparición de los Es-
tados pontificios. Y ésta fué una razón más que le movió a emprender
el viaje.
En febrero de 1374 dió palabra a los enviados de Roma que no tar-
darla en visitarlos. Las circunstancias se presentaban entonces favora-
bles, y a que la paz con Milán parecía allanarle los caminos. Llegó a
fijar vagamente la fecha del viaje para el otoño de aquel año, y luego,
según comunica desde Avignon el embajador de Siena, para principios
de 1375, antes de mayo.
La cosa iba en serio, y así lo participó a los príncipes cristianos, pi-
diéndoles le enviasen algunas naves para el viaje. Mas ocurrió que en
J^nio de dicho año firmaron treguas los reyes Carlos V de Francia y
Eduardo III de Inglaterra. Y se iniciaron las negociaciones anglo-fran-
•^A®8. 0 0 1 1 esperanza de una paz duradera. Nadie desconocía el decisivo
Aflujo q u e pod{a ejercer Gregorio X I en los dos reyes; el mismo papa
'anta est audacia tua, praesumptio túa contra m e ? N a m curia t u a m u n d a n a depraedatur caelestem
curiam meam. T u vero, superbe, spolians m e ovibus meis..., bona capis et recipis iniuste a p a u -
l'eribug meis, et illa das et distribuís indccenter divitibus tuis... Et cur facis hoc, videticet, qúod
|n curia tua regnat superbia maxima, cupiditas irwatiabilis, et luxuria mihi execrabilis, ac etiam
vorago pessima horribilis simoniae? Insuper etiam rapís et depraedarís a me innumerabiles ani-
jJW*. nam quasi omnes qui veniunt ad curiam tuam mittis in gehennam ignis... Incipe renovare
j-fclesiam meam... quín iam nunc magis veneratur lupanar q u a m sancta mater Ecclesia. Si autem
non obedieris praedictae voluntati ineae, firmiter «cías qund tali sententia et spirítuali iustitia
"ndemnaheris coram tota cáeles ti mea curia» (Ratxlat. IV, 142). Quien llevó este mensaic al
¡j»pa fué el obispo eremita A l f o n s o de Jaén (o de Vadaterra), uno de lot, más Intimos concejeros
'» vidente.
176 IVI. D)t U0N1KACI0 V I H A LUTERO
Dios, pero cuya misión divina nadie estaba obligado a creer,/y que,
si en realidad era santa, como la Iglesia lo ratificó más tarde, también
podia ser una ilusa. '
Lejos de irritarse, lo que hizo el sumo pontífice fué pedir a Brígida
una señal clara (papa petit signumj ; señal que nunca se le dió, pues
el último mensaje de la Santa no contenia sino algunos consejos, algu-
nas palabras consolatorias y el deseo perentorio de Cristo: que venga a
Roma en el próximo otoño de 1373 34 .
El 23 de julio de aquel año moría la vidente en Roma. Poco des-
pués dos de sus hijos, «el noble caballero D. Brigerkvde Suecia y su
hermana la noble señora D.» Catalina», recibían del Capitolio un salvo-
conducto para conducir el cuerpo de Brigida, «quae vere potest asseri
prophetissa», al monasterio de Vadstena, casa central de la Orden
por ella fundada 35 .
7. Santa Catalina de Siena.—Cuando enmudece la voz de la
anciana matrona nórdica, se deja oír la de una jovencita, hija de un
tintorero de Siena. Brigida, de antigua estirpe real, madre de ocho
hijos, fundadora de la Orden del Salvador y representante de la espiri-
tualidad cisterciense, con fuertes rasgos de crudo realismo, muy típicos
de la fantasía de esta mujer y propios también de su siglo, casi se da
la mano, en una empresa común, con la virgen sienesa, Catalina, de
humilde familia artesana 36 . En la primera predomina la imaginación
y un aire majestuoso de soberanía; en la segunda, la pasión inflamada
y un carácter viril, que mal se compadece con su edad y su sexo.
Si, como quiere la tradición, Catalina había nacido en 1347, ten-
dría veinticinco años cuando esta terciaria dominicana, hija espiritual
de Raimundo de Capua, O.P., empezó a relacionarse con Gregorio XI.
Nos lo cuenta ella misma en carta a unos frailes dominicos (marzo
de 1374?): «Os digo que el papa mandó acá un su vicario [Alfonso
de Jaén], el que fué padre espiritual de aquella condesa que murió en
Roma, el que renunció al obispado por amor de la virtud; vino de
parte del Padre Santo, pidiendo que yo hiciese oración especial por el
papa y por la santa Iglesia, trayéndome en prenda la santa indulgen-
cia»
Con esta ocasión, Catalina escribe al papa aviñonés la primera de
sus cartas, hablándole probablemente del «santo e dolce passaggio»,
esto es, de la cruzada palestinense, para organizar la cual era preciso
que Gregorio viniese a Roma. Al año siguiente la encontramos en
Pisa, centro marítimo y político de importancia, de donde pasa a
Lucca, donde trata de impedir que estas ciudades se unan a Florencia
en la liga antipontificia. Dícese que en Pisa recibió la famosa estig-
matización, que propiamente no puede decirse tal, pues no era visible.
Desde allí escribió en enero de 1376 al papa: «En el nombre de Jesu-
3 4 ' Q u o n i a m dubitat papa, an debeat venire R o m a m pro reformatione pacia et Ecclesiae
meae, volo quod omnino veniat in proximo sequenti autumnoi (Revelat. IV, 143).
3 5 Parte del documento en G n c c o x o v i u s , .Storia della città di Roma XI,29.
L
XI& L',I. DI! IIONIFACIO VIII A LUTBKO
ñero su l,.i l u n < J a m Fawtier puso las bases para una biografía científica de la santa •
c i d o un Ubro ¿ f e f e varias, veces en la hipercrítica. Posteriormente ha puhli-
Primer., nnblicacióii ¿T' , - i ! : ' 1 0 ' corrigiendo algunas exageraciones anteriores. I ras la
^ í ^ rrl.irni ha venido entre los catalinistas: tras la segunda, la mayoría
C.6. RBGRItSO DE L O S PAPAS A LA C I U D A D ETERNA 1T9
** y cuando murió aquel capitán de bandoleros en 1304, los florentinos eternizaron su ima-
RCn ecuestre en un magnifico f r e s c o de la catedral; alto honor no concedido a su compatriota
*->aiUe A l i g h i e i i (G. TEMPLE LEADKR-G: MAROTTI, Giovanni Acuto, storia d'un condottiero, F l o -
rencia 1889).
3 0 BALUZE-MOLLAT, Vitae paparum 1,461-62. . \
JLO¿ P.I. D E BONIFACIO VIII A LUTERO
C A P I T U L O VII
toriadores más serios cuando estudian este problema. Los italianos casi
sin excepción, empezando por Rainaldi, continuador de los Anales de
Baronio, tienen por cierta e indubitable la legitimidad del papa Urba-
no V I 1 .
N o asi los franceses, algunos de los cuales, siguiendo a Baluze y
Maimbourg, se ponen de parte de Clemente VII ; v.gr., Gayet y Hem-
mer ; otros dudan, como dom Leclercq y el mismo Noel Valois ; mas
no faltan quienes decididamente sostienen la tesis romana, como Bau-
drillart y Salembier 2.
Si exceptuamos a M . Souchon, los historiadores alemanes se incli-
nan de parte de Urbano VI. Así, por ejemplo, Hefele, Hergenroether,
Pastor, Bihlmeyer, Seidlmayer. Este último, que ha estudiado muy
seriamente el problema, añadiendo nueva documentación, sobre todo
española, a la utilizada por Valois en su voluminosa obra, es de parecer
que la elección hecha en el conclave romano de 1378 fué dudosa, y,
por lo tanto, los cardenales tenían el derecho de convalidarla en la pri-
mera ocasión. Ese derecho lo actuaron definitivamente en las primeras
semanas que siguieron a la elección por el hecho de entronizar libre-
mente a Urbano ,VI y de pedirle repetidas veces gracias y beneficios
como a verdadero y legítimo papa.
2. L a entrada al conclave.—Sólo dieciséis cardenales se hallaban
en Roma a la muerte de Gregorio XI, y, conforme a la voluntad del
papa difunto, no aguardaron para entrar en el conclave a que vinie-
sen los seis cardenales que habían quedado en Avignon, ni siquiera
el cardenal de Amiéns, enviado por Gregorio XI al congreso de Sar-
zana para tratar de la paz con los florentinos.
Pensar en abandonar la ciudad de Roma para congregarse en Avi-
gnon o en otra parte, hubiera sido peligroso, ya que los romanos des-
confiaban del colegio cardenalicio, en su mayoría francés, y estaban dis-
puestos a conseguir un papa natural de Roma o por lo menos de Italia.
Estos eran los rumores que corrían por la ciudad en los diez días que
mediaron entre la muerte de Gregorio XI (27 de marzo) y la apertura
del conclave (7 de abril). Cuando un cardenal pasaba por la calle, se
veía detenido por el pueblo, que pedía un papa romano a gritos, y
tal vez con amenazas.
No se dejaron intimidar los miembros del sacro colegio, máxime
después que un capitán, en nombre del senador, y cuatro oficiales ju-
raron proteger, segMn derecho, la libertad de la elección pontificia.
Contaban además los cardenales con la amistad de las familias más
poderosas de Roma 3. Tenían a su disposición las tropas mercenarias
1 El mismo Próspero Lambertini (Benedicto X I V ) escribía: «Depulsa temporum calígine, in
clara luce hodie positum est, legitimum ius pontifícatus penes U r b a n u m V I eiusque successores
Bonrfadum IX, Innocentium VII, etc., stetúse« (De seruonim Dei beatificatione l.i c . 9 n . i o ) .
2 L a opinión de H . Hemmer, en ' R e v u e du clergé français* 37 (1904) 603 y en «Rev. d'Hist.
1 3 L a síntesis que hace Valois a base de numerosos documentos parece indicar q u e los trece
cardenales dieron su consentimiento, pero F r . Pedro (¿de España?), O . P . , testificó haber oído
a un cardenal que «tempore reelectionis fuerunt omissi tres cardinales, qui in una camera simul
comedebant separatin et non fuerunt vocati, et ex toto catervo cardinalium remanserunt XIII,
et ex istia tres contradixeunt vel atlas voces non tradiderunt. Et sic remanent X dumtaxat reeli-
gentes, qui non sunt dúo partes XVI» (SEIDLMAYER, 29a).
1 4 SEIDLMAYER, 258; VALOIS, 1,31-35. Pedro de L u n a entró en el conclave con el propósito
de elegir al arzobispo de Bari. Asi lo confesó él después a un fraile que le preguntaba: «Reveren-
dissime domine, est iste dominus Urbanus ve rus papa et verus elcctus? T u n e ipse respondit:
Ipse est ita verus papa, sieut beatus Petrus. E t sciatis, quod ego c u m ista intentione intravi con-
clave, ut eligerem eum» (SEIDLMAYER, 259).
las exigencias del pueblo, ante quien Bartolomé Prignano no gozaba de
especiales simpatías.
5. L a entronización y c o r o n a c i ó n . — A todo esto, el pueblo,
que llenaba la plaza y hasta invadía el palacio vaticano, ignoraba lo su-
cedido en el conclave. Abriendo una de las ventanas que daban al patio,
Orsini exclamó: «|Silenciol Tenéis ya papa. — ¿Quién ? — I d a San Pe-
dro». Entendió el pueblo que el llamado cardenal de San Pedro, o sea
Tibaldeschi, arcipreste de la basílica de San Pedro, era el nuevo papa,
y que la frase de Orsini era una invitación a ir a la casa del elegido
» para saquearla, e inmediatamente muchos corrieron a ponei; en prác-
tica el pillaje de costumbre.
Orsini, con un gesto negativo, dió a entender que le habían enten-
dido mal, lo cual enfureció a muchos. U n francés pronunció el nombre
del arzobispo de Bari. N o debió de pronunciarlo bien, porque algunos
entendieron que el' elegido era Juan de Bar, prelado lemosino aborre-
cido por los romanos.
Entonces fué cuando la muchedumbre tumultuante se embraveció
como un mar en tempestad. Los conclavistas, llenos de miedo, refor-
zaron las puertas con estacas. Inútilmente, porque los romanos, ata-
cando por todos los costados, forzaron todas las entradas, asaltaron los
muros y hasta por las ventanas se metieron, gritando: «Romano, ro-
mano!»
A un clérigo de le ocurrió la idea de presentar al viejo Tibaldeschi,
romano, como verdadero pontífice. Este rehusa con indignación seme-
jante comedia; pero los conclavistas le obligan a sentarse en la silla
papal y le ponen la mitra blanca y el manto de púrpura mientras en-
tonan el Te Deum.
El anciano y enfermo Tibaldeschi sigue resistiendo con todas sus
fuerzas contra aquella burla impía: «Yo no soy papa—gritaba—ni quie-
ro serlo; es el arzobispo de Bari». U n sobrino del cardenal le da un
golpe en el pecho para obligarle a sentarse y permitir la entronización.
En vano él sacude la cabeza lanzando de sí la mitra. Los romanos le
llevan al aliar y le piden la bendición, a lo que el sudoroso y exhausto
cardenal responde con maldiciones 1 5 .
Mientras lo conducen a la cámara papal, se propaga la noticia cier-
ta de que el verdaderamente elegido es el arzobispo de Bari. Oyense
gritos de ira: «No lo queremos; nos han traicionado». Non lo volemol
Guando alguien sugiere a Bartolomé Prignano la conveniencia de re-
nunciar, él contesta: «No me conocen; aunque yo viera mil espadas
dirigidas contra mí, no renunciaría».
Va cayendo la noche y las gentes empiezan a retirarse. Los carde-
nales han huido disimuladamente y se dispersan. Cinco se esconden
e n sus propias casas, seis buscan refugio más seguro en el castillo de
tate... ministrantibus eidem dorn, cardinalibus, et eidem ut papae vero reverentiam exhibentibus»
(SEIDLMAYER, 267). Y vió más tarde los rótulos con peticiones de beneficios que los cardenales
presentaban al papa fibid., 273).
>• SEIDLMAYER, Die Anfänge 317. C o n más fuerza aún lo repetía Pedro de L u n a (véase n . 1 4
y SEIDLMAYER, 278), el cual en Medina del C a m p o confesó públicamente que «continuamente la
su voluntad se sosegaba más en aquel fecho, ve yendo que los otros cardenales se acordaban a ¡n-
tronizarlo et a coronarlo et hacer los otros actos, que en la elección del papa se deben fázer» (SEIDL-
MAYER, Peter de Luna 240).
1» Y al mismo poco antes de morir: «Ipse [Urbanus] est verissime papa» (SEIDLMAYER, 310).
C-7. EI, CISMA DE OCCIDENTE JL»x
de entrar en el conclave protestó oficialmente (según él declaró meses adelante) contra la posible
elección de un italiano alegando la b i t a de libertad; pero, aun suponiendo que no miente (cosa
que U l i mann pone en duda), su previa protesta tiene poco valor, porque la verdadera razón d e
protestar era que vela casi cierta la elección del arzobispo de Bari. ¿Preveía también la falta de
libertad en los electores ? Y o pienso que era la pasión la que le ofuscaba. C f . ULLMANN, The origins
of the Creat Schisma 78; VALOIS, 1,33.
2 1 A los cardenales de A v i g n o n : «Ad personam Rev. in X . Patris Bartholomaei Archiepiscopi
Bare tisis.., libere et unanimiter direximus vota nostra» (RAiNAi.ni, a.1378 n . 1 9 ; HALUZK-MOUAT,
Vitae paparum 1,520). Firman el documento los dieciséis cardenales de Roma. L a carta de R o -
berto de Ginebra al emperador, en PASTOR, Geschichte der Päpste I,8io.
N o todos, pues por lo menos Pedro de L u n a afirmó repetidas veces que él no habla tenido
ningún miedo. Otros cardenales obraron, si, con miedo, aunque n o se ve claro que obrasen por
mieo?. Eligieron al arzobispo de Bari por otros motivos serios y razonables. El miedo les hubiese
movido a elegir m i s bien al romano Tibaldeschi, o al romano Orsini, o a otro extraño al sacro
colegio, no a B. Prignano, a quien los romanos no le tenían simpatía. Véase el testimonio de
F r . Mcncndo (SEIDLMAYER, 281), el cual dice que, si U r b a n o V I fué aceptado y aclamado por el
pueblo, fué «quia Semper populus sequitur partem potentiorem Romae, secundum regulam ita-
licani; Vivat qui viiicitt» (ibid., 282),
21 SEIDLMAYER, B. LO mismo viene a decir H . FINKE, Ueber Schisma-Publikationen: «Hist.
Jahrbuch» 52 (1932) 459. C o n elocuencia apasionada escribía F r . Pedro de Aragón al cardenal de
Glandeve: »Quis coegit vos ipsum inthronizare et ipsum cappa scarleti induere... ipsum denun-
ciare regibus et populis catholiás s u m m u m pontificem et antistitem?... Q u i s coegit vos ab eo
plenam absolutionem peccatorum vestrorum petivisse? Q u i s coegit fere omnes vos beneficia
petere e o . . . ? Q u i s coegit vos, cu i haec littera dirigitur, c u m magna instantia impetra sse et
obtinuisse a b eo titulum Ostiensem?... Vel nunc omnes mentimini, salva vestra reverentia, vel
A priftcipio>»ientiti fuistis» (F. BLIEMETZRIEDER en »Arch. Franc. Hist.» [1909] 444-45). En forma
más serena y jurídica argüía el arzobispo toledano Pedro Tenorio, doctor en cánones, a l cardenal
de San Eustaquio (MART*NE-DURAND, NOVUS thesaurus II, 1102) y el célebre jurisconsulto Baldo
(RAINALD! a.1378 N.36-38).
192 P.I. Dlt BONIFACIO VIII A LUTIÍRO
quin cgo deponam eos. Ista audiens (testifica el embajador A l v a r o Martínez) totus fui stupefactus,
et dixi quod ista verba non bene adaptabantur, facta mentione domini mei, qui erat christianitatis
murus» (SEIDLMAYER, 166). El cardenal glandavcnse escribía: «Quasi dementatus... iactabat se,
quod deponeret reges et regna daret; e x d u d e b a t homines a paradiso» (ibid., 336).
C.'/. LiOniA XJt, U W V l ^ b i i l c ,
J* SEIDLMAYER, 179.
N¡ T . DE NIBM, Pe schismale 1,4. N i e m dice de Zalba que «fuit doctor egregiut in iure cano-
w> et diu Avinione in eodem iure legit». Erróneamente le llama catalán en v e z de na vatro (véa-
*e 11 nt.56).
H ' de ia. Iglesia 3 1
194 P.I. Dlt BONIFACIO VIII A LUTIÍRO
loso, decía que quería estudiar el caso. Referí yo esto al mismo cardenal
de Aragón, el cual me respondió: Señor Alvaro, el señor cardenal de
Ginebra me infama al decir que soy escrupuloso; ciertamente yo quie-
ro examinar y ver bien las cosas, conforme al derecho, porque en ver-
dad os digo que, si yo concordase con ellos y luego averiguara jurídi-
camente que Urbano es verdadero papa, aunque yo estuviera en Avi-
gnon, vendría con los pies descalzos, si de otro modo no pudiese, a
ponerme de su parte. Quiero, pues, estudiar y ver bien el asunto. Y o
le supliqué me diese los puntos dudosos para estudiarlos, pero habla-
mos hiego de otras cosas y por fin no me los dió. Siempre que entré
en su cámara le hallé estudiando, creo que sobre esta materia» 2 7 .
Se equivocaba Pedro de Luna al empeñarse en resolver la cuestión
canónicamente. Antes que el problema canónico había que aclarar el
problema histórico y psicológico, como trataron de hacer después los
urbanistas. El cardenal aragonés aceptó ingenuamente los hechos como
los exponían los cardenales franceses y acabó pasándose decididamente
a su bando.
Viendo Urbano V I que los cardenales buscaban el apoyo militar
de las compañías aventureras, encargó en junio a los tres cardenales
italianos, Orsini, Brossano y Corsini—Tibaldeschi estaba enfermo y
murió el 7 de septiembre—, se dirigiesen a Anagni a prometerles, de
parte del papa, todo favor y benevolencia. Respondieron los cardena-
les franceses asegurando solemnemente al pontífice de su fidelidad y
asombrándose de que dudase de ellos. Esto no impidió que aquella
misma tarde tuviesen una reunión secreta con los tres italianos, donde
discutieron sobre la validez de la elección, juraron que sus votos se
debieron al temor a la muerte y animaron a los tres enviados a que-
darse con ellos para proveer a la sede vacante. Rechazaron éstos la
invitación de hacer causa común y se retiraron a Tlvoli, donde a la
sazón se hallaba U r b a n o V I , para darle cuenta del éxito de la
embajada 28.
Vacilaban todavía los cardenales franceses, no faltando quienes,
como el de Vergne, deseaban una reconciliación con el romano pontí-
fice, mientras otros exigían la abdicación simplemente y algunos pro-
ponían que Urbano tomase un coadjutor.
Sucedió que el 16 de julio el capitán de mercenarios Bernardón de
la Salle infligió a los romanos una terrible derrota en Ponte Salaro,
después de lo cual puso sus doscientas lanzas gasconas a disposición
del sacro colegio. Animados con esto los cardenales y no teniendo nada
que temer, dieron un paso decisivo en el camino de la rebeldía, publi-
cando el 2 de agosto una declaración en la que afirmaban con toda
seriedad que antes de entrar en el conclave estaban resueltos a no ele-
gir a ningún italiano; que, si luego eligieron al arzobispo de Bari, fué
tan sólo por temor a la muerte. Siete días más tarde promulgaron otra
declaración, concebida en términos tales, que pierde autoridad ante
cualquier lector; tanta es su pasión, virulencia e hipocresía: «La caridad
de Cristo nos apremia; nos apremia el celo de la f e ; nos apremia el
1 7 SeiDLMAYER, 169.
I» T o d o esto lo refieren los tres cardenales italianos en carta a los principes (C. DU BOULAY,
Historia Univ. París. IV,526-18; GAYÍT, 11,22).
C.7- El, CISMA DE OCCIDENTE 195
„ . 14 Crónica del rey D. Enrique II de Castilla a.i.) c.6-10: «Bibl. A u t . Esp.» LXV1II.34SS. El
da r ORT™" « D . Pero L ó p e z de A y a l a ( L . SuXww FERNANDEZ, Notas acerca de la actitud
3¡\]a con al cisma de Occidente: <Rev. Univ. Oviedo* 9 [1948] 91-116).
QUE I A R T ^ N E DURAND, Thesaurus novus anecd. II,1102: RAINALDI, a . 1 3 7 9 n.5. Valois piensa
í ? í f a m b l e a fué en septiembre o en agosto, no asi Seidlinaycr, 31.
" VALOIS, 1,203-4.
200 P.I. Dlt BONIFACIO VIII A LUTIÍRO
d« oída, M la persona sospechosa. (Y al maiH">:) Non adhlbetur fides totaliter». "Acordó el con-
sejo que habla de ser creído el dicho obispo [Alfonso de Jaén], asi como a un testigo de presencia,
e que las razones que pone de su creencia que son verisímiles* (SEIDLMAVEM, 50).
" PERO LÓPEZ DE AVAI.A, Crónica dil rty D. Juan I I . J C . I - J : «Bibl. A u t . li»p.» L X X I 71-75.
El documento en BALUZB-MOLLAT, Vil a* paparían IV,250-56. Sobre la alegría de Clemente VII,
VALOIS, II,204-5. En cambio, Urbano VI declaró al rey depuesto, llamándolo herético, infame e
hijo de iniquidad (RAINALDI, 0.1383 n.7),
C.7- El, CISMA DE OCCIDENTE 203
• 41 S * 1 " " 1 ' 0 d e '» «renga en H. FACES. Histoire de S. V. Fcrrier 2 vols. (París 1901) 1,120.
• RAINALDI, a. 1381 n.35; JULIO CÉSAR BAPTISTA, Pmtugal e o Cisma th> Ocidenle: «Lusitania
•«era» 1 (IQS6) 65-203, expone amplia y eruditamente todos los sucesos.
204 P.I. DE BONIFACIO Vili A LUTERO
*«trt° R ¡ í a ' l t e * t £ " d ^ t á en favor de Urbano V I un curioso tratado De tríumpho romano, diálogo
s c m b l - ~ Y Francia, llegando a los más vulgares insultos contra la nación francesa (fatua, bestia,
mar . n I? f meretriz: «Gillia enim a gallo, ave, qui modico cerebro gaudet») y haciéndola excla-
• 7-UO ? ' a : ' v i c i s t i ' Galilee» (SBIULMAYER, 136; VAI.OIS, II,214).
En prem! 1 *' "nata X.42. El documento real en UALUZE-MOLLAT, Vilae paparum IV,302-4.
W s , N,2° 4 ) p í r m , t 1 0 Clemente VIL disfrutar ampliamente de los diezmos en sus Estados (VA-
206 l'.I, I)lt I10N1KAC10 VIII A LUTERO
visa « I , gaudium, honor «t tripudium (Est. 8,16). Tras un breve exordio, se pone a considerar:
•lo primero, una splendor de verdat, queste regno esclarece;
lo segundo, una senyal de caritat, do consolación recresce;
lo tercero, un poder et dignitat, que al papa pertenesce;
lo cuarto, una real magestat, quen las obras se paresce.
Et estas cosas, declaradas et vistas con la ayuda de Dios, será fin de aqueste breu sermón. Et
lo primero digo, que nos es representada una splendor de verdat...» (Sigue explicando la alegría
del acontecimiento, y, en viniendo a la elección de Bartolomeo de dampiuida memoria y de nuestro
«flor >1 papa Clement, intenta probar la ilegitimidad del primero y la legitimidad del segundo
Por tres capítulos:)
•de part de la crueldat et rumor desordenada;
de part de la auctoridat a los cardenales dada;
de part de la magestat al rey por Dios otorgada.
Et cuanto a lo primero, que la dicha crueldat et grant rumor del pueblo de Roma, que se movió
contra nos, los cardenales, que hablamos de fezer la elección, hubiemos muy grant miedo et fui-
J *forzados de fazer contra nuestra volunta» (ZUNZUNECUI, El reino de Navarra 334-29). Y esto
NO
•o anrma alegóricamente él, que tantas veces habla dicho de si mismo no haber tenido absolu-
™ 1 ! f J } ' n K ú r > miedo y haber dado su voto Ubérrimamente. El texto del documento oficial lo
PUMicó D u BOUI.AY, Historia Univers. Par. IV,648-so. Sobre la técnica del sermón con sus di-
D 287^43 s u l x ' ' v ' s ' o n e s " m a d a s víase L. MOURIN. Jean Cerson, prAlicalein francais (París 1952)
fitraTn í JOS c i t »dos de BUemctzrieder, véase FINKE, Drei spanische Publizisten aus den An-
su cadáver insepulto (NIEM, De ¡chísmate ],s6). A l mismo Niem debemos las otras noticias. Car-
los i ir de Durazzo, a la muerte de Luis I de I lunaria, usurpó la corona de los magiares, a la que
habla renunciado. Man a los pocos dios, el 37 de febrero de 1386, murió aucsinado.
C.7- El, CISMA DE OCCIDENTE 211
del norte de Italia y de los países germánicos cantando por los caminos'
el Stabat mater y otras melodías religiosas, o gritando «|Paz, paz!»
y «|Misericordia!»61
A Bonifacio IX, muerto el i.° de octubre de 1404, le sucedió Ino-
cencio VII (1404-1406), también napolitano, de Sulmona, que sólo
reinó dos años, lo suficiente para dar nueva vida a la Universidad de
Roma creando nuevas cátedras, mas no para trabajar eficazmente en
la eliminación del cisma. De su sucesor Gregorio XII trataremos a
su tiempo.'
2. L o s papas aviñoneses.—Clemente VII, fracasado su primer
intento de establecerse en Roma por la fuerza de las armas, puso su.
residencia en el gigantesco palacio que los papas poseían a la orilla
del Ródano. Bajo su obediencia consiguió retener prácticamente a toda
Francia, Escocia, Castilla, Aragón y Navarra. Sus esfuerzos por darle
un principado en Italia y luego el reino de Nápoles a su fidelísimo
Luis de Anjou fracasaron no obstante el apoyo incondicionado de
Carlos V de Francia, que fué siempre su más poderoso protector.
Mientras este rey vivió, también la Universidad de París, tan universal
e influyente, sostuvo su causa.
Clemente VII, amante del lujo y del boato principesco, se mostró
manirroto y espléndido en conceder bienes de la Iglesia a los que podían'
acelerar el triunfo de su causa, v.gr., a Luis de Anjou, y a los emisarios
que distribuía por diversos países diplomáticamente.
El humanista y teólogo francés Nicolás de Clemanges, escritor de
la Cancillería aviñonesa y secretario de Benedicto XIII, conoció bien
a Clemente VII, de quien nos trazó un retrato poco halagüeño.
• ¿Qué espectáculo—escribe—más miserable que la vida de nuestro
Clemente? Tan entregado estaba a la servidumbre de los principes
franceses, que les toleraba a los cortesanos diariamente injurias y
afrentas de las que no se dicen ni a un lacayo. Cedía a la indignación,
cedía al tiempo... A unos les otorgaba beneficios, a otros les daba
buenas palabras y promesas, Ponía sumo empeño en agradar a los más
influyentes de la corte y en hacerles favores a fin de conseguir con su
patrocinio la gracia de los señores. A éstos, pues, y a los jóvenes her-
mosos y elegantes, cuyo consorcio mucho le placía, les daba casi todos
los episcopados vacantes y las principales dignidades eclesiásticas.
Y , para alcanzar más fácilmente la benevolencia de los príncipes, les
hacía de buen grado muchos regalos y dádivas; a todas las exacciones
sobre el clero que se le pedían accedía sin dificultad..., sometiendo de
este modo el clero al arbitrio de los magistrados civiles, de suerte que
cualquiera de ellos, mejor que él, parecía ser papa»62.
En orden a la extinción del cisma, puede decirse que no hizo nada.
No veía otra solución que la de acabar con su rival manu militari. Del
" A este jubileo vinieron muchos peregrinos franceses aun contra la expresa prohibición
del r ey. En la cuestión del cisma, Bonifacio no dió ningún paso eficaz y generoso. Por medio
del duque Esteban de Baviera prometió a Clemente VII. si renunciaba al pontificado, los honores
perpetuos de legado apostólico y vicario general de la Santa Sede en todas las naciones que se-
guían su obediencia |Vana ilusión! (RAINALDI, a.I390 n.6-8). Sobre Bonifacio véase T . DE NIEM,
De zchiimate II,6-3i, y MURATORI, K«rum ¡ta!, scr/pt. III-2,832-52.
" MARTÉNE-DÜRAND, Veterum scriplorum VII p . x x x v m . Sobre el lujo, gastos y concesiones •
del papa aviñonés, datos concretos en VALOIS, 11,379-91.
ïj^siwefssss^-i--"-'— .^^í^^iít^y^.^
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214 P.I. Dlt BONIFACIO VIII A LUTUKO
en la que se hace decir a Lucifer: «Nada de concilio, por más que las
ranas no cesen de croar. (Concilio generall ¡Concilio general! Sería mi
derrota la elección de un jefe único de la Iglesia» 63 .
Ante la oposición de los principes, la Universidad tuvo que capi-
tular. Pero la situación cambió cuando, muerto Luis I de Anjou, las
relaciones tan íntimas de la corte francesa con el papa de Avignon
empezaron a aflojarse por causa de ciertas disensiones políticas. Los
, primeros síntomas aparecen en 1385. En la fiesta de la Epifanía de 1391,
el bachiller en teología, luego famoso canciller de la Universidad, Juan
Gersón predicaba delante de Carlos VI: «¡Oh!, si Carlomagno el Gran-
de, si Roldán y Olivier, si Judas Macabeo, si Eleazar, si Matatías, si
San Luis y los otros príncipes fuesen ahora en vida y viesen tal divi-
sión en su pueblo y en la santa Iglesia que ellos tanto enriquecieron,
acrecentaron y honraron, preferirían cien veces morir antes que de-
jarla continuar así». Era una exhortación al rey para que trabajase por
la unión de la Iglesia. Conforme a la propuesta de Gersón, organizá-
ronse predicaciones, oraciones públicas, procesiones. El mismo Cle-
mente VII instituyó una misa especial Pro sedatione schismatis, que de-
bía celebrarse el primer jueves de cada mes S4 .
En enero de 1394, Carlos VI mostró deseos de que la Universidad
propusiese algunos medios para la unión. Hizose una encuesta no sólo
entre los universitarios, sino entre todos los que quisiesen colaborar
con su consejo. Cuando el 25 de febrero los 54 profesores encargados
de abrir el cofre en forma de hucha, donde se habían depositado las
papeletas, vinieron al escrutinio, hallaron más de 10.000 cédulas, mu-
chas de las cuales optaban por el concilio general, convocado por el
emperador y los principes. La Iglesia universal allí representada deci-
diría cuál de los dos papas era el verdadero. Eran numerosos los votos
que se declararon por la via cessionis: los dos pontífices debían ceder
de su derecho y abdicar sencillamente, después de lo cual los cardena-
les reunidos elegirían un nuevo papa. Otros preferían la via compra-
missi, a saber, que unos cuantos doctores de ambas obediencias expu-
siesen sus razones y luego se dejase el negocio en manos de dos jueces
o árbitros imparciales, que decidiesen en última instancia quién era el
verdadero papa. La dificultad estaba en encontrar esos árbitros im-
parciales.
4 3 L a Epístola Leviathan, publ. en P. TSCUACKEKT, Peter van Aílly (Gotha 1877), ap. IS-21.
Para toda esa literatura consúltese VAI.OIS, 1,3+9-94, que publica en apéndice varios poemas fran-
ceses. Añadamos aquí la cita de un poema anónimo español, escrito hacia 1390, abogando tam-
bién por el concilio:
•Yo so un orne simple et de poco saber,
con buena entención quiérome atrever
. a fablar en aquesto, e cómo podría ser
que tal cisma podiese algund remedio haber.
t Esegund me parece, maguer non soy letrado,
si Dios por bien toviese, e fuese acordado
que se ñciese concilio, segund es ordenado,
e el tal caso como éste allí fuese librado.
Mas los nuestros perlados, que nos tienen en cura,
asaz han que fazer por nuestra desventura
* ^ en cohechar sus subditos sin ninguna mesura
et olvidar conciencia e la santa Escritura*.
SiguelcliÉÍcando a los nobles y reyes. La cita en I. DE ASSO, De librís quibusdam hispanorum
rarioríbwr tkaquísitio (Zaragoza 1794). Cf. «Boletín de la Acad. de la Hist.i 93 (1928) 372.
VALOIS, 11,403.
C.7- El, CISMA D E OCCIDENTE 215
sitos de la unión de la Iglesia, en D u BOULAY, Hist. Univ. Par. IV,713-15; TSCHACKBR, Pelrr von
2>lly 9t. Pedro de Ailly disertó ante Benedicto XIII con un estilo U n conceptuosamente retórico
m o que usaba el propio Luna (véase nt.ss):
. «Fiet pax ¡ata vera utique et perfecta,
si sit misericordia in affectu, quantum ad inchoationis ingressum
si sit veritas in effectu, quantum ad mediationis progressum;
si sit iustitia in profectu, quantum ad consuinmationis progressum.»
D'A.*,wl' choi* «k P'/c" inédita du temí» de Charla VI [Parla 1863] I.MS )
r>..». t TÍ OR MARTIN, La minina du Calficanúme (París 1939) I.245. L a s actas en MARTÉNK-
"URAND, Veterum jeriptorum VII,461-65.
218 P.I. DIÎ BONIFACIO VIII A LUTERO
to XIII. Eran éstos los cardenales Martín de Zalba, que gozaba de toda
su confianza, y Fernando Pérez de Calvillo, obispo de Tarazona; Be-
renguer de Anglesola, obispo de Gerona; Godofredo Boil y Bonifacio
degli Ammanati, que le debían el capelo.
Benedicto XIII hizo que su confesor, San Vicente Ferrer, predi-
p J' .'Non tenetur quis obedire nisi in praeceptis Dei et illii quac sunt ad utilitatem et salutem
rxenm 1 **"'- debet attendi voluntas papae, sed «alus populi... Si papa hac occasiorte aliqucm
HCANÍIN?Uin'<?reV'' i n h o c excedtret «uam potestatemt. C i t a j en V . MAHTIN, Leí origina du Cal-
tin r ™ " ^ '?.. discurso» fueron pronunciados en francés, pero transcritos allí mismo en la-
? J r t P u l l ' « m o d® Longuell.
"OUROKOIS DE CHASTENET, Noutxllt hist. du conci 1« d* Constance (Preuves) 72.
222 P.I. DI! BONIFACIO V I I I A fcU'fKRO
súplicas bastante atendidas por los obispos. Estos por su parte se que-
jaban del gobierno real, que les exigía los diezmos y les imponía nuevas
cargas y tributos. En señal de protesta, la Universidad suspendió sus
lecciones y sus predicaciones en la Cuaresma de 1400, con grave daño
para el orden público. Muchos estudiantes se marcharon a otras uni-
versidades. El descontento crecía, y el origen de todos los males lo
ponían algunos en la substracción de la obediencia al papa.
A principios de 1402, la Universidad de Orleáns,proclamó que ella
no había votado la decisión de 1398; la de Toulouse, con enérgicas pa-
labras, expresó al rey su parecer y su deseo de que se renovase el aca-
tamiento a Benedicto XIII. Lo mismo opinaba la Universidad de An-
gers. De hecho, la Orden cartujana comenzó a obedecerle. Entre los
mismos maestros de la Universidad de París se alzaron voces autori-
zadas, como las del canciller Juan Gersón y de Nicolás de Clemanges,
para defender a Benedicto de la tacha de hereje y cismático y aconse-
jar su obediencia 78 .
También la corte estaba dividida. Seguían hostiles a Pedro de Luna
los duques de Borgoña y de Berry, mientras el duque de Orleáns,
hermano del rey, perseveraba en su fidelidad. De Aragón y Castilla
venían quejas contra el tratamiento que se daba al cautivo de Avignon.
Conocedor de todo esto, Benedicto XIII pensó que la opinión pú-
blica se pondría de su parte el día que él pudiese obrar libremente.
Y decidió dar un golpe de sorpresa. Ganó para sus planes al capitán
Roberto de Bracquemont, encargado de la guardia del papa, y, en la
noche del 11 de marzo de 1403, Benedicto XIII, disfrazado de cartujo
con un hábito que probablemente le prestó Fr. Bonifacio Ferrer y lle-
vando sobre el pecho una hostia consagrada 19 , salió del palacio apos-
tólico, después de remover las piedras de una puerta tapiada, sin que
los centinelas nocturnos lo advirtiesen. En la calle le esperaba el con-
destable y embajador de Aragón, Jaime de Prades, con otro caballero'
y dos doctores. Conducido a casa del embajador aragonés, recibió el
homenaje de muchos franceses que allí estaban, y, apenas clareó la
nueva aurora, se dirigió a la orilla del río, donde le aguardaba una
barca enviada por el cardenal de Pamplona. Descendió por el Ródano,
Amontó luego las aguas del Durance y atracó a la izquierda junto a
Cháteau-Renard, territorio de su amigo Luis II de Anjou, señor de
PROVENGA.
A este joven príncipe, que vino a recibirle con todos los honores,
te dió en agradecimiento ia larga y hermosa barba que se había dejado
crecer durante el asedio 80 . Cuando con el sol del día 12 se percataron
108 aviñoneses de la evasión del pontífice, se arrepintieron de su equi-
8 de enero de 1404 expidió cinco bulas prometiendo hacer todo lo posible por la unión de la
Iglesia (RAINALDI, a.1404 n.4-6).
C.7- El, CISMA D E OCCIDENTE 225
obrados por San Vicente Ferrer, «legatus a latere Christi», antiguo con-
esor de Benedicto, que desde el 8 de julio estaba en Génova predican-
do en su lengua nativa valenciana a gentes de muy diversas naciones 85 .
el poder ejecutivo, la obligación moral de obrar según las luces que les
i
í-,
228 P.I. DIÎ BONIFACIO V I I I A LUTERO
danum».
Partiendo de estas mismas ideas, Enrique de Langenstein (1340-97),
gs '382 saldrá de París para ser rector de la Universidad de Viena,
dond SU Epístola pacis (1379) y su Epístola concilii paás (1381), en
C A P I T U L O VIII
*
BIBLIOGRAFIA Para los concilios de Pisa y de Constanza, lo mismo que para el cisma,
es fundamental la obra de Noel Valois y tiene capítulos muy bien pensados la de Victor Martin,
ambas citadas en el capitulo anterior. Compendioso y claro el libro de Salembier sobre el cisma.
Protestante, pero bien documentado y amplio, el de J. LENTANT, Histoire du concite de Constance
(Amsterdam 1714-27) 2 vols. Narración cronológica de los sucesos siguiendo las actas, HEFELE-
LECLKHCQ. Histoire des concites t.7 (París 1916): H. FINKE, Bilder vom Konstanzer Konzil (Heidel-
berg 1903); ID., Die Nation in den spätmittelalterlichen allgemeinen Konzilien: »Historisches Jahr-
buch» 57 (1937) 323-338; B. FKOMME, Die spanische Nation und das Konstanzer Konzil (Münster
'896); P. ARENDT, Die Predigten des Konstanzer Konzils (Friburgo de Br. 1926); K . DIETERLK,
Die Stellung Neapels und der grossen italienischen Kommunen zum Konstanzer Konzil: »Römische
«chrift» 29 (191S) 3-21.45-72; W . POCKE, Studien zur Geschichte der englischen Politik
auf dem Konstanter Konzil (Friburgo de Br. 1910); H. BEI.LÉE, Polen und die rómische Kurie in
den Jahren 1414-24 (Berlin 1919); K. A . FINK, Martin V und Aragon (Berlin 1938); J. P. MAC-
GOWAM, Pierre d'Ailly and the Council of Constance (Wáshignton 1936); M . CREICIITON, A His-
tory of the Papacy. V0I.1, The Great Schisme. The Council af Constance 1378-1418 (Londres 1882)
p.261-420; O . BUONOCORB, Lfn papa isulano, Giovanni XXIII (Porto d'Ischia 1031); J. VINCKE,
Zu den Konzilien von Perpignan und Pisa: «Römische Quartalschrift» 50 (1955) 89-94; J. ASCH-
BACH, Geschichte Kaiser Sigmunds (Hamburyo 1838-1845) 4 vols. con documentos; el vol.a está
dedicado a Constanza; O . S c m r r , König Sigmunds italienische Politik bis zur Ronifahrt 1410-1431
(Francfurt T909); J. GUIRAU», L ' E l a l pontifical apris le Grand Schisme (Paris 1906).
C.8. PISA V CONSTANZA. TIN DBI, CISMA . 239
salir de Lucca, Gregorio parecía «multum extenuatus in facie et lividi colorís, ac si iam in puncto
mortis existereti. Usamos la edición Historia* Theodorici de Niem... dt Selúwuije Eceltsiat (Ba-
silea 1566). Sobre el autor víase H. HÍIMPEL, Dielrich von Niem 1340-1418 (Ratisbona 1932).
4 L a Forma celebrationis coneilii papalis Perpiniani, con descripción de las sesiones, noa la ha
transmitido M . DE ALPARTIL, Chronka aetitatarum temporibus dtmúni Benedicti XIII ed. de F . Ehríe
(Paderborn 1906) »73-187. Otra documentación en MANSI, Cone¡lia XXVI, 1103-1131. L a p u -
blicación de F. KIIRLE AIIS den Acten des Afterhonzils von Perpignan J408: «Archiv Hir L i t . und
KG» 5 (i880) 387-492; 7 (1900) 576-694, trata muy brevemente del concilio de Perpignan en las
Ultimas páginas; «1 resto son documentos anteriores relativos a las andanzas de Benedicto X I I I .
C.8. PISA V CONSTANZA. T I N DBI, CISMA . 241
Pisa con tal que éstos fuesen tratados como del legitimo rey de roma-
nos. El actual emperador Roberto de Baviera, que habla sido confir-
mado en su alta dignidad por Bonifacio IX en 1403, se mantuvo fiel
a Gregorio XII, y, por lo tanto, adverso al concilio pisano, a pesar de
que la dieta imperial de Francfurt en 1409 se adhirió a los cardenales
disidentes. Segismundo, rey de Hungría, siguió más bien al emperador
que a su hermano Wenceslao 5 .
Serias objeciones se podian poner, y de hecho se pusieron, a la legi-
timidad de un. concilio universal convocado sin el papa y contra el
papa. Jamás se habla visto tal cosa en la historia de la Iglesia. Era un
concilio que nacía acéfalo. Todos se daban cuenta de la audacia de este
paso; pero era tan grande el dolor que sentían en sus almas por la divi-
sión de la Iglesia y se hallaban tan desesperanzados después del fracaso
durante treinta años de tantas tentativas de unión, que cualquier me-
dio les parecía licito, y se persuadían que la comunidad cristiana tiene
que encontrar en sí misma un remedio de tan grave enfermedad cuando
los papas, como en este caso, se muestran incapaces 6 . Los teólogos y
canonistas más eminentes, con las Universidades de París, Bolonia y
Oxford, sostenían que en casos semejantes la plenitud de la potestad
reside en el cuerpo total de la Iglesia o en el concilio, que la representa,
no en su cabeza, que es el papa.
Con gran pompa y apariencia de universalidad se inició el concilio
en la catedral de Pisa el 25 de marzo de 1409, fiesta de la Anunciación.
Reina gran diversidad en el cómputo de los asistentes, sin duda porque
de un día para otro oscilaba mucho la concurrencia. Cuando más, pa-
rece que se hallaron 24 cardenales, cuatro patriarcas, 80 obispos, más
los procuradores de otros 102 ausentes; 87 abades, más los procurado-
res de otros 200 ausentes; 41 priores, los generales de los dominicos,
franciscanos, carmelitas y agustinos, más de 300 doctores, diputados
de muchas universidades, de 100 cabildos catedrales, embajadores de
los príncipes, etc.
¿Y quién presidía aquella solemne asamblea, que se decía repre-
sentar a la cristiandad entera? Propiamente, nadie. En el puesto más
honorífico sentábase al principio el más antiguo de los cardenales, Gui-
do de Malesset, y después el influyente patriarca de Alejandría, Simón
de Cramaud. Hubo 23 sesiones, en las cuales no se discutió nada; se
. s Lea embajadores de Wenceslao llevaron al concilio una carta de Segismundo en que éste
r * 1 ' 1 «Ovod propter nonnullas causas ambaxiatores suos ad dictum concilium generale mittere
poterat, sed quod Cráter suus rex Romanorum et Bohemiae luos mittebat solemnes ambaxia-
«»«». e t q u o d ipse a volúntate dicti fratris sui deviare non intendebatt (MANSI, Concilla XXVII,
jjS.1). D e Portugal fueron embajadores a Pisa, mas anunciaron que no consentirían en la elección
E un nuevo papa (P. DE BOFARULL, Colección de documentos inéditos del Archivo de la Corona de
^«jídn t.i [Barcelona 1847] 133 y 157).
tcW-[
u a n de Varennes habla escrito tiempo atrás a Benedicto XIII: «Crudeliorem enim plagam
L-MA*** i n °rbem non potest transmitiere» (MARTÉNE-DUHAND, V«t«RUM script. Vil, 568).
demMt n cn 1> 'aa ,u l'br0 auferibilitate papa* ab Ecclesia (Opera 11,209-24), queriendo
«Ud ' n , r . ' ' u ® 'a Iglesia podía divorciarse del papa, aunque fuese legitimo, por conservar sb üni»
« ¡ ¡ W " Jp~ , u "emeían'es defendían P. de Ailly (VALOIS. IV,84-87) y F. Zabarella, que ts-
páll ' p ™ universitate lannuam in fundamento, sed in papa tanquam in princi-
nién Z o K T * ' Francisco Zabarella 1360-1417 (Padua I9«5J p.59). Asi pensaban l i n i '
c ' « n w n í í r r S B C ? y S l n í 4 n d e C r a m a u d <A. COVJLLE, Le traité dé la ruine dr fEglise de Nkolat dé
* En su Trac ta tul pro defensióne Bencdicti XIII publ. en MARTÍNE, Theiauru» nouui anecdo-
torum 11,1435-1520.
* Su comentario a Pedro Lombardo ha sido magníficamente estudiado por F . KMRLE, Der
•«ntanjienfeommmtrtr Peters von Candía, des Pisaner PSpst Alexanders V (Münster 1025). Noli-
de Alejandro V en T . DE NIEM, De ¡chísmate 111,51.
Las actas del concilio de Pisa se conservaban, con variantes, en cuatro diversas colecciones,
!?,'. ''ODAS por Ilardouin, D'Achery, Von der 1 fardt y Marténe, recogidas luego en MANSI, Con-
s
•K«1 17. Posteriormente Ha editado otras criticamente J. VINCKE, Acia eoncilíi Pisam:
j^omische Quortalschrif» 46 (1936) 81-337. Marténe publicó además cartas y documentos pre-
í t vír a uar,a praevia ad concilútm Pisanum (Veterum snipt. VII,425-1079).
con T M J W U K r i t o c ' t a d ° P ° r VALOI», La France et le Ciand Schisme IV, 110. L a legitimidad del
. cilio de Pisa y de Alejandro V es negada por la mayoría de los autores modernos. Sin em-
del'I^>' •|!e*H'til 9 - Pfülf. en una recensión de la obra de N . Valois, opina que la convocación
VerfS "J Pisa por los cardenales en aquellas circunstancias estaba bien justificada: «Das
jer der Kardinálc schien durch den Ausnnhmerustand und die himmclsschreiende Not
l a r m i í í w ' aerechtfertigt» (en «Stimmen sus María Laachi 64 [1903] 3»7-3S). San Roberto fle-
* Aleian.i C w U c e ' PLna fué un concilio general «nec apprnbutuin nec reprobatum« y tiene
del o í r 4 Y , Por verdadero papa {De concíliis 1,8). D e hecho, el Alejandro que vino después
to XIM ' " " . a m 4 Alejandro VI. N o se siguió esta norma con Clemente VII. ni con Benedic-
^ * U I . ni con Juan XXIII. ,
244 P.X. DR BONIFACIO VIII A M J T 8 R O
Con¿JiM c o 0 l t ' i n c l « 1 « « Ulrlco de Rich en thai nos dejó una famosa descripción del concilio tal
el lo vió (Das Concilium so zu Constan* i»t gehaltm worditn ed. fotográfica, Leipzig 1895).
| FlIltJjJ10* también muchas noticias en los diarios publicados por Finke, especialmente en el de
248 P.I. DB BONIFACIO V I H A MJTJSRO '
•j
De todos modos habia que asegurar la libertad y la vida para cualquier
contingencia, y a este fin no se contentó con exigir garantías al empe- i
rador, sino que, al pasar por el Tirol camino de Constanza, nombró 1
al duque Federico de Austria capitán general de la Iglesia romana a
condición de que él se comprometiese a tomar al papa bajo su patroci-
nio y a facilitarle lá evasión, si era preciso.
A l concilio hablan sido invitados todos los prelados, príncipes y 1
representantes de las tres obediencias. No faltarían, pues, asistentes ;
que defendieran la causa de Gregorio XII y de Benedicto XIII. Si se j
planteaba el problema de la legitimidad o se trataba de una nueva elee- <.
ción pontifìcia, Juan XXIII confiaba en la legión de prelados italianos
que había traído consigo. El número de sus votos sería superior al de
sus rivales. Pero estos cálculos le salieron fallidos, porque, a propuesta I
de los cardenales Pedro d'Ailly y Guillermo Fillastre, determinó el !
concilio que tuviesen voto en las congregaciones no sólo los obispos
y abades, sino también todos los doctores en teología o en derecho
canónico, como había ocurrido1 en los concilios de Pisa y dé Roma;
más aún, los mismos principes y sus delegados tendrían voz activa 18. '
Otra decisión más grave todavía y contraria a toda la tradición de la j
Iglesia se agregó el 7 de febrero de 1415: la votación no seria por ca- i
bezas, individualmente, sino por naciones, colectivamente; cada na- J
ción, estuviese integrada por muchos o por pocos individuos, no ten- |
dría más que un voto. Con esto los prelados y doctores italianos, que j
constituían casi la mitad del concilio, perdieron su ventaja 1 9 .
El sistema de votación que por fin se adoptó fué el siguiente : todos
los asistentes al concilio se dividían en tantos grupos cuantas eran las
naciones reconocidas. A l principio eran cuatro: la nación italiana, la j
alemana (que incluía a Bohemia, Hungría, Polonia y Escandinavia), ¡
la francesa y la inglesa ; después vino también la española (de Castilla,
Aragón, Navarra y Portugal). Una comisión organizadora señalaba los
temas que debían discutirse en todas las reuniones separadas que ce-
lebraban las cuatro o cinco naciones. En estas reuniones de cada nación
tenían voto todos los participantes, lo mismo un obispo que un em-
bajador, un doctor o el delegado de un cabildo, fuesen clérigos o laicos.
El voto de la mayoría se consideraba voto o decreto de la nación. Cuan-
do todas las naciones habían deliberado separadamente sobre un punto,
se comunicaban mutuamente los decretos para ver si coincidían y es-
taban de acuerdo. Esto lo hacían los delegados oficiales de cada nación,
presididos por un obispo que se cambiaba cada mes. Si habia discre-
pancias, discutían entre sí hasta que se preveía una concordia posible,
y entonces, consultada de nuevo cada nación particular, tenía lugar la
congregación general de las naciones, en la que cada nación no tenia
1 1 MANSI, Concilia XXVII,560-61 ; VON DCR HARDT, Magnum oecum. conc. 11,224-26; HE- •
FKLP.-LECI.KRC(I, Histoire des conciles VII,186-87,
1 9 Pedro de Ailly demostró inútilmente que tal modo de votar por naciones era contra la
t
costumbre multiwcular de la Iglesia. Añadía, con razón, que de este modo salla perjudicado el
derecho de los obispos y cardenales, equiparados a cualquier clérigo y aun laico. «Expediens
videtur redire ad ius commune et ad antiquum modum procedendo et concludendi in concilila
generalibus, ubi non legitur facta talis nationum distinctk» (VON DEN HARDT, VI,42; P. TSCHA-
KERT, Peter von Ailly [Gotha 1877] p.251: FINKE, Forschungen 29). T a l sistema introducía en el (
concilio un fermento nacionallstico, contrario a la naturaleza católica de la Iglesia, del mismo
modo que el voto de simples cMrigos y laicos introducía un elemento democràtico, contrario al
¿aráccer jerárquico de la misma.
C.8. PISA V CONSTANZA. FIN DE1* CISMA 24,9
XÍÍ/FL ÍVA Kardtnabkollatmm auf dem Konstanzer Konzil WJ zur Abíelzung Papsl Johan-
'."MIWJ/. 1935J; E. SOHKLSTRATE, TVoctotiu de seruu et aucloritate decretorum Con-
wieilii [Roma 1686J p.104; Hou.NSTeiNex, Studien p.250).
250 P.I. D » BONIFACIO V n i A LUTKRO
simonía, violencia, etc. El autor del libelo pedia al concilio que iniciase
una investigación jurídica sobre estos crímenes.
Pensó Juan XXIII que conmovería a la asamblea en su favor y al-
canzaría la absolución si, refutando las acusaciones calumniosas, con-
fesaba sinceramente BUS verdaderas culpas; pero sus partidarios le
aconsejaron que no procediese con precipitación ni disputase con sus
enemigos. Estos, sin embargo, persistieron en la demanda de una in-
formación jurídica y en pedir para el reo la deposición. *
Entonces Juan XXIIÍ el 16 de febrero hizo leer al cardenal Zaba-
rella un documento de abdicación voluntaria por el bien de la Iglesia.
Pareció la fórmula demasiado vaga e injuriosa para los otros dos pre-
tendientes al papado, y, finalmente, en la congregación del i de marzo
y en la sesión solemne del día siguiente leyó la nueva fórmula que se
le impuso, y que decía asi: «Ego Ioannes papa XXIII, propter quietem
totius populi christiani, profiteor, spondeo, promitto, voveo et iuro
Deo et Ecclesiae et huic sacro Concilio, sponte et libere daré pacem
ipsi Ecclesiae per viam meae simplicis cessionis papatus, et eam facere
et adimplere cum effectu... si et quando Petrus de Luna Benedic-
tus XIII et Angelus Corrario Gregorius XII in suis obedientiis nun-
cupati, papatui quem praetendunt.,, simpliciter cedant, et etiam in
quocumque casu... in quo per meam cessionem poterit dari unió Ec-
clesiae Dei ad exstirpationem praesentis schismatis» 22 .
Agradecido el emperador, se levantó del trono y fué a besarle el
pie. Un patriarca, en nombre de todo el concilio, «pasó a darle las gra-
cias de aquel acto, que fué de los señalados que ha habido en la Igle-'
sia» 23 , según nota Zurita, y con razón, porque entonces se empezó a
ver que alboreaba el día de la unión.
Pero ni Juan XXIII ni sus partidarios estaban contentos. Había
que procurar de cualquier modo la disolución del concilio antes que
diera algún decreto fatal. Si el papa huyera de Constanza, tal vez el
desconcierto cundiría entre los conciliares, y, viéndose sin cabeza y,
desunidos entre si, no tendrían ánimo ni autoridad para continuar de-
liberando y se volverían a sus tierras.
Muy difícil era la fuga, porque a lo largo de las murallas y sobre
el lago vigilaban continuamente centinelas. Juan XXIII se apalabró
con su protector el duque Federico de Austria, el cual organizó un
espléndido torneo, y mientras el emperador, los príncipes y los caba-
lleros, con infinita multitud de gentes, se agolpaban en torno del pa-
lenque, al atardecer del 2o de marzo, un desconocido con hábito pardo
de palafranero, armado de ballesta y montado en viejo caballo, cruzó
la puerta de Kreuzlingen acompañado de un fámulo. Nadie advirtió i
que aquel hombre era el papa. En la ribera del lago le aguardaba una ¡
barca, que lo transportó a Schaffhausen, ciudad perteneciente al duque j
de Austria.
tos del concilio, declarando que la fuga de Juan XXIII era un escándalo
manifiesto, que le hacía sospechoso de cisma y herejía, y atestiguando
que el papa fugitivo, contrariamente a lo que él decía, había gozado
en Constanza de plena libertad.
Estos artículos les parecieron a los cardenales inadmisibles, porque
ofendían el honor y la dignidad del pontífice, por lo cual suplicaron a
Segismundo no permitiese que se promulgasen en la próxima sesión.
Dijéronle que Juan XXIII estaba dispuesto a poner el negocio de la
abdicación en manos del emperador y de algunos cardenales, que no
retiraría de Constanza la curia y sus oficiales por más que hubiese dado
órdenes en ese sentido y que el colegio -cardenalicio sólo asistiría á la
sesión solemne en caso que esos cuatro artículos se modificasen en la
forma que le indicarían.
Temeroso el emperador de una ruptura entre los cardenales y el
concilio,', corrió a la congregación de las naciones y les rogó que ate-
nuasen los cuatro artículos, y, aunque encontró resistencia en muchos,
maniobró con tanta rapidez y habilidad aquella noche y la mañanita
del día siguiente, que, al abrirse el Sábado Santo la sesión general, ya
los delegados de las naciones habían consentido en la propuesta de los
cardenales.
Era el 30 de marzo. La cuarta sesión solemne, a la que asistían más
de 200 prelados y muchísimos doctores, se iniciaba muy inquieta,
pues aun después de empezada la misa, el emperador iba de unos a
otros y llamó a los cardenales a una capilla de la catedral para los últi-
mos acuerdos. Concluido el santo sacrificio y el rezo de las letanías,
alzóse el cardenal Zabarella para dar lectura a los artículos conveni-
dos. El primero era el mismo que habían aprobado las naciones, y
sonaba así: «Este santo sínodo constanciense..., congregado legítima-
mente en el Espíritu Santo, formando concilio ecuménico y represen-
tando a la Iglesia católica militante, tiene su autoridad inmediatamente '
de Dios, y cualquier persona, de cualquier dignidad que sea, incluso
papal, está obligada a obedecer al concilio en todo cuanto se refiere
a la fe y extirpación del cisma» 25 .
El segundo, tercero y cuarto artículos de las naciones fueron sustituí- )
dos por otros que decían: «2. Item: que el santísimo Padre Juan XXIII
no cambie ni traslade a otro lugar la curia romana y sus oficinas con
los funcionarios... sin consentimiento del santo sínodo. Y, si hiciere j
lo contrario y fulminase censuras para que los oficiales le sigan..., |
todo sea írrito y nulo», «3. Item: que cualquier traslación de prelados <
o privación de beneficios en perjuicio del concliio... sea jurídicamente J
inválida, írrita, nula y vana». «4. Item: que por bien de la unión no se ¡
creen nuevos cardenales» 26 .
No pocos de los asistentes al concilio se sorprendieron del tenor j
de aquellos artículos, pues ignoraban las negociaciones del emperador l
con los delegados y con los cardenales. Saliendo de la sesión, algunos |
quisieron protestar irritados, mas pronto se hubieran calmado si un ^
El art.i de las naciones añadía: «y reforma de la Iglesia tanto en la cabeza como en los
miembros», pero estas palabra* fueron suprimidas en la lectura por ZabareJla, según refiere Filia*- '
tre, «ouia cardinalis florentinos sustincbat, quod ille articulus non erat verus de iuret, y lo mismo
opinaban otros muchos (Finks, Acta 11,28),'
*« MANSI, Concilio XXVII,s8s.
C.8. PISA Y CONSTANZA. P I N DIO, CISMA 253
12 HARDT, IV,G3.<M.
MANH, Coricilin XXVII.JJQO-GI.
2SA P.l. D E BONITACIO v n i A RUTERO
bre de 1416, disputaban loa teólogos constancienses sobre si la plenitud del poder reside en el
concilio o en el papa (HFKF.I.F.-I .KCLIIRCQ, VII,218-19.415-16).
1 1 MANSJ, Concilla XXVIII.soo. Gersón (Opera IIÍ303.308) cita esas mismas palabras del
papa contra el conciliarismo, y, aunque no piensa como él, no se atreve en modo alguno a con-
denarlo. Martin V condenó ef conciliarismo, estando aún en el concilio de Constanza, en el si-
guiente articulo que se debía proponer a los sospechosos de husitismo: «An credut, quod papa
canonice electus... sit successor L'etri, habensque supremam auctoritatem in Ecclesia DeT» (MANS I
Concilia XXVII,1212). L u e g o la autoridad del concilio no está sobre la del papa.
C.8. PISA Y CONSTANZA. PIN DIO, CISMA 255
Pres ' d c l abad de la Oliva, del de Turazona, del de Irunzu, del de Leire, del de Ira che,
4 p t S r o ? - * ' concilio su reconocimiento el >4 de diciembre (MANSI, Concilio XXVII,993-1011).
JJJU, FBOMMK. Dis spanische Nation und das Konstanzer Koweit (Münster 1896) p.41-47!
4
A c t a l í i V . 1 1 9 ' FINKE, Forwhungon und Quollsn 190. Noticias de los embajadores, en FINÍ»;
V I"u,l VÍ"?; V- Fuewtb, Historia eclesidstica de España IV,433-4441 de loa aragoneses, Puio
«** I n i ' . i ^- u n a 3'8-ao. Sobre las discusiones entre los embajadores castellanos y aragone-
s a largamente FKOMUE, Die spanische Nation 80-101.
MANSI, Concilio XXVII,1140-461 H E r i u t - L E C t E a c q , H i i t . des concites VlJ.«4<»-«¡»- ..
260 P.I. I3R BONIFACIO VIII A LUTERO
Pulo v Puio, Pedro de Luna 374 n.a. Se ha exagerado a veces el abandono del solitario de Pcrifscola.
En el mediodía de Francia, especialmente en el condado de Armagnac, tuvo siempre muchos
adictos. Tampoco le faltaron en Escocia y en algunas diócesis de España hasta el momento de
su muerte. El rey Alfonso de Aragón, a ruegos de la familia Luna (I). Alvaro de Luna, sobrino
del papa, empezaba a ser condestable y ministro omnipotente de Castilla), hizo trasladar a Illueca
el cadáver incorrupto. «Su momia se conservó sin enterrar en un salón del palacio [paterno] hasta
el aAo 1811 en que los franceses le cortaron la cabeza y tiraron sus restos mortales por las ven-
tanas» (V. LA FUENTE, Historia eclesiástica de España IV,441). Antes de morir, Benedicto XIII
hizo jurar a los tres cardenales que le rodeaban que eligirían un nuevo papa. En efecto, el canó-
nigo de Barcelona Q¡| MuAoz tomó el nombre de G e m e n t e VIII CÍO de junio 1423): se recon-
cilió con Martín V en 1429 ( M . GARCÍA MIKALLES, La personalidad de Gil Sánchez Murióz y la
solución del cisma de Occidente; «Teruel» [1954] 63-122; TEJADA Y RAMIRO, Colección de cánones
III. 737).
C.8. PISA y CONSTANZA. F I N DBI, CISMA 261
&»Untl o' ^"«urao de Juan Petit, e n Gerionii opera V . i 5 - 4 1 . Amplia documentación «obre e l '
ÍS-¡ »1 I R " F,NKE' R V . W - 4 3 3 ; MANSI, XXVIII,740-870.
K"""«« ? r o p o a ' c ' 6 n , condenada como errónea, herética y escandalosa, suena asi: tQuilibet
pe 1 ' C t < ^ e ' Jet licite et meritorie occidi per quemcumque vasallum suum vel «ubditumi
»MANÍ! v V C I í í 2 c u ' a r a s insidias... non expcctata sententia vel mandato iudicis cuiuscumque,
f S r 1 Con , 7 6 s : H a , d t ' IV,440: HEPKi.e-LECi.iaoQ, VII,196),
KteWMado ?bjeto refuta la opinión del célebre cardenal Oslicnse, Enrique de Susa ( t 1271).
BÜSÚBT« TV_ , publicado recientemente con introducción y notas criticas por ESTANISLAO
J>r¡ . 5 «Ojiiiiio Haitiensút fat the Council ofCorutance by Paul VladimiriJ (Roma iys6):
Efu¿33 o í '5 C Millennium». L a documentación sobre eJ proceso l'allccnbcrg, en FINKE, IV,
B M » i h V - l f 0 8 d °cumcntos en B. l!r.ss, Johannes Falkenberg, O.P., und der prmsthch-¡«'lmsch<t Sírtl
^ « " ' u n z í r KomiI: .Zcitschrifl für KG» 16 (1B96) 385-464.
266 P.I. I3R BONIFACIO VIII A LUTERO
C A P I T U L O IX
I. EL WYCLEFISMO
(Gotha 1880); De veritate Sacrae Scrlpturae ed. Buddensieg (Leipzig 1904) 3 vola. Una selección
de sus obras en inglés nos ha dado TH. ARNOLD, Select English Works of John Wyclif (Ox-
ford 1869-71) 3 vola., y F. MATTHEW, Th» English Works of John Wyclif (Londres 1880). En
total conservamos de Wiclef 96 obras latinas y 6s inglesas, mis extensas aquéllas que éstas.
Otras fuentes son: THOMAS NETTEX (WALDENSIS, O.C.), Fasciculi zizaniarum magistri Iohannis
Wiclifi ed. Shirley con buena introducción (Londres 1858), en iRerum Britannlcarum Scriptores»
t.s; MONACUS SANCTI ALBANI, Chronicon Anglian 1328-1382 ed. M. Thomson (Londres 1874);
THOMAS WALSINGHAM, Historia Anglicana ed. Ritey (Londres 1869) 3 vols.; D. WU.KIN, Concilio
Magnae Britanniae «i Hiberniag db 0.446 ad 1717 (Londres 1737) 4 vols. vol.3; C. DUPLESSIS-
D'ARGFNTRÉ, Coüectio iudiciorum de novis erroribus vol.I-i 4 vols. (París 1728). Existe una edi-
ción antigua e imperfecta de las obras de Hus (Francfurt 1715). Inició otra mejor V. FLAJSHANS,
Opera ormu'a Magislri Hussii (Praga 1903-1908) 3 vols., con doble tirada, una con notas en checo
y otra con notas en alemán. Además: Tractatus responsivus ed. S. H. Thomson (Princeton 1927);
F. PALACKY, Documenta Magistri Iohannis Hussii vitam, doctrinam, causam... ilhutrantia (Pra-
ga 1869); J. M. SEDLAK, Tractatus causam Magistri I. Hus e parte catholicorum alustrantes (Bres-
lau 1914); K. HOFI.BR, Geschichtschreiber der hussitischen Bewegung (Viena 18S6-66) 3 vols., en
•Fontes rerum Austriacarum» t.2.5 y 7; J. GÖLL, Chroniken aus der Hussitenzeit (Praga 1893), en
•Fontes rerum Bohemicarumt t.j.
dos f lussitenluim m Hahrmm (Praga i«6o) y en los t.j-S de su Geschichte von Böhmen (Prag» '845-
h V Oe las obras escrito,
e n lengua Owta aotm Hu» y el hualtismo pued, verse un» brav« r«tm-
«lo« j SuSTA, de Tch&oslovaquia: »Ravue hi»torique* ,B. . -• -
270 P.I. DK ÜONII'ACIO V I I I A IWJTKRO
nudieval Ages (Oxford 193O) 111,165-67; hasta la p.»73 sigue hablando de Wyclif como doctor
y profesor de Oxford.
260
C.t). LAS GRANDES HEREJÍAS REVOLUCIONARIAS
comparecer en la iglesia de San Pablo para dar cuenta «de las maravi-
llosas cosas que salían de su boca». Presentóse Wyclif el 19 de febrero
de 1377, pero acompañado del duque de Lancaster, del gran maris-
cal Enrique Percy y de otros partidarios, entre ellos cuatro frailes
mendicantes dispuestos a defenderlo. La arrogancia del duque, que,
discutiendo con el noble obispo, amenazó con que él abatirla la sober-
bia del clero inglés, fué causa de que la reunión se disolviese sin resul-
tado. '
Llegaron a oídos del papa las peligrosas doctrinas de Wyclif, y
Gregorio IX, que se habla establecido ya en Roma, abandonando
Avignon, expidió diversas bulas a los obispos de Canterbury y Lon-
dres, al rey Eduardo y al canciller de la Universidad de Oxford, de-
nunciando la herejía wicleñta, que renovaba los errores de Marsilio
Patavino y Juan de Janduno, quejándose de la inacción y pasividad
de las autoridades eclesiásticas y mandando que el hereje fuese inme-
diatamente encarcelado y sometido a examen; si la captura era impo-
sible, debía citársele públicamente a comparecer ante la Sede Apos-
tólica en el espacio de tres meses. Les incluía una lista de 19 propo-
siciones erróneas sobre las que debían examinar al acusado. Todas
ellas se refieren al dominio temporal de la Iglesia, al derecho papal de
excomulgar e imponer censuras o conceder jurisdicción a los sacer-
dotes, y sólo implícitamente apuntan algunas de las grandes herejías
de Wyclif 7.
Cuando las bulas llegaron a Inglaterra, ya Eduardo III había muer-
to (t 21 de junio 1377), y reinaba el niño Ricardo II bajo la tutela del
duque de Lancaster, amigo y protector de Wyclif; así que por lo pronto
no fué posible procesar, ni menos aprisionar, al hereje. Tanto la Uni-
versidad de Oxford como el Parlamento de Londres, ante el cual se
defendió Wyclif por escrito, se negaron a creer en la heterodoxia del
acusado. Este empezó entonces a desbocarse más que nunca contra
el papa, a quien llamó horrendus diabolus y anticristo. Parece que fué
también en esta fecha cuando envió por todo el país a sus «sacerdotes
pobres» a predicar sus ideas de una vida cristiana fundada únicamente
en el Evangelio.
Citado por el arzobispo primado de Canterbury, Simón de Sud-
bury, y por el obispo de Londres, comisarios del papa, compareció por
fin en el palacio arzobispal de Lambeth para dar cuenta de si en marzo
de 1378. El populacho trató de irrumpir en la sala para librarlo por la
fuerza; y como la reina madre hiciese llegar una súplica de que no se
diera sentencia definitiva, los comisarios, oídas las explicaciones sofís-
ticas y los subterfugios de Wyclif, se contentaron con imponerle si-
lencio 8 .
Poco antes de la revolución de 1381. Piensan varios autores que entonces comenzó la aversión
de W y c l i f a los frailes mendicantes, por haberse debido a éstos principalmente la condenación
de Oxford. Pero E. MCSHANE (A critica! appraisal p.3) opina que ya desde 1378 giraban los frailes
fuera de la órbita de Wyclif. No hay duda que al principio los alabó y tuvo por amigos, esperando
Que aprobarían sus ideas sobre la pobreza de la Iglesia. M á s tarde fueron sus capitales enemigos.
En el nombre de C A Y M condensa W y c l i f todo su odio contra ellos: «Isti homicidae de genere
C a w n sunt in hoc nomine quatuor litterarum figurati, ita ut C dicat Carmelitas, A Augustinenses,
y Vncobitas, M fratres Minores« (Sermones ed. Loserth [Londres 1888J 11,84). Cancioncillas
inglesas contra los frailes divulgadas por los lolardos, en MCSHANE, A critical appraisal 13.15.
Acaso nadie, ni el mismo Lutero, haya acumulado tantas injurias contra los frailes como Wyclif.
Basta leer los Indices de la edición de BUDDENSIEO, Polemical Works in latín (Londres 1883) vol.a.
Esos «lollardi sive Dcum laudantes« (J* OE HORSEN, Gesta pontifteum Tongrensíum [Lteja
' 6 ' 3 l II,3JO) formaban asociaciones pías, dedicándose en tiempo de epidemia a atender a los
278 P.I. m BONIFACIO v m A LUT'ERO
enfermo» y dar sepultura a tos muertos; vestían hábito de penitencia y salmodiaban en voz baja
ciertas oraciones, de donde les vino el nombre de lallartii o lullanlt (en alemán tullan significa
arrullar o cantar quedamente). L o mismo que otros begardos o Ix-guiuoa, K hicieron luego sos-
pechosos de herejía. En Inglaterra, el primero que aplicó este nombre a los discípulos de W y c l i f
f u i un cisterciense predicando en Oxford en 138a; poco después, en J387, el obispo de Worces-
ter los designa como «nomine seu ritu lollardorum confoederatii (WILKIN, Conri'iii Magnas Bri-
tonmVii Ill.aoa).
" WALSINGHAM, Historia Anglicana I,450S; II, 1-10.
C.t). LAS GRANDES H E R E J Í A S REVOLUCIONARIAS 260
" WILKIN, Concilia Magnae Britanniae III, 157-64; MANSI, Concilla XXVI,695-706; D u -
PLESSIS-D'ARGENTBÉ, Collectio iudiciorum I - a p . 14-23.
2 0 El Trialogus es un diálogo entre Alétheia (la Verdad), Picudos (la Mentira) y Phronesis (la
Prudencia), y constituye una síntesis de todas las doctrinas de Wyclif.
J' lohannis Wyclif Sermones ed. Loserth ( L . 1R87-88) 2 vola. Sobre su concepto de la pre-
dicación y modo de predicar, j . LOSERTH, Die lateinischen Prediglen Wiclifs: «Zeitschrift f. Kir-
chengeschichte» 9 (1888) 523-64. L a intervención inglesa en Flandes para atacar desde allí a los
•cismAticos dementinos» de Francia exasperó terriblemente a W y d i f , porque se le dió carácter
<je cruzada, con predicación de indulgencias, etc. Organizada y dirigida por el belicoso obispo
de Norwich en el verano de 1383, fracasó miserablemente. «Le réformateur, aigri par la condamna-
tion que venait de lui infliger, en mai 1382, le synode des Blackfriars, sentait monter sa haine
eontre les Institutions romaines. L a prédicalion d'une croisade... vint donner un aliment deplus
o sa colíre, qui s'expríma dtsormais saris reticence» (PERROY, L'Angleterre et le Crand Schismt 187).
280 p.x. DB BONIFACIO V I U A MJTltRO
teles difamatorios del clero y de presentar al Parlamento las mis radicales Concliuiows contra el
sacerdocio, el celibato, la transubstanciación, la confesión, las oraciones litúrgicas, la guerra, las
industrias suntuarias, etc. (THOMAS WALDENSIS, Fasciculus zizaniarum 360-63).
1 1 DUPLESSIS-D'ARGENTRÉ, Collectio iudiciorum I-a p.23-26.
1 4 Transcribimos algunas de las mis típicas: <1. Subitami» pañis materialis et similiter sub-
ridad eclesiástica, persistió en la herejía. Solía decir que «el papa era
la verdadera cabeza del anticristo; los obispos y demás prelados, sus
miembros, y los frailes, la cola». Detenido y preso en la Torre de Lon-
dres, logró escapar con ayuda de sus correligionarios. Y , habiendo tra-
mado luego una insurrección en Gales, fué de nuevo aprisionado, con-
denado a la horca, como reo de alta traición, y a la hoguera, como he-
reje (14 de diciembre 1417) 25 .
Con ello sufrió un fuerte golpe la secta de los lolardos. Tuvieron
éstos que disimular sus creencias o reunirse en conventículos secretos,
donde leían la Biblia, afervorando sus ánimos para la resistencia.
En 1428 atestiguaba el arzobispo de Canterbury que los lolardos eran
numerosísimos y que tenían a su favor a muchos curas del campo.
Algunos pasaron a Escocia. Otros murieron en las llamas. Y los más
fueron desapareciendo poco a poco. Desde 1431 no consta ninguna
manifestación herética.
Creemos con dom Gasquet y con el mismo J. Gairdner que entre
los wiclefitas y los protestantes del siglo xvi no hay vínculos de filiación
o dependencia real. Fueron causas muy diversas las que provocaron la
revolución religiosa anglicana y protestante. Los que llamaron a Wyclif
«estrella matutina de la Reforma» no advirtieron que, cuando los pre-
suntos «reformadores» aparecieron en Inglaterra, ya hacía tiempo que
se había apagado aquella estrella.
" Qpe el clero era excesivamente numeroso, y, por tinto, poco escogido y menos celoso, lo
demuestran estadísticas como la siguiente: en la catedral de Praga servían no menos de 300 clé-
rigos: en el resto de la dudad habla además 44 parroquias bien surtidas y 18 monasterios (A. Hu-
BER, Cuchichíe 0«]terr«ich> [Gotha 1885-91] 6 vols. It.^aj). U n biógrafo d d obispo Amesto es-
cribía de ellos: iCIcrus illius temporis modicc, proh dolor, legis subiacvbat... alius enim concu-
binas adhaerens et nec tonsuram seu coronam defcrcm», etc. (cit. en LOSERTH, HUÍ und Wiclif i6).
El canónigo Jorge üurkhard de Janowitz deja en e] testamento a sus tres hijo« una buena fortuna.
Con todo, no hay que fiarse demasiado de las queja» de Hus contra obispos y sacerdotes, porque
la pasión reformatoria y unt ¡germánica lo impulsa a la exageración. Y noteinoa con Loserth (p.28)
que no sólo el clero germánico, sino también el checo, presentaba taras morales. El primero que
se consagró a predicar fervorosamente la reforma de los abuso* fué el agustino austríaco Conrado
de Waltlhjuiwn. Sobre la personalidad y la predicación de Conrado véase LOSERTH, HUS und
Wiclif 39-36, con fuentes y bibliografía,
C.t). LAS GRANDES H E R E J Í A S REVOLUCIONARIAS 260
canónico en Praga y Padua, en donde se doctoró en 1387. Nombrado por Jenzenstein vicario ge-
neral en 1389, se unió estrechamente a su obispo en los conflictos de éste con Wenceslao, por lo
fué encarcelado por orden del monarca, cruelmente torturado y por fin arrojado al rio Mol-
j**va en 1393. Juan Nepomuccno no era confesor de la reina; por eso y porque la opinión popular
°rotó tardíamente, parece improbable que muriera mártir del sigilo sacramental.
* Decía contra los clérigos: •Adultenis, fornicationibua, incestibus camalibus... meretricum
P? m mcri:i¡» se ingerunti. «Non laborant nisi sunt lucra et pingues praebendaet. «Die ac nocte
"»uní CT devorant sicut porci» (LOSERTH, HUÍ und Wiclí/ 41). Sobre su vida y obras, PALACKY,
" " « Vorilluftr da Huaiteniumi 18-46.
294 P.I. DB BONIFACIO VIII A l U T B R O
Hus leyó con avidez los libros wiclefitas, tradujo al idioma checo,
con la ayuda quizás de Jerónimo de Praga, el Trialogus y se asimiló
perfectamente otros del mismo autor, v.gr., De Ecclesia, De potestate
papae, De civili dominio, incorporándolos fragmentariamente a sus
propias obras, como lo ha demostrado Loserth en un cotejo paralelo
de las mismas.
, PALACKY, Documenta Magistri [ohannis Huisii 327-30. Son la« que condenará el concilio
e Constanza; véase la nt.24.
Por entonce* osó interceder, aunque inútilmente, en favor de algunos predicadores poco
"odoxo», a quienes alababa como «humiles, spiria« peccati cvellcntes, non sequentes avaritmm»
oír*?*' Gexl"chte von Bóhmen l l l - t p.223). Y en 1406, cuando Nicolás Faulfisch trajo de
do»¡ J ü,n. documento, que hoy se tiene por espurio, en que aquella Universidad alababa la orto-
>11«./n W y d i f , exclamó Hus desde el pülpito: «Vcllem quod ibi anima mea esset, ubi est anima
" (Palacky, Documenta 176.313).
266
P.I. Itt BONIFACIO VIII A lUTERO
" HÖFLES, Geschichtschreiber der /íujjit. Beuxgung II,290; PALACKY, Documenta 189.374:
KAINALDI, Armales ecclesioit. a.1409 n.89.
14 t ° S E Ä T H . Hu» und Wictif 86-101. dedica un buen capitulo a la quema de los manuscritos.
L. PALACKY, Geschichte von Böhmen III,352. Algunos de los cantares de burlas contra el arzo-
bispo, en HÖFLH», Geschichlschreiber 1,622.
lus f i L t r 0 5 * " ™ ' H u * u n d Wicli/90. Y en carta al lolardo inglés Ricardo W y c h e escribía: «Popu-
«s lOohemicus] non vult audire nisi sacram Scripturam, praesertim evangelium et epístolas. Et
v a t , V , m q U o l n c m t a t e vel oppido sive villa aut castro apparet sanctae veritatis praedicator, cater-
m connuunt populi, clerum indispositum aspernantesi (HÖFLE», Gcxhichtíchreiber doc.12).
288 P.I. I3R BONIFACIO VIII A LUTERO
' 41 LO3ERTH, HUÍ und Wkiif 186. Nótese que Loncrth f u i siempre un gran admirador del
1 rclurnwniui.
c.9. u s grandes herejías revolucionarias 261
hibición del papa, celebraba misa todos los días y discurseaba ante la
multitud de amigos y curiosos que lo visitaban, ordenó el obispo de
Constanza recluirlo en casa de un canónigo y luego en el convento de
los dominicos (6 de diciembre).
Indignóse Segismundo cuando al llegar a Constanza se enteró de
la prisión de Hus y rogó a los cardenales lo pusiesen en libertad. ¿De
nada habla de valer el salvoconducto imperial? Explicáronle el motivo
«Jel aprisionamiento, que era la desobediencia del acusado, y pidié-
ronle permiso para instruirle al reo proceso formal, a lo que respon-
dió el emperador que él no pretendía impedir al concilio; que proce-
diese canónicamente contra las personas acusadas de herejía (i de
enero 1415).
Una comisión de tres prelados (el patriarca latino de Constantinopla,
el obispo de Lubeck y otro italiano) recibió el encargo pontificio de
examinar los escritos, en especial las tesis denunciadas, y oír los testi-
gos 4J . Después de la fuga de Juan XXIII, el obispo de Constanza mandó
encerrar a Hus en el castillo de Gottlieben, donde permaneció desde
fines de marzo hasta principios de junio. El 6 de abril entraron en la
comisión examinadora, por orden del concilio, los cardenales Pedro
de Ailly y Fillastre; el 17 de abril fueron creados nuevos comisarios
con mayores facultades.
Después de la condenación de Wyclif y de sus escritos, solemne-
mente pronunciada el 4 de mayo, pocas esperanzas se podían concebir
sobre el principal de sus discípulos. En favor de Hus intercedieron el
31 de mayo los nobles de Bohemia y Moravia, remitiendo a los delega-
dos de las naciones y al mismo emperador un memorial en que decían
haber sido Hus acusado solamente por odio de sus enemigos, los cuales
extractaron de sus libros y lecciones algunos artículos truncados y sin-
copados e inventaron otros completamente falsos; por lo cual y por la
deshonra que esto significa para Bohemia suplican instantemente lo
pongan en libertad y escuchen despacio sus explicaciones.
Sus ruegos fueron atendidos. En los primeros días de junio, Hus
fué conducido de Gottlieben al convento de los franciscanos, en el que
se tuvieron por su causa algunas congregaciones generales.
9. Proceso y condenación.—El primer interrogatorio tuvo lu-
gar el 5 de junio. Antes de que Hus compareciese se leyeron pasajes
de sus obras tan claramente heterodoxos, que algunos amigos del hereje,
temiendo no fuese condenado en el acto, corrieron al emperador, el
cual—si hemos de creer a la relación de Pedro Mladenowicz—rogó a
la asamblea conciliar que primero se oyese pacientemente al reo. Con-
ducido Hus a la congregación general, admitió como suyos los libros
poseer la verdad plenamente; toda la Iglesia se podía equivocar nunca él: «Sic opto, non in secre-
to, sed in publica audientia audiri, examinari, praedicare, et ómnibus quotquot nrguere voluerint,
iuvante Spiritu Domini, responder«. Nec, espero, verebor confiten Christum Dominum et pro eius
lege vcrissima, si oportuerit, mortem pati» (PALACKY, Documenta 70; HEFKLE-LECLEKCQ, Ilulaire
des concita Vil,162). Iba dispuesto a morir antea que retractarse. Su situación habla empeorado
por la conducta de su amigo Jacobo de Mies f laenbellusi, entusiasta wiclehu, quien, predicando
la vuelta a las costumbres de la Iglesia primitiva, habla inaugurado en San Miguel de Piugn la
comunión de loa legos bajo las dos especies, despreciando la prohibición del arzobispo. Y Hus,
aunque con titubeos, al fin lo »probó (E. AMANN, Jacobel et les tUbuts de la controverse utraquiste:
«Miscellanea Francesco líhrle» [Roma 1924] 1,375-87; PALACKY, Documenta 91.128).
260
C.t). LAS GRANDES H E R E J Í A S REVOLUCIONARIAS
de Martín V, son éstas las mis características: «t. Unica est sancta universalis Kcdesia, quae est
praedestinatorum univertitas. 3. Praesdti non sunt partes Ecdesiae. 7. Petrus non est nec fuit
caput Ecdesiae catholicae. 9. I'apjlw dignitss a Caesare inolevit. 15. Oboedientia ecclesiastica
est oboedientia secundum adinventionem sacerdotum bedesiae, praeter expressam auctoritatem
Scripturao, 18. Quilibet praedicantis officium de mandato accipit, qui acl sacerdotium accedit;
et illud mandatum debet exsequi, praetcnsa excommunicatione non obstante, a j . Condemnatio
45 articulorum Iohsnnis Wicleff, per doctores facta, est irrutionabilis et iniqua. 30. Nullus est
diiniinun elvilis, nullus est praclatus, nullus est opiscopus, dum est In peccato mortal» (DBN-
ZINUEN, Enchiritlion íynibolortim 627-56; MANSI, Concilio XXVII,1109; Dullaríum Romanum
IV,671).
C.t). LAS GRANDES HEREJÍAS REVOLUCIONARIAS 260
perarunt, nullam emitientes vocem, quae misen animi posset facere ¡ndicium. U b i árdete coepe-
runt, hymnum cecinere, quem vix flamma et fragor ignis intercipere potuiL Nemo philosopho-
rum tam forti animo mortern pertulisse traditur, qunm isti incendium» (Historia bohémica c.36).
Eneas Silvio Piccolomini no fué testigo de vista. A l hacer esta descripción idealizada estaba bajo
la impresión que le causó la retórica epístola de Poggio a Leonardo Bruni sobre el proceso de
Jerónimo de Praga. Poggio exalta la elocuencia de Jerónimo ante los jueces y su estoicismo ante
la muerte, que le recuerda el de Mucio Escévola, Sócrates y Platón. ' N o n laudo, si quid adversus
Ecdesiae institutum sentiebat, doctrinar» admiror, rerum plurimarum scientinm, eloquentiain
dicendii (J. F. P o c o i o BRACCIOLIM, Opera [Basilea 1538] 3or-3os). Reproducida en PALACKV,
Documenta 674-70-
*> LUDOI.ro DE SACAN escribía: «Non verentur M stratis cañete de praefato loarme Hus
haeretico: Hic est martyr qui pro Christi nomine nanguinem suum fudit» (De longevo schismate,
cit. en LOSERTH, HIU und \Viclef 127). L a fiesta de Hus se celebraba el 6 de julio, aniversario de
su muerte.
260
C.t). LAS G R A N D E S H E R E J Í A S REVOLUCIONARIAS
10 y XOMEK, Johann Zizka, trad. alemana de Prochazka (Praga 1882). Sobre las campañas
militares, F . VON BCZOLD, Kdnig Siegmund und din Reiclisktitge gegai die Hussiten (Munich
" 7 2 ) 3 vols.
298 L'.I. DB BONIFACIO VIII A I.UTKKO
I. E L PAPA COLONNA
t
i. Restaurador de Roma.—Casi prodigiosa pareció a los con-
temporáneos la rápida y feliz elección del cardenal Odón Colonna al
sumo pontificado. Nacido en Genazzano de la nobilísima familia ro-
mana de los Colonna, no descollaba por la ciencia o por las letras ni
por la brillantez de otras cualidades personales. Era hombre modesto,
sencillo en su trato, afable, de mucho juicio y prudencia, enérgico y
apto para el gobierno. Cardenal desde 1405, abandonó con otros miem-
bros del sacro colegio la obediencia de Gregorio XII para convocar el
concilio de Pisa, lo cual no significa que fuese entonces conciliarista,
como algunos aseguran. Trabajó activamente en el concilio de Cons-
tanza e intervino, como hemos visto, en la cuestión de los husitas de
Praga. Tenía cuarenta y nueve años al ser elegido papa y se esperaba
de él que fuese el pacificador y el restaurador de la Iglesia, tan dura-
mente trabajada.
Concluido el concilio de Constanza con la firma de los concordatos
de que se ha hecho mención en otro capítulo, Martin V estimó conve-
niente establecer cuanto antes su sede en la Ciudad Eterna y reorga-
nizar el gobierno .de los Estados pontificios. Pasando por Mantua,
donde se detuvo desde el 24 de octubre de 1418 hasta el 6 de febrero
de 1419, se dirigió a Florencia. Aquí, en el convento dominicano de
Santa María Novella, hubo de estacionarse durante diecinueve meses
a causa de que la ciudad de Roma estaba ocupada por Juana II de Ná-
poles, Bolonia se había constituido en república autónoma y otras ciu-
dades se hallaban en manos de tiranuelos.
Negociaciones entabladas con la reina napolitana obtuvieron que
• F U E N T E S — M A N S I , Concilia voi.27-31; J. HALLE«, Concilium Basileense. Studien und
Queden (Basilea 1896-1926) 7 vols. ; la principal documentación sobre Basilea nos la ofrecen
JUAN DE RAGUSA y JUAN DE SEGOVIA en Monumenta Ccmciliorum generalium saeculi XV, 4 vols. ed.
por F. Pslacky, E . Birk, R. Beer (Viena 1857-1935); Concilium Fìorentinum ed. Hofmann, Can-
dal, Gilí, del Pont. Instituto Oriental (Roma 1940-1954): hasta ahora 5 vols.; H . DCHULLE, Sup-
pliques du pontifícat de Martin V (Lille 1922); E. VON OTTENTHAL, Bullenregisler Martins V und
Eugeni IV (Innsbruck 1885); A . MAI, Spicilegium romonimi (Roma 1839S); el primer volumen
contiene las Vite di uomini illustri, de VESPASIANO DE BISTICCI, especialmente las de Eugenio IV,
cardenal Albergati, Cesarmi, Capránica, Bessarión y de muchos humanistas; MURATORI, Rerum
italicarum scriplores III-2; tiene las biografías de los papas Martin V, Eugenio IV. etc.; Ci. HOF-
MANN, Paptilfì, conciliarismo, patriarcato. Teologi e deliberazioni del Concilio di Firenze (Roma
1940): «Miscellan. Hist. PontiBciac* voi.a (discursos y fragm. de Torquemada, Escobar y Mon-
tenero).
pero el cronista Infessura afirma que el pap.i llegó a la Porta del Popolo el 28, sábado, «e la dome-
nicn mattina se n'andò allo palazzo di S. Pietro» (MURATORI, Rer. (tal. script. I1I-2 col.1122).
El 29 era domingo.
, 'Invenit civitatem romansm pacificam, sed ita inopia laborantcm, ut vix prae se dvitatis
faciem ferret... et tandem per Pontificis studium de tempore in tempus sic convaluit, ut ínter
primas Italia« cívitates, quoad opes et civcs egregios, verissime pontificati« sui tempore compu-
p o t u c r ' t > m c r ¡ t o q u c ¡ile non modo Summus Pontifcx, sed Pater patrixe debuerit appellarli
(vita« pontifuum, cn MURATORI, Rer. ilal. tcript. Ill-a col.864). Siguiendo la invitación del papa,
el espléndido cardenal Alfonso Carrillo restauró su iglesia titular de lo» Cuatro Coronados (A. CIAC-
CONIUS, Vita« et res gesta« poniij\ et cardenatium [Roma 1677] II.818).
> Aunque Alfonso V el Magnánimo, rey de Aragón dinde 1416 se declaró por el papa de
Constanza, toleró, sin embargo, en Pertlscola a benedicto XIII ( t 1422) y al sucesor de éste, Gil
Sánchez Muñoz (Clemente V i l i ) , a quien utilizó alguna vez como instrumento pira intimidar
a Martin V . Las luchas por Nápoles se resolvieron a favor de Alfonso bajo el papa Eugenio IV.
C.IO. Kl PONTIRICADO y ET CONCIUARISMO 301
a los florentinos, aliados del papa, pudo conjurarse parte con las armas
y parte con la diplomacia de Nicolás Albergati, que firmó la paz de
Ferrara en 1428. Ese mismo año, el santo cartujo N. Albergati, carde-
nal y obispo de Bolonia, fué arrojado de esta ciudad por el partido de
los ancianos y de los gonfalonieros, mas no tardaron las armas ponti-
ficias en restablecer el orden. También Rlmini y las marcas se some-
tieron, a excepción de Fano, donde señoreaban los Malatesta.
Enriqueció e hizo poderosos a sus familiares, por lo que Martin V
es acusado de grave nepotismo. Las circunstancias le exculpan en
buena parte, ya que, sin el apoyo de sus parientes, difícilmente hubiera
podido imponer su autoridad en sus dominios.
2. M á s concilios.—El papa Martin V, que del concilio de Cons-
tanza habla recibido la tiara, no conservaba buen recuerdo del orgu-
lloso conciliarismo triunfante en aquellas asambleas; tanto que, si he-
mos de creer a Juan de Ragusa, el solo nombre de concilio le horrori-
zaba in immensum 4 . Pero en Constanza se habla establecido que a los
cinco años, o sea, en 1423, debía celebrarse concilio general, y de nuevo
al cabo de otros siete años. Aunque a disgusto y con algún temor de
que rebrotasen las ideas conciliarlsticas, accedió a los deseos urgentes
de la Universidad de París, convocando el concilio para la ciudad de
Pavía. Tuvo lugar la primera sesión el 23 dé abril de 1423, bajo la pre-
sidencia de cuatro legados del papa y con escasa concurrencia de obis-
pos (ningún italiano—cosa extraña—fuera de los presidentes). De
España asistió el arzobispo de Toledo, Juan de Contreras, a quien
Martin V estimaba mucho. Una epidemia los obligó a trasladarse en
junio a la ciudad de Siena, donde se continuó el concilio durante siete
u ocho meses.
Mantúvose, como en Constanza, la división y votación por naciones.
Se confirmaron los decretos constancienses contra Wyclef y Hus, asi
como la condenación del antipapa Pedro de Luna, ya difunto, amena-
zando con graves penas a quien intentase continuar el cisma. Tratóse
por fin de la reforma. Conocemos por Fr. Juan de Ragusa, O.P., que,
aunque dálmata, pertenecía a la natio gallicana, las proposiciones de
ésta en orden a la reforma. Habla que empezar extirpando los últimos
restos del cisma, para lo cual el rey de Aragón cogerla preso a Gil
Sánchez Muñoz (Clemente VIII), sucesor en Peñlscola de Benedic-
to XIII. El papa deberla estrechar las relaciones con los griegos a fin
de restablecer la unidad de la Iglesia. El concilio señalaría reglas sobre
la colación de beneficios, no permitiendo al romano pontífice en este
punto sino lo que se determina en el concordato francés y suprimiendo
las expectativas y todas las encomiendas. Todas las naciones tendrían
el derecho de presentación al cardenalato, de suerte que el papa esco-
giese un candidato entre los que cada nación le presentase, y el colegio
cardenalicio constase de 18 a 24 miembros. En adelante no podría el
Papa imponer nuevos censos o tributos al clero y los ya existentes se-
rían abolidos; tendría también que disminuir los procesos en la curia
íí1.' '929). Los sermonea del Santo, en L . BANCHI, Le prediche volgari di S. Bernardino da Siena
WIENA, 1880-88) 3 vols. con Introducción; V . FACCHINETTI, San Bernardino da Siena (Milán 1933);
'I _ STJCCO, li pensiero di S. Bernardino da Siena (Milán 1924). San Bernardino murió en Aquila
11 o n í a y o d e , 4 4 * y f u ¿ canonizado en 14S0.
T» LUCIANO. La nobile casa delle Oblate di Santa Francesca Romana (Roma 1933): I. SCHUS-
KOMON 'riFrancaca Romana, oblata olive!ana (Milán 1940); B. MARÉ-CHAUX, Santa Francesca
Iti ( R o m a 1940); S . Francisca Romana nella storia e nell'arte. Scritti vari pubblicati nel
IH I ^ j e n a r ' ° " c , l a canonizzazione (Roma 1908), núm. extr. de «Rivista storica benedettina«
306 P.I. DB BONIFACIO VIII A lUTBRO
20
doctor en decretos, y Juan de Ragusa, O.P., doctor en teología . Es-
tos subdelegados llegaron a Basilea el 19 de julio, y el 23 se inauguró
la asamblea en la catedral con un discurso de Juan Palomar. Suma-
mente escasa era la concurrencia a aquel conciüo, que se decía ecu-
ménico y pretendía continuar la reforma iniciada en Constanza, acabar
con la herejía husita y con las guerras que ella había provocado, paci-
ficar también a Francia e Inglaterra y trabajar por la unión de las igle-
sias griega y latina.
La segunda reunión tuvo lugar el 6 de agosto en una sala detrás
del altar mayor. El 9 de septiembre llegó por fin el cardenal Cesarini,
que por suerte se había salvado de la terrible derrota sufrida por los
cruzados alemanes en Taus. Esforzóse por dar vida al concilio, en-
viando apremiantes circulares a los obispos para que viniesen a Basilea.
Una medida conciliar que desagradó al papa fué la de escribir a los
jefes husitas invitándolos a participar en el concilio.
Puede decirse que la primera sesión solemne, bajo la presidencia
de Cesarini, no se celebró hasta el 14 de diciembre de 1431. Se leyó el
decreto Frequens de Constanza, los documentos relativos a la convoca-
ción del actual concilio y un resumen de lo que aquí se había hecho
hasta ahora. Todo parecía organizarse y consolidarse, cuando de pron-
to cae de Roma, como un rayo, sobre Basilea la disolución del naciente
concilio basileense. ¿Qué habla sucedido?
3. Basilea contra Roma.—A fin de informar al papa sobre los
comienzos del concilio, Cesarini hizo partir para Roma al canónigo
Juan Beaupére. Este describió las cosas de una manera demasiado pe-
simista, exagerando las dificultades de acceso a Basilea, la inseguridad
del lugar, pues casi a las puertas batallaban Federico de Austria y el
duque de Borgoña; el escasísimo número de los Padres congregados
y el mal trato que los clérigos recibían de la población basileense. Im-
presionado por estas razones y, sobre todo, deseoso de contentar a los
griegos, que pedían un concilio unionista, pero en ciudad más accesi-
ble a ellos, Eugenio IV escribió el 12 de noviembre a Cesarini, otor-
gándole plena autorización para disolver este concilio, si lo juzgaba
oportuno, y anunciar otro, que se tendría en Bolonia con la presencia
personal del papa, en el plazo de año y medio 2 l .
Esta carta la ilevó el nuncio Daniel de Rampi, llegado a Basilea
el 23 de diciembre; pero se guardó de decir que traia otro documento
más grave: una bula firmada el 18 de diciembre en la que Eugenio IV
decretaba sencillamente la disolución del concilio. Insistía el papa en
la escasa concurrencia a Basilea y en lo inadecuado del lugar para que
pudieran venir los griegos, añadiendo su sorpresa de que se hubiera
invitado a participar en el concilio a los herejes husitas, condenados
en Constanza y enemigos de la fe católica 22 .
2 0 El instrumento notarial de delegación, en Monumento ccnc. gen. t. XV 1,86-87. Juan de
Hnmiia, como dijimos en la ni.5, era conciliarista: no asi Palomar, sobre el cual véase L. GÓMEZ
<-.ANEno, Don Juan d* Carvajal (Madrid 1947) p.9-10.20-30.
1 1 G . HOPMANN, Epístola» pontificias ati concilium Flmcntinum sprclantis (Roma I<)40) 22-23:
•T-oncllium Florentinum» vol.t ser.A; MANSI, Concilla XXIX,561-64. Cesarini no juzgó conve-
niente usar de esta facultad, porque ya empezaban a venir a Basilea prelados y embajadores de
1 1 ' w ' " " * y porque cíela necesario el concilio para arreglar lo* negocios de Boheiniu.
h Vs' RJORMANN, kpistolae poní. 24-35! MANSI, Concilla XXIX,664-67. Quizia Eugenio IV no
«Irfi 1 ™ e , l e decreto si hubiera «nl>ido que ya el concilio se habla inaugurado «olcmncmrntc
310 P.I. D Í BONIFACIO V n i A I,UTERO
«Monumento» conc. gen. X V . Il,9S-'°7. Merece l e e r » entera. Tiene frasea amargas y pesimistas,
como iss siguientes: «Signum est quod de me non confiditur... Video iam apertum ostium ad
máximum scandalum et confusionem in Ecdesia Dei. Video iam Deum vibrare gladium super
nos, secura ad radicem posita est, flagellum iam appropinquat» (ibid., 106).
c.io. lil PONTIFICADO Y El, CONCILIARISMO 311
por Martin V en 1419, no pudo tomar posesión de Avignon por la resistencia del cardenal de
I'oix, que tenia la fortaleza. El opulento cardenal Carrillo murió en Basilea en marzo da 1434.
L e sustituyó en la representación del rey de Castilla Fr. Juan de Torquemada (CiAcroNius,
Vita» et ra gesta o 11,746; M . ALAMO, Carrillo, Alonso: «Dict. d'Hist. et Géogr. Ecdés.», con
bibliografía; L. GÓMEZ CANUDO, Don Juan de Carvajal p.8-28.
C.IO. n, PONTIFICADO y M, CONCKIARISMO 313
la sesión X V (37 de diciembre), en la que el concilio se limitó a dar decretos muy oportunos sobre
la celebración de sínodos diocesanos y provinciales. Digamos aquí que la llamada Reformalio
Segismundi no es obra del emperador, sino de un anónimo, que la publicó, seguramente en Augs-
burg, el arto 1438. Trata de la reforma del estado laical, empezando por los prlncijxs, conforme a
los decretos de Basilea (P, JOACHIMSEN, Die Refojmaliun des Kaiser Sfgismtaul: «Miar. Jahrbuch»
11 [1921] 36-51).
C.IO. K, PONtlMCADO Y EL C O N C I U A R I 8 M O 316
L a formaba Fr. Juan de Torquemada con otros tres, todos los cuales se unieron en el concilio
con los cardenales Carrillo y Cervantes. L a segunda embajada, más lucida y numerosa, entró en
Basilea el 26 de agosto de 1434. En una congregación del 14 de septiembre ocurrió el famoso litigio
de precedencia entre ingleses y castellanos. Castilla pedia para si el puesto inmediato al de Fran-
cia, la cual tenia el suyo a continuación del emperador. Y entonces fué cuando D . Alfonso de
Cartagena pronunció su patriótico discurso enalteciendo a Castilla, representante de toda España
y heredera del imperio godo, por encima de Inglaterra, y ensalzando la fe española, predicada por
los apóstoles Santiago y Pablo, la gloria de Osio en Nicea, la legislación canónica de los Padres
visigodos, la lucha secular contra los enemigos de la fe, la importancia de Compostela, las institu-
ciones y catedrales surgidas en España, las nobles ciudades que en ella florecen, la extensión del
territorio, su riqueza, su poderlo en la guerra, etc.; un espécimen m i s de las Lauda Hispaniaa.
EL discurso, en traducción castellar» del mismo D . Alfonso, esti publicado en «La Ciudad de
Dios» 35 (1894) 122SS. Casi dos años tardó el concilio en reconocer por escrito el derecho de pre-
cedencia de Castilla sobre Inglaterra. Sobre la actuación del obispo de Burgos en Basilea consúl-
tese L . SERRANO, O.S.B., Los conuenot D. Pablo de Santa María y O. Alfonso de Cartagena (Ma-
drid IQ42) 134-158; véase BELTRAN DE HEREDIA, La embajada de Castilla en el concilio de Basilea
y su discusión con los ingleses: «Hispan» sacra» 10 (1957) 5-3 >• Durante el concilio obtuvo también
que el papa Eugenio ÍV no publicara una bula concediendo a Portugal la Gran Canaria (ibid.,
146-148).
C.IO. U, PONTIFICADO Y SIT CONCIUAKISMO 817
t.4-4 (Viena 1873.19];). La reseña desús numerosos escritos y el catálogo de su biblioteca particu-
lar, en JULIO GONZAIT,/., £1 mautro Juan de Segovia y su biblioteca (Madrid 1944). Otros datos en
HALLER, Concilium liasileense passim: DAR lo CABANKLAS, O . F . M . , Juan de Segovia (1393-1458J
V el problema islámico (Madrid 195a); RUDOLF HAUBST, Johannes von Segovia in Gespräch mit
Nikolaus von Kues und Jean Germain über die göttliche Dreieinigkeit... vor den Mohammedaner:
«Münchener Theol. Zeitschrift» a (1951) 115-129.
J 4 MANSI, Concilio XXIX, 179-180. Poco después de este acto revolucionario, los basileenses
promulgaron un decreto que tuvo larga y beneficiosa influencia en la historia de la piedad y del
culto mariano: declararon ser opinión piadosa, conforme a la fe católica, a la Sagrada Eacritura y a
la razón, la doctrina de la concepción inmaculada de María Santísima (17 de septiembre 1439,
sesión XXXVI), Antes de la sesión XXX11I, de carácter antipapal, los obispos de Burgos y de
Cuenca abandonaron la asamblea. Los decretos revolucionarios fueron aprobados, según las
actas, por unanimidad. Sin embargo, allí estaba presente un defensor de la supremacía pontificia
tan decidido como Rodrigo Sánchez de Arévalo (R. H. TRAME, p.24).
" Eneas Silvio Piccolomini rehusó ser elector porque no era aún sacerdote; contentóse con
ser maestro de ceremonias, y nos ha dejado relación muy particularizada de todo en De gestis
concilii Basiliensis L.A; N . VALOIS, Le pape et le concite II,183; G . VOIGT, Enea Silvio de Piccolo-
mini, als Päpst Pius der zweite, und sein Zeitalter (Berlin 1856) 1,173.
C.IO. SL PONTIFICADO Y XL CONCIUARISMO 319
lix V y la disolución del concilio, en L . D'ACHERY, Spicilegium seu collectio vetcrum aliquot scripta -
rum (Paris 1743) 111,774-786. Sobre Félix V , MOLLAT, Amadée VIII de S o w i e : «Dict. d'Hist. et
Géogr.» Luis d'Alcman, conservando el titulo de cardenal, se retiró a su sede de Arlés, donde
murió en 1450, venerado por el pueblo como santo; su culto fué aprobado en 1527 por Clemen-
te VII juntamente con el del jovcncito e inocentísimo cardenal Pedro de Luxemburgo (1369-1387),
de la obediencia aviñonesa (U. PÉROUSE, Le cardinal Louis Alemán, présidenl du concilc de Bdle
[Paris 1904J). Juan de Segovia, honrado con el titulo de arzobispo de Cesárea (no de cardenal),
se recogió en las soledades de Aitón (Saboya), donde «vocatis ex Hispania legis a rabí cae ma-
gistris, librum quem vocant Alchoran... in nostram linguam de novo convcrtit» (SILVIO PICCO-
LOMINI, Historia rerum litigue geslarvm. De Europa [Basilea 1551] fol.440).
Abolida la pragmática sanción por Luis XI en 1461, volvió a estar vigente en los siguientes
reinados, hasta que la derogó el concordato de Francisco I con León X (N. VALOIS, Histoire de la
PRAKMATIQUE Sanction de Bourges sous Charles VII [París 1908]; V . MARTIN. Les origines du Calli-
cani smc 11,293-324).
4 0 CHR. VON KOCH, Sanctio Pragmalica Germanorttm ilhutrata (Estrasburgo 1789); L . PAS-
que antes de un aAo se Humará Nicolás V, v a Juan de Carvajal (17 de diciembre 1446) (L. GÓ-
MEZ CAÑEDO, Don Juan de Carvajal 94-96). D e Eneas Silvio hablaremos a su tiempo.
4 1 Lo» cuatro documentos, en A . MKRCATI, Uaccolta di ConcordoIi (Roma 1919) 1,168-177:
rey de Castilla en Basilea y Ferrara, fué siempre un denodado paladín de la autoridad pontificia.
Eugenio IV lo nombró cardenal en 1439 (E. CANDAI., loannis de Torquemada, O.P.. card. S. Si* I i
Apparatus ¡upra Decrítum Florentinum unlonit graeconim [Roma 1942] p . V - X X V : «Concilium
Florcntinunu t.a), El mismo CandaI aAade algunos datos en su introducción a la edición critica
de loannis de Torquemada, O.P., oratio lynodnlu de PHmatu (Roma 1954); «Conc. Florentinum»
t.4 ser.B. Cf. BELTRAN DE HEREDIA, Colección de documentos inéditos para ilustrar a vida de car-
denal Juan de Torquimaihi: lArchivum Fratrum Praedicatorum» 7 (1937) 210-45; Noticias y do-
cumentos para la bingrufia del cardenal Juan de Torquemada: «Archivum Fratrum Praedicatorum* 30
(lofto) 53-148; N . MARTINK/.-V, PROANO, Tractatus contra Madianitas et Ismaelitas, con introduc-
ción histórica y notas diurno» 1957); ST. LEDBRER, Der spanische Kardinal Johann von Torquema-
da, sein Leben und seine Schiifttn (Freiburg i. Br. 1879).
C.IO. K. PONTIFICADO Y KI, C O N C I I I A R I S M O 325
•onia, quae iam erunt dúo principia et duae causa«. A lo que respondía Fr. Juan de Montenero:
•Ncquaquam, palcr, nequaquam; non enim dicimus dúo principia et duas causas, sed unum
potius principium et unam causam... Sniranle» autem sunt Pater et Filius, Patria enim et Filii
Spiritus est; nec contra hoc quidquam dici potcxt, Spirant ergo isti Spiritum Sanctum secundum
unam spirationem vel productivam poientiam... Simplicitr.r in divinis unam causam dicimus
et unum principium. l'atrcm, Filii quidem per gcnerationnn, Spiritus vero per processioqem»
(GILL, Qua» tupertunt Aclorum graecorum conc. Florcnlini. Pars II, Reí Florenliae geslae [Roma
• 9531 L'-35L-35a: MANSI, Concilio XXXI,831),
»> MANSI, Concilio XXXI,893-964- Sobre su método teológico víase J. MADOZ, La argumen-
tación nalliatica de Bessarión en Florencia: «Gregorianum« IJ (1914) 213-247; EM. CANDAL, Bel-
sarion Niatmin in Concilio Florentino.' «Orientalia christiarui periódica« 6 (1940) 417-466. El mismo
Canda) nos dió en 1958 la edición critica del discurso.
C.IO. ia PONTIFICADO Y 151. C O N C I M A t t I S M O 329
. J < J. GILL, Quat supenunt Aclorum p.444-445: MANSI, Concilia XXXI, 1007. Sobre la auten-
ticidad de esta extrema «mentía del patriarca, víase HCKEI.*-LECLF.I«.:<J, HUÍ, da concita V I I ,
'015-1019. Los latinos hubieran deseado que el reconocimiento del primaliu iurúdictionis estu-
viese más claro (]. GILL, Joseph II Patriarch of Coratantinople: «Orientaliu christiana periódica»
" 1*955] 79-LOI).
330 P.I. DE BONIFACIO VIII A I U T B R O
EncfiÍTidion Jymbol. 703-715). La lucha con lo« sarracenos impidió a estaa iglesias el fruto de su
unión con Roma, a la cual los monarcas de Etiopia se mostraron poco inclinados. Sólo cuando
los poituifueses llegaron a aquel país manifestó el negus deseos de recibir misioneros de Roma.
3 5 Carta da Eugenio IV al rey Esteban, fechada el 29 de mayo de 1445, en RAINALDI, Annol.
»•'445 n.23,
4 0 Bula del 7 de agosto de 1445. en RAINALDI, Annal. a.>445 n.2I-aa; G . HOFMANN, Daj
Koneil non Floriiut tn Rom: «Oriemalia christiana periódica» 15 (1949) 71-84.
C.IO. «I, PONTIFICADO Y M, C O N C I U A R I S M O 333
su librería, riquísima de códices griegos, a la biblioteca de San Marcos de Venscia. Sus obras
en M G 161. Buena biografía la de L . MOHLER, Kardinal Bessarión ais Theologe, Humanist und
aUiatmnmi (Paderborn 1923-1927). U n detalle casi ignorado en la vida de Bessarión, nombrado
obispo de Pamplona por Calixto III en 1458, lo ha ilustrado con documentos J. G0Ñ1 GAZTAM-
"D»i c9rd"'al Bessarión y ta guerra civil de Navarra: «Anthologica Annua» 4 (losó) 239-282.
* Amigo de Bessarión y gran bibliófilo como él, dejó su biblioteca a la Vaticana. Murió
, en Véase G . MPRCATI. Scriltí di Isidoro, íl cardinale Ruteno (Citrt del Vaticano
'92B)!, «Studl e test» n.46: Q . HOFMANN, Ein lirieí des Kardinal Isidor uon Kiev an /Cardinal
"si A ' °
r , n ; r i l n , » l ' « christiarui periódica* 14 (1948) 40S-414-
1 ... CARLERII, Narratio de marte I. Cesarini cardinalis: K. BALUZE, Miscellanea
>57-2 5 E ) A ' Eu*°niu> 'V and the Crusade of Varna: «Cath. Hist. Review» 35 (1949)
334 I».I. DK I10NIFACI0 VIH A LUTEKO
CAPITULO XI
* FUENTU.—De lc< papas de esta época faltan por publicar sus registros; no tenemos bularlos
ni regeatas. Muchísimos documentos pontificios se hallan Incluidos en Ina Annota de O . Rainaldi,
continuador de Baronio. El Bullarium Romanum, ed. Thomassetti, es muy incompleto. Véase
ademis: J. Rlus SERRA, Regesto ¡Urico de Calixto III (Barcelona 1948-58), hasta hoy dos vola.
Numerosos son los cronistas y biógrafos, empezando por VESPASIANO DA BISTICCI, Vit« di uomini
illustri del secolo XV; A . MAI, Spicilegium romanum (Roma 1839's); ei vol.i contiene las biografías
de Nicolás V, Alfonso de Aragón, Albergati, Cesarmi. Caprànica, Bessarión, Traversar!. Cósimo
de Mèdieis, Poggio, Manettl, Filelfo, Victorino de Feltre..., y, entre otros muchos, del noble y
erudito español Ntirto G u í m l n y del docto canonista Velasco de Portugal, que «aveva una lingua
onnipotente«; GIANOZZO MANETTI, Vita Nicolai V; «Rerum italicarum scriptores» de Muratori
vol.3,2 col.905-960; «n el mismo volumen la Vita Pi i II (de J. A . Campano), la Vita Pauli II
(de Canensi) y el Diarium Romanae Urbis (de E. Infessura); B. PLÀTINA, De vitis oc gestii siunmo-
rum ponti/icum ad sua lugue tempora (Colonia 1551); tiene valor de fuente para los papas del
Renacimiento; ENEAS SILVIO PIOCOLOMINI (Pio II). Opera quae extant (Basilea i j s t ) ; Pii II pont.
max, Commentarli rerum memorabilium (Franfort 1614). con muchas lagunas, que deben llenarse
con los fragmentos publicados por J. CuQNONt, Aeneae Silvii Piccolomini... Opera Inedita
(Roma I88J); R. WOLKAN, Der Briefwechsel du Eneas Si Mus Piccolomini (Vieni 1909-1920)
4 vola.: «Fontes rerum Austriacarum*; Pio II, Historia rerum Friderici III imperatori) (Estras-
burgo 1585).
und die Konzilsfrage unter Paul II: »Hist. Jahrbuch» 73 (1953) 95-119. Donde principalmente
expone Sánchez de Arévalo sus ideas hierocráticas es en su libro De moruirchúi orbis, publicado
en 1466. Véase T , TONI, Don Rodrigo Sdnchex de Arévalo. Su personalidad Y actividada. El tra-
tado «De pace et belloi (Madrid 1935); publ. en «Anuario de Historia del Derecho Enpníiol»;
RICHARD 11. TRAME, Rodrigo Sdnchiu de Arévalo. Spanish Dipfomat und Champion oí the Pupucy
(WágjiitiRton 1958), A u n después de estas dos buenas monografías, hay muchos puntos que
estudiar en la vida y obras de Sánchez de Arévalo. Muchos de sus libros, discurso* y sermones
Permanecen inéditos.
1 1 L . PASTOR, Geschichte der PSpste 1,413-414.
340 P.I. DE BONIFACIO V I J I A lUTERO
|Reruin ital. script.» III,a col.024: •Pontifcx ergo, ex hoc tanto et tam immenso ac paene tam
•ncredibili hominum ad hunc iubilacum accedentium numero, maximam ac (ere infinitam argentl
*t auri copiam, cum ob ingentium vectigalium multiplicationem, tum ob magnam cunctarum
•®njm ad victum necessariarum quotidianam consumptionem, tum iniuper ob generales unius-
nimque oblationes, adeptos e*l>.
_ , * El mismo Eneas Silvio en su Historia Frideriei III nos ha dejado la descripción particular»
« o » de todo y en De dieli» al factis Alphonsi regis no* refiere una anécdota que revela la delicad-
342 P.I. D B BONIFACIO VIJI A I U T 8 R O
educación moral de Leonor: «Leonoram ougustnm e Pisis, iubente Friderico Caesare deduce-
bamus, ante dlem Cinerum, cum aolent insanire populi, offendimui... in agro Florentino choream
agrestem puellarum, quae saepe «altantes nudarent genua, cruraquc ostentarent. Quod cum ani-
miulvcrtissct imperatrix, eamut, inquit; meretricum hic ludu« est, non virginum» (Optra quae
evtant omnt'a p.485).
" Describen la ceremonia Mancttl, Vespasiano, Eneas Silvio y otros muchos, Indicados por
PASTO* I,SO6 y GRÍOOROVIUS, Sloria delta ciltd di Roma XIII,131-144. Ademas, y con mucho
detalle, el abad de .Cervatos escribiendo al obispo de Amaos (•Kcvistn de Archivos* 9 f i g o s )
376-385). El emperador Federico III volvió otra ver a visitar Ta ciudad de Roma por las Navidades
de 1468 en cumplimiento de un voto, según él decía, pero en realidad para tratar con Paulo II
de la aruzada y de los asuntos dinástico« de Bohemia y Hungría.
« Bibl. Vatic., ms.4039 fol.16-18 y Bibt. Casanat., D-I-ao, cit. en PASTOR, Gachkhlt 1,788
C.II. HUMANISMO, CRUZADA Y UBKORMA 343
enero de 1449 «penitenciario mayor», cargo que éste ejercitó con rec-
titud y celo.
En el campo de la reforma eclesiástica, Nicolás V no puede exhibir
mejor titulo de gloria que lo realizado en Alemania por sus legados.
7. La legación de Nicolás de Cusa en Alemania.—Para pro-
mover la reforma eclesiástica en los países germánicos, nadie más a
propósito que ej piadoso y sapientísimo Nicolás de Cusa (1401-1464),
«tedesco di nazione, ma non di costumi», según decia Vespasiano de
Bisticci. Nacido en Cues, junto al Mosela, y educado en Deventer bajo
los Hermanos de la Vida Común, estudió en las Universidades de Hei-
delberg y de Padua, donde se hizo amigo de Juliano Cesarini. Deán
de San Florín de Coblenza desde 1431, participó en el concilio de Ba-
silea, actuando especialmente en las negociaciones con los husitas y
convirtiéndose luego en el más decidido partidario de Eugenio IV
(Eugenianorum omnium Hercules lo llamó Eneas Silvio). Por encargo
del papa viajó a Constantinopla en 1437, defendió los intereses de
Roma en las dietas imperiales de 1441 a 1447, fué nombrado carde-
nal por Nicolás V en 1449 y al año siguiente recibió el obispado de
Brixen, Por sus obras filosófico-teológicas y místicas, Nicolás de Cusa
se levanta como una de las cumbres más sublimes del pensamiento
europeo 21 .
Tal era la persona escogida por Nicolás V en diciembre de 1450 .
para que fuese su nuncio y legatus a latere en toda Alemania, anun-
ciando el jubileo y predicando la paz, la unión y la reforma.
El antirromanismo de muchos alemanes, adheridos todavía al error
basileense, se alarmó al saber que un cardenal venía a visitarlos en
nombre del papa. Y aun los que deseaban una auténtica reforma—pues
clamaban al cielo los abusos de las altas y bajas esferas eclesiásticas,
lo mismo que los de los monasterios—se recelaban de cualquier refor-
ma que procediese del romano pontífice
«Purificar y renovar, no destruir ni derribar», era la máxima que
se propuso Cusa en su legación por encargo del papa. A todos se ade-
lantaba con el ejemplo, siendo dechado de todas las virtudes cristianas
y sacerdotales, procediendo en sus viajes y en los públicos recibimien-
tos con humildad y modestia, practicando con devoción las ceremo-
nias del culto divino, predicando la divina palabra con solidez y clari-
dad, exhortando a la piedad y extirpando las supersticiones populares,
que falseaban la verdadera religiosidad.
En su acompañamiento iba el cartujo Dionisio Ryckel, tan docto
como santo, que le ayudó principalmente en la reforma monástica 23 .
Inició el legado su obra en Salzburgo, celebrando un concilio pro-
1 1 Sus obras completas, impresas primero en París en 1514 por el Stapulensc y luego en
Basileu en 1565, se editan modernamente en Leipzig desde 1935. Se han publicado ya cuatro
de los catorce volúmenes que tendri la edición. L a mejor monograña es la de E. Vansteenbcrghe
(víase bibl.). Puede verse también P. ROTTA, /I cardinal» Niccolo da Cuta. La vita td il ¡icnsiero
(Mitin 1928).
1 2 l'.l estado moral de Alemania lo describa sombríamente el cartujo Jacobo de JUterbogk
en su Tractatui di mali» c.ao y 23. inédito, cit. en PASTOR. Gixhichti I.4ÚH. Sobre los escritos
reformatorios del mismo Júterlxwk, como Avisamenlum ad papam pro reformation* Ealisiai,
C l u ' conciliarista, véasa PASTOR 1,406-408.
, . Compuso por antonccs su libro De muners »t reglmtm ligali y dos tratados sobre la reforma
cíe los monasterios. Sus Opira omnia (Montrauil-sur-Mer 1896-1913) comprenden 42 vols.
344 P.I. DR D0NI1MCI0 VIII A MJTKRO
.. ' 1 J. HriFi«. Jahanna von Capistrano (Innsbruck 1936); existe Crad. ital. (víase bibl.); L. t>(
Sainl J°nn Gapiitran. son siMe «I ion influence (Hurdcos-l'arls 1887); G . Voicrr, Gio-
Î 1 „ Capethann, din tteilkvr ¡les XV. Jnhrhundtrls: <Wi.it. Zeitschrift« l o (1863) 19-96.
» i Es ilin.'il Knlliir libro mis ir Au ico sobre cualquier noción que el de ENRIQUE DeNiri.it,
, B „ \ l c m <*« plises, monnitérsi, MMKIUX en France vers le milieu du X V «Me/« (Maçon 1898-
, G «9) en 2 vols.
346 P.I. D B BONIFACIO V i l i A LUTKRO
que serian 9.000 los defensores. Entre ellos descollaron dos jefes españoles, Francisco de Toledo,
emparentado con el basileus, y Pedro Julü, cónsul de los catalanes (}. Gofli, Hist. de la bula de
Cruzada en España p.406-407).
4 0 Isidoro nos dejó un breve e interesante relato De expugnatione Constantinopolitana, que
Pyedcjleerse en «riego y en latín en M G 159,053956. Otro de Leonardo, arzobispo de Mitilene,
UJid., 923-944. MAs fuentes en Pastor y en L . ftuénn'.n, Vie et mort de Byzance (París 1947) 509-
J i o ; H. VAST, Le siige et la vrise de Constantinople par les Tures: «Rev. historique« 13 (1880) 1-40;
T 1 n1 d « truel ion 0/ the greeh Empire and the itory of the capture of Constantinople by the
' x r l u (Londres 1903); G . SCHI.UMOEKC.K.K, Le siége, la prise et le sac de Constantinople par les
e d . j (París 1922); N . JOSIIA, Ceschichte des osmanischen Reiches (Gotha 1908-1909); el
voi.2 abarca los afto« 1451-1538. L a s lamentaciones de Eneas Silvio por la calda de Constantinopla
en Opera 704-70S y 715.
850 P.I. DE BONIFACIO VIII A IUTKRO
bohemios?... ¿Qué harás con los italianos, faltando las dos mayores
potencias navales? (Venecia y Genova, que no irian a la guerra.) El rey
de Aragón, aunque poderosísimo y anheloso del bien común, no mo-
verá la guerra naval contra el turco si está solo. La armada del sumo
pontífice ya sabes a qué se reduce... Muchos son los reyes de España
y diferentes en poderío, en régimen, en voluntad y en opinión; desde
el extremo occidente no hay que arrastrarlos hasta el septentrión; y
además tienen la guerra en casa contra los granadinos»44.
Nicolás V se propuso unir por lo menos a los italianos, calmancfo
sus antagonismos, a fin de que pudiesen defenderse contra posibles
agresiones. Solamente el haberlo intentado es una gloria de este papa,
que ningún otro pontífice del Renacimiento, ni el mismo Julio II,
puede recabar. A este fin envió legados a Nápoles, Florencia, Milán,
Venecia; más aún, congregó en Roma a los embajadores de los prin-
cipales Estados peninsulares (octubre-noviembre 1453). No consiguió
nada, acaso por la misma desazón y suspicacia en que vivia él mismo
desde la conjuración de Porcaro. Mas he aqui que lo que no se obtuvo
en Roma se logró al menos parcialmente en la paz de Lodi (9 de abril
I4S4) por un acuerdo entre Venecia y Milán. El 30 de agosto, Venecia,
Milán y Florencia firmaron una liga defensiva para veinticinco años,
y en esta liga entraron finalmente Nicolás V y Alfonso de Nápoles.
Esta Liga itálica, qué se ponía oficialmente bajo la presidencia, custo-
dia y protección del sumo pontífice, padre, cabeza y jefe de todos, fué
promulgada solemnemente en Roma el 2 de marzo de 1455. Aseguró
por algunos años el pacifico equilibrio de las potencias italianas, aun-
que nada hizo contra el turco 4S .
Trece días más tarde se le administraban al papa los últimos sa-
cramentos.
12. Nicolás V y Portugal.—Hemos visto que el único reino
donde se predicó con éxito la cruzada anunciada por el papa fué Por-
tugal, cuyo rey aparejó una armada con respetable ejército. Más que
el propio monarca portugués, el hombre que personificaba la cruzada
era el infante D. Enrique (1394-1460), llamado el Navegante por el
impulso que dió a las empresas marítimas de su patria; gran maestre
de la poderosa Orden de Cristo, hombre tan medieval como moderno,
de tanta genialidad en concebir sus planes como tenacidad en prose-
guirlos, austero y profundamente religioso, asceta dominado por el
sincero entusiasmo religioso de un cruzado consagrado a la defensa de
la cristiandad»4<.
«Con este objetivo concentró él su acción en dos campos diversos:
^Rslas conquistas en Marruecos y en las empresas de los descubrimien-
tos marítimos... El plan de la conquista oriental obedecía al objetivo
Político de dominar el comercio de Oriente y aniquilar los recursos
económicos del Islam, que mantenían la permanente amenaza musul-
J. * 4 EpUt.117, fecha 5 de julio 1454 (Opera p.656-657). El emperador Federico convocó tres
7 ? «P '454-'4SS invitando a los principes a la cruzada, l'lanes, ilusiones, humo y nada mis.
le cor. r o m a n o pontífice haría de irbitro en las disensiones de los miembros de la Liga; a él
ILOLÍA ? Í Í U' U L * ' ! * > ' « ' « de declarar la guerra a los enemigos de la Liga (G. SODAHZO, La lena
«tor ir. I ¿ 1 F. ANTÓNINI, La pace di Lodi et i segreti maneggi che la prepararono: «Arch.
IntiirnS"}, f»«3o] J33-3IJ6; R , CESJI, La lega italka e la sua fuiaione itorica: «Atti del
• ' " u t o Vénetos v o l . i o i col. 194»-1043).
JOACIUIM BENSAVDE, A cruzada do Infante D. Henrique (Lisboa 194a) p , m .
352 P.I. DB BONIFACIO V I J I A LUTHRO
(BIBL. VAT., ms.^076: PASTOR, Geschichte 1,558-559). También va dedicada al papa la obra ma-
nuscrita del dominico genovés Rafael de Pornaxio De consonantia natura« et graliae, en que afirma
que el espíritu se aguza y dispone para entender las cosas divinas por medio de los estudios de
numanidHdes, y demuatlra luego la armonía entre la naturaleza y la gracia (PASTOR, ibid., 569).
V Viteúi uoniini illustrl: Mu,-Spicilegium 1,43. Basinio Buiini, tenido por el mejor poeta de
•u tiempo; cantor de Malatcsta e Isolda, celebró también a Nicolás V en una égloga y en una
epístola versificada (Le poesie liriche di Basinio ed. F. Ferri [Turln 1925] p.121).
H.* de la Iglesia 3 13
354 P.I. DE BONIFACIO VIJI A lUTERO
de los papas tiene a Marsuppini por hombre pagano, indigno de ser favorecido por el sumo pon-
tífice, se retracta en las sucesivas ediciones, reconociendo sus firmes creencias cristianas. Éstas
aparecen claras en G . ZIPPKL, Notizie di C . Marsuppini (Trento 1897) p.16 y 23. Con la misma
injusticia (que luego mitigó algún tant«) juzgaba al principio a otros humanistas, como Valla,
Poggio, Filelfo, pertenecientes a la «tendencia pagana* del humanismo, según ¿1 decía. L a tra-
ducción espartóla de los primeros tomos, por ser anterior a estas correcciones, no 'refleja con
exactitud la última opinión de Pastor.
»' MAI, Spicilegium 1,49-50. Con razón escribió Voigt que «Parentuccelli era un Cosme de
Mídicis sobre la Cátedra de San Pedro» (Die WiederMe/rung des lilassischentAlíerlumiu [Ncr-
lln 1895] I,4io). Y Vespasiano de Bisticci en la biografía de Alfonso de Ñipóles,csc^bc: 'li se
fusse stato uno altro papa Nicola e uno re Alfonso, non restava appresso de Greci libro ignuno
che non fosse tradotto» (Vite di uomini illustri p.93).
e.ÍI. HUMANISMO, CRUZADA Y RCTORMA 355
3» «Hic Urbem Romam multls ac maximis aediíiciis mirtim in modum exornavit, cuius
opera si completi potuissent, nulli veterum imperatomi» magnificentiae cesaura videlxintur*
(De Europa c.58: Opera p.458-459). Noticias particulares en J. GUIRAUD, L'Eglise et les origines
de ta Renaissance (París 1902} c.8.
C.1I. HUMANISMO, CRUZADA Y RLTFORMA 357
encontrándose una vez en Valencia con Alfonso de Borja, exclamó: «Alégrate, hijo mío; ten pre-
sente que estás llamado « ser la gloria de tu patria y de tu familia, pues serls revestido de la más
alta dignidad a que puede llegar un hombre mortal, y yo mismo, después de mi muerte, seré
objeto de tu particular veneración* (AASS 5 aprii. 1,499; J- VILLANUXVA, Viaje literario IV,I87).
En favor de esta profecía no conozco ningón testimonio anterior a la elección de Calixto III.
Unicamente una carta de San Juan de Capiatrano al mismo papa insinúa que en 1449 'Alfonso
de Borja le habla manifestado la persuasión de que sucedería en el trono pontificio a Nicolás V .
Pero allí no se alude a ninguna profecía de Vicente Ferrer (L. WADDING, Armales Minorum
[Roma 1734-1735] XII,346). También Pio II en su libro De Europa (e.58) escribe: «Assumptio-
nem suam priusquain pontifex maximus eligeretur pluribus annis praedixit; dadem quoque quam
Turcae apud A l b a m In Hungaria sustinuere, antequam fieret vaticinatus est; nunc quoque de
futuris multa et magna promittit* (Opera p.461). Calixto III, aunque g i a n jurista, era muy pro-
penso al profetismo, en lo cual bien pudo influir el ejemplo de su santo paisano. El proceso de
canonización de San Vicente Ferrer habla sido introducido y casi acabado por Nicolás V .
** Vite di uomini illustri: MAI, Spicilegium 1,190-191. Tanto Vespasiano corno Filelfo acusa-
ron más tarde e Calixto III de haber dispersado 1« biblioteca pontificia, lo cual es pura calumnia.
Véase PASTOR. Geschichte. 1,668-670.
i s El nacionalismo italiano llegó a temer que un papa extranjero trasladase a otra parte su
sede (Lettere di S , Antonino, precedute dalla sua vito scritta da Vespasiano da Bisticci [Florencia
1856] p.189-190).
C.1I. HUMANISMO, CRUZADA Y RLTFORMA 361
Calixtas III Pont. M a x . ; en el reverso, sobre unas naves en butalls: Hoc voui Deo, y debajo: VI
fidai h'oilei perderem «lexil (sic) me.
6 9 Nicolás de Cusa no parece que pasara a Inglaterra. Sobre la legación de Carvajal véase
Eccl.» 51(11)5A) H17. Calixto III, siempre generosísimo para con los que luchaban contra el in-
'•ol. demostró especial benevolencia al reino de Portugal. Animó también al infante D . Enrique
el Navegante y al rey Alfonso V en sus empresas oceánicos, confirmando por la bula Inter
caetera (13 de manco 1456) la Románus Pontifex, de Nicolás V, y alargando sus derechos de explo-
ración y conquista tusque ad Indos» (IIHKNAEZ, Coleccitn de bulas 11,81?).
364 L'.I. D Í BONIRACIO V M A IVUTKRO
7 1 CH. M . DE WITTE, Les bulla pontifi ala p.817-818, donde demuestra el error de Pastor
y aftade: «Pastor accuse sans preuve Alpho*ue V d'étre de mauvaise foi. En ce qui concerne la
croisade, nous sorames persuadí, au contra!re, de la sincérité des intentions du roí. Ses dédara-
tions catégoriques et répctées nous paraissent décisives i cet ¿gard... Sincérité ne veut pan diré
désintéiesement. Depuis nombre d'unníes, Alphonse V pnursuivait une politique systémntiquc
de pénétration dans les Balcanes», etc. Véase también J. MIRET v SANS, La polllka oriental de Al-
fonso V de Aragón (Barcelona 1904). y S. SOBREQUÉS VIDA!., Sobre «I ideal de cruzada de Alfon-
so Vde Aragón: «ll¡spania> 12 (1952)232-252.
™ PASTOR, Oeschichte 1,695! P. PASCHINI, La Jlotta di Callisto ífí: »Arch. Soc. rom. storia
patria* ¡3,55 (1930-31) p.350-352. Aunque pensaba construir por lo menos quince naves, parece
a u e por la brevedad del tiempo (ocho meses) no salieron de loe astilleros más de seis (Pastor
ice dieciséis) (WITTE, Le bulles pontificóla p.813). Pastor, un poco apasionado contra el rey de
Nápoles, le reprocha el no haber contribuido sino con (algunas galeras», pero Rlus SEXRA (p.204)
demuestra que entrego todas las que habla prometido, o sea quince.
7 1 RAINALDI, Armala a. 1456 n. 19-24. N o merece refutación la leyenda de que Calixto ordenó
tocar las campanas contra el cometu Halley, entonces aparecido, lanzando contra ¿I la excomu-
nión (J. STEIN, Calixta III et le COMITÉ ds Halley: «Specola Astronómica Vaticana» vol.2 Roma 1909).
C.1I. HUMANISMO, CRUZADA Y RLTFORMA 365
ocasionada tal vez por los cadáveres que cubrían los campos en torno
a Belgrado. De él dijo el papa Calixto: Felix ínter martyres computari
potest. Y no tardó en seguirle Juan de Capistrano, que sucumbió, ya
viejo de setenta y seis años, el 23 de octubre 75 .
5. Nuevo llamamiento del papa. Refutación de los «Grava-
mina».—Calixto III, al comunicar a los príncipes cristianos la gran
victoria de Belgrado, los exhortaba calurosamente a no desaprovechar
esta ocasión, propicia cual ninguna para asestarle un golpe definitivo
a la Media Luna, haciéndola retroceder hasta sus antiguas posiciones y
arrebatándole Constantinopla y aun Jerusalén. Su clamor insistente
resonaba en el desierto. Portugal, que tantas esperanzas le había hecho
concebir, no pensaba más que en sus empresas africanas. El duque
de Borgoña guardaba para si las sumas de dinero recaudadas para la
cruzada, devolviendo al papa proyectos y buenas palabras. Lo mismo
hacía el rey Cristián I de Dinamarca y Noruega. Peor se portaba Fran-
cia, donde se llegó al escándalo de que las Universidades de París y
Rouen no sólo impugnaron la colecta del diezmo, sino que interpusieron
apelación de las bulas pontificias al concilio universal. Calixto III, no
pudiendo tolerar este rebrote del galicanismo conciliarista, escribió
inmediatamente a su legado el cardenal Alain, reprendiéndole por su
inacción o pasividad ante tal desacato de la suprema autoridad papal.
«Es absolutamente necesario—decía—destruir ese mal que se difunde
como una peste. Si deseamos el diezmo y subsidio para la cruzada en
ese reino, mucho más («magis ac magis cupimus») eliminar y arrancar
de cuajo esa pestífera maldad de la apelación, o más bien profanación,
conciliar» 76 .
No menos grave fué el disgusto que le proporcionó el alto clero
alemán. Los predicadores de la cruzada habían hallado buena acogida
en el pueblo sencillo, que envió un buen contingente a las milicias de
Hunyadi, no asi en los príncipes electores, que se quejaron amarga-
mente de la curia romana, acusándola de explotar codiciosamente a
la nación germánica por medio de diezmos e indulgencias. Afirmaban
los prelados alemanes en el sínodo de Francfort (febrero-marzo 1456)
que la cruzada turca no era más que un pretexto falaz del fiscalismo
romano para enriquecer a la familia pontificia y repetían todos aquellos
Gravamina que fueron poco a poco irritando el nacionalismo germánico
y su aversión a Roma hasta la revolución luterana77.
7 S Sobre las relaciones de Carvajal con Capistrano, siempre amistosas y de gran estima
mutua, aunque luego el cardenal se opusiese a la canonización del Santo, véase GÓMEZ CÁNIDO,
Don Juan de Carvajal p. 173-174. El mayor elogio de Carvajal lo pronunció Calixto III en una
carta al mismo: «In te, nomine nostro et Sedis apostolicae, quiescit tota religio Christiana» (RAI-
NALDI, Annata ».1457 n.7). Gaspar de Verona tejió su panegírico en estas lineas: «Integritate
vitae ac prudentia et omnt laude virtutum accumulatissimus... Id enim fecit quod alius eiusdem
ordinis hactenus fecisse nescitur... aegre ab Ecclesia adiutus, semper egenus, nullo muñere cor-
ruptus, dux vigilantissimus, a Germani» Pannonibusque dilectus, imo amatus et cultus... Qpi
nisi vocatus fuisnet in Italiam a Pio II, minime reveriisset... Mansuetissima et tamen mira gra-
vitate fulgen», de omnibus benemeritus, modo possit; iurisconsultissimus et pontificii et canonici»
(Dt gestii tempore Pauli II; «Rer. ¡tal. script.» III,a col.1028-102«).
7 4 RAINALDI, Annoles a.1457 n.s6-57; N . VALOIS, Hiit. dt la Pragmatique Sanction seus Char-
les VII (Paris 1906); PASTO», Geschichte 1,703-706.
7 7 Repitieron ese mismo aflo las acusaciones en el sínodo de Salzburg (tlErELK-Lr.ci.ERcq,
Hist. des concila VII,1274-75). Sobre los orígenes de los Gravamina véase H. CELLARIUS, Di*
Reichsstadt Frankfurt unii die Gravamina der deutschen Natrón (Leipzig 1938), y la obra más ge-
neral de B. GEHHARDT, Die Gravamina der deutschen Nation gegen den romischenllof (Breslau 1884).
C.1I. HUMANISMO, CRUZADA Y RLTFORMA 367
decir que nunca fué Alemania tan rica como ahora... Finalmente, yo
aconsejarla que vuestros prelados y príncipes, si piensan que Roma les
impone gravámenes indignos, envíen sus embajadores al romano pon-
tífice y expongan esos gravámenes, pidiendo la debida reforma. Y esta
Sede no dejará de atender, con la mansedumbre que suele, a vuestros
deseos, si son conformes a razón»7!>.
En septiembre de 1457 escribió Eneas Silvio a Martín Mayer, que
era el que más intrigaba en Alemania contra la curia romana, otra carta
que constituye el más brillante parfegirico de «este pontífice dado por
Dios a nosotros, que no lo merecíamos..., pontífice santísimo que
lleva en la tierra vida divina y que debía presidir a ángeles más que a
hombres; no busca su propio interés y todos sus pensamientos los
tiene en nuestro Señor, buscando con toda su alma y con todo empeño
y afán el honor de Cristo Salvador, la defensa de la fe, la gloria de la
Iglesia y la salud del pueblo cristiano» 80.
Y a fin de que el emperador atajara aquellas tendencias antirromanas,
el mismo papa Calixto le escribió, por la pluma de Eneas Silvio, una
larga epístola, justificando su conducta y refutando las acusaciones 81 .
6. Victorias de Scanderbeg y de Scarampo.—Ante la indife-
rencia de Europa, Calixto III se dirige a todas las naciones, apnque no
fuesen católicas, que pudieran tener intereses contrarios a los turcos.
En diciembre de 1456 escribe al negus Zarajacob de Etiopía, exhor-
tándole con palabras bíblicas a conquistar Jerusalén; al año siguiente
se vuelve al poderoso Usunhassan, rey de Persia y Armenia; poco
después, a las comunidades cristianas de Georgia y a otros orientales,
a fin de que se unan todos contra el enemigo común 82 . ¿Ilusiones
quiméricas? Mejor, gritos de un apasionado que mira cómo le arreba-
tan por la fuerza las posesiones que él ama, y siente la necesidad de
pedir auxilio a todo el mundo, mientras él se desvive' y se sacrifica
por impedir la dolorosa pérdida.
Tanta tenacidad y constancia, tantos esfuerzos, tantos sacrificios,
viéronse galardonados con nuevoB triunfos. La escuadra aragonesa y
pontificia no se mantenía ociosa en el Mediterráneo oriental. Y dentro
de Europa, en país fronterizo de los turcos, se erguía un valeroso cam-
peón de la cristiandad: era Jorge Castriota, príncipe de Albania, a
quien el papa llamó «athleta Christi». Los turcos le apellidaban Iscander-
bey (Alejandro príncipe) desde que al servicio del sultán habla osten-
tado sus grandes cualidades militares. Nacido de padres albaneses o
serbios en 1403, fué dado en rehenes a los turcos y educado en el isla-
mismo. Señalóse en varias guerras a las órdenes del sultán, hasta que,
muerto su padre en 1431, solicitó de Murad II le pusiese en posesión del
principado paterno. No habiéndolo obtenido por las buenas, huyó en
*443 hacia su patria, se apoderó de la fortaleza de Croya, no lejos de
Durazzo, y en poco tiempo se hizo señor de toda aquella tierra y el
héroe máximo de los albaneses. Nicolás V saludó entusiasmado a este
«campeón y escudo de la cristiandad», y Calixto III, después que
U R W Í A '! ^ t í " * " 0 '«57 (ENEA» SILVIO, Opera P.836-839)-
¡L. í n : ' v ' " ' omnei laudandi «unt, quo» novimun, Romani Pontifica, hnnc tamen
omn¡t*i» pracfcrendum putamu»» (Opera P.823-XJ4).
•»' Fecha 3» de ag.mo t 4 5 7 (Opera p.840-843).
L i s letra» pontificia» en RAINALDI, Awwlei a.1456 n.45-18; a.1457 n.66 y 68.
C.II. HUMANISMO, CHUZADA Y RKL'OSMA 369
dato, donde ebbetanta grazia fa maestà del Re, risponderei che la perseveranza che aveva fatta
dalla gioventù inaino a quello tempo di digiunar« tutte le feste di nostro Signore e di nostra Donna
in pane e in acqua, e clic tutte le vigilie comandate digiunava, e ogni mattina udiva tre messe,
e diceva del continovo l'ufficio di nostra Donna con molte orazioni ed altre sua divozioni, ed ogni
notte si levava a dire matutino e certe orazioni! f V i t e di uomini illustri.' MAI, Spiciiegium 1,9A),
Y poco antes habla escrito del mismo: «Era molto diligente in queste cose appartenenti al divino
culto. Il giovedì santo lavava i piedi a tanti poveri quaut'egli aveva anni... ed a tutti dava una
vesta bianca ed un paio di calze... Quando si faceva la festa del Corpo di Cristo, Is sua Maestà
v'andava, e invitava tutti gl'ambasciadori... ed andava scalzo e sanza nulla in testai. Y asi conti-
núa recordando sus vjrtudes (de los vicios no se acuerda el buen Vespasiano): «La crudeltà in
tutto era aliena da lui, ma era piatosiasimo e clementissimo... Fu molto perdonatore delle in-
giuire... F u libéralissimo in infinito«, etc. (ibid., p.64.66.67). ¿Por q u i olvidar estos testimonios
de un florentino ni formular el juicio definitivo de aquel rey magnànimo?
• 4 Pedro L u i s de Boria, hermano de Rodrigo de Borja, no sobrevivió mucho a su calda,
pues murió en Civitavecchia el 26 de septiembre (E. PONTIERI, Per la storia del regno di Ferrante l
d'Aragona rs di Napoli, Nápoles 1946).
1 7 [FITA], Restos mortales de Calixto ¡II y de Alejandro VI: «Boletín R, Acad. Hist.» 18 (1891)
88.159-166.
C.II. HUMANISMO, CRUZADA Y REÍORMA 371
cardenal de Estouteville en el conclave contra Eneas Silvio (CUCNONI, l.c., p.185). Las réplicas
de Eneas Silvio son interesantes por su encendido nacionalismo italiano: «At Rhotomagensis
nationem suam praeferet Italiae... A u t ¡bit in Galliam Pontifex gallus, et orbata est dulcis patria
nostra splendore suo; aut manebit inter nos, et serviet regina gentium Italia exteTO domino,
erimusque mancipia gallicae gentis... U b i amor pfttriae et voz illa semper Italiam caeteris natio-
nibus praeferens?' (p.187). Habla un cardenal dignísimo, Juan de Torquemadu, que obtuvo
algunos votos, pero quizá* era demasiado escolástico. Y brillaban aún dos luminares, Bessarión
e Isidoro de Kief, pero eran orientales. El mejor de los purpurado* estala ausente; Carvajal.
377
C.II. HUMANISMO, CHUZADA Y RKL'OSMA
• ' La obra en tres volúmenes de G . VOICT, Enea Silvio de Piaotomini, ah Paral PiUI der
Zweite... siitue siendo el estudio más completo de nuestro h u m a n i s t a , cuyo espíritu, sin embargo,
no llega a comprender. El m i s m o Pastor, que conoció nuevos d o c u m e n t o s y corrigió a Voigt en
algunos puntos, exagera el contraste entre el humanista y el papa. Recomendable TH. BUYKEN.
Enea Silvio Piccòlomini. Se in Leben und Werden bis rum Episkopat (Bonn-Colonia 1931). Bastante
equilibrado, aunque poco profundo, G. PAPAMLLI, Enea Silvio Piceolomini (Bari 1950). Víase
también W . BOULTINO, ASMO* Sllvius orator, man 0/ Interi, statemfin and pope ( L o n d r e s 1908)1
y CECILIA M . ADY, PIUT II the humaniit pope (Londres 1913).
> 4 E n esa carta, en que narra su p e c a d o desvergonzadamente («nec ego castratus sumO,
aftade: «Sola mihi divina pietas spem facit misericordiaet (Opera p.511). Por aquel tiempo escribís
u n devoto Hymnus de Passione Domini (CUONONI, p.365-367). Y poco después, en carta a Juan
Frieund de Colonia, le exhorta a la castidad, habiéndole de si mismo: «Nauseam mihi fecit Venus...
Baccho magia q u a m Veneri parebo; vinum me alit, me iuvat, me oblectat, me beat: hic liquor
suavis mihi e r i t usque ad mortem» (Opera p.J79). Consta, sin embargo, que, al m e n o s siendo
papa, era de una frugalidad extraordinaria, que a d m i r a b a A los curiales romanos, y en particular
a Plàtina, q u e escribía de él: «Mediocri cibo utebatur... vini parcissimus, dilutique ac lenis, magis
quam austeri, amator» (De v i t i j p.293).
" A C a r v a j a l le escribía desde la corte de Federico: «Te revisere spero, cum quo loquor «'
convivo libenter, quanivi« Inter no« saepc d e rebus Ecdesiae enneertatio sit... Theologoium ««'
haec disputatio; mihi satis sentire fuerit quod plures senaerint* (Opera p,5JS).
C.II. HUMANISMO, CHUZADA Y RKL'OSMA 379
Aín» •',. . n l quam iuveni credite. Nec. privatum hominem plurú facite quam pontificem:
, V m A r í l r C , t e ' P l u T « " » P 1 « « COpera p.869-870).
«Ad tontea, ad twmoca. ad loca asreatia delatus, quao «aepe frequcntabat animi cuota,
376 P.I. DB BONIFACIO V m A LUTERO
*je cisma y hostil a la Santa Sede, pues quita toda autoridad al papa,
d e quien--proceden las sagradas leyes,"destruyendo al mismo tiempo
, M RAIKALUI, A n n a f a a . 1 4 6 1 n.118.
378 P.I. DE BONIFACIO V N I A LUTERO
certa , U u í " j 5 t l e a n , " a l u a 1 , n í ( n l P ' ú »I' a (Nftpoles 1953) con trsd. ital. Según Toffanin, esta
porm toda ella de «entido humanístico, aólo podía «er nerita por un humaniita cristiano,
Paz u n ' * * ' » defensa de la latinidad y del catolicismo, la apología de la «abidurla d í i i c a y de la
«u d e « I V e r M - e n e l i m Perio crittiano. Probablemente, la carta," eacrita'a fine» de 1461, no llegó a
«i mor<£ í i , i l r i °' . r i b e • w t e propósito G . Paparelli: «Dinanzi a questa lettera un dotto studioso
• Ponían m a l ? 1 «d «sclama: Ah. te Maometto aveste saputo II lutinol» (I. osi. LUNOO, (/manilla
•"vice p.31). «GII; ma se Maometto avease saputo IL latlho nel senso che Pio II intendeva,
380 P.I. Di BONIFACIO VIJI A I,UTERO
''•«arebbe «tato biaosno di scriberla. II capo dell'Iilam «arebbe venuto da « e - i n una mano
la Bibbia, nell'altra Cicerone—a gettarsi ai piedi del pontefice romano* (Enea Sil vio Piccolomitil
P3M).
^ VAIT, Le cardinal Bejsarion (1403-H72J. Elude tur lachrétienté «t la Renainance veri
le milieu du X V » siécie (Parta 1878) p.I7O; I - MOIII.PS, /nrirufction Bessariota für die Krtuxzugr-
predigt in Venedig ¡463; «R6M. Quartalachrift» 35 (1917) 337-350.
C.1I. HUMANISMO, CRUZADA V REFORMA 381
derechos papales, no se cuidó de ella en absoluto. El texto en RAINALDI, Annoi» a.1464 n.55.
113 |¡| testimonio de París de Grassis en PASTOR, III, 114I apénd.137.
>14 «Virgínea, viduas, aegrotos frequenter iuvabat. Curavit'idem ut Roma? annona caeteraque
ad victum pertinentia vilius quam antea venderentur. Aediñcavit etìam splendide ac magnifico
( D t viti! ponttfcum p.307), Sobre el abaratamiento del trigo, de la carne y del pescado habla
más concretamente M . GANÜNSI, Vilo Pauli II: «Rer. ital. script.» [II,2 col.1007.
C.II. HUMANISMO, CHUZADA Y RKL'OSMA 385
ratosas ; complacíase en tocar con los dedos las perlas y gemas que ate-
soraba en su palacio, pues coleccionaba apasionadamente esmeraldas,
zafiros, diamantes, crisólitos, jaspes y toda clase de piedras preciosas.
Organizaba cacerias «miro apparatu», como la que en 1471 dedicó al
duque de Ferrara, en compañia de muchos cardenales ; suntuosas pro-
cesiones que terminaban en opíparos convites; carreras carnavalescas
para regocijo de los romanos, en las que los muchachos, las personas
mayores y los judíos separadamente se disputaban valiosos premios ;
otras veces eran carreras de asnos, de caballos y de búfalos ; y en oca-
siones más solemnes, cabalgatas o «triunfos imperiales», a imitación de
los antiguos triunfadores romanos, como el que nos describe el bió-
grafo Canensio: «Iban primero unas máscaras en figura de gigantes;
otras representaban a Cupido aligero con su aljaba ; luego venía Diana
ecuestre, rodeada de gran multitud de ninfas; a continuación, más de
ciento sesenta adolescentes vestidos de blanco, a los cuales, como a los
antiguos caballeros, los prefectos de los juegos habían entregado sendos
numismas ; detrás marchaban los reyes y demás caudillos domeñados
por los romanos, como Cleopatra vencida por César Augusto, y eri
pos el dios Marte, los Faunos, Baco y otras falsas divinidades anti-
guas... Y los que se sentaban en las carrozas llevaban versos de alaban-
za al verdadero padre de la patria, óptimo fundador de la paz, munifico
repartidor de donativos al pueblo» 115 .
. 1 1 1 CANENSI, Vita Pauli II col.1019. Y estas fiestas de apariencia tan pagana las organizaba
„ J T F " aborrecedor del humanismo clásico. M á s datos en F . CLEMENTI, /I carnevale romano nelle
J™*"«™ contemporanei (Roma 1899) p.64-65. Sobre el lujo de la corte romana véase E. MUNTZ,
g7? o la cour da papes pendant le XV et le XVI• ¡itele. Recueil da documenti... (Paris 1878-
coleiL- ' j ™ *** t i a r M d e Paulo II se valuaba en más de 100.000 florines de oro. Sobre las
leciíl..'J" du Paul II: iRevue archéol.» (1878) p.87: Inventane da caméa antigües de la col-
™"o„ du pape Paul II: ibld.. p.t57.
« . • d e ta IgUUa 3 33
386 L'.I. DE BONIFACIO VILI A LUTERO
1 " A 1 » acusación <¡n pracsbyteros lnvectum esse* responde: «Fateor me scripsisse semel aut
paucis tamen verbis... Aliquid insolentir protuli.., Peccavi, furor ad id me compulit et ira,
Instigantibus amico rum litteris». Aquí se refiere a su estancia en Venecia (Vatic. lat. >934 fol.307-
308; c i t en ZABUGHIN, Giulio Pomponio Lelo 1,26).
ZABUGHIN 1,36.55. Los versos de la poesia son éstos:
•In Vaticana est Petri veneranda potestas:
huic dedit in térras iura superna Deus.
Hic veros Christi referenti* lintea vultus
et madida illius sanguine tela coles».
(ZABUOHIN 1,36 y 55-56). Sigue Zabughin: «Se si può. con ragione, discorrere del culto che Pom-
deH-A p r c , t ^ all'antichità, questa adorazione era schiettamente c sobriamente scientifica. Il capo
« A c a t l e m i a romana s'incamminò risolutamente sulla strada della scienza pura» (ibid., p.243).
DUR 1 ° ! P ™ » ™ . 4 u e el camino de la ciencia pura desvia del humanismo. Hasta dónde fué
" r o el humanismo de Pomponio Leto, otros lo discutirán.
1/
488 L'.I. DE BONIFACIO VILI A LUTERO
H . TRAME, Rodrigo Sánchez de Arévalo, 1404-1470, Spanish Diplomai and Champion of the Papacy
(Wàshington 1958) p.172-182. E n una carta o billete, Sinchez de Arévalo le dice a Pomponio
Leto: «Bellua illa quam Fortunam vocant maioribus bonis invidet. Doluit de tua virtute, de varia
litterarum supellectili. Sed confortare, dissertisi ime Pompon». Y en otra le saluda «frater aman-
tissimi«« (ZABUGHIN, Gtulio Pomponio Leto 1,143.156). Pero las palabras más bondadosas y
Paternas del humanísimo carcelero fueron para el jovencito Lucido Fazini, alma inocente, que
Pagaba au pecado de escribir bien y de ser académico: «Qui entm tam fecunde, tan docte, tan
denique mature in ipso adolescentiae flore disserit, quid aperandum est in virilibus annis«. Y le
aconseja : «Iuventus enim, nisi afdictationum et calamitatum camino auccensa fuerít, ínter perni-
ciosas concupiacentias delitesccns, parva imminente tempestatis fiamma, necesse est pereat...
ínter eas igitur quas pateris calamitate«, ad Deum altissimum verte oculos mentis tuaet. El joven
se lo agradece Infinitamente y le ruega que siga escribiéndole m i s y mis cartas (ZABUOHIN, Giulio
' omponio Leto 1,162).
^J^mamuah^ÍSÍ
s i s ^ S S s s î s ô è ^ Î R * ^ ^ ^
SMESÌSS
i' ^ '^•l'TJtfSxSsSS&Á
•"••»»«»"«»•^^^ÄSÄiÖSi^
C.II. HUMANISMO, CRUZADA Y REÍORMA 391
CAPITULO XII
105-126).
4 Tractului de futiiris contingmtibuí (Roma 1473), Sobre la controvenia lovaniense, M . DE
c o 5 (i«45) 33-52. Entre Francia y la Santa Sede se negociaba entre tanto un concordato (fir-
mado el 13 de agosto de 1472), en que Sixto IV concedía a Luis X I que «Ecclesiae cathedrales
et beneficia conimtorítilix sine consensu tuo non conferantur; placet Nohi» semper expectore
litteras tuasi; el papa se reservaba la concesión de los beneficios vacantes en los meses impares,
mientras que en los meses pares eran conferidos por los ordinarios (P. OUKLIAC, Le Concordat
dt 1472: R l I D i ' E ai [1942] 174-223; 22 [1943] 117-'54).
C.IJ. T R I U N F O D S LA MUNDANIDAD EN ROMA 397
PASTO», Geschiehí« 11,535-536: GINO CAPPONI, Storia deila República di Firenze (Flo-
« n c » 1875) 11,103.159; INTESSUKA, Diario della cittd di Roma p.99.
402 P.I. DIÍ BONIFACIO V m A LUl'BRO
propagador del rosario, el dominico Alano de la Roche, que en sus escritos, y especialmente en
sus predicaciones por la Bretaña, atribula el origen de esta devoción a Santo Domingo de G u z m i n .
Y a desde el siglo XII existía la costumbre de rezar 50 avemarias o también 150 fpsalterium Beatae
VirginisJ, interrumpiéndolas con genuflexiones. Los cistercienses propagaron la devoción de
los quince gozos de María (que a veces se reduelan a cinco), breves meditaciones sobre los miste-
rios marianos, cada una de las cuales terminaba con una avemaria. Cosa semejante practicaban
loa dominicos. Parece que fué el cartujo Enrique de Kalkar ( t 1408), autor de muchas obras
ascéticas, quien introdujo un padrenuestro entre cada decena de avemarias. L a forma actual del
rosario no se impone hasta el siglo xvi, en que el Aue Maria se completa con la súplica final
(X. FAUCHER, Les origines du rosaire [París 1924]; K . BIIILMEYER, Rosenhranz: «Lexikon f. Theol.
und Kirche«). Los estudios de H . THURSTON en «The Month» (1900-1901 y 1908) los resumió el
mismo autor, en el «Dict. d'archéol. chrét.» voz Chapelet.
C.I2. T R I U N F O DE I,A M U N D A N I D A D EN ROMA 407
!J 0 Più che mezano d'alteza; di mediocre litteratura; piacevole et humano quand'eia cardinales.
* para que se vea la poca importancia que entonces se daba a ciertas debilidades humanas, véase
° ? n qué naturalidad sigue describiendo al nuevo papa: «Ha figliuolo maschio bastardo, il quale
•» truova hora a Napoli, il quale é di e t i di pii'i di x x anni: et figliuole maritate qui, le quali hanno
"Suuoli; ha fratello et nepoti di più fratelli, delti quali n'è uno prete, Canonico di S. Piera... Dio
" m e c t a In quore di fare tale opere che sieno grate a Dio, degne di Pontefice et ad conservazione
?1 P ÍÍ 1 Í ' ' » " E " (carta de 29 de agosto) (J. HORCKMU», Líber notariati 1,48 nota).
.. * e . PORZIO, La congiura dei baroni nel regno di Napoli (Florencia 1884):'}. CALMZTTE, La
in B "3kWno,t dan» Vaffaire des baroni napolitani: «Revue historique» n o (1912) 225-246.
P. FBDKLE, La pace dui i486 tra Ferdinando d'Aragona ed Innocenzo Vili: «Archivio storico
W " P«>v. Napol.t 30 («905) 480-503.
412 r.I. D E BONIFACIO Vili A LUTERO
Bayaceto, es a saber, una lanza que se creía la del centurión que atravesó
el costado de Jesucristo en la cruz. «Y el papa, sabiendo que venían los
embajadores y traían el santo hierro, enviólo a recibir con dos obispos
a la Marca de Ancona, los cuales le truxeron de allí a Roma; e salió
el papa vestido de pontifical con todos los cardenales a lo recibir con
grandes procesiones, todos a pie, y el papa se sentía mal e iba en unas
andas, y salieron por la puerta del Pópulo a recibirlo, y el papa se
apeó de las andas, e Be humilló en tierra con muy gran acatamiento,
e lo tomó en las manos en una caja de oro, donde venia engastonádo,
fen un viril cristalino de muy fermosa hechura... E el papa lo mostró
al pueblo, donde todos lo adoraron como a muy santa reliquia, que
tocó en el costado de nuestro Redemptor... Y el hierro era corto, se-
gún parecía a todos los que lo adoraron» 4 9 .
qtiaa » v i a placare studet, ad laudabile et sanctissimum redeat opus, unde plurea coronas,
, I.J,,) » ib » atque uxori latiua vindiceti (cit. en W. ZABUGHW, G . Pomponio Leto [Roma 1009]
popular con que fué recibida la noticia, que llegó a la Ciudad Eterna
el i de febrero. Dióse un bando mandando que las calles estuviesen
bien barridas y limpias para el 5 de febrero. La campana grande del
Capitolio no cesaba de sonar, como en los días de la elección y coro-
nación del papa. Encendiéronse luminarias en los principales edificios
de la ciudad. Todo el clero secular y regular se dirigió en procesión
hacia San Pedro y de allí con gran pompa hasta Santiago, iglesia na-
cional de los españoles, en la plaza Navona. A l final de la misa de
acción de gracias, Inocencio VIII impartió la bendición apost¿lica.
Hubo corridas de toros, espectáculo nuevo para los romanos. Los em-
bajadores españoles hicieron representar simbólicamente la conquista
de Granada, levantando castillos de madera y concediendo premios
a los asaltantes que entrasen los primeros 52 .
Con esta ocasión, Carlos Verardi compuso una pieza dramática en
prosa latina sobre la expugnación de Granada, que fué representada
en el atrio de la Cancillería 53 .
6. L a bula contra las brujas.—La creencia en las brujas, viejas
y feas mujeres que hacen pacto con el diablo para obtener con su ayu-
da cosas naturalmente imposibles, existió siempre, especialmente en-
tre los pueblos del brumoso Septentrión. El cristianismo no pudo des-
arraigar semejantes supersticiones populares, por más que las comba-
tieron muchos autoreB eclesiásticos. El papa Gregorio VII, escribiendo
al rey de Dinamarca, reprueba la costumbre de dar muerte a ciertas
mujeres acusadas de provocar tempestades, epidemias, enfermeda-
des, etc., pues juzga que tales mujeres son inocentes. La posibilidad
del comercio carnal entre hombres y demonios (íncubos y súcubos),
defendida por algunos escolásticos, influyó en la literatura popular y
acrecentó los rumores propalados acerca de las brujas. La Inquisición
empezó a castigar los pecados de brujería, reales o supuestos, por más
que existia una bula de Alejandro IV (1257) que aconsejaba a los in-
quisidores no ocuparse de tales crímenes si no había sospechas de
herejía. Juan XXII y Benedicto XII fomentaron tales procesos. Y fre-
cuentemente ocurría que unas infelices mujeres, acusadas de haber
provocado diabólicamente ciertos males públicos, puestas a tormento,
se confesaban culpables y eran condenadas a muerte, siendo en reali-
dad inocentes 54 .
1 2 Burckard describe asi las fiestas: »Post prandium vicecancellaríus [Borja] Interfici fecit
in sua curia et ante domum suam... quinqué tauros... Episcopi Pacensis et Astoricensis, oratores
rtgis et reginae Hispaniarum, parari fecerunt et construí post médium Agonis ex trabibuset
ta bul ¡s costmm unum eminens cum turri, cui n ornen dederunt Granata... et primis Granatam
intrantibus certa dona pararunt... Et in mane eiusdera diei x i x praefatus episcopus Pacensis
celebravit missam publicam pontificaliter in eadem ecclesia, et deinde facía est pro ñatione eius-
dem solemnis processio; deinde post prandium ludus supradictus, et ibidem in Agone quattuor
tauri mactati... Plures etiam praelati hispanicae nationis diversis diebus successive tauros dona-
runt publice occidendos; et quídam ex eis tota die una panem et vinum in platea ómnibus volen-
tibus fecit ministran» (Liber notarum 1,338). Véase también GASPARE PONTANO, II Diario p.70:
SEGISMUNDO DKI CONTI, Le storie 1,374-375! J. FERNÁNDEZ, Santiago de los Españoles en Roma
en el siglo X V I : lAnthol. Annua» [1958) IO-IZ).
13 Historia Baetica sal de Granata expúgnala... In taudem Serenissimi Hispaniarum regis,
Baeticae et regni Granatae obsidio, victoria et triumphis... Anno a Nat. Sahi. MCCCCXCII.
Impreso en Roma. Otra edición de Salamanca 1494.
3 < Según el estudio de J. SCHACHER, Das Hexentoesen im Kanton Luzern nach den Prozessen
von Luzem und Sursee (Friburgo 1947), desde 1400 a 1675, en el solo cantón de Lucerna hubo
600 procesos de brujería, de los que unos 300 terminaron con la pena de muerte (J. HANSEN,
Ziiuberbahn, ¡nquisition und Hexenprazess im Miltelalter [Munich 1900]; P. SÍJOURNÍ, Sorctllerie:
C.I2. T R I U N F O DE I,A MUNDANIDAD EN ROMA 417
de larvis, de inferís« fStultitiae laus e.40). También Isabel la Católica se burlaba de los influjos
maléficos. El canónigo de Pamplona Martin de Andoailla y Arlés ( t 1521) escribía: «Et primo de
falsa opinione credentium illas maléficas et sortílegas mulierculas, quae ut plurímurn vigent in
regione Basconica ad septcntrionalem partem montium Pycenaeorum, quae vulgaríter broxae
nuncupantur, posse tr.msfcrri de loco ad locum per realem mutationem» (Tractalus de supersti-
tionibui, París 1517). Fray Alonso de Espina en su Fortalitium fidei habla de las ocuguine sive
bruxe» y de los aquelarres nocturnos, en que las brujas «conveniunt cum candilis acceruis et
adorant illum aprum, osculantes eum in ano suo. Ideo captae plurcs earum a b Inquisitoribus
hde». L o s textos en M . ESPOSITO, Notes sur le Fortalitium fidei d'Alphonse d'Espina: «Rev. d'Hist.
®ccl-* 43 (148) 514-536. Es extraAo que se le escaparan a Mcnéndez y Pelayo estaa noticias al
'55 'a® i ° r 8 u , n a s de Vizcaya y Navarra en au Historia de los heterodoxos.
. En dicha bula no hay ninguna sentencia dogmática ni defínitoria. Olee el papa que ha Ile-
trado a sus oídos «quod in nonnullis partibus.Alemanniae... complures utriusque sexus perso-
ae... cum daemonibus incubis et succubis a bu ti; ac suis incantationibus, carminibus et coniura-
uonibus aliisqur nefandis superstitiosis et sacrilegis excessibus, criminibus et delictis, mulierum
m u í ' ' R n ' m a " u m foetua, terrae fruges, vinearum uvas et arborum fructus; necnon homines,
nuuetes, pécora... perire, suffocari et extinguí facere et procurare...; fidem praeterea... ore
' tí,,-. 0 abnegare». En consecuencia, lea exhorta a que extirpen tan criminales prácticas (Bulia-
•>um romanum V,296-298).
de ta Iglesia 3 14
418 P.I. DE BONIFACIO V I I I A I.UTURO
* bien le amargaron la vida los xenófobos de Roma. El penúltimo fué A l e j a n d r o VI, contra quien
Joaos afilaron sus dientes, por mis que él testimoniase el 4 de marzo de 1503: «A la qual [Italia]
« r a o afezionati, perchi quel che semo, l'abbiamodaquesta patria» (Dispacci di A . Giuih'nian
P. Villari [Florencia 1876) I n.306). L a conducta de Alejandro y de los suyos dió pábulo
sobreabundante a tales dicterios y a sospechas maliciosas, que luego corrían como realidades;
pero la campada difamatoria no hubiera llegado a los extremos a donde llegó «i se hubiera tratado
hervT p a p a '^Uano. Hoy mismo, uno de los m i s serios historiadores « t ó l i c ^ s parece sentirse
1 f ' 1 , e n 4U ¡tolianidad cuando escribe: »Non senza danno per l'italianiti, proteste largamente
<-®taiani, odiatissimi dal nostri» (G. B. PICOTTI, Atolondro VI: «Enciclop. ¡tal.» de Trecani).
420 P.I. DE BONIPACIO V I I I A LUTRJRO
ya que el papa elegido en Pisa en 1409 no suele ser tenido por legitimo.
4 5 El cronista Segismundo de Conti, nombrado por Sixto IV escritor apostólico de la curia
jandro VI, algunas veces, llevado de su catolicismo puritano, da a los hechos auténticos una in-
terpretación subjetiva, que responde a sus sentimientos y prejuicios más que a la realidad; sus
comentarios no son tan de fiar como los dato« positivos. A veces son lamentable« sus silencios;
v.gr., cuando cita una de tantas relaciones de aquel tiempo, la del obispo de Módena, }. A . Boc-
caccio, el cual escribe a la duquesa de Ferrara que Rodrigo de Borja posee, entre otros innumera-
bles beneficios, 116 obispados en España». Pastor parece hacer suya tal enormidad, pues ni la
corrige ni la anota, y en el apéndice 11 da el documento original sin avisar al lector que eso es
falso, ya que Borja no poseía más de tres obispados espartóles: Valencia, Cartagena y Mallorca.
Sirva este ejemplo para demostrar cómo se exageraba o mentía incluso en lo« despachos de los
diplomáticos (PASTOR, 111,342 y 1051).
C.Z3. T R I U N F O D E LA MUNDANIDAD EN ROMA 421
i) La elección de Alejandro VI no fué debida a simonía; 2) fué
debida al reconocimiento de las cualidades de estadista y de los méri-
tos personales de Borgia; a razones respetabilísimas de oportunidad
política de parte de los cardenales; al cálculo politico de Ascanio Sfor-
za; 3) las peticiones y promesas que se hicieron en este conclave no
diferian de aquellas que se manifestaron en otros conclaves y no eran
consideradas por los cardenales como simoniacas»
Y del concienzudo historiador,Giovanni Soranzo son estas pala-
bras: «La candidatura de Borja se impuso después que fracasaron los
esfuerzos de los dos partidos en lucha y se vió que convenía poner los
ojos en el más autorizado y en el más experto, no comprometido en
las suertes de uno y otro bando... Si al cardenal Rodrigo Borgia se le
podían reprochar graves culpas en la vida privada, en la pasada más
que en la presente, se le reconocían, en cambio—como lo hablan ma-
nifestado los mismos pontífices, incluso el último—, altísimos méritos
como hombre de gobierno, como persona de sólidas cualidades de
temperamento y de carácter, como creyente piadoso y celoso de los
intereses de la Iglesia... Sus donaciones y largiciones a cuantos más
o menos espontáneamente le habían dado el voto..., no pueden propia-
mente definirse actos simoniacos. De todos modos, aunque en el pa-
sado tales actos se reprobasen como simoniacos y, por tanto, merece-
dores de sanciones canónicas, en la segunda mitad del siglo x v se ha-
blan adoptado, aunque en si reprobables, sin grave escándalo; eran
tolerados y, por tanto, no invalidaban la elección* 66 .
Las principales acusaciones de simonía lanzadas contra Alejan-
dro VI no nacen en los días inmediatos a su elección, sino en el torbe-
llino de pasiones que su política desencadenó posteriormente. Y en
el juicio de los modernos historiadores es evidente que influye la mala
fama de Alejandro en otros aspectos.
Die Aera der Bastarden am Schlusse des Mitiehilters (Praga 1891) p.54.
c.ia. TRIUNFO DB LA MUNDANIDAD EN ROMA 423
cia de que a los altos prelados se les miraba solamente como a prín-
cipes» 7 2 .
No falta algún cronista que apunta las relaciones de Borja cardenal
con el bello sexo, pero lo hace sencillamente, sin censura ninguna,
como no sea un tantico de ironía, v.gr., Gaspar de Verona, cuyo tes-
timonio citaremos en seguida.
3. L a carrera de los honores. Carta de Pío II.—Rodrigo de
ítorja había nacido enjátiva, del reino de Valencia, hacia 1431, siendo
su madre Isabel de Borja, hermana de Calixto III, y su padre el noble
caballero D . Jofré (Gofredo) de igual apellido, aunque de más ilustre
linaje 7 3 .
Inició sus estudios en Valencia, de donde pasó a Roma llamado
por su tio el cardenal Alfonso de Borja. Aqui tuvo por maestro al hu-
manista e historiador Gaspar de Verona. Estudió luego en la Univer-
sidad de Bolonia derecho canónico durante varios años, hasta que,
con la elevación al trono pontificio de Calixto III en 1455, se le abrieron
de par en par las puertas de los honores. En febrero de 1456 recibió
el rojo capelo y al año siguiente fué nombrado vicecanciller de la Igle-
sia romana, cargo de suma influencia en el gobierno papal, algo asi
como la actual Secretaría de Estado.
Aunque joven de veintiséis años, Rodrigo de Borja poseía cualida-
des de inteligencia y carácter para desempeñar brillantemente cargo
tan comprometedor. En 1458 obtuvo la administración del obispado
de Valencia, su patria, y aun después de muerto su generoso protector,
siguió acumulando dignidades sobre dignidades gracias a la benevo-
lencia y gratitud de Pío II, Paulo II, Sixto IV e Inocencio VIII, los
cuales otorgan al cardenal vicecanciller la sede suburbicaria de Alba-
no (1468), que luego cambiará por la de Porto (1476); la abadía de
Subiaco (1472), el obispado de Cartagena (1482), el de Mallorca (1489)
y el de Erlau o Eger en Hungría (1491).
Bien podía desplegar fastuosidad y lujo y construirse uno de los
más espléndidos palacios de Roma, ya que en riquezas y poderío eran
pocos los que podían rivalizar con él.
Como vicecanciller, trabajó muy activamente en la administración
romana durante más de treinta y cinco años en cinco pontificados su-
cesivos. «Nunca faltó a un consistorio—nos asegura Segismundo de
Conti—, sino impedido por enfermedad, y esto sucedió rarísima vez»,
Cuando en agosto de 1477 Sixto IV lo envió como legado a Nápoles,
deploraba el papa tal ausencia, porque se veía privado algún tiempo de
su habitual prudencia, de su integridad, de su celo y de la gravedad
de sus costumbres» 74 . Y en 1486 Inocencio VIII encomiaba la destreza,
madurez, diligencia, prudencia y las innúmeras virtudes, con que no
cesa de aprovechar a la Iglesia 7S .
1 2 PASTOR, Cachichte III.351. Téngase presente que la vida de Rodrigo, alejado ya de la
Vanozza, no daba motivo de escándalo.
x ' Sobre la familia de los Borjas véase, además de Oliver y Hurtado, citado en la bibliografía,
1
MHSI, Franciícus Borgia vol.i passim. El aAo del nacimiento se pone generalmente en 1431, Sin
embargo, F . FITA (Esludio» históricos [Madrid 1887] VI,196) se inclina al 1430, y D i R o o (Ma-
'"><*'> 11,610) prefiere el 1432. Pueden verse allí las diversas opiniones.
, ; "Sol itis prudentia, Integritate. sollicitudine et inorum integritnte tuisa (DE ROO, Mate-
" a u II,ni>), Con palabras no menos elogiosa» le agradeció el papa sus gestiones (ibld., p.442).
1 3 El documento en DE Roo, Mataríais II,44S-45 6 -
424 P.X. DB BONIFACIO V I I I A I U T E R O
Esto demuestra que Rodrigo de Borja cumplía bien con sus deberes
públicos, y esta fama de hombre de gobierno, prudente, sagaz, exper-
to, moderado, firme y activo, fué la que principalmente le llevó al
solio pontificio. Pero de su vida privada ¿qué pensaban o qué decían
los coetáneos del cardenal? Hay un documento que los historiadores
suelen airear como demostración paladina de que ya en su juventud
el cardenal Borja llevaba una vida de disolución y de escándalo. Lejos
de nuestro ánimo negar la vida lujuriosa de un hombre que de los trein-
ta a los cincuenta años se dejó arrastrar por sus instintos y pasiones,
como era frecuente entre los príncipes y prelados de su tiempo, y que
tuvo el impudor de ostentar pública y oficialmente sus flaquezas per-
sonales, cosa que otros de su rango evitaron cautamente. Sólo queremos
establecer aquí que la carta de Pío II a Rodrigo de Borja es un argu-
mento sumamente débil contra éste. Como son muchos los historia-
dores que han desorbitado este documento, lo daremos a conocer en
su texto y contexto.
El 8 de junio de 1460, hallándose el cardenal en Siena, asistió como
padrino—juntamente con Estouteville—al bautizo de una niña per-
teneciente a una distinguida familia de aquella ciudad. Por la tarde
los padres de la recién nacida organizaron en su jardín una fiesta fami-
liar, a la que fueron invitados principalmente clérigos, aunque natu-
ralmente no faltaron muchachas y damas, que bailaron después del
banquete. Asistió a la fiesta Rodrigo de Borja, que contaba entonces
veintinueve años, y parece que se permitió piropear a las más hermo-
sas y enviar una fruta o una copa de vino, después de probarlo, a la
que mejor se portaba en la danza. Esto fué todo, que en aquella época
no era gran cosa, y nótese que Rodrigo no era aún sacerdote. Pero
algunos envidiosos, que no hablan sido invitados, murmuraron, hicie-
ron chistes a costa de los eclesiásticos que participaron a la fiesta, y
abultaron maliciosamente lo que ellos no habían visto 76 .
El rumor llegó hasta el papa, que se hallaba en Petriolo, y como
Pío II amaba paternalmente a Rodrigo de Borja y le trataba con suma
familiaridad y afecto, pensó que debía amonestarle. Así lo hizo el
11 de junio:
«Dilecto hijo, hemos oído que hace tres días se reunieron en el
jardín de nuestro amado Juan Bichi muchas señoras de Siena, ataviadas
con mundana vanidad, y que tú, olvidando tu dignidad, estuviste con
ellas desde la una hasta las seis de la tarde... Se dice que hubo bailes
licenciosos, sin perdonar a ninguna seducción amatoria, y que tú mis-
mo te comportaste como uno de tantos jóvenes seglares. Me ruborizo
de especificar todo lo que se dice tuvo lugar alli... Se dice que actual-
mente no se habla de otra cosa en la ciudad de Siena y que sois la irri-
sión de todos... T ú , amado hijo, presides la iglesia de Valencia, que
es una de las más importantes de España; tienes también el gobierno
de la Cancillería pontificia, y lo que hace más reprensible tu acción
es que te sientas con el pontífice, entre los cardenales, como consejero
de la Sede Apostólica... Por tu culpa se nos recrimina a nosotros, a tu
7 4 El embajador de Mantua, B. Bonatti, que cuenta con envidia e ironía el hecho, refiere uno
de lo* donaire* o dichos agudos y maliciosos que propalaron los laicos, excluidos de la fiesta, con-
tra los numerosos clérigos asistentes a la misma (F. LA TORRE, Del conclave di Aleriamíro VI
P. M-I5).
c.ia. T R I U N F O DIt I A M U N D A N I D A D EN ROMA 425
timadora de Sixto IV (OLIVE» y HURTADO, Don Rodrigo de Borja: B A H [1896] doc.s); tomó parte
en la guerra de Granada, especialmente en la toma de Ronda, obteniendo del rey el ducado de'
Gandía; en i486 firmó los esponsales con D . ° María Enriquez, de estirpe real; mas no llegaron
a casarse, pues Pedro Luis murió en 1488 a poco de entrar en Roma (FITA, Estudios históricos VI,
224-229 y en B A H [1887J; M . BATLLORI, Alejandro VI y la casa real de Aragón [Madrid 1958]
P.16-18). Jerónima, nacida poco antes de 1470, pues al casarse en 1482 con Juan Andrés Cesarmi
tenia doce aAos cumplidos, murió joven y sin sucesión en 1484 ó 1485: de ella dice Rodrigo en
los esponsales que «caritate paterna et affectione ductus«, quiere «veluti filiam recognoscere et
tractaret (GRGQOROVIUB, Lucrezia Borgia [Stuttgart 1875] 11,3-4). Isabel, quizá más joven, pues
se desposa en 1483 con Pedro Juan Mattuzzi, vivió hasta 1541 ; el contrato esponsalicio fuá firma-
do en casa de Rodrigo, quien le otorga la dote de 2.000 ducados (M. MENOTTI, Documenti inedili
sulla famiglia p.4; BATM.ORI, Alejandro Vi y la casa real p.38 nt.16; U . GNOLI, Una figlia scon-
osciuta dì Alessandro VI: «Urhc« (1937I P-8).
Q u e los cuatro eran hijos de Vannozza, lo dice la inscripción sepulcral de ésta, colocada
e» Santa María del Popolo y después desaparecida. Puede leerse en PASTOR, III,327 nt.i. Van-
nozza, después de sus iargaB relaciones con Rodrigo de Borja, casó sucesivamente con Domingo
° e Angnano en 1474, con Jorge de Croce en 1480 y con Carlos Canale en i486; se dedicó al fin
su * obras de caridad y murió piadosamente en Roma el arto I j t 8 a los setenta y seis de
¡T f . d a d ' . Q u e los cuatro tenían por padre a Rodrigo de Borja, nos parece evidente y absolutamente.
!¡"H"5 r 'ble.
cut Sixto IV, otorgando en 1480 «a César de Borja, escolar« de cinco años cumplido«
carH }?cido e n M7S). I» dispensa de presentar pruebas de legitimidad, le llama «de episcopo
làmi, genitus et coniugata«; lo mismo se repite en otro documento papal d e ¡482, en que se
'«mora a Rodrigo de Borja administrador de los bienes del niflo (H. DB L'EPINOIS, Le pape Ale-
426 P.I. DE BONIPACIO VIII A LUTRJRO
han llegado Gregorovius, Pastor (quien pone una sombra grave en la vida juvenil de Lucrecia sin
bastante fundamento) y aun la Dellonci.
C. 12. T R I U N F O D B I,A MUNDANIDAD EN ROMA 427
* 4 * PASTOR, C a c h i c h a 111,571.
428 P.I. DE BONIPACIO VIII A LUTRJRO
opíparos y exquisitos. Véanse los documentos que trae MBNOTI I, Documenh' inediti, especialmente
los señalados en la intr. p.vtu-x.
•« Entre las mujeres que mis frecuentaban el Vaticano estaban madama Adriana del Milá,
sobrina del papa, y con ella madama Giulia Farnese, casada con Orsino Orsini, hijo de madama
Adriana. En el palacio de Rodrigo de Borja se hablan firmado loa esponsales de la «puella Julia»
(contaba quince o dieciséis años) con Orsini v en el mismo palacio se celebró al año siguiente el
matrimonio. Sirva esto para comprender la familiaridad con que el papa ta trataba, como si fuera
de su propia casa, máxime habiendo tanta diferencia de edad, que Alejandro bien podía ser su
abuelo. Pero la jovenciia era tan hermosa, que atraía las miradas de los romanos, los cuales no le
daban otro nombre que Giulia la Bella y disputaban sobre si era más o menos hermosa que otras
damas romanas. Y como la velan tantas veces al lado de Alejandro, empezaron a murmurar mali-
ciosamente. Burckard en su diario (Lilxr notarum 1,306) la llama en junio de 140.1 «concubina
papae». ¿En qué se funda? N o lo dice; pero, sin duda, en alguna murmuración que ha llegado a
sus oídos. Y o he vacilado mucho tiempo antes de formarme un juicio. Actualmente, después de
pensar despacio y de pesar los argumentos contrarios que aducen Pastor, Picotti, Bellonci, Grego-
rovius, etc., soy de parecer que las relaciones del viejo y paternal Alejandro con la joven Julia no
se demuestran culpables. Su correspondencia epistolar no prueba otra cosa. Una carta de aquél
a ésta, que hoy nos parece indigna de la gravedad pontificia, no prueba sino familiaridad, humo-
ritmo, afecto de protector y casi de padre, además de exigencias de monarca, que necesita tener
en rehenes a Julia contra la posible rebelión de su marido Orsini. Es imposible, además, pensar
que madama Adriana, suegra de Julia, se hiciese cómplice del adulterio perpetrado en contra de
su único hijo Orsino Orsini. C f . G . SORANZO, Shidi mlorno a papa Alessandro VI p.<32-129. En
contra, PICOTTI, Nuotii ¡ludí e documsnti: RSCI (195O P207-240. Y de nuevo, más sintéticamente,
SORANZO, Rijpoita al pro/. G. Picotti: R S C I (19S2) p.96-to7. Sobre el in/ani romanus, Juan Borgia,
C.I2. TRIUNFO DE I,A MUNDANIDAD EN ROMA 429
nacido eatre W97-I499 y futuro duque de Nepi, existen dos bulas que llevan la fecha de i de sep-
tiembre 1501, y que parece fueron incluidas en el registro vaticano muy posteriormente. E n la
segunda se dice Juan, hijo de Alejandro; en la primera, hijo de O s a r ; como hijo de César Borja
figuró en los documentos oficiales y en cronistas tan bien informados como Zurita. E n pro de la
paternidad cesariana existen muchos documentos del mismo Alejandro V I (MENOTTI, p.69
doc.177; otro casi igual p.70 doc.118) y dos bulas, en que Alejandro VI menciona a ese Juan con
cierta frialdad e indiferencia, incomprensible en un padre que tanto amaba a sus hijos (MENOTTI,
P.69.70 doc. 116.117). N o hay que liarse de los títulos que pone Menotti, porque afirma cosas que
no están en los textos. L a s dos bulas citadas merecen estudiarse más despacio en su aspecto
Paleogràfico, diplomático e histórico. Sobre un tardío Rodrigo, de quien habla una bula de León X
( ¿en qué testimonios se fundaba?), véase DE Roo, Materials V.256, y en contra, P i c o m , Ancora
><u Borgia; RSCI (19S4) P.344-34S- Estos últimos hechos no están todavía bastante claros. Si se
admite ln culpabilidad de Borja, habrá que confesar que en aquel viejo de más de sesenta y siete
»nos apareció de pronto una lascivia senil.
" GREGOKOVIUS, Storia della città di Roma X I V , j 6 . D o n Enrique Enriquez, tío de Fernando
et Católico, debió de escribir sobre ello al datario Juan López, obispo electo de Perugia, y este fiel
« r v i d o r de Alejandro V I (que en 1496 lo hará cardenal) respondió con fecha 28 de marzo 1493:
M u y magnifico e ilustrlsimo señor... Dlgoos, seAor, que estos otros pontífices antepasados que
conmemoráis, ninguno hobo de tan sublime natura, ni tanto temido, cuarulo papa Alejandro, por
experiencia, acutlsimo ingenio e vehemencia en las acciones... Si viésedes, Señor, y con-
mplascdes como nosotros acá vemos en su seguimiento y gobierno de su Beatitud, con qué gra-
• y suavidia (?) fabla, con qué justicia y clemencia donde conviene se tempra, con qué devoción
430 P.I. DE BONIFACIO VIII A I.UTURO
oían con agrado. Mas nada consiguió, porque fray Jerónimo siguió
haciendo suyas las conminaciones de los profetas bíblicos.
En abril de 1492 fué llamado al lecho de Lorenzo moribundo.
Nadie sabe lo que pasó entre los dos. ¿Hubo confesión y absolución?
¿Se trató solamente de una consulta o de un consejo? Pronto se formó
la leyenda de que Savonarola dijo al penitente : «No te daré la absolu-
ción si no devuelves a Florencia la antigua libertad».
A Lorenzo el Magnífico, muerto el 8 ^e abril, le sucedió Piero de
Médicis, muy inferior en dotes naturales a su padre. Externamente
eran buenas las relaciones entre él y Savonarola, por más que éste en
su corazón alimentaba sentimientos muy contrarios al poder y dominio
de los Médicis.
.13. El r e f o r m a d o r d e San Marcos.—En el convento florentino
de .San Marcos reinaba la Observancia regular, pues estaba agregado a
la «Congregación lombarda», la más floreciente de la Orden y rica en
varones de eximia santidad. Nombrado prior Savonarola ep julio de 1491,
exhortaba a sus frailes a una observancia más estricta, y desde 1492
planeó separar su convento de la «Congregación lombarda», haciéndolo
independiente. Se puede pensar, con el historiador dominico A. Mor-
tier, que no le movió a ello el deseo de enfervorizar más a un convento
ya reformado, sino el afán de no estar él supeditado a otro superior,
como era el vicario de la Congregación lombarda, que le podía desti-
tuir o hacerle cambiar de convento cuando le pareciese oportuno.
Y Savonarola necesitaba permanecer fijo en Florencia si quería realizar
su soñada reforma civil y eclesiástica. Le convenia, además, ser siempre
superior, no súbdito.
La idea de que los dominicos florentinos no dependiesen de los
lombardos le pareció de perlas a Piero de Médicis y a otros políticos
mal avenidos con Milán, y que por eso promovieron férvidamente
tal autonomía 1 0 3 .
Hízose la petición al papa por medio del cardenal Carafa y del
general de la Orden, y Alejandro VI, tras alguna resistencia, otorgó
que fuese San Marcos un convento generalicio, esto es, dependiente
tan sólo del maestro general (breve del 22 de mayo 1493). Al de San
Marcos se agregaron los conventos de Fiésole, Prato y Pisa, con lo
que se formó una pequeña Congregación de la Observancia (la «Con-
gregación de San Marcos»), aprobada por el general Joaquín Turriani
en 1494, quien nombró a Savonarola vicario general. A los pocos días
de este nombramiento llegó para el prior de San Marcos una carta del
vicario general de Lombardia ordenándole dejar su priorato y pasar
a otro convento. Pero ya Savonarola no dependía de él. Era libre y
autónomo; podía actuar en sus planes con seguridad y eficacia.
De hecho, en el convento de San Marcos se estableció la más
rigurosa observancia. Los bienes que el convento poseía, contra los
preceptos de la regla primitiva, se vendieron; los frailes empezaron
a vestir pobremente, de paño burdo ; no podían tener objetos preciosos,
libros miniados, crucifijos de oro ni de plata. Ordenó fray Jerónimo
V MORTIER, Ilistone des Mattrei gcniraux de l'Ordre des Frites Pricheurs (Parla 1911)
CÍA . «delante Alejandro VI quiera unir el convento de San Marcos a la Congrcga-
toscano-romana, replicará Savonarola que la lombarda «longo melior est hoc Tusca« (ibiiì.).
442 P.I. DJt BONIFACIO VIII A tUIBRO
que los legos o conversos y aquellos frailes menos aptos para los estu-
dios se ejercitasen en la pintura, escultura, arquitectura, arte de escribir
y miniar códices, a fin de ganar con su labor el sustento de la comu-
nidad. Los demás atenderían a la cura de las almas, confesiones, pre-
dicaciones, y también al estudio de la teología y de la Sagrada Escri-
tura 104.
De esta manera empezó para San Marcos una época de gran flore-
cimiento y fervor; de cincuenta frailes que eran al princjpio, pronto
subió el número a doscientos treinta y ocho, y entre ellos personas de
calidad. En cambio, cuando quiso implantar la misma reforma en
Pisa, de cuarenta y cuatro frailes que estaban en el convento, cuarenta
abandonaron la ciudad.
Muchas veces se ha propuesto la cuestión si el reformador floren-
tino era amigo o enemigo de las artes y de las letras. No hay duda que
su tendencia espiritualista de inspiración apocalíptica le impulsaba al
desprecio de los valores puramente naturales y humanos; pero su
buen sentido tomista le hacía valorar debidamente todo lo que tienen
de aprovechable las criaturas, las formas artísticas y los conocimientos
literarios en orden a un fin religioso y sobrenatural. Condenó los ex-
cesos de las artes y de las letras, quizá excediéndose él mismo en su
condenación, pero otras veces habló de ellas con estima. En una carta
escribía;
Jamás ha sido mi ánimo ol condenar el arte de poetas, sino solamente
el abuso que muchos hacen de ello, si bien con palabras y escritos han tra-
tado muchos de calumniarme... Hay una casta de falsos poetas cjue no
saben hacer otra cosa que correr detrás de los griegos y romanos, repitiendo
sus ideas, imitándoles en la forma y el metro, y hasta invocando a los mis-
mos dioses, como si nosotros no fuésemos tan hombres como ellos y no
tuviésemos nuestra razón y religión. Y ese es un falso poetar y juntamente
una peste perniciosa para la juventud. ¿Y qué diremos nosotros, cuando
aun los paganos condenaron a tales poetas? ¿No fué aquel Platón que hoy
tanto se ensalza quien dijo que era necesaria una ley que desterrase de' las
ciudades a esos poetas, los cuales con el ejemplo y la autoridad de dioses
nefandísimos, con el halago de versos torpísimos, llenaban todo de igno-
miniosas liviandades y de devastación moral? ¿Qué hacen, pues, nuestros
principes cristianos? ¿Por qué disimulan estos males? ¿Por qué no dan una
ley que expulse de las ciudades no sólo a los falsos poetas, sino también a
sus libros y a los escritos de los antiguos que tratan do cosas meretricias
y alaban a los falsos dioses? Gran fortuna serla que talos libros fuesen
destruidos y sólo se salvasen los que incitan a la virtud 15 °.
14. El profeta de Florencia.—El reformador, entre tanto, seguía
predicando en Santa María del Fiore, cada vez con más entusiasmo
del pueblo. En un principio no se arrogaba el don profético; vatici-
naba catástrofes y castigos, mas no por inspiración divina, sino por
conjeturas y apariencias, según él mismo decia 106 . Pero, quizá con el
11,4 MORTIER, Histoire des Mattres V,48-51: VILLARI, La jloria di C. Savonarota 1,177-178.
Para la influencia de la espiritualidad y de la reforma savonaroliana en España, M. OATAILLON,
Sur la diffusion des oevvres de S. en Espagne el en Portugal: .Mélanucs... ofTertes a J. Vianney»
(París 1934) p.93-103; De Savonarole a ¡MUÍS de Granade: «Revuc de litt. comparte» 16 (1936)
23-39; V. BEI.TRAN DE HEREDIA, Historia de la reforma de la Provincia de España (Roma 1939);
Las corrientes de espiritualidad entre los dominicos de Castilla durante la primera mitad del siglo XVI
(Salamanca 1941).
ios Epístola ad Verinum: VILLAR!, 1,522-524. El mismo criterio aplicaba a las artes. Acusado
de despreciar la ciencia y lu filosofía, se defendió en su obra De divisione, ordine ac utilitats omnium
jeisntiarum (Venecía IS34). De todos modos, un auténtico humanista no era Savonarola.
• os «Sed primo dic, quod non dicis tamquam propheta, sed coniecturans ex Scripturis et ex
his quae extenúa apparenU (Apuntes de un sermón: VIU.AHI, t.2 apénd.3 p.xvil),
C.I2. TRIUNFO De I,A MUNDANIDAD EN ROMA 443
11» VILLARI, 1,276-277. La frase citada es de Cosme de Médicis el Viejo. M i s tarde recogió
Savonarola sus ido*« políticas en el Trattato circa il reggimento e goberno della cittd di Firenze
(FERRARA, 1,185-224).
C.I2. TRIUNFO De I,A MUNDANIDAD EN ROMA 445
formar parte del «Consiglio grande», al cual competía crear todos los
magistrados y aprobar las leyes. Constituyóse además el «Consiglio
degli ottanta», formado por ochenta hombres de más de cuarenta
años, consejo que debía ser escuchado por la señoría al menos una vez
por semana. En caso de guerra, un consejo de diez magistrados asumía
todos los poderes. Estas instituciones constituían lo fundamental del
régimen florentino.
Cuando, humil lado y vencido Carlos' VIII en su retirada de Nápoles
a Francia, intentó Piero de Médicis recuperar la ciudad de Florencia
(octubre de 1495), Savonarola llegó a pedir desde el pulpito, crucifijo
en mano, la pena de muerte para los fautores de la tiranía.
Y él estaba instaurando otro linaje de tiranía. «Un fraile de Santo
Domingo—escribía el embajador de Mantua el 17 de noviembre
de 1494—ha puesto la población en tal espanto, que todos se han dado
a la piedad, viven a pan y agua tres días a la semana, y sólo dos días
toman caldo y vino. Las muchachas y aun parte de las mujeres casadas
se han recogido a los claustros, de manera que ya no se ven en Florencia
más que muchachos, hombres y viejas» n i .
Jesucristo fué proclamado rey de Florencia. Porque Savonarola, no
obstante su sentido democrático, sentía no sé qué Intima predilección
por el gobierno de uno solo, y como no encontraba un hombre como
David, digno de mandar a todo un pueblo en nombre de Dios, se le
ocurrió proclamar a Cristo rey de Florencia: «iOh Florencial—clamaba
al fin del Adviento de 1494—, Dios quiere contentarte y darte un jefe,
un rey que te gobierne. Ese rey es Cristo. Nuestro salmo lo dice)
Ego autem constitutus sum rex. El Señor quiere gobernarte por sí mismo,
si tú lo consientes, Florencia». «Jesucristo, que es el Rey del universo,
quiere ser particularmente tu rey. ¿Quiéresle tú?» El pueblo respondía
a gritos: «|Viva Jesucristo, nuestro reyl» Saliendo a las calles, todos
repetían, y especialmente los niños: «¡Viva Jesucristo, nuestro rey!»,
con tanta insistencia, que fray Jerónimo tuvo que moderar sus entu-
siasmos. Poco después les compuso un himno que debían cantar al
ritmo de una canción de baile muy popular, y que comenzaba con estos
versos:
Viva, viva in nostro core
Cristo re, duce c sigaore! U2,
W-* de la rettila 3 15
450 P.I. DE BONIFACIO VIII A L O T E R O
las meretrices de Italia y de Roma... Mil son pocas en Roma; diez mil
son pocas; catorce mil son pocas. Alii, hombres y mujeres se han he-
cho meretrices» 121.
Los piagnoni le aplaudían frenéticos; los arrabbiati trataban de
deshacerse de aquel fraile que prohibía los juegos y las fiestas, apoyán-
dose en las autoridades de la república popular. Encendíanse violentas
polémicas de palabra y por escrito ; algunos predicadores lanzaban des-
de los pulpitos terribles denuestos contra el àrbitro de la"ciudad ; otros
le canonizaban. En todo el mundo se hablaba del profeta de Florencia.
Según Burlamacchi, hasta se tradujeron al turco sus sermones, que
leía complacido el sultán. De Alemania, Francia e Inglaterra le llegaban
cartas de veneración y estima.
Temerosa la señoría de que el papa castigase a la ciudad con sus
anatemas, escribió a su embajador en Roma y a los cardenales hacien-
do la apología de Savonarola. Alejandro VI se dolía de que los florenti-
nos rehusasen entrar en la Liga Santa, y en la primavera de 1496 reunió
a catorce teólogos dominicos para examinar y juzgar la conducta de
fray Jerónimo. Todos, menos uno, fueron de parecer que merecía ser
castigado. Con admirable moderación el papa se limitó a avisar a la
señoría que moderase las imprudencias del fraile. Pero éste triunfaba,
lo mismo que en Florencia, en Prato, adonde salió a predicar algunos
días después de Pascua. Y a fin de patentizar la ortodoxia de su doc-
trina escribía por entonces su tratado Della semplicità della vita cris-
tiana, y su obra más original : Triumphus crucis.
Llamado por el duque de Milán, bajó a Italia en el mes de octubre
el emperador Maximiliano para ceñir la corona de hierro de Lombar-
dia. Acogido triunfalmente en Pisa, que guerreaba entonces contra
Florencia, pasó a bloquear el puerto de Livorno con naves genovesas
y venecianas y amenazaba con llegarse hasta la ciudad del Arno, donde
reinaba el pánico. No sabiendo que hacer, las autoridades suplicaron
al prior de San Marcos que hablase a la multitud. Subió al pùlpito y
peroró elocuentemente, levantando los ánimos y prometiéndoles la
ayuda divina si hacían penitencia. «Los enemigos—decía—serán derro-
tados, y yo mismo estoy dispuesto a salir al campo el primero alzando
en mi mano el crucifijo». Mientras el pueblo hacia una procesión con
una milagrosa imagen de la Virgen el 30 de octubre, llegó la noticia
de que una flotilla venida de Francia había obligado a retirarse a la
armada imperial. La multitud de los fanáticos aclamó delirante por las
calles a su profeta, mientras sus enemigos, que se habían ilusionado
con una victoria próxima, callaban confundidos.
de la ciudad, sino a cada uno de los conventos, a fin de que en los dias
de fiesta se promulgase en sus iglesias.
Recuerda el papa las primeras desobediencias de fray Jerónimo,
que, mandado venir a Roma y abstenerse de predicar, se negó rotunda-
mente. «Nos—continúa—, tratándole con más blandura tal vez de lo
que convenía, toleramos algún tiempo sus excusas y además sufrimos
su desobediencia en seguir predicando contra nuestra prohibición, pues
esperábamos que por la clemencia lo podríamos reducir a la recta vía».
Recuerda luego BU desobediencia' al no querer agregar su convento a
la nueva Congregación romano-toscana, y BU desprecio de las censuras
eclesiásticas en que ha incurrido. Teniendo esto presente y la perti-
nacia del reo, lanza contra él la excomunión. Es de notar que Alejan-
dro VI, al revés de otros papas y escritores medievales, que a casi
todos los excomulgados tachaban de herejes, cismáticos y otros nom-
bres ofensivos, no da a Savonarola otra calificación que la de «excommu-
nicatum et de haeresi suspectum», rasgo de moderación y benignidad
muy raro en tales documentos.
Vanamente se ha dicho por los defensores de Savonarola que la
motivación real del breve excomunicatorio fué la política. Aunque
así fuese, pues no hay duda que mucho influyeron los milaneses y
los amigos de los Médicis, la excomunión papal hay que acatarla por
lo menos externamente. Pero en este caso no era sólo la política; había
serios motivos- religiosos para excomulgar a un fraile desobediente, que
proclamaba desde el púlpito-proposiciones peligrosas y erróneas (aun-
que no formalmente heréticas) y estaba en connivencia con un monarca
de tendencias cismáticas, como Carlos VIII de Francia 1 2 5 . El romano
pontífice no podía admitir un magisterio profético contra la jerarquía.
Por diversas contingencias, el breve pontificio no llegó a Florencia hasta
fines de mayo,- poniendo en confusión y temor a toda la ciudad; y no
fué promulgado hasta el 18 de junio. Entre tanto, los embajadores
florentinos no dejaban piedra por mover, a fin de conseguir del papa
la revocación o al menos la suspensión del breve. Esperanzas tenían
de obtenerlo, porque Alejandro VI se hallaba aquellos días con pensa-
mientos de reforma, bajo la tremenda impresión del asesinato del duque
de Gandía. El mismo Savonarola escribió al pontífice atribulado una
carta consolatoria, aunque poco humilde, pues viene a decirle que en
las adversidades no hay más consuelo que el de la fe, y porque él
—Savonarola—trabaja por la fe, pide la ayuda del papa; si asi lo hace
Alejandro VI, recibirá el óleo del gozo en vez del espíritu de temor,
quae enim praedixi et praedico vera sunt et a Deo. Palabras, como se
ve, un poco orgullosas, sin la más mínima señal de penitencia o súplica
de perdón 126 .
En realidad, Savonarola, lejos de reconocer su culpa o de acatar
con reverencia, siquiera externamente, tomó una actitud intemperante,
111
Todavía el 7 de enero de 1497 consultaba Carlos VIII a la Universidad de París sobre
la necesidad de convocar el concilio general contra Alejandro VI, y la Universidad respondía
nnrinalivainimte (C. DUPLESSIS D'AKGF.NTRÉ, Colleclio ¡udierorum [París t7»8] vol.i p.2.* p-335-
33o). El breve de excomunión (VILLAM, vol.a apénd. p.xxxix doc.s) parece que fué preparado
Por el-cardenal Oliverio Carafa, antiguo favorecedor de Savonarola y uno de los miembros más
utgnos del Sacro Colegio (A. GKERARDI, Nuovi documentí e ¡ludí interno a G. Savonarola [Flo-
rencia ,887] p . , 6 o - t 6 í ) .
l'echa »5 de junio (RlDOLíl, Le lellere p.I45-I4ó)-
454 P.T. DK BONIFACIO VIII A LUTHRO
tiana, algunas cosas secretas, para que sepáis en cuán grave peligro se
halla la navecilla de Pedro por culpa de vuestra tolerancia y de vues-
tras discordias... Testifico en la palabra del Señor que Alejandro VI
no es papa, ni puede ser admitido al pontificado. Pues además del
execrable delito de simonía con que furtivamente se llevó la tiara y
los sacros beneficios que cada día vende al mejor postor (por no hablar
de sus vicios manifiestos), asiento en primer lugar y con la mayor cer-
teza afirmo que no es cristiano, y que en la persuasión de que no hay
Dios, sobrepasa todos los límites de la infidelidad y de la impiedad...;
por lo cual, de parte de Dios omnipotente, de quien recibiste, |oh Cé-
sar serenísimo!, la suprema dignidad imperial, te aconsejo y suplico,
como a los otros defensores de la república cristiana, que sin tardanza
ninguna, y dejando a un lado cualquier disensión terrena, procures
congregar en lugar idóneo y libre un concilio solemne, a fin de soco-
rrer prontamente a tan pernicioso detrimento de las almas y a la na-
vecilla de Pedro, que está en peligro; de lo contrario no evitarás una.
gravísima culpa y la indignación de Dios... Yo, por mi parte, prometo
irrevocablemente, y obligándome con todos los vínculos posibles, que
no sólo aduciré pruebas certísimas en presencia del sacrosanto concilio,
sino que el mismo Dios omnipotente demostrará lo mismo con evi-
dentísimos milagros»
¿No es éste el modo de hablar de un alucinado o iluso? ¿Y no le
tentarla la esperanza de representar un papel importantísimo, supe-
rior a los prelados y príncipes, en ese suspirado concilio universal?
Casi en los mismos términos escribió a los reyes de España, de
Francia, de Inglaterra y de Hungría. Ninguno le hizo caso, y menos,
naturalmente, los adheridos a la liga santa. En Francia Carlos VIII,
aquel en quien cifraba sus ilusiones, moría pocos días más tarde, el
7 de abril de 1498.
23. L a p r u e b a del fuego.—Alejandro VI, tan moderado y tole-
rante hasta ahora respecto al prior de San Marcos, se persuadió que,
si el ardoroso predicador se aliaba con algún principe cristiano, podía
resultar más peligroso que aquel otro fraile, Andrés Zamometic, en
tiempos de Sixto IV. Pero antes de que el papa Borja pusiese mano en
el asunto savonaroliano de una manera decisiva, las circunstancias
cambiaron tan radicalmente, que el profeta visionario no acertó a do-
minarlas y cayó precipitado desde la cúspide de su gloria.
La transformación se estaba operando en la ciudad del Arno desde
el fallido golpe de mano intentado por Piero de Médicis el 28 de abril
de 1497, a consecuencia del cual cinco personajes florentinos del par-
tido de los Bigi fueron condenados a muerte, como reos de alta trai-
ción. Sus amigos y parientes y todos los arrabbiati quisieron a todo
trance y por cualquier medio vengarse en Savonarola, a quien juzga-
ban responsable de aquellas muertes. Alegráronse de la excomunión
del predicador, y cuando llegó a Florencia la amenaza del entredicho,
reforzaron sus voces contra el perturbador de la ciudad.
Como las profecías no acababan de cumplirse, hasta el duque de
1 , J RIDOIJM, Le («aere p.205-207. A continuación se Icen las cartas dirigidas al rey de Francia
y a los reyes de España, A estos último« les recuerda sus preclaras cmpresa-i contra los infieles y
judíos y les alaba su celo por la defensa de la religión y propagación de la fe,
C.I2. TRIUNFO De I,A MUNDANIDAD EN ROMA 459
1 , 9 PASTOR 111,514-517. Hoy nadie le tiene por hereje ni como precursor de Lutero, como
pensaron los que colocaron su imanen en el monumento de W o r m s (1868). Canonizarle, como
quieren otras, serla canonizar la desobediencia a la Santa Sede. Nada prueba el hecho de que Son
reiipe Neri y Santa Catalina de Ricci estimasen y venerasen al reformador de Florencia; estaban
bajo el influjo de los discípulos de Savonarola y probablemente no conocían de él más que las
Cosas buenas.- El juicio de César Balbo sigue siendo vAlido y atinado: «Di Savonarola chi fa un
santo, chi un eresiarca precursor di Lutero, chi un eroe di libertà. Ma son sogni: i veri santi non
si servon del tempio a negozi umani; i veri eretici non muoion nel seno della Chiesa, come muri,
benché perseguitato, Savonarola. Fu un entusiasta di buon conto; e che sarebbe stato forse di
buon pro, se si fosse ecclesiasticamente contentato di predicare contro alle crescenti corruttele
della spensierata Italia* (.Storia d'Italia [Florencia i8<j6| p.278).
C. 12. TRIUNFO DR I.A MUNDANIDAD EN ROMA 463
tenía voluntad para negarle nada. César fué desde entonces el àrbitro
de Roma 141 .
El 29 de marzo (dominica Laetare) recibió de manos del papa la
rosa de oro y las insignias de gonfaloniero de la Iglesia. Era el año del
jubileo, concurridísimo de gentes de todas las naciones, y César, que
en los carnavales se habla divertido rejoneando en la plaza toros bra-
vos, visitaba luego las basílicas como un devoto peregrino para ganar
las indulgencias. ,
Las Pascuas se pusieron más alegres con la noticia de que Luis XII
habla vuelto sobre Lombardia y, en batalla campal, junto a Novara,
había cogido prisioneros a Ludovico el Moro y a su hermano el carde-
nal Ascanio Sforza, con lo que todo el Milanesado pasaba otra vez a
las manos de Francia.
Podía César reemprender sus conquistas en la Romagna. La muerte
de su cuñado Alfonso de Bisceglie, de la que el fantástico embajador
veneciano Paulo Cappello hizo responsable al Valentino, entristeció la
vida del Vaticano. El vencedor de Imola y Forli se dedicó a aprestar
un fuerte ejército y recursos económicos para continuar la conquista
de la Romagna. El 1 de octubre de 1500 partió de Roma con 10.000 sol-
dados e ilustres capitanes, pues habla sabido ganarse a los Orsini y
Savelli, de Roma; al condottiero Vitellozzo Vitelli, de Città di Castello;
a Juan Paulo Baglioni, de Perugia, y a otros nobles, que estimaron
más conveniente pelear a las órdenes de César que luchar contra él.
El gobierno de Venecia, temeroso de Borja, le nombró el 18 de
octubre, no obstante las informaciones malévolas de su embajador
Cappello, su gentilhombre con derecho hereditario 142 .
El prestigio de César Borja era ya tal, que apenas apareció ante las
ciudades de Pésaro y de Rímini se le sometieron inmediatamente, hu-
yendo sus respectivos señores, Juan Sforza y Pandolfo Malatesta, a re-
fugiarse en Florencia. En cambio, resistió tenazmente durante todo el
invierno la ciudad de Faenza, señoreada por el joven y bello Astorre
Manfredi, hasta que por fin hubo de rendirse el 25 de abril de 1501.
En atención al heroísmo de sus habitantes, la ciudad no fué saqueada
ni ofendida persona alguna 143 .
Como a los faentinos les habían ayudado Juan Bentivoglio, señor
de Bolonia, y la señoría de Florencia, dirigióse César contra éstos.
Pronto se rindió el primero, renunciando a Castel Bolognese y prome-
tiendo prestar 300 caballeros armados por cinco años. También los
florentinos asustados compraron la paz con un estipendio de 36.000 du-
cados durante tres años. Entre tanto, Alejandro VI había otorgado a
su hijo el titulo de duque de Romagna.
Con la ayuda de ocho naves genovesas abordó César a la isla de
Elba, domeñándola en breve tiempo, mientras uno de sus capitanes
1 4 1 BURCKARD describe minuciosamente los festejos de Ja ciudad: «Non vidi unquam tantum
ornatum et triumphum ex hoc castro [Castel Sant'Angelo}» (Líber notarum II, 204-206).
142
j... non toglie che Venezia non vigilasse e, potendo, malignasse e di sottomano creasse
diflicultà al Uorgia, come quando accusò il Valentino d'aver rapito certa donna e abusato di lei,
e I accusa divulgò volontari urbj et orti. Se non che in questa circonstanza Cesare Borgia sembra
non esser stato reo« (G. SORANZO, Stùdi p.iòB).
149
«Lo stesso Astorre fu trattato umanamente e onorato in campo, finché fu condotto a
Roma, dove (a detta dello stesso Sigismondo de' Conti e di altre fonti contemporanee) qualche
¡'•mpo dopo detto Signore con Evangelista suo fratello furono in Castel Sant'Angelo uccisi é di
gettati nel Tevere« (9 junio 1Í02) (SOKANZO, Studi p.168).
466 P.I. DB UONli'ACIO Vili A LUTERO
„ ' 4 ' E™ Alejandro VI quien m i s le impulsaba a aniquilar el poder de los Orsini «per extirpare
damiA i " ? 8 p i l , c d c questo paese et acquistar tutti questi stati alla Gesia [Chiesa), per lassar
vani. . questa memoria, a la qual tutti suoi predecessori si avevano affaticati e non lo ave-
»0 potuto fare- (GIUSTINIAN, Dispacci 1,425-4*6: SORANZO, Studi p.184).
468 P.I. DE D0NIPACI0 VIII A LUTF.RO
paganos, esquimales, destruyó gran parte de las iglesias con sus habi-
tantes y clero en los primeros decenios del siglo xv, lo que movió a
los pocos cristianos que quedaban a pedir a Nicolás V nuevos sacer-
dotes y un obispo. Acudieron más tarde a Inocencio VIII, pintando
tristemente su soledad y abandono, pues, separados de todo comercio
con Europa y privados hacia tiempo de sacerdotes, no tenían más culto
religioso que la veneración anual de unos corporales en los que se habla
consagrado por última vez el cuerpo de Cristo.
Poco antes de morir Inocencio VIII designó como obispo de Gardar
o Groenlandia al benedictino Matías, a quien Alejandro VI aprobó,
eximiéndolo del pago de tasas curiales, y lo envió a aquel remoto país.
Precisamente por entonces descubría Cristóbal Colón el nuevo
mundo, que se llamará América. El 12 de octubre de 1492 arribaba
con sus tres carabelas a la isla de Guanahani (San Salvador), de la
cual tomaba posesión en nombre del rey de España y plantaba una
cruz mientras los marineros entonaban el Te Deum. Un continente
nuevo se abria a la civilización y simultáneamente a la fe cristiana, en
el pontificado y bajo la acción decisiva de Alejandro VI.
Temerosos los Reyes Católicos de que Portugal, a quien habían
cedido por el tratado de Alca?ovas (1479) «todas las islas que agora
tiene descubiertas e cualesquier otras islas que se fallaren e conqui-
rieren de las islas de Canaria para baxo contra Guinea», les disputase
el derecho a los territorios occidentales recién descubiertos, acudieron
a Alejandro VI, no como a un àrbitro internacional, sino como a vicario
de Cristo y cabeza de la cristiandad, pidiéndole les concediese la ex-
ploración y adquisición de las tierras descubiertas y por descubrir,
en orden a su perfecta evangelización y cristianización. Y el romano
pontífice en su bula Inter caetera (fechada el 3 de mayo de 1493),
alabando el celo de los reyes, les hace donación de las islas y tierra
firme que se han descubierto o se descubrirán hacia occidente, pero
cargando su conciencia con el deber de mandar misioneros de buena
vida, doctrina y experiencia, que instruyan en la religión a los habitantes
de aquellos países y los conviertan a la fe cristiana.
Como este documento no satisficiese plenamente a los reyes, expidió
el papa otra bula Inter caetera (4 de mayo 1493, fecha anticipada),
que repite todo lo de la primera, añadiendo la célebre demarcación de
tierras, mal entendida por algunos historiadores. En esta añadidura
Alejandro VI traza sobre el mapa una raya ideal por el meridiano que
pasa cien leguas más allá de las Azores, y dice : todas las islas y tierras
que caen al oeste de esa linea divisoria pertenecerán a Castilla, y las
que caen hacia el este serán de Portugal. Sabido es que en el tratado
de Tordesillas (7 de junio 1494) se pactó entre ambas naciones que la
línea divisoria correria no a 100 leguas, sino a 370 de las Azores 157 .
De este modo quedaban zanjadas las diferencias que podían turbar
la paz entre españoles y portugueses.
Magnifica bula de carácter auténticamente misional, que constituirá
una gloria imperecedera de Alejandro VI, porque este pontífice, de
117
R. LEVILLICR, Organización de la Iglesia y órdenes religiosas en et virreinato del Perú «n
el siglo XVI (Madrid 1910). I I . Documentai p.2.1-24; F. G A R B I N E S D A V E N P O R T , European Treaties
hearing on the History 0 / the United States (Wàshington 1917) 50-78.
C.I2. T R I U N F O D B LA MUNDANIDAD KN ROMA 473
sur, pertenezcan a los reyes de Castilla y León, con tal que no se Ka-
lien actualmente sujetas a ningún otro rey o príncipe cristiano».
•Y en virtud de santa obediencia os mandamos que, así como lo
prometéis y no dudamos lo cumpliréis por vuestra máxima devoción
y regia magnanimidad, destinéis a las tierras e islas mencionadas varo-
nes probos y temerosos de Dios, doctos, instruidos y experimentados,
para adoctrinar a los indígenas y moradores dichos en la fe católica e
imbuirlos en las buenás costumbres» 158 .
Los historiadores, juristas y canonistas se preguntan: ¿Con qué
derecho hizo el papa semejante donación? Responden algunos que
Alejandro VI obró conforme a la teoría hierocrática, defendida por
algunos autores en la Edad Media, según la cual el vicario de Cristo
es dominus orbis en lo temporal y en lo espiritual 159 . Pensaron otros
que el papa no actuó en este caso sino como un árbitro internacional, a
cuyo fallo se atuvieron dos potencias en conflicto 16 °. Francisco de
Vitoria, a quien siguen muchos modernos, explica la bula alejandrina
diciendo que no tiene carácter de donación; por ella el papa no hace
sino aprobar y como refrendar los títulos legítimos que puedan tener
los reyes, concediéndoles a éstos la exclusiva de evangelizar Las nuevas
tierras 161 .
Creemos más conforme a la historia y al texto admitir una verda-
dera donación—y así lo entendieron los reyes españoles—; pero ¿cómo
explicarla? En primer lugar, debe tenerse en cuenta que los reyes cris-
tianos de la Edad Media pensaban que cualquier guerra contra los
infieles era licita y justa, era una verdadera cruzada, y, por tanto, cual-
quier conquista de sus territorios era justa. Por infieles se entendía
' ' • F. J. HERNAEZ, Colección de bulas, breves y otros documentos relativos a la Iglesia de América
y Filipinas (Bruselas 1879) 1,12-14; LKVILLIKH, Organización de la iglesia II,7-11. Que Alejandro VI
comprendió la importancia del problema misional americano, lo demuestra no sólo el tenor de
las bulas,-sino también el proyecto que concibió de enviar inmediatamente nuncios apostólicos
a las Antillas, a lo cual se.opuso por entonces JD. Fernando. Véase F. FITA; «Bol. R. Acad. Hist.t
19 (1891) 183, y allí mismo los privilegios que el papa otorgó a los primeros misioneros, Bernardo
Boíl y sus compañero«.
| E l principal teorlzador de «Papa, dominus orbis» fué en el siglo x m el famoso canonista
Enrique de Susa, cardenal Ostiense (i 1271). N o pocos defendieron las mismas ideas hasta el
siglo xvu (A. DE RUANA, £1 P, Diego d» Avendaño, S.I. (1594-1688) y la tesis teocrática -Papa
dominus orbis>: »Arch. Mist. Soc. Icsu» 18 [1949] 195-225; P, L E T U K I A , Las grandes buliu misionales
de Alejandro VI [Barcelona 1930I).
• so Apuntó esta teoría en el siglo xvi Pedro Mártir de Anghiera (De rebus oceanicis 1.6 dec.2)
y la abrazaron J. Hcrgenroether y L. Pastor. Doy nadie la sigue (A. Ó . PÉREZ, El patronato espa-
ñol ni el t/rrret'no del Herí) durante el jiglo XVI [Tournai-Quito 1937] P-5-8).
1(1
Después de defender enérgicamente la libertad y derechos de los indio* americanas, el
teólogo F. de Vitoria establece lo siguiente: Las españoles tienen derecho ? viajar por las tierras
descubiertas. Los españoles tienen derecho a comerciar con los indios. Los españoles tienen de-
recho a domiciliarse en los pueblos de América, Si los indios se oponen a estos derecho«, los
españoles pueden justamente hacerles la guerra. Además, los españoles tienen el derecho y aun
el deber, por mandato del papa, de predicar el Evangelio a los infieles, pudiendo declararles la
guerra si ios caciques estorbaren violentamente la predicación de los misioneros o la conversión
de las pueblos al cristianismo. También pueden los españoles intervenir y destronar señores, si
es preciso para salvar a hombres inocentes de una muerte injusta (Relectiones theologicae rcl.12
De indis; P. LETUKIA, Maiory Vitoria anl« la conquistade América: «Razón y Fe» 11 [1932) 44-83).
Leturia explica la bula alejandrina de un modo semejante a Vitoria, diciendo que no es donación,
sino un refrendo o confirmación de los títulos jurídicos qua puedan tener lo« reyes, otorgándoles
al mismo tiempo el monopolio misionero en aquellas regiones. Véase su hermoso y profundo
estudio Las grandes bulas misionales de Alejandro VI (Barcelona 1930). La nueva leorfa onini-
insular, propuesta por L. WECKMANN, Las bulas alejandrinas de 1493 y la teoría política tlel papado
medieval (Méjico 1940), parece que no es m i s que unu aplicación limitada de ta donación de Cons-
tantino (véase t.2 tic esta HirroaiA) y explicaría otras donaciones de las pepas medievales, mas no
ta de Alejandro VI, que habla también de «tierra firme* y que no se basa en la donación de Constan-
tino. Otra bibliografía en C. M. 01 WITTK, Les bulles ¡>ontificales el I'expansión partugnise au XV'sié-
cle: «Rev. d'IIist. écclés.» 58 (1958) 443 nota.
C.IJ. TRIUNFO DIT LA MUT/DANIDAD EN ROMA 475
CAPITULO XIII
> ra fi1"""" Húrarchia ecclesiastica Medii aevi (Münster 1914) II, 16.
"ullarium V,4os-8. Fué confirmada en el concilio de LetrAn, acs.j.
dt ta Iglesia 3 . 16
482 P.I. DE BONIFACIO VIII A LOTERO
' Numerosas noticias particulares en el Diario de París de Grassl, que acompañaba al pontífice
la expedición. El a ñ o anterior, los reyes de España y Francia hablan tenido en Savona unos
secreto« coloquios sobre política internacional y sobre reforma de la Iglesia, aun contra el papa,
"»aos modernamente a conocer por J. M . DOUSSINAOUK, Fernando V el Católico en las vistas
O« J507: «Boletín R. Acad. Historia» 108 (igift) 99-146. Sobre la Liga de Cambray desde el punto
J® ¡¡»ta español, DOUUINAOUZ, Fernando el Católico y el cisma de Pisa p.44-82. La ratificación
u« flicha Liga por Maximiliano, Ibid., ap.8 p.466.
484 P.I. DB BONIFACIO V i l i A LUTERO
¡I Véase ta nt.14.
... El doctísimo humanista Jerónimo Aleandro se negó a representar, con otros doctores, a la
universidad de París (J. PAQUIKR, Jéróme Aleandre [París 1900I p.Go). Las actas del conciliábulo de
publicaron en Pnrls en ISI2 y después (Acto Concilii Pisani.J en 161a (L. SANORET, Le
' « Pise: «Rev. Queat. Historiquci» 34 [1883) 424-4S6). Pnra completar y rectificar a Pastor
•floren?' documentos que aporta A. RENAUDCT, Le concite gallicnn de Pise-Milan. Dcciiments
Palm,,'?' '510-1513 (P„ r ls 1922): IMBAKT DB LA TOUR, Les origines II.158-74. El aspecto princi-
roso. "»Utico * iW|>»ftnl, en DOUSSINAOUE, Fernando el Católico y el (isma de Pisa, con nume-
" awumentos r n apéndice.
488 P.I. 1)1! BONIFACIO VIII A M'TKKO
tación y publicación del decreto, sino que el papa redactaba bulas par-
ticulares sobre cada asunto, y, leída la bula ante la asamblea, los Padres
la aprobaban, generalmente por unanimidad, diciendo: Placet.
10. M u e r t e de Julio II.—En el concilio Lateranense se abrió un
paréntesis de dos meses por causa de la muerte del pontífice. Habla
entrado en los setenta años, y con frecuencia padecía accesos de fiebre
y dolores nefríticos. Desde la última Navidad había perdido el sueño
y el apetito; con todo, al llegar las fiestas del Carnaval, que siempre le
habían regocijado mucho, se sintió algo mejor. Hubo corridas de toros
y de búfalos; juegos, carreras de ancianos, bufonerías; un desfile triun-
fal de figuras simbólicas por las calles de Roma quiso representar las
glorias de aquel pontificado: Julio II aparecía en figura de emperador,
rodeado de los Horacios, Camilo, Escipión y otros héroes antiguos. En
un obelisco se leía: «Julio 11, libertador de Italia, expulsor de los
cismáticos» 32 .
El domingo 20 de febrero, sintiéndose el papa próximo a la muerte,
recibió el viático muy devotamente después de haberse confesado; se
encomendó a las oraciones de los cardenales, «porque él habla pecado
mucho (quod maximus fuisset peccator) y no había gobernado la Iglesia
debidamente» (palabras que transmite Paris de Grassis), y les exhortó
a una legítima elección papal, que competía al Sacro Colegio, no al con-
cilio. Respecto de los cardenales cismáticos, dijo que él, en cuanto
Juliano y hombre, los perdonaba; pero en cuanto Julio y pontífice,
quería que se cumpliese la justicia, y los excluía del futuro conclave.
En la noche del 20 al 21 de febrero, el papa Róvere dejó de existir,
llorado sinceramente por la ciudad de Roma.
No faltaron algunos panfletos o libelos contra Julio II; entre todos
ellos se hizo famoso el diálogo titulado Julius exclusus e caelis (Basilea
1516), de carácter lucianesco y de estilo erasmiano, aunque Erasmo
siempre negó su paternidad. San Pedro le niega la entrada en el cielo
a este su sucesor belicoso, falto de virtudes, enemigo de la reforma e
ignorante del Evangelio, a quien le echa en cara todos los actos de su
vida, en especial su animosidad contra Francia y su lucha contra los
cardenales de Pisa. Y Julio le amenaza a San Pedro con llevar la de-
vastación al cielo con un ejército de 60.000 almas que vendrán en se-
guida de los soldados que han muerto en las guerras de Italia. «Con
tales jerarcas eclesiásticos—concluye San Pedro—, no me extraña que
vengan tan pocos al cielo» 33 .
De vivir unos años más, no sabemos qué rumbo hubiera tomado
el concilio de Letrán y qué decretos de reforma eclesiástica hubiera
dado. Lo cierto es que en este aspecto nada hizo el concilio viviendo
Julio II. Por más que este papa habló repetidas veces de sus deseos de
reforma, ¿cómo vamos a creer en sus palabras, cuando sus obras le
31
El Carnaval de 1513 lo describió J. J, Penni en un poema latino. Véanse los documentos
Que trae A. ADEMOLLO, Alcssandro VI, Giuliv II1 Ltotu X mi carnevalt di Rom a (Florencia 1886).
W . K. FEROUSON CErasmí opuxula (l.a Hoya 1933] p.38-124) publica criticamente el
opúsculo, atribuyéndoselo a Erasmo. N o piensan asi otros críticos. U n Epiframma Erasmi in
u',um II que empieza asi:
«Ut examussim quadrat in te Iulii
nomen secundi. Plañe es slter lulius.
... Superest, ut aliquis Drutus obtingat tibí»
Puede verse en FBRCUSON, p.36-37.
496 P.I. DB noNiKACio vm A LUTERÒ
por lo menos 24.000 metros cuadrados, siendo asi que la actual (según
los planos de Miguel Angel, sin las tres capillas que añadió Maderno)
ocupa solamente 14.500 metros cuadrados. Su forma sería de cruz la-
tina, con una inmensa cúpula central y cuatro torres en las cuatro ex-
tremidades de los brazos de la cruz. La muerte no le permitió al papa
contemplar más que las cuatro enormes pilastras de la cúpula, Y a la
muerte de Bramante, que sobrevino al año siguiente (1514), fué aban-
donado aquel proyecto, modificado sucesivamente en cosas sustancia-
les por Rafael, Juliano y Antonio de Sangallo, Miguel Angel, que di-
señó la actual cúpula, y otros, quedando por fin la basílica Vaticana
reducida a forma de cruz latina 36 .
En honor de Julio II hay que decir que «in magnis et voluisse
sat est».
Otro genio artístico de primerisima magnitud favorecido por el
papa Ròvere fué Miguel Angel Buonarroti (1475-1564),. arquitecto,
escultor, pintor y poeta. Conocía Julio II la Pietà y otras obras del
maestro florentino, por lo cual le pidió en 1505 que le construyese en
vida un grandioso monumento sepulcral de mármol. Concibiólo el
artista en tales proporciones, que no hubiera cabido en la antigua basí-
lica de San Pedro. Púsose al trabajo en 1506, después de haber ido
personalmente a las canteras de Carrara a escoger los mármoles, mas
al poco tiempo se empeñó el papa en darle otra ocupación, lo que mo-
tivó un áspero rompimiento entre aquellos dos caracteres, tan bruscos
e iracundos el uno como el otro. Miguel Angel huyó a Florencia.
Reconciliados al año siguiente, vació el escultor una gigantesca
estatua de bronce representando al papa, «la estatua más hermosa de
Italia», que, colocada al ingreso de la catedral de Bolonia, fué destruida
el 30 de diciembre de 1511 por el furor de Juan Bentivoglio.
Gloria de Julio II es el haber casi forzado a Miguel Angel, que se
sentía fundamentalmente escultor, a tomar los pinceles y trazar en la
bóveda de la capilla Sixtina el gran poema de la humanidad desde la
creación hasta la venida del Redentor, anunciado por profetas y sibi-
las. El Juicio final no lo pintará hasta el pontificado de Paulo III.
Trabajaba de nuevo en el mausoleo de Julio II cuando murió el
papa. Ya nunca lo terminó. Varias de las estatuas que debían adornarlo
andan dispersas por los museos. La principal, la más titánica y subli-
me es la de Moisés, que quiere representar, en sus rasgos dominado-
res y terribles, el carácter del papa Ròvere, y que hoy es admirada en
San Pedro in vinculis.
En 1508 vino a Roma el joven artista Rafael Sanzio (1483-1520),
llamado por Julio II, que también supo apreciar la perfección formal,
la gracia armoniosa, la claridad y la belleza ideal que se refleja en las
obras del pintor de Urbino. A su maravilloso pincel se deben los fres-
" G . VASARI, Le vite dei più eccellenti pittori, icultori e architetti (Florencia l g i i ) ; M. REY-
MONO, Bramanti et l'architetture italierme au XVI'siicle (Paris 1914): A . VENTURI, .Slorin dell'arte
»aimna t , r j (Milán 1938), donde puede verse selecta bibliografia, como también en P. LAVE-
Dart de l'art; t.a. Mayen Age <t Tempi tiLdcrnes (Paris 19S0) p.355._De Bramante es. en
doruí' t r 1 " 0 ® un l'úmnKO, terminado por Rafael, y, sobre todo, el atrio del Belvedere, en
^ " o e Julio n expuso las estatuas clásicas de Apolo, Venus, el famoso grupo de Laocoonte, des-
oriom u , ' ® ® ' ' e ' Hércules con Anteo y otras muchas obras de la antigüedad, que dieron
el tra A J u * e o Vaticano. Y a Bramante se le deben las reformas urbanísticas, especialmente
n d o de la via Giulia, que llegó a ser la callé m i s hermosa de entonces ( i j i a ) .
498 P.I. 1)1! BONIFACIO VIII A M'TKKO
eos que pintó en las cámaras o estancias (slanze) del Palacio Vaticano,
particularmente la Stanza della Segnatura (la Teología, la Poesía, la
Filosofía y el Derecho o Justicia; el Parnaso, la Escuela de Atenas y la
profundamente teológica Disputa del Sacramento, que es la glorifica-
ción de la eucaristía) y la Stanza d'Eliodoro (Eliodoro echado del templo
de Jerusalén, Liberación de San Pedro), etc. 3 7
12. O t r a s actividades.—Tan decidida protección de las «artes de
la paz» no bastó a quitar a Julio II la fama de ser, ante todo, «hombre
de guerra», del mismo modo que el favor prestado a los dominadores
españoles no fué obstáculo para que fuera tenido por «gran italiano».
Las guerras y otros trabajos le impidieron ocuparse en preparar la
cruzada, que tan ardientemente deseaba el Rey Católico. Este, que
soñaba en la conquista de Jerusalén y de todo el imperio de Constan-
tinopla, cosa que le parecía fácilmente hacedera con la ayuda de Ale-
mania y Hungría 38 , tuvo que contentarse con sus conquistas en el
norte de Africa. En 1505, una flota española, al mando de Diego Fer-
nández de Córdoba y Ramón Cardona, se apoderó de Mazalquivir,
con gran alegría del papa 3 9 . El cardenal Cisneros aparejó entusiasma-
do otra flota, que puso a las órdenes de Pedro Navarro, y arrebató a
los moros la ciudad de Orán en 1509 40. Pocos meses más tarde se ren-
dían las ciudades de Bujía y Trípoli y se declaraban Argel, Túnez y
Tremecén tributarias de España. Si D. Fernando no siguió adelante,
fué por la necesidad de acudir a Italia en defensa de Julio II.
Tampoco tuvo tiempo el papa Róvere—ni quizás voluntad—para
tomar en serio la cuestión de la reforma eclesiástica. No olvidemos,
sin embargo, algunas cosas positivas que hizo en este respecto. Expidió
decretos particulares para suprimir ciertos abusos y corruptelas de
conventos franciscanos, dominicos, benedictinos, cartujos, cistercien-
ses, que significan poco en el cuadro general de la reforma 4 1 .
Siguiendo el ejemplo de Alejandro VI, se interesó por las nuevas
cristiandades que surgían en las Indias occidentales. Ya el 15 de no-
viembre de 1504, a petición de los reyes de España, fundó las tres pri-
meras iglesias catedrales americanas en la isla Española (Hispaniola =
Haití), a saber: Yaguata, metropolitana, con las sufragáneas Magua y
Baynúa, que, sin embargo, no llegaron a realizarse. Derogada esta
provisión, erigió Julio II por su bula de 8 de agosto de 1511 dos nuevos
obispados (los primeros efectivamente de América): el de Santo Do-
mingo, en la Española, y el de Concepción de la Vega, en San Juan de
Puerto Rico, sometiéndolos al arzobispo de Sevilla.
Al monarca español, sobre quien cargaba la fundación y sustenta-
ción económica de todas las iglesias americanas, le otorgó el papa por
1 7 Pastor trata ampliamente de las creaciones artísticas de Miguel Angel y de Rafael en este
<e<lr~?n Persuadidos de que este derecho les competía desde antiguo por fundadores de las ca-
en ' c t c ' Véase e) documento de D. Fernando a sus embajadores en el concilio de Letrán
'^"«SINAOUE. Fernando el Catdlico p.540.
<-orpo diplomático portugués (Lisboa 1862) I,to4-io6
500 P.I. DE DONIl'ACIO V U I A LUTKRO
modernas, asi como de una rica biblioteca, que abria a los muchos lite-
ratos y artistas que le visitaban. No hacia en ello sino continuar la tra-
dición florentina de su familia. Su mecenazgo era tan espléndido y
generoso, que incurría en la prodigalidad, gastando más de lo que po-
día. En la comida se hacia leer de algún humanista una oda o epístola
de Horacio, una sátira de Juvenal, una escena de Plauto. En aquel joven
cardenal, tan propenso aparentemente a los goces de la vida, todos
admiraban la pureza de las costumbres.
Julio II le confió importantes misiones: en 1506, la legación de Pe-
rusa; en 1510, la de Bolonia, y en 1512, la del ejército de la Liga Santa,
cayendo entonces, como hemos visto, prisionero de los franceses en la
batalla de Ravena. Restaurados los Médicis en Florencia, gobernó él
con benignidad y buenas maneras, ganándose la simpatía de todos,
especialmente de los círculos humanísticos, en los cuales, como es
natural, se celebró con extraordinario júbilo la elevación del joven
Médicis al pontificado 44 .
Físicamente, León X no era bello. Rafael lo idealizó bastante al
pintar sus rasgos en la figura de San León Magno ante Atila (Stanza
d'Eliodoro), pero otros muchos retratos pictóricos, escultóricos y lite-
rarios que de él conservamos nos lo describen corpulento y obeso, casi
deforme; piernas cortas y flacas, manos blancas y finas de mucha dis-
tinción, cabeza enorme, rostro fofo y poco expresivo, ojos grandes y
saltones de mirada vaga y probablemente miope; pero, en cambio,
tenia un humor siempre alegre, una voz armoniosa y una conversación
encantadora (bellísimo parlador, dice Poliziano). Sin ser auténtico hu-
manista, gustaba de las letras y de la erudición en general, de manera
que su cultura era variada, aunque superficial 45 . Estaba dotado de una
memoria estupenda, gracias a la cual parecía más inteligente de lo que
era en realidad, Religiosamente era de una piedad sincera; su hones-
tidad de costumbres, intachable, virtud muy rara en aquellos ambien-
tes en que él se movió; pero el ascetismo severo no se avenía con su
naturaleza blanda y floja; más bien su aspiración ordinaria era gozar
de la vida («gocemos del papado, pues que Dios nos lo ha dado»), evi-
tando las mortificaciones, las fatigas, las incomodidades. Le gustaban
los banquetes (aunque él era Bobrio), los bufones (el principal, Fr. Ma-
riano), la música, laB representaciones teatrales, con piezas demasiado
4 4 Gregorio Córtese, reformador benedictino y más tarde cardenal, alababa la vida y cos-
tumbres del neoelecto: »Castissime superatam adolescentiam, iuventutem actam gravissime atque
sanctissime» (licrw.e-I .ECLKRCQ, Hist. des concites VIII,390). Fuera de Italia, uno de los que más
se alegraron debió de ser Erasmo, quien en carta al papa ensalza «singularis quaedam naturae bo-
nitas et incredibilis luí manilas«, y, recordando las guerras de Julio 11, dice que, al subir León X,
el mundo sintió de repente que llegaba la edad de oro: »repente saeculum illud piusquam ferreum
in aurem versum» (ALIEN, Opiu epistolarum Des. Erasmi 11,79-90). Y en la £/iijt. ad P. Volzium
escribe que reinará Cristo «al vlgeat pietas, si caritas, si pax, si castitas: id quod optimi Leonis
decimi ductu atque auspiciis fore confidimus» (Ausgewdhlte Werke ed. H. Holborn [Munich
«0331 P-6).
4 1 Q u e no le faltaba ingenio y agudeza, se vió en aquel lance que narra Giovio. Era famoso
en la curia Camilo Quemo, apellidado el Archipoeta, tan formidable bebedor como versificador,
a quien el papa a veces daba de beber en su propio vaso a condición de que improvisara versos
sobre cualquier tema. Invitado un día, prorrumpió en este hexámetro: «Archipoeta facit versus
pro mille poetim. Interrumpióle León X con un pentámetro: «Et pro mille aliis Archipoeta bibit».
Riéronse los presentes, mas el poetastro replicó: «Porrige, quod facial mihi carmina docta Saler-
num». Y el papa completó el distico: «Hoc etiam enervat, debilltatque pedes» (aludiendo a los
pies tanto del borracho como del verso latino) (P. Giovio, Elogia veris cfarorum virorum imagi-
nibiu apposita [Venecia 1546] c.51). Cit. en G . A . CESÁREO, Pasquino e pasquínate nella Roma
di Leone X (Roma 1938) p.aoa.
C.I3. SI, RENACIMIENTO EN S U Al'OGKO ROMANO 501
.. " E - RODOCANACHI, Le pontifical de l/an X p.186. Sobre el célebre bufón Fr. Mariano Pét-
ela *éase CKSAKKO, Pasquino e pastiuinulir p. 230-35. León X entendí» de música, y se compla-
e«n í 1 y t o c a r 151 mismo algún instrumento (I'ASTOR. IV,390-401). Sobre algunas músicos
AmI w n " u COI ' l<!, J- M ' Li-ORÍNS, Músicos españoles durante el siglo XVI en la capilla poni¡-
Roma: «Cuadernos Esc. esp. Mist. Arqueol. en Roma» 7 (1955) 275-89.
502 P.I. 1)1! BONIFACIO VIII A M'TKKO
romano pontífice los amonestó por sus crímenes contra la Iglesia y les
presentó una fórmula de abjuración que debían leer allí en voz alta.
Sólo entonces les dió la absolución y los repuso en sus antiguos cargos
y dignidades 47 . Al cabo de unos meses, los otros dos cardenales cis-
máticos se sometieron, y poco a poco todo el clero de Francia se fué
inclinando a la obediencia de León X, de tal forma que el mismo rey
Luis XII, humillado por las derrotas militares, quiso deshacerse total-
mente del conciliábulo de Pisa,y envió una embajada a Roma recono-
ciendo el concilio de Letrán.
Esto tuvo lugar en la sesión octava (19 de diciembre), a la que asis-
tieron, con los demás cardenales, Bernardino de Carvajal y Federi-
co Sanseverino. Los embajadores franceses presentaron letras de su
rey en que éste excusaba su modo de proceder, protestaba de su buena
voluntad respecto a la Iglesia, se adhería al concilio de Letrán y sola-
mente pedía una prórroga para tratar, con nuevos legados, de la Prag-
mática sanción48. Un Te Deum de la asamblea solemnizó este gran
triunfo del papado.
Condenáronse a continuación (bula Apostolicí regiminisj varias pro-
posiciones averroísticas que se venían difundiendo en la Universidad
de Padua por ciertos filósofos neoaristotélicos, especialmente Pom-
ponazzi; v.gr., que el alma es mortal, al menos según la razón, y única
para toda la humanidad; que una cosa puede ser verdadera en filosofía
y falsa en teología. Se ordenó prevenir con estudios teológicos el peli-
gro de la filosofía pagana. Finalmente, se trató de la reforma de la cu-
ria, reprendiendo los abusos de sus funcionarios y rebajando las tasas
que cobraban en sus oficios. Al venir a la votación, la mayoría dió su
placet, pero hubo bastantes que hubieran deseado una reforma más
universal, «in toto, a capite ad pedes»; Paris de Grassis, que se sentía
tocado en la reforma de los curiales, exclamó: «Placet quod reformatio
fiat universalis, et quod reformatores reformentur*. Oído lo cual, dijo
el papa subridens que pensarla en satisfacer a todos 4 9 .
Algo, en efecto, procuró hacer en la sesión nona (5 de mayo 1514),
dedicada a la reforma de los monasterios (prohibición de los abades
comendatarios), de los cardenales (moderación en el lujo, vida vir-
tuosa), de los clérigos (castidad, residencia si tienen cura de almas) y
de los fieles (enseñanza de la doctrina cristiana, prohibición de la blas-
femia), etc. Una violentísima tempestad, al decir de Egidio de Viterbo,
estalló en esta sesión contra los frailes. Forjáronla los obispos, que
presentaron ochenta postulados contra los regulares, exigiendo la su-
presión de muchos de sus privilegios. La polémica entre ambos cleros
4 7 HEFELE-LECLERCQ. Hht. des concites VIII,406-8; RAINALDI, AIMATE a.1513 N.47.
" MANSI, Concilio XXXI).832-35. Ya hacia meses que León X conducía negociaciones para
la reconciliación del rey de Francia con Roma. A los embajadores franceses que vinieron con
eBte objeto les habla dicho benignamente que Luis XII no habla incurrido en las censuras lanzadas
por Julio II contra el conciliAbulo de Pisa. Uno de los embajadores era el obispo de Marsella,
más tarde arzobispo de Turln, Seyssel (A. JACQUET, Le sentiment national au XVI'siéch; CIñude
Seyssel:»Revue Quesl. Hist.» 57 {189SI 400-440). El sermón estuvo a cargo de J, B. de Carga,
de la Orden de San Juan de Jerusalcn, quien habló del peligro turco (como en la sesión VI lo
habla hecho el obispo de Modruscha y en la VII el proionotario Baltasar del Rio), exhortando
a seguir la milicia de Cristo bajo la bandera cnarbolnda por el papa. Con palabras casi ignacianas
decía que el soldado de Cristo no debe preocuparse de los cosas terrenas: »Escás enim regias
habet et imperatoria annona fruitur. Mansio autem in castris est... Victorem Christum regem
sequamur, qui nos vult victoriae suae haber» participes» (MANSI, XXXII,8S2-8S3).
4 9 RAINALPI, Armales a.1513 n.97,
C.I3. EL RENACIMIENTO EN SU Al'OGEO ROMANO S03
del de Sevilla, Fr. Diego de Deza. Véanse en DOUSSINACUI, Fernando el CatólU-o ap.48 y 49
P-530-38. El Memorial o Instrucción para los embajadores, ibid., ap.50 p.538-43. NI Carlos V
C.I3- El, RENACIMIENTO EN SU AI'OGEO ROMANO 605
"merecen una lectura atenta. Es increíble que un historiador tan serio como Hergcnroether des-
cubra en este Memorial y en los Pareceres de los obispos «las debilidades deplorables de esta lgle-
sia de Espaita, tenida en el exterior por tan floreciente». ¿Es que el docto cardenal no ha compren-
dido que son los celosísimos prelados los que fuertemente exigen la reforma de esas debilidades
oe Roma, no de España? (llErBt.K-Li'.ci.KocQ, Histoire des conciles V1U.313-'«). Sabido es que los
tomos 8 y 9 de esta Historia de los concilios son de Hergcnroether. Tampoco entendemos cómo
"na nutrida representación española en el concilio de Letrán podría constituir un peligro para.
«I Papado, según insinúa el insigne Jedin (englobando a España con Francia y Alemania). ¿No
tií? 1 l o a « P i a l e s sus exigencias con la petición de que se declarase la supremacía pon-
THOMAS, Le Concordat de IJI6 II,83-103; IMOAKT OE LA TOUR, Les origines de la Rejmme II,
463-60. Ureve resumen en R. ADUEÑAS, L'Eglise de la Renaissancc: «Hist. de n i n l i a o , de Fli-
chc-Martin, vol.15 (París l y s i ) p. 178-79; HERKLK LECLERCQ, Hist. des concites VIII,480-500,
37 L a violencia y la intriga actuaban frecuentemente en las elecciones de ohispos, etc., si-
guiéndose de ahí tumultos, banderías e infinitos procesos. Véase «le désordre des liéuélices* en
IMIIART DE LA TOUR, La origines 11,213-341.
" J. THOMAS, Le Cancordat t.j todo el 1.2. Brevemente en AUHENAS, L'Eglise de la Renais-
sance p. 176-78.179-80. Loa documento? de 1« Universidad c e n t r e «I concordato en D y BOVLAT,
Hist. UnIV, Paril, VI,83-9»,
C.I3- El, RENACIMIENTO EN SU AI'OGEO ROMANO 507
dato de 1516.
" «Sed tune mihí nihil credebatur» (Aleandro al vicecanciller) (P. BALAN, Monumento Re-
formationis lutheranae [Ratisbona 1894] p.74).
6 6 Sobre las razones que movieron a Cisneros a protestar contra esta indulgencia vcase J. Gofti.
Historia de la bula de la cruzada en ICsixtfta (Vitoria 1958) p.482-84. Cuál fué la verdadera actitud
de Cisneros, no aparece claro en las fuentes (GÓMEZ, De rebu> gestis fol.142). Dicha indulgencio,
¿extendíase también a España? Y si no, ¿qué sentido pudo tener la protesta de Cisneros?
N o sólo declu que baataha la entrega del dinero aun sin confesión ni dolor de los pecados
(aplicándola a un difunto), sino que el alma salla del purgatorio apenas la moneda tintineaba en
!<i caja o arquilla. «Quisquís ergo dicit non citius posse animam evolare, quam in fundo cistae
denariu» possit tinnire, errat» (N. PAULUS, Johann Tetzel [Maguncia 1899] p.TJ9 y 157).
c.i4. ph1!RRltFORma CATÓLICA. REFORMAS GENERALES 513
CAPITULO XIV
I. EL PROBLEMA DE LA R E F O R M A : LA PREDICACIÓN
papa! en su Libro de buen amor estr.493-496. Podríamos enumerar otros muchos que suspiraban
por la reforma, llegando en ocasiones a prorrumpir en exclamaciones ciegamente apasionadas,
como el monje anónimo de Malmesbury en 1313: «Tolum orbem in sui (scil. Curitic | scandaium
excitavit... Melius est Reclorlbus Papam non habcre, quam tot exaclionibus in dies subiacere...
Domine Iesu. ve) Papam tolle de medio, vel potestatem minué quam praesumlt in populo« (Vita
Eduardi II ed. Stubbs: «Chronides» [Londres 1882) 11,197-98).
C.I4. PRERREFORMA CATÓLICA, REFORMAS GENERALES 515
* El autor de estos dos libros parece ser el teólogo alemán Mateo de Cracovia. Del Speculum,
escrito en 1404, son estas frases: «Curiam Rotnanam erroneam et in statu damnationis laboran-
tem... T o t a Romana Curia, a planta pedia usque ad verticem capitis patenter excaecata erroribus,
ipsa errorum suorum veneno ¡nebriavit omnes fere mundi'partes» (Fasciculus rerum exp et anda-
rían... prout ab Orthuino Gratio editus est [Londres 1690] 11,63).
i Numerosos son los escritos de T . de Ñieheim, acerados y violentos: «Maledictls et rapaces
reservationes beneficiorum... Ita ut iam non videatur Romana Curia esse nisi quoddam forum
publicum... Recipientes et procurantes taliter ecclesias... mortaliter peccant... Omnes quotqunt
veniunt, fures sunt et latronesi (De modiJ uniendi: H. VON DER HARDT, Concilium Constantiense
1,100.127,129),
6 En 1418 dirigía este agustino al emperador Segismundo su tratado en verso y prosa sobre
la reforma de la disciplina eclesiástica, en donde se lee:
•Heu, Simon regnai; per muñera quaeque reguntur...
Singula degenerant, putrescit curia Papad.
(Dt consolatione Ecclesiae: HARDT, Conc. Const. I,II).
' En otro lugar leemos esta frase bien significativa: «Sic igitur ordo dericalis, ordo sacerdo-
talis, ordo ccclcsiasticae dignitatis, solus sine ordine est» (P. TSCHACKERT, Peter von AILLY [ G o -
tha 1877] apínd. p.4).
' En el sermón predicado el 1 de enero de 1404 en Tarascón decía el canciller parisiense:
'Status insuper Ecclesiae, nonne factus est totus quasi brutalis et monstruosus?» (Gersonis Opera
ed. D u Pin II.61).
' Este teólogo de Oxford escribía: «Roma enim singularis et principal» ferus vastavit vineam
tj.cclesiac, electionem cpiscoporiim sibi ipsi reservando*. Aunque juzgaba que los responsables
«je la incapacidad de los obispos eran el rey y los lores. Esperaba del papa Nicolás la reforma,
Pero no tardó en desengañarse: «Nicholaum V novi mortuum... sine reformatione» (Loci e libro
«rltatum. Passages selected [Londres 1896] p.13). Cit. en HALLER, Päpsttum und Kirchonreform
" Léanse los textos que transcribimos en el c . i 1 nt.i 10.
516 P.I. DB BONIFACIO VILI A LUTERO
Brant y J.icobo Wimpfeling (L. DACHEUX, l/n riformaleur catholique i la fin du X V o ¡Ocle, ¡tan
Geiler, París 1876).
1 1 Véase lo que de esto dijimos en el capitulo anterior.
1 1 Escrito en 151a, con ocasión de la elección de Adriano VI, y publicado en tìadrianus V...
Analecta ed. Gaspar Burmann (Utrecht 1727). Aquí deberíamos también mencionar la Inslructio
que Adriano V I consignó a su nuncio F. Chieregati al enviarlo a la dicta de Nuremberg de 1522.
A l l í leemos aquellas palabras tan llenas de humildad como de buena voluntad: «Orones nos
declinavimus unusquisque in vias »tas, nec fuit iam diu qui faceret bonum... Quod ad nos attinet,
polliceberis nos omnem operam adhibituios, ut grimum curia haec, unde forte omne hoc malum
processit, reformetur» (RAINALDI, Annata nales. a.1522 11.65-71).
14 Sus principales expresiones merecen transcribirse: «Principium horum malorum inde
fuisse, quod nonnulli pontífices tui praedccessores .. coacervaverunt sibi magistrae ad desideria
sua... ut eorum studio et calliditate invenirelur ratio qua liceret id quod liberet... Q u i doccrent...
in pontifìccm non posse cadere simoniam... Ex hoc fonte, sánete pater, tanquam ex equo Troiano,
irruperc in tlcclesiam Dei tot abusus et tam graves morbi... Primus abusus in hac parte est ordi-
nano cíe rico rum et pracserlun prcsbyterorum, in qua nulla adhibetur cura... Abusus alius maximi
ponderis est in cnllalione beneficiorum ecclesiaBiicorum, maxime curstorum et prae omnibus
episcopatuum... Alius abusus est in expectativis et reservationibus... Abusus ille primo et prae
omnibus corrigendu* est, ne scilicet episcopi... deinde ne curati abessent a suia ecclesiis». L o
firman los cardcnnle» Contar ini, Curafn, Sadoleto y Pole, los arzobispos Fregoso y Aleandro,
el obispo Giberti, el abod Cortese y Fr. Tomás Badia, maestro del Sacro Palacio (J. LE PLAT,
Momiineniorum ad hislorìam cane. Tnd. amplissima colleclio [Lovalna 17B2] 11,596-605).
C.I4. PRERREFORMA CATÓLICA, REFORMAS GENERALES 517
lance, S. Bernardin de SIEMU (Parí* 1896); K , HEFELZ. Der heilige Bemhardin non Siena (Frei-
burg 1912).
1 4 J. HOFKK, Ciovanni da C<1] «trono trad. del alemán ( L ' A q u i l a 1955)! A . CwAPPtN!, La
fía. Ignoramos cuándo nació. Debió de morir poco después de 1405- No consta, ni mucho menos,
que fuese de raza judia, por más que lo afirmen, sin pruebas/ los más serios historiadores. Su
Aversión a los judíos es evidente; toda su vida la pasó declamando contra ellos, contra sus doctri-
nas y sus crimrnes. Tampoco consta que fuese rector de la Universidad de Salamanca, como
•Igunos repiten. Algunas datos de su vida encontramos en su Porlalitiiim Jidei (Estrasburgo 1472?,
fasilea 1475?, Nuremberg 1485). Un resumen del libro en A . LÓPEZ, Descripción de los manus-
critos franciscana existentes en Li biblioteca provincial de Toledo: «Archivo Ibero-Americano« as
(1926) 348-381.
524 P.I. DB BONIFACIO VILI A LUTERO
terrasen, mandó edificar un altar con esta dedicatoria: «A honra de la inmaculada concepción
de la soberana Madre de Dios. Don Alonso Espina, hijo de esta casa, obispo trinopolitano, hizo
este retablo aAo de 1495» (A. LÓPEZ, Descripción de los manuscritos p-359). La doctrina de Espina
sobre la predicación está contenida en el Fortalitium fidei, l . i . De armatura fidelium: «Praedicatio
evangelice non debet in se habere aliqua scurrilia vel puerilia vel rigmorum melodías... Non
debet splendcre fabulis verborum, purpuramentis colorum, nec minus exanguibus verbis debet
esse deiecta... Initium sit ab auctoritate theologiae... máxime ab Evangehís... Virtute senten-
tiarum ánimos auditorum cmolliat, ad lacrimas moveat, excitet mentem, pariatcontritionem*. etc.
(ibld., p.361-62).
1 1 Excelente monografía de L . DACHEUX, Un riformateur oatholiqus D la fin du XV siécle,
Jean Geiler de Kaysersberg (París-Estrasburgo 1876).
C. 1 4 . PRERREKORMA CATÓLICA. REFORMAS GENERAL«» 525
tibus, vadat sicut una principissa, et quod talis portet aurum in capite,
et in collo, et in zona? Vos dicitis, quod hoc est secundum statum ves-
trum. Ad omnes diabolos status ille et tu ipsal... Dicetis forte: maritus
noster non dat nobis tales vestes, sed nos lucramur ad poenam nostri
corporis. Ad triginta mille diabolos talis poena!» 2 9
Amigo de Maillard y su colaborador en la reforma eclesiástica era
Juan Raulin (1443-1515), profesor de la Universidad de Parts, filósofo
nominalista y gran maestra del Colegio de Navarra. Conservamos seis
colecciones de sermones suyos, bastante áridos, llenos de divisiones,
distinciones y citas escolásticas, pero esmaltados aqui y allí con histo-
rietas de sabor popular, alguna de las cuales fué copiada por Rabelais
en los capítulos 9 y 27 de Gargantua y Pantagruel 30.
7. O t r o s nombres.—No pudiendo delinear aquí las figuras de
los principales predicadores y misioneros populares, enumeremos si-
quiera algunos nombres. En las ciudades y campos italianos resuenan
las voces del Beato Simón Fidati de Cascia, O.S.A. (t 1348); del car-
denal Alejandro Oliva de Sassoferrato, O.S.A. (1463); del Beato Bue-
naventura Tornielli, S.M. (f 1491) ; de los dominicos Venturino de
Bérgamo (f 1346), Leonardo Dati (f 1425), Leonardo de Udine (f 1469),
Gabriel Barletta (t 1480) (Nescit praedicare qui nescit barlettare), Beato
Gabriel de Peschiera (f 1485), Jerónimo de Savonarola (f 1498), ya
estudiado en otro capítulo, y de los franciscanos Alberto Berdini de
Sarteano (t 1450), Antonio de Bitonto (t 1459), San Jacobo de la Mar-
ca (t 1476), Antonio de Vercelli ( t 1483), Beato Bernardino de Feltre
( t 1494), Roberto de Lecce (t 1495) y Roberto Caraccioli, obispo de
Aquino (t I495X
Tampoco en los países germánicos faltan ardientes predicadores
y reformadores, como los dominicos maestro Eckhart (f 1327), Juan
Tauler (t 1361), J u a n N i d e r ( t 1438) y JuanHerolt (t 1468); los fran-
ciscanos Juan de Minden (f 1413) y Juan de Werden (f 1437), el fla-
menco Juan Brugmann (t 1473), el húngaro Pelbart de Temesvar
(t 1500), Esteban Fridolin (f 1498) y Teodorico Coelde (1515), a los
que se han de agregar el hermano de la Vida Común y escritor ascético
Juan de Veghe (t 1504) y el teólogo Gabriel Biel (t 1495).
De Gerardo Groote (t 1384) y de Juan Standonck (t 1504) trata-
remos en otro lugar. El carmelita francés Tomás Connecte, áspero
2 ' Y el lunes antes de Adviento: «Ponatis casum, quod sit aliquis maqucrellus (alcahuete]
qui portât bagarn Ijoyn] pulchram ex parte unius Praesidentis, et veniat ad quinqué mulleres,
quarum prima sit Picarda, secunda Pictaviensis, tertia Turonensis, quarta Lugdunensis et quinta
rarisiensis. Venit ad primam in domo sua exiatentem et pcrcutit ad ostium dicendo: Trac, trac,
trac...» Y expone el modo de proceder de cada una, desde la primera, que rechaza al tentador,
hasta la última, que consiente sin dificultad (P. NICERON, Mémoires pour servir à l'histoire des
hommes illustres [l'arls 1720-45) XXIII,55-56), Sus palabras audaces sobre las indulgencias y los
buleros, en R. G.-VILLOSLADA, La Universidad de Paris durant« los estudios de Francisco de Vitoria
(Roma 1938) p.217. Intentó Maillard la reforma del convento de Paris, aunque en vano (VILLOS-
LAD*, p.70-71). Murió en Toulouse en 1502. Véase el libro fundamental de A . SAMOUILLAN,
Etude sur la chaire et la société françaises au XV siicle: Olivier Maillard, sa prédication et son temps
(Toulouse-Paris 1891); A . PLACET. La chanson piteuse et les autres poésies françaises attribuées à
Oliuior Maillard: «Annales du Midi« 5 (1893) 315-332. Sobre Miguel Ménot ( t 1522), guardián
de los Conventuales de Chartres, véase GILSON, cit. en la nt.20, y F . NEVE, Sermons choisis de M. M.
(Paris 1924).
s o En uno de sus sermones introduce una fibula popular v grosera sobre el lobo, la zorra y
el asno, llamados a capitulo a confesar sus culpas ante el león. «Confessus est Asinus quia stercora-
verat cUustrum Fratrum..., quod ruderat et cantaverat cum Fratribus et cum eis melodiam
fecerat», etc. (NICERON, Mémoires XI,220).
526 P.I. DE BONIFACIO v n i A LUTERO
•II vaudroit mieux prendre son cnlan, sa filie, par la main el la mener au bourdeau, que de la
/P» I e n ? F ' ' " I O N non reformée» ( O D . D'AROENTRÉ, Collectio iudiciorum de novií morihuj
irarls 1728] 1,2 p.340). El llahiar burdeles a los conventos era un tópico que se repetía por igual
en todas partes; era una hipérbole sin valor histórico.
C.I4. PRBRREI'ORMA CATÓLICA. REFORMAS GENERALES 527
1 1 IMBART DE LA TOUR, La origina 11,295. En las p.295-309 trata de los abusos de los con-
ventos franceses.
34 Die Frauenkloster lind jeti allgemeínsr Edelliule Spital. Cit. en J. JANSSEN, Geschichte da
deutschen Volhes 1,724. Las monjas m i s ricas ostentaban joyas, se acicalaban el rostro con colo-
retes, etc. U n visitador eclesiástico de 1440 ordena al monasterio de Bernardas de la Zaidia, en
Valencia, que «ninguna religiosa lleve manteta, mantonet, paternóster daur ni de coral...; que
no s' pelen les cclles, los polsos, nin vajen pintades, 90 es, de blanquet. argent e color, e de ferse
luors en la cara» (doc. del Arch. Hist. Nac.; cit. por R. CHABAS, Ktludj« sobre los sermona valen-
cianos de San Francisco Ferrer: «Rev. Archivos, Bib. y Museos» B [1903] 293). Parece por el Can-
cionero de Baena (Madrid 1851, n.98 y 232) que las monjos de Sevilla andaban en competencia
de belleza con las de Toledo.
»» PH. SCHMITZ, ííijloir» de L'Orrfre de Saint Benolt (Maredsous 1948) III,9-10.
528 P.I. 1)1! BONIFACIO VIII A M'TKKO
<1 Acto Sanctorum aprll, 1,102-234; G. RODERTI, S loria delta vita di S. F. da Paola (Roma IQI6)
con amplia bibliografía; ID., Disegno ilorico dell'Ordine dei Minimi (Roma 1902-1922) 3 volt.
C.I/J. PHISRKEI'ORMA CATÓLICA. REFORMAS GENERALES 531
razón de ese ultra; tampoco nos convencen los influjos savonarolianos que quiere ver el docto
historiador,
C.I4. PUERRRl'ORMA CATÓLICA. REFORMAS CENERALBS 535
en la que era imposible dar un paso seguro por las afirmaciones arbitrarias y discordantes de los
viejos cronistas. La revista Archivo Ibera-Americano, que desde hace años venia aclarando no
poco* puntos históricos (véase, p.ej., A . LÓPEZ, El franciscanisma en España durante loi pontifica-
dos de Calixto III y ¡'auto II: AI 3 II 043) 496-570); M . R . PAZOS, Los franciscanos españoles en el
pontificado de Sixto IV: A I 10 [1950! 67-150), ha puesto por fin las bases firmes para diclia historia
en el nOmero extraordinario de 1958 (con 95B páginas), consagrado todo él a la Introducción a los
orígenes de la Observancia en España. luis reformas en los siglos XIV y XV. Contiene trabajos críti-
cos sobre Pedro de Villacrece», Pedro de Santoyo, Lope de Solazar y Salinas, San Pedro Regala-
do, etc., y edición de los escritos villacrecianos. Hagamos aquí breve mención de San Diego de
Alcalá, hijo de la Observancia, lego converso andaluz, guatdián del convento de Fuertevcntura
(Canarias), donde residió de 1441 a 1449. Murió en A l c a l i en 1463 (WADDIMO, Annales OrdiniJ
XI,138-143; XII1,JBI-3J4).
C.15. LA REFORMA EN LOS PAÍSES BAJOS 539
CAPITULO XV
I. LA «DEVOTIO MODERNA»
tulo universitario de noviembre del mismo año figura »Magistro Gerardo Grote de Davantria»,
y lo mismo en otro del 16 de junio de 1365 (Chartularium 111,92 y 132). Hizo las determinártelas
(pura las que se requerían por lo menos dos años de estancia en l'arls) en febrero de 1358 (1357 es-
tilo galicano), bajo el maestro Juan de Lovaina (DENIFLE-CHATELAIN, AUclarium Chartularii
1,207), N o es, pues, exacto lo que escribe T . de Kempis, que «ad magisterium... décimo octavo
aetatis suae prnmoruj esto fVita Gerardi Magni: POHL, Opera VU.35).
1 Su amigo Guillermo de Satvarvilla dirá de ¿1: »In ómnibus líberalibus, naturalilius, morali-
bus, trivialibus, canonicis et theologicis... nulli erat secundus in orbe» ( W . MUI.DF.R, Epístola*
Gerardi p.256). Y BUSCH: iln iuribus et in legibus omnique mundana facúltate cruditissimus»
(Chronicoa p.256).
4 Ignoramos cuánto tiempo estuvo entre los cartujos y si salla de vez en cuando. Hacia 1376
hizo un viaje a París (¿a comprar libros?) y hacia 1377 debe ponerse su visita al monasterio de
Groenendael (cerca de Bruselas) para hablar de cosas espirituales con el más alto místico flamenco,
Jan van Ruyubroek (1293-1381), llamado «el Admirable» y »el Doctor Extático». Gerardo oyó de
sus labios »multa secreta caelestia... quae suum íntellectum excede re fatebatur» (KEMPIS, Vita
Gerardi.' P O H L VII,53). El moralista práctico y metódico que era Gerardo guardó siempre grato
recuerdo del altísimo contemplativo y tradujo al latín por lo menos uno de sus libros, De ornalu
jpirílualú desponsalionis (no consta del De uptem eradibus amoris/. Algún influjo de Ruysbroek
en la devoción moderna es indudable, pero en esta escuela no puede inscribirse aquella alta figura.
1 Según Dier de Muiden, el obispo que le ordenó y le dió licencia de predicar fué Florencio
« J. NOUWENS, Geert Groo te Diahen: «Ons Geestelijk Leven» 21 (1941-42) 19-29. Sólo a Flo-
rencioJWlcwijns le aconsejó ordenarse de presbítero, como caso excepcional.
7 KsMpts, Vita Gerantí Magni: P O H L VII,7IS. »Tntam hanc patriam nostram, vita, verbis,
m o r ' b j » et doctrina ilKiminavit et accendit» (ihid., p.34>-
de J, 1 lunch, según la cual loj Hermano» se habrían organizado ya en vida de Gerardo Groote
li n 'Á" n ..Windejhrnimií p.254).
HERM dúcipul¡» domini Flurmlii: POIIL V l l . a i f i . El miamo Kempis dice en otra parte que los
m » ^ ™ ? ^ y Hermanas de la Vida Común servían a Dios "secundum primilivae Ecclesiae fot-
m fChrontca S . Agnttú; POHL Vil,486).
544 P.I. DK B 0 N 1 P A C I 0 V i n A I.UIKRO
eran aún pobres, «aliquot fratres pro pretío scribere ordmavit, sicut ab antiquis temporibus
consuetum erat» (Chronica S. Agnetis: POHL VII,367-68).
C.I5. M REFORMA EN I,OS PAÍSES BAJOS 547
17
varones y 13 de mujeres . La Congregación windesemense sufrió
muchísimo en el siglo xvi por causa de los protestantes, que, invadien-
do los Países Bajos, destruyeron o hicieron desaparecer no pocos mo-
nasterios. La misma casa madre de Windesheim pereció en 1580.
Aunque en paulatina decadencia, la Congregación se mantuvo en Bél-
gica y Alemania hasta el año 1802.
Su renombre en la historia se debe principalmente a sus ascetas y
místicos, que luego conmemoraremos. Antes de la invención de la
imprenta hicieron labor muy útil copiando códices antiguos de la Sa-
grada Escritura y de los Santos Padres, o de la liturgia, como misales
y breviarios, en lo que superaron a los Hermanos de la Vida Común.
Llevados de su amor a la Biblia, buscaron con solicitud los mejores
códices, los corrigieron o eligieron el texto más perfecto según el cri-
terio elemental y escasamente científico de aquel tiempo, y así llegaron
a hacer algo parecido a una edición crítica de la Vulgata, la Biblia
nostra o arquetípica, que copió por su mano Tomás de Kempis 18.
7. Sus méritos e n la r e f o r m a monástica.—Los religiosos de
Windesheim se hicieron beneméritos de la reforma eclesiástica con su
ejemplo y con sus escritos. Aunque la idea de Gerardo Groote había
sido de seguir un género de vida no excesivamente riguroso, los win-
desemenses acentuaron desde el principio la austeridad, la clausura,
el silencio, los ayunos y abstinencias. El capitulo 20 del libro primero
de la Imitación de Cristo («De amore solit.udinis et silentii») refleja bien
el espíritu monacal de aquella Congregación. Fuera de pasajeros roces
con los Hermanos de la Vida Común, mantuvieron con ellos las me-
jores relaciones, siguiendo, más o menos, la misma espiritualidad.
Muchos de los hermanos ingresaban en los monasterios, y de aquí
salían los rayos de luz y calor que mantenían el buen espíritu de aquéllos.
Ya hemos dicho que los monasterios de canónigos regulares de los
Paises Bajos, en máxima parte, se agregaron a Windesheim; los demás
sufrieron también el influjo espiritual y reformador de las Consuetu-
dines windesemenses. Esta bienhechora irradiación religiosa se extendió
a otras naciones, particularmente a Alemania.
En 1435, el concilio de Basilea encargó a Windesheim la reforma
de los agustinos del ducado de Brunnswick y de las diócesis de Hil-
desheim, Halberstadt y Verden. Comisionado para esta grave tarea
fué el windesemense Juan Busch, cuyo fervoroso celo era bien cono-
cido, En pocos años reformó los monasterios de la diócesis de Hil-
desheim, incorporando algunos de ellos a su Congregación. Desde
1448 actuaba como preboste de Neuwerk (junto a Halle) con jurisdic-
ción sobre 120 parroquias, de suerte que hasta el clero secular y el
pueblo sintieron su benéfica influencia. Cuando en 1451 el cardenal
1 7 PH. HOFMEISTER, Die Verfassung der V/indesheimer p.167; DUSCH (Chronicon Windes-
hemense p.213) dice en 1464: «octogenarius numerus«. Nunca llegaron a cien, contra lo que afirma
pelprat. Véase también L. SCIIMITZ-KAU-ENUERG, Kleine Beiträge sur Geschichte der Windes-
heimer Kongregation: iHiat. Jahrbuch» 36 (1915) 306-316.
El continuador de la Chronica S. Agnetis dice del Kempis: «Scripsit autem Bibliam nostram
totallter et alios multos libros pro domo et pro pretio» (Pom., VII,466). Sobre la actividad literaria
y coplstica de Windesheim, K . GRUBE, Die liierarische Tätigkeit der Windesheimer Kongrega-
tion: «Der Katholik» 1 (188O 42-59. Sobre la Biblia, BUSCH. Chronicon p.103. U n buen estudio
•obre Busch y la Congregación es el de S. VAN DER WOUDE, fohannes Busch, Windesheimer hlooster-
'«/ormator «n knmiekschrijver (Edam 1947).
548 P.I. 1)1! BONIFACIO V I I I A M'TKKO
A . COMBE«, £wai jur la critique de Ruysbroek par Cerson (Parto 1945) 1,716-71.
" Chrom'con WmiL'shomense p.117-35.
r n V¿ate l í monografía de Debongnie (cit. n.19). Sus himno« religiosos en G . DREVES-
Analecta Hymnica medii aevi l.,515-34. Tanto de Mombaer como de Zerbolt se apro-
largamente García Jiménez de Cisneros en su Ejercitatorio de la vida espiritual (Mont-
serrat 1500); cf. GARCIA DE COLOMBAS, Un reformador benedictino... (abadía de Montserrat 1955)
550 P.I. 1)1! BONIFACIO VIII A M'TKKO
9, T o m á s de K e m p i s y la «Imitación de Cristo».—Réstanos
por decir algo del fruto más suave que produjo el árbol de la devotio
moderna: el libro De la imitación de Cristo, escrito por Tomás Hemer-
ken de Kempis.
Este devotísimo y amable escritor ascético, el más conocido y
leído de todos los autores ascéticos del mundo, nació en Kempen
(junto a Colonia) hacia 1379. A los doce años fué enviado por sus padres
* a estudiar a Deventer, donde conoció a Florencio Radewijns. Termi-
nados los estudios, se dirigió en 1399 al monasterio de Agnetenberg,
donde su hermano Juan de Kempis era prior. No tomó el hábito
hasta 1406. Sufrió aquellos años grandes tentaciones y trabajos, aunque
ignoramos de qué género. No le faltó, pues, experiencia de la vida.
En 1413 ó 14 se ordenó de sacerdote. Y en el convento de Agnetenberg
permaneció toda su vida (a excepción de los años 1429-1432), copiando
códices, componiendo obritas espirituales, poéticas e históricas (no
menos de 39 recoge la edición de Pohl) y amaestrando a los novicios
en las vías del espíritu. Fué algunos años prior y murió de hidropesía
en 1471 a la veneranda edad de noventa y dos años.
Un cronista anónimo que vivió con él nos retrata su espíritu,
diciendo que era «multum amorosus in Passione Domini et mire con-
solativus tentatis et tribulatis» 2 4 . Y otro poco posterior añade: «Multum
affabilis et consolatorius fuit infirmis et tentatis iste bonus et devotus
pater» 25. Aquí vemos la imagen de un Tomás de Kempis con toda su
piedad afectuosa y caritativa. Retrato verdaderamente amable, que
nos hace pensar en un religioso humilde, afable, sentimental y tierno.
Para la formación religiosa de los novicios escribió el Dialogus
novitiorum, donde traza las devotas biografías de los fundadores de la
devoción moderna, y una serie de trataditos, como Libellus spiritualis
exercitii, Doctrínale iuvenum, Manuale parvulorum, Haspitale pauperum,
De solitudine et silentio, Sermones ad novitios, etc. De la vida monástica
y de sus virtudes trata en Liber de tribus tabernaculis, De vera compunc-
tione, De disciplina claustralium, Hortulus rosarum, Vallis liliorum. Los
Sermones de vita et passione D. N. Iesuchristi no tienen nada propia-
mente de sermones predicables; son, lo mismo que las Meditationes
de vita et benejiciis Salvatoris Jesu y las Orationes de passione Domini et
Beata Virgine, suaves consideraciones, afectuosos coloquios y ple-
garias, más tiernas que profundas. Uno de los más bellos libros del
Kempis es el Soliloquium animae, nostalgia de la patria celeste, gemido
del alma que busca a su amado ausente, abrasado deseo de la unión
con Dios; pero no pasa los canceles de la mística, porque la conside-
ración de los pecados le detiene. Donde Tomás de Kempis vuela más
alto es en el tratadito De elevatíone mentis ad inquirendum Summum
Bonum .
En ninguna de sus obras revela Kempis una mente lógica ni un
propósito de disponer orgánicamente los temas que toca. Ni siquiera
en el más famoso de los libros que se le atribuyen, De imitatione Christi,
24 El continuador anónimo de la Chronica S. Agnetit: POHL VII,467.
» Cit. en HYMA, The Oirútian Renatssdncc p. 404 nt-s6.
26 «Ecce inquiro te, Deus meus, non per «enmi corporeos, ñeque per sensibiles ¡magines,
sed in me super rationes intullectuaies, ubi tu luces intellectui meo, Veritas aeterna... superes-
sentialem naturae tuae substantiam manifestar»« (De elevatíone mentir c . t : POHL VII,399).
C.15. LA REFORMA E N t O S PAÍSES DA J O S 551
laita' C r 0 s d e l siguen otros nueve tratados, todos del Kempis. y al fin la data. Piensa D e -
Por *f e s c r ' b i e r o n antes de 1435. Se aprovecharla probablemente de rapiarios compilados
/mita?' ' 0 8 Groóte y Radewijm, pero esto no basta para afirmar, como algunos, que la
ración no es más que un rapiario, Bibliografía y discusión de problemas en la obra citada de
552 P.I. 1)1! BONIFACIO V I I I A M'TKKO
agregó un último capitulo (el 12, contra los monjes modernos), que está en flagrante contradic-
ción con el espíritu de todo el tratado (Opera omnia ed. J. Clericus [Leiden 1703-6] V, 1239-62),
C.I5. W REFORMA EN t,OS PAÍSES BAJOS 555
Epist. ad Volzium, que antepuso desde 1518 a las ediciones del Ench iridian; en el mismo Enchi-
ridion, en los prefacios a su edición d e í Nuevo Testamento (Paraclesis, Methodus, Apologia)
y más extensamente en Ratio jeu Methodus compendio perveniendi ad veram theologiam. Todos
estos tratados pueden leerse en la ed. de H. Holborn.
3 5 Mucho de este espiritualismo, moralismo, antiintelectualismo y biblicismo le vienen a
Erasmo de su primera educación en los ambientes de la devoción moderna. Sobre los caracteres
de la espiritualidad erasmiana véase nuestro art. Eraime: «Dictionnaire de Spiritualité». Donde
supera con m u c h o s los devotos de Windesheim es en su ideal humanístico, tantas veces repetido
con diversas fórmulas, de hermanar la piedad y las letras, «pia doctrina et docta pietate» (Epist.
ad Volzium: HOLBORN, p.j).
3 4 R. PADUERO, Erasmus ais Katechet (Freiburg I95<>).
37 Warum uiurd« Erosmus nicht der Fílhrer der kirchlidien Erneucrungf: «Hist. Jahrbuch» SS
(1935) 332-49, incorporado luego al primer capitulo de su libro Katholischc Kirche und Kultur
in der ñaroclizeit (Paderborn 1937).
C.I5. LA REFORMA EN LOS PAÍSES BAJOS 657
CAPITULO XVI
función, son más cortesanos que sacerdotes, más hombres de Estado que
hombres de iglesia; dejan a sus auxiliares la administración vulgar de
los sacramentos o de la palabra santa: su diócesis es el palacio del prin-
cipe ; hay que seguir al rey y servirle en sus consejos lo mismo que en
sus ejércitos»Cuando Luis XII entra en Milán (mayo de 1507), los
más altos prelados de Francia le acompañan y el obispo de París, Es-
teban Poncher, quizá el más docto de todos, le sirve de orador. El
arzobispo de Sens, Trigtán de Salazar, prelado fastuoso, generoso me-
cenas, hábil administrador, entra en batalla armado de todas armas,
montado sobre un corcel y con una gruesa jabalina al puño. En 1502,
el cardenal legado, Jorge d'Amboise, con otros obispos, entre ellos el
confesor del rey, asiste, en unión de las damas y personajes de la corte,
a un torneo, «sin temor de incurrir en irregularidad—anota el cronista
Juan d'Auton—por la muerte de algún combatiente»2.
Viven como ricos señores, visten lujosamente, descuidan BUS debe-
res pastorales, pero son muy contados los concubinarios públicos.
Idéntica afirmación puede hacerse de los canónigos que compo-
nían los cabildos. Pertenecían, generalmente, a la rica burguesía y
eran, sin duda, los eclesiásticos más ilustrados de Francia. Esto les
impedía caer en los excesos de grosería y de brutalidad de otras clases
sociales.
Donde más abundaban los desórdenes era en el clero inferior de
las ciudades y del campo. El defecto mayor de IOB párrocos de ciudad
era la ausencia habitual de sus parroquias. Según las actas de las visitas
archidiaconales, la mitad de los párrocos, poco más o menos, brillaban
por su ausencia. Del clero rural francés repite Imbart de la Tour lo
que del alemán habla dicho Janssen: que formaba un verdadero pro-
letariado eclesiástico. Faltábale, en primer lugar, una formación sacer-
dotal adecuada y los medios económicos que le asegurasen un vivir
decoroso. Muchos eran de familias pobres, tal vez siervos, niños ex-
pósitos o bastardos del señor local. No habiendo entonces seminarios,
aprendían lo que podían del cura del lugar o del maestro de la pequeña
escuela, un poco de gramática latina y algunos elementos teológicos
y litúrgicos, lo absolutamente necesario para decir la misa, bautizar,
confesar y llevar las cuentas de la iglesia, después de lo cual, en teniendo
la edad requerida, recibían las órdenes sagradas en el lugar mismo
en que habitaban. No pudiendo sustentarse de los frutos del beneficio
—las parroquias del campo eran pobrisimas—o de la mísera congrua
que les venia de la iglesia o capilla a cuyo servicio estaban, buscaban
ocupaciones y negocios indignos de su profesión y participaban de
todos los vicios del bajo pueblo entre quien vivían, convirtiéndose en
genuinos tipos rabelesianos: frecuentadores de tabernas, tascas y gari-
tos; juradores, bufones, espadachines y, por supuesto, concubinarios
y transgresores de las leyes civiles como de las canónicas 3.
que el rey hizo danzar en «507 a vario» cardenales y eclesiásticos, «qui s'en acquitérent comme ilz
sceurent» (ibid., IV,328). En 1514, el arzobispo de Rouen, con sus amigos, corrió las calles en-
"^•JAJADO (IMDART DE LA TOUR, 11,275). _
* Datos concretos en IMBART DE LA TOUR, Les origines 11,290-92. También en J. THOMAS,
r * em>eordat de IJI6 (París 1910) 11,138-80. A pesar de todo ello, en Francia, como en otras
partes, se mantenía firme y ardiente la religiosidad del pueblo. L a devoción a Nuestra SeAora
56O P.I. DR nONIfACIO VIII A I U Ï R R O
cesitados de reforma estaban los conventos, puede verse en IMDAKT DE LA TOUR. Les origines
11,292-307. C ó m o se reformaron algunos de ellos, lo hemos indicado en el c.14.
» MANSI, Concilia XXXII,407-434.
C.l6. ENSAYOS DE REFORMA EN FRANCIA 561
lares reformationis nomen adeo inolevit, ut ínter loqucndum apud quoscumque, in hominum
ora, reformationis creberrime resonet materia« (Trocíatus novus svper reformatione staíui eccle-
siastiei; c i t IMBART DE LA TOUR, II,302). No se confunda a este autor con el teólogo carmelita
Lorenzo'Bureau, amigo de R. Gaguin y de B. Spagnolo y entusiasta de Gersón, por cuya canoni-
zación trabajó en vano; era confesor de los reyes Carlos VIII y Luis XII, y desde 1400, obispo
de Sisteron.
* O . RAINALDI, Annales ecclesiastici a.1503 n.23.
1 0 A. VOGT, Amboise Georges: «Dict. d'Hist. et Géogr. íccl.». Son de poco valor y anticuadas
las biografías de tan ilustre personaje, a saber: L . LEGENERE, Vic du cardinal d'Amboise, ministre
de Luuis XII (Rouen 1724); I., oe BELLERIVES, Le cardinal Ceotgesd'Amboise. ministrede LouisXII
(Limoges 1854)- Víanse sus cartas, Lettres de Louis XII et du cardinal G. d'Amboise (Bruselas
1712} 4 vols.
C.l6. ENSAYOS DE REFORMA EN FRANCIA 563
escrita por un monje de Châtcnu Landon hacia 1519 y contenida en el Liber de origine congrega'
tionis canonicorum regularium rejormatorum in regno Franciae (véase Fuentes). Modernamente,
los que mejor han estudiado a Slandonck han sido Godet y Renaudet (véase Bibliografía); V i -
LLOSLADA, La Universidad de Parts 61-64.106-113; A . HYMA, The Chrrjtiun Renaissance p.336-
50. El nacimiento de Standonck parece que debe ponerse hacia 1450, según el documento citado
por GODET, Jean Standonck et les Frères mineurs p.398.
16 «Duruis invehebat contra concubinarios et alios notorios peccatores* fl.iber de origine
vol.i fol.aór); RENAUDET, Jean Standonck, un réformateur catholique p.398. El historiador de la
Universidad C . E. du üoulay escribe de él: •Oivini verbi ecclesiaslcs indefessus, sermone cum
gallico tum vulgari seu teutonico» (Historia Univ. París V,900).
C.l6. ENSAYOS DE REFORMA EN FRANCIA 565
rem aggressus est cubitu duro, victu tam áspero parcoque, vigilüs ac laboribus tam gravibus,
ut inWa a m u r a prima experientia multos iuvenes... alios neci dederit, al ios caecitati, alios de-
mentiae, nonnullos et leprae, quorum aliquot ipse novi..., quis non intelligat esse crudelitatem
in proximum?... A talibús initiis primum orta sunt monasteria, quae nunc minitantur pontifici-
b u s e t monarchu» (Colluquia [Leiden 1664] p.505). Rabelais, en el c.37 de Gargantúa, habla del
«Colliege de pouillerie qu'on nomme Montagu*.
1 9 Hubo también otros benefactores, como el vizconde de Rochechouart y el rey de Por-
tugal. Sobre Montaigu y el rey D . Manuel víase GODET, La Congrigation de Montaigu p.20 y 171.
C.l6. ENSAYOS DE REFORMA EN FRANCIA 567
dían la capucha, y al salir de casa llevaban una capa, de donde les vino
el apodo de los capetos.
La regia era austerisima. Nunca comían carne ni bebian vino, mas
a los teólogos se les permitía un poco y lymphato. Ayunaban todos los
viernes del año y teñían capitulo de faltas una vez por semana; prac-
ticaban la humildad ejercitándose en oficios serviles y en la limpieza
de la casa. Divididos en cuatro grupos, se levantaban a media noche,
por turno,» para recitar el oficio divino en el coro. La misa diaria era
obligatoria, después de la cual los teólogos tenían media hora de ora-
ción mental «ad sese inflammandum» ; debían llevar consigo, para no
perder tiempo, sus rapiarios o «familiares devotionis libellos... manua-
lia in quibus singulariores sententias... annotaverint» 24 . Cuando sa-
llan para ir a la Sorbona u otras escuelas, caminaban de dos en dos,
modestamente, «pie aliquid meditando».
Tal era la institución, que podía haber significado un gran paso
en la reforma católica, estimulando la creación de seminarios clerica-
les, de no haberse inutilizado en gran parte por sus modos monásticos
medievales y su espíritu refractario a la nueva cultura. Con todo, no
dejó de producir algunos frutos, aunque muy limitados. En 1503,
o sea, cuando contaba poco más de diez años de existencia, Montaigu
habla poblado de novicios fervientes los monasterios y conventos re-
formados de Francia; más de 300 pobres capetos habían ingresado en
los cartujos, benedictinos, carmelitas, franciscanos, dominicos, etc. 25
En 1502, Juan Standonck salió a visitar las casas filiales de Flandes
y tratar de negocios de la reforma con los monjes de Windesheim.
Predicó en varias ciudades con gran éxito, tanto en holandés como en
latín, y a su vuelta tuvo la satisfacción de reformar el convento fran-
ciscano de Dordrecht 26 .
Pero los trabajos y las penitencias habían arruinado su salud, y a
principios de febrero de 1504 aquel «formidable y amable» reformador,
saludando a su «hermana la muerte», entregaba el alma a Dios santísi-
mamente. Quiso ser enterrado en la capilla, a la entrada del coro, a fin
de que todos le pisasen, con este modesto epitafio, simbolo de su vida :
Memineritis pauperis viri Standonis 27.
Noel Beda, el enemigo de Erasmo, que poseía los defectos mas
no las virtudes de Standonck, fué designado para sucedería en La di-
rección del Colegio y de la Congregación de Montaigu. Bajo su go-
bierno se independizáron las casas filiales de Cambray, Valenciennes,
Malinas y Lovaina (1509), mitigándose la férrea disciplina standoniana
por bulas de LeónX en 1513. A l año siguiente, Pedro Tempèste, «grand
fouetteur d'escoliers» al decir de Rabelais, era nombrado padre de los
pobres, pero también él carecía del misticismo de Standonck. Noel
Beda, teólogo de sólida y cuadrada formación escolástica, siguió siendo
2 4 Statata c.a: GODET p.149. En esto como en tantas otras cosas seguían a los Hermanos
a Juan Maldonado: «Gestant palljum et cucullam, absque votorum obstrictione; vescuntur pisci-
bus et leguminibus. Ibi tyrocinium ac seminarium est omnium monachorum. Ex ea cohorte
Carthusiani, Franciscani, Dominicani, Benedictini, Bernardini, legunt suos milites» (ALLEN,
Opus epist. VII, 17).
1 8 GOOET, Jean Standonck et les Fríres minean p.120.
27 Líber de origine congregalhnis can. reg. re/..- Ribl. Nat. París, ms. lat. 15049, fol.24v.
C.l6. E N S A Y O S DE REFORMA EN FRANCIA 569
árbitro del Colegio de Montaigu, del que hizo la plaza fuerte del no-
minalismo dialéctico; desde 1520 era síndico de la Facultad de Teolo-
gía y el debelador más intransigente e inquisitorial de cuanto oliese a
heterodoxia.
" Totius philosophiae ruiuralti paraphrases (París 1532) pról. fol.zr. Y en su Praefatio in
rnmmentarioloi introductorios Metaphysices: «Q.ui ideas praedicant, Platonici sunt; qui divinas
aetemasque rationes sequuntur, Aristotelici, quorum theologia christianae sapientiae magna
concordia affinitateque consentit... Quos [philosophosl siib tempore fecit Deus suos sacerdotes,
suos vates, et faces quae ad témpora nostra lucen» (Ibid., fol.278v). En cambio, abominaba de
los filósofos impíos, como Lucrecio, Demócrito, Kpicuro, Alejandro de Afrodisia y Averroes
(S. Pauli Apostoli Epislolae t Cor. x5,33 fol.i2Sv).
2 f Pertenecen también a la filosofía sus comentarios a la Sphaera luarmis de Sacrobosco
(1495, etc.) y a Eúclidis geometricorum elementorum libri XV (IS17) y su Arithmetka decem libris
demónstrala. Música libris demónstrala quattuor (1496). Lefévre volvió a visitar Italia en 1499-1 joo,
con ocasión del jubileo; en Venecia frecuentó el taller de Aldo Manucio, que acababa de hacer
la edición principe de Aristóteles; en Padua trató con los benedictinos de Santa Justina; al abrirse
el año santo'de 1500 estaba en Roma, donde conversó largamente con el médico del papa, Jacob
ben Kmnianuel (Conet de Lattes),
C.l6. E N S A Y O S D E REFORMA EN FRANCIA 571
Margarita de Navarra escribe a Anne de Montmorency: ' L e bon homme Fabri m'a escript qu'il
s'est trouvé un peu mal a Bloys» (A. FRANKLIN, Les anciennes bibliothèques de Paris [Paris 1870]
11,136). Erasmo dice lo mismo a P. Bombasio: «Vir probus est Faber, eruditus, human us» (ALLEN,
Opus epist. 111,357).
3 1 V Lutero lo estimaba como varón espiritual. En 1516, después de decir que Erasmo no
entiende el sentido de «justicia» en San Pablo, añade: «Nam et Stapulensis, viro alioqul [bone
Deus] quam spirituali et syncerissimo intelligentia deest in interpretando divinas litteras, quae
tamen pienissime adest in propria vita» (Lutherswerhe ed. Weimar, Briefuxchsel 1,70).
3 2 «Courant profond et large, dont Luther s'était servi, qui le portait, qui s'entlait a sa voi*»
Y 3J-40.
C.I7. CONATOS DIt REFORMA EN ITALIA 575
CAPITULO XVII
Conatos de reforma en Italia *
I. TÓPICOS Y VERDADES
* F U E N T E S . — L A S crónicas italianas del siglo x v son una fuente preciosa para conocer el
estado de aquella sociedad. En los capítulos 12 y 13 hemos citado las principales, asi como los
diarios y biografías. Anotemos aquí: VESPASIANO DE BISTICCI, Vite di uomini illustri; A . MAI,
Spicilegium romanum (Roma 1839) v o l . i : M . SANUTO, / Diari ed. Stefani, Berchet, etc. (Venecia
1879-1903) 58 vols.; Diario di Ser Tom masso di Silvestro (crónica de Orvieto 1482-1514), en el
nuevo Muratori o «Raccolta degli Storici Italiani» t.15 p.;.* vol.2; PP. BOLANDISTAI, Acta sanctorum
(Amberes 1643ns); ]. HEROENROETHER, Leonis X Regesta (Freiburg 1884); Bullarium diplomata»!
et privilegiorum S S . Rom. Pont. (Turin 1860) vol.5; B. VERNAZZA, Opere spirituali (Génova 1754.
S5) 6 vols. Numerosos documentos en las obras, que luego citaremos, de Tacchi-Venturi, Blan-
d i . Casiano da Langa seo, Cútellini, etc.
en Italia ni en Europa antes del siglo XVIII, aunque es verdad que los
primeros brotes despuntan tímidamente en la aurora del Renacimien-
to, y fué mérito de Burckhardt el descubrirlos. Hoy pensamos que el
hombre del Renacimiento seguía aún bastante aferrado a la Edad Me-
dia, y, aunque reaccionaba contra ella—esto es lo que le caracteriza
como hombre nuevo—, no podía menos de ser hijo de su madre.
Cuando se habla de «hombre del Renacimiento» o «vida del Rena-
cimiento», se piensa casi siempre en el hombre y la vida de Italia* por-
que, si bien el Renacimiento fué un fenómeno europeo, no hay duda
que en la península italiana se desarrolló antes que en las demás na-
ciones, porque fué la primera en evolucionar económica, social y po-
líticamente.
Es frecuente por eso imaginar al pueblo italiano del siglo xv como
el más libre de la mentalidad medieval, y, consiguientemente, el más
irreligioso, indiferente y amoral de Europa, en lo cual fácilmente se
exagera y se desfigura la realidad. Suele traerse a veces el testimonio
de Maquiavelo, que dice de los italianos de su tiempo que «son malos
y sin religión» e «Italia está más corrompida que las otras naciones»
Pero habrá que ver qué entiende por malicia y corrupción un Maquia-
velo que todo lo mira a través del prisma estatal y político.
También suele aducirse el testimonio de Lutero, que en sus Char-
las de sobremesa decía: «Itali irrident nos quod omnia Scripturae cre-
dimus. Papa dicit Christum esse manseren (espurio) qui natus est de
virgine... Et dicunt: Si creyéramos a la palabra de Dios, seriamos la
gente más miserable y nunca podríamos estar alegres, sed oportet sumere
bonum vultum et non omnia credere» 2 . Y en otro lugar: «Italia est
nihil aliud quam superstitio, quia sine verbo Dei et praedicatione tan-
tum in superstitionibus vivunt, et ita ñeque resurrectionem carnis
ñeque vitam aeternam credunt ; tantum corporales plagas et calamita-
tes formidant. Ideo plus timent Sanctum Anthonium et Sebas'tianum
quam Christum»
Se le podría responder que no menos supersticiosas eran ciertas
devociones de los alemanes a San Cristóbal y Santa Ana y otros santos,
para no hablar de sus creencias en las brujas y en las familiares rela-
ciones de los demonios con los hombres. Y, en cuanto al escepticismo
italiano, muchas veces no era otra cosa que un chancearse, ironizar,
hacer comedia de lo más santo y respetable, humanizando lo divino
hasta hacerlo cosa de risa, todo lo cual es compatible con la fe profunda
y aun con la piedad de un temperamento histriónico, aunque no lo
entienda la rígida seriedad germánica.
Con análogo criterio se ha tachado de poco cristiano el arte del
Prodromi della riforma a Vicenza nel secolo XVI: •Rcgnum Dei» 5 (1949) 7-24 95-103; P i o PASCHI- ,
NI, La beneficenza in Italia e le Compagnie del Divino Amore (1925), reimpresa en su libro Tre
richerche su Ila stono della Chiesa nel Cinquecento (Roma 1946); ANTONIO CISTZLJLINI, Figure della
riforma prelridentina (Brescia 1948); FRANCESCO SAVERIO DA BRUSCIANO, Maria Lorenza Longo
e l'opera del Divino Amore a Napoli: «Collectanea Franciscana» 23 (1953) 165-228; F . DITTRICH,
Gasparo Cantorini (Braunsberg 1885); DOMINGO DE SANTA TERESA, Juan de Valdes. Su pensa-
miento religioso y las corriente] espirituales de su tiempo (Roma 1957).
• Achaca a la Iglesia romana el que lo« italianos no hayan logrado su unidad nacional y tessere ;
diventati senza religione e cattivi» (Discorsi l.i c.12). Más addante habla de las naciones o »Pro-
vincie che in questi tempi si veggono corrotte, come l'Italia sopra tutte l'altre» (ibkl., c.55). Í
1 Tischreden ed. Weimar 11,48 n.1327. Traduzco solamente las palabras alemanas. í
1 Ibid., 111,56o n.3718. Sigue hablando de la »atrocissima perfidia italorum», que buscan I* ' |
ocasión de matar a sus enemigos hasta en lo« templo« y delante del altar. j
577
C.I7. CONATOS DIt REFORMA EN ITALIA
. H * de la Iglesia 3 J9
578 P.I. DE BONIFACIO v n i A LUTER0
religiosidad del pueblo, de los artesanos, de los escritores, de los florentinos en general. Contra
los que acusan'de incrédulos a aquellos italianos, escribe: til y a plus de miracles dans les très
serieuses chroniques italiennes du quatorzième siècle que dans les chroniques françaises de cette
époque. Ces miracles, immédiatement acceptés par la foule, entraînaient des démarches col-
lectives, des résolutions simultanées! (ibid., p.275-76). Vespasiano de Bisticci en sus vidas de
papas, cardenales, obispos, principes, hombres de Estado, literatos y damas del siglo XV nos
ofrece un cuadro religioso-moral de colores medievales (ALFRED VON MARTIN, DOS Kulturbild
des Quatrocírito noch den Viten des Vespasiano da Bisticci: «Festschrift zum 70. Geburlstag
Dr. H. Finke» [Mün.iter 192S] P 3 I 6 - s s ) . Para las obras de caridad véase L . PASSERINI, Storia
degli stabilimenli di beneficenza di Firenze (Florencia 1853); T , FILANGIEKI, Storia del la carita
napoletaru (Nápoles 1875).
C.I7. CONATOS DIt REFORMA EN ITALIA 579
trarias, por L. Pastor y sus seguidores. Hoy tal opinión nos parece
mal fundada. Un conocimiento más profundo del humanismo histó-
rico (que no se ha de identificar adecuadamente con la fuerza juvenil
del Renacimiento) nos ha enseñado que esa corriente cultural y litera-
ria tiene muy poco de innovadora y mucho de tradicional y eclesiástica;
empalma con la gran cultura cristiana de la época patrística y de los
escritores medievales hasta el siglo XII inclusive y, tras el profundo
corte del siglo XIII (el siglo de la escolástica cientificista y del averroís-
mo herético, il secolo senza Roma, según Toffanin), resurge con Pe-
trarca, acentuando sus tendencias éticas y sapienciales, de una parte,
y de otra, antiescolásticas y antiaverrolstas. Los estudios que se van
haciendo sobre los principales humanistas—incluso sobre Poggio, Valla
y Pomponio Leto—demuestran los sinceros sentimientos cristianos
que abrigaban aquellos hombres y su firme adhesión a la Iglesia y al
pontífice de Roma. De sus costumbres no se puede sacar argumento
en pro ni en contra del humanismo, porque eran, poco más o menos,
las de los clérigos de su tiempo. Que un joven libertino como Becca-
delli escriba elegantes versos pornográficos, no significa que en los clá-
sicos latinos hubiese aprendido la inmoralidad. La pornografía se da
igualmente en los que ignoran el latín.
Los humanistas se contagiaron, como no podía ser menos, de los
vicios de la época renacentista; eran hombres de su tiempo. Pero no
fueron ellos los que imprimieron carácter en lo moral, filosófico y reli-
gioso a esa época nueva que llamamos Renacimiento, ni fué el huma-
nismo quien trajo el nuevo concepto de la vida. El amoralismo, el
indiferentismo religioso, el naturalismo, el laicismo, no nacen del es-
tudio de los clásicos latinos, sino de la nueva filosofía, cuyas raices se
pueden poner en Abelardo, en Averroes, en Ockham; se originan del
individualismo sin freno, de la razón, que se separa de la fe, y del cul-
tivo a ultranza de las ciencias naturales; es decir, de aquel pensamiento
herético y de aquel cientificismo que tan enérgicamente condenaban
los humanistas. Por eso es absurdo poner, como a veces se hace, al
filósofo Pomponazzi, al sabio y genial Leonardo de Vinci, al altísimo
pensador Nicolás de Cusa, al cabalista Pico de la Mirándola, en el
número de los seguidores del humanismo. Eran hombres del Renaci-
miento con tendencias francamente antihumanísticas.
Ni siquiera el arte renacentista, como no sea la arquitectura, y ésta
sólo en parte, se deriva de los antiguos modelos clásicos. La pintura
y la escultura son evolución del arte medieval por fuerza del natura-
lismo del hombre nuevo.
4. Los clérigos, necesitados de reforma.—Como en todas par-
tes, así en Italia el problema de la reforma eclesiástica no podía resol-
verse con el mejoramiento moral del pueblo—cosa que solían obtener
Pasajeramente los predicadores de penitencia—, sino que era preciso
deformar a los pastores de almas y corregir el funcionamiento de ciertas
instituciones eclesiásticas.
De la iniciada y nunca concluida reforma del clero regular hemos
dicho bastante en otro capítulo. Los frailes mendicantes, tan zaheridos
y ridiculizados, en ninguna parte hallaron enemigos tan virulentos
580 P.I. DE DONIPACIO V I I I A LUTERO
• Sobre el estado de los monasterios a principios del siglo xvi, TACCHI-VENTURI, La vita
religiosa m Italia p.69-95. A esta obra fundamental (t.i de la Storia deila Compagnia di Gesá
ín Italia] remitimos a) lector para todo lo concerniente al estado eclesiástico de Italia. Debe
también consultarse la larga introducción de Pastor al vol.3 de su Historia de los papas (p.3-203).
1 0 La península itálica contaba entonces más de 260 diócesis (TACCHI-VZNTURI, La vita
religiosa in Italia p.289). En 1532 aseguraba Carafa que la mayor parte de las diócesis italianas se
hallaban privadas de pastor (Conc. Trid. XU,71).
1 • Sobre el obispo Barozzi véase G . M . MAZ2UCHE1.LI, Cli scrittori d'Italia (Bresda 1753-63)
11,418-21. Sobre Giberti, H. JKDIN, II tipo idea le di vescovo secando la Riforma cattolica (Cremo-
na 1950) p. 38-48; G . B . PIGHI, Cían Mar tro Giberti (Verona 1924); A . GRAZIOU, Gian M a l teo
Giberti, vescovo di Verona, precursore delta Riforma del Concilio di Trenio (Verona 1955). '
1 1 TACCHI-VENTURI 1,52-58. J
C.I7. CONATOS DIt REFORMA EN ITALIA 581
él Salvador acompañado de San Pedro, San Juan y San Jerónimo con el león, tal como lo repre-
sentaron en sus cuadros no pocos pintores.
" PASCHINI, Le Compagnie del Divino Amor« « la benefteenza pnbblica p.4-5.
1 7 Se conservan sus constituciones. Cf. T . SOMIOLI, Vita di S. Ciacomo delta Marca scritta
quomodo ipsorum hospitalia essent provisa: regiis aedificiis constructa, optimi ribi et potus1
in prornptu, ministri diligentissimi, medid dociissimi, lectus et vestes mundis-simi et picti lecti...
Huc conveniunt honestissimae malronae, quae totae sunt velatae; ad aliquos dies serviunt pau-
peribus quasi ignotae et dein Iterum domum redeunt. Haec ego vidi Florentiis» (Tischreden
td. Weimar IV, 17 n,393o). . .
C.I7. CONATOS DIt REFORMA EN ITALIA 583
que hallamos en Orvieto a principios de siglo, ¿fué fundada por Bernardino de Feltre, muerto
M94. O era una imitación de la de Vicenza? No tenemos más datos que los suministrados por
el diario de un canónigo de la catedral, que escribía en 1510: «Essendo stata già più anni ¡acta
et ordinata una Compagnia della- Regula de Sancto Jeronimo et qui in Orvieto, nella quale erano \
entrati et sonno molti ciptadini et delle principale, et havivano et hanno un luoco, quale è Santa \
Agnese..., essa Compagnia acconciaro decto luoco, dove omne sobbato ad sera de nocte... adunati
che sonno, fanno certi loro cerimónii et dicano devota mente certo officio et orationc». Sigue -¡
contando cómo recogen limosnas para socorrer a los necesitados y cómo se ocupan de enterrar ¡¡
a los muertos (Diario di ser Tommaso di Silvestro: RIS t.15 p.5.» vol.a p.427-29). ,1
C.I7. CONATOS DIt REFORMA EN ITALIA 585
P.223-38; en la 2.' ed., 1,2 p.25-52! BIANCONI, L'opera delle Compagnie p.63-71. Pensaron algunos
críticos que los escritos espirituales de Catalina hablan sido elaborados lentamente por diversos
discípulos de la Santa, especialmente por Héctor Vernazza y su hija Battistina; pero hoy se da por
cierto que quien más intervino en su forma definitiva fué el sacerdote Cattaneo Marabotto, bió-
grafo, confesor y gran admirador de Catalina Fieschi Adorno (UMILE DA GENOVA, Catherine de
Cine»; iDict. de Spiritual ité').
1 7 En un catálogo de los socios Fraternitatis nuncupatae Divini Amorít, sub domini Ieronymi
Protectione, escrito hacia 157A, se dice: «Habuit ipsa Fraternità» principium die domini Stephani
Protomartyris XXVI mensis decembris, anno M C D L X X X X V I I » (BIANCONI, L'opera delle Com-
pagnie p.72). Los nombres de los primeros fundadores noa los da Battistina Vernazza en una carta
que escribió en 1581 trazando la biografia de su padre; y aftade: «Questi quattro pigliorno una
essa, con un giardino, in luogo secreto, et diedero principio ad una devotissima Compagnia, la
guai e cresciuta, et hora sono quaranta di essa Compagnia» (Opere spirituali della Venerabile Ma-
are Donna Battista Vemaxza, Canonica Regolare Lateranerae nel monastero di S. Maria delle
Ora»,, d¡ Geno va VI, 234; BIANCONI p.70).
58é ' P.I. DS BONIFACIO V i l i A LUTERO
cuatro veces al año) ; del capitulo de culpas, una vez al año en Cuares-
ma; del secreto que se debe guardar respecto a la institución y a los
nombres de los que la constituyen ; en fin, del Hospital de los Incu-
rables 28.
Fruto de la Compañía del Divino Amor fué el Hospital de los In-
curables, cuya fundación en 1499-1500 se debió a Héctor Vernazza
y a algunos compañeros inspirados por Santa Catalina de Génova. Es
bien sabido cómo entre 1495 y 1496 una terrible enfermedad hizo su
aparición en Italia y se extendió rápidamente a toda Europa con ca-
racteres de epidemia. Era la sífilis, llamada entonces morbus gàllicui,
porque los soldados franceses del ejército de Carlos VIII fuéron sus
primeras victimas y sus propagadores. Los inficionados del morbo se
tenían por «incurables»; por eso, por el peligro de contagio y por la
repugnancia que sus llagas inspiraban, los hospitales ordinarios negá-
banse a recibirlos. Muchos de aquellos infelices, con el cuerpo lleno
de úlceras doloroSas, se velan abandonados en la mayor miseria, arras-
trándose por las calles o desesperándose en la soledad de un tugurio.
Fué entonces la Compañía del Divino Amor la que ideó, formar
un hospital exclusivo para estos desgraciados. Así surgió el primer
hospital de los incurables, que luego tuvo imitaciones en otras ciuda-
des 29. Se le llamó en italiano Ridotto (que es lugar de refugio y acogi-
miento) dei Poveri Incurabili. Y para atender al mantenimiento y ad-
ministración del mismo se fundó una compañía de socios protectores,
Societas Reductus infirmorum incurabilium 30 . El prior de la Compañía
del Divino Amor debía vigilar.la buena marcha del hospital, incitando
a los hermanos a cumplir con solicitud' su oficio ; cada semana debía
visitar personalmente el Ridotto, y, si alguna cosa no procedía débi-
damente, debía comunicarlo a los demás de la Compañía para poner
oportuno remedio. Allí vivió mientras se hallaba en Génova y allí
murió en 1524 el piadosísimo y abnegado Héctor Vernazza.
5. • El Divino A m o r en Roma.—En el breve de León X (19 de
marzo 1513) aprobando la Compañía genovesa, se dice que ésta se
fundó a imitación de otras Compañías del Divino Amor que ya daban
copiosos frutos en varias ciudades de Italia 3 1 . Esto quiere decir que
Génova no fué la primera. A ella, sin embargo, le pertenece la gloria
de haber creado unos estatutos que fueron copiados o imitados por
las demás; y, sobre todo, de haber.engendrado a la más famosa e.in-
fluyente Compañía del Divino Amor, que fué la de Roma.
Héctor Vernazza será el portador de la brasa encendida que pronto
dará origen a una hoguera de caridad entre las tibiezas y frialdades
1 1 Como razón del secreto se da el «ser esta hermandad de laicos, los cuales a veces se asustan
de las obras buenas por el q u i dirán* (c.14 p.35). Héctor Vernazza ni siquiera a su hija le habló
jamás de dicha institución: «Dopo la sua morte ho inteso come ha fatto un secretissima opera mol-
to degna, tanto sibilata, che sendo egli morto—credo nel 1524—, nondimeno non si e mai sco-
perta» (Opere spirituali VI,233; BIANCONI, p.69).
2 * Véase la documentada monografìa del capuchino CASIANO DE LANCASCO C(i Ospedali degli
y nuevos de la Confraternidad del Hospital de Santa María del Pòpolo y de Santiago in Augusta
Hablan decidido destinar en adelante su hospital exclusivamente a los enfermos incurables, dando
nueva organización al establecimiento. El papa aprueba la nueva organización, «3 tatú ta praedicta
approbat et dicturo Hospitale finfirm. Incurab.] in Archihospitale caputque omnium hospitalium
paupcrtim infirmo rum incurabilium erigiti (Hullarium V.Ó40-44; HERGENROETHBR, Leonis X
Regesta II,i44 n.i6S3S; CASIANO DB LANOASCO, p.9S; PASCHINI, La beneficenza p-37-39).
3 4 Consta que Vernazza estuvo en Roma a fines de 1511 y principios de 1512. D e su estancia
e n 1515 véase CASIANO DE LANGASCO, p.104.
3 3 Desgraciadamente no se conserva m i s que la regosta, sin fecha, pero pertenece al cuarto
afto de pontificado (11 de marzo 1516 al 10 de marzo 1517). F.n PASTOR lV,2 p.586 nota.
3 8 Cayetano inicia entonces una vida de m i s intenso fervor y poco después se ordena de sacer-
dote en la festividad de San Jerónimo (30 de septiembre 151 ó). Sobre la figura del santo vicentino,
K. DE MAULDH LA CLAVIÈRE, San Gaetano da thiene e la Riforma cattolica italiana, trad. ital. en-
riquecida con nuevos documento* por G . Salvadori (Roma 1 9 " ) : P. PASCHINI, San Gaetano
ititene, Gian Pietro Carafa e le origini dei Chierici Regolari Teatini (Roma 1926); PIERO CHIMI-
O EI ' L U S<m Gaetano Thiene, cuore della Riforma cattolica (Vicenza 1948); A . VP.NY BALLESTER,
¡>an Cayetano de Thirna, patriarca de los clérigos regulares (Barcelona 1950); F . ANDREU, Lettere
"7' i ' i t C < " , a n » da Thiene (Roma 1946).
A l fin de su poema sobre las iglesias estacionales de Roma, firma: "Julián de Dati, e quello
588 P.I. DE BONIFACIO V i l i A LUTERO
a chi perdoni—che a composto in rima le Stazoni». Dios le habrá perdonado también el haber
puesto en rima el Calendario y la Storia di tutti i Re di Francia (P. PASCHINI, Un parroco romano
in sui primi del 500: (Roma* 6 [1028] 19-25).
11 Elenco dei confratelli del Divino Amore dì Roma (1524), descubierto y publicado por CAS-
TELLINI, Figure della Riforma pretridentina p.282-83. Entre los 56 nombres figuran dos alemanes
y tres que se dicen hispaniensis; pero también parecen españoles Alfonso de Lerma, Martin de
Villaverde, Juan César Pardo, Pedro Meriel.
3 9 El 1 de octubre de 1524 habla esperanzas de que entrase Giberti. Leemos en una carta del
sacerdote español Jerónimo de la Lama (de Solana): «Una prima domenica da poi io veni, si fece
congregazione de tutta la Società Divini Amoris... dove fu' io acceptato per la grazia del Signore
cum maxima cariti da tutti... Spero el Datario [Giberti] e lo episcopo de Caserta et un altro
episcopo e doi altri molto favoriti e grandi intra ra no presto in Societate Divini Amori*» (MAUI.DE
LA CUAVIÈRE, San Gaetano p.t6ò). Este Jerónimo de Solana figura en el elenco arriba citado en
el puesto 26; ¿1 fué quien organizó la Compañía del Divino A m o r en Padua en 1593 y llegó a ser
uno de los primeros teatinos (A. BENY BALLESTER, San Cayetano p.t 15-116 y 291).
40 Vita et gesti di G. P. Car afa... raccolti dal padre don Antonio Caracciolo, ms, en la bibl. Ca-
Castaño da Thiene, sino papa Paolo ¡Vi pero, como h i n notado bien Paschim v Casiano de Lan-
«ssco. ese «protonotario», de quien dice a continuación que «se fué a Veneda y allí hiio un hospital
» l a manera del de Roma«, no es otro que San Cayetano. Pudo ser que Battistina errase leyendo en
'»» cartas Tfiealinut (Paulo IV) donde se decía Thieneut (Cayeinno), o que después de tantoa aftos
Uiaumtln* escribía en 158O hiciese inadvertidamente de las dos figuras una sola.
, Origine el lummario dell'opere pie di Roma: BIANCONI, p.89. L a antigua calle del Pópolo
es hoy vía Ripetta.
590 P.I. DB BONIFACIO V i l i A MITBKO
enero de 1519 por el cardenal Julio de Médicis (futuro Clemente VII), y en ella entraron «carde-
nales, prelados y mercaderes de buen nombre« (ibid., p.51).
*> El padre capuchino FRANCISCO SAVERIO DA FRUSCIANO (Maria Lorenza Longo s l'opera
del Divino Amore a Napoli p.175-77) estima probable que lo que hizo Vernazza fué reorganizar
una antigua Compagnia dei Bianchi fundada cuarenta y cinco años antes por San Jacobo de la
Marca. Nosotros preguntamos: /Reorganizó la Comparila aún existente o resucitó la que estaba
muerta? U n Indice de los Capitoli et Ordinationi p.212-213.
4 7 Era viuda de Juan Longo (Lunch), distinguido jurisconsulto en la Cancillería del Rey C a -
siempre en su estado laico; su Congregación fué aprobada por Paulo IÍI en 1 $40, D e él y de San
Antonio Maris Zaccaria (1502-1 $39), fundador de los Barnabitas, se hablará en otro capitulo.
. 3 4 ' T r a le miserie che recò a questa città di Roma il lagrimevoie sacco dato dall'esercito eretico
di Borbone, una fu che si dispersero con molte cose sacre, anche diverse pie istituzioni di devo-
zione e di pietà, tra le quali si «stinse questa nobit Compagnia del Divino Amore» (C. B. PIAZZA,
Opere pie di Roma (Roma 1679] p.546-47).
C.I7. CONATOS DIt REFORMA EN ITALIA 593
-tariiu fri Pauli «piitolam ad Komanoj (S. Rirrr.R, Un umanista teologa. Jacopo Sadoleto, Rom» i f l u ) .
' ' J. PAQLMER, Jetóme Aliandre, de ta naissance i la yin de ton séiMt a Brinda (l'ari» 1000);
G . LITURI, Notizie delle vile ed opere scritte da letterati dal Friuli (Venecia 1760) 1,456-506;
P,Mowti Journal autofciographioue du card. AUandre (Paris i8q6). _
" F. C . CIIURCH, / riformatori italiani trad. D . Canlimorl (Horvncia t « j ) I,6o. Cuahdo otro
«neciano y partidario ferviente de la reforma eclesiástica, Luis I.ippomano (1500-1550), fué
elevado a la dignidad episcopal, Contarini le dirigió el librilo De officio spúcopi. Sobre la vida y
594 P.I. ' W ! DONIFACIO VILI A LUTERO
C A P I T U L O XVIII
reperlri cnntlnenlem prmbylerum» (R. WOLKAN, Rrtefiuechsel des Asneas Silvius Piccolomini
(Viena 1909-181: «Font. rer. Auitr.« L X V l I , i y 3 ) , En l.omb*rdla era el concublnsto U n común,
que se decís como proverbio popular: «Se vuoi andaré all'inferno, fatti pretei. Véanse los datos
que aporta P. TACCHI-VKNTURI, La vita religiosa in Italia I,i p.58. El autor de Onus Ecctesíae
escribía: «In Alemania, tneherde, pauci aunt curati, qui non foetore concubinatus marcescont*
(c.31). Y el Beato P. Fabro lo confirmabu en carta a Sun Ignacio: «Pluguiese al SeAor nuestro que
en cada ciudad deatss de aci hubiese dos o tres sacerdotes no concubinarios« (Fabri M o n u m e n t o .
p.59: MHSI).
C.l8. w RTIJORMA RN RSPAÍÍA A MNIÍS DEI, S.XV 597
cardenal Juan de Mella, SAnchez de AnVvalo, etc. Del siglo xtv tenemos un documento que
nabla muy en favor del clero castellano: ts el Libro de costumbre« del cabildo de Sepúlveda, escrito
fy. '31 • por los clérigos de aquella villa, movidos por el s f i n de vivir ien paz • en caridad», pu-
oiicado en «Rev. Archivo» B. y M.» 3 (i«y>) 719-713.
598 F.I. DB n O N I Í A C I O VIII A CUTERO
\ P u ^ e s e dudar it esas Tablas que se pusieron en las parroquias coinciden con el catecismo
que imprimid con este titulo: Cim-nismiu ¡tro iudatorum convsrtione ad letu Christi Jidtm facitr
expidiendo, (Sevilla 1478). Sobre el gran cardenal víase A . MERINO, El dardtnal Mendoza (Barce-
lona 19.1a); F. LAYNA SERRANO, Historia d* Guada/ajara y NU Mendotas en lot siglos XV y XVI
(Madrid 1942) 11,36-83.
C.l8. u RWORMA BN GSrAÑA A FINES DEL S . X V 599
nos cinco testigos (c.17); que las órdenes sagradas se confieran gra-
tis (c.25), etc.
Digamos aquí también unas palabras acerca del concilio nacional
de Sevilla, presidido' por el arzobispo y cardenal Pedro González de
Mendoza en el verano de 1478. Fueron propiamente los reyes D. Fer-
nando y D. a Isabel quienes lo convocaron con objeto de hallar en la
jerarquía española un apoyo para las peticiones que deseaban hacer a
la Santa Sede. La «santa congregación de la universal Iglesia destos
reinos»—titulo que le dan los reyes—se celebró del 8 de julio al 1 de
agosto, con asistencia del «cardenal de España», que representaba a sus
dos diócesis de Sevilla y de Sigüénza;' los obispos'de Mondoñedo,
Cádiz, Córdoba y Segovia; los procuradores de los obispos de Toledo,
Burgos, Cuenca, Patencia, Osma, Astorga, Orense, Ciudad Rodrigo,
Plasencia, Jaén, Calahorra, Salamanca y de varios otros cabildos.
A las propuestas de los reyes contestan los obispos que «les place
de suplicar al nuestro muy santo padre» se lleven a efecto las suplica-
ciones relativas a la provisión de las iglesias catedrales y otras dignida-
des eclesiásticas, excluyendo de ellas a los que no son «naturales destos
nuestros reinos», y obligando a los prelados y demás personal que tengan
beneficios a residir en ellos. A continuación dan algunos decretos de
reforma disciplinar concernientes a las costumbres de los clérigos y a
la residencia de los obispos y suplican el cese de los entredichos, de ias
indulgencias venales y de ciertas exenciones 7 .
cilio¡ apañóla inéditos: B R A H aa (1893) 213-57, con otro* documentos. De H. Jedin son estas
palabras: ' L a s actas del concilio nacional de Sevilla de 1478 dejan claramente ver que el episco- t
pado espaftol no se sentía en modo alguno esclavo de la Corona, Todos estaban de acuerdo en
las grandes lineas de la reforma: robustecimiento del poder episcopal contra lo* exentos, resis-
tencia al nombramiento de extranjero* pnra las prebendas espartólas, mantenimiento del deber
de la residencia: mas al mismo tiempo defendían enérgicamente los obispos la libertad eclesiás-
tica y no se prestaban a ataques contra los derecho* primaciales del papa. L a Iglesia conserva
para si la Iniciativa; el Estado la socorre y, ai es preciso, le presta su brazo» (Gachicltl« da Konzils
u n Trimt [Kreiburg 1951J 1,123).
* GALINDEZ DE CARVAJAL, Anales brava p,S33-
C.l8. u REFORMA RN ESPAÑA A FINES DEI S.XV 601
Por obra de estos dos reyes, la triste nación qué caminabá hacia
él precipicio emprendió el vuelo más ajto de su historia. «En todos sus
reinos poco antes habia homes robadores e criminosos, que tenían dia-
bólicas osadías, e sin temor de justicia cometían crímenes e feos delitos.'
E luego en pocos dias, súpitamente, se imprimió en los corazones de
todos tan gran miedo, que ninguno osaba cometer fuerza, ninguno
decía mala palabra ni descortés. Todos se amansaron e pacificaron',
todos estaban sometidos a la justicia e todos la tomaban para su de-
fensa. Y el caballero y el escudero, que poco antes con soberbia sojuz-
gaban al labrador o al oficial, se sometían a lá razón e no osaban enojar
a ninguno por miedo de la justicia que el réy e la reina mandaban
ejecutar»14.
Expidieron pragmáticas contra los juegos de azar, contra el excesivo
lujo, contra los ladrones, vagabundos y viciosos ¡ las penas contra, estos
últimos-fueron .severísimas. Era natural que también se metieran con
el clero, que podía ser un elemento perturbador.
TINACUE como lema de >u libro Fernando <1 Católico y ti cisma de Pita (Madrid 1946). Ver del
miamo El testamento político de Fernando el Católico (Madrid (.a.).
1 4 FERNANDO DEL PULGAR, Crónica de los se/lores Reyes Católicos p.426.
1 5 FITA, Concilios españoles p. 219.
14 Anales breves p.533. De la reforma monástica baste decir que los reyes obtuvieron de la
Santa Sede en 1494 autorización para promoverla en todas las órdenes religiosas, como luego
veremos, y que se conservan muchas cartas a la curia romana suplicando se ponga mano a la re?
forma de determinados conventos. Véase A . DI LA TORRE, Documentos sobre rc/íiauriei interna-
cionalts passlm;' E. PACHECO Y DE LEYVA, La política española en Italia (Madrid 1919) 1,1-130;
sobre 1 « Ixrnedictinos de Nájcra, M . PALACIOS. Im Reyes Católicos y la reformación morid ¡tica
de las abadías benedictinas burfátesam 'Boletín de la Instit. • Fernán González* 30 (19S1) 633-39-
Algunos privilegios O inmunidades de los conventos recientemente reformados, en ALONSO PE
SANTA O U X , Cr¿nica de los reyes 1,184.
C.L8. u RKFORMA BN BSPARA A FINBS DEI, S . X V 60.3
grafía.
C . GUTIÉRREZ, L a política religiosa p.235; Corte« di lo» antiguos reino» de León y Castilla
(Madrid 188a) IV.Ío.
ti i oíd.; Corte» de lo» antiguo» reino» IV, 143.
>1 £°r'e> di los antiguos reinos (Madrid 1866) 111,856.
»1 7 Í R S K : '° 0 1 AZCONA, La elección y reforma del episcopado español p.181 del ms.
14 NI' AYUERICH, Nomina et acta episcoporum Bnrcinonemium (Barcelona 1760) p.390-98.
, " r a el obispo de MondoAedo pedia el rey en 1498 un breve, »porque él va a residir a tu
«U r*' , q u * h » FECHO de mucho tiempo a c i ninguno de sus predecesores» (TARIICIO DÍ AZCO-
La elección y reforma p.i8i del mt.).
6Oí P.I. Dlt DONIPACIO VIII A l U ' / H R O
1 1 En una Instrucción al embajador, conde de Tendilln, fine« de 1494, dicen loe rey«*: «Seria
inestimab|e dafló e inconveniente, que o t a Iglesia [de Sevilla], que ha menester presencia de pre-
lado, fueme regida y gobernada por absenté* Iborrado: y tan mal como las otras que tiene; M
refiere a Borja], lo cualserls grandísimo cargo de conciencia, a Su Sanctédat hactr y a Sus Altezas
Comportarlo, «tundiendo que es primaria« casi única dignidad en esta tierra e provincia de A n -
dalucía, toda frontera por tierra y por mar cercada de moros, y aun no del todo limpia de após-
tatas y heréticos cristianos, e assimesmo porque es grand mengua de la honra de Sus Majesta-
des, quel segundo arzobispado de todos estos reinos se permita ser dado, no sólo sin su voto,
suplicación o consentimiento, mus aun contra su voluntad y espreso defendhniento«. Y siguen
acusando al vicecanciller de codicioso, atrevido y falto de respeto para con sus reyes (TAKIICIO
DE AZCONA, La elección y reforma p.i 19 dei-ms.; C . GUTIÍRRKZ, Política religiosa p.zjS).
, 1 8 Este acuerdo de los principes, con fecha de 1469, lo publicó en i 8 z i CLEMENCIN, Elogio
de la Reina Católica apénd. p.579-583.
>7 D e Isabel escribe Marineo Slculo: «In maioribus autem conferendis sacerdotibus et pon-
tificatibus non tam personarum. nobilitatis et eruditionis, quam virtutil et honestada rationjm
habebatt (De rebus fhspaniae fol.iaav). Esta regla, por lo que toca a D. Fernando, sufrióvflrma
excepciones, pues prevalecieron las razones políticas al conceder la mitra de Osma O s o s ) » A l -
fonso Enrlquez, «que no tenia más espiritualidad que un jarro« (frase del predicador de la corte)
y era hijo bastardo del almirante de Castilla; y al permitir en 1507 al arzobispo de Compostela,
Alfonso II de Fonseca, resignar la sede en au hijo natural Alfonso III de Fonseca. D e ambos
nombramientos le remordía la conciencia al Rey Católico, según testifica Gallndez de Carvajal
(Anales p.ssó). Alfonso II de Fonseca ( | 151a) era sobrino de Alfonso I de Fonseca, arzobispo
de Sevilla (1454-io; 1464-73). Durante los artos 1460-64 f u i arzobispo de Compostela por haber
permutado la sede con su sobrino, pero tuvieron que destrocar pronto. Cuando el segundo re-
signó en su hijo, con escándalo de mucho*, observó Cisneros que, pues la sede de Santiago se
amayorazgaba, o vinculaba en lo* Fonsccas, habría que preguntar si se excluían las hembras
(OÁÜNDEZ DE CARVAJAL p.5j6). El tercer Fonseca (1475-1534) tuvo un hijo en au juventud,
alcanzó la mitra toledana y fué un gran prelado del Renacimiento, protector de loa humanistas
como Erasmo, a quien concedió una pensión anual de 200 ducado* de oro, y fundador de mag-
níficos colegios universitario* en Salamanca y Compontela, El Rey Católico quebrantó también
la norma establecida, nombrando a su hijo natural Alonso da Aragón arzobispo de Zaragoza;
• un sobrino homónimo, obispo de Tortosa, y a Juan de Aragón y de Navarra, también sobrino, '
'"»•> de Huesca-Jaca. Ninguno de ellos fué modelo de preludo».
C.l8. U RBKORMA BN BSPASA A KINBS DEL S . X V 605
seguían en su canto sin ser molestados por sus obispos, pidieron al papa ti permiso de urgir a
éstos a que cumpliesen su oficio pastoral. Y Alejandro VÍ se lo concedió por la bula Inter curas
multíplices (1 de septiembre 1499), que puede verse en LA FUENTE, Historia telesidstiea V , ¡ 8 a
»Pénd.3.
606 P.I. DS BONIFACIO V I I I A I . U T E R O
>1 Carta de fos reyes al electo Diego Meléndcz Valdés, en TARIICIO DE AZCONA, La elección
y reforma p . n o del ms.
J ) L a bula en C . GUTIÉRREZ, Política religiosa p.264-67. En otro capitulo queda referido el
C.l8. u reforma BN ESPAÑA A « N B S DEI, s.xv 607
Entre los obispos insignes que arriba hemos mencionado hay al-
gunos que merecen estudio particular, porque fueron activísimos co-
laboradores de los reyes y de los papas en la gran empresa de la restau-
ración eclesiástica española. Escogeremos solamente tres: uno de la
Orden de San Jerónimo, otro dominico y franciscano el tercero '34.
i. Hernando de Talavera, primer arzobispo de G r a n a d a . —
Lo que fué Juan Mateo Giberti, obispo veronés, para Italia, eso y
mucho más fué para España el venerable Hernando de Talavera,
espejo de prelados, celosísimo pastor de almas y primer fundador de
seminarios sacerdotales diocesanos.
Nacido el año 1428 en la ciudad de su apellido, graduóse de teolo-
gía en la Universidad de Salamanca y regentó allí mismo la cátedra
de ética o filosofía moral. Ordenóse sacerdote y empezó a dedicarse
con gran fervor y fruto a la predicación de la palabra divina. Cumplidos
los treinta y cinco años, ingresó en el monasterio jeronimiano de San
Leonardo, de Alba, y a los pocos años fué elegido prior del de Nuestra
Señora del Prado, cerca de Valladolid. Distinguióse siempre por su
tierna devoción a la santa misa y a todos los oficios litúrgicos. Era de
condición suave y amorosa, sabiendo, juntar la más fina caridad con
el más rígido cumplimiento de su deber.
«Como corrían tan a la iguala en este siervo de Dios letras, santidad
y prudencia—escribe Fr. José de Sigüenza—, su fama llegó a oídos
de D . Fernando y D.» Isabel, quienes lo llamaron para que fuese su
confesor. La primera vez que confesó a la reina pasó una cosa digna
de saberse. Acostumbraban a estar ella y el confesor puestos de rodillas,
arrimados a un sitial o banquillo; llegó Fr. Hernando y sentóse en el
banquillo para oiría de confesión; dijole la reina: «Entrambos hemos
de estar de rodillas». Respondió el nuevo confesor: «No, señora, sino
yo he de estar sentado, y Vuestra Alteza de rodillas, porque éste es el
tribunal de Dios, y hago aqui sus veces». Calló la reina y pasó poF
ello como santa, y dicen que dixo después: «Este es el confesor que
yo buscaba» 35 i
Presentado para el obispado de Avila, tomó posesión de aquella
sede, muy contra su voluntad, en 1485. Acompañó a IOB reyes, de
quienes era fiel consejero, en la conquista de Granada, y, al ser ins-
tituida aquella archidiócesis, fué él su primer arzobispo (enero de 1493).
patronato »obre la« Iglesias americana«, concedido por Julio II el 18 de julio de 1508. Sólo en
'522 Adriano V I otorgar! al emperador el derecho de patronato «obre todo« lo« obispados espa-
lóle». U n derecho sobre todos los beneficios (salvo excepciones), como el que exisUa en Francia
desde 1516, no lo alcanzarán los reyes de Esparta hasta 1753.
1 4 N o podemos detenernos en dibujar mucluis figuras del clero secular, que merecerían tra-
tarse aparte en una historia de la Iglesia española. Baste aludir a tres que se distinguieron por sus
letras y virtud: Pedro Jiménez de Préjano ( t 1495), Diego de Muro« ( t 1525) Y Diego Ramírez
de Villacsciwa. C f . J. SOIANO DI FIOUEROA, HisiuWd eclesiástica de la ciudiid y obispado de Ba-
dajo» (Badajoz 1033): LICENCIADO ESPINOSA, Vida de Muros, sacada de papeles y memorias de la
tonta Iglesia de Oviedo ms.940 de la Bibl. Nac. Madrid: una breve biografía inédita de Muro*
hs publicado J. M . Fernández Catón, que citamos en la nt.84: F . GONZÁLEZ OLMEDO, Diego
"omite* de Villaescvsa. J4J9-r.5J7. fundador del ColfJiio de Cuenca (Madrid 1944).
" Jos* DM SKIÜENZA, Historia de ta Orden de Sun Jerónimo P 3-* l . í : N B A E 12 (Madrid
JJ 0 ») 295. Lo» capítulos 29-37 (p.288-329) están dedicado» a la vida de Fr. Hernando de Tala-
r»™, Artade en el último capitulo varias hermosísima» cartas de la reina a «u confesor, Víanse
'«mblén en CLEMENCIN, Elogio de la Reina Católica ¡lustr.13 p.355-383.
608 P.I. DS BONIFACIO VIII A I.UTERO
contenido, de un librito de doctrina cristiana. Existe de Talavera otra obra rarísima, que se con-
serva en la Bibl. Vallicellana de Roma, intitulada CathUica impugnación dtl herético Mullo qut en
«I orto de 1480 fué divulgado en la cibdaddt Sevilla (Salamanca 1487). El tanto arzobispo, que tenia
*n aut venas algunas gotas de sangre judia, hubo de sufrir amargamente cuando él y sus familia-
ra», acusados falsamente de judaizar, fueron procesados por el inquisidor Diego Lucero, Salieron
'nniunes gracias a la protección del rey y a la defensa de Cunero» (PSRNANOEZ DB RETANA, Cii-
y tu siglo 1.438-41 ¡ H. C . LEA, A History of the fnnuisition of Spein [New York 190ÍJ I,
y>7-aoo). Para completar la bibliografía véase P. DC SUAREZ, Vida dtl Venerable Fr. Hernando de
Talavera (Madrid 1866)¡ FIDEL FKUNANUEZ, Fray Hernando de Talavera (Madrid 1941): J. DO-
MÍNGUEZ BORDONA, Alguno» precisiones tabre Fr. Hernando dt Talavera: «Boletín R. Acad. Hist.»
i í ' j ' . ' s o ) J09-Z29; Breve »urna dt la sania vida dtl reverendísimo y bienaventurado Fr. Hernando
¡"lanera ms. <ln la R. Academia de la Historia (Madrid),
«s G on "'' u<; i'<nes sinodales de Salamanca (Salamanca 1497).
„ . . Cbnstiluciones y estatuto» hechos 1 ordenados por el muy reverendo y magnífico señor D. Fr. Die-
' D « a , obispo de l'nltncia e conde dt Bernia (Snlamnncn 1501),
í. M " dt la iglesia 1 20
610 P.I. DE BONIFACIO V i l i A LUTERO
sobre los oficios litúrgicos. 23. Diversas penas contra los clérigos que
vistan ostentosamente, lleven cabello largo, asistan a fiestas munda-
nas, etc. 25, Facultad a los sacerdotes que van a celebrar misa de escoger
un confesor que pueda absolver de casos reservados; los sacerdotes
deberán declarar cada dos meses con quién se confiesan. 30. Los bene-
ficiarios residan en el lugar de sus beneficios. 38. Penas contra los
blasfemos. Los obispos de la archidiócesis deberán visitar diligente-
mente sus iglesias cada año 41 . ,
Favoreció a Rodrigo de Santaella en la fundación de su colegio
sevillano; y como devotísimo que era de Santo Tomás, fundó para
veinte colegiales dominicos en 1517 el Colegio de Santo Tomás, se-
mejante al de San Esteban, de Salamanca. «Las principales condiciones
de la fundación fueron que perpetuamente, para siempre jamás, se
lean una lición de Sagrada Escritura, con exposición de dotores cató-
licos, y otra del Maestro de las Sentencias, con la letra del Angélico
Dotor Santo Tomás, que es de prima, y otra de vísperas. Una de ma-
terias escolásticas, y otra de teologia moral y casos de conciencia,
otra de filosofía, leyendo el texto del Filósofo, con exposiciones reales,
que declaren la mente suya. Otra lición se hablan de obligar a leer de
lógica magna y otra de súmulas, que es todo cuanto la Orden enseña
en los más insignes y calificados colegios y conventos»42.
De sus escritos teológicos—todos en defensa de Santo Tomás—,
baste decir que Bigue demasiado servilmente a Capréolo, «pero tendrá
el innegable mérito y pura gloria de haber sido el primero o uno de
los primeros teólogos españoles que dió a luz una teología completa
que sirviese de guia y norte para interpretar fácil y bastante fielmente
al Angel de las Escuelas»43.
En honor de Fr. Diego de Deza hay que decir que, estando en
Salamanca, supo comprender y patrocinar a Cristóbal Colón cuando
otros lo tenían por un soñador. En cambio, como inquisidor general
—oficio que mantuvo de 1498 a 1507, sucediendo al célebre Torque-
mada—, Deza ha dejado un recuerdo lamentable, no tanto por su
acción personal cuanto por haberse dejado guiar del inquisidor de
Córdoba, Diego Rodriguez Lucero, hombre excesivamente crédulo,
exaltado, enemigo de los neoconversos, colérico y de una dureza rayana
en la crueldad 44 , tanto que uno y otro tuvieron que ser destituidos
en 1507.
No por eso la autoridad de Deza padeció menoscabo. Designado
para la sede primacial de Toledo, no tuvo tiempo para tomar de ella
posesión, falleciendo en el monasterio de San Jerónimo, de Sevilla,
el 9 de junio de 1523.
3. Francisco Jiménez de Cisneros.—Hemos llegado a la figura
cumbre de aquella época, recia personalidad de imponente grandeza, 1
una de las más descollantes y señeras de la historia de España, perso-
41 MANSI, Concilia XXXVIII,579-650.
" JUAN LIVKX, Historia general de Santo Domingo y de su Orden p.4.» (V«lladolid 1615)
_ A . PÉMKZ QOYZNA, El ¡V centenario de la mu«rt« del maestro /-Y. Diego de Deza:
y Fe» 67 (IQJI) 31-40. Algunos documentos sobre Deza en la breve nota DE M . CANAL, FRAY
Diego Diza. Algunos datos para su biografía: «Analects S. Ord. Praed.» 16 (1913) 337-40.
4 4 «Lucero, que con más justicia debía llamarse Tenebrerò«, según exprrsiAn de Pedro Már-
rarna , A " i ' l l c r a (Epin. 333). b« «Ido presentado por el aimslnnado historiador Lea como «I*
w " U 6 n del mal», y su gerencia como «el reino del terror» (A History of the Inquisition 1 , 1 8 9 . a 1 " '
C.l8. U REFORMA KN ESPAÑA A f i n k 3 D E t S . X V ©11
4 1 Parí estudiar a Cimero« aigue tiendo clinica y fundamental la obra de ALVAR GÓMEZ
n
u» '«bu» g«ti»; utilizó algunot apuntet de Juan de Vergara, secretario de Cisneros, y el Memorial
5* Vallejo, p a j r del arzobispo (ed, Madrid 1913), con otrot muchos datos inmediatos y documentos
Alcalá; el 1.8 y último lo dedica a la historia de la Universidad, en la que i l era profesor. De
**¡v*r Gómez de Castro depende Hefele y todos los modernot. L a historia más completa, aunque
jjenos fundad» en las fuentes de lo que 1 primera vista parece, es la de Fernández Retana. V í a s e
'» bibliografía, lo mismo que la obra fundamental del conde de Cedillo, sobre Cisneros gober-
j " 1 « ! la biografía apologética, pero rica de dalos, de Quintanilla: 1 « literarias y evocadoras
fornir* j * t w a i s h , etc. fxibre la primera época de Cisneros queda mucho por aclarar; de la
•néSn L ' l o " Cisntro. ha tratado con critica sobriedad DOM C.ARCIA M . COLOMBÀI, Un re/or-
p g Benedictino tn tiempo de to» R e y » Católico», García Jiménez di Cisneros (Montserrat 1955)
612 P.I. DS BONIFACIO VIII A I.UTERO
también con ese titulo Juan l.ópez ds Medina, arcediano de Ahrw/íin, fundador de la Universidad
de Sigüenza y amigo fraternal de Cisneros (FERNÁNDEZ DE RETANA. Ciinrroi y IU rielo I.76).
C,l8. U RKKOKMA MN HSPAÍU A F I N E S DEL S . X V 613
, 4' Memorial de la vida de Fr. Francisco Jiménez de Cisneros p.6. El cronista franciscano Se-
bastián I-iln, bastante tardío (poco antes de 1819) y enemisto de Cisnoros, afirma, sin pruebas,
'lúe en 1403 hnbla empezado la reforma el vicario provincial I'r. Manuel Ovalle, inmediato ante-
cesor de Cistioriw (J. MESEOUES, La IMLRI «fte « » • (19 de mayo da 1517) y la rejbrma cisneriana:
'Archivo Ibero-Americano» 18 (I958J ¡a-ib).
. 4 1 El documento en A . OETEOA, Ims casas de estudios de la provincia de Andalucía: A I A i
í ' * " - A continuación, el mismo papa aprueba la designación de Cisneros para tal oficio.
1 . Las palabra» entrecomillada» ptirleneccn a la wrilica de los reyes al papa, súplica que fui!
"enignamcnlc atendida por Alejandro VI. De esa bula papal, cuyo paradero se ignora, habla
hit " í t a £ ' " n . (Arquetipo p.aj). En la súplica de los reyes por medio de su embajador se dice tam-
-."'•.•Suplienrils a Su Santidad que... todas lus libadlas a priorndga» e otras cualcsqiiier perla-
< • , •! monesterios de nuestros reinos sean electivas por los mismo» conventos» (E. MUCETA,
„ 7 " " * at estudio de la diplomacia de los Reyes Católicos. La embajada de López de Maro
«orna en 1.193; «Anuario de 1« Hi«t. «leí Derecho Esparto!« 6 liga«) 145-96; cit. 176-77).
614 IM. NI! IIO.NU'ACIO VIII A I.UTBKO
reina Isabel en persona, que hacia el oficio mucho mejor que él. De-
pendiendo las clarisas de los conventuales, participaban de su modo
laxo de entender la regla franciscana, quebrantaban frecuentemente la
clausura y se veían expuestas a más peligros que los frailes. Cisneros
procuró asegurarles una renta suficiente para que pudieran llevar una
vida ordenada y recogida y las puso bajo la dirección de los observan-
tes. La reina iba muchas veces a los conventos relajados, y se ponia
tranquilamente a conversar con las monjas, cosiendo y bordando o
rezando en su compañía hasta enterarse de sus imperfecciones y desór-
denes ¡ entonces las amonestaba suavemente y las exhortaba a cumplir
exactamente sus deberes.
Aunque Cisneros poseía autorización pontificia y real para entender
en la reforma de todas las órdenes religiosas del reino, no parece que
actuara directamente más que en la de su propia Orden franciscana,
en lo cual obró muy prudentemente, ya que en las demás hubiera sido
mal vista la intervención de un fraile extraño y, por otra parte, ellas
trabajaban espontáneamente en su propia reforma. Cuando empereza-
ban un poco o remitían del todo, eran los reyes los que se encargaban
de espolearlas, intercediendo con el general de Roma o con los carde-
nales y con el papa, favoreciendo a los visitadores, procurando la paz
interna de conventos y monasterios, protestando contra la ilegalidad
de alguna elección de abad, etc. LOB nombres de D. Fernando y D.* Isa-
bel aparecen continuamente en las historias de la reforma benedictina,
dominicana, etc. En muchos casos se adivina la mano oculta de Cis-
neros, el cual no podía menos de intervenir, aunque indirectamente,
en tales asuntos, pues era primer consejero y como el primer ministro
de los Reyes Católicos.
Una observación final. Considerando los efectos de la reforma cis-
neriana de los franciscanos, observamos, por una parte, que los obser-
vantes se inclinan hacia el eremitismo, hacia el recogimiento—no sin
motivo han notado los historiadores que el movimiento de los alumbrados
se produce en torno a los conventos de San Francisco 5 3 —, y, por otro
lado, vemos que de esos conventos reformados salen los más ardientes
misioneros del Nuevo Mundo, empezando por los «doce apóstoles» de
Méjico. Espíritu de recogimiento y espíritu de apostolado, contempla-
ción y acción, ilusiones de profetismo apocalíptico y visión realista de
la vida: éstas y parecidas antinomias, ¿no latían en el alma misma de
Cisneros, fraile de oración y penitencia, gobernante y político de admi-
rable sentido práctico, y—no ocultemos esta faceta—hombre crédulo,
fascinado por lo que presentaba algún aspecto de sobrenatural y pro-
tector de «beatas» y de visionarios? ¿Y no pueden descubrirse también
esas notas, al parecer discordantes, en aquellos extremistas y fanáticos
«espirituales» del siglo xiv ?
" Sobre lo« contactos de los franciscanos observantes con los alumbrados véase BATAILI.OK,
Erasmn y Eipa/la 1,7-1-83 y especialmente 304-310. Aquí reconoce Bataillon que el ¡luminismo
no f u i patrocinado por los superiores de la Orden; Fr. Francisco de Qgiftones dictamina severa-
mente contra «estas Iluminaciones imaginaria**. pero «Ande Bataillon: «lia Incontestable que j»
reforma franciscana, por su voluntad misma d« crear hogueras da vida espiritual, ha dejado
terreno propicio paro una fermentación mística como el iluminismo» (p ato). Merece estudiar**
el Influjo de la reforma espartóla en la evangel i/ación de América. Indicación» para Méjico en
KOOERT RICARD, La conqnisln espiritual d< Mi'xico trad. de A . M. Garlbay (Méjico 1947).
C.lS. I.A KF.rOKMA KN ESl'AflA A H N K S UEI, iJ.XV 617
*»rá que Vnllejo distingue el sínodo de Alcalá del de Toledo, piren descrito el primero, aAade:
•Y dende ahí i de Tortosa, adonde habla ido con los reyes] te volvió a su villa de Alcalá de Henares,
adonde celebró su seftorla tlgnodo el aAo de t mil C C C C X C . V aftosi (p.20), Ahora bien: esta
fecho es errónea; Vallejo da a entender varías veces que Cisnerot fué ivrsonalmente a tu diócesis
<1 mismo aAo en que fué creada obispo, siendo nst que no se personó allí hasta el 20 de septiem-
bre de H97, y es entonces cuando celebró el primer sínodo, que fué el de Alcalá.
1 1 C. SÁNCMKZ ALHKDA, Precedentes loledamr de la reforma tridentina: «Revista Española
de Derecho Canónico* .1 (1048) 457 V5 (cit. 470-71). L a t describe brevemente en nota, y casi
coinciden con las constltucionen que luego se publicaron, aunque son más cortas.
" Dice Vallejo que las man<ló Imprimir, cota que no consta de las otras, Su titulo: Conslitu-
cionei del arzobispado de Toledo. B la tabla de lo que han de enseñar a los rürtos (Salamanca 1498),
rueden verse cuatro páginas en facsímil, reproducida» por F. VlNDFL, El arle tipouiífico II, 138-40.
iua advertencia al lector, de F. Gorriciut, está fechada el 22 de diciembre, •SalmanlicneXI kalcn-
lanusr» M C C C C X C V U K Reproducen las coiwtitucionea de Alcalá, con aAadidura de los
«Pltulos 16, 17 y 18, más la tabla catequística.
620 IM. J)K UONIFACJ0 VIII A I.Ul'KKO
>» CONST. 4: «Del tañer de la Salve y doctrina cristiana de los niüos. Gran defecto y culpa es
de los súbditos y notable negligencia de los curas que tienen cargo de las Animos y pueblos a
ellos encomendados, que sus parroquianos no sepan las cosas que pertenecen a su salvación y
son fundamento de nuestra fe, asi como saber se santiguar y signar, y el Pater rrnter y el Ave
María y el Credo y la Salve Regina y los diez mandamiento», de la Iglesia y obras de misericordia;
y porque de aquí adelante tan dañosa ignorancia cese, statulmoa y ordenamos tancta svnodo appro-
hante, que todos los domingos, después de vísperas y completas, luego incontinenti, los curas o
sus tenientes fagan taller a la Salve y se canten devotamente por sus parroquianos que vengin
a ella, y envíen a sus hijos, especialmente a los menores de edad de doce anos a la oír, la cual
cantada, luego los dichos curas y tenientes... enseften públicamente a los niftos todo lo suso-
dicho, diciendo ellos y respondiendo los niftos, segund está en las Tablas que para ello les enviamos •.
40 CONST, 6: «Mandamos A los curas... que todos los domingos... amonesten a sus parroquia-
nos, que cuando entran en la iglesia, después de signarse y santiguarse, tomen el agua bendita y
«c inclinen facia el lugar donde estuviere el Sandísimo Sacramento y adoren y allí ofrezcan sus
oraciones*. Por cada vez que omitan esta amonosl ación, «paguen la pena de un florín de oro para
la lámpara de aquella iglesia..., y otrosí, que el dicho Sandísimo Sacramento se renueve y mude
de quince en quince días».
'1 «Sean ubiigados [los curas] por si meamos fasta la Pascua de Santi Spiriru», de traer la dicha
matricula a nos mismo y a nuestros Vicarios generales« (const.16). Sólo asi podía el p a s t o r conocer
el estado de sus ovejas y porwr lo« oportunas remedios. Estas dos constituciones (15 y 16) pueden
decirse los orígenes de los archivos parroquiales. Les precedió, sin embargo, el sínodo os Bur-
gos de 1443, tenido por D. Alfonso de Cartagena. Véase L . Si: ti RANO, LO» conversos D: Pablo
de Santa María y D. Alfonso de Cartagena (Burgos 1941) p.200.
C,l8. u RBFORMA EN ESTAÑA A PINUS DEL S.XV 02,1
ras hay en las iglesias de sus arciprestadgos y vicarias» (const. i7); que
no se celebren matrimonios clandestinos (const. 18); y, en conclusión,
Be establecen las fiestas de guardar í 2 .
A modo de apéndice se agrega la Tabla de lo que han de enseñar a
los niños, breve catecismo, que contiene el modo de signarse y santi-
guarse (Per signum crucis...), Pater noster, Ave Maña, Symbolum apo-
stolorum, Salve Regina, en latín, porque probablemente asi recitaba el
pueblo estas oraciones. «Después... lo que todo cristiano ha de creer
y lo que ha de obrar»; es decir, los artículos de la fe, los mandamientos
de la ley de Dios y de la Iglesia, las obras de misericordia y los siete
pecados mortales, o capitales; todo, naturalmente, en castellano. Fal-
tan los sacramentos, porque su explicación se dejaba para los adultos,
y de ello trataban otros libros, como el divulgadisimo Sacramental
(Sevilla 1470, 147S1 1477. 1478, 1479, 1496), publicado también en
catalán 63 .
Por lo dicho se ve el celo de Cisneros, al igual que Hernando de
Talavera y el cardenal González de Mendoza, por la enseñanza del
catecismo, en lo cual no hacían sino cumplir el decreto primero del
concilio de Aranda (bajo el arzobispo A. Carrillo) en 1473 64.
«> CONST. 19: 'Otrosí ordenamos sacra synotlo approbants que la fiesta de la Presentación de
Nuestra SeAora se celebre... a veinte de noviembre.,. L a fiesta del glorioso confesor San Fran-
cisco, que cae a cuatro de octubre... se guarde solemnemente por todos los fieles cristianos de
nuestro arzobispado, asi como el día santo del domingo. Otrosí oráenamos que la fiesta de Sant
Joseph, que cae a diez y nueve de marzo, tan digno de toda veneración... se celebre solemnemente
de seis cxpai*.
*> El Sacramenta/ explica los sacramentos en la última parte. Antes trata de los artículos de
la fe y de los mandamientos. Véase cómo enteAa el modo de «signar e santiguar, e la manera es
ésta: Cogidos el dedo pequeAo e el que esté acerca dél, que llaman Medíais, e alzados el pulgnr e
el que esté acerca dél, que llaman Index, e el de en medio, debe poner la mano encima de la cabeza,
diciendo: In nomine f'íilrij. descendiendo hasta los pechos, diciendo Filii, e alzar la mono a la parte
del hombro Izquierdo, S'piriliu loncti, débela poner a la parte del hombro derecho» (tlt.i, ed. de
Sevilla 1477, «In foliar), .
L o s sucesorea de Cisneros en la archidiócesis de Toledo seguirán urgiendo estos decretos
«inodales, especialmente el cardenal Juan Tavera en el sínodo da 1536. Véase SÁNCHEZ ALISEDA,
Precedente! toledanos de la reforma tridenlina P.47K-04. L o mismo que Talavera y que Mendoza,
educó Cisneros en su propio pala» io aivoblipal un nutrido grupo de jóvenes, que alcanzaron altos
f r g o s en la nación; entro los prelados que allí se formaron nombremos a Fr. Francisco Ruiz
(obispo de Astorga y Avila), Fr. Diego de Villalón (obispo de Almería), Fr. Francisco de Qui-
Aones, gi iwrnl de los franciscanos y cardenal de Santa {'.roce (obispo de Coria), etc.
Agradecido D . 'Fernando a (¡1 lealtad y odhesión de Cisneros durante la regencia, le trajo
de Roma personalmente el capelo cardenalicio (17 de mayo 1507) y le nombró inquisidor general
6I22 I'.I. DK HONIVACIO v m A I,UTKKO
66
ca , si bien en no pocas cosas él se habla adelantado a los Padres la-
teranenses. Pero vengamos al aspecto quizá más importante de la
reforma cisneriana.
i. La Universidad de Alcalá.—Más bien que una fundación
de colegios, la Universidad de Alcalá fué una verdadera creación to-
tal. Su idea entra de lleno en el programa reformista del cardenal tole-
dano, porque la Universidad alcalaina había de ser—así la concebía
Cisneros—un plantel de pastores de almas y de teólogos. Se ha repe-
tido muchas veces que aquella Universidad fué el más rico florón del
humanismo español ; y se ha reaccionado contra esta idea, acentuando,
en cambio, su carácter esencialmente clerical y teológico. No hay pug-
na entre ambos conceptos, porque el humanismo español, más que
el de otras naciones, se mostró siempre solidario de la tradición ecle-
siástica, y, por otra parte, la teología española se reformó en la primera
mitad del siglo xvi precisamente en virtud de los fermentos y sueros
humanísticos que se le inyectaron.
El nacimiento de Alcalá fué una gran promesa, que en los siglos
sucesivos, con haber sido muy fecunda, no se logró del todo; porque
aquella genial creación típicamente renacentista intentaba promover,
para el mayor servicio de la Iglesia, lo literario, filológico y humanís-
tico según los gustos del día; lo filosófico y teológico, con amplia li-
bertad de critica y de tendencias, lo científico y lo espiritual. La Uni-
versidad de Alcalá ha sido comparada con el Collège de France, fun-
dado en 1530 por Francisco I a ruegos de Guillermo Budé, con profe-
sores como Pedro Danés, Francisco Vatable, Bartolomé Masson (La-
tomus), etc. Sus divergencias son demasiado palmarias para insistir
en ellas; sería mucho más acertado compararla con la Universidad de
Wittemberg, fundada en 1502 por el duque Federico de Sajonia, con
profesores como Juan Staupitz, Martín Lutero y luego Felipe Me-
lanchton. Lo que Wittemberg para la Reforma protestante, eso signi-
fica Alcalá para la Contrarreforma católica. De Wittemberg puede
decirse que salió la traducción luterana de la Biblia ; de Alcalá, la Po-
liglota Complutense.
Cisneros pensó largamente y con mucha ilusión en levantar los
estudios eclesiásticos por medio de una universidad y en abrir las
puertas del saber a los estudiantes pobres. ¿Dónde y cómo la fundaría?
Alcalá de Henares (la antigua Complutum), a 30 kilómetros de Madrid,
ni por su clima ni por su situación parecía el lugar más a propósito.
¿Por qué no se fijó en una ciudad más populosa, de mayores recursos
y de tradición científica, como, por ejemplo, Toledo? 6 7 Tal vez por la
cercanía de Madrid, Guadalajara, Toledo, Segovia y aun de su propia
villa natal, Torrelaguna; y tal vez porque quería obrar con plena li-
bertad, creando sin trabas ni compromisos una universidad casi ex
nihilo, ya que poco o nada significaba el antiguo estudio de latin y
6 6 ALVAR GÓMEZ, De rebus gestís fol.R4]v; HEFELE, Le cardinal Ximenis p.477-89.
" Q u e pensó en Toledo, parece deducirse de una carta de Roberto C.aguin, humanista y
general de los trinitarios, al teóloro franciscano francés Esteban Brulefer ( t 1500?) animándole
a aceptar una cátedra de teología escotista en Toledo (L. THUASNE, Roberti Gaguini epistolae et
orationes t.2 [París 19041II, 14-20). Pero ¿estarla bien infonnado Gaguin? ¿No se tratarla más bien
de Sevilla? Porque en Sevilla ciertamente pensó Cisneros, y en 1502 instituyó oficialmente una
universidad franciscana. Véase A . ORTEGA, Las casas de estudias en Id provincia de Andalucía:
A I A 2 (1914) 30-J8.
C.l8. U RJIPOKMA r,N ESPAÑA A I'INES DEL S.XV 623
, 70 La cátedra de Sagrada Escritura siguió sin fundarse hasta 1531. en que fué nombrado
Utu .jar el famoso predicador agustino Dionisio Vázquez. No hay que maravillarse de este supuesto
olvido de Cisneros. La enseñanza ordinaria de la Biblia en Alcalá, como en París (aunque aquí
u k-a c a ' e d r t t i ? 0 > titulares que raras veces enseñaban), corría a cargo de los bachilleres, que
habiendo terminado los cuatro años de teología, tenían obligación de leer públicamente las Sen-
tencia» de Pedro Lombardo y dos libros de la Biblia, uno del Antiguo y otro del Nuevo Testa-
monto fComtitutinnej art.46 y 47).
t í a g e o l ó g i c a disciplina caetcris sdentiis et artibus pro ancillis utitur* (Conslilutiones art.4$).
' Sobre e l a r 4 c t e r ecléctico y critico de los nominalistas, R. G.-VILLOSLADA, La Universidad
de Parts p.l 17-t rg. 143-146. Sobre Celaya, maestro de Vitoria, Ibid., p.180-215.
' » A c e r c a del lulismo de Cisneros véase T.-J. CARRERAS ARTAU, Historia de ta filoso ta efpo
Hola. Filosofía cristiana de los siglos XIII al XV (M.idrid 1443) 11,251-55.
C.l8. LA REFORMA RN ESPAÑA A PINKS DEL S.XV 626
donde Cisneros tendría su sepulcro. A esta colegiata hizo donación de veinticinco millones de
maravedís para mejorar las prebendas ya existentes y crear otras veintinueve, que se debían
otorgar solamente a los maestros en teología o en artes de la Universidad.
7 1 Sigue la organización interna de los mismos. Hemos utilizado una traducción antigua,
sin fecha, reproducida en URRIZA, La preclara Facultad de Artes p.417-29. Sobre la Universidad
de Alcali, además de las obras generales sobre Cisneros, J. MELGARES MARIN, Estada de la Uni-
versidad de Alcalá desde su fundación: «Rev. de Archivos, Bifai. y Museos» 8 (190.1) 58-62 228-30
300-306; A . DE LA TORRE, La Universidad de Alcalá. Datas para su historia: RAI1M 20 (1909)
4*3-23; 21 (1909) 48-71 261-85 405-33; V. BELTXAN DE HEREDIA, La enseñanza de Santo Tomás
en la Universidad de Alcalá: «I-a Ciencia Tomista» 13 {1916) 245-70 392-418; 14 (1916) 267-97;
, teología en ta Universidad de Alcalá: »Rev. Esp. de Teolngin» 5 ('945) '45-78 405-32 497-527;
I-. ALONSO MUAOYERRO, La Facuitad de Medicina en la Universidad de Alcalá de Henares (Ma-
«rid 1945).
P.I. ftft BONIFACIO VIII A LuTBRO
RLR.FF.i.E, Le cardinal Ximenis p.141-177. El mejor estudio hasta ahora, el del agustino M, KK-
V «.LA, La Poliglota de Alcalá (Madrid >017).
y Son de Hataillon estas palabras: «En este campo [del humanismo cristiano], no aolamente
es « el precursor del erasmismo espaftol, sino que se anticipa al propio Erasmo» (Erasmo y Es-
pana 1,29). En 1486 le deda a la Reina Católica; «Nobia in animo est... omne reliniium vitae
nostrae tempus in sacris litteria consumere« (Introducliones lotinae ISalamanca 1486]. ucdirnloria,
<We falta en ediciones precedentes).
628 1M. DK nONIPACIO V t l I A LUTKRO
" HERNAN ALONSO DE HSVPKXA. Prive dispula de leu ocfio levadas contra Arútótil y «"
Mcuaces (Paría 1930) prAI. p.49,
c.i8. u JOÍKOKMA EN BSI>AÑA A Í I N u s DEL S.XV 029
fundado por Diego Velasco, obispo de Gallípoli, para seis clérigos teó-
logos y canonistas.
Colegio de San Millán, de Salamanca (1517): fundado por el ca-
nónigo Francisco Rodríguez para once colegiales; sus orígenes, al me-
nos el proyecto del fundador, pueden remontarse al penúltimo dece-
nio del siglo xv.
Colegio Mayor de San Salvador de Oviedo, de Salamanca (1517):
fundadó por el obispo de Oviedo Diego de Muros para dieciocho ton- '
surados y dos capellanes 84,
Colegio Universidad de Santiago Alfeo, de Compostela (¡g2a); fun-
dado por el arzobispo Alfonso III de Fonseca, dejando a sus testamen-
tarios señalar el número de colegiales, la organización de la enseñanza
universitaria, cátedras, etc. 85
Colegio de Santa María de Burgos, de Salamanca (1528): fundado
por el canónigo Juan de Burgos para seis clérigos.
Colegio de Santa Cruz de Cañizares, de Salamanca (1534) : fundado
por el arcediano gallego Juan de Cañizares, pariente deí arzobispo
Fonseca, para seis clérigos teólogos o filósofos.
Colegio de Santa Catalina, de Granada (1537): fundado por el
arzobispo Gaspar de Avalos, asesorado por el Maestro Juan de Avila,
para filósofos y teólogos que se preparen al sacerdocio.
Colegio de los Abades, de Granada (1537) : fundado por los mismos,
para servir «a la grandeza del culto divino en la catedral y a criar, como
seminario, clérigos recogidos y h á b i l e s » 8«.
Colegio-Universidad de Baeza (1538) : iniciado por el Dr. Rodrigo
López, familiar de Su Santidad, pero organizado y puesto en marcha
por Juan de Avila, que hace de aquella institución la primera univer-
sidad puramente eclesiástica 87.
Colegio de la Presentación, de Valencia (1550): fundado por Santo
Tomás de Villanueva para doce colegiales pobres con vocación al
sacerdocio 88 .
6. Reforma de la teología.—La reforma del clero, si había de
ser perfecta, tenia que implicar también la reforma de los estudios
teológicos. Esta reforma se dió casi únicamente en España. La Univer-
sidad de París, fragua perenne de teólogos, no logró hasta fines del
siglo xvi despertar plenamente de su larga somnolencia. Dígase lo
1 4 J, M. PERNANDEZ CATÓN, El Colegio Mayor di San Salvador dt Ouitdo di la Universidad
di Salamanca. Catálogo di colegiales; «Studium Lcgionense» i (1960) 159-329. Con una sucinta
biografía antigua del fundador, Diego de Muros.
" J S. CADEZA DE LEÓN-E. FEKNANDEZ VILLAMII., Historia de la Universidad ile Santiago de
Compostela (Santiago 1946-48) 3 vols.j A . FRAGUA», Historia del Colegio de Fonseca (Santiago 1956):
BKLTRAN DE HEREDIA, ÍJi Facultad de Teología en la Universidad de Santiago: «La Ciencia T o -
mista) (1929-30) cuatro artículos.
1 4 J. DE SANTIBAÑUZ, Historia de la provincia de Andalucía de la Compañía de Jesús (ma. Arch.
Prov. Toledo) f o l . l t l .
" L . SALA BALUST, Obras completas del Beato Juan de Avila (Madrid 1OJ2) 1,110-113,
II Del Colegio dominicano de Santo Tomás, de Sevilla, véase lo que dijimos al tratar del
arzobispo Deza. De otros muchos colegios fuududo» psm estudiantes de artes, teología y cánones,
aunque no exclusivamente para clérigos, véase F. MARTIN HERNANDSZ, La formación clerical en
los colegios universitarios españoles 1.117-1563 (en prensa), especialmente la Introducción. Para
los salmantinos ofrece material riquísimo L . SALA BALUST, Catálogo de fuentes para la historia
de los antiguos colegios seculares di Salamanca; «Híspanla Sacra» 7 (1954) 1-124.
IM8. U lUil'OKMA KN HSPAHA A Í1NKS DF.T S . x v 633
MIRADA DE CONJUNTO
s e and Ref. (1952); BAINTON, R . H „ The Ref. of the 16. Century (1953); C.UINUN, H. J., The
' >500-1650 (1954); DAMIEL-ROPS, La Iglesia del Renacimiento y de la Reforma 2 vols.
636 IML. DIÍ I ü I B K O A u PAZ DE WESTPAUA
del xvii, en que llegó a poner coto al avance de los protestantes y aun
a hacerles retroceder en diversos territorios. La guerra de los treinta
años (1619-1648) es el mejor exponente de las nuevas fuerzas con que
contaba la Iglesia y de la verdadera posición del protestantismo. Por
esto el resultado final de la paz de Westfalia, debido en gran parte a
la intervención de Francia, no responde a la verdadera situación de
las fuerzas católicas y protestantes, pero consagra, en definitiva, una
posición desfavorable al catolicismo, miejitras, por cuestiones políti-
cas, favorece a los protestantes.
CAPITULO I
4
El luteranismo hasta la paz de Augsburgo (1517-1555)
El primer acontecimiento de extraordinaria trascendencia con que
nos encontramos al iniciarse este período, es el levantamiento de Lu-
tero en 1517, al que sigue rápidamente la defección de la Iglesia católi-
ca de inmensos territorios del centro y norte de Europa. Ahora bien,
ante un hecho tan trascendental para la historia de la Iglesia, lo pri-
2 Para los diversos problemas del levantamiento de Lutero y de la falsa reforma en Alemania
pueden verse:
F U E N T E S . — A n t e todo, conviene tener presentes las colecciones de documentos dogmáticos
o libros llamados simbólicos: MUU.BR, E. F. K . , Die Bckenntnisschriften der reformierten Kirche
(Leipzig 1903): MIRDT., K., Quellen zor Geschichte des Papstums und des römischen Katholizismus
4.*ed. (1924); MÜLLER, J. T . , Die symbolischen Bücher der evangelisch-luther. Kirche sz-*ed. ( G ü -
tersloh 1928); WOLE, G . , Qpellenltundc der deutschen Refnrmulinnsxesch. 4 vols. (Gotha 191S-1923):
DENZINGER, H., Enchiridion symbolorum, definitionum, etc., 26.*ed. por J. B. UMBERU (Friburgo
de Br. 1947).
Véanse asimismo otras colecciones de fuentes: CLEMEN, O . , Beiträge zur Reformationsgesch.
(Berlin 1900s); BERIIIO, G., Quellen und Darstellungen aus der Gesch. des Reformationsjahrh (Hal-
le 1907s); FRIEDENSBURO, G . , Archiv f. Reformationsgeschichte (Leipzig 1904s); KLDD, B. ]., Do-
cuments illustrativs of the Continental Reformation (Oxford 1911).
D e particular interés son algunas colecciones particulares: Corpus Catholicorum. Werlte katho-
lischer Schriftsteller im Zeitalter der Glaubenspaltung (1919s); GRBVINC-EHRHARD, Reformationsge-
schichtliche Studien und Texte (Münster 1906s).
Son de gran importancia los documentos referentes al emperador y a los nuncios pontificios;
LAURENT, Recueil des ordenances de Charles-Quint I (Bruselas 1895); RODRÍGUEZ VILLA, El empe-
rador Carlos V y su corte, 1522-1550: «Bol. Ac. Hist.» 42-43 (Madrid 1903); Nuntiaturberichte aus
Deutschland nebst Ergänz. Aktenstücke, por el Inst. Prus. de Roma. 12 vols. (Berlin y Gotha 1903s);
ID., 2.*scr., por la Cmnis. Hist. de la Acad. Imp. de Viena (Viena 1897s).
BIBLIOGRAFIA.—DÖLLIMOER, I., Die Reformation, ihre innere Entwicklung und ihre Wir-
kungen 3 vols. (Ratisbona 1846s); SCKEUSER, J., etc., Kirche und Reformation. Aufblühendes kathol.
Leben im ¡6. und 17. Jh. 3.*ed. (1917); EHRHARD, A.-TROELTSCH, E., Katholizismus und protestan-
tisches Christentum in der Neuzeit 2.*ed.: «Klg. der Gegenw.» 1 (1922) 4; RANKE, L . VON, Deutsche
Geschichte im Zeitalter der Reformation 6 vols. (1925-1926); JANSSEN, f., Gesch. des deutschen Vol-
kes seit dem Ausgang des Mittelalters, 20.»ed. por L . v. PASTOR (Friburgo de Br. 1913-1917); PAS-
TOR, L . VON, Goch, der Päpste seit dem Ausgang des Mittelalters 16 vols. en 22 tomos. Trad. castell.
Historia de los papas 37 vols. (Barcelona 1908s); BEZOLD, FR. V., Gesch. der deutschen Reformation:
«Allgem. Gesch.» por ONCKEN (Leipzig 1890); MENTZ, G . , Deutsche Geschichte im Zeitalter der
Ref., der Gegenrcf. und des dreissigjhr. Krieges (141)3-1648) (Tubinga 1913); HURMELINK.-MAU-
REK, W . , Reformation und Gegenreformation: «Handb. der Kirchengesch.« por G . KROOER. 2 . ' ed,
(Tubinga 1931); LORTZ, J„ Die Reformation in Deutschland 2 vols. (Friburgo de Br. 1939-1940);
BAUDRILLART, A . , L'Eglise cathol., la Renaissance, le protestantismo 5-*ed. (Paris 190S): IMBART DE
LA TOUR, P., Les origines de la Reforme 4 vols. 2.»cd. (Melun 1943s); LORTZINO, ]., Wie ist die
abendländische Kirchenspaltung entstamlen! (1920); ANDREAS, W . , Deutschland vor der Ref. (1932);
BELLOC, H., Ckaracters of the Reformation (Londres 1936); WYCXENS, L . , Les origines du Luthe-
ranisme: «Nouv. Rev. Th.» 59 p.2I3s; MONTALDAN, F. J., Los orígenes de la reforma protestante
(Madrid 1942): BKNDISCIOU, M . , Í1 tuteranesimo (Milán 1948): Historia de la contiarruforma,
Por el P. P. DE RIHAOENEYRA, S.I.; Vida de San Ignacio de Loyola. Diego Lainez, etc.: B A C , n.5
(Madrid 194s); CONOAR, I. M . J., Vrai« et fausse rt/orme dans l'Eglise: Unamsanctam, 20 (Paris,
g l . D u Ccrf, 1950); DKUMMOND, A . L., German 1'roteslanltstnsince Luther ( l a n d r e s 195s);
ELERT, W . , Morphologie des Luthertums 2 vols. Theologie und Weltanschaung des Luthertums
(Munich 1952-si); TERNUK. J,, ChalheJim und die Entwicklung der prolest. Theologie: «Da» K o n z .
638 IMI. DB t l / T K K O A CA l'AZ DB WKStt'AUA
I. DESARROLLO DE LA I D E O L O G Í A DE LUTERÒ 3
4 Véase sobre todo GUISAR. R , Martín Lutero, trad. cast. >8s, y DE MOREAU. 1 c . , 14S. A l g u -
nos biógrafos de Lutero dan muy abundantes pormenores sobre su niñez y primeros anos. Según
observa DE MOREAU (l.c., 12), es SCHEEL (O.C.) quien ha estudiado todo esto más detenidamente
y con m i s acierto. El mismo nlwerva que el más reciente biógrafo y, sin duda, el más competente
entre los católicos, P. Grisar, en su obra monumental sobre Lutero, en tres gruesos volúmenes,
dedica sólo unas pocas páginas a estos primeros aftos de Lutero; en cambio, en ja biografía com-
pendiada que escribió posteriormente le consagra incomparablemente más espacio (mis de 50 p.i
ginas en la traducción que nosotros usamos). Por lo general, Grisar pondera (tal vez excesiva-
mente) la propensión a la tristeza, el nervosismo morboso del niño y joven Lutero. Véase, por
eiemplo, lo que escribe (l.c., 10): «Lutero poseía un temperamento nervioso: la melancolía que
a toda hora pesaba sobre su corazón tenia un origen nervioso: sus ideas deprimente» y de deses-
peración. que le acechaban en todo instante, provenían de una psiquis desequilibrada. Es evi-
dente que en semejante estado tepla una participación la ley de herencia«.
D
640 ' ¡ LUTJiltO A I,A l'AZ DE WKSITAUA
aquello parecía más bien obra del demonio, pues él, Lutero, no era
para el claustro 5 . Los acontecimientos posteriores dieron la razón al
padre.
De hecho, Lutero se entregó de lleno a los trabajos propios de la
vida que habla abrazado. Ya el año 1508 fué nombrado profesor de
filosofía de la nueva Universidad de Wittemberg, si bien sabemos que
se dedicaba con preferencia a la Sagrada Escritura bajo la dirección del
agustino Staupitz, quien lo preparaba como sucesor suyo en aquella
cátedra. Por esto, en marzo de 1509 le hizo tomar el grado de bachiller
en Sagrada Escritura. Poco después fué trasladado a Erfurt al escolas-
ticado de la Orden. Este trabajo de enseñanza y de estudio tuvo una
interrupción, de particular importancia en la vida de Lutero. En efec-
to, en noviembre de 1510 partió para Roma, junto con otro compañero,
por asuntos particulares de la Orden, y allí permanecieron hasta fines
de enero de 1511. Son interesantes las impresiones que recibió en la
Ciudad Eterna. Entró en ella con la mejor buena fe y visitó devota-
mente los lugares más venerados. Hiciéronle mala impresión multitud
de defectos de la curia romana, que bajo el pontificado de Julio II
( 1 5 0 3 - 1 3 ) dejaba mucho que desear, así como también ciertas costum-
bres del bajo clero y del pueblo; sin embargo, nada de'esto disminuyó
por entonces su adhesión a la fe católica romana. Ciertas ponderacio-
nes que él mismo hizo en sus Conversaciones de sobremesa son fruto de
sus prejuicios posteriores®.
Vuelto de Roma, se dirigió a Erfurt; pero ya en el verano de 1511
fué enviado de nuevo a Wittemberg con diversas ocupaciones y con
el objeto de prepararse para el doctorado, y, en efecto, la promoción
tuvo lugar el 18 de octubre de 1512. Poco después, Staupitz veía reali-
zado su ideal de que Lutero fuera encargado de la cátedra de Sagrada
Escritura de la Universidad de Wittemberg.
2.Años decisivos de Lutero: 1 5 1 3 - 1 7 . — C A M B I O INTERIOR 7 . En
octubre de 1513 inició Lutero sus clases de Sagrada Escritura en la
1 Cf. DE MOREAU, I.e., 18; GRISAR, 35. En general, la posición y conducta del padre de
Lutero resulta bastante enigmática. Por una parte, le da el permiso para su entrada en la vids
religiosa y para el sacerdocio, y, por otra, manifiesta su disconformidad con su hijo, al que más
t a r j e sigue en su ideología. Los mismos recuerdos que Lutero conservaba de su padre en su edad
madura eran muy variados.
6 Abunda la bibliografía sobre este célebre viaje de Lutero a Roma y sus Impresiones de la
Ciudad Eterna. Véanse solamente algunos trabajos: HAUSRATH, Marlin ¡Mthers Keúe nach Rom
(HerlIn i8oo)¡ KAWXRAU, Von Luthers Romfahrt (Halle i g o t ) ; BÖHMER, H., Luthers Romfahrt
(Leipzig 1014): PAULUS, N., ZU Luthers Romreise: «Hist. Jhb.t (1981) 68s; ibid. (1001) ttos;
ibid. (1903) 72s. Véanse algunas observaciones de GRISAR (I.e., 40): «Lutero procuró compen-
sar su fracaso estudiando el hebreo con un judio alemán a quien tuvo ocasión de conocer en
Roma. Visitó con empeflo los santuarios y monumentos religio«»*... Dolorosa» experiencias
desvelaron ante sus ojos la corrupción que reinaba en Roma asi en el alto clero como en el infe-
rior, y este descubrimiento le produjo honda y amarga impresión... Estos recuerdos, profunda-
mente grabados en su espíritu, en lo más lntimu de su alma, hablan de despertar después, en la
hora de sus luchas contra Roma, convirtiéndolos en armas contra el sedicente «antier istianiamo
del Papado«, que él se jactaba haber descubierto por otros cominos. Parece, además, cierto que en
Roma frecuentó circuios alemanes e italianos en los que las costumbres del alto clero eran la
comidilla de conversaciones frivolas o de recriminaciones llenas de odio. N o supo ver, aun cuando
seguramente no le faltarían ocasiones, lo que habla de bueno en Roma y en el gobierno de la
Iglesia. Otro tanto habrá que decir de su viaje por Italia... Pudo ver su riqueza, asi como la ma-
nera de practicar en ellos la caridad con los enfermos y con los peregrinos... Los magníficos
edificios, las numerosas obras de arte que ilustran y glorifican esta época asi en Roma c o m o en
las demás ciudades de su tránsito.,., no parecen hahur dejado huella en su espíritu. Su sentido
artístico está ausente«.
7 Véanse en particular DE M011r.Au, I.e., 24a, y, sobre todo, GRISAR, I.e., 44s. Asimismo
recomendamos los estudios especiales: STRÓHI., H., L'éivlulion..., o.e.; CRISTIANI, L-, DU III»
C.I. EL lvUTKRANISMO HASTA LA PAZ "DK AUGSBURGO 641
^LOGRAROS católicos modernos, DENIFLB y GRISAR. Recientemente se da, por lo común, la razón
t i - . " ! " ' Q"' 0 1 1 insiste particularmente en el gran influjo que tuvieron en la mentalidad de L u -
LO 2®.'"lmismo y la mística del tiempo. Cf. GRISAH, O.C., 57»- .
11 >,, MIWTLINC. Ceschichte der kutliolinhen Kirche (üerfln 1949) 139.
Véase en particular Dn MOREAU, l.c., 4os, y, sobre todo, GUISAR, l.c., 68s.
de la iglesia 3 21
642 r.n. DK I.UTHRO A ],A PAZ DE WESTFAUA
Ihers 9¡ Theun (Leipzig 1903). En esta edición se juntan varias respuestas de lo« adversarios y las
contestaciones de Lutero. HERC-.ENRÓTMER (l.c., 374 nt.a) escribe: «Eran particularmente cho-
cantes: Por las indulgencias no te perdonan otras penas que las impuestas por la Iglesia (5.20.24);
no se sabe si todas las almas quieren salir del purgatorio (29); el tesoro dei que se reparten las in-
dulgencias no son los méritos de Cristo y de los santos (58); no existen indulgencias para los
difuntos (8.13); la verdadera penitencia debe consistir en el odio de si mismo (4); el perdón de
'as rulpas concedido por el papa sólo significa una declaración de que están perdonadas por
Dios (6.38); las almas del purgatorio están poseídas de un temor próximo a la desesperación;
no tienen seguridad de su salvación y son capaces de aumentar el amor y el mérito» (15.16.18.19).
Véanse las observaciones de GRISAR, l.c., 72S. De si mismo afirma que escribió dichas tesis »apo-
yándose en el común sentir de todos los maestros y de la Iglesia entera». Es curiosa también
la observación de que Karlstadt, «pocos meses antes de producirse el relámpago luterano, habla
dado a luz 152 proposiciones en el sentido de la nueva doctrina y que parece que Lutero no que-
ría dejarse adelantar de au amigo. Para ello estimó que la publicación de la indulgencia podía
" • f i e ocasión para ponerse en Wittemberg al frente de un movimiento popular« (ibid., 72).
1 4 Para todo este apartado véanse sobre todo PASTOR, VLL,3i7s; GRISAR, l.c., 72S; DE MO-
" í a u , l.c,, 445,
1 1 Las 106 tesis í'Aníil/iesesJ de Tetzel véanse en HEFELE-HEROENRÓTIIKR, Conzi'lienge •
•cnicnfe 1X.2SS. Asimismo en L ó s a l e * , Ke/orm. Urkundm I.484S- Véanse también PAUI.US, Tet-
o c., 170«; JANSSEN, GescfticM« >feí dculv.hcn Volita II.85S. Sobre todo PASTOR, VII,320».
«>ore Wimpina y los demás teólogos y polemistas véase en particular PASTOR, l.c. L a contestación
e Cutero en su Sermdn rohra la indulgencia y la gracia en ed. Weimar, I.243S.
644 I'.II. DL! LUTBRO A LA PAZ DE WKSTI'AUA
L< Véase sobre J. Eck GREVING, J.. Johann Eck ah junger Gelehrter: «Reform, geschieht!.
Stud.« n.7 (Münster 1Q06); ID., Joh.mn Éclt Prádigttátighrit... (ibid., 1914).
" Asterisci, ed. Weimar, 1,281s. Sobre este escrito de Lutero y toda su polémica contra
Eck véase GUISAR, H., Luther (obra mayor en 3 vols., en alemán) 1,686«, donde se notará la pasión
de Lutero frente a la serenidad de J, Eck.
1 * Kesoluliones disputalionum de indulgentiarum virtute, ed. Weimar, 1,522s. Son interesantes
las expresiones que usa en su carta al romano pontífice, donde se presenta como subdito fiel.
CF. DE MOKEAU, I.e., 44, y, sobre todo. GRIBAR, 74s. Sobre la disputa del capitulo de Heidelberg
véase GHISAR (obra mayor), 1,2709.300s.
" Véase una umplia exposición del proceso y de la intervención de la Santa Sede contra
Lutero en PASTOR, VII,325s. Como se indica, los mejores estudios son: MÜLLER, L . , Lutheri
ró'm. Prozess: «Z. f. KG« 24 (1903) KALKOFF, ZU Luthers r6m, Prozess: ibid., 25 (1904) 9 o * Y
varias continuaciones; lo., Forschungen zu Luthers rSm. Prozess (Roma 1905); SCHULTE, OH
rim. Verhandlungen über Luther; «Quellen, u. Forsch.« (1903) 32s.
C.I. si/ I,UTKRANISMO HASTA M TAZ D * AUGSBURGO 645
que procurara contener a Lutero. Mas, como Staupitz era uno de sus
principales protectores y admiradores, esta primera medida tomada
por la curia romana quedó sin ningún resultado. Así se explica que
pudiera fácilmente conquistar partidarios entre los miembros de la
Orden.
Durante los meses siguientes fueron llegando a Roma noticias cada
vez más alarmantes. En junio del mismo año 1518 se envió a Lutero la
orden de presentarse en'Roma en el término de sesenta días, con lo
cual se abria en Roma el proceso formal contra él. Pero en estas cir-
cunstancias se inició la intervención de los príncipes temporales en
todo este asunto, que fué el paso más decisivo en favor del luteranis-
mo. En efecto, Federico el Sabio, elector de Sajonia, que habla comen-
zado a simpatizar con las nuevas ideas por cuestión más bien política
y movido de cierta oposición a Roma, se interesó por Lutero y obtuvo
que compareciera en Augsburgo 2 0 , a lo que ayudó el emperador Ma-
ximiliano. Para ello, pues, fué nombrado por la Santa Sede el cardenal
Tomás de Vio, llamado generalmente Cayetano, quien pasaba por el
mejor teólogo de su tiempo.
Asi se realizó en efecto. Celebróse desde el 12 al 18 de octubre
de 1518 una dieta en Augsburgo, y allí se presentó Lutero ante el car-
denal, Este procuró primero atraérselo con su amabilidad y conven-
cerlo de sus errores; pero, ante la tenacidad de Lutero, le intimó la
orden de retractarse de sus opiniones sobre la justificación y las indul-
gencias. Pero él se negó en absoluto, dando por razón que no había
defendido nada contra la Escritura ni los Santos Padres. Más aún: ante
el temor de ser apresado, escapó Lutero inesperadamente de Augsbur-
go, dejando una apelación notarial a Papa non bene informato ad melius
informandum 21.
Esta conducta disgustó profundamente al cardenal, el cual se quejó
de ella ante el principe elector de Sajonia e insistió con él para que
obligara a Lutero a presentarse en Roma. Pero, lejos de acceder a ello,
Federico el Sabio continuó apoyando a Lutero 22 .
Entre tanto, con el objeto de quitar todo pretexto a Lutero, el 9 de
noviembre de 1518 se publicó en Roma una bula, en la que oficialmen-
te se precisaban los puntos dogmáticos sobre las indulgencias, mien-
tras él por su parte lanzaba desde Wittemberg una segunda apelación
a un concilio ecuménico. Roma entonces inicia otro camino. Con el
intento de atraerse a Federico el Sabio y conseguir de él que levantara
su apoyo a Lutero, le envió el papa la rosa de oro, distinción sumamente
grata a los príncipes católicos. El portador de la misma y de multitud
de privilegios e indulgencias para la nueva Universidad de Wittem-
berg, tan cara al principe elector, era el camarero pontificio Carlos
1,1 N o «¡unifica cato, como han afirmado algunos, se que obtuvo fuese juzgada en Alemania
j* causa de Lutero. D e parte de Roma se deíeaba despachar aquel asunto con la mayor rapidez.
Por esto, snte las seguridades dadas por el emperador de que asi se haría, se juzgó que en rea-
m a d éste serla el camino m i s rápido: que en vez de ir Lutero a KIIITU, se presentara en A u g s -
jjurgo ante el legado del papa, cardenal Cayetano. L a señal más evidente del deseo de Roma
" e terminar cuanto antes este asunto, es que todo esto se realizó antes de cumplirse el plazo de
Sesenta días. Víase PASTOR, I.C., 332A.
J 1 El texto de la apelación puede verse en ed. Weimar. U.aUs. Véase de un modo especial
THENANUS, 3 vola. (1540): ed. I. CLERICUI, 10 vola. (Leiden 1703-1706); NICOLI, The epistles of
Erasmus from his earliest lettcrs lo hit fifty first year (Nueva York 19041); Opui «púlofarum, ed.
P. S. ALLEN, 7 vola. (Oxford 1906-197.8); RICHTRK, M., Die Stellung des Erasmus zu Luther und
zur Rrformntion in den Jahrcn 1516-1524 (Leipzig 1900); MEYER, A . , Elude critique tur les rela-
tions d'Erasme et de Luther (Paro 1909); ALLEN, P. S., The Age of Erasmus (Oxford 1914); SEX-
ROHM, F., The Oxford Reformen, J. Colet, Erasmus u. Thomas Morus 3."ed. (Londres 1913); RE-
NAUDET, A . , hrasme, sa vie et son oeuvre jusq'en 1517 (París 1913); ID., Erasme, sa pensé» relíg.
et son action de ts¡S A 1521 (París I9ZA):SMITH, Erasmus 3 vols. (Nueva York 1923); OJIONIAN, TH..
Erasme (París 1934); HATAILLON, M., Erasmo y España 2 vols. A.'ed. Trod. cast. por A . ALATORRE
(Méjico-buenos Aires 1950); CAMPTIFLL, V. E., Erasmus, Tyndale and More (Londres 1949)!
HIIIZINGA, (., Erasmus and thc age of Ref. (Nueva York 1957;) TECHTER, H., Ulrich non Hutten.
Ein Leben b. d. Treiheit (1954); KI.EINSCHMIDT, K., Ulrien non Hutten. Ritter, Humanist und
Patriot (Berlín 1955).
*> Acerca de este punto véase DE MOREAU, l.c., 50. Asimismo véase PASTOR. VII,3513.
10 Fué de particulnr interés la polémica de Emser contra Lutero. Véanse KAWERAU, Hieran.
Emser. Ein Lebensblhl aus der Rcformationsgcsch. (Halle 1898); ENDCRS, Luther und Emser, Dru
Streitsehriften auí demjahr» 1521 1 vols. (Halle 1K89-1B91),
C.I. EL LUTERANISMO HASTA LA PAZ DK AUCSBURGO 649
dad,,. VI,4843. En general, sobre estos escritos de propaganda: LEMME, Dio ilrei grossen Reforma-
'unsschtiftcn i.Hd. (Gotha 1884); CLEMKN, O . , FlugschrifUn aus den eríten Rcformationsjahren
f v o ' s . (1906-1410); GRISAR, H.-Hf.cac, F „ Luthers Kampfbilder 4 f»«c.: «Lutherstud.» 2.3.5.6
J V . 0 2 3 ^ Sobre todo véanse GRISAR, laos; DE MOREAU, l.c., 87».
_ " ¿u Lulhcrs rüm. Pro««« 99. El texto de la bula Exsurge, Domine puede verse en Bullar.
«orn., t d . Tiiurinensc, V,748s: RAYNALDI, Annales a.1520 n.S's; KALKOEF, P „ Die Bulle eExsurge,
"onnnn; en *Z. f. K.U» (1914) i66s. Para toda esta relación, además de los trabajos de M0U.EH y
^•.KOR-, véanse, sobre todo. PASTOR, VH,3S6S y GRISAR, n 6 s .
650 P.TL. DR TURANO A J,A PAZ DE WIÌSTPAI<IA
de Lutero por el papa. Asi, el 5 de noviembre de 1520 decía al elector de Sajonia que la persecu-
ción de Lutero se debía a motivos innobles y que era todo gritería y pura maldad. En cambio,
a León X le escribía: «Lutherum non novi nec libros illius legi nisi forte 10 aut 12 pagella».
1 4 Estos escritos de Lutero contra la bula Exsurge, Domine, de León X, véanse en ed. Weimar,
Vl,57<*S95S¡ V I I , i 6 t s . Véanse CLEMEN, O., Über die Verbrennung de1 Bnunímlli durch Luther:
•Theo!. St. u. Krit.> (1908) 4609. Sobre todo véanse PASTOR, VII,3671; GRIÍAK, l.c., 129S.
>J Véase una exposición amplia de estos hechos en KAi-xorr, o.c-, iòss; PASTOR. VII,368»;
GRISAR, 130, El texto de la bula Decet véase en Bullar. Rom., ed. Taurinense, V,7óis. Cf. KAJ.-
x o r r , »35«.
Véanse en particular PASTOR, VII,378; GRISAR, O.C., 135«.
C.I. KL LUTKRANISMO UASTA I,A PAZ DK AUGSBURCO 651
ticular a la dieta de Worms: SANDOVAL, P. DR, Historia de la vida y hechos tlel emperador Carlos V
» vols. (Pamplona 1714-1718); NAMECHE, A . J., L'empéreur Charles Vet son rdgne (Lovaina 1889);
BAUMQARTEN, H., Ceschichte Karls V 3 vols. (hasta 1539) (1885-1892): ARMSTRONO, O , , The
«mperor Charles Va.*ed.,2 vols. (I-ovaina 1910); HXOI.KR, K., Ceschichte Spaniens unter der Re-
«ierung Karts /(Gotha 1007): DEBACHENAL, R., Mísloirede Charles V(Parto 1916); LEWU, D . B. W .
Charles V, emperar of the West (Londres 1936); MERRIMAN, R. B.. Cüfloi V, el emperador espa-
ñol en el viejo y nuevo inundo, trad. española por O . SANS HUF.I.IN (Buenos Aires 1940); GARCIA
MERCADAL, J„ Carlos Vy Francisco I (Zaragoza 1943); BABELON. J., Charles V: [500-1558. Epo-
suej et visases (París 1047).
3 1 Sobre la dieta de W o r m s : KALKOFT, P., Cíe Depeschen des Nuntius Aleander vom Vormjer
««Wjstage ssíi a.'ed. (Halle 1B87): ID., Brie/é Prpesche und Berichte aber Luther und Wormser
Keuhstaee (Halle 1898); ID., Die Entschcidune des Wormser Ediktes (Leipzig 1913); ID., Der
Mroroiier Reichstax vom 152» (Munich 1922); PACQUIER, J-, Lettres familiares de ]. Aleander
" Jio-1540; (París 1909); RUPM'.T, Luther et la diite de Wormj (Toulouse 1903).
P.II. DE LUTJTRO A IA PAZ DE WESTPAUA
des Wormser Edihtes: «Z. f. KG> 10 <1900) J46S; KAUCOTP, P., Die Entstehung des V/ormser Edik-
tes..., o.c.; BRIECER, T . , Zwei bisher tmbehamte Entwiirfe des Wormser Ediktes (Leipzig 1910).
4 ° Sobre la estancia de Lutero en la Wartburg véase en particular GUISA*, 1463. Sobre la
traducción de la Biblia allí comenzada, HIKSCH, E.. Luthers deulsche B¡bel (1928). El texto de los
escritos allí compuestos por Lutero véase en ed. Wcimar. VII,43S (Refutación...); S04S (Sobre
los votos...); 398.1 (De la abrogación...); 477S (Sobre el abuso.../.
C.I. EL LUTBRANISMO HASTA LA PAZ DE AUGSBURGO 653
tenlieTgeT líeTUWFUNG ( 1 ¡ 2 1 - 1 3 2 2 ) I.*ed. (LYU); KNOLLE, TH., LUDIER unddie BilderitUrmer (1922);
JTECK, K . G . , l.üther imd die Schevdrnier: «Theol. Stud.», 44 (Zurich 1955); CAMPENHAUSEN, 11. VON,
"u pjldinr/tage in der Reforma/ion: «Z. Kirch. Gesch.t, 68 (1957) «*»•
4
d.f E d . Weimar, VIII,676S. Karlstadt, m i s radical que Lutero, se fué separando de él en
o "erentea opiniones. El fué el primero de los dirigentes que tomó mujer, eliminó la misa, negó
Presencia real en la eucaristía, destruyó imágenes, etc.
654, P.II. DFT I,UTKRO A I.A PAZ DE WÜSTKAI.IA
Sajonia, que, alentadas y ayudadas por Lutero, abandonaron el monasterio. Durante algún tiempo
se permitió Lutero tal familiaridad con estas mujeres, que vivían en la misma casa con él, que
Melanchton se llegó a preocupar y lo comenta amargamente. Véase DE MOREAU, l.c., 62S. Sobre
la ligereza de Lutero con las mujeres véase su Carta a Spalattno, ed. Wcimar, 111,474.
C.I. EL, IUT1SRANISM0 HASTA U PAZ DIÍ AUGSBURGO 655
que abrazaron la falsa reforma. Así, por no citar más que algunos
casos de estos primeros años, fueron unos doce los agustinos eremitas
que dejaron el hábito, entre los cuales el ya nombrado Zwilling y Juan
Lang, confidente de Lutero. Según parece, fueron varios los abades
benedictinos que apostataron47. El moderno historiador de la Orden
benedictina Ph. Schmitz, teniendo presentes las defecciones posterio-
res, cuenta hasta siete.
La propaganda por escrito y la caricatura ayudó de un ipodo ex-
traordinario a la rápida extensión de las nuevas doctrinas y, sobre
todo, contribuyó eficazmente a excitar los ánimos contra el Papado,
los eclesiásticos y todo lo católico. En este punto se llegó a un extremo
que, aun teniendo presentes las costumbres del tiempo en esta clase
de escritos, no hace ningún honor a los innovadores48. Los grandes
pintores Lucas Granach, Holbein y Granach el Joven contribuyeron
por su parte igualmente a ilustrar el Passional de Cristo y del anticristo
y la Biblia alemana 49 .
Pero no fueron todo triunfos para Lutero y los suyos. En primer
lugar, el mismo Melanchton quedó muy disgustado de Lutero, según
se expresa en una carta dirigida a su amigo Carnerario, donde se la-
menta de que, en momentos tan críticos (por la guerra de los campesi-
nos), Lutero se haya entregado a una vida fácil y que, al menos aparen-
temente, deshonre su vocación 50 . Fué muy significativa también la
actitud de Desiderio Erasmo, quien había saludado con entusiasmo y
alentado los principios luteranos. Sin embargo, al ver ahora el desarrollo
que tomaba la anunciada reforma y lo que él llamaba los «enigmas
absurdos» de sus enseñanzas, salió a la palestra en 1524 contra Lutero
con su obra Diatriba sobre el libre albedrio51, en la cual se declaraba
decidido defensor de 'la libertad humana contra los innovadores. N o
se arredró por esto Lutero. Es cierto que, ante el temor de que Erasmo
escribiera contra él, Lutero le había dirigido una carta, donde le supli-
caba : «No escribas contra mi; no te sumes al número de mis adversa-
rios..., porque entonces me veré obligado a replicar con otro (libro)
análogo». Pero, al ver la obra de su antiguo amigo, le dió en 1525 una
grosera respuesta con su tratado De servo arbitrio, que hirió en lo vivo
a Erasmo. Así, pues, respondió éste a su vez en 1526 con su Hypersas-
pistes, que calificaba de irracional y excéntrico a Lutero. De un modo
*1 Véase SCHMITZ, PH., Histoire de l'Ordre de saint Benalt III, 171 (Maredsous 1948). A pro-
pósito de los muchos seguidores de Lutero que iban tomando mujer, dijo con énfasis Erasmo:
•No se empeñen en describirnos el pleito luterano como una tragedia. Y o no veo en todo eso sino
una comedia, Siempre acaba en boda*.
4 1 Véanse sobre todo GRISAR-HEEGE, Kampfbilder, citado en la nota 32, y GRISAR, l.c., 176S,
donde se indican algunas de las láminas o gratados groseros y aun pornográficos utilizados por
Lutero en sus propagandas.
** Ed, Weimar, IX,6775. Cf. una buena síntesis en DB MOREAU, l.c., 57S.
3 0 Puede verse algún fragmento de ésta en DE MOREAU, l.c., 62. Pero sobre todo véase a
Ies relations <1'Erajme *t de ÍMlher (París 1909); MURRAY, R. I I , F.rasmus and Lulhcr (Londres 1920).
E n GRISAR, 201S, se puede ver una buena síntesis de la controversia entre Erasmo y Lutero que
dió origen a estas obras.
656 r.II. DB t U T B R O A W l'AZ DE WESTFAUA
tesis de HKRGKNRÜTHER, III.40QS. Además: RKDI.ICH, O . R., Der Reichstag vcm Nürenberg i¡33-
¡S23 (1887); RKCIITRR, E. A . , Dcr Reichstag zu NBrenberg 1524 (i8qg).
33 Víase PASTOR, IX, 1035, donde se da una amplia síntesis del discurso de Chieregati y se
expone ampliamente su extraordinaria significación y los efectos conseguidos. ,
5 4 Por lo que se refiere a los libelos sobre la vaca-fraile y el papa-asno víase cómo se expresa 1
GRISAR, l.c., 177S. ,
C.I. EL I.UTKRANISMO HASTA LA PAZ DE AUGSBURGO 657
»» Ibid. Véase el texto en ed. Weimar, XVW,344S. He aquí cómo se expresa exhortando a los
prlnclpés a proceder con todo rigor contra los campesinos: "Los campesinos—les dice—roban,
saquean, condúceme como verdaderos perros rabiosos... Desgarradlos, pues; estranguladlos,
atravesadlos secreta o públicamente dondequiera y como quiera, como se da fin a un hidrófobo».
Y llega a ponderar cómo ésta es la mejor manera de ganar cielo un principe, mejor que hacer
oración (GRISAR, 213). Es muy significativa la respuesta que dió a los que, indignado» por este .
lenguaje de Lutero, criticaban su conducta. Compuso entonces el escrito Axerca del severo }olleta
contra los campesinos, con el objeto de justificarse, y en él escribe: «Lo que yo enseño y escribo
será siempre justo y verdadero aunque el mundo estalle de despecho. N o quiero oír hablar de
misericordia». Y luego repite la consigna y añade: «Al jumento, palos; el populacho debe ser ^
conducido por la fuerza« (ibid., 214). •
BRIECER, TH., Da Spciercr Reichstag J526 (1909). Véanse en particular PASTOR, X.73»¡ • \
C.I. EL, LUTLIUANISMO HASTA LA PAZ DE AUGSBURGO 659
JANSSEN, o.c., 111,318.529. Se ha discutido mucho sobre la significación de la Fórmula de esta dieta
de Espira en 1526. En realidad, como afirma GRISAR (l.c., 247), no «equivalía esto al reconoci-
miento legal de la constitución de una iglesia territorial». Y, como prueba a continuación, aun
los historiadores alemanes asi lo reconocen. Sin embargo, muchos principes protestantes proce-
dieron desde entonces como si se les hubiera reconocido este derecho.
" Sobre estos acontecimientos véanse MARQUÉS ALCEDO, El cardenal Quinonej et la Saín le
Ligue (Bayona 1910); 11 Sacco di Roma del 1527. Studi e documenti I (Roma 1901); SCHULZ, Der
oacco di Roma...: «Hall. Abhandl» 32 (Halle 1894); LEBEY, Le connétable de Bourbon (1490-
Í ¿ 2 7 ¿ ( P A R L S '»04); MARTIN, J., Charles Quint el CiernenI Vil i Bologne 1529-7530: «Bul!, ital.«
éi 19199s.2i8s.
• Véase para todo esto SHILINO, E., Die evang. Kirchenordnungen des l6. Jahrh. I - V (1902-
I?'N ' Cuchichíe der protest. Kirchenuerfassung (1907): KRÜOER, G . , Philipp der Crossmütige
OU l üluikcr (1904); HOLSTBIN, G . , Luther und die lUutsche Slantsidm (1926); MURRAY, R. H „
"T?! cunsequencei of t/ie Reformation (Londres 1926); LACARDE, G . DE, Recherches sur
raprit politfque de la Rifarme (París 1926); GRISAR, 2485.
660 F.II. DR LUTERO A LA PAZ DE WBSTFALIA
tiitici furoris Monasterium evertentis histórica narratio, ed, POR- H. DETMER, 2 vols. (1899-11)00)! .
BAX, E, B., RÍK and fall of the Anabaptists (Londres 1903); SCHONEBAUM, H., Kommumsimu i" :
Rtformationszeitaltrr (1919): RUEUS-JONES, M . , Spirilual Reformers in the XVI and XVII cenluriet •
(Londres 1914); SCHUBERT. H. VON, Der Kommunismen der Wiedertäufer und »in« Quellen: «Sitz. ,
Ber. Heidclb. Akad. d. Wissemch.» (1919); RITSCHL, H., Die Kommune der Wiedertäufer -V
Münster (Bonn-Leipzig 1923): WISWEDEL, W . , Bilder und l'tihrergestalten aui dem Täufettum 1
t vols. (1928-1930); SCHIEBUNG, H.. Beitrage Ober die mOrulerchen Wiedertäufer. Dissert. (Mün>-
ter 1934); MURALT, L . VON, Glaube und Lehre der Schwaizer Wiedertäufer (Zürich 1938); V»R- 1
HEYDEN, A . L . E., Les anabaptistes daru le Pays-Bas mérid. au dibut du régnr de Philippe II, ISO' '
IJ67, en 'Annsl. Fédér. hist. srchéol. Belg.«, 35 Congreso, IV (1953) 477s; KRIEDMANN, j
RecenI interpreta/ion of Anabaptism: "Church hist.» 24 (1955) 132s; BENPER, H. S., The pactfiS* •
of the XVIth Century anabaptists: Ibid., 119s. •-)
C.I. BL LUTBRANISMO HASTA LA PAZ D 8 AUCSnURGO
articles de Schmalcalde (Paris 1899). Véanse en particular PASTOR, XI,97s; GRISAR, 324s.
MOSES, Die Religionsverhandlungen zu Ungenau und Worms IJ40 u. 1541 (Jena 1889):
BLATTER, A . , Di« Tätigkeit Melanchtons bei den Uninnsversuchen 1519-1541 (1899); KÖRTE, A-,
Konzilspolitik Karls V1538-1543 (1905). Véanse en particular CRISTIAN!, L . , Le concite de Trente:
•Hist. de l'Egl.» de PLICIIU-MARTIN, XVH,36S; HERMELINCK-MAURER, Keformations und Gegen -
re/ormation 160s; PASTOR, XI.32ss.339s.351s.
C.I. ÍO, I,UIF,RANISM0 HASTA LA PAZ P B AUGSUDRGO 665
el Papado de Roma, creado por el diablo. Ante este fracaso penetró por
vez primera en el ánimo del emperador la convicción de que ya no
existia otro medio de dominar la arrogancia protestante que las armas.
Sin embargo, quiso intentar todavía otros coloquios religiosos. Asi,
pues, en la dieta de Ratisbona de 1546 7 2 fueron de nuevo invitados
los protestantes a discutir sobre los problemas religiosos con el objeto
de llegar a la unión deseada; pero ellos no hicieron caso de la invita-
ción, con lo que se recibe la impresión de que sus principales corifeos
querían la guerra.
6. Muerte de Lutero. Juicio de conjunto 73 .—Estos aconteci-
mientos ya no los püdo presenciar Lutero, muerto el 18 de febrero de
1546. Con su carácter activo e impetuoso, supo comunicar a sus se-
guidores aquel ansia de conquista y aquel espíritu inquieto y domi-
nador que era el secreto de sus constantes triunfos. Al mismo tiempo
habla ido componiendo las obras que constituyen la base dogmática
del IuteraniBmo. Además siguió trabajando en su traducción de la
Biblia, que pudo terminar en 1534 y constituye su obra maestra. En
1535 lanzó también al público otra de sus obras capitales, el Comen-
tario a la Epistola a los Cdlatas 74.
" Poco después comenzaron sus dolores de piedra, los cuales, unidos
a los muchos disgustos que tuvo que sufrir, le depararon dios y años
muy amargos, que fueron agriando cada vez más su carácter. De ello
son clara prueba las célebres Conversaciones de sobremesa. Pero entre
tanto fueron aumentando sus enfermedades de un modo amenazador,
de modo que en repetidas ocasiones creyeron los suyos llegado el ñn
de sus días. Por lo que se refiere a sus luchas interiores, en varias oca-
siones sus angustias y remordimientos de conciencia lo torturaron de
un modo particularmente intenso.
Su odio contra el Papado fué más bien en aumento hacia el fin de
su vida, por lo cual execraba el concilio de Trento y preparaba una
última obra, que no pudo terminar, Contra el Papado, fundado en Roma
por el diablo.
A principios de 1546 se trasladó de Wittemberg a Eisleben, su
ciudad natal, Sus achaques y el disgusto latente de su espíritu por las
divisiones internas y la corrupción de costumbres de muchos de los
suyos lo hacían cada vez más insoportable a los que lo acompañaban.
Sobre todo, Melanchton tuvo que sufrir mucho, hasta el punto de
confesar que habla tenido que «aguantar una servidumbre deforme».
En estas circunstancias, pues, murió Lutero de muerte natural y rela-
tivamente tranquila el 18 de febrero de 1546, a las tres de la madru-
gada. Contaba a la sazón sesenta y dos años. Es, pues, legendario todo
lo que se escribió más tarde acerca de su supuesto suicidio, como tam-
bién que muriera entre contorsiones de rabia y desesperación. Los
7 I CAMMERER, Del Regeruburger Rtligiomgetpr Sch im Job» i ¡ 4 6 (Berlín 1901). Véase prin-
cipalmente PASTOR, l.c., » 4 * .
7 1 STRIEDER, J., Autantische Brrichtt Obtr Luthm leute I.ebcntjtihrc; «Kl. T e x t e ' de H . L i r r z -
MANN, n.99 (Bonn 191 J); KOSTLIN-KAWERAU, Martin Luther H,6TJJ; JANSSEN, o.e., III,660«:
PAULÚS, N „ Lulherj Ltbensende (1898); SCHUDART, CHR., Dil Berkhu Obtr Luiheri Tod UNd
Btgr&bnis (I9'7). Véanse asimismo Dr. MOKKAU. l.c., 74S y GUISAR. 415«.
7 4 Véase una síntesis sobre todas estas obras en DE MOREAU, L.c., 71« y GUISAR, 2934.312A*
C.I. EI, IvUtÜBANISMO HASTA I,A PAZ DU AUGSDURCO 667
gionsfriede a.*ed. (1927). Véanse además RITTER, Der Augsburger Religionsfriede: «Hi»t. Taschb.»
1 (1882) 213s; PAULUS, N., Religionsfreiheit und Augsburger Religionsfriede: «Hist. pol. Bl.» 149
(1912) 3563.4018. En particular JANSSEN, o.e., III,8098; RAISOV, P.. Ote Reichstage zu Atigsburg in
der Reformationszeit (Munich 1955): GRISAR, J., Die Stellung der Päpste zum Reichstag und Reli-
gionsfrieden von Augsburg IQSS: «St. Zeit» 156 (1954-19*5) 4 4 « ; ID., Die Sendung der Kord.
Morone alt Legat zum Reichstag von A. ¡SSS¡ hist. Vereins» 61 (1955) 34 rs; TÜCHLE, H „
Der Augsburger Religionsfriede und die Reichsstädte: »Z. hist. Vereins Schival." 61 (19SS) 313s;
SCHOEMAKER, R. W., The arigin and meaning of the name »Protestant Episcopal» (Nueva York 1959)-
• J Véanse en particular DE MOREAU, I.e., 783; FESVRE, L . , Une i/uestíon mal pasee. Les origines
de la Reforme et le prob lime gáiéral des causes de la Rifarme: «Rev. Hist.» 159 (1929) i s ; LORTZ, J.,
Die Reformation In Deutschland 1,965.2058; HERTLINQ, L . , Gesch. der kathol. Kirche 249s,
C.T. BI, LUTItRANISMO HASTA LA PAZ DK AUGSBURGO 671
11 L.c.,79.
1 4 Eate punto de vista lo expone ampliamente PASTOR, Vil,267a. Véanse asimismo SCHNÜ-
»?R. G . . Kircfie und Kultur im MiUdalU-r 111,250»; FINKE, E., Di« kirchmpolil. und fcirchl. V«rh¿ílt-
" ! « • au Ende d«i M . A . : «Rttm: Quart.» suplem.* (1896); LORTZINO, J.. Wie ¡si die abtndlünd.
«irc/IEMPNLTUNK «nutanden? (1929); ANDREAS, W . , Deutschland vor der Reformation (1932);
WVCKBNS, L . , Les origina du Luthérunisme: «Nouv. Rcv. Théol.» 59 p . 2 i j s .
672 P.II. DE LUT1ÍR0 A LA TAZ D E WESTPALIA
CAPITULO II. •
" » tanto libre de conducta y en su manera de enjuiciar las instituciones de la Iglesia católica, no
tenido ninguna idea de rebelión; pero la lectura de los primeros escritos de Lutero y, sobre
todo, la noticia de las tesis sostenidas por él en la disputa de Leipzig en 1519, particularmente
° ° n t r i el romano pontífice, inició en él sus primeras dudas y vacilaciones. Luego, continuando
®n l a lectura de Lutero y de los demás innovadores, se fué apropiando sus ideas, a las que dió
col c a r 4 c * e r individual, hasta llegar a declararse abiertamente contra la Iglesia católica (ibid.,
Véase asimismo toda esta discusión sobre el influjo de Lutero en Calvino en POLLET:
•Dict. Theol. Cath.. col. 37 5SS.
676 F.n. DX LUTRKO A LA PAZ OC WISTFALIA
Véanse asimismo MAYER, DIR Disputation von Zlirich, ain ay, Januar 1523. (Lucerna-LÍIG5); 1 Isnr! J
OENRATHER, l.c., 424. D e hecho, ya antes, el 21 de junio de 1522, habla provocado una discusión
con los monjes encargados de la predicación. Pero, aunque ya manifestó en ella con bastante clan ,t
ridad SUS ideas revolucionarias, aquella discusión no habla tenido bastante publicidad, Por estPi '
quiso dar a ésta la mayor solemnidad posible. De la gran importancia que él le atribuyó, da una> i
idea la obra que luego dió a luz, fixpojteidn di las pruebas de las tesis, que es una amplia exposi-.
ción de las 67 tesis presentadas en la disputa. Cf. Opera 11,3. •* i
C.a. LA FALSA K W O K M A SN SUIZA S INGLATBKRA 677
Glaubensfreiheit: «Hist. pol. Bl.t 143 (1909) 805s: BURCKHAKDT, Die Basier Täufer (Basilea 1898).
' Véanse BAU», Zur Vingesch. der Disputation von Baden (¡¡26): «Z. f. KG» 21 ( t y o i ) QIS;
WIEDEMANN, TH., Dr. /. u. Eck auf der Disputation in Baden: «Vierleljahressch. f. Theol.« 1,63s;
Io., /oh. fleh: ibid., 2 i s s . En general, tuvo gran trascendencia esta disputa, sobre todo por la
intervención del excelente dialéctico y polemista J. Eck. A propósito de la negación de Zuinglio
a asistir a esta disputa y enfrentarse con el polemista católico Juan Eck, escribe Crlstianl (i.e.,
col.3734): «Es muy característico de la aprudencia' de Zuinglio, que se guardó bien de enfren-
tarse con los teólogos católicos, que él reconocía capaces de hacerle frente y demostrar sus errores
delante de un auditorio público. En vano Juan Eck lo desafió durante dos artos; en vano, siguiendo
la invitación del cantón de Berna, aceptó el venir a Baden del 21 de mayo al 8 de junio, para de-
fender el catolicismo... Zuinglio no quiso comparecer. Entre los Arbitros, hubo noventa que se
pronunciaron en favor de Eck, y sólo once en favor de loa innovadores... Zuinglio se habla limi-
tado a dar salida a su odio contra Eck en una carta..., de la que conviene citar unas lineas para
que se juzgue su capacidad para la iniuría, bien comparable con la de Lutero, tan conocida de
todos: «Toda tu v i d s — l e decía—ha sido inmunda desde tu infancia; tu lengua, petulante; tu boca,'
maldita; tu vor, impura; tus ojos, libidinosos; tu frente, impudente... T ú estfli siempre a punto
de todo crimen; de ninguno te avergüenzas...* Cf. Opera VIII,217; STAKK, F., Die Glaubenispal'
lung im Lande Appenzell bis zur Baden ei Disputation 1526 (Appenzell 1056); BAVAUD, G., La
dispute de J.nusanne, 1526: «St. Friburg.« 14 (Friburgo 1956); BKOTBCHI, W . , Der Kampf Jacob
Chr. Blarers von Wartemer inn die relig. Einheit in... Basel, 1575-1608 (Friburgo de S. 1956''
C.2. I.A L'ALSA HIU'ORMA KN S U I Z A I! I N Ü U T K K K A 679
7
6. Cuestiones sacramentarías .—Zuinglio era de un carácter
y poseía una educación completamente distintos de los de Lutero.
Educado en el seno de una familia rica, no habla conocido los rigorés
y estrecheces familiares. No poseía un alma angustiosa ni habla llevado
en el claustro una vida de penitencia. Por el contrario, tenia un ca-
rácter jovial y abierto y, como sacerdote secular, llevaba una vida
fácil y agradable. Asi se explican muchas particularidades y matices de
ambas doctrinas. Lutero es más sentimental y místico; Zuinglio, más
natural y optimista. •
Ambos ponen como base la Sagrada Escritura como única norma
de fe, interpretada según la propia inspiración de cada uno. Asi, pues,
ambos rechazan la tradición apostólica, que Be nos transmite por la
autoridad patrística, conciliar y pontificia. Sin embargo, no atribuyen
ambos el mismo valor a la Biblia. Lutero le da generalmente más im-
portancia. Zuinglio insiste más en cierta inspiración interior. - -
Uno de los puntos fundamentales de todo el sistema luterano es .la
corrupción de la naturaleza humana, que podemos llamar punto de
vista' antropológico. En cambio, Zuinglio insiste poco en ese principio
y parte del terreno filosófico-teológico, de un concepto semipantelsta
de la divinidad; pues, según él, Dios es todo el ser, y las criáturas, una
especie de emanación suya, por lo cual el hombre nb es un ser libre,
sino que está totalmente en manos de Dios. De ahí proviene-su concepto
de la predestinación absoluta de todo el mundo y qué Dios es origen
de lo bueno y de lo malo, del pecado y de todo.
Por otra parte, Zuinglio rechaza igualmente las buenas obras, en
particular los votos, la vida monástica, las indulgencias, el purgatorio
y el sacerdocio. Pero mientras Lutero pone como base de todas sus
teorías la justificación por los méritos de Cristo, Zuinglio insiste más
bien en la predestinación. Lutero admite la divinidad de Cristo y ma-
nifiesta una Intima adhesión a su persona; Zuinglio, eri cambio, tiende
a disminuir sus grandezas a la manera de los arríanos. -
Finalmente, mientras Lutero admite al menos tres sacramentosj
Zuinglio los reduce a la mínima expresión. El bautismo y eucaristía,
que son los únicos que conserva, son rebajados a merdS signos exteriores.
Es particularmente digna de mención la contienda de ambos'•acer*
ca de la eucaristía. En efecto, Lutero negaba la transubstanciáción, peto
defendía con ardor la presencia real de Cristo en la eucaristía. Para
ello sostenía la teoría de la empanación, por la que se suponía que jun-
tamente quedaban las dos substancias. Pero ya durante su estancia en
la Wartburg (1521-22) inició sobre este punto una polémica contra
Karlstadt, quien se había atrevido a negar la presencia real. Karlstadt
se calló, más o menos convencido por Lutero. Pero Zuinglio y los su-
yos renovaron la contienda, e incluso hablaban de una especié de ins-
' Existe abundante bibliografía sobre esta discusión entre Lutero, Zuinglio y otros jefes
protestantes acerca de la eucaristía. Víanse entre otras obras: KOLIJE, Zur Chronologie Lutherscher
Schriften im Abtntlmahhslreit: «Z. f. KG« (1890) 472s; GAUDARD, La doctrine de la taime Cine
d'apris Zuringle (París 1890): JXr.ER. Luthers religiöses Interesse an seiner Lehre von der RealpräseMf
(Glessen 1900); GÖTE, Die Abendmahlsfrage in ihrer geschichtlichen Entw. (Leipzig 1904). E "
particular véanse GUISAR, 362s; POLLET, art. Zwinglianisme: «Dict Théol. Cath.» c o l . 3 8 2 ^ En
este excelente trabajo pueden verse expuestos los diversos puntos de vista doctrinales de Zuin-
glio sobre la Sagrada Escritura, la naturaleza humana, libertad del hombre, las buenas obras,,
Iglesia y los sacramentos; en particular sobre la eucaristía, y asimismo otras doctrinas del zuin-
glianismo,
U FALSA RLTL'OKMA UN SUIZA K INCT.ATERRA ©81
ron contra la Iglesia católica, véase lo que escribe BAUDRILLART (l.c., col. 1370): -Parece que las
consideraciones de orden intelectual fueron las primeras en actuar aobre él. Rebelóse violen'
tamente contra la escolástica y luego deja de un lado toda la tradición. Todas las erueAinzas V *
toda la disciplina de la Iglesia le parecen corrompidas. Dios le habla y le da a él una misión, qu». j
C.2. U L'AWA RKK0KMA «N SUIZA K INIU.ATÜKKA 683
cución de los sospechosos, y a las llamadas cortar de abolieron de Lyón (de mayo de l s j 6 ) , que
concedían a los herejes un plazo de seis meses para abjurar.
1 1 La primera edición fué en latín, con el titulo Calvini instituíio religionii chrótianae (Ba-
silea 1536). E n ediciones posteriores el titulo se cambió por Calvini Inslilutiorm... La primera
edición en francés (Vnstitution chrétienne) no salió hasta 1541. Esta obra es, indudablemente, ,
la m i s importante de Calvino, y debe ser considerada como una de las principales de los jefes
protestantes.
<« Véanse BEVAN, Wí/Iiom Farel 4.*ed. (Londres 1893): MUIOT. N . , W. Farel: «Theot.
St. Krit.» 81 (1908) 362S.513S; MASSIAS, Fssai Mitór. sur P. Viret (Cahars 1900); BARMANIÍ, J„
Pierre Viret, sa vie et son oeuvre (isu-71) (1911): CART, J., Le rile de Beme et de Friburgf dan»
I m troduchon du protestantisme d Genéve: «Arch. f. Schw. Ref. Gesch.» I , 8 n s .
" Cf. JOVRDA, l.c., 184S; PAYPWJ,MRT, l.c.. c o l . I 3 8 í s .
C.a. ' LA FALSA REFORMA EN SUIZA K INGLATERRA 685
habla podido publicar en Ginebra. A l fin la publicó en 1341 con importantes adiciones.
2 1 o ^ , r e ? P u e * t » . de tono polémico y violento, se encuentra en Coro. Ref., Opera... V.365»:
laeobl Sadoleti... epístola a d senatum pnpulumque genovensem... ¡oannis Calvini responsio. En este
mismo tiempo escribió Contrnaitarii in ep. Paiili ad Rom. y Pelil traité de la Saint« Céns: «Ope-
ra...» t.49-50,
C.J. I,A l'ALSA KKKOKMA KN SUIZA K INGLATERRA 687
sufriría cien muertes que esta cruz, que le traería mil torturas» 22. De
este modo les hizo esperar un año entero, hasta que, finalmente, en
septiembre de 1541 volvió a Ginebra.
Esta vuelta a Ginebra tuvo el aspecto de un verdadero triunfo.
Recibido por la ciudad como su salvador y reformador, Calvino sacó
el mayor partido de su ventajosa situación. En general, el periodo que
sigue se caracteriza por el influjo absoluto que ejerció en la ciudad,
de la que bien pronto vinosa ser el verdadero dictador religioso y aun
político. Este extraordinario ascendiente lo aprovechó para imprimir
a su reforma un carácter riguroso y férreo, que lo distingue en adelante.
Por de pronto, ya el 13 de septiembre, el mismo día de su entrada en
Ginebra, estableció las Ordenanzas eclesiásticas de la iglesia de Gine-
bra, que el Consejo de la ciudad aceptó e impuso a toda la ciudad en
noviembre de 1541.
Lo que debía imprimir un carácter definitivo y ser como la norma
fundamental de la iglesia reformada de Calvino era su obra Institution
chrétienne,. impresa por vez primera en latín en 1536, completada y
reimpresa luego muchas veces. Ahora, pues, aparecía en 1541, al co-
mienzo de su estancia definitiva en Ginebra, la edición francesa 23 , y
otras diez veces fué completada y reimpresa en vida de Calvino. Su
influjo (tanto con la edición latina como con la francesa) fué en verdad
extraordinario. De ambos escritos, las Ordonnances éclésiastiques y Ins-
titution de la religión chrétienne, se deduce claramente la organización
y la doctrina de la iglesia calvinista o reformada.
5. Organización y doctrina del calvinismo.—El carácter básico
del calvinismo es una organización presbiteriana democrática, en la
cual, ante todo, procuró Calvino evitar los defectos fundamentales de
la iglesia luterana. El primero era la teoria de la justificación, que, al
establecer la justificación por sola la fe y la inutilidad de las buenas
obras, había contribuido eficazmente a la relajación de costumbres.
El segundo era el haber atribuido al Estado toda la jurisdicción ecle-
siástica, pues esto habla sometido la Iglesia al poder civil y declarado
a éste como juez en todos los asuntos temporales y religiosos. Ahora
bien, para obviar el primer defecto, aun manteniendo el principio de
la justificación por sola la fe, se estableció la necesidad de las buenas
obras, que significan nuestra colaboración a la obra de Dios. Frente
al segundo, defendió la teoria de que el Estado y la Iglesia deben tra-
bajar en Intima unión por la misma obra de la fe; pero, en contraposi-
ción a Lutero, afirmaba que el Estado debe estar subordinado a la
Iglesia.
Esto supuesto, estableció una serie de cargos, que constituyen una
verdadera jerarquía; ante todo, los pastores, a cuyo cargo estaba la pre-
dicación; luego los doctores, que tenían por ministerio la enseñanza
y dirección de las escuelas; los presbíteros, que constituían la base de
la jerarquía y mantenían la dirección de la iglesia; finalmente, los diá-
conos, que estaban al frente de los hospitales y obras de caridad.
11 ! p e n t u m POtiua alia« mortes, quam illa crux, in qua millies perlturus esseti (carta a Farel).
. j El titulo completo era fiutilution de la religión chrétienne en laque ¡le est comprissé une somme
h u ,uoí',out *"* neceswire acngimistre en la doctrine du salut... La edición francesa,
¿^^cuidadosamente por el mismo Calvino, e i considerada como un monumento de la lengua
é&8 P.II. DE LUTKRO A U PAZ DE WttSWAUA
El caso de Servet ha sido tratado innumerables veces. Véase algo de su bibliografía: AMA-
Y MANOBT, Historia critica de Miguel Servet (Madrid 1888): CHOISY, Le procis et le búcher
•íi. , e r w I : 'Rev. chrét.» 3.«ser. 18 (1904) aéos; PAULUS, N . , Calvin ais Handlanger der pSpstli-
Inquis.: «Hist. pol. Bl.» 143 (1909) 329a; D i c a n , A . , M. Servet et Calvin i . V d . (París 1907):
w . , Michael Servetus (Londres 1909). Es clásica la exposición de MZNÍNOEZ Y PZMYO,
"torio de los heterodoxos españoles, ed. B A C , n.tso, 1,749» (Madrid 1956).
MI. JJK I.UTBR0 A LA PAZ DE W US ITALIA
Re/ormol. IX,77 (donde Melanchton felicita por ello a Calvino): PAULUB, N „ Melanchton iind
ai» CeuiissmsfreiheU: «Kath.i (1807) 1,5463; 11,5348; ID., Luther und di« Gewissensfreiheit (Mu-
nich 1905); ID., Servet] Hinriclitwig im iutherischen Urttil: «Hist. pol. DI.» 136 (1905) 161«; lo-,.
Protestantismo: und Tolerara im 16. Jahrb (Frilwrgo de Br. 1911); R o u q u r r T E , L . , ínquijition
protestante. Les victimes de Calvin (París 1906).
Í ' BAIRD, Theod. Beza, covnsellor of the french reform (Londres 1900); CHOISY. LVtat chri' >
tien calviniste d Ctnive au temps de Th. Bcze (Ginebra 1992). •]
C.Í. I.A FALSA KKFOKM.L I!N SUI/A K INOI,ATKKUA 691
III. EL CISMA DE I N G L A T E R R A : A N G L I C A N I S M O 31 .
B I B L I O G R A F I A , - R A N « , L. VON, Engl. Gesch., vomehmlich im 16. uni 17. Jl«. -9. vols.
2.»ed. (1870-1872): Cambridge Modem History II-VI (Cambridge 1904-1906); DIXON. R. W . ,
History of the Church of England (¡S00-IS70) 6 vols. 2.'ed. (Londres 1884-1902); CAMM, B v
Lives of tli« English Martyrs under Henry VIII and Elizabeth (iS35-tS&3) a vols..(Londres 1904-
190s); TRIÍSAL, J., Les origines du schisme anglican ( ¡S09-IS7') (Paris 1908); GASQUET, CARD., F. A-,
The eve of Reformation 6.»ed. (Londres 1909); ARROWSMITH, R. S., The prelude to the Reforma
<ion (Londres 1923): HYLAND, G . K . , A erntiiry of persecution under.Tudors and Stuarts (Lon-
dres 1926); BELLOC, H.. A history of England. IV. The transformation of England, i . «Henry VIII
(1509-1547)» (Londres 1931); JANELLE, P., L'Angleterre catholique à la veille du schisme (Paris J
1935); HACKETT, F.. Henry the eigth (Londres 1929); RIVAL, P., Les six femmes du roi Henry VIII• (
(Londres 1936); SMITH, H. M . , Henry VIII and ths Reformation (Londres 194B); SORLEV, W . R.,
A history of the English Reformation (Cambridge 1937)! POWICKE, M . , The Reformation in Eng-
land (Oxford 1941); PERMINOTON, E. L . , The Church of England and the Reformation (Lon-
dres 1952); GARBETT, C., The claims of the Church of England (Londres 1947); SLESSER, H.,
The Anglican dilemma (Londres 1952); RICH, E. C . . Spiritual authority in the Church of England
(Londres 1953).
. D e un modo especial recomendamos, ante todo, las dos obras mejores de nuestros dlaq : CONS-
TANT, G . , La Réforme en Angleterre. I- Le cisme anglican, Henri VIII (IS09-IS47) 2.»éd. (Pa- ;;
ris 1931)1 JANELL*. P., Henri VIII et l'anglicanisme: «Hist. de l'Eglise« por FLICHE-MARTIN, \
XVI.309« (Paris 1950); PASTOR, X.167«,- HUCHES, P., TH» Reformation in England (Londres 195°«)! j
Jp., and (hf Çounl«r-R«/ormfl!/i)rt in England (Londres 1942). , . •; s
c.a. I,A KAUiA RKKORMA UN SUIZA K INGLATERRA 693
gón, hija de los Reyes Católicos D. Fernando y D.» Isabel y tia del
emperador Carlos V. Esta se habla casado anteriormente con Arturo,
hermano de Enrique VIII, joven de catorce años; pero, muerto éste
a los pocos meses (1502) sin haber consumado el matrimonio, el papa
Julio II habla otorgado la dispensa canónica del impedimento que de
este matrimonio resultaba entre Catalina y Enrique VIII. . .
Ahora bien, la vida de Enrique VIII y Catalina de Aragón durante
estos dieciocho años ser habla deslizado con relativa tranquilidad; pero
de los tres hijos y dos hijas que les hablan nacido, sólo habla sobrevi-
vido una niña, nacida en 1516, la futura reina de Inglaterra María
Tudor. Lo peor fué que el decaimiento de fuerzas físicas de la reina
dió al rey la convicción de que no podía ya esperar un heredero, por lo
cual ya desde 1525 empezó a pensar en algún plan que resolviera este
problema. Entonces fué cuando, según parece, tuvo la idea de declarar
heredero a un hijo natural, el duque de Richmond, que había tenido
de Isabel Blount. Pero la muerte del príncipe ahogó en germen este
primer plan del rey. En estas circunstancias, pues, el año 1527 surgió
en él la idea de obtener el divorcio de Catalina de Aragón.
abundante bibliografía. Las ,/uentes principales se reproducen en EHSES, obra citada anterior-
mente. Pueden verse además: I'ROUD, The divoree of Catharine of Aragón (Londres 1891); TUHRS-
TON, Clement VII, Campéalo and the divoree: lAiner, Cath. Qpart. Rev.» (1904S): EHSES, Die
Pipjtliche Dehrelale in dem Ehescheidungtprotess Heinrichs VIH: »Hist. Jhb.» (1888) 285.2093.
609S; ID., Ciernen» VII im Ehesch. Pro*. H. VIII...: «Róm. Quart. Schr.» (1893) 1801: ID., Zur
Ehesch. H. VIII: ibid. (1900) 2565; JERET, Le premier divoree de Henri VIII: «Rev. Q.. Hist.» 64
(1898) 53A; FRTEDMANN, Lady Anne Boleyn 2 vola. (Londres 1884-85), Véanse de un modo espe-
cial HEFKLE, Conziiiengesch. IX,5875; PASTOR, X,I69S¡ CONSTANT, l.c., 253; JANELLE, l.c., 32OS.
Indudablemente, existía en Enrique VIII una preocupación por tener un heredero varón, y» que
era muy problemático que una mujer pudiera heredar el trono en Inglaterra. Pero es un hecho
también que, aun teniendo esta preocupación, no pensó en un divorcio hasta que se apoderó de
e la pasión por Ana Bolena. Este fué, indudablemente, el móvil verdadero de todo lo que realizó
jy »«y, incluso del cisma de Inglaterra. T o d o lo demás eran meros pretextos o razones que justi-
ncaran delante de lo* demás lo* gravísimos pasos que se fueron dando. Por lo que se refiere en par-
™Ü¿l»r a los escrúpulos de conciencia que, según él afirmó, le vinieron -«obre la legitimidad de su
matrimonio con Catalina de Aragón, véase lo que concluye PASTOR: »Según afirmó Enrique, el
ooiapo [de Tarbesl habla manifestado dificultades respecto a la legitimidad de la princesa María,
uivS j ' j , e r '"válido el matrimonio de Enrique con D-* Catalina. N o cabe duda de que esta
pretendida expresión del obispo de Tarbes es una consciente ficción, y los pretendidos escrúpulos
nlor2>einnci* Enr'iue. pura hipocresía» (ibid., 172). Véanse en este mismo lugar los testimo-
• A E EHSES, BUICH, GAIRDNKR, que confirman lo mismo.
396 P.II. DE UJTHKO A LA PAZ DE WRSTfALIA
viaje, a Londres con el encargo expreso del papa de dar largas al asunto,
-pues Clemente VII esperaba que de este modo se calmarla la pasión
del rey. Asimismo llevaba una bula secreta, en la que el papa daba
buenas esperanzas a Enrique VIII. Pero bien pronto se dió cuenta
Campegio de que el rey ansiaba una solución rápida favorable. Wolsey,
por su parte, le dió a entender el gran peligro que envolvía el sistema
de prolongar- indefinidamente el proceso e incluso que el rey no se
detendría ante un cisma. En posición tan desesperada, intentó Cam-
pegio otro camino. Dirigióse a la reina y le propuso que espontánea-
mente renunciase a la vida matrimonial y se retirase al claustro.3^.
Pero..Catalina.protestó indignada contra tal sugerencia, y ni la,insis-
tencia de los consejeros ni el espectáculo del mismo cardenal, que se
arrojó a sus pies en plan de súplica, lograron hacerla cambiar de pa-
recer.': Antes, repitió la reina, se dejaría hacer pedazos. Wolsey llegó
con Jesto á.un estado de verdadera desesperación. Viendo que no habla
otra Bolución para evitar la ruina de Inglaterra que- complacer al rey,
hizo' un último esfuerzo en Roma, procurando obtener dèi papa la fa-
cultad de resolver ¿1 todo el ásunto. Por otra parte, escribía Campegio:
El rey «nada ve, nada piensa sirio en su Ana..., y es una compasión
de qué manera la vida de un'rey y el estado y ruina de un país están
pendientes de esta sola cuestión». Sin embargo, persuadido el papa de
que el matrimonio de Enrique con Catalina era válido, y, por consi-
guiente, indisoluble, se' vela forzado a mantenerse en lá negativa, no
obstante ¿1 peligro del cisma dé toda la nación.
Entre tanto," forzados por la impaciencia de Enrique VIII, los le-
gados, Campegio y Wolsey, tuvieron que dar comienzo al proceso en
Inglaterra. La reina Catalina compareció personalmente ante el tribu-
nal y protestó contra su competencia. En la segunda sesión se atrojó
á los pies de Enrique, implorando compasión ; pero el rey permaneció
impasible. Entonces ella reiteró su protesta contra la competencia de
aquél tribunal y apeló al romano pontífice. Luego se alejó llena'de
dignidad y ya ño volvió a presentarse ante aquellos jueces. Este infor-
tunio le conquistó la simpatías del pueblo inglés y de'todo el mundo',
que interiormente se puso de su parte. Y aun el mismo rey, e n e i mo-
mento dé abandonar ella el tribunal, se vió forzado a exclamar ¡'«Mi-
lo rds, es la mujer más fiel, la más obediente, la más sumisa... Posee
juntamente tódás las virtudes y cualidades de una mujer de su rango».
Asi, pues, desde este momento se precipitó el proceso. Sin hacer
caso del breve de dispensa, cuya copia había presentado'la rèina.ante
los'júéces, Enrique y Wolsey querían a todo trance dar cuanto antes
una solución favorable al divorcio, pues temían que el papa' avocara
la causa a Roma. Pero entonces se presentó el obispo de Rochester,
Juan Fisher, y, desafiando las iras del monarca, proclamó que, des-
pués de un largo y detenido estudio, estaba convencido de la validez
del matrimonio, y estaba dispuesto, como en otro, tiempo San Juan
Bautista! a sacrificar su vida por la indisolubilidad de est® sacramento 4 ?.
, En realidad con esto no te resolvía nada. JPues, aunque la reina se retirara e hiciera el voto
ae castidad, si su matrimonio con Enrique era válido, no podía éste tomar otra esposa. . -
. . I" Véanse sobre San Juan Fisher BHIDCETT, Life of blrssed 1. Fisher (Londres 1B88); Vié-du
PRJ)" " '
J , I V nui *iyJ- Fisher: «Anal. Boll.» Í1891) u i s ; ibid. (1893) 97»; LLANOS Y.TORWCUA, F . DI,
n V ^ 0 dé Catalina de Aragón, San Juan Fisher y Santo Tomás Moro (Madrid 1935): RIYNOL-
D'< E. E., St. John Fisher (Londres 1955) ; FARROW, J., The story of Thomas More (Londres 1956).
696 IMI. DE LUTLILUJ A L,A PAZ DE WKSTFAUA
Sin embargo, todo fué inútil. Enrique VIII exigía a todo trance
la declaración de nulidad de su matrimonio con Catalina de Aragón
con el objeto de poder juntarse legítimamente con su amante Ana
Bolena. Entonces, pues, no pudiendo Campegio darle esta solución
deseada y no atreviéndose, por temor de mayores males, a dar una
sentencia contraria, optó por una suspensión del proceso. En efecto,
el 23 de julio, alegando las vacaciones de los tribunales eclesiásticos,
según la costumbre romana, suspendió hasta el i.° de;octubre la con-
tinuación de las sesiones. Unos dias antes de esta declaración de su
legado, el papa Clemente VII, siguiendo el parecer de los referenda-
rios de la Rota, había firmado definitivamente el decreto de traslación
a Roma de aquella causa.
Inglaterra y de los más responsables en su calda en la herejía. Pueden verse MASÓN, Th. Cranmer
(Londres 1898); JUNES, Cranmer and the Reformation in England (Londres 1900); POLLARD, A . F.,
Th. Cranmer and the Enflish K. (1489-1556) ÍNueva York y Londres 1904); RICE. H. A . L . ,
Thomat Cranmer (1489-1556) archb. of Canlerbuiy: «Hist. today», 6 (1956) 478»: MAYNARD, 1 .
The life of Thomas Cranmer (Londres 1956).
« i Oxford tardó en dar sú dictamen favorable a Enrique VIII. Entre tanto llegaron varios dic-
támenes favorables de Cambridge y de otras universidades del continente, después de lo cual lo
dió también Oxford,
c.a. I.A l'At,8A llItl'OUMA liN SUIZA It 1NGWTF.KHA 60©
' J Asi lo hizo Clemente VII en su respuesta del 27 de septiembre de 1529, notando que el
acceder a los deseo« del rey «herirla la conciencia tanto del rey como la suya propia». Y por lo que
•e refería a la amenaza de un cisma, escribía: »No es esto una proposición digna de vuestra pru-
"?«* X " ' « ' ó n * . V í a s e CONSTANT, o.c., 38«.
j , Véanse en CONSTANT (p.39») m i s particularidades sobre este punto interesante y decisivo
oe la controversia. CÍ. asimismo PASTOR. X,L99I; JANELLÍ, t.e., 325.
700 H.ll. DK H J T K R 0 A LA PAZ DK WBSTVALIA
de Enrique VIII es designada por los mismos historiadores anglicanos como abyecta. C f . CONS-
TANT, l.c., 43a. Por su parte, Enrique VIII dió las m i s claras pruebas de su consumado cinismo.
En efecto, Cranmer suplicaba solemnemente al rey el 11 de abril que le permitiera juzgar «este
importante asunto de su matrimonio, que tanto ruido ocasiona entre el pueblo». A lo cual le res-
pondió el rey que tenia el gusto en complacer a la súplica del »ministro principal de au jurisdic-
ción espiritual», rogándole (esto era una solemne mentira) que no tuviera ninguna consideración
humana, «sino solamente la voluntad y beneplácito de Dios», Después de lo cual Cranmer pro-
nunció la sentencia: «Decemimus et dedaramus, ipsum praetensum matrímonium..., divino,
iure prohíbeme contractúm et consummatum, nullius valoris aut momenti esse». Sin embargo,
declaraba que Marta, la hija de este matrimonio, no era bastarda, por ia buena fe de sus padres.
4 4 L.c., 60. AHI se relata la opinión del historiador BURNKT, quien afirma que el cisma se
debió al hecho de no haber querido los cardenales imperialistas esperar la llegada de un correó, ,
Véase asimismo todo esto ampliamente expuesto en PASTOR, X,204S. El texto de la sentencia de-
finitiva del papa puede verse en EKSES. o.c., l i j a .
C.3. LA VALSA KXPORMA UN SUIZA X INGLATERRA 701
' ' " " E s t a obra habla »ido publicada en 1334 en medio de !a> lucha» de Luis de Baviera contra
el papa Juan XXII y ha sido siempre uno de los arsenales mis abundantes de los enemigos del,
rapado. F.dición del Defensor Paris, por GOLDAJT (Frankfurt.1668). Véanse SCIIOLZ, R., Studiai
uo«r die politischtm Streitschriften da 14. u. 15. Jh.: iQuell. u. Forsch. aus itai.Arch.» (Roma 1909).
ALVAKO PELAGIO en su célebre obra De planetu Ecclcsiae (Veneda 1560) refuta en una de sus partes
« t » obra, •
- • «» Víase.para todo esto a JANELLE, c.,-338a. Asimismo JANELLE, Obedience in Church and
7. (Lambtidgc «930) aas; lo:, L'Angleterrs «itholique I75S. ,
• S o n ' I n t e r e s a n t e s las explicaciones i|ue se daban a este propósito, , A la dificultad obvia y,
nüníu • < l u e Jesucristo habla confiado el gobierno de su Iglesia a Pedro y sys sucesores, re's-
•SlTi i U C I 1 °Í •c'esi&sticos recibían toda su jurisdicción espiritual por medio del rey. Asi declan:,
ci-poüer de las llaves no lo ejerce el rey. ciertamente se deriva de él».
702 P.II. DE MJTURO A U PAZ DE WKSmUA
además de las obras citadas: Mdrtyrum monachoirum Carthusianorum in Anglia passio m¡ñor,
auct. M . CKAUNCCY, ed. VAN ORTHOY: «Anal. Boll.i (1903) s i s ; CANUM, Lives of the Enjjliih
Mortyri... /. M . under hing H«nry VIII (Londres 1504); STONE, ¡•'ailhfutt unto death. A n account
of the tuffaings of Ihe English Franciscani during the 16. a. 17. centuria (Londres 1892) ¡ POLLEN,
ACU of Engiish Martyrs (Londres 189/); BXUME», DI» Bmedihliner-Martyrer in England unter
C.S. L,\ M S A RBÍORMA KN SUIZA LI INGLATERRA 703
vió a hablar contra el intento del rey.' Los dos años siguientes tuvo ;
que mantener una lucha constante, hasta que, preso deLnuevo en abril
de 1534, como negara el juramento a la ley de sucesión, fué arrojado
-•"aila-.Torre de.Londres. En mayo de 1535 realizáronse nuevaB tentati-
vas para obtener su juramento a la ley de supremacía. Pero Fisher no
quiso jamás reconocer al rey como jefe supremo de la Iglesia. El 20 de
mayoie otorgó el papa la dignidad de cardenal con el objeto de librarlo
de la.muerte, Fué inútil. Enrique VIII lo hizo ajusticiar el 22 de junio
por el único crimen de rechazar el juratnento de la supremacía.
No menos insigne fué el martirio de Santo Tomás Moro Habién-
dose especializado en Leyes, trabó Intima amistad con Erasmo y des-
tacó por sus aficiones humanísticas. En 1516 publicó su célebre obra
Utopia, que lo dió a conocer como un intelectual aventajado de su
tiempo. Desde 1523 inició una verdadera batalla contra el protestan-
tismo, que se infiltraba en Inglaterra. Por otra parte, desde 1527 se"
manifestó contrario al divorcio del rey; mas,- como Enrique VIII tenía
mucho interés en tener de 6u parte a un legista como Moro, lo .nombró'
sucesor de Wolsey como canciller; pero él renunció a_su cargo en'
1532 cuando se vió obligado en él a reconocer los actos realizados por
el rey, y, por consiguiente, su supremacía espiritual.
Mas esto. mismo lo hizo desde entonces incompatible con Enri-
H. VIH (1899); SPILLMANN, Geseh. da Katholihenverfolgung I'N England iS3S-l68l. I. Dit Blut-
«Ugen linter H. VIII j.*ed. (Friburgo de Br. 1910).
Sobre T o m l s Moro v&tnse en particular BRIDJET, P. T . E., Life and torirings of Slr Thómas
More (Londres 189a); CHAMBF.RS, R. W . , Thomoj More (Londres I93S): JANELLH. Thornns More:
•Olct. T h í o l . Cath.» (París 1916) ¡ ROQKR», E. F., The eorrespendanee of Sfr Th. More (Prince-
ton 1947),
,704 P . J I . . 1}1¡, LVTKRO A U PAZ DE WHSTFAUA
cuarenta y dos artículos dt ISS3> y m i s tarde, en el reinado de Isabel, para los treinta y nuet<s ar-
tículos.
" Sobre esta nueva fase de la lucha de Enrique VIII contra el catolicismo y en particular
sobre los seú articulo] víanse CONSTANT, 267»; JAN ELLE, 354S; PASTOR, XII,37gs.
708 P.II. DE t U T E R O A t A PAZ DE WBSTPA1IA
11. «Libro del rey». Fin del reinado y juicio sobre Enri-
que VIII.—Todavía procuró Enrique VIII una tercera fórmula de fe,
para cuya elaboración nombró en 1540 una comisión de obispos y teó-
logos, los cuale§ después de tres años presentaron la fórmula definitiva,
que Enrique VJII impuso con su autoridad el 12 de mayo de 1543.
Por esto fué llamada libro del rey60. En su contenido no difería de las
dos fórmulas anteriores, pero era más extensa y más exacta sobre todo
en la doctrina sobre los sacramentos.
A l mismo tiempo, una segunda comisión publicó en enero de 1544
una instrucción oficial sobre Las ceremonias de la iglesia de Inglaterra,
que pone más en evidencia la tendencia de Enrique VIII a conservar
las prácticas católicas. Sin embargo, todavía hubo algunas víctimas de
más o menos significación. Así, por ejemplo, Ana Askew, de convic-
ciones zuinglianas y que negaba la presencia real de la eucaristía, que
fué torturada de la manera más horrorosa y el 16 de julio de 1546 fué
quemada como hereje junto con Juan Lascelles y otros varios. De esta
manera siguió Enrique VIII hasta su muerte, ocurrida en enero de
1547 a los cincuenta y seis años de edad.
El recuerdo que Enrique VIII ha dejado en la historia es por demás
desfavorable. Sobre un fondo de un espíritu religioso, que es lo que
lo indujo a mantenerse firme contra los esfuerzos de los innovadores
M El titulo completo era 77« necnsary eruditíon of a chríiti'an man, ut forth by tht King"t
MoQtsiy ofEngland.
C . a . ' LA FALSA REFORMA EN SUIZA K INGLATERRA 709
1921); HOPF, C , Martin Bucer and the fnglisfi Re/ormation (Oxford 1946).
4 4 El texto de l u /rv'onctions royales te encuentra en FOXE, O.C., V,7O6I. ,
C . a . ' LA FALSA REFORMA EN SUIZA K INGLATERRA 711
moral, que tanto ae hacia sentir en todas partes, y asimismo por las cuestiones dogmáticas.
C . a . ' LA FALSA REFORMA EN SUIZA K INGLATERRA 713
que Bucer no pudo ver terminada, pues murió en 1551. Pero los extre-
mistas Pedro Mártir, Bullinger y Hooper la continuaron con tenacidad
hasta terminarla en enero de 1552. En esta fecha el nuevo Prayer-book
fué presentado al Parlamento, el cual con su aceptación oñcial lo con-
virtió en ley para todo el reino.
De este modo entró eri'fuñciohes' desde'noviembre el Prayer-book
de 1552 68. El es el que nos indica mejor que nada el verdadero estado
del ánglicánísmo al fin del reinado de Eduardo VI. El cisma primitivo,
en el que Se. habían conservado casi en BU integridad las doctrinas y
la liturgia antiguas, se había transformado ya en una mezcla de lute-
ranismó y calvinismo, que posteriormente tuvo todavía algunas modi-
ficaciones. Inglaterra sé había hecho protestante.
Tal fué él célebre Prayer-book de 1552, que marca una nueva etapa
en la evolu^ón del anglicanismo. Pero Warwick y Cranmer. no se con-
tentaron con esto- Con el objeto de hacer penetrar más eficazmente las
doctrinas protestantes, hicieron imprimir el llamado Primero o Libro
de horas, en el que se suprimían el Ave María y otras preces y se aco-
modaba toda la liturgia.a las prácticas luteranas y calvinistas. Asimismo
publicaron un Catecismo en inglés y latín para el uso de las escuelas
populares, en el que se introducían las doctrinas básicas protestantes,
como la justificación por .sola lá fe.
Pero el colmo de toda esta campaña de protestantización de Ingla-
terra ló'pusieron Warwick "y Cranmer con sus nuevos artículos de fe.
Para ello, desde 1551 preparó Cranmer un formulario, a cuya acepta-
ción debía'obligarse a todos los obispos y sacerdotes y a todo el pueblo,
y, en efecto, logró redactárlo durante el año 1552. El rey Eduardo VI
lo aprobó definitivamente'el 12 de junio de 1553. Son los célebres
42 artículos de 1553, de tendencia luterana y calvinista, si bien man-
tienen diversas fórmulas conciliatorias y de un tono, marcadamente
conservador.
El corto reinado de Edüardo VI, quien no llegó a gobernar indepen-
dientemente, pues mürió el 6 de julio a la edad de quince años, fué
aprovechado por los dós.regentes, Sommeirset y Warwick, y, sobre todo,
por el arzobispo de Cantorbery, Cranmer, para continuar su obra pro-
testantizadora, que,'interrumpida desde 1553 a 1558 durante el reina-
do de María, la'Católica, se completó a partir de 1558 én tiempo de la
reina Isabel. . 1, 1
" E l titulo completo' era-Artículos aprobados por los obispos y otros hombres sabios en el sínodo
de Londres del año del SeAor 155a. En realidad, no fueron sometidos a la aprobación de los obispos,
sino propuestos por Cranmer y simplemente aprobados por el rey,
" Para la historia religiosa de Escocia en el siglo xvi, además de las obras generales, véanse:
. F U E N T E S . — A n t e todo, la misma'obra de J. KNOX, aunque debe utilizarse con reserva:
nistory of (he Reformaron of Scotland, ed. D. LAINO, vols.1-2 de Obras de Knox (Londres IQ05);
The Works of John Knox, ed. por D . LAINO, 6 vols. (Edimburgo 1864). Muy importante: FOXE, ].,
Aeti and Monumenti, ed. TOWNSEND-P»ATT, vols.4-5 (1870); Stale papen Henry VIH p.4.
Correspondente relative to Scotland,
BIBLIOGRAFIA.—BELLESHEIM, A., Gesch. der hathol. Kirche rn Sehottland 1 vols. ( M a -
guncia 1883): MATHIESON, W . L., Polities and Religión in Scotland, 1. 1550-1638 (Glasgow 1901);
I^NO, A., A hlstory of Scotland 2 vols. (Edimburgo 1900-1902): FLEMINO, D. H., Thi Reforma-
ron in Scotland (Londres >910); MACEWEN, A . R., History of the Church Scotland 3 vols. (Lon-
714 P.II. DK I.UTKRO A LA PAZ DE WBSTÍALIA
todas las riquezas de la Iglesia estaban a merced del rey y de los nobles,
los cuales las distribuían entre sus hijos y sus favoritos. Era frecuente
que mujeres de buenas familias viviesen en un concubinato «autoriza-
do* con prelados distinguidos; Es célebre el caso del cardenal Beatón,
que tanto trabajó contra el protestantismo, quien tuvo hasta nueve
hijos. Ahora bien, el resurgimiento inicial católico que observamos a
principios del siglo xvl se apoyaba principalmente en algunos elemen-
tos intelectuales y humanistas de ideas profundamente católicas. Su
principal representante filé el obispo de Aberdeen, Guillermo Elphinsto-
ne, quien fundó el Colegio del Rey, elevado en 1494 por el romano
pontífice al rango.de universidad. Asimismo es digno de mención el
humanista, obispo de las Oreada^, Roberto Reid, quien trabajó intensa-
mente por la reorganización (le la enseñanza. •
El rey Jacobo V (1524-1542) de Escocia se mantuvo hasta el fin pro-
fundamente católico, si bien favoreció ciertas tendencias anticlericales.
Durante su reinado defendió y urgió las leyes del Estado contra la
herejía. Así se vió después de 1525, en que el predicante Patricio Ha-
miítcm, que había aprendido el luteranismo en Wittemberg, comejpzó
a esparcirlo en Escocia. Apresado por el arzobispo de St. Andfews,
Jacobo Beatón, y sometido a proceso, fué condenado y quemado en
febrero de 1528. Asimismo fueron descubiertos y castigados conforme
a las leyes existentes otros dos en 1534, y seis hasta 1539.
En esta forma siguieron las cosas hasta la muerte de Jacobo V,
ocurrida en 1542. El protestantismo filé conquistando algunoB parti-
darios o simpatizantes entre los eclesiásticos y religiosos faltos de ver-
dadera vocación y entre los nobles, llenos de prejuicios contra Roma
y ansiosos de apoderarse de IOB bienes de la Iglesia, a ejemplo de Ale-
mania e Inglaterra. Sin embargo, mientras se urgieron las leyes contra
la herejía, procuraban ocultar sus convicciones. Pero el regente conde
de Arran, puesto al frente de Escocia en lugar de María Estuardo, niña
entonces de pocos años, favoreció al principio a los protestantes. De
este modo comenzaron éstos a ganar muchos adeptos. Por su parte,
Enrique VIII intentó conquistar el reino de Escocia procurando unir
en matrimonio a su hijo Eduardo con la heredera María Estuardo.
Entonces, pues, el regente Arran, para oponerse mejor a estas preten-
siones, Be volvió de nuevo a la Iglesia católica y emprendió una intensa
campaña contra el protestantismo, que iba haciendo rápidos progre-
sos. En ella se unió con el cardenal David Beatón, sobrino y sucesor
del arzobispo Jacobo Beatón, a quien apoyaba con toda decisión el po-
deroso partido católico.
Entre tanto, prevaliéndose los protestantes del favor anteriormente
recibido, llegaban a tomarse las más atrevidas libertades. Como se les
habla permitido la lectura de la Biblia en lengua vulgar, el Antiguo
Testamento, según eBcribe un historiador protestante, «abrió los ojos
de los hijos de Dios para hacerles ver la verdad y aborrecer las abomi-
naciones papistas» 70. Asi, en 1543 era acusado un tal Roberto Lamb
de las más abominables irreverencias cometidas con una estatua de
CAPITULO III
Ellas y de los teólogo« alemanes, compusieron como réplica una confesión católica: Confhtalio
Lutheranisml Danid anno 1530 conscripta a Nicolao Stagefyr MU Herforreo, O.F.M., ed. Sr-HWNRR
(Quaracchi 190a).
4 Como observa PASTOR, se comprendí me¡or esta especie de debilidad colectiva del obispado
danés si se tiene presente que de los siete obispos, cuatro hablan sido elegido« simonlacamcnte
y todos pertenecían a la nobleza. Cf. «Hist. pol. Bl.» 106 p.677.
C.3. EL PROTESTANTISMO EN OTROS TERRITORIOS 719
F U E N T E S . —OlaLU Petri, Ckromca, Susc., ed. KLEMMINO (Estocolmo (860); Die evange-
lischen Kirchenordnungen ia XVI. Jh, I-V, ed. SCHLING (Leipzig (901-1913).
B I B L I O G R A F I A . -METZLER, J., Die apostolischen Vifeariate des Nordtns (1919); MAR-
TÍN, J. F., G. Vasa et ta Réforme en Suéde (Paris 1906); BLANOET, H., Le St. Siige et la Suéde
. durant la seconde moitié du XVI' siècle (Paris 1907); ID., Notés et Documents 2 vols. (Parto-Geni-
. ve 1906-^912); WORDSWORTH, J., The national Church ofSuieden (Londres 1911); HOMLQUIST, H.,
. Die Schwedische Reformation (Leipzig (925). Asimismo D I MOREAU, l.c., XVI, 125»; HERQEM-
RÓTHER, III,sois; PASTOR, lX.119s.210s; XII,384s; HOFFMANN, J.-G. H., La Réforme en' Suéde
et la succession apostolique (¡$13-1371) (Neufchltel y Paris 1945}.
1 ' Es el héroe de la independencia de Suecia, pero juntamente quien Introdujo el protestan-
tismo. Véanse sobre él, ante todo, las obras indicadas y además KAISER, Gustav Vasa und die
Schwed. Reformation (Brema 1899); MARTIN, H., Gustave Vasa et la réforme en Suéde (Gine-
bra 1913). . .
1 4 El nuncio del papa, Juan Magni, llevaba a Suecia una comisión muy semejante a la de
Chieregati a Alemania: reconocer los males existentes en Suecia y procurar con toda entereza su
remedio. Pero la exigencia del rey de que fuera depuesto el arzobispo de Upsala, Gustavo Trolle,
'cosa que no podía conceder él papa, fué la ocasión del principio de la abierta rebeldía.
•*13 Sobre Olaf Peterson, llamado también O l a f Petri, y sobre Lorenzo Anderson o Aodreae
• existe'abundante bibliografía: SCHÜCK, H „ Olaui Petri 4 *ed. (Estokolmo 1923); BEROENDOFP, C . ,
Olavus Petri and the ecclesiastical transformation in Sweden (Nueva York 1928).
C.3. EL PROTESTANTISMO EN OTROS TERRITORIOS 721
Este fué el medio por el que se enteraron en el extranjero, como nota PASTOR, de las violencias
que se cometían en Suecia. A l mismo tiempo, por ciertos despachos del papa, se ve que en Roma'
tenían exacta noticia de la verdadera situación de tos países escandinavos.
1 1 Véanse las obras citadas y en particular SIMOI.IN, A . , Veröffentlichungen der Kirchengeich.
Finlands XIII (Helsingfors 1916); SCHYBEROSON, Gesch. Finlands (Gotha 1896); HJELT, A . , Mich.
Agrícola: «Theol. St. Krit.» (1908) 93s.
1 9 Gran parte de la bibliografía de Alemania en general contiene apartado« especiales dedi-
en particular:
F U E N T E S . - T H E I N C T . Velera documenta Poloniae et Lithuaniae II-IÍI (Roma 1861-186]);
KORZENIOWSKI, Analeda romana, quae hbt. Poloniae ¡ate. XVI illuitrant ex archiv. el bibl. ex-
cerpta: «Script rer. Polon.» X V (Cracovia 1895); Monum. Medii Aevi hbt. res geitaí Poloniae
flluitr. X V I , í (Cracovia 1902): Monumento reform. Polen, et Lit, (Wilna 191a).
B I B L I O G R A F I A . - V O E L K E R , C . . Der Protestantismus in Polen (ioto)¡ ID., Kirchengesch. Po-
lens (Berlin 1930); WoMRHKE, T11., Gesch. der Reform in Polen (1911); BEROA, A . , Pierre Sharga
1536-1611. Eludes sur la Pologne du XVI' stiele et le prolest, polonais (Paris 2916); DAWID, Q . , Le
protestárnosme en Pologne jusqu'en 1570 (1927); TAZS», JL La Reformation et la question paysanese
dans la Pologne du XVI s. (Wroclaw 1953): BARNRTT., C . R., etc., Poiand, Its people, Iis society,
its culture (Nueva York I9S8). Asimismo Dr. MOKEAU, I.e., 161s; HEROENRÖTHER, I.e., 504s, Y
sobre todo PASTOR, XII,392s; XIII,223s y CRISTIAN:. L . , La restauración catholiyue en Poiogne:
•Hist. de l'Eglise« por FUCHE-MARTIN, 17 (París 1948).
** Paulo III alentó constantemente al rey Segismundo en este Intento de detener el avance
protestante y aun le ayudó económicamente en diversas ocasiones.
C.3. EL PROTESTANTISMO EN OTROS TERRITORIOS 723
acometida por las ideas luteranas, importadas por los estudiantes que
acudian a las universidades alemanas. Pero, muerto este rey en la de-
rrota de Mohacs (1526), que le infligió Solimán el Magnifico con sus
tropas turcas, y muertos asimismo en la misma batalla siete obispos
y una buena parte de la nobleza católica, siguió un periodo de debili-
dades y confusión, que favoreció la propaganda protestante. Elegido
entonces como rey D. Fernando, hermano de Carlos V, se vió éste
obligado a contemporizar con los protestantes para que no favorecieran
a su contrincante Juan Zápolya o se echaran en manos de los turcos.
De este modo fueron creciendo los luteranos, a los que poco después
se añadieron los zuinglianos y calvinistas. Su obra fué facilitada por la
codicia de los nobles, que no aspiraban a otra cosa que a apoderarse
de los bienes de las iglesias.
• De esta forma se llegó a constituir una iglesia húngara, que en 1545
celebró un sínodo, presidido por el zuingliano Mateo Devay, y cinco
ciudades libres del norte de Hungría proclamaron la confesión de Augs-
burgo. Es verdad que en 1548 la dieta de Presburg decretó la represión
de la herejía; pero, esto no obstante, el protestantismo siguió creciendo.
Formáronse dos iglesias diversas, que con frecuencia aparecen en mar-
cada oposición: la luterana, que tenía la preferencia entre la población
alemana, y la calvinista, constituida más bien por los magiares. Esta
última compuso la confesión húngara, con carácter presbiteriano. .
En la Transilvania 25 predicaron la doctrina luterana algunos co-
merciantes de Hermanstadt y dos predicantes de Silesia. No obstante
la persecución de que fueron objeto, desde 1524 existia en Hermann-
Btadt una escuela luterana, y parte de la nobleza, atraída por la codicia
de los bienes eclesiásticos, fué abrazando la herejía. Poco a poco, los
luteranos fueron ganando terreno, y en 1544 la población sajona se
decidió por la confesión de Augsburgo. En cambio, buen número de
magiares abrazaron el calvinismo, como en Hungría.
4. La» innovaciones en Bohemia, Moravia y Silesia.—En Bo-
hemia y Moravia 26 existían tres grupos religiosos: los católicos, los
utraquistas y los hermanos bohemios. Los católicos no poseían una je-
rarquía segura y contaban con muy pocos eclesiásticos, con lo cual
poseían la fuerza necesaria para resistir a los embates luteranos. Los
utraquistas, en cambio, que contaban con gran, parte de la nación, y
los hermanos bohemios, también muy numerosos y reconocidos por
el Estado, presentaban tendencias peligrosas y aun heréticas. Ahora
bien, cuando las ideas luteranas, provenientes de la Franconia y de
Sajonia, comenzaron a introducirse en estos territorios, encontraron
buena acogida entre estas dos sectas, al paso que eran rechazados de-
cididamente por los católicos. Asi, mientras D. Fernando los deste-
rraba de todo el territorio, los utraquistas, con su obispo Juan Augusto,
abrazaban BUS doctrinas. Después de la victoria de Mühlberg de 1547,
D. Femando, ayudado de los jesuítas, llamados por él, se aplicó de
1 5 Véanse en particular H A N » , Historia «eclt¡. Transylv. (Frankfurt 1604); TEUSCI, Gtseh.
dts Sitbcnbürgig«r Sachsm j.«ed. (Leipzig 1899); VOLF. Johamus Honlrms, drr ApostaI Ungarns
(Kronstaat 1894).
« Pueden vera* NAIOLB, A „ Kirchengesch. Bóhmms a vols. (Viena 1915); B a r r a o u z , B.,
Csseh. Bóhmms und Máhrens 4 vols. (Reichenberg 1922-1924); OINDILY, S., óesch. dtt Cegtnnf.
in BShmm (Praga 1894), Véase también DE MOREAU, l.c., 159*.
C.3. EL PROTESTANTISMO EN OTROS TERRITORIOS 725
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728 P.II. DB LUTBRO A LA PAZ DE WESTFAUA
activos ministro« del calvinismo. Fué también quemado en 1546. Sobre toda esta persecución en
general véase sobre todo JOURDA, L.c., 371S.
3 9 Contra este célebre edicto se levantó Carlos du Moulin con un escrito, que f u i luego
censurado. Su titulo era Commmtorius ad edictum Hernia II contra grava datas et abussus Cur.
Rom. El 9 de mayo de 155a se dió la siguiente censura contra él: «Hic líber est toti orbi christiano
perniciosus, scandalosus... conformis haeresibus Waldens., Wiclef, Hus et Lutheranorum et
máxime conspirara erroribus Marsilii Patavini... citissime comprimendus». Véase D u PLESSIS,
11,1.205«.
7301 P.n. DE LOTERO A LA PAZ DE WESTfAUA
que-resumía y agravaba notablemente las disposiciones contra los protestantes y sus l i b r a ; mas,
ppr otra, el 3 de octubre del mismo a t o concluía en Lochau una alianza con lo* principes protes-
tantes de Alemania contra el emperador y emprendía luego, al lado de ellos, una guerra contra él.
Por çtro lado, antes de emprender esta campaña al lado de (os protestantes, inculca insistentemente
al Parlamento, el ta de enero de 1552, la represión de la herejía protestante y el castigo riguroso
de la misma,
4 1 Además de las obras generales víanse:
los heterodoxos españoles, ed. de la B A C , n.150.151 2 vols. (Madrid 1956) 1,828«. Asimismo BA-
TAIUAN, M . , Erasmo en España 2 vols. a.'ed. (Méjico 1950); se habla de J. Valdés en varias par-
tea, como I,402s; II,963, etc.; PATTOR, XII,3981, y sobre todo la obra fundamental reciente: SANTA
TERESA, FR. D . DE, Juan de Valdés, 1948 (?)-¡S4'- Su pensamiento religioso y las corrientes espi-
rituales de su tiempo: «Anal. Gregor.» n.85 (Roma 1957).
C.3. ET PROTESTANTISMO EN OTROS T E R R I T O R I O S 733
A princess of the italian Reformation: Giulia Gonzaga (1SU-IS66) (Londres 1912); NICOLI-
NI, R., Giulia Gonzaga e la erisi del valdesianesimo: «Atti dell' Acad. Rut.», N . S., V,I87S.
3 1 Víanse FONTANA, Renata di Francia, duchesa di Ferrara ] vols. (Roma 1889-1900); R o o o -
1956) II n.151 p.169*, y nuestra obra La Inquisición española y los alumbrados (1520-1667):
«Bibl. de Est. Ecl.» n.4. (Madrid 1936). A l l í puede verse abundante bibliografía sobre este punto.
Una síntesis se encuentra también en Los alumbrados españoles en los siglos XVI y XVII; «Razón
y Fe» 105 (1934) 3235.467s. Recomendamos en particular BÖHMER, E., Francisca Hernández
und Fr. reo. Ortiz, Anfinge reformatorischer Bewegung ¡n Spanien unter Kaiser Karl V (Leipzig
>96f), y las obras recientes: BATAILLON, M . , Erasmo y España. Estudios sobre la historia espiritual
del siglo XVI 2 vols. (Méjico 1950); ASENSIO, E., El erasmismo y sus corrientes afines: «Rev. filol.
esp.» (1952); SANTIAGO OTERO, H., En tomo a los alumbrados dtl reino de Toledo.' «Salmanticensis»
A (1955) 614s; SANTA TERESA, FR. D . DE, Juan de Valdés..., o.e., !2s; SELKE DE SÁNCHEZ, A . . A l -
gunos datos nuevos sabré los primeros alumbrados. El edicto de 1525 y su relación con el proceso dt
Alcaraz: «B. Hisp.» 54 (1952) 125s.
" " Sobre todo este punto véase ante todo MENÉNDEZ Y PELAYO, o.e., 1,756«; BATAILLON,
o.e., 1,84s y otros capítulos.
Sobre Alfonso y Juan de Valdés en particular pueden verse las obras citadas anteriormente
(n.49). Ademls, CARRASCO, M . , Alfonso et Juan de Valdés, leur vie et leurs écrits religieux (Ginebra
1880); SCHUTTER, Die Brüder Alfonso und Juan de Valdés (Basilea :9o:); HREP, J., Juan de Val-
dés, seine Religion, sein Werden, seine Bedeutung: «Quell, u. Darstell.• XI (Leipzig 1909).
3 9 Aparte'las obras citadas, que tratan de la significación de estos erasmitas españoles, pue-
den v e n e sus procesos: SERRANO Y SANE. M . , Procero de Juan de Vergara: «Rev. Arch. Bibl. Mus.»
4 (1901) 896s; 6 (1902) 291.466«.
C.3. EL PROTESTANTISMO EN OTROS TERRITORIOS 7 3 5
segundo auto de fe, sacado de los procesos, véase i b i d , 1,4423, y en LLORCA, La Inquisición es-
pañola (Comillas IQ53) 184S.
** Sobre el desarrollo y los nombres de la comunidad de Sevilla véase, sobre todo, SCHATER.
O.C., 1,345«.
<5 Véase la curiosa exposición de BATAILLOM, O.C., II.IIIS.
C.3. EL PROTESTANTISMO EN OTROS TERRITORIOS 737
allí indicada. En particular PIOHI, G . B., Cían Mal eso Giberti (Verona 1900). Véase también
J. M . GIBEKTI, Optra (Verona I733>.
" Puede verse la exposición de PASTO«, X,3iSs, donde se insiste en la abundancia de docu-
mentos pontificios de Clemente VII por los que se conceden facultades a diversos prelados para
reformar sus respectivas iglesias.
C_4. PRINCIPIO DB LA REFORMA CATÓLICA . 745
265s; RICHARD, P., Origines da nonciatures permanenta: «Rev. Hist. Eccl.» t (1906) 52S.317S;
ÇAPASSO, C . , Paolo III 2 vols. (Messina 1925); FRIEDENIBURC, W . , Kaiser Karl V und Papst
Ç"ullll ( 1534-049!¡ DOREZ, L . , La cour du pape Paul III 2 vols. (Paris 1932); PASTOR, XH,S.
x sobre todo véase la exposición de JEDIN, 1,232s y RICHARD, IX, I p.491.
748 IMI. DB LUTBXO A LA PAZ DE W USTE ALIA
en Condì. Trid. IV,4¡ts. Obsérvese que cuando PASTOR cita EIISES, IV..., se refiere al t.4 u otros
de ConcíL Trid. de los que Ehses es el editor o copilador. L o mismo conviene observar de la
cita que ocurre frecuentemente de MTRKLL, !...; sE refiere al Condì. Trid. I...
*» Cone. Trid. IV,451 ; PASTO», XI,137.
Véanse en PASTOR, l.c., 138 n.4 y 139 n.i abundantes noticias sobre estos dos nietos de Pau-
lo III. Alejandro Farnese, que acababa de cumplir entonces los quince arto», era hijo de P. L . Far-
nese. que era hijo natural de Paulo III y estaba casado con la hija de Jerónimo Orsini. Bien pron-
to acumulò el papa sobre él gran abundancia de cargos y beneficios de todas clases, que lo con-
virtieron en uno de los cardenales más espléndidos e influyentes. Llevó algún tiempo una vida
bastante ligera, que causó serios disgustos al papa, mas posteriormente se distinguió por su mayor
seriedsd.
Guido Ascanio Sforza de Santafiora era hijo de C o n s u m í a , hija de Paulo III y casada con el
C-4- PRINCIPIO DB LA REFORMA CATÓLICA 770.
denales elegidos por Paulo III, en particular una preciosa semblanza sobre Contarini.
, 0 Es interesante el principio establecido por la bula de nombramiento de esta Comisión de
Reforma: «Estando purificada nuestra casa [la curia y la ciudad de Roma, por. donde debía co-
menzar la reformal, nos hallamos tanto mi» fácilmente en disposición de purificar también a los
demás» (ibid., 147).
Pueden verse abundantes noticias sobre todo* esto* hombres en PASTOR, l.c., 150a. Sobre
todos esto* trabajos, que pueden ser llamados anteconcilio, véase también RICHARU, L.c., 7is-
" E s muy digno de mención el discurso-programa de Sadoleto al iniciarse los trabajos de
esta Comisión. Véase un amplio extracto en PASTOR, l.c., isas.
750 P.n. DE L O T E R O A LA PAZ DE WESTKAIIA
" Víanse ulteriores noticias sobre estos cardenales en PASTO», l.c., 154S. El nombramiento
de Ludovico Borja era debido, indudablemente, »1 agradecimiento de Paulo III a Alejandro VI.
Su pronta muerte no sólo no fué sentida por los romano», sino m i s bien fué recibida con satis-
facción.
1 4 Su titulo era Consilium d*(«ctorum cardinalium et alionan pratlatorum dt emendanda Ec-
clesia S. D. N. peten te corucriplum «t exhibilum anno IJJ7. Puede verse en MANSI, Supplem. V.539S;
LE PLAT, I.59Ó. Se ha dicho que Paulo IV, que siendo cardenal fué el alma de este Dictamen,
siendo papa lo puso en el Indice. Esto es falso. L o que él puso en el Indice fué una edición de Es-
trasburgo de 1538 hecha por J. Sturm con sus invectivas y las de Lutero.
' » Véase PASTOR, L.c, 163. Puede verse también la exposición de RICHARD, l.c.. 76A.
3 4 Puede verse Conc, Trid. IV, i6¿. E l cardenal Quirini fué quien designó como dures este
Dictamen.
" Cf. PASTO», l.c., 166».
770.
C-4- PRINCIPIO DB LA REFORMA CATÓLICA
y, como para atender a esta magna obra no bastaban los cuatro, añadió
el papa otros cardenales. Contarini y Carafa se encargaron de un modo
espécial de la Penitenciarla, de gran trascendencia también en el plan
de la. reforma.
Es cierto que, debido a la enconada oposición y a multitud de di-
ficultades reales,-no fué mucho lo que se avanzó en estas reformas cu-
riales; pero es un hecho que se hicieron esfuerzos extraordinarios,.'El
rrusrry? Paulo III no siempre apoyaba con su conducta aquellos cona-
tos reformadores. Sin embargo, llevó adelanté con tenacidad su obra,
para la cual realizó nuevos e importantes nombramientos de cardena-
les. Tales fueron los del 20 de diciembre de 1538 38 , del 19 de diciem-
bre de 1539 y. del-2 de junio de 1542. Por otro lado, fué llamando a la
curia a otros hombres eminentes, entre los que sobresale Bartolomé
Guidiccioni. En cambio, no consiguió atraer á Roma al insigne obispo
de Verona, Juan Mateo Giberti 3®. ;
Una vez puesta en marcha.la reforma de la curia y dé los tribunales
pontificios, se dedicó- Paulo III a otras obras de extraordinaria Impor-
tancia en orden a la renovación de la Iglesia. En otoño de 1541 em-
prendió la.reforma de la predicación, en la que tantos abuscm- se come-
tían 4 0 . Para realizarla encargó a los cardenales Contarini y Aleander.
El 12 de mayo de 1542 aprobóse en consistorio la bula de reforma de
los empleados, de la-curia y r sobre todo, iniciáronse los trabajos para
urgir la obligación de residencia de los obispos 4 1 . Más de ochenta
obispos forasteros que se hallaban en Roma tuvieron que acudir a la
presencia del papa,-quien les dirigió una paternal pero insistente ex-
hortación pa'rá que-volvieran a sus diócesis. Con razón escribía Córtese
a Contarini *al tener noticia de este acto: «Si se toma con empeño esta
ordenación y sé ejecutá como cónviené, con este solo principio ten-
dremos ya más de medio camino andado» 42 .
Por lo demás, PauloIII escuchaba con el máximo interés las insi-
nuaciones o propuestas de reforma que se le presentaban. Por esto,
accediendo a la propuesta de' los cardenales Carafa y Alvarez de To-
ledo, renovó el tribunal del Santo Oficio o de la Inquisición, dándole
una forma nueva y nombrando para ello seis cardenales 43 . Para que
pudieran realizar méjor su cometido como tribunal supremo de la fe,
les concedió la facultad de enviar a otros sacerdotes como legados su-
yos a todos los lugares donde ló juzgaren necesario y, en general, deci-
dir todas las cuestiones sobre la fe y defender a la Iglesia contra las
herejías. Precisamente el.cardenal Carafa fué quien tomó con más em-
peño este tribunal, y lo fué introduciendo en Venecia, Milán, Nápoles
y Toscana, ejerciendo una actuáción enérgica, tanto más necesaria
cuanto que en diversas partes se iban advirtiendo los primeros brotes
" Pare este y los siguientes nombramientos víase PASTOR, L.e., 173«, etc;
- 1 1 Sobre loa m í ritos de este hombre insigne víase lo que anteriormente expusimos, p.744,
Asimismo puede'verse PASTO», l.c., 179«.
4 0 Cf. PASTOR, l.c., i88s. Las normas definitivas las dió el concilio de T i e n t o en la sesión
quinta.
4 1 De esta cuestión se debatió luego apasionadamente en el concilio de Trento. L a sesión
t 4 1 L a bula Ucet ab initio, del ai de Julio de 1542, por la que se reorganizaba la Inquisición,
puede verse en Bul!. Taurin. VI, 1 p.344*.
752 P.II. DR UUTERO A T,A PAZ DE WÉSTPAUA
en 1545. Su titulo era Librorum, quos ad Cursar. Mai. usium Theolagi lovaniertses diligenter examí-
nalos ceniuerunt interdicendos, índex". En D u PLESSIS, CoU. indic. 1,1 app. p . x x v i . C f , HILOERS,
Der /ndex dtr uerboíenen Bücher (Friburgo de Br. 1904).
' 4 5 VétnSe en particular JBDIN, I . I j a s ; PASTOR, 5U,59a; RICHARD, 9,1 p.4Ss; EDER, 115a.
4 6 L a primera tuvo lugar en Wittemberg el 28 de noviembre de 1 i 18, en presencia de varios
testigos, en la Iglesia del Corpus Christi. Uno de lo* testigos era el notario, que levantó acta a
estos hechos, a l o s q u e Luteno quería dar toda la solemnidad posible. Esta apelación la hizo luego
imprimir. Véase Obras de Luteto, ed. Weimar, IJ.34». L a segunda aiwiación la realizó Lutero
el 17 de noviembre de 1520 después de conocer laDula Exsurge, Domine, con que el papa lo con-
denaba. A l mismo tiempo lanzó al público uno de sus m4s virulentos folletos: Contra la bula
del'artticrislo. Esta apelación puede verse en latín, en ed. Weimar, VII,74, y en alemán, ibid., 83.
*r Véase una amplia descripción de este punto en JEDIN, o.c., I,IOS«.
\ c.4. PRINCIPIO DE LA REFORMA CATÓLICA 75ñ
4 > El nuncio Vergerio, que e* quien refiere esta expresión d e un cardenal, pero sin indicar
su nombre, le contestó: «Asi guardaos de los cuerpos de lo* alemanes, ya que no queréis preocu-
paros por sus almas... Aquellos seftores están tan atareados con sus placeres y ambiciosos p l a n a ,
que nada saben de i o que pasa en la apartada Alemania» (PASTOR, l.c., 6as).
4 9 Lutero le respondió con estas palabras: »Nosotros estamos seguro* de nuestras cosas polr
el Espíritu Santo, y no tenemos necesidad de ningún concilio; pero la cristiandad lo necesita para
reconocer los errores en que es mantenida duramente tanto tiempo». Y , respondiendo a una ob-
servación de Vergerio, repuso: »Yo quiero, ciertamente, ir al concilio, y quiero perder mi cabeza
si no sostengo mis tesis contra todo el universo; lo que sale de mi boca no es mi cólera, sino la
cólera de Dios». Por su parte, la liga de Esmalcalda dió a Vergfrio una respuesta bastante inju-
riosa. En Nunlia'turber. Í . j j g s ; LAEMMER, AnaI. Rom. 128. Es interesante a cate propósito tener
presente que Vergerio apostató poco después. ¿Qué efectos produjo en él esta conversación con
Lutero y el contacto con los hombres de la liga de Esmalcalda? Véase también PASTOR, l.c., 78S.
. 5 0 Véase el texto en Conc. Trid. IV,as. Cf. PASTOR, l.c., «is. Véase, «obre todo, JEDIN, l.c.,
I,252S. !
3 1 En efecto, para la seguridad de la población de Mantua durante el concilio, exigía que el
Papa mantuviera un ejército de policía de i.son infantes y loo caballos. Se vela, pues, claramente
Que no quería se celebrase el concilio en Mantua, lo cual sorprende tanto m i s cuanto que el
cardenal Gonzaga, hermano del duque de Mantua, en nombre de éste, habla aceptado anterior-
mente la designación de esta ciudad para el concilio. Véase JEDIN, 1,2648.
754 P.n. DB « I T E R O A LA PAZ D E W ESTE AMA
5 1 L a bula para cata nueva prorrogación puede v e n e en Conc. 7Vid. IV. 1671. Cf. ibid., 1 7 »
Las cosas hablan llegado a tal extremo, que pudo temerse con fun-
damento un rompimiento entre el papa y Carlos V, al cual empujaban
muchos elementos que rodeaban al romano pontífice. Pero la Provi-
dencia dió un giro inesperado a las cosas. £1 17 de septiembre de 1544
se firmaba entre Francisco I y Carlos V la célebre paz de Crespy, con
lo cual se quitaba la mayor dificultad que se interponía entre el papa
y el emperador. Pocos días después llegaba a manos de éste el breve del
papa del 24 de agosto, que, aunque justificado, le hería en lo más
vivo. Sin embargo, con el optimismo de la victoria obtenida y sobre-
poniéndose con su espíritu profundamente cristiano, al mismo tiempo
que reconociendo su excesiva condescendencia con los protestantes,
Carlos V dió al papa una respuesta moderada 38 . Posteriormente sus
relaciones se normalizaron por completo.
Allanadas, pues, de esta manera todas las dificultades y contando
con el apoyo del rey de Francia y el emperador, Paulo III en el consis-
torio del 19 de noviembre de 1544 promulgó la bula Loe tare, Hierusa-
lem 59, por la cual levantaba la suspensión del concilio de Trento y lo
convócaba para el 25 de marzo de 1545, que era lá dominica Loe tare.
No hay duda que Trento era particularmente a propósito para el con-
cilio ; pues, aunque era ciudad pequeña y algo alejada de algunos gran-
des centros de la cristiandad como Francia y España, sin embargo dis-
frutaba de cierta independencia y poseía' fáciles comunicaciones con
Alemania y con Italia. Por eso era admitida por todos, si bien poste-
riormente se le opusieron diversas dificultades.
Asi, pues, el 6 de febrero de 1545 fueron nombrados por el papa
como legados del gran concilio los cardenales Juan María del Monte,
Marcelo Cervini y Reginaldo Pole y se fueron tomando medidas para
la inauguración del concilio en la fecha señalada." El 13 de marzo lle-
garon a Trento dos de los tres legados. Llegado el día fijado para la
apertura del concilio (25 de marzo), era muy escasa la concurrencia.
Sólo lentamente iban llegando algunos prelados! El 17 de abril se vió
forzado el papa a publicar la bula Decet nos60', en que urgía la asisten-
cia personal a los obispos y fijaba la inauguración del concilio para
el 3 de mayo; pero graves complicaciones políticas pusieron entonces
en verdadero peligro la celebración de la gran asamblea 61 . Todavía
a última hora, por dificultades de aprovisionamiento y por el clima
insalubre de Trento, y más todavía por mantener mejor su indepen-
dencia, propuso el papa la celebración del concilio en Bolonia. Pero
al fin el 7 de noviembre fijaba como fecha definitiva de su apertura en
Trento el 13 de diciembre de 1545, y a petición de IOB legados se volvió
a confirmar por breve del 4 de diciembre 62 . Y , en efecto, gracias a
la tenacidad de Paulo III y sus fieles colaboradores, se inauguró en
esa fecha. Entre tanto, Lutero y los protestantes se habían ratificado
en su decisión de no tomar parte en él 6 J .
" Esta c o n d u c t a cristiana y moderada del emperador es unánimemente reconocida por loa
historiadores modernos. Véanse las significativas expresiones de PASTOR, XII,162.
3 9 Véase el texto de esta célebre bula en Conc. Trid. IV,3855. Sobre todos estos hechos pue-
el papado de Roma, fundado por el dia61o, que es el m i s violento y grosero que (alió de «u apasio- :
nada cabeza. Ya la portada, en donde ae representa al papa con orejas de asno, es indicio del •
estilo de la obra. En ella se -habla de la «infernalidad» del papa; se le llama «asno papal», «pillo j
desesperado», «habitación corporal de Satanás», «asno farsante», «hermafrodita y papa de los 1
sodomitas». Por consiguiente, su concilio no sirve para nada, pues profesa que »no hay Dios, ni |
infierno», etc. Por eso se rechaza de plano el concilio y exhorta a los principes a que se le quiten I
al papa todos sus dominios y luego »tomar a él mismo, a los cardenales y a toda la tropa de su j
idolatría y santidad papal, y, como blasfemos, arrancarlos la lengua por el pescuezo y clavarlos en >
sendas horcas por el mismo orden por el que han colgado sus sellos de las bulas». V e i s * en
PASTOR, XII, I 73«. A l mismo tiempo escribió Calvino sus 47 observaciones al escrito del papa,
cuyo titulo era Admonitio paterna Pauli III, R. P. ad Caes. Carolum V... cum sehollis. El escritor, l(
nada sospechoso, DRUFFEL dice sobre esto* escolios de Calvino que »en muchos lugares, no sólo .'
son acre* y mordaces, sino también grosero» y asquerosos». Son, en efecto, una de las muestras -I
mis claras del espíritu altanero y dominante de Calvino, que compartía con Lutero el odio mis •
apasionado contra el Pontificado. Como Lutero y Calvino, asi también Sleidan y todo* lo* pro- .¡d
testantes, no sólo rechazaron decididamente el concilio, sino que reaccionaron en una forma i
brutal contra él. Cf. PASTOS, ibid.
4 4 Por lo que se refiere en particular al principio del concilio, pueden verse PASTOR, XII,
>93S; RICHARD; l.c., U A ; MICHEL: »Hist. des conciles» X,t p . t s ; EDER, l.c., n 8 s ; HEROEN- •
RÓTHER, 111,5655; CRISTIANI, l.c., XVII,56«. D e un modo especial recomendamos JEDIN, II,«S {
4 1 Además de las noticias que sobre tan insigne prelado nos dan las historias de lo* conci- ;
lio*, véase en particular GUTIÍRREI, C-, Españoles en Trsnto (Valladolid 1951) 976A.
4 4 V é t i u t sobre Lainez y Salmerón PASTO«, XII,Ó3s, y sobre todo acerca de Lalnez: LA!- '
NEZ, D . , Disputationes Tridentinae. ed. H. GRISAR (Innsbruck 1904a); CERECEDA, ]., Diego Lainez -!
a vols. (Madrid 1945-1946); GUTIÉRREZ, Españoles en Trento 280* (Lalnez), 54a (Salmerón).
4 7 Véase GUTIÉRREZ, l.c., 814a.
pos que patrocinaban un mayor acercamiento a los luteranos con la concesión del cáliz a los legos, <.
del matrimonio a tos sacerdotes, etc. Este grupo es designado como cripto-luttranismo. Asimis-
mo, toda la exposición sobre el disgusto de Roma por la conducta de los legados al haber con-
cedido que se trataran a la par las cuestiones dogmáticas y las de reforma. Sin embargo, tras l a r g u
explicaciones, se persistió en este plan de simultanear loe dos tipo* de resoluciones. Véase JEDIN,
11,25«.
7 4 PASTO», X1I,IO4*; RICHARD, »JOS; JEDIN, II,3is. Este último pondera en las páginas
el largo debite en torno a esta* cuestiones véase JEOIN, 11,441, sobre todo acerca de la tradición, 46».
C-4- PRINCIPIO DB LA REFORMA CATÓLICA 770.
Sobre la manera de propagación del pecado original, fácilmente convinieron los Padres.
Por esto mismo opinaban muchos que bastaba esta declaración sobre la existencia, efectos y pro-
pagación del pecado original. Pero como los puntos neurálgicos con loa protestantes eran preci-
samente las cuestiona sobre lo* remedio* del pecado original y sus consecuencias en la natura-
leza humana, por eso s* vieron forzados a tratar estas materias. Y , en primer lugar, alguno*
insistían en que el remedio principal del pecado original er^ la pasión y los méritos de Cristo,
y, por consiguiente, el bautismo entra en segundo lugar. Pera se pedia preguntar: ¿Podía Dio*
emplear otros remedios? El obispo de Armagh respondía afirmativamente. Más delicada era
otra cuestión que tocaba la esencia misma del luteraniamo. El verdadero remedio, {es el bautismo,
o la fe Juntamente con el bautismo, o la fe sola? El obispo de Siracusa afirmaba que la fe y el
bautismo. Seripando insistía en la fe, de modo que el bautismo y la fe son el mismo remedio,
que oliera por medio de la fe.
1 3 A l prescribir que deben ser bautizados aun los niAos nacidos de padres cristianos, se
tiene presente el error calvinista (cf. /nstit. chrét. IV c.4 n - i j : Corp. ¡Uf. ] 3 p.949). basado en
.1 Cor. 7,14. 1
»« Fué interesante en este sentido la opinión del dominico Bertano, obispo de Jano, el cual
hizo notar que era preferible no dar ninguna declaración, pues las opiniones estaban muy divi- j
didas, y cualquier declaración lastimarla demasiado a los contrarios. ,£
" Véase LE BACHELÜT, art. Inmaculét Conaption: «Dict. Théol. Cath.» col. 1167A, donde X
untualiza bien el alcance de esta declaración tridentina, en la que algunos, exageradamente, j¡
an querido ver una proclamación del dogma concepcionista. "
1 1 Como de hecho eran los religiosos, y particularmente los mendicantes, lo* que realizaban sí
entonces en la Iglesia este ministerio de la predicación, algunos obispos, en las discusiones corres- , r
pondientes a esta materia, dieron rienda suelta a su encono contra los regulares. Fué célebre en "1
este punto el obispo de Fiésole, quien habló con gran vehemencia contra la limitación de la juris-
dicción episcopal por parte de las órdenes-religiosas y aun del'mismo papa, hasta el extremo de
dar verdadero escándalo, por el cual luego pidió perdón. Véase la exposición de JEDIN, II,96A.
•* Fácilmente se advierte que el concilio usa indistintamente las palabras teología y Sagrada
Escritura. En realidad, las prebendas de teología sagrada lo incluían todo, la enseñanza de la teolo-
gía propiamente tal y la de la Sagrada Escritura.
C_4. PRINCIPIO DB LA REFORMA CATÓLICA . 763
nida la doctrina católica frente a los errores protestantes. Por esto fué
constantemente en aumento la tensión entre ambas partes, a las que
asistían motivos justos y poderosos, pero encontrados.
Así, pues, mientras el papa ñrmaba una alianza con Carlos V y le
enviaba auxilios militares, los legados pontiñcios en la congregación
general del 21 de junio de 1546 proponían el tema fundamental de la
justificación 93 . Indudablemente, se trataba del punto básico de la
ideología protestante, en cuya solución era necesario que el concilio
pusiera en juego toda su actividad, pues de ella dependía tal vez el
resultado de toda la obra de reforma eclesiástica y la misma victoria
sobre el protestantismo. Por otra parte, es curiosa la observación que,
al mismo tiempo que el emperador y los príncipes católicos llegaban a
las manos y entablaban aquella lucha decisiva en los campos de batalla
que llevó a las armas católicas a la victoria, también un ejército selecto
de teólogos y obispos, en representación legítima de la Iglesia católica,
entablaba en Trento la más delicada y decisiva batalla contra la herejía
protestante, hasta llegar a la victoria que supone el decreto sobre la
justificación, publicado en la sesión sexta del concilio.
Emprendióse inmediatamente en Trento la discusión del tema so-
bre la justificación al mismo tiempo que los teólogos de Roma De la
extraordinaria importancia de la obra realizada es claro indicio el hecho
de que entre el 21 de junio de 1546 y el 12 de enero de 1547, víspera
de la publicación solemne del decreto, se celebraron cuarenta y cuatro
congregaciones particulares y sesenta y una generales. El motivo prin-
cipal era, por una parte, la multiplicidad, dificultad intrínseca e impor-
tancia de la materia, y, por otra, los esfuerzos bien comprensibles pues-
tos por los imperiales por retrasar la publicación de decretos dogmáticos.
Ante todo, propuso el legado pontificio a los teólogos seis cuestio-
nes fundamentales sobre la justificación, y en seis sesiones celebradas
entre el 22 y 28 de junio fueron éstas discutidas ampliamente. El 30 de
junio se dió un paso adelante. Por una parte, se señalaron tres estadios
en los que se realiza la justificación; el primero se verifica cuando un
hombre infiel se convierte en fiel: es, pues, el acceso a la fe. El segundo
se refiere al hombre ya justificado y la manera como debe conservar
la justificación. El tercero es del que recae en el pecado, perdiendo el
estado de justicia, y cómo puede recobrarla de nuevo. Por otra parte se
presentó una amplia lista de los errores pelagianos, semipelagianos y
protestantes relacionados con cada uno de estos tres estadios, y que se
debían tener presentes en las discusiones. Esta división fundamental
sirvió de pauta para las siguientes deliberaciones.
Más movidas y a las veces más apasionadas fueron las discusiones
de los Padres en las congregaciones generales. Desde el 5 al 13 de junio
* ' Es internante la observación que hizo el cardenal Cervini, que presidia en lugar del car-
denal Del Monte, al presentar este tema: «Ostendit |se dice en las actas] quemadmodum srticulus
iste de iustificatione sit satis difficiiis, cum alias decísus non fuerit in coociliiv (Conc. Trid.
V,257).
> 4 Sobre toda esta discusión en el concilio de Trento véanse de un modo especial MICHEL,
L.c., 6s»¡ R i v i t i E , J., srt. lustification: «Dkt. de Théoi. Cath.»; Conc. Tríd. V,6«as; SRETUER, J.,
Di» Entstehungsgesch. des Tríenter Rechtfertiaungsdehretes (1909); RÜCKERT, H „ Die Rechtferti-
guruiehre ouf dem Tridentin. Konzil (1925): CAVALI.ERA, F., La session VI du concite de Trente
( ¡ 3 ianv. 1S47J- Fui et justification: «Bull. Lit. Eccl.» $3 (1952) 991. Asimismo véanse los lugares
correspondientes de EDER, PASTOR, CRISTIANI y HEHCENRÜTIIER, y en particular la m i s reciente
exposición de JEDIN, 11,1399.
C_4. PRINCIPIO DB LA REFORMA CATÓLICA . 765
Singallia, Cambrai y Cava, del de Calahorra y de Seripando. En general, este último fué uno de
loa más activos y que más influjo ejercieron en toda esta discusión. En una de estas discusiones
se refiere que el obispo de Cava se echó sobre el de Chiras y lo agarró fuertemente de las barbas.
Cf. MICIIEL, 73. Sobre el tercer estadio véase ibid., 74s. Véase JEDIN, 154a. Sobre la intervención
de Seripando, I 5 6 s ; sobre el caso del obispo de Cava, 160*.
" Andrés Vega fué, indudablemente, uno de los teólogos más eminentes que asistieron a
Trento. Véase GUTIÍKRZZ, O.C., Das.
" Véase JEDIN, II,t6aa.
** Véase para todas estas particularidades, en especial el incidente los cardenales Madruzzo
y Del Monte, CRISTMNI, 71; Conc. Trid. 1,98* y, sobre todo. JEDIN, II.IÓJS. Sobre d problema
"el traslado, 177S. Sobre el incidente entre Madruzzo y Del Monte, i8ós.
1 0 0 Conc. Trid. V.402S. Se trabajó en esta discusión en la congregación general de los días 13,
' 7 Y 18 de agosto. Cf. MICHEI., 76S. Véase en JEDIN (p. 16a) una síntesis de este esquema.
1 0 1 Conc. Trid. II,418». El mismo no* refiere el desarrollo de au trabajo. Su primer texto
está reproducido en Conc, Trid. V , S 2 i s . Posteriormente le dió nueve* retoques. Cf. ibid., 8a8s.
Véase JEDIN, 11,164.196«.'
706 P.II. DB t U T B K O A LA PAZ DE WgSTFAUA
tión debatida era aobre ai la justicia inherente, obra de la gracia de Cristo, bastaba para la justi-
ficación o se necesitaba la justicia imputada de Cristo. Treinta y do* teólogos opinaron que bastaba
la justicia inherente, y sólo cinco requerían, además, la justicia imputada. Uno de los teólogo* que
mis acertadamente impugnaron la doble justicia fué Lalnez (ibid., 619-629). Véase JEOIN, H.,
Girolomo .Seripando 2 vola. (1937); lo., Dar Komi¡ van Tr. IL204S, sobre todo 213»; ESHEB, E..
Der Antiríl da Augvstinergenrralr Seripando an dtm Tríenler Dtkret Obtr di* Rtchfertigung: "Rfim
Quartschr.» 23 (1909) 3*-
>*> Él motivo era la aparente semejanza entre esta imputación de que hablaba Seripando y
]* doctrina de Lútero. Pero téngase presente que Seripando admitía como base fundamental la'
justicia inherente y la eficacia de la gracia.
1 0 4 Conc. Trid. V.5IOS. C f . ibid., 1,5819.583. Sobre las discusíone*, ibid., 642*. Véase también
y Conc. Trid. V.281S. Por otra parte, como nota muy bien EDER (o.c., 127). esto indica la falsedad
de los que suponen que lo« teólogos y Padres de Trento juzgaron y condenaron a Lutero y demás
tefes protestantes sin conocer a fondo sus obras. D e estas listas y de la indicación de los libros de
«onde están sacados los diversos errores, tanto de Lutero como de Melanchton, Calvino y demás
autores protestantes, se deduce que se examinaron detenidamente sus escritos.
l e » DognwngMc/i. III,óoj.
768 P.II. DE LUTKRO A M PAZ DE WESTFA1JA
NO Véase el texto en Corte. Trid. V.Dou. Asimismo, JEOIN, 11,271» I» exposición sobre I* '
discusión acerca de la obligación de residencia de los obispos: pero nótese que esta discusión tuvo
dos partes en el concilio de Trento. La primera es la que terminó en la sesión sexta, que se des-
arrolló normalmente. L a seaunda, mucho mis agitada, tuvo lugar en la tercera etapa del concil>°'
en 1563, y terminó el 15 de julio en la sesión vigésimo tercera por medio de un decreto, que sus-;.
titula por entero el de la sesión sexta.
C_4. PRINCIPIO DB LA REFORMA CATÓLICA . 769
>11 Véanse PASTOR, XII,i8os; RICHARD, 367« y los demás autores citados, en particular JEDIN,
H,3I6A.
1 1 1 Puede verse p a n todo esto MICHEL, 167S, y sobre todo Cene. Triti. 8.15»; Estos errores
están sacados principalmente de Lutero, pero asimismo de Melanchton, etc. Se indica en cada
" n o el lugar de donde se han sacado. Se refieren a los sacramentos en general, al bautismo y a la
confirmación.
1 1 1 U n buen número de Padres del concilio trataban de incluir expresamente a los cardenales
en las normas generales de reforma de loa prelados, y en tomo a este punto se entabló una gran
utscuaión con los cardenales legados. Paulo 111 en general, por respeto a la SanU Sede, no quería
gue la curia pontificia fuera reformada por el concilio; quería, pues, realizar él mismo estm reforma,
del c i n Í > a r E 0 í P*ra tranquilizar a los Padres del concilio, dió una disposición en el consistorio
oet 18 de febrero de 1547 de que los cardenales no podrían tener en adelante más de un obispado
' < i u i en lo de la residencia serian equiparados a los obispos.
Ut ta Iglesia 3 26
770 P.II. DK LUTBItO A IA PAZ DE W8STFAI.IA
JEDIN, 11,3333. Véase en particular CAVALLERA, Le dócret du concite de Trente sur les nicremenl'
emténeraU iRull. Hist. écciéa.» (1914) 361S y otras continuaciones en 191S, 1916, 1918; Irv-
RRIOZ, D . , La definición del concilio de Trento ubre la causalidad de los sacramentos: «Est. On.*>
3.•ser., n.3 (Madrid 1951).
1 1 5 Véase MICHEL, Í J U .
Para los acontecimientos que siguen véanse en particular RICHARD, 376»; PASTOR, 3»J™
2 8 2 S . Para conocer a fondo la verdadera disposición y loa móviles más Intimos y v e r d a d e r o s de ,
Carlos V y de Paulo III en toda esta delicada cuestión del traslado, asi como en toda la poli'f™ ,
del emperador al procurar retrasar los decretos dogmáticos e insistir en los de reforma, véase '
reciente exposición de JEDIN, 11,336», que juzgamos, en conjunto, particularmente ACERTAD*'
117 Véase p a r a t o d o este a s u n t o a JEDIN, 11,355«.
C-4- PRINCIPIO D B LA REFORMA CATÓLICA 770.
Por otra parte, persistía en los legados y entre los obispos italianos,
que formaban la mayoría, la inclinación a un traslado, con el objeto de
evitar la presión constante que ejercía el emperador en Trento. Asi,
pues, como urgieran cada dia más insistentemente los Padres, el 9 de
marzo el cardenal Del Monte dió cuenta en una congregación general,
en la-cual incluso leyó el dictamen de dos célebres médicos, y la mayor'
parte se decidió por el traslado:
Según esto, el 11 de marzo de 1547 se celebró la sesión octava del
concilio. Después de leer los poderes anteriormente concedidos por el
papa a los legados para un traslado, se decidió la traslación del concilio
a Bolonia, contra lo cual elevaron su protesta, aunque sin ningún efecto,
quince prelados imperiales. El 12 salieron de Trento los legados y la
mayor parte de los Padres y teólogos conciliares, mientras los prelados
adictos a Carlos V permanecieron en Trento. Sin embargo, justo es
observar que irnos y otros obraron con gran prudencia; pues, mientras
los de Bolonia se abstuvieron de toda publicación de decretos, los de
Trento suspendieron toda discusión conciliar.
Entre tanto, los acontecimientos seguían su curso normal. Mientras
el papa en un consistorio del 23 de marzo aprobaba lo realizado por
los legados, si bien juzgaba un poco precipitada su conducta, Carlos V
juzgaba como puro pretexto el motivo de la peste, y como de hecho
Trento quedó muy pronto libre de toda enfermedad, exigía la vuelta
y continuación del concilio; De este modo siguieron ahora difíciles
negociaciones entre el emperador, el concilio de Bolonia y Paulo III.
Esta tirantez de relaciones fué aumentada notablemente por la guerra de
Esmalcalda, que seguía en su ulterior desarrollo. El 22 de enero, Pau-
lo III había retirado su pequeño ejército del lado de Carlo^ V, el cual
se veía obligado a continuar la guerra sin ese refuerzo. Finalmente, el
24 de abril, Carlos V sorprendía en Mühlberg al elector de Sajonia, •
derrotaba por completo a sus tropas y cogía prisioneros a él y a Felipe
de-EBsen. Esta victoria aumentó extraordinariamente el prestigio y,
consiguientemente, las exigencias de Carlos V sobre el concilio, refu-
giado en Bolonia.
Entre tanto no se mantuvieron ociosos los Padres del concilio
reunidos en Bolonia. Durante este tiempo realizáronse importantes y
decisivos trabajos acerca de la penitencia, de la eucaristía y otros asun-
tos doctrínales, que constituyeron la base de ulteriores decretos conci-
liares. Incluso aumentó el número de teólogos, que llegaron a más de
setenta, y no menos el de los obispos. Sin embargo, para evitar graves
complicaciones, no quiso Paulo III que se procediera a ninguna decla-
ración solemne. Por esto, en la sesión novena, del 21 de abril de 1547,
celebrada en Bolonia, se anunció solemnemente su prorrogación para
el 2 de junio, y el 2 de junio de nuevo, en la sesión décima, volvió a prorro-
garse hasta el 15 de septiembre.
La situación no cambiaba. Los teólogos, canonistas y Padres del
concilio continuaban su intensa actividad en Bolonia. En agosto llega-
ron el embajador y diversos prelados franceses. Poco después llegó a
Bolonia el obispo portugués de Oporto. Sin embargo, Carlos V perse-
veraba en su intransigente posición, suponiendo siempre que el dejar
a Trento significaba el abandono de la última esperanza de unión con
TTI • MI. T>8 ITJTTÍRÓ A TA PAZ DE WESTPALIA
C A P I T U L O V
- Julio III era de origen humilde; mas con^us dotes naturales se ha-
bla abierto el camino de>las.dignidades eclesiásticas. Nombrado car-
denal por Paulo III, habla sido primer legado pontificio en la primera
etapa del concilio de. Trento. Era intachable en su moralidad privada,
profundamente piadoso y grandemente conciliador y pacifico. La ele-
vación al cardenalato de Inocencio del Monte, hijo adoptivo de su her-
mano, fué el defecto principal de su pontificado 4 .
1: Primeros actos de Júlip III. L a reforma de la curia.—
Elevado inesperadamente a la sede pontificia, Julio III mandó inme-
diatamente un propio 5 al emperador Carlos V y otro a Enrique II de
Francia para notificarles su nombramiento. El emperador, aunque es-
taba sentido cori el cardenal Del Monte por el traslado del concilio de
Trento a Bolonia, quedó complacido con esta atención, asi como tam-
bién por la propuesta que.el nuevo papa le hacia sobre la reapertura
del concilio en Trento, por lo cual ya desde el principio estuvo en
buena inteligencia con el nuevo papa. Este, con su espíritu profunda-
mente reformador, se decidió inmediatamente a continuar la obra ini-
ciada por Paulo III, es decir, la reforma de la Iglesia y el concilio de
Trento.
Según esto, eB falso eí concepto que emitieron algunos historiado-
res 6 de que Julio III abandonó, casi por entero la obta iniciada de re-
forma. Los documentos contemporáneos prueban lo contrario.
Precisamente entonces habia llegado a su punto culminante la cam-
paña de los protestantes contra la Iglesia católica y el Papado. Asi,
pues, si la Iglesia no se renovaba por completo, corría el peligro de
ser completamente arrollada por aquella corriente de odio y oposición.
Ahora bien, esta reforma debía realizarse bajo la dirección del romano
pontífice y del concilio. Tal fué, desde el principio de su pontificado,
el pensamiento de Julio III. .
Ya en-el primer consistorib, del 28 de febrero de 1550, manifestó
su voluntad decidida de reforma. Pero dónde descubrió más claramen-
te todo su pensamiento fué en el consistorio secreto del 10 de marzo.
Para poner en práctica estos' propósitos de reforma, Julio III nombró
en el mismo mes de marzo una comisión de Beis.cardenales, y en julio
* Véanse PASTOR, XIII,381; MASSARELLI y MAEFEI: Cune. Trid. 11,42-43-
1 Sobre Julio III véanse las obras citadas en la nt.I, sobre todo PASTOR, XIII.
4 Véanse noticias detalladas en MASSARELU, Conc. Trid. II, 175. Se llegó incluso a sospechar
Por este motivo «obre la moralidad de Julio III; pero esta sospecha carece por completo de fun-
damento.
' Es importante tener presente este dato sobre todo por lo que se refiere al emperador, pues
con esta atención logró ganarse a Carlos V desde el principio.
4 Puede verse CRISTIAN!, I.c,, 113 y los autores allí citados. Historiadores tan significados
como Ranke, Druffel, Maurenbrecher y Reumont han defendido que Julio III descuidó nota-
blemente la reforma de la Iglesia. En cambio, después de las investigaciones de PASTOR y otros
escritores de nuestros días, se ha confirmado plenamente la opinión que exponemos en el texto.
Víanse asimismo SAOICILLU. J. B., Di« Papabullen und das staailiche RedIT der Exclusive ( T u -
oinga 189a); SCHWBITZER, V . , Zur Geschichle der Reform unter Jutius III (Colonia 1907) 5 » .
774 P.II. DE RUTERO A LA PAZ DE WKSÍl'ALlA
del mismo año la rehizo y urgió con energia sus trabajos 7 . De hecho,
según noticias comunicadas en el mes de agosto, el mismo papa habla
reformado su casa y urgía eficazmente la reforma de los cardenales.
Con esta reforma de la curia pontificia deseaba adelantarse al tra-
bajo del concilio y preparar de este modo su labor. De la seriedad con
que lo procuraba es claro indicio la orden que dió en septiembre de
1550 a Massarelli, el antiguo secretario del concilio, de que reuniera
en un extracto los puntos de reforma que se hablan propuesto al con-
cilio y no se hablan discutido todavía en él. De este modo podía ade-
lantarse en la discusión de estas medidas reformatorias 8.
Los seis cardenales Cupis, Carafa, Cervini, Crescenzi, Pisani y
Pole trabajaron con intensidad. JEn febrero de 1551 estaban sumamente
adelantados los trabajos de reforma de la Dataria. Durante todo el
año 1551 continuó tomando medidas, que indican con toda evidencia
la seria voluntad de reforma que animaba a Julio III. Estas medidas
recibieron, BU confirmación y complemento en las disposiciones del
concilio en sus sesiones decimotercera y decimocuarta.
2. Reapertura del concilio de Trento.—Cumpliendo una de las
cláusulas de la capitulación electoral por la cual se obligaba a conti-
nuar el concilio, y siguiendo su propia convicción sobre la necesidad
que de ello tenía la Iglesia, Julio III inició inmediatamente los prime-
ros pasos para llegar cuanto antes a la reapertura del concilio. Carlos V
recibió con gran satisfacción la propuesta de Julio III y se mostró en-
teramente conforme en que el concilio se continuara en Trento, pro-
metiendo para ello todo su apoyo.
Así, pues, el papa nombró en abril una comisión de siete carde-
nales para que trataran a fondo el asunto de la reapertura del concilio.
En junio envió al emperador como nuncio especial para este asunto
al obispo Pighino, y otro al rey de Francia. Pero, mientras el empera-
dor dió toda clase de facilidades, el rey francés, a vuelta de frases cor-
teses, respondía con una negativa. Enrique II era decidido adversario
del concilio, pues éste ofrecía la perspectiva de una unión de Alemania,
lo cual suponía el robustecimiento del poder de Carlos V. Por esto, en
esta ocasión y diversas veces más tarde, respondía al papa que Francia
no necesitaba el concilio, pues si alguna cosa precisaba reforma, la
realizaban sus prelados
A pesar de estas dificultades, Julio III continuó trabajando en la
preparación de la nueva etapa del concilio, contando con el apoyo del
emperador y de otros principes cristianos. De este modo, el 14 de no-
viembre de 1550 publicó la bula Cum ad tollenda, en la que se levanta-
ba la suspensión del concilio de Trento y señalaba como fecha para
su reapertura el i.° de' mayo de 1551 10 . En la misma bula se daba con
toda naturalidad la explicación de esta continuación en Trento con las
palabras legitimo cessante impedimento, habiendo desaparecido todo
obstáculo legitimo.
1 L a ComUlón « t a b a formada por loa cardenal«« Cupia, Carafa, Crescenzi, Fisam, Polc y
Cervini.
• MASIARELU: Cone. Trid. II, 190.
* Véase MASIARELU: Conc. Trid. IT,187. Para este y otros puntos véase también MAUREN-
IJRECTIER, W . , KmI Vund die deutschtn Protestanten, 1545-1555 (Dússeldorf 1885) 231«.
1 0 MASSARELU, I.C., 320S.
c.5. la r e f o r m a c a t ó u c a d r j u l i o iii a pío iv 775
•> Pueden v e n e MAMAMLLI: Conc. Trid. 11,247*; THEINER, O.C., 1,483*; PAITO», XIII,115*;
RICHARD, L.c., 469*.
1 4 Véase sobre todas eaUs discusiones principalmente M t a m : Hist. d a conc. X , i P.239S.
Sobre la estima de Lalnez en el concillo, POLANCO, Vita Ignatii Loyolae... 6 volt. (Madrid 1894-
1898) 11,250.253; AmtArn, A » Historia de ta Compartía dt Jesús... 1 , 5 5 » ; CERECEDA, Diego
Lcinex... 1 volt. (Madrid 1945) I.930S.
1 1 Véanse estas listas de los errores protestante* contri la eucaristía en MICHIL, 240*.
" Sobre las diferentes controversias en torno a esto* do* puntos véas« una buena síntesis
en MICHIL, « o s . Fué muy discutida la opinión de Melchor Cano, apoyado por otro* teólogo*,
de que *e recibía mis gracia con la recepción de la eucaristía bajo las do* especies que bajo una
sola. D e hecho, todo* convenían en que bajo cada una de las especie* te recibe a todo Cristo;
pero la mayor parte de lo* teólogo* rechuaban la opinión d t Cano. Por otro lado, lo* obispo*
de Agram y de Monopolis, apoyándose en lo. c.6, insistían en que Jesús recomendaba l a c o m u -
nión bajo las do* especies. Pero Ayala, obispo de Guadix, y otro* velan en e«e texto únicamente
la promesa de la eucaristía, y, por otro Indo, traían otro* texto* del mLimo capitulo en que te re-
comienda la comunión bajo una sola especie. Véate THEINER, 1,509.515. Sobre la necesidad de
la confesión ante* de la comunión, Madruzzo, cardenal de Trento, proponía que se aftadiera
habita copia canfessarii aut sallem in uoto. Cf. THEINER. 1,503. En cambio, el cardenal legado
defendía que debía imponerse la confesión en absoluto. Cayetano opinaba que no era neceaaria
en absoluto la confesión ante* d« la comunión, y del mismo modo opinaban otros. Cano, en
cambio, tenia esta opinión como condenable, si bien no como herética,
" Véase en MICHIL (p.254) el arreglo de cánones que te realizó.
1 0 Véase TIIEINEK, 1,530*; RAYNALDI, Amules a.1551; PALLAVICINI, 12,9. Asimismo, PAS-
1 1 V¿ase el texto latino en Sacrosancti..., ed. PH. C u i m T , o.c., 146«. Asimismo, MICIIIL. 184a.
J » En el capitulo 14 del decreto de reforma de la sesión decimocuarta se anunciaba que en la
sesión alguiente « tratarla del tanto sacrificio de la misa y del sacramento del orden, y a dicha
sesión se esperaba que asistirían algunos protestantes.
3 0 Pueden verso para todo esto THÍINEK, 6oas.63$s; L a PI-AT, IV.334s.386s.
780 P.II, DB LUTERO A LA PAZ DE VESTFALIA
y las exigencias con que comenzaron a actuar 31. Ante todo exigían
que hasta que llegaran los restantes teólogos protestantes se suspen-
dieran todas las discusiones del concilio; que se volvieran a discutir
todas las cuestiones ya tratadas ; que se pusieran como base los decre-
tos de Constanza y Basilea sobre la superioridad del concilio sobre el
papa, y, lo que era peor todavía, que los cardenales y obispos quedaran
libres de su juramento de fidelidad al papa. Incluso se llegó a hablar
de que el papa debía presentarse para ser juzgado por el concilio.
A todas estas y otras semejantes exigencias, como la de los delega-
dos de Würtemberg, que exigían el nombramiento de árbitros inde-
pendientes de los obispos, los Padres conciliares respondieron que se
consideraría todo maduramente 32. El 24 de enero de 1552 tuvo lugar
el recibimiento oficial 33. Pero, como no podia menos de suceder, ya
entonces comenzaron a manifestarse las graves consecuencias de aque-
lla situación violenta, Por una parte, con el objeto de establecer una
base para la obra conciliar, intentó Crescenzi hacer aceptar una decla-
ración sobre la superioridad del papa sobre el concilio. Por su parte,
los imperiales procuraron que se prescindiera de los decretos dogmá-
ticos y se trabajara en los de reforma. Ambos intentos fracasaron por
completo. Por otro lado, algunos delegados llegaron al extremo de
presentar al concilio sus propias confesiones protestantes.
En medio de esta confusión general y después de largos debates,
se decidió dejar para una sesión ulterior la publicación de los decretos
ya preparados y entre tanto proceder a la sesión decimoquinta.
En efecto, él 25 de enero de 1552 se celebró la sesidn decimoquinta, a
la que asistieron, además de los tres presidentes, el cardenal de Trento,
diez arzobispos y cincuenta y cuatro obispos. En ella no se hizo otra
cosa que publicar la prorrogación de la publicación de los decretos
conciliares para la próxima sesión del 19 de marzo. Además se publicó
un nuevo y más amplio salvoconducto para los protestantes 34, donde
se alentaba a todos a acudir a Trento para proponer con libertad y
discutir sus doctrinas. En realidad, ellos no quedaron todavía conten-
tos, y con 8us ulteriores exigencias mostraron claramente su designio
de inducir al concilio a la persuasión de su superioridad sobre el papa.
A l tener noticia en Roma de lo que ocurría, el papa manifestó a
Crescenzi su disconformidad y exigió una firme posición contra la
superioridad del concilio sobre el papa, contra la supresión del jura-
mento de fidelidad de los obispos al romano pontífice y contra la dis-
cusión de los dogmas ya definidos. Sobre estos puntos no debía admi-
tirse ninguna discusión. Sobre esta base, inculcaba el papa la mayor
caridad y benevolencia con los disidentes.
Asi lo da a entender RANKI. Pero PASTOR prueba suficientemente que esto no es exacto. El 20 de
¡ n a n o de 1 5 j a conocían ya en Roma la liga entre los protestantes y Enrique II y el principio de
la guerra. Sin embargo, Julio III no dió ninguna orden de suspensión hasta el 15 de abril.
J ¡ V í a n s e THEINER, I.ÍSOS; L Í PLAT, IV, 5451; PALLAVICINI, 13,3-
" Puede verse la amplia exposición de PASTOR, XIII,1641. Asimismo, RICHARD, 140S y las
aemáa obras generales. Además. DRUFFEL, Britft und Ahten *ur Gesch. da XVI Jahrh (Mu-
nich 1872S); SciiWBmeR, V „ Zur Caeh. der Rijorm unta Julius III (Colonia 1907).
783 P.II. DIT LUTKRO A W PAZ DF. WUSTPAUA
algunos de los Padres y teólogos allí reunidos para continuar los tra-
bajos de reforma en Roma; pero tuvo que renunciar a este plan. Asi,
pues, se decidió a emprender por si mismo aquella obra.
Fué de gran transcendencia el consistorio del 16 de septiembre de
1552, en el cual presentó el papa un amplio plan de reformas. Habló
Julio III, sobre todo, de la elección pontificia y de la necesidad de rea-
lizar una reforma fundamental del conclave. En él debía ser elegido el
que Dios quiere, no el que quiere la política de los hombres. Por otra
parte, los cardenales deben tomar muy a pecho dar al romano pontífice
los consejos necesarios para su bien y el de la Iglesia. Además, no de-
bían poseer más que un obispado y cumplir la obligación de visitarlo.
Del mismo modo, insistió en la obligación de residencia de los obispos,
los cuales debían ejercer una estricta vigilancia sobre el clero, no ad-
mitir a él y no conceder beneficios sino a personas dignas. Por otro
lado, debía iniciarse con toda seriedad la reforma de la Dataría, de la
Penitenciarla y todo lo demás. En conjunto fué un recuento de todos
los puntos de reforma señalados ya por el concilio; y habló el papa
sobre ellos con tanto énfasis, que el cardenal Pacheco escribía que el
asunto de la reforma iba en serio. Precisamente para ello urgió el papa
los trabajos de la Comisión de Reforma.
Indudablemente fueron de gran importancia los trabajos realizados
por la Comisión de Reforma durante los meses siguientes. En diciembre
recibió un interesante dictamen presentado por los obispos españoles 40 .
Durante los meses de enero y febrero de 1553 se ocupó del asunto
candente de la residencia de los obispos. A mediados de marzo se pasó
a la reforma de la Penitenciarla. Finalmente, el 17 de abril de 1553
pudo el papa anunciar a los cardenales una serie de propuestas de la
Comisión de Reforma. El plan era elaborar una bula completa y fun-
damental sobre la reforma. De la seriedad de los esfuerzos de Julio III
en la preparación de esta bula no puede dudarse.
Durante el año 1554 es cuando Julio III trabajó con más intensidad
en la realización de este ideal 41 . El archivo secreto pontificio conserva
multitud de documentos en los que se confirma plenamente este hecho.
Desde el 10 de enero consta que la Comisión se ocupó de la reforma
de los conventos. Ya el 12 de febrero de 1554 declaraba Julio III que
podía presentarse un bosquejo de la bula de reforma. Hízose en reali-
dad así, y se conservan- algunos pareceres de los cardenales sobre él.
En esta forma siguieron las cosas hasta fines de 1554. Uno de los
primeros resultados concretos fué una nueva bula sobre el conclave,
presentada en el consistorio del 12 de noviembre. Por otro lado, a fines
de noviembre se pudieron presentar las líneas fundamentales de la re-
forma de los obispos, y en diciembre se había terminado el plan de la
reforma de los clérigos y regulares. Finalmente, a últimos de enero
de 1555, el papa comunicaba al rey de España que estaba ya preparada
la nueva bula general de reforma, no obstante'la resistencia de muchos
eclesiásticos y seculares, y que pronto se publicaría.
Tal era la situación, cuando ocurrió la muerte de Julio III el 23 de .
" Ademés de las obra« sobre Paulo IV en general, pueden verse, sobre todo, NAVACERO,
Catender of State Papers, Venecianos (Londres 1873-1890); DURUY, G., Carla Carafa...; AN-
CEL, R.. Pnul ¡V el le concite (Lovaina 1905).
Véanse las obras citadas de DURUT y ANCEL, y como síntesis, PASTOR, 1 9 » y CRISTIA-
NI, l.c., 167S.
3 9 Sobre los devaneos y excesos de Carlos Carafa véase ANCEL, Disfrace..., o.c., ajs.
C-5. LA REFORMA CATÓLICA D 8 J U L I O I I I A I-i.; IW 7&1
gar de tal manera, que, descubiertas sus malas artes, precisamente esta
legación constituyó el principio de su ruina.
En efecto, al volver Carlos a Roma el 23 de abril de 1538, todavía
persistía Paulo IV en la más completa ignorancia de la verdadera con-
ducta del cardenáirTor e£to pudo éste continuar durante todo el año
su vida de engaños y liviandades. Pero ya en agosto de 1558 tuvo el
papa un primer aviso sobre la conducta desarreglada del cardenal ne-
pote. Sin embargo, logró éste parar el golpe, hasta que, finalmente, en
enero de 1559 descubrió Pauló IV toda la verdad de los hechos, que lo
sumió en la mayor consternación.
No es, pues, de sorprender que, dado el modo de ser de Paulo IV,
tomara entonces rápidamente las medidas más radicales. A l cardenal
Carlos Carafa y a sus dos hermanos mayores no quiso ya recibirlos en
su presencia. El pensamiento del burdo engaño de que había sidp
objeto y del escándalo que se habla dado lo llenaba de indignación y lá-
grimas. El 27 de enero 6 0 en un consistorio, en presencia de todos los
cardenales, a excepción dé Carlos, descubrió con indecible amargura
todos los crímenes de sus nepotes y confesó con humildad, el horrible
engaño de que habla Bido objeto; luego privó a los tres de todos los
honores y cargos de que disfrutaban. De nada sirvió el que el cardenal
decano y otros cardenales intentaran aplacarlo e intercedieran en fávor
de los nepotes. El papa persistió en el castigo dictado contra ellos.
Solamente el joven nepote Alfonso quedó libre de la indignación del
papa; pues, siendo claramente inocente, continuó experimentando su
protección.
Después de tan terrible desengaño, Paulo IV continuó su obra fa-
vorita y lo que constituía como la obsesión de su pontificado, que era
la reforma de la Iglesia. Con tal persistencia siguió trabajando por la
residencia de los obispos, que durante el último año de su gobierno
apenas habla diez o doce obispos en la Ciudad Eterna.
A l morir Paulo IV 'el i8 de agosto de 1559, indudablemente habla
avanzado la obra de reforma; muchas de las disposiciones de Paulo IV
sirvieron de base para la obra del concilio; pero tal como entonces
quedaban, eran puramente personales e inconsistentes. De no haber
sobrevenido poco después la obra organizadora del concilio y la labor
firme y sistemática de los pontífices siguientes, la obra de Paulo IV
se hubiera deshecho con más .o menos rapidez.
" COK. Triá. V I I I , t o j a . Hipólito de Eate, cardenal de Ferrara, a) «er preguntado por el
Papa, respondió: «Concilium istud iam extlnctum est». L a célebre bula de convocación est i pu-
blicada en Conc. Trid. VIH, 104a. E i t i firmada por el papa y veintinueve cardenales.
« Véase Cone. Trid. VIII,MIS.
" Véanse principalmente: ANCEL, La disgrdc* «t 1« procés da Carafa (Maredsous 1900);
Duau*. Q „ Cario Carafa (París 1882) 315.
" Véase en particular PASTOR, LE., ¡ s i s . Según todos los indicio«, la duquesa e n en realidad
inocente. Puede verse en este lugar abundante documentación.
794 P.II. DR UUTERO A T,A PAZ DE WÉSTPAUA
rilan, en Francia 73 ,
dió la orden a los obispos españoles de dirigirse a
Trento. Poco a poco fueron llegando a la ciudad conciliar obispos de
diversas nacionalidades. El 19 de noviembre nombró el papa como
nuevo legado al obispo de Constanza, Sitico, en sustitución del enfermo
cardenal Puteo. A l anunciar el emperador el envió de sus representan-
tes para mediados de enero de 1562,-se designó el 18 de es te. .mes
para la inauguración. *
Finalmente, el 18 de enero de 1562 74 se celebró la primera sesión
de esta tercera etapa del concilio de Trento, que fué la decimoséptima
de todo el concilio. En ejla tomaron parte cuatro legados (Marcos
Sitico no habla llegado todavía), otro cardenal, tres patriarcas, once
arzobispos, noventa obispos, cuatro generales y cuatro abades. Entre
los obispos existia una enorme mayoría de italianos. Seguían en número
los españoles, y luego, en más escasa representación, otra; nacionalida-
des. Los tres delegados del emperador no llegaron hasta el 13 de febrero.
Con los numerosos prelados y teólogos españoles presentes en el
concilio, B o b r e todo si se tiene en cuenta que, además, muchos de los
italianos estaban de su parte, disponía España de una fuerza arrolladora
en el concilio, por lo cual se ha podido afirmar que el concilio de
Trento (sobre todo en esta tercera etapa) fué tan internacional como
español 75 .
Asi, pues, en esta sesión no se hizo otra cosa que publicar solem-
nemente el levantamiento de la suspensión del concilio y señalar el
16 de febrero para la sesión segunda (o decimoctava). El arzobispo
Guerrero quiso, protestar contra el derecho exclusivo de propuesta de
. los legados, pero tuvo que retirar su propuesta, reservándola para otra
ocasión 76 .
Con el objeto de no irritar a los protestantes, insistía el emperador
en que se omitiera toda declaración sobre si el concilio era continua-
ción de las etapas anteriores; asimismo, qué se retrasara todo lo posi-
ble la discusión de los temas dogmáticos y se comenzara por los de re-
forma 7 7 . Por otra parte, puede observarse que la política imperial
predominó hasta la llegada de los franceses al concilio. En cambio,
desde noviembre de 1562, en que éstos llegaron, se hotaron influjos
muy diversos.
Bien pronto se dió comienzo a las discusiones con el Indice de
libros prohibidos. El publicado por Paulo IV era generalmente rechazado
por ser excesivamente riguroso. En la congregación del 24 de enero
de 1542 se planteó esta cuestión, así como también la súplica de un
salvoconducto para los protestantes alemanes. Esto último constituía
uno de los postulados del memorial presentado por el emperador el
13 de febrero.
' J A l mismo tiempo recibía un breve del p a p t , fechado el 17 de Julio, en el que se decla-
raba la validez de los decretos de las dos primeras etapas del concilio. Juntamente recibía una
carta autógrafa del romano pontífice. Véase Conc. Trid. VIII,279; DALLINGER, Documental I,
266»; PASTO», l.c., 247*.
i * Ante todo véase Conc. Trid. V1II.271S. Véanse también las exposiciones de PASTOR, l.c.,
2S7s y RICHARD., l.c., 604S.
7 Í Asi lo afirma MENÍNDEZ Y PELAYO, Historia de los heterodoxos españoles, ed. B A C , 2 vols.
TI L a litta de loa asistente« puede v e n e en Conc. Ttid. VIII,3648; THEINER, I,69is; PALLAVI-
CINI, 15,21«.
" Sobre el origen y desarrollo de esas doce cuestiones de reforma véanse THEINER, 1,294*;
LE PLAT, V.I04«; SUSTA, l.c., II.47S. Sobre todo véase Conc. Ttid. VIII.378s.402s.
»• Mussorri: Conc. Trid. III, 1 p.127 y PALEOTTI (ibid., III, 1 p.29ls) ponderan el apasiona-
miento de algunas de esta* discusiones. Véase C a i r n A N i , l.c., 190.
• > Véanse Conc. Trid. VIII,496S; PALLAVTNI, 16,3,13; RICHARD, L.c., 6193; THEINER, 1,717*.
** Véase para todo esto SUSTA, l.c., i8os.
" L « PIAT, V , t 7 s s ; THEINER, 1,720«.
C.5. LA REFORMA CATÓLICA DE JULIO m A PÍO IV 797
Conc. Trid. V M , 9 6 8 s ; IX,94S. U n buen resumen en PALEOTTI, Conc. Trid. I1.4SIS, particular-
mente sobre Latnez. E n general véanse RICHARD, IX.733S; PASTO«, XV,2¡¡7S; JEOIN, H., Krisit
und Wendepunkt da Trien! er KomiIs OS^I-IJÓJJ (nuevos e importantes documentos) (I940-
Véase todo o t o y los textos respectivos en MICHEL, l.c., 467S.
C-5- LA REFORMA CATÓLICA DB J U L I O I I I A TÍO IV 801
Véanse en particular THEINER, II.1531.5931: PALLAVICINI, 18,1a y 14: SOTTA. O.C-, III,
a j a : RICHARD, l.c., 747«.
1 9 1 Además de la« obras citadas, sobre todo de SUSTA y JEDIN, véanse en particular GUISAR,
Oispulaliona... 1,34«: ID., Dit Fraga d a p/lpsllichm Primo»«...: «Z. (• Ksth. Theol.» (1884) 45JS.
7>7s; Conc. Trid. IX,94«; II 1,1 p.45>s (abreviado). En particular, ASTRAIN, Historia de la Com-
pañía... I l , i 8 o s : CERECEDA, niego Lainez II.tBas; PASTOR, l.c.. 2R9S.
Sobre la llegada y actuación de lo« franceses y en particular sobre el cardenal de Lorena
véanse THEINER. II.IÓIS; LE PLAT, V , S 4 i s ; Conc. Trid. XI, 150«; RICHARD, l.c., 760«! EVEN-
NETT, H. O . , T Í « Cardenal of Lorraint and ihe Council of Trent (1930), En particular «obre el
d« I# Iglesia } 20
602 r.II. DE I.UTSKO A LA PAZ DK WKSTFALIA
tituldo por trece obispos, además del cardenal; tres abades y dieciochi
teólogos, y fueron solemnemente recibidos en la congregación genera
del 23 de noviembre. Este hecho tuvo una importancia extraordinaria
pues, además de la significación de un número nada despreciable di
nuevos obispos y teólogos, el cardenal de Guisa o de Lorena era ui
hombre de extraordinarias cualidades, que ya en su primera audiencia
pronunció un discurso de gran transcendencia y luego ejerció un influjc
decisivo en el desarrollo ulterior de los acontecimientos. Prosiguieron
pues, las discusiones con la misma intensidad, y bien pronto se volvió
al apasionante problema de la residencia y del derecho divino de loi
obispos. Los ánimos se fueron apasionando de tal modo, que el 18 d<
enero de 1563 no se pudo celebrar la anunciada congregación genera
a cauBa de las grandes disensiones existentes. El cardenal de Lorena
con todo el peso de su autoridad y de sus cualidades personales, se puse
al lado de los episcopalistas. Todo el asunto fué tomando un giro cada
vez más peligroso, pues llegó a defenderse el conciliarismo de los con-
cilios de Constanza y Basilea, mientras otros lo atacaban. Se llegó a
escenas violentas, en que entre algunos obispos italianos y otros espa-
ñoles terciaron palabras ofensivas (brutissime parole) 1 0 7 . En este sentido
de oposición al papa y de un marcado conciliarismo se expresaron,
sobre todo, los embajadores franceses, Lausac y Ferrier, llegados el
24 de febrero de 1563 10«. •
Esta situación se exacerbó más todavía por las cuestiones de reforma.
Los imperiales y los franceses, los españoles y los portugueses, urgían
constantemente sus exigencias de reforma. El 6 de abril de 1562 com-
pendiaron los españoles su plan de reforma en sesenta y siete puntos;
el 6 de junio, según se ha indicado antes, presentaron los imperiales
su memorial; el 6 de agosto entregaron los portugueses el suyo en
veinte artículos; finalmente, el 24 de diciembre llegaba al concilio el
plan de reforma de los franceses. El cardenal de Lorena aumentaba sus
exigencias después de la victoria de los católicos sobre loa hugonotes
en Dreux y trataba de poner rápidamente término al concilio, Se insis-
tía cada vez más en una reforma de la curia romana y del mismo romano
pontífice »o».
Frente a una situación tan tirante, el papa se mostraba sumamente
reservado, y como entre tanto no se daba un paso adelante en Trento
en las discusiones sobre el orden y la residencia y las cuestiones de
reforma, se inició una serie de conatos de algunos miembros conciliares
por atraerse al emperador. El 28 de enero estuvo Commendone en
Innsbruck de parte de los legados con el objeto de atraerse a Fernan-
do 1 1 1 0 . El 12 de febrero, el mismo cardenal de Lorena se dirigió
allá para conversar con el emperador.
célebre discurso pronunciado p o r «I cardenal de Lorena. T e x t o en Con;. Trid. IX.iAaa; PASTOR,'
l.c., 200 y n . j .
i " Asi lo atestigua SCTVANTIUS en «1 Dúríum (Conc. Trid. III,! p.6j).
101 Véase «obre todo S u m o.c., III,145; GRISAR, Diipulqiionei..., [,486«; PALLAVICINI,
19,14; PAITO», XV,293».
>«• Bobre todaa eataa discusiones véanse PASTOR, L.c., 294«; RICHARD, L.c., 799«. Asimismo
las obras citadas de SUSTA, JEDIN, EDER, CRISAR.
" o Véanse sobre la misión de Commendone y todos estos acontecimientos SUSTA, o.c., III,
173S.183S; RICHARD, o.c., 819S. Sobre las cartas del emperador. PASTOR, ibid., 298; RAYNALDI,
a. 1563 n.34; L a PLAT, V.690. Respuestas del papa, véanse RAVNALDI, ibid., n.38; L í
V,7fti«; PASTOR, Ibid., 300a.
C.¿. LA KEYOKMA CATÓLICA DK J U L I O I U A P Í O IV 803
• 11 Sobre « t a nombramiento, SUSTA, o.c., III, 167»; PASTOR, L.c., 3011 y otro»; pero, aobre
todo, CONITAKT, G . , La Ugation du cardinal Morone prii L'empewur «t le evneiU de T r i b u (Paria
'WA)¡ RICHARD, o.e., 336».
. 1 1 1 Acerca de lo tratado y obtenido del emperador v t a t t , «obre todo, CONÍTANT, o.c. Sobre
11 4 Sobre o t a intervención del obispo de París (no arzobispo, como dice PASTO») víase, s o -
bre todo. GRIIAR, Di* Fragt..., o.c., 773a. Asimismo, PASTOR, XV,316.
1 " Véanse acerca de esta intervención de Lalnez: GUISAR, O.C., 777«; THEINE», II,30c»;
Conc. Trid. III,1 p.666s. Sobre todo, CERECEDA, O.C.. II,23is; OBERUOFER, H., Dic Atuicht da
P. Laynez übtr die geheimcn Ehen auf dem Koruil von TrUnt: «Merino» (195a).
1 1 6 Sobre las causas Intimas de esta evolución del cardenal francés véase SUITA, IV, lois.iais.
MUSSOTTI ea quien designa como milagro esta nueva-actitud del cardenal de Lorena. Véase Conc.
Trid. IIl.i p.79.
1 , 7 Lo» textos pueden verse en Cone. Trid. VUI-IX,620s; MICHEL, o.c., 478«. Véase asimis-
m o RICHARD, o . c „ 8«6S,
Véase el texto en Cone. Trid. IX,62js; MICHEL, LE., 4943 (trad. franc.). Una buen» sín-
tesis, CRISTIANI, l.c,, 205S.
C-5- LA REFORMA CATÓLICA DB JULIO I I I A TÍO IV 805
mán, fué detenidamente examinada por los teólogos y los Padres con-
ciliares.
El 20 de julio, apenas terminada la sesión decimotercera, se pudo
ya presentar a los Padres esta cuestión doctrinal suficientemente dis-
cutida y bien preparada en once cánones y un decreto Sobre ¡os matri-
monios clandestinos. Efectivamente, los debates ante los Padres conci-
liares se prolongaron desde el 24 al 31 de julio en catorce asambleas
generales. Uno de los debates más apasionados se tuvo en torno al ca-
non tercero, sobre la validez de los matrimonios clandestinos contraídos
con sólo el consentimiento de las partes 122, Como en este y otros pun-
tos se hablan hecho multitud de observaciones, se tuvo que hacer una
refundición completa del decreto, y, tras reiterados debates, se llegó
a la fórmula final del 13 de octubre, que es la que se proclamó en la
sesión vigésimo cuarta.
' Mientras las discusiones dogmáticas iban acalorando cada vez más
los ánimos, la cuestión sobre la reforma general encendía hasta lo más
vivo las pasiones. A ello contribuyó de un modo particular el nuevo
giro que el papa y los legados conciliares imprimieron al plan de re-
forma 12} . En efecto, en todos los planes de reforma que los príncipes
cristianos habían ido presentando se insistía siempre en la necesidad
de reforma del papa, de la curia romana y del estado eclesiástico.
Entonces, pues, Pío IV, en unión con el cardenal Morone, conci-
bió la idea de presentar todo el problema de la reforma bajo otro aspec-
to, urgiendo de un modo particular la reforma de los principes. No hay
duda que esto significaba una ofensiva muy hábil y que de hecho con-
dujo al resultado apetecido de hacer desistir a los príncipes en sus
exigencias de reforma de los demás mientras ellos no se mostraran
dispuestos a reformarse a sí mismos. Pero conviene rechazar la idea,
frecuentemente reflejada en los historiadores, como si ésta hubiera sido
la única intención del papa y de Morone al iniciar inesperadamente
esta nueva táctica. De hecho, como se trataba de un plan general, se
manifestaban decididos a iniciar la reforma por el papa, los cardenales,
la curia romana y los obispos; pero ellos veían claramente que los prín-
cipes con sus intromisiones en los asuntos eclesiásticos y con los innu-
merables abusos que cometían en Alemania, Francia, España y en to-
das partes contribuían de un modo eficaz a la situación deplorable de
la Iglesia, por lo cual era también necesario introducir en este punto
una reforma fundamental.
Por esto, a fines de julio se presentó a los embajadores de los prin-
cipes cristianos un plan bien detallado de reforma en 42 artículos,
concebido conforme a estas ideas , 2 4 . Los mismos embajadores debían
1 , 1 Vían»; d e t a l l a interesantes en MICHEL, ibid., Jj6s. Asimismo víanse SUSTA, O.C., IV
I 3 5 s ; RAYNALDI. a.1563 n.160.
123 Sobre el verdadero fundamento de este cambio de táctica de la Santa Sede, que era la;
opresión creciente de la Iglesia y las intromisiones y abusos por parte de los p r i n c i p a cristianos
en los asuntos eclesiásticos, víanse PASTOR, XV,3223; SUSTA, IV.IOOS; RICHARD, l.c., 909S.
1 1 4 Sobre a t e célebre plan de 42 artículos víanse SUSTA, IV,I40A; CONSTANT, O.C., 33«; PAL-
LAVICINI, 22,1,12. V í a s e en esos mismos autores la violenta reacción producida en los principes. .
PASTOR (ibid., 325) y otros rechazan decididamente la interpretación, que ya entonces dieron
los políticos y dan hoy día algunos, de que el único objeto de la curia pontificia era el hacer aban-
donar a ios principes sus exigencias de la reforma eclesiástica, p ú a no queriendo la propia re»
forma, no insistirían tanto en la de los demás. Sin embargo, de hecho, se obtuvo a t e efecto, y
no puede dudarse que la curia pontificia lo preveía y lo pretendía, pero no como fin principal
y único.
C.¡. LA REFORMA CATÓLICA DE J U L I O I I I A PÍO IV 8O0:
I.C., 97IS; PASTOR, XV,338S. RANKE en su Historia de los papos afirma: «Si a algún hombre,.a él
tiene que agradecer la Iglesia católica el feliz éxito del concilio».
C.¡. LA REFORMA CATÓLICA DE J U L I O I I I A P Í O IV 8O0:
dos todos del deseo sincero de poner término al concilio, se llegó a una
inteligencia, dando una expresión más suave a las normas generales
de reforma. Constituían un obstáculo las protestas del conde de Luna,
embajador de España, contra el ansia de terminar el concilio sin haber
llevado a cabo plenamente la "labor reformatoria. El 27 de noviembre
presentóse ante los Padres y pronunció solemnemente su protesta en
nombre del rey de España. Morone reunió en su casa a los Padres del
concilio, y la inmensa mayoría se mostró unánime en el deseo de
terminar..
En estas circunstancias, el 30 de noviembre llegó de Roma una
carta del cardenal Borromeo a los legados Morone y Simonetta en la
que anunciaba que Pío IV se encontraba gravemente enfermo. Esto
dió ocasión a adelantar todavía más el final del concilio, cuya sesión
última se había fijado para el 9 de diciembre. La propuesta de los lega-
dos sobre la celebración inmediata de la última sesión fué aceptada uná-
nimemente, con excepción del embajador español. El 2 de diciembre
se celebró la última congregación general, en la que se aprobó la forma
definitiva de los decretos 13«.
12. Sesión vigésimo quinta y última: 3 y 4 de diciembre de
1563.—El 3 y 4 de diciembre de 1563 se celebró la sesión vigésimo quinta
y última del concilio de Trento. A ella asistieron los cuatro legados,
dos cardenales, 25 arzobispos, 150 obispos, siete generales y siete aba-
des, a los que se juntaban 135 19 embajadores. En general, se nota cierta
precipitación en todos, los decretos, pues se habla apoderado de todos
una verdadera..ansia de terminar, lo cual disgustaba a los españoles.
Sin embargo, se publicaron en la forma acostumbrada diversos decre-
tos y se encomendaron algunas cosas particulares a la decisión del
romano pontífice.
Ante todo, en el primer decreto dogmático 136 se proclamó la doc-
trina católica sobre el purgatorio, de gran importancia contra los pro-
testantes. En él se afirmaba su existencia; luego se confesaba la ayuda
que los fieles podían ofrecerles con sus buenas obras y se precisaban
otros puntos doctrinales.
El segundo decreto se refería a la invocación y veneración de las reli-
quias y de los santos, y asimismo de sus imágenes 1 3 7 . Juntamente ordena
que sean desarraigados IOB abusos que en esto se hayan introducido,
procurando eliminar del culto de la Iglesia todo género de superstición.
El tercer decreto se refería a la reforma monástica, y contenía 22 ca-
pítulos de gran trascendencia 1 3 s . Indudablemente, la disciplina mo-
nástica, mirada en conjunto, era uno de los puntos que más exigían
una reforma fundamental. Esta habla comenzado ya ciertamente y
1 1 * Conita que, después de celebrada esta sesión, se recibieron noticias sobre el mejoramiento
del papa. Sin embargo, se persistió en »1 plan de celebrar el 3 y 4 la última sesión. Algunos han
'legado a dudar acerca de la realidad de esta enfermedad de Pió IV. suponiendo fué una ficción
con el objeto de que terminara rápidamente el concilio. N o puede admitirse esta suposición.
Cf. PASTOR, ibid.
' » Sobre la sesión vigésimo quinta véanse PALEOTTI: Conc. Trid. 111,1 p.7J7s; RICHARD,
o.c., 9875; PASTOR, XV,j4aa.
• 1« Véase el texto en Conc. Tríd. IX. 1077»; MICHEL, I.c., 587S (con breve comentario).
T e x t o en Conc. Trid. IX,U>79s: MICHEL, I.c., 50a» (con breve comentario).
. Texto en Conc. Trid. IX,1079«; MICHEL (trad. franc.), óoos. Véanse asimismo EDER,
• '> t í i s ; JEDÍN, H.. Zur Vorgnchichtc drr Regularen Rtform. Trid. s c a s . i j : «Róm. Qpschr.i
c
(1936) a j í « ,
810 r.n. r>K l u t ü r o A U t-n DK WÍSTÍAUA
del concilio bajo Paulo III, Julio III y Pío IV, para lo cual todos ellos
debían leerse en esta sesión ñnal.
Así, pues, después de la lectura de todos los decretos conciliares,
se preguntó solemnemente a los Padres si daban su conformidad a los
legados para clausurar el concilio y pedir al papa la aprobación de sus
decisiones, y todos unánimemente respondieron afirmativamente. En-
tonces el cardenal Morone bendijo el-concilio-y. pronunció las palabras
de clausura: «Después de dar las gracias a Dios, id en paz». Hecho
esto, el cardenal de Lorena prorrumpió en una serie de aclamaciones
a Pío IV, a sus predecesores, al emperador, a los principes cristianos y
al concilio, que todos respondieron con el mismo entusiasmo Antes
de partir, los Padres asistentes firmaron las actas. Eran los cuatro lega-
dos, dos cardenales, tres patriarcas, 25 arzobispos, 167 obispos, siete
generales, siete abades, 19 procuradores de 33 prelados ausentes y
los 19 embajadores.
la bibliografía general, las síntesis de PASTO*, X V , 345»; EDER, o.c., IÓJS; HERCENSOTHEII, III,59.1.
1 4 3 XV,356,
812 l'.ll. DE I.UTEKO A I,A l'AZ DR WKSTPAIIA
> t« ;
C A P I T U L O VI
I. PRIMEROS I N S T I T U T O S DE C L É R I G O S REGULARES 2
En otro lugar hemos notado, entre los nuevos elementos que carac-
terizan el movimiento católico' que- brotaba de las mismas entrañas
de la Iglesia, los clérigos regulares. Los nuevos sacerdotes, plenamente
embebidos del espíritu cristiano: y procedentes en buena parte del
Oratorio del Divino Amor, eran particularmente aptos para renovar
este espíritu en el seno de la Iglesia.
> Ante todo, pueden verse las obras generales de historia de la Iglesia y las historias gene rale.
de las órdenes religiosas en los capítulos correspondientes. Entre estas últimas pueden consul-
tarse: HÉLYOT, H., Histoire des ordra monastíques, religieux et militaires et da amgrígations sécu-
liéra... 8 vols. (Paria 1714-1719): es Ta obra-mis completa; HENRION, M . R.. BARÓN DE, Histoire
da Ordra religieux 1 vols. (París 1835); BUITRAOO Y HERNÁNDEZ, J „ LOS Mena religiosas y los
religiosos (Madrid 1902); MAIRI. E., Histoire da Instituti religieux et missbnaira (París 1930);
La Grands Ordra monastiqua et /nititutt religieux (París 19SOS); Ordint e Congregazioni religiose,
a cura di M . ESCOBAR, 2 vols. (Turln I9S1-I9S3). Particularmente recomendamos: HEIMBU-
CHER, M . , b i s Orden und Kongregationen da katholischen Kirehe j.*ed. a vols. (Paderbom 1933);
I.SOs abundante bibliografía general.
1 Para conocer la significación general de los clérigos regulares de este tiempo, además de
1 as. obras generales, véanse CRISTIANI, L . . L'Eglise i Vépoque du concite de Trente: Hist. de VEgíise
de FucHE-MAKFIN, 17 (París 1948) 2453; DANIEL-ROM. La Rifarme catholique (París 1955) 31S.
814 P.II. DE LUTKRO A I.A PAZ DE WKSTPAUA
1 Véame «obre todo AMDRIU, J., / Teatini: «Ordini e Congr.» 1,567«; HEIMBUCHE*, Di«
Orden... 11,97«; en amba« obra« ae hallaré abundante bibliografía. En particular SALVATORI, J.,
S . Gaetana aa Thúne e la Riforma cattolica italiana: 1480-1327 (Rom» 1911); VERSARA, C . ,
Vida de San Cayetano (Palma de Mallorca 1911) ; PASCHIW, P.. San Gaetano di Thiene, C. P. Carafa
e 1« origini dei Chierici Teatini (Roma rojó); VENY-BALLESTER, Vida de San Cayetano (Darcelo-
na 1050); CHIMINELLI, P., S . Gaetano Thiene (Vicenta 1948). VéaM PA«TOR, X.295«; XI.439S.
4 Pueden v e n e COLCIAQO, V . M . , / Barnabiti: «Ordini a Congr.» 1,633«; HEIMBUCHER, II,
1061. En particular PREMOLI, O . , Storta dei Barnabiti nel' 500 J voi*. (Roma 1913); GENTILI, U ,
Vida d» S, AntonioM, Zaccaria (Turln 1913); D u a o n . A . , La Bamabitei (Paris 1914); PASTOR,
X.337».
C.6 KáTADOS t)B PERVKCCIÓN 815
véanse las síntesis de HEIMOUCHER, 1,720« y, sobre todo, HOLZAPFÍL, H.. Manuale Historio«
Ordinis Fratrum Minorum (I'riburgo de Br. 1909) 1351.289a, Además, Di PUNZO, L . , I Franftl'
«mi: •Ordjoi e Congreg.» I,22is; PASTOR, X,J4Q}.
C.6 KáTADOS t)B PERVKCCIÓN 817
' Ademé* de l u historias generale» de la* órdenet religion* y de lo» francisca noi, véanse
en particular sobre los capuchinos:
FUENTES.—BOVERIUS, Z„ Annales siue sacrae historiae O.M., qui Capuccinl nuncupantur
(Lydn 1632s): WADDINO, Annales Minorum... s.*ed. (Roma 1735s) X V I . Muchos trabajos anti-
guos sobre los orígenes de los capuchinos publicados e n Anal. O.M.Cap., en particular 23 (1907);
34-36 (1918-1920); Bulfarium Ordinis Fratrum Min. Cap. (¡¡28-1928) 7 vols. (Roma 1740-
>752) (Innsbruck 1883-1884, vols.8-10); Regula et Testamcntum Se li. Francisci et Constitution»
O.M.Cap. (Roma. 1926).
ri, BIBLIOGRAFIA.-Morrr* ROTONDO, G. M. DA, fili miri dell'Ordini Capucàno (Roma 1910);
P ALENÇON, ED., Tribulaliones Ord. Fratrum Min. Cap. primisannis Ponti/. Pauli III (Roma 1014);
' D -i De primordiis O.F.M. Cap. (¡S2S-¡334), commentar, histor. (Roma 1921); Io., Des origines
d» l'Ordre des Frères Min. Cap., 1525-1534 (Gembloux 1932); POBLADURA, M. DA, La bella e
•"»io Riforma dei FF. MM. Cap. (Ruma 1943); ID., Historia gener. Fratr. Min. Cap. 4 vols.
(Roma 1947-195'); RUFFINO DA SIERRA, I, F. M. Cap. nel primo secolo, ed. por Suro DA PISA,
>'*ed. (1037): GRAP, Zur Entstehung des Kapuzinerordens (1940); GUTBERTH, C . , The Capucins
1 VFLS. (Londres 1928); MAURICIO DB BEGOAA, El alma de la seráfica reforma capuchina (Ma-
arldI1947); GRA», TU., Die Kapuziner: «Orden der K.» 1 (Friburgo de S. 1957).
M Oc un modo especial Di FONZO, L., f Francescani...: «Ordini e Congr.» 1,2291 (Turin 1951):
•U.!MOUCHER, 1,724«; LLORCA, B., Nueva visión... II,12211; PAITO*. X,34»S; XI,451«. 1
818 R.II. DK MJTKRO A J.A PAZ ULT WUSTÍALÍA
generales.
I I Véanse, ante todo. l u obras generales de hittoria de la Igle*ia y de la« órdenes religiosa«
En particular:
FUENTES.—/nstitutum Sacie ta tis Iesu. Bullarium «t Compendium Privilegiorvm... 3 vols.
(Florencia 1892-93): Mtmummla Histórica Societatit /«su, nunc prímum «dita... Colección funda-
mental ; publicados 68 vols. (Madrid 18943. Roma 194S-59): Constitutiones Societatit /«su, latine
«t hispanice..., ed. JUAN J. DI LA TORRE (Madrid 1892); ed. B A C , por I. IPARRAOUIRRE y C . DE
DALMASEI (Madrid 1952) 369a.
En particular Fontes ^trrativi de Soneto Ignatio de L. et de Societatit /«su iniriis: <Mon. Hlst.
<* A«-'- «d- por ,ZAPIOJ;-LETURIA-DALMASF.*, 3 vols. (Roma 1944-1959); AutobKgra/Ia en
C.6 KáTADOS t)B PERVKCCIÓN 821
En amba« obras se citan las fuentes auténticas. Sobre todo conviene tener presentes Font« Narra-
tivi 1,70.154.358« (autobiografia).
822 r.ll. DE UJTBRO A I.A I'AZ DK WRSTPAIJA
se hallaba en su plena juventud, contando veintiséis años. Hallábase
como gentilhombre de su pariente el duque de Nájera, a la sazón virrey
de Navarra, cuando tuvo lugar la desesperada defensa de la fortaleza
de Pamplona, de resultas de la cual fué herido en la pierna por las tro-
pas francesas el 20 de mayo de 1521.
Los resultados de esta providencial herida fueron para él transcen-
dentales. En los largos ratos de reflexión a que se vió sometido por la
enfermedad y convalecencia, se dejaba llevar locamente, a la manera
de los galanes de los libros de caballerías, de sus sueños por la dama de
sus amores, que algunos suponen serla una infanta a la que había co-
nocido en sus años de vida de corte (tal vez D. * Catalina, hermana de
Carlos V). Pero al mismo tiempo la gracia divina inició la obra de su
transformación interior. Vencido el período de gravedad, para entre-
tener las largas horas de la convalecencia pidió, aquellos libros de ca-
ballerías con cuyos pensamientos tanto se entretenía; pero, a falta de
ellos, o por ardid de su piadosa cuñada D.® Magdalena, leyó el Flos
Sanctorum, ó Vidas de santos, y la Vida de Cristo, de Ludolfo de Sajonia.
Esta lectura excitó bien pronto su deseo de imitar a los santos; pero,
como él mismo atestigua, volvían en seguida sus pensamientos munda-
nos y pasaba largas horas soñando en las hazañas que realizarla por
conquistar a la dama.de su corazón.
Poco a poco se hicieron más vehementes los impulsos de la gracia.
Su espíritu de emulación iba en aumento al contemplar los ejemplos de
virtud y penitencia de los santos, cuyas vidas leía cada vez con más
avidez, y las profundas ensehanzas de Cristo. Poco a poco se obró en
Ignacio una completa transformación de ideales. Sin dejar sus pensa-
mientos caballerescos, se proponía ahora ser un caballero de Cristo y
luchar denodadamente en su reino, emulando a aquellos héroes cuyas
vidas había leído. Decidido, pues, a entregarse de lleno al servicio de
Dios como caballero andante de su gloría, apenas se sintió suficiente-
mente fuerte para poder emprender la marcha, a principios de 1522
salió de la casa paterna disimulando sus planes ulteriores.
2. En Montserrat y Manresa 1S . Los «Ejercidos espirituales».
A mediados de marzo de 1522 llegaba Iñigo al célebre santuario de
Montserrat, que era uno de los monasterios benedictinos más impor-
tantes dentro de la Reforma o Congregación de Valladolid. Su plan era
visitar los Santos Lugares de Jerusalén para saciar su espíritu en el
ambiente de Cristo, de quien se profesaba caballero; pero, como pri-
mera medida, quiso hacer en aquel santuario una confesión general de
toda su vida pasada, como lo realizó durante tres días con el monje
dom Chanones, con honda emoción de su alma. Sintiéndose ya Ignacio
en disposición de empezar seriamente su nueva vida de penitente y
caballero de Cristo, colgó su espada en el altar de la Virgen, entregó
1 1 Sobra cate período tan importante de la vida de San Ignacio, además de la* obras citadas
de Astriin, Leturia, Brodrick, Dudon y otras semejantes, víanse en particular CRSIXRLL, ]., San
Ignacio de Loyola. I. Estudio crítico y documentos de los hechos relacionados con Montserrat, Manresa
y Barcelona (Barcelona 1912); ALBAREDA, A., Sdnt Ignasi a Montserrat (Montserrat 1935); L r r v -
RIA, P. DK, i Hizo San Ignacio en Montserrat o en Manresa vida solitaria!: >Hisp. Sacr.t j (1950)
a s í s ; ID., Ün texto desconocido del año >556 sobre la santa cueva: «Manr.t t (191S) 43S: SARRET
v ARBÓS, I,, San Ignacio de Loyola y la ciudad dt Manresa (Manresa 1956); CALVERAS, )., San Igna-
cio en Montserrat y Manresa a través de las procesos de canonización (Barcelona 1956). Sobre todo,
Autobiografía: «pontes fJamtivi« [,3808,
C.6 KáTADOS t)B PERVKCCIÓN 823
donar...: «Arch. Hbt. 8.1.» 25 (1956) 27«; lo., San Ignacio en Montserrat y Manresa 207*.
" Sobre a t a etapa d* la vida de San Ignacio véanse sobre todo ASTRAIN, A . , o.c., 1,46A;
BRODRICK, O.c., 1491; Fontts Narrar. I.4JOS.
1 9 Sobre o t e y los siguientes procesos seguido* a San Ignacio véanse ASTRAIN, A . , I,5is.S5s;
LLORCA, B., La Inquisición española Y los alumbrados (Madrid 1936) 39*. El texto de la* aotas da
esta y lo* siguiente* procesos lo publicó el P. FIDRL FITA en «Bol. de la R. AE. de la H.» 13 p.431».
T o d o esto véase en la Autobiografía: «Fontes Narrat.i 1,438-452) BU.TRAN DE HEREDIA, V . , Están-
fia de San Ignacio de Loyola en San Esteban de Salamanca: «Cieñe. Tom.» 83 (1956) 507*..
1° Véase en particular BRODRICK, o.c., aoss; ASTRAIN, 1,58«.
C.6 KáTADOS t)B PERVKCCIÓN 825
eclesiástica de que dió claras muestras en toda su actividad posterior;
pero, sobre todo, durante los mismos concretó casi definitivamente la
forma de la Compañía de Jesús, que debía perpetuar su obra en la Iglesia.
Es interesante la observación que, al iniciar Ignacio sus estudios
en 1528 en el Colegio de Montaigu, acababa de salir del mismo Colegio
Juan Calvino, el futuro heresiarca. Ignacio de Loyola pudo enterarse
muy bien durante aquellos años sobre las nuevas corrientes de rebeldía
contra la Iglesia 'que penetraban en la misma Universidad. Sin embargo,
en toda su evolución no aparece en Ignacio ningún impulso de defensa
contra la nueva ideología, sino un ansia de conquista y de renovación
interior de la Iglesia.
Su antigua idea de reunir compañeros de los mismos ideales se
filé perfilando en ¿1, si bien no consta que por entonces llegara a for-
mar el plan de fundar una sociedad permanente 2 1 . Su obra comenzó
a tomar incremento y solidez cuando el i.° de octubre de 1529 inició
Ignacio la filosofía en el Colegio de Santa Bárbara. Sus dos compañe-
ros . de habitación, el saboyano Pedro Fabro y el español Francisco
Javier, se rindieron pronto al invencible atractivo de la espiritualidad
dé Ignacio. El instrumento que más le ayudó para éstas y las siguientes
conquistas fueron los Ejercicios. A Fabro y., Javier siguieron después
los españoles Diego Laínez y Alfonso Salmerón, que tan brillante
papel debían desempeñar a lo largo de todo el concilio de Trento.
A ellos se juntaron otro español, Nicolás Bobadilla, y el portugués
Simón Rodríguez.
Tales fueron los compañeros que reunió Ignacio en torno suyo
hasta el año 1534. Y a pesar de que todos ellos eran hombres aventa-
jados en la Universidad de París y conocían bien los avances de la
herejía .én Francia, no concibieron aún ningún programa antiprotes-
tante. Impulsados todavía por el ambiente medieval, meditaban em-
presas, de cruzada hacia el Oriente para entregarse a la conversión de
los infieles.
- 5. Fundación de la Compañía de Jesús.—Asi, pues, movidos
por este ideal, el día 15.de agosto de 1534, fiesta de la Asunción de la
Santísima Virgen, Ignacio y sus seis compañeros, en una capilla al pie
de Montmartre, hicieron los votos de pobreza y Castidad y añadieron
un tercero, obligándose a ir a Jerusalén para entregarse a la conversión
dé los infieles 22 . Para ello debían esperar en Venecia embarcación
durante un año, y, caso que no se presentara ocasión, se pondrían a las
órdenes del papa.
Salió Ignacio de París a fines de marzo de 1535, dirigiéndose a Lo-
yola, donde se detuvo algunos meses, realizando una obra de aposto-
lado con su ejemplo y su encendida palabra, hasta que, recobrada la
salud, salió para Venecia. Entre tanto, sus compañeros hablan perma-
1 1 Sobre el tiempo y la manera como San Ignacio concibió la fundación de la Compañía de
Jesús pueden verse ASTRAIN, o-c., 1,648; NONEU., J., La eximia ilustración, origen de la Compa-
ñía de Jesús (Manrésa 1Q17); CALVKRAS, ]., La ilustración del Cardoruryel Instituto de la Compañía
de Jesús según el P. Nadal: «Arch. Hist. S.I.» 25 (1956) 27»; ID., San Ignacio en Montserrat y Man-
R«A 214a; LETUKIA, P. DE, Génesis de los Ejercicios de San Ignacio y su influjo en la fundación de
la Compañía de Jesús (1521-1540): «Arch. Hist. Soc. I.» 10 (1941) '6s. Véase asimismo BRO-
DRICK, a o i s .
1 2 Véanse en particular ASTRAIN, 1,78»; BRODRICK, j o i s ; PASTOR, XII, I ÍS,
826 r.II. DE UITKRO A I.A PAZ DK Wfi.STKAI.IA
tos de Europa, trabajan intensamente a las órdenes del papa. Para rea-
lizar trabajo tan fecundo y eficaz ayudaron a la nueva Orden una serie
de características que con genial visión le dió su fundador ? s .
En cuanto a_la forma de vida, escogió la entonces ya generalizada
por los clérigos regulares, con lo cual ya ser habían iniciado algunas de
las prácticas que los contradi&tinguían de las órdenes antiguas. Ahora
bien, la Compañía de Jesús coincidía con los .nuevos institutos de cié-' ~
rigos regulares en la intensificación extraordinaria del trabajo apostó-
lico por las almas, pero se diferenciaba de ellas en la manera de reali-
zarlo. Ante todo, en la fórmula, que constituía su cuarto voto de obe-
decer absolutamente al romano pontífice en cualquier trabajo a que
él quisiera mandarlos, lo cual les dió siempre el matiz de ser como
tropas ligeras al servicio del papa.
Por esto, y no obstante la semejanza de la Compañía de Jesús con
las nuevas órdenes de clérigos regulares, presenta un tipo de Orden
religiosa completamente nueva, que rompía el molde de lo que hasta
entonces se conocía y practicaba en la Iglesia. Estas innovaciones de
la Compañía de Jesús estaban determinadas por. el fin que San-Ignacio
pretendía, que era una intensa y universal obra de apostolado, es.de-
cir, la vida activa en el sentido más amplio.
Como el interés principal de Ignacio consistía en tener instrumen-
tos bien probados, introdujo una duración extraordinaria de la forma-
ción, imponiendo un noviciado de dos años, cosa entonces inusitada,
y retrasando notablemente la profesión, que no se hace hasta diez,
quince o más años después de la entrada en la Orden. Más novedad
todavía supone la innovación en la diferencia de grados. Por esto, sólo
a un número relativamente reducido concede el derecho de la profesión
de cuatro votos. Los demás se dividen en coadjutores espirituales y coad-
jutores temporales.
De importancia trascendental y completamente nueva fué la con-
cepción de San Ignacio respecto de la autoridad de los superiores. Ante
todo, centraliza todo el gobierno monárquico de la Orden y aumenta
de un modo extraordinario el poder del general, aunque sometido al
de la congregación general. Elegido por ésta y de por vida, el general
es quien nombra directamente á los provinciales, a los rectores'y a
buena parte de los superiores, con lo cual puede realizar una obra de
gobierno sólida y eficaz.
Intimamente relacionado con esto está la obediencia, que, como es
bien conocido, constituye uno de los distintivos de los Jesuítas, y esto
no sólo por el cuarto voto de obediencia al romano pontífice, sino prin-
cipalmente por la perfección con que se quiere que se practique en
la Orden esta virtud.
Otras innovaciones de la Orden de Ignacio fiuyen de' las ya indica-
3 3 Sobre l u características de la Compañía de Jada, ademii de lag obras de ASTKÁIN, BRO-
DRICK, BECHER y otras ya citada*, pueden verse: CAMPBELL, T . , Th» Jesuits (Londres 1921):
BRUCKER, J.. La Compagnie de ¡ésas (1521-1773) (París 1919): BAUMOAXTEN, P. M., Ordensrecht
u. Ordensstra/lrecht. Beitrige «ur Cesch. der Ges. jesu (195a); KEMPT, C . , Di« Hriligkeit der Ge-
"llichaft Jesu 2 vols. (1922-1925). Algunas obras escritas por protestantes o enemigos de los j e -
suíta*: ÜOHMER, E., Di» jwuiten 4.*ed. (1921); WIEOAND, F., Diejes. (1926); FULLOP-MILLER, R „
"facfit und Geheimnis der Jesulten (1929); BAYRR, C . , Ldsung des Rílsel der Jesuit. Sphirur (1929):
M'R, M . , Historia interna documentada de la Compañía de Jesús (Madrid 1913); RACALDE, J. DE.
Notes documentan-es sur la Compagnie dejésus 2 vols. (París 1924-1927).
826 MI. de LUTBRO A LA PAZ O I WBSTFAL1A
CAPÍTULO VII*
' Véase en particular HEIMBUCHER, I.iia«.a35«- Asimismo, HÉLYOT, o.e., VI,I8ÓA; MAR-
RTNI, DOM, HI'itoire de la Cangreg. dt St. MauR., pubt. por DOM G . CKARVIK (Parla 1928a);
H u a g r , Dit Verdienste der Maurinu um dit Wissenschaften: «Tüb. T b . Qtschr.* (1833a); Bi-
Pli«rft4quc des ArfvqínJ <U la Conptg. de St. frf. (Le Mana 1881).
832 IMI. DE LUTXUO A W PAZ DB WESTKAI.IA
i «-' I-íu«,
r e
C.7 ESTADOS DK L'KKFECCIÓN DESPUÉS D E TRENTO 833
. . Para todo esto, además de las biografías del santo fundador, véase CAMPANILLA, Líber apo-
«*«tieuj contra impugnante! fnstitutum Scholarum Píarum, ed. por L . PICANYOL en 193a, y en
'«4» como apéndice en «Le Scuole Pie e Galileo Galileít,
836 P.II. DK LUTERO A LA PA7. DU WKSWALIA
de edad, tuvo que comparecer ante los inquisidores, y en 1543 fué de-
puesto de su cargo. Al mismo tiempo se ordenó una visita oficial de
toda la Orden, y, sobre la base de un dictamen desfavorable del P. Sil-
vestre Pietrasanta, S.I., el 16 de marzo de 1645 I e fueron quitados todos
sus privilegios y quedó reducida a simple asociación sin votos.
Fácilmente se comprende la amargura del anciano octogenario José
de Calasanz al tener noticia del breve pontificio de Inocencio X que
daba estas disposiciones. Se refiere que exclamó con el paciente Job:
«El Señor lo dió, El nos lo ha quitado... Sea bendito el nombre de Dios»
(Job 1,21). Al morir en 1648 a la edad de noventa y dos años, no habla
llegado todavía la hora de Dios. Ocho años más tarde, el 24 de enero
de 1656, Alejandro VII le concedió de nuevo el título de Congregación
religiosa y el permiso para abrir de nuevos.noviciados, y Clemente IX
el 23 de octubre de 1669 la elevó otra vez al tango de Orden religiosa
y renovó todos los privilegios anteriores. La Orden pudo desarrollarse
prósperamente y realizó una obra fecunda y eficaz en la educación de
la juventud 1 0 .
las do« antiguas, fundamentales: CASTRO, T . DE, L a Historia y sánelos obras de San Juan de Dios
y déla institución de su orden y principio de su hospital (Granada 1585); otras ed. poster.; GOVEA.
8. DE, Historia de la esclarecida vida y muerte y milagros del glorioso patriarca Juan de Dios, fundador
de la Hospitalidad de los pobres enfermos (Madrid 1624). Otras biografías: Pozo, L . DEL (Barce-
lona 1908); STEIGENBEROER, M . (1914); SCHWAB, P. GR. (1925); ALARCÓN CAPILLA, A . , La Gra-,
nada de oro. San Juan de Dios (Madrid 1950). 1
C.7 ESTADOS DK PERFECCIÓN DESPUÉS DE TRKNTO 837
de la Buena Muerte, fundados por San Camilo de Lelis, por lo cual son
llamados popularmente Camilos.
Camilo de Lelis habla llevado algún tiempo la vida de soldado, y
por efecto de una herida en el muslo, cuyos efectos tuvo que sufrir
durante unos cuarenta años, experimentó en diversas formas el des-
cuido y negligencia de los enfermeros seculares en el Hospital de San-
tiago, donde era administrador. Asi, pues, tras detenida consideración,
decidió fundar una institución dedicada exclusivamente al cuidado so-
lícito y amoroso de los enfermos. Luego, reconociendo la necesidad
que tenia de ser sacerdote, contando treinta y dos años, comenzó a
estudiar latín, y en junio de 1584 recibió la ordenación sacerdotal.
Pero entre tanto no había olvidado su ideal. Habiendo, pues, re-
cibido la capellanía de la pequeña iglesia de Nuestra Señora de los Mi-
lagros, allí mismo, el 8 de septiembre del mismo año 1584, dió princi-
pio con tres compañeros a la nueva sociedad para el servicio de los
enfermos, cuidándolos con paciencia y caridad, como lo harían con el
mismo Cristo.
De este modo, no sin vencer obstinadas dificultades, se pudo orga-
nizar la primera casa en la calle Delie Boteghe Oscure, y desde allí em-
prendió Camilo igualmente el servicio más abnegado de enfermos y
moribundos en sus casas particulares. Al mismo tiempo, dió un paso
fundamental en la organización de su Instituto. Por mediación del
cardenal de Mondovi, Sixto V, por un breve del 18 de marzo de 1586,
concedía la aprobación oficial del Instituto, al que colmaba de las ma-
yores alabanzas por su actuación en el servicio de los enfermos. Nom-
brado Camilo superior general, dedicóse desde entonces con mayor
empeño al ministerio de los enfermos y moribundos, y en diciembre
del mismo año 1586 recibió la iglesia de la Magdalena con una casa,
que sirvió desde entonces hasta nuestros días como casa madre de los
ministros de los enfermos.
LOB años siguientes pusieron a dura prueba el temple heroico de
la caridad de Camilo y sus compañeros. En diversos lugares, particu-
larmente en Roma en 1590, estalló la peste. Camilo y los suyos se en-
tregaron con tal desinterés y caridad a su ministerio, que varios de
ellos murieron víctimas de su celo. El 21 de septiembre de 1591, Gre-
gorio XIV elevó al rango de Orden al nuevo Instituto, concediendo
hiciera el cuarto voto de servicio de los enfermos aun en caso de peste.
Rápidamente fundaron multitud de casas y hospitales en toda Ita-
lia. El año 1607 renunció San Camilo a su cargo de general para poder
entregarse de lleno al cuidado amoroso de sus enfermos. A l morir el
fundador en 1614, contaba ya la Orden con unos 300 miembros en
dieciséis residencias en Italia. Poco después se extendió a Hungría,
España, Francia, América, Países Bajos y a todo el mundo.
' " Véanse ante todo HEIMBUCHEE, II,j66s; HÍLYOT, VW,53S'; NOTONICR, R., L'Oratorio di,.
Francia: «Ordini e Congr.« II,9411. Asimismo, Bibliothèque Oratorienne 13 vols. (París 1880a);'
BATTEKEU., L . , Mémoires domestique) pour servir i l'hist. dt l'Orat. 4 vols. (París 1903s). Tres
obras fundamentales ; PERRAUD, A . , L'Oratoire dt France au XV//* et au XIX• s. i.*ed. (Paris 1866) :
LEHEKPKUK, M . , L'Oratoire de Francs (Paris 1926); GEORGE, A . , L'Oratoirt (Paris 1928). Otras
obras: LALZJSUANS, P., Histoire de l'éducation dam l'ancien Oratoire de France (ParIt 1872); IN- ''
GOLD, Essai dt Bibliographie Oratorienne (Paris 1880s). '
• • Sobre el cardenal Bérulle en particular, HOUSSAYZ, M . , Le P. de Bérulle et l'Oratoire de
Jésus (Paris 1874): Io. Le cardinal de Bérulle et le cardinal de Richelieu (Paris 1875); Obras, ed.
MIGNE (Paris • 856); MOLIEU, A . , Le cardinal de B/rulle (Paris 1947); POTTIER, A . , La spiritualité
Bérullienne (Paris 1920); DACEU, S., Noies Bérulliennes: «R, Hist. Eccl.» (1931) 318s; PACT"*! -,
XXVI.4ÔI,
C.7 ESTADOS DK L'KKFECCIÓN DESPUÉS DE TRENTO 841
. " Víanse ante todo HEIMBUCHER, II, 5603; HÍLIOT, VIII,295. En particular Rosu,. B. ¿ D e
¡*"gfne «I progreiiu Congregatianis Oblatorum SS. Ambrosii ei Carolí Mcdiolani, 1578-1737 (Mi-
, * N '739). Biografías de San Carlos Borromeo: VALERIUS, A . (Verona 1586); GIUSSANI, P. (Bres-
c * 1610); S a l a , A . , Documentos 1 vols. (Mitón 1857S); ID., ibid. (Milán 1858); CELIE*. L . (Pa-
>9I2)¡ ORJENIOO, C . , a.*ed. (Milán 1911).
P Pueden verse las obras fundamentales: HEIMBUCHER, U . S 7 " ! HÍLVOT, VIH,23X1.2461:
K 'STA. C . , / Dottrinari: «Ordini e Congreg.» 11,927».
1 Sobre la intervención de 8an Carlos Borromeo véanse KELLER, J. A . , Da hl. Kart Borro-
¡Mu* Salaungen u. Regefa der Gtulkchaft der Sehulen chrúíl. Lehre, val. 16 de la «Colección da
•o* escritos más célebres pedagógicos...» (Paderborn 1893).
842 r.ií. DE LUTEKO A LA PAZ bt. wrtsrrAUA
ya ordenado de sacerdote, inició un sistema de vida común. A la socie-
dad asi fundada se le dió el nombre de Padres de la Doctrina Cristiana
o Doctrinarios, y, como Gregorio XIII les asignó la iglesia de Santa
Agueda, del TraBtévere, recibieron también el nombre de Agathistas.
Después de la muerte de Cusani en 1595 siguió consolidándose más
la sociedad. San Roberto Belarmino compuso para los Doctrinarios el
Catecismo mayor y el menor o Declaración más abundante de la doctrina
cristiana. Los papas siguientes protegieron esta institución, que realizó
una obra sólida en la instrucción cristiana del pueblo.
A l mismo tiempo, el sacerdote César de Bus 2 2 organizaba en Fran-
cia una asociación semejante de los sacerdotes doctrinarios. Ordenado
de sacerdote en 1582, César de Bus se unió con algunos compañeros
de sacerdocio, y, llenos de celo de la gloria de Dios, se dedicaron por
entero a oponerse al avance del calvinismo por medio de la instrucción
del pueblo con el Catecismo romano, de San Pío V.
Para dar más consistencia a su obra, César se unió en 1592 con
el converso ]. B. Romillion, el canónigo Pinelli y otros dos compañe-
ros, con los cuales constituyó definitivamente la sociedad en Aviñón,
comenzando a vivir en vida común. El arzobispo, Francisco María de
Tarugi, les asignó la iglesia de Santa Práxedes, de Aviñón, y obtuvo de
Clemente VIII en diciembre de 1597 la aprobación oficial.
Desde este momento Be entregó la nueva sociedad de Padres Doc-
trinarios al rudo trabajo de instrucción del pueblo en la doctrina cris-
tiana. César de Bus, aunque se quedó ciego, desarrolló un entusiasmo
admirable en la obra hasta su muerte, ocurrida en 1607. Más tarde se
juntaron los Doctrinarios fundados por Cusani con los de César Bus,
y desde entonces constituyen una sola hermandad sacerdotal.
5. Sacerdotes de la Misión: Lazariatas o Paúles 23.—De mu-
cha mayor significación fué la sociedad sacerdotal cuyo titulo oficial
es Sacerdotes de la Misión, y cuyos miembros son generalmente deno-
minados Lazaristas, fuera de España, y Paúles, entre nosotros, ya que
su fundación la realizó en 1625 San Vicente de Paúl (f 1660).
Nacido Vicente de P a ú l " e n 1581 en las cercanías de Burdeos,
cursó sus estudios en la Universidad de Zaragoza y en Toulouse, y,
1 1 En particular «obre César de Bus, MARCZL, J., Vi* du w n . Cañar dt Bus (LyAn 1619);
ÑAS, Vi1 du 1mu Caaar dt Bus (París 1703); CESANE, T . , Un protecteur da Ecola (AviAón 1927).
1 3 A n t e todo véanse HEIMBUCHEE, 11,574A; HÉLYOT, VII, 64A; BUQNINI, A . , 1 Mitsionari
FAILLON, Vie de M. Olier 3 *ed. 3 vola, (Le Mans 1873); TRUOER, G . M . DE (Parte 1904); MO-
NTEO, T . , Vi« de). J. Olier, ilustrada (Parla 1914); HUVELIN, H . , 3-*ed. (París 1923): POURRAT, P. .;
(Parla 1952); Lsvr.squE, «rt. Olier; «ft¡Ct. Theol, Cath.* <i
C.7 ESTADOS DK L'KKFECCIÓN DESPUÉS DE TRENTO 845
PAITO*, XIX, 133«. Asimismo, las síntesis de los buenos manuales ds historia eclesiástica. A d e -
más pueden verte:
Obras de Santa Teresa: LA PUENTE, V . DE: «Bibl. de A u t . Esp.» 2 vols. (Madrid 1877). M u -
chas ediciones del Apostolado de la Prensa y otras. Notamos en particular: Obras completas de
Santa Teresa de Jesús, ed. por SILVERIO DE SANTA TERESA, 9 vols. (Burgos 1915-1924); ID., en un
vol., 4.*ed. (Burgos 1943): Obras completas de Santa Teresa de Jesús, ed. por los PP. EÍKÉN DE
LA M . DI D . y.OTILIO DU. N . J., 3 vols.: B A C (1951-1960). Asimismo hay ediciones de las Fun-
daciones, Moradas, Cartas, Autobiografía, etc. Entre las obras más antiguas deben citarse: SANTA
MARÍA, FR. DE, Reforma de los Descalzos de N. S. del Carmen dt la prima Observancia, hecha por
Santa Teresa de Jesús 2 fols. (Madrid 1644-1645); RIBERA, FR. DI, 8.1. La vida dt la Madre Santa
Teresa dt Jais (la biografía más antigua y autorizada) (Salamanca 1590, Madrid 1601); ed. re-
ciente, anotada por J. PONS, S.I. (Barcelona 1908).
Algunas obras recientes sobra la reforma de Santa T e r e s a : VAUSSARD, M . M . , Le Carmel
I2.*ed. (París 1929); SANTA TERESA, SILVERIO DE. Historia del Carmen Descalzo en España, Por-
tugal y América 8 vols. (la obra más completa) (1515-1576) (Burgos 1936).
11 Biografías dt Santa Teresa de Jesús: ante todo, la Autobiografía de la Santa; véase en las
ediciones de sus obras. En segundo lugar, la biografía del P . RIBERA (N.37). Asimismo otras an-
tiguas: JESÚS-MARIA, JUAN DE (1605); GRACIAN, G . (161 I): VERDUGO, PABLO (Barcelona 1615) y
otras. Véase en particular VANDERMOERE, J.: «Act. SS. Boíl.» oct. VII,1.109-790, Separ.: Acta
Stae. Theretiae (Bruselas 1845).
Biografías recientes: MIR, M . , Sania Teresa dt Jesús, su vida, tu apiri tu, sus fundaciones i vols.
(Madrid 1912); SALAVERRIA, J. M . (Madrid 1922); JESÚS, GABRIEL DE (Madrid 1930); BAYTE, C.
(Madrid 1932); BERTRAND, D . (París 1927); LEGENDER, M . (Marsella 1929); FORBES. J. A . (Lon-
dres 1918); BEKTINI, G . M . (Turln 1929); JESÚS SACRAMENTADO, CKISÓGONO DE, Santa Teresa
de Jesús, su vida y su doctrina (Barcelona 1939); WAACK, H . , Thtraa von Avila. Leben u. Werk
(Viena 1049); PATASOOLI, G . , Santa Teresa d Avila (Roma 19S2); WALSH, W . , Santa Teresa de
Avila (Madrid 1954): SAN J o i t , BERNARDO M . DE, O . C . D . , Caminando hacia Dios. Fisonomía
espiritual de Santa Toresita del Niño Jesús (Vitoria 1947); KRYNEN, J., Le cantique spirituel di
¡aint Jean de la Croix commenté et refondu au XVII' siécle (Salamanca 1948); HORNAERT, R., Saint«
Térése d'Avila. Sa vie et ce «u'il ¡aut auoir ludesa écrits (Brujas 1951); LA CRUZ, J. M . DE, Carac-
terísticas doctrínala y litar, de la escuela mist. earmelit: «El Monte Carm.» 63 (1955) 3«; PEL-
T i z a , R „ Hisioir« du Carmel (París 1958); SEVERÍNO p z SANTA TWESA, Santa Teresa de Jaút
Por las Misiona (Vitoria 195«).
848 f.Il. DK LUTKKO A LA PAZ DK W R S T Í ALIA
" Sobre San Juan de la Cruz véanse ante todo las síntesis de las obras generales, y en partí*
cular HEIMSUCHER, 11,68»; PASTOS, XIX.IJOS. Asimismo pueden verse:
Obras de San Juan de la Cruz: ed. GDIARDO DE SAN JUAN DE LA CRUZ (Toledo 1912); ed. SIL-
V«RIO DE SANTA TERCIA (Burgos de 1919-1930); lo., ed. pequeña, 3.»ed. (Burgos 194]). Otfas
C-7 JUSTADOS D í PERFECCIÓN DESI'UÉS DE TRENT0 846
TERESA, 8ILVBRIO DE, Santa Teresa, modelo de feminismo cristiano (Burgos 1931); ID., AAumadita
C ""¡""ta. O sea, Santa Teresa de jesús y sus relaciones de amistad (Burgos 1933); HORNAERT, R „
Ota. Thérésc écrivain. Son millieu. Ses facultés. Son oeuvre (París 1022); GIOACHINO, LÉON DI, La
)oie ches Saint» Thirise d'Avila (Bruselas 1930); SANTA MAR 1A MAGDALENA, GABRIEL DE, S . Te.
850 P.ll. «E LUTKRO A LA PAZ !>« WBSTFALIA
teta di Gesú, moatra di vita spirihiale (Milán 1935); NACK, A . , Das mystisdu Ertebnis der Got-
tesueh* 6EI der hI. Theresia (1930); ARINTEKO, ]., Unidad y erados de la vida espiritual según las
Moradas de Santa Teresa (Salamanca 1923); LAHRAÑAGA, V . , L a espiritualidad de San Ignacio de
Loyola: estudio comparativo con la de Santa Teresa de Jesús (Madrid 1944); MARTÍN, T., Las mo-
radas de Santa Teresa y el misticismo literario (Buenos Aira* 1946); LEPÍE, MARCEL, Sainte T M -
rise i'Avila: le realisme chrétún (Parla 1947); AUCXAIR, M . , La vie de sainte Thérést d'Avila, la
dame errante de Dieu (Parla 1953).
4> Sobra la mbtica de San Juan de la Cruz, PEER», E. A . , Studies ofthe Spanish Mystia 2 vola.
(Londres 1927-1931); BERRUETA, J. D . , Santa Teresa de Jesús y Son Juan de la Cruz (Madrid
1915); CRISÓOONO DE JESÚS SACRAMENTADO, San Juan de la Cru*, el hombre, el doctor, el poeta
(Barcelona I93S)¡ SANTA MARÍA MAGDALENA, GÁSRIEL DI, S . GIOT»VINI delta Croct, dottare dell'
amor« divino (Florencia 1937); BARUZI, ]., S. Jean de la Croix et U problime de Vexpériena mysti-
que 2.*ed. (Parto 193O; SANSÓN, H., L'esprit humain selon St. Jean de la Croix (Parto 19J3); SA-
GRADA FAMILIA, DOROTEO DE LA, Diálogos místicos sobre la eSubida del Monte Carmelo» (Barcelona
1942); ID., Guía espiritual... según la doctrina del místico doctor de la Iglesia San Juan de la Cru*
(ibid., 1942).
4 1 Véanse ante todo HEIMBUCHER, 1,628«: HÍLVOT, I V , 150«. Asimismo, POIRIER, A . D „
L'institut des Ursulinas de Jésus: "Le» granda Ordres rel.i (Parts 1932); POSTEL, V . , Histoire de
St«. A n f é k M. et de tout l'Ordre des Ursulines a vola. (Parto 1878); PASTOR, X X V I . s t a ; GAMONI
BERTOLOTTI, G . , S. Angela Mérici, vergine Bresciana, 1474-IÍ40 3.« ed. (Brescia 1950).
C.? ESTADOS DU PURKKCCIÓN D K S P U É 3 DK TKKNTO 85]
Berne »t la Ursulina de Parts (Lyón 1889); Constitution* da Religieusa i» St*. Ursule de la Con-
grég. de Paris, div. ed.
4 4 Véanse HÍLYOT, IV,185s; Constitutfons... (Lyón 1628 y otras).
4 1 Véase una síntesis de todos estos hechos en HEIMBUCHER, 1,636s.
4 < Véanse ante todo HEIMBUCHE«, IJ.454«; PASTOR, XXV.r69s.285. Asimismo, LEITNER, ] . ,
Gesch. der Englischen Fr. (1869); PECHMANN, M . V . , IBMV., Gesch. da EngI. Inslitus in Bayern
(1907); WINKLER, M . TH., Maria Ward u. das Institut der Engl. Fr. in Bauern (1926); RIESCH, H.,
Maria Ward (Innsbruck 1921); Vida de Maria Ward, fundadora del Instituto de la Bienaventura-
da Virgen María, trad. por J. LLOVERA (Barcelona 1948); GADERN, E. V., Nur Frauen. Die Or-
densíde Maria Ward (1949); GRISAR, J., S.I., Das römische Verfahren gegen Maria Ward und
ihre OrdensgrOndung (1950) (próximo a aparecer en «Mise. Hist. Pont.«); Jp Maria Ward auf
dem Weg tu einem neuen Frauen tum: «8t. Zeit» 15* (1952-5.1) i9*>
852 P.II. DE LUTERO A LA PAZ DE WKSÏKALIA
de Leat»A?C; Monografías: MEBC|¿B (París 1900): SARDI (Roma 1900): COUZARD (Paria 190A): j
C.7 ESTADOS DK L'KKFECCIÓN DESPUÉS DE TRENTO 853
(Parí« 1919); HAMON, A . , Histoiu dt la dév. a\t Socré Cotur 3 vol«. (Parte 1923-1918): SAENZ DE
TEIADA, J. M . , Vida y obras principóla dt Santa Margarita Maria dt Alacoqut (Bilbao 1943):
KRIVE, I., Saint« Margarite-Marit (Pul* 1948).
3 3 véase la bibliografía «obre San Vicente de Paúl arriba, p.842. Además. HEIWBUCHIR, II,
CAPITULO VIII
* PAICIIINI, P., ¡I Catechismo romano del Concilio di Trento (Roma 1923). Véate sobre todo
Catacúmo Romano, cd. por P. MARTIN : B A C , n . i j 8 (Madrid 195?). Computo inmediatamente
el Catecismo romano de Pío V el dominico Francisco Foreriu» en unión con el arzobispo de Lan-
ciano, Leonardo Marini, y Egidio Fuacarius.
' SGHMID, T . , Studien Ober die Reform des rtfm. Br. und Missale unter Piui V : «Th. Qschr.»
(1884) 4508.65c»; BAUMCR, 8., Ceschichie des Breviers (>895); BATIRROL, P., Huta,re du Brév.
rom. j.*ed. (París 1911); BAUDOT, J., Le Prt'vifilrf ro/nain (París 1929); BAUMSTARK, A . , Miwltf
Romomim (Nimega 1930).
858 P.II. DE LUTBKÚ I„l TAZ DE WBStFAUA
donde el romano pontífice fué apoyado por los príncipes. Para ello
urgió el papa la actuación vigilante y enérgica de la Inquisición romana
en Italia y de la española en la península Ibérica. £1 rigor del Santo
Oficio, apoyado por el duque de. Florencia y el Senado de Venecia,
hizo ejecutar, respectivamente, en 1566 a Pedro Carnesechi y en 1567
a Zaneiti di Fano, con lo cuál se puso término a la propaganda protes-
tante. En el norte de Italia ejerció una benéfica vigilancia el inquisidor
dominico Casanóva, quien logró apresar muchos libros heréticos y al
principal, predicante, Francisco Celari. De este modo se cortaron de
raíz los avances de lá herejía.
De un modo semejante alentó Pío V la vigilancia de la Inquisición
española, por la. cual fueron descubiertos y aniquilados los dos focos
principales de protestantismo en Valladolid y en Sevilla. El asunto
del proceso contra el. arzobispo; dé Toledo, el dominico Bartolomé de
Carranza, contra quien se empleaba todo el influjo del inquisidor gene-
ral Valdés y del mismo rey Felipe II, envenenó durante algunos años
las relaciones pontificias con España. Pío V consiguió, tías largas
luchas, trasladar a Roma la causa del arzobispo, pero no pudo librarlo
de la sospecha de herejia..Al.fin tuvo éste que abjurar en el pontificado
siguiente.
Pero el punto más brillante de la lucha de Pío V en defensa de la
fe lo constituye la campaña .llevada a cabo contra los turcos, que ter-
minó con la célebre victoria de Lepanto 7 . En efecto, envalentonados
los turcos, con las grandes victorias de Solimán el Magnifico, se dispu-
sieron, bajo el reinado de Selim II, a la conquista de Chipre y al ataque
a la península italiana con.la intención manifiesta de llegar hasta Roma.
Ante un peligro tan inminente de toda la cristiandad, el prestigio
de San Pío V obtúvo la formación de la Santa Liga entre el papa,
Venecia y España, los cuales reunieron una flota al mando de D. Juan
de Austria. Esta se enfrentó, finalmente, con la armada turca en el
golfo de Lepanto el 7 de octubre de 1571, y después de encarnizada
lucha, en la que se manifestó la piedad y el heroico valor de los soldados
católicos, particularmente el heroísmo de sus jefes Marco-Antonio
Colonna y Juan de Austria, obtuvo uno de los más señalados triunfos
de la historia. Aunque los aliados cristianos no supieron aprovecharse
suficientemente de su victoria, el poder musulmán quedó definitiva-
mente quebrantado, Pío V puso grandes esperanzas en esta victoria y
se propuso aprovecharse ampliamente de sus inmediatos resultados;
pero murió poco después, en mayo de 1572. "
2. Gregorio XIII ( 1 5 7 2 - 1 5 8 5 ) 8 .—El primero en recoger los fru-
tos de la obra de San Pío V fué su inmediato .sucesor, Gregorio XIH,
* Puede vene, ante todo, la descripción de PASTOR, XVHI,3OIS. Además, GRAVIÉRE, J. DE LA,
La guerra de Chipre et la bataille.de Lepanto a vols. (París 1888); DESLANDRES, P., Pi* V et la
défaite de t'istamisme (París 1911); QUARTI, G . A . , La battaglia di Lepanto (Milán 1930); DRAGO-
NETTI DE TORRES, La lega di Lepanto (Turin 193O; SERRANO, U . La liga de Lepanto entre España,
Venecia y la Santa Sede a vols. (Madrid 1918). Pueden verse asimismo las historias de EspaAa,
como BALLESTEROS BERETTA, IV, I y AOUADO BLZYE, II.
* Además de las obras generales víanse:
F U E N T E S . — B u l l . Rom., ed. Taurinense, V I ; Le Relazioni digli ámbasciatori Veneti, por
E. ALBERI (Florencia 1839-18]]); Munziaturberichte... 111. I57»-I58J; V (Berlín 1891-1909).
B I B L I O G R A F I A . - P A S T O R , XDC-XX; CIAPPI, Comp. delle attioni e vita di Gregorio XIII
(Roma 1591); MAFPEI, Degli anuali di Greg. XIII 4 vols. (Roma 1772): SASBA-CASTICLIONI,
Historia de los papas IL
P.II. DE LUTEHO A u PAZ DE WKSTFAI.IA
del Collegio Romano: «Anal. Greg.» 66 (Roma 1954). Véase también PASTOR, XIX.234S.
> 1 Véase PASTOR, XIX,224a. Asimismo. STEINHUBER, A . , Gesch. da Collegium Germanicum
Hungaricum in Rom (Friburgo de Br. 1906).
C.8. EL PONTIFICADO DKSPUES DK TKENTO 861
lidamente formados, entre los cuales son dignos de notarse hasta prin-
cipios del siglo xx unos 400 obispos y arzobispos, 29 cardenales y hasta
un papa, Gregorio XV.
Para que la labor en el centro de.Europa fuera más eñcaz, Grego-
rio XIII estableció en 1577 otro colegio semejante, el Colegio Húngaro',
y eri 1580 lo ühió con el Germánico. Más aún: con el objeto de ayudar
a los católicos ingleses, ayudó generosamente al Colegio Inglés, estable-
cido para la debida formación de los eclesiásticos ingleses fugitivos de
su patria. Oe un modo semejante ayudó a los Colegios de los griegos
y maronitas, y, en general, desarrolló siempre una intensa actividad en
la fundación y fomento de seminarios y otros centros de enseñanza
superior.
Como complemento de esta actividad protectora de los grandes
centros de enseñanza, tan fundamental para la verdadera reforma ca-
tólica, es'digna de mención la obra de Gregorio XIII en la reforma del
calendario y del Martirologio romano, que, por lo mismo, es designada
en la historia como reforma gregoriana 12 . En efecto, hacia tiempo que
se experimentaba la necesidad de esta reforma, que el mismo concilio
de Trento habla declarado de gran urgencia. Debido a las imperfeccio-
nés de los sistemas anteriores, el calendario nominal llevaba nada me-
nos que diez días de retraso respecto de la realidad. El papa nombró
en 1577 una comisión especial para el estudio de tan importante pro-
blema, para-cuya'solución se recibieron informes y pareceres de las
más célebres universidades, y en el que trabajaron principalmente el
jesuíta 'Cristóbal Clavius y el cardenal Sirleto. El resultado fué puesto
en ejecución en octubre de 1582, en que se pasó del día 4 al 15.
Paralelamente realizó el cardenal Sirleto la reforma dei Martirologio
romano, que apareció en 1584; pero, teniendo presentes algunos de-
fectos- fundamentales, fué revisado de nuevo por el cardenal Baronio.
Finalmente, como eminente canonista que era, Gregorio XIII procuró
una nueva edición del Cuerpo de Derecho Canónico, en cuya prepara-
cióft/'brdénada por Pío V, había él trabajado intensamente como espe-
cialista en la materia. La edición refundida apareció en 1582.
De capital importancia fueron igualmente los trabajos realizados
por Gregorio XIII en los diversos territorios en defensa de la fe. Sin
embargo, debemos observar que, en general, no fueron acompañados
de éxito. Así, no le fué posible, como lo habla logrado su predecesor,
organizar de'nuevo una liga entre los príncipes cristianos con el objetó
de emprender una cruzada contra los turcos. Por el contrario, Venecia,
y aun España, llegaban a una inteligencia con ellos. Igualmente fraca-
saron todos sus conatos realizados para mover a los príncipes católicos
contra Isabel de Inglaterra. Por otro lado, envió al célebre jesuíta Pos-
sevino con una embajada especial a Rusia, quien, no obstante su ex-
traordinaria diplomacia y las buenas" esperanzas iniciales, tampoco obtu-
vo ningún resultado práctico para la unión. Francia se encontraba du-
rante este tiempo ensangrentada por las guerras religiosas.
Uno de los acontecimientos más sangrientos de las mismas fué la
" Pueden v e n e KALTÍNBRUNNER, F., Vorgachichledet grmorian. Kalendcrreform (Viene 1876),-
IB., Beitrdge zar Gaeh. der Greg. Kalendenef: «Hiat. Jhb.» (188A) 3889.543»: BAUDOT, J., Le Mar-
tyrolog« (París 1911); QJJBNTIN, H., La martvrologes hittoñqua (Parta 1908); MERCATI, G . , Un
foto di A. Afilio per I4 corrcsiont del Martirologio: »Raa». Greg.» (1914) 17$.
862 P.II. D E LUTItKO A LA PAZ DR WRSTFAUA
el mismo papa habla tomado parte; mas, por desgracia, resultó nota-
blemente defectuosa, por lo cual hubo de ser reformada 16 .
Indudablemente, Sixto V aparece durante todo su pontificado en-
cendido en el más ardiente deseo de reforma eclesiástica, conforme a la
pauta trazada por el concilio de Trento e iniciada en los pontificados
anteriores. Insistió de un modo especial en las visitas ad limina de los
obispos con el objeto de rendir cuentas al romano pontífice de la mar-
cha de la reforma 17 . Con el mismo objeto renovó la bula In coena Do-
mini, ampliándola contra el galicanismo y los excesos del cesaropapismo
de los principes.
En su actuación política y sus trabajos internacionales en defensa
de la fe manifestó algunos puntos de vista originales. Lo más importan-
te en este sentido fué su actuación frente a Inglaterra, España y Fran-
cia. Unido tradicionalmente a la política del rey de España, pero des-
contento de la dirección que habla impreso Felipe II a la política
europea, Sixto V observó algún tiempo una política vacilante 18 . El ideal
a que aspiraba era el equilibrio de las dos grandes potencias católicas,
España y Francia, por lo cual, temiendo que con la victoria de la Liga
católica en Francia, apoyada por Felipe II, crecería excesivamente el
poder de éste, se inclinó más bien al partido contrario de Enrique de
Navarra, cuya conversión al catolicismo favoreció y preparó.
Algo semejante sucedió respecto de Inglaterra. Su ideal iba enca-
minado al restablecimiento del catolicismo; pero, eliminada definitiva-
mente la conversión de la reina Isabel, cuyas dotes de gobierno admira-
ba Sixto V, favoreció algún tiempo la empresa de invasión de Felipe II;
pero, celoso del aumento del poder de este monarca, y, sobre todo,
después del fracaso de la Armada Invencible en 1588, Sixto V siguió
una política indecisa. Semejante fracaso experimentó en sus esfuerzos
contra el islam. Para mantener en jaque y dominar a los turcos, que
amenazaban el oriente de Europa, envió abundantes subsidios y favo-
reció al caballeresco rey de Polonia, Esteban Bithory. Pero en 1587
moría este príncipe, precisamente cuando el papa había colocado en él
las más halagüeñas esperanzas, con lo cual se desvanecieron rápida-
mente todos los planes de conquista de los Santos Lugares y aun de
Egipto.
Esto no obstante, el pontificado de Sixto V fué fecundo en la obra
de reforma, que quedó definitivamente consolidada y encauzada en
todas partes, y en la defensa de la fe; pues, particularmente en el cen-
tro de Europa, las fuerzas católicas habían logrado extraordinarios triun-
fos. La impresión general era de gran prosperidad en el orden material
en los Estados pontificios y en la renovación interior y avance positivo
de la Iglesia católica.
Véase PASTOR, XXI,I86«: BAUMOARTEN, P. M . , Di« Vulgala Sixtina van 1590 und ihr*
EinfU/mmttbulli (Münster 191 •); AMANN, FR., Di* Vulgala Sixtina van 1590 (Friburgo 1912);
LE BACHELET, X. M . , Btllormin *l la Bible Sixto-CUmenlim (Pul« 1911); HÓPEL, H., Beilrds*
sur Gtsch. der Sixlo-Klemenl. Vulgala (Friburgo 1913): QUENTIN, H., Mémoiresur l'étabhuement
du uxt* d* la Vulgate (Roma 1922); MERK, A . , Bibel und Bull* Sixlus V : «Schol.» 2 (1927) 513»!
KNEI.LER, C . C., Di* Bibelbulle Sixtus' V : >Z. Kalh. Theol.» 51 (1928) 202«; ID., ¿ u r Vulgala
Sixlui* V: ibid., 1922, 1923. R924. ÍC -
>7 CAPELLO, F, M . , Dt viiiiatioiu SS. liminum 2 vola. (Roma 1912-1913); PATTR, J., Di«
bixhBflkh* Visitatio liminum Apostalorum (>9M).
I > Ytase G ; SCKNORPR, Kuthvlisch* fOrcb* upd fCul(ur írt der Barachxtit (Paderbom 1937) 165«'
868
C.8. EL PONTIFICADO DESl'UÉS DE TRENTO
de la Iglesia 3 — 2g
866 r.II. DR LUTERO A LA PAZ DE WESTFALIA
de Jais en la asistencia de Espaila IV,I IJS y SCORRAILLE, DE, Francisco Sudrez |,i67s.
. 2 4 Véanse ante todo las obras generales. A d e m i s : ""
F U E N T E S . —Relazioni da Roma al Senato Veneto, por N . BAROZZI y Q . BERCHET, scr.3.* Ji
(Venecia 1877); Baovtus. Vilo Paoli V (Roma 1615). ; .V
B I B L I O G R A F I A . - A n t e todo. PASTOR, X X V y X X V I ; SEPPELT, G o d i , da Paprtumj V.MBÍJ ,'Í
MARCKAL, L „ art. Paul V; «Dict. Théol. Cath.».
C.8. EL P O N T I F I C A D O DESl'UÉS D E TRENTO 868
" Pueden verse PASTO«, XXV,I79S; LOWENBERG, B.. Das Rituale des /Cardinali7. A . Soneto-
rius, «in Beilrag tur Entstehungscesch. des Rituale Romanum (1937); Io., Die Erstausgabe des Rituale
Romanum von 1614: «Z. Kath. Theol.» 66 (1942) 14IS.
1 4 PXOSPER, FAQNAN, De IUM'ría et validitate censuraran Pauli V in Rempubl. Venet.
(Roma 1607); SARPI, Istoria particolare delle cose passate tra il sommo Pontefice Paolo V e la Se-
renissima Rep. di Ven. (Ginebra 1624); CRÌTINEAU-JOLY. Hist. de la Camp.de Jisus III,137«. 141«;
CAPELLETI, G „ I Gesuiti e la Rep. di Venezia (Venecia 1873); NÜRNBEROER, A . , Doltumente zum
r Ausgleich zwischen Paul V und der Rep. Venedig: «R. Qschr.» (1888) 64S; otras contin.; GADA-
JJTTA, Paolo V e l'interdetta di Ven. (Tran! 1900): SARPI, P., Opere, ed. D . BUSNELLI, 7 vols.
{ f a r i 1931-1951); DE MAGISTRIS, Primordi della contesa fra la Rep. Ven. e Paolo V ( T u r t n 1907);
fnuti, p., L'Interdetto di Venezia del 1606 e i lesuiti. Silloge di documenti con introduzione: «Bibl.
' " s t . Hist. S. I.», 14 (Roma 1959).
868 P.II. DK LUTBRO A LA PAZ D B W E S T * ALIA
últimos años del pontificado de Urbano VIII; por una parte, el triste-
mente célebre del proceso ele Galileo, del que se habla en otra parte,
que, aunque sin intervención directa del papa, dañó indudablemente
a su memoria; por otra, el de la guerra de Castro, en el que se puso
de manifiesto el excesivo favor y afecto de Urbano VIII a su familia,
los Barberini.
4. Inocencio X (1644-1655) 3 1 .—El cardenal Pamfili sucedió a
Urbano VIII con el nombre de Inocencio X, que cierta el período que
historiamos. De carácter apacible y hombre de buen humor, generoso
• .hasta el, extremo, activo y emprendedor, era la estampa enteramente
contraria de su predecesor. Las circunstancias eran en verdad difíciles;
pero Inocencio X hizo lo posible para mantener el prestigio del Pon-
tificado y defender valerosamente la fe católica.
Ante todo, siguió el ejemplo de Pdulo V con el embellecimiento de
Roma y otros trabajos en los Estados pontificios. Por esto, recibió Ber-
nini el encargo de la ornamentación interior de la basílica de San Pedro,
y asimismo se planéó la doble serie de columnas que adorna la gran
plaza, si bien no se llegó a su realización hasta el pontificado d^ Ale-
jandro VIL Del mismo modo, se trabajó en el mejoramiento de la
basílica de Letrán y otros monumentos romanos. Por otro lado, pro-
cedió enérgicamente contra el duque de Parma, que cometía toda clase
de injusticias contra el pueblo sencillo y aun habla llegado a hacer
asesinar al obispo de Castro. Semejante energía manifestó frente al
omnipotente Mazarino en el asunto del cardenal Netz, a quien habla
hecho encarcelar. Por lo demás, concedió excesivo influjo a sus parientes,
y, sóbre todo, a la viuda de su hermano, Olimpia Maidalchini.
Desde el punto de vista religioso, Inocencio continuó firmemente
la obra de reforma. Por esto véló constantemente por la aplicación de
los decretos tridentinos. Su mérito principal en este punto consiste en
haber entablado con clarividencia y energía la guerra con la nueva
herejía dél jansenismo 32 . Para ello condenó en 1647 el libro de Arnauld
De la fréquente communion, y en 1653 las cinco proposiciones de Jan-
senio 33 .
En general, Inocencio X fué gran defensor de los derechos ponti-
ficios y del prestigio de la Iglesia. Por esto, sintió vivamente las disposi-
ciones de la paz de Westfalia, que dañaban gravemente a la causa cató-
lica, y elevó protesta contra ellas 34 . Pero su voz resonó en el vacío.
CAPITULO IX
Ugen u. im neuen Osterreich 3-*ed. (1930); EDER, C . . Glnubenispaltung und Landstände in Osterreich
ob der Ems 1525-1602 (1936); GSTEN. H., Geschichte Oesterreichs. 3."ed. (Innsbruck 1956); ME-
c*u«ERRR, Q . , Geschieht« des Protestantismus in Oesterreich (Gratz y Colonia 1956); HEIMLER, H „
SPIEOEL-SCHMIOT, Deutsches Luthertum in Ungarn (Dusseidorf 1955); OLICVER BKACIIFELD, T . ,
Historia de Hungría: «Serie Hist.» 11 (Barcelona 1957).
872 P.II. DE LUTERO A LA FAZ D * WESTFALIA
pitel. >583-1591 (1898); ID.. Die Haltung der drei geistl. Kurfürsten in der straub. Stiftsfehde 1583-
1592: «Ann. H i s t . Vereins für Niederr.» (189s) n.61; ID., Der Straubing«- Kapitelstreit, t¡83-1591
(189g); ADAM, J., Evangelische Kircheng. der Stadt Str. (1933); SCHMIDLIN, ]., Die Kathol. Restau.
ration im Elsass (1934); LOSEN, R., Der Anfang des Strassb. Kapitelstreites (1888); MÜLLER, H., DI?
Restauration des Kalholiz. in Str, (188z),
1 4 PASTOR, X X V I . J M S ; BRETIIOLZ, B., Gesch. BAimms und Mährens 4 vols. (1922-1924):
GINDELY, A „ Gssch. der Gegenref. in Böhmen (1894): ECKSTEIN, F . , Comeniiu und die Böhmischen
Brüder (1915); BIERMANN, C,., Gesch. des Protest, M Oesterreich-Schlesien (1897); SCHWICKZR, J, H.,
Pazmany und seine Zeit (1888): BALICS, L . , Gesch. der Kathol. K. in Ungarn 3 vols. (Iludspest
188S-1890); HORVATH, B., Der Protest, in Ungarn (1927); LOESCHE, G . , Luther, Melanchtoi> und
Calvin in Oesterreich-Ungarn (1909).
" 8TIEVE, F., Der Kampf UN Donauwörth (1875). Sobre la dieta de Ratisbona de 1608, PAS-
TOR, X X VI,222s,
C-9- CATOLICISMO Y l'ROTBSTANTISMO ItN ALEMANIA 877
mandado por el general Alberto von Wallenstein 25, quien obtuvo una
decisiva victoria en Dessau en abril de 1636, que aniquiló las fuerzas
de Mansfeld. A l mismo tiempo, otro ejército -de la Liga, al mando del
general Tilly, derrotaba completamente a Cristiano IV junto a Lutter,
en Baremberge, al noroeste de Goslar, en agosto del mismo año. La
guerra siguió un curso cada vez más desastroso para los protestantes,
hasta que, muertos los dos jefes, Mansfeld y Braunschwig, y quedando
ya sólo Cristiano IV, se vió éste forzado a aceptar la paz de Ltíbeck
en 1629, por la que renunciaba a mezclarse en los asuntos alemanes,
abandonando todos los territorios de la baja Sajonia.
Las consecuencias de estas repetidas victorias de las fuerzas cató-
licas elevaron hasta lo sumo el optimismo de los imperiales. Fernando II,
indeciso y acobardado al principio de su gobierno, se sentía ahora obli-
gado en conciencia a aplicar en todo su rigor el derecho de reforma,
característico del tiempo, excluyendo el protestantismo de los territo-
rios católicos. Más aún: teniendo presentes los abusos cometidos por
muchos principes protestantes, se decidió a hacer retroceder al pro-
testantismo a los límites que le habían impuesto el tratado de Passau
de 1552 y la paz de Augsburgo de 1555.
Por esto, consciente de las grandes ventajas obtenidas con las re-
cientes victorias, movido por sus convicciones profundamente católi-
cas y juntamente alentado por su confesor y el nuncio pontificio, se'
decidió entonces a publicar el 6 de marzo de 1629 el célebre edicto de
restitución Conforme a la mente de Femando II, su significación
no era otra cosa que .una interpretación auténtica de la paz de Augs-
burgo, y su contenido consistía, ante todo, en la renovación del reserr
vado eclesiástico y en la obligación de restituir todos los territorios in-
justamente tomados a. los católicos* después de 1555, que se elevaban
a doce obispados y dos arzobispados y gran número de abadías y mo-
nasterios. Todo ello debía efectuarse hasta 1631. Por otra parte, ponía
a los protestantes de los territorios católicos ante la alternativa de emi-
grar o de abrazar el catolicismo; y, finalmente, concedía a los príncipes
protestantes el libre uso de su religión dentro de sus territorios.
Indudablemente, este momento representa el punto culminante
de la renovación católica en los territorios del centro de Europa. El ca-
tolicismo quedó definitivamente renovado-en-Austria, Bohemia y otros
territorios, con lo cual y lo anteriormente realizado se puede afirmar
que se logró reconquistar una buena parte de lo que ya.parecia irre-
mediablemente perdido, al mismo tiempo que Be puso ün dique pode-
roso contra el ulterior avance del protestantismo. El catolicismo reco-
bró su antiguo prestigio.
4. Guerra sueca.—El resultado de la guerra de los treinta años
hasta 1630 no podía ser más favorable a los católicos. Por esto, la vida
1 5 RANKE, L . V., Gach. Wallensteins S*ed. (1895); STIEVE, F . , Wall«IU»«FIU Ubertritt xum
íCalhuliaúmus (1897); lo., Zur Gach. V/allmsleins (1898); HURTER, Walltmlrim vier ¡etxte Le-
oeniiahrt (Viens 1862); HAUWICH, H., Gach. Wallenjleinj 3 volt. (Viena 1910); HUCH, R., Wal-
"*steins (1919); SMBIK, H. VON, Wallemleiiu Eude. Ursachcn, Ferlauf 1md Folgen der Katastm-
Pne l.»ed. (Salzburgo 1952); ERNSTREKCER, A . , Fflr und 1uidtt Wallenstein...: «Hist. Jahrb.I 74
V'955) 265«; WAONER, G . , Wallenstein, der bShmische Condottiere. Ein Lebensbild (Viene 1958).
1 •• »JUP2rz- T-i Sireit um dle geistl. Cúter u. das Ratitutionsedikt: «Sitz. Bcr. Vienai 102
UB83) 315a; GEBANER, J. H., Kurbrandenburt U. d. Rest.-ediht (1899); GÜNTHER, H., Das Rat.-
«ti*t von 1629 (1901). Véase, sobre todo, PASTOR, XXVIII,48S.
884 P.II. DE LUTÍRO A IA PAZ DE WESTÍAUA
TOR, XXVUI,67S. Biografías de Richelieu, por HANOTKAUX, G.-Í>UC DE LA TORRE, 6 vols. (París
1893-1947)! BURCKHARDT, I2.«ed. ( ( 9$o)¡ BATIFÍOL, L . . R. *l le rol Louís XIII (París 1934); LA
BRUYÉRE, R., L« marins de Richelieu, 1585-1642 (París 1958).
C-9- CATOLICISMO Y l'ROTBSTANTISMO ItN ALEMANIA 865
3 0 MEIERN, J. Q . vi, Acta parís Westphalicae publica 6 partes (1734-1736): MÜLLER, C . , In-
strumenta pacis Westphal. (1949); KVBAL, V.-INCISA DELLA ROCCHETTA, La nunciatura di F. Chigi,
1640-/651 (Roma 1934-1946); Négociatians stcrita touchant la paix de Münster et Osnabrük
{¡641-1648) (1723s); PHILIPPI, F., Der Westfälische Friede (1898); FISCHER, H „ Beiträge zur
Kenntnis der päpstlichen Politik während der umtfäl. Friedensverhandlungen (Berta 1913); KOPF, F . -
SCHULTE, E., Der Westf. Frieden 3.*ed. (1943); BRAUBACH. M . , Der Westph. Friede (1948); H 6 -
VLE, E., Pax optima rerum (1048). Vtase^ sobre todo, PASTOR, XXX.8SS; CULTRERA, S., Per la
pace di Westfalia. Mitsione alle torli di Fr. e di Sp. del P. Innocenzo Marcino da Caltagironi...
(Milán 1955); REFGEN, K-, Der päpstliche Protest gegen den Westfälischen Frieden und die Frie-
denspolitik Urbans VIII: iHist. Jhbr.» 75 (1956) 94s; DICKMANN, F., Der westfällische Frieden
(Münster In W . 1959).
3 1 SAGMÜLLER, J., Das exercitium religionis publicum, privatum und die devotio domestica In
Westph. Frieden: «Theol. Qschr.» 90 (1908) 355s; ECKHARDT, C . C , The Papacy and The wold-
affairs (Chicago 1937).
1
888 P.II. DE IUTÜRO A LA PAZ DK WKSTÍAUA
que condujo a la Ilustración racionalista del siglo XVIII con todas sus
consecuencias.
Por esto no es de sorprender que estas disposiciones tan dañinas
a los intereses católicos fueran recibidas con gran disgusto por todo el
mundo católico, particularmente en Roma, por lo cual se publicaron
en muchas partes amplios comentarios sumamente desfavorables y
enérgicas protestas contra la paz de Westfalia. Por lo mismo, Be explica
perfectamente que el romano pontífice Inocencio X, el 26 de noviembre
del mismo año 1648, por medio del breve Zelus domus Dei, según se
indicó anteriormente, elevara una solemne protesta contra las disposi-
ciones de aquella paz, que tan gravemente se oponían a los derechos
de la Iglesia.
CAPITULO X
I. EL CATOLICISMO EN INGLATERRA 2
(Londres 19S2). j
En particular las historias de la Iglesia en Inglaterra: DIXON, R. V., History of the Church j
of England (1 ¡00-1570) 6 vols. 2.*ed. (Londres 1884-1902); GRAHAM, R., English Ecclesiastical ¿
Studies (Londres 1927); SMITHEN, Continent Protestant! and the English Reformation (Londres 1
1927); GAIRDNER, T „ His lory of the English Church in the 16th Century ( l a n d r e s 1902): Spii.t." '
MANN, J., Cesch. der Katholikenverfolgung in England (1535-16811 5 vols, i . ' e d . (1910): LOA- ;
NE, M . L., Masters of the English Reformation (I.ondres 1954); CULKIN. G . , The Ref. English, J
(Londres 1459); HAMILTON, K. G . , The protestánt way (Londres 1956); Rupp, G . , Six makers of .;
English religion (Nueva York 1957); WILLIAMSON, H. R., The beginning of the English Refor-
mation (Londres 1957).
C-IO. BL CATOLICISMO. UN INGLATERRA Y FRANCIA 889
£n.VU,arHE5' Rom* omi Counler-Reform in England (Londres 1944); lo., The Re/orm.
Tudoin (Londres 1053). Biografías: STONB, J. M . (Londres 1901); BROWN, M . CR., Mary
buenaVíí 0 re5 WOODWARD, C . , Queen Mary ( l a n d r e s 1937): PRESCOTT, H. F . M . (muy
Hist rv , c* Otras obras: CONSTANT, G . , £1 matrimonio de María con Felipe 11: «Rey.
11- ü . . P 2 6 (<9IA) 23S224S; lo., Restauración católica en Inglaterra: «Rev. Hist.» 112 (1913)
1 WHES, PH., The Reformalion in England: III. True Religión now established (Londres 1954).
ggg p.ïl. DE LUTRRO A U PAZ DK WESTFAT.IA
. TkTF , , t E saba o w N m r . , A., The Age of El sabeth [Londres 1918); Kowst, «- " >
(LonH^!£ "( '" "l> (Londres i S O) O.A^ERIÍI* Character of Eluabelh
/ T F ^ W P ? / , , S , ) \ P T T R O " ' X . I V 5 '- HUMBERT-ZELLER. M., Elisabeth I, reine d'Angleterre. IS3J-
U I J ^ J 9 " ^ * * } . * ! , 1 HElüab'th 1 W
Parliament) (Londres . , 5 3 ) ; AUTHEUN.S L
1
• SI^pZZ??? S 'f ¿ "
án EI ab h ^Angleterre et les catholics: .Rev. Hist. Ecel.» 4«, 0 « 4 )
y j r a i l «/Britain under Tudors and Stuarts. U*S-i6S8 (Oxford .95-0:
, ^ T h e Enghsh people on the eve of colonizaron, Tóoj-iójo (N. Y. ««/O i Mo«-
C , I D 7 ' n afndre, .055); E l x o n . Q / r E hn¡¡ ^ ^ Tudor. (Londres TOSS):
(Unci,,,' I (N. Y . LOSS); ROWSE. Á . C , The expansion of Elizabethan Erg and
I .7 _RT8 1955): AUTHKIINIS t R„ ,>.„ sr. JVL.u u *i**e d hhza-
l6n,rr"Sgm ¿"etond (Zurich I 9 S 6 ) ; NIMUT. I. E.. FJizabeth and her parliament. I S*4-
; i ° L ( L o n d r e . 1957); ID.. Essay in Elizabethan history ( L o n d r . . i»ja); Jr.NJZ, F . Elizabeth
the Great (Londre. JOSS); NEAI.*, I.. Quern Elizabeth I nueva cd. ( N U £ a Y o r k i o I X . tUtCK J B.,
The reign of Elizabeth, SSS«- 1603 a.' ed. (Londre. 1959). r* BLAck'
892 P.IX. DE LUTERO A LA PAZ DB WESIFAI,XA
obras generales y de la amplia relación de PASTOR (XIVS), las siguientes obras: POLLEM, J. H „
The English Catholics in the Reign af Elizabeth, 1558-1580 (Londres 1920); ID., Sources..., obra
antes cit.¡ ATTERIDCE, A . H., The Elizabethan persecution (Londres 1928); MEYER, A . O., En-
gland u. die hathol. K. unter Elis. (Roma 1911): DESTOTBER, C . 1., La persécution reí. en Angleterre
soús Elis. 3 vols. (Lila 1883).
• En torno a la validez de las ordenaciones anglicanas, y, por consiguiente, de su jerarquía,
hubo una intensa discusión, que al fin fuá resuelta por León XIII, quien declaró su invalidez.
Váanse PHILIPS, G . E., The Extinction of the Ancient Hierarr.hy (Londres 1905); HALIFAX, LORD, ,
Leo XIII and Anglican Orders (Londres 1922): BARNES, A . ST., Bishop Bario tu and Anglican
Orders (Londres 1922): STEPHENSON, A . A . , Anglican orden...: «Month» (1935) n.s., XIV,78S.
tS2s; CLARK, F.. Anglican Orders and defect of inlenlinn (Londres 1956); STEPHENSON, A . A . .
Anglican Orders (Londres 1956).
C - I O . BL CATOLICISMO. UN INGLATERRA Y FRANCIA 893
por lo cual fueron depuestos. Once entre ellos murieron en la cárcel.
Pero entre tanto las medidas anticatólicas se fueron haciendo más
rigurosas. Desde 1562 se urgió más y más el cumplimiento de las actas
.de supremacía y de uniformidad. Con el mayor rigor eran excluidos del
Parlamento, de la enseñanza pública y de todo empleo oficial los que
nó prestaban el juramento de supremacía o. no.se sometían a la liturgia
anglicana. Se hizo una revirón de los 42 artículos de Eduardo VI y se
presentaron definitivamente los 39 artículos de la iglesia anglicana
Todas estas- medidas, se fueron aplicando con un rigor creciente,
no sólo contra los.católicos,.sino también contra los puritanos, o los
más estrictos calvinistas, los cuales todavía encontraban demasiados
elementos católicos en -el anglicanismo estatal y tenían por demasiado
papista el credo de los 39 artículos y la liturgia del rito anglicano. Por
esto protestaban contra la iglesia del Estado y se llamaban nonconfor-
mistas, por lo cual eran igualmente objeto de la persecución estatal 10 .
Pero, no obstante este relativo rigor incipiente, podemos afirmar
que la situación de los 'católicos fué relativamente tolerable hasta los
años 1 5 6 8 - 1 5 7 0 . Dos-hechos fundamentales contribuyeron a exacerbar
a la reina Isabel,-"transformando, su relativa tolerancia en una especie
de manía persecutoria,"que manchó de sangre inocente los últimos de- '
^ ceñios de Su reinado. •
El 'primero fué el encarcelamiento y largo cautiverio de María
Estuardo 11 ,' reina de Escocia,-que, perseguida de sus súbditos, se habla
acogido en 1568 a la hospitalidad de su prima Isabel. Como muchos
católicos ingleses consideraban a María Estuardo como su legítima so-
berana, hubo con esta ocasión diversos conatos de levantamiento para
librarla, y aun alguno para''asesinar a-Isabel. Con todo esto se fué
exacerbando más el ánimo de éstá-cóñtra todos los católicos, a quienes
hizo sentir cada vez más su indignación. Y, no sintiéndose segura en
el trono mientras viviera su'rivai, se desembarazó de ella haciéndola
ajusticiar después de diecinueve años *de cautiverio.
A aumentar la persecución contra los católicos contribuyó también
muy eficazmente un segundo hecho/ qUe fué la excomunión lanzada
por Pío V en febrero de i57o".cóntra Isabel de Inglaterra. De hecho,
ya algunos obispos desde 1563, y algo más tarde la Universidad de
Lovaina y el rey Felipé II, habían suplicado al papa que asi lo hiciera.
Pero en Roma se había retrasado siempre esta decisión con la esperanza
de llegar a una inteligencia con la reina de Inglaterra. Por fin, pues,
conforme al derecho existente,, Pío V dió el paso decisivo, lanzando la
excomunión y deposición de Isabel 12 . Sin embargo, debe rechazarse
* BICKNEU-, E. J., Theological inlroduction (o th* 39 Articles af the Church of EngI. (Lon-
dres I Q J 9 ) .
. 1 0 El puritanismo y la secta de los nonconíbrmistas desempeñaron luego un papel muy
Importante en el desarrollo del anglicanismo. Véanse DROWN, J.. The English Puritans (Cambridge
'9io); I D-L Church and State. Political Aspects of i6lh Century Puritamsm (Londres 1928); SEY-
*OUR, H., The Puritanism in Engl. (Londres 1920); HALES, A . , The Puntan'« Progres» (Londres
BURRACIE, C . , The Earty English Diseniers in the ligth of «cent research (1330-1641J 2 vol«,
2 - «a. (Cambridge 1927).
cipales. sobre todo las de SPILLMANN y POLLEN. Asimismo, PASTOR, XIX,40ós. Son dignos de co-
nocerse algunos pormenores sobre la crueldad de las medidas y de los tormentos aplicados
(ibid., 407S).
' 4 HAILE, M . , A n Elizabethan Cardinal: V/. Alien í."ed. (Londres 1914); PAUL, R., The
British Church /rom the days 0/Cardinal Alien (Londres 1929). Víase, sobre todo. PASTOR, XIX,
339S. Acerca de los refugiados en el extranjero pueden verse: LECHAT, R., Les réfuKÍth anglais
dans le Pays-Bas espagnols (1558-1603) (Lovaina 19M); GUILOAY, P., The English Cathalics
Refugees on the Continent (1558-1795) I (Londres >914): MATTINOLY, • . , William Alien and
Catholic propaganda In England: «Aipects de la propag. relig.» (Ginebra 1957) p.32$s.
1 1 Ibid., p.349. Véanse asimismo ALLKN, W . , The maityrdom of E. Campion and his campa-
nte* (ts8í), ed. por ). H. POLLEN (Londres 1908); WAUOH, E., E. Campion (1938); CAMPION, L . ,
The fumily 0f Edmund Campion: «Monthi 202 (t9SÍ) 30a.
c.io. , A C W V . N S M O EN INGI,A- ' 895
GARDINER, S. R., Hiitory of Engl. from the accession of James 1 (1603) lo 1642 10 vols. (Lon-
dres 1883-1886); LODCE, R., History ofEngl. 1600-1702 ( L o n d r e s 1910); TREVELIAN, G . C . . Engl.
"nder the S t u a r t s (Londres 1920); ALLENS, J. W . , English política! thougts ¡603-1660 I ( L o n -
dres 1938); TOLM, E., Jacob 1 (1939); WILLIAMS, C . , Jacob I (Londres 1951); CARPIÓ, M . }., ES-
Paña y los últimos Esluardos ( M a d r i d 1952); DODD, A . H.. The grouith of responstble govemment
-from James I to Victoria ( L o n d r e s 1956); WILLSON, D . H., KINC james Vi and I ( L o n d r e s 1956);
MCELWEE, W . , The uiisestfool in Christendom. The reign o/feing James I and VI (Londres 1958);
KENVON, J. P., The Stuarts (L. 1958).
_ MEYER. Klemens VIII und Jahob I von England: «Quell. Forsch.» (1904) 268S; MARTIN, J.,
Clémcnt VIII et Jacques I S t u a r l ^1590-1603;.- «Rev. hi.it. dipl.» :6 (1911) »79».
896 . P.II. D E LUTERO A LA PAZ D B WESTPALIA
lo., Die hirchliche Potittfe Jakobs I in Engl. u. Scottl,: «R. Qschr.i (1902) 3753; SPILLMANN, Di«
Blutzeugen unler Jakob 1, Kart 1 und dem Commonw., 1603-1654 (Friburgo de Br. 1905). Véase
PASÍOR, X X V I , 1528.
2 0 MORRIS, The candition ofCatholics under James I. Father Gerards narrative of the Gunpowder
piol (Londres 1871); GERARD, Wat was the Gunpowder plotf The Iraditional story tested by original
evidence (Londres 1897); GARDINER, Wat gunpowder píot was (London 1897); PFÜLF, Die Kon-
troverse über die Pulwerverschworung: «St. MA. Laacht 56 (1899) 41s.142s.286a; SIDNEY, P., HÚ-
tory of Gunpowder plot (Londres 1904); WILLIAMSON, H. R., The Gunpowder plot (Londres 1951).
En particular véase PASTOR, X X V I , IO6S.
1 1 LA SERVIERE, J. DE, One controverse au début du XV//* siécle. Jacqua / roí d'AngleIerre et
The English Church from the accession of Charla 1 to tedeath af Anne, 162J-1714 (Londres 1903).
* s Puede verse la amplia exposición de PASTOR, XXVIII.iaos; WINGFIKLD, E.-STRATFORD,
Charla 1 3 vols. (Londres 1949-1950); MATIIEU, O., The age of Charla I (Londres 1951): AL-
C.IO. K!, CATOLICISMO UN INGLATERRA Y KRANCIA 897
queen 0/Scotl. Her environment and tragedy 2 vols. (Londres 1906) Biografías: PHILIPSON, M.,
3 vols. (París 1891-1892); FRANCIS, G . R. (Londres 193O; HENRY-BOROEAUX, 2 vols. (París 1938); 1
HUMREKT-ZEI.LER (París 1948); STUART, A . F. (Edimburgo 1951). Asimismo. LAÑO, A „ The ^
mystery of Mary St. (Londres 1901); FLEMMINO, Mary, queen of Scots.from her bírth lo her flíght
into Engl and (Londres 1897). Véase asimismo PASTOR, XVI.224*; ZWEIS, ST., Mario Stuart j
(Berlín 1954); SCOTT-MONCRIEFT, G . , Scotland an Mary Sfuarl.- <Month>, n-»., 20 (1958) 133«.
C.IO. K l CATOLICISMO BN I N G U T I R K A V FRANCIA 899
1309-1690 (1890): MURPHY, Our M a r t y n . A record of those, who suffered fot the catholie faith
under the penal Iauis in Ireland (Oublln 1896); MORAN, P. J. CARO., Historical sketch of the perse-
5"'<m suffered by the eatholics of Irel. under the rule of Cromwell a, (he Puritans (Londres 1907):
^'MMKRMANN, Die ¡ruchen Mdrtyrer wahrcnd der ersten H¿tifie des 17. Jh.: «Kath.» (1888) 5 8 « ;
£°°NAN, TH. L . , The ¡rish Cath. Confederacy and the Puritan Revol. (Londres 19S4). Víase
r *»To». XVI.J49S.
902 IMI. DK LUTPHO A LA PA7. DK WBSÏFALIA
4
(1559-1560), organizaron la conjuración de Amboise *, contra el rey y
los Guisa; pero, habiendo sido descubierta en 1560, no pudieron
impedir el ajusticiamiento de algunos de sus promotores. El resultado
fué que los Guisa aumentaron su prestigio. El 12 de marzo y el- 7-de
..n&yp de.. 15(5O, SÍ.publicaron .sendos edictos en los que se. insistía,, en
la persecución de los herejes. Sin embargo, no se acobardaron los hugo-
. notes, sino que, mientras Coligny se atrevía a pedir públicamente en
una asamblea de Fontainebleau la supresión de las leyes contra la
herejía, Condé organizaba otra conjuración, y, habiendo sido apresado,
"sólo por la muerte del rey se libró de la pena "capital.
- • Durante la minoridad de Carlos IX (1560-1574), la regente Catalina
, de Médicis, celosa del excesivo poder de los Guisa, procuró mantener
la política de equilibrio entre ellos y los hugonotes. Entonces, pues,
con el objeto de defender eficazmente los intereses católicos, se formó
el triunvirato entre Francisco de Guisa, Montmorency y Saint-Andrés
(abril de 1 5 6 1 ) ; celebróse en 1 5 6 1 el célèbre coloquio de Poissy43,
promovido por la regente con el fin de llegar a una inteligencia con los
-hugonotes. Pero no se llegó a convenir en Un solo punto, y se vió
claramente la irreductibilidad absoluta de los calvinistas. Entonces,
pues, Catalina de Médicis publicó el edicto de tolerancia, el 17 de
enero de 1562, con el cual se concedía a los hugonotes libertad de culto,
excepto en las ciudades.
" " Este edicto suponía un triunfo extraordinario de los hugonotes,
pues de hecho hablan obtenido lo que deseaban, muy semejante a un
reconocimiento oficial. Pero como en el edicto se ponían algunas limi-
taciones y se ordenaba devolver a los católicos las iglesias que se les
habían tomado, iniciaron -entonces una nueva campaña de violencias,
llegando a matar a algunos sacerdotes junto a París y," Bobre todo,
•cometiendo enormes crueldades en el sur de Francia.
- De aquí se originó una potente reacción de parte de los católicos,
por lo cual, en un momento de excitación, una parte del acompaña-
miento del duque de Guisa tuvo un choque violento en Vassy, de la
Champagne, con un grupo de hugonotes que celebraban sus oficios
divinos, y mataron a algunos de los asistentes. El mismo duque, en el
momento en que acudía a poner orden, fué peligrosamente herido,
•por-lo cual se recrudeció la refriega, en la que fueron muertos otros
sesenta calvinistas.
,,,...
- 2. Primeras guerras (1562-1572) 4 4 .—Tal fué la ocasión inme-
diata dé" làs llamadas guerras religiosas de Francia, que durante oerca
de cuarenta años (1562-1598) ensangrentaron su suelo, dando ocasión
„. 41 ROMIER, L., La conjuraron d'Amboise (Pirli 1923); NAER, H., Conjuration l'Amboise et Ce-
(Genève loa a).
43 Véanse PASTOR, XVII,1371; CERECEDA, F., Diego Laintz en la Europa religiosa de su tiem-
2 vols. (Madrid 1046) * •
<p 4 Sobre las guerras religiosas de Francia: GOYAU, G . , Histoire religleuse de la nailon frane.
in \ ROCQUAIN, F „ La France et Rome pendant la guerra de religión (l¡¡9-¡¡97) (Paris
10 Rom,™< t - . La origino politiques da guerra de religión (¡547-1559) » vola. (Parli 1913-
FVN •' Guara de religión 6 vols. (Paris 1914»): THOMSON, J. W „ The Wars of Religión in
( P « ¥ " ' 'SS9-157S (Londres 1909); PRUNRL, L . , La Renaissance cathol. en France au XVI; siicle
In» 1-EnécuE, R., La tragèdie religieuse en France, la débuts (¡514-1573) (Paris 1929)1
for. I A TOUR, P „ La origina de la Réforme 4 vols. (Paris 1905-1935): CARRIÈRE, V „ Les
Y vSl"i"* ^ l ' E f , i s e France au XVI' siici« (Paris 1936)- Víase en particular PASTOR, XVL150S
"»ulmenes siguientes; KINODON, R. M . , Cenefa and the (ommf of u>ars of religión in Frane»,
P.U. IM, l.t.'TKRO A UA v y í m W U S T 1 ,AUA
904
i verdaderamente lamentables. Efectivamente, Conde, instigado
a i ¡nSleSeS,1 r c u i u j u " e j é r c i t o d e basta treinta mil hugonotes y
por ios u n a i u c ha de destrucción, pero fueron completamente de-
e m r T A C & D r e u x ( d l c l c m b r e d e >562). Luis de Condé cayó prisionero
en Contras (20 de octubre 1587); mas, por otro lado, Enrique de Guisa
ganó las dos grandes victorias de Vimory (el 26 de octubre) y de Anneau
(24 de noviembre), en las que deshizo sucesivamente a las fuerzas
auxiliares suizas y alemanas.
En estas circunstancias se precipitaron los acontecimientos. En-
rique III, voluble como siempre, anduvo oscilando entre los liguistas y
los hugonotes. El 19 de julio de 1588, por el edicto de Ruán, negaba a
los calvinistas el derecho de sucesión. En octubre, otro edicto de los
estados generales de Blois obligaba al rey a ofrecer su vida por la extir-
pación de la herejía. Pero entre tanto, Enrique III era presa de los más
vergonzosos celos contra Enrique de Guisa, aclamado en París por
sus recientes triunfos. En este ambiente no es improbable lo que
algunos suponen: por una parte, que Enrique de Guisa fomentara
la idea de apoderarse de Enrique III y proclamarse él mismo rey;
y, por otra, que el rey concibiera su determinación definitiva de des-
hacerse de su temido rival.
De hecho, Enrique III abandonó precipitadamente París, unióse
con los liguistas en la asamblea de los estados generales de Blois y
el 23 de diciembre de 1588 hizo asesinar por ocho caballeros de su
guardia real a Enrique de Guisa, y al dia siguiente a su hermano el
cardenal Luis de Lyón. Bien claramente aparecieron en seguida las
perversas intenciones del monarca, pues inmediatamente se dirigió
a Enrique de Navarra y junto con él continuó el cerco de la ciudad.
Pero entre tanto, el crimen cometido producía efectos desastrosos
para el rey francés. El conde Carlos de Mayenne 48, tercer hermano del
asesinado duque de Guisa, lograba escapar de la matanza y se ponía a
la cabeza de la Liga, que desde aquel momento se levantó en armas
contra el rey. Sixto V, horrorizado por aquel crimen, pedía cuentas
al rey, sobre todo por el asesinato de un cardenal. En este sentido,
se publicaba en junio de 1589 un monitorio. La Sorbona, por su parte,
patrocinaba la idea de negar la obediencia a un rey asesino. Por otra
parte, como el duque de Guisa, víctima del crimen real, había gozado
de tantas simpatías, las masas del pueblo, sobre todo en París, se
levantaban ahora indignadas contra sus asesinos.
En este ambiente se explica que el dominico Jacobo Clemente,
fanatizado por las arengas que escuchaba y pensando que realizaba
un gran servicio a la patria, lograra penetrar hasta la presencia de
Enrique III el 31 de julio y le clavara el puñal en el vientre. Herido
mortalmente, el rey expiró el i.° de agosto de 1589.
5. Enrique IV (1589-1610) 4 ».—Con la muerte de Enrique III
se planteaba con la mayor crudeza la cuestión de la sucesión y del '
catolicismo en Francia. Extinguida con él la linea de Valois, la que
ahora tenia más derecho al trono era la de Borbón, con su represen-
tante Enrique de Navarra. Este, pues, tomó inmediatamente el título
de rey. Pero su calidad de calvinista lo excluía de la sucesión al trono
4 1 DRONOT, H., Maytnne et la Bourgogne. Etude «ir la Ligue, 1587-1596 a voU. (Paria 1938).
<» Véanse, ante todo, las obras generales. Además, monografías: VAISSIÍRE, P. DE (París
>9*8); TAILLANDIER (1938); D'ESTAILLEUR-CHAUTERRAIM, P. (París 1954). Asimismo. JTRET,
Hemi IV et l'Eglise calholique (París 1875); FOKT-RENAULX, H. DE, Henji IV, sa vie, san oeuvre
(Limoges 1901); SECRETA™, Sixte V et Henri IV (París 1861). Véase en particular PASTOR, XXI,
316a. Clemente VIII frente a Enrique IV. PASTOR, XXIII,73s.
C'.IO. KI. CATOLICISMO KN INGIATKKKA Y KEANCIA 909
de (a tolérance (Paris 1929); BEMOIIT, Condition juridique des protestants sous le régime de l'édit
de Nantes et après sa révocation (Paris 1900); BOULENCER, Les protestants a Nîmes au temps de
l'édit de.Nantes (Paris 1903); LA BRIIRE, I. DE. Comment fut adopté et accepté l'édit de Nantes:
•Etud.» 98 (1904) 759s; 99 (1904) 44s; VIGNEAU, La véritable date de l'édit de Nantes (Paris 1909);
PERRENS, F. T . , L'Eglise et l'Etat sous Henri IV 2 vols. (Paris 1872); PANNIER, ]., L'Eglise réfor-
mée de Paris sous Henri IV (Paris IQII); VITNNOT, ]., Histoire de la Réforme franç. de l'Edit de
Nantes ¿ sa révocation 2 vols. (Paris 1934); ANDRIEUX, M . , Henri IV: «Les grands études histo-
riques» (Paris 1955); ESTAUXEUR-CHAUTERAINE, PH. D', Henri IV, roi de Fronce «t de Navarre
(Paris 1958).
1 1 Véase en particular PRUNEL, L . , La renaissance catholique en France au XVII' siècle (Paris
1955) : BRONTIN, P „ La réforme pastorale en France au XVII siècle 2 vols. (Paris 1956) ; BLET, P., Le
clergé de France et la monarchie. Etude sur les assemblées générales du c l e r ^ de 161f i 1666: «Anal.
Gréa.». 106-107 (Roma IOM). Véase en Darticular PASTOR. XXXIII.172S.
, • ... v<
(1907) 3 5 3 » Î 4 J « .
C.IO. RL CATOLICISMO KN INGLATERRA Y FRANCIA 911
CAPITULO XI
aprovecharon de estas circunstancias para agitar más y más los ánimos "
c o n t r a el gobierno español, presentándolo como contrario-a las liberta-"
des territoriales.
Aprovechándose, pues, de este estado latente de disgusto, el go-
bernador de Holanda y de otras provincias del Norte, Guillermo de
Orange; casadó'en Segundas"núpciás con la hija del protestante Mau-
ricio de Sajonia y afiliado secretamente al calvinismo, unióse con otros
descontentos, como los condes Egmont y Hom, y comenzó a agitar las
masas, promoviendo un levantamiento popular, que fué tomando cuer-
po en algunas ciudades, soíbre' todo en Amberes 3. Hombre astuto y
buen conocedor de las circunstancias,' se aprovechó de las dos tenden-
cias del tiempo: el espíritu de independencia, que tendía a la formación
de nuevos Estados, y el espíritu de tolerancia o libertad religiosa. La
nueva gobernadora Margarita de Parma (1559-1567) 4 , que siguió al
cardenal Granvela, no supo cortar los primeros brotes de la rebelión,
por lo cual ésta siguió engrosando más y más.
Entre tanto, Guillermo dé 'Orange "se ponía en contacto con su her-
mano Luis de Nassau y otros príncipes protestantes alemanes, y final-
mente, en noviembre de 1565, un_grupo de nobles flamencos constitu-
yeron una alianza (el compromisoJ con el objeto aparente de defender
las libertades regionales, pero en realidad con fines revolucionarios.
En consecuencia, el 5 de abril, de 1566 .se presentaron en pelotón en
Bryselas ante la gobernadora y por medio de un memorial le exigieron
la suspensión de las leyes contra la herejía. Con su carácter indeciso,
Margarita respondió simplemente que suavizaría los edictos; pero, apro-
vechándose de la agitación reinante, los predicantes calvinistas promo-
vieron rápidamente disturbios populares en varías ciudades. De hecho,
r consta que en varias provincias hubo en 1566 destrucción de innume-
rables imágenes. e iglesias, particularmente en Amberes, donde tenían
más fuerza los calvinistas.
Tales excesos abrieron los ojos.de muchos católicos y de la gober-
nadora, la cual tomó entonces severas medidas de represión, y rápida-
mente dominó a los agitadores y restableció el orden. La mayor parte
de los nobles volvió a la gobernadora y juró fidelidad al rey, mientras
Guillermo dé Orange huía a Alemania." Ante estos hechos, Felipe I I s ,
juzgando que quedaría latente lá Semilla 'de la rebelión, dispuesta a
estallar de nuevo si no se aplicaba un severo castigo, envió al duque
de Alba con un poderoso ejército y plenos poderes con el objeto de
hacer justicia de todo lo. ocurrido. Mucho se ha discutido sobre la
oportunidad de estas medidas rigurosas de Felipe II. Tal vez la presen- -
C1a del mismo rey y un proceder firme, pero más benigno, hubieran
\ Sobre el levantamiento y las guerras de los Países Bajos en genera] víanse GEYL, P., The
ry* of the Nederlands rsss-i6to (Londres 1032); MAX, E., Studien zar Gesch. des Niederl.
" " / « a n d « 3 vols. (1906-1924). Véase, sobre todo, PASTOR. XVUI,62S; VAN OÍR Essot, L . , Croi-
,H„ <?n5Te , a hMtiques ou guerre confre les rebelles? La psychologie des soldáis et.des officiers es-
/Wm l ' a r m A «k landre ou X V T ».: «Rev. Hist. Eccl.» SI (1956) 42s; HALKIN, L . E., La R i -
rjJ?L 1" Beíxique sous Charlcs-Qulnt: «Notre passét (Bruselas I9S7): GEYL, P., The reuolt of the
"«herlands. i S « - r Í 0 9 (Londres 19S8).
3 KACHFAHJ.. F., Margaritte v. Parma, Slatthalterin der Nederl. (ISS9-ISÓ7) (1898J.
l o o t l i a,*T| K-. L'itablissement du régime espagnol dans les Pays-Bas «t l'msurrection (Bruselas
XVIII dominatlon espagn. dans les P.-B. i la fin du Rigne de Phil. II (¡bid„ 1906); PASTOR,
914 IMl. Dr. 1,1'TKRO A 1,A PAZ DK WUSIFAMA
^'MEUETELS, H., Les martyrj de Corfcum (París 1908); MEERBF.RGEN, J., De H. H. Marulartn.:
van Gorkum (Tongerloo 1918).
• Vtese, «obre todo, MARCH, J„ LUÍ« de Requeséns.
C.U. lil, CATOLICISMO EN LOS DKMÁ8 KSTAl>OS KUKOPK0S 910
y se prometían mutua ayuda con el objeto de expulsar a los españoles.
En estas circunstancias llegó el nuevo gobernador, D. Juan de Austria,
hijo natural de Carlos V, el vencedor de Lepanto y hombre de ex-
traordinario prestigio. Su deseo de paz e inteligencia lo mostró clara-'
mente, aceptando la pacificación de Gantp.y, licenciando las tropas es-
pañolas. Sin embargo, se vió forzado a acudir, de nuevo a las armas. Como
Guillermo de Orange jb^ penetrando hacia el sur, D. Juan de Austria,
apoyado en las provincias valonas y en la nobleza católica, emprendió
de nuevó'lá guerra, y.'con BUS extraordinarias dotes militares conservó
una buena parte del sur y reconquistó diversas ciudades del Limburgo
y otras provincias. Sin embargo, persistió constantemente en su sistema
de suavidad, proclamado en el edicto perpetuo del 17 de febrero de 1577.
Pero la obra de pacificación y reconquista, apenas iniciada por
D. Juan de Austria, quedó interrumpida por su misteriosa muerte,
ocurrida en'l57S. Su sucesor, Alejandro Farnesio (1578-1582)', hijo
de Margarita de Parmá, gran militar y gran diplomático, fué el hombre
providencial para los Países Bajos. Con certera visión política, se dió
cuenta rápidamente de las divisiones existentes entre los calvinistas del
norte y los'católicos d$ las provincias del sur, por lo cual, mientras con-
tinuaba la guerra de reconquista de una buena parte del territorio,
iniciaba negociaciones y conseguía unir a las provincias del sur en la
Unión de Arras,, de énero'de 1579. De este modo ganó de nuevo a
Bélgica para la religión católica y para el rey de España.
A la Unión dé Arrds. respondieron los rebeldes con la Unión de
Utrecht, frente a la cual sé piiso en movimiento Farnesio, quien con
su habilidad diplomática' había obtenido de nuevo poder introducir
tropas españolas. Con ellas fué reconquistando Dunquerque, Brujas,'
Gante, Bruselas, Malinas.y,otras.importantes ciudades; pero no pudo
impedir la formación definitiva de laRepública de las Provincias Unidas,
por medio del pacto de. .Utjecht, del 25 de julio de 1581. A ella pertene-
cían las siete provincias del norte. Y para que se vieran claramente las
tendencias de la nueva, república, Guillermo de Orange, contra su
expresa promesa anterior, el 20 de diciembre de 1580 prohibía el culto
católico y excluía a los católicos de los cargos públicos. Muerto en 1580
el obispo de Utrecht, Federico Schenk, Gregorio XIII nombró en 1583
un vicario apostólico para la misión de Holanda, donde los católicos con-
servaron siempre una fuerza considerable.
Entre' tánto, fueron inútiles los esfuerzos de España, por medio del
habilísimo Alejandro Farnesio," por reconquistar aquellas, provincias.
Ni el asesinato de Guillermo de Orange, ocurrido en 1584J ni la toma
de Osten'de y Amberes, realizada en 1585, puntos básicos-de la Reptí- -
"tica Holandesa, bastaron para deshacer la rebelión. Mauricio de Nassau,
®pn el apoyo de los protestantes alemanes, de Isabel de Inglaterra y de
p-nrique IV de Francia, continuó defendiendo su independencia contra
'os españoles. A l morir Felipe II en i 598, la división de los Países Bajos
®ra ya un hecho. Pero su reconocimiento oficial de parte de Felipe III
® España no tuvo lugar hasta 1609, por medio de la tregua de doce
n
°s- Al expirar ésta en 1621 estalló la guerra de nuevo; pero se llevaba
'»3Si E vüL R ' hí V A N n E k ' Alejandre Farnéte, minee de Parme Cij4.f-i.VMl 4 vola. (Bruselas 1933-
v « s e PASTO», XIX.SOJR.
916 IMI. Uli LUTliRO A M l'AZ Olt WKSTKAI.IA
con poca energia de una parte y de otra, hasta que en la paz de Westfa-
lia de 1648 se reconoció oficialmente la independencia de Holanda. .
Entre tanto, en las provincias del sur, fíeles a España, se realizó
plenamente la restauración católica, en (a que trabajaron en primera
linea los jesuítas y los capuchinos. Fué muy beneficiosa para estos
territorios la solución dada por Felipe II concediéndoles cierta indepen-
dencia bajo la regencia de su hija Isabel Clara Eugenia, casada en 1598
con el archiduque Alberto de Austria 10. En 1598 organizóse una nun-
ciatura pontifìcia en Bruselas, y, gracias a un buen número de excelen-
tes obispos y a la actividad de la Universidad de Lovaina, los Países
Bajos españoles se convirtieron en uno de los baluartes del catolicismo
en el norte de Europa.
2. Dinamarca, Noruega —Con las leyes draconianas contra
los católicos promulgadas por Cristiano III en Dinamarca, el lutera-
nismo vino a enseñorearse rápidamente de todo el país. El rey vino a
ser la cabeza de la iglesia, conforme al modelo de los territorios pro-
testantes alemanes. La jerarquía episcopal llegó a extinguiere y los
sacerdotes desaparecieron casi por completo. El teólogo protestante Ni-
colás Hemming, profesor de Copenhague y discípulo de Melanchton,
vino a ser el maestro de la nación; pero ya en 1562 se lamentaba del
triste estado de las costumbres en la iglesia danesa.
Cristiano IV (1588-1648) llegó a la eliminación casi absoluta del
catolicismo. Entre otras disposiciones draconianas, fué de gran eficacia
la prohibición, bajo pena de muerte, de la entrada y permanencia en
el país de todo sacerdote católico, y asimismo el castigo de destierro
y confiscación de bienes a toda conversión al catolicismo. Por otra parte,
la masa del pueblo y de la clase media estaba oprimida por la nobleza,
que ejercía sobre ellos, tanto en lo religioso como en todo lo demás, una
verdadera tiranía.
En Noruega, convertida por Cristiano III desde 1536 en provincia
de Dinamarca, se habla introducido también por la fuerza el protes-
tantismo. Cristiano IV, al igual que en Dinamarca, dió la forma de-
finitiva al luteranismo de Noruega por medio de una ordenación ecle-
siástica. Por otro lado, procuró acabar con todos los restos católicos. '
Desde 1622, los dos territorios de Dinamarca y Noruega quedaron
sometidos por el papa al nuncio de Bruselas.
3. Suecia (1560-1648)12.—Al fin del reinado de Gustavo Vasa
(1560), el luteranismo había llegado a un dominio absoluto en Suecia.
Su hijo Eurico IV (1560-1568), ganado para el calvinismo, intentó in-
traducirlo ; pero los luteranos se levantaron en armas y, tras enconadas i
luchas entre calvinistas y luteranos, éstos lograron la victoria y des-
tronaron al rey, quien murió envenenado en la cárcel (1568).
Su hermano y sucesor Juan III (1568-1592), casado en 1562 con ;
la princesa católica Catalina, hermana del rey Segismundo A u g u s t o ;
1 0 BRAUTS, Albert et Isabelle (Lovaina 1910); VILLERMONT, M . DI. L'Infante Isabelle A voi*
(Parla 191a). .
1 1 SCHMITT, L . , Die Verteidigung der Kathol. Kirche in Dänemark gegen die Religionserneue
r!"**" 1 '6. Jh. (1899); METZLER, J„ Die apostolischen Vikariate des Nordens (1919): SCHÄFER, P "
1» M"1 Dänemark 5 voll. (1902); KORLSRUD, Norvegia sacra (Cristiania I92ts). ,.
O O Í ! . E . - S C H U C K . A., Uistnry of Su/eden (Estocolmo »929); BIAUDET. H., ^
St. a i « « '<» í>Mirf, durant la .pcond« moitU des XVI• s. 3 vols. (París 1906-1907). -di
C.i). Iti, CATOLICISMO KN l,OS DEM-tS HSTADOS 1 Ì U K 0 P E 0 S 017
Kirchengesch. Russlands 2 vols. (Friburgo 1940-1941); BECK, E., Die russische Kirche, ihre Gesch.
u. Liturgie 2.*ED. (1926); PIERLING, P „ Papes et Tsars (Paris 1890); ID., La Russie et le Saint-
Siige s vols. (Paris 1896-1912); BOUDOU. A., Le Saint-Siige et la Roussie 2 vols. a.*«d. (Paris 1922-
1923). Véase, asimismo. PASTOR, XX,329s.
C.LL. KI, CATOLICISMO L'.N I.OS DEMAS ICSTADOS UULTOPKOS 921
la iglesia latina. Dominados en casi todas partes por los turcos, se velan
obligados a comprar el derecho de permanencia por medio de un tribu-,
to personal. La iglesia latina no era oficialmente reconocida.
Gregorio XIII prestó particular atención a toda la iglesia grie-
ga oriental. Para ello organizó en 1573 una congregación especial.
y en 1577 se constituyó el Colegio de San Atanasio, para la formación
de misioneros griegos. Entre los excelentes operarios alli formados so-
bresalió León Aliado (f 1669), quien escribió importantes obras.
El protestantismo trató en diferentes ocasiones de introducirse en
el Oriente, pero sus esfuerzos fracasaron por la intransigencia dogmá-
tica de los griegos.
3. Suiza 26 .—Después de la victoria definitiva de Calvino en Gi-
nebra, ésta se constituyó en la Roma del calvinismo, que adquirió una
fuerza extraordinaria en toda Europa. En efecto, la iglesia reformada,
o el calvinismo, predominó en Inglaterra, en Holanda, Escocia, varios
territorios de Alemania y en los importantes núcleos de Hungría, Po-
lonia y otras regiones del norte y oriente de Europa 27 .
En Suiza se afianzaron definitivamente en el calvinismo los canto-
nes de Zurich, Berna, Basilea, Schaffhausen y Ginebra. Frente a ellos,
en 1565 se constituyó una alianza de mutua ayuda y defensa entre los
cantones católicos del centro, Lucerna, Uri, Schwyz y Zug, a los que
en 1586 se unieron Friburgo y Solothurm, todos los cuales constituye-
ron la llamada Alianza de Oro o Alianza Borromea, por la que se obli-
gaban a perseverar en la fe católica. Esta alianza fué sellada por la co-
munión, recibida del nuncio apostólico.
La renovación definitiva del catolicismo en Suiza fué uno de los
resultados inmediatos del concilio de Trento. En sus últimas sesiones
hablan tomado parte algunos representantes suizos, que luego desarro-
llaron gran actividad. Entre ellos sobresalieron el caballero Melchor
Lussi (f 1606) 26 , Luis Pfyffer (f 1594) 2 9 y el escritor Egidio Tschu-
di (f 1572). Pero los que más contribuyeron a la verdadera reforma
suiza fueron, por una parte, San Pedro Canisio, y por otra, San Carlos
Borromeo.
San Pedro Canisio ejerció una intensa actividad en Suiza, donde ya
en 1574 hablan fundado los jesuítas un colegio en Lucerna y en 1580
otro en Friburgo. El mismo trabajó personalmente desde 1580 a 1598,
en que murió en Friburgo. Pero el hombre verdaderamente providen-
cial para la Suiza católica de fines del siglo xvi fué San Carlos Borromeo.
Como arzobispo de Milán, visitó hasta diez veces a Suiza, en la que po-
seía una buena parte de su diócesis. Movido del celo de las almas, llegó
hasta los pueblos más escondidos entre las montañas, procurando in-
troducir en todas partes la reforma tridentina. Uno de los resultados
Les églises orientales et ¡es rites orientaux 3 'ed. (París 1926); ID., Le; ¿glises sipatées d'Orienl (Pa-
rla 1930).
" MULINEN, E. F . v.. Helvetica Sacra 2 vola. (Berna 1858-1861); HURSIN, J., Handbuch der
Schweaer Gesch. (Sane 1900-1908); DURR, etc., Gesch. der Schweiz (Zuricli 19301): LAMPERT, U->
Kirche und Staat t'n der Schuxiz (Friburgo de S. 1929).
1 7 HADORN, W . , Di* Re/ormation in der denischen Schweiz (1928); FLEISCHLIN, B., Schweizer
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<'«4). »obre todo. PAITO», XVIII,267».
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" SSOESJER, P. A . V„ l.mlwig Pfyffer 11 nd Nrim Zeit... (BRNI TH80-1B81).
C.LL. W. CATOLICISMO KN LOS DKMÁS KSTADOS KUROPKOS 923
Particular, por lo que se refiere a este periodo de la Iglesia tic España, recomendamos:
/ ¡ ^ N T E S . - S A N C H E Z ALONSO, B., Fuentes de la historia etpinW.a e hispanoamericana.
drirf ' P v ' ! " J r i d '927); Colección de documentos inultos para la historia de Esparla 112 vols. (Ma-
din? 4 " > ¡ Mueva colección de documentos inéditos (Madrid 18921): SERRANO, L . , Correspondencia
P'omdtica entre España y la Santa Sede durante el pontificado de San Pío V 4 vols. (Madrid 1914).
B I B L I O G R A F I A .—BALLESTEROS BERETTA, A.I Historia de España y su Influencia en la his-
M A C U T 1 " ' 8 VOLA- ( DARCE L° NA 1918S); IBARRA, E., España bajo los Austrias (Barcelona 1935):
de hiiÍL.. Introducción a la historia de España (Barcelona 1944): AGUADO BLEYE, P., M a n u a l
•«ona de España í.«ed. 3 vol,. (Madrid 1950-1956); HAUSER, H.. La préponderance espagnole
ÍL-.
926 R.LL. DK LUTKKO A LA L'AZ DK WKSTPAL1A
la Iglesia española en el siglo X V (Barcelona 1869): HUIDOBRO, Historia del cardenal Fr. Francisco
Jiménez de Cisneros (Santander 1901); FERNANDEZ MONTAÑA, El cardenal Cisneros (Madrid 1921);
FERNANDEZ DE RETANA, L . Cisneros y su rigió 2 vols. (Madrid 1929); DOMÍNGUEZ BERUETA, J.,
El cardenal Cisneros (Madrid 1929); MERTON, R., Cardinal Gimenes and the Mahing of Spain
(Londres 1934); GARCIA MERCADAL, ]., La España imperial. Cisneros, 1436-1517 (Madrid 1041);
STARKIE, W . , La España de Cisneros, trad. por ALBERTO DE MESTAS (Barcelona 1943); Ruiz
CRESPO, J. M-, Cisneros, cardenal regente (Madrid 1945); BASADE, E., Vida de Cisneros (Ma-
drid 1945); BRION, M . . Le cardinal Fr. Ximénez, le Richelieu de FEspagne (Paris 1948).
41 Víanse en particular HABBLER, Geschichte Spaniens unter der Regierung Karls I (Gotha 1907);
MERRIMAN, R. B., Carlos V, «I emperador español en el viejo y nuevo mundo, trad. de G . SANS
HUELIN (Buenos Aires 1940); BAEELON, ]., Charles V: 1500-1558. Epoques et visages (París 1947);
AGUADO BI.EYE, o.e., II,412s; GARCIA MERCADAL, ]., Carlos V y Francisco I (Zaragoza 1943):
LEWIS, D . B. W . , Charles V, emperor of the West (Londres 1956): SCHWARZEUFELD, G . VON,
Karl V, Ahnen Europas (Hamburgo 1954); TRITSCH, W . , Karl V, Kaiser der Christenheit (Darm-
stadt 1954),' FERNANDEZ DE RETANA, L., Doña Juana de Austria, gobernadora deEspaña..., 1535-1573
(Madrid 1955); DE BOOM, G . , Don Carlos, Vhéritier de Jearme la Folie (Bruselas 1955); TYLER, R-, .
The emperor Charles le Fifth (Londres 1956); SANCHEZ LORO, D . , La inquietud postrimera de
Carlos V. Trasunto ejemplar desde la fastuosidad cortesana de Bruselas al retiro monacal de Yuste :
(Ciceres 1957); LUCAS-DUBRETON, J., Charles-Quint (Paris 1958); BABILON, J., Cluntes-Quint, ?
1500-1558: «Historia» XII (París 1958); TELLECHEA IDIGORAS, J. J., Asi murió el emperador.
La última jomada de Carlos V: «Bibl. Acad. Hist.» 143 (1958) 155s: MESSIA, J. L . , Carlos V f
Vusté. Evocación en tomo a un centenario: «Arbor» 39 (1958) 155s; SARRALLE, J., Carlos V en l"?
borrascas ideológicas de su tiempo: «Raz. y Fe» 158 (1958 431s; FERRANDIS TORRES, M . , El concite
de Trento, obra de la diplomacia de Carlos V: «Homen. de la Univ Gran.» P-373S (Granada 195?);
Carlos V (1S00-155S). Homenaje de la Universidad de Granada (Granada 1958); C h a r t e - Q " " 1
« » n temps (París 1959).
Pueden verse: GACIIARD, Correspondance de Philippe II sur les affaires des Pays-Bas (BRU- +
selas 1848»): FERNANDEZ DURÓ, C . , Estudios históricos sobre el reinado de Felipe II (Madrid 1880J. ,
C.JI. ICI, CATOLICISMO ItN LOS DF.MÁS KSTADOS BUROPIÍOS 927
de Philippe II (Párls 1029); MERRIMAN, R. B., Philip the Prudent (Londres 1934); ESTRADA, F ,
'"'»pe II, el rey calumniado (Madrid 1935): RODRÍGUEZ URBANO, C . , La Espaila de Felipe II (Bar-
«lona 1935)1 SCITÑEIDBR, R . , Felipe II o religión y poder, trad. esp. por ALMAORO, M . (Madrid 1943):
PPANOL, L . , Felipe II. Bosquejo de una vida y de una época trad. de J. CORS GRAU (Madrid 1942)
.1 vere* numerosos pasajes en PASTOR, o.c., desde vol. 14. MARCH J. M . , Niñez y juventud
«e Felip " . . . - . - _ . .. .
ríodo y se verá cómo éstas fueron obra casi exclusiva de España y Por-
tugal durante este periodo 47 .
3. En el campo de las ciencias y de las artes.—Asimismo es
manifestación exuberante de la renovación católica y del profundo es-
píritu cristiano de la España de este periodo el extraordinario floreci-
miento de las ciencias eclesiásticas y de toda la literatura cristiana. En
el capitulo correspondiente podrá apreciarse cómo una gran parte de
los teólogos, polemistas, canonistas, escriturarios, ascetas y demás es-
critores, que tanto abundaron y tanta significación tuvieron en la re-
novación y reforma católica, pertenecen a la península Ibérica 48. Indu-
dablemente este hecho constituye uno de los símbolos más expresivos
de la verdadera significación de la España católica de este tiempo.
Como prueba de lo mismo, indicaremos únicamente la intensa par-
ticipación que tuvo España en el concilio de Trento4®. Conocemos en
conjunto los nombres de 245 españoles que tomaron parte en todas
o en alguna de las tres etapas del concilio. Por otro lado, si se observa
en particular el número de Padres del concilio y el de los teólogos que
participaron en las discusiones conciliares, aparece más claramente toda
la significación de la participación española. En efecto, entre poco más
de 200 Padres que participaron en el concilio, los españoles fueron 66, y,
siendo el número de los teólogos algo más de 200, eran españoles unos
ciento diez. Sólo estos datos indican suficientemente la proporción de
la participación española.
Esta aparece más claramente si consideramos los españoles más dis-
tinguidos entre los Padres y teólogos y su respectiva actuación en el con-
cilio. Entre los prelados, nombremos a D. Pedro Pacheco, cardenal de
Jaén, uno de los que más contribuyeron a vencer las dificultades del
concilio, si bien a las veces, como representante del emperador, se puso
en oposición al romano pontífice; al fogoso arzobispo de Granada, D. Pe-
dro Guerrero, que tomó parte activísima en importantes discusiones dog-
máticas y disciplinares; al insigne teólogo y arzobispo de Valencia,
D. Martin Pérez de Ayala, quien dió particulares pruebas de sus cono-
cimientos teológicos en la cuestión de la justificación y en otras muchas;
al no menos insigne arzobispo de Tarragona, Antonio Agustín, induda-
blemente uno de los canonistas más destacados en la tercera etapa del
concilio, como lo probaron sus acertadas intervenciones. Asimismo, los
obispos Andrés de Cuesta (f 1564), quien intervino, sobre todo, en las
discusiones sobre el orden y el matrimonio; Antonio Corrionero (f 1570),
que fué, según la voz común, uno de los teólogos más eminentes de la
tercera etapa del concilio, como lo prueban los largos resúmenes de sus
intervenciones que se incluyeron en las actas, y, finalmente, Francisco
Blanco, célebre por sus acertadas intervenciones en la cuestión del santo
sacrificio de la misa y otras.
No menos significación alcanzaron los teólogos españoles. Baste nom-
brar: entre los dominicos, a Melchor Cano (f 1560), quien, enviado por
el emperador, se distinguió como una de las primeras figuras, de lo que
son excelente prueba las tres síntesis de sus intervenciones conserva-
47 Véase abajo c-12
4 1 Puede verse c.13
4* Véase ta excelente obra de conjunto citada en la nt,44. 7
C.1I. EL CATOLICISMO SN LOS DEMÁS ESTADOS EUROI*KOS 931
fcurger IT™, W<NTKR, G . , Geschichte des 30. j ¿dirigen Kriígej (1893): GÜNTHER,-H., Die Habs-
"égaciaii!!" (>6*6-t&ZS). Akten aus SimarKÓs (1908); LEMAN, A . , RicAelieu et Olivares. Leurj
^'ttfalia ' de 1636 D 1642 pour le rétablissement de la paix (Lille 1938); PALACIO ATARD, V . .
SI Papado vi- "pañoles de ¡648 y de 1948: «Arbor», enero de 1948, p.53s; ALDEA, Q . , Eipaña,
CAMPILRRR* «imperio durante la guerra de las Treinta Años: «Mise. Com.» 30 (1958) J 5 l s ; RECLA
L. J., La expulsión de los moriscos y tus consecuencias (Madrid 1953),
936 I1.II. Di; I.UTKlíO A LA PAZ DK WgSTPAMA
patronato, en particular LETURIA y EGAÑA. Además, CANOVAS DEL CASTILLO, Estudios del reinado |
de Felipe IV 2 vols. (Madrid 1888-1889); LETURIA, P. DE, Antonio Lelio de Fermo y la condenación %
del ¡De Indiarum late», de Solórzano Pcreyra: «Hiap. Sacra« 1 (1949) 47a; DELEYTO Y PEÑUELA, )•• ;
La vida española en tiempo de Felipe IV 6 vols. (Madrid 1951). Sobre todo: LAMADRID, El ccncor* ,
dato español de 1753; MARTÍN, I., Contribución al estudio del regalismo en España: *Rev. EsPj.^
Der. Can.» 6 (1951) 1191S; PORTILLO, Diferencias entre la Iglesia y el Estado con motivo del rea t
patronato en el siglo XVIII: «Raí. y Fe» 21 P.59S.329S: 22 p.6os; 23 p . l f i j s ; 24 p . 3 3 ' s ; MARIANA
La Spagna e la Santa Sede (i6¡s-i6s9); LERA, P.,E»pañn bajo los Barbones 2.*ED. (Barcelona ÍES«' ¿
e.11. EL CATOLICISMO KN LOS DEMÁS ESTADOS EUROPEOS 637
Pero las pasiones de una y otra parte se fueron excitando hasta tal pun-
to« que en 1639 se cerró la Nunciatura de Madrid. Afortunadamente
vni d e ' » Historia» vol.2 (1887) 16.20.23.24, etc.; SERRANO Y SANZ: «Rev. Arch. Bibl. Mus.»
ttc
•i! V¿' - » «»ros.
L68s Pira ««te punto de las denuncias MONTES, J., El crimen de herejía; SCHXÍER, O.C.,
7 J V nuestra obra La Inquisición en España 169S.
Recuérdese la amplitud que ha tomado en nuestros días el espionaje de unas naciones res-
840 l'.II. DE I,UTERO A LA V.K/. DK WESTFALIA
7 1 Ante todo, véase cómo SCHXPEB describe y ridiculiza los cálculo* de LLÓRENTE sobre las
•victimas» de la Inquisición (1,1485). Sobre la cuestión misma de los «relaxados» y otras semejantes,
véanse ibid., issa y La Inquisición en Espala 2275. Finalmente, sobre los autos de fe pueden
v t f a e SCHAJER, I , i 7 2 s y La Inquisición «n E s p a ñ a 239S.
Sobre la aplicación de la pena de muerte contra la herejía pueden verse MONTES, El crimen
« herejia, y, sobre todo, VACANOARD, E „ L'Inquisition (París 1907) 37S, donde se encuentran mu-
chos detalles Interesantes sobre la manera como primero «I pueblo cristiano y luego los mismos
principes y reyes, y aun el emperador, fueron aplicando la pena d« muerte por el fuego contra
'os herejes.
1 0 Es interesante el juicio de conjunto que da SCMXTER sobre la seriedad con qua generalmente
Procedió la Inquisición espaAola, supuestos los principios del tiempo. Véase l.c., I,(8ia,
942 P.II. DE LUTER0 A LA PAZ DE WE5TFALIA
. , - V D* loa excesos t donde llegaban loi alumbrado« dan una ¡dea aproximada laa relacione«
j ' . «e proposiciones condenadas, tal como se pueden ver en la obra citada en la nota pnce-
l¿ v i 4VS y 6' c o m o t a m b i é n en otras obras semejantes,
su m , ' " S f o r e las artes mágicas y hechicerías, etc., la exposición de MENÍNDEZ Y PELA YO en
isiílllr'i heterodoxos españoles, ed. BAC, II,2«2s. Sobre los primeros procesos, D.305S.
, , y * * * Jas brujas de Navarra y el célebre proceso de Logrofto véase Ibid., 313«.
las A* w . In9um¡c¡ón española y el protestantismo, las dos exposiciones fundamentales too
M * PELA YO y SCHATE*, ya citada» arriba, p.734
Arriba, p.733«.
P44 P.1I. DE t U T E R O A LA PAZ DB WBSTFALIA
Ante todo, véase la exposición clásica, por decirlo asi, de MENÍNDEZ y PELA YO sobre este
punto de la supuesta persecución de los sabios y místicos de parte de la Inquisición española. Se
fcȒ J r *
t obra La ciencia española (véase arriba nt.68), y más resumido en Historia de los
Españ a1' BAC> n'M8*' Pu€de yera* Umbito uml idca d* conÍunto «> La Inquisición en
946 P.Jf I>E U ' T B K O A 1,A PAZ DK WRSTFAJJA
algunos, sino que fué estimado por los inquisidores, por lo cual le en-
comendaron la redacción del Indice de los libros prohibidos de 1583 y la
calificación de la Biblia Regia de Arias Montano. Fray Luis de León,
clásico y filólogo, humanista y exegeta eximio, fué procesado dos veces,
en lo que influyeron dos causas: la envidia de algunos doctores y las
exageraciones del mismo Fr. Luis en la impugnación de la Vulgata.-
Hay que conceder que los inquisidores fueron duros y desconsiderados;
pero, al fin, la Inquisición lo absolvió y él pudo escribir con toda
libertad.
Por lo que se refiere a la afirmación que la Inquisición persiguió a
los místicos y a los santos, con lo cual fué obstáculo a la literatura
ascética y mística y aun a la misma santidad 94, podemos asentar estos
dos principios: por un lado, que precisamente durante el periodo de
mayor apogeo de la Inquisición española se distinguieron más que nunca
innumerables santos y escritores ascéticos y místicos en España, lo cual
es la mejor prueba de que la Inquisición no fué obstáculo a la santidad
y a la literatura ascética. Mas, por otro lado, es también un hecho que
los inquisidores y los teólogos del siglo xvi se dejaron llevar a las veces
de un verdadero prejuicio contra la ascética y mística, a lo que dieron
ocasión los focos descubiertos de alumbrados y falsos místicos. El re-
sultado fué que en algunas ocasiones se inició alguna persecución contra
la verdadera mística; pero debe admitirse que al fin reconocieron la
inocencia de los verdaderos místicos y no fueron obstáculo a la santidad.
He aquí algunos de los casos más insignes y la explicación más
objetiva de la intervención de la Inquisición española.
El primero es el de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía
de Jesús 95 . De él se afirma que fué apresado y tratado duramente por
la Inquisición española. En realidad, Ignacio de Loyola fué tres veces
procesado en Alcalá y una en Salamanca, siempre por ciertas sospechas
de alumbrado. Pero, ante todo, digamos que no fué la Inquisición la
que siguió estos procesos, sino el tribunal diocesano, lo cual era debido
a un exceso de prevención, muy explicable en aquellos momentos. Re-
cuérdese que era precisamente el tiempo en que acababan de descu-
brirse los focos de alumbrados de Toledo, Guadalajara y Salamanca, y
se comprenderá que en aquellas circunstancias suscitaran alguna sos-
pecha las prácticas usadas por San Ignacio y ciertos excesos de algu-
nas personas que le seguían. Pero, esto no obstante, Ignacio fué siempre
absuelto, y pudo continuar su vida penitente y apostólica.
También el Beato Juan de Avila, apóstol de Andalucía, es presen-
tado como víctima de la Inquisición. Mucho tiempo se dudó sobre la
realidad de un proceso de la Inquisición contra él, pero recientemente
ha sido descubierto y publicado por el P. Camilo María Abad. Después
de muchas molestias, el Beato pudo seguir libremente su vida normal
J4 Asi lo afirmaron en todo« los tonos posibles las Corta de Cádiz en 1812 cuando se discutió
el decreto sobre la supresión de la Inquisición, insistiendo de. un modo particular en la supuesta
persecución de los místicos y aun de la santidad por parte de los inquisidores. Puede verse para
todo esto la obra Discusión del proyecto de decreto sobre el tribunal de la Inquisición (Cádiz 1813),
en particular p.3378.
»> Sobre los diversos procesos a que fué sometido San Ignacio de Loyola puede verse, sobre
todo, nuestra obra ya citada La Inquisición apañóla y los alumbrados p.J9S. Asimismo, ASTKAIN, A . ,
Historia de la Compañía de Jesús en la asistencia de España a.'ed. (Madrid 1912S) I,sis. Pero prin-
cipalmente FITA, F., Los tra procaos de San Ignacio de Loyola: «Bol. de la R. Acad. Hlst» JJ
<898} 4)1«,
C.U. El, CATOLICISMO EN LOS DEMAS ESTADOS BUUOl'EOS 947
t. , •. ,
' de apostolado Más serio fué el asunto del Audi, Filia, puesto en el
' Indice de Sin embargo, por declaración del gran apóstol de Anda-
1559.-
lucia, aquel iibro no era obra suya, sino de alguno de sus amigos,
- quien a los apuntes y doctrina del Beato había añadido diversas cosas
por su cuenta. El legítimo tratado Audt, Filia nunca estuvo en el
.. Indice, d?. la I n q u i s i c i ó n ;"'hi" ésr"¡cte 'íñáfavülarr- pues err-él, entre'Otras
cosas, se ;tiene p?pecia{ empeñó én prevenir á los fieles' contra los enga-
ños de la falsa mística. Por lo demás, el Beato Avila pudo trabajar sin
estorbos en todas.partes.
Del incomparable escritor Fr. Luis de Chanada 9 7 se afirma asi-
. mismo .que fué perseguido por la Inquisición, y aun-se llega a decir
que .fué; procesado. En realidad no hubo tal proceso. L o único que hubo
fué que en el Indice de 1559 fué incluida su obra Tratado de la oración
a causa de algunas expresiones que podían favorecer la doctrina de
los alumbrados. Nunca se puso en duda la buena intención del autor.
Por eso tan pronto como él" ¡suprimió dichas expresiones, el libro circuló
\ libremente, y el P. Granada no perdió absolutamente nada de su gran
prestigio-,,-.
9s
.... Sobre.&in Francisco de_Borja' , a quien se presenta como una nueva
victima del terrorismo inquisitorial, lo que sucedió en realidad fué que
;; en e l . I n d i c e de 1 5 5 9 apareció condenada una obra'que corría con su
Véase ante todd ABAD, C. M . , El proceso de la Inquisición contra si Beata Juan de Amia
^ ° m ¡ l l a s 1946). Para una breve sfntesis véase La Inquisición española y los alumbrados 89». Adetnis,
' Y ojjras que en este trabajo se citan. - - :
Puede verse la síntesis ibid., 87S. Además, CUERVO, Fr. Luis de Granada J> la Inquisición:
nomenaje a Menéndez.y Pe(»yc» (Madrid 1899) 1,7338. Véanse también los pasajes correspon-
d e MENÉNDEZ Y PBLAYO." •'
El ti. í 1 a n t e tn'lo. 'a síntesis de la obra citada La Inquisición española y los alumbrada] 93».
<fet»t volumen en el qué se incluían los folletos de San Francisco de Borja era Las obras muy
B~°'as y provechosas para cualquier cristiano, compuesto por el Illustrisimo Sr. D. Francisco de
(Amberes MDLVIj. . •
kj Puede verse, en primer lugar, nuestra síntesis (p-97s) y los pasajes correspondientes de
Ción , ' Í D E 2 Y Pu-AVO. Véanse también LA FUENTE, V . , Biblioteca de Autores Españoles, introduc-
(Bare I obra8 ^ S a n t a Teresa, vols,S3-";5; RIVERA. Vida de Santa Teresa de Jesús, nueva ed.
CAPITULO XII
II. E L CRISTIANISMO EN A F R I C A 12
gelio y llevando una vida conforme con la moral cristiana. £1 año 1521
consta que el rey Manuel el Afortunado envió cinco religiosos de cada
una de las tres Ordenes eminentemente misioneras, franciscanos, domU
nicos y agustinos. Por otro lado consta que un buen número de nobles
indlgeñas fueron enviados a Lisboa, donde se prepararon para el
•sacerdocio,.y. uno. de .ellos, ¡L_ quien algunos suponen hijo del mismo
rey Alfonso y se llamaba.Enrique, fué consagrado obispo."Según pa-
rece, el cristianismo del Congo llegó a alcanzar una relativa prosperidad!
por lo.cual, a la muerte de este primer obispo en 1534, el papa Paulo III
erigió la diócesis de Sanio Tomé, como sufragánea de Funchal.
Sin embargq, Ja religión cristiana no llegó a penetrar muy hondo
en el pueblo, y aun los nuevos sacerdotes mostraron poca obediencia
al obispo de Santo Tomé. La situación mejoró con la llegada en 1547
de los tres jesuítas Cristóbal Ribeiro, Jaime Díaz y Diego de Sandoval,
bajo la dirección_del P. Vaz. El.nuevo rey Diego los recibió con grandes
distinciones y muestras de regocijo. Según se refiere, ya a los tres me-
ses, habían bautizado unos cinco mil indígenas, erigieron una escuela
y pensaban en serio en un colegio para.la nobleza del país; pero, no
obstante su heroico celo, no pudieron evitar la ruina de la misión.
Obligados por el.disoluto monarca a volver a Portugal, se deshizo rá-
pidamente su obra. Poco o casi nada pudieron realizar dos jesuítas que
entraron en el Congo en 1581,^ 1585, que fueron bien recibidos por el
rey Alvaro. I. El cristianismo no acabó de desaparecer, y hasta 1626 se
tiene noticia de seis.obispos y algunos sacerdotes.
Los capuchinos volvieron a avivar el fuego latente del catolicismo
en el primer tercio, del siglo xvii. Pero consta que durante el reinado
de Alvaro IV y su hijo Antón, no obstante el influjo de los holandeses
contra los. católicos, llegó el P. Bonaventura en 1635 con una expedición
de capuchinos, pero muy:pronto cayó en lás manos de los herejes. Una
nueva expedición de seis capuchinos italianos entró en el Congo en 1640,
donde trabajaron bajo el nuevo rey García. Finalmente, nuevas expe-
diciones de misioneros contribuyeron a mantener en una relativa pros-
peridad esta misión, principalmente bajo el gobierno de la reina Zinga
0 Ana, bautizada en 1622 eri Loanda.
Por lo que a Angola se refiere 14 , situada al sur del Congo, las pri-
meras noticias que .tenemos de la entrada del cristianismo son insegu-
ras. Se refiere que un sacerdote, procedente del Congo, llegó a la corte
en 1526, y que más tarde, el rey de Portugal envió desde Santo Tomé
algunos otros misioneros.,. entre ellos un cisterciense.
Pero los primeros de quienes consta que iniciaron un trabsyo más
sólido de evangelización "son cuatro jesuítas, los dos PP. Francisco
de Gouvea y Agustín de la Cerda con dos hermanos,* que llegaron
en 1560 con el gobernador portugués Díaz a la ciudad de Dongo y se
presentaron ante el reyezuelo Dambi; pero éste los hizo prisioneros
y los trató con verdadera crueldad. El P. Gouvea murió en la cárcel
1575. Desde 1578 cambió la situación, al ser bautizado el príncipe
Basa no, y sobre todo cuando en 1584 recibieron el bautismo el rey
gran número de sus súbditos. De esta manera se organizó una
1 u Sobre loa pumeroa jesuítas en Aneóla: KILOEK, en «Zeitsehr. Miss.» (1921) 6ss; SIMAR, TH.,
fatiqut mísn'onnire da PP. Cap. ¡tal. dans la royauma du Cunto, Angola... (Lovaina 1931).
956 •MI. DE LUTKUO A I,A PAZ DR WICSTPAUA
lore 1051): BESSE, L . . La Mission du Maduré (Trichinopolis 1914): CASTETS, ]., La Mission da
Maduré (Trich, 1924); BERTOAND, J., La M. du Maduré 4 vols. (l'arls 1847-1854).
C.I2. PROGRESO D 8 LA IGLESIA ltN LAS MISIONES 961
H l a jgusia j 31
962 P.II. DE LUTÜRO A LA PAZ D * WBSTFALIA
cerca del llamado Gran Mogol. Este hombre curioso, que dominaba
un imperio inmenso, manifestó deseos de convertirse al cristianismo,
y, efectivamente, en 1580 recibió en su corte una expedición dirigida
por el P. Rodolfo Aquaviva. Mas, pese a las atenciones que dispensó a.
sus visitantes, Akbar perseveró en el paganismo. Idéntico resultado
negativo obtuvo una segunda expedición (1591), realizada por los
PP. Leiton y Vega, y una tercera, en la que tomó parte el célebre
H.° Goes.
Para renovar el trabajo misionero y organizar en una forma más
eficiente los esfuerzos que en Oriente se realizaban, fué de extraordi-
naria importancia la actuación del P. Alejandro Valignano. Llegó a
la India en 1567, y, primero como visitador y luego como provincial,
infundió alientos en todas partes, renovó las actividades misionales y
dió nueva vida a toda la obra de los jesuítas en el Oriente. Indudable-"'
mente, Valignano fué una de las figuras más relevantes en las misiones '
orientales de fines del siglo xvi. Murió en 1606.
De la prosperidad relativa que alcanzaron las misiones de la India
son buenas pruebas los datos siguientes. Asi, en la isla de Goa, el
año 1606, se contaban unos treinta mil cristianos, y consta que en sus
proximidades se convirtieron algunos reyezuelos. En la Pesquería y
región de los paravas aumentó notablemente el número de cristianos,
los cuales, a principios del siglo xvii, se calculan en ciento treinta y
cinco mil. Por otro lado', por la activa colaboración del gobernador o
virrey Braganza, se dieron algunos pasos importantes, entre los que
es digno de notarse la evangelización de la isla de Salsette. Al fanatismo
del gobernador y sus agentes, que derribaban violentamente templos e
ídolos, respondieron los naturales con inusitada fiereza, que dió oca-
sión al martirio de los jesuítas Rodolfo Aquaviva y compañeros. Pero
al fin triunfó la fe, y a fines del siglo se contaban unos treinta y cinco
mil cristianos.
Como era natural, se fué completando la jerarquía. Así, en 1558,
la sede de Goa era elevada a metropolitana, después de independizarla
de Funchal, y se le añadían las dos sufragáneas de Cochln y Malaca.
A éstas se juntaban en 1576 la de Macao, en 1598 la de Funai, y en
1606 la de Meliapur.
De extraordinaria trascendencia para la India fué el ulterior des-
arrollo de los cristianos de Santo Tomás, que en número de unos ciento
cincuenta mil se extendían por la costa hasta Meliapur. Caldos en la
herejía nestoriana, dependían del patriarca nestoriano de Bagdad; pero
hacia el año 1577, el arzobispo Abraham, residente cerca de Cochin,
de quien dependían todos ellos, se habla declarado en favor de Roma,
si bien lo hacia por fines políticos, para obtener la protección de los
portugueses. En tan críticos momentos intervino el visitador, P. Valigna- •.
no, quien, por medio de misiones entre aquellos cristianos, procuraba j
atraerlos a la verdadera fe; pero la muerte del arzobispo Abraham j
amenazaba echar por tierra todos estos planes. Entonces, pues, la 4
intervención prudente y acertada del arzobispo de Goa, Meneses, ,j
completó la conversión. Desde 1590 trabajó pacientemente, y, siguiendo |
, g ? T) instrucciones de Clemente VIH, se celebró en 1599 el gran
smoao ae L>inmper¡ e n ^ q u e ^ confirmó definitivamente la reconcilia-
í)53
C.li. l'KOGRESO DIt LA IGLESIA EN LAS M I S I O N E S
Evangelio. Por otro lado, los jesuítas PP. Buzoni y Carvalho iniciaron
sus trabajos en Cochinchina en 1615, y los continuaron heroicamente
veinticuatro años, en los que se afirma que bautizaron a doce mil paga-
nos. Por su parte, el P. Alejandro de Rhodes llegó en 1624, donde á los
seis meses predicaba en la lengua indígena. Se reñeré que llegó a
convertir a doscientos bonzos y a una hermana del rey; pero en 1630
fué desterrado. En 1640 se calculaban en ochenta y dos mil los cris-
tianos de esta floreciente misión.
A Ceylán 24 llegaron los franciscano en 1517; pero la misión no se
afianzó hasta 1540, en que entraron otros seis, los cuales llegaron a
organizar un colegio para los indígenas y a convertir a uno de sus
reyes junto con el de Kandy. Después de 1626 la misión de Ceilán
aparece relativamente próspera.
En las Célebes aparecen los franciscanos con los primeros conquis-
tadores en 1525; pero hasta 1548 no parecen haber obtenido ningún
resultado. En esta fecha, según se refiere, el rey de Supa y gran .parte
de su pueblo recibieron el-bautismo. Hacia el año 1565 llegaron tam-
bién los jesuítas. Se refiere que el P. Magallanes bautizó a los reyes
de Ción y Manado, y el P. Mascarenhas al de Sanguin en 1568.
Asimismo se realizaron los primeros conatos en Borneo, adonde
llegaron en 1587 franciscanos de Manila. Igualmente consta que por
este tiempo entraron los primeros misioneros en Sumatra y Java.
Particularmente intensa fué la evangelización de las Molucas, don-
de se juntó gran número de comerciantes portugueses, algunos de los .
cuales realizaron una obra .de verdadero apostolado. De este modo se
obtuvo la conversión de-diversos jefes indígenas entre 1 5 1 8 y 1 5 3 1 .
Con San Francisco Javier la misión quedó robustecida, y siguió después
prósperamente bajo la dirección de los PP. Núñez, Castro y Beyra.
Hacia el año 1570 se calculaba en ochenta mil el núméro de los cris-
tianos.
Por otro lado evangelizaban los dominicos en Solor. En 1562 lle-
garon nuevos misioneros bajo la dirección del P. Antonio de la Curz
y dieron gran empuje a las conversiones. Poco después se hace subir a
cincuenta mil el número de cristianos. En la isla de Timor, según los
datos transmitidos, convirtió en 1555 el P. Antonio de Taveira cinco
mil. Por otro lado aparece el P. Simón Pacheco en Flores, donde se ,
inicia una próspera misión, que a principios del siglo xvii contaba
con veintisiete mil cristianos. Estas y otras misiones alcanzaron una
relativa prosperidad a medidados del siglo X V I I , en que la invasión
holandesa las destruyó casi por completo. •
2 . Misión de las Filipinas 2 3 .—El 1 6 de marzo de 1 5 2 0 llegó j
Magallanes a estas islas, que, por el dia en que se tortió posesión de j
ellas, se llamaron de San Lázaro. Hechas las paces con el principe
2 4 COUKTENAY, Le Christianisme en Ceylan (Parts igoo); SCHURHAMMER, G . , Y VORETZSCH, B, A » Í
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• • . cuestión de los ritos chinos, que se inició estos aAos, pertenece de llene al periodo
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C.li. l'KOGRESO DIt LA IGLESIA EN LAS M I S I O N E S í)53
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Zumdrraga, teólogo, «ditor, humanista e inquisidor. Documentos inéditos (Méjico 19S0).
C.I2. P R 0 G R B S 0 DK LA IGLESIA UN LA9 M I S I O N E S 979
1. Nueva
G r a n a d a 4 7 . — L a región denominada posteriormente
Nueva Granada comprendía dos territorios: el de la costa del norte
de la América del Sur, que c o r r e s p o n d e a la actual Venezuela, designa-
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Les Jésuit martyrs de la Nouvelle France (Paris 1927); FOUQUERAY, H., Les martyrs du Canada
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4 4 Véase toda la bibliografía general de la América española de la nota 35.
4 7 Además de las obras generales y LU de América o América española, véanse: PKHEYRA, C . ,
Historia de la Amér. Esp. IVs. (Madrid 1024s.); CIVEZZA, LEMMENS, ASTRAIN y otras obras sobre
las misiones de los diversos institutos religiosos. Asimismo: LODARES, B., LOS franciscanos Y ca-
puchinos en Venezuela 3 vols. (Caracas 1929-1931); ROZE, M . A . , Les Dominicains en Amérique
(Paris 187g); ZAMORA, A . , Historia de la provincia de San Antonio del Nuevo Reino de Granada
(Caraca» 1930); RODLEDO, G . , Las misiones franciscanas en Colombia (Bogotá 1950); NAVARRO, N . E.,
la F tilicos venezolanos (Caracas 1951); MORÓN, G . . LOS orígenes históricos de Venezue-
RI.<Í^"'S4): ELIAS DE TEJADA, F., El pensamiento político de los fundadores de Nueva Gra- '
\6¡4 (Bogotá 0 1 Í 8 **» 111 " 5 5 ) ; PACHECO, J. M . , Los Jesuítas en Colombio. I. 1567-
C.IJ. P R O G R E S O D E LA IGLESIA EN LAS M I S I O N E S 983
P. Pedro Claver (Zaragoza 16Í6); SANDOVAL, A . DE. Naturaleza, policía sagrada y profana,
costumbres, disciplina y catecismo evangélico de todos los etiopes (Sevilla 1627); ASTRAIN, A . , His-
toria de la Compañía de), en la Asistencia de España (magnifica temblanza del 8anto en ei t.J).'
VALTIERRA, A „ San Pedro Claver. El Santo aue libertó una raza. Su vida y su época (Bogotl 1954)1
ID., El esclavo de los esclavos, cd. popular (Bogoti 1954): SCHENK, I., Der Apostol einer rrnssen
Stadt. Petrus Claver (Ratbbona 1954); MATEOS, FR., Jesuítas españoles en Bolivia: <Eip. MIS.», 6
(1949) n o s ; LEONARD, O . DE, Bolivia. Land, people and institulions (Londres 1953).
Además de las obras generales, véanse: CALANCIIA, A . DE LA, Crónica maralizadora del
Orden de San Agustín en el Perú I (Barcelona 1639); MATEOS, F., Historia general de la Compañía
de Jesús en la Provincia del Perú. Crónica anónima de tíoo... 3 volt. (Madrid 1944); ID., Primera '
expedición de misioneros jesuítas al Perú (is6s-is68J: «Mistión Hiap.» 41 (1945) 108; VAROAI ;
UOARTI, R. S. L . , Concilios limenses (1551-1572) 3 volt. (Lima I95I-I954): VARGAS UCARTE, R - J
Historia del Perú. Virreinato (1. XVII) (Buenos Airea 1954); BELAÓNDE, V . A . , La evangeliza- ]
ción y la formación de la conciencia nacional en el Perú: «Bol. Inst, Riva-Agüero* (Lima) I ( 1 9 5 ' ' -1
>95>) 45s; MELLAFÍ, R., etc., Diego de Almagro (Santiago de Chile 1954); MACERA, P., Tres etapas j
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1 0 LETURIA, P. DE, Santo Toribio de Mogrovejo, el mds grande prelado y miiionero de AmérlfO
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Toribio, supremo conjunto de misioneros de Indias: ibid., 9 (1052) >411; ID., Santo Toribio A. Mo-
grovejo, natural de Mayorga (Vslladolid 1954); RODRICUEZ VALENCIA, V., Santo Toribio de Mo-
grovejo, organizador y apóstol de América 3 vols. (Madrid 1956-1957); ID., £1 patronato regio de
Indias y la Santa Sede en San Toribio de Mogrovejo f 1581-1606) (Roma 1957); REDONOO CA-
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GARCIA, C., Francisco de Carvajal o el genio de los Andes (Madrid IOS]); RAMÓN P'OI.CII, J. A .
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ESPINOSA PÓLIT, A . , Santa Mariana de Jesús... (Quito 1957), V
C.li. l'KOGRESO DIt LA IGLESIA EN LAS MISIONES í)53
merables veces aquellas misiones con los pies descalzos y una cruz en
la mano, supo defender a los indios con inusitada elocuencia y escribió
gramáticas y diccionarios para el aprendizaje de sus lenguas.
Desde Bahia, Pernambuco, Río de Janeiro y Sao Paulo fueron ex-
tendiéndose cada vez más hacia el interior y organizando multitud de
misiones entre las más variadas tribus de los rarios, karrigios, paraibos,
petigaros y otros muchos, y ya a principios del siglo XVII, entre los
tapoyas, aimuros y otros. En 1622 la misión del Brasil contaba con
180 jesuítas y muchos miles de cristianos.
Por su parte, los franciscanos renovaron sus esfuerzos misioneros,
de manera que a fines del siglo xvi poseían una buena misión en el
Brasil. En esta segunda fase de su actividad organizaron conventos en
Pernambuco (1585) y en Bahia (1587). De igual manera fueron multi-
plicando sus residencias, que a principios del siglo XVII compedan
con las de los jesuítas. Distinguióse, sobre todo, el lego Fr. Diego Pala-
cios, célebre por su eximia caridad, que le dió fama de santo.
CAPITULO XIII
I. P R E P A R A C I Ó N : ANTES DE TRENTO 2
¡ T ' ' - j Erasmus (Basilea 1928); PINEAU, J. B . , Erasme, sa pensée religieuse (París 1924): BATAIL-
BA, • J ' * E r a s m > España 2 vols. (Méjico 1951); MATÉU y LLOPIS. F., Juan Luis Vives, el ex-
P"riad u .- «Anal. Cult. Val.», 2 (1941) 2s; VIVES, L . , Tratado del socorro a los pobres. Trad. de
U ¿ w A 1 D t y VILAR (Valencia 1942); GRAT, P., Luis Vives como apologeta. T r a d . de J. M . M i -
Q " V*U.ICROSA (Madrid 1943): GORDON, J ..Juan L. Vives. Su época y su filoso fia (Madrid 1943):
-j™"». J. B., Criterio social de Luis Vives (Madrid 194Ó); URMENETA, F . DE, La doctrina psicoló-
y Pedagógica de Luis VIUSJ (Barcelona 1949).
992 P.II. DE LUTERO A LA TAZ DE WESTFALIA
del papa, frente al conciliábulo de Pisa de 1511. Pero donde rayó- más
alto su profundidad teológica fué en su Comentario a la Suma Teoló-
gica, que ha sido desde entonces considerado como fundamental y clá-
sico dentro de la escue.la tomista, y, por lo mismo, fué añadido recien-
temente a la «edición leonina» de las obras de Santo Tomás. Se cuentan
hasta-ochenta'y dos obras suyas de carácter tedlógico, a l i s que^debe
añadirse una serié importantísima de carácter filosófico! como Sobre
el ente y la.esencia; ya que Cayetano fué uno de los mejores conocedores'
de Aristóteles y su Metafísica.
-. A l nombre de Cayetano debemos añadir el de" Ambrosio Catarino
..(t.:%553), hombre de gran carrera en la corte pontificia y eminente teó-
logo, insigne representante de Iá ciencia teológica én sus nuevas ten-
dencias renovadoras. Escribió obras polémicas contra Lutero, y luego-
entró igualmente en contiendas contra Cayetano y contra los tomistas.
Aunque: defendió algunas ideas arriesgadas, dejó importantes obras de
gran contenido teológico.
' 'Pírilméi-os'-tontroversistas y polemistas 6 .—Entre tanto, acu-
ciados por las diatribas de algunos humanistas y contra las persistentes
acometidas de los protestantes, los teólogos y escolásticos católicos
iban salie'ndó a la palestra y formando el nuevo género literario y esco-
lástico de la polémica y controversia. Como era natural, el nuevo tipo
controversista católico se presenta en Alemania en lucha directa, cada
vez-más' eñóarnizáda, contra el luteranismo y las nuevas tendencias
ideológicas que él representaba. Estos escritos de controversia, muy
dignos de tenerse en cuenta como primer estadio del resurgir de las
ciencias-teológicas, han sido reunidos y publicados en la colección Cor-
pus Cdíholicbrum, fundada en Alemania por J. Greving y continuada
luego por A. Ehrhard y otros investigadores católicos.
Entré los principales controversistas alemanes de esta primera hora
citemos "a- J:de Hochstraaten (f 1527), dominico de Brabante, quien
compuso varios tratados contra los errores de Lutero, siendo uno de
los primeros en entrar en duelo literario con él; Juan Codeo 1552),
quien se'opüsó particularmente a Melanchton, refutando la confesión
de Augsburgo; Juan Gropper (f 1559) 7 , canciller de Colonia, quien se
manifestó decidido partidario de la reforma católica y luchó incansa-
blemente contra'lös innovadores. A éstos debemos añadir a Jerónimo
Emser (f 1527), Nicolás Herborn (f 1535) y otros varios; pero el que
merece más que ninguno nuestra consideración es el célebre Juan
Eck <1543)8; profesor de Ingolstadt y principal opositor de Lutero,
con quien se enfrentó personalmente én la disputa de Leipzig y a
quien superaba en habilidad dialéctica y en conocimientos de la ver-
* Ante todo véase HURTER, o.e. Sobre la obra de loa controversia tai en general víanse: POL-
**NA P., Die polemische "Methode der ersten Gegner der Reformation (193t); PAIÍLOT, N., Die
deutschen Dominikaner im Kampf gegen Luther (1518-1563) (t903): LAUCHERT, F., Die italieni-
fhen Gegner Luthers (1912): JEDIN, H., Die geschichtliche Bedeutung der kathol. Kontroversliteratur
5 " Zeitalter der Glaubensspaltung: «Hist. Jhb.», 53 (1933) 70s¡ POLMAN, P., L'iUment historitjue
*">» la Controllers« religieusedu XV!' siicle (Gembloux 1932).
7 Víanse: GULICK. W . VAN, Johannes Gropper (1303-59) (Frib. de Brisgovia 1906): EHSES, ST.,
r
Poppers Rechfertigungslehre auf dem Tridentinum: «Röm. Qschr.», 20 (1906).
' Pueden verse acerca de J. Eck: BRANDT, A . , J. Ecks Prädigttättgkeit an U. L. F. in fngols-
S!?4" ('5*5) (Münster 1914); GREVINO. }., Johannes Eck als junger gelehrter (Münster 1906):
O?'AUERTE, H., Die Busslehre des Jh. Eck (Münster I9I0)- Sobre otros opositores de Lutero:
PAI<". M , Johannes Cochlaeus... (Berlin 1906).
f . * de la Iglesia 3 82
B994 P.N. DE LUTERO A LA PAZ DR WSSTPALIA
f n particular: SOLANA, M „ LOS grandes eseoldsticos española di los siglos XVI y XVII (Ma-
drid 1928): PÍREZ GOYENA, Las escuelas teológicas apañólas: «Raz. y Fe», 65 (1923) S7s.2i5i.¡ GU-
TIÉRREZ, C . , Españoles en Trento (Volladolid 1954). . ""''
" Ante todo véase la exposición de GRARMANN, O.C. Asimismo: MARCH, J. M . , LOS manus-
critos uoticono» de los teólogos salmantinos del siglo XVI (Madrid 1930); BELTUAN DE HKHEDIA, V . ,
Las manuscritos de los teólogos de la escuela salmantina: «Cieñe. T o m . t , 22 (1930) II 3»7»>l CUER-
VO. J., Historiadora del convento de Son Esteban de Salamanca (1914); STEOMOLLER, F., Litera-
Ifmetch. der Salmantikersckule: «Theol. Rev.». 29 (1930) sss.i ESPERABÍ Y ARTEAOA, E., Histo-
nade la Uniimsidad de Salamanca 2 vols. (Salamanca 1914-1917); WALZ, A . , La polémica dome-
"tcana pretridentina (1318-1343): «Sopienz«», 9 (1956) 4¿9s<
Sobre Fr. de Vitoria: GETINO, I.. A . G . , El maestro Fr. Francisco de Vitoria y el renaci-
miento teológico del siglo XVI (Madrid 1910): BELTKAN DE HEREDIA, V . , Los manuscritos del maes-
yo Francisco de Vitoria (Madrid 1928); ID., Comentarios del maatto Francisco de Vitoria. O.P., a
" Secunda Secundae de Santo Tomds 3 vols.: «Bibl. T e o l . T o m . lísp.«. a-6 (1932-1935): STEOMÜL-
L *R. F., Francisco de Vitoria y la doctrina de la gracia en la escuela salmantina: «Bibl. Hist. Iíalm.»,
vol.10: BARCIA, C , Intemacionalistas españoles del siglo XVI: Francisco de Vitoria (Ma--
ttrW 1934): VILLOSLADA, R. O . , o.c.
996 P.II. DE I,UTERO A LA PAZ DE WESTPAL1A
concilio; Sobre el poder civil; Sobre las indios, y los Comentarios, re-
cientemente editados, sobre la Prima Secundae, etc.
Como discípulo predilecto y principal suyo debe ser considerado
su hermano de hábito Melchor Cano (f 1560) 1J , quien a su vez formó
escuela y fué padre y forjador de grandes figuras del tomismo, en el
que sobresale por su destacada personalidad y profundo talento y como
su principal exponente a mediados del siglo xvi. Distinguióse como
profesor de teología en Alcalá y Salamanca y como uno de los más
insignes teólogos españoles del concilio de Trento, donde, como teólo-
go del rey de España, desempeñó un papel de primera categoría. Por
otro lado, sobresalió como consejero de reyes, calificador de la Inquisi-
ción, escritor ascético y, sobre todo, como autor de tratados funda-
mentales de teología. Entre ellos sobresale su obra Sobre los lugares
teológicos, en la que pone la base de lo que hoy se llama Teología fun-
damental, examinando el valor de las pruebas empleadas en teología
e insistiendo en las pruebas históricas y positivas. Diríamos que es el
ideal de la armonía entre el humanismo y la teología. Cano dejó tam-
bién otras obras teológicas de gran envergadura, sobre todo sus Re-
lecciones sobre los sacramentos, etc., y el Comentario a la Secunda Secun-
dae de Santo Tomás.
Al lado de tan eminentes teólogos ocupan un puesto de honor otros
dos insignes dominicos, que constituyen igualmente la base de la es-
cuela tomista de Salamanca. Nos referimos a Domingo (f 1560) y Pedro
(t 1563) de Soto. El primero fué asimismo discípulo insigne de Vitoria
y durante muchos años profesor de filosofía en Alcalá y de teología
escolástica en Salamanca, asistió y se distinguió en el concilio de Trento
y alcanzó justa fama de hombre docto. De ello son clara prueba, ante
todo, su tratado clásico Sobre la justicia y el derecho, y no menos sus
Tres libros sobre la gracia al concilio Tridentino y un Comentario al libro
de las Sentencias. Por caminos muy distintos, se distinguió igualmente
Pedro de Soto, insigne teólogo y gran polemista. Acompañó como con-
fesor y consejero a Carlos V y participó en el célebre Interim de Augs-
burgo, fué profesor de teología en Oxford y asistió en 1563 al concilio
de Trento, donde murió. Entre sus obras son célebres particularmente
las Instituciones cristianas y la Defensa de la confesión cristiana, que lo
acreditan de excelente teólogo y controversista. Al lado de estas pri-
meras lumbreras se distinguieron, ya en estos primeros tiempos, algu-
nos otros, como Pedro de Sotomayor (1564).
Sobre Melchor Cano y otros grandes teólogos dominicos véanse: LAÑO, A-, Di* «LOD
Theologiri» des Melchor Cano und dis Methode des dogmat. Beuwises (Munich 1925): DIECKAMP, F.,
Melchioris Cani, O.P., de contritione et attrition« doctrina: «Xen. Thom.», 111,4231. (Roma I92j);
SANCHO, H., Domingo Soto y Alfonso de Castro: «Cieñe. Tom.», 12 (1920) 142».; BELTRAN D*
HEREDIA, V., El maestro Domingo Sato en la Universidad de Alcalá: ibid., 23 (1931, I) 3S7S. (r93t,
II) 2Ss.¡ ID., El maestro Domingo de Soto «n la controversia de Las Casas con Sepúlveda: ibid., 34
(•932) I77S.; CARIO, V . D., Las colaboradores de Vitoria. Domingo de Soto y el derecho de gentes
(Madrid 1930): ID., El maestro Fr. Pedro de Soto, O.P., y las controversias polltico-teolig. en «I
siglo XVII (Salamanca 1931); PEREÑA VICENTE, L . , Melchor Cano, discípulo de Francisco de Vi-
toria en derecho internacional: «Cieñe. Tom.», 82 (R95S) 4ÓJs.: POPÁN, F., Conexión de la historia
con la teología, según Melchor Cano: «Vcrd. Vida», 16 (1958) 7ti.1898:309».; RAHAIM, S., El valor
moral-vital del »De iustitia et iure» de Fr. Domingo de Soto (Granada 1954).
C.IJ. US CIENCIAS, AI, SERVICIO D E LA IGLESIA 997
.. , < Para tener una idea de conjunto, víase GRABMANN, O.C., y sobre cada uno de los autores
^au actividad literaria, véase HURTER, II. Asimismo pueden verse las obras ya citadas de SOLANA,
PÍREE GOYINA, JEDIN, STEOUÜLLER y otras semejantes.
1 7 Véanse sobre San Pedro Canisio: BRAUNSBERGER, O . , D. Ptlri Cam'iii epístolas el acia
• vols. (FriburRo de Br. 1896-1427): ID.. Pstnu Canisius j.«ed. (ibid., 1921); METZLER. J. B.. P«-
J f s Canisius, Deutschlands zweiter Apostel (Mitnchen-Gladbach 1925): BRODRICK, J., Saint Pelar
^unin'm, S.I. frj2i-U97,> (Londres I937)¡ STREICHER, F.. S. Petri Canisii Doct. Eccles.. Cate-
CNUNII fatini «t itermanici (Roma-Munich 1933); POLNITZ, G. FKR V„ Petrui Canúiuj u, Augsburg:
bayer. Landos.», 18 (19SS) 352«.
, * Sobre Gregorio de Valencia puede verse: HENTRICH, W . , Cregor von Valencia und der
"tnlinismus: «PNLL. Grenz»/»»... 4 y 5 (Imubruck 1928).
698 P.U. DK LUTBKO A LA L'A7. D Í WRSTÍAUA
tln . >n "Vatro D. Báñez en la Universidad de Salamanca: ibid.. 14 (1922, I) 64S y otras eon-
lo i , V El maestro D. Báñez y la Inquisición española: ibid., 28 (1928, I) 289A y otras contin-:
inid-, 0T doctrinal de las lecturas del Padre Báñez: ibid., 21 (1929, 0 . 60A; ID., Comentarios
22 « V a bercera Parte de Santo Tomás 3 vols. (Madrid i95l-'953>.
gie d. c- r e el P. Juan de Santo T o m á s : LAVAND, B „ lean de St. Tomas. Introducían i la théolo-
tn 1 Tilomas (París 1928). Víanse las últimaa ediciones del Cursu» Pbilosophicus, de Turln,
J (1930), y del Cursu» Theologicus, de París (i934" >-
1000 P.II. DE LUTBKO A U 1>A2 DK WLTSTFAUA
La ciencia eclesiástica del siglo xvi y primera mitad del xvn nos
ofrece igualmente multitud de obras exegéticas, canónicas o morales.
Pero en este punto debemos hacer una observación fundamental. Como
los campos no estaban todavía deslindados, era muy frecuente que un
mismo escritor se distinguiera como gran dogmático y gran exegeta
bíblico, como gran teólogo y gran moralista. Además, mientras, por
un lado, la moral era considerada como una parte de la teología, el
derecho canónico iba íntimamente unido con la moral.
1. Trabajos bíblicos 32 .—Frente a la insistencia de los innova-
dores de la Sagrada Biblia, los católicos procuraron estudiarla de un
modo más particular, con el objeto de poder presentar una interpreta-
ción más justa y auténtica de la palabra de Dios. Uno de los primeros
y más insignes trabaos realizados al principio del siglo xvi fué la
Biblia Poliglota de Alcalá, en cuya preparación y edición intervinieron
los más insignes humanistas y escriturarios de España. A esto debe
añadirse la publicación de gramáticas y diccionarios en hebreo, asi
como también introducciones a la Biblia, traducciones y ediciones del
texto original. En esto trabajaron, ante todo, el benedictino Francisco
Ritiz (t 1546) con sus 333 Reglas para entender las Sagradas Escrituras;
P. Antonio Beuter (t 1547). quien publicó \aa Anotaciones a la Sagrada
Escritura; el cistérciense Cipriano de' la HUerga (f 1 5 6 0 ) , quien nos
dejó una Isagoge a toda la Escritura; Sixto Senense, O.P. (f 15&9).
con su Biblioteca santa, excelente introducción metódica para el estu-
dio de la Sagrada Escritura; Martín de Cantalapiedra (f 1 5 7 9 ) . con
sus Regios para entender la Sagrada Escritura; Francisco Lucas de Bru-
jas (f 1 6 1 9 ) , quien compuso las Anotaciones a la Biblia Sagrada y otros
. 5 1 Además de las obras generales, víanse sobre los trabajos exegéticos: URRIZA, J.. La pre-
clara Facultad de Artes y Filoso/la de la Universidad de Alcalá en el siglo de oro (1509-1621) (Ma-
drid 1941); BERGER, S.. La Bible au X V / si*!« (París l«79)I VACCARI, A . , Historia exegeseos, en
¿ijtitutioneí BÍBLICA« scholis accommodatae I (Roma 1929); CORNELY-MERIC, /ntreducttonú in
Scripturae libros sacros campendium (Parla 1929) p.293».
1006 P.II. Olí LVTKRO A XA PAZ DE WESTFAUA
PonÜ1'!?*00, M" ^Muelas de esprr. y Ejercicios espirituales: «Rev. Espir.t, 15 (1956) 409s.
L'Zni R ' Th' 1 P , r ' t °f the Spanish mystis (Londres 1958); BKÎMOND. H., La conquête mystique.
¡¡'française. II. Charles de Condren. Jean-Jacques Olier. Le Pire Eudes .. (Paris 1959).
°bra JJH / escritores franciscanos de ascética y mística da principios del aislo xvi véase la
«Uos. 0 5 franciscanoi españoles 3 vols, en la B A C (Madrid 1048-1949). Sobre algunos de
lo. ¿ V Particular: Ros, F. DE. Un maître de Sainte Thérèse. Le Père François d'Osuna (Paris 1937);
JuànH , ' Bernardin de Laredo, un inspirateur de Sainte Thérése (Paris 1948); TORRO, A . , Fray
3« , Angele, (Madrid 1927).
1 , FLLO<J. ' 0 vie et ses traités ascétiques, por los benedictinos da Wlsquss, I ( Parla 1927);
w., Ludovici Bloiii monwtíca (Padua 1927).
LÓIÓ R.LL. T)B LUTKHO A LA PAZ DE WESTÍALJA
selecta de Fr. Luis de Granada: B A C , n.ao, a.*ed. (Madrid 1952); OZCHOLIN, R . - L . , Louis de -S
Grinade, ou rencontre avec Dieu (Par!« 1954). . ||
] * L a s obras del Beato Avila han sido frecuentemente publicadas. Recomendamos estas edi- j |
d o n e s : Obrm espirituales del Beato Avila 2 vols. (Madrid 1942); SALA BALUST, L . , Obrar compt*" m
tas... con amplia biografía y bibliografía, en la B A C , hasta ahora dos vols. (falta el III) (M**tá|
drid 1952-1953). Pueden verse además: VILLOSLADA, R. G . , Sermones inéditos del Beato Juan
Avila,' «Est. Ecles.», 19 (1945) 423s; GERARDO DE SAN JUAN DE LA CRUZ, Vida del Beato JuanJ^M
Avila (Toledo 1915); CASTAN LACOMA, L . , Un gran pedagogo español en el siglo XVI, el Maestro iM
Juan de Avila: «Rev. Esp. Ped.», 15 (1957) 296S. SE
" Sobre Santo Tamds de Villanueva víanse en particular: Obrai de Santo Tomds de ViltanueVtlgSi
B A C , 96 ( M a d r i d 1952). <4
C.I3- LAS « U N C I A S , Al, S E R V I C I O DK I,A IGI.KSIA 1011
DE JESÚS, El misticismo de Fr. Luis de León: «Rev. Esp.», 1 (1942) 30«; VOSSLER, Luis de León
(1943); Obras completas castellanas, ed. de FRAY FÉLIX GARCIA, en B A C , 2.*ed. (Madrid 1951).
4 1 Sobre la Compaftla de Jesús en general. Víase la bibliografía de p.820. Además pueden
verse las obras citadas en la hóta precedente. Sobre San Ignacio en general y sobre los Ejercicios,
véanse p.821 y las notas correspondientes. E n particular: Exercitia spiritualia, ed. crit. en «Mon.
™st. S. I.: Mon. Ignat.», ser.II (Madrid 1919); Obras completas de San Ignacio de Loyola, ed. de
los PP. DALMASES e IPARRACUIRRE, en B A C , 85 (Madrid 1952). Entre las más recientes publica-
ciones pueden v e n e : MALDONADO DE GUEVARA. F , , Lo ficticio y lo antificticio en el pensamiento de
oan Ignacio de Loyola y otros estudios (Granada 1954); IPARRACUIRRE, I., Historia de los Ejercicios
d* San Ignacio de Loyola 2 vols. (Roma 1955): GONZÁLEZ HERNÁNDEZ, L . , El primer tiempo de
'lección según San Ignacio (Madrid 1956); R o y , L . , Faut-il chercher consolation dans la trie sphi-
pelte? S . Ignace de Loyola el S. Jean de la Croix: «Scienc. icd.». 8 (1956) 109S; HERNANDEZ, E.,
¡ f elección de los Ejercicios de San Ignacio: «Mise. C o m » , 25 0956) i ' S s ; LARRARAOA, V., Tres
¡¡•eos claves de la espiritualidad ignaciana a través de su libro de los Ejercicios: «Mica. Com.», Ibid.,
¡ ¿ J ' ; GRANERO, J. M - , ¡Sentir can la Iglesia». Ambientación histórica de unas famosas reglas:
'«A., 203S; HAUSSERN, J.-M., L'originalitd des Exercices spirituels ignatieru: «Rev. Ase. Myst.»,
. / , ! . ' ' 5 8 ) JOIS; IPARRACUIRRE, I., Espíritu de San Ignacio de Loyola: «Espiritualidad Ignac.»,
1 (Bilbao 1958).
2 Sobre algunos escritores ascéticos y místicos jesuítas pueden verse: ABAD, C . M . , Doctrl-
mística del V. P. Luis de la Puente: «F-st. Edes.t, 4 (1925) 43s y 251S; P o r r i l R , M . . La vie et
1012 L'.U. DS [.UTERO A LA PAZ DE WESTTAUA
verse: GABKIIL DB JSIÓ», Vida gráfica de Santa Teresa de Jesús 3 vola. (Madrid 1929-1933); SA-
VIQNOL. M . J „ Saint« Thérist de Jésus. Sa vie, son iprit, ton oeuvre (TOUIOUK 1936); CaitóaoNO
DB J. SACRAMENTADO, Doctrina de Santa Teresa de Jesús (Madrid 1924); JUVIONV, P. DE, Saint'
Tbérise A Férole du Chrift (P*rli ,1949); CAITRO, F . M . , Santa Terna de Jesús. Rasgos de «u vida
C.1J. LAS CIENCIAS, Al SERVICIO DB LA IGLESIA 1013
Jean de la Croix (Brujas 1929); BRUNO OE JÉSUS MARIS, Saint Jean de la Croix (Paris 1930); SAN-
°OVAL, A . DE, San Juan de la Cruz. El santo, el doctor místico, ei poeta (Madrid 194a): .GABRIEL
ÇJ SANTA MARÍA-MAGDALENA, San Ciovarmi della Croce, dir et tore spirituale (Florencia 1942);
CHANUEBOIS, H., Portrait de Saint Jean de la Croix (París 1948); MARTIN, H „ Le thème de la par-
faite alliance de grâce dans St. Jean de la Croix (Paris 1954): JESÚS MARIA, J. DE, Le amará tanto
como es amada.'Estudio positivo sobre •la igualdad de amor* del dlma con Dios en las obras de San
Juan de la C r u z : «El Carm.i, 6 (1955) 3s: SPECKER, E., Johannes von Kreuz, Lehret der Mystik...
(Staus 1957) ¡ GACKAC, P., S . Jean de la Croix, dans son voyage au bout de la nuit (Parla 1958).
4 1 Sobre otros autores carmelitas y la escuela carmelitana en general, véanse: CRISÓOONO
DAGENS, ]., Bérulle et les origines de la restauraron catholUiue (tS73-6ii) (ParIs 1952). • <
4 1 Ante todo véanse las obras generales, en particular la síntesis de GRABMANN. A s h n i s « ^
pueden verse las que se refieren a loa principale» representantes de las ciencias históricas de e l ,
periodo. ''¡J
C.L.V LAS CIENCIAS, AL S É ¿ \ ' I C I 0 DE LA IGLESIA ÍÓ15
1907); JLAKMMEX, H . , De Caesaris Baronii litterarum commercio diatriba (Friburgo de Br. 1903)!
Guare Baronio. Scritti vari nei terzo centenario delta tua morte (con divenos trabajo), entre lo»
cuales se encuentran los de A . RATTI y G . MERCATI) (Roma 1911).
C.1J. LAS CIENCIAS, Al SERVICIO DB LA IGLESIA 1017
París 1910); GALTIER, ?.. Petau et la préface de ton »De Trinítate»: »Rech. Scienc. relis.», 21
1931) 462s; MARTIN, J., Thomaiin (Paris 1910).
s t Puede verse en particular GRAIMANN. Asimismo algunas historias de loa dogmas: HAR-
NACK, A . , Lehrbuch der Dagmengach. (Friburgo de Br. 1886s); SEEBERO, K.. Lehrbuch der Dog-
mengesch. 4 vols., 4.»ed. (Basilea 1953-1954); SCHWANE, )., Dugmcngeschichte (1862a); T i X í -
KOMT, J., Histoire da dogmes 3 vols., i t . ' e d . (Paris 1930).
C.1J. LAS CIENCIAS, AL SEKVIC10 DU LA IGLItSIA 1019
CAPITULO XIV
T h . Cath.», y PASTOR, L. VON, Historia de los papas, trad. esp., vol.18». En particular: JAN-
SHN, F, J., Baius el le balanisme (Lovaina 19.10); ALVARO, ]., Sobrenaturalismo y pecado original en
Bayo: «Rev. Esp. Teol.», TA (195a) 33: LSIJL, E. VAN. Les censures des Universités d'Alcalá et de
Salamanca et la censure du pape Pie V-contrs Michel Baius (1565-67): «Rev. Hist, Eccl.», 48
(1953) 719»; ROCA, M,, Documentos inéditos en torno a Miguel Bayo, i j é o - r j í j ; «Anthol. Amma*,
• (>9S3) 303-476; lo., Las censuras de las Universidades de Alcalá y de Salamanca a las proposi-
C. 14- MOVIMIENTOS HETERODOXOS Y CONTROVERSIAS 1021
Geich, der Universität Wittenberg (1917); LEUBE, H.. Die Reformideen in der deutschen lutherischen
Kirche zur Zeit der Orthodoxie (1924); PREGER, W . , M . Flacius Illyricus und seine Zeit 2 vols.-
(1839-1861); MÜLLER, N., Melanchthons letzt« lebenstage (1910); ENOELLAND, H.. Melanch-
thons Glauben und Handeln (193O; Luthers Werke, Weimarer krit. Gesamtausgabe 93 vols. (1883s);
DENITLE, H., Luther und Luthertum 2 vols. (I904)-I909); GRISAR. H., M. Luther 3 vols. (Fri-
burgo de JBr. 1924-192:); ID., Luthers Leben und sein Werk 2.*ed. (1927); PAQUIER, L . , articulo
M . Luther: «Dict. T h . Cath.»; CLAYTON, J., Luther and his Work (Milwaukee 1937); DRU-
MOND, A . L . , German Protestantism since Luther (Londres 1951); ELERT, W . , Morphologie des
Luthertums 2 vols. (Munich 19:2-1953): ZEEOEN, E. W . , Luther und die Reformation im Urteil
des deutschen Luthertums 2 vols. (1950-52): NELSON, J. R., The realm 0f redemption. Studies in
t he doctrine of the na ture 0 f th« Church in contemporary Protestant theology (Londres 1951): HER-
MANN, R., Zum evangelischen Begriff u>n der Kirche: »Z. syst. Theo!.», 21 (1950) 3s; BENZ. E.»
Bischofsamt und apostolische Sukzession im deutschen Protestantismus (Stuttgart 1953).
C. 14- MOVIMIENTOS H E T E R O D O X O S Y CONTROVERSIAS 1029
•obre el protestantismo, pueden verse, ante todo, la alnteais da CRIVELLI, 63« y 174a; instituí»
Christianae Religionis, hanne Calvino auclore (1580); NIEMEVER, H. A., Collectio Confessionum
in Ecclesiis Reformatls publicatarum (Leipzig 1840): SOULIER, Histoire du Calvinism (París 168O;
GOYAU, G „ Une ville Église. Cenive a vols. (París 1919); HOUGHTON, L . S., Handbooh af French
and Belgian Prottstantlsm (Nueva York 1919); VIENOT, ]., Histoire de la Rifarme franfaise (Pa-
rís 1926)1 Protestantisme franeaii, E d i t du Cerf. (Juviai 193$).
C.14- MOVIMIENTOS HETERODOXOS V CONTROVERSIAS 1031
ofthetarly Puntan» (Londres i8so)¡ ID., Th« history of the Later Puntan» (Londres 1852); O » LEV
WAXEMAN, H., The Church and the Puritans (Londres 1902); SELBIE, W . B., Non-Confomily.
Jtt origin and progress (Londres 1905); HENSLEV HENSON. H „ Puritanijm in England (Londres
1912); FLYNN, J. S., The influertce of Puritanism in th* política! and religious Thought of the En-
glish (Londres 1920); SCHMIDT, M . , Eigenart und Bedeutung der Eschatologie im englischen Puri-
tanúmus: «Theol. Viator.», 4 (1952) 205S.
1 1 Sobre los presbiterianos véase, ante todo, CKIVELLI, 161. Además: BAYNE, P., THE /re*
Church of Scotland (Edimburgo 1893); TAYLO« INNES, A . , The Law of Cree In Scotland (Edim-
burgo 1902); LAÑO, A . , John Knox and the Reformalion (Londres 1905): RALEICH, T . , Annali
of the Church of Scotland (Londres 1921); OOILVIE, J. N . . The Presbiterian Churches of Cristen-
dom (Londres 1925); DICXINSON, W . C.,/ohn Knox and Scottish Presbyterianism (Londres 19S2):
HENDERSON, G . D., The claims of the Church of Scotland (Londres 1951).
' » Puede verse CRIVELI.I, 663. Además: WADDINCTON, J., Congregational history 4 vols.
(Londres 1880); CURTÍS, W . A . , A history ofCreeds and Confessions of Faith (Edimburgo 1911);
DALE, R . W . , History of Engiish Congregationalism (Londres 1907); DUNNINO. A . E., Congre-
gationolism in America (Nueva York 1894); SELBIE, W . B., Congregationalism (Londres 1937).
1 9 Ante todo véase CRIVELLI, i8ss. Asimismo: CANTÚ, C . , Cli eretici d'Italia 3 vols. (Turln
1865-1866); WILBUR, E. M . , Faiului Socinus. A n estímate ofhis Life and ¡nfluence (Parfs 1893);
SBARBARO, P., Da Sociño a Mazzini (Roma 1886); WENDTE, C . W . , 1 nostri Riformatori. Fausto
* Leíio Socino (Florencia): PIOLI, G . , Fausto Socino. Vita, opere, fortuna. Contributo alia storia
del liberalismo religioso moderno (MOdena 1952).
1032 P.IX. DE LUTKKO A LA PAZ DE WESTKAUA
1 ' i.
CAPITULO XV
' Víanse las-obras generales. En particular: W & U U N , H.. Rsnnissan» und Btsroch in ¡ta-
Hen 4.«ed. (1926); SCHUSRINO, P., Die Kunst der Hochrenaissance (1926); GIOVANNONI. L a r c h i -
tettura del Rinasdmento (Milln 193$); S c o r r . G . , The architedure 0/humanism (Londres 1924)1
BURCKHAROT, J „ La cultura del Renacimiento..., trad. por J. RUBIÓ (Madrid 1941); WITTOWKR, R „
Architectural principies in the age of humanism (Londres 1949): Do» SANTOS, R., O estilo monus-
•mo (Lisboa 1952): GOL7.IO, V . , II Seicento e ¡I Setecento: «Hist. umv. del Arte», vol.5 (Turln
•955): II Seicento Europeo (Roma 1957). _ _ , , ' ,.
, 2 S o b r e la literatura o poesía d e este periodo e n g e n e r a l : MÜLI.ER, G . , Cesch. des religiisen
Liedej im Zeitalter dn Barrncks (1927): BAUMGARTNÍR. A . , Cesch. der Weltliteratur 6 vols. (1911).
V í a n s e e n p a r t i c u l a r las obras generales d e c a d a territorio.
B1038 P.n. DE LUTERO A LA PAZ DR WSSTPALIA
Luis de Granada, Luis de León, Fr. Juan de los Angeles, Santa Teresa
de Jesús, San Juan de la Cruz, Alonso Cabrera, Malón de Chaide, los
PP. Ribadeneira, La Puente, La Palma, Rodríguez y otros escritores
ascéticos, son joyas preciosas de las bellas letras españolas y del arte
literario religioso de España. Algo semejante podemos decir de los
escritores ascéticos franceses cardenal Bérulle, J. J. Olier y, sobre todo,
San Francisco de Sales.
Pero, además de estos escritores católicos, que con sus obras ascé-
ticas constituyen una parte importantísima del arte literario religioso
de este tiempo, debemos notar otros muchos que cultivaron la litera-
tura o la poesía religiosa en este período. Y, ante todo, Italia mantuvo
dignamente el nivel de su literatura religiosa, con un Miguel Angel
(t 1564) grande como arquitecto, como escultor y como poeta, sobre
todo por sus sonetos; pero el gran poeta italiano del siglo xvi es Tor-
cuato Tasso (t 1595). el cual, en su célebre epopeya La Jerusalén libertada,
inmortalizó los héroes de las cruzadas, mereciendo ser coronado solem-
nemente en el Capitolio como el más inspirado poeta de su tiempo.
Además son dignos de mención el erudito filólogo Bemardino Baldi
(f 1617), de quien se conservan excelentes obras poéticas; la gran
poetisa Victoria Colonna (f 1547), el Góngora italiano Juan Bautista
Marino (t 1625) y otros.
En Francia, durante las guerras religiosas, languideció notable-
mente la antigua inspiración de los poetas cristianos; sin embargo, se
distinguió Pedro Ronsard (f 1585), de sentimientos sinceramente cató-
licos, espíritu clasicista y gran amante de la tradición religiosa y lite-
raria de Francia, iniciador de La Pleiade con Joaquín de Bellay (f 1560).
Por otro lado sobresalieron Guillermo Du Vair (f 1621), orador, y Mi-
guel Montaigne (f 1592), filósofo y pedagogo. Aunque sincero católico,
Montaigne, en sus admirables Ensayos, dió muestras de escepticismo
y naturalismo. Añadamos todavía al gran dramaturgo Pedro Corneille
(t 1684). El nuevo apogeo de la literatura religiosa comienza con el
siglo xvii, y tuvo como principal impulsor y mecenas al cardenal Ri-
chelieu. A ello contribuyó eficazmente la fundación de la Academia
Francesa, obra de Richelieu, quien de este modo elevaba la lengua fran-
cesa al mismo rango de la latina 3.
En la literatura de Alemania, no obstante las revoluciones religio-
sas, podemos observar excelentes impulsos, principalmente después de
iniciada la renovación católica y el movimiento general barroco. La
poesía religiosa de la segunda mitad del siglo xvi aparece dominada
por el espíritu polémico y aun por la sátira. Célebre como gran satírico
fué el protestante Juan Fischart (f 1591), que alcanzó fama mundial.
Y a en el siglo X V I I , al lado de los más celebrados literatos a l e m a n e s
protestantes sobresalieron: el jesuíta Federico Spee von Langenfeld
(t 1635), con una excelente colección de cantos y otras obras poéticas,'
Juan Scheffler (Angelus Silesius, t 1677), Jacobo Balde, S.I. (f 1668),
1 He aquí algunas obras sobre ta literatura italiana y frene«« de este periodo: KLEMPERER, V . ;
HATZFELD, H., V NEUBERT, Die romanischen Literaturen ton der Renaissance bis «ur franzSssischai
Revolution (1928); THODE, H . , Michelangelo und das Ende der Renaissance 5 vols. (1902-19 08 }'
STRINMAMW. E., Michelangelo im Spiegel seiner Zeit (Roma 1930): MAKOWSKI, H . , Michelangelo
(194*); SANDBEROH* A . . Orlando di Lasso und die geistigen Strömungen seiner Zeit (¡926); BRAV, R "
La formation de la doctrine closrtpje «n France (Paris 1927).
C.I5. LAS ARTES, AL S E R V I C I O DE LA IGLESIA 1039
* Sobre la literatura religiosa alemana pueden verse: FABER DU FAUX, C . v., Deutsch« Barock-
•yrih EIN« A w u u h l aus der Zeit von ¡630 bis 1730 (1936); SOMMERFELD, M . , Deutsche BarocUyrih
J^ED. (1934); ERMATTOCES, E., Barock und Rokoko m der deutschen Dichtung a.*ed. (1928);
T-YSARS, H . , Deutsche Barockdichtung (1924); BAUMKER, W . , Das katholische deutsche Kirchenlied
? VOLS. (1886-1911): FLEMMINC, W „ Gesch. des Jesuitentheaters in den Lindem deutscher Zunge
" 9 * 3 ) ; ID., Deutsche Kultur im Zeitalter des Barocks (1937); MÜLLER. J., Das Jesuitendrama in
iL?Pdem deutscher Zunge 0sss-t66jj 2 vols. (1930).
Véanse en particular sobre la literatura española: SCHWERINC, J.. Literarisch« Beziehungen
IRISCHEN Spanien und Deutschland (1902): CASIRO, A-, Cervantes (Paris 1931); BouviEk, R.,
y"f<*do (Paris 1930); VOSSLER, K . . Lope de Vega und sein Zeitalter (193a); PFANDL, L . , Historia
ta literatura nac. españ. en la Edad de Oro. trad. por JORGE RUBIÓ. B. (Barcelona 1933); VAL-
I?. 1 *».PRAT, A . , Historia de la literatura española 2 vols. (Barcelona 1937); D1A2-PLAJA, G . , -
"torta general de las literaturas hispánicas 4 vola. (Barcelona 1949-1557)-
1040 P.II. Dlí I.UT1IRO A LA PAi Dli WESTPALIA
Por esto, el concilio de Trento se quejó de este abuso y dió algunas
prescripciones para evitarlo. En general predominaba la tendencia de
muchos a simplificar el canto y volver a la sencillez primitiva. Incluso
se llegó a pensar en suprimir el canto en la Iglesia 6 .
La entrada en escena de Juan Pierluigi, llamado comúnmente Pa-
lestrina por su patria, con sus incomparables composiciones polifó-
nicas, que hicieron célebre la «capella Giulia», reconciliaron de nuevo
al público serio con este género de música, y desde entonces fué cul-
tivado con cierta predilección. Sus piezas maestras son la Misa del
papa Marcelo y los Improperios del Viernes Santo.
Al mismo tiempo que Palestrina, se distinguieron: Juan Animuc-
cia (f 1571), quien compuso himnos y motetes y se hizo célebre por
las laudes espirituales, compuestas para el Oratorio de San Felipe Neri,
con lo que se dió principio a los llamados Oratorios; asimismo, entre
los sucesores y discípulos de Palestrina, Juan Nanini (f 1607), quien
le sucedió en 1571 en Santa Maria la Mayor y luego en la Capilla Sixti-
na. Entre los españoles, baste citar al célebre Tomás Luis de Victoria
(t 1608), que emuló la gloria y el estilo de Palestrina.
2, Arte grecorromano 7 .—Mucho más que en las bellas letras
aparece el espíritu y renovación religiosa de la época en la pintura,
escultura y arquitectura, por las cuales podemos afirmar que, en el
siglo xvi y primera mitad del XVII, las artes estuvieron de lleno al ser-
vicio de la religión y de la Iglesia.
Asi aparece, en primer lugar, en el siglo xvi en el extraordinario
florecimiento del estilo llamado por muchos grecorromano, que es el
mismo del Renacimiento, que en la arquitectura y escultura toma unas
formas severas de procedencia clásica y que a su vez constituye la base
del barroco. De hecho, sobre todo en Italia y en España, este estilo gre-
corromano dejó abundantes y excelentes modelos.
* WEINUANN, K., Dai Konzil von Trtait und dtt Kirchenmusik (1919): KELLERE*, K . O . ,
Polntrina (1930); ID., Cjundxügt dtr Ctih. der kathol. Kirchenmusik (1929).
7 Ademis de lai obres g e n e r a l a sobre el Renacimiento, véanse las que tratan »obre el rena-
clmiento en la pintura, etc., o las historias del arte o de la pintura. En particular pueden consul-
t a n e : MUNZ, E., Histoire dt l'art pendant la Renaissance 3 voi«. (Paris 1888-1895): BODE, W . ,
Die Italienische Plasth a.*ed. (1902): PHILIPP:, A . , Die Kunst der Renaissance m Italien 2*.ed.,
2 voli. (190S); VENTURI, A . , Storia dell'art« italiana IV-IX (Florencia 1905-1928): MARLE. R. VAN,
The development of the italian Schools of pam lini 10 voli. (La Hsya 1923-1928); FREY, D., Gotik
und Renaissance. Grundlage der modernen Weltanschauung (1929); PAATZ, W., Die Kunst der
Renaissance in Italien (Zürich 1953); Bovi, A . , Leonardo, filosofo, artista uomo (MilAn 1952);
RAYNAL, M., Histoire ae la peinture modern« 3 voli. (Ginebra 1940-51). Entre las historias gene-
rale» del arte o del arte cristiano, notsmo«: DEHIO. G.-BEZOLD, G . VON, Die hirdilidi« Baukunst
des Abendlandes 1 voli. (1884-1901); KUHN, A . , Allgemeine Kunstgeschichte 3 volt, en 6 p. (1891-
1909); KRAUS, F. J., Gesch. dtr ehr. Kunst, contin. por J. SAUBR, 2 voi«. (1895-1908); MICHEL, A . ,
Histoire de l'art drpuis Iti premiers tempi chrét. 8 vols. (Paris 1905-1925): WOERMANN, C . , Gesch.
der Kunst aller Zeiten und Völker 6 vols. (1915-1922); COSSIO-PIJOAN, }., Summa ArriJ. Historia ge-
neral del arte 15 vols. (Madrid 1944-1956); Lei grandi sMes de la peinture 11 vols. (Ginebra 1953s);
RAYNAL, M., etc., Histoire de la peinture moderne 3 vols, (Ginebra 1949-51): COIILTON, G . G . ,
Art and the Reformations 2.* ed. (Cambridge 1053) : VICHARD, }.. L'art sacri moderne: Col. «Art
et pays» (Paris 1953): CARLI, E.-DELL'ACQUA, G . A . . Profilo dell'arte italiana 2 vols. II. Dal
Quatrocento al nostri giorni (Bércamo 1954-1955): WBIOERT, H., Geschichte der europäischen
Kunst 3.*ed. (Stuttgart 1955); CHAITEL, A . , L'art Italien 2 vols. (Paris 1956); VENTURI, L., Le
XVI sMe: De Léonard au Greco...: «Les grands slteles de le peint.» (Ginebra, Skira 1956); VEN-
TURI, L., Raffaello (Milln 1952); COMANDÌ, G . B., L'opera di Andrea del Sarto (Palermo 1952);
LÜDECKE, H., Leonardo da Vinci. Der Künslher und seine Zeil (Berlin 1952); PILLA, D., Leonardo
da Vinci (Alba 1952); FLOIIA, F . . Leonardo (Milän 1953); HRYDCNREICII. L . H., Leonardo da
Vinci i vols. (Basilea 1954); DELL ACQUA, G . A . , Tiziano: »I sommi dell'arte ¡tal.» (MilAn I95S)I
CZCCHI, D . , Tiziano (Mil An 1955); CjNuiu» C.» cte»» Guido Rtni. Saggio introduttivo di G> O«
(FI or enei» 1955).
C.15- US A R t f i S , AL S K R V i c i o DI! LA" IGLESIA 1041
°bras maravillosas del arte escultural. Así, ante todo, debemos notar
a 'gunos discípulos de Miguel Angel, como Bon; Bartolomé Ordóñez
1044 IUI". Uï LUTEkO A LA PAZ O S WESTPALIA
* Víanse las obras generalea y las especiales sobre él arte barroco. En particular: j
GUEL, G . , Barroco (París 1914): RIECL, A . , Die Entstehung der Barrockhunst in Rom 2.»ed. (1923); j
BRINCKUANN, A . E.. Die Kunst des Sarrod» und Rokokos (1924): MALE. Die Kunst des Barrocks j
in Italien, Frankreich, Deutschland und Spanien 2.*ed. (1929); ID., L'art religieux après le concil' J
de Trente (Paris 1932); LANG, L . , Was ist Barock? 2.*ed. (1924}; WEISBACH. W., Et barroco, i
arte de la Contrarreforma (Madrid 1942); WEINCARTNER, J., Der Geist des Barrocks (1925): R* Y * 1
NOLD, G. DE, Le baroque et la renaissance catholique: »Hommage aux cathol. suisses» (Friburgo I954J J
P.353S; TAPIÉ, V . L . , Baroque et classicisme: «Civilis, d'hier et d'houj.» (Paris 19S7). J
î
J' C.1S. US AKTKS, AL SKKVICIO DK LA IULBSIA — 1045
fc- . . . "
6 X esta prodigalidad o e x u b e r a n c i a d e o r n a m e n t a c i ó n se Añide el mo-
I,, ciento en las obras escultóricas y la pintura y cierto amaneramiento,
É aue posteriormente se fué exagerando.
¥ Como otros estilos, también el barroco hizo.su primera.aparición
¡f en Italia, y particularmente en Roma 'O. Ya en los arquitectos suceso-
t' res de Miguel Angel, es decir, • Algardi (f-1654) y Petíf5 Bernini
f (f 1629), a fines del siglo xvi y'principios del xvn aparece la^endencia,
jjr característica del barroco, de incrementar la ornamentaciófíTAsí se ve
f en las iglesias de Roma del Gesu y de San Andrea della Valle, en el
palacio Barberini y en otros monumentos. Por esto poderftós conside-
rar a Vignola como el primer artista del barracó) Por otrcrfado, con-
• viene observar que el barroco italiano mantuvo siempre una relativa
- sobriedad, sobre todo comparado con el español y el alemán. As( lo
ll manifiestan los monumentos clásicos del barroco en Roma, -el palacio
de la Consulta, el palacio de Montecitorio y, en general, todas las obras
I de Lorenzo Bernini y de Borromini.
I En esta forma desplegaron su actividad los grandes máestros del
!, barroco italiano: Carlos Maderno (f 1629), que fué quien planeó la
j!jr,. última parte de la basílica de San Pedro, trazó el proyecto de la facha-
f da y realizó otras muchas obras; Francisco Borromini (f 1^67), cons-
i' -tructor de la iglesia de Santa Inés, en la plaza Navona, considerado como
el gran maestro del barroco. Asimismo, Alguarini y el jesuíta Andrés
Pozzo (f 1709). Pero el arquitecto más celebrado del barroco italiano - •
r es, indudablemente, Lorenzo Bernini (f 1680). A él se debe, en primer
lugar, la terminación y decoración definitiva de la basílica de San Pe-
; dro, con su célebre gloria, el baldaquino, su gran fachada y la plaza
' de las columnas. Asimismo Boh obras suyas las célebres fuentes de la
" plaza Navona, del Tritón y otras.
Al mismo tiempo, el arte barroco se desarrollaba en otros territo-
. ríos, tomando en algunos de ellos especiales modalidades. Así lo ob-
servamos particularmente en Francia, donde, a lo largo del'siglo xvn,
• «e fué formando el llamado estilo de Luis XIV. Una de sus primeras
producciones fué el palacio de Louvre, donde, en tiempo de Enrique IV,
el palacio ya existente fué ampliado con la grandiosidad y severa or-
{lamentación barroca que aún hoy día podemos admirar. Poco después,
Luis XIII mandó construir el palacio de Versalles, que Luis XIV com-
•>. • pletó a mediados del siglo xvn. Para ello fué llamado de Italia Lorenzo
Bernini, quien perfeccionó los planos de la obra, que constituye una
. las mejores del barroco francés 1 1 .
Entre los demás monumentos franceses en estilo barroco pueden
notarse: el palacio de Luxemburgo, la puerta de San Dionisio y algu-
nos otros, en los que se hacen resaltar las grandiosas cúpulas, cons-
olidas a imitación de la de San Pedro, de las iglesias de la Sorbona y
d e los Inválidos.
drid 1924): MAYE», A . L . , Gesch. d«r spanischen Malerei 2 volt., a.*cd. ( 1 9 » ) ; KEHRER, H., Spa- ;
nische Kunst von Greco M> Goyo (1926); Jusn, C . , Diego Veldzquez und sein Jahrhundert 2 vola. '
(i923);.KNACicruis, H., Murtllo a.'ed. (1925); MONTOTO, S., Murillo (1932); LEOENDRE, M., i
Domenico Theotocopull, dil El Greco (1937); LOOA. A . VON, Dle Malerei in Spanim vom 14. bis '
18. Jh. (1923): MAUCLAIR. C . , Le Grico (193O; WEISE, G . , Spanische Plaslik aus sieben Jahrhun-
derten 4 vols. (1925-59). Son cílebres asiminmo las iglesias de los jesuítas de este tiempo, cuyo J
estilo barroco ta designado a veces como «stilo de los jesuítas. Víanse BRAUN, ]., Spaniens alie .:
jesuitenbauten (1913); SANCHO CORBACHO, A . , Arquitectura barroca sevillana del siglo XVIII Í
(Madrid 1952); PLA DALMAU. J. M . , La arquitectura barroca española y el churrigueresco: «Uibl. Í
Arte», t í (Gerona 1 9 5 ' ) ; G u t TAPIER, E. DO, Ribera (Nueva York 1952); MILICÚA, J., En el cen- i
tenorio de Ribera...: «Arch. Eip. A.», 25 (19S2) 309a; CATURLA, M . L . , Zurbardn. Study and I
catalogue of the «xhitrition held in Granada in /uní 19JJ (Madrid 1953); Cossio, M . B., Dominica
Theotocopuli, El Greco (Oxford 1955); GOLDSCHEIDER, L , El Greco, trad. del alemán por H. Mo-
RALIDA (Barcelona 195^); GUINARD, P., Greco. Elude biographique et critique: «L* goót de notr«
temps», 15 (París 1956); PANTORRA, B. DE, La vida y la 06ra de Veldzquez. Estudio biográfico 1
critico (Madrid 1955); MARTIN GONZALEZ, I. I., Juan de /uní (Madrid 1954): LÓPEZ JIMÉNEZ, }•<
Imagineros españoles. Estudio histórico y critica (Madrid 1952); HERNANDEZ DIAZ, J., Imaginería
hispalense del bajo Renacimiento (Sevilla I95')¡ MAGAÑA BISBAL, L . . Una familia de escultores:
los Mora: »Arch. Esp. Arq.>, 25 (1952) 243«: PROSKE, B. G . , Castillian sculpture. Gothie ta R*~
naissance (Nueva York 1951); GARCIA CHICO, E., Gregorio Fernández (Valladolid 1952): QALL*'
ao, A . , Un contemporáneo de Montañés: el escultor Alonso de Mena y Escalante (Sevilla I95 J )' •
C.l$. LAS ARTHS, AL S E R V I C I O DE LA IGLESIA 104V
.^ s s ^ s a g ^ ä K ^ - -
^ u c n r a ^ R Ñ s á ^ s a ! » ^ :
5a>w—... -SÍÍjÍÍ
particular sobre las Congregaciones marianas, véanse: MULLAN, E., Lo Congregazíone Mariano "
iludíala nei documenti (Roma s.a.); HARASSER, G . , Geiit und Leben der Marianischen ¡Congrí- •':)
gotionen 3.*ed. (1923); BANGHA, A . , Handbuch fUr Linter der Marianischen Kongregationen (1926):
VILARET, E., Manuel des DirecteursfTouloitse 1930): ID., Les Congrégations Moríales I (París 1947): :
GORETTI, C.-DAHAGLI, E., Manual« del congrégalo; DUSUTTIL, E., Comnentarium in Conslit. Apasl- -
•Bis saeculari' (París 1949),
C.IJ. US A R I E S , A l S E R V I C I O DE J,A IGLESIA 1051
Angelus, .que debía repetirse tres veces al dia, como saludo especial a
la Santísima Virgen.
' En esta corriente de devoción popular mariana tiene extraordinaria
importancia el primer establecimiento y desarrollo de las congregado-
nes mañanas, en íntima relación con la intensificación de las asócia-
' cioHes o hermandades de devoción cristiana. Efectivamente, en 1.563.
el jesuita flamenco Juan Leunis estableció en el Colegio Romano de
Roma la primera Congregación mañana, y, dado el impulso general
de renovación religiosa existente entonces en toda Europa y la parte
activa que en él tomaban los jesuítas, este tipo de asociación mariana
se extendió rápidamente por todas partes. De este modo nos encon-
tramos' cbh congregaciones mañanas en Viena, en 1573; en Colonia
y Praga," en 1^75,y de un modo semejante en España, en los Países
Bajos, Italia y otros'territorios. Sobre esta base, Gregorio XIII, en di-
ciembre de 1584, aprobó la nueva asociación y elevó la Congregación
mariana de Roma a Prima primaria.
Sumamente significativo sobré el sentimiento de piedad mariana
de este periodo es el hecho realizado por Luis XIII el 10 de febrero
de 1638, que tanto ¿oñtribúyó a aumentar en el pueblo la devoción a
María. En efecto," este 'rey;' que ya había dado durante toda su vida
constantes pruèbàis de su intensa devoción a la Madre de Dios, quiso
con esta fecha manifestar de una manera más solemne y explícita su
agradecimiento à i a Virgen Santísima por la protección que habia re-
cibido en'"su lucha cóntrá toda clase de dificultades y enemigos exte-
riores é interiores,: Movido, pues, de este impulso, quiso consagrar a
María todo el'reino, y, como símbolo de esta consagración, hizo cons-
truir el altar mayor de la catedral de Nuestra Señora de París.
Pero la prueba más evidente de la piedad mariana, que ardiente-
mente se manifiesta en la primera mitad del siglo xvn, es el movimien-
to cada vez más entusiasta y arrollador en defensa del privilegio de la
Inmaculada Concepción 1®, según se ha indicado en otro lugar. A l frente
de este movimiento, 'como' en general a la cabeza de la devoción a la
Santísima Virgen, estáb'sf ¿1' pueblo español, como lo demuestran los
acontecimientos que W'desarrollaron en España a partir de 1615 y en
torno a la fecha de en que se dió uno de los decretos más impor-
tantes y decisivos en honor de la Inmaculada Concepción. España en-
tera, con sus reyes* y sus grandes teólogos a la cabeza, se puso en mo-
vimiento hasta obtener aquella decisión pontificia, y, una vez obtenida,
celebra con verdadera exaltáción barroca su entusiasmo mariano Jpor
la victoria alcanzada. -- ' "
Mas, como es natural, la devoción principal del pueblo cristiano
se dirigía, sobre todo, a la persona de Cristo y se alimentaba en la prác-
tica de los sacramento^,' en lo cual igualmente reaccionaba contra los
. 1*
Sobre el desarrollo de l u discusiones «obre la Inmaculada, víase arriba, p. 1024. En particu-
LLR : PAÍSACJUA. C , , De ¡mmaculato Deipara« Virginú Concepfu 3 voi». (Ñipóles I8JS)¡ T E « .
I. B., L'tmmacul/e Concepitoti 2.•ed. (Paris 1904); PERREYRE, H., Elude tur l'lmmaculie
^oncepffon a.'ed. (París 1904); LE BACHELET, J., articulo ¡mmacuUe Conception: «Dict. T h .
\-*th.i; JUQIE, M . , articulo Immaculée Conception dans VEglise gr«que aptit le concile d'Ephise:
•Dici, Th. Cath.»; LONCPR*, E., La Vierge ImmacuUe. Histoire et doctrine a.**d. (París 1945):
•WUCIIINI, J„ L'Assunzione e l'lmmarulala Coran liane (Roma 1950); CHAUVET. P. DI ]., El culto
a 'a; Asunción de Nuestra Señora en Méjico (Méjico I95')¡ O'SIIEA. W . . The history of Ihe feast
tes. En particular pueden consultarse: MAYES. A.-PPANNHOLZ, Liturgi» und Baroch: «Jhb. Li-
turgiew.t 15,67$; SPAMER, A . , Das hleine Andachubild vom 14. bis xum 20. Jahrhundert (1930);
BENZ., E., Cfm'stlichc Myslife und eiirijtltche Kurut (1934).
2 1 Véase en particular PASTOR, l.c.
2 1 Pueden verse las obras generales, en particular las obras que luego citaremos sobre el
la Iglesia: los catecismos, por una parte, y los libros de piedad o devo-
cionarios, por otra.
La base de los catecismos, destinados a la instrucción del pueblo
cristiano, la forma el Catecismo de San Pio V 2 4 , publicado en 1566
por este papa conforme a las enseñanzas y los deseos del concilio de
Trento. Por lo mismo, es designado también como Catecismo tridenti-
no. De hecho, encontró rápida acogida en Alemania, Francia, España
y en toda la cristiandad. Mas, por otro lado, este catecismo sirvió de
base y de estimulo para la publicación de una serie de obras semejan-
tes en diversos territorios.
Son dignos de mención de un modo especial: ante todo, en Ale-
mania, los catecismos de Juan Gropper (f 1559), Juan Fabri, O.P., y
Jorge Scherer, S.I. Pero los que más renombre alcanzaron fueron los
de San Pedro Canisio, que llegaron a servir de prototipo en Alemania
y en otras naciones. Asimismo, en España, los catecismos de Martin
Pérez de Ayala (t 1566), Bartolomé de los Mártires (f 1590) y sobre
todo Jerónimo de Ripalda (t 1648), Astete y Diego de Ledesma, los
tres jesuítas. Asimismo se distinguen los catecismos de los jesuítas:
en Polonia, Pedro Skarga; en Francia, Edmundo Auger, y en Italia,
San Roberto Belarmino.
Complemento de IOB catecismos fueron los devocionarios y demás
libros de piedad y ascética cristiana. De lo que en otro lugar hemos
expuesto sobre el gran florecimiento de la literatura ascética puede
fácilmente deducirse el extraordinario influjo que estas obras de sóli-
da piedad cristiana ejercieron en todas las clases de la sociedad. En
todo este cúmulo de obras ascéticas y devocionarios se nos ofrece una
imagen viva y palpitante no sólo de la vida de piedad, sino juntamente
del gusto barroco del tiempo.
Baste recordar algunos nombres de autores de este género de li-
bros ascéticos y de devoción: en España, Francisco de Osuna, Ber-
nardino de Laredo y otros escritores franciscanos ; Fr. Luis de Granada,
Alonso de Cabrera y otros muchos de la Orden de Predicadores ; el
Beato Juan de Avila, Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz y
otros carmelitas ; Luis de la Puente, Alfonso Rodríguez, Eusebio Nie-
remberg y tantos jesuítas que publicaron excelentes libros de piedad,
a los que debemos añadir a Santo Tomás de Villanueva, Beato Alfonso
Orozco, el Venerable Tomé de Jesús, Malón de Chaide, Antonio Al-
varado, Antonio Molina y otros muchos.
Fuera de España, ante todo, se utilizaron abundantemente los li-
bros españoles de ascética y devoción; pero, además, fueron apare-
ciendo importantes obras destinadas a alimentar la piedad de los fieles.
Tales son, entre otras, las obras del benedictino Ludovico Blosio (t 1566)
y San Francisco de Sales, que tanto bien hizo con su Filotea y su Teóti-
mo en Francia ; San Pedro Canisio y Bernardino Vetweis, en Alemania ;
San Andrés Avelino, Lorenzo Scupuoli y San Roberto Belarmino, en
1 4 Sobre el Catecismo Romano o de Son Pio V pueden verte: Apparatus ad Caltchismum,
in Catechismo Concilii Tridentini (Parla 1906); Catrchismui ex decréto Concita Trid. ad Parochos,
Pii Quinti Pont. Max. editui (Roma is66); KNECIIT, J., Katechismus: •Kirchenlex.»; MÍZARO. CU.,
Histoire d u caUchisme depuis la naissance de l'Egtise jusqu'i nos jours (Parla 1010); RAAn, K., Das
Katechismus Prohlem in der kalhotischen Kirche (Friburtjo de Br. 19.14)- En particular vías«:
MARTIN HCRNANDCZ, P., Catecismo Romano, en B A C , n.isK (Madrid I9SÍ). con una buena ex-
posición histórica sobre ti desarrollo de ette célebre catecismo (p.xxxivs).
C.IJ. LAS ARTKS, AL SHRW.I0 UH LA IGLBSLA 1055
orujas: SPKINOER y INSTITOKIS, Molí»u» maleficarum 3 vols„ j.«ed. (19a]); PAULUS, N., Hexen-
unhn und 1 ¡exeiiprazas (.1910); SCHWARTZ, O . , Dii Enbtehung der Htxmpmmt (1917); SOLDÁN-
' ".ITE, Cmschichu rfer Hexiitproeeue, edit. por M . DAUER, a vola. (101a); CAUKONS. TH. DE,
LO «Vigié <t la soKelItrie en FRUNCÍ 4 vols. (París 1910-1912).
H.» de ta iglesia j 34
1058 P.II. DH LUTHRO A LA TAZ D B WESWAUA
impugnó con más vehemencia aquella locura fu¿ Federico Spee, igual-
mente jesuíta, con su Caución criminal
Sin embargo, a' pesar de estos lados oscuros y no obstante el desfa-
vorable resultado de la paz de Westfalia para los católicos, la situación
general del catolicismo- al- terminar este periodo era de un apogeo y
renovación en todos los-órdenes, si bien comenzaban a aparecer múlti-
ples síntomas de relajación' y d e c a d e n c i a :
' " SCKBODD), E., Di» Cantío criminallt: lUtcraturw. Jhb. dtr CórrageMé, 3 (1928) 134».
APENDICE
Bonifacio Vili *
• I. PRIMERAS ACTUACIONES
m a causis... «ponte ac libere cedo papatui et expresse renuntio loco et dignitati, oneri et honori*
(RAINALDI, Armala, ad a. 1294, n.20). Es cierto que se asesoró, entre otros, del cardenal B. Caeta-
ni; pero si éste le aconsejó la renuncia, no forzó en modo alguno su voluntad. Tolomeo de Lucca
y otros coetáneos afirman que la idea de la renuncia partió del Colegio cardenalicio.- Analizando
todas las fuentes, tanto H . Schutz (Peter von Murrone ais Papst Cólatin V: Z K G 17 [1896-97]
477-507) como Finke (Ata den Togen Bonifaz 39), demuestran que la primera idea brotó de la
cabeza del propio Celestino cuando se persuadió de su ineptitud. Sobre «il gran rifiuto» de C e -
lestino, véase Finke, pp.44-54; F- X . SEFPELT, Sludien zum Pontifical Papst Catlestins V (Berlín,
Leipzig 1911), y A . FRUCONI, Celatiniana (Roma 1954)- El alma visionaria de Celestino se revela
«n l u extraía Autobiografía (FKUGONI, p.25-67).
1 Otros suponen que la profecía se hir.o d e s p u é s de la elección: • P a p a t u m ut vulpes subiisti,
regnabis ut leo, morieris ut cania» (F. PJPINJ, Chronicon, en MURATOKI, Rcr. ital, script, IX,741),
4 BOASE, Boniface VIII p.11-13.
1 Finke (p.4) se inclina más bien hacia el 1235. mientras que los antiguos cronistas, como
"'llani, suponen que nació en 1220. G . CAETANI, Domus Caietana, juzga más probable el 1230.
1062 APÉNDICE
lem, virum utique profundi conailii, virum fidelem, oculatum, industrium, circumspectum ac
honoris tui et exaltationis regiae zelatorem fervidum» (RAIWALDI, ad ann. 1283, n.12).
• DUPUY, Histoire du différend... Actes et prtuvea, p.78; F u r a , AUJ den Tagen B. (a.
' La» regata» de los documentos y facultades, en E. LANGLOIS, Les registres de Nicolás IV
(Paris 1905) n.4254-4302.
' «Ad fructus u be res» (13 diciembre 1281) (Chartularium Universitatis Paris I.5Q2). L a ac-
tuación de Bonifacio ya papa f u i en este respecto mucho mis moderada que cuando cardenal.
Véase su bula Super cathedram (18 febrero 1300), en D u BOULAY, Historia Universitatis Parí'
siensis II!, 545-547. Y para el conflicto de las Ordenes mendicantes con el clero secular en aquel
pontificado. K . L . HrrzraLP, Krise in den Bettelorden im Pontifikat Bonifaz VIII, en "Hist. Jahr-
b u c h " 48 (1928) 1-30.
BONIFACIO VILI 1063
. doctrina, que han esparcido por el mundo entero». Al día siguiente, hablando
delante de la Universidad, se expresó así: «Vosotros, maestros parisienses, ha-
béis hecho necia vuestra enseñanza y doctrina, turbando el orbe de la tierra, lo
cual no haríais si conocieseis el estado de la Iglesia universal. Os sentáis en la
cátedra y pensáis que con vuestras razones se debe regir Cristo. Con vuestros
frivolos argumentos lastimáis la conciencia de muchos. No así, hermanos míos,'
no así. Puesto que se nos ha encomendado el mundo, debemos pensar, no" qué
es lo que conviene a vuestro capricho, sino qué es lo que conviene al orbe uni-
verso... En vez de disputar de cuestiones útiles, disputáis sobre cosas falsas y
frivolas... En verdad os digo: antes de anular el privilegio de los frailes, la curia
romana está dispuesta a desbaratar al Estudio parisiense. Nuestra vocación no
es para la ciencia y la ostentación gloriosa, sino para la salvación de nuestras
almas. Y porque la vida y doctrina de los frailes salva a muchos, su privilegio
quedará siempre a salvo«. Y la Universidad de los maestros inclinó la cabeza 9 .
Al famoso Enrique de Gante, que había publicado un libro sobre la cuestión,
lo privó de la cátedra.
Cuando Benedicto Gaetani ascienda al supremo pontificado, fácil les será
a sus adversarios soliviantar contra él a la Universidad de París. Bonifacio VIII
'no se arredrará. Atacará de frente y sin miedo, aunque también sin suficiente
-tacto y prudencia. Se empeñará en destruir a fuerza de rayos, como un Júpiter
tonante, a cuantos le pongan resistencia, hasta caer oprimido bajo el peso de
sus propios errores y de la iniquidad de sus contendientes.
De vuelta para Italia pasó por Tarascón, donde negoció hábilmente con los
representantes de Aragón y Sicilia, hallándose presente Carlos II de Anjou. En
el verano de aquel año, 1291, se ordenó de sacerdote en la ciudad de Viterbo.
' Pocos meses antes, su hermano Rofredo era nombrado senador de Roma. La
- estrella de los Gaetani se remontaba brillante hacia el cénit ; pues, tras el me-
teòrico pontificado de Celestino V, subía a ocupar la Cátedra de San Pedro el
docto y experimentado y alto soñador de grandezas pontificales Bonifacio VIII.
A un papa santo, humilde y sin dotes de gobierno sucedía, un pontífice jurista,
político, dominador y de ánimo imperial.
3. Coronación en Roma.—Carlos II dé Anjou no logró retener en Ñ i -
póles al nuevo papa. Más aún, hubo de acompañarlo a Roma. El viaje se dispu-
so rápidamente. Él 4 de enero de 1295 saüó del Castel Nuovo la brillante comi-
tiva pontificia. Al pasar junto a Anagni tuvo Bonifacio la satisfacción de ver
que sus compatriotas salían a festejarlo con bailes y regocijos. Otro tanto hicie-
ron los nobles de la campiña romana, los Colonna, los Orsini, los Savelli, incor-
porándose al cortejo papal. Entrando en Roma, vino a su encuentro el prefecto
de la ciudad. Delante de la basílica Vaticana, el cardenal Mateo Rosso de Or-
sini le impuso la tiara pontificia. Oe allí se dirigió la pomposa cabalgata a la ba-
sílica y palacio de Letrán, sede habitual del Romano Pontífice. Montaba Boni-
facio VIII una blanca ha canea, de cuyas bridas tiraban dos reyes, Carlos de An-
jou y su hijo Carlos Martel de Hungría 10 .
9 El documento latino, en FINKE, A tu Jen Tagen B . Quellen 1, in-vti. La» negociaciones
3ue loa legados tuvieron luego en Tarascón con loa plenipotenciarios del rey Jaime de Sicilia y
el aragonés Alfonso ni, brevemente apuntadas en BOASE, Boniface VIH p. 13-25; más extensa-
mente, en ZURITA, Anales de la Corona de Aragón I.4. c.120; RYMER, Foedera. convention«» 1,37;
UIGARD, Philippe le Bel «t le S . S. 1.119-124.
i» Carlos Martel ( t 1296) no llegó a reinar en Hungría a pesar del apoyo que le prestó Bo-
nifacio; en cambio, su hiio Carlos Roberto, gracias al papa, obtuvo la corona. El cardenal Stefa-
neschi, que debió de hallarse presente a aquella pompa triunfal, escribirá en veíaos no muy cli-
sicos:
«Tum lora tenebant
¡Ilustres gallique duces, Carolusque secundus
rex Siculus, Carolusque puer prolesque iuventa
floridus Hungariae...
Sic igitur vadens redimitus tempora regno.»
, (MURATORI, Rer. Hai. script. III-I,651-652. Edición moderna del Opus metricum en SEPPELT,
Monumenta caelestmiana, Paderborn 1921). L a profesión de fe que algunos atribuyen al nuevo
1064 APÉNDICE
dencia que casi parece debilidad, y que ciertamente le faltó en otras circuns-
tancias de su agitada vida. Se inicia con este conflicto, agudizado en una segun-
da y tercera etapa, el violento contraste entre la Edad Media, representada por
el Romano Pontífice, y la Edad Nueva, que se levanta, con aspiraciones laicas
absolutistas, personificada en Felipe IV el Hermoso,
i. ¿Una estatua?—Son muy diferentes los juicios que se dan sobre este
monarca, teniéndole algunos por un gobernante de excelsas cualidades, de gran
iniciativa, verdadero conductor de la política nacional, y reputándole otros como
hombre de carácter débil, dominado por una camarilla de consejeros y legistas.
Hay quien le juzga enemigo de la Iglesia, exagerando su laicismo, y no falta
quien lo estima como extremadamente piadoso en su conducta y defensor del
clero. No hay duda que en su vida privada era sinceramente religioso y que as-
piraba a ser tenido por el protector nato de la Iglesia y del Pontificado con tal
que éste se doblegase y sirviese a los intereses de Francia. Era ambicioso y te-
naz, práctico y ordenado; supo rodearse de consejeros sin escrúpulos, y no será
fácil determinar si sobre éstos, en primer término, o «obre la persona misma
del rey debe cargar la responsabilidad de las grandes iniquidades que se perpe-
traron en su reinado i?.
Hijo de Felipe III el Atrevido y nieto de Luis IX el Santo, entró a reinar
en 1185, siendo un guapo muchacho de diecisiete años, esbelto, rubio, de ojos
azules y fríos, de rostro blanquísimo y de extraordinarias fuerzas físicas. Lla-
máronle por eso «el Hermoso», y con este apelativo ha pasado a la historia.
Víctor Martín le ha calificado modernamente de «el gran silencioso», inspirán-
dose en lo que de este monarca decía un coetáneo, Bernardo Saisset, obispo de
Pamiers: «El rey es un pájaro hermoso y grande... ¡ no es hombre ni bestia; es
una estatua».
Desde el primer momento se propuso poner orden en la administración, en
la justicia, en lasfinanzas,centralizando todos los poderes, cuanto lo permitían
las circunstancias históricas. Para ello era preciso tener sujeta a la nobleza feu-
dal y apoyarse en la burguesía, llamando al consejo real a los abogados y doc-
tore» en leyes, partidarios del absolutismo regio. Entre los legistas que más
eficazmente cooperaron a la obra de Felipe IVfiguranel elocuente Pedro Flotte,
el audaz Guillermo de Nogaret, Guillermo de Plaisian, el soñador Pedro Du-
bois, Raúl de Presles, Enguerrand de Marigny, etc. Bajo la influencia de estos
hombres, el rey cobra conciencia de su poder absoluto, como si él fuese la ley
viviente de la nación, y así como no se juzga inferior a ninguna otra autoridad
humana, v.gr., al emperador, tampoco tolera en las cosas temporales la tutela
o la intromisión de la Iglesia.
• ' D e un monarca tan frío, calculador, absolutista, celoso de sus derechos, y a quien algunos
pintan como desaprensivo, avaro, hipócrita y cruel, nos traza su ministro y consejero Nogaret el
siguiente retrato: «Persona humilla c t benigna, miserlcor» et mansueta, timorata apud Deum et
apud homlnes, semper timen» pcccare in agendis, magnae reliqionis et fidei ardo re aucccnaa va-
cana diebus singulis orationi et divinis ofTiciis, tummae patientiae atque modestiae, nec unquam
ad vindictam inimicorum suorum guerras movit vel favit» (Dupirv, Hisf. du différtnd. Preuvcs,
p.438). Esos escrúpulos (timens ptccate) desaparecieron bajo el influjo de los legistas Fiotte y
Nogaret. Creyó que, siendo un fiel cristiano en la vida privada, podía en la vida política mirar
solamente a la grandeza nacional y al robustecimiento de su poder; por eao chocó violentamente
con el papa, que le reprendía las violacionea del derecho natural y eclesiástico.
>' Para esta caracterización empleamos elementos que apuntan ciertamente hacia 1)00, pero
que no se revelan plenamente hasta tiempos posteriores. La anticristiana influencia de loa juristas
en los Estados alemanes la puso de relieve, tal vez con excesiva fuerza, J. JANMEN, CaehichU
da dñitschen Vofkss I (Freiburg i. B. 1897) 548-579. A l g o mis mitigado, V . MARTIN, La origina
du Gollicanism« I,I33-H8.
BONIFACIO VIII 1067
dual, sino con el bien público y con la caridad del prójimo, que obliga en cir-
cunstancias a la limosna. En cambio, el Derecho romano, que sólo entendía de
dueños despóticos y esclavos, consideraba la propiedad como un derecho ab-
soluto, como si el dueño pudiese disponer de sus bienes arbitrariamente fius
uteruli, fruendi el abutendi); los mismos contratos, que en el Derecho cristiano
y eclesiástico son convenciones subordinadas a la ley moral y al interés social,
prohibiéndose el precio injusto, la usura, el salario insuficiente, reducíanse en'
el Derecho romano a una ludia de dos egoísmos.
3. Absolutismo o regalismo.—Insistamos, sobre todo, en el origen del
absolutismo y del regalismo. En la Edad Media, los reyes cristianos se compro-
metían, por el juramento de su consagración, a respetar todos los derechos y a
reprimir todas las injusticias; existían entre rey y pueblo relaciones jurídicas
que aquél no podía violar; no era justa la ley que fuese contra el bien común,
y los reyes eran responsables del ejercicio de su poder ante Dios, ante el pueblo
y, en ciertos casos, ante los papas. Pero los legistas proclamaron que el sobera-
no de una nación debe ser el princeps en el sentido romano de la palabra, fuente
y origen de toda ley (Quidquid principi placuit, legis habet vigorem), y, como
jéfe del Estado, debe disponer de todos los medios apropiados para proteger
el bien de todos, el honor y la libertad de todos. En nombre de este bonum com-
mune, no le reconocían límites a su poder, ni en lo militar, ni en lo judicial, ni
en lo legislativo, ni en lo administrativo; ya se ve que la intrusión regalista en
el campo religioso era facilísima. Así nació el absolutismo.
En el campo internacional, el príncipe, según los legistas,, no debía recono-
cer autoridad ninguna superior a la suya; cada Estado gozaba de una autono-
mía absoluta. El emperador era como un príncipe cualquiera, y el papa no podía
inmiscuirse en asuntos que no fuesen estrictamente espirituales. La potestad
del rey provenía directamente de Dios, ante el cual únicamente era responsa-
ble ; y en modo alguno era tolerable la opinión de ciertos canonistas, compartida
por algunos papas, según la cual aquella potestad procedía de Dios, pero me-
diante el Romano Pontífice 19 .
No contentos con acentuar la separación y mutua independencia de los dos
poderes, algunos legistas, contagiados de regalismo, como Pedro Flotte, Du-
bois, Nogaret, etc., extendían el ius regium hasta la «reformatio regni et ecclesiae
gallicanae», permitiendo al monarca la colación de prebendas, el usufructo de
los beneficios vacantes- y aun la abolición de la propiedad eclesiástica. Asi, con'
el pretexto de defender a la iglesia nacional, restringen la libertad del Romano
Pontífice, impiden el contacto de las iglesias particulares con Roma (el inter-
mediario será el parlamento, donde imperan los legistas), se injieren en la ad-
ministración de diócesis, abadías y parroquias y niegan que el papa pueda des-
ligar a los ai'ibditos del juramento de fidelidad al rey.
Conocida la ideología de los consejeros del rey de Francia, nos será más fá-
cil comprender sus roces y conflictos con Bonifacio VIII, representante de la
tesis hiero ciática, según la cual tanto la espada espiritual como la temporal
competen al Romano Pontífice, vicario de Cristo JO.
" Que la plmitudo potestatis pontificia se ejerce validamente tan sólo in divini», lo defendió
a principios del siglo x m el jurista PILLIO, Ordo de civilium dique criminulium causarum iudiciij
(Ronileo 1543) p.<7. También el famoso Francisco Aecuraio ( t 12(10) decía que el papa no debe
entrometerse en las cosas temporales, como tampoco el monarca en las espiritualca (Corpus iurij
riviíij [Lyón 1562I p.41). Y semejante es la doctrina de Enrique de Bracton ( t 1268) en Ingla-
terra, y de Felipe de Deaumunoir ( f 1295) en Francia. Bien claramente se expresó el anónimo
autor de la Diipiitalio ínter deríaim «t mililem: «Et quemadmodum terreni principes non possunt
aliquid statuere de vestris spiritualihus, super quae non acceperunt potestatem, sic nec vos de
temporalibus eorum, super quae non habetis auctoritatem» (M. GOLDAST, Monarchia sacri m u -
ñí imper ii 1,13).
1 0 Véase lo que dijimos sobre la espada material, símbolo de la potestad coactiva, no de la
política, al tratar da San Bernardo y de Inocencio III. Sin embargo, desde el siglo x m son
muchos los que entienden por la aspada material la potestad o soberanía política, y se la atribuyen
erradamente a la Iglesia. Alano de Gales, hacia 1210, comentaba las Compilationes antiguo* con
estas palabras: «Dicunl quídam quod potestatem et gladium habet [imperator] tantum a prlnci-'"
BONIFACIO Vili 1060
pibus... Veriua est quod gladium Ka beat a papa. Est enim corpus unum Ecclcsiac, ergo unum
solum caput habere debet» ( G . GLEZ, Pouvoir du pape, en D T C , t.11, 2725). Vicente el EspaAol
habla enseAado que «I papa no debe entrometerle en la jurisdicción temporal, núi indirtele, ro-
timi peccati, doctrina justa y exacta <me se impondrá en el siglo x v i ; pero su discípulo Tancredo
( t 1325) volverá a la tesis hieròc tilica: «Petra enim apostolo terreni et caelestis imperii ¡ura a
b e o commissa aunt;.; Verumtamen executionem gladi! materialia, quoad iudicium sanguini«,
imperatoribus et regibus Ecclesia commisto (F. GILLMANN, en «Arehrv fUr kath. Kirchenrecht»
98 [1918] 408-409). Kl cardenal ostienae Enrique B. de Susa ( t 1271), llamado «pater canonum«,
«foni et monarcha lurls», escribe: «Sicut luna recipit daritatem a sole, non sol a luna, sic regalia
poteatas recipit auctoritatem a sacerdotali, non e contra... Imperator ab Ecclesia imperium tenet
et poteat dici officiali* eiu», seu vicarili»... Unus debet tantum esse caput nostrum, dominus spi-
ritualium et temporallum, quia ipsius est orbis et plenitudo eiu»... Petrus utrumque gladium
habuitt fSumma aurea I.4, rübr. «Qui filii sint lecitimi» [Lyón 1568] fol. 319). D e Egidio Romano
es substancialmente la doctrina que expondrá Bonifacio V i l i en la bufa Urnrn lanctam (según
veremos), doctrina que expresará con mayor fuerza el discípulo de Egidio, Jacobo de Viterbo,
en el tratado que dedicará al rallino Bonifacio. En lo» siglos x i v y x v aun los jurisconsultos, como
Bartolo de Sassoferrató y Baldo de Ubaldis, se dejarán influir por los canonistas y se harán hie-
rócratas: «quaecumque potestà» est sub cáelo, eat in summo pontifíce«, dice Baldo .¿En qué fun-
daban tan desmedidas pretensiones? Uno», en cierta» frases del Evangelio; otros, en la necesaria
unidad jerárquica de la sociedad cristiana, que no puede tener dos cabezas; otros, en que el papa
e» vicario de Cristo, el cual, como rey y sacerdote que era, transmitió sus poderes a Pedro y a su»
sucesores; otros, por fin, en cierto agustinismio político, segün el cual el poder de los reyes, aun-
que maleriaUter it inchoative, procede dé lá inclinación natural de los hombre», pero perfectivi
tt formaüter no «e da «ino por la aprobación y confirmación que de él hace el poder espiritual ¡
•nulla communitaa dicitur vere respublica, ni»! ecclesiastica». Asi Jacobo de Viterbo (AXQ.UILLIÉ-
«e, Le plus anclen traiti di l'Edile: Jacques de Vi (erbe «De regimine clirijtiano» [Paria 192O] p.131).
C o n el mismo espíritu aaustinista escribía Lorenzo el Español : «Unde quicumque est approbatus
»0 Ecclesia, sive rex, sive impera tor, et est catholicus, eum credo imperatorem vel regem. Extra
« d e s ù m i nulium credo imperatorem. qui habet de iure gladium materialem, qui » D e o proces-
•'»• (F. GILLMANN, Dts Laurtntiui Hispanus Apparai [Maguncia 1935I P '38). Volveremos sobre
" ' O más despacio al tratar de la Unam ¡anctam. Ver entre tanto S. M o a n , Fonti canonistiche
dell'idea moderna dello Stato (Milán 19] 0 P-9-
J ' DIOAMD, Philippe le Bell,150. . . . . . , ,
1 1 L a frase es de Eduardo 1 en Westminater a los representantes de la nobleza y del clero
Citeaux et 11 Contt de Flandre prirent i la lutte de B. VIII el de Phil. It Bel, en M L 185, 1833-
1020.
14 Les Registres de Boniface VIII n.1567. Bonifacio incomoró eae texto al Líber sextus de tas
Decretales III, tlt-49. De immunitate eccles. c.4- Debía Bonifacio haber distinguido entre bien«]
eclesiásticos y bienes feudales de los eclesiásticos.
HETO-E-LECLEBCQ., Histohe des Concites VI-1,362-364.
1060
BONIFACIO Vili
>< DUFUY, HUÍ. du di¡ffértnd. Prcuves, p . i j , no trae toda la ordenanza: parte la conocemo«
por las bulas posteriores de Bonifacio.
" Lts Registra di Bonifaa VIII n . i é s j .
Díinutatío ínter cltricum «t militem super potatati prailatis Ecclesia» atque princlptbus terra-
rum commusa, nib forma dialogi. E n M . GOLDAST, Monarchia sacri romani impertí (Hannover i 6 t x )
I . I J - I S : M . RIZZI.EK, OÍ« líterarischen V/idasachtr dir PüpsU tur Ziii Ludwigs da Bayems
(Leipzig 1874), piensa que su autor es el legista Pedro Dubois. Para la mayoría sigue siendo
anónimo. '•
" «Antequam eleriel essent, rex Franciae habebat custodlam regni sul et poterat statuta
lacere, quibus Sb inimicurum iniidlis et nócumentis sibi praecaveret... Ecclesia non solum est ex
clericis, sed etiam ex laicis* (DUPUY, HUÍ. du diffHtnd 11-1:1).
30 Esta bula solía citarse antea por el falso (ncípiI: «Exiit a tes, pues asi la traen Dupuy y
Rairwldi, pero esto« autores desconocían la primera parte, que puede verse en La Registra di
Boni/oce VIII n.1308.
1072 APÉNDICE
prestar al rey los tales subsidios económicos, puede hacerlo con segura concien-
cia, mucho más si se trata de derechos feudales que algunos obispos deberán
pagar por razón de vasallaje y juramento de fidelidad 3'.
Pocos días antes de redactarse estas dos bulas, y por supuesto antes que
fuesen conocidas en Francia, el clero galicano habla manifestado públicamente
su decidida voluntad de obedecer a su monarca. Y lo habla hecho en carta al
Romano Pontífice, firmada por los arzobispos de Reims, Sens y Rouen (31 de
enero 1297). Tanto el reino como la iglesia de Francia—decían—se hallan ro-
deados de enemigos. Es natural que, en tan peligrosas circunstancias, el rey
demande nuestro auxilio. La bula Clericis laicos no parece que deba aplicarse
en casos tan apremiantes. En consecuencia, el clero francés suplica al papa le
permita suministrar al rey los subsidios que juzgue necesarios para la defensa
de la nación H.
Bonifacio VIH se apresura a contestar con otra bula, Coram tilo fatemur
(28 de febrero 1297), desbordante de benevolencia: «Desde nuestra juventud
ha sido siempre el ilustre reino de Francia objeto especial de nuestro afecto sin-
cero y manifiesto... Asi, pues, si este reino o sus iglesias y habitantes padecen
turbaciones y ataques de enemigos exteriores y amenazas de vasallos rebeldes
en el interior, nuestro corazón se llena de amargura y permite a los obispos el
pagar la congrua subvención al monarca«
Finalmente, como si todo esto fuera poco, manda promulgar una declara-
ción auténtica—que es más bien una pública derogación—de la constitución
apostólica Clericis laicos, y lo hace con palabras de elogio y de afecto para con
el cristianísimo reino de Francia y para con el ilustre rey y carísimo hijo en
Cristo, Felipe M.
Contentísimo debió de quedar éste con tales muestras de favor y benevo-
lencia del Romano Pontífice." Las necesitaba en aquellos momentos, en que la
guerra parecía prolongarse indefinidamente, y el conde de Flandes apelaba
contra él a la Santa Sede, y tanto en el interior como en el exterior surgían nue-
vas dificultades y complicaciones políticas. Por otra parte, los diezmos y demás
tributos que le ofrecían los prelados y clérigos de su reino venían a colmar sus
arcas del oro que ambicionaba. Se avino, pues, también él a dar por nula aquella
ordenanza que prohibía exportar los capitales o rentas de los beneficios que so-
lía cobrar la Cámara Apostólica.
Y para sellar la reconciliación entre ambas potestades, nada pareció más a
propósito que la canonización de San Luis, rey de Francia, abuelo de Felipe
el Hermoso. Veníase trabajando en ello desde hacía veinticuatro años. El mis-
mo Bonifacio, siendo cardenal, había tomado parte en las indagaciones para ini-
ciar el proceso canónico, y ahora, siendo papa, tenía la satisfacción de elevar al
honor de los altares a un rey cristiano de los tiempos áureos del catolicismo;
a un rey a quien él personalmente había conocido y admirado; a un rey que
debía ser propuesto a todos los príncipes, y particularmente a Felipe el Hermo-
so, como modelo a quien, imitar.
La canonización tuvo lugar en Orvieto el 11 de agosto de 1297. Ensalzó
Bonifacio las virtudes de San Luis, y en el diploma pontificio que luego publicó
expuso largamente su vida, sus merecimientos en pro de la Iglesia, sus heroicas
cruzadas contra los enemigos de Ja cristiandad, su celo contra las herejías, su
justicia y equidad, su piedad y penitencia, su caridad pata con los pobres y en-
„ 1 3 El final tiene la entonación lirics de la angélica pascual: iGaudeat ¡iiitur domus inclyta
' ¿üi" 0 ' 11 *' '''""* ta'en> «c tantum principein genuit... Laetetur devotissimus Franclae populus...»,
•reitera (K*IN*I.DR, ad. ann. iao7. n.jp-67).
'* Vímc lo que en el capitulo anterior dijimos de los tres principales cabecillas de los espirl-
1074 APÉNDICE
tuales: Pedro de Olivi, Ubertino de Casale y Angelo Clareno. P. Olivi reconocía la legitimidad del
papa Bonifacio V i l i . De éstos, y m i s exactamente de los que luego se llamaron fra tícelos, escribió
el cronista Juan de San Victor: «Multi tam Minores quam Begardi, de tertio ordine sanctl Fran-
cisci, publice asserebant dominum Papam et omne» ei obedientes haereticos esse et de secta An-
tichisti, non de Ecclesia Christj, s e d de synagoga Satanae, pertinentes ad meretricem magnsm
Babylonem, per Dominum reprobatami in lilis solis Ecclesiam Christi rema nere, qui vitam
Christi pauperem et humilem observaban^ /Memoriale historiarum ad a. 1317, en BouquxT-
Deust.c, R «cucii des htitorisni des Gaules XXI,6fi4). Algunos espirituales de Provenza vinieron
a Roma en 1297, queriendo proclamar un «papa angélico« en lu^tar de Bonifacio, pero se vieron
forzados a huir a Sicilia, donde fueron bien recibidos de don Fadrinue y de dofla Sancha, su mujer,
" JACOPONE DA TODI, Le laude. Con introduzione di G . Paplnl (Florencia 1923): A . D'AN-
CONA, Jacopone da Todi il giulare di Dio (Todi 1914): E. UNDERHILL, Jacopone da Todi, Poti ano
Mystik (London, Toronto 1919). Abundantísima bibliografia en el art. de MA»IA STICCO Jaeo-
Iiij-^-
_
ÂSaïS-îg
esfera de los intereses privados; por otra, procuró siempre con suma atención
que los títulos de adquisición de tierras y castillos fuesen perfectamente legales
e inatacables; y esto para poner la naciente señoría a] reparo de toda querella
o reivindicación. Lo cual le resultó tan perfectamente, que el núcleo principal
de la señoría por él fundada ha atravesado intacto los siglos, logrando superar
especialmente la furibunda ofensiva que contra ella se desencadenó inmedia-
tamente después de la muerte del papa. Tenemos interesantes pruebas de esta
sagaz manera de proceder. Cuando se hundieron los Colonna, el papa se guar-
dó bien de apropiarse ni siquiera una mínima parte de sus tierras, para que no
pareciese que había obrado por interés personal»J®.
A pesar de esta rápida ascensión de la familia Gaetani, partidaria de los an-
jevinos, no tuvieron inconveniente los Colonna en favorecer la elección pon-
tificia de Bonifacio VIII. Le hospedaron festivamente en su castillo de Zagarolo
cuando se dirigía de Nápoles a Roma y lo acompañaron, «sicut papam et domi-
num», hasta su entronización y coronación. Pensaban, sin duda, que podrían
servirse de él para sus planes.
Pronto se persuadieron de lo contrario. En vez de apoyarse en los Colonna,
gibelinos por tradición y partidarios de la dinastía aragonesa de Sicilia, buscó
el papa la amistad de los Orsini. Por otra parte, Bonifacio VIII prescindía en
su gobierno de los cardenales, no obstante el disgusto y protesta de los mismos,
especialmente de los dos cardenales Jacobo y Pedro Colonna 40. A los Colonna
en particular, lejos de favorecerlos, los trataba dura y fríamente, novercaliter 41.
De ahí que éstos, después de estrechar sus relaciones con don Fadrique de Si-
cilia, se uniesen a los exaltados espirituales, repitiendo con ellos que Bonifacio
no era papa legítimo por haber sido injusta y anticanónica la abdicación de
Celestino V.
nalibus non petebat sequenda consilia, sed exigebat consensus ad id quod volebat» (DUPUV,
Hist. du difffnmd p.339). Son tiempos en que el absolutismo apunta dondequiera. Sobre el modo
como t r a t a b a a los cardenales, PlNXZ, A u i den Tagm B. 90-95. Como en cierta ocasión se rumorease
que debía nombrar nuevos cardenales, dijo el papa: «Aliqui dicúnt et credunt, quod nos debea-
mus creare cardinales. Nobis videtur magis tempus aliquos deponendi quam creandi». L o anota
en su diario el párroco Lorenzo Martini (ibid., p.L),
4 1 <Ir>sc nihilominus, ut erat homo pertinaz et implacnbilis, nullis eos (Colonna] honoribus
seu gratiis promovebat, sed nove real iter potius eos pertractabat» (F. Pipmi, Chrorticon c.45,
en MURATOXI, Ra. i tul. jeript. IX,744). Si el cardenal Mateo de Acquasparta afirmó que entre
el Colegio cardenalicio y el papa, su cabeza, anulla est dissensio», se debe referir a los tiempos en
que la autocracia de Bonifacio se impuso, no atreviéndose nadie a contradecirle: y se explica tam-
bién, porque Acquasparta era de los partidarios de Bonifacio.
noNiFACio vni 1077
Las dos primeras exigencias eran justas. La tercera pudiera parecer tiránica .
g quien no reflexione que el papa conocía perfectamente los manejos'de los Co-
lonna contra él, la campaña cismática que hacían en unión con los espirituales
y cómo andaban buscando apoyo en Felipe el Hermoso y en la Universidad
•Át Parí»«» . .
4. El maniñesto de Lunghezza.—El-tesoro fué restituido; pero, en vez
¿ t cumplir las otras condiciones, se hicieron fuertes en-sus castillos, desafiando
las uas del pontífice. Más aún: el 10 de mayo, «in aurora, ante solis ortum»,
después de una noche de agitación febril y de consultas y meditaciones, los doB
cardenales Jacobo y Pedro Colonna, reunidos en el castillo de Lunghezza con
cinco clérigos, capellanes de la familia, y con tres franciscanos, lanzaban al
mundo un memorial («Universis praesens instrumentum publicum inspectu-
ris»), en el que hacían saber que Benedicto Gaetani no era legítimo papa, puesto
que la renuncia de su antecesor había sido inválida y anticanónica, lo cuál in-
tentan probar con trece argumentos; en consecuencia, debía convocarse un
concilio general a fin de que la verdad resplandezca y se provea al bien de la
Iglesia; entre tanto, todos los procesos deben suspenderse y nadie obedecerá
al intruso. El primero de los tres franciscanos que firman como testigos, y acaso
el instigadór mis apasionado y ardiente de aquel documento, era Fray Jacopone
de Todi«.
Este manifiesto revolucionario, llevado rápidamente a Roma, fué depuesto
en el altar de San Pedro y fijado en las puertas de las principales iglesias proba-
blemente el mismo día 10, mientras el papa reunía en el Vaticano a los carde-
nales y. clérigos de curia y les echaba un discurso restallante de indignación
contra los rebeldes44. Allí traza la historia de los Colonna, su política gibelina,.
contraria a la Santa Sede; su orgullo, sus rapiñas, y, finalmente, como castigo
de tantos crímenes, anuncia la degradación de los dos cardenales, destituyén-
dolos de todo oficio y beneficio, y privando a todos sus parientes, hasta la cuarta
generación, de todo beneficio eclesiástico; si perseveran en la rebeldía, serán .
excomulgados y tenidos como cismáticos. Terror debió de producir en los oyen-
tes aquella terrible invectiva, salpicada de agudos sarcasmos y de bíblicas mal-
diciones. Acaso ningún otro papa haya fulminado censuras y diatribas de tan
feroz, violencia.
Sabemos que, antes de esa fecha, la Universidad, a ruegos del rey, habla tenido una «De-
terminatios sobre la imposibilidad de la renuncia a la tiara (DINIPLK-CHATKLAIN, Chartularium
Univ. Par. 11,77-78).
4 1 L o publicó DKNVLI, Di« Denkschriftcn da Colonna legan Bonifaz, en lArch. f. Lit. u.
t.s 509-51S.
4 4 Publicado en forma de bula, In excelso tfirono fl.es Registra de Boniface I, 961-967 n.2388).
opbre los dos cardenales Colonna debe consultarse la obra de L . MOEHLCK Die Kard. Jacob und
Peta Colonna (Paderborn J014). Jacobo era hermano de la Beata Margarita Colonna ( t 1284).
4 5 Leja* de someterse, los dos cardenales Colonna lanzaron desde Palestrina un segundo
••»nifiesto al mundo cristiano, declarando que «Benedicti Gaietani, qui se dicit Romanum Pont i-
Peem, tyrannidem et saevltiam secure exprimere non valemus»; y añadiendo que no es papa
''Ultimo; que se portó como parricida cruel, haciendo morir a Celestino V en la cárcel, y que
con ellos ae ha portado inicuamente. En consecuencia, apelan «ad futurum Romanae Ecclesiue
^ r u m Pontificem et generale Concilium» ( D í N i r L i , Die Dcnkschnften V,515-518).
44 La Registra de Boniface VIII t.t 967-972 n,2389.
1078 APÉNDICE
que luchaban contra los infieles. El cardenal Acquasparta fué comisionado para
predicar la cruzada en Italia.
Realmente es triste ver cómo se rebaja el concepto de cruzada a la lucha
contra unos pocos cristianos enemistados con la persona del papa. Aunque tam-
bién hay que advertir que esos cristianos rebeldes'eran verdaderamente peli-'
grosos para la unidad de la Iglesia. Otro papa hubiera llamado en su auxilio al
"emperador o al rey dé' Francia. Bonifacio no tenía "dé sú parte decididamente ,
a ningún príncipe que le pudiese ayudar, ya que Jaime ÍI de Aragón, almirante
de la Iglesia, tenía bastante con la guerra desagradable de Sicilia. Por otra parte,
Bonifacio estaba muy necesitado de recursos, y la predicación de la cruzada se
los facilitaba '0.
Los principales contribuyentes fueron las Ordenes militares. No faltaron
soldados que viniesen, aun de Toscana y de Umbría, a la guerra santa. Todas
las plazas fuertes de los Colonna fueron asediadas. Nepi, que desde 1293 les
pertenecía, fué la primera en rendirse al asalto de las tropas pontificias. Bonifa-
cio se la dió en feudo a los Orsini. Tras un prolongado sitio, el castillo Colbnna
fué conquistado (junio de 1298) y luego entregado a las llamas. La misma .suerte
le cupo a Zagarolo. Sólo resistió por largo tiempo Palestrina, nido de águilas, en
donde se habían refugiado Agapito y Sciarra Colonna con los dos cardenales y,
entre otros, el juglar loco de Dios, Fray Jacopone de Todi.
Cuenta la leyenda, inmortalizada por Dante en el canto 27 del Jt\fiemo, que
el papa sacó de su convento al antiguo gibelino Guido de Montefeltro, sagaz
. y valeroso capitán, que había vestido dos años hacía el hábito franciscano, y le
preguntó la manera de apoderarse de aquella plaza, difícil de conquistar por la
fuerza. Guido le dió «il consiglio frodolente» de entrar en negociaciones con lo«
sitiados, haciéndoles grandes promesas, para no cumplirlas cuando la plaza es-
tuviese en su poder. Así—según el poeta—entró Bonifacio en Palestrina como
zorra y no como león. Todo lo cual es enteramente falso, porque ni el papa
pidió consejo a Guido de Montefeltro, muerto en Asís en septiembre de aquel
mismo año, ni Palestrina se rindió por capitulación o pacto, sino a discreción
e incondicionalmente.
Gl 1 5 de octubre, los dos cardenales, con Agapito, Esteban, Sciarra, Juan y
Otón, prisioneros y con una cuerda al cuello, se echaron a los pies del Sumo Pon-
tífice, suplicando perdón y misericordia, retractándose y reconociendo la legi-
timidad del papa.
Este los recibió en su palacio de Rieti sentado en un trono, circundado de
cardenales y ostentando sobre la frente una diadema o «regnum», símbolo, como
él decía, de la unidad de la Iglesia. Bonifacio no se mostró cruel con los vencidos.
Los hizo hospedar decorosamente y, en espera de .ulteriores disposiciones, les
Beñaló como lugar de confinamiento la ciudad de Tívoli. A Esteban Colonna le
impuso la particular penitencia—que nunca cumplió—de peregrinar a Santiago
de.Compostela.
Entre los prisioneros cayó el fraile poeta y místico, que ya conocemos, Ja-
copone de Todi. Bonifacio lo miraba como uno de sus más temibles enemigos,
IV. O B R A S DE PAZ
bastida comunicaba a Jaime II de Arugón. Dice haber sabido por una carta de Roma que Boni-
lacio se presentó en público (no precisa el tiempo ni la ocasión), «calzando zapatas dorados con
espuelas de oro y vistiendo indumentaria toda de seda escarlata: y, tomando en la mano una
espada, preguntó a todos (loa cardenales y abades allí prcienlcs) «i creían que él era emperador.
Respondiéronle afirmativamente. « Y o - d i j o el p a p a - m e he vestido asi porque soy superior a
toda la cristiandad», etc. Esta comedia tal vez sea la caricatura popular de algún gesto arrogante
de Bonifacio. Con diversas variantes la refieren loa cronistas P. Pipini y l'crrcto de Vicenza
(FINKE, Acta Aragonensia 1,133-135).
1082 APÉNDICE
de Dios, las gracias del -cielo y la paz del alma, al mismo tiempo que exaltaba
el nombre de Roma, ciudad de San Pedro, y" la convertía en centro efectivo de
los cristianos.
' El día 22 de febrero, fiesta de la Cátedra de San Pedro, rodeado el papa de
sus cardenales, pronunció'-'en. Ia..basUica. vaticana .una brillante alocución a la
multitud; luego hizo leer la bula y la depositó sobre la tumba del Apóstol.
" La bula empezaba así: «Antiquorum'habet fida relatio, quod accedentibus ad
honórabilem basilicam Principie apostolorum de Urbe concessae sunt remisa io-
nes magnae et indulgentiae peccatorum. Nos igitur...» 5Í
Las peregrinaciones venían de todos los países en oleadas humanas, inun-
dando todos los caminos y cantando las letanías en latín, otros cantares en la
propia lengua.. A l asomarse a la Ciudad Eterna desde el monte Mario, unos
cantarían el tradicional himno de los romeros: «O Roma nobilist; otros ento-
narían, a modo de .cantilena, los tres hexámetros leoninos que un escritor de
la curia, llamado Silvestre, acababa de componer:
C Anntn centenus Rom»« utnptr est lubilenui.
I Crimina laxantur, cui paenitet iita donantur.
' Hoc declaravit Bonilacius «t roboravit.
" Bulforium romanum IV, 156-157. Debe notarte que la bula tiene valor retroactivo desde
el 15 de diciembre. La fechó el aa de febrero en honor de San Pedro, cuya citedra se celebra
eae día. La data de la bula era en un principio el 16 de febrero y se decía emanada en San Juan
de Lttrln, pero luego la retrasó una semana y la dató en San Pedro (Datim S. l'tlti) para mis
atraer la atención de los fieles hacia el Principe de los Apóstoles. Esculpida en mármol, la fijó en
las paredes de la basílica vaticana; hoy se encuentra junto a la puerta santa.
57 Dt armo centsiímo MU ¡ubilaco, en «Bibl. max. Patrum» XXV.042. Ver Frugoni, arriba ci-
tado. Aun el mesianismo de los judlus se exaltó, según testifica Arnaldo de Villunova: «Nam
populua iudalcus ln principio hulua centenar» iam tullcmniicr exultavit, quoniam per Scripturas
1084 APÉNDICE
connoaclt in tac centenario adventurum, quem ipse in redemptorem exspectat« (FINKE, AUI den
Tagen B. CLXXXVIII). El miitno Arnaldo creía que el fin del mundo era inminente, y »cria prece-
dido de la conversión de lo» gentiles.
3 1 VILLANI, Storie fiar entine 1.8 e.36.
1* Ezio L i v i , II giubileo del MCCC tul píCi antico romanzo spagnuolo, en «Archivio del!» Soc.
rom, di atoria patria» 56-57 (1933-34) 133-155. Acato «I autor de la novela aeael miamo arcediano,
Fernando Martínez, que refiere en el prólogo cómo en el aAo 1300 llevó de Roma hasta Toledo
el cadáver del cardenal Gonzalo García Gudiel, muerto en la curia de Bonifacio VIII.
«• «Papa Innumerabilem pecuniam ab eisdem recepit, quia die ac nocte dúo eleriel stabant
ad altare S. Pauli (?), tenentea in eorum manibus rutel lo», rastellantea pecuniam infinitam»
(S. VENTURA, Qtronicon Arleme c.26, en MURATORI, Rer. ftaf, icript. XI, 191),
' i FINKE, AUI den Tasen B . Quellen, p.CLXXXtu.
BONIFACIO vai 1085
** FRIEDBERO, Corpus íurii can. 11,1083: Stxtl decutalium I.5 tlt.s c.1. El Studium romanas
curia» no debe confundirte con la Schola Lateranensis, donde s* educaba el clero diocesano.
4 1 «Generale vigeat Studium in qualibet facúltate, cum omnibus privilegi», libertatibus et
immunitatibus«, etc. (lìullarium romanum IV. 166-168; DENIKLE, Di» Entstehung der Universilíten
des Miltelallers (Berlin 1885I: F. M . RENAZZI, Storia dell'Università degli sludi di Roma 4 vola.,
Roma 1803-1806). Parece que desde el principio se hallaba en el barrio de la parroquia de 8an
Eustaquio, cuyo arcipreste tenia alguna jurisdicción sobre ella. L a ausencia dt los papas en el
sielo x i v fué un duro golpe para la Universidad romana. En AviAón floreció la Schola palatina
° Studium curiae.
1086 APÉNDICE
N o merece mucho crédito, al menoa en tus detalles, la anécdota contada por el cronista
Pipini sobre el modo como recibió Bonifacio a los embajadores de Alberto de Austria: «Sedeña
etiam ipse Bonifacius in sollo arma tus, cinctus ensem, et Caput diadematum, stricto dextra capulo
erais accincti, dixerat: Nonne p o s s u m Imperil iura t u t a r i ? EGO sum Imperator!» (F. PIPINI,
Cfironfcon c.41, en MUKATCMI, K«T. I'tol. Script. IX.73Q). Véase arriba, nota 54. Bonifacio expuso
sus ideas sobre el orinen pontificio del Imperio en carta al duque de Saxonia Apottnlica ndu
i ] de mayo 1300) (A. THKINER, Codex diplomaticus dominii ttmporalit S. Stdi» [Roma 1861]
,37I-37A)«
BONIFACIO V I I I 1087
elocuente, como todos los suyos, en el que desarrolló la idea tradicional de que
el papa y el emperador son los dos luminares del firmamento: el papa es el
sol, y el emperador la luna, «et sicut luna nullum lumen habet, nisi quod recipit
a solé, sic nec aliqua terrena potestas aliquid habet, nisi quod recipit ab eecle-
siástica potestate». Toda potestad.procede.de CrijBto, «et a Nobis tanquam a
Vicario Iesuchristi». El papa fué quien efectuó la traslación del Imperio ele
los'griegos a "los germanos, para que los mismos germanos, es decir, los princi- . .
pes electores, puedan' elegir como'rey de romanos al que luego será coronado
como emperador y monarca de todos los reyes y principes terrenos: «Nec
insurgat hic superbia Gallicana, quae dicit, quod non recognoscit superiorem.
Mentiuntur) quia de iure sunt et esse debent sub Rege Romano et Imperatore» <s.
Semejantes ideas exputo en la epístola Patris aetemi Filius, que con la misma
fecha dirigió a Alberto de Austria, confirmándole en su dignidad y exhortán-
dole a cumplir sus deberes de protector de la Iglesia *
Bien necesitaba en aquellos momentos de la espada imperial, pero ésta no
se desenvainó en defensa del pontífice; y los esbirros de Felipe el Hermoso
pudieron desplegar su fuerza libremente para lanzarse como fieras sobre el
inerme, imprudente y desgraciado Bonifacio, que no disponía más que de
anatemas (inútiles cuando se trataba del Rey Cristianísimo), de gestos hieráti-
cos y de1 voces altilocuentes.
eatt liuerto por Esteban Baluze al final del capitulo 3 del libro 2.
Modernamente, en M G H , iect.4 t.4 1,130. Téngase presente que poco« meses antea habla
sido expedida la bula Unam tanctam, tan mal recibida en Francia. Comentando Su Santidad el
papa Pío XII ante los historiadores reunidos en un congreso Internacional (7 de septiembre 1955)
esaa expresionas de Bonifacio VIII, advierte que «no se trata aquí normalmente sino de la trans-
misión da la autoridad en cuanto tal, no de la designación de quien la detenta» ( A A S [1925] Ó7S).
•« Lts Kgúlrej dt Bonifact VIH n.5349; Bullarium romanum IV, 159.
4 7 «Mugister Arnaldus de Villanova, dericua [uxoratus] Valentinae dioecesis, physicus
noatert son palabras de Clemente V en 131a (Rtgtstum Clementij papa« V n.8768). M i n e n d e z
y Pcluyo, que estudió profundamente la figura de Arnaldo, pensó que era natural de Lérida,
dejúndose engañar por un códice en que se lee «Confessio Arnaldi Ilerdensis»; pero el lltrdtm(>
no concierta con Arnaldi, sino con la conftuio hecha en Lérida (FINKE, AUI den Tagen B. p.cxxu).
Otros documentos en favor d* Valencia, ibid., p.t93.
1088 APÉNDICE
biente espiritualista, tenia que dejarse arrastrar por los entusiastas seguidores
de Joaquín de Fiore.
Jaime II le envió con una embajada a París (»299-1301) a fin de resolver
con el rey de Francia ciertos litigios sobre el Valle de Arán y Aigues Mortes.
Un sabio como él no podía menos de entrar en contacto con la Universidad;
en efecto, presentó a los teólogos un libro que habla escrito, De adventu Aiiti-
christi, en el que, además de criticar las costumbres de los clérigos, anunciaba
el fin del mundo para antes de doscientos años y la aparición del anticristo
para el año 137868. Tan audaces proposiciones fueron causa de que el libro
fuese condenado a la hoguera, y su autor a la cárcel. Apeló a su rey y al papa.
Y, habiendo obtenido pronto la libertad, se dirigió a la curia pontificia para
obtener allí la aprobación del libro.
Bonifacio VIII, que estaba en Anagni, lo hizo examinar por uno de los cen-
sores ordinarios. No fué muy favorable la censura, pues parece que el papa
y los suyos se reian excépticamente de aquellos vaticinios.
No gozaba el Romano Pontífice de buena salud 69, y aconteció que preci-
samente por aquellos días sufrió un ataque dolorosisimo de mal de piedra o
cólico nefrítico. Esa era una de las especialidades de Arnaldo de Viilanova;
asi que inmediatamente fué llamado a la cabecera del papa.
Arnaldo le construyó un braguero (bracale), en el que iba cosido un sigillum,
que el enfermo debía aplicarse a los rifíones o a la vejiga, y el papa se curó, o,
por lo menos, dejó de sentir los dolores 70. Ese sigillum parece que era una
moneda o sello de oro purísimo, con la imagen de un león y unas expresiones
bíblicas ; para ser eficaz este amuleto o talismán tuvo que ser elaborado el día
en que el sol entraba en la constelación del León. Lo cierto es que Bonifacio VIII
parecia rejuvenecido. No es extraño que se aficionase a la persona y a la ciencia
maravillosa de su médico.
Le dejó, para su habitación y recreo, el castillo de la Sgurgola, frontero a
Anagni, y en aquella apacible soledad, visitado de cuando en cuando por el
referendario Pedro Hispano o por los embajadores de su patria, escribió Ar-
naldo su tratado De mysterio cimbalorum en el otoño de 1301, anunciando como
una misteriosa campana el próximo advenimiento del Salvador7'.
9. Vaticinios de Arnaldo.—Desde la ventana de su estudio miraba a lo
lejos, sobre el valle, el palacio papal, y adivinaba su futuro, y escribía vaticinios,
algunos de los cuales no tardaron en cumplirse. Arnaldo estaba seguro que
escribía por inspiración divina. En la primavera de 1302 partió probablemente
para España, y a fines de agosto, hallándose en Niza, quizá de regreso, envió
a Bonifacio VIII un nuevo tratado, Philosophia catholica et divina, con una
carta notabilísima, pues en ella, después de asegurar que ningún otro mortal
le ama tanto como él, le cuenta una visión e inspiración que ha tenido, fruto de
la cual es el escrito que le envía. «Considera, santísimo Padre, cuán piadosa-
mente te trata la Eterna Suavidad... Y aunque yo podría notificarte cosas
próximas y estupendas, lo dejo para cuando mis ojos se alegren con la presencia
de tu semblante. Ahora, repitiendo mi aviso, te conjuro por la sangre de Jesu-
cristo que no tardes en divulgar la obra que te envío y en poner en ejecución
** Nótese que en ese i t o 1178 tuvo lugar el gran clima de Occidente; con todo, c i poaibl*
que el texto original dijese 1376 (FINKE, Aui den Tagen B. p.ato).
•» Sobre la mala salud del papa, FINKE. Aui den Tagen B. p.ioo. El cardenal Landolfo decía;
«Non tamen habet nisi linguam et oculos, quia in aliis pnrtibu* totus est putrefactas» (FINKE,
Aela Aragoneruia I.104). l-cngua incisiva y grandilocuente y ojo* penetrantes y dominadores:
dos rasgos esenciales, que valen por un retrato de Bonifacio VIII. .
«Inveni enim unum Catalanum, fadentem bona, scilicet Magistrum Arnaldum de Villa-
nova, qui fecit mihi sigilla aurea et quoddam bracale, quae defero, et servant me a dolore lapidis
et mullís aliis doloribus, et facit me vivere» (KINKE, Aui den Tagen B. p.xxxvi). {Serla acaso la
enfermedad del paria alguna hernia o un riflón caldo? EL testimonio de Bonifacio contra los
catalanes véase en la nota 119.
7 1 También escribió en la soledad de la Squrgola (Scurcola) un tratado De regimine ¡anitaiit,
que dedicó a Bonifacio: «Quem cum Papa vtdisset et legisset coram quibusdam cardinalibus
exclamavit: lile homo mai or clericut mundi est» (FINKE, Aui den Tagen B. p.xxx).
BONIFACIO vni 1089
V. N U E V O S CONFLICTOS. L A « U N A M SANCTAM»
Parece que fué en la segunda mitad del afio 1300 cuando el abogado de
Coutances Pedro Dubois presentó a Felipe el Hermoso un escrito titulado
Summaria, brevis et compendiosa doctrina felicii' expeditionis et abbreviationis
guerrarum ac litium regnt Francorum7*, en el que le proponía un fantástico
proyecto de monarquía universal bajo el cetro del rey de Francia; monarquía
universal de la que formarían parte los Estados de la Iglesia e incluso el Imperio
de Constantinopla. Todos los bienes inmuebles eclesiásticos serían confiscados
y el papa disfrutaría de la suprema autoridad tan sólo en el orden espiritual.
No agradaron al rey tales planes, por halagadores que fuesen, ya que Felipe,
más que los sueños utópicos y las empresas aventureras fuera de su reino,
' amaba lo positivo y concreto: la sujeción de sus vasallos, el orden en su reino
y el oro en sus arcas.
Oro y platn era lo que él codiciaba para sus fines políticos. El rey, que
en 1291 había despojado a los banqueros lombardos y en 1306 alterará el valor
de la moneda y después pretenderá incautarse de los bienes de los Templarios,
se valla de todos los medios, aun de las concesiones pontificias, interpretán-
dolas abusivamente, para vejar al clero con iiripútáfttt Cada día mayores. Los
principios del Derecho canónico eran abiertamente conculcados, a veces bru-
talmente, por los oficiales regios, en tal forma, que muchos obispos, como los
de Lyón, Rouen, Tours, Angers, etc., se vieron obligados en conciencia a
protestar públicamente 75 .
P.CLXII). Compárese esta predicción, que no se verificó sino de un modo vago e imperfecto,
con la que el afto anterior habla hecho el embajador aragonés: «Pro certo constet vobis, quod
status Ecclesue cito mutabitur, et citius quam credatis... Videbitií mirabilia in brevi' (FINKE,
AUI den Tagen B. p.xxxn).
" Obras de consulta: ARNALDO PE VILLANOVA, Obres catalanes, ed. M . Batllori y J. Carreras
ARTTU (Barcelona 1947); H. FINKE, AUI den Tagen Bonifaz VIII p.toi-226 y c x v t l - c c x i ; M . M e -
NÉNDEZ Y PELAYO, Historia de los heterodoxos o p . (z.'ed., Madrid 1817) III. 179-225 y apénd.
document.; B. HAUREAU, Arnauld de Villeneuve, tnédectn et alchimiste: >H¡st. litt. de la Frnnce»
28 (1881) 26-126; J. M . Pou, Visionarios, begulnos y fraticelos catalanes (Vich 1930) p.34-110;
A . H u m ó Y LLUCII, Documents per ihistoria de la cultura catalana mitjetul (Barcelona 1908) t . i
Passlm. También FINKE, Acta Aramnensia t.i y 2.
7 4 Publicado por N. DE WAH.LV «n •Mémoires de l'Acad. inscrlpt. et belles-lettres» xvui
" 8 5 9 ) 435-494. Sobre Pedro Dubois véase la edición de su trstado De recuperatione Terrae Sane-
'M. hecha por C . V. Langlois en «Coliect. de textes» (Parla 1891) y el art. de E. RIÑAN, Pierre
iJubois: «l-íist. litt. de la Francc* xxvi. 47»-536.
7 1 Datos concretos en Di CAR o, Philippe le Bel II,16-18; BOUTARIC, La France sous Phil. le Bel
(París 1861) p.69-70.
H.de la iglesia 3 35
1090 APÉNDICE
la Iglesia y a emplear los diezmos, anatas y otros censos y rentas de los bene-
ficios eclssiásticos en preparar la cruzada, no en otros fines seculares7Í.
Bonifacio cometió una increíble torpeza al escoger como nuncio a Bernardo
Saisset. Los procedimientos de éste debieron de ser bastante imprudentes, e
irritaron al rey hasta tal punto, que, cuando, terminada la legación, se retiró
Saisset a su diócesis de Pamiers, los espías y comisarios regios empezaron a
recoger denuncias y acusaciones contra el obispo.
Ya de antiguo se sabia que Bernardo Saisset murmuraba contra Felipe el
Hermoso diciendo que era un bastardo, no descendiente de Carlomagno, y
que bien se vela en la manera de reinar; que ni era hombre ni bestia, sino una
estatua ; que dejaba el gobierno en manos de quienes vendían la justicia ; que
era un monedero falso, afanoso de engrandecerse sin mirar cómo ; que toda la
corte estaba corrompida por dentro y por fuera; que el condado de Pamiers
no pertenecía al reino de Francia ; que todos los franceses eran enemigos de los
tolosanos, y en particular de la lengua provenzal, etc. 7 7
Dirlase que Saisset, muy estimado de Bonifacio VIII, tenia, como éste, el
grave defecto de la intemperancia en el lenguaje. £1 la de octubre de 1301
fué citado a comparecer delante del rey, mientras todos sus bienes, castillos,
tesoros y libros eran embargados. Y el 24 de octubre, en Senlis, el consejero
real Pedro Flotte dió lectura a todos los cargos que se hacían contra él : crimen
de lesa majestad, traición al rey, simonía, herejía y blasfemia. Parece que estos
tres últimos pecados escandalizaban especialmente a Felipe el Hermoso y a
sus ministros, como iremos viendo en esta historia 7 I .
Juzgó el consejo que el obispo merecía ser encarcelado y depuesto de su
oficio; mas, como el reo rechazaba la competencia de un tribunal laico para
juzgar a un eclesiástico, declaró el monarca que, mientras él se ponía de acuerdo
con el papa, quedaría Bernardo Saisset bajo la custodia del arzobispo de Narbona.
Apenas llegaron estas noticias a oídos de Bonifacio VIII, éste se sintió herido
en lo más vivo de su ser. En la bula Salvator mundi (4.de diciembre) revocó
inmediatamente todos los indultos, concesiones y privilegios otorgados al rey
de Francia para la defensa de su reino en momentos críticos, prohibiendo en
adelante a los eclesiásticos pagar cualquier contribución, lo cual era como repo-
7
ner, en vigor la constitución Clericis laicos '.
7 * El papa cataba entonces muy ilusionado con la cruzada contra los turco«. L a ocasión
parecía de perlas, ya que el khan de los mogoles y rey de Pétala. Kassan, se habla apoderado de
Siria a fines de 129« y habla enviado embajadas amistosas a los principes cristianos invitándolos
a unirse con ¿I para conquistar a Palestina. Accedió el rey cristiano de Armenia, pero no los
reyes de Europa, a pesar de laa exhortaciones de Bonifacio V i l i (RAINALPI, Armala ad ann. L]OI,
n.34; T . S. R. BOA'B, Bonifact VIH p.222-227).
»' Estas acusaciones, recogidas posteriormente, víanse en DIOAKD, 11,52-54, y en RAINALOI,
Armala ad ann. 1301, a 27.
7 ' Sobre Bernardo Saiaset, canciller y vicario general de Toulouse desde 1264, obispo en 1265
de Pamiera, sobre cuyo dominio condal contendía con el conde de Koix, teniendo de su parte al
papa y en contra del rey, víase el estudio de M a o . J. M . VIDAL Bernard Saiuel, évíque dt Pamim:
«Rev. des Sciences religieuses» V (1925); V I (1926), y aparte en forma de libro (Toulouse, Pa-
ris 1926). La impudente hipocresía de Pedro Flotte se evidencia en las letras que envió a Boni-
facio VIII, asegurando que el obispo era simoniaco manifiesto y hereje; que habla sostenido no
ser pecado la fornicación ni siquiera en los clérigos, que habla dicho que muestro santo Padre
Bonifacio, soberano pontífice, es el diablo encarnado», etc. Calumnias despreciables, que en
seguida lanzarán, aprobadas por Flotte, contra el propio Bonifacio (OUPUV, Hill, du différend
628-629).
7 * Enjuiciando este arbitrario y brutal proceso, escribe Mgr. Vidal: »Nulle forme n'est gardée.
Sous prétexte de lise-majesté et de trahison, le roi s'en prend ì une personne d'Eglise constituée
en dignité. Il viòle le privilège du for. Il s'approprie les méthodes sommaires de l'Inquisition. N i
citation, ni accusation, ni défense de l'accusé... Or, cette procédure incohérente et exceptionnelle,
la remnrque a déjà été faite, c'est celle des grands procès de vengeance, comme celui de Boni-
fáce VIII... ou, comme celui de l'évéque de Troyes. Guichard, qui eut lieu en 1308 et 1309: celle
des procès d'hipocrite fiscalité, comme celui dea Templiers (1307-1312). Dans ces entreprises l«<
légistes royaux, et le plus retours, le plus implacable de tous, Guillaume de Nogarel. Inaugurè-
rent un système ou les coups de force, les séquestres de biens, les enquêtes clandestines, la dif-
famation, la torture, l'appel à l'opinion publique, l'indignation farisaique à propos de crimes
douteux et l'hipocrite A|>parence du respect ì l'égard de la justice d'Eglise, tinrent lieu de pro*
OTDUR» fBtrnarH Salua [Trmluuxi: 19*6] P.98-Q9).
1060
BONIFACIO Vili
Colegio cardenalicio el día de San Juan Bautista (24 de junio). El gran teólogo
franciscano cardenal Mateo de Acquasparta, discípulo insigne de San Buena-
ventura, tomó la palabra:
Es verdad—dijo—que han llegado a Roma quejas de los muchos desórdenes
que se producen en Francia contra las inmunidades eclesiásticas, y que sobre
ello el papa escribió al rey una carta. Lo hizo de acuerdo con el Sacro Colegio,
porque es preciso que se sepa que entre el Soberano Pontífice, que es nuestra
cabeza, y nosotros los cardenales no existe la menor discordia, divergencia o
desunión) pongo por testigo al Espíritu Santo. Según algunos, afirmábase en
aquella carta que el reino de Francia es feudo de la Iglesia. Jamás el papa ni
los cardenales han dicho semejante cosa. En cuanto a los beneficios y preben-
das, no hay duda que su colación o provisión no pertenece a los seglares. Si el
rey goza, además del patronato, de algún privilegio en este punto, yo no lo sé,
pero en todo caso no puede tenerlo sino por delegación (ministerialiter). Contra
el mundo entero me atrevo a defender, aun con riesgo de mi vida, que el Sumo
Pontífice, vicario de Cristo, tiene la plenitud de la potestad, porque Cristo,
que es el Señor de todos, ha dejado sus poderes a Pedro y a sus sucesores.
Quéjase el rey de que el papa concede los beneficios a extranjeros. Verdad es
que ha nombrado arzobispo de Bourges a Egidio Romano, en cuyo elogio no
me detengo, y obispo de Arrás a un doctor en derecho civil y canónico. No
recuerdo que otro italiano haya sido promovido en Francia. Y el papa está
en su derecho. Como cabeza única de la Iglesia, es señor de lo espiritual y de
lo temporal. Hay dos jurisdicciones: el Sumo Pontífice tiene la espiritual, reci-
bida de Cristo; el emperador y los reyes poseen la temporal, y, con todo, al
papa compete conocer y juzgar cualquier causa temporal por su relación con
lo moral o espiritual (ratione peccati). La jurisdicción temporal, en cuanto a IU
ejercicio y uso, no le pertenece, aunque le pertenezca de derecho
A continuación habló Bonifacio VIII. Empezó por enaltecer la unión de la
Iglesia y del reino de Francia, con las grandes ventajas, aun económicas, que
de tal unión se han derivado para aquella católica nación. Pero un hombre
se ha empeñado en desunirlas, un hombre diabólico, un nuevo Aquitofel,
mitad vinagre y mitad hiél (acetum-fel), que con sus consejos al rey está arrui-
nando a toda la nación. Ese hombre demoníaco es Pedro Flotte, que tiene como
cómplices al conde de Artois y otros. Pedimos a Dios que nos conceda castigar
convenientemente a ese Pedro, a ese Aquitofel, que falsificó nuestra carta al
rey. Hace cuarenta años que practicamos el derecho, y sabemos que existen
dos poderes ordenados por Dios. Pues ¿quién podrá creer que tal necedad y
locura haya pasado por nuestra cabeza? Afirmamos que nuestra voluntad no es
usurpar lo más mínimo la jurisdicción del rey, como lo acaba de decir el car-
denal de Porto. Pero el rey no puede negar, como cualquier otro cristiano, que
nos está sujeto ratione peccati. En cuanto a la colación de beneficios, queremos
hacer al rey todas las concesiones posibles. Si hemos cometido algún error o
agravio, que se nos demuestre honradamente, y prestos estamos a corregirlo y
remediarlo. Muchos de loa que aquí están presentes saben que ya durante
nuestro cardenalato éramos tan amigos de Francia, que los cardenales romanos
nos lo reprochaban, y en nuestro pontificado hemos amado mucho a su rey,
como lo demuestran los favores que le hemos hecho. En trance difícil se vería
el rey ante la coalición de alemanes, ingleses y algunos de sus vecinos y más
poderosos vasallos si nosotros no hubiéramos sido rigurosos con sus adversarios.
Nuestros predecesores depusieron a tres reyes de Francia (¿Childerico ¡II,
Hemos dsdo t i n sólo un brev* resumen de tan importante discurso. D e él son catas frases
textuales: «Summus Pontifex habet plcnissimam [potestateml; nullus est qui possit eam limitare...
Ule dicitur esse dominus omnlum temporalium et spiritualium... Planum est quod nullus debet
revocare in dubium quin possit iudicara de omnl temporal! ratínni peccati... lurisdictio témpo-
ra]« potest considerari prout competit alicui ratione actúa et usus, vel prout competit allcui
de iure. Unde iurisdictio temporalis competit Summo Pontifici, qui est Vicarius Christi et Petri,
de iure... Qifandim ad txacutinnem aetus non competit eit (DUPUY, ibid., 73-76; D u BOULAY.
Hiit. Univ. Par. IV,7.8-31).
BONIFACIO VIII 1095
.. 9 0 tiste-Achltophel est quldem dlabolus vel diabolicus homo, quem Deus iam ¡n parte pu-
nlvit, caecutiens corpore caecus mente, scilicet Petrus Flotte, homo acetona, homo ftllicui, homo
haeretlcus... Quadraginta annl sunt, quod nos aumus experti ¡n iure, et scimus quod duae sunt
Potestates ordinatae a Deo. Qui» ergo debet credere vel poiest, quod Unta fatultaa, tanta insi-
pientia sit vel fuerit in capite nostro? Dicimui <¡uod in millo velumuj usurpar« iurisdictionem regís,
et sic Cráter noster Portuensn dixit. Non potest negare rex, seu quícumque aller fideli», quin slt
no bis subiectus ration» pcccati... Pracdecessores nostri deposuerunt tres reges Franciae, et ipsi
hoc hsbent in chronicis suis et no* In nostris... Nos deponeremus regem sicut unum gardonem,
licet cum dolor* et tristitla magna» (DUTUY, ibid. Actes et preuves, p.77; DU BOULAY, Hút.
Unto. Par. IV,31-33). , ,
*> Los nombres en DUPUY, ibid., 86. Las actas de la asamblea no se conservan; fueron des-
truidas posteriormente para complacer a Felipe el Hermoso.
1096 ARÉNOICE
y f u i incorporado al Corpus iuró can. l.t tlt.B, «Extravag. comm.« c.i (FRIEDDERG, II.1245). D e
su autenticidad hoy día no puede disputarse. Sobre sus muchas interpretaciones, F . EHHMANN,
Die Bulle *Unam sanctam* des Papstes Bonifacius VIII (Munich 1896); RIVIÍRE, Le probléme de
l'Eglise et de l'Etat p . i j o - i s s ; G . PILATI, Bomfazio VIH e il potere indiretto, en «Antonianum« 8
(1933} 329-354; FINKE, AUI den Tagen Banifaz VIII p.146-190.
Según el P. Alfonso Stickier, S. S., en Graciano y otros canonistas del siglo XII, el gladius
temporalis significaba originariamente tan sólo la «potestad coactiva material« de la Iglesia. Esta
posee una doble potestad coactiva: la espiritual, sobre las almas de los cristianos, y la material,
sobre los cuerpos. D e la espiritual puede usar directamente (v.gr., del anatema), no asi de la
material (ius giadii), del cual hace entrega a los principes a fin de que éstos la empleen ad nutuffl
Ecclesiae. Cf. STICKLEH, De Ecclesiae potestate coactiva materiali apud Magistrum Gratianum. en
«Salesianum» 4 (1942) 97-119; ID., II potere coattivo material« delia Chiesa nella Riforma Grego-
riana secando Anselmo di Lucca, en «Studi Gregoriani« II (1947) 235-285: ID., Sacerdozio e regno
nei decrctiiti e decretalistl, en «Miscetlanea Histórica Pontificiae« (Universidad Gregoriana, Roma)
XVIII (1954) 1-26, con otra bibliografía del mismo autor.
El iut gladii se identificó posteriormente con la potestad civil de los principes, dando origen
a muchas y graves confusiones doctrinales, aunque no creemos que esa confusión sea la causa
única de las teorías hierocráticas que surgieron entre los teólogos y canonistas, exagerando la
potestad de la Iglesia y del Romano Pontífice en lo temporal. Bonifacio, como otros papas del
siglo x m , no sólo reclama el iui gladii en «u sentido primigenio, sino que afirma que toda autori-
dad, en una u otra forma, depende del vicario de Cristo.
• J Por ejemplo, los embajadores del conde de Flandes hadan esta declaración el 29 de di-
ciembre 1299: «Summus Pontifex iudexest omnium, tam in spiritualibus quam in temporalibus...
est enim Chrlsti omnipotente Vicarius« (KEKVYN DE LETTENHOVE, Rapport de l'ambassadejlamande,
en «Mémoires Acad. Roy. de Belgique» XXVIII,42I y 604). El emperador Alberto reconocía en
un diploma del 17 de julio 1303 «quod ius eligendi romanum regem, in Imperium postmodum
promovendum, certis principibus ecclesiasticis et saecularibus est ab eadem sede [apostolicaj
concessum, a qua reges et imperatores, qui fuerant et erunt pro tempore, recipiunt temporalis
lUi.NII'ACIO M i l 1097
No había, pues, motivo para alarmarse por una afirmación más de la supre-
macía pontificia. Pero la corte francesa, aun después de la muerte de Flotte,
estaba empeñada en interpretar torcidamente el pensamiento de Bonifacio VIII,
dando a sus palabras de sentido teológico un significado feudal que no era el de
su autor. .Y así,, apenas, llegó a su conocimiento el texto de la bula, el rey con
sus juristas pusieron el grito en el cielo, como si la libertad de'Francia estuviese
en peligro, siendo así que ningún otro rey había dado importancia alguna al
documento.
8. Su verdadero sentido.—Persuadidos los que rodeaban a Felipe el
Hermoso de que Bonifacio aspiraba a una hierocracia universal, en la que los
príncipes fuesen vasallos del pontífice, acusáronle de que en su bula se arrogaba
la potestad directa en todas las cosas temporales. La misma acusación repitieron
en el siglo xvn los galicanos, y en nuestros días los que no acaban de entender
la mente de aquel papa.
Ya entonces Bonifacio VIII protestaba contra semejante incomprensión,
y declaraba por sí mismo y por sus fieles intérpretes,'como Acquasparta, que
él no pretendía quitar a los reyes nada de su jurisdicción ni mermar en lo más
mínimo su soberanía) que el uso y la ejecución de la potestad temporal no
pertenece al pontífice; que si éste a veces debe intervenir en lo civil y político
es solamente por su relación con lo espiritual, ratione peccati, para defender
la moral y la religión 94.
Verdad es que esta doctrina de intervenir ratione peccati, aunque sostenida
por todos los doctores y papas medievales, y en sí teológicamente inatacable,
tiene peligro de que se ensanche arbitrariamente y se cometan abusos. Con
todo, históricamente se demuestra que los abusos cometidos no fueron tantoB
ni tan grandes como voceaban los galicanos. Mucho máB graves fueron los
que en sentido contrario cometieron los reyes con la doctrina regalista de inter-
venir en lo eclesiástico ratione Status, o sea, por lo que más tarde se llamará
razón de Estado.
Se ha dicho que en la bula Unam sanctam se halla una frase totalmente
inadmisible y falsa, indicio de una desmedida ambición imperialista; aquella
que dice: «Spiritualis potestas terrenam potestatem instituere habet». No han
faltado tímidos exegetas que han querido traducir el irutituer« por instruir o
adoctrinar, suavizando así el pensamiento del papa. Mas también deformándolo.
Instituere significa aquí, lo mismo que en Hugo de San Víctor, de quien está
tomado el texto y el contexto, instituir, establecer, fundar. Pero ¿no es una
exageración y una falsedad decir que el papa tiene el poder de instituir, esta-
blecer, dar legitimidad a un monarca? En nuestro modo natural de hablar, sí;
no en el de aquellos hombres, imbuidos de lo que Arquilliére llamó «agustinis-
mo político», para quienes sólo era cristianamente valedero lo elevado al plano
sobrenatural.
Cuando Bonifacio adjudicaba al poder espiritual la irutituctrfn del poder
temporal, pensaba, sin duda—como Hugo de San Víctor—, en Israel, cuyo
primer monarca, Saúl, fué instituido por la autoridad religiosa de Samuel, y
gladii potestatem' (THZINEK, Codex dlplomaticus 1,390). Esto era conceder demasiado: sin duda,
poco sinceramente,
81 la espada temporal no esti, como dice Bonifacio, en manos del pontífice, parece claro
que no la posee directamente; luego no posee la potestad directaen lo temporal. Y , sin embargo,
esta-potestad depende de él. ¿En qué manera? Distingamos, con Bonifacio, dos dependencias:
dependencia in iure y dependencia in u u . D e la dependencia in iure tratamos en el texto, y la
explicamos por el anustinismo político. La dependencia in utu se explicaba entonces ratione peccati,
es decir, indirecto, según expresión de Vincentius Hispanus (cf. supra, nt.10). San Roberto Be-
larmino seré el primero en desarrollar y puntualizar teológicamente eata explicación en el aiglo x v i :
Gersón habla escrito: «Potest superioritas illa nominan potestas directiva et ordinativa, potius
quum dvilis vel iuridica« (Opera 11,147). Como estas ideas se barajan igualmente al tratar de
Gregorio VII, véase lo que sobre este papa dijimos en el t.a p.370. Notemos que aquello* que Inter-
pretan la bula Unam sanctam como una afirmación de la potestad directa (Finke, Rivlére, Glaz, etc.)
no l a t e n concillarla con las afirmaciones evidentemente contrarias que hizo Bonifacio en diversas,
ocasiones. Ahora bien, «I papa no cambió nunca de opinión; era de ideas fijas corno davos.
1098 APÉNDICE
9 8 N o vamos a exponer aquí las opiniones que alrededor de aquella fecha se manifestaron
en. pro o en contra de la doctrina de la bula Unam sanctam. Pueden verse en la obra fundamental
de R. SCHOLZ, Die Publizistik zur Zeit Philipps des Schönen und Bonifaz VIII (Stuttgart 1903)
fase.6-8 de «Kirchenrechtliche Abhandlungen*. A principios del siglo xiv, el dominico Guido
Vemani de Rimlni, que refutó el tratado De Monarchia, de Dante, escribió un comentario a la
Unam sanctam, publicado por M . GRASMANN, Studien über den Einfluss der aristotelischen Philo-
sophie auf die mittelalterlichen Theorien über das Verhältnis von Kirche und Staat (Munich 1934)
p. 144-157. Acerca del comentario atribuido al cardenal Lemoine, véase FINKE, Aus den Tagen B.
177-186 y apénd., p.c-cxvi. También SCHOLZ, I.e., 274-7S- El comentario de RIVIÈRE, Le pro-
bame p.79-87, no lo juzgamos siempre acertado. Sobre Egidio Romano, Jacobo de Viterbo y
otros agustinos véase UGO MARIANI, China e Stato nei teologi agostiniani del secolo XIV (Roma 1957)
p.75-88; 151-174. etc.
" Sobre este personaje, moralmente muy discutido, y sobre sus obras canónicas, asi como
sobre su fundación del colegio Lemoine en la Universidad de Paris, véase F. LAJARo, Le cardinal
Le Moine: «Hist. litt, de la France« 27 ( 1877) p.201 -224 : C . JOURDAIN, Le collège du card. Lemoine,
en su libro Excursions historiques (París 1888) 265-308. No podemos dar crédito a las declaraciones
que m i s adelante, en el proceso de 1311, hizo Juan L e Moine, testificando que ya durante su
It-Ración habla hablado al rey de las herejías de Bonifacio V i l i . T a l traición la suponemos inven-
tada por su debilidad de carácter. En todo caso, la vileza del personaje es evidente. Sus declara-
ciones, en C . HOFLER, RflefeMich auf P. Bonifacios VIII p.S3.
1100 APÉNDICE
territorios que de éste habían dependido en otro tiempo, como Borgoña, Lore-
na, Pro venza, el Delñnado, etc. 1 0 0
Terrible golpe contra Felipe el Hermoso si éste 110 se hubiera dado prisa
a prevenirlo y a impedir sus efectos, descargando rápidamente un contragolpe
decisivo y mortal. Su brazo de hierro fué el legista Guillermo Nogaret, que, des--
pués de Flotte, se apoderó totalmente del ánimo del rey y orientó su política
contra la supremacía papal, como deseoso de vengar—hijo de un albigense—la '
condena inquisitorial de su padre 101 .
1 0 0 L o intentó en su bula luxta verbum propheticum (31 de mayo 1303) (La registra de B.
n.5353).
1 0 1 Sobre Guillermo de Nogaret, profesor de derecho en Montpellier en 1201. miembro
del Consejo real desde 124A. canciller o vicecanciller en años sucesivos, véase H . HOLTZMANN,
Wilhelm von Nogaret (Freib. 1898), y E. RENÁN. Guillaume de Nogaret: «Hist. litt. de la F r a n c o
X X V I I (18??) 233-271, reimpreso en Eludes sur la politique religieuse du rigne de Phil. le Bel
(París 1899).
102 DUPUY, Hist, du diffárend P.56-J9.
BONIFACIO VIH 1101
IO] v í a s e ABQUTI.LIÈBE, L'appel au concile tous Phit. le Bel et la gènite des théories conciliaires:
«Rev. des questions hist.» 8q (1911) a3-55- L a obra m i s fundamental y exacta que hasta ahora
se ha escrito «obre los orlnenes dei conciliarismo y sobre la doctrina medieval del papa-hereje
es la de BRIAN TIERNEV, Foundaiions of the Conciliar Theory (Cambridge 1955).
1102 APÉNDICE
29) Item diffamatus est, quia non quaerit salutem animarum, sed perdi-
tionem earum» , M .
Creemos que nunca, en circunstancias tan solemnes, se hayan pronunciado
tan grandes atrocidades contra un Romano Pontífice, jurando y perjurando
decir solamente la verdad y comprometiéndose ante la nación y ante la cristian-
dad entera a demostrarlas en un concilio universal.
Intervino Felipe el Hermoso para decir que él hubiera preferido «cubrir
con su manto las vergüenzas de su padre», pero su fervor por la fe católica, el
ejemplo de sus antepasados, tan devotos de la santa Iglesia, y el deseo de poner
término al escándalo de la cristiandad le obligaban en conciencia a decidirse
de una vez. Accediendo, pues, a las demandas de Nogaret y de Plaisian, prome-
tía, «guardando el honor y reverencia que se deben a la Sede Apostólica», hacer
todo lo posible por la reunión de un concilio universal, al cual asistiría él en
persona.
Los cinco arzobispos allí presentes y 21 obispos, con 10 abades, declararon
que juzgaban útil la convocación del concilio. Tan sólo Bartolomé, obispo de
Autún, y Juan, abad del Cister, se opusieron tenazmente a dar su asentimiento.
No bien había salido del palacio rea], el valiente obispo fué detenido por un
esbirro, aunque en seguida se le dejó en libertad. En cambio, el abad del Cister
fué encerrado en un calabozo, contra lo cual protestará luego Bonifacio VIII.
Leído el proceso verbal de la asamblea de Louvre ante la Universidad de
París, esta autorizadísima corporación se adhirió a la firma de los obispos el 21 de
junio. Lo mismo hizo el cabildo de la catedral. Y el día 24 se celebró una gran
manifestación popular en los jardines de palacio a fin de que toda la ciudad
ratificase la decisión del rey. Acudió la multitud en procesión; un obispo predicó;
un clérigo leyó las actas con las vergonzosas acusaciones contra el papa, y un
fraile dominico arengó a las turbas a defender al rey, en la extirpación de las
herejías, contra el pap>a, enemigo de Francia.
Cuando al día siguiente unos oficiales regios fueron al convento de los fran-
ciscanos a pedir la opinión de los frailes, hubo escisión entre éstos, pues los ex-
tranjeros se negaron a aprobar las actas. Inmediatamente los refractarios fueron
expulsados del reino. Cosa semejante acaeció en el convento de los dominicos.
A fin de presentarse el rey con la fuerza de una especie de plebiscito popular,
envió comisarios que recogiesen votos, aunque fuese por la fuerza, en todos los
ángulos de la nación: en Turena, en Bretaña, en todas las provincias del centro,
en las de Picardía, en el Languedoc, organizando así la propaganda del cisma
en toda Francia 103.
Y no contento con esto, mandó embajadores a los reyes de España y Portu-
gal y a Italia, particularmente al Colegio cardenalicio, que debería tomar la ini-
ciativa en la convocación del concilio. Nos consta que p>or lo menos los reyes de
Aragón y de Mallorca, a pesar de su parentesco con Felipe, se escandalizaron
de las graves acusaciones, quae dicenda non sunt, lo cual quiere decir que les pa-
recieron inauditas e increíbles; a ellos, especialmente al rey de Aragón, que por
medio de sus sagaces embajadores estaba mejor informado que nadie de la per-
sona del papa y del ambiente de la curia romana ' 06 .
terea ad nostram audicntiam pervenit, quod dictus rex Franciae fecit aliquem processum in
modum appellationis contra dominum Papam, accusando eum de gravibus et pluribus capitulis,
quae non sunt dicenda, licet ad vestri audientiam et etiam omnium hominum credamus praedicta
pervenire. Propter quod videtur magnum scandalum suboririt. Y responde el rey aragonés,
con fecha 30 de julio: «De facto autem ipsius regis Franciae, quod scripsistis non modicam tur-
ba tionera assumpsimus, quia ultra generale debitum, sicut scitis, sumus sane tac matri Romanae
Ecdesiae specialiter obligad, et vos et nos pracnominato regi Franciae coniuncti propinquia linea
parentelae... Vigili cura praemeditari velitis, si quid per vos et nos tanto et tam gravi periculo.
1060
BONIFACIO Vili
VI. LA CATÁSTROFE
Era a principios.jde. mayo de .1303, cuando Bonifacio VIII, para evitar los
calores romanos, se retiró a su ciudad natal de Anagni, donde poseía, junto a la
catedral, un poderoso palacio. Allí" mismo se alzaba la imponente fortaleza de
su sobrino Pedro. .Gaetani, apellidado el Marqués, que dominaba en la ciudad
y habla en pocos años extendido su señorío a todo el Lacio inferior y parte de ia
Campania. En ninguna parte podía el papa encontrarse más seguro. Y precisa-
mente sobre aquella alta torre vino a descargar el rayo fraguado en Francia.
«Eodem anno Schiatta, filiua D . IohannJs de Columna, venit de Francia Romam: et re-
quiaitis consanguineis et amici», tam in Urbe quam in Campania tota, colligatio baronum eiusdem
regionia fit» (TOLOMEO DE LUCCA, Hi¡t. eccles., en MURATORI, XI, 1223). El predominio de Pedro
Gaetani, sobrino del papa, máxime en la Campania, habla despertado muchas envidias y descon-
tentos. Ahí se originaban no pocas de las odiosidades contra Bonifacio.
>10 «Adinulpho Matthiae Anagniae introitum liberum eis praebente... quibusdam cardina-
libus concordantibus* (Chronica Urbevetana, en A . HIMMELSTEIN, Eine angebliche und cine uitrc-
kliche Chronik von Orvieto [Estrasburgo 1822] p.34).
1 1 1 Del atentado de Anagni tenemos dos importantes relaciones de testigos oculares. La más
larga, escrita por un curial de Bonifacio VIII, fué publicada porRi^EY, Scriptores rerum bríttanni-
carum (Londres 1865) 28,483-491, y por KERVYN DE LETTENHOVS, en «Rev. des quest. h i s t i 11
(1872) JII-S20. L a más breve, acaso de un español al servicio del cardenal Petrus Hispanus, fué
publicada por G . DIOAKD en la misma revista (43 [1888] 557-561). En esta última se dice que N o -
garet y Sciarra entraron en Anagni «cum sexcentis hominibus equitantibus et cum mille et quin-
quaginta clientibus armatis». Exageración sin duda. R. HOLTZMANN, Wilhelm von Nogaret, p.74,
apoyándose en otros croniatas, opina que serian 300 los jinetes y cerca de 1.000 los de a pie.
1 1 1 Una carta topográfica de ese recinto de la ciudad puede verse en G . CASTANI, Domu»
Caietana I, 172.
BONIFACIO VIII 1105
1 1 > G . VILUNÍ, Slmie fiorentine VHI, 63. U n a narración muy particularizada de loa hechos,
en la tumba de la capilla gaetana, que por encargo del mismo Bonifacio había
construido años antes el escultor Arnoldo de Cambio 1 I 5 .
1 1 9 Conocemos perfectamente los ornamentos con que fué revestido el cadáver, porque
en 1605, al ser abierto el sepulcro, fué hallado el cuerpo incorrupto y las ropas intactas; la sotana
era de lana bianca; el alba, de seda con bordados de oro, algunos de los cuales figuraban escenas
de la vida de Cristo; la dalmática, de seda negra, recamada de oro y plata. El manto pontifical se
halló muy gastado; las manos, con guantes adornados de perlas; el anillo en el dedo, con un pre-
cioso zafiro; las sandalias, negras, puntiagudas, de estilo gótico; en la cabeza, la mitra, de damasco
blanco. L a descripción detallada, en RAINALDI, ad ann. 1303, n.44. Junto a Bonifacio quiso ser
enterrado pocos años después su más fiel servidor, Pedro Rodríguez (Petrus Hispanus), cardenal
de Santa Sabina. Hoy día reposa el papa Gaetani en la cripta vaticana. D e la antigua tumba no
queda m i s que la estatua yacente del papa; el busto se halia en el Museo Petriano. Ilustraciones
del hermoso sepulcro primitivo, en G . CASTANI, Domus Caietana, y en A . CHACÓN (CIACCONIUS),
Hist. Ptmtif. rom. et card. (Roma 1677) II, 317. N o pueden faltar aquí loa conocidos versos de la
Divina Comedia anatematizando a los ladrones (Sciarra y Nogaret) y al nuevo Pilato (Felipe IV),
pues sabido es que Dante, aunque decidido adversario de Bonifacio, sintió que se le conmovía
profundamente su alma de cristiano;
«Veggio in Alagna entrar lo fiordaliso,
e nel Vicario suo Cristo esser catto.
Veggiolo un'altra volta esser deriso;
veggio rinnovellar l'aceto e il fele,
e tra vivi ladroni esse anciso.
Veggio il nuovo Pilato si crudele, -
che ciò noi sazia«.
(Purg. X X , 86-92.)
114 «Gli argomenti del suo accusatore, Filippo IV, re di Francia, hanno formato l'opinione
degli storici—si può dire—fino ati tempi nostri» (FRIEDRICH BOCK, Bonifazio nella storiografia fran-
cese, en «Rivista di Storia della Chiesa in Italia» V I [1952] 248-259 P-249)- Véase también P. FE-
DELE, Rassegna delle publicazioni su Bonifazio VIH e sull'età sua, degli anni 1914-1921 en «Archi-
vio della R. Soc, rom. di «tor. patria» 44 (1921) 311-332.
BONIFACIO VIH 1107
•Papa enhn non curat nisi de tribus... ut diu vivat [porque seguía las prescripciones de A m a l d o
de Villanova | et ut adquirat pecuniam, tertium ut suoe ditet, magniñeet et exaltet. D e aliqua spi-
ritualitate non curat» (FINKE, O.C., X X X I ) .
122 Véanse más arriba las acusaciones de Plaisian. M á s tarde dirá Arnaldo de Villanova:
«Studebat aedificare sibi memoriam aloriosam». Y pondrá en boca del papa estas palabras: «Nos
auximus gloriam EccJesiae romanae in tanto auro et in tanto argento et in hiis et in illis, et ideo
nostra memoria erit in saeculum saeculi gloriosa» (FINKE, o.c., C L X X X I I 1 ) .
12) Sobre la iconografía de este papa en pintura, escultura, miniatura y monedas, un simple
recuento en S. SIBILIA, Bonifazio Vil! (Roma 1949) p.294-296.
1108 APÉNDICE
A b a d . Camilo M-, Beato Juan de Avila 946. mulga 452S. ; sobre esta excomunión 453«. :
Abono, testigos de, Inquis. esp. 940. con Luis XII 463S.; frente a Femando
Abiainia, misión 957a.; católicos de 1033. el Cat. 466a.; muerte 4678.; y la cruzada
Abraham, arzob. 964. 470a.; propagación de la fe 47IS.; des-
Abreviadores, colegio 385s. cubrimiento de América 47 is,; bula «In-
Academia, romana 386s.; Calvino 690; fran- ter caetera» 472; otras actividades 475:.;
cesa 1038. jubileo 1500 476.1. ; í n el arte 477S. ; jui-
Acomodación, P. Nobili 966s. cio de conjunto 4785.; misiones 950S.; VII,
Achéry, D o m 83». Inmaculada 1025.
Adiafórica, cuestión 1029. Alemania, Templarios 46; protestan contra
Adoración perpetua 1053. impuestos 132; con Eugenio IV 322; San
Adorno, Agustín 834. Pio V 858 ; Greg. XIII 862 ; Clemente VIII
Adriano V I 656s.; a Suiza 676s; reforma 866; desarrollo 8 7 » . ; guerra treinta años
745- 878S.; paz de Westf. 887; liter, refig.
A f r i c a , misiones 954s. 1038.
Agathistas 842. A l e n con, Francisco de 907. 1
Aghelli, Antonio 1006. Alexandre, Natalis 1020.
Agostino de Ancona 96s. Alfaro, Fr. Pedro de 969; padre, a Chi-
Agreda, F r . Nicolás de 977. na 970.
Agrícola, Juan 668; discusiones 1029; M i - Alfonso, Congo 954S. ; de Ñipóles 349; de
guel 721. Orozco, Beato 1010; V el Magnánimo
Agustín, Antonio, concilios 928; en T r e n - 319S. 366; con Calixto III 359s.; muer-
to 930; obras 1008; Eremitas de San 832. te 370; V de Portugal 350.
Agustinos, mártires IngUt. 703; reformas Alfonso XI de Castilla 114S. 150S.
815s.; India 967; Filipinas 969s.; a M é - Algeciras, conquista 114.
jico 977S.; a Nueva Granada 983. Alhambra, construcción 1042.
Ailly, Pedro de 213s.; a Benedicto XIII Alianza de O r o , Romana, Suiza 922,
217s.; ideas conciliares 234s.; reforma Alife, Violante y conde de 793a.
24J; en Constanza 247s. Aljubarrota, batalla 204.
Americo de Villiers-le-Duc 44. Almain, Jacobo 489.
A l b a , duque de, contra Paulo IV 788s.; Almeida. A . de. China 97 >•
Paises B. 913s. Alonso de Espina, predicador 523*.
Alberti, León Baut. 356s. Alpujarras, levantamiento 934.
Albertini, Francisco 1004. Alumbrados, procesados 734; Inquis. esp.
Alberto V de Baviera 873s. 9428.
Albi, Congregación de 535. Alvarndo, Antonio de l o i o .
Albik, obispo 288s. Alvarez de Paz tota.
Albornoz, cardenal G i l 143; salva los Esta- Alvarez, Diego 999.
dos pontificios 150s.; poderes ilimitados A l v a r C ó m c z , biógrafo de Cisneros 6273.
í j i a . ; triunfos 152s.; sus Constituciones Alvaro I, Congo 955.
156«.; calumnias y segunda legación IS7S.; Alvaro Alfonso 363; de Córdoba S33'- : Pe-
amarguras y fin 158a.; recibe a Urba- layo, contra Marsilio de Padua 85». ; so-
no V y muere poco después 167. bré Nicolás V 88; contra el Defensor pa-
Alburquerque, obispo India 959. cis 94*.; contra la corrupción 135.
Alcalá, sínodo de Cisneros 618s.; universi- Alebar, gran Mogol 964S.
dad, Cisneros 622s.; su fundación y pro- Alléu, cardenal 894a.
fesorado 623s.; Poliglota 626s.; S. Ign. de Amadeo IV 65; V I de Saboya 2 ios (Fé-
Loy. 824. lix V ) 319S.
Alcantarino« 816s. 978. Amberea, protestantismo 730 732.
Alciati, Andrés 682. Amboino 960.
A l coba ; a , congreg. de 832. A m b o ¿se, cardenal D e J62s.; conjuración
Aldobrandini, cardenal (Clemente VIII) 903 ; tratado 904.
865s. América, descubrimiento 472S.
Aleander, Jerónimo, reformador 593s. Amico, Francisco 1004.
Alejandría, conquista 163. Ambrosio, Oblatos de S. 841.
Alejandro V, de Pisa 243s.; fin 244; y Bo- A m o r Divino, Oratorio 742S.; Paulo III
hemia 286s.; V I 419s.; su elección con- 748».
trovertida 420; su figura 421s.; su ca- Anabaptistas 654S.; de Münster 662S.; en
rrera 423s.: con Pió II 424s.; sus peca- los Países B. 73 is.
dos 425s.; pontificado 427s.; vida mun- Ana Bolena, Enrique VIII 695a. ; reina 699S. ;
dana 428s.; política italiana 429s.; con ajusticiada 705.
Ñ i p ó l e s 430; Carlos VIII 431s.; Santa Anagni 14S. ; declaración de 193.
Liga 432s.; reforma 435s.; Savonarola Anales, de Baronio 1016.
437s.; su desobediencia 447s.; lo exco- Anatas, en Aviftón 125c.
JNDICK DE PERSONAS LUGAHSS Y CÓSAS U U
Anatema, contri Hus i86s.. Avignon, papas 13».; corte de los P. 2os.;
Anchieta, José de, misiones'829 989. •• corwcucncias para la Iglesia 2is.,° expli-
Anderson, Lorenzo 720 721. caciones 24«.; palacio i o t a . ; centralismo,
Andrsde, Padre, a China 973. etcétera u 6 s . ¡ organización curia izo».:
Andrea«, Jacobo 1030. peligro 142S.; vuelta iCiis.; Urbano V
Andrés Avelino, San 814- 167«.; substracción 22 is. 227S.
Angeta de Merici 850«. Avila, Sta. Teresa H48».
Angélico, Fra 357». Audiencia, cardenalicia, ètfc. 121.
Anglés, José 1000. Audiencias, Indias 952.
Anglicanismo 6941.! cisma 698«.; persecu- Audi, filia, Bto. Avila 9 4 T •
ción 704» ¡ fórmulas de fe 706«.; Eduar- Auusburgo, dieta 1518 645 ¡ confesión 660a.;.
do V] 709S.; reina Isabel 893. despedida 631; dieta e Interin 668s.;
Angola 9S5*< paz 66os.
Animuccla, compositor 840: obras t040. Augustinus, libro 1025.
Anjou, duque (Enrique III) 996S. Autispa, Juan 355-
Annotationes 644. Ausculta, filia, bula 1091.
Antillas, pequeAas 979- Austria, Alberto de 916; D o n Juan de, L e -
Aniinnmista, cuestión 1029. panto 859; en lo« Países B. 915; A l p u j e -
Antipapa, Félix V 318S. rras 934.
Antitesis, oposición 1057. Autenticidad, libros canón. 758S.
Antipoto, Filipinas 069. Auténtico, texto Escritura 760.
Antitheses, contra Lutero 643. Autoridad papal disminuida 231a.
Antnllnez, Agustín 1005. Autos de fe, de Valladolid 736.
Antonio M . Zaccaria 742». ; de Navarra 902«. Auxiliares, ciencias 6.
Antitrinitarios 1029. Auxiliis, de, congregaciones 866; fin 867;
Anuncíalas 528S. controversia de 1023S.
Apaches, indios 981. ... v< Ayala, Martin de, Valencia 927.
Apóstoles, doce 977, Azcona, Tareicio de 404A.
Aragón, por Aviftón 204a. Azor, Juan de 1007.
Aragón, Femando de 927. Azores, toma de 352.
Aranda, concilio, por el arzob. Carrillo Azpilicueta, Martin de 1007.
599S. Aztecas 976A.
Arrau, conde de 7M- . . .
Arcsson, Juan 719.
Arfe, Enrique y Juan 1044. B a d é n , conferencia 678«.
Arias, Frane seo 1012. Baeza, Colegio-Unlv. 632.
Arias Montano, Inquis. esp. 945; Benito Balde, Jacobo 1038 1039.
1006. Balcanes, desarrollo 92ts.
Aringhi, Pablo 1017. Baldi, Bernardino 1038.
Armenio« 1034: unión 33 is. Báltico, Estados del 918.
Armenta, Bernardo 987. Bancaria», compañías 1281.
Arminianoa 1032. Banner, general 886.
Arminio, Jacobo 1032. BáAez, Domingo, obras 999: contra M o l i -
Armada Invencible, Sixto V 864 894; Feli- ' na 1023.
p e , " 935' Baracoa, diócesis 979-
Arnaldo de Cervole, en Aviftón 164. Barberini, card. Maffei (Urbano VIII) 868».
Arnaldo de Vitanova to87«. Barbo, Pedro (Paulo II) 3*4«.: Luis, refor-
A m a u l d , Angélica, reformadora 846; con mador S3I-
los iunsenisia» 846«,; Antonio, Inocen- Barbosa, Agustín 1008.
cio X 870; contra jesuítas 1024 1925. Barcelona, Ign. de L. 824.
Arqueología, trabajos 1016s. Bárcena, Podre 987.
Arquitectura, Julio II 496a. Bari, arzobispo de 186«.
Arrabbiati 4S9S. Baroncelli, Francisco 147-
Arras, unión de 915. Baronio, César, obras 1016.
Arrúbal, Pedro, molinismo 1024. Barnabita« 814a 741».
Artes, en la Iglesia 1037S. Barreiro, padre, Guinea 956.
Articulo« de fe 713; los 43 718 39 893. Barrios, Fr. Juan de los 983.
Arturo, de Inglaterra 69$. Barroco 1044S.
Arundel, Tomás 280«. Barton, Isabel 702,
Ascética, apogeo 1008«.; intensificación Bascio, Mateo de, inicia capuchinos 817S,;
se retira 818.
10J4S. Basilea, concilio 308a.; contra Roma 309«. :
Aakew, Ana 708. su disolución por Eugenio IV 310«.; si-
Astete, catecismo 1054. gue actuando 3 l i s . ; ataque al papa 3>2s.;
Asti, Bernardino de 819a. ea aprobado 315S.; reformas 3 1 * ; cisma
Asunción, obispado 983. 317».; antipapa 318; a Lausana 319a.;
Asunta, Colegio de la 631. reí. 520; innovaciones 678«. : Eneas Sil-
vio 373-
Ataide, Alvaro 962.
Atanasio, Colegio de San 922. Basilianos, reforma 1034.
Basliides, negus Abisinia 958.
Avancinl, Nicolás 1039.
Basilio Schukskij 921-
Avellaneda, Padre 978.
Baatardos, era de lo« 577«.
Avila. Beato, y San Juan de Dio» 836a.: Báthory, Estehan, Sixto V B 6 4 919.
Inqui«. esp. 946S. Baudry Biseth 28 29S.
1112 'ndick iiK rr.RHoí iS, LUC..AKES V COSAS
ción 729».; contra Felipe II 788«.! III, de Estrecha Observancia, congre^ lXJt-7"
Francia 9061.: asesinato del duque de Eucaristía. W l c l i f contra 2 7 6 ' i,
Guita 908; muerte 908; IV 908a.; -abju- •••tes 1028. " a j .
ración 9091.; gobierno 910; IV, de Inglat.
280»,; corrompida corte J98a,; V , de In-' ^ O l í ^ i b . JU"n C°"
giaterra 280a.; VIII 6921.; buen princi- Eudiataá 84S. l'l|
c r
pío 694a. ¡ intenta divorcio 605a, ¡ hacia el Eugénicus, Marcos, de Efeso J" "
cisma 698a.; cede a Ana Ikile'na 699).; el Filioque 3a6s. 327; COIU^N
cisma, 700«, ;. juatifica su conducta 701S.; realizados 333., * T.Sa .
persecución 701S.; contra monasterios Eugenio IV 307».: p r i n d p ¡ . '»» U n L r a
704S.; bula de Paulo III 70Js.; fórmulas 308a.; disolución del c o n j ? ,
de fe 706«.; contra luteranos y cat. 7073.; 309a.; es impugnado dur^' jVirr-
muerte y juicio sobre 41 708«.; en Irlanda 3 1 » . ; lo aprueba 315»-: P r X ^
7i6s.; no reformador 739; II, de Trasta- traslado a ferrara, ib.; c o n c J N ^ t e - ¿ n
mara 141; con el papú de AviAón 198a.; principes 322».; y los B r ^ V U s • > , , . .
de Castilla 160: IV, de Navarra 866 907S.; Ferrar» 3258.; traslado a F l j V ' o « de
II, de Lusignan 55; el Navegante 35 is.; decreto de unión 330S.; v i J v J a « , .
en Africa, conquistas 3521.; guerra de los 332«.; estado deplorable 334»'V c 'a
tres 907». Eurico IV. Suecia 916. ¡ » ;
Humanistas, opinión torcida S78*.: verda- Iñigo López de Loyola (Ignacio de L.) 821.
dero concepto 579; humanismo reformis- Irénicos 872,
ta S93S.; lnquis. esp. 944. Irlanda, conatos protest. 716«.; desarrollo
Húngara, confesión 724. 9003. ; persec. con Jdcobu y Carlos 1 901.
Húngaro, Colegio 861. Isabel de Baena 737; L Católica 6018.; Clara
Hungría, protest. 723«. Eugenia 934; en los Países B. 916; de In-
Huunyady, Juan 333S.; derrota 348 364a. glaterra, nace 700; 888s. 8913.; «nfflicu-
Hurtado, Gaspar 1004; Fr. Juan 534: de nismo &92S.; persecución 8943.; juicio de
Mendoza, Diego, en Tirrito 931 1039. conjunto 895.
Hus, Juan 281a.; maestro en Praga 284S.; Isidoro de Kief, card. 333.
en la Univ. 2853.; anatemas 286a.; con- Ialandia 719S.
tra el papa 287a.; guerra contra las in- Italia, Templarios 46; protestas contra tri-
dulgencias 2883.; a Constanza 289a.; pro- butos 133a.; y Calixto III 360a.; refor-
ceso 291S.; condenación 2933.: muerte ma 57.sa.: protest. 732«.; S. Pio V 8s8s.;
294. Greg, XIII 862; desarrollo 9233.
Husida, movimiento 2813. Iván IV, con Gregorio XIII 921.
Hutten, Ulrico 648.
Í
olú, Filipina« 869. ción SSO*.
«rdano, cementerio. 1016. Kettler, Gotardo 722.
large de Sajonla 6461. Khambalig 71s.
Josafat, f i n 910 1034; II 1036. Kilh, Francisco 678.
Joel, San,, devoción 1050: de.Calasanz, San Kin, Pablo, chino 971.
835a.! juerte en la humillación 836; mo- Kino, Padre 981.
nasterio de San 848, Klesl, Melchor, cardenal 879s.
Juana de Arco, Sonta 305s.; muerte 306s. ¡ Klostergrab 879.
rehabilitada 307: Santa Francisca Fré- Knade, Juan 723.
miot de Chnntal 853s.: de Lestonac, San- Knipperdolllng 663.
ta 8sasU* de Valois, Santa 463; fundado- Knox, Juan 715s.; Maria Eatuardo 899s.
ra 52B1.; I de Navarra 44: I de Ñipóles Kochanowaki, Juan 1039.
1 0 7 ¡ c o n t r a U r b a n o V I 195«.; 209; II 361; Koffer, Padre, China 972.
de Castro 140s. Köllin, Conrado 992.
Juan de Avila. Bto. 1010; Britto, San, en Krauwald, V . 725.
Siriin 967: de Capestrano, San, 364s.; de Krzyki, Andrés 723.
la Cruz, San, con Santa Teresa 848s.:
encarcelado 849a. ¡ Inquis. esp. 947s. 1013;
de Dies, San, Hermanos de 836s.: Fisher, L a b b é - C o s s a r t , colección 1017.
San 105s; obras 994 ¡ Leonard!, San 833: L a Cadena, Luis de, inq, esp, 94s.
XXII 68a.; su elección 69s.; su obra 70a.; L a Cerda, Agustín de, Angola 9 j s .
misiones de Oriente 71s.; pobreza 72s.; L a Corufia, Fr. Agustín de, Méjico 978.
condena fraticelos 74s.; sentencia sobre Ladcrchius. J. 1016.
la pobreza de Cr. 76s.; contra Luia de Ladislao de Ñipóles 231s.: por Grego-
Baviera 78s.; antlpapa 87s.; sobre la visión rio XII 244s. 24s; muerte 369; IV, Po-
beatlf. 90s.; artífice del fisca llamo 122a.; lonia 9>o.
tributos 125s,; aumentó impuestos 130; Laclare, Jerusalem 755.
XXIII (antipapa) 244*.: sus actividadea an- L a Florida 981.
tes y después 245s.: en Constanza 246*.; fu- L a Huerga, Cipriano de 100J.
- ga 249a.; su proceso 251s.; apuesto 253s.; Laicismo 11.
se somete 254s.: contra Hus 189s.; 1 de Lalnez, Diego, en T r e n t o 7S<*<; interven-
Castilla, por Avifión 199s.; II de Casti- ción 799S.; origen div. episcop. 801 804;
lla, privilegios fioó; I de Aragón, por A v i - con Tgn. de L . 82s; sus cualidades 829s.;
ftón 205a. 370; III, Suecia 916s.; V , Pa- en T r e n t o 931; obras 1002. „
leólogo 163; abjuración 168; V de Bres- Lallcmant etc. 982s.
lau 72s; Sin Tierra 272; el Bueno 162; Lamb, Roberto 714*.
de Bohemia 89 82)-; Fernández de He- Lambert, franciscano prot. 726.
redía 138s.; caudillo del papa 142s. 180s.; Lancister, casa de 280s.
de Leyden 663. Lancellotti 1008.
Jubileo 1300 toSrs.; de 13JO n i * . ; de N i - L a n g , Juan 65s: Mateo, legado 494*,
colás V 340s.; de 1500 476s.. Langenstein, Enrique de, y el conciliaris-
S
Lascelles. Juan 708.
ulius exclusua 495.
L a s Huelgas, mona st. 846.
urri, Juan de 1044,
Laaki, Juan 723s.
urisdicción epiac. en Trento 777.
Latowiiaki 723.
Justificación, por la fe, en Lutero 641s.;
conc. trid. 763s.; sesión VI 767a.; diver- L a Torre, F., aobre Alejandro VI 420s.
sos pareceres prot, .1029.. Lausana, fin del conc. de Basilea 3>9S.;
Justina, congregación de Santa 531. disputa de 68s.
Justiniano, Benedicto 1006. Laymann, Pablo 1007; brujas 1058s.
Lazaristas 842s.
Lázaro, islas de San (Filipinas) 968; lepro-
Kngoachima, Javier 961. sería 843.
Kalbeiiimv Í<nricNur 363, Lcn, Ii. C . . inquii. esp. 939.
Kappel, guerra y paz 679. L e Urus, señora (Santa Luisa Francisca de
Karnkowski, Estsnialao 920. Marillac) 855s.
Karlstadt 646s.; revueltas de Wittemberg Lecce, Roberto de 350.
653s.; guerra campesina 658; eucaris- L e ('lere, Alicia 852.
tía 680; en Dinamarca 718; eucaristía Ledesma, Pedro de 999.
1028. L e f èvre d'Etaplea, reformas 569s.; estu-
dios 570 ; exegeta 5711 au Evangelio 572s. ;
Kaste, abadía, reforma 531.
38
H.' de la Iglesia 3
1122 ÍNDICE DB L ' X K S O N AS, LUGARES Y COSAS
nando I H72; ofensiva 874a.; en Francia Reformas, en Constanza 262S.; Pió II 38is.;
(hugonotes) 902«. • ... institutos rtlig. 8133.
Protestantismo, causas del progreso 67OS. ; Reformada, Iglesia 68is.; gran extensión
en Dinamarca 717S.; en Noruega 7'9s.¡ en 6913.; código de Francia 730; Suiza 922
Suecia 720a.; en Polonia 7223,; en Fran- • 027 1030S.
cia 7253.; en los Países D. 7J0«. ; en Ita- Reformados, en Italia, ele. 816.
lia 732S.: en España 733S.¡ lnquis. esp.' Rcformandi, turf 670S.
943«.; misiones 9493.; desarrollo 10263.; Regaliamo, Felipe II, etc. 9363. 9373.
diversos territorios I027>.¡ unión griegos Reguío, Beinurdo de 1001.
. 1036. Regia, colección 1017.
Prusia, protestantismo 72 n . Regulares, reformas 527S.
Pseudorreforma 7383. Reid, Roberto 714.
Pucer, Gaspar 1030. Reinhard, Martin 718.
Puebla, Juan de la 538. Relajación, secuela del cisma 236«.
Puerto Rico 979- Relecciones, Vitoria 995*.
Religiosas, órdenes 4; guerras, de Francia
Purgatorio 809.
Puritanos 893 1031. 903S,; Felipe II 934.
Religiosos, en LeírAn 5023.; institutos 8133.
8¡}o*.
Q u e b e c 982. Reliquias, en Trento 809.
Quinquimaro, reyezuelo Madagascar 957. Remonstrante* 1032.
Quintín, batalla de San 789. Renacimiento romano 479S.; ¡dea torcida
Quiñones, reformas franciscanas 816. 575«.; mala fama 577«.; humanistas 5783.
Quitp, lede episcopal 986. Rendón, Pedro 9861.
Renala, con Calvino 684; duquesa 733.
Reni, Guido 1042.
l i a d a , Padre, a China 970; Juan d e 1001. Renovación católica 74>s. 872a.; triunfos
Radcwljns, Florencio 542a.; producción 8753.; guerra treinta año* 878*.; se in-
J4J; canónigos de Wlndcsheim, ib.; es- tensifica 88 is. 8833.
piritualidad 5483. Rense, dieta 103.
Radziwill, Nicolás 919. Repertorio* bibliográficos 3.
Raffael Sanzio, con Julio II 497a.; simbolo •Requeaéru, Luis de, y Felipe II 937 914*.
del Renaclm. Jios.i muerte 511 1042,. Reservado eclesiástico 8743. 8753.; los ca-
Ragusa, Juan de 301a. • tóllco« 8833,; s* insiste 887.
Rahosa, Miguel 1034. Reservas, sistema de AviAón 117*.; sus cau-
Raimundo de Capua 1763. 533«. tas 119«.
Rainalducd de Corvara (antlp. Nicolás V) Residencia de lo* obispos 767«.; diacusión
77«. 796a.; decisión 804«.
Ramírez, Sebastián, y 8. Juan de D . 837. . Restitución, decreto de 8833.
Rankow, Adalberto 2813. Revelación, fuentes 7583. 760*.
Ratiabona, alianza de 657; dieta 6643.; In- Revolución romana 1443.; de 1381 277«.
terim 6653.; dieta 1546 6673. Rey, libro del 708.
Ravaillac 910. Reyes Católicos, con Enrique VIII 695«.;
Ravena, batalla de 491 s. España, a.- XVI 926.
Raynaldus, O. 1016. Rho, Padre, China 972.
Raynauld, Teófilo 1004. Rhodes, Alejandro de, Cochinchina 968a.
Recoletas, Las Huelgas 846. Riario, Pedro 3983.
Recoletos, agustinos 833. Ribeiro, Cristóbal, Congo 0S5-
Reding, Agustín 1004. Ribera, Francisco 1006; José 1043.
Reducciones, Paraguay 987«. Ricardo II 2733.
Reforma, en el conc. de Vienne J8s.; Ale- Ricci, Mateo, China 970«.; usos chinos
jandro VI 436a.; Julio II 4983.; León X 97IS-; Peking 971; muerte 97*-
5048.; Pareceres y Memorial de Espa- • Richelieu, contra galican. 1026; contra
ña 504a.; católica 5133.; literatura de Habsburgos 886s.; gobierno 9111.
ref. 5143.; autores Sl5s.,' punto« de re- Richer, Manuel 1025.
forma 517*.; conatos de ref. 519a.; lo« Rickel, Dionisio 3433.
papa« J203. ; predicadores 5223. ; ref, del Ripa, Miguel de, contra Molina 1024.
clero reg, 5263.; benedictinos 531a,; do- Ripalda, Jerónimo de, catecismo 1054; Juan
minicana 533a.; franciscana 535s.; Países Martínez 1003.
Bajos 5393.; Erasmo 5533.; en Francia Ritual Romano 867.
558a.; cardenal De Amhoise 562a.; Stan- Rlus Serra, y Calixto 111 361.
douck 564a.; Leftvre d'Etaples 5963.; en Rivadeneira, Pedro de 1012.
Italia 575«.; Oratorio Div. Amor 58 is.; Roberto de Anjou 893. 102a.; Belarmino,
Compañía Div. Amor en Génova 5843.; San 9983.1 de Ginebra, card. 1733.
en Roma 5863.; en España 5953.; católi- Rocatallada, Juan de 514.
ca, priinJpio 7.18,i. ; no ivfr.nn.i prot. Rodolfo II, emper. 3-/.;s.; debilidnd 8763.
739«.; antes de Tiento 74IS.; institutos Rodríguez, Alfonso 1012.
relijl. 7423.; concilios 74S»..' Trento 747«.; Rodrigo de Borja, papable 410«.; (Alejan-
curia pont. 750«.; Julio 111 773$.; Pau- dro VI) 419«.; Fr. J., inquia. eap. 939.
lo IV 7833.; Pio IV 7923. ; memorial 7?8s.¡ Rogel, Padre 981.
de los principes 8o6a.; general, en Tren- Roías, Cristóbal 927; Domingo de 736.
to 8ios.: después de Trento 855a.; Roldán, Pedro 1044.
S. Pio V 8583.; Inocencio X 8703. Roma, centro de la Iglesia 21; frente a Avi-
1128 Ì N D I C E Dlt l'ERSON I, LUGARES V COSAS
Tomó, Santo, diócesis del Congo 955. definitiva 1893.; verdadero papa 1903.;
Tomista, escuela 9053. 999». su conducta violentaría.; da ocasional
Topia, misión 978, cisma con su conducta 1933.; su ulterior
Torbello, Juan 355. actividad 209«.; crueldad contra loa card.
Torcetto, obispo de 38a. 2ios.; su muerte 211: VII 865: VIII y
Tor de Specchi 305. Felipe IV «379. 8683.; guerra treinta sfto*
Torgsu, artículos 66o. 8693.; por Francia 8693,; colegio 869.
Torib io de Mogrovejo 929 984a, Urbino, Francisco de, por Urbano VI 2013.
Toro, Fr. Tomás de 983. • Urdsneta, P. Andrés de 969.
Torquato Tasso 1038. Ursulinas 850«.; congregaciones 851.
Torquemada, Juan, cardenal 3311, 336; gran Utraquistas 2963.; Bohemia 7243.
teólogo 338S,; Fr. Tomás de 938«. Utrecht, pacto de 915.
Torres, Cosme de 9601.; en Japón 973«. Utopía, dt- Moro 703.
Toscana, Sixto IV 400«.
Toscano, Sebastián 1011.
Tostado, contra Sts. Teresa 849. V a c a de Castro, Pedro 937-
Tours, Estados generales 560; asamblea Vacantes, tributo ] 263.
ecles. 5603. Valdenses 729.
Tovar, Bernardino, por Erasmo 734. Valderrama, Pedro de i o n .
Tradiciones eclea. 7S9S. Valdés, hermanos, por lo* erasmiano* 734;
Transfiguración, fiesta 3691, Juan 73JS.: Leal, Juan 1043; Pedro 282.
Transllvania, protest. 734. Valdivia, Padre 980«. 'J
Transubstancbción, luteranos 1028. Valencia, Gregorio de, obras 997 100a; por
Travancor, Javier 960. Molina 1024; brujería 1058; Martin de
Treinta Años, guerra, 8783. 88os.; victorias 977; Salvador, pintor valenciano 357.
c a t 8833.; fin 887: Succi» 9173,; Feli- Valgomera, Tomás de 1010.
pe III 935. Valignano, Alejandro 964*.; a China 97o*.;
Trento, concilio 7$7s.; para Mantua 749 en el Japón 9733. ; embajada a Roma 974.
Valla, Lorenzo 354.
753 ¡ para Vicenza 753; convoc. para
T r e n t o 754a,; principio 7563.; peate 770; Valladolld, reforma de 532 82a: foco pro-
fin etapa primera 77a; scg. «tapa 774«.; testante 73ís.; mollnítmo 1023.
tercera etapa 794«.; fin 81 y significa- Vaioli, Enriqu* de (Enrique III) 919«.
ción 8t ja. : aprobación y aceptación 8ia«.¡ Vallenburg, Adriano da 998.
hlatoria del concilio 9a5 ! España en 930«. ; Vallombrosa, Angelo de 4883.
Van der Goes, H, 1043.
Inmac, Cons. 1034.
Van dar Weyden, R. 1043.
Tréverls, arzobispo 321 322. Van Dyek, A. 1043.
Tributos, AviAón 1243.; protesta» 103«, Van Eyck, Huberto y Juan 1043.
T r k a s i n , Carlo* I 1019, Vanne« y S. Hidulfo, Congreg, de San 831.
Trigault, Nicolás 97a. Vanozza de Caranei 4253. 434.
Trigoso, Pedro 1001. Varable, Francisco 68a.
Trinidad, error de Servet 690; isla 979; Varano, Julio César 466.
de los Peregrinos, Sma. 839. Varsovia, pax da 9193.
Truchteat v. Waldburg, Gebhard 875«. : Vasari, Jorge 1043.
Jorge 657; O t ó n 874a. Vasco, Fray 529.
Tachudi, Egidio 922. Vaasy, matanza de 903.
Tudeschi, Nicolás 313 338«. Vatable 5733.
Turln, protest. 733.
Turios, contra Bizancio, etc. 3a3«. Vauffirard, Sulpicianoa 844-
Turriano, Lui« d t Torre« 1003. Vázquez, Gabriel 100a; Manilio 1004; Mi-
guel, molinismo 1024.
Vaz, Padre, Congo 95$.
Ubertino Catate 73 5'4- Vechta, Conrado de 2893.
Uchanxki, arxob. 9>9t. Vega, Andrés, en T n n t o 7563.; Justifica-
Ugonio, Pomponio 1017. ción 765 931: obras 995-
Ulm, pseto de 83. Velázquez, Diego 1043.
Ulster, Irlanda 901. Venecia, con Luis XII 4643.; Div. Amor.
Unam Sanctam, bula 1089a. 1096*. 592a.; protest. 733; Paulo V 8671.
Unidad cristiana 10. Venezuela 0823.
Unión de lat Iglesias, en Constanza a66a.¡ Venturino de Bérgamo 101.
concilio Ferrara-Florencia 3333.; su rea- Veracruz, Fr. Alonso de la 977.
lización 3283.; decreto 3293.; unión con Verardi, Carlos 416.
armenio*, etc. 331*.; uniones efímeras Verbieat, Padre, China 97a.
3'3as-¡ protestante 8773. 8793.; guerra Verger», protest. 723; a Alemania 763;
88is.; griegos con protest. 1035. Pablo 733-
Universidad, de Praga 286a. Vemaza, Héctor s*5s.; en Roma 586«.;
Unterwalden 678. en Nápoles. etc. 590«.
Upsula, dieta de 917. V'rnerio, card,, contra Molina 1024.
Urbano V, y el card. Albornoz 1591. i6is.; Verona, Guarino de 354; Div. Amor. 591.
cruzada de 1365 1623.: idea de volver a Veronese 1043.
Roma 1633.; vuelve a Roma 1663. : vuelta Verviuns, Paz de 8663. 909.
a Aviñón y muerte i68s.¡ VI, Pai» legi- Vicariato imperial 79S.; regio 9513.; expo-
timo, discusiones 184a; su elección y re- sición 053.
elección 1853.; coronación y convalidación Vicente Ferrer, San, por Aviñón 203a. 2053.
ÍND1CK 1)11 PERSONA I, LUGARES Y COSAS 1131
30811.; por Benedicto XIII U l i . ; en Sa- mia 286S.; contra H u s 289a.; con los h u -
vona 313».; profetiza 337».; con Bene- sita«- 296*
dicto XIII 1431.; K lepara del papa Westfalia, paz de 887S.
Luna 2581. 360; predicador de pénlt. W e y e r , Juan 1058.
331. Wielcfismo 2683.: condenación y extermi-
Vicenza, convoc. concilio 753. nación 279S.
Vico, Juan de 1511. W i c l i f 2697.; prof. de Oxford 270*.; en po-
Victimas, Inquii. eap. 9411. lítica 272S.; obras revolucionariaa 273S.;
Victoria. Tomás L . de 1040. <-•> ante el tribunal edes, 275».; condenado
Vida, Marco Jerónimo 509. por e l papa, ib.; contra el Papado 27ÚS.;
Vida Común, Hermana* 267 339*. $4'*.¡ contra la eucaristía, ib.; muerte 278s.; in-
estatuto! 5438.; producción 544a. flujo en Hus 28 is.; condenación en Cons-
Vienne, concilio de 471.; abolición de los tanza 292.
W i e d , Hermanos von 665.
Templarios 49 ; otros problemas 53a. ; T i e -
Wiggera, J. 1004.
rra Santa 34a.; reforma . 38s. ; pobreza
W i l d h a u s 674. '
franciscana fes. ; decretos dogmáticos 6is. ;
Wimpfeling, J. 518.
reforma 514s. 5'9a. W i m p i n s , Conrado 643a.
Vignola, Domenico 1041. Windesheim, canónigo 54SS.; méritos en la
Vilanova, Servet 690. ref. S47s.¡ escuela de espiritualidad 548S.
Vilela, Padre, a Miyalto 973- Winterkflnig 881.
Villacreces, Pedro de 536s,. , . Wishart 715.
Villsni, cronista 19s. Wittembach, T o m á s (174.
Villanova, Arnaldo de 514. Wittemberg, Lutero 64OS.; tesis de L u l e -
Villavlcencio, Lorenzo de 1003, ro 642S.; quema de la bula de conden.
Vio, Tomás da (Cayetano) 4941. ; con L e ó n X 650; revuelta 653a.; confesión de 706.
510 6451. 991«. W o l s e y , T o m á s 695a.; muerte 698.
Virgen, culto de la 10301, W o r m s , dieta de 1521 651a,
Virginia 981.
Virués, Alfonso de 1004.
Visconti, Bernabò, en Bolonia 157«. 170a.; Y a j i r o , Javier 960*.
Felipe M . 300s.: Mateo 8oa.; Juan IS»< Yamaguchi 961 973S.
Visionarios, secuela del cisma 237a. Yamaaee, misión 981.
Visitación. Religiosas 8331. ' Yangchow 71.
Vitelleachi, Juan 3331- Y e d o , T o k y o 975.
Vlterbo, tirano de 132«.; paz da 506; Egidio Yemitzu, Japón 975-
Yucatán 980.
de, en L e t r t n 493; coti León X 510.
Yuate, Cario* V 933.
Vitoria, Francisco de, en Salamanca «33a.;
Yusuf, reyezuelo A i r lea 936.
obra* 995.
Vivero, Leonor de 73t.
Vives, Luis, plan de ref. 74S ; humanista 992. Z a b u g h i n 387.
Volterra, Jacobo, sobre Alejandro, V I 422. Zaccaria, Antonio M „ Bamabita* 814a.
Vondel, J. von der 1039. Zabarells, Francisco 234*.
Vulpes, Angel 1001. Zambeza, misión 956.
Zamboanga 969.
Zambra no, Fr. Pedro 983.
W a d d i n g , Lucas 1000. Zamometic, Andrés 4031.
Waldeck, Francisco d*, contra anabapt. Zamora, José de 1001.
663s.; protestante 665. Zápolya, Juan 724a.
Wallenstein, general 883 884a.; asesinato Zeelanda, contra España 914*.
885. Zerbolt, Gerardo 545.
Waltburg, sale 634a. Zinga, reina del Congo 955.
Wallis, alianza de 679. Ziska, taboritaa 297A.
Wanchop, Roberto 716«. Zung, victoria de 679,
W a r d , María 851a. Zuingliana, confesión 661.
W a r h a m , arzob. 699. Zulnglio 674*.; triunfo 676*.; obras 677*.;
Wartburg, Lutero 652a. muerte 679; eucaristía 68os.; no reforma-
Warwick, conde de 709; protector 712s. dor 735! eucaristía 1028.
Wegelun, Jorge, abad 831s. Zumárraga, arzob. Méjico 978.
Weimar, Bernardo 885 886s.; libro apolog. ZúAiga, Gaspar de 972S.; Pedro de 1005,
1030. Zurich, Zuinglio 675a.; diaputa solemne
Weissen Berge, vom 881. 677«.
Wenceslao IV, por la unión 219s-; de Bohe- Zwilling <53.
ACABÓSE DE IMPRIMIR ICSTB TERCER VOLUMEN DE
«HISTORIA DE LA IGLESIA CATÓLICA», DE LA
BIBLIOTECA DE AUTORES CRISTIANOS, SL
DÍA 3 1 DE DICIEMBRE DE I 9 6 0 , FESTI-
VIDAD DR SANTO TOMÁS APÓSTOL,
UN LOS TALLBRES DE LA EDI-
TORIAL CATÓLICA, S . A.,
MATEO INURRIA, 1 5 ,
M A D R I D
J