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Elementos fundamentales de una

terapia de duelo:

Cómo puede ayudarnos la terapia a


superar el duelo

Definimos el duelo como el proceso de adaptación que se


desarrolla tras la muerte de un ser querido. Este proceso es completamente natural y esperable
cuando fallece alguien a quien queremos. En realidad, es imposible no sentir dolor en estas
circunstancias, replantearse muchas cosas y sentirse muy confuso cuando la vida cambia
inevitablemente tras el fallecimiento de alguien cercano. El duelo consiste en afrontar todos
estos retos internos y externos, y volver a recobrar el equilibrio interior.

El ser humano está capacitado para afrontar este proceso. No es una afirmación vacía o un
recurso fácil. Es una afirmación que leemos y escuchamos habitualmente a los expertos en duelo
y resiliencia, que basan sus afirmaciones en numerosos estudios, y que confirmamos en
la práctica clínica diaria. Todos tenemos en nuestro interior un motor de vida que nos guía hacia
el bienestar y hacia el afrontamiento de las dificultades, baches y pérdidas que implica la vida.

Cuándo es necesaria la terapia de duelo


Aunque poseer esta guía interna nos orienta hacia la búsqueda de la superación, esto no implica
que el proceso vaya a ser sencillo, ni que se ponga en marcha solo. Requiere mucho esfuerzo e
intención por parte del doliente. El duelo, como todo proceso humano, se puede complicar.
También puede ocurrir que el doliente se vea incapaz de afrontarlo, sintiéndose bloqueado y
completamente abrumado, notando que nada cambia con el paso de los meses, viéndose
estancado en las mismas emociones y pensamientos, y con dificultad para afrontar la vida.

Si bien estas sensaciones son lógicas y debemos convivir con ellas cuando ha pasado poquito
tiempo tras el fallecimiento -menos de tres meses-, a medida que van pasando los meses, incluso
los años, la persistencia de estas emociones son una señal de alarma debe indicarnos que
tal vez el proceso está bloqueado. En estos casos resulta aconsejable pedir ayuda o consejo a
un profesional, que pueda indicarle al doliente si el proceso que está atravesando entra dentro de
lo esperable debido a las circunstancias específicas que ha vivido, o bien necesita ayuda
terapéutica o médica.

Objetivos de la terapia de duelo


El proceso de duelo es único para cada persona, puesto que cada individuo es distinto y afronta la
vida de diferente manera, según su bagaje de experiencias previas. También las circunstancias de
la muerte y la enfermedad -si la ha habido-, la relación con el difunto… son multitud los factores
que van configurando este proceso tan particular.

La terapia de duelo se ciñe al proceso individual de cada doliente: trata de ir descubriendo junto a
él de qué están hechos los bloqueos que experimenta, cómo afronta el dolor y cómo lo gestiona,
etc. En la terapia de duelo se busca ante todo la aceptación del dolor, que inevitablemente tiene
que estar presente. Lo habitual es que tanto el doliente que acude a terapia como su entorno
tiendan a evitar, distraer o bloquear el dolor, lo que acaba complicando el proceso.

En terapia y junto al psicólogo, que actúa como acompañante, el doliente se atreve a estar con
todo aquello que le acontece, de manera que puede aceptar, integrar y soltar todas sus emociones
sin forzar ningún proceso. Por tanto, la terapia implica un acompañamiento de las experiencias
internas del doliente. No se trata de aconsejar ni de dar soluciones rápidas, sino que implica un
trabajo conjunto entre el profesional y el doliente.

El papel del psicólogo y el acompañamiento


El duelo se divide en cuatro tareas que el doliente debe afrontar y elaborar para que sienta el
proceso concluido. Estas tareas son: aceptar la realidad de la pérdida, elaborar las emociones
que vienen con el duelo, afrontar el día a día sin el fallecido y recordar al difunto desde la
serenidad. Cuando un doliente necesita atención psicológica, esto significa que su proceso ha
quedado detenido o bloqueado en una o más tareas. La función del psicólogo consiste en
localizar dónde se encuentra el bloqueo dentro de las tareas y acompañar al doliente en el trabajo
con ese bloqueo.

Cuando el doliente acude a terapia de duelo viene con unas expectativas. Muchas veces esas
expectativas consisten en que el psicólogo va a decirle cómo dejar de sufrir, o que acudiendo a
terapia el proceso de duelo va a finalizar y va a comenzar a sentirse bien. El objetivo de la terapia
es acompañar al doliente en el camino de transformar ese dolor en amor y ese proceso es
costoso, lento y no incluye recetas mágicas. Para cada doliente consistirá en un camino
distinto al de los demás, y es ese camino el que debe descubrir y el que se transitará en la
terapia.

Todas estas claves pretenden servir de orientación a las personas que han sufrido la pérdida de un
ser querido o intentan ayudar a una persona doliente de su entorno. Para saber más o
para solicitar ayuda psicológica gratuita, no dude en consultar nuestra página web:
www. fundacionmlc.org

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