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La tristeza es una emoción humana común, algo con lo que todos nos hemos enfrentado en
algún momento de nuestras vidas. Cuando experimentamos pérdidas significativas, las cosas no
salen como nos gustaría o no encontramos significado en nuestra vida es normal sentirse tristes,
desmotivados o agotados. Coloquialmente está muy extendida la expresión “estar deprimido”,
que se suele asociar a este estado de tristeza del que hablamos, sin embargo, ¿qué sucede
cuando esta tristeza se convierte en algo más profundo y persistente?
La depresión se incluye dentro de los trastornos del estado de ánimo, donde se diferencian
varios tipos de trastornos depresivos y trastornos bipolares. Dentro de los trastornos depresivos,
el trastorno depresivo mayor es el más representativo y estudiado, y es lo que más
habitualmente se relaciona con la depresión clínica.
La depresión no tiene una causa única y evidente, en su origen, intervienen diversos factores
biológicos, conductuales, cognitivos y sociales. Además, cada persona es única y responde de
manera diferente a las situaciones de la vida, lo que significa que la depresión puede
manifestarse de manera diferente en cada individuo.
Ahora bien, ¿Cuándo nos encontramos con una depresión clínica? para poder hablar de un
Trastorno Depresivo Mayor es necesario que la persona que lo padece se encuentre con un
ánimo triste de forma continuada la mayor parte de los días y/o experimente una incapacidad
persistente para disfrutar de actividades que antes le resultaban placenteras. Además, se
presentan otros síntomas que pueden variar de una persona a otra como falta de energía,
dificultad para concentrarse, alteraciones del sueño y el apetito, pensamientos recurrentes sobre
la muerte o el suicidio, irritabilidad y sentimientos de inutilidad y culpa desproporcionados. Es
importante tener esto en cuenta, porque por ejemplo en algunas personas pueden aparecer
pensamientos de suicidio, insomnio y falta de apetito, mientras que en otras predomina un
estado de falta de energía y letargo, pasándose gran parte del día durmiendo, y en otros casos la
persona se encuentra agitada, nerviosa y come de forma compulsiva. Además, hay que tener en
cuenta la duración y la intensidad de estos síntomas. Actualmente se considera que para
diagnosticar un Trastorno Depresivo Mayor la sintomatología debe estar presente durante al
menos dos semanas y ser lo suficientemente intensa y evidente. Esto nos permite diferenciar
entre un estado depresivo normal, que eventualmente cualquiera puede atravesar y la depresión
como un trastorno psicológico. Asimismo, es crucial descartar que estos síntomas sean
consecuencia directa del consumo de drogas o fármacos, o de otras enfermedades físicas o
mentales.
Estos ejemplos nos sirven para entender que se trata de un trastorno complejo y que su
evaluación y tratamiento requieren una formación especializada y experiencia clínica.
La comprensión del problema y el apoyo profesional son fundamentales para quienes enfrentan
esta enfermedad, y la psicología ofrece recursos valiosos para superarla y recuperar el bienestar
emocional. Si tú o alguien que conoces está experimentando síntomas de depresión, no dudes en
buscar ayuda y orientación profesional para encontrar el camino hacia una vida más saludable y
plena.
Identificando la depresión
Al tratarse de una problemática con tanta complejidad, la depresión merece una atención
individualizada que permita desentrañar su intrincado tejido. Este trastorno requiere una
comprensión holística, teniendo en cuenta los síntomas que manifiesta cada persona, así como
las circunstancias personales, sociales y familiares. El objetivo es brindar el mejor tratamiento
posible y aliviar el sufrimiento.
Cuando decides buscar ayuda de un profesional de la psicología, comienza un camino hacia la
comprensión de uno mismo y la curación. El primer paso es una entrevista inicial con el
psicólogo. Esta conversación tiene dos propósitos: comprender tu motivo para buscar ayuda y
explorar la historia detrás de tu malestar. Además, esta interacción marca el inicio de una
relación de apoyo, basada en la confianza y el respeto, entre tú y el psicólogo.
Durante esta entrevista, también es importante sondear cómo es tu entorno familiar, laboral y
personal, ya que estos elementos pueden estar influyendo en tus desafíos actuales. El psicólogo
desarrollará las primeras hipótesis sobre tu situación y te preguntará sobre tus expectativas para
ajustarlas a la realidad tratando de conocer también tus motivaciones y metas.
Según va avanzando la evaluación se irá haciendo más minuciosa, con el objetivo de tener una
visión lo más precisa posible sobre el problema y cómo te está afectando. Esto incluye
entrevistas más específicas, cuestionarios, test e incluso tareas para hacer en casa. Estos
elementos permiten al psicólogo realizar un diagnóstico completo, evaluar la gravedad del
problema y entender sus particularidades en tu caso.
Algunas de estas pruebas incluyen el Inventario de Depresión de Beck (BDI), la Escala de
Hamilton para la Depresión (HRSD), la Lista de Adjetivos Depresivos (DACL), el Cuestionario
de Pensamientos Automáticos (ATQ), la Escala de Desesperanza (ED), la Escala de
Pensamientos Suicidas, el Cuestionario de Distorsiones Cognitivas (CBQ), la Escala de Sucesos
Placenteros (PES) y la Escala de Sucesos Aversivos (UES).
Una vez concluida la evaluación, el psicólogo se reunirá contigo para explicarte el diagnóstico y
las conclusiones. Este encuentro, supone una ocasión perfecta para resolver tus dudas e
inquietudes, y servirá también para presentarte las diversas opciones de tratamiento en tu caso.
Tu opinión y preferencias son primordiales, y el profesional buscará acordar contigo la mejor
opción para ti.
Recuerda que este proceso es un paso importante hacia tu bienestar emocional. Nuestro equipo
está aquí para apoyarte en tu camino hacia la recuperación.
Aunque la depresión tiene un profundo impacto en la vida de las personas y muchas veces
piensan que no pueden salir de ese pozo de oscuridad, existe esperanza: el Trastorno Depresivo
Mayor (TDM) es tratable y un camino hacia una mejor calidad de vida puede ser recorrido con
la guía adecuada.
El abordaje del TDM normalmente involucra un enfoque diverso que combina terapia y, en
ciertos casos, medicación. Veamos las estrategias clave en este proceso:
2. Medicación: En ciertos casos, se recetan antidepresivos para aliviar los síntomas del
TDM. Estos medicamentos actúan en los neurotransmisores cerebrales, como la
serotonina y la noradrenalina, mejorando el estado de ánimo. Los antidepresivos pueden
llevar tiempo para surtir efecto y deben ajustarse bajo supervisión médica. Esta opción
se reserva para casos en los que el paciente lo prefiere o para depresiones más graves
donde la terapia necesita este respaldo farmacológico inicial. Por otra parte, es
necesario tener en cuenta que el tratamiento con fármacos actúa únicamente sobre los
síntomas, pero si no va acompañado de una terapia psicológica adecuada, no se estará
atacando los cimientos sobre los que se edifica el trastorno, por lo que es habitual que
tras dejar la medicación se produzcan recaídas.
1. En las últimas semanas ¿te has sentido triste, con el ánimo bajo, de forma
continua la mayoría de los días?
2. ¿Cuánto tiempo llevas sintiéndote así?
3. ¿Has adelgazado o ganado mucho peso en las últimas semanas? ¿Cuántos kilos?
4. ¿Duermes más de lo habitual?, o por el contrario ¿te cuesta conciliar el sueño o
te despiertas antes de lo habitual por las mañanas?
5. ¿Has perdido el apetito o comes de manera impulsiva en las últimas semanas?
6. ¿Qué piensas del futuro?
7. ¿Disfrutas de las cosas de la misma forma que siempre?
8. ¿has abandonado actividades o aficiones que antes realizabas de forma habitual?
¿por ejemplo?
9. ¿pasas mucho tiempo en la cama o tumbado en el sofá sin hacer ninguna
actividad?
10. ¿Te cuesta disfrutar de la compañía de tus amigos o familiares?
11. ¿Sientes que tienes la culpa de tu situación o te sientes culpable de lo que te
sucede habitualmente?
12. ¿Lloras frecuentemente? ¿Con qué frecuencia?
13. ¿Te vienen a la cabeza ideas o pensamientos sobre la muerte?
14. ¿Te has planteado alguna vez el suicidio como una opción o lo has intentado
alguna vez?
15. ¿sientes que te faltan las fuerzas y te cuesta más hacer las actividades diarias?
16. ¿tienes dificultades para tomar decisiones o concentrarte? ¿Has notado que se te
olvidan las cosas más de lo habitual?
ENTENDIENDO EL TRASTORNO DE PÁNICO: CARACTERÍSTICAS,
EVALUACIÓN Y TRATAMIENTO
Introducción
La ansiedad es el motivo más común por el que las personas acuden al psicólogo. Es
fundamental entender que la ansiedad en sí misma no es un trastorno, y la mayoría de las
personas pueden manejarla en su día a día con éxito. No obstante, en algunas ocasiones, puede
volverse un problema si comienza a afectar nuestra capacidad para trabajar, estudiar o
relacionarnos con la familia, amigos o pareja. Esto sucede cuando esta ansiedad se vuelve
excesivamente intensa, persistente y disruptiva en relación con la verdadera amenaza que la
desencadena o, en otras palabras, se trata de una ansiedad excesiva e irracional. En este caso es
probable que nos encontremos ante un tipo de trastornos conocidos como Trastornos de
Ansiedad, que incluyen diferentes trastornos que tienen en común esta ansiedad patológica.
Existen muchos conceptos relacionados con la ansiedad que suelen utilizarse como
intercambiables, pero que tienen algunos matices distintivos: miedo, pánico, estrés o fobia son
algunos de ellos. En esta ocasión vamos a detenernos a explicar en qué consiste el pánico, ya
que es crucial entenderlo correctamente para comprender el Trastorno de Pánico.
Aunque se trate de una parte esencial y necesaria para el diagnóstico del trastorno de pánico, el
ataque de pánico no es exclusivo de este trastorno, pudiendo aparecer en otros trastornos de
ansiedad o de otro tipo como una reacción habitual, entonces.
¿Qué es el Trastorno de Pánico?
1. Ataques de Pánico Inesperados: Los ataques de pánico son la piedra angular de este
trastorno. Pueden ocurrir en cualquier momento, durante actividades aparentemente
normales o incluso durante el sueño. Aunque el tipo de ataques propios del trastorno
son los de tipo inesperado, es frecuente que también se produzcan ataques de pánico en
situaciones que el paciente espera o incluso está seguro de que pueden darse.
2. Ansiedad Anticipatoria: Las personas con Trastorno de Pánico a menudo viven con
una ansiedad constante por la posibilidad de tener otro ataque. Esta anticipación ansiosa
puede afectar negativamente su calidad de vida y llevarles al aislamiento.
El diagnóstico del Trastorno de Pánico requiere una evaluación exhaustiva realizada por
profesionales en psicología. Esta evaluación abarca varios aspectos necesarios para un
diagnóstico preciso y un tratamiento efectivo. Aquí te mostramos el proceso:
La evaluación comienza con una entrevista inicial donde se aborda el motivo de consulta, la
historia y los síntomas. Luego se realiza una entrevista clínica estructurada para evaluar otros
trastornos o descartarlos. Esta puede incluir el uso de herramientas como la Entrevista para los
Trastornos de Ansiedad (ADIS-IV) o la Entrevista Clínica Estructurada para el DSM-IV (SCID-
IV).
Una vez establecido el diagnóstico, se emplean cuestionarios y escalas para medir la severidad y
frecuencia de los ataques de pánico y sus síntomas. Algunos ejemplos de estos instrumentos
pueden ser: Inventario de Cogniciones Agorafóbicas (ACQ) y Sensaciones Corporales (BSQ) de
Chambless., Cuestionario de Ataques de Pánico (Bados), Escala de Autovaloración del Cambio
(Bados), Inventario de Movilidad Para la Agorafobia de Chambless, Escala de Autoeficacia
para la Agorafobia (SESA) de Williams y Cuestionario de Miedos de Marks y Mathews.
También es habitual emplear un diario del pánico donde la persona pueda registrar situaciones,
niveles de ansiedad, pensamientos y tipos de ataques. Además, durante la consulta, se puede
realizar un test de evitación conductual para observar directamente las conductas de evitación y
síntomas.
Este proceso minucioso permite un diagnóstico certero y un plan de tratamiento efectivo,
proporcionando un camino hacia la recuperación.
Tratamiento
1. ¿Puedes explicar qué sentiste la última vez que tuviste una crisis de ansiedad?
2. ¿Empezó de forma brusca e inesperada o por el contrario había algo que te
hiciera pensar que podía ocurrir?
3. De la siguiente lista, ¿qué síntomas sentiste durante tu crisis? (listado de los
síntomas del DSM-5 palpitaciones, aumento de la frecuencia cardíaca o latidos cardíacos
fuertes, sudoración excesiva, temblores o sacudidas, sensación de falta de aire o asfixia,
sensación de ahogo, dolor o malestar en el pecho, náuseas o molestias abdominales,
sensación de mareo, desequilibrio o desmayo, escalofríos o sofocos, entumecimiento o
sensaciones de hormigueo, sensación de irrealidad o estar desconectado de uno mismo
(despersonalización), miedo a perder el control o volverse loco. miedo a morir, sensación de
estar fuera de control.)
4. ¿Sientes miedo cuando experimentas estos síntomas? ¿De 0 a 10 cuánto miedo
sientes?
5. ¿Con qué frecuencia te suceden estos ataques?
6. ¿Cuándo comenzaron?
7. ¿Te sientes preocupado o temes que pueda volver a ocurrirte un ataque de
ansiedad?
8. ¿Has cambiado algo en tu vida por esta preocupación? Es decir, ¿evitas alguna
actividad, lugar o situación por el temor de que te vuelva a ocurrir? ¿Haces algo
para prevenir que sucedan?
9. ¿Qué es lo que piensas que te podría ocurrir en el peor caso cuando tienes un
ataque de ansiedad?
10. ¿Desde que empezaron los ataques prestas más atención que antes a las
sensaciones de tu cuerpo?
11. ¿Piensas que es más probable que te ocurra un ataque en determinados lugares?
¿Qué lugares?
DESCIFRANDO LA FOBIA SOCIAL
Relacionarnos con otras personas es una parte esencial de la vida, tanto es así que se considera
una necesidad humana, que de no ser satisfecha puede llevar a las personas a experimentar
malestar y tristeza. Sin embargo, para quienes padecen fobia social, estas interacciones pueden
desencadenar un intenso temor y ansiedad, por lo que evitan estas situaciones o en caso de que
sean ineludibles las afrontan con un gran malestar. En este artículo, exploraremos en qué
consiste este trastorno, cómo se diagnostica, cuáles son sus características clínicas y cómo se
puede abordar con éxito a través de la evaluación y el tratamiento adecuados.
Características Clínicas
Las personas con fobia social pueden experimentar síntomas emocionales, cognitivos y físicos.
Estos pueden incluir ansiedad intensa, ruborización, sudoración excesiva, temblores, taquicardia
y dificultad para hablar. Además, pueden sentirse muy conscientes de sí mismos y preocupados
por ser el centro de atención. A menudo, el miedo anticipatorio antes de enfrentar una situación
social puede ser igual de perturbador que la situación misma. A continuación revisamos algunas
características propias del trastorno:
2. Evitación y angustia extrema: Las personas con fobia social tienden a evitar las situaciones
que desencadenan su ansiedad, en un intento de evitar la incomodidad y el temor intenso que
sienten. La anticipación de enfrentar estas situaciones puede causar una elevada angustia,
llegando incluso a sufrir un ataque pánico, y la evitación puede tener un impacto negativo en
diversas áreas de sus vidas, como el trabajo, las relaciones y el bienestar emocional. Además,
esta evitación contribuye a mantener el problema en el tiempo.
5. Síntomas físicos Las manifestaciones físicas de la fobia social pueden ser intensas e incluyen
ruborización, sudoración excesiva, temblores, palpitaciones, tartamudeo y sequedad en la boca,
entre otras.
8. Reconocimiento del irracionalismo: A menudo, las personas con fobia social son
conscientes de que sus temores son irracionales, pero aún así encuentran difícil controlar su
ansiedad y evitar las situaciones que los desencadenan.
Evaluación y diagnóstico
Tratamiento:
5. Terapia de grupo: Participar en terapias grupales con personas que comparten este
trastorno puede proporcionar un espacio seguro para compartir y aprender estrategias
para enfrentar la fobia social, además de suponer un estímulo social que en sí mismo
puede ser beneficioso al permitir situaciones de interacción social genuinas a las que
exponerse.
Como hemos visto la fobia social no tiene por qué ser una barrera insuperable. Con enfoques
terapéuticos efectivos, determinación de superar el problema y la ayuda profesional adecuada,
podemos liberarnos de su influencia y construir una autoestima más fuerte y una forma de
relacionarnos con el mundo y con nuestros miedos que nos conduzca a la superación.
1. ¿En qué situaciones sociales sueles experimentar ansiedad? (con esta pregunta
se pretende identificar la situación que más afecta a la vida del paciente)
2. ¿Desde cuando sientes esta ansiedad?
3. ¿Ocurre siempre en estas situaciones?
4. ¿Qué te ocurre cuando estás en estas situaciones y sientes esta ansiedad?
(preguntar por síntomas físicos como ruborizarse, palpitaciones, boca seca o
sudar en exceso; cognitivos, como pensamientos catastrofistas, sentimientos de
ineficacia personal; emocionales)
5. ¿Temes o te resulta embarazoso que los demás noten que estás ansioso?
6. ¿Te preocupa lo que los demás puedan pensar cuando estás ansioso en estas
situaciones?
7. ¿Esta ansiedad que sientes es solo con personas desconocidas o también con
conocidos, como tu familia o amigos? (con esta pregunta se pretende explorar
otras situaciones típicas de la fobia social)
8. ¿Te pones nervioso cuando tienes que hablar con figuras de autoridad, como un
policía, un médico o un juez, por ejemplo? (con esta pregunta se pretende
explorar otras situaciones típicas de la fobia social)
9. ¿Sientes vergüenza o nerviosismo cuando tienes que hacer alguna actividad en
presencia de los demás, como comer o escribir delante de otras personas, entrar
en una habitación donde están todos ya sentados, por ejemplo? (con esta
pregunta se pretende explorar otras situaciones típicas de la fobia social pero
concretamente con situaciones de tipo no interactivo, se puede utilizar un listado
de situaciones que habitualmente se relacionan con la ansiedad social)
10. ¿Te sientes incómodo cuando crees ser el centro de atención?
11. ¿Crees que el temor o la ansiedad que sientes es excesiva o irracional?
12. ¿Piensas que eres torpe o que no se te da bien relacionarte con los demás?
13. ¿Haces algo para evitar que los demás noten que estas nervioso?
14. ¿Evitas ciertas situaciones para no pasar por este estado de ansiedad?
15. ¿Te afecta en el trabajo o escuela o en tu rutina diaria?