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Las emociones han sido tradicionalmente consideradas por la filosofía, un obstáculo para la
obtención de conocimiento confiable. La falta de valor epistémico atribuida a lo emocional,
su pasividad, junto con la naturalización de la distribución sexista que considera la razón una
cualidad masculina y opuesta a la feminización de las emociones, obstaculizó históricamente
el acceso de las mujeres a la ciencia y al conocimiento abstracto, así como a los más altos
grados de educación superior y actividades de alta responsabilidad social.
En la filosofía del conocimiento contemporánea, la interfaz entre conocimiento y emoción
recibe una intensa atención, sobre todo por parte de las corrientes cognitivas. Se
mencionarán modelos diferentes de vincular conocimiento y emoción, destacando el interés
de revisar el carácter dicotómico de este par de conceptos.
En La emoción de las cosas Ángeles Mastretta indaga en un gran secreto familiar: el silencio
de su padre, que luchó en Italia durante la segunda guerra mundial y volvió a México al cabo
de cuatro años que quedaron enterrados para siempre en su memoria. A través de recuerdos,
intuiciones e impresiones, atesora el recuerdo de su madre, recupera detalles de vida desde
tiempos de sus abuelos hasta el día de hoy, caminando de puntillas por hermosas
divagaciones sobre la escritura, la maternidad, la familia, sobre autores como Jane Austen o
Isak Dinesen, el miedo, la religión o la muerte. En esta novela personal que nace de las
entrañas, la autora de Arráncame la vida entona un canto de sirena que envuelve y seduce.
AUTOR: Daniel López Rosetti EDITORIAL: Planeta.
TITULO: Emoción y sentimientos CIUDAD, PAIS: Argentina
AÑO: 2016 TRAD:
TEMA: La Emoción
pp. 18-26
El autor califica la emoción como algo ancestral y automático, y define el sentimiento como
un sistema procesado, con sus múltiples manifestaciones: amor, odio, fe, culpa, vergüenza,
envidia y celos. Y pone el dedo en la llaga cuando habla de analfabetismo emocional. Nos han
enseñado múltiples materias en el colegio, desde física y aritmética hasta geografía. Pero
nadie nos enseñó esa gran asignatura pendiente: la detección y el manejo de las emociones.
Nuestra educación sentimental es muy pobre, y es por eso que nos pasamos la vida tratando
de conectarnos con nuestros sentimientos más recónditos e intentando, a veces en vano,
saber lo que realmente queremos. Y lo que pretenden los demás en relación con nosotros,
sus demandas fantasmales.