Está en la página 1de 6

Universidad ETAC, Plantel Coacalco

Licenciatura en Nutrición
Ética Profesional en el Área de Salud

EUTANASIA EN LA NUTRICIÓN

DIANA YAEL DELGADO FERNÁNDEZ 4°-A


L.E. ERIKA JOCELIN REYES MARTÍNEZ
08/03/2018
Universidad ETAC, Plantel Coacalco
Licenciatura en Nutrición
Ética Profesional en el Área de Salud
INTRODUCCIÓN
Al hablar de problemas éticos "La vida y la muerte" es un tema muy amplio y
debatible. El término Eutanasia "derecho a morir" suele aparecer con dos
acepciones como mínimo, una de ellas significa la potestad que asiste a los
enfermos terminales de exigir a los médicos que se abstengan de iniciar o de
continuar tratamientos para prolongarles la vida, es lo que se suele llamar eutanasia
pasiva. La otra acepción del derecho a morir suele ser vista como la facultad de los
enfermos terminales, de solicitar que el médico ponga fin a sus vidas o les brinde
asistencia para esto hasta el fin, la eutanasia voluntaria activa o de suicidio asistido
según el caso.
Eutanasia es un comportamiento mediante el cual, por razones humanitarias
relacionadas con el sufrimiento, se provoca intencionalmente la muerte de una
persona, sea mediante acción directa (producción o anticipación de la muerte) e
indirecta (no intentar detener la muerte) debido a la presencia de una enfermedad
incurable, una entidad letal, una lesión dolorosa o un evento que causa un enorme
dolor físico, moral y psicológico.
Esta acción se efectúa con o sin el consentimiento del enfermo, denominándose
según el caso, como voluntaria o involuntaria.
Para que el acto eutanásico sea considerado como tal, debe excluir el criterio de
personas que puedan ser motivadas por incomodidad o egoísmo respecto del
enfermo. Por lo tanto, prima el interés del enfermo, sea consciente o no.
No es eutanasia el suspender el apoyo vital en caso de muerte cerebral demostrada.
Tampoco lo es el oponerse a tratamientos agresivos o de gran envergadura cuando
las posibilidades de recuperación son mínimas, aceptando el curso de la
enfermedad y la muerte (ortotanasia). Por otro lado, no puede confundirse la
eutanasia con la distanasia, que es la prolongación innecesaria, inhumana e ilógica
de la agonía, esperando que el enfermo mejore o no, lo que en la mayoría de los
casos, esto no sucede y sí hay posibilidad de mejora, el enfermo no vuelve a tener
la calidad de vida que alguna vez tuvo
Es indudable, que el primordial derecho que puede asistir hoy a todo ser humano
es el de la vida, pero cuando se ve afectado por unas condiciones de salud
lamentables, que llevan a quien las padece a verse en una situación en la cual se
ve recluido en una unidad de cuidados intensivos, de la cual no se sabe si saldrá,
donde su existencia está en la cuerda floja, donde puede existir una salida
irreversible, donde la existencia dependerá en el futuro de medios extraordinarios,
conectado a maquinas como el respirador artificial, cabe preguntarse si se está
cuidando la vida o prolongando la agonía que nos puede llevar a la muerte. En
este tema, que es sumamente polémico, el argumento y a la vez pregunta central
es: ¿Puede una persona ayudar a morir a un enfermo incurable?

DIANA YAEL DELGADO FERNÁNDEZ 4°-A


L.E. ERIKA JOCELIN REYES MARTÍNEZ
08/03/2018
Universidad ETAC, Plantel Coacalco
Licenciatura en Nutrición
Ética Profesional en el Área de Salud
Como profesionales de la salud, nos toca hacernos esta pregunta, ya que sí la salud
de un individuo es tan deplorable, ¿Qué sería correcto? Sin duda la ética individual
y la bioética tendrán un choque, dando como resultado un criterio variado,
cuestionando nuestra principal obligación: La beneficencia y no maleficencia.

DESARROLLO
La eutanasia está clasificada de diferentes formas: directa e indirecta según el
accionar médico, y voluntaria e involuntaria si se cuenta o no con el consentimiento
del paciente informado y consciente.
Según el accionar médico:

 Eutanasia directa: cuando existe una provocación intencional del médico que
busca la terminación de la vida del paciente. Esta a su vez posee dos formas:
 Activa o positiva: se le considera activa o positiva (acción) cuando existe
un despliegue médico para producir la muerte de una persona como
suministrar directamente algún tipo de fármaco o realizando intervenciones
cuyo objetivo es causar la muerte.
 Pasiva o negativa: es pasiva o negativa (omisión) cuando la muerte es
producida por la omisión de tratamientos, medicamentos, terapias o
alimentos. En este tipo de eutanasia, la actuación del médico es negativa
pues su conducta es de «no hacer». En otras palabras se culmina todo tipo
de actividad terapéutica para prolongar la vida de una persona que se
encuentre en fase terminal pues se ha concluido que el tratamiento es inútil
para el mejoramiento del paciente.
 Eutanasia indirecta: es la que se verifica cuando se origina sin la intención de
causar la muerte del paciente. Según la definición de eutanasia la indirecta no
lo sería pues uno de los elementos de esta práctica es la provocación intencional
de la muerte. En todo caso, la indirecta se da como resultado de efectuar
procedimientos médicos intensos, con intención terapéutica, que pueden
producir la muerte.
Según la voluntad del paciente:

 Voluntaria: es aquella en la cual es el paciente quien toma la decisión o por


terceras personas obedeciendo los deseos que el paciente ha expresado con
anterioridad en algún tipo de documento o grabación.
 No voluntaria: ocurre cuando un tercero toma la decisión pues no es posible
averiguar la voluntad del paciente por la imposibilidad de expresarla o porque
este no ha dejado expresa su voluntad.
 Involuntaria: sucede cuando un tercero toma la decisión pues no es posible
averiguar la voluntad del paciente por la imposibilidad de expresarla, este no
ha dejado expresa su voluntad y no se le consulta a los parientes.

DIANA YAEL DELGADO FERNÁNDEZ 4°-A


L.E. ERIKA JOCELIN REYES MARTÍNEZ
08/03/2018
Universidad ETAC, Plantel Coacalco
Licenciatura en Nutrición
Ética Profesional en el Área de Salud
La consideración negativa que la ética médica ha tenido de la eutanasia a lo
largo de los siglos, a partir sobre todo de las indicaciones del Juramento Hipocrático,
sigue estando presente en las resoluciones que sobre este tema ha emanado la
Asociación Médica Mundial en los últimos años. Para la medicina se trata de un tipo
de comportamiento que contrasta fuertemente con las bases teóricas que sostienen
la actuación médica. El deseo de morir, la petición de anticipar la muerte y el intento
de suicidio, son fenómenos con los que la medicina se ha encontrado desde sus
orígenes. Generalmente se han considerado como síntomas de alguna patología,
en la mayor parte de los casos de tipo depresivo. Ante estas señales, el médico se
pregunta por la causa que lleva al paciente a la petición o intento de un gesto tan
extremo, con la convicción de que se trata de una petición de ayuda, y no de un
“verdadero” deseo de morir. Una vez identificados los problemas de base se aborda
globalmente la situación del paciente obteniendo, en la mayoría de los casos, una
mejora de los síntomas descritos. Los metanálisis más recientes muestran cómo el
deseo de anticipar la muerte responde a una compleja constelación de factores que
producen un estado emocional negativo, entre los que destacan el sufrimiento físico-
psíquico-espiritual, la sensación de pérdida de sí y el miedo a la muerte.
Además de lo anterior, en no pocos pacientes que se aproximan al momento
de su muerte se encuentra una fase depresiva, según la clásica sucesión de estados
psicológicos descritos por la doctora suiza Kübler-Ross. En esos momentos se
percibe una falta de deseo de vivir y de seguir luchando, que el personal sanitario
conoce y sabe afrontar para ayudar al enfermo y su familia en esa difícil situación.
Ciertamente las propuestas actuales de despenalizar la eutanasia tienen más
o menos en cuenta estos fenómenos, y ponen como condición para poder aceptar
una petición eutanásica la certificación de ausencia de depresión en el paciente.
Dejando ahora el problema que la experiencia ofrece sobre la falta de rigor en estos
controles, queda siempre la cuestión de cómo puede llegar a considerarse
“fisiológica” (no patológica) una petición de muerte, aun no dándose los criterios
clínicos de la depresión.
La legislación sobre eutanasia en México distingue entre eutanasia activa y pasiva.
Desde el 7 de enero de 2008 la ley permite a personas con enfermedades
terminales -o a sus parientes más cercanos si se encuentra inconsciente- rechazar
medicación y tratamiento que pueda extender la vida (lo que se conoce como
eutanasia pasiva) en Ciudad de México, en el estado de Aguascalientes (desde 6
de abril de 2009) y desde el 1 de septiembre de 2009, en el estado de Michoacán.
Si bien el procedimiento exacto puede variar, las leyes regionales que tratan sobre
los testamentos en vida -normalmente denominados "de Voluntad Anticipada"-
generalmente requieren que un notario público atestigüe las instrucciones dejadas
por el paciente.
Para la eutanasia activa, los partidos políticos PRD y PRI han introducido proyectos
de ley para descriminalizarla en el Senado (2007) y la Asamblea Legislativa de la

DIANA YAEL DELGADO FERNÁNDEZ 4°-A


L.E. ERIKA JOCELIN REYES MARTÍNEZ
08/03/2018
Universidad ETAC, Plantel Coacalco
Licenciatura en Nutrición
Ética Profesional en el Área de Salud
Ciudad de México (2009), pero no han conseguido cambiar el artículos 166 bis 21
de la Ley General sobre Salud que define la eutanasia como homicidio por caridad6
Por el contrario, en 2010 había 18 estados donde la presión de la iglesia católica
había conseguido modificar la Constitución para proteger lo que denomina "derecho
a la vida", descartando así cualquier iniciativa que contemple la eutanasia activa
dentro de ese estado.
Si la cuestión anterior es importante, y no fácil de resolver para la epistemología
médica, quizá más problemática aún sea la posibilidad de conceder al médico, entre
sus opciones terapéuticas, la de acabar intencionalmente con la vida de algunos
pacientes. Esta posibilidad, se quiera o no, cambia al médico y cambia la relación
médico-paciente. El profesional de la salud es un ser humano, sometido como el
resto a las presiones psicológicas que suponen los éxitos y fracasos. En la medicina
actual, a diferencia de épocas pasadas, la situación de no tener nada más que
ofrecer a un paciente para curarlo se percibe en no pocos casos como un fracaso.
Teniendo esto en cuenta no es difícil concluir que es grande la tentación de anticipar
la muerte de pacientes con los que no se puede obtener un buen resultado.
Ciertamente los que proponen la eutanasia piensan siempre en una eutanasia
voluntaria, donde este último problema no debería darse, pero la experiencia
holandesa ha puesto de manifiesto que no es posible escindir la apertura a la
eutanasia en ámbito sanitario con el cambio de mentalidad del médico. El modo en
el que se manifiesta este cambio es muy variado, y va desde la abierta propuesta
eutanásica al paciente, a un descuido más o menos consciente de su atención,
pasando por un modo de asistencia que subraya el peso económico y social que
ciertos pacientes suponen para la familia y la colectividad.
Para el enfermo, saber que el médico estará siempre de su parte da una gran
seguridad psicológica. Las situaciones clínicas pueden ser muy variadas e
imposibles de prever en un documento de directivas anticipadas. Para el paciente
el hecho de que su médico pudiera anticipar su muerte, aunque en principio sea con
su consentimiento, hace que su percepción del personal sanitario sea diverso, pues
en los lugares en los que la eutanasia no se permite, se podrá tratar mejor o peor a
los enfermos terminales, pero el paciente sabe que su médico y las enfermeras
estarán siempre de su parte por muy mal que se pongan las cosas.
A todo lo anterior hay que sumar el desarrollo extraordinario de la medicina en los
últimos decenios, que ha proporcionado al médico posibilidades paliativas de las
que carecía hace sólo pocos años y que le permiten, para la mayoría de los casos,
un control adecuado de los síntomas, comenzando por el dolor. No cabe duda que
en la fase final de la vida siempre encontraremos enfermos con más o menos
molestias, y que la medicina paliativa no es una panacea capaz de resolver todos
los problemas y dificultades que aparecen en esos momentos, pero es también claro
que la actuación profesional de los cuidados paliativos consigue crear las
condiciones adecuadas para afrontar este penoso tránsito de un modo
razonablemente sereno. Además, junto a todo el arsenal terapéutico para el
tratamiento de los diferentes síntomas que puedan aparecer, el médico cuenta
DIANA YAEL DELGADO FERNÁNDEZ 4°-A
L.E. ERIKA JOCELIN REYES MARTÍNEZ
08/03/2018
Universidad ETAC, Plantel Coacalco
Licenciatura en Nutrición
Ética Profesional en el Área de Salud
siempre con el recurso de la sedación paliativa. Ésta nada tiene que ver con la
eutanasia, pues su finalidad no es anticipar la muerte, sino poner al paciente en un
estado de inconsciencia que le evite el sufrimiento causado por algunos síntomas
refractarios, que no es posible superar de otro modo. Aunque en ocasiones se
pretenda presentar la sedación como un tipo de eutanasia camuflada, la literatura
médica en los últimos años ha hecho un esfuerzo notable para aclarar esta
confusión: la sedación es un medio terapéutico para el control de los síntomas, y no
un modo de provocar la muerte del paciente.

CONCLUSIONES
En el caso de los profesionales en Nutrición el cuidar de la calidad de vida de los
pacientes en estado terminal o que su calidad de vida se vea disminuida
notablemente, debe existir una comunicación abierta entre el paciente de ser posible
y los familiares o personas a cargo del caso, ya que se debe tener un reconocimiento
de la autonomía del enfermo, entendida como capacidad de autogobierno. En virtud
de esta autonomía se le reconoce al paciente la capacidad para tomar sus propias
decisiones y para actuar con conocimiento de causa y sin coacción. Si el enfermo
es una persona adulta y responsable la relación que debe establecer con su médico
tiene que ser una relación horizontal, entre iguales, en la cual el médico aporta la
información, y el paciente, merced a esa información, tiene el derecho a aceptar o
rechazar las propuestas de su médico, o a elegir otra alternativa terapéutica. A este
tipo de relación se denomina consentimiento informado.

DIANA YAEL DELGADO FERNÁNDEZ 4°-A


L.E. ERIKA JOCELIN REYES MARTÍNEZ
08/03/2018

También podría gustarte