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Laing, Ronald, Phillipson, Herbert & Lee, Russell (1978). Interacción e interexperiencia en
las díadas. En: Percepción Interpersonal. Buenos Aires: Amorrortu Editores. Pp 19-32.
En el estudio y comprensión de la conducta humana, los autores plantean dos axiomas: “1)
La conducta es una función de la experiencia, y 2) La experiencia y la conducta están siempre
en relación con algo o con alguien distinto a uno mismo” (p.19). Por esto, para analizar la
conducta de una persona, hay que tener en cuenta su interacción con alguien más y la
interexperiencia que se da en esta. Es decir, lo que una persona hace se transforma en
experiencia de la otra con la que se relaciona.
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entendimiento del desacuerdo, lo que sucede es que el punto de vista de la otra persona se
ignora o se desconoce, causando así una interrupción en la comunicación. En cualquiera de
los casos, se evidencia que “entre la experiencia de una persona y la otra media siempre la
categoría interviniente de la conducta de la primera” (p.23); por lo que “cualquier acción
sobre el otro tiene efectos sobre mí, y cualquier acción sobre mí mismo afecta al otro” (p.24).
Esto último tiene que ver con el objetivo de la mayoría de las acciones humanas: “inducir en
el otro determinadas experiencias con respecto a uno mismo” (p.24).
Con estas ideas, los autores quieren decir que en la interacción de una diada, siempre está en
juego la metaperspectiva y la metaidentidad, pues uno se relaciona con el otro de acuerdo a
lo que uno piensa que el otro piensa de uno. Incluso, se tiende a seleccionar a aquellas
personas para quienes se puede ser lo que se desea ser. Para esto, hay una forma de actuar
que influye en la experiencia del otro con respecto a uno, y que implica primero actuar sobre
la propia experiencia con respecto al otro. Esta forma de acción se llama proyección, y en
palabras de los autores, “se refiere a una manera de experimentar al otro según la cual
experimentamos nuestro mundo externo en términos de nuestro mundo interno” (p.26). Sin
embargo, suele confundirse la proyección con la falta de confrontación de las expectativas de
las personas que se relacionan. Puede decirse que la experiencia en sí está compuesta por
percepción, interpretación, fantasía y expectativas, y que “mediante mi conducta puedo
actuar sobre tres áreas del otro: sobre su experiencia de mí, sobre su experiencia de sí mismo
y sobre su conducta” (p.32).