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Cáceres Nieto, Enrique, “Las "teorías jurídicas" como realidades hermenéuticas”. Boletín
Mexicano de Derecho Comparado, México, núm. 130, enero-abril de 2002,
https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/derecho-comparado/article/download/3702/4540
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Ibidem, pág. 1
Es entonces plausible acatar que la función cognitiva de las distintas teorías
jurídicas, es crear realidades hermenéuticas, es decir, una teoría o postura
debe de tener argumentos solidos a fin de persuadir a sus interlocutores y que
estos se vuelvan adeptos a ésta. Lo anterior aplica tanto para cualquier tipo de
teoría o postura científica.
Dado que interpretamos los hechos con base en nuestra particular forma de
ver el mundo, el autor nos dice que “…todo cuanto pensamos o decimos, aún
cuando pretendemos pensar o hablar con objetividad no es sino una
manifestación de estado mentales privados”3. Por tanto, es dable afirmar que la
objetividad como una realidad externa a la concepción del ser humano es
inexistente, ya que esa misma apreciación atiende a una creencia particular.
Los intentos por definir el concepto de “realidad” han sido vastos en la historia
de la humanidad, por tanto, las teorías surgidas con ese objetivo son tomadas
por el autor a fin de darnos una perspectiva al respecto. Son tres las teorías
que sobresalen en este ámbito, y refiere al realismo, idealismo y
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Ibidem, pág. 4
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Ídem.
fenomenalismo, cada una expone una postura distinta de lo que es la realidad.
“El realismo es aquella posición epistemológica según la cual hay cosas
independientes de la consciencia. Para ella, la relación entre entes
cognoscentes y el objeto cognoscible (realidad externa) consiste en la simple
reproducción mental de la segunda por parte del primero como función
siguiente a la percepción sensorial”5. Esta teoría se presenta convincente si
cerramos los ojos y mediante el sentido del tacto nos percatamos de que
existen cosas aún sin nuestra intervención, pero al tocarlas y sentir su forma de
inmediato, como producto de la reproducción mental de su silueta, diremos que
es tal o cual cosa, dado que ya tenemos programada una preconcepción
interna de los que esa cosa representa. Lo único que conocemos son nuestras
representaciones de ese objeto.
Por su parte “el idealismo sustenta la tesis de que no hay cosas reales
independientes de la consciencia”6, y el autor esgrime un ejemplo al decir que
una manzana no es solo la percepción visual que tenemos de ella, ya que es
esa, más una gustativa, una olfativa y una táctil. Una de las objeciones más
fuertes a esta teoría es que existen buenas razones para pensar que fuera de
nosotros hay algo que produce esas percepciones.
Todos ser vivo que habita este planeta, no solo el ser humano, se ve sometido
a una percepción particular de la realidad, de tal forma que la manera en que
esta se le manifiesta, depende de su equipamiento biológico, de los sentidos
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Cáceres Nieto, Enrique, “Las "teorías jurídicas" …, Cit. , pág. 5
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Ibidem, pág. 6
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Ibidem, pág. 7
con que interacciona en el entorno. Así, cada organismo percibirá ciertas
características de la realidad que experimenta, y la demás serán inexistentes
para él. Como ejemplo, el autor nos habla de un murciélago que siendo ciego,
posee un poderoso sistema de radar que lo ayuda a percibir los objetos
circundantes, por lo que percibe una realidad distinta a la nuestra.
Ahora bien, las creencias que tenemos acerca de algo, sin duda, suelen dar
forma a las respuestas que damos a cosas de nuestro exterior. Cuando a una
persona sin hijos se le pregunta acerca de su idea de la paternidad, este puede
estar en contra de ser padre antes de cierta edad porque su condicionamiento,
vivencias y expectativas lo conducen a pensar, sentir, y actuar de esa manera.
Otro ejemplo que todos como universitarios hemos vivido se presenta en el
bachillerato, cuando cada estudiante debe preparase para elegir la carrera que
cursará, y le preguntamos el por qué de su elección, y con base en su
respuesta podemos darnos cuenta tal orientación radica ya en que su mamá,
papá o familiares hicieron la misma elección y le ha gustado transitar por el
mismo camino, ya sea quizá porque se ha visto influenciado de distintos
videos, libros, conferencias, cursos y ha determinado orientas su carrea de vida
por ese camino y por ese motivo.
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Ibidem, pág. 9
que se nos muestra. De tal suerte, cada profesión funciona como un “programa
mental” que nos faculta para percibir esa realidad.
Se hace una distinción muy clara entre lo que el autor denomina realidad
hermenéutica espontánea y artificial. La primera surge de creencias que no son
procesadas a consciencia, sino que se dan como producto del intercambio
comunicativo que se hace necesario para poder relacionarse con la sociedad.9
Como ejemplo de esto nos habla del contexto cultural en que nos
desenvolvemos, todos hablamos un idioma común y se da un fenómeno de
homogeneidad en la creencias populares, en las costumbres y en la moral,
siendo este ultimo factor uno de los más fuertes de romper, dado que todos los
que profesan dichos valores se vuelven guardianes de esa misma realidad.
Ante la ruptura de los valores culturales de un lugar determinado, surge el
reproche social ante el abandono de la homogeneidad cultural. Entonces se
colige que lo que llamamos realidad es resultado de la comunicación.
Por otro lado, la realidad hermenéutica artificial es concebida por el autor como
todas aquellas creencias o programas impuestos por vía de adoctrinamiento
ideológico o por medio de la enseñanza oficial. Si atendemos a lo que esta
concepción nos dice, podemos considerar que tanto la televisión que vemos a
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Ibidem, pág. 22
voluntad, como las campañas políticas y sus mítines, tienen implícito el
adoctrinamiento, el llamado “lavado de cerebro” que nos hace actuar de
determinada manera, ya sea para bien o para mal. Un ejemplo claro que es
repetido en la historia oficial de la segunda guerra mundial, encuadrados en el
contexto de la Alemania nazi, es la función que el secretario de propaganda,
Joseph Goebbels realizaba, de donde surge la frase que versa “una mentira mil
veces repetida, se convierte en verdad”. Es claro que podemos ser incautas
presas de la propaganda, y caer en el error, pero eso atiende más a una
realidad que asumimos de manera inconsciente, sin analizar ni filtrar dicha
información.
Asimismo, la religión. Aunque esta no es palpable sensorialmente, creemos
ciegamente en ella y actuamos conforme a sus postulados, no nos interesa
comprobar la veracidad de lo que nos plantea, simple y llanamente lo
asumimos y creemos que con realizar toda la serie de limitaciones y
privaciones que esta nos plantea, vamos a lograr llegar al paraíso pregonado,
del cual no tenemos certeza de su existencia. En un sentido personal,
aplicando mi realidad hermenéutica particular, es mejor tomar lo bueno de una
religión y ser mejor persona, ya que no necesitamos de una religión para actuar
con bondad, ser honestos, humildes y rectos. Es natural en el ser humano la
necesidad de creer en algo superior a fin de llenar el vacío existencial que
surge en cierta etapa de la vida, pero cada uno determina las creencias que
formarán el programa que nos regirá. Existen tantas creencias acerca de la
creación y la divinidad, como religiones y sectas hay.
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Ibidem, pág. 33.
“Por lo tanto, nuestra realidad, por objetiva e innegable que nos parezca, es
solo una entre muchas igualmente plausibles.” Finalmente podemos resumir lo
expuesto en la lectura con la frase “cada cabeza es mundo”.