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Psicología Comunitaria y Espacios de encuentro: una lectura desde la

subjetividad1.

¿Cómo es posible aún hoy hablar de transformaciones en lo comunitario?


¿Qué queda del ideario de transformaciones sociales en tiempos tan acelerados,
tan abrumadores como los que vivimos hoy en día?. ¿Cómo se deban estas
transformaciones en lo cotidiano? ¿Que de los sujetos, las comunidades, que de
las situaciones, y de los condicionamientos estaba en juego? Preguntas como
estas guiaron las reflexiones que siguen. No intentan ser una definición acabada ni
única sobre estas cuestiones. Solo son aproximaciones, parciales, retazos de
pensamientos2 que han partido de la profunda vivencia de transitar/atravesar lo
comunitario en estos tiempos.

A continuación se presenta una aproximación a lo que se entiende por


Subjetividad y Producción de subjetividad, luego se destaca el concepto de
Vínculo mirado y leído desde la Psicología Comunitaria, a partir de esto se
reflexiona sobre cómo es posible hoy en día encontrarse, y por último se presenta
una distinción sobre dos sentidos posibles de enunciación de los espacios de
encuentro.

1
El presente texto se basa en: Los espacios de encuentro en la Psicología Comunitaria (2006) y
Algunas precisiones sobre los espacios de encuentro en la Psicología Comunitaria (2007)
Presentados en el I y II Foro de Trabajo Comunitario organizado por la Cátedra Estrategias de
Intervención Comunitaria. Facultad de Psicología .U.N.C. El primero de estos trabajos fue
publicado en: “Subjetividad y política”. Revista de Ciencias Humanas. Pereira, Diciembre de
2007.pp 155-167. En: Apunte de Cátedra Estrategias de Intevenciòn Comunitaria 2009.
2
Pensamiento que es en este caso enunciado por uno, pero es colectivo en tanto surge a través de
discusiones y experiencias de la Cátedra Estrategias de Intervención Comunitaria y el transitar,
discutir, llorar y reír con las personas de las comunidades con que la cátedra viene trabajando
desde hace mas de 10 años. Sin ellos este pensamiento no existiría. Al respecto, Lewkowicz
(2003) marca muy bien: “estoy pensando por conexión con un encuentro”, son ocurrencias y
pensamientos que fueron, vinieron, se construyeron con estas otras y otros .

1
Más de una vez apareció en el trabajo cotidiano con las vecinas de los
barrios con que trabajamos3 la pregunta de cómo poder sostener un proceso de
transformación social emancipatoria cuando las condiciones de producción
actuales revisten características de determinación. La vivencia fue nueva desde lo
antiguo: reflexionar4 sobre las condiciones de lo colectivo5 y de ruptura en lo
cotidiano.
Así se hicieron visibles una serie de experiencias que permitieron poner en
tensión estas preguntas. Una de las primeras cuestiones que surgieron fue pensar
como el trabajo con grupos en la Psicología Comunitaria (PC) 6 era una manera de
nombrar estas experiencias, pero no suficiente, algo se escapaba, había que
aclarar constantemente. Es allí que aparecen conceptos que permiten pensar: lo
colectivo, lo intermediario-bifronte es decir los bordes, la experiencia, lo múltiple.
En dos aspectos centrales de nuestro trabajo con la gente en las comunidades:
como entendíamos al otro/a desde un posicionamiento crítico (ético y político) y un
modo de relación en procesos de transformación de la subjetividad.
Fuimos llegando así, a la consideración de que: la Psicología Comunitaria
además de trabajar desde los procesos comunitarios que devienen y se
construyen en las comunidades, asienta su trabajo en la construcción de
espacios de encuentro

3
Nos referimos aquí al trabajo de psicólogas y psicólogos comunitarios que, en nuestro trabajo
cotidiano en barrios en condiciones de pobreza y ante constantes situaciones de adversidad, nos
lleva a reflexionar constantemente sobre el sentido de nuestras prácticas.
4
La sabia experiencia de Freire aun tiene una vigencia abrumadora cuando no abrimos a su
extensión.
5
Lo colectivo del cual forma parte también lo grupal, lo “mas de uno”. Fernandez (2007) lo refiere
también como “entre-muchos”.
6
Pensamos aquí la psicología comunitaria como en clave de trabajo en los procesos comunitarios
(Plaza 1999; Barrault y Vazquez 1999 Montero 2004, 2006), en los espacios organizativos
comunitarios (Blanes, Cedron, Cherine: 2004). “Es posible hablar de procesos comunitarios en
tanto incluyen una historia del lugar presente en este proceso, interacciones entre sujetos, grupos,
organizaciones que hacen que existan ciertas modalidades en este proceso; representaciones,
percepciones respecto del otro, representaciones del mismo espacio habitado; un lugar, ese
espacio se vuelve lugar en tanto es cargado de significación, identidades múltiples en tanto es
posible la multiplicidad de pertenencias, fuente de sentido e identidad, relaciones de poder, campo
de lucha”(Plaza 1999:3) y espacios organizativos comunitarios entendidos como: “espacios
dinámicos en los cuales prima lo organizante, las actividades a partir de las cuales los sujetos se
nuclean para dar respuestas de manera colectiva a sus necesidades.”( Blanes-Cedron_Cherine
2004:58)

2
1. Subjetividad y Producción de subjetividad

La subjetividad la entendemos como una configuración7, un topos, que hace


a los sujetos en un lugar. En donde están imbrincados practicas, pensamientos y
sentimientos. La subjetividad hace a los sujetos como es expresión de los mismos.
En ese sentido es que la subjetividad no es el sujeto, es la experiencia que hace al
sujeto (Pezzola, 2004). Es configuración, construcción (Fuentes Avila, 1994)
desde un lugar histórico-social. En este sentido es que Galende plantea: “no existe
una subjetividad que pueda aislarse de la cultura y la vida social, ni tampoco existe
una cultura que pueda aislarse de la subjetividad que la sostiene” (citado por
Guinsberg 2004:4). Además de constituida tiene un carácter constituyente
(Gonzalez Rey, 1997). En este sentido participa del estado de la situación. Así han
aparecido confrontaciones de cómo se puede establecer esta configuración: ¿Qué
tener en cuenta? ¿Su ser social? ¿Su ser individual? ¿Sus condicionamientos
subjetivos y objetivos? ¿Son excluyentes?. En el fondo está la discusión filosófica
sobre el ser (ontológica) y su modo de conocer (epistemológica). La vieja
distinción materialista /idealista de la relación entre las “cosas” y las personas.
Sostenemos que el sujeto es sujeto de las relaciones pero también es inventor de
la ruptura de “sujeciones”. Y nos interesa tanto el establecimiento, el estado de
una relación, de una situación, como –y especialmente- el cambio, la
transformación de este estado. La mirada esta puesta en la transformación.
Creemos como dice Pezzola que “en la transformación de la subjetividad esta en
juego la existencia” (2004: 52). El presupuesto es que el sujeto siempre esta
lidiando con la exigencia que la realidad le impone, o específicamente que lo real8
le impone. Podemos pensarnos como somos sujetos de exigencias psíquicas
(Freud-Kaës) y sociales. Una u otra trayectoria no es igual según niveles y

7
Configuración entendida como disposición articulada de elementos, al modo de un conjunto , al
modo de estructura, que deviene de una historia y se hace en cada situación. No es inamovible,
pero cada elemento tiene una relación con el resto.
8
Entendido como un mas allá de la representación, de lo simbólico. Como dice Enriquez (2005),
tomando en cuenta a Lacan, lo real es siempre lo imposible de matrizar y también lo que resiste, lo
que se opone, pero sobre lo cual hay que hacer algo. Al punto de pensar que un aspecto del
imaginario social incluye lo real. Comprender así lo real, como dice este autor, posibilita
comprender el cambio.

3
dimensiones consideradas. No es igual como tramitan las exigencias, como
operan mecanismos igualadores–transformadores de la subjetividad, como son las
practicas implementadas para resolver estas exigencias. Existe una cierta
autonomía de la subjetividad pero a la vez debemos considerar su constitución en
cierto estado de la situación social: no son los mismos procedimientos de
subjetivación en una subjetividad estatal que en el modo actual del mercado
neoliberal (Pezzola 2004) donde se requiere otros procedimientos de pensamiento
en condiciones diferentes –fluidez- (Bauman 2000, Leukowicz 2004)

Así es posible pensar modos de subjetivación/desubjetivación, modos


constantes de sostenimiento de la subjetividad en contextos cambiantes.
Consideramos que hay dispositivos 9 que sostienen un modo de subjetividad para
una situación10 dada. Miramos así la subjetividad en su relación con el sentir,
pensar y hacer de los sujetos en relación consigo mismo y con los otros. Modos de
pensar en autonomía y dependencia, modos de sentir individual y colectivamente,
y prácticas impuestas y autoimpuestas.
Es decir que no estamos pensando en una reproducción social predestinada
e inmodificable: en el nudo de la cuestión esta la afirmación de que “la
reproducción de lo idéntico no ha existido jamás” (Enriquez 2005:39) En este
punto consideramos que estamos habituados, habitados, por las practicas y
discursos de mirar siempre lo mismo. Algunos autores como Dussel (1987) y
Badiou (1999) plantean que la mirada sobre el ser ha sido desde la totalidad o
desde lo uno, desde el conjunto. Es la historia de lo que es igual y como incluir
todo en los mismo. La mirada esta lejos de pensar lo distinto, lo múltiple. En el
centro de esto esta como entender, como definir, como fijar un sentido sobre lo
que es un sujeto/a, los sujetetos/as, la subjetividad. Sostenemos la necesidad de
afirmar la importancia de pensar lo múltiple, lo diverso, lo diferente, el

9
No solo discursos, sino en el sentido que nos trae Agamben: “cualquier cosa que tenga de algún
modo la capacidad de capturar, orientar, determinar, interceptar, modelar, controlar y asegurar los
gestos, las conductas, las opiniones y los discursos de los seres vivientes” (2005:6)
10
Situación como disposición particular de un conjunto de elementos presentados en un momento
dado. Guy Debord (1957) alude a la construcción de situaciones como ambientes colectivos,
conjunto de impresiones que determinan la calidad de un momento.

4
acontecimiento, como también pensar en estos contextos al conjunto, al estado
de la situación. Esto enriquece la mirada, la lectura de la realidad compleja 11 de
las comunidades con que trabajamos y que excluye mirar a las comunidades
como unidades homogéneas (Sawaia 1996)

Se nos hace necesario, además, considerar como entendemos lo que


referimos como modo de producción: “no solo a una configuración económica
particular sino un conjunto de formas de vida, una constelación social,
antropológica y ética”12. En el contexto actual “el capitalismo es no solamente un
modo de producción, sino también la institución de ciertos modos de
subjetivación”13, dice Expósito (2003:4). “Es ante todo destrucción de la potencia
de creación y reproducción de singularidades individuales y colectivas”14. Como
dice Guattari (2006), la producción de subjetividad constituye la materia prima de
cualquier producción.
Aludimos a condiciones de producción de subjetividad en tanto referimos a
la consideración de producción histórica (Bleichmar 2005, Fernandez 2005,
Guattari y Rolnik 2006) y no estática de la subjetividad.
Hablamos de la articulación, entrecruzamiento, configuración errática -
desde una lógica unitaria- y más bien cercana a la dispersión15, de condiciones
que configuran, producen subjetividad tanto en haceres, como en sentimientos y
pensamientos.
“Con la noción de producción de subjetividad aludimos a una
subjetividad que no es sinónimo de sujeto psíquico, que no es
meramente mental o discursiva sino que engloba las acciones y las
practicas, los cuerpos y sus intensidades; que se produce en el entre

11
Se puede pensar en múltiples dimensiones y complejidades, imbrincadas en los procesos de
intervención. en las comunidades. (Barrault 2005)
12
Virno, P 2003:41
13
En este sentido habla de “organización colectiva de la desafección y el rechazo global las formas
instituidas de subjetividad”.
14
Lazzarato 2006:147
15
No responde a una lógica de la totalidad como la fragmentación.

5
otros y que es, por tanto, un nudo de múltiples inscripciones deseantes,
históricas, políticas, económicas, simbólicas, psíquicas, sexuales, etc.” 16

Hablamos en los contextos actuales, de condiciones des-animantes. Como


dice Bleichmar (2005), malestar sobrante que somete al desaliento y la indignidad.
Condiciones en el sentido de lo que hace posible pero también del orden de lo
imposible. Marca regímenes de prácticas, sentimientos y pensamientos.
Así, en estos tiempos encontramos lo que denomina Lazzarato (2006)
modulación de la subjetividad: “la captura, el control, y la regulación de la acción a
distancia de espíritu a espíritu se hacen a través de la modulación de los flujos de
deseo y de las creencias y de las fuerzas (la memoria y la atención) que los hacen
circular en la cooperación entre cerebros” (pag. 99). No es solo la limitación por la
falta de trabajo o la existencia de trabajos precarios o subjetivantes en una
precariedad existencial, es la afectación del deseo mismo, como motor de la
existencia, del hacer, del “querer-mas”, de un movimiento expansivo y
emancipador. Aparece la desesperanza-tristeza, y principalmente la acomodación-
adaptación: “las lógicas del capitalismo han sido eficaces en separar a los
productores no solo de sus productos sino del registro de sus potencias”
(Fernandez 2007:293)

A la vez tenemos, como sujetos, la posibilidad de autonomía de


autoimponernos ciertas prácticas que si bien no podemos predecir que es lo que
sucederá, si podemos estimar posibles trayectorias esperables en determinado
contextos socio-históricos, o mejor aún, en un sentido de apuesta con la
indecibilidad de lo advenir. Podemos autoexigirnos encontrarnos con tal o cual
vecino o amigo, participar de un reclamo barrial y/o social, transitar en una marcha
o corte de calle, cruzar todo el barrio o la ciudad para un festejo de alguien
querido, detenernos a saldar y conversar con la vecina próxima, como practicas
descolocadas de la lógica imperante (por ej. la lógica del “tiempo es oro”, si no
reditúa en lo económico no lo vale). Aquí nos encontramos con dos cuestiones: la

16
Ana Fernandez 2006:9

6
posibilidad de autoimponernos prácticas (que es una manera de hablar de la
decisión de los sujetos) y la descolocación de lógicas hegemónicas. Esta última es
la posibilidad de “salir” temporariamente de los modos habituales de tramitación de
las exigencias de las lógicas imperantes. No planteamos la alienación total de los
socio-histórico, sino la posibilidad de jugar en el borde de esta exigencia, en
corrimientos singulares, momentáneos, como un irse y volver, momentos de
suspensión –no anulación- del carácter impositivo de estas lógicas.

Nosotros, como técnicos, profesionales, intelectuales (o como se quiera


llamar), estamos atravesados de igual forma por estas cuestiones y de similar
manera nos cuesta encontrarnos y construir juntos fuera/descolocados de la lógica
de la toma del poder (o de la toma del 'saber' verdadero), de la estabilidad de la
“subjetividad estatal”.
Entonces, ¿cómo pensar lo político en este contexto? ¿cómo construir,
favorecer modos autónomos17, alternativos, sostenidos desde nuestras
subjetividades hoy? ¿Qué nuevas maneras de construir las relaciones, los
proyectos colectivos, hay que pensar-hacer-sentir? La pregunta nos vuelve:
mas allá de la urgencia ¿Qué es lo importante? y ¿Cómo, y con quienes se
construye su respuesta?.

2. La noción de Vínculo18

El horizonte de transformación emancipatoria colectivo no es para nada


claro, pero los cambios en la subjetividad de las personas en las comunidades y

17
En este punto nos parece interesante lo que plante Kosik (1991:29): “La independencia no
significa hacer lo que hacen los otros, pero no significa tampoco hacer cualquier cosa sin tener en
cuenta a los demás. No significa que no se dependa en nada de los demás o que uno se aísle de
ellos. Ser independiente es tener con los demás una relación tal que la libertad puede producirse
en ella, es decir realizarse en ella”.
18
Se trabajan aquí, fundamentalmente los aportes del Psicoanálisis Vincular. Es la denominación
que se da a una vertiente de desarrollo del psicoanálisis, que como uno de sus aspectos más
significativos incluyo el trabajo con familias, parejas y grupos lo que llevo a nuevos desarrollos
metodológicos y metapsicológicos (es decir aspectos dinámicos, tópicos y económicos). Como
referentes argentinos podemos mencionar algunos como J.Puget, I.Berenstein, C.Rojas,
S.Moscona entre otros

7
de nosotros que aportamos lo que podemos, es algo que vemos en nuestro
trabajo diario. Siempre parece poco desde una expectativa de transformación
social mas global, pero -y en esto la sorpresa es siempre bienvenida- la
incertidumbre, si bien es inquietante, reviste también de alternativa. La capacidad
de estar siempre alerta a lo nuevo, lo no esperado, la potencia de los vínculos y
por ende las pertenencias, la multiplicación no prevista, es difícil de vivirla (sentirla,
pensarla, hacerla). Los tiempos actuales son los de la unicidad, el control, la
previsión, tiempos y espacios de este capitalismo aun gozante de tan buena salud.
¿Qué de la violencia estructural de este capitalismo impone, mas de lo necesario
como marca original, en la constitución de los vínculos? ¿Cómo se subjetiviza al
borde de la no existencia, del no reconocimiento del otro? 19. Las comunidades, si
bien no revisten tan marcadamente características de "no lugares" (Auge 1998),
no están exentas de reproducir las practicas dominantes de promover la
“desexistencia”20.
También los deseos21, las 'necesidades', son tan justas y acomodadas,
previstas y controladas como se pueda, y si no es así son invisibilizadas y mas
aun tratadas como inexistentes. Los mecanismos de reproducción de estas
prácticas sociales, son alimentados a diario a través de los medios de
comunicación masivos, las instituciones (el estado en gran parte) y las propias
prácticas que se asientan en el motor emocional de las personas.

19
Me refiero en particular a la violencia social en el sentido que lo define Berenstein (2000:260) “la
violencia incluye el arrasamiento del sentimiento de pertenencia de un conjunto de sujetos o parte
de una comunidad por parte de otro conjunto o parte de la misma comunidad. La violencia
transubjetiva originada en lo sociocultural atraviesa los vínculos interpersonales y al propio Yo.” En
particular me llama la atención como incide en los vínculos esta capacidad de al otro despojar de lo
humano de las relaciones, de desconocimiento del otro en su particularidad, en su ajenidad y en su
alteridad.
20
“Podemos decir que en el contexto sociopolítico [actual] la vulnerabilidad política tiene su
correlato en sentimientos de desolación /no-existencia/no-asignación, indignidad aprendida y fuerte
ataque a los sentimientos de pertenencias a los vínculos. En modo general se prefigura una
sombra sobre una subjetividad marcada por la desolación y la desesperanza, que tiene que ver
con lo más íntimo de los sujetos, que altera, se imbrinca en lo más profundo de una subjetividad
política: ser en acción, como potencia, ser a partir y con otros.” Alderete, Cedrón, Barrault, Plaza,
Perez, Pomares, Vasquez (2004:18). “La expulsión social produce n desexistente, un
´desaparecido´ de los escenario spúblicos y de intercambio”. Dutchatzky, Corea (2005:18)
21
Los deseos entendidos como motor, “en términos de ´posición comunitaria´, el termino que
funda la posibilidad de la salud es precisamente el deseo”. (Corea-Aldea-Lewcowicz)

8
Para pensar los vínculos en la comunidad se hace necesario destacar
algunas características de cómo lo entendemos22: la presencia, su significatividad,
lo ajeno23, el sentimiento de pertenencia, el apuntalamiento, en el marco de la
subjetividad.
Por un lado en la Psicología Comunitaria el sentimiento de pertenencia es un
concepto ya planteado, desde la mirada del Apoyo Social (Musitu, Gil Lacruz
2000, Gracia Fuster 1997) o de la relacionada Sentido de comunidad Comunidad
(Sanchez Vidal 1991, Montero 2004, Montenegro 2004). Esta relacionada con el
sentimiento de participar de un conjunto mayor (Sarason 1974 citado por Pons,
Grande, Gil-Lacruz, Jimenez 1996). En trabajos científicos se ha mostrado la
importancia de la integración comunitaria -en este sentido de pertenecer a una
comunidad-, aún mas que la participación, en aspectos tales como la salud mental
(Musitu, Herrero, Gracia 1996). En relación al apoyo social Lin (1986) -citado por
estos autores- distingue: el sentimiento de pertenencia –en relación a la
comunidad-, el sentimiento de vinculación –referido a las redes sociales y el
sentimiento de compromiso -en relación a las relaciones íntimas y de confianza.
Aquí hablamos de vínculo como construcción de una relación. Podríamos
también decir el establecimiento de un vínculo. Donde tanto “establecimiento”
como “vínculo” denotan la pertenencia a un espacio común construido, significado
y a fin de cuenta inventado. En este sentido se habla solamente del sentimiento de

22
Desde la el psicoanálisis y la psicología social fue Pichon-Riviere (1985) el primero de hablar en
términos de vínculos, especificándoles un carácter comunicativo-interaccional dentro de una
estructura.
23
Es así que para hacer vínculo con el otro se requiere tanto de su presencia como de su ausencia.
Debemos aclarar aquí que hablar de presencia del otro “no significa solo que esta ahí, si no que su
carácter fundante es la ajenidad inherente al vinculo con ese otro...” (Berenstein 2001: 95). Es decir
algo del otro se me impone en su ajenidad, aquí vemos indicios de lo que denominamos apertura
hacia lo distinto. También podemos decir que:“la presencia no es solo del orden de lo perceptible,
se refiere tanto a la ocupación de un lugar que genera un nuevo sentido como a la permanente
excedencia del sujeto respecto del lugar posible.”(Berenstein 2001:101). En un vinculo el otro me
impone una exigencia psíquica por su ajenidad: “un sentido instituyente de una subjetividad en uno
y en otro merced al trabajo de sostener la presencia.” (Berenstein 2001: 112) El efecto de esta
presencia (Puget) es la imposición de la alteridad y esto que denominamos ajenidad. Lo que se
produce es un descoloque (Puget), algo que no es del orden de la representación y que me exige
una tramitación. Recordemos que la lógica de la representación, según Alaugnier (1997), esta
apuntalada en lo biológico en cuanto sigue el mecanismo de metabolizar, es decir la función
mediante la cual se rechaza un elemento heterogéneo o, inversamente, se lo transforma en un
material que se convierte en homogéneo a él. Vano esfuerzo de representar lo que, en algo, nunca
podrá serlo. Aquí lo ajeno se vuelve motor del vínculo.

9
pertenencia a un vínculo, ya sea del que se participa en una comunidad, red social
o relación de confianza.
Aquí consideramos que es importante pensar los sentimientos como
dimensión importante a tener en cuenta. Tanto en su consideración de expresión,
de mediación emocional, como motor del relacionamiento y existencia de los
sujetos y sus vínculos. Está presente en las tramitaciones subjetivas que deben
hacer las personas en su diario existir en las comunidades, en su diario transitar.
No responde –totalmente- a la lógica de la representación (simbólica), tiene la
posibilidad de un enclave de descolocamiento de una situación dada (lo no
esperado de una respuesta por ejemplo).
Establecer un vínculo es crear, construir un lugar 24 al cual pertenecer. Se
constituyen dos movimientos al decir de Puget: se pasa de un estado de facto del
vínculo, se esta con el otro y se tiene un lugar, es decir una inscripción en el orden
territorial25, y se pasa a fijar un territorio con otro. Hace falta una investidura
referencial sobre este territorio que implica el reconocimiento de la ajenidad del
otro, aunque eso ajeno del otro no se inscribirá nunca en mi (aunque siempre
intente re-conocerlo). Entonces “la pertenencia deviene territorial y referencial, y
en este proceso el sentimiento de pertenencia se consolida instaurando así un
defensa contra la angustia de la no-razón de ser, fijando lugares, límites entre un
afuera y un adentro.”(Puget 2000:463).
Se pude considerar el vínculo como un lugar construido, en un sentido, como un
conector, un espacio intermediario, transicional, que al decir de Kaës seria “una
mediación entre dos elementos discontinuos, mediación de la separación,
acercamiento en lo mantenido-separado. El intermediario es una instancia de
articulación de diferencias, un lugar de continuidad de transformación, de

24
En este sentido coincidimos con Pomares y Perez (2000) en el carácter construido del lugar,
como espacio-territorio significado, construido histórica y socialmente.
25
Territorio en el sentido que establece Puget (2000:462) “...cuando me refiero a territorio, si bien
pueda tener un referente empírico, deseo significar una noción de espacialidad excluyente
creadora de escenas donde los lugares ocupados irán armando tramas.(...)No la considero
proyección del esquema corporal, siendo necesario crear una categoría de especialidad que
proviene de la constitución de los grupos sobre la base de las fronteras, con clivajes propios de
permitido, posible-imposible”

10
simbolización. El intermediario26 es, por fin, una instancia de oposición, de
conflicto y de diferenciación entre elementos complementarios y antagónicos.” (
Käes citado por Bernard 1997:114).
Intentar comprender que es un vinculo es un movimiento, un “ir hacia” una
consideración epistemológica que tuvo que ser repensada, re-inventada en sus
consideraciones mas teóricas (en el caso del psicoanálisis la metapsicología:
desde sus aspectos económicos, tópicos y dinámicos). En particular nos referimos
aquí a como tuvo que incluirse una metafísica, al decir de Dussel, que superara
una ontología de lo mismo. Es decir la emergencia del Otro como exterioridad, un
mas allá de la comprensión de un sujeto en el psicoanálisis en los limites de una
teoría que afirmaba incluir lo exterior por la vía de lo originario mítico.
“Es así que cuando hablamos del encuentro con el otro nos referimos a otra
persona, diferente, distinta, y a la vez similar en algún sentido, pero que para
poder acercarnos y hacer acciones en conjunto, comprender qué es lo que le pasa
y qué nos pasa a nosotros con otros, necesitamos reflexionar sobre lo que
pensamos, hacemos y sentimos en ese hacer con otros” (Barrault 2006). Esto nos
posiciona en una ética del respeto por el otro en su diferencia, en su alteridad, en
su “absolutamente otro” (Levinas).
El vínculo impone una exigencia vincular, un trabajo psíquico que deben
realizar sus integrantes del orden de lo intersubjetivo. El cómo se tramite esta
exigencia se apuntala en lo pulsional–intrapsiquico, lo intersubjetivo-grupal y lo
social-cultural. Es un interjuego de confrontación de ordenes diferentes entre lo
ajeno y distinto (alter) que se le presenta al sujeto, y lo que denominamos especie
de apertura hacia lo distinto. Algo del sujeto es un movimiento de apertura hacia lo
distinto, mas allá de la Totalidad que es el sujeto para sí mismo. Un mas allá de la
reproducción de un realidad vincular que siempre se busca pero nunca se
encuentra tal cual (el orden de lo diferente). Se puede pensar como una exigencia
psíquica que permite un espacio, un entre, lugar posibilitador, a la vez de

26
Un rasgo de estas formaciones es justamente su carácter bifronte (Kaes 1996), como dos caras
que permiten la circulación de mandatos sociales, la aseguración de la inclusión en un conjunto
social mas amplio como la negación de lo “que vendría a poner en cuestión la formación y el
mantenimiento de ese vínculo”

11
reproducción y de creación. El cómo se resuelva (tramite) esta exigencia dará
cuenta de estas posibilidades.
A la vez el otro puede ser pensado en relaciona a lo colectivo, no es el
otro individual aunque la singularidad de su presencia sea insoslayable.
Pensar lo múltiple, la multiplicidad de relaciones, abre las posibilidades de
lo nuevo y de múltiples maneras de subjetivación. Como dice Virno
(2003:81) la experiencia colectiva –diría él la multitud- es el terreno de una
individuación nueva, mas radical.
También en los vínculos se da un proceso de sostenimiento subjetivo
que en parte se puede pensar como partícipe de apoyos sociales o como
apuntalamiento múltiple (Kaës) del sujeto. En un punto estos conceptos se
relacionan, en tanto refieren a la posibilidad de “sostén”, necesariedad de
dos partes existentes para la existencia del apoyo 27.
El pensar el apuntalamiento como múltiple puede darnos algunos elementos
para considerar como los sujetos -individual y colectivamente- pueden estar en
una gama de posiciones al límite de la “sobrevivencia” o sostener posiciones de
ruptura y enunciación, en condiciones agobiantes , criticas, de hegemonías. Nos
permite pensar estrategias de intervención contemplando los avatares de la
subjetividad contemporánea y local de los sujetos/as con quienes nos
encontramos en las comunidades.

3. Encontrarse con otros en lo comunitario

Encontrarse se configura así en una experiencia de tramitación de la alteridad,


de la ajenidad, de lo insondable del otro/a, que puede devenir en la construcción
de un vínculo -de confianza-. Una experiencia a modo de apuesta: no podemos

27
Apoyo social es una categoría utilizada en la Psicología Comunitaria, y ha sido desarrollada por
diversos autores (Musitu, GilLacruz 2000, Garcia Fuster 1997). Según Musitu, siguiendo a Lin, el
apoyo social es entendido como “el conjunto de provisiones expresivas o instrumentales -
percibidas o recibidas- proporcionadas por la comunidad, las redes sociales y las personas de
confianza añadiendo que estas provisiones se pueden producir tanto en situaciones cotidianas
como de crisis.”

12
saber con certeza como nos irá. Lo conocido de relaciones anteriores no nos
alcanza, no solo es mirar lo “mismo” de otras relaciones, sino la apertura a lo
distinto. No existe relación cuando las partes son las mismas, ni siquiera fusión,
son lo mismo. Es decir “una relación real entre términos diferentes debe mostrar
esa diferencia” (Badiou 2000:108).

Es en las comunidades donde se dan estos encuentros y también


desencuentros –como espacio no conformado aunque deseado-. Está en el seno
de lo que los Psicólogos y Psicólogas comunitarios entienden como comunidad: es
la relación, el punto de encuentro (Montero 2004).
Se plantea la posibilidad de encontrarse, dejar confluir sentimientos y afectos,
darse existencia: “...la estética de la existencia debe ser regulada por el principio
de la comunidad, que define una ética a través de buenos encuentros, que se
alimenta de la diversidad, sen temer al extraño, pues es ligarse al otro sin el
despotismo de lo mismo, presentándose como cualidad de relación, caracterizada
por la mutualidad en vede poder desigual, como arte de dar y recibir placer.”
(Sawaia 1999)
En este sentido coincidimos con Rodigou (2000) que el encuentro con el otro
deviene noción básica en el trabajo comunitario, es la base indispensable para
construir la acción, para construir proyecto, utopía. Implica, asimismo, una
consideración ética de respeto hacia el otro.

El atravesar en lo comunitario

La dispersión de prácticas institucionales y de políticas sociales hace cobrar


importancia en lo social, lo comunitario, la apertura de resquicios de posibilidades,
de un campo para la experiencia. Hablamos así de prácticas, prácticas políticas en
un sentido de experimentación. Es en el hacer, el vivenciar, atravesar, y transitar
por un campo de sentimientos, prácticas y pensamientos en el que la subjetividad

13
puede transitar la experimentación28. Ya no hay la garantía de un fin prefijado
como el sujeto de la revolución. Es el hacer sin garantías de un resultado definido,
el hacer en la creación de posibles. En sentido similar es que Zibechi dice “los
sectores populares -e indígenas y comunitarios- solo descubren sus potencias al
desplegarlas”29. Este es un sentido relacionado a sostener prácticas de constante
sostenimiento de una subjetividad poco ajustada a lo estable.

Lo múltiple no se subsume a lo uno, es de un orden diferente 30. En la PC un


ejemplo cotidiano: trabajando en una reunión o asamblea se facilita la palabra-
expresión31 de la “abuelita de allá, del fondo”. Cualquiera de los presentes puede
tener la “idea-expresión” adecuada a las estrategias planteadas, los objetivos
propuestos. Implica así la apertura, a lo nuevo, el desafío de no buscar encuadrar
en lo ya conocido si no reconocer trayectorias posibles. Ahora, lo posible mismo
puede ser inventado. Hablamos en lo comunitario de lo colectivo, de lo “entre-
muchos”, de la consideración de lo singular en lo individual y social. Tanto en
grupos, marchas, asambleas, visitas domiciliarias 32. Cuando nos encontramos con
alguien en la calle y conversamos, dialogamos, desde la psicología comunitaria no
estamos transitando33 esa experiencia con un sujeto aislado sino participe34 de
una comunidad, de un colectivo. Está en cada uno de los participes de las
situaciones que transitamos, atravesamos, ejercitar la apertura necesaria para

28
En relación a esto Lazzarato (2006) se refiere al militante como quien introduce una
discontinuidad en lo que existe, es un experimentador. Por otro lado Ana Fernández (2006) habla
sobre espacios-tiempos de experiencia, así los llama: experienciarios.
29
Gutierrez y Gomez, en el prólogo de Dispersar el poder (2006) pag.20
30
Para profundizar sobre las multiplicidades se puede considerar Fernandez (2006) que realiza
una consideración tomando aportes de Deleuze, y también Badiou (1999) respecto del concepto de
lo múltiple.
31
La noción de idea es el modo recortado (limitado) de considerar la dimensión expresiva de la
subjetividad (pensamientos, afectos y acciones). Solemos tener “presente” primordialmente lo que
“dijo” tal o cual vecina y dejar de lado las intensidades. Respecto de estas, se puede consultar el
interesante análisis que plantea Fernandez (2006, 2007).
32
Es un modo de nombrar la especificidad del encuentro de las psicólogas comunitarias con la
gente en los propios territorios donde vive la gente.
33
En el sentido posicionamiento que orienta miradas, intervenciones, haceres en un territorio
particular.
34
Participe en tanto conectado y desconectado en una lógica de red, o como lo resalta Fernández
(2007) retomando a Guattari: rizomática.

14
dejarnos sorprender ante lo nuevo, pero también hacer lugar a lo colectivo. Tanto
en su visibilidad como en la construcción en común colectiva.

4. Espacios de encuentro: dos sentidos posibles

Se hace necesario una primera precisión sobre los Espacios de Encuentro.


Por un lado podemos plantear la idea de espacios de encuentro en un sentido
general y en un sentido especifico.

En un sentido general refiere a la vivencia del encuentro, posibilidad


siempre presente que pone el eje en el reconocimiento de lo múltiple, lo ajeno 35, lo
distinto36. La posibilidad de “hacer lugar”, de construir pertenencia. Así pueden ser
espacio de encuentro las esquinas de un barrio donde se encuentran los jóvenes,
una asamblea, una marcha, etc. Alude así más a una cualidad del encuentro:
tramitación de lo distinto, vacío 37 al cual enfrentar. Es participe de una Ética del
encuentro (PC) que resalta en los contextos actuales (contraposición del
capitalismo como promotor de la desexistencia 38). Modo vincular con
sostenimiento de una subjetividad de los bordes, de los resquicios, es decir,
sostenida por “espacios de encuentro” en una perspectiva del cambio social,
emancipatoria39. Participe así de las condiciones de producción de una
subjetividad.

35
Tomando de Berenstein (2004) y en relación a como pensar los vínculos: “un vinculo hace
devenir otro con otro, ambos devienen otros de los que eran antes de ese vinculo y los lugares
adquirirán otros sentidos mas móviles, mas cambiantes” (Berenstein 2007: 27)
36
En trabajos anteriores (2006b) ya hacíamos referencia a lo distinto (Dussel 1987) que no se
subsume a la lógica de lo mismo.
37
Nos referimos a la experiencia de lo “construido en común” mas que “lo comun”. En el sentido de
lo que no esta, un vacío, un algo que en todo caso se produce por el encuentro y construcción, por
el mas de uno (Pujet 2006, conversaciones con Silvia Plaza -2007-, Esposito 2003).
38
Pujet (2001), Fernandez (2006)
39
En relación a un posicionamiento político que considera las extremas desigualdades que existen
como injustas, y la necesidad permanente de trabajar, luchar, hacer, pensar y decir, para aportar a
una construcción de un modo mas justo de vivir en sociedad que sea para todos y no solo para
algunos.

15
En un sentido especifico refiere a un dispositivo40 de trabajo en la
Psicología Comunitaria: Es una manera de decir que se construyen espacios de
posibilidad del establecimiento de múltiples vínculos. Espacios de existencia, de
posibilidad de encuentro, de modos de mutualidad, tramitación de conflictos,
aprendizaje, complejización e historización de la relación, de transformación y
sostenimiento múltiple de la subjetividad.

Sea en uno u otro sentido, implica así el reconocimiento de los sujetos/as


como existentes41 en su alteridad y diferencia. Instalan experiencias en este
reconocimiento, en este hacer con otros, son así existenciarios o experienciarios42
como lo plantea Ana Fernandez (2006).

Una cualidad de esos espacios es la “potencia de suspender“: se relativiza la


exigencia de tramitación en los modos hegemónicos, de los “bordes” que
demarcan lo social y lo biológico, al modo de un espacio transicional (Winicott). Es
posibilidad de lo imposible, creación de espacio y tiempo. Es la posibilidad siempre
presente del saludo43 entre próximos ante el incesante “el tiempo es oro” del
capitalismo. Como dice Sawaia (1996) “La psicología social al calificarse de
comunitaria hoy, explicita el objetivo de colaborar con la creación de esos
espacios relacionales, que vinculan a los individuos a territorios físicos o
simbólicos y a temporalidades compartidas en un mundo asolado por la ética de
´sacar ventaja en todo´ y de ´es dando que se recibe´”
Suspender no significa anular, olvidar –en sentido absoluto-, mas bien
implica un “volver” a resignificar/tramitar las exigencias psíquicas, sociales y
biológicas. No es olvidar – si es que existiera esa posibilidad- las condiciones
concretas de existencia sino ponerlas es suspenso.

40
Agamben (2005)
41
A contrapelo de hegemonías actuales que instalan, promueven, la des-existencia, el no
reconocimiento de los sujetos como tal, como lo plantea Pujet (2001) respecto de grandes sectores
de la sociedad: “En casos de extrema violencia, un sujeto o conjunto puede quedar reducido a un
estado de pura-presencia por lo cual es mirado sin ser visto”.
42
Como dice Fernandez y otros (2006): se refieren de esta manera a que instalan un modo de
estar-hacer-habitar los espacios. Un tipo de prácticas y subjetivaciones (Fernandez 2006).
43
Conversaciones con Silvia Plaza en 2005.

16
Implica también el favorecimiento, facilitación –se podría decir desde el punto
de vista de la Psicología Comunitaria- de un movimiento histórico, de memoria, de
resignificación y construcción permanente sobre las situaciones. En parte se
puede pensar como el “pensamiento crítico” sobre una situación.
Es entonces que se organiza, configura de una determinada manera, no de
cualquiera. La lógica de este conjunto se la puede pensar, analizar, por
organizadores grupales y colectivos, en el sentido de esquemas predisponentes y
estados de complejización crecientes. Estos organizadores son tanto en relación a
la representación que se tiene del espacio (organizadores socioculturales e
intrapsíquicos, en el caso de los grupos por ejemplo –Kaës -), como a la
conformación de los vínculos.
Esto quiere decir que no es lo mismo cualquier intervención en estos
espacios, no se configuran “de por si” en un sentido trascendente. O dicho de otra
manera: se puede intervenir para favorecer espacios de encuentros entendidos
como aquí se plantea.
Se plantea la necesidad de pensar lo situacional de estos vínculos, de
estos espacios de encuentros, de los procesos comunitarios: “la comunidad
efectiva entonces no es una entidad dada definibles en términos de ´ser´
con tales y cuales propiedades a priori. La comunidad efectiva es un hacer –
y sobretodo un hacerse-.(...) la comunidad efectiva nunca es ´la´ comunidad
sino siempre ésta comunidad”. (Corea-Aldea-Lewcowicz 1998).

En el siguiente cuadro hay una aproximación a algunos aspectos que cobran


diferente relevancia según trabajemos con grupos o, por otro lado, con lo que
entendemos como espacios de encuentro. Refiere a la mirada, apertura, que nos
permite pensarlos desde la Psicología Comunitaria, son aproximaciones a poder
precisar nuestras miradas y por ende nuestros haceres (intervenciones) en las
comunidades donde trabajamos. No pretende ser una comparación exhaustiva,

17
sino solo marcas de distinción que buscan operar como disparadores de
pensamiento, problematización44.

Los grupos45 Los espacios de encuentro


Ejemplos de nominación Grupo de mujeres Espacio de encuentro de
mujeres
Fenómenos De la grupalidad De la grupalidad “y” lo
colectivo -“mas allá de lo
grupal”- Ej.: Asamblea de
barrio, vida comunitaria
Identidad grupal Es uno de los aspectos No es un aspecto central
centrales a trabajar trabajar, es un elemento
más.
La movilidad de los Es una posibilidad y en Es una condición posible
integrantes algunas situaciones, se permanente.
evalúa el como.
Los bordes “de lo grupal” Es un elemento mas a Es uno de los aspectos
tener en cuenta permanentes a trabajar
La comunidad Toma relevancia cuando Es la preocupación u
es traído/aparece en la ocupación, tematización
trama grupal siempre presente
Los otros Son principalmente los Son los integrantes del
integrantes del grupo grupo y los vecinos, los
integrantes de la
comunidad, un colectivo
mayor
Lar redes sociales Se trabaja con red Se trabaja con: Apoyo
intragrupal, social, apuntalamiento,
apuntalamiento entre los redes comunitarias
integrantes del grupo. (exceden los limites de lo
grupal)
La relación de estos No es necesario Es la tematización
espacios con otros siempre presente como
posibilidad
La relación con otros Centrada en los vínculos No centrada en los
de ese espacio (vínculos vínculos de ese espacio -
del grupo) estos vínculos son un
aspecto del proceso de
trabajo-. Incluye los “otros

44
Siempre existe el riesgo de que las nominaciones sean tomadas de manera dogmática llevando
a discusiones inútiles que paralizan las profundizaciones teóricas y las intervenciones.
45
Existe una extensa y prolifera producción teórica y de experiencias sobre los grupos (Kaës,
Bernard, Bauleo, Fernandez, Pichon-Rivere, etc.) que excede en mucho lo planteado por este
trabajo. Esta es solo una muy breve referencia a algunos aspectos que me parecen más claros a
comparar con los espacios de encuentros.

18
comunitarios”
El hacer Centrado en el grupo Hacia el adentro del grupo
es un momento más. Esta
siempre presente el hacer
con/para otros de la
comunidad

Los espacios de encuentro, tanto en su sentido general como específico,


refieren al desafío constante de construir con otras/os, no desde cualquier lugar ni
de cualquier manera. Sino en el permanente camino de hacer con otros un modo
de pensar, hacer y sentir que se base en la búsqueda de espacios “para
cualquiera” no solo para algunos.
Además es nuestra tesis que en las lógicas sociales –hegemónicas-, que
atraviesan y forma parte de la vida cotidiana y las comunidades en donde
trabajamos diariamente, prima mas la búsqueda de una identidad común –por
exclusión/expulsión a otros- que el reconocimiento de la importancia, búsqueda y
construcción de una pertenencia.
Planteamos así la importancia de repensar, resignificar nuestras
pertenencias sociales, nuestros encuentros con el/los otros/as y su implicancia en
los modos de subjetivación actuales en las comunidades de la cuales participamos
y en especial en los espacios de encuentro.

Esto en el transito de lo inesperado, de los bordes, de los resquicios. Con la


movilidad, divergencia, y apertura a encontrar nuevos sentidos y practicas
sostenidas en espacios de existencia, de reconocimiento desde la potencia y la
transformación emancipatoria desde una subjetividad poco ajustada a lo estable.

Omar Barrault
omar_barrault@yahoo.com.ar
Agosto 2008

19
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