Está en la página 1de 3

Educación y colectividad en la época prehispánica

El termino colectividad designa al grupo de personas que viven en un mismo


territorio y comparten determinadas circunstancias (intereses, normas, hábitos,
cultura, etc.).

En el México prehispánico, el hogar y las instituciones creadas con fines educativos


se complementaban en la tarea de informar y de formar a las nuevas generaciones,
la familia, la comunidad. La educación se amoldaba espontáneamente a las
necesidades humanas y respondían siempre al interés concreto y general de la
colectividad.

La principal fuente de energía de los mexicas fue el trabajo humano, es decir, la


cooperación de multitudes de hombres y mujeres. Hemos dicho que la propiedad
de la tierra era de carácter comunitario.

Lo mismo sucedió con la administración económica. Se formaban grupos de


trabajadores que cumplían cierta función durante un tiempo limitado, después eran
remplazados por otro grupo de tal manera que el trabajo no se interrumpía. Puede
decirse que el bien de la comunidad, sustentado en el trabajo comunitario, fue uno
de los principales valores de la sociedad mexica.

La vida colectiva, en creciente complejidad, va exigiendo una distribución cada vez


más específica de las tareas sociales. La guerra por un lado, y la producción en
mayor volumen de satisfactores económicos, por otro, determinan la aparición de
nuevas clases sociales: la de los guerreros y la de los labriegos. La nobleza queda
constituida por un reducido grupo, que conserva, por tradición, el poder político y
religioso. La sociedad estamental, formada por grupos con ocupaciones y jerarquías
bien delimitadas suponía una clara diferenciación de derechos y obligaciones.

Cada tarea social requiere un aprendizaje, ahora menos sencillo y, por ende,
necesitado de procedimientos más eficaces, que se van conservando por hábitos
reiterados.
De esta suerte, por lo que concierne a la educación, en los pueblos protohistóricos
surge ya una idea, bien que difusa y desleída, acerca de la convivencia de influir
sobre la prole a fin de que ésta adquiera los usos y destrezas, las costumbres y los
conocimientos de los adultos.

Se trata de una precaria educación, aunque intencionada, (es decir, una forma de
educación en la que se perciben ya la importancia y las ventajas de educar a las
nuevas generaciones) que, al correr de poco tiempo, traerá consigo la necesidad y
propósito de organizarías en formas adecuadas y permanentes, dando lugar así al
nacimiento de rudimentarias instituciones pedagógicas, las cuales se conservan por
obra de la tradición.

La religión era la base de su concepción del mundo y de la vida, de la explicación


de los fenómenos naturales y de las normas de conducta moral. El templo por
antonomasia es el teocalli, que puede considerarse como la cifra y compendio de la
vida nacional de los aztecas. "El teocalli es la casa de Dios, la fortaleza que defiende
la ciudad, el santuario de la inteligencia, de la educación y del carácter de la
juventud; es también el observatorio astronómico y el depósito de la ciencia y de las
letras de la clase sacerdotal, incubadora de capitanes, de pontífices y de reyes."

Se trata de el “templo-escuela”, el binomio que refleja el gran vínculo entre religión


y educación. Era el lugar por excelencia donde niños y jóvenes de ambos sexos se
formaban y adquirían los conocimientos necesarios para asumir los diferentes
papeles que se les asignaba en la sociedad prehispánica.

Se trataba de una mezcla entre prácticas (como los sacrificios y penitencias) y


técnicas (como leer e interpretar los calendarios ritual y solar). Su ingreso y
permanencia variaba de acuerdo a sus orígenes y destinos; podía ser desde unos
años hasta indefinidamente si decidían ser sacerdotes.

En ellas se daba la formación moral e intelectual y se enseñaba el trabajo productivo


(las técnicas agrícolas, la construcción de canales u obras hidráulicas, la
arquitectura y la preparación militar). Además se aprendía danza, canto y música,
entre otras artes
Las instituciones educativas propias de cada calpulli respaldaban y cumplían la
función de transmitir conocimientos en dos niveles. En primer lugar practico, para la
vida diaria y oficios necesarios para la comunidad, además de labores de campo y
domésticas. En segundo lugar se encuentra la transmisión de códigos de buena
conducta, buen comportamiento hacia el mundo, con los dioses los mayores y
consigo mismos, que incluye la enseñanza, la disciplina, el desarrollo de la voluntad
y el esfuerzo para ser mejores, (no en sentido de competencia, sino en el de
superación personal)

Los libros de consejo

Los discursos y consejos formaban parte muy importante de la educación,


legitimaban y fortalecían la ideología y el orden establecido, por medio de la
transmisión de valores morales tanto en las escuelas como en el hogar.

El tlamiatini, es decir, el sabio, era el encargado de impartir reflexiones y consejos


para guiar a los jóvenes mediante los huehuehtlatolli o “la antigua palabra”
(discursos, enseñanzas o testimonios). En esos escritos podemos apreciar una
visión profundamente poética acerca de su mundo, el ser humano y la vida.

Tiene reflexiones sobre las virtudes que pretendían fincar en cada hombre y mujer.
Les aconsejaba sobre asuntos de la vida pero también les ofrecía una idea acerca
de las cosas divinas y del mas allá. Ante todo el sabio procuraba que sus discípulos
se conocieran a sí mismos, sus defectos y debilidades, y les servía de guía moral
dirigiéndoles por el camino recto.

Entre ellos tenemos los pronunciados en ocasiones especiales: nacimientos,


enfermedades y muertes; matrimonios, embarazos y partos. A estos se suman los
añorados discursos para ser buenos gobernantes.

También podría gustarte