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duermevela inicial de la noche del día anterior. Estiró los brazos y se llenó el pecho de
un aire realmente puro. Con un rápido parpadeo repetido, se quitó de encima la modorra
restante, y calló en la cuenta de que Teresa no estaba con ella. Su amiga ya había
se puso en pie.
Buscó en el pantalón que había llevado el día anterior su móvil, y luego cayó en la
cuenta de que lo había perdido tras “el incidente”. Echó un vistazo alrededor de la
habitación, y se topó con el móvil de Teresa. Lo utilizó para comprobar la hora. Las
diez en punto. Según recordaba de la charla de hace dos días de Balboa en el autocar, la
hora impuesta para “levantar el culo de las camas”, como él lo llamaba, era las nueve,
pero el desayuno del refugio se prolongaba hasta las doce. Luna desconocía cuál era el
programa de actividades de aquel día, pero como los profes habían decidido que no iba
desplegó y leyó:
¡Por fin te despiertas, vaga de mierda! xD Mira, he decidido adelantarme y salir afuera sin
despertarte, en vista a lo mona que estabas con la baba colgando^^ He bajado a la
habitación de Samu, a putearle un ratito xD Es la número 13. Te esperamos hasta las
10:45, y luego bajamos todos a desayunar. ¡Date prisa, lentorra! xP
La carta no necesitaba firma, era del puño y letra de Teresa. “¡Mira que escribirme
esto!”, pensó Luna. “¡Ni que fuera su querida!”. En una hipotética relación lesbiana,
colgaban de la silla del único escritorio del cuarto; y se dispuso a vestirse. Daba igual
que se pusiera, todo quedaba fuera de época. Pero, como dicen, “a caballo regalado, no
le mires el diente”. Se puso aquello que le quedó más cómodo, sin ser demasiado
Cuando llegó a la habitación de los chicos, le llegó a los oídos una inquietante
- ¡Oh, tío! ¡Qué asco! – oyó que decía la voz de Daniel, otro de sus compañeros -
- ¡Mira…! ¡Tío, tío, tío! ¡¡Le han metido dos!! – dijo el chaval de pelo rubio.
- Jo-der – fue la única réplica de Dani. Samu se limitó a reír como un loco.
silla, y el otro al lado, de pie. Ambos miraban con interés el móvil de Samu, del que
provenían una especie de gemidos entremezclados. La voz de Teresa la sacó de su
ensimismamiento:
- Pensé que no ibas a venir nunca – oyó que decía su amiga. Se giró hacia ella y la
vio sentada en la cama de Samu, con las piernas recogidas en una postura de
- ¿Qué haces todavía en pijama, con las prisas que me has metido? – la increpó
- Sí, pero, ¿qué haces? – quiso saber. Señaló con la cabeza a los dos chavales -
- ¿Qué otra cosa le iba a enseñar a alguien Samu? ¿Un documental de ballenas? –
respondió Teresa, y soltó una carcajada burlona – Mira, echa un vistazo a lo que
que pueda mostrar por estar yo, como mujer, presente en la estancia, o si se debe
ninguna clase de pudor ante mí, ni ante ningún otro individuo, y parece alentar a
Esto probablemente se deba a que haya sido testigo de un contenido sexual más
devolviéndola el ordenador.
- ¿Q-Qué? – dijo Dani, que parecía no haber oído a Luna - ¿Qué es lo que ha
escrito?
- ¡Claro que me interesa, joder! – soltó Samu - ¡Yo soy el objeto de estudio!
- Pues ya te pasaré los resultados una vez lo termine – dijo mientras se levantaba
mientras cerraban la puerta del cuarto de Samu y Dani con un sonoro portazo de
despedida.
***
Cuando Teresa estuvo vestida, ambas bajaron a desayunar al comedor, cuando daban las
once y cuarto. Se había formado una buena cola de última hora, y se vieron obligadas a
situarse de pie con las bandejas, tras una larga fila de comensales. El lugar estaba
abarrotado. Muchos de sus compañeros de clase ya habían cogido sitio, y algún que otro
una mesa sobre la que sentarse. Teresa le dio un ligero codazo en el brazo, y le señaló
malicia, y avanzó triunfante hasta la mesa del chaval. “¡Será zorra!”, pensó para
sí. En vista a que hacia el ridículo parada en aquel sitio, decidió seguirla y
participar en su juego.
Tras dejar la bandeja en un lado de la mesa, Luna intentó escabullirse hacia el servicio,
pero Teresa fue más rápida y la sujetó del brazo. La agarró de los hombros para
- Creo que Luna te debe una disculpa – dijo, y se colocó tras el chico, expectante.
cabeza. ¿Qué quería que hiciera? Como Luna no la hacía caso, intervino de
- ¿Por qué?
vistazo en rededor.
Luna no podía hacer otra cosa más que extrañarse de la actitud de su compañero durante
los últimos días. En cierto modo, Teresa tenía razón. Había sido ella la que había dejado
incluso podrían haberme matado, y la mala soy yo!?”, se dijo para sí. No pudo evitar
sonrió y fue a cogerla del brazo, pero ella la señaló con el índice a modo de
advertencia – Pero sólo por esta vez. No quiero que vuelvas a meter esa naricilla
saludo militar.
interno.
Una vez dicho todo lo que tenían que decir, ambas volvieron a la mesa. Joaquín seguía
allí, con la cabeza en otra parte. Luna se dirigió a él, y por alguna extraña razón, se
no existiera otra cosa en el mundo. “Casi prefiero que me ignore”, pensó ella –
inclinarse. El gesto fue tan rápido y brusco que se dio en la frente con el borde
de la mesa.
- ¡Siento mucho haberte dejado tirado de forma egoísta y haberme ido por mi
cuenta! – oyó que decía por ella Teresa. Su amiga seguía sujetándola por la
hecho que me dé contra la mesa! – como burla del destino, el comedor recibió
Los comensales se giraron hacia ellas, y Luna calló en el acto. Se quedó mirando a
la multitud sin saber qué hacer, con cara de boba y la frente enrojecida por el golpe.
rostro. Cuando terminó el jolgorio general, cada cual volvió a su plato, y Luna
- Te parecerá bonito, – le dijo a Teresa por lo bajini – hacerme pasar este ridículo.
- Te pones muy bonita cuando te sonrojas – se limitó a decir su amiga, con una
la detuvo.
- Te perdono – dijo el chaval, aún entre risas. Luego la miró fijamente, con una
Luna no estuviera tan atontada por el golpe, habría alzado los brazos al cielo y
¡En fin! – exclamó mientras la miraba sonriente, con una especie de renovada
prometo tener en mayor estima tus decisiones – le dirigió otra sonrisa – Ahora,
Luna contempló como su figura se alejaba, sin decir nada. Aún seguía atontada por
- Ah, sí – afirmó ella – Como los profes no traían muchas ideas para la excursión,
ayer dejaron a la clase elegir qué se iba a hacer hoy. Y como hay una especie de
descampado por aquí cerca, han optado por echar un partido de fútbol – explicó
- Sí, alguien las instaló hace unos años – indicó Teresa – Menudo complejo
- Bueno, mientras no me encuentre una piscina. – dijo. Ambas rieron ante la idea.
banquillo durante horas, por el simple hecho de estar castigada, no ayudaba a levantarle
el ánimo. Al menos había arreglado lo suyo con Joaquín, aunque seguía sin saber qué
demonios había que arreglar. Cerca ya de las doce, empezaron a mover el culo para ir
- Pues que faena – una sonrisa afloró en su rostro - ¿Sabes a quién tenemos de
Phil Carter, o “Cetro de Carne”, como lo llamaban a modo de broma, era el profesor de
gente de color a modo de coña, en aquel caso la “leyenda” era cierta. No sabían si el
pobre hombre no se daba cuenta, o si lo hacía aposta, pero se pusiera el pantalón que se
- Anda, ven, que te doy un besito en la pupita – le dijo en el mismo tono maternal
que utilizaría una madre con su hijo. Y apoyándose en sus hombros, se irguió
anterior. Luego se quedaron mirándose un rato, sin decir nada, sondeándose con
un incómodo silencio.
- ¿De portera? ¡Pues a ver si te llevas un buen pelotazo en toda la cara! – la dijo
con malicia.
- Oh, vaya, que mala baba tienes. Y ese pelotazo, ¿me lo vas a dar tú? – respondió
tajante, con una sonrisa de triunfo. Luna se quedó sin nada con lo que replicar, y
caminó cabizbaja.
recordar el hecho de que se iba a quedar en el banquillo sin hacer nada, volvió a
sacudirme”, pensó – ¡Alegra esa cara mujer, que no se ha muerto nadie! – Luna
“¿Por cuál de los cuatro quieres que empiece?”, habría querido decirle.
“Nacida en Luna Llena”. Novela online. Andrés Jesús Jiménez Atahonero. Todos los derechos reservados.