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La evolución ha diseñado a los seres humanos para ser felices, pero no demasiado felices.
Las investigaciones sobre la felicidad llegan de manera bastante contundente a dos
conclusiones:
• La primera, que en condiciones normales los individuos mantienen a lo largo de la vida
unos niveles de satisfacción y bienestar razonables y estables, y que disponen de una
gran capacidad de adaptación a las contrariedades vitales. Las oscilaciones del Estado
de bienestar normal -motivadas, por ejemplo, por el hecho de ganar el gordo de la
lotería o por la muerte de un allegado suelen mantenerse como mucho por unos
meses, para volver pronto a los niveles previos. Incluso las personas con
discapacidades o con problemas de salud crónicos manifiestan grados de felicidad
comparables a los del resto de la población.
• Según Platón “Educar es dar al cuerpo y al alma toda la belleza y perfección de que son
capaces”.
• Para Kant “La Educación es el desenvolvimiento de toda la perfección que el hombre lleva en
su naturaleza”.
• Stuart Mill abunda en la definición de Kant y proclama que “La Educación nos acerca a la
perfección de nuestra naturaleza”.
De esta manera, gracias a las definiciones de los autores anteriores,
podemos sacar la siguiente conclusión sobre LA EDUCACIÓN:
Esas normas son problemáticas, por serio la concepción antropológica en que se basan. El
educador ha de saberlo y ha de orientarse críticamente en las mismas, hasta llegar a adoptar
una norma propia que aplicará en su acción educativa.
¡Pero no puede decirse que cualquier tipo de educación sea bueno! Subjetivo/Objetivo
B. Hamann (1994: 104-107) defiende la idea de que la educación de las personas no es cosa
arbitraria ni espontánea, no es cuestión de la iniciativa del propio educando, sino que en ella
hay que proponer unas normas objetivas; derivan necesariamente de la práctica normal y ética
de la vida social. El buen método es la discusión de los motivos en pro y en contra de unas
normas en concreto, y así se llega a normas “sinnvoll” es decir, sensatas y razonables.
Por más que esas antinomias resulten incómodas para la "explicación", no pueden
rechazarse, sino que más bien conviene tomadas como el método que nos aproximará a la
comprensión exacta del fenómeno y la práctica educativos.
Las antinomias en la educación son inevitables, y el pedagogo no puede sin más orilladas,
sino que más bien deberá utilizadas conscientemente haciendo de ellas un punto de
arranque del proceso pedagógico.
Consideraremos esa antinomia planteada en tres momentos distintos. En cada uno de
ellos se hablará primero de la concepción antropológica en que se fundamenta y, a
continuación, de la teoría pedagógica que de ella se deriva.
1.- Hay una visión optimista de la naturaleza humana, que la considera como apta por sí sola para
llegar a su perfecto desarrollo. En este caso no hay por qué intervenir en el mismo: el educador será
como un jardinero que se limita a dejar crecer sus plantas, no debiendo prescribirles nada.
2. Hay una visión pesimista de la naturaleza humana, a la que se mira como incapaz de un buen
desarrollo y llena de malas inclinaciones. En este caso, obviamente, hay que pensar en una
educación represiva y autoritaria que enderece el ser del hombre. El educador será como un
escultor, que lo ha de hacer todo luchando con la inercia del sujeto.
3. También hay un modo realista de ver al hombre como una mezcla de caracteres buenos y malos,
favorables y desfavorables a su buen desarrollo. En tal caso, éste no puede dejarse totalmente al
albur de la espontaneidad del sujeto, sino que requiere una oportuna intervención del educador para
cuidar de que el crecimiento humano vaya bien. El educador será un orientador que da apoyo y buen
cauce. Es el concepto de educación como "ayuda", bellamente expresado por Pestalozzi con la
palabra Handbietung, "dar la mano".