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NOMBRE DE LA ALUMNA: Luna Alvarado Melissa

NOMBRE DE LA PROFESORA: López Cadena


Susana

NOMBRE DE LA MATERIA: Habilidades docentes

GRADO: 4º

GRUPO: 401

FECHA: 15-feb-2020
2. HABILIDAD DE PALABRA
2.1 La improvisación
La improvisación muestra la capacidad del ser humano de
afrontar los acontecimientos conforme se presentan sin
una planificación previa. En realidad, la filosofía del carpe
diem se basa en la importancia de improvisar la vida en
función del día a día porque es imposible planificar el
destino al mínimo detalle.
Espontaneidad en las acciones
La improvisación es un rasgo del carácter de una persona
espontánea y natural en sus gestos y actitudes. Existen
personas que quieren tenerlo todo bajo control y no se
relajan. Por ello, tampoco disfrutan al cien por cien de la
vida porque están pendientes de que todo esté en su sitio.
Aprender a improvisar es un acto de inteligencia emocional
más que necesario para vivir con mejor calidad de vida.
Pasado, presente y futuro dibujan la línea de la vida de un
ser humano. El pasado es inamovible, el futuro es una
mera hipótesis y es en el presente cuando puedes vivir de
verdad.
2.2 Exhibición de autoconfianza y seguridad

Hablar en público puede ser una de las actividades más


estresantes para cualquier profesional. Muchos dicen que
puede dar más miedo que la muerte. Exageración o no, lo
que está claro es que cuando hablamos en público
aumenta nuestro nivel de ansiedad, a veces a niveles
incontrolables. Cuando esto ocurre se produce una serie
de reacciones fisiológicas, en ocasiones muy visibles, que
juegan en nuestra contra.
Algunos ejemplos:
 Nos tiemblan las manos, las piernas y la voz.
 Se nos reseca la boca y comenzamos a hacer unas
muecas ridículas (ver ejemplo en este vídeo).
 Nos cubrimos con los brazos, como si protegiéramos
nuestros órganos vitales de una amenaza de muerte.
 Los pies comienzan a moverse cual bailarina de
ballet, instándonos a salir pitando.
Éstas y otras tantas reacciones nos delatan y ponen en tela
de juicio nuestra autoconfianza y con ésta nuestra
autoridad en la materia. Porque cuando nuestras palabras
dicen una cosa mientras que nuestro cuerpo dice otra
completamente distinta, el interlocutor comienza a dudar de
la veracidad de las palabras que decimos.
Pero si además reconocemos abiertamente que estamos
hechos basurilla, pedimos disculpas por no estar a la
altura, y admitimos que estamos nerviosos, demostrando
que nos hemos dejado la autoconfianza en casa, apaga y
vámonos. En una presentación de trabajo, esto equivale a
suicidio.
Claro, pedir peras al olmo nunca ha sido sensato. Por ello
mismo, tampoco podemos pedirle a la gente normal
(aunque un poco friqui, me considero normal) que con un
chasquido de dedos haga desaparecer sus miedos e
inseguridades, y como por arte de magia se arme de valor
y autoconfianza. Como hace Clark Kent al meterse en una
cabina telefónica.
No obstante, sí podemos hacer unas cuantas cosas para
proyectar una imagen de mayor seguridad y transmitir un
nivel de autoconfianza que cumpla con las expectativas de
quien nos escucha. O lo que es lo mismo, que nuestra
seguridad pase a un segundo plano y deje de importar.
10 consejos para potenciar la autoconfianza al hablar
en público
La autoconfianza es como un músculo. Hay que ejercitarla
para que se desarrolle. Sin ese trabajo previo, será
pequeña y débil. Pero con dedicación, puede crecer y
llegar a su máximo potencial.
1. Habla sólo de lo que sabes
A priori evidente, pero en ocasiones hacemos
presentaciones ajenas o sobre temas que no dominamos.
Como no controlamos del todo la temática, se hace
complicado explicar las cosas con nuestras propias
palabras y nos mostramos poco naturales al hacerlo. Y si,
además, perdemos el hilo y no tenemos nuestras notas a
mano, se lía parda porque no nos es posible recuperar el
ritmo sin que se note la incomodidad.
En la medida de lo posible, habla sólo de los temas que
dominas. Se te facilitará muchísimo la vida y podrás
aportar mucho más a tu público.
2. Prepáratelo bien
No, no basta con hacer un bosquejo de lo que quieres
contar, ni crear diapositivas sin ensayarlas. Es importante
sentarse a pensar en lo que queremos decir teniendo en
cuenta quién es el público y cuál es el objetivo de la
presentación. Definir un mensaje principal, elaborar un
guión bien estructurado y ensayarlo.
Tu experiencia sobre algo es muy difícil condensarla de
manera eficiente en 15 minutos de charla. Si no te
preparas bien, te irás por la tangente, hablarás de cosas
inconexas sin un fin determinado y te tropezarás contando
las cosas. Y cuando esto ocurra, dejarás a la gente sin una
idea clara de lo que cuentas y con la impresión de que tú
tampoco lo tienes demasiado claro.
3. Créetelo
En su libro “Historia de un secuestro”, Carmen Cordón
tiene una frase que me ha cautivado:
“Creer es la raíz y la fibra del entusiasmo, es el camino
seguro del éxito, el cimiento que debe conformar la vida de
los hombres para que pueda pasar de ser gris y aburrida a
una emocionante aventura para lograr sus  metas.”
Si no te crees tu propio discurso, te resultará
complicadísimo lograr que otros lo crean. En cambio, si te
lo crees y lo cuentas con pasión y entusiasmo, será mucho
más fácil que te hagan caso.
4. Relájate
Aunque te prepares bien, los nervios juegan malas
pasadas. De ahí las reacciones fisiológicas desagradables.
Sirvan o no para algo, hay un punto en el que se hacen
insoportables y pueden restar fluidez a la ponencia. Por
eso, antes de iniciar, yo siempre recomiendo apartarse un
rato a respirar profundo y meditar sobre esa respiración,
contando los segundos de inhalación y exhalación.
Está probado que la respiración profunda ayuda a liberar
tensión física. La meditación nos trae al momento presente
y aparta a la voz interior negativa que nos machaca
diciéndonos que “no va a salir bien”.
5. Esconde los nervios
El miedo a hablar en público suele ser una película. Y
como tal, es menos real de lo que creemos. Por ello, en
muchos casos, el público ni siquiera se da cuenta de que
estamos nerviosos. No obstante, en algunas ocasiones, no
podemos evitar expresar abiertamente que lo estamos. Y
cuando lo hacemos, dirigimos la atención de la gente a
esos nervios.
 No lo digas abiertamente; guárdatelo para ti.
 No sostengas cosas en las manos para que no se vea
que tiemblan.
 Bebe agua para humedecer la boca y evitar que
hagas muecas feas.
 Ten tus notas cerca por si se te va el hilo; así no
pondrás cara de póker cuando se te olvide lo que
tienes que decir.
6. Usa tu cuerpo
Investigaciones científicas demuestran que cambios en la
manera de pensar modifican nuestra fisiología y viceversa.
Si pensamos en situaciones de grandes logros, podemos
rebajar nuestro nivel de ansiedad física. De igual forma, si
nuestro cuerpo se pone en una tesitura de poder, envía
señales a la mente para que se sienta poderosa.
De eso habla Amy Cuddy de la Universidad de Harvard
en su charla de TED sobre el lenguaje del cuerpo y en este
informe de investigación. Las “poses de poder” como ella
les llama, normalmente usadas cuando nos sentimos
poderosos y confiados, ayudan a evocar esas mismas
sensaciones cuando nos sentimos débiles y con un bajo
nivel de autoconfianza. Una postura erguida, con el pecho
hacia fuera y las manos agarradas a ambos lados de la
cintura hacen que, poco a poco, comencemos a sentirnos
confiados. De la misma manera, obligarnos a sonreír
termina relajándonos y haciendo que nos sintamos mejor
con nosotros mismos.
7. Cambia el foco
Cuando nos sentimos nerviosos, nuestro foco de atención
suele estar sobre nosotros mismos ya que pensamos en
que queremos hacerlo bien y en lo que pasaría si sale mal.
Esto hace que, inevitablemente, nos demos cuenta de
cada fallo que cometamos y la bola se haga cada vez
mayor.
En cambio, si nuestra atención cambia de nosotros mismos
(“cuán bien voy a hacerlo”) al público (“cuánto valor
obtendrán de la ponencia”), el chip cambia completamente.
Partiendo de que nos hemos preparado bien, la mente deja
de preocuparse por uno mismo y comienza a ocuparse de
los demás.
8. Habla despacio
¿No te da la impresión de que cuando alguien habla a
3.000 revoluciones por minuto parece estar nervioso? Por
la misma regla de tres, hablar de forma pausada da la
impresión a los demás de que estamos calmados.
Por ello, evita hablar deprisa y hazlo despacio. Sí, de vez
en cuando aprieta un poco el acelerador para cambiar de
ritmo, pero vuelve luego a un ritmo más calmado.
Contagiarás a los demás con tu propia calma.
Además, si tienes la tendencia a usar muletillas (palabras o
sonidos que no aportan nada al mensaje), en lugar de
usarlas, haz una pausa. Esto no sólo te ayudará a mostrar
mayor control sobre ti, sino que dará al público la
posibilidad de reflexionar sobre lo que dices.
9. Muévete despacio y poco
Cuando nos sentimos amenazados, nuestro cerebro emite
señales inconscientes a las piernas para que salgan
corriendo y nos salven del peligro. Cuando hablamos en
público, notamos como si nuestros pies tuvieran vida
propia, llevándonos de un lado a otro o moviéndose de
forma errante. Lo que están haciendo es buscando
escapatoria, mostrando inseguridad y distrayendo al
público.
Igual que hablar despacio, moverse despacio transmite
aplomo, calma y seguridad. Además, si nos mantenemos
fijos en un mismo lugar, la atención se mantendrá donde de
verdad importa: en nuestra cara.
10. Aprovecha el feedback
Cada oportunidad de hablar en público es una oportunidad
de mejorar nuestras habilidades de comunicación y nuestra
propia autoconfianza, siempre que recibamos feedback y
lo usemos de manera adecuada.
Hacer caso a los puntos positivos refuerza el hecho de que
vamos en buen camino y es una manera de celebrar
nuestros logros. Hacer caso a las oportunidades de mejora
nos ayuda a hacerlo mejor la próxima vez, lo que casi
garantiza un futuro logro si ponemos esos cambios en
práctica.

2.3 Movimiento corporal y congruencia con el mensaje


La comunicación es un mecanismo complejo donde
participan de manera consciente e inconsciente diversas
manifestaciones. No sólo nos comunicamos por medio de
la lengua que hablamos y escribimos, sino también por el
silencio, el tono de voz y los gestos de nuestro cuerpo.
Después de un largo período de aprendizaje, cada uno de
nosotros logramos poder comunicarlos racionalmente por
medio del lenguaje hablado, llevado a cabo por la
articulación de sonidos. Sin embargo, junto a este tipo
especial y particular de comunicación característica de la
especie humana, se produce una serie de movimientos o
gestos, a través de los cuales los individuos emiten
numerosas señales, de carácter inconsciente y fuerte
contenido emocional, que en conjunto se las conoce como
el lenguaje corporal no verbal. El lenguaje corporal o
comunicación no verbal puede ser considerado como el
mensaje inconsciente y secreto del cuerpo. El cuerpo
habla, aunque no nos demos cuenta. El cuerpo miente,
dice la verdad, seduce, agrede y expresa muchas cosas
más. En tal sentido, es de suma importancia desarrollar la
capacidad y habilidad para interpretar y decodificar las
señales corporales y el mensaje que estas envían. Cada
individuo debe aprender a interpretar los mensajes que se
transmiten a través del lenguaje corporal y con ello
conseguir una adecuada comunicación personal,
profesional y pública.
El lenguaje corporal en la comunicación es un factor
importante, y muchas veces decisivo, cuando se quiere
trasmitir un mensaje y demostrar congruencia entre la
información verbal y su lenguaje corporal. En efecto, el
lenguaje corporal es un componente fundamental de la
comunicación, por lo cual debemos tenerlo en cuenta ya
que proporciona información sobre las emociones y
reacciones de los individuos.
La comunicación no verbal o corporal surge con los inicios
de la especie humana antes de la evolución del lenguaje
verbal propiamente dicho. Los animales también muestran
ciertos tipos de comunicación no verbal. Es importante no
confundir “la comunicación no verbal con la comunicación
no oral”, ya que existen formas de comunicación verbal con
estructura lingüística o sintáctica no orales, como son la
comunicación escrita y la gestual propiamente dicha.
En los seres humanos la comunicación no verbal o corporal
es frecuentemente paralingüística, es decir, acompaña al
lenguaje verbal matizándolo, ampliándolo o mandando
señales a veces incluso contradictorias. La sincronización
del lenguaje corporal con el lenguaje verbal puede llegar a
determinar la validez de un mensaje. Cuando los gestos
emocionales contradicen lo que las palabras expresan
estamos frente al engaño.
¿Qué es el lenguaje corporal?
En ciertas oportunidades hemos escuchado que tal
persona habla con las manos. En efecto, las manos son
uno de los sectores del cuerpo a través de las cuales
podemos comunicarnos con otras personas y su expresión
forma parte de lo que se ha dado en llamar el lenguaje
corporal. Este lenguaje se trasmite por medio de los gestos
y las posturas y en muchas circunstancias es similar en los
diferentes individuos, independientemente de su
pertenencia cultural. A través del lenguaje corporal se
transmiten las emociones por medio de movimientos y se
indica el estado de ánimo y las intenciones del individuo,
como también las características de su personalidad. El
lenguaje corporal ha sido estudiado por mucho tiempo y de
acuerdo con la opinión de profesionales en psicología y
sociología, delata diferentes sentimientos y expresiones
que no se logran por medio de las palabras, pero que se
demuestran con el comportamiento físico. En síntesis, la
lectura del conjunto de mensajes que emiten el rostro, los
ojos, las voces y el cuerpo revela los aspectos
desconocidos de la personalidad de cada individuo y es por
medio de este tipo de lenguaje que se expresan las
actitudes y los sentimientos de las personas.
¿Cómo se adquiere el lenguaje corporal?
Es difícil determinar cómo se adquiere esta parte
fundamental de la comunicación humana. Se ha visto que
existe dentro de cada sociedad formas para reconocer los
diferentes estados emocionales, aunque hay gestos que
trascienden las barreras culturales como son las
reacciones o sensaciones básicas de odio, miedo, agrado
o tristeza, que no necesitan ser aprendidas. Lo mismo
ocurre con las señales sonoras innatas como el grito, el
sollozo, el llanto, la risa y el gemido entre otros, que
trasmiten mensajes y juegan roles importantes en la
supervivencia del individuo. A diferencia del lenguaje oral
articulado surge espontáneamente y tiene un significado
similar en las diferentes culturas. Sin embargo, muchas
otras son las que se adquieren por imitación, una forma
particular de aprendizaje, a través de gestos que tienen un
significado particular dentro de cada sociedad o grupo
étnico, por lo cual su interpretación está en relación con los
usos y costumbres de esa sociedad o cultura. Estas formas
de expresión son las que se aprenden durante los primeros
años de la vida. Generalmente se le da gran atención al
conjunto de gestos del lactante que denotan sus
necesidades. Si bien es de suma importancia conocer el
lenguaje corporal del lactante, es tanto o más importante
tratar de fomentarlo y potenciarlo con el objeto de que este
tipo de comunicación le sirva para desenvolverse lo más
adecuadamente posible en la etapa prelingüística y se
constituya en la base del desarrollo y adquisición de su
futuro lenguaje verbal. Cada movimiento, cada gesto, cada
postura, pueden expresar en esta etapa una serie de
funciones, adaptativas o defensivas, que en parte son
instintivas y en parte son aprendidas por imitación. En tal
sentido, la experiencia juega un rol fundamental en la
maduración funcional del cerebro, especialmente en los
primeros años de vida y la regulación o influencia externa
sobre el sistema emocional inmaduro del infante por parte
de su grupo familiar se constituyen en el factor esencial
para su desarrollo.
Bases neurobiológicas del lenguaje corporal.
La neurociencia nos indica que la mayor parte de la
actividad cerebral transcurre al margen de la conciencia y
que el cerebro tiene la capacidad de percibir y procesar la
información no verbal de forma no consciente. Desde el
punto de vista del desarrollo se ha demostrado que durante
los dos primeros años de la vida el hemisferio cerebral
derecho es el dominante y el responsable del
procesamiento de los procesos emocionales y mentales del
niño. Schore sostiene que el hemisferio derecho es
dominante en el procesamiento no verbal implícito de la
información y que las experiencias afectivas influyen en la
maduración de los circuitos límbicos que intervienen en el
procesamiento emocional del cerebro derecho en
desarrollo. Por su parte, Lieberman afirma que la
percepción no consciente de señales sociales dependen de
la amígdala, los ganglios basales, la corteza prefrontal
ventromedial, la corteza temporal y la corteza cingulada
anterior dorsal entre otras estructuras.
Desde hace unos años se ha demostrado la posible base
neurobiológica que explica cómo un individuo puede copiar
y reproducir los estados emocionales de otro individuo y
hoy en día se acepta que el ser humano adquiere esa
capacidad de imitar poco después del nacimiento. Una de
las explicaciones más coherentes para explicar estos
fenómenos surge a partir del descubrimiento por parte de
Rizzolatti y su equipo de las llamadas neuronas espejo.
Estas células, también llamadas células de la empatía o
copionas, constituye un sistema de neuronas programadas
para “leer” las expresiones de los demás, posibilitando
hacer como propios los estados emocionales de los otros.
La existencia de estas células permite explicar cómo
ocurren los procesos de comunicación inconsciente de lo
que el otro siente. El sistema de neuronas espejo es el
sustrato celular que permite llevar a cabo las habilidades
comunicativas no lingüísticas como la imitación, la empatía,
la intuición y la comprensión de las intenciones de los
demás antes de la adquisición del lenguaje oral y que se
mantiene durante toda la vida del individuo.
¿Cómo se expresa el lenguaje corporal?
El lenguaje corporal incluye, entre otros aspectos, las
formas fundamentales del movimiento del cuerpo, las
características del cuerpo en su conjunto, la expresión
facial, el lenguaje corporal superior, el lenguaje corporal
inferior, el paralenguaje, la gesticulación y las expresiones
aleatorias. Las preguntas que surgen frente a este tipo de
comunicación son: ¿Qué dice el lenguaje corporal sobre
una persona? y ¿Qué lee la gente a través del lenguaje
corporal de esa persona? La respuesta es muy simple, el
lenguaje corporal es todo lo que se transmite a través de
los movimientos o gestos, los cuales no hacen más que
expresar los sentimientos de la o las personas con las que
se está interactuando. Cuando se conversa con una o
varias personas, junto al lenguaje verbal se envían
numerosas señales inconscientes que no son más que
pautas de nuestro comportamiento.
Más allá de las palabras, el cuerpo no miente: el lenguaje
corporal delata la percepción y los sentimientos acerca de
la persona con la que se está interactuando, es un lenguaje
silencioso. De ahí la importancia de aprender a leer las
expresiones corporales porque pueden decir tanto o más
que el lenguaje verbal. Cada gesto, cada movimiento,
refleja y expresa un significado.
El rostro es la parte de nuestro cuerpo donde fijamos
primariamente nuestra atención cuando nos encontramos
con otra persona, pero el resto del cuerpo también juega
un rol de gran importancia en el proceso de comunicación
inconsciente. El lenguaje corporal no es más que todo lo
que se transmite por medio de los movimientos o gestos y
cuando una persona se comunica verbalmente envía
numerosas señales a través de su cuerpo, que no son
verbales, pero que forman parte del proceso de
comunicación. El cuerpo habla aunque no nos demos
cuenta. Aprender a interpretar el lenguaje corporal nos
permite comprender mejor a nuestro interlocutor, aun
cuando está trasmitiendo información sin saberlo.
La importancia del lenguaje corporal.
Se dice que el lenguaje corporal es el mejor aliado en una
entrevista laboral. Cada persona se maneja de una manera
particular y en tal sentido el lenguaje corporal encierra un
gran significado, ya que a través del mismo manifestamos
nuestros sentimientos y evocamos nuestras emociones.
Lograr una comunicación eficaz es una condición
necesaria para obtener la respuesta deseada de parte de
nuestros interlocutores.
La comunicación verbal forma parte de sólo el 35% del
mensaje mientras que el resto está integrado por la
expresión corporal.
Es tal sentido, es de fundamental importancia ser
conscientes de nuestros propios gestos a los efectos de
poder analizar y comprender las señales que percibimos
constantemente de las personas con las cuales estamos
conversando.
¿Qué diferencias podríamos establecer entre el
lenguaje verbal y el lenguaje corporal?
El lenguaje verbal se caracteriza por ser de carácter
racional y aprendido de acuerdo con normas establecidas
en el proceso de enseñanza y permite comprenderse entre
todos aquellos que pertenezcan a esa cultura. En cambio,
el lenguaje corporal es de carácter emocional y en general
trasciende las barreras culturales, permitiendo que puedan
comprenderse individuos que hablan diferentes lenguajes.
El sistema nervioso central es el responsable de ambos
tipos de lenguaje, de sus programas motores y la expresión
de los mismos se hace a través de respuestas musculares
coordinadas, ya sea por medio de aquellos relacionados
con la fonación o por los responsables de los movimientos
corporales en general.
Como se puede apreciar, el lenguaje corporal juega un rol
fundamental en nuestras vidas y es una comunicación que
se da mediante indicios, signos y gestos, que carecen de
estructura sintáctica verbal.
El profesor Albert Mehrabian, de la Universidad de
California en Los Angeles, analizó cuál es el impacto de un
mensaje y llegó a la conclusión de que un 7% es verbal
(sólo con palabras), un 38% vocal (por medio del tono de la
voz, los matices y otros sonidos) y no verbal o corporal en
un 55%.
Saber leer el lenguaje corporal significa no ser engañado a
través del lenguaje verbal, y en tal sentido,
afortunadamente este tipo de lenguaje puede ser
fácilmente aprendido, ya que, como se mencionó más
arriba, es un lenguaje que trasciende las barreras
culturales y tiende a ser más de carácter universal.
El antropólogo Sergio Rulicki, que estudia la comunicación
no verbal desde hace años, sostiene que “…los políticos
revelan con sus caras que lo que están diciendo no es
cierto, o que ellos mismos no lo creen, y eso puede ser
muy costoso en términos de votos…” En efecto, en muchas
circunstancias las palabras expresan una cosa mientras
que el cuerpo y sus gestos manifiestan otra.
Por ello, que saber interpretar y comprender el lenguaje
corporal es una condición básica para conocer más
adecuadamente las intenciones y sentimientos de quienes
nos hablan, más aún si tenemos en cuenta que la
expresión corporal transmite la mayor parte de la
información de nuestras relaciones interpersonales.
Conocer cómo reacciona el cuerpo según los diferentes
estados de ánimo es muy útil para poder interpretar cómo
se siente la otra persona, al margen de su presencia y su
edad.

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