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DESARROLLO I
APRENDIZAJE DE SERVICIO
SEMANA 11
Autores:
SOLEDAD RODRIGUEZ Y COL.
Desarrollo del
lenguaje La estimulación
temprana
EL BALBUCEO (repetición de cadenas de consonante y vocal, como “ma-ma-ma-ma”) ocurre entre los seis y los 10
meses. Aunque muchos lo confunden con las primeras palabras del bebé, el balbuceo no es un lenguaje real, puesto que
para él no comunica ningún significado, pero con el tiempo se vuelve más parecido a las palabras.
LA IMITACIÓN es clave para el desarrollo temprano del lenguaje. Primero, los niños imitan accidentalmente
los sonidos del lenguaje y luego se imitan repitiéndolos. Luego, de los nueve a los 10 meses, imitan de
manera deliberada los sonidos sin entenderlos. Cuando tienen un repertorio de sonidos, los concatenan en
patrones que suenan como el idioma pero parece no tener significado. Por último, cuando los niños se
familiarizan con los sonidos de palabras y frases, comienzan a asignarles significados (Fernald, Perfors y
Marchman, 2006; Jusczyk y Hohne, 1997).
La imitación de los sonidos del lenguaje requiere tener la habilidad de percibir diferencias sutiles
entre sonidos, y los infantes la poseen desde que nacen o incluso antes. Parece que su cerebro
está predispuesto para discriminar las unidades lingüísticas básicas, percibir patrones
lingüísticos y clasificarlos como parecidos o diferentes (Kuhl, 2004).
Al parecer, esta discriminación sonora comienza in útero. En un experimento, la frecuencia cardiaca de fetos de 35 semanas de
gestación se reducía cuando se reproducía cerca del abdomen de la madre una cinta grabada con una rima infantil que ella
recitaba a menudo. La frecuencia cardiaca no aminoraba con otra rima infantil dicha por otra mujer embarazada. Como la voz de
la cinta no era de la madre, los fetos respondían sólo a los sonidos lingüísticos que habían oído decir a su madre.
Este resultado indica que oír la “lengua materna” antes del nacimiento podría afinar el oído de los infantes
para captar esos sonidos (DeCasper, Lecanuet, Busnel, Granier- Deferre y Maugeais, 1994). En efecto, los
recién nacidos lloran incluso con “acento” como resultado de las experiencias tempranas con el sonido. En
francés, las palabras suelen tener un patrón de entonación creciente, mientras que en alemán sucede lo
contrario; los recién nacidos franceses y alemanes muestran este mismo patrón en su llanto, lo que se
supone es una consecuencia de haber escuchado el lenguaje en el útero (Mampe, Friederici, Christophe y
Wemke, 2009).
A los 12 meses, Maika aprendió algunos gestos sociales convencionales: decir adiós con la mano,
mover la cabeza de arriba a abajo para afirmar y sacudirla a los lados para negar.
Hacia los 13 meses, usaba gestos representacionales más elaborados; por ejemplo, se llevaba
una taza vacía a los labios para hacer patente que quería beber o levantaba los brazos para
mostrar que quería que la cargaran.
https://www.youtube.com/watch?v=h5tjuEZkVDo
&ab_channel=Jes%C3%BAsC.Guill%C3%A9n
Los gestos simbólicos
Los gestos simbólicos, como soplar para indicar caliente o respirar hondo para decir flor, aparecen
al mismo tiempo que los niños dicen sus primeras palabras y funcionan en buena medida como
palabras. Tanto los bebés sordos como los que pueden escuchar usan los ges- tos más o menos de
la misma manera (Goldin-Meadow, 2007).
Cuando emplean estos gestos, los bebés entienden que los símbolos se refieren a objetos concretos, sucesos, deseos y
condiciones. En general, los gestos aparecen antes de que los niños tengan un vocabulario de 25 palabras y
desaparecen en el momento en que apren- den la palabra con que se dice la idea que expresaban gesticulando, y que
entonces ya pueden decir ellos mismos (Lock, Young, Service y Chandler, 1990).
Al parecer, el aprendizaje de gestos ayuda a los bebés a aprender a hablar. En consecuencia, los primeros gestos
pronostican de manera correcta el caudal futuro del léxico.
En un estudio, cada cuatro meses los investigadores grabaron en video durante 90 minutos de las
interacciones entre niños pequeños y sus padres en el hogar. El uso de gestos por parte de los padres
predecía el uso de gestos por sus hijos a los 14 meses, lo que a su vez, pronosticaba el tamaño del
vocabulario del niño a los 42 meses (Rowe, Özçalişkan y Goldin-Meadow, 2008).
Los niños pequeños combinan gestos con palabras. Estas combinaciones sirven como señal de
que están a punto de usar frases de varias palabras (Goldin-Meadow, 2007).
PSICOLOGÍA DEL DESARROLLO I APRENDIZAJE DE SERVICIO
Primeras palabras
El bebé promedio dice su primera palabra entre los 10 y los 14 meses, con lo que inicia el habla lingüística: la expresión verbal
que comunica significados. Al principio, el repertorio verbal total de un infante se reduce casi a “mamá” o “papá”. O es una
sílaba simple que tiene más de un significado, el cual depende del contexto en que el niño la profiere. “Pa” puede significar:
“Quiero eso”, “Quiero salir” o “¿Dónde está papá?”. Esta palabra, que expresa un pensamiento completo, se llama holofrase.
Mucho antes de que vinculen sonidos con significados, los infantes aprenden a reconocer los patrones sonoros que oyen a menudo, como su nombre. Los
infantes de cinco meses oyen su nombre más tiempo que otros nombres (Newman, 2005). Infantes de ocho meses o menos empiezan a aprender las formas de
las palabras al discernir señales perceptuales como sílabas que suelen ocurrir juntas (como be y be) y almacenar en la memoria esas posibles formas de
palabras. También advierten la pronunciación, el énfasis que se hace en las sílabas y los cambios en el tono. Este aprendizaje auditivo temprano establece las
bases para el desarrollo del vocabulario (Swingley, 2008).
Los bebés entienden muchas palabras antes de usarlas. Los de seis meses miran más un video de su madre cuando oyen la palabra mamá y más
tiempo un video de su padre si oyen papá, lo que podría indicar que comienzan a asociar sonidos con significados, por lo menos en lo que concierne a
personas cercanas (Tincoff y Jusczyk, 1999). A los 13 meses, la mayoría de los niños entienden que una palabra representa una cosa o suceso y
aprenden pronto el significado de una nueva palabra (Woodward, Markman y Fitzsimmons, 1994).
Entre los 10 meses y los dos años, los procesos por los que los bebés aprenden palabras cambian de manera gradual, de la
simple asociación, al acatamiento de las reglas sociales. A los 10 meses, los infantes asocian un nombre que oyen con un objeto
que encuentran interesante, aunque no sea el nombre correcto del objeto. A los 12 meses, comienzan a prestar atención a las
claves de los adultos, como al mirar o señalar un objeto al tiempo que dicen su nombre. Sin embargo, de todos modos aprenden
sólo el nombre de los objetos interesantes e ignoran los indiferentes. De los 18 a los 24 meses, los niños aplican las claves
sociales para aprender nombres, cualquiera que sea el interés intrínseco de los objetos (Golinko ff y Hirsh-Pasek, 2006; Pruden,
Hirsh-Pasek, Golinkoff y Hennon, 2006). A los 24 meses, los niños reconocen con rapidez los nombres de objetos familiares a falta
de claves visuales (Swingley y Fernald, 2002).
En algún momento entre los 20 y los 30 meses, los niños muestran mayor competencia en el manejo de la sintaxis, las
reglas que indican cómo poner en orden las frases del idioma. Se acomodan a los artículos (un, el), preposiciones (en,
sobre), conjunciones (y, pero), plurales, declinaciones verbales, tiempo pasado y tiempos compuestos. Además, cada vez
son más conscientes del fin comunicativo del habla y de lo que significan sus palabras (Shwe y Markman, 1997): una
indicación de la creciente sensibilidad a la vida mental de los demás. A los tres años, el habla es más fluida, extensa y
compleja. Aunque los niños omiten partes del habla, comunican bastante bien los significados.
El habla prelingüística comprende llantos, arrullos, balbuceos y sonidos que imitan el lenguaje. A los seis meses, los
bebés han aprendido los sonidos básicos de su idioma y comienzan a vincular sonidos con significados. La percepción
de categorías de sonidos de la lengua materna destina las conexiones nerviosas al aprendizaje sólo de esa lengua.
La primera palabra aparece entre los 10 y los 14 meses, lo que da comienzo al habla lingüística. En muchos niños ocurre
una explosión de nombres entre los 16 y los 14 meses.
Por lo general, las primeras frases aparecen entre los 18 y los 24 meses. A los tres años, ya están bien desarrolladas la
sintaxis y las habilidades de comunicación.
El habla inicial se caracteriza por la simplificación excesiva, Ciertas características familiares, como la
subextensión o sobrextensión de los significados y reglas inflexibles. posición socioeconómica, el uso adulto del
idioma y las respuesas de la madre influyen en
Dos corrientes teóricas clásicas sobre cómo adquieren el lenguaje el enriquecimiento del desarrollo del
los niños son la del aprendizaje y del nativismo. En la actualidad, la vocabulario de un niño.
mayor parte de los científicos del desarrollo sostiene que la
experiencia puede activar o restringir la capacidad innata de Los niños que oyen dos idiomas en casa
aprender a hablar. aprenden los dos al mismo ritmo que los niños
que oyen sólo uno y son capaces de usar cada
Las influencias en el desarrollo del lenguaje incluyen la uno en las circunstancias apropiadas.
maduración neuronal y la interacción social.
El habla dirigida a niños que los padres o los adultos practican, genera beneficios cognoscitivos, emocionales y sociales, y
los niños la prefieren. Sin embargo, algunos investigadores dudan que tenga algún valor.
Leer en voz alta a un niño desde edad temprana lo ayuda a llegar al camino del alfabetismo.
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ADQUISICION DEL
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