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PROCESOS

PSICOLÓGICOS
BÁSICOS

Sesión 2: Fenómenos sociales y su influencia en la


psicología individual.
En la sesión
pasada…
 Encuadre e introducción al curso
 Discusión ¿qué nos hace humanos?
 Video redes: Somos primates
Discusión:
¿Por qué la gente
se reúne? Y
¿Cómo
cambiamos al
estar en grupo?
Hans Christian Andersen
Escritor y poeta francés
(1805-1895)

Lectura del
cuento:
“El traje nuevo
del emperador” 4
Hace muchos años había un s ! — p e n s ó e l emperador
aficionado a los trajes nuevos
emperador tan
e b e n se r v e s tidos magnífico é fu n c ionarios del
—¡D u a r q u
sus rentas en vestir con la m
, que gastaba todas
. S i lo s tu v ie s e, podría averig ocupan. Podría
áxima elegancia. — a e l ca rg o q u e
tos par tos. Nada, que
No se interesaba por sus sold reino son inep n t es y lo s to n
ados ni por el teatro, los intelige ó abonar a
ni le gustaba salir de paseo po distinguir entre la — . Y m a n d
r el campo, a o n g an e n s e g u ida a tejer la te e tá li c o, para que
menos que fuera para lucir su se p t o e n m
s trajes nuevos. o s p íca ro s u n buen adelan 5
Tenía un vestido distinto para los d
s a la o b ra c u anto antes. bajaban;
cada hora del día, y p u s ie ra n m a n o r o n q u e t ra
ula
de la misma manera que se di
ce de un rey: “Está m o n ta ro n u n telar y sim p e s a r de ello, se
Ellos u in a . A
en el consejo”, de nuestro ho
mbre se decía: “El n o te n ía n n ada en la máq a s y e l o ro de mejor
pero á s fi n
emperador está en el vestuar
io”. ie r o n s u m in is trar las sedas m ita m e nte, mientras
hic n b o n
La ciudad en que vivía el empe da d , q u e se embolsaro ja b a n en los telares
rador era muy ca li e tr a b a
alegre y bulliciosa. Todos los do como qu
días llegaban a ella seguían hacien t ra d a la noche.
muchísimos extranjeros, y un m u y e n la», pensó el
a vez se presentaron vacíos hasta n z an c o n la te
ber si ava que lo tenía un
dos truhanes que se hacían pa
sar por tejedores, «Me gustaría sa u n a c u e s tió n
ro había bre que fuera
asegurando que sabían tejer
las más maravillosas emperador. Pe r, q u e u n h o m
, a sabe a ver lo que
telas. No solamente los colore tanto cohibido a r g o n o p o d rí
s y los dibujos eran pto para su c ismo; sobre
hermosísimos, sino que las pr estúpido o ine ie ra p o r s í m
endas con ellas
b a n te ji e n d o . No es que tem r s i a c a s o, prefería
confeccionadas poseían la m esta ro , p o
ilagrosa virtud de ser p u n to e st a ba tranquilo; pe e d e c ómo andaban
invisibles a toda persona que este rc io ra rs
no fuera apta para p r im e ro a otro, para ce d
su cargo o que fuera irremed
iablemente estúpida.
e n v ia r
o s lo s h a b ita n tes de la ciuda
las cosas. Tod
— . ¿ Se ré to n to ac aso? Jamás lo

estaban informados de la pa
rticular virtud de aquella «¡Dios santo! —pen e qu e s ab erlo. ¿Es posible qu
e
d ie ti en
tela, y todos estaban impacien
tes por ver hasta qué hubiera creído, y na , de s de lu ego no puedo decir
rg o ? N o
punto su vecino era estúpido
o incapaz. sea inútil para el ca
la».
«Enviaré a mi viejo ministro a
que visite a los que no he visto la te n ci a n a d a del tejido?
s u ex ce le 6
tejedores —pensó el empera
dor—. Es un hombre —¿Qué? ¿No dice o re s.
los teje d
honrado y el más indicado pa
ra juzgar de las —preguntó uno de ! — re sp o n d ió e l viejo ministro
avillo so
cualidades de la tela, pues tie
ne talento, y no hay —¡Oh, precioso, mar te s— . ¡Q u é d ib ujo y qué colores!
los le n
quien desempeñe el cargo co
mo él». mirando a través de do r qu e me ha gustado
é a l e m p e ra
El viejo y digno ministro se pr
esentó, pues, en la sala Desde luego, dir
.
ocupada por los dos embauc
adores, los cuales extraordinariamente — re spondieron los dos
bue na a le gr ía
seguían trabajando en los te
lares vacíos. —Nos da una br e s de los colores y
d o le lo s n o m
«¡Dios nos ampare! —pensó tejedores, dán
el ministro para sus ro dibujo.
adentros, abriendo unos ojos describiéndole el ra d e qu e d a rs e la s explicaciones en
como naranjas—. ¡Pero id ad o
si no veo nada!». Sin embarg El viejo tuvo buen cu e tirl a s a l em perador; y así lo
o, no soltó palabra. de r re p
Los dos fulleros le rogaron qu la memoria para po
e se acercase y le seda y oro,
preguntaron si no encontraba hizo. n ce s m ás din e ro,
ron ento
dibujo. Le señalaban el telar
magníficos el color y el Los estafadores pidie g u ir te jie n d o . To d o fue a parar
para se
seguía con los ojos desencaja
vacío, y el pobre hombre ya que lo necesitaban h e b ra se e mpleó en el telar, y
s n i u n a
puesto que nada había.
dos, pero sin ver nada, a sus bolsillos, pue te s, tr a b aj a nd o en las máquinas
omo an
ellos continuaron, c
vacías.
Poco después el emperador en s, s e e n c a m in ó a la casa
de su confianza a inspecciona
vió a otro funcionario
o b o s f u nc io n a rios de marra s continuaban
r el estado de la tela e pr a ro s , lo s c u a le
los píc hebras ni
informarse de si quedaría pron donde paraban s , a u n q u e s in
ocurrió lo que al primero; miró
to lista. Al segundo le
jie n d o c o n t o das sus fuerza
y miró, pero como en te
el telar no había nada, nada pu hilados. ? — p re g u n ta ron los dos
do ver. es admirable ajestad en
—¿Verdad que es una tela bo —¿Verdad que es e V u e s t ra M 7
nita? —preguntaron los atarios—. Fíj an el telar
dos tramposos, señalando y ex honrados dign s — y s e ñ a la b
plicando el precioso estos dibujo
dibujo que no existía. estos colores y lo s d e m á s v e ían la tela.
que o veo nada!
«Yo no soy tonto —pensó el ho vacío, creyendo ra d o r — . ¡Y o n
mbre—, y el empleo só el Empe irvo para
que tengo no lo suelto. Sería «¡Cómo! —pen ? ¿ A ca s o n o s
muy fastidioso. Es
e s te r ri b le ! ¿Seré tan tonto
preciso que nadie se dé cuen ¡Esto
ta». Y se deshizo en
e ra d or? S e ría espantoso». gusta, la
alabanzas de la tela que no ve emp ! — d ijo — . M e
ía, y ponderó su uy bonita a el telar
entusiasmo por aquellos herm —¡Oh, sí, es m a g r a d o m ira b
osos colores y aquel . Y co n un gesto de
soberbio dibujo. ap r u e b o —
c on fe s a r q u e no veía nada.
—¡Es digno de admiración! —
dijo al emperador. vacío; no quería s d e s u s é q u it o miraban y
onente mpio; no
Todos los moradores de la ca Todos los comp a b a n a d a e n li
pital hablaban de la
magnífica tela, tanto, que el em m ira b a n , p e r o ninguno sac e l e m p erador: —
re c o m o
con sus propios ojos antes de
perador quiso verla
b st a n te , to d o era exclamar, q u e e strenase los
o s e ja r o n
que la sacasen del telar. !—, y le acon
Seguido de una multitud de pe
rsonajes escogidos, ¡oh, qué bonito d o s co n a q u e lla tela en la
ciona ente. —¡Es
entre los cuales figuraban los vestidos confec r s e p ró x im a m
dos debía celebra
procesión que
ntísima,
preciosa, elega
estupenda!— corría de boca a s p re c is a m e nte esto es lo
en boca, y todo el uerpo, m
mundo parecía extasiado con nada sobre el c
El Emperador concedió una co
ella.
bueno de la te
la.
r te sa n os , a p e sar de que
o
ndecoración a cada
¡S í! — a sin ti e ron todos los c
uno de los dos bribones para — n ada había.
que se las prendieran n a d a , p u e s a rse el traje
en el ojal, y los nombró tejed no veían a je s t a d q u it
ores imperiales.
¿Q uie re d ig n arse Vuestra M — para que 8
Durante toda la noche que pr — d o s b r ib o n e s
ecedió al día de la ron los
fiesta, los dos embaucadores que lleva —dije u e v o d e la n te del espejo?
estuvieron rle el n dos simularon
levantados, con dieciséis lám podamos vesti re n d a s , y lo s
paras encendidas, para e quitó sus p uevo, que
que la gente viese que trabaja El emperador s d e l v e s ti d o n
ban activamente en ersas piezas Y cogiendo al
la confección de los nuevos ve ponerle las div o p o c o a n te s .
stidos del Soberano. er terminad si le atasen
Simularon quitar la tela del te pretendían hab h ic ie r o n c o m o
lar, cortarla con r la cintura, todo era dar
grandes tijeras y coserla con Emperador po y e l M o n a rc a
agujas sin hebra; guramente;
finalmente, dijeron: —¡Por fin algo, la cola se
, el vestido está listo! espejo. amente! —
Llegó el Emperador en compa vueltas ante el v a e s t u p e nd
ñía de sus caballeros ios , y q u é bie n le sienta, le y a c o lores! ¡Es
principales, y los dos truhanes —¡D u jo y v a
, levantando los m a b a n to d o s —. ¡Vaya dib
brazos como si sostuviesen alg excla
—Esto son los pantalones. Ah
o, dijeron:
un traje precio
so!
t ra M a je s ta d durante la
í está la casaca. —
E l p a lio b a jo el cual irá Vues a n u n ció el maestro
Aquí tienen el manto... Las pr — lle —
endas son ligeras c e s ió n , a g u a rda ya en la ca
como si fuesen de telaraña; un pro
o creería no llevar rador—.
de Ceremonias. d ij o e l E m p e
stoy a punto —
— M u y b ie n , e
ta b ie n ? — y se volvióse una
e sien
¿Verdad que m
vez más de cara al espejo, pa
ra que todos
creyeran que veía el vestido.
Los ayudas de cámara encarg
ados de sostener
la cola bajaron las manos al su la vo z d e la in ocencia!
elo como para o, escuchen pitiendo
levantarla, y avanzaron con ad —¡Dios bendit n d o s e f u e re
sostener algo en el aire; por na
emán de
o su p ad re ; y todo el mu ueño.
da del mundo —d ij e d e cir e l p e q 9
cababa d
hubieran confesado que no ve al oído lo que a u il lo e l q u e d ice que
este modo echó a andar el Em
ían nada. Y de
¡N o ll ev a na d a; es un chiq
perador bajo el —
magnífico palio, mientras el ge
ntío, desde la no lleva nada! — gr it ó , a l fi n , el pueblo
eva nada!
calle y las ventanas, decía: —¡Pero si no ll
—¡Qué preciosos son los vesti
dos nuevos del entero. e ra d o r, p u e s barruntaba
tó al emp Hay que
Emperador! ¡Qué magnífica co Aquello inquie m a s p e n s ó : «
hermoso es todo!
la! ¡Qué
u e e l p u e b lo tenía razón; altivo que
q . Y s ig u ió m á s
el fin»
Nadie permitía que los demás
se diesen cuenta aguantar hasta e cá m a ra c ontinuaron
da s d
de que nada veía, para no se
r tenido por antes; y las ayu t ente cola.
n d o la in ex is
incapaz en su cargo o por estú
pido. Ningún sostenie …
traje del Monarca había teni
do tanto éxito
como aquél.
—¡Pero si no lleva nada! —ex
clamó de pronto
un niño. .
Percepción e influencia social
• Principios básicos de la percepción de los objetos y
personas: Selección, organización e inferencia.
• Diferencia entre el lego y el psicólogo
• ¿Cómo procesamos la información? Buscadores de
consistencia, científicos ingenuos, avaros cognitivos,
tácticos motivados.
• Teoría de las representaciones sociales: conceptos,
afirmaciones y explicaciones que guían la acción social
• Formación de impresiones sobre otros: Rasgos centrales vs
rasgos periféricos (efecto de primacía, efecto de novedad,
efecto de halo, estereotipos)
• Influencia social: manejo de impresiones, autovigilancia,
autodivulgación
¿Qué tan equitativo
deseamos que sea el
mundo? Te
sorprenderás

Dan Ariely (1968) EEUU: Docente de


psicología y economía conductual.
En caso de necesitarme contactarme por:
 Correo: ibuiles@poligran.edu.co
 O por el chat de Microsoft Teams, escribiendo @Isabella Builes Roldan
antes de su mensaje.

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