• Hipercolesterolemia aislada: aumento del colesterol total a expensas del colesterol de las lipoproteínas de baja densidad (C-LDL). • Hipertrigliceridemia aislada: aumento de los triglicéridos de origen endógeno (a expensas de las lipoproteínas de muy baja densidad, VLDL), exógeno (a expensas de quilomicrones), o ambos. • Hiperlipemia mixta: aumento del colesterol total y los triglicéridos. • Hipoalfalipoproteinemia: disminución del colesterol de las lipoproteínas de alta densidad (CHDL). Según la etiología • Primarias: Son dislipemias de causa genética. Se generan por mutaciones en uno o más genes que intervienen en la síntesis o el metabolismo de las lipoproteínas. Se caracterizan por: 1. Aparecer en más de un familiar. 2. Asociarse a valores de lípidos y lipoproteínas considerablemente alterados con respecto a los valores de referencia. 3. Ocasionalmente presentar manifestaciones clínicas características, consecuencia del depósito de lípidos en zonas atípicas. 4. Asociarse frecuentemente a enfermedad cardiovascular prematura. • Adquiridas: Son producidas por situaciones que derivan de hábitos incorporados por el paciente. • Secundarias: Son consecuencia de la presencia de otra patología de base. El exceso de grasa intraabdominal es mas peligrosa que cuando ésta se encuentra distribuida homogéneamente en el cuerpo.
En promedio, mientras más grasa, mayor
posibilidad de que un individuo se vuelva dislipidémico y exprese más elementos del síndrome metabólico. En comparación a la grasa periférica, la grasa central es resistente a la insulina y recicla ácidos grasos más rápidamente a través de la lipólisis. Fisiopatología La obesidad central es la principal causa de resistencia a la disposición de glucosa mediada por insulina y de la hiperinsulinemia compensatoria, que a su vez son responsables de casi todas las alteraciones asociadas con las lipoproteínas.
Existen tres componentes principales de la dislipidemia que ocurre en la obesidad:
1. aumento de las lipoproteínas ricas en TG tanto en los estados pre y postprandial 2. disminución del colesterol HDL 3. aumento de las partículas densas y pequeñas de LDL. La sobreproducción hepática del VLDL es el defecto principal del estado de resistencia a la insulina que acompaña a la obesidad y a la hiperinsulinemia compensatoria. La incapacidad para suprimir la producción hepática de glucosa, la incapacidad para adquirir glucosa por parte del músculo y su oxidación y la incapacidad de suprimir la liberación de ácidos grasos no esterificados del tejido adiposo son las consecuencias más importantes de la resistencia a la insulina en el hígado, músculo y tejido adiposo, respectivamente.
Estos eventos dan origen al incremento de ácidos grasos no esterificados y al
flujo de glucosa hacia el hígado, el cual es un regulador importante de la producción de la VLDL hepática Clave en la regulación de secreción de VLDL es la velocidad de degradación de la apo B-100.
Además del incremento en la síntesis, la resistencia a la insulina de la
obesidad se caracteriza por la disminución en la remoción de lípidos ricos en TG. La insulina es un estimulante para la actividad de la lipoproteín-lipasa.
Así, la disminución de la actividad de la LPL y la resistencia a la insulina
enlentecen la cascada metabólica normal de lipoproteínas, lo que da como resultado una disminución en la eliminación de partículas de VLDL,son eliminadas de la circulación principalmente por el receptor de LDL, también conocido como receptor apo B/E. La resistencia a la insulina asociada con la obesidad puede impedir también la actividad del receptor de LDL, contribuyendo así a la eliminación retardada de partículas de VLDL. La insulina suprime en forma aguda la velocidad de producción total de partículas de VLDL principalmente mediante la disminución de la producción de VLDL1, sin afectar la que contiene lípidos ricos en TG (VLDL2) A partir de la obesidad se presenta un estado de inflamación de bajo grado en el que participan células y moléculas del sistema inmune innato. Este sistema cuenta con un grupo especializado de células, como macrófagos y células dendríticas, cuya función primordial es reconocer ligandos endógenos y exógenos; estos últimos son patrones moleculares altamente conservados de agentes patógenos. Dicho reconocimiento se lleva a cabo a través de receptores codificados en la línea germinal. Los más estudiados son los de tipo Toll (TLR's) El proceso inflamatorio es promovido entonces por los TLR's a través de la producción de citocinas como: el factor de necrosis tumoral tipo alfa (TNF- α), interleucina-6 (IL-6), e interleucina-1 beta (IL1-β). Aunque los TLR's se expresan en su mayoría en células del linaje hematopoyético, un creciente número de estudios reporta su expresión en otros tipos celulares, como en los adipocitos. En pacientes con obesidad y DT2, la activación de citocinas proinflamatorias correlaciona estrechamente con el NFκB. Los adipocitos secretan adiponectina, cuyas propiedades antiinflamatorias son ejecutadas a través de su acción sobre el NF-κB y, por otro lado, los niveles de adiponectina correlacionan de manera inversa en pacientes con obesidad y DT2. La obesidad, la DT2 y el síndrome metabólico se caracterizan por un aumento sistémico en los niveles de ácidos grasos. Estos mismos incrementan la síntesis de TNF-α en adipocitos de la línea celular murina 3T3-L1 a través de TLR-2. los depósitos de grasa contribuyen de manera importante a mantener un estado inflamatorio crónico mediante la síntesis y elaboración de citocinas a través de los TLR's. Otra estimulación antigénica constante a través del sistema inmune innato, en la obesidad, es que, debido a la hiperinsulinemia que presentan estos pacientes, exista una disminución en la capacidad inmunocompetente de las células de Kupffer para realizar el aclaramiento de LPS, los cuales llegan a través del tracto gastrointestinal. Las citocinas sintetizadas en el TA, llamadas adipocinas, intervienen en la inflamación además de adipocitos, contiene fibroblastos, preadipocitos y macrófagos.
Mecanismos de la respuesta inflamatoria
inicia en los adipocitos, posteriormente hay un reclutamiento de macrófagos, con lo que se agrava el estado inflamatorio. La activación de las vías inflamatorias debidas a estrés en el retículo endoplásmico, estas conducen a la activación de la cinasa de c-jun NH2-terminal (JNK) y del inhibidor de la cinasa del NF-κB o IKK, y estos, a su vez, activan al NF-κB. Este último, un factor de trascripción inducible, participa en la respuesta inmune y en la respuesta inflamatoria, activando un gran número de citocinas proinflamatorias y suprimiendo otras, como adiponectina y también los transportadores de glucosa tipo 4 (GLUT-4). ácidos grasos libres y la respuesta inflamatoria en las células del hígado y el tejido adiposo y a la resistencia a la insulina. vías principales reguladas por la insulina en relación con homeostasis de la glucosa y los lípidos. segundo mecanismo estrés oxidativo El incremento en la captura de glucosa por las células endoteliales del TA en condiciones de hiperglucemia causa un exceso de especies reactivas de oxígeno en las mitocondrias, lo cual condiciona daño oxidativo y activa señales de inflamación dentro de la célula endotelial.
El daño endotelial en el TA causa quimiotaxis de macrófagos y exacerba
aún más la inflamación local. La hiperglucemia también estimula la generación de especies reactivas de oxígeno en los adipocitos, con lo cual se incrementa la producción de citocinas proinflamatorias. tercer mecanismo La acción de la insulina en el postreceptor se ve alterada por el aumento de TNF-α y los ácidos grasos libres (FFA), que inhiben la fosforilación del sustrato del receptor de insulina 1 (IRS-1) en los residuos de serina, reduce la fosforilación de tirosina del IRS-1 en respuesta a la insulina, suprimiendo de esta manera la señalización molecular intracitosólica apropiada de esta hormona, causando resistencia. Cuarto mecanismo al aumentar la ingesta de energía, la síntesis de lípidos se hace más grande y, por consiguiente, se da una mayor acumulación de grasa en los adipocitos y aumenta el número de estas células; esto trae como consecuencia la falta de oxígeno en los adipocitos más lejanos a la zona de vascularización, lo que conduce a un estrés en el retículo endoplásmico por falta de oxígeno, llamado estrés hipóxico. Trae consigo mecanismos de alerta de daño, entre los que destaca la secreción de citocinas proinflamatorias por los adipocitos vecinos y por los macrófagos reclutados en respuesta a la señal de alerta, estableciendo con ello el perfil inflamatorio típico de la obesidad. La obesidad también condiciona un estado inflamatorio a nivel sistémico. Éste se manifiesta al medir los mediadores inflamatorios en circulación como son las proteínas de fase aguda interleuquina (IL) 6 y la proteína C reactiva (PCR), además del TNFα y otras interleuquinas. Los niveles plasmáticos de los mediadores inflamatorios están asociados positivamente con la magnitud de los depósitos adiposos (índice de masa corporal, porcentaje de grasa corporal, circunferencia cintura) así como con las consecuencias metabólicas de la obesidad (insulino-resistencia, dislipidemia, presión arterial)