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Renault Dauphine Historia y Datos
Renault Dauphine Historia y Datos
>>>>El Renault Dauphine (y Gordini y 1093) fue fabricado por Industrias Kaiser
Argentina entre 1960 y 1970, con una producción total de 88.324 unidades. "En la
conducción, a pesar de la caja de velocidad, el Dauphine es sumamente rápido en el
tránsito, de buen pique y buena estabilidad. Como auto cómodo para la familia, no
tiene rival", dijo la revista Parabrisas del Dauphine.
1ra 3,700 a 1
2da 1,800 a 1
3ra 1,035 a 1
MA 3,700 a 1
El grupo trasero es del tipo semiflotante con los engranajes del piñón y la corona de corte
helicoidal, con una relación de 4,37 a 1 (corona, 35 dientes, piñón, 8). Las relaciones
finales de giro a través del acople trasero, son:
1ra 16,188 a 1
2da 7,875 a 1
3ra 4,528 a 1
MA 16,188 a 1
La fijación de las ruedas delanteras es del tipo independiente una de otra, formada por
dos brazos “A” por lado, colocados transversalmente, al sentido longitudinal del
automóvil. Ambos brazos “A” son de acero estampado y de distinto largo, formando un
trapecio deformable. El elemento suspensor lo constituye un resorte helicoidal que corre
dentro de los brazos de suspensión, solidario en la parte superior de la carrocería, y en la
inferior al brazo inferior de suspensión, sobre el cual actúa. Cada resorte lleva en su
interior un amortiguador hidráulico telescópico. Ambos conjuntos están vinculados entre
sí, y a través de bujes fijos en la carrocería, por una barra antirrolido en forma de “U” que
trabaja de la siguiente manera: ambos extremos de la “U” están fijos a los brazos de
suspensión y la barra se sujeta en la carrocería (propiamente falso bastidor) por la sección
recta de la barra transversal de la “U”.
Cuando el automóvil toma una curva, tiende a inclinarse hacia el lado de afuera de la
misma. Luego, la rueda de ese lado se pliega, venciendo el resorte de suspensión. La
barra antirrolido está fija a las suspensiones por sus extremos y, entonces, el extremo
exterior tiende a subir con la rueda. En este punto la barra sufre una torsión, ya que el
otro extremo, el interior, tiene solicitaciones del sentido contrario. Por la torsión que
sufre, y a través de los bujes del falso bastidor, tiende a elevar la rueda anterior, esto es, a
plegar el resorte. De este modo, al subir la rueda interior, el automóvil cae de ese lado,
disminuyendo la inclinación o rolido, que necesariamente le impone la fuerza centrífuga.
La articulación de las ruedas traseras es del tipo de semiejes columpiantes y la fijación
lateral y longitudinal se realiza por intermedio de las cañoneras, que tiene una
articulación que sólo permite un movimiento vertical, formada por dos pernos sujetos a
la carcaza del diferencial y solidarios con cada cañonera. Estos pequeños pernos soportan
las solicitaciones laterales, oblicuas, longitudinales y torsionales. Los elementos
suspensores son, como en el caso anterior, resortes helicoidales, y los amortiguadores
hidráulicos telescópicos. Esto es en cuanto a los elementos de suspensión comunes.
Además de ellos, el Dauphine cuenta con un auxiliar de la suspensión que recibe el
nombre de Aerostable.
El Aerostable está formado, en la parte delantera, por tampones de goma, de forma
especial, que rodean la varilla-eje de los amortiguadores, en el extremo inferior. Los
tampones están llenos de aire a la presión normal y son estancos. En el tren trasero, el
Aerostable toma otra forma. Lo constituyen dos almohadillas de goma (una por lado,
entre la cañonera y el larguero longitudinal), cuya parte superior es metálica y está con
ella herméticamente sellada. La cañonera tiene una protuberancia de forma conveniente
que apoya contra la parte de goma del Aerostable. Las almohadillas están llenas de aire a
presión atmosférica. Cuando las cañoneras suben en relación a la carrocería, las
protuberancias o pistones de ángulos suaves comprimen el Aerostable. En la parte
delantera el efecto es similar, pero los tampones son comprimidos entre la base del
cuerpo del amortiguador y el brazo inferior de suspensión. En este último caso, el
Aerostable reacciona a través del amortiguador. Cuando la carga sobre los resortes
aumenta, éstos se comprimen mucho, dado que son blandos, y pasado cierto límite, los
Aerostables comienzan su función. Estas suspensiones adicionales tienen un
endurecimiento progresivo de acuerdo con la carga, controlado y establecido por la
forma de los tampones y de las almohadillas y pistones. El Aerostable es un verdadero
elemento de suspensión, un tope elástico al recorrido vertical ascendente de la rueda,
como podría serlo el resorte.
El mecanismo de dirección del Dauphine es del tipo de piñón y cremallera, con una
relación de desmultiplicación de 24 a 1. Las ruedas delanteras tienen un registro angular
exacto representado por las siguientes cifras: Avance: 11º30’: Comba: 0º +/- 1º;
Inclinación perno: 10º; Convergencia: 3 a 5 mm de diferencia entre cotas. El diámetro de
giro es de 9,10 metros.
Los elementos de frenaje son hidráulicos en las cuatro ruedas, y autocentrantes, con
campanas de fundición de hierro sin pista postiza de frenado. El diámetro interior de las
mismas es de 228,9 mm (9”) y el ancho de las cintas de freno 30 mm. Los cilindros de las
ruedas delanteras tienen de diámetros interno 22 mm, 3 mm mayores que los
correspondientes a las ruedas traseras, para que la presión sobre las zapatas delanteras
sea mayor y neutralice, en cierto sentido y magnitud, la tendencia general al bloqueo de
las ruedas traseras en sistemas de frenos iguales para ambos ejes. Los Dauphine actuales
tienen patines de freno delanteros de mayor superficie que los traseros. Por ellos, las
tuberías de los frenos de atrás tienen una válvula reguladora de presión que actúa a 50
kg por centímetro cuadrado.
La medida de las cubiertas es de 500 x 15, con una presión de 13 libras por pulgada
cuadrada adelante, y 19 libras por pulgada cuadrada atrás. Esta gran diferencia de
presiones se establece como uno de los medios para contrarrestar el inevitable sobreviraje
u oversteer de la general de los automóviles con motor trasero.
La carrocería forma un conjunto rígido, autosoportado, carece de bastidor propiamente
dicho, aunque la estructura base está formada por el piso que, además de los nervios y
molduras de refuerzo, tiene dos largueros longitudinales soldados. Las demás piezas de
la carrocería intervienen también en la rigidez del conjunto. Para la sujeción del grupo
motopropulsor y de las suspensiones posee dos falsos bastidores formados por la
prolongación de los largueros laterales longitudinales del piso. Prácticamente todo el
conjunto está soldado con soldadura de punto, con excepción de ciertos lugares de difícil
acceso, en los cuales interviene la autógena. Las dos puertas traseras tienen trabas para
evitar que los niños puedan abrirlas desde el interior, pero no impide su apertura desde
el exterior. Las dimensiones generales del Dauphine son las siguientes:Las dimensiones
generales son:
El Dauphine cuenta con arranque en la llave de encendido, bocina doble, luz en el motor
pero no en el baúl y la guantera. El medidor de nafta es de aguja, lo mismo que el de
temperatura, pero el medidor de presión de aceite y el amperímetro son de luz de
advertencia. Tiene espacio para la radio, pero ésta es opcional. Cuenta con calefacción,
con ventilador. Los comandos de las luces están en la columna de la dirección. El
tapizado es de cuerina y las alfombras de goma.
Hoy Probamos el Renault Dauphine
©PARABRISAS, Agosto 1962
Con mucho interés fuimos a retirar y testear uno de los tan discutidos y tan difundidos
Renault Dauphine. Algo ya sabíamos del coche, pero una cosa es manejarlo
ocasionalmente y otra convivir con el vehículo durante un mes más o menos. No
obstante, el prolongado test a que lo sometimos, el coche no hizo más que reafirmar las
opiniones que ya teníamos sobre el mismo. El motor es excelente, con un andar suave y
parejo, eficiente aceleración y velocidad máxima, y un arranque instantáneo, aún en
condiciones frías (detalle muy importante, puesto que carece de cebador manual, por lo
que celebramos el hecho de que el automático funcione bien). Los frenos son buenos y la
dirección es liviana y precisa.
Lo que fue una sorpresa agradable fue su comportamiento en ruta; hicimos alrededor de
1.200 kilómetros a 90 sostenidos, y en un tramo de tierra, andando a 70 “con resto”,
observamos que se maneja muy bien. Los asientos son cómodos, y el espacio es cómodo
para los ocupantes de los dos asientos delanteros; los que viajan atrás tienen menos
espacio, por supuesto, pero tampoco es justo pedirle más a un sedán de 850 cc. La
suspensión es muy buena, aunque existen problemas importantes con el tren trasero; los
semiejes carecen de reactores longitudinales, y además los elementos elásticos de la
suspensión tienden a vencerse después de un determinado kilometraje este es un detalle
muy importante, que debe ser estudiado en forma impostergable por los fabricantes del
coche.
En este sentido, sin embargo, hemos tenidos una conversación con fábrica. A partir de
marzo de 1961, los Dauphine han venido con una modificación del tren trasero, impuesta
por la fábrica francesa. Mediante esta modificación, el tren queda algo más bajo, las
ruedas con mayor comba negativa, es decir, “más despatarradas”, según el argot de los
mecánicos. Este cambio se ha efectuado para dotar al coche de mayor estabilidad, y por
lo tanto debe considerarse normal y provechosa. Circunstancia que no quita que algunos
coches, seguramente por haber sido sobrecargados, han tenido un aplastamiento del tren
trasero. Para verificar esta circunstancia, entendemos que conviene visitar un
concesionario para que tome las medidas correspondientes y determine sí, en efecto, el
diferencial se encuentra más cerca del suelo que lo normal. Lo importante, según nos
subraya IKA, es que los propietarios no deben preocuparse porque las ruedas aparezcan
más “abiertas” que en algunos modelos de producción anterior.
En tránsito urbano encontramos un pero para el Dauphine. Debemos considerar que en
Europa el Dauphine es tal vez el coche más barato de cuatro puertas, detalle que le ha
permitido ser uno de los autos europeos más vendidos en el mundo entero; lógicamente,
para abaratar costos es necesario “rebanar” por algún lado, y mientras en algunos
aspectos sus prestaciones nada revelan de su bajo costo europeo, por otro es una lástima
que la Régie Renault haya optado por buscar un ahorro en la caja de velocidades. Ésta
tiene tres marchas solamente; tal detalle no sería un problema con un razonable
espaciamiento de las tres marchas: I: 16,188 a 1; II: 7,875 a 1. Vale decir que la relación de
desmultiplicación en primera es más del doble de la que corresponde a la segunda
velocidad. En la práctica, la caja del Dauphine puede definirse como una caja de cuatro a
la cual le falta la segunda, ya que la segunda del Dauphine sería una excelente “tercera
de cuatro”. En el andar a cierta velocidad, digamos de 35 km/h en adelante, desaparecen
los problemas, y el Dauphine se transforma en un vehículo ágil, de notable pique y suave
andar, con nafta común. El inconveniente es que en el tránsito no siempre se puede
andar a más de 35 km/h, que es cuando empiezan los problemas, porque la primera
velocidad no es sincronizada, y por lo tanto es difícil colocarla cuando el coche está en
movimiento, aunque sea “a paso de hombre”. Es entonces necesario recurrir al tan
comentado “doble embrague”, que en Dauphine puede hacerse, a velocidades no
superiores a los 25 km/h, de esta forma:
1) Desembragar
2) Pasar la palanca de cambios a punto muerto
3) Embragar (es decir, soltar el pedal)
4) Dar un fuerte golpe de acelerador
5) Desembragar
6) Pasar la palanca a primera, y simultáneamente, dar otro fuerte golpe de acelerador,
mientras se embraga lentamente.
Parece complicado, pero después de hacer algunas tentativas —conviene empezarlas a
muy baja velocidad— el asunto “sale”. De todos modos es un anacronismo tener que
hacer doble desembrague en un automóvil modelo 1962. entendemos que el Dauphine
debiera tener o bien una caja de cuatro marchas, o bien la de tres con la primera
sincronizada; sería a nuestro juicio preferible la primera alternativa, ya que aun después
de un feliz enganche de la primera, se nota el amplio espaciamiento entre esta marcha y
la segunda.
Los lectores que tengan poca experiencia de manejo, lograda con otro coche, tal vez
piensen que nosotros hacemos excesivo hincapié en este detalle; pero podemos asegurar
que es una cosa muy importante que va en directo detrimento de los órganos de
transmisión. Decimos esto porque, si el que maneja logró dominar bien la maniobra de
colocar la primera y de anticipar la reacción del coche, todo va bien, pero las alternativas
—de fácil concreción, por otra parte— son, o bien al colocar la primera hacer entrechocar
los engranajes, o bien dejar deslizar el embrague para que el motor alcance las vueltas
necesarias en segunda, como para salir suavemente sin tropiezos. De una forma se
estropea la caja; de otra, s estropea el embrague. Precisamente de ahí viene la tan
difundida versión de que el embrague del Dauphine es delicado. Esto no es exacto; el
embrague del Dauphine es perfectamente adecuado para su función, pero no para
compensar un aspecto negativo del diseño de la caja de velocidades.
A nosotros no nos produce ningún placer el tener que renegar por algún aspecto de un
coche, pero es una necesidad imprescindible de nuestro oficio. Es por eso más agradable
poder pasar a encontrar los detalles interesantes del Dauphine. El hecho de las cuatro
puertas destaca nítidamente al Dauphine de sus similares. La comodidad del acceso y
salida del coche sin tener que volcar un respaldo delantero y contorsionarse estilo
hombre-de-goma, es muy importante, y un poderoso argumento para hombres de
familia (y el Dauphine tiene trabas en las puertas traseras, para impedir su apertura
inconveniente por niños). Las puertas delanteras tienen vidrios levadizos y ventiletes; las
traseras, vidrios corredizos. La ventilación está, entonces, asegurada. El Dauphine que
nosotros probamos, que era un vehículo de servicio IKA, tenía calefacción con
desempañador y ventilador, que funcionaba muy bien. También poseía una radio IKA,
de potente y agradable voz, y buen alcance con la antena levantada. La visibilidad del
Dauphine es adecuada; la cabina no tiene grandes espacios transparentes, si la
comparamos con otros coches de diseño más reciente, pero el vidrio trasero es amplio, y
el espejo retrovisor es eficaz y, además, no vibra en la marcha. Tanto el parabrisas como
la luneta trasera son del tipo que salta en caso de colisión, detalle más que interesante. Se
puede ver todo el ancho del camino a 4,32 metros hacia adelante y a 6,22 hacia atrás;
asimismo, se puede ver el camino a 4,12 metros hacia la derecha y a 1,41 hacia la
izquierda, siempre hablando de un conductor de estatura promedio (1,75 m).
Al sentarse en el Dauphine se percibe una sensación de comodidad, aunque hombres de
talla muy elevada tal vez necesiten correr el asiento en una medida que restrinja el lugar
disponible en los asientos de atrás. No es un defecto del coche; simplemente, no puede
pedirse demasiado a un auto de 850 cc, como habíamos expresado antes. Los asientos son
pequeños pero confortables, y el volante tiene una posición cómoda de manejo. Debajo
del volante se encuentra la llave combinada de luz y bocina. El Dauphine tiene dos
bocinas: una rutera y la otra ciudadana; la primera tiene voz potente y clara; la segunda,
bastante más grave y de menor intensidad. Detalle interesante. Lo que no es tan
interesante es el sistema de la palanquita que se va girando para efectuar los distintos
cambios de luz. Este sistema es muy usado y muy popular en Francia, pero al menos a
nuestros testers no les resultó simpático. (Uno de ellos tocaba infaliblemente la bocina
con la rodilla al ascender o descender del coche). Nosotros preferimos un sistema más
convencional, con una llave en el tablero, cambio de luz por perilla o botón de pie, y
guiñada combinada con la bocina, que nosotros colocaríamos en el centro del volante.
Los pedales son pequeños, algo demasiado juntos, y de accionamiento liviano; el pedal
de frenos es muy bueno, pero el embrague es muy celoso, y el acelerador muy duro:
ambos detalles combinados contribuyeron para que las primeras puestas en movimiento
estuvieran revestidas de honda incertidumbre. En marcha atrás es difícil maniobrar muy
lentamente sin que se pare el motor por lo menos una vez...
Aparte de la llave de luces, a la izquierda del tablero hay un interruptor para el
limpiaparabrisas, de adecuada barrida y regular cadencia; otro interruptor comanda el
ventilador de la calefacción, el que está completado por dos tiretes de control de color
(cabina o desempañador). En nuestro Dauphine observamos filtraciones de aire caliente
por las persianas del desempañador, aun con la calefacción desconectada. El freno de
mano es excelente; liviano, positivo y de fácil acción de destrabe. Una de las
características netamente favorables del Dauphine es el baúl. Puesto que el tanque de
nafta está ubicado atrás, y que la rueda de auxilio tiene un compartimiento separado, se
aprovecha la trompa totalmente, excepto en cuanto a la batería (que tiene una ubicación
excelente y de fácil acceso para inspección del nivel de electrolito). El baúl es, por lo
tanto, mucho más grande que el de cualquier otro auto comparable de motor atrás. Y casi
nos atreveríamos a decir, de motor adelante también. El detalle revela que el Dauphine
ha sido estudiado cuidadosamente como un verdadero coche de familia.
En la conducción, a pesar de la caja de velocidad, el Dauphine es sumamente rápido en el
tránsito, de buen pique y buena estabilidad. Como auto cómodo para la familia, no tiene
rival. En la ruta, su comportamiento es inmejorable. Recibió el galardón de “un autito
macanudo” de nuestros intrépidos testers, pero cuando retornaron a la ciudad, el
lenguaje usado no fue tan laudatorio. Al Dauphine le faltan dos detalles para ser un auto
sobresaliente: una caja de cuatro marchas y un sistema de comando de luces más
racional. Otros detalles: Tiene dos gavetas. Una muy cómoda, sobre la mano izquierda,
ideal para registro, cigarrillos, mapa, etc.. La otra gaveta carece de tapa, pero esta puede
adquirirse en el comercio de accesorios. Existen dos luces de cabina (“plafonniers”) que
se prenden al abrir las puertas delanteras, o si no, haciendo girar la misma cazoleta de
plástico transparente que recubre y protege la bombita. El tanque de nafta está atrás, con
su boca dentro del capó; éste tiene llave, de modo que está protegido el tanque sin
necesidad de una cerradura adicional. Una sola llave acciona arranque, ambas puertas
delanteras y capó trasero. El baúl delantero se abre para adelante (muy importante como
factor de seguridad) y se destraba de abajo del tablero.
Prueba de Aceleración.
Con el mismo velocímetro anterior, se controla el tiempo que el
automóvil emplea en alcanzar velocidades crecientes de 20 en 20
kilómetros por hora. Se obtiene de este modo una idea exacta de la
mejor aceleración del automóvil.
De 0 a 20 km/h 2 s 3/5
De 0 a 40 km/h 8 s 1/5
De 0 a 60 km/h 11 s 4/5
De 0 a 80 km/h 23 s 3/5
De 0 a 100 km/h 61 s 4/5
De 0 a 500 m 28 s a 91 km/h
x
Prueba de Empuje
Se comprueba aquí el empuje máximo que recibe el automóvil en cada
marcha, por medio de un instrumento de precisión llamado
Performance Meter marca Tapley, tipo R. Las mediciones resultan en
kilogramos de empuje por tonelada de automóvil.
En 1ra 210 kg/ton a 20 km/h
En 2da 95 kg/ton a 47 km/h
En 3ra 45 kg/ton a 75 km/h
x
Prueba de Arrastre
Esta es la más interesante de las pruebas realizadas con el Tapley,
dado que con ella se obtiene una clara idea del arrastre o frenaje que
efectúan sobre el automóvil sus rodamientos, engranajes y
condiciones aerodinámicas. Se realiza con el aparato en posición,
llevando el automóvil hasta una velocidad de 100 km/h, y apretando
el pedal de embrague, para desconectar el motor de las ruedas
motrices, pero dejando que éstas sufran el frenado producido por el
arrastre de los engranajes de la caja de velocidades. Cuanto menor sea
el arrastre, mayor es la cantidad de HP del motor que llegan a las
ruedas motrices. Esta medición es independiente del peso del auto.
En el caso del Dauphine, el arrastre total a 100 kilómetros por hora fue
de 47 kilogramos por tonelada.
x
Prueba de Frenado
La prueba se refiere al aguante y la capacidad de recuperación de los
elementos frenantes, y se realiza deteniendo el automóvil a 0 desde los
80 km/h, diez veces consecutivas sin dejar que las campanas y demás
elementos se enfríen y recuperen su eficacia original. De este modo, se
obtienen diez mediciones de distancia de frenado, que irán creciendo
a medida que aumente el número de mediciones.
De 20 a 0 km/h 1,80 metros
De 40 a 0 km/h 7,60 metros
De 60 a 0 km/h 18,30 metros
De 80 a 0 km/h 36,90 metros
De 100 a 0 km/h 48,30 metros
x
Pruebas de Consumo
Realizadas sobre ruta y ciudad, estableciendo consumos a distintas
velocidades.
En ciudad 11,2 km/l
En ruta a 80 km/h 13,4 km/l
En ruta a 90/95 km/h 12,1 km/l
x
1ra 3,700 a 1
2da 2,280 a 1
3ra 1,520 a 1
4ta 1,035 a 1
MA 3,700 a 1
1ra 16,17 a 1
2da 9,96 a 1
3ra 6,64 a 1
4ta 4,52 a 1
MA 16,17 a 1
La palanca de comando de la caja de velocidades está localizada en el piso, entre los dos
asientos delanteros. La transmisión del movimiento se hace por intermedio de una barra
metálica que refleja los movimientos producidos por el conductor en una toma situada
en la cara anterior de la caja.
La suspensión delantera es del tipo independiente, de trapecio deformable transversal.
Ambos brazos, los superiores y los inferiores, están estampados en chapa de acero y
tienen la forma triangular característica de este tipo de piezas. Los brazos van conectados
a un travesaño también estampado en chapa que adopta la forma especial a tal efecto y
que sirve también de vínculo de la carrocería portante, uniendo los extremos delanteros
de la misma. El elemento de suspensión propiamente dicho es un resorte helicoidal que
corre entre el miembro de unión de ambas suspensiones hasta una cazoleta ubicada entre
las alas triangulares. El movimiento ascendente y el descendente están limitados por
topes de goma que amortigua las posiciones extremas de los brazos de suspensión. Los
bujes superiores e inferiores internos de los brazos de suspensión son de goma con eje de
acero, completamente desarmables.
Ambos extremos de la suspensión delantera están vinculados entre sí a través de una
barra antirrol o estabilizadora que está vinculada a través de bujes de goma con la
carrocería, y por unas bielitas articuladas. La barra afecta la forma de “U”. cuando el
automóvil toma una curva tiende a inclinarse hacia el lado de afuera de la misma. Luego,
la rueda exterior se cierra comprimiendo el resorte de suspensión. En este punto, la barra
antirrol, que sigue la trayectoria impuesta por las ruedas, tiende a comprimir la rueda
interior, con lo que se consigue que el lado interno del automóvil se acerque al suelo,
disminuyendo el ángulo de rolido. Como elementos de amortiguación el Gordini
incorpora dos hidráulicos telescópicos que corren por dentro del resorte de suspensión.
En el extremo inferior del amortiguador se incorpora un elemento de goma que
envolviendo el eje del mismo, hace de tope suplementario de seguridad.
El diseño de la suspensión de las ruedas posteriores es del tipo “swing axle” o semieje
columpiante. Las ruedas están guiadas en el movimiento circular por las cañoneras, que
pivotean a la salida de la caja-puente. Dentro de las cañoneras y a la altura del pivote se
encuentra el movimiento universal de los palieres. Las reacciones longitudinales del tren
trasero están también controladas por las cañoneras a la salida de la caja. Sobre los
extremos exteriores de ambas cañoneras existen unas cazoletas donde apoyan los
resortes helicoidales que son los verdaderos elementos de suspensión. Siempre sobre el
mismo plano y algo hacia adentro se encuentran los Aerostables, suspensiones
neumáticas de goma que trabajan con la compresión a que las somete el movimiento
ascendente de las cañoneras. El tope de rebote es una correa que envuelve las cañoneras
por su parte inferior. Como en el caso anterior, los amortiguadores son tele-hidráulicos.
Los elementos frenantes son hidráulicos de campana autocentrantes en las cuatro ruedas,
con campanas de fundición de hierro sin pista especial de frenado. Para conservar una
correcta potencia de frenado entre las ruedas delanteras y las traseras, las cintas y los
cilindros de las primeras son más grandes que los de las segundas. Diámetro de los
cilindros adelante 22 mm y atrás 19 mm. Ancho de cintas de freno 35 mm adelante y 30
mm atrás. El diámetro de las campana es en todos los casos de 228,6 mm. El sistema
cuenta además con una válvula reguladora de presión que cierra el circuito cuando la
presión en el mismo sobrepasa los 50 kg/cm².
La caja de la dirección es del tipo de piñón y cremallera, con una relación de
desmultiplicación de 24 a 1 entre ambos engranajes. La caja incorpora en su interior un
resorte de retroceso colocado en cárter cerrado. El radio de giro del automóvil es, según
fábrica, de 4,55 metros. Desde los extremos de la barra de dirección (la que lleva la
cremallera) hasta los brazos de ruedas, corren las clásicas varillas regulables con
movimientos universales. Todo el sistema se extiende por delante del eje ideal de las
ruedas delanteras.
En un todo de acuerdo con la actual tendencia, la carrocería del Gordini es
autosoportada, consiguiéndose de este modo rigidez y liviandad. Como piezas centrales
de resistencia se consideran el piso, largueros longitudinales incorporados al piso,
soportes delantero y trasero de suspensión, faldones de guardabarros, paneles delantero
y trasero, y marcos de puertas, de parabrisas y de luneta. El Gordini cuenta con arranque
eléctrico en la llave de contacto (que también acciona la traba de dirección), bocina doble
y luz en el motor (pero no en el baúl ni en la guantera). El instrumental consta de
velocímetro (sin parcial de kilometraje), medidor de nafta y de temperatura. Por otra
parte, la presión de aceite es indicada por medio de una luz verde, lo mismo que el
amperímetro. La luz del tablero carece de reóstato. Cuenta con un cenicero adelante, pero
no con encendedor ni radio (opcional). Tiene lavaparabrisas, limpiaparabrisas,
calefacción y ventilador de calefacción. Los comandos de luces y de viraje consisten en
sendas palanquitas ubicadas en la columna de dirección. Las puertas delanteras cuentan
con cerradura y ventiletes, y las manijas son del tipo palanca. Los tapizados son simil-
cuero y las alfombras de goma. El Gordini viene equipado con dos viseras para sol.
Prueba de Aceleración.
Con el mismo velocímetro anterior, se controla el tiempo que el
automóvil emplea en alcanzar velocidades crecientes de 20 en 20
kilómetros por hora. Se obtiene de este modo una idea exacta de la
mejor aceleración del automóvil.
De 0 a 20 km/h 2 s 3/5
De 0 a 40 km/h 5 s 2/5
De 0 a 60 km/h 9 s 4/5
De 0 a 100 km/h 24 s
De 0 a 500 m 23 s 1/5 a 100 km/h
x
Prueba de Empuje
Se comprueba aquí el empuje máximo que recibe el automóvil en cada
marcha, por medio de un instrumento de precisión llamado
Performance Meter marca Tapley, tipo R. Las mediciones resultan en
kilogramos de empuje por tonelada de automóvil.
En 2da 141 kg/ton a 49 km/h
En 3ra 74 kg/ton a 70 km/h
En 4ta 34 kg/ton a 95 km/h
x
Prueba de Frenado
La prueba se refiere al aguante y la capacidad de recuperación de los
elementos frenantes, y se realiza deteniendo el automóvil a 0 desde los
80 km/h, diez veces consecutivas sin dejar que las campanas y demás
elementos se enfríen y recuperen su eficacia original. De este modo, se
obtienen diez mediciones de distancia de frenado, que irán creciendo
a medida que aumente el número de mediciones.
De 20 a 0 km/h 1,90 metros
De 40 a 0 km/h 7,50 metros
De 60 a 0 km/h 18,60 metros
De 80 a 0 km/h 36,80 metros
De 100 a 0 km/h 56,70 metros
x
Pruebas de Consumo
Realizadas sobre ruta y ciudad, estableciendo consumos a distintas
velocidades.
En ciudad 12,4 km/l
En ruta a 80 km/h 16,5 km/l
En ruta a alta velocidad 14,4 km/l
x
Diámetros de Viraje
Hacia la izquierda, 8,80 metros; a la derecha, 8,35 metros.
El Renault Gordini IKA fue presentado a mediados del año pasado. Es una versión
“refinada” del muy conocido Dauphine. Exteriormente se distingue por una franja de
otro color (en el Gordini), que corre de lo largo de sus costados, pero es en cuanto a
motor y caja donde reside la mayor diferencia, a la que se suman otras menores, como
ser: mejor tapizado y perfeccionamiento en el interior (ceniceros en las puertas traseras,
manijas cromadas, lavaparabrisas, etc.).
El motor es básicamente el Ventoux, con el que se equipan los Dauphine, pero depurado
para un mayor rendimiento. Esto se traduce en un cigüeñal más fuerte, árbol de levas
distinto, válvulas más grandes y duras, tapa de cilindros más “comprimida”, múltiples
de admisión y escape rediseñados, carburador con bomba de “pique” y filtro de aceite a
cartucho. Los demás elementos quedan como estaban. Como vemos, los HP obtenidos no
sacrifican la vida del motor. Por el contrario, todos los elementos que podrían sufrir
mayor desgaste han sido reemplazados por otros más fuertes y adecuados. La caja de
velocidades ha sido sustituida por otra de cuatro marchas (2º, 3º y 4º sincronizadas) de
relaciones más cortas, que permite aprovechar mejor la potencia del motor. Los otros
elementos mecánicos (suspensiones, frenos, dirección, etc.) son iguales.
El interior, en cuanto a capacidad, es exacto. Las mejoras son de tapizado y terminación.
En nuestra opinión los nuevos asientos son poco cómodos ( a pesar de ser reclinables). El
Gordini tiene una excelente suspensión que se ve malograda en parte por la dureza de
los asientos. Estos están tapizados en plástico y nylon, en una exquisita combinación. La
terminación interior es excelente. El tablero es igual al del Dauphine, agregándosele una
tapa a la gaveta del lado derecho. El volante ha sido reemplazado por otro más lujoso y
moderno, con las mismas dimensiones. También el baúl se ha beneficiado con las
mejoras, ya que ha sido tapizado con una alfombra de goma en toda su superficie.
Hasta aquí hemos hecho una crítica paralela entre los dos modelos de Renault (Dauphine
y Gordini) fabricados por Industrias Kaiser Argentina en nuestro país. Pasemos a
analizar ahora más detalladamente al Renault Gordini IKA. La carrocería es monocasco,
autoportante, de chapa de acero soldada eléctricamente. Su estructura es sólida y su
funcionalidad extraordinaria. El estilo es muy personal, pero denota su ya antiguo diseño
que data de 1957. la línea, de neto corte “redondo” y las ventanillas de reducidas
dimensiones, lo delatan. A pesar de todo es original, y debe a esa originalidad el que no
pase de moda.
Las cuatro puertas abren hacia adelante, trabándose desde adentro las traseras y con la
llave las delanteras. A propósito de trabas: las puertas traseras poseen también más
trabas (ubicadas en el canto de las puertas) que anulan el accionamiento de las manijas
interiores, de manera que los niños no puedan abrirlas. Una magnífica idea, pero
creemos que se debería invertir el sentido del accionamiento, ya que en el auto testeado,
al ser cerradas violentamente las puertas, caía el seguro.
“Las defensas de los paragolpes son débiles, y su proximidad a la carrocería hacen
peligrar la integridad de los guardabarros, en caso de topetazo”. Este es un problema
solucionado sólo parcialmente, ya que es muy aconsejable que se separen las defensas de
la carrocería, pero el refuerzo de éstas no. Pensemos que en todos los autos de carrocería
autoportante, al faltar el chasis, los paragolpes se abulonan a aquella, y en caso de fuerte
topetazo es preferible que ceda el paragolpes y no la carrocería que lo soporta: en todo
caso, es más barato... Las cuatro puertas facilitan, por supuesto, el acceso a las cuatro
plazas de las que está dotado el Gordini. Pero las traseras, debido a su tamaño,
complican las cosas cuando el pasajero es voluminoso. Desde luego, las dimensiones del
vehículo no permiten un área mayor de puertas. Como dijimos, el Gordini es un coche de
cuatro plazas, pero su asiento trasero enterizo permite ubicar, eventualmente, a tres
personas no muy corpulentas.
El instrumental del tablero está ubicado funcionalmente. Sentado frente al volante, se
llega a todos los controles con facilidad y la lectura se hace sin ningún esfuerzo. La
palanquita giratoria del comando de luces y bocina cumple sus funciones a la perfección.
El mando del indicador de giro era un tanto impreciso en nuestro auto, aunque efectuaba
su trabajo correctamente. La palanca selectora de marchas se encuentra un poco alejada
del conductor (sobre todo en 3º), obligándolo a moverse hacia adelante para encontrarla.
Unos centímetros más atrás, y todo solucionado.
Las rotundas y reiteradas victorias en competencias deportivas, en las que el Gordini
IKA superó a automóviles más potentes, le han creado un hálito de auto de carrera.
Ciertamente es un automóvil veloz y muy estable, con “reprise” extraordinario. Pero esto
no significa que haya sido diseñado para correr. Su mayor potencia y la correcta caja de
velocidades de cuatro marchas, sumadas a sus notables condiciones de estabilidad,
maniobrabilidad y frenaje, conceden a quien lo conduce un 100 x 100 de seguridad. Esa
seguridad mayor, es el objetivo perseguido al diseñarlo, y las características deportivas
son una consecuencia de este propósito que, además, sirven para confirmarlo.
En conclusión, el Renault Gordini IKA es un automóvil de cuatro pasajeros y cuatro
puertas, seguro y fuerte. Ideal para el turismo familiar, rápido y seguro. En cuanto a sus
condiciones de marcha, es poco lo que podemos agregar a lo dicho. Una precisa
dirección, excelentes frenos, muy buena estabilidad, motor potente acompañado de una
caja hecha para tener “siempre a mano” una marcha para salir rápidamente de cualquier
percance; a lo que debemos sumar una economía de mantenimiento superlativa y el
organizado service que brinda Industrias Kaiser Argentina en todo el país.
Largo total 4m
Alto total 1,410 m
Ancho total 1,520 m
Peso 735 kg
Distancia entre ejes 2,270 m
Trocha delantera 1,216 m
Trocha trasera 1,38 m
Despeje del suelo 0,145 m
El coche probado era un Renault Gordini producido por IKA tipo DA-
2V 36254 fabricado en 1963. Fue recibido con 104 km y devuelto con
3.638 km, con lo que el kilometraje total de la prueba fue de 3.534 km.
Chapa nº 678.508 de la Ciudad de Buenos Aires, serie nº 00864, motor
nº 3002947.
x
Prueba de Aceleración
De 0 a 20 km/h 2 1/5 s
De 0 a 30 km/h 3 1/5 s
De 0 a 40 km/h 4s
De 0 a 50 km/h 6 1/5 s
De 0 a 60 km/h 8 2/5 s
De 0 a 70 km/h 12 2/5 s
De 0 a 80 km/h 15 s
De 0 a 90 km/h 18 s
De 0 a 100 km/h 20 s
De 0 a 110 km/h 23 s
x
Trepada
En 1ra 22 %
En 2da 12 %
En 3ra 10 %
En 4ta 5%
x
Prueba de Empuje
Se comprueba aquí el empuje máximo que recibe el automóvil en cada
marcha, por medio de un instrumento de precisión llamado
Performance Meter marca Tapley. Las mediciones resultan en Libras
de empuje por tonelada de automóvil.
En 1ra 20 a 25 km/h 420 lb/ton
En 2da 50 a 55 km/h 230 lb/ton
En 3ra 65 a 70 km/h 200 lb/ton
En 3ra 80 a 85 km/h 100 lb/ton
x
Prueba de Frenado
Reacción Efectiva Total
De 20 a 0 km/h 3,9 m 1,3 m 5,2 m
De 30 a 0 km/h 5,8 m 4,6 m 10,4 m
De 40 a 0 km/h 7,7 m 8,0 m 15,7 m
De 50 a 0 km/h 9,7 m 9,7 m 19,4 m
De 60 a 0 km/h 11,6 m 14,8 m 26,4 m
De 70 a 0 km/h 13,6 m 22,1 m 35,7 m
De 80 a 0 km/h 15,5 m 27,3 m 42,8 m
De 90 a 0 km/h 17,5 m 32,1 m 49,6 m
De 100 a 0 km/h 19,4 m 40,5 m 59,9 m
x
Pruebas de Consumo
Realizadas sobre ruta y ciudad, estableciendo consumos a distintas
velocidades.
En ciudad 8,5 litros cada 100 km
En ruta 7 litros cada 100 km
x
Visibilidad
Un conductor de 1,75 metros puede ver el suelo a 4,70 metros hacia
adelante y a 5,40 m hacia atras. Y 4,05 m hacia la derecha y 1,30 m
hacia la izquierda.
x
Diámetro de Giro
Derecha 8,25 metros
Izquierda 8,40 metros
x
Slalom o Maniobrabilidad
Esta prueba consiste en recorrer 100 metros sorteando conos, ubicadas
distantes 10 metros una de otra. En el caso del Gordini, empleo 13,3
segundos, a una velocidad promedio de 27,6 km/h.
Test del Renault 1093
©PARABRISAS, Agosto 1965
De nuestra redacción surgió la iniciativa de hacer un test de una unidad 1093 tal como se
vende el “kit” de modificaciones al público. La iniciativa fue recogida por Industrias
Kaiser Argentina con el resultado de que sobre un Gordini común la División
Competición practicó las modificaciones correspondientes.
La estética es ya muy conocidas por todos. Nos corresponde decir, sin embargo, que
aunque los años han pasado, la línea sigue siendo, si no ya ultramoderna, aun fluida y
agradable. En el conjunto, opinamos que se destaca, en forma acaso excesiva, el baúl. El
espacio de vidrios es menor que el que correspondería a un diseño más moderno; este
aspecto tiene influencia en la velocidad total. Sin embargo, la relación entre alto, largo,
distancia entre ejes, etc., es armónica y agradable.
El coche es bastante espacioso adelante; al no haber caja de velocidades que abulte en el
piso de adelante, resulta amplio el espacio para las piernas de los ocupantes en ese sector
del vehículo. En cambio hay muy poco lugar para los pasajeros de atrás. En la unidad
que tuvimos a nuestro cargo objetamos vivamente los asientos. Son excesivamente (e
inútilmente) altos y además no ofrecen ningún apoyo lateral. Se los promociona como
“butacas”, pero no lo son, al menos en la concepción automovilística del término. Su
calidad es buena, pero su formato y su altura no merece este calificativo. Esa altura
precisamente funciona en contra de la comodidad de manejo, que es buena pero obliga al
conductor a agacharse para mirar por debajo de las viseras parasol. Las puertas son
chicas, las delanteras aceptablemente cómodas, las posteriores menos buenas. El baúl,
sumamente espacioso y de gran utilidad. La visibilidad es regular. Para adelante los
parantes del parabrisas obstruyen bastante. Para estacionar, ningún problema. El espejo
retrovisor cubre un espacio bastante reducido. Las viseras parasol están demasiado bajas
y obligan a rodinescas contorsiones por parte del conductor. Desde el puesto del
conductor se puede ver la totalidad del camino a 4,20 metros hacia adelante y a 6,24
metros hacia atrás.
La terminación es excelente. En nuestra tabla de evaluación, uno de los puntajes más
altos corresponde precisamente a este rubro. La pintura era gris acero con un filete azul,
muy elegante aunque un poco “seria” para un coche de ribetes deportivos como el
Gordini. La terminación de la pintura era realmente impecable. Tuvimos oportunidad de
ver un R 16 “made in France” y el Gordini-IKA era muy superior en terminación. El
tapizado era de color discutible pero también de excelente factura.
Los controles del 1093 son convencionales. Los habituales tres pedales, pequeños pero
con adecuada separación entre sí, y el volante negro, de dos rayos, con aro moleteado. En
la columna de dirección, la llave combinada de luces y bocina, y la del indicador de
viraje. El freno de mano estaba ubicado entre los asientos delanteros. Es efectivo y se
destraba con facilidad. El tablero tiene velocímetro con cuentakilómetros, sin
“giornaliero”, medidor de nafta, medidor de temperatura, y luces de alarma para dínamo
y presión de aceite. Además, como parte del equipo 1093, había un cuentavueltas Jaeger,
muy lindo, preciso, estable y de fácil y agradable lectura. El tablero se ilumina con una
llave que, puesta en posición de actuar, permite que se encienda la iluminación del
tablero cuando el conductor acciona las luces del auto. El limpiaparabrisas es eléctrico.
En el 1093 no hay cebador. Las luces de cabina se encienden al abrirse las puertas
delanteras, o al girar la cazoleta plástica de la luz. El sistema tiene cierta comodidad, pero
su aspecto es de mal gusto. Nuestros furibundos anatemas caen sobre la llave de
comando de luces y la palanca de cambios.
El 1093 no es un automóvil para todos. Hay que usar mucha palanca de cambios y tener
el motor siempre arriba de las 2.500 rev/min, preferiblemente 3.000. El embrague y el
acelerador son “deportivos”, vale decir duros y celosos. Manejar con suavidad exige
mucha concentración. Si el conductor acepta la falta de elasticidad del motor y las
durezas de los pedales comentados, el 1093 lo retribuye adecuadamente; conducido con
conocimiento de causa y con entusiasmo, se convierte en un pequeño bólido muy difícil
de superar en el tránsito ciudadano. Bien manejado, no hay con qué darle. La dirección
es bastante liviana y agradable. Los frenos, muy buenos. No teniendo cebador había que
arrancar previos golpes al acelerador para activar la bomba de pique; tras esta ceremonia,
arrancaba instantáneamente, pero no había caso de echar a andar hasta que el motor no
se hubiera calentado perfectamente. El 1093 es chiquito, pero tiene una personalidad
muy definida...
Debemos confesar que la estabilidad nos decepcionó. Hicimos varias pruebas con
distintas presiones de gomas sin lograr superar totalmente un problema de violento
despegue de la cola, en momentos imprevistos y peligrosos. Hasta cierto punto, vira muy
bien, pero su performance en curva muy fuerte no es óptimo. Steven nos informa que ese
problema se soluciona totalmente con gomas especiales tipo Cinturato o G 8. En línea
recta siente poderosamente la influencia de los vientos cruzados, y deben hacerse
continuas correcciones para tenerlo en línea. En cambio, el motor funciona a la maravilla;
a cualquier régimen zumba como una abeja contenta, dando una máxima seguridad y
confianza. Pensamos que la velocidad lógica de crucero es de 120 km/h (5.000 rev/min
en cuarta), que ya es bastante decir. La posición de manejo no es cansadora. Los faros son
buenos, tanto en la posición “de cruce” como “de carretera”. Los frenos son los mismos
del Gordini; resultan perfectamente adecuados para su tarea y detienen el coche
prestamente y sin desviaciones.
Pasando cierto límite, los km/h son caros. Debido al carburador de dos bocas, el 1093 no
es un vehículo particularmente económico. Sin embargo, quien transforma en 1093 un
Gordini, poco ha de preocuparse por un litro más o menos. La performance adicional del
1093 respecto al Gordini común podrá no parecer brillante, pero puede ser evaluada por
quien conoce bien lo difícil que es ganar un km/h más. El 1093 está muy por encima de
sus competidores. El motor no es elástico; recién a las 2.500 rev/min aparecen los
primeros síntomas de potencia y no se “afirma” el andar hasta pasadas las 3.000. En todo
momento dio una sensación de total seguridad y suavidad en el andar. Careciendo de
cebador, su funcionamiento no es correcto a menos que se halle a la temperatura
adecuada.
La accesibilidad al motor es muy buena; por la ubicación puede trabajarse cómodamente
arriba en operaciones de rutina como platinos, carburador, válvulas, etc. El filtro de aire
y el de aceite están a la vista y son de fácil servicio. La rueda de auxilio está alojada en
una bandeja debajo del capó frontal, donde no afecta el espacio disponible para equipaje.
“Nuestro” Renault tenía lavaparabrisas a botón de goma, alojado en posición algo
incómoda. La radio es realmente excepcional por su voz y su potencia. Era factible usarla
aun con la antena totalmente rebatida. La antena estaba colocada del lado del conductor,
de modo que éste tenía la posibilidad de extraerla sin moverse de su asiento. Sobre el
cuentavueltas ya hablamos, elogiándolo sin retaceos. La calefacción es sencilla de operar
y sumamente efectiva, con soplador y desempañador. Frente al cantarino zumbido del
motor, no molesta el tono del ventilador, que por lo demás no es fuerte. Las puertas
tienen bolsillos, de muy poca profundidad. La bocina es de dos tonos, que pueden
elegirse mediante una llave selectora.
Resumiendo, el 1093 es un autito de ágil andar y conducción muy satisfactoria; es
indispensable encarar su conducción con un claro sentido deportivo y una dosis
necesaria de conocimiento de causa. En ciudad, correctamente manejado, es agilísimo;
pero es necesario ejercer suma prudencia en los virajes, pues pasada cierta etapa de
transición, el sobreviraje llega con fulmínea rapidez. Unánime reprobación mereció la
palanca de cambios, de inusitado movimiento “loco” y de escasa precisión en los
cambios de marcha, especialmente de 2º a 3º. Los otros controles, aceptados.
Fundamentalmente, una gran ventaja: las modificaciones efectuadas al motor cuentan
con el pláceme de la fábrica.
Prueba de Aceleración.
El 1/4 de milla en 15 s
De 0 a 500 m 20 s a 110 km/h
0-100-0 km/h 22,6 s
x
Prueba de Reacción.
En III - 40-80 km/h 11 s
x
Prueba de Empuje
Se comprueba aquí el empuje máximo que recibe el automóvil en cada
marcha, por medio de un instrumento de precisión llamado
Performance Meter marca Tapley, tipo R. Las mediciones resultan en
kilogramos de empuje por tonelada de automóvil.
En 2da 190 kg/ton a 50 km/h
En 3ra 125 kg/ton a 70 km/h
En 4ta 50 kg/ton a 95 km/h
x
Prueba de Arrastre
Esta es la más interesante de las pruebas realizadas con el Tapley,
dado que con ella se obtiene una clara idea del arrastre o frenaje que
efectúan sobre el automóvil sus rodamientos, engranajes y
condiciones aerodinámicas. Se realiza con el aparato en posición,
llevando el automóvil hasta una velocidad de 100 km/h, y apretando
el pedal de embrague, para desconectar el motor de las ruedas
motrices, pero dejando que éstas sufran el frenado producido por el
arrastre de los engranajes de la caja de velocidades. Cuanto menor sea
el arrastre, mayor es la cantidad de HP del motor que llegan a las
ruedas motrices. Esta medición es independiente del peso del auto.
En el caso del Renault 1093 fue de 46 kg/ton.
x
Prueba de Frenado
La prueba se refiere al aguante y la capacidad de recuperación de los
elementos frenantes, y se realiza deteniendo el automóvil a 0 desde los
80 km/h, diez veces consecutivas sin dejar que las campanas y demás
elementos se enfríen y recuperen su eficacia original. De este modo, se
obtienen diez mediciones de distancia de frenado, que irán creciendo
a medida que aumente el número de mediciones. Hasta este Road
Test, las frenadas se producían a partir de determinado punto de
referencia conocido de antemano por el piloto; pero pretendiendo
reflejar la más absoluta realidad, esto es, incluir el tiempo de reacción
de quien pilotea, decidimos que el impulso motor de señal para iniciar
la frenada sea imprevisto. Este tiempo de reacción, aceptado
técnicamente como 0,5 segundos para un hombre de reflejos
normales, determina que el vehículo que se desplaza a velocidades
uniformes recorra espacios determinados. Estos espacios son 2,7
metros a 20 km/h, 5,5 a 40, 8 a 60, 11 a 80, 14 a 100 y 16,5 metros a 120
kilómetros por hora. En consecuencia, la distancia total de frenado se
debe desdoblar en la distancia recorrida en el tiempo de reacción más
la distancia efectiva de frenado. Esta última es la que realmente
necesita el vehículo para detenerse. El sistema adoptado para los
frenajes es el siguiente: el navegante, o copiloto, dispara una pistola
cargada con proyectiles de tiza apuntando al suelo. De este modo
queda indicado en el suelo el lugar a partir del cual comenzó el
proceso. El auto se detiene, se mide y se anota. En la tabla de abajo, la
primera columa indica la distancia recorrida en el tiempo de reacción;
la segunda la distancia efectiva de frenado, y la tercera indica la
distancia total recorrida, esto es, la suma de las dos cifras anteriores.
Reacción Efectiva Total
De 20 a 0 km/h 2,7 m 1,8 m 4,5 m
De 40 a 0 km/h 5,5 m 5,4 m 10,9 m
De 60 a 0 km/h 8,0 m 16,8 m 24,8 m
De 80 a 0 km/h 11,0 m 31,0 m 42,0 m
De 100 a 0 km/h 14,0 m 45,3 m 61,8 m
x
Pruebas de Consumo
Realizadas sobre ruta y ciudad, estableciendo consumos a distintas
velocidades (con nafta común exclusivamente).
En ciudad 10 km/l
En ruta a 80 km/h 14 km/l
En ruta a alta velocidad (120) 12 km/l
x
Prueba de Impermeabilidad
Se registraron filtraciones debajo de las puertas, pero en general, en
este aspecto, el coche respondió muy bien
x
Diámetros de Viraje
Hacia la izquierda, 8,75 metros; a la derecha, 8,30 metros.
x
Soy poseedor de un Renault Dauphine, y he visto en el número de junio que en el artículo “No
aprenda a no manejar”, ustedes dicen que en los coches de tres velocidades, cuando se anda
despacio, 20-30 kilómetros por hora, hay que poner la “segunda”. Yo desearía saber qué debo
hacer cuando la velocidad es aún más baja, menos de 10 km/h, ya que la primera no puede
ponerse sino cuando el coche está totalmente detenido. De lo contrario “ronca” la caja. Si se desea
continuar con la segunda, por lo general tironea y casi siempre termina por detenerse. Yo he
optado por embragar e ir acelerando despacio, soltando lentamente el embrague, pero temo que
esto no sea muy correcto. (Propietario de Capital Federal)
Respuesta de Parabrisas (1961): Se puede colocar la “primera” en el Dauphine cuando éste anda
muy despacio, pero hay que hacer la operación conocida como “doble embrague”. Hay que
embragar, soltando el acelerador y pasar la palanca a punto muerto.; acelerar; luego repetir la
operación pasando la palanca a primera, pero acelerando el motor tanto como estaría andando si el
coche se trasladara a esa velocidad en primera. Claro, lo ideal sería que el Dauphine tuviera la
primera sincronizada y/o cuatro velocidades..., pero con un poco de práctica se logra hacer el
“doble embrague”. Lo que no debe hacer bajo ningún concepto es “patear” el embrague como
usted dice; lo destruirá muy pronto. Este es tal vez el error más grande de conducción que se
puede tener, en cuanto se refiere a la conservación mecánica del auto.
En una mesa de café, un ingeniero, refiriéndose al automóvil Renault Dauphine, dijo que, de
acuerdo con el diseño de la carrocería, no se le puede colocar portaequipaje porque obstruye la
entrada de aire al motor, que va en popa. Yo digo que entre el portaequipaje y el techo queda una
luz de más de cinco centímetros, además, la parrilla de este motor está ubicada en la parte
posterior de la carrocería y abajo.
Respuesta de Parabrisas (1962): Toda esta cuestión de portaequipajes en coches de motor atrás
nació por el Volkswagen, algunos de los cuales fueron equipados con portaequipajes de muy poca
altura relativa al techo; además, el Volkswagen es enfriado a aire. No obstante, nos pusimos en
contacto con IKA y nos contestan: «Cumplimos en llevar a vuestro conocimiento que pueden
utilizarse sin dificultad portaequipajes en el Renault Dauphine... Por otra parte, queremos destacar
que la distancia entre el techo del vehículo y el “piso” del portaequipaje está dado por los
fabricantes de los mismos, no sólo para prevenir daños al techo de la unidad, sino para
proporcionar el suficiente espacio que permita el pasaje de la corriente de aire, máxime si se trata
de vehículos con el motor en la parte posterior del vehículo.»
Perkins hizo 132,650 km/h en el tramo Pilar-Río Cuarto. ¿Puede dar tanto el Dauphine?
Respuesta de Parabrisas (1963): No era un Dauphine normal, ni siquiera un Gordini, sino un
“1093” llamado así no por su cilindrada sino por el número de fábrica que corresponde a ese
modelo. Tiene más compresión que el Gordini, mayor reglaje del árbol de levas, etc., y rinde 55
HP, con una velocidad tope de aproximadamente 150 km/h.
Tengo un Dauphine ’62 y estoy muy satisfecho... 1) ¿Conviene quitar el termostato en verano?
Así me aconsejaron. 2) ¿A cuánto puede hacerse un rebaje de 3º a 2º, efectuando doble embrague?
3) ¿Qué ocurre si se pasa de 3º a 2º a 70-75 km/h? 4) ¿Se consigue más velocidad al reducir la luz
de válvulas? 5) ¿Cuántos kilómetros más puede dar un Renault forzando un poco el motor? 6) El
motor, ¿puede girar a más de 4.200 rev/min? ¿Cuál sería la máxima? (Propietario de San Nicolás,
Provincia de Buenos Aires)
Respuesta de Parabrisas (1963): 1) No, no conviene. Si el termostato funciona mal, hágalo revisar,
pero no lo saque, porque hacerlo acorta inútilmente la vida del motor. 2) La segunda velocidad del
Dauphine es sincronizada y no es necesario hacer doble embrague para el rebaje 3º-2º.
Teóricamente puede hacerse el rebaje hasta la máxima en segunda, que es de 80 según nuestro
test. 3) Si la operación está bien hecha, no pasa nada, pero hay que acelerar el motor a fondo
cuando se hace el rebaje. Sirve únicamente para frenar el auto en montaña, porque a 70-75 el
coche ya no tiene “resto” para picar. No recomendamos que usted rebaje mucho más allá de los
60. 4) Lo que conseguirá es quemar las válvulas de escape. Éstas se calientan enormemente
durante su trabajo, y la única oportunidad que tienen de comunicar un poco de temperatura es
cuando tocan su asiento en la culata de cilindros (o en el block, caso de un auto con válvulas
laterales). Si usted reduce el juego, las válvulas no llegan a tocar y entonces se estropearán. Este
será el precio que usted pagará por un discutible y transitorio aumento de performance. 5) ¿Qué
quiere decir “forzando un poco el motor”? Según la puesta a punto, estado general, etc., cada auto
tiene una velocidad máxima que se obtiene acelerando el motor a fondo. Más allá no puede
llegarse a menos que se modifique algo del motor. 6) Si, puede superare las 6.000 rev/min, pero
no durará mucho si anda así.
Supongamos un coche con cebador automático, como puede ser el Dauphine. Cuando el motor se
pone en marcha en frío, ¿conviene esperar a que regule normalmente antes de partir, o puede
echarse a andar no bien el motor comience a funcionar? (Lector de Lomas de Palomar, Provincia
de Buenos Aires)
Esta es una de las preguntas que más frecuentemente nos hacen y una de las que más cuesta
contestar debido a la falta de unidad de criterio entre los mismos fabricantes, algunos de los cuales
aconsejan no partir hasta que el motor no se haya entibiado, mientras que otros recomiendan salir
en cuanto el motor se haya puesto en marcha. Hemos examinado el manual del Dauphine, no
encontrando referencia alguna sobre este tema. ¿Qué es lo que hacemos nosotros en arranques de
tiempo frío? Un término medio; dejar calentar el motor, acelerándolo muy, muy suavemente,
durante unos treinta segundos más o menos. Después salir, andando muy despacio y usando
mucho la caja de velocidades, durante los primeros tres o cuatro kilómetros por lo menos.
Tengo un Dauphine ’61 recién rectificado. Sufre autoencendido... ¿Por qué será? ¿Qué bujías me
conviene usar? ¿Puedo usar aceite multigrado? ¿Perjudica al motor el autoencendido?
Respuesta de Parabrisas (1964): No conviene rectificar un Dauphine; es más conveniente
reemplazar las camisas por otras nuevas, usando elementos “0 km” de fábrica. Tal vez el motor
rectificado haya quedado muy duro. El autoencendido podría también ser debido a bujías
inadecuadas; el manual recomienda AC 45 F8 o equivalentes den otras marcas.
1) Cuando pongo el motor en marcha, estando frío, siento un golpe bastante fuerte, que desaparece
al calentarse el motor. 2) Con frecuencia debo cambiar los bujes del distribuidor debido al juego
que adquiere el eje. ¿Pueden colocarse tres bujes en lugar de dos? 3) Según tengo entendido, en
Buenos Aires los Dauphine llegan a los 80.000 kilómetros. Aquí, con buen trato, no llegan a los
50.000, debido a los caminos de tierra. ¿Qué me sugieren hacer con el filtro? 4) Cuando el coche
pasa por un lomo de burro a 40, golpea un amortiguador trasero. Se lo ha revisado y
aparentemente no tiene nada. 5) Mi modelo no vino provisto de filtro de aceite. ¿Es
imprescindible? 6) Frecuentemente, el coche atraviesa charcos de agua bastante grandes. ¿Debe
engrasarse cada vez que eso suceda? 7) Mi mecánico modificó el sistema de acelerador
obteniendo una sensible mejoría. Cambió el cable por una cuerda de piano; alargó el extremo
posterior; cambió el resorte por uno más blando colocado en el extremo anterior del balancín. 8)
¿Qué vida tiene una batería? La mía tiene ya tres años y hasta el momento no la he hecho cargar.
9) Mi Dauphine tiene un garaje medio subterráneo. ¿Afecta al motor estar continuamente entrando
y saliendo?
Respuesta de Parabrisas (1964): 1) Probablemente sea juego en el perno de un pistón o cabeceo
del pistón mismo. Si desaparece al calentarse el motor, no es grave. Puede seguir andando. 2)
Debe haber algo anormal en su motor. No tenemos a mano un despiece que nos permita opinar si
es posible o no colocarle tres bujes al eje del distribuidor. 3) El kilometraje útil entre reparaciones
depende exclusivamente del tipo de manejo. Evidentemente el uso en caminos de tierra influye
desfavorablemente, pero eso ocurre con cualquier auto. Recomendamos que haga frecuentes
servicios de filtro de aire. 4) Si usted está seguro de que el ruido es de amortiguador, pruebe
cambiando los soportes (“ojos”). Es muy posible que “probando” no se determine nada, porque la
fuerza necesaria para hacer golpear el amortiguador es muy superior a lo que un mecánico puede
lograr con la mano. 5) Imprescindible no, pero es importante o, digamos, “no está de más”. Si
quiere colocar uno, no será, seguramente, plata desperdiciada. Por lo pronto le permitirá duplicar
los intervalos entre cambios de aceite... y con lo que cuesta el lubricante... 6) Tanto como eso no,
pero tenga presente las veces que cruza charcos para calcular la frecuencia del engrase. 7)
Tomamos nota de su comentario. 8) La vida útil de una batería depende del correcto
mantenimiento, de la periódica limpieza de los bornes, y del correcto funcionamiento del sistema
eléctrico del coche. También influye el hecho de que se mantenga siempre con algo de carga, es
decir, que se piense que andando despacio con las luces prendidas, se descarga, que el uso
prolongado de la radio también la descarga si el motor no está funcionando para reponer, etc. Por
eso eran tan útiles los amperímetros que los autos traían antes. Tres años es, de todos modos,
bastante. Puede considerarse usted muy satisfecho. 9) Subir una rampa no es lo ideal para un
motor frío. recomendamos que lo deje entibiar antes de subir. Cuando el motor está caliente, no
hay absolutamente ningún problema.
Tengo un Dauphine ’61. Con el mismo recorrí Córdoba, San Luís, Mendoza (hasta Puente del
Inca), San Juan, La Rioja, Buenos Aires, etc., cubriendo casi 30.000 kilómetros sin mayores
problemas, a no ser cambio de bujías, un platino, dos cubiertas. Mi Renault tiene filtro de aceite y
hago los cambios entre 2500 y 3000 km, usando Supermovil 20. Cambio filtro cada dos cambios
de aceite y no tengo que agregarle entre cambios. Ando entre 70 y 90, y uso nafta común.
Para los propietarios que se quejan de que entra tierra, aconsejo lo siguiente: quitar asiento y
respaldo traseros, quitar la felpa y un cartón que está pegado a la chapa, donde apoya el respaldo,
y limpiar la chapa con cepillo de acero. Allí encontrarán por lo menos 20 agujeros por los cuales
asoman unos broches de alambre que sostienen unos cartones que están del lado opuesto. Por esos
agujeros penetra mucha tierra al interior del auto, debido a la presión de aire que se produce en la
cámara que está entre el ventilador y el apoyo del respaldo. Para tapar esos agujeros, córtese
trozos de arpillera de unos diez centímetros de lado, póngase un trozo sobre cada agujero y con un
pincel viejo y brea caliente, se pinta sobre la arpillera hasta que ésta se adhiera a la chapa, y así
con los demás agujeros. Una vez terminado, córtese una arpillera usando como molde la felpa que
se había retirado, estírese bien sobre los demás parches y aplíquese otra mano de brea sobre la
misma. Para terminar, péguese también la felpa a fin de evitar ruidos. (Propietario de López, Santa
Fe)