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Jeon Empire Kookmin 308749664
Jeon Empire Kookmin 308749664
kookmin
Autor: ㅤ
Veröffentlicht: 2023
✘ Prólogo
✘ 01
Jeon Jungkook sólo necesitaba dos palabras para describir lo que sus ojos
veían sin emoción alguna. Los anillos de sus dedos eran, tal vez, la mayor
distracción hasta ahora, jugando impaciente con ellos, carcomiendo su
calma e indiferencia.
El hombre de aspecto desaliñado y dudosa procedencia genética, le miraba
con miedo y arrepentimiento, era ese tipo de mirada que Jungkook
detestaba con su vida. No le gustaba ver lastima en los ojos de sus
depredadores, porque, no era el hecho de que se estuviera mofando de su
presencia y actuase como un lunático, víctima de las palabras dañinas y los
golpes duros que en su anatomía débil y huesuda recibía, no. Era el hecho
de que, aún dándole la confianza de recibir dinero de su parte, le
traicionaran como si de un niño infantil se tratase.
Y es por eso, y mucho más, que ahora mismo su paciencia comenzaba a
limitarse en segundos.
Y esos segundos estaban por explotar.
—S-señor Jeon... —musitó el sujeto, mirándole fijamente, esperando que
ese poderoso hombre de cabello negro y ojos filados, tuviese un poco de
piedad con él. Pero aquello se veía imposible, y lo sabía a la perfección.
Jungkook detuvo el juego con sus anillos y miró fijamente al hombre, tan
miserable y cobarde como siempre.
—Te he dado mi confianza, Garret. —su voz, tan ronca y áspera como un
trapo seco después de días al sol—. Has robado mi dinero, tomado mis
joyas y me has visto la cara de idiota todo este tiempo.
El hombre volvió a negar con su cabeza, los intentos fallidos de liberarse
sólo aceleraban mucho más su ritmo cardíaco. Jungkook no tenía tiempo
para estas cosas, estaba cansado, tenía hambre, y quería acabar de una
vez con esta absurda y estúpida reunión.
—Perdóneme, por favor. Le prometo, señor... le prometo que jamás volveré
a hacer algo como eso. Y-yo... tengo esposa y 2 niñas, ellas me necesitan,
necesitan a su padre ¡Por favor tenga piedad de mí!
La coraza que Jeon tenía en su rostro y porte, le daba más pase al sujeto
de sentirse intimidado y atemorizado, porque sabía que no podría
convencer a un mafioso tan peligroso como él, de perdonarle la vida, esto
no era una película de acción, no era un cuento de hadas.
Esto era la realidad, y lamentablemente, su destino.
Jungkook se levantó de la silla con sumo cuidado, arreglando lentamente
las mangas de su camisa blanca y ajustando los botones de su chaqueta.
Tronó su cuello, y tras pararse al lado de su guardaespaldas, le quitó el
arma de las manos y se encargó él mismo de preparar las balas.
Los ojos de Garret se abrieron como si hubiese visto un fantasma, o como
si su vida hubiera pasado frente a sus ojos, estaba tan asustado, que
incluso el líquido amarillento rodó por sus pantalones hasta formar una
mancha en ellos. Jungkook formó una mueca de asco, rodando sus ojos y
mascullando un "que asco" entre sus dientes.
—¡Por favor, se lo pido, tengo hijas, por favor! —gritos y más gritos de
piedad era lo que pedía sin cesar. Jungkook estaba harto de esto, harto de
su voz diciendo más mentiras, harto de personas como él.
Sólo le hacían perder el tiempo.
—¿Cuál era tu mayor deseo cuando pequeño, Garret? —la pregunta tomó
por sorpresa tanto al sujeto como a sus guardias.
El hombre, titubeante y tembloroso, respondió. —Yo... quería ser un
hombre millonario y respetado en la alta sociedad, darle a mi familia una
buena vida y a mis hijas un mejor futuro.
Adorable, sí. Pero aquello no iba a causarle remordimiento a Jungkook, por
más que aquel hombre se esforzase en ello, él era un Alfa de palabra.
Y leal a sus trabajos.
Nada ni nadie podría hablandar su corazón, jamás.
—Ese es un sueño muy alentador, señor Garret. —comentó con la voz
suave y apacible—. Pero es una lastima que sólo se quede en eso, simples
sueños frustrados de hombres desesperados.
Y sin que aquel Alfa de doble moral pudiese decir alguna palabra para
defender su vida, el arma, entre los largos dedos de Jungkook, ya había
sido presionada y la bala disparada en dirección a la frente de Garret.
La sangre salpicó su traje, pero Jungkook le restó importancia a esto. Una
vez acabada su tarea, le lanzó el arma a Mingyu y salió indiferente de la
habitación.
Yendo hacia su auto, se despojó de la chaqueta sucia y la tiró en el suelo,
Mingyu lo siguió, recogiendo las prendas y entrando al vehículo para
conducir.
—Diles a los demás que se encarguen del cuerpo, tirenlo al mar o
simplemente... Quemenlo. —habló el Alfa, quitándose el costoso reloj de su
muñeca y colocando otro que tomó de la maleta puesta a su lado.
—Sí, señor. —acató Mingyu— Por cierto, tengo la dirección que me pidió.
¿Quiere que lo lleve hasta allá o...?
—Llévame, y encárgate de que nadie reconozca la placa del auto.
—Sí, jefe.
Cuando Mingyu encendió el auto, dio camino hacia los barrios bajos de
Japón, una pequeña parte de la gran ciudad, donde habitaban, en su
mayoría, personas con muy bajos recursos económicos, algunas con
familias numerosas, y otras en compañía de la soledad.
Jungkook se dedicó a mirar por la ventana del auto, ausente de la
conversación que Mingyu tenía con uno de sus guardias por medio del
auricular. Su mente estaba en blanco, únicamente pensando en lo que
tendría que hacer durante esta semana, los viajes que tendría, los vuelos
que tomaría, y un sinfín de cosas que prefería no mencionar por la paz de
su lobo y él.
A sus 26 años de vida, jamás había deseado tanto un descanso como
ahora. Cuando sólo era un cachorro, tuvo que ver a su padre, un poderoso
y temible mafioso japonés, fundador y líder de la mafia Yakuza, apoderarse
de más de mil terrenos, matar a más de doscientas mil personas, familias,
parejas, niños. Era una larga lista que Jungkook prefería ignorar de vez en
cuando.
Había sido difícil adaptarse a una vida llena de armas y contrabando, sin
embargo, cuando entró a la adolescencia, su perspectiva fue cambiando,
su mundo empezó a girar alrededor de lo que su padre le había inculcado
desde muy joven. Jungkook ya no era un cachorro cualquiera, él era el
próximo líder de todo lo que su padre había formado desde hace años.
Con la muerte de su madre, la partida de su hermano y el asesinato de su
padre frente a sus propios ojos. Jungkook decidió tomar el lugar de su
progenitor, pero, él no planeaba ser una versión de su padre, porque,
aunque le tuviera respeto, también le tenía asco y un odio indescriptible. Le
odiaba por el simple hecho de ignorar a su madre cuando le pedía ayuda
en esa cama, abatida y asustada, débil y enferma. Jungkook vio en sus
ojos la maldad, dándose cuenta que no había piedad en él, no había
compasión y mucho menos remordimiento.
Sólo poder y ambición.
Jungkook había heredado esos pequeños aspectos de su padre, no iba a
negarlo, pero también había heredado la bondad de su madre. Y eso era
una cualidad tan pequeña y transparente en él.
Pero no invisible ante las personas que para él trabajaban.
—Llegamos, señor. —le anunció Mingyu tras estacionar el vehículo frente a
una casa casi en ruinas.
Jungkook miró por la ventana, formando otra mueca, pero esta era de
lastima y descontento.
—Saca las cosas. —le ordenó.
Mingyu salió del auto y se dirigió a la cajuela, sacó algunas cajas y esperó
la señal del Alfa para continuar. Cuando Jungkook se colocó una nueva
chaqueta y miró a su guardaespaldas, entonces el Alfa avanzó hasta la
entrada de la casa frente a ellos.
Tocó levemente la puerta, esperando paciente a que alguien la abriera.
Pasado unos segundos, la puerta se abrió, dejando a la vista una pequeña
niña de cabello rubio y grandes ojos cafés. Llevaba abrazado un oso de
felpa.
Jungkook carraspeó, mirando adentro de la casa para saber si alguien más
estaba con ella.
—Ustedes no son mi papi. —musitó la pequeña, torpe e inocente.
Jungkook miró de reojo a Mingyu y después a la pequeña.
—¿Se encuentra tu madre? —preguntó, serio.
La niña formó un puchero y cerró la puerta para regresar adentro. El Alfa
enarcó una de sus cejas, confundido ante la situación infantil que estaba
viviendo.
—¿Estás seguro que es la dirección, correcta, Mingyu? —le cuestionó al
contrario.
—Sí, señor, me aseguré antes de venir.
Jungkook suspiró comenzando a frustrarse, estaba decidido en darse la
vuelta y mandar al carajo este estúpido acto de caridad, pero entonces la
puerta volvió a abrirse, esta vez una mujer de aspecto descuidado, los
recibió
—¿Se les ofrece algo? —inquirió ella.
Jungkook inhaló profundamente antes de hablar.
—He venido por parte de su esposo, señora Garret. —mintió.
—Oh, ¿usted lo conoce? ¿es amigo de él? No suele comentarme sobre sus
compañeros de la fábrica.
El Alfa quería reír, porque le resultaba cómico que incluso a su familia les
mentía.
¿Una fábrica dice? Claro, porque ir a prostíbulos y abusar de menores de
edad era un trabajo arduo y de mucho esfuerzo.
Se recompuso al instante, mirando fijamente a la Omega.
—Le he traído algunas cosas. De seguro las necesitará.
La Omega no replicó nada, miró como el otro hombre le entregaba unas
cajas con extraña procedencia, las dos pequeñas niñas llegaron con
emoción y a la vez curiosidad.
—Vaya, no esperaba un regalo como este ¿Mi esposo lo envío? —la
Omega dudó.
Mingyu se encargó de responder esta vez.
—Es un regalo, señora, para usted y sus hijas. Esto debería servirles al
menos un mes, hay de todo un poco. No se tiene que preocupar de si su
esposo le traerá dinero para la comida, todo está ahí. —señaló las cajas.
La Omega, aún sumergida en su sorpresa, le agradeció a ambos Alfas con
varias reverencias, Jungkook se limitó a mirarla de reojo y después mirar a
las niñas que le observaba con tanta devoción.
Carraspeó, incómodo, se giró sobre sus talones y regresó al auto.
Mingyu volvió poco después y encendió el vehículo, miró de reojo a su jefe
antes de conducir de vuelta a la ciudad.
—¿Algo más, jefe?
Jungkook suspiró, mirando únicamente la ventana con vista a la casa de
esa mujer. Las niñas abrían las cajas y saltaban de emoción con los
regalos que ahí habían, entre ellas, muñecas y vestidos.
El Alfa desvío la mirada y cerró sus ojos para descansar.
—Vámonos. —pidió.
Mingyu asintió, aún sin que su jefe pudiese mirarlo. Giró el volante y salió
de aquel barrio de mala muerte.
Jungkook pensó en lo muy cansado que se encontraba, y en el tedioso
viaje que tendría que hacer mañana a Osaka en crucero, para poder recibir
lo que Kang Suhoo le debía después de tres meses en deuda con él.
Sí, sería un largo y, probablemente, un molesto día.
(♡)
Quizás los primeros caps sean algo "aburridos" Kalks perdón, pero
les aseguro que les gustará, no olviden comentaaaarr
✘ 02
La puerta fue abierta por uno de los guardias de Kang, Jimin despertó casi
al instante, sus ojos miraron con miedo al hombre, pero este simplemente
le lanzó una nueva muda de ropa, algo más provocativa. Jimin lo miró
confundido.
—Apresúrate y vístete. —fue lo único que dijo el guardia antes de cerrar la
puerta.
Jimin dudó si hacerlo, pero lo menos que quería era enojar a Kang. Había
aprendido con el tiempo que esto estaba totalmente prohibido, a menos
que no valorara su vida, claramente.
Se vistió rápido y después dio tres pequeños toques a la puerta para
avisarle al Alfa que estaba listo. El guardia lo sacó de la habitación y lo
llevó hasta el interior del crucero, se oían voces ajenas de personas y un
poco de música, Jimin entonces comprendió que no estaban solos.
Habían personas ahí afuera, personas normales, Alfas y Omegas que
probablemente no tenían ni la menor idea de que había un adolescente
secuestrado por una mafia coreana.
Y se lamentó tanto no poder gritar o pedir ayuda, porque sabía de
antemano que nadie le ayudaría.
Para cuándo abriese su boca, ya tendría un tiro en la cabeza.
El guardia se detuvo frente a otra puerta marrón, esta enseguida se abrió
por un hombre calvo que los miró a ambos con un rostro enojado. Jimin fue
empujado hacia la habitación, los ojos del Omega notaron enseguida a
Kang sentado en un sofá de cuero y a dos hombres frente a él.
Dos hombres...
—Oh, mi Omega está aquí. —dijo Kang, luciendo tan miserable como
siempre, aprovechando la debilidad de Jimin para usarlo siempre a su
conveniencia.
Siempre que estaba metido en problemas, lo traía a sus reuniones y lo
hacía pasar por su Omega, diciéndole a los invitados que él era suyo, pero
que no tendría ningún problema en compartirlo.
Y Jimin, sabiendo todo esto, se sintió aún más preocupado porque jamás
había visto a estos dos Alfas, y temía que fueran aún más peligrosos que
los anteriores.
—Ven aquí, bebé. —Kang señaló sus piernas para que Jimin se sentara en
ellas.
El Omega tragó grueso y caminó hacia el Alfa, su cadera fue tomada por
Kang para sentarlo en su regazo, fue entonces que Jimin plantó sus ojos al
frente y los vio.
O mejor dicho, lo vio a él.
Era, quizás, el hombre más precioso que sus ojos pudieran haber visto, su
mirada seria e indiferente le dejaba una sensación agridulce en su paladar,
pero que de algún modo volvía loco a su lobo. Era atractivo en todos los
sentidos, tenía múltiples perforaciones en sus orejas, un cabello corto y
peinado tan sutil hacia atrás, dejando ver sólo un pequeño mechón
perfectamente doblado en su frente. Llevaba un traje negro con los botones
abiertos, los labios fruncidos y el ceño arqueado hacia abajo.
Sí, era el Alfa que todo Omega quería, pero que Jimin sabía, no era
apropiado para él. Y que, probablemente, lo usaría después de que Kang
dijera las palabras mágicas.
Siempre sucedía lo mismo con él, ¿qué le aseguraba que este hombre no
fuese igual?
—Es inesperada su llegada tan pronto, señor Jeon, nunca pensé que se
tomaría la molestia de venir aquí. —le dijo Kang al Alfa.
Jimin estaba sorprendido de su tono de voz, es como si quisiera ser
cuidadoso porque sabía que iban a matarlo.
El hombre nombrado como Jeon, le dio una fría mirada a Kang, se notaba
que no era como los demás, Jimin vio algo en su mirada, un poco más
calculadora que el resto.
—Le avisé con sus hombres que vendría personalmente, señor Kang
Suhoo. ¿Qué le sorprende exactamente?
Su voz, su jodida y espectacular voz. Jimin abrió sus ojos con el eco de su
acento retumbando en su cabeza, parecía un hechizo inconsciente, incapaz
de controlar aún estando sobre el regazo de otro hombre.
Kang soltó una pequeña risita y enseguida guió su mano al muslo de Jimin,
aquella acción dejó al Omega tenso, y por supuesto, Jungkook se dio
cuenta de ello. Así como también se dio cuenta de las marcas en el cuello
del rubio, su ojo morado, y los nudillos lastimados, había incluso sangre
seca.
Entrecerró sus ojos y después miró a Kang.
Él lo había visto todo, y sonrió, porque en su pobre y vacía cabeza, creía
que Jungkook quería a Jimin para él, lo cual era maravilloso, porque de
este modo se salvaría de una deuda que no podía pagar.
—Entonces, ¿de cuánto estamos hablando? —le preguntó al Alfa.
Jungkook ladeó su cabeza, aburrido.
—Ya debería saberlo.
Kang volvió a reír.
—Es cierto, a veces me olvido. Verá, el negocio ha sido difícil estos meses,
es decir, no muchos quieren su droga, y no es que sea mala... pero ya
sabe, hoy en día quieren algo con mejor calidad.
Jungkook evitó sonreír, pero aún así lo hizo, Mingyu le dio una mirada
fugaz, sabía lo que venía, estaba preparado para ello.
Jungkook lamió sus labios lentamente, acto que llamó la atención de Jimin.
—De mejor calidad. —repitió, calmado— Comprendo completamente lo
que dice, es una lastima que mi mercancía no haya superado sus
expectativas en este negocio, aún así... se me hace raro que usted, siendo
un hombre con muchos trabajadores, no haya podido vender todo lo que le
entregué en sus manos. —Kang tragó saliva—. Es decir, llevo un control de
lo que vendo y lo que mis compradores venden, y casualmente su negocio
aumentó el 5% gracias a mí. Entonces, recapitulando todo lo que dijo,
¿está seguro que no vendió todo lo que le dí?
Jimin estaba sorprendido con la calma y vehemencia con el que ese
hombre hablaba y actuaba. Llevaba consigo una calma tan siniestra,
entendía ahora porque todos estaban alterados hoy.
Tenían motivos para sentir miedo.
—Es un hombre precavido, admiro eso de usted. —dijo Kang poco
después—. Le ofrezco mis disculpas, si aún acepta mi dinero, le doy el 3%
de lo que he vendido, y como regalo extra... —su mano subió a la cintura
de Jimin—. Le ofrezco también a mi Omega, es bueno en todo lo que le
pida, también es obediente y le dará la mejor noche de su vida.
Jimin miró a Kang con ojos suplicantes, pero el hombre ignoró esto, no le
importaba que tuviera miedo, con tal de salvar su trasero, era más que
suficiente.
Jungkook inhaló hondo y observó de reojo a Jimin, el Omega formó un
pequeño puchero negando con su cabeza.
—Entiendo. —murmuró Jeon antes de colocarse de pie—. Lastimosamente
no me gustan las personas que le pertenecen a otras, soy exclusivo con lo
mío, no me gusta compartir. Es una lastima que tengamos que llegar a este
punto, señor Kang, pero soy un hombre ocupado y mi principal objetivo
aquí, es usted.
Tras decir aquello, Mingyu sacó su arma y apuntó a Kang, enseguida todos
sacaron sus armas y se apuntaron unos con otros. Jimin fue tomado por
Suhoo mientras apuntaba a su cabeza.
¿Qué mierda estaba haciendo?
—Noté como lo miraba, ¿está seguro que no lo quiere a cambio de dejarme
libre? Me aseguraré de pagar todo, nadie le diría que no a alguien como él,
sólo mírelo. —tomó las mejillas de Jimin para apretarlas, el rubio deslizó
sus lágrimas por sus mofletes, Jungkook, sin embargo, no se inmutó.
Pero tampoco lo pasó por alto.
—¿Me está amenazando, señor Kang? No creo que tentar con la vida de
su pareja le suma puntos conmigo, al fin y al cabo, no me importa lo que
haga con él. He venido aquí por mi dinero.
Kang maldijo entre dientes y observó a Jimin llorar.
—Inútil, no me sirves para esto. —lo lanzó en el suelo con brusquedad,
Jimin se levantó para correr a la salida, pero Kang disparó en su dirección.
Fue entonces, que Jimin sintió el verdadero dolor en sus entrañas, su vida
pareció convertirse sólo en pólvora, cenizas que volarían con tal pasara el
tiempo. Bajó la mirada a su estómago, notando una gran mancha roja,
jadeó adolorido, cayendo de rodillas en el suelo hasta desplomarse en el
suelo.
Jungkook miró aquello como si estuviera reviviendo una parte oculta de su
cerebro, Mingyu, atento a los movimientos de su jefe, no lo interrumpió
cuando el Alfa, de manera rápida y precisa, sacó su arma y le disparó tres
veces a Kang en el pecho. Había sido rápido, sin dudarlo siquiera dos
veces. Mingyu se encargó de dispararle a sus guardias y tomar la maleta
con dinero que tenían oculta debajo de la mesa, y que Jungkook había
visto desde el primer momento en el que entró a la habitación.
Todo había sido planeado, él sabía lo que Kang diría.
Pero nunca se esperó ver a un Omega ser herido frente a él.
—Jefe, el helicóptero está aquí, ya todos empezaron a alarmarse afuera.
—le anunció Mingyu.
Jungkook guardó su pistola y se acercó al Omega inconsciente, tocó su
herida calculando la profundidad.
Lastimosamente no sabía nada de medicina.
Pero conocía a alguien que sí.
Mingyu vio el momento exacto en el que su jefe se quitó su chaqueta y
envolvió al Omega para después cargarlo, se sorprendió, por supuesto,
pero no dijo nada al respecto, ahora mismo salir de aquí era más
importante.
Efectivamente, los gritos se escuchaban afuera, las personas corrían con el
miedo de aquellos disparos aturdiendo sus cabezas, Jungkook caminó
entre las personas hasta llegar a la altura de la punta del crucero.
El helicóptero bajó lo suficiente hasta ver a dos Alfas ayudar a Jungkook
subir el cuerpo de Jimin, una vez que subió las escaleras, este se elevó
nuevamente para irse de aquel lugar.
—¿A dónde vamos, señor? —preguntó el piloto.
Jungkook se quitó la corbata y levantó la camiseta de Jimin para hacer un
poco de presión en la herida antes de que se desangrara más. Pero notó
las marcas de golpes en su torso, quemaduras y cicatrices que dejaron su
ceño fruncido.
Mingyu tocó su brazo llamando su atención.
—Al hotel, por favor, y llame al doctor Kim, lo necesitamos cuanto antes.
—dijo Mingyu.
El piloto acató la orden y viajó hasta el hotel.
Pero Jungkook no estaba prestando atención, él sólo miraba al Omega en
sus piernas, detallando el dolor que su rostro reflejaba y ese aroma a
sangre que sus manos emanaban.
✘ 03
✘ 04
Cuando Jimin era sólo un cachorro de nueve años, sus padres lo dejaban
por horas encerrado en ese viejo y decrépito departamento alquilado. No
tenía amigos, la mayoría consideraba al Omega como un niño enfermo, a
veces le insultaban y golpeaban, sin tomar en cuenta sus sentimientos y
opiniones.
Jimin siempre sufrió diversas enfermedades, era fácil contagiarse de gripe
constantemente, según el doctor del barrio, era normal en un Omega con
un aroma tan delicado como él. Jimin jamás entendió el peso de estas
palabras, pero cuando entró a la pubertad, ya estando con la mafia que lo
compró, descubrió la razón del por qué le decían que era alguien delicado.
Fue en ese instante cuando Jimin sintió que nada de lo que había
aprendido en la escuela le serviría para esto, porque en el momento en el
que sus parpados se volvieron pesados y su cuerpo pareció levitar en el
aire, ya tenía una ola de Alfas hambrientos haciendo fila detrás de la
puerta. Entendió a qué se referían las personas en ese instante.
Su aroma no era normal, en lo absoluto. Su aroma era puro, dulce y tan
hechizante como un embrujo, hasta el más fiel y devoto, caería por ese
delicioso olor que desprendía Jimin sin querer, y, aunque para muchos sea
un privilegio, para Jimin no era más que una de sus tantas maldiciones.
Fue consciente del daño que se estaba causando, para cuando la sangre
con sabor a metal, se deslizaba con lentitud sobre sus piernas y caían en
míseras gotas en el suelo. La ímpetu de sus agresores le dejaban saber lo
jodido que estaría cada vez que su celo se proximara, y odiaba esos días,
porque recordaba lo débil que era, y lo mal que la pasaría una vez que
entrase a esa habitación.
Vacía y dolorosa, oliendo a humedad y desesperación, convirtiéndose en
su jaula. Porque él, siendo alguien de poca fé, se consideraba un mendigo
encarcelado, una pobre alma deambulante que Dios envío a la tierra para
intentar sobrevivir. O quizás, sólo era su destino vivir de esta forma, tal vez,
las personas no fueron conscientes de sus actos y acabaron en tan poco
tiempo, con su desgastante y pobre cordura.
No tenía a nadie, sólo a él mismo, el peso de su abandono, la culpa de
nacer de ese modo, provocando a los Alfas que no quería en su vida.
Entonces, entrando al arco de sus dieciséis, empezó a pensar, que el
motivo por el cual estaba ahí, era únicamente por su culpa. Quizás su
padre vio algo mal en él, tal vez no era el hijo que querían, o,
probablemente ser Omega era un castigo en un mundo de Alfas primitivos.
De cualquier forma, Jimin sentía que todo lo que había pasado, fue gracias
a él.
Y su lobo.
Tock, tock, tock.
La puerta sonó apacible, como si la otra persona no quisiera despertarlo,
pero Jimin ya estaba despierto, no había dormido en toda la noche gracias
a sus fúnebres pesadillas.
No musitó un "adelante" ya que, de todas formas, la casa no era de él.
Estaba en Tokyo, sí. Habían llegado ayer por la mañana, desde entonces,
el hombre que le salvó la vida no había vuelto a aparecer frente a él de
nuevo. Y Jimin no intentó buscarle, porque debía seguía las reglas, ser un
fantasma en ese gigante y lujoso penthouse.
Lo menos que deseaba era ser lastimado si desobedecía, y Jungkook se
veía un hombre muy serio, Jimin quería agradecerle por su ayuda, así que,
prefería ser silencioso y así no decepcionarlo. No quería que su salvador
pensara que rescatarlo había sido en vano.
Haría lo posible para que ese pensamiento no cruzara por la mente de ese
hombre.
Cuando la puerta se abrió lentamente, una cabellera castaña se hizo notar
desde el marco de esta misma. Era Mingyu, la mano derecha del señor
Jeon, su mejor amigo. Jimin no había cruzado palabra alguna con él,
desconfiaba de su persona, hasta ahora, sólo le tenía un poco de confianza
a Jungkook, el resto seguiría siendo una amenaza para él.
—Buenos días. —dijo el Alfa, asomando su cabeza—. El Jefe ha tenido
que salir por cosas personales, pero me dejó dicho que te llevara tu
merienda, entonces, ¿puedo pasar?
El Omega dudó, no confiaba en él, no confiaba en más nadie, pero moría
de hambre.
—Déjala ahí. —señaló débilmente la mesita de madera que estaba a su
lado.
Mingyu asintió, enseguida ingresó a la habitación para dejar la merienda
en la mesita de madera antes mencionada.
Jimin lo observó en silencio, sosteniendo sus manos sobre su pecho.
Una vez que el Alfa dejó la comida, se irgió derecho y seguro. Sin intención
de mostrarse intimidante, pero Jimin aún así tenía miedo.
—No te preocupes por mí, no planeo hacerte daño. —le aclaró Mingyu—.
Soy el guardaespaldas del Jefe, me llamo Kim Mingyu, estoy aquí para
cuidarte mientras el señor Jeon no está.
El Omega seguía intranquilo, pero al menos no se sentía tan atemorizado
como antes.
—¿Puedo... puedo saber cuándo llegará el señor Jeon? —musitó, tímido.
Mingyu observó el reloj de su muñeca.
—Estaría llegando al medio día, aunque conociendo al jefe, no suele venir
a comer, así que desconozco sus planes para más tarde. —aquello no fue
algo muy tranquilizador para el Omega— De todas formas, puedes ver un
poco de televisión mientras esperas por él.
Jimin asintió, Mingyu le encendió la tv de la habitación, esta era grande y
espaciosa, tenía un balcón con vista a la ciudad de Tokyo, y un armario con
la ropa que Jungkook le había ordenado comprar. Hasta ahora, sólo tenía
que reposar en cama por su herida, pero, una vez que salga de esta
habitación, podría recorrer el penthouse como había querido desde que
llegó.
Mingyu se retiró poco después, el rubio comió la merienda que consistía en
galletas de avena y yogurt, jamás había comido tan bien en su vida, esto, a
comparación con la comida que le daban en Osaka, era un manjar.
Las horas continuaron pasando junto al oscuro cielo de Japón, para cuando
Jimin acabó el postre que le había traído Mingyu, escuchó el sonido de la
puerta principal cerrarse y el olor del Alfa llegar a la nariz de Jimin. Fue
reconfortante y alentador saber que por fin estaba aquí, la preocupación se
desvaneció de su cuerpo, y en su lugar dejó la calma momentánea del
momento.
Se escucharon voces y pisadas, Jimin estaba ansioso, logró percibir una
silueta en la puerta, y el pomo girar lentamente. Tras abrirse la puerta por
completo, Jungkook se visualizó frente al Omega, una oleada de feromonas
llegó hasta su nariz, pero nada que no pudiera controlar con el tiempo.
El pelinegro cerró la puerta y caminó hasta Jimin para verlo, el Omega se
mantuvo en silencio, pero su corazón latía tan fuerte, no sabía si era el
miedo que en el fondo sentía.
—Mingyu me dijo que comiste toda la comida. —habló el mayor, Jimin
asintió en respuesta—. Eso es muy bueno, tu cuerpo no tardará en
recuperar energía.
Jimin esbozó una pequeña sonrisa.
—¿Usted... está bien? —fue una pregunta tonta, quizás, pero Jimin no
sabía qué más decirle a su salvador.
—¿Qué te hace pensar que no lo estoy? —inquirió el Alfa, su voz lucía
tranquila pese a su ceño fruncido.
—Tiene una herida en la mejilla. —le señaló la pequeña herida en su piel.
Jungkook tocó la zona mencionada, dándose cuenta que efectivamente
tenía un rasguño, no se había dado cuenta, pero le restó importancia a eso.
—Mañana vendrá el doctor Kim a verte, cenarás y dormirás temprano,
¿entendido? —le ordenó.
Jimin mordió su labio antes de asentir en respuesta.
—Sí.
—Bien, si necesitas algo sólo llama a Mingyu, yo le daré la orden de venir.
—¿Y no puedo llamarlo a usted? —preguntó esperanzado.
Jungkook entrecerró sus ojos, observando el rostro adormecido del rubio.
—No tengo tiempo para atenderte, mi trabajo es más importante que venir
a verte. Mingyu estará afuera, llámalo a él.
Esas palabras no tenían que dolor, no. En lo absoluto. Pero, para Jimin fue
inevitable no sentirse dolido en el fondo, porque sabía que este hombre
sólo le había ayudado por lastima, y aunque él quisiera hacer las cosas
bien para no defraudarlo, sentía que sólo era un estorbo. ¿Quién tendría la
necesidad de quedarse a su lado por más de cinco minutos? Exacto, nadie.
Era estúpido pensar de esa forma. Era estúpido tener la ambiciosa
necesidad de obtener su afecto por simplemente haberlo salvado. ¿Qué
demonios estaba mal con él como para pensar que ese Alfa le daría lo que
tanto buscaba?
Estaba jodido si pensaba de esa manera por más tiempo.
Jungkook tomó su silencio como una respuesta silenciosa, acomodó su
chaqueta y se dio vuelta en sus talones para salir de la habitación. Una vez
afuera, suspiró.
¿Qué estaba haciendo ahora mismo? Esto no era propio de él, cuidar de un
Omega no era su tarea de vida, él tenía otras responsabilidades,
definitivamente, esto estaba mal.
—Jungkook. —la voz de la Omega sentada en el sofá, hizo que sus
pensamientos se disiparan—. ¿Está todo bien?
—Sí, ¿tienes los papeles que te dí?
La mujer de cabello corto y cuerpo delgado, le entregó un documento a
Jungkook, el cual fue tomado por el Alfa que no dudó en sentarse a su
lado.
—Es sobre el nuevo narcotraficante de Busan, tiene una de las joyerías
más grandes de la ciudad, cada una de ellas cuenta con pequeños gramos
de cocaína en cada diamante. —explicó ella.
Jungkook observó las fotografías de la joyería.
—¿Alguien más trabaja para él? —inquirió.
—Por lo que sabemos, y no es que sea mucho. Trabaja solo, pero tiene
contactos a nivel nacional, así que muy probablemente alguien más este
aliado con él.
—¿Sabes su nombre? —la miró de forma seria.
La mujer asintió.
—Park Hong Jun. Residió un tiempo en los Estados Unidos y regresó a
Seul a mediados de abril del 2020. No sabemos la razón, pero estaba muy
involucrado con querer comprar la joyería de Busan, después de todo lo
logró, ahora es un carrusel inmediato al tráfico de drogas.
Jungkook cerró el documento y suspiró pensativo, tenía cientos de
enemigos detrás de él, pero este hombre, tan calculador y misterioso, era el
que más llamaba su atención por los momentos, porque no era el típico
villano que lo amenazaría de muerte como un idiota.
Era ese tipo de traficante silencioso, amable e inteligente, que te daría la
mano en persona, y después, cuando menos lo esperes, te volaría la
cabeza dos veces.
Jungkook necesitaba ser cuidadoso con este hombre, pero si algo tenía
como habilidad, era ser amigo del diablo.
En vez de pelear contra él, ¿por qué no unirse?
—Mingyu. —se levantó del sillón, llamando a su guardaespaldas, el cual
comía un cupcake en la cocina— Mingyu. —volvió a decir un poco más
fuerte.
El castaño apareció rápidamente, limpiando la crema pastelera de sus
labios.
—¿Sí, Jefe?
—Consígueme la firma del contrato para adquirir la empresa de Busan, y
una vez que la tengas, reserva un vuelo a Corea, y asegúrate de comprar
una casa más grande que esta, contrata a mujeres Betas de edad
avanzada para que cuiden de Jimin.
—Enseguida, Jefe.
Antes de que el castaño se fuera, Jungkook habló.
—Y, Mingyu. —el Alfa se dio vuelta para mirarlo—. Que sea con vista a la
playa.
—Pero a usted no le gusta nadar.
Jungkook gruñó en respuesta, Mingyu alzó sus cejas automáticamente.
—Ya entiendo, lo haré enseguida.
Tras marcharse, Jungkook rodó los ojos y tomó asiento nuevamente.
Tenía mucho que hacer.
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Tal cual como el Alfa le pidió, Jimin se colocó un atuendo resaltante y lindo
para su salida con el pelinegro. Hye le había ayudado a escoger una
prenda que fuera lo suficientemente atractiva, y Jimin jamás se había
sentido tan bien con una vestimenta como esta. Jamás había visto su
cuerpo tan proporcional y ese olor a perfume combinado con su aroma
natural.
Era la primera vez en mucho tiempo que Jimin se veía en un espejo y
estaba orgulloso de su apariencia física. Todos estos años se había
lamentado el ser un Omega usado y despreciable, únicamente con la
certeza de que lo único "bonito" que tenía, era su olor. Porque de lo
contrario, ¿qué otra cosa verían esos Alfas repugnantes en él?
Quería lucir diferente para el Alfa, quería verse natural y hermoso. Quería
hacerle saber que él era un Omega capaz de estar a su lado para que no
se arrepintiera de haberlo salvado.
En cuanto estuvo listo, salió de la habitación con los nervios inundando
todo su cuerpo, ¿qué le diría Jungkook? De sólo pensar en un comentario
feo, le hacía sentir ansioso y frustrado consigo mismo.
Tras llegar a la sala principal, Mingyu le echó un vistazo al Omega, sus
cejas de alzaron sorprendido mientras detallaban de arriba a abajo a Jimin.
El Omega estaba avergonzado en todo el sentido de la palabra, pero eso
no evitó que quitara la confianza que su lobo tenía esta noche.
—El Jefe te espera en el auto. —dijo Mingyu después de recomponerse.
Jimin asintió y caminó hacia la salida, sus pasos acabaron frente al auto,
inhaló hondo varias veces antes de abrir la puerta y entrar. Una oleada de
feromonas fuertes cegó sus sentidos, pero sólo era Jungkook y su gran
porte intimidante.
Cuando el Alfa lo miró, pudo detectar un semblante diferente en Jimin, algo
más vivo en sus ojos que la tristeza que reflejó anteriormente.
—¿Cómo me veo? —le preguntó el Omega, fue una pregunta inesperada
para el Alfa, pero tampoco ignoró su duda.
—¿Para qué necesitas saber mi opinión sobre tu apariencia? —inquirió.
Jimin abultó sus labios.
—Porque usted me pidió que me vistiera lindo. Hice un sacrificio en
escoger qué ropa usar.
Mingyu, el cual conducía el auto, evitó reírse de la situación.
—Lo dije para que te vieras bien. —respondió indiferente el Alfa.
Jimin bufó.
—¿Entonces si me veo bien?
—¿Sólo quieres que te diga lo hermoso que te ves?
El Omega levantó su mentón y sonrió con gracia.
—Sí, quiero que lo diga, me esforcé mucho, no tengo un buen sentido de la
moda.
El Alfa suspiró rendido, desabrochó un botón de su camisa y miró a Jimin
fijamente.
—Bien, te ves hermoso, Jimin. ¿Feliz?
El Omega le mostró una sonrisa de largo a largo.
—Sí, gracias.
Después de ese pequeño debate, Mingyu miró por el espejo retrovisor a su
Jefe, notando su labio siendo mordido y sus dedos jugando con los anillos
a la altura de sus nudillos. Era obvio que su Jefe sentía empatía por el
Omega, no podía negarlo y tampoco hacerse la vista gorda. Jungkook
comenzaba a sentirse apegado a Jimin, y aunque intentara negarlo, era
más que claro para Mingyu lo que estaba pasando.
Rato más tarde, el auto estacionó frente a un edificio alto y lujoso, Jimin
estaba encantado con la ciudad, jamás había visto un lugar tan bonito
como este, ni siquiera en Osaka tenía la oportunidad de salir y ver los
grandes edificios y lugares turísticos. Se sentía extraño de estar aquí, pero
el hecho de que haya sido Jungkook quien lo trajo, era más que suficiente.
Mingyu le abrió la puerta del auto para que ambos salieran, al hacerlo,
Jungkook acomodó las mangas de su camisa blanca y miró a Jimin con
una clara invitación a seguirlo. El rubio no dudó en hacerlo. Entraron al
edificio, un lugar tan grande y lujoso, que Jimin pensó por un momento que
si se caía, estaría rompiendo el suelo de cerámica fina.
Subieron al ascensor y se detuvieron en el tercer piso, lo que Jimin
visualizó fue un gran salón con mesas y meseros repartiendo comida,
entonces la duda se sembró en su cabeza y tuvo que mirar a Jungkook
para comprender mejor la situación.
—¿Aquí es la reunión? —dudó.
El Alfa no respondió, tomó su mano tan suave y delicada, y lo guió hacia
una de las mesas reservadas. Mingyu se quedó en la entrada vigilando el
lugar, pero de vez en cuando le echaba un vistazo a su Jefe y el pequeño
Omega de cabellos rubios.
Sí, eran jodidamente predecibles.
Tomaron asiento frente al otro, Jimin no se sentía seguro de esta manera,
¿qué tal y si los hombres que tendrían la reunión con el Alfa, lo mirasen de
más? ¿O qué tal si decía algo que lo arruinaba? ¿Y si su aroma los
provocaba? Jimin no quería eso, cuando Kang lo llevaba a sus reuniones,
su aroma terminaba provocando a todos esos Alfas, y los resultados de eso
se veían reflejados en su cuerpo al día siguiente.
No quería más.
—¿Por qué estás temblando? —la voz grave del Alfa suavizó sus sentidos.
Jimin lo miró como un cachorro en peligro.
—S-su reunión... ¿Está seguro que me quiere aquí?
Jungkook entrecerró sus ojos y lo miró por un largo rato.
—Mi reunión ya empezó, Jimin.
—¿Ah sí? ¿Y cuándo vienen sus invitados?
—Bueno, mi único invitado no deja de temblar como Chihuahua.
Jimin tardó un poco en darse cuenta del significado de sus palabras hasta
que el Alfa rio, fue una risa tan profunda y atípica, que dejó a Jimin
embobado por unos segundos.
—Jimin, ¿en serio eres tan ingenuo? —le preguntó.
—¡Oiga! Más respeto, no es mi culpa que no entienda a veces lo que
intenta decirme.
—No hay tal reunión, Jimin. —confesó—. Sólo quería venir a cenar contigo.
Las mejillas del Omega se volvieron tan rojas como una fresa, apretó sus
manos sudorosas sobre los pantalones negros que traía puesto.
—¿Por qué quería cenar conmigo?
—Haces muchas preguntas.
—Soy bastante curioso.
—Lo sé, sólo disfruta de la comida y no preguntes nada.
—Lo siento.
—Tampoco te disculpes, debes dejar de decir "lo siento" cada vez que
alguien te dice algo. —le reprendió.
Jimin quedó en silencio hasta asentir.
—Lo siento, lo dejaré de hacer.
Jungkook suspiró.
—Lo has dicho de nuevo.
—Lo sien... —Jungkook enarcó una ceja—. Quiero decir, está bien, lo
dejaré. Es la última.
Jungkook desvío su mirada hacia el interior del lugar, cuando el mesero
llegó, el Alfa pidió un vino y el mejor menú para ambos. Jimin estaba
emocionado de comer la comida francesa, jamás lo había hecho y eso
aumentaba sus ganas.
El Alfa decidió mirarlo por cortos segundos, la verdad es que tenía muchas
dudas al respecto con la vida de Jimin, pero se había mantenido alejado
para no incomodarlo, estaba con personas extrañas y para él
probablemente era una amenaza.
—¿Cuando es tu cumpleaños? —decidió preguntar para romper el silencio.
—El trece de octubre.
—Faltan dos meses para eso, ¿cumples diecinueve, no?
—Sí, seré mayor de edad.
—Ya veo, ¿y tus padres? ¿Recuerdas cómo eran?
—Hm, mi padre era un alcohólico que apostaba en bares y mi madre...
bueno, ella era... ella trabajaba en clubes nocturnos.
Jungkook asintió lentamente llevando sus dedos a la altura de su mentón.
—¿Tu padre te vendió a Kang así nada más?
—Sí, yo estaba saliendo de la escuela y cuando llegué a mi casa, habían
unos extraños Alfas en la sala. Mi padre estaba contando dinero mientras
mi madre le ofrecía bebidas a los invitados, creí que eran personas buenas,
dijeron que me llevarían a un cumpleaños donde habían niños de mi edad,
y yo les creí, me fui con ellos pero... —el Omega hizo una pausa,
recordando aquel momento tan doloroso de su niñez—. Pero ellos me
taparon el rostro y me llevaron a otro país. Cuando desperté, estaba en una
habitación oscura y vacía, desde entonces, fui propiedad de Kang.
Jungkook apretó sus manos al mismo tiempo que un nudo se formaba en
su garganta, respiró calmado para no mostrarle a Jimin ese lado de él.
—¿Cuando dices que fuiste propiedad de Kang, a qué te refieres
exactamente? —sabía que hablar de eso era complicado para el Omega,
pero él quería saber a qué se estaba enfrentando.
Jimin tragó saliva buscando las palabras correctas.
Tenía tanto miedo de ser repudiado por el Alfa.
—Él me convirtió en su Omega. —confesó, sus manos seguían temblando
debajo de la mesa—. Me hizo suyo en mi ciclo de celo y me marcó cuando
él tuvo su ciclo.
Jungkook frunció sus cejas con sus ojos furiosos.
—¿Él te marcó? ¿Hablas de un lazo?
—Sí... ¡Pero mi lobo lo rechazó! —se apresuró en decir— Yo le juro que
jamás acepte a Kang como mi Alfa, con el tiempo mi lobo fue
rechanzandolo más y más, y eso a él le molestaba, así que, cuando llegó la
luna llena, la marca se cerró y Kang empezó a sentirse asqueado por mí,
me regaló a sus amigos y entre todos....
—Detente. —Jungkook habló firme y molesto, Jimin formó un pequeño
puchero, temeroso de haber arruinado todo.
—Lo siento mucho... de verdad lo siento.
—¿Por qué deberías de lamentarte por eso? Nada de lo que te pasó es tu
culpa, Jimin.
—Pero mi aroma, mi padre siempre me decía que el tener un aroma tan
fuerte iba a despertar los deseos de los Alfas, es mi culpa haber nacido así,
yo los provoqué y ellos actuaron por instinto.
Jungkook gruñó, llamando la atención de algunas personas.
—Escúchame muy bien esto que te voy a decir, Park. Y que sea la última
vez que digas que tú tuviste la culpa de lo que pasó. —espetó furioso—. El
hecho de que tengas un aroma tan fuerte no quiere decir seas culpable de
los asquerosos deseos y pensamientos de esos infelices. Tú no has hecho
nada malo, tu aroma es jodidamente increíble y es perfecto así, y el Alfa
que diga que tú lo has provocado, es un imbécil enfermo de la cabeza.
Nadie debería tocarte sólo por tu olor, ni por ningún otro motivo, no lo
permitas, Jimin. Jamás dejes que alguien te ponga una mano encima, ni te
mire de una manera asquerosa. Ellos son los que están mal
¿Comprendes? Tú no tienes nada que ver en eso.
Para cuando el Alfa finalizó, Jimin estaba hecho una bolita de sentimientos
y espasmos. Intentó cubrir su rostro para que el hombre no lo viera llorar,
pero aún así se le fue inevitable. Era perfecto, tan perfecto que calmaba su
ajetreado corazón y estabilizaba sus pobres sentidos alterados. Jungkook
había cavado una sentencia de protección inconsciente en su cabeza, y no
quería que eso se fuera, no quería perder jamás esa seguridad en sus
palabras.
El mesero llegó en ese momento y Jimin tuvo que limpiar sus mejillas
húmedas, Jungkook no dijo nada más, porque no era el momento para eso.
Ambos comieron en silencio, pero en vez de ser incómodo, les estaba
ayudando para organizar sus pensamientos e ideas.
Al cabo de un rato, ambos terminaron la cena. Se levantaron de la mesa
pero no salieron del salón, Jungkook guió a Jimin hacia el balcón para
invitarlo a mirar la ciudad.
—Es hermosa. —musitó el Omega.
—Nací aquí, en la ciudad de Busan. —soltó de pronto—. Pero mis padres
se mudaron a Tokyo debido al trabajo de mi padre.
—¿Su padre de qué trabaja?
—Él es el fundador y líder de la mafia más grande de asia. —sus ojos
miraron a Jimin.
—Guau, ¿entonces usted es el sucesor?
—Soy el nuevo líder. Cuando mis padres murieron, quedé a cargo del
"negocio". Me preparé por años para tener el respeto de todos y fundar mi
propio servicio. Lo logré, cómo puedes ver. Soy el mafioso más joven y
poderoso de todo el continente asiático, y por eso tengo enemigos, la
mayoría quiere me ve como una amenaza, y disfrutan querer matarme.
—¿Yakuzzi? —repitió.
Jungkook sonrió.
—Se dice Jacuzzi. Y no, es Yakuza, una mafia Japonesa de la cual soy
parte desde que nací, es tan poderosa que cualquier persona quiere
invadirla y hacerse cargo, lo cual no puedo permitir.
—¿Entonces quieren matarlo e invadir la mafia yakuzzi?
—Yakuza. —el Omega rio—. Soy una amenaza para la mayoría de los
mafiosos, saben que tengo más poder y eso les molesta.
Jimin asintió lentamente, comprendiendo mejor la situación del Alfa.
Jungkook decidió no contar más nada, porque todo era aún más
complicado de lo que decía, su vida no era para nada fácil y le preocupaba
que Jimin quisiera involucrarse más en ella.
Se quedaron observando la ciudad con el fresco viento soplar sus rostros,
todo estaba tan tranquilo que resultaba inquietante para el Alfa. Jimin
sonrió con la paz que se sentía.
Pero Jungkook no.
Se colocó detrás del Omega y llevó su mano detrás de su pantalón para
sujetar su arma. Jimin se giró para mirarlo, pero detrás de él apareció algo
aún más grande e inquietante. En un rápido movimiento, Jungkook se giró
y apuntó hacia la persona.
Pero no se encontró con un humano.
Se encontró con un gran lobo negro.
El salón estaba casi vacío, porque la mayoría había corrido tras ver al
animal gigante ingresar al lugar.
—L-lobo... —musitó Jimin, sujetándose de la camisa del Alfa.
—Mantente detrás de mí, y cuando te diga corre, tú lo haces.
Jimin no estaba seguro, pero aún así asintió. Jungkook caminó lento
ocultando al Omega, el lobo mostró sus colmillos en una clara sentencia de
qué iba a atacarlos. El Alfa fue guiando a Jimin hasta la puerta del balcón, y
cuando estuvo lo suficientemente cerca, habló.
—Corre. —sentenció. Jimin no se movió, el lobo se puso en posición—
¡Jimin, que corras, ahora!
El Omega reaccionó y se soltó de su agarre para correr por todo el salón.
El labo se abalanzó hacia Jungkook y el pelinegro lo esquivó, su arma
resbaló por el suelo, desarmandolo por completo.
Sin pensarlo dos veces, Jungkook transmutó en un gran lobo marrón, el
doble de grande que su atacante. Lo empujó con sus dos patas hacia la
puerta, rompiendo el cristal en cientos de trozos. Fue una batalla de dientes
y golpes, aunque Jungkook fuera más grande, el lobo tenía dientes más
afilados, así que, se le fue fácil morder a Jungkook y atacarlo de esa
manera.
Jimin llegó hasta la salida donde Mingyu se sacaba de encima a otro lobo,
estaban rodeados, era como un atentado, y él se sentía una presa
pequeña.
—¡Jimin, escondete! —le gritó Mingyu.
El Omega no sabía qué hacer, estaba en una batalla consigo mismo, pero
su lobo le hizo mover los pies y correr en dirección contraria. Se alejó del
edificio y cruzó hacia un callejón para intentar ocultarse, pero un lobo negro
y ojos rojos se le cruzó en frente. Jimin soltó un grito y cayó al suelo
mojado, sus ojos parecían inyectados en sangre, era como ver un
verdadero monstruo, peor de lo que se imaginó.
Había visto todo tipo de lobos a lo largo de su vida, pero jamás uno tan
horrible y aterrador como este.
—P-por favor... Te lo pido, no me hagas daño, por favor. —suplicó, aún
sabiendo que esto sería en vano y que probablemente ese lobo se lo
comería entero.
Sus lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas, estaba tan
asustado que lo único que pudo hacer fue cerrar sus ojos y volverse una
pequeña bolita.
Su lobo salió a la luz de pronto, invadido por el miedo y desesperación,
ante los ojos del atacante, apareció una pequeña bolita blanca, con un olor
tan delicioso.
Mostró sus colmillos y se relamió el hocico, dispuesto a comerse entero a
ese apetecible Omega.
Sin embargo, una bala se incrustó en su pecho, y después otra en su lomo,
su estómago y cabeza. Hasta que el lobo cayó agonizando en el suelo.
Jimin estaba temblando, estaba asustado y tenía un ataque de pánico.
Pero entonces escuchó varias voces, una más gruesa que otra, y el olor de
Jungkook llegó a su nariz.
Al abrir sus ojos y apartar su peluda cola del rostro, visualizó a dos chicos
frente a él. Uno de cabello castaño y otro de cabello rubio ceniza.
—¡Jimin! —la voz del Alfa resonó en sus oídos, el Omega se colocó de pie
y buscó con la mirada al dueño de esa voz. Entonces vio a Jungkook
aparecer con su ropa rasgada y sangre en su brazo.
Aún estando en su forma animal, Jimin corrió hacia el Alfa y se aferró de su
pierna. Jungkook frunció sus cejas viendo al pequeño lobo temblando.
Tragó saliva y se agachó para pasar su mano por su cabeza.
—Está bien, ya estás a salvo. —le susurró, suave.
El lobo blanco comenzó a aullar bajito, buscando de esconderse entre el
pecho del Alfa.
—Entre todo lo que nos dijiste, no mencionaste a una cosa peluda y
adorable como esa. —dijo el chico de cabello castaño señalando con su
arma al pequeño animal.
—Será mejor que nos vayamos, no quiero ser agarrado por esos tipos y
tener que matarlos a todos otra vez. —declaró el chico contrario, un Alfa de
cabello ceniza con una cicatriz en su rostro.
Jungkook no dijo nada, esperó paciente a que Jimin volviera a su forma
humana para poder irse. El Omega tranquilizó a su lobo y en cuestión de
minutos ya era un chico de dieciocho años otra vez.
Totalmente desnudo.
Jungkook se quitó la camisa que Mingyu le había dado y cubrió el cuerpo
de Jimin para después cargarlo. Salió del callejón en completo silencio y
subió a la camioneta donde Mingyu, lastimado y un poco herido en su
abdomen, lo esperaba.
Nadie mencionó una sola palabra, porque la mirada seria que tenía
Jungkook, dejaba mucho qué desear.
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Hacía mucho tiempo que Jimin no lloraba tanto como lo hizo durante todos
estos días. El sentimiento de dolor que sentía él y su lobo era como un fino
cuchillo traspasando su cuello. Ahora entendía las palabras de Mingyu,
comprendía perfectamente a que se refirió con que Jungkook tenía un
límite de paciencia.
Pero definitivamente lo que presenció fue algo más, algo que sólo un lobo
peligroso haría. Y Jungkook era ese lobo.
Taehyung ingresó a la habitación con una taza de té para el Omega. Se
había quedado en la casa del Alfa durante todos estos días, Yoongi no tuvo
problema con hospedar al rubio con ellos, y aunque Jimin se sintiera como
un intruso, Taehyung se encargaba de tratarlo con delicadeza.
Jimin era delicado por donde lo mirasen.
—Aquí tienes, Jim. —también le había dado un lindo apodo, aparte de
pequeño.
Jimin se incorporó en la cama para tomar la taza, su brazo estaba vendado
gracias a la herida que Jungkook le había hecho con sus garras. Taehyung
se sentó a su lado para mirarlo.
—¿Quieres esperar unos días más o no estás listo para verlo? Ha venido
seguido pero Yoongi lo detiene en la entrada. —dijo el castaño.
—Lo extraño, pero al mismo tiempo tengo miedo de verlo.
—Jungkook a veces pierde el control, es algo que lleva desde muy joven.
—el Omega lo observó, intrigado—. Él suele mantener todo calculado,
siempre tiene la respuesta, las soluciones, los hechos y las pruebas,
trabaja con calma y precisión. Algo debió pasar esa noche para que él se
pusiera de ese modo, quizás la situación pudo más con él y su lobo se
descontroló. No lo estoy justificando, pero tampoco digo que haya querido
lastimarte a propósito, él no es así, y menos lo sería contigo, su Omega.
El rubio esbozó una débil sonrisa, se abrazó de sus piernas con el rostro
decaído.
—Yo tampoco sé porque lo hizo, me siento triste de haber visto eso en su
cuerpo... M-me dolió ver que alguien más lo tocó después de que...
después de que nosotros estuvimos juntos.
Sus lágrimas no tardaron en caer otra vez, Taehyung frunció sus labios y lo
abrazó para consolarlo. La puerta se abrió dejando ver a Yoongi asomando
su cabeza.
—Está aquí otra vez, ¿lo amenazo o dejo que me mate primero?
Jimin y Taehyung se miraron mutuamente. El castaño se levantó y tomó su
arma para salir.
—Déjamelo a mí.
Taehyung bajó las escaleras y se dirigió a la entrada para abrir la puerta,
nuevamente Jungkook estaba ahí, vistiendo un abrigo de cuero y su rostro
indiferente. El Alfa se cruzó de brazos con la punta de la pistola apuntando
hacia el contrario.
—¿Se te ofrece algo, animal? Creí haberte dicho que no buscaras de
nuevo a Jimin.
—Kim, necesito hablar con él, no te metas en esto.
—Me meto todo lo que se me da la puta gana. Lastimaste a tu Omega, lo
hiciste llorar y le dejaste una horrible herida en el brazo ¡Pudiste matarlo,
Jungkook!
—¡Ya lo sé, maldita sea! —exclamó, frustrado y estresado con que nadie le
dejara ver a Jimin—. Sólo... sólo quiero hablar con él, quiero saber si está
bien, es todo lo que pido.
Taehyung mordió su labio y miró a Yoongi detrás de él, su novio se encogió
de hombros.
—Antes que nada —comenzó a decir el castaño— Tengo que saber si
Jimin quiere verte, porque si dice que no, tus lágrimas de cocodrilo no me
van a convencer, te largaras de mi casa y si vuelves a venir, tendrás un
hoyo en la frente.
Jungkook bufó.
—Taehyung, ambos sabemos que entre tú y yo, sólo existe un verdadero
asesino.
El castaño entrecerró sus ojos.
—¿Y te enorgulleces de eso, Jeon? ¿Te enorgulleces de decirle a tus
amigos que vas a matarlos? —el Alfa no respondió, desvío la mirada
sintiéndose acorralado y fuera de sí mismo. Taehyung suspiró, no buscaba
revivir ningún mal momento—. Ya vengo, ni se te ocurra entrar, bestia
indomable.
Taehyung corrió escaleras arriba y miró a Jimin echo una pequeña bolita. El
Omega lo miró con el semblante preocupado.
—Él quiere verte y hablar contigo, ¿lo dejo entrar o lo saco?
Jimin abultó sus labios y respondió.
—Déjalo, estaré bien.
—¿Seguro, Jim?
—Sí, seguro.
—Vale.
El castaño regreso a la puerta, Jungkook lo miró esperanzado.
—Está arriba, haces algo y saco mi metralleta, tengo buena puntería y lo
sabes.
Jungkook rodó los ojos y entró a la casa para subir los escalones con
calma, se detuvo frente a la puerta blanca donde el olor de Jimin se lograba
percibir. Inhaló hondo y giró el pomo, sus ojos visualizaron una habitación
simple con muchos libros y una ventana, era como ver el dormitorio de un
adolescente. Su mirada se detuvo en el Omega que le observaba desde la
cama.
Jimin tembló su labio y ocultó su rostro entre sus piernas. El Alfa cerró la
puerta y se acercó al Omega.
—Ángel.
—N-no me mires. —pidió en un hilito de voz.
Jungkook se sentó a su lado y lo tomó entre sus brazos para abrazarlo,
Jimin no pudo más, dependía de su tacto y su presencia. Se aferró
enseguida a su pecho y aspiró tanto su aroma, le había extrañado como un
lunático, y aunque le seguía doliendo, no dejaba de quererle.
El Alfa pasó su mano por su espalda, la venda en el brazo del rubio le hizo
sentir aún peor. No se lo perdonaba, juraba no hacerlo nunca.
—Cariño, no llores... lo siento tanto, no quise lastimarte de esa manera,
tampoco quería gritarte. —el Omega lloró aún más sobre su cuerpo—.
Estás en todo tu derecho de querer huir de mí, pero no buscaba lastimarte,
estaba fuera de mi propio control, no controlé mis acciones.
Jimin sorbió su nariz y alzó un poco sus ojos hacia el Alfa.
—¿P-por qué..? ¿Por qué tenías eso?
Jungkook le acarició el rostro para limpiar sus mejillas.
—Se llama Krystal. —admitió—. Ella me contactó para ofrecerme un
negocio con su padre, reserve una habitación de hotel con la intención de
que nadie nos viera juntos. Yo sabía que ella tenía otros planes, Mingyu me
había dicho antes que la había visto salir de la casa de un mafioso Ruso,
supe que ella me iba a traicionar, pero yo necesitaba información sobre los
negocios de su padre, porque parte de ellos se estaban beneficiando de
mis acciones sin que yo supiera. Así que tomamos un trago, hablamos, ella
se emborrachó y mientras intentaba coquetearme, yo le sacaba
información. Pero... Ella comenzó a besarme, buscaba algo más y yo no
quería dárselo, consideré que era suficiente y la alejé de mí, pero ella tomó
una botella y me la rompió en el hombro, eso causó la herida. Me enojé y la
ataque.
Jimin no se tranquilizó con eso.
—¿Está viva?
—Sí, por supuesto.
—¿Y si su padre viene por ti?
—No lo hará, Jimin. Ese hombre está en cama, sus hombres le dieron la
espalda y se encarga de estafar ¿Comprendes? A este punto deberías
saber que no soy alguien que se deja engañar por otros. La situación se me
fue de las manos, pagué mi cólera contigo y estallé sin ver las
consecuencias. Lo siento mucho.
El Omega formó un puchero con sus labios y abrazó a Jungkook con
fuerza. El Alfa lo recibió con cariño, besó su cabello y soltó sus feromonas
para calmar su pequeño llanto indefenso. Jimin no quería ser un débil, pero
necesitaba tanto a Jungkook, que perdonarlo fue lo primero que hizo.
—Promete que no volverás a lastimarme de esa manera, por favor,
prometelo.
Jungkook acunó sus mejillas y besó sus labios.
—Lo prometo, no lo haré más, nunca más. Y si llego a hacerlo, vas a tomar
un arma y me dispararas justo en el pecho.
—¿Es en serio?
—Sí, prefiero morir a ver que te he hecho llorar de nuevo.
El Omega bufó negando con su cabeza, juntó sus labios sin hacer el intento
de moverlos.
—En serio me asusté mucho, yo... jamás me habías gritado y me sentí...
—sus ojitos volvieron a lagrimear—. Me sentí como cuando Kang me
golpeaba.
El Alfa tensó su mandíbula, evitando a toda costa sentirse atacado con sus
palabras. Pero le dolía, por primera vez algo le dolía en el corazón, y eso
era ver a Jimin decir todas estas cosas.
—Te prometí protección y eso haré, incluso de mi mismo. No quiero
perderte, Jimin. Perdí casi todo cuando era un cachorro, perderte a ti sería
como perderme yo también. —le confesó—. Perdóname, por favor.
El Omega sonrió.
—No vas a perderme.
El Omega sintió una paz envolver su cabeza.
—Te quiero , nene. ¿Ya no estás enojado conmigo?
La palabra te quiero envolvió el corazón de Jimin como una pasita
arrugada, quiso llorar, pero tenía que hacerse el duro, su lobo seguía
lastimado.
—Lo sigo estando, tendrás que hacer mucho para que vuelva a
contentarme contigo. —dijo, fingiendo indignación.
Jungkook formó una mueca, pero no estaba enojado, Jimin tenía todo el
derecho de pedirlo que quisiera.
—Vale, ángel. Vayamos a casa y veamos cómo resolvemos eso.
—Te podrás un delantal y me traerás todos los días el desayuno. —pidió.
Jungkook tosió ante tal descabellada petición.
—¿Estás bromeando?
—No, eso harás. También me conseguirás ejemplares de mis libros
favoritos, y un autógrafo de J.K Rowling, la creadora de la saga de Harry
Potter. También los libros de hearstopper.
—¿Hear que?
—No preguntes, sólo hazlo. —se cruzó de brazos.
El Alfa lo miró indignado.
—Nene ¿Dónde voy a conseguir eso?
Jimin se encogió de hombros.
—No lo sé, tú eres el macho Alfa, "todo lo veo, todo lo sé." Deberías tener
contactos, y hasta no tener esa firma, no vas a tocarme.
—Justo, pero cruel.
Jimin esbozó una pequeña sonrisa con el rostro indignado del Alfa.
Jungkook lo acercó para besar sus labios, el Omega sonrió entre el beso y
lo tiró a su lado para abrazarse y así recuperar la calidez que había
extrañado durante estos días en soledad.
Al cabo de un rato, la pareja salió de la habitación con sus manos
entrelazadas. Taehyung no se sorprendió por esto, estaba claro que Jimin
iba a regresar con él.
Jungkook besó la frente de Jimin antes de soltarlo.
—Ve al auto primero.
El Omega asintió, se despidió de Taehyung con un abrazo y corrió hacia el
auto negro del Alfa. Cuando estuvieron solos, Jungkook se colocó frente a
Taehyung.
—Gracias por cuidar de él.
—Un gracias no arregla nada, ¿sabes? Debes tener cuidado, animal.
—Jungkook bajó la mirada como un cachorro, Taehyung suspiró—. Hey,
comprendo que perdiste el control, Mingyu me contó lo que pasó, pero en
serio, Jungkook... Cuídalo, cuídalo con tu vida. Jimin es un ángel, es tan
puro y leal, confía mucho en ti, y se que tú lo haces en él. No lo dañes, no
lo merece. Que esto te sirva como lección, das un paso en falso, y lo
pierdes para siempre de tu vida. Así que por favor, tratalo como si fuera el
puto príncipe de Corea.
Jungkook esbozó una pequeña sonrisa.
—Lo haré.
—Bien, joder, ahora lárgate de mi casa. No te quiero ver, comprale una
mansión a tu chico como disculpa y un auto de último modelo.
—Ni siquiera ha cumplido su mayoría de edad.
—Y eso no te detuvo para que te lo follaras —lo acusó—. Ahora largo,
bestia asalta cunas.
El Alfa fue sacado de la casa de Taehyung. Con la indignación en su
cuerpo, avanzó hacia el auto para entrar y encenderlo, Jimin lo recibió con
sus ojos brillando, Jungkook se acercó para tomar sus mofletes y besarlo
de manera imprevista. El rubio acarició su nuca.
—Te prometo el cielo, ángel. Sólo ahí mereces estar. —le susurró.
—Llévame a donde sea mientras sea contigo.
—Entonces será un placer perderme a tu lado.
Ambos sonrieron al mismo tiempo y sellaron esa sublime promesa con un
beso. Pues Jungkook no pensaba volver a causar otro daño en su chico,
primero muerto antes que verlo sufrir. Se aseguraría de darle todo el reino,
su mundo, su vida.
Todo sería de Jimin, incluso su imperio.
(♡)
Logré editar el capítulo rápido antes de ponerme a hacer trabajos de la
uni, ahorita subo el 18 c:
Hice la mención especial a heartstopper porque se volvió mi serie
favorita y también porque voy a subir próximamente un fic inspirado
en eso, si aún no la han visto, la recomiendo muchísimo.
✘ 18
La copa de vino fue destrozada en la mano del Alfa mientras oía las risas
de sus amigos detrás de él. Estaba tranquilo, por supuesto, pero la
vergüenza inundada en su cuerpo fue como una cachetada a su lobo, esto
era la peor mierda que había hecho en sus jodidos 26 años de vida.
Ni siquiera cuando era sólo un cachorro, había pasado por tantas
vergüenzas, juraba que esta era la más horrible de todas. Pero el motivo de
esto era más importante que su pena, tenía que hacerlo, sólo por su
Omega.
—Te ves ridículo. —dijo Taehyung, sentando en una silla con su habitual
cigarrillo en la mano—. Ese Omega definitivamente te tiene dominado,
¿quién lo diría?
El Alfa suspiró, sus ojos miraron a los chicos.
—¿Pueden hacer silencio? Gracias.
Namjoon se levantó con una risita y rodeó los hombros de su hermano.
—Jeon, ¿estás seguro que aún eres un Mafioso?
Jungkook le gruñó en respuesta, el moreno se alejó como si el toque de su
hermano quemara.
—Ya no me dan ganas de tenerte respeto. —comentó Yoongi, totalmente
desinteresado.
Todos volvieron a reír, incluso Mingyu se mordió el labio para no carcajear.
Jungkook acomodó el lazo del delantal rosado que tenía puesto, tomó la
bandeja con comida y salió de la oficina desprendiendo feromonas
amargas. Las Betas taparon su boca cuando vieron a su Jefe subir las
escaleras con ese infantil delantal de flores.
El Alfa inhaló hondo y empujó la puerta de la habitación. Sus ojos
observaron al Omega sentado en la cama con una aguja en su mano,
estaba cosiendo una chaqueta.
—Traje tu almuerzo, Jimin. —le dijo, dejando la bandeja en la mesita.
El Omega cubrió su boca antes de soltar una sonora carcajada. Jungkook
rodó los ojos y se sentó a su lado.
—Te ves tan adorable.
—Adorable... Claro, adorable, tan adorable que estoy a punto de colgarme.
Jimin negó con una sonrisa y se acercó al Alfa para rodear sus hombros y
besar sus labios. Toda vergüenza que el pelinegro pudo haber sentido, se
fue desvaneciendo con solamente sentir la boca de Jimin. Lo tomó de la
cadera mientras le mordía el labio inferior.
—A mí me gusta como te ves. —susurró el menor—. Gracias por la
comida.
El Alfa le mostró una pequeña sonrisa, estaba complacido, él y su lobo.
Jimin se sentó en la cama para seguir con su trabajo de costura, el Alfa se
mantuvo a su lado, observando con deleite lo que hacía. Pero entonces
reconoció la marca de la chaqueta y la talla enorme en ella.
—Jimin, ¿esa no es mi chaqueta?
El rubio mordisqueó su labio con un pequeño sonrojo.
—Sí, es que me di cuenta que estaba un poco rota y quise arreglarla. ¿Te
molesta?
¿Molestarle? Para nada. Jungkook estaba más que encantado. Tomó su
chaqueta y la miró, tenía la parte donde Jimin había cocido, estaba un poco
torcida, pero la intención era lo que contaba.
—Gracias, ángel. —le agradeció con una pequeña sonrisa—. Será mejor
que comas, tengo que regresar a la oficina.
—Está bien, ¿ya tienes mi libro firmado por J.K Rowling y el de
heartstopper? —inquirió con una de sus cejas alzadas.
Jungkook carraspeó.
—Eh, estoy en eso. ¿Seguro que no quieres algo más mientras tanto?
—Hm... —el Omega quedó pensativo, pensando en qué otra cosa podía
pedir—. Un conejo.
—¿Un conejo?
—Sí, siempre me han gustado los conejos, quiero uno.
El Alfa asintió lentamente.
—Está bien, te daré un conejo.
—¿En serio?
—Ajá, enviaré a Mingyu a comprar uno en la tienda de mascotas.
El Omega sonrió complacido, se lanzó hacia el Alfa emocionado, besando
sus labios con suma delicadeza y cariño. El pelinegro dejó caer sus
hombros hacia atrás, tomando al Omega entre sus manos.
—Gracias, lo estaré esperando.
Dicho aquello, el Alfa asintió y se alejó del Omega para salir de la
habitación.
¿Un conejo? Por todos los cielos.
(♡)
Tal cual como prometió el Alfa, Jimin obtuvo su conejo esa misma tarde,
Mingyu compró un lindo conejito blanco y se lo dio al Omega en una cajita.
Jimin estaba súper feliz con su conejo, besó toda la noche a Jungkook
como agradecimiento, y después lo despidió en la puerta de la habitación,
enamorado y contento.
Toda esa semana Jimin se dedicó a cuidar de su conejo, lo sacaba a
pasear al jardín, lo alimentaba, jugaban, y le había puesto de nombre
Ggukie. Jungkook bufó cuando escuchó al Omega llamar a los cuatro
vientos a su conejo con un apodo similar a su nombre. Pero no se enojó, le
gustaba ver a Jimin feliz, porque después de ese mal momento que habían
tenido, el Alfa sólo quería ver sonreír al Omega. Sin importar qué.
Esa tarde del jueves, Jimin salió a pasear a su conejo, como siempre,
Ggukie se escabulló en la mansión para esconderse, Jimin se distrajo con
un vuelto de fresas que estaba empezando a crecer en el jardín. Para
cuando se dio cuenta, su conejo no estaba.
—¿Ggukie? —inquirió—. ¿A dónde fuiste?
Se levantó del cesped y caminó hasta la mansión para buscar a su conejo.
Revisó todas las habitaciones e incluso la oficina de Jungkook. Pero no
había nada.
Hasta que...
—¡Una rata! —exclamó una de las cocineras— ¡Hay una rata en la cocina!
Jimin rápidamente corrió hacia la cocina, encontrándose con su pequeño
conejo saltando atemorizado de las Betas que buscaban de pegarle con
una escoba.
—¡No! ¡Es mi conejo, no le hagan daño! —intentó decirles.
Pero una de ellas, la más alta. Acorraló al pequeño conejo y lo golpeó
varias veces con la escoba. Jimin cubrió su boca con las lágrimas
deslizándose por sus mejillas, su labio tembló, y sus pies avanzaron hasta
el pequeño conejito inerte en el suelo.
—N-no... No... Era mi conejo ¡Mató a mi conejo! —gritó, adolorido.
La mujer soltó la escoba viendo la cosa peluda entre las manos de Jimin.
Justo en ese momento la puerta de la casa se abrió, el aroma de Jungkook
llamó la atención de todos. Cuando el Alfa llegó hasta la cocina junto a
Mingyu, se percató del desastre que había y de Jimin llorando en el suelo.
—¿Qué demonios pasó aquí? —espetó.
Jimin se levantó y corrió hacia el Alfa para abrazarlo.
—M-mi conejo, ella mató a mi conejo. —murmuró entre lágrimas.
Jungkook frunció sus cejas y observó al animalito sin vida. Tensó su
mandíbula y alzó la mirada hacia las 3 betas en la cocina.
—¿Quién lo hizo? —preguntó, las mujeres se miraron entre ellas, sin
palabras y totalmente atemorizadas— ¡¿Quién mierda lo hizo?!
Nadie contesto, Jungkook miró al Omega.
—Jimin, señalame quién lo hizo.
El Omega mordió su labio y se giró, aún sostenido por el Alfa. Sus ojos
observaron a las 3 betas. Pero su dedo sólo se levantó hacia la culpable.
No le importaba, ella había matado a su conejo aún cuando le dijo que no
lo hiciera. Ella le quitó a su Ggukie.
Ella tenía que pagarlo, así de simple.
Jungkook asintió lentamente y metió su mano dentro de su pantalón para
sacar su arma.
La mujer abrió sus ojos de par en par.
—S-señor Jeon... Lo siento, no sabía. —intentó decir la mujer.
—Mentira. —murmuró Jimin—. Le dije que era mi conejo y usted aún así lo
golpeó ¡Lo golpeó sabiendo que era mío!
Jungkook golpeó su lengua contra su mejilla y alzó el arma para disparar
hacia la mujer.
Primero en su pierna, después en su pecho.
Sí, así de simple lo hizo.
Jimin se sobresaltó, pero sinceramente no sintió lastima, se había metido
con algo que le había regalado Jungkook, había matado a un indefenso
animalito que le había dado felicidad.
Era justo, su muerte era justa, según Jimin.
—Mingyu, llama a los guardias y que se deshagan del cuerpo. —le ordenó
el Alfa a su guardaespaldas.
Mingyu asintió y llamó por el auricular a los hombres. Jungkook tomó la
mano de Jimin y lo llevó hacia su habitación, el Omega comenzó a llorar en
su pecho.
—No llores, ángel. Te puedo comprar otro conejo.
Jimin negó.
—Yo lo quería mucho, amaba esconderse debajo de mi cama.
El Alfa acarició su espalda.
—Hay muchos animales sin hogar, ¿sabes? puedes adoptar un cachorro,
un gato, un hamster, no lo sé, un tigre si quieres. No estés triste, tu conejo
fue feliz contigo por un pequeño lapso de tiempo.
El rubio miró al pelinegro con un pequeño puchero, el Alfa lo besó y
después depósito un beso en su frente.
—No llores más, como consuelo, dejaré que duermas en mi habitación.
—¿En serio? —el Alfa asintió, seguro—. Gracias, si quiero dormir contigo.
—Entonces vamos. Taehyung no querrá verte llorando cuando te visite
mañana.
—¿Mañana? —interpeló.
—Olvide mencionarte. Unos colegas regresan mañana e iremos al templo
Kaneiji de Tokyo. Tengo... Algunos asuntos que hacer, pero no es hasta el
lunes, así que podremos visitar el lugar y.... Pasear.
Esa era la mejor noticia de todas.
—Sí quiero.
—¿Entonces vamos juntos?
—¡Si, si, si!
Jimin saltó con emoción, Jungkook lo atrapó para que no se cayera. No
obstante, una peculiar gema llamó su atención, estaba colgada del cuello
de Jimin y había rebotado, saliendo de su escondite. Jungkook frunció sus
cejas y detuvo al Omega para tomar su collar.
—¿De dónde sacaste esto?
Jimin abrió sus ojos.
—Oh... Esto, fue un regalo.
—¿De quién?
—Es de un hombre en una joyería, dijo que se me vería muy bien el zafiro,
así que me lo obsequió.
El Alfa frunció sus cejas y le quitó el collar a Jimin.
—¿Cómo se llamaba ese hombre?
—No lo sé, era alto y... —entonces lo recordó— Es el Alfa que fue al
restaurante la otra noche, el que hablaba de diamantes.
Jungkook arrugó sus cejas y quitó el zafiro de la cadena, lo revisó con
cuidado hasta encontrar una ranura alrededor. Con su arma golpeó la gema
varias veces hasta romperla, dejando salir un polvo blanco.
—Lo sabía. —murmuró el Alfa—. Son falsos, los diamantes que vende son
falsos. Engaña a las personas y trafica cocaína con ellos. Jimin, ¿por qué
no me dijiste de esto?
—Lo siento, no lo sabía.
—Me tiene que estar jodiendo este tipo. ¿En serio pensaba engañarme?
Venderme diamantes falsos y hacer ejemplares de una reliquia de mi
familia a mis espaldas, una puta mierda. —se levantó enojado, Jimin lo
observó confundido.
—¿Qué harás?
—¿Qué haré? Ángel, nadie me ve la cara de estúpido, eso deberías de
saberlo. Tú no te preocupes por nada, iremos a Tokyo, yo me encargaré del
resto. ¿De acuerdo?
El Omega tragó saliva, estaba nervioso, Jungkook no era alguien de sólo
palabras. Pero había visto cada faceta del Alfa, cada lado oscuro que este
tenía. Y él seguiría ahí, porque, por eso él era su Omega.
Y estaría con él incluso en los lugares y situaciones más peligrosas.
—De acuerdo. —musitó, seguro—. Iré contigo, Alfa.
✘ 19
✘ 20
Jimin miraba el collar de zafiro que había puesto alrededor de una cadenita
plateada. Era precioso, hipnotizante en todos los sentidos. Jungkook le
había regalado la gema y todavía no entendía la razón de esto, era una
reliquia de su familia ¿Por qué romperla y dársela? No terminaba de
entenderlo.
Pero tampoco le daba vueltas al asunto, estaba más que agradecido de
esto.
Los demás habían decidido ir por un poco de cerveza al centro, mientras
que Jimin permaneció afuera mientras apreciaba la montaña y la gran luna
sobre su cabeza. Sus ojos visualizaron de pronto a Taehyung salir de la
posada junto a Yoongi, ambos tenían sus manos juntas y caminaban con
tranquilidad al lado del otro.
Se besaron un momento antes de salir del lugar, Jimin se sintió celoso,
porque él también quería un amor así de bonito, una relación con alguien
que lo viera como el tesoro más grande de todos. Y Jungkook le trata casi
de ese modo, pero ninguno de los dos había dicho nada sobre su relación,
no sabía si Jungkook era de los que no ponían etiquetas, o simplemente no
quería crearle esperanzas al Omega.
Pero era ridículo, Jimin le había entregado parte de su cuerpo, aún
sabiendo todo lo que pasó, el Omega le dio la oportunidad al Alfa de estar
con él, de quererlo y tratarlo como un pequeño cristal. Y el Alfa lo hizo, pero
aún desconocía el tipo de relación que tenían... Jimin era su Omega, sí.
¿Pero Jungkook era su Alfa?
Refunfuñó molesto consigo mismo, quería dejar de pensar tanto en las
cosas que sucedían entre el Alfa y él, pero era inevitable. Necesitaba saber
lo que pasaba con ambos, necesitaba respuestas.
Se levantó del banquillo y caminó de vuelta a la posada para descansar,
estando en el pasillo, miró la sombra de Mingyu dirigirse a su habitación,
Jimin ladeó su cabeza un poco confundido y decidió seguirlo en silencio.
Asomó su cabeza por la puerta y observó al Alfa sentarse en el colchón
para abrir una cajita de medicina, levantó su camiseta, mostrando una gran
herida roja.
Jimin frunció sus cejas, sentía tanta pena con Mingyu, desde el desayuno
lo había notado muy raro, quería saber qué le pasaba. Se había dado
cuenta que Jungkook lo excluía de algunas cosas, y lo trataba mal en
ciertos casos, Jimin aborrecía esto. Mingyu había dado su vida muchas
veces por defenderlo. No era justo el trato que recibía.
Se armó de valor para ingresar a la habitación, el Alfa alzó su rostro en
cuanto percibió el aroma de Jimin.
—¿Qué estás haciendo aquí? —interpeló.
—¿Puedo ayudarte?
—No, si el Jefe te encuentra aquí, tendré problemas con él.
—Jungkook no te dirá nada.
El Alfa negó con su cabeza.
—Sus acciones lo harán, por favor, Jimin. No me causes problemas con él,
eres su Omega y no deberías estar aquí conmigo.
Jimin era terco, como un niño el que no hacía caso cuando le decían que
subirse a un lugar prohibido estaba mal. Se sentó frente a Mingyu,
ignorando olímpicamente sus palabras.
—Sólo voy a ayudarte. —murmuró.
Mingyu tragó saliva con el cuerpo totalmente rígido. Jimin tomó una gaza y
un poco de crema para cicatrizar. Esparció un poco en la herida de Mingyu
y fue colocando poco a poco y con cuidado, el Alfa arrugó sus cejas con el
pequeño dolor reflejado en sus orbes, pero fue calmando a medida que
Jimin lo curaba.
—Eso es todo, ¿ves que fácil fue? —dijo Jimin, sonriendo como tal
cachorro después de haber hecho algo que claramente no debía.
—Gracias, realmente eres un ángel.
El rubio se sonrojó.
—No hay de qué. Deberías darte un descanso, Mingyu. ¿No te cansas de
estar siempre alrededor del señor Jeon?
—El señor Jeon es mi mejor amigo, me ha cuidado desde muy joven y
estoy agradecido con él por su ayuda. Fue mi decisión ser su
guardaespaldas, no me canso de protegerlo, así como él me protegió a mí.
—confesó.
Jimin entrecerró un poco sus ojos.
—¿De qué te protegió?
El Alfa desvío su mirada hacia la vela encendida.
—De unos chicos que me molestaban en la escuela, me hacían bullying por
tener un padre padre criminal... Yo era el saco de boxeo de todos, si no
hubiese sido por el señor Jeon, me habrían matado a golpes.
El Omega quedó pensativo por unos momentos, su rostro no reflejaba más
que el dolor que Mingyu le transmitía por medio de su confesión. Y él se
sentía un cordero expuesto por alguna extraña razón.
Sin embargo, los pensamientos de Jimin se conectaron y sus ojos se
abrieron de par en par como dos enormes faroles azules en medio de la
noche.
—¡Tú eres M! —lo señaló—. La historia que contaste, dijiste que a M le
hacían bullying y J lo defendió.... M eres tú, Mingyu. Y J es Jungkook
¿Cierto?
El castaño quedó sorprendido ante lo rápido que Jimin había entendido la
referencia, pero se limitó a sólo sonreír y asentir.
—Sí, es cierto. La historia que te conté, era mi historia.
Jimin abultó sus labios.
—¿Entonces tú te enamoraste de un Omega y lo perdiste por culpa del
señor Jeon?
—No fue su culpa. El señor Jeon estaba enojado con este hombre por
muchos motivos, él simplemente se vengó, ninguno de los dos sabían que
se trataba del padre de mi ex pareja.
—Pero te dolió ¿No es así? Te dolió perderlo.
Mingyu suspiró bajando la mirada.
—Sí, como no te imaginas.
—¿Y no sabes dónde está ahora?
El Alfa volvió a asentir.
—Está estudiando literatura en la Universidad de Reino Unido.
—Guau. Me encanta la literatura, supe que me gustaba desde que empecé
a leer esos libros en la biblioteca.
Mingyu esbozó una sonrisa divertida.
—¿En serio? ¿Y no quieres estudiar, Jimin? Conocer a otros Omegas de tu
edad, un lugar diferente.
El Omega se mordió el labio jugando con el collar colgado en su cuello, lo
cierto es que sí lo quería. Si había pensado hace mucho tiempo, estudiar
en el extranjero, había sido un sueño tonto que había tenido, pero ahora su
perspectiva había cambiado, las ganas de conocer otros lugares seguían
intactas, pero su corazón le pertenecía a Jeon.
No quería dejarlo.
—Se oye bonito. —fue lo que se limitó a decir—. Es decir, ir a otro país y
estudiar lo que te gusta, pero ahora mismo mi responsabilidad es otra.
—¿Y cuál es esa responsabilidad? Sólo tienes 18.
—Quedarme con el señor Jeon, por supuesto. Él me salvó la vida, yo
quiero quedarme a su lado.
Mingyu no estaba seguro si eso era bueno, realmente le preocupaba la
estabilidad mental de Jimin, le preocupaba que en algún punto fuera a
sentirse insuficiente por su Jefe, estaba mal en todos los sentidos, pero
Mingyu no era quién para decir esto, él no quería meterse en algo que no le
correspondía.
Desde la puerta se escucharon unas pisadas que alarmó al castaño.
—Creo que deberías irte. —le dijo al Omega.
Jimin esta vez no se quejó.
—Espero que logres algún día hablar otra vez con tu Omega, Mingyu.
—murmuró, colocándose de pie—. Eres un gran Alfa.
El castaño no supo qué decir, miró al Omega salir de la habitación,
dejándolo con una ola amarga de sentimientos. Se dejó caer en el colchón
totalmente exhausto.
Un descanso, sólo eso necesitaba después de 14 años con el Alfa.
(♡)
Jimin ingresó a la habitación que compartía con el Alfa, Jungkook estaba
recostado de la pared con una bala en su mano, era de un color dorado
puro, casi igual al Oro. El Omega se quitó los zapatos y avanzó hacia él
para sentarse en sus piernas y caer su cabeza en su pecho.
Jungkook lo miró de reojo.
—¿Dónde estuviste? —preguntó.
—Ayudaba a Mingyu. —respondió con sinceridad—. Está lastimado y quise
darle una mano. ¿Te molesta?
Jungkook bufó.
—No, por supuesto que no. No soy alguien celoso.
Jimin rio bajito, aferrándose más al Alfa.
—Claro. Eres malo mintiendo.
—Te digo la verdad.
—Sí, sí.
El Alfa rodó los ojos y dejó la bala en el suelo, justo al lado de sus zapatos.
Abrazó el cuerpo de Jimin y se acostó mejor para tener únicamente su
cuerpo sobre el suyo.
—Ángel. —dijo el Alfa de repente, utilizando un tono apacible, casi
vergonzoso.
—¿Sí?
—Si tuvieras la oportunidad de irte a otro país, a estudiar o conocer
personas ¿Lo harías?
Jimin levantó su rostro hacia el pelinegro.
—¿Nos escuchaste?
—Sólo responde.
—Sí, lo haría. Pero sólo si tú vas conmigo.
—Jimin, no puedo estar cerca de ti siempre, ¿entiendes? En algún
momento tendrás que valerte por ti mismo, aprender a pelear, a defenderte.
—Entonces hazlo, enséñame a ser como tú.
Jungkook rio.
—No te voy a enseñar a ser como yo. Quiero que tengas valor y fuerza,
porque algún día yo no estaré a tu lado y tú tendrás que defenderte hasta
que yo llegue.
—Vale, hazlo. Enséñame, y luego nos vamos juntos a otro país, tenemos
cachorros, nos casamos y somos felices.
El Alfa soltó una gran carcajada que sonrojó al Omega. Jimin también rio
bajito, avergonzado de sus propias palabras.
—¿Ese es tu plan de vida?
—Sí, pero, sólo si tú quieres. Yo soy tu Omega, estar lejos de ti es algo que
mi lobo no desea, si me vas a dejar ir... Entonces hazlo pisandome los
talones.
Las palabras de Jimin sonaban como una melodía agradable a los oídos de
Jeon. La necesidad de tenerlo emergente en su vida se volvía cada vez
más una condena a su corazón. Y aún así, Jungkook se consideraba un
Judas delante de Jimin, porque él no quería dejarlo, pero la idea de
abandonarlo a la deriva le llegaba a la mente por cortos segundos. Pero su
lobo le gruñía a esa idea, porque ninguno de los dos quería eso.
Jimin notó el silencio de Jungkook, así que guió sus dedos a la mejilla del
contrario para acariciarle lentamente.
—¿Kook?
Kook, un apodo tan simple que hizo revolver su estómago con emoción.
Jungkook lo miró con un rostro apacible y amoroso.
—Yo soy tu Alfa. —sentenció—. Así que a dónde tú vayas, yo iré detrás
para protegerte. No importa si sabes pelear o no, yo siempre estaré ahí,
justo detrás de ti, o a tu lado. Cualquiera de las dos.
El Omega sonrió con suma felicidad de oírle decir que él era su Alfa. Asintió
seguidas veces, besando la mejilla del pelinegro.
Jungkook lo abrazó fuerte, girándose junto a Jimin para aplastarlo,
causando un estallido de risas en el menor.
(♡)
La madrugada se sentía tan fría como el invierno mismo, otoño estaba
iniciando en todo el continente, los árboles se movían y las flores caían
sobre el pasto verde. Todos en la posada dormían con suma tranquilidad.
Mingyu abrazaba una almohada en su habitación, dormitando con la boca
abierta. Taehyung y Yoongi dormían juntos, sus cuerpos tibios y desnudos,
después de una noche en pasión. Hoseok roncaba en su habitación, con
una de las almohadas sobre su estómago y las sábanas a la altura de su
cadera. Y Namjoon descansaba plácidamente en su cuarto, con el cuerpo
de Jin a su lado, manteniendo el calor.
Sin embargo, pese a que Jungkook dormía como una roca. Jimin no dejaba
de moverse con desespero, su respiración agitada le hacía sudar, su lobo
aullando y rasgando su pecho era doloroso. Su olor se volvió un perfume
aromatizando toda la habitación.
El Omega gimió bajito abriendo sus ojos, el azul zafiro de su collar brilló
junto a sus orbes. Jimin se colocó de pie, mareado y errático, como pudo,
abrió la puerta y salió de la habitación. El pasillo estaba oscuro y más aún
con la oscuridad de la noche. Su lobo seguía insistiendo en salir, lloraba del
dolor y las contracciones que en su cuerpo sentía. Jimin salió de la posada
recibiendo el fuerte viento de otoño. Sus piernas temblando no dejaban de
temblar, la luna llena brillaba tan fuerte en el cielo.
El rubio jadeó sin poder evitarlo, el calor se expandió por todo su cuerpo,
cayó al suelo de rodillas mientras su delgada anatomía se iba flaqueando,
transmutando a un pequeño lobo, el cual no dudó en aullar y correr hacia la
montaña.
✘ 21
(♡)
Ihhh, ya falta poquito para que Jeon Empire termine :( la verdad es
que esta versión quise hacerla más romántica y menos "sangrienta"
así qué, eso, posiblemente termine con un final bonito (っ˘з(˘⌣˘ )
✘ 22
La espalda de Jimin fue acariciada con delicadeza por las grandes manos
de Jungkook, ambos se miraban con una pequeña sonrisa mientras el
Omega yacía boca abajo, y el Alfa recostado de una almohada,
deleitándose con su cuerpo desnudo. Habían pasado los días juntos,
besándose y abrazándose, uniendo más que sus cuerpos.
Jimin se sentía en una nube de ensueño, jamás había estado tan
enamorado en su vida, y tener a alguien como Jungkook a su lado,
cuidándolo y siendo el Alfa tan protector y amoroso, era como recibir una
bendición de la luna. Se sentía más que amado, más que recibido y
complacido.
Hoy era el último día de celo del Omega, su cuerpo estaba débil debido a
todas estas noches, pero no se arrepentía de absolutamente nada.
Jungkook se inclinó a su rostro para depositar un beso en su frente.
—Voy a fumar afuera, descansa un poco.
—Vale.
El Alfa se levantó desnudo y caminó tal cual hasta el balcón, estaban en la
parte más alta del edificio, dudaba que alguien lo mirara. Encendió un
cigarro y comenzó a fumar con la visión puesta en la ciudad brillante de
Tokyo. Jimin le observó en silencio, apreciando el contorno de las piernas
del Alfa, su trasero expuesto y su ancha espalda rasguñada, sin mencionar
los tatuajes de su pierna, brazos y pecho. Era perfecto, Jimin estaba más
que enamorado de un físico que, sin importar cuántas heridas tenga
adornando, seguía viéndose perfecto ante sus ojos. Porque no habrá daño
que cege la belleza en el cuerpo de su Alfa, así como tampoco en el suyo.
Ambos estaban lastimados, pero en los ojos del contrario, se veían
maravillosos.
El Omega se levantó con un ligero sonrojo en las mejillas y caminó hasta
su Alfa para abrazar su pecho. Jungkook bajó la mirada, notando la
cabellera rubia de Jimin hacerle cosquillas el pecho.
—¿Sucede algo, amor? —le preguntó con cariño.
Jimin frunció sus labios y observó al pelinegro con sus ojitos brillando.
—¿Puedo saber qué sientes por mí? —preguntó de la nada. No tenía en
sus planes preguntar algo así, menos ahora. Pero su lobo le hizo decir lo
primero que pensó.
Jungkook soltó el humo hacia un lado y acarició la mejilla del Omega,
apartando en el camino algunos mechones rubios de su frente.
—¿Qué siento por ti? —repitió—. Siento muchas cosas, Park. Desde amor,
hasta deseo. Eres como una luz de esperanza en mi vida, un campo de
flores exóticas que me llenan de gratitud cada vez que las veo. Eres un
libro en blanco que poco a poco fue siendo escrito por un adolescente de
dieciocho años. Eres todo lo que nunca pensé buscar, y aún así encontré.
Los ojitos de Jimin estaban brillando ante las lágrimas que amenazaban por
salir. Escondió su rostro en el cuello del Alfa, aspirando su aroma tan
embriagante.
—Es lo más lindo que me has dicho. —musitó.
—Eso no es cierto, te he dicho cosas lindas.
—Pero esta es la mejor.
El Alfa depósito un beso en su nariz, Jimin frunció su naricita cuando
olfateó el humo de su boca.
—¿Y tú? ¿Qué sientes tú por mí? —decidió preguntar esta vez él.
Jimin estaba listo para esta conversación, se había guardado por mucho
tiempo lo que sentía, así que no tenía miedo de hacerlo.
—Estoy enamorado. —sonrió— Es todo lo que puedo decirte, y me gustas
mucho. Así que quiero quedarme contigo siempre, porque mi lobo
pertenece contigo, sólo espero que el tuyo también pertenezca conmigo.
Jungkook dejó caer la colilla del cigarro en el suelo y acunó las mejillas de
Jimin para besarlo en los labios. El rubio gimió ante la impresión, pero se
aferró con sus pequeñas manos de los hombros del Alfa, permitiéndole
tomarlo como tanto quería.
—Yo también estoy enamorado de ti, Jimin. Y lo único que quiero para ti, es
una vida libre de todo lo que pueda hacerte daño. No merecías estar en
peligro de nuevo, fue mi error sacarte de un lugar y llevarte a otro. Debí
dejarte libre, pero mi corazón egoísta no me dejó hacerlo, no quería dejarte
solo.
Jimin negó con su cabeza.
—Agradezco que lo hicieras, estoy bien gracias a ti, te debo mi libertad.
—Aún no eres del todo libre. Lo estuve pensando demasiado, durante
todos estos días me lo cuestioné y hace unos días cuando te escuché
hablar con Mingyu en su habitación, supe que la decisión que debía de
tomar era esta.
Jimin ladeó su cabeza, completamente confundido con las palabras de
Jeon.
—¿De qué hablas? No te entiendo nada.
—Voy a entregarlo todo.
—¿Qué?
—Mi ambición de tener el mundo en mis manos se volvió una maldición con
el tiempo. Todo lo que he construido hasta ahora siempre fue calculado y
planeado, sin embargo, lo nuestro fue tan inesperado que me dejó cuesta
abajo con todas mis armaduras. Tú eras lo que necesitaba para darme
cuenta que no importa cuánto dinero tenga, ni cuánto poder abunda en mis
manos. Lo único que necesitaba mi lobo eras tú, un Omega.
Las palabras sinceras del Alfa fueron dagas en el pecho del Omega. Sus
labios no sabían si sonreír o pucherear, estaba en conflicto, y hacia frío.
Jungkook le rodeó la cadera.
—Quiero entregarte mi vida, pero necesito dejar algunas cosas que me
tienen atado a mi pasado.
—¿Y cuáles son esas cosas?
—La mafia. —confesó—. Ya tengo lo que quiero, ya he hecho demasiadas
cosas durante toda mi vida. Sólo te necesito a ti, lo demás no me importa.
No me importa las joyas, las personas que quieren enfrentarme cada día,
sólo tú, Jimin.
El Omega sonrió y abrazó al Alfa con fuerza, sus pies se alzaron para
poder llegar al rostro de Jungkook y besarlo.
—¿En serio dejarás todo por mí?
—Sólo me voy a retirar, no necesito trabajar para ninguna asociación. Ya
no quiero hacerlo.
—Kook, eso es increíble. ¿Pero qué pasará con tus amigos?
—Ellos trabajan por su cuenta, no te preocupes.
—Bueno, señor Jeon. Debido a que se va a retirar, supongo que yo
quedaré al mando.
Jungkook rio divertido.
—Tú te vienes conmigo, Park. —lo jaló hacia su cuerpo y lo cargó estilo
princesa para guiarlo hasta la cama.
—Eso no es justo.
—Lo es, sigo siendo un mafioso, sólo que independiente. Y tú mi Omega,
debes cubrirme la espalda, no hacerte parte del mismo juego.
Jimin rodó los ojos ante el ego de su Alfa. Jungkook comenzó a besar su
cuello lentamente, entrelazando sus manos con las del Omega sobre su
cabeza.
El rubio cerró sus ojos con una sonrisa adornando su rostro, ladeó su
cabeza y apretó las manos del Alfa. Jungkook sacó sus colmillos y ante las
piernas abiertas de Jimin, lo penetró con lentitud mientras clavaba sus
dientes en su cuello. Jimin gimió por el dolor haciéndose presente, su
cuerpo se arqueó y su voz musitó el nombre de Jungkook en un hilito
devastador. El Alfa sonrió cuando su lobo aulló dentro de él. Lamió la
herida y después atrapó sus labios entre los suyos.
—Ahora nadie podrá tomarte jamás, porque eres mío. —le susurró.
Jimin asintió, abrazando los hombros del Alfa.
—Soy tuyo, Jungkook. Desde el primer momento en que llegaste a mi vida.
El Alfa le acarició las mejillas y siguió besándolo, moviéndose con
delicadeza y precisión sobre su cuerpo, haciéndolo gemir, jadear, pedir
más.
Sus lobos al fin se correspondían, se encontraban y se tomaban como
suyos.
✘ 23
✘ 24
✘ 25 final
(♡)
Perdón por el final tan aburrido, soy mala haciendo escenas de
acción, y no sabía que poner kalaks, aún así espero que les haya
gustado, y a la próxima será mejor
ෆ╹ .̮ ╹ෆ
✘ Epílogo
(♡)
Espero que les haya gustado mucho esta historia, soy fan de los
finales felices y el romanticismo, así que intenté que mantuviera esas
cosas, pese a ser una trama de mafia. Le agradezco a
thefuckingchocolate mar bonita, por ayudarme a escribir esto anoche
cuando estaba en colapso, les recomiendo muchísimo su cuenta,
tiene aus muy divertidos y es un amor ෆ╹ .̮ ╹ෆ
Cuando JE llegué a los 100 kilitos, subiré el extra de su boda en las
Vegas y un especial con el cachorro aprendiendo a caminar.
Gracias nuevamente, besos♡
✘ Especial
Los villancicos en las calles de Nueva York era una agradable sensación
hogareña y musical en los oídos de Jimin. Jamás había visto una orquesta
tan sinfónica y hermosa como la que sus ojos miraban ahora mismo. Su
mano estaba entrelazada con la de Jungkook.
El Omega mordisqueó su labio y aplaudió feliz cuando la canción acabó.
Rápidamente dejó dinero en el maletín de al frente, el cual iría a las
fundaciones para niños sin hogar en las calles pobres de la gran ciudad
neoyorkina.
—¿Te gustó mucho el villancico? —le preguntó Jungkook cuando dieron
camino al auto negro que yacía estacionado frente al parque.
—¡Lo amé con mi vida! —exclamó, feliz—. Es la mejor noche de todas,
jamás había pasado navidad de esta manera... Y-yo siempre estuve
encerrado incluso en noche buena, recuerdo que Kang me sacaba a las
discos para celebrar el año nuevo, y sólo estaba ahí fingiendo ser un
Omega bonito y obediente para él y sus amigos Alfas.
Jungkook cerró la puerta del auto y observó a Jimin con una expresión
decepcionada, se acercó al Omega y acunó su rostro para besar sus
labios. Jimin sintió una paz envolver su cuerpo ante tan gratificante
momento.
—Olvídalos, Jimin. Tu presente soy yo, es aquí en Nueva York, conmigo.
—el Omega abultó sus labios—. Lo que pasó hace unos meses atrás,
quedó en el pasado. Eres una nueva persona con una larga vida por
delante, no pienses más en esos tipos que ya deben tener gusanos en la
tumba.
Jimin soltó una pequeña carcajada y asintió, dispuesto a olvidar como de
lugar su pasado. Jungkook besó su frente y condujo hacia la quinta avenida
de Nueva York. Una zona conocida por ser histórica y habitada por
personas con muchísimo dinero, era una zona cómoda, silenciosa y los
edificios eran tan pintorescos que Jimin se sentía en una película de mi
pobre angelito.
Tras llegar al conjunto residencial, la pareja bajó del vehículo y caminaron
hasta la entrada del edificio. Una de sus vecinas más viejas con su gato
Flippo, salieron de su respectivo apartamento en cuanto la pareja estaba
por ingresar a su hogar. La mujer les sonrió muy amable, llamando la
atención de Jimin.
—¡Feliz noche buena para ambos! —dijo con un débil acento.
Jimin se le acercó para ayudarla a bajar las escaleras.
—Muchas gracias, señora Marie. Feliz noche buena a usted también.
La mujer bajó su mirada al vientre abultado de Jimin.
—¿Es tu primera navidad con el cachorro?
—Sí, está igual de emocionado que yo. —musitó con sus mejillas rojas.
—Será un gran líder cuando crezca, estoy segura que tu Alfa se encargará
de ello. —la mujer observó a Jungkook y le guiñó el ojo sabiamente.
En cuanto se marchó, Jimin regresó con Jungkook para ingresar a la casa.
El Omega se quitó su abrigo para dejarlo en el perchero y después sus
zapatos negros, corrió hacia la cocina para coger galletas de chocolate y
leche.
—Kook, ¿crees que Santa sepa dónde estoy para darme mi regalo? —le
preguntó con inocencia a su novio.
Jungkook enarcó una ceja mientras desabrochaba su camisa.
—¿Santa? Nene, santa no existe.
Jimin dejó de masticar y abrió sus ojos de par en par.
—¿Cómo puedes decir semejante blasfemia? Cuando era pequeño, recibía
regalos debajo del árbol, a veces eran sólo piedras dibujadas y otras veces
calcetines comprados en rebajas.
Jungkook frunció sus cejas y tomó asiento en el sillón, llamando a Jimin
con su dedo índice. El Omega se acercó y se sentó en sus piernas para
dejarlas extendidas.
—Amor, santa no es real. Es una leyenda que se inventó hace muchísimo
tiempo para darles a los niños una excusa de portarse bien y recibir
regalos. ¿Comprendes? Con el tiempo se volvió algo famoso y lo adaptaron
a películas y series.
El Omega estaba sorprendido, jamás pensó que esa pequeña ilusión de
santa no fuese real.
—Aún así... —Jungkook prosiguió—. Te puedo dar yo un regalo.
Jimin lo miró con sus ojitos brillaron.
—¿Qué cosa?
El Alfa se levantó y extendió su mano hacia el Omega, Jimin la tomó y
caminó junto a Jungkook hacia la habitación. El pelinegro cerró la puerta y
tomó la cadera de Jimin para después besarlo lentamente en sus labios,
Jimin sonrió entre el beso y sentó al Alfa en la cama con intención de
subirse sobre sus piernas.
No obstante, el teléfono del Alfa sonó dentro de su bolsillo, Jungkook
suspiró maldiciendo y tomando el móvil para contestar.
—¿Qué? —espetó.
—¡Feliz navidad, animal! —exclamó Taehyung—. Pásame a Jimin, quiero
decirle algo importante.
Jungkook rodó los ojos y le pasó el teléfono al Omega. Jimin lo tomó con
timidez.
—¿Hola..?
—¡¿Por qué no me respondías el teléfono?! —gritó el Alfa—. Estuve toda la
tarde llamándote y no contestaste ¿Qué clase de mejor amigo a la distancia
eres, hm?
Jimin estaba por contestar, pero Jungkook empezó a besar su cuello y
meter su mano dentro de su pantalón. El Omega se lamió los labios
evitando gemir.
—Lo siento mucho, estaba viendo los... Villancicos con Jungkook.
—Villa... ¡Villancicos! Oh por Dios, esto es una ofensa. Dime qué por lo
menos has visto mi pobre angelito ¡Es un clásico navideño, Park Jimin!
Jimin se sostuvo de la nuca del Alfa mientras era besado y tocado con
tanta morbosidad. El pelinegro desabrochó sus pantalones y sacó su
miembro para entrar en su Omega.
—¡Hola! ¡Jimin, no me dejes en visto! —Taehyung volvió a gritar.
—P-perdon... —sus pantalones fueron bajados y su espalda recostada del
colchón, Jimin abrazó a Jungkook, abriendo sus piernas.
—¡Jimin, deja de ignorarme! Por todos los cielos, me siento excluido.
—Tae... ¿Podemos hablar mañana? —musitó.
—No, no, hablemos ahora. No te perdono por haberme dejado ignorado.
Primero Yoongi, y ahora tú.
El Omega soltó un pequeño jadeo cuando sintió la intromisión de su novio.
Su barriguita estaba hinchada, probablemente su cachorro estaba
indignado de que otra vez sus papis por tercera vez en el día, invadian su
espacio personal.
—T-tae —gimió—. Te hablo mañana.
—¡Pero!
Jungkook maldijo en sus adentros y penetró con fuerza a Jimin sacándole
un gran gemido junto a un ronroneo.
—¡Dios mío, están cogiendo, no puede ser que han oído mis oídos!
—Taehyung no dejaba de gritar en el teléfono—. ¡Ambos son unos
animales, adiós!
La llamada se cortó, Jungkook alejó el teléfono y comenzó a besar los
labios de su Omega mientras se movía con precisión. Lo siguiente que se
escuchó fueron los pequeños gemidos de Jimin llamando a su Alfa y la
respiración de ambos mezclarse entre sí.
(♡)
A la mañana siguiente, la pareja fue recibida por el agradable frío invernal
de diciembre. La gran ventana frente a ellos estaba llena de nieve y copos
cayendo. Jimin se levantó cuando sintió náuseas otra vez, como solía sentir
cada vez que se levantaba.
Abrió sus ojos y miró la habitación blanca, Jungkook estaba durmiendo a su
lado, Jimin sonrió y miró la nieve caer por la ventana.
Era navidad.
Caminó hasta la cocina para beber un poco de agua y así pasar el
malestar. Se había colocado una camiseta de Jungkook blanca que le
quedaba básicamente como un vestido. Decidió asomarse por el balcón y
observar como desde el otro edificio, se veían los niños sacando los
regalos debajo del árbol.
Era nuevo en Nueva York, pero si algo había amado, era ver a los
cachorros jugar afuera y hablar con ellos cuando Jungkook se iba a
entrenar en el salón de boxeo por las mañanas.
Se había vuelto una rutina para ellos mientras Jimin iniciaba su primer
semestre en la Universidad.
Se dio vuelta para preparar el desayuno de su Alfa, sin embargo, observó
el árbol de navidad por curiosidad. Lo que llamó su atención fueron las
cajas de regalos debajo de este. Jimin frunció sus cejas y se agachó para
sacar una por una.
Eran demasiados regalos.
—¿Santa..? —musitó.
Todas tenían una nota con su nombre, Jimin las abrió una por una, mirando
todo tipo de regalos, desde ropa hasta libros, muchos libros. El Omega
formó un pequeño puchero con sus lágrimas cayendo por sus mejillas.
—Feliz navidad, ángel. —la voz de Jungkook se escuchó desde el marco
de la sala. Jimin lo miró y se levantó para correr hacia él y abrazarlo.
Jungkook lo estrechó en sus brazos con mucho cariño.
—¿Tú hiciste esto? —su voz salió en un hilito, estaba conmovido y
emocionado.
—Sí y no. La mayoría de los regalos son de los chicos, cada uno los mandó
y yo los guardé para dejarlos en el árbol.
—¿Entonces todo eso lo compraron ellos?
—Sí.
Jimin regresó a sus regalos para buscar entre las cajas alguno que no esté
abierto. Jungkook sonrió, él sabía lo que estaba buscando.
—No lo veo. —se quejó el menor.
—¿Qué cosa, amor?
—Tu regalo, no lo veo.
Jungkook rio, era demasiado adorable para su propia cordura.
Antes de que Jimin se pusiera a llorar, Jungkook le llamó.
—Ven aquí, nene.
El Omega se acercó con intriga, Jungkook metió su mano en el bolsillo del
mono que llevaba puesto y sacó una cajita de cristal. La colocó frente al
Omega, mirándole fijamente.
—Este es mi regalo para ti.
—Uh, ¿qué es?
—Ábrelo.
Jimin cogió la cajita y la abrió con sumo cuidado, pero se encontró con un
anillo azul zafiro, tan pequeño que cabía en su dedo anular. El Omega alzó
sus cejas y miró sorprendido a su Alfa.
—¿Qué... es esto?
El Alfa tomó el anillo y después la mano de Jimin.
—Te amo. —confesó—. Te amo como un jodido lunático, y te mereces
todas las maravillas de este mundo, incluso lo inalcanzable, y quiero ser yo
quien te dé todo lo que esté en mi alcance darte. Gracias por llegar a mi
vida, Jimin. Gracias por ver en mí la mejor versión y estar siempre atento a
mi cuidado, aún cuando tú estabas destruido por dentro, estuviste ahí
haciéndome compañía, siendo mi pequeño amuleto de la buena suerte.
Gracias por darme el valor de dejar mi pasado atrás, y por ser mi Omega.
Es un privilegio para mí. Sé que eres joven y un niño que aún necesita vivir,
pero estoy complacido de tenerte en mi vida, y lo único que quiero es que
la luna nos mantenga juntos por siempre, que seamos esa pareja que todos
quieren y nadie más pueda obtener... Ángel, ¿quieres casarte conmigo?
A este punto, Jimin ya estaba llorando como una Magdalena. Sus ojitos
brillaban con sus lágrimas y su labio temblaba de los nervios. Se le fue
inevitable no romperse, aferrándose del cuerpo de Jungkook y abrazándolo
con todas las fuerzas que su débil cuerpo disponía.
Ni siquiera apretar un gatillo era tan difícil como intentar sostener sus
lágrimas en un momento tan feliz como este.
—Sí quiero. —susurró sobre el pecho del Alfa— Si quiero casarme contigo.
El Alfa sonrió de oreja a oreja, alzó la mano de Jimin y le colocó el anillo. El
Omega sonrió, limpiando sus lágrimas.
Nuevamente el teléfono del Alfa comenzó a sonar en la habitación,
Jungkook gruñó por lo bajo y se dirigió a su cuarto para tomarlo y
responder, Jimin lo observó en la sala.
—¿Bueno? —habló el Alfa.
—¿Ya dejaron de fornicar? ¿Cuántos bebés piensas hacerle, hm? —la voz
de Taehyung volvió a sonar— ¡Pásame a Jimin!
El Alfa colocó el altavoz.
—Listo, habla rápido.
—¡Jimin! ¿Recibiste mi regalo? No sabía que talla eras, pero compré
muchas chaquetas de cuero, sé que te gustan más los abrigos pero estás
en Nueva York, así que necesitas portar estilo y elegancia.
Jimin rio y contestó.
—Sí, Tae. Lo recibí. Muchísimas gracias, es preciosa.
—Que bueno, ¿ya el animal te propuso matrimonio? O... ¡Espera, no dije
nada!
Jungkook suspiró.
—Taehyung, cierra la boca.
—Ok, ok. Sólo quería saber si mi regalo había llegado, pero como ya sé
que todo está bien, entonces los dejo para que sigan haciendo bebés.
Jimin se sonrojó ante su comentario, Jungkook cortó la llamada y dejó el
teléfono en la encimera de la cocina. Miró a Jimin con una pequeña
sonrisa.
—Entonces ¿Qué dices de pasar año nuevo en las Vegas y casarnos en la
capilla?
—¿En serio haremos eso?
—Por supuesto.
El Omega lo abrazó y asintió.
—De acuerdo, hagámoslo.
Jungkook rio y tomó la cadera de su Omega para depositar un beso en sus
labios.
Era la mejor navidad de ambos, y la más memorable en sus corazones.
(♡)
Muchas gracias por los 100k de lecturas en JE, aquí está el primer
especial de la propuesta de matrimonio 💌
✘ Jeon's Halloween
Las manos del Omega se aferraron a la espalda ancha del Alfa mientras
este movía su pelvis con rapidez y lo penetraba con fuerza. Jimin
lloriqueaba con su rostro enterrado en la almohada, sus glúteos rebotaban
contra la pelvis de su esposo, su pene era atendido por la mano del Alfa
mientras su cuerpo vibraba del placer.
Cuando los dientes de Jungkook se clavaron una vez más en su espalda,
Jimin se corrió con un gemido devastador, sintiendo la esencia de su
esposo derramada en todo su cuerpo.
—Mierda, mierda —espetó Jeon, mirando la marca de su mano en los
glúteos de su Omega— Que bien follas, ángel.
Jimin sonrió avergonzado, se dio la vuelta y miró a su esposo con las
mejillas rojas.
—¿Lo hago bien? —susurró.
Jungkook besó su boca.
—Lo haces de maravilla, como tu culo me aprieta y tus caderas se mueven,
me encanta.
Jimin rio como un pequeño niño y se abrazó del cuello de su Alfa para
atraerlo a su cuerpo. Jungkook cayó a su lado y besó sus brazos y cuello.
—Hay que buscar a Seol de la fiesta de disfraces de su compañero del
kinder. —dijo Jimin.
—Mm, dejémoslo un tiempo más.
—Kook, no me gusta dejar a mi hijo por mucho tiempo solo, es halloween y
los malos salen a robar niños.
Jungkook le miró dudoso.
—Estás pensando demasiado, y viendo muchas películas también.
—Soy realista, por favor, vayamos por él.
Jungkook suspiró rendido y asintió. Jimin le dio un beso en la mejilla y se
colocó de pie para darse una rápida ducha. El Alfa lo miró irse, tropezando
contra su escritorio con cosas de la Universidad.
Jimin ya casi acababa la universidad bajo la rama de literatura y filosofía, y
ahora escribía un nuevo libro para su tesis, si esta era aprobada, podría
tener la oportunidad de sacar en físico su historia. Su esposo le había dado
la idea de escribir sobre ellos, así que el rubio empezó a narrar su historia
de amor, de como unos Alfas despiadados se aprovecharon de su
inocencia y de como un mafioso con el corazón más noble le salvó la vida y
le cuidó con tanto amor durante tanto tiempo.
Estaba seguro que muchas personas se enamorarían de su historia, pero
tenía miedo de sufrir rechazo social por los temas sensibles que Jimin
había decidido hablar en su libro. Pero con todo y eso, Jungkook estuvo ahí
para él, ayudándole a escribir algunas cosas que para Jimin eran difícil, fue
su motor de arranque, así que todo se lo debía a él.
Llevaba 4 maravillosos años de casado, vivían en una hermosa casa en
Nueva York, y la vida peligrosa que habían sufrido en el pasado, quedó
sólo como una noticia más del montón. Jeon había salido en el periódico
bajo el seudónimo de J.K. Las personas tenían la duda de saber quién era
aquel mafioso que de la nada se había desaparecido. Lo que no sabían es
que ese mafioso caminaba por las calles de nueva York en compañía de su
ángel guardián y su hijo.
Nadie nunca iba a saber la verdad, por eso Jimin estaba escribiendo su
libro, quería tener una historia que contar.
Por otro lado, Jungkook había montado una nueva joyería en Nueva York y
era el empresario más novedoso de la gran manzana. Tenía sus contactos
con Namjoon y otras asociaciones, pero cuando le pedían volver a la mafia,
él se rehusaba diciendo que ya tenía una familia a quien dedicarle tiempo.
Namjoon se nombró como el nuevo mafioso de Corea, y escondía su
identidad bajo la profesión de doctor. Taehyung se había mudado con
Yoongi a Los angeles y estaban en espera de una pequeña niña, Mingyu
logró reencontrarse con su Omega y Hoseok y Jin vivían su mejor
momento, aunque seguían trabajando para Namjoon.
Para Jungkook lo único importante era Jimin y su hijo.
Nadie más.
—¡Jungkook, hay una araña en el baño! —Jimin gritó desde la ducha.
Jungkook se levantó colocándose los calzoncillos y se acercó al baño
donde su Omega se escondía de una fea araña.
—¡Mátala, me da miedo!
—Pase de matar personas a matar arañas. —ironizó el Alfa.
Tomó un rollo de papel higiénico y aplastó a la araña hasta verla caer en el
suelo, luego la enrolló y la botó en la papelera.
—Listo, amor.
—Mi héroe. —bromeó.
Jungkook lo miró desnudo y lleno de jabón.
—¿Te ayudo a bañarte?
Jimin rodó los ojos.
—Ven rápido antes de que me arrepienta.
Jungkook sonrió orgulloso y se metió en la regadera con el Omega. Se
bañaron juntos y después se besaron un poco antes de salir y vestirse.
En cuanto estuvieron listos, Jimin tomó las llaves del auto de su esposo,
Jungkook se acercó a él mientras metía un arma en su pantalón.
—¿Por qué llevas eso? —le preguntó Jimin.
—Dijiste que habían hombres que robaban niños, es precaución y parte del
outfit.
El Omega negó con una sonrisa y salió de la casa junto a su esposo.
Condujeron hacia la casa del compañero de su hijo y tocaron el timbre en
espera de que alguien abriera. Todas las casas estaban decoradas con
cosas de halloween, Jimin le daba escalofríos.
Cuando la puerta se abrió, una señora los recibió con una sonrisa.
—¡Hola! ¿Vienen por Seol?
—Sí, somos sus padres. —informó Jimin.
La mujer regresó a la casa y buscó al pequeño Jeon, tras encontrarlo, lo
llevó a la puerta donde sus padres estaban.
Jimin sonrió encantado cuando vio a su pequeño bebé disfrazado de
zombie.
—¡Papi! —exclamó Seol estirando sus brazos para que Jimin lo cargara.
—¿Comiste muchos dulces, amor?
—Un poco, te guardé, papi. —el pequeño le mostró su canasta de calabaza
con dulces adentro.
Jungkook los guío hacia el auto, pero un chico disfrazado de robot los
detuvo, parecía ebrio, un adolescente más.
—¡Hey, hermano! Que buen disfraz. —le dijo a Jungkook.
—No estoy disfrazado.
—¿Cómo que no? Pareces un espía.
Jungkook alzó una ceja.
—Es mi ropa normal.
El chico miró a Jungkook como si fuera un juguete, hasta que notó un arma
en su pantalón, no dudó en tomarla.
—¡Wow, con arma incluida! ¡Si que vas con todo, hermano!
—Te recomiendo no tocar eso. —le amenazó Jungkook— Si valoras tu
vida, claro.
—Es de juguete.
El chico apuntó hacia una gran calabaza y le sacó el seguro para disparar.
Enseguida la calabaza explotó, salpicando toda la casa de al frente. Jimin
tapó su boca mientras que Jungkook le quitaba el arma al adolescente y
pasaba el seguro. El chico tenía sus ojos abiertos de par en par.
—No te mato porque mancharia mis manos y estás ebrio. —murmuró Jeon,
tomó de la mano a su esposo y se lo llevó rápidamente al auto.
En cuanto encendió el vehículo y condujo, Jimin comenzó a reír.
—Eso fue muy extraño.
—¡Papi es mafioso, papi es mafioso! —gritaba Seol en el asiento trasero.
Jungkook negó.
—No soy mafioso, pero puedo jugar a serlo cuando yo quiera.
Jimin le sonrió y se inclinó hacia él para besar su mejilla.
—Tienes razón, eres mi mafioso.
Jungkook lo miró de la misma manera y sonrió.
El pequeño Seol no tardó en quedarse dormido y sus papis se miraron
cómplices, pues una vez que lo dejen en su habitación ellos iban a jugar al
policía y el ladrón.
El Halloween a penas iniciaba para ellos.
✘ Especial 2
♡
ahhh, se me ocurrió este pequeño especial con Jimin yendo a terapia y
aprendiendo un poco más, lo veía necesario para la historia u-u
🅰️➖➕🌖
Kapitel: 30Font size: 18
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