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Jeon Empire.

kookmin

Autor: ㅤ

Veröffentlicht: 2023

Jungkook es un Alfa perteneciente a la mafia Yakuza. Y Park Jimin un


Omega que ha sufrido los maltratos de los Alfas que lo capturaron hace
mucho tiempo. Ambos se conocen en altamar cuando Jeon lo rescata,
iniciando de este modo su pequeña historia de amor. ❞ Obra Original de mi
autoría. contenido +18 leer bajo su propia responsabilidad.

✘ Prólogo

Jungkook siempre había sido un hombre calculador y silencioso, hacia sus


trabajos sin dejar una huella de culpa o remordimiento. Era uno de los Alfas
perteneciente a la mafia Yakuza, más jóvenes y poderosos, y eso dejaba
oleadas de celos en sus enemigos, quiénes no hacían más que desear
matarlo a toda costa.
Su imperio era grande, indestructible.
Pero si hay una cosa que destabilizó por completo el gran templo de
Jungkook, fue ese Omega de ojos zafiros, tan apacible como un ave y tan
volátil como un avión de papel.
Su encuentro no fue sólo una coincidencia.
Fue la prueba de cordura más grande que alguien como Jungkook pudo
enfrentar. Y jamás tuvo la necesidad de proteger a alguien con su vida,
como lo hizo con Jimin y todo aquello que ese amor les otorgó poco
después.
Este es Jungkook, el mafioso más grande y peligroso de todos.
Y él, Park Jimin.
Su ángel.
(♡)
Hola, antes de iniciar, quería aclarar algunas cosas; esta versión de
Jeon Empire no es la misma que ya conocen, mencioné anteriormente
que la versión original sería eliminada, porque nada de esa obra me
gusta y porque recibió muchas críticas y denuncias. Así que hice esta
versión, tiene la misma trama pero es totalmente diferente a la
original. Aparte de ser omegaverse, lo que le da un estilo más
actualizado.

✘ 01

Jeon Jungkook sólo necesitaba dos palabras para describir lo que sus ojos
veían sin emoción alguna. Los anillos de sus dedos eran, tal vez, la mayor
distracción hasta ahora, jugando impaciente con ellos, carcomiendo su
calma e indiferencia.
El hombre de aspecto desaliñado y dudosa procedencia genética, le miraba
con miedo y arrepentimiento, era ese tipo de mirada que Jungkook
detestaba con su vida. No le gustaba ver lastima en los ojos de sus
depredadores, porque, no era el hecho de que se estuviera mofando de su
presencia y actuase como un lunático, víctima de las palabras dañinas y los
golpes duros que en su anatomía débil y huesuda recibía, no. Era el hecho
de que, aún dándole la confianza de recibir dinero de su parte, le
traicionaran como si de un niño infantil se tratase.
Y es por eso, y mucho más, que ahora mismo su paciencia comenzaba a
limitarse en segundos.
Y esos segundos estaban por explotar.
—S-señor Jeon... —musitó el sujeto, mirándole fijamente, esperando que
ese poderoso hombre de cabello negro y ojos filados, tuviese un poco de
piedad con él. Pero aquello se veía imposible, y lo sabía a la perfección.
Jungkook detuvo el juego con sus anillos y miró fijamente al hombre, tan
miserable y cobarde como siempre.
—Te he dado mi confianza, Garret. —su voz, tan ronca y áspera como un
trapo seco después de días al sol—. Has robado mi dinero, tomado mis
joyas y me has visto la cara de idiota todo este tiempo.
El hombre volvió a negar con su cabeza, los intentos fallidos de liberarse
sólo aceleraban mucho más su ritmo cardíaco. Jungkook no tenía tiempo
para estas cosas, estaba cansado, tenía hambre, y quería acabar de una
vez con esta absurda y estúpida reunión.
—Perdóneme, por favor. Le prometo, señor... le prometo que jamás volveré
a hacer algo como eso. Y-yo... tengo esposa y 2 niñas, ellas me necesitan,
necesitan a su padre ¡Por favor tenga piedad de mí!
La coraza que Jeon tenía en su rostro y porte, le daba más pase al sujeto
de sentirse intimidado y atemorizado, porque sabía que no podría
convencer a un mafioso tan peligroso como él, de perdonarle la vida, esto
no era una película de acción, no era un cuento de hadas.
Esto era la realidad, y lamentablemente, su destino.
Jungkook se levantó de la silla con sumo cuidado, arreglando lentamente
las mangas de su camisa blanca y ajustando los botones de su chaqueta.
Tronó su cuello, y tras pararse al lado de su guardaespaldas, le quitó el
arma de las manos y se encargó él mismo de preparar las balas.
Los ojos de Garret se abrieron como si hubiese visto un fantasma, o como
si su vida hubiera pasado frente a sus ojos, estaba tan asustado, que
incluso el líquido amarillento rodó por sus pantalones hasta formar una
mancha en ellos. Jungkook formó una mueca de asco, rodando sus ojos y
mascullando un "que asco" entre sus dientes.
—¡Por favor, se lo pido, tengo hijas, por favor! —gritos y más gritos de
piedad era lo que pedía sin cesar. Jungkook estaba harto de esto, harto de
su voz diciendo más mentiras, harto de personas como él.
Sólo le hacían perder el tiempo.
—¿Cuál era tu mayor deseo cuando pequeño, Garret? —la pregunta tomó
por sorpresa tanto al sujeto como a sus guardias.
El hombre, titubeante y tembloroso, respondió. —Yo... quería ser un
hombre millonario y respetado en la alta sociedad, darle a mi familia una
buena vida y a mis hijas un mejor futuro.
Adorable, sí. Pero aquello no iba a causarle remordimiento a Jungkook, por
más que aquel hombre se esforzase en ello, él era un Alfa de palabra.
Y leal a sus trabajos.
Nada ni nadie podría hablandar su corazón, jamás.
—Ese es un sueño muy alentador, señor Garret. —comentó con la voz
suave y apacible—. Pero es una lastima que sólo se quede en eso, simples
sueños frustrados de hombres desesperados.
Y sin que aquel Alfa de doble moral pudiese decir alguna palabra para
defender su vida, el arma, entre los largos dedos de Jungkook, ya había
sido presionada y la bala disparada en dirección a la frente de Garret.
La sangre salpicó su traje, pero Jungkook le restó importancia a esto. Una
vez acabada su tarea, le lanzó el arma a Mingyu y salió indiferente de la
habitación.
Yendo hacia su auto, se despojó de la chaqueta sucia y la tiró en el suelo,
Mingyu lo siguió, recogiendo las prendas y entrando al vehículo para
conducir.
—Diles a los demás que se encarguen del cuerpo, tirenlo al mar o
simplemente... Quemenlo. —habló el Alfa, quitándose el costoso reloj de su
muñeca y colocando otro que tomó de la maleta puesta a su lado.
—Sí, señor. —acató Mingyu— Por cierto, tengo la dirección que me pidió.
¿Quiere que lo lleve hasta allá o...?
—Llévame, y encárgate de que nadie reconozca la placa del auto.
—Sí, jefe.
Cuando Mingyu encendió el auto, dio camino hacia los barrios bajos de
Japón, una pequeña parte de la gran ciudad, donde habitaban, en su
mayoría, personas con muy bajos recursos económicos, algunas con
familias numerosas, y otras en compañía de la soledad.
Jungkook se dedicó a mirar por la ventana del auto, ausente de la
conversación que Mingyu tenía con uno de sus guardias por medio del
auricular. Su mente estaba en blanco, únicamente pensando en lo que
tendría que hacer durante esta semana, los viajes que tendría, los vuelos
que tomaría, y un sinfín de cosas que prefería no mencionar por la paz de
su lobo y él.
A sus 26 años de vida, jamás había deseado tanto un descanso como
ahora. Cuando sólo era un cachorro, tuvo que ver a su padre, un poderoso
y temible mafioso japonés, fundador y líder de la mafia Yakuza, apoderarse
de más de mil terrenos, matar a más de doscientas mil personas, familias,
parejas, niños. Era una larga lista que Jungkook prefería ignorar de vez en
cuando.
Había sido difícil adaptarse a una vida llena de armas y contrabando, sin
embargo, cuando entró a la adolescencia, su perspectiva fue cambiando,
su mundo empezó a girar alrededor de lo que su padre le había inculcado
desde muy joven. Jungkook ya no era un cachorro cualquiera, él era el
próximo líder de todo lo que su padre había formado desde hace años.
Con la muerte de su madre, la partida de su hermano y el asesinato de su
padre frente a sus propios ojos. Jungkook decidió tomar el lugar de su
progenitor, pero, él no planeaba ser una versión de su padre, porque,
aunque le tuviera respeto, también le tenía asco y un odio indescriptible. Le
odiaba por el simple hecho de ignorar a su madre cuando le pedía ayuda
en esa cama, abatida y asustada, débil y enferma. Jungkook vio en sus
ojos la maldad, dándose cuenta que no había piedad en él, no había
compasión y mucho menos remordimiento.
Sólo poder y ambición.
Jungkook había heredado esos pequeños aspectos de su padre, no iba a
negarlo, pero también había heredado la bondad de su madre. Y eso era
una cualidad tan pequeña y transparente en él.
Pero no invisible ante las personas que para él trabajaban.
—Llegamos, señor. —le anunció Mingyu tras estacionar el vehículo frente a
una casa casi en ruinas.
Jungkook miró por la ventana, formando otra mueca, pero esta era de
lastima y descontento.
—Saca las cosas. —le ordenó.
Mingyu salió del auto y se dirigió a la cajuela, sacó algunas cajas y esperó
la señal del Alfa para continuar. Cuando Jungkook se colocó una nueva
chaqueta y miró a su guardaespaldas, entonces el Alfa avanzó hasta la
entrada de la casa frente a ellos.
Tocó levemente la puerta, esperando paciente a que alguien la abriera.
Pasado unos segundos, la puerta se abrió, dejando a la vista una pequeña
niña de cabello rubio y grandes ojos cafés. Llevaba abrazado un oso de
felpa.
Jungkook carraspeó, mirando adentro de la casa para saber si alguien más
estaba con ella.
—Ustedes no son mi papi. —musitó la pequeña, torpe e inocente.
Jungkook miró de reojo a Mingyu y después a la pequeña.
—¿Se encuentra tu madre? —preguntó, serio.
La niña formó un puchero y cerró la puerta para regresar adentro. El Alfa
enarcó una de sus cejas, confundido ante la situación infantil que estaba
viviendo.
—¿Estás seguro que es la dirección, correcta, Mingyu? —le cuestionó al
contrario.
—Sí, señor, me aseguré antes de venir.
Jungkook suspiró comenzando a frustrarse, estaba decidido en darse la
vuelta y mandar al carajo este estúpido acto de caridad, pero entonces la
puerta volvió a abrirse, esta vez una mujer de aspecto descuidado, los
recibió
—¿Se les ofrece algo? —inquirió ella.
Jungkook inhaló profundamente antes de hablar.
—He venido por parte de su esposo, señora Garret. —mintió.
—Oh, ¿usted lo conoce? ¿es amigo de él? No suele comentarme sobre sus
compañeros de la fábrica.
El Alfa quería reír, porque le resultaba cómico que incluso a su familia les
mentía.
¿Una fábrica dice? Claro, porque ir a prostíbulos y abusar de menores de
edad era un trabajo arduo y de mucho esfuerzo.
Se recompuso al instante, mirando fijamente a la Omega.
—Le he traído algunas cosas. De seguro las necesitará.
La Omega no replicó nada, miró como el otro hombre le entregaba unas
cajas con extraña procedencia, las dos pequeñas niñas llegaron con
emoción y a la vez curiosidad.
—Vaya, no esperaba un regalo como este ¿Mi esposo lo envío? —la
Omega dudó.
Mingyu se encargó de responder esta vez.
—Es un regalo, señora, para usted y sus hijas. Esto debería servirles al
menos un mes, hay de todo un poco. No se tiene que preocupar de si su
esposo le traerá dinero para la comida, todo está ahí. —señaló las cajas.
La Omega, aún sumergida en su sorpresa, le agradeció a ambos Alfas con
varias reverencias, Jungkook se limitó a mirarla de reojo y después mirar a
las niñas que le observaba con tanta devoción.
Carraspeó, incómodo, se giró sobre sus talones y regresó al auto.
Mingyu volvió poco después y encendió el vehículo, miró de reojo a su jefe
antes de conducir de vuelta a la ciudad.
—¿Algo más, jefe?
Jungkook suspiró, mirando únicamente la ventana con vista a la casa de
esa mujer. Las niñas abrían las cajas y saltaban de emoción con los
regalos que ahí habían, entre ellas, muñecas y vestidos.
El Alfa desvío la mirada y cerró sus ojos para descansar.
—Vámonos. —pidió.
Mingyu asintió, aún sin que su jefe pudiese mirarlo. Giró el volante y salió
de aquel barrio de mala muerte.
Jungkook pensó en lo muy cansado que se encontraba, y en el tedioso
viaje que tendría que hacer mañana a Osaka en crucero, para poder recibir
lo que Kang Suhoo le debía después de tres meses en deuda con él.
Sí, sería un largo y, probablemente, un molesto día.

(♡)
Quizás los primeros caps sean algo "aburridos" Kalks perdón, pero
les aseguro que les gustará, no olviden comentaaaarr

✘ 02

Llorar era considerado un acto de vulnerabilidad y pureza, también de


valentía y resiliencia. Quienes soportaban más de un golpe, tenían el poder
de destruir después a quien sea, con tal de buscar su venganza. Y los que
se defendían, tenían, al contrario de los otros, el poder de marcar los
límites entre la resistencia, la agresión y su dignidad como persona.
Pero, lamentablemente, Jimin no era ninguna de esas personas. No se
consideraba alguien resistente y tampoco defensor de su propio cuerpo, es
por eso que ahora se lamentaba una y otra y otra vez, el hecho de jamás
aprender a defenderse como debía. Porque sí, había resistido casi 10 años
de mucho daño, tanto físico como verbal, y aún peor, psicólogico. Pero eso
no quitaba su vulnerabilidad, la necesidad mínima de obtener la piedad de
quienes agredían su alma como si de un saco de boxeo se tratara.
Había soportado tantas cosas, que a este punto, una más no le sumaba ni
le restaba a su corazón.
—¡Joder, que bien se siente! —vociferó el Alfa que mantenía su cabello
sujetado y sus manos amarradas detrás de espalda— No te muevas,
muñeco, lo estás haciendo muy bien, sigue así y tendrás algo que comer
hoy.
El Omega de cabellera dorada, ojos color zafiro y nariz roja como la de una
pequeña fresa, decidió cerrar sus ojos y respirar hondo antes de tener un
ataque cardíaco. Y no porque estuviera disfrutando la adrenalina que su
cuerpo sentía, sino, por la lamentable y horrible ansiedad, pánico y temor
que su cabeza le estaba haciendo sentir, y que su lobo, adolorido y triste, le
estaba haciendo experimentar.
Tras un largo rato, el Alfa detrás de él se corrió por completo, dándole un
fuerte golpe en sus glúteos y riéndose como si hubiera ganado un juego de
cartas, o una partida de póker.
—¡¿Vieron eso?! —clamó a los hombres que frente a ellos, estaban. Todos
Alfas, con cervezas en sus manos, cigarros en sus bocas y totalmente
desnudos después de largas rondas con el pequeño Omega— ¡Sólo yo
puedo hacer que se corra así!
Más risas inundaron la habitación, el Alfa se colocó sus boxers y
pantalones, y en cuanto miró al rubio, le sonrió satisfecho, ignorando por
completo la sangre de sus rodillas, el moretón de su ojo y los espasmos de
su cuerpo tembloroso.
—Te ganaste un trozo de pizza, Jimin. —le dijo con una horrible y siniestra
sonrisa. El Omega no le miró de vuelta, sólo quería huir de ahí, quería que
Dios, donde sea que esté, le tuviera un poco de misericordia y lo sacara de
ahí.
Jamás había sido un creyente, de hecho, sólo la luna le bendecía por las
noches como si aquel planeta brillante fuera su único Dios. Pero a este
punto de su vida, ya no creía en nadie.
Ni siquiera en él mismo.
Los hombres se levantaron tras colocarse sus ropas y salieron de la
habitación dejando en completa soledad al Omega. Jimin pudo abrir sus
ojos por fin, se quitó la correa de sus muñecas y corrió rápidamente al baño
para encerrarse con seguro. Ese era su único lugar seguro, el único
pequeño momento donde podía tener paz y salvación. El agua comenzó a
mojar su cuerpo, gimió con el frío haciendo contacto con su tibia piel,
odiaba esa sensación, porque le recordaba lo fría que era su cama y lo
helada que estaba la comida cuando se la traían en una vieja olla.
Y aunque le diera asco siquiera tocarla, la comía de todas formas, porque
era eso, o morir de hambre hasta su próxima porción.
Sentado en el suelo de la ducha, se permitió llorar como siempre hacia
después de que esos tipos lo tocaban, era lo único que podía hacer
libremente sin tener a nadie diciéndole "estúpido" o "llorón". No le
avergonzaba ser un llorón, tenía el derecho de llorar cuántas veces
quisiera, porque, entre todas las cosas desagradables de su vida, llorar era
lo único que le hacía sentir un ser humano.
Le hacía sentir que aún estaba vivo.
Había perdido la noción del tiempo, no sabía en qué año estaban, ni qué
mes era actualmente, ni siquiera la hora. Lo único que tenía cuerdo era su
memoria, y aún así comenzaba a sentir el olvido de sus recuerdos. Porque
la mayoría de ellos eran dolorosos, difíciles de contar y asumir.
Desde los maltratos de sus padres, hasta el día en que ese tipo, Kang
Suhoo, lo tomó como suyo, ya nada había sido igual.
¿No era demasiado joven para eso? Sólo tenía diez años, jugaba con la
pelota y veía caricaturas, pero de un día para otro, había pasado de estar
sentado en el sofá de su casa, a estar en una habitación llena de Alfas
hambrientos con miradas oscuras y garras afiladas. Su lobo se escondió
por tanto tiempo, su desarrollo integral como Omega fue interrumpido por
los golpes y deseos carnales que le daban constantemente, ya no había
misericordia, ni siquiera un atisbo de purificación en su vida. Porque estaba
manchado, estaba sucio y tan solo, que si tuviera un arma para matarse, lo
haría sin pensarlo dos veces.
Porque existir ya no era un privilegio para él, se había convertido en un
infierno del cual dudaba algún día, salir ileso.
Al caer la noche, Jimin ya estaba cambiado por su habitual ropa de
siempre, se encontraba sentado en el colchón mientras la televisión frente
a él reproducía un viejo programa de apuestas, el Omega comía la pizza
que le habían traído no hace mucho, se encontraba fría, como de
costumbre, pero prefirió ignorar eso a sentir nuevamente los gruñidos de su
estómago.
No obstante, la puerta de la habitación fue abierta, y con ella, Kang entró
rápidamente, Jimin se encogió en su sitio, deseando que esta vez fuese
sólo para ordenarle algo y no otro encuentro con sus amigos.
—Recoge tus cosas, Jimin. —ordenó Suhoo, apagando el televisor y
tomando un bolso para tirarselo al Omega.
—¿Por qué? —inquirió, temeroso de recibir un golpe por preguntar.
Suhoo le dio una furtiva mirada.
—Sólo recoge tus malditas cosas, iremos a un crucero, y más te vale no
hacer nada estúpido porque te juro, Park Jimin, que te romperé tanto, hasta
que me pidas de rodillas que me detenga.
Con aquella amenaza, Suhoo salió de la habitación tirando la puerta, Jimin
se estremeció de pies a cabeza, pero decidido a no llorar nuevamente, se
levantó para recoger sus cosas. Lamentablemente no tenía nada, sólo un
cepillo de dientes, dos pantalones, una camiseta, un suéter y un par de
zapatillas viejas. Suhoo jamás se dignó a comprarle ropa nueva, ni siquiera
un par de boxers decentes, lo tenía tan destruido.
Porque claro, él era de su "propiedad", y lo mantenía y criaba a su manera.
Tras recoger todo, fue buscado por uno de los guardias de Suhoo y llevado
al primer piso del apartamento donde lo tenían desde hace hace 8 años.
—¿El auto está aquí? —preguntó Minhoo, Kang asintió, se notaba
desesperado y preocupado, Jimin quiso saber qué estaba pasando, y por
qué todos parecían contar los minutos de sus vidas.
Kang tomó un arma y la metió dentro de su pantalón con el seguro puesto.
Cogió a Jimin del brazo y lo sacó del edificio para subir al auto que
esperaba por ellos. El Omega se mordió con fuerza su labio, viendo como
se alejaban del edificio poco a poco, no iba a mentir, estaba tan asustado
porque no sabía a dónde lo llevarían, no fue poco después que logró
visualizar el mar, y un crucero.
Bajaron del auto y se acercaron a un Alfa de cabello castaño que estaba
recibiendo los tickets, sin embargo, Kang sólo le entregó un fajo de billetes
y este enseguida los dejó entrar. Jimin fue arrastrado por el hombre hasta
detenerse en una de las habitaciones, abrió la puerta y lo metió
bruscamente.
—Te quedarás ahí hasta que yo venga ¿Me entendiste? Ni se te ocurra
gritar o pedir ayuda, si valoras tu vida, entonces serás un buen chico y
harás silencio. —le amenazó, Jimin asintió cabizbajo hasta escuchar como
la puerta se cerraba.
El lugar estaba oscuro, era tan pequeño y sólo había una diminuta ventana
que daba con el mar. Jimin comenzó a sentirse ansioso y asustado, su lobo
aullaba por querer escapar de ahí, pero se limitó a cerrar sus ojos y contar
hasta diez, había aprendido a hacer esto gracias a un programa de
televisión.
No supo cuánto tiempo estuvo contando, pero cuando intento dejar de
hacerlo, ya estaba dormido contra la litera del pequeño espacio
arrinconado.
(♡)

La puerta fue abierta por uno de los guardias de Kang, Jimin despertó casi
al instante, sus ojos miraron con miedo al hombre, pero este simplemente
le lanzó una nueva muda de ropa, algo más provocativa. Jimin lo miró
confundido.
—Apresúrate y vístete. —fue lo único que dijo el guardia antes de cerrar la
puerta.
Jimin dudó si hacerlo, pero lo menos que quería era enojar a Kang. Había
aprendido con el tiempo que esto estaba totalmente prohibido, a menos
que no valorara su vida, claramente.
Se vistió rápido y después dio tres pequeños toques a la puerta para
avisarle al Alfa que estaba listo. El guardia lo sacó de la habitación y lo
llevó hasta el interior del crucero, se oían voces ajenas de personas y un
poco de música, Jimin entonces comprendió que no estaban solos.
Habían personas ahí afuera, personas normales, Alfas y Omegas que
probablemente no tenían ni la menor idea de que había un adolescente
secuestrado por una mafia coreana.
Y se lamentó tanto no poder gritar o pedir ayuda, porque sabía de
antemano que nadie le ayudaría.
Para cuándo abriese su boca, ya tendría un tiro en la cabeza.
El guardia se detuvo frente a otra puerta marrón, esta enseguida se abrió
por un hombre calvo que los miró a ambos con un rostro enojado. Jimin fue
empujado hacia la habitación, los ojos del Omega notaron enseguida a
Kang sentado en un sofá de cuero y a dos hombres frente a él.
Dos hombres...
—Oh, mi Omega está aquí. —dijo Kang, luciendo tan miserable como
siempre, aprovechando la debilidad de Jimin para usarlo siempre a su
conveniencia.
Siempre que estaba metido en problemas, lo traía a sus reuniones y lo
hacía pasar por su Omega, diciéndole a los invitados que él era suyo, pero
que no tendría ningún problema en compartirlo.
Y Jimin, sabiendo todo esto, se sintió aún más preocupado porque jamás
había visto a estos dos Alfas, y temía que fueran aún más peligrosos que
los anteriores.
—Ven aquí, bebé. —Kang señaló sus piernas para que Jimin se sentara en
ellas.
El Omega tragó grueso y caminó hacia el Alfa, su cadera fue tomada por
Kang para sentarlo en su regazo, fue entonces que Jimin plantó sus ojos al
frente y los vio.
O mejor dicho, lo vio a él.
Era, quizás, el hombre más precioso que sus ojos pudieran haber visto, su
mirada seria e indiferente le dejaba una sensación agridulce en su paladar,
pero que de algún modo volvía loco a su lobo. Era atractivo en todos los
sentidos, tenía múltiples perforaciones en sus orejas, un cabello corto y
peinado tan sutil hacia atrás, dejando ver sólo un pequeño mechón
perfectamente doblado en su frente. Llevaba un traje negro con los botones
abiertos, los labios fruncidos y el ceño arqueado hacia abajo.
Sí, era el Alfa que todo Omega quería, pero que Jimin sabía, no era
apropiado para él. Y que, probablemente, lo usaría después de que Kang
dijera las palabras mágicas.
Siempre sucedía lo mismo con él, ¿qué le aseguraba que este hombre no
fuese igual?
—Es inesperada su llegada tan pronto, señor Jeon, nunca pensé que se
tomaría la molestia de venir aquí. —le dijo Kang al Alfa.
Jimin estaba sorprendido de su tono de voz, es como si quisiera ser
cuidadoso porque sabía que iban a matarlo.
El hombre nombrado como Jeon, le dio una fría mirada a Kang, se notaba
que no era como los demás, Jimin vio algo en su mirada, un poco más
calculadora que el resto.
—Le avisé con sus hombres que vendría personalmente, señor Kang
Suhoo. ¿Qué le sorprende exactamente?
Su voz, su jodida y espectacular voz. Jimin abrió sus ojos con el eco de su
acento retumbando en su cabeza, parecía un hechizo inconsciente, incapaz
de controlar aún estando sobre el regazo de otro hombre.
Kang soltó una pequeña risita y enseguida guió su mano al muslo de Jimin,
aquella acción dejó al Omega tenso, y por supuesto, Jungkook se dio
cuenta de ello. Así como también se dio cuenta de las marcas en el cuello
del rubio, su ojo morado, y los nudillos lastimados, había incluso sangre
seca.
Entrecerró sus ojos y después miró a Kang.
Él lo había visto todo, y sonrió, porque en su pobre y vacía cabeza, creía
que Jungkook quería a Jimin para él, lo cual era maravilloso, porque de
este modo se salvaría de una deuda que no podía pagar.
—Entonces, ¿de cuánto estamos hablando? —le preguntó al Alfa.
Jungkook ladeó su cabeza, aburrido.
—Ya debería saberlo.
Kang volvió a reír.
—Es cierto, a veces me olvido. Verá, el negocio ha sido difícil estos meses,
es decir, no muchos quieren su droga, y no es que sea mala... pero ya
sabe, hoy en día quieren algo con mejor calidad.
Jungkook evitó sonreír, pero aún así lo hizo, Mingyu le dio una mirada
fugaz, sabía lo que venía, estaba preparado para ello.
Jungkook lamió sus labios lentamente, acto que llamó la atención de Jimin.
—De mejor calidad. —repitió, calmado— Comprendo completamente lo
que dice, es una lastima que mi mercancía no haya superado sus
expectativas en este negocio, aún así... se me hace raro que usted, siendo
un hombre con muchos trabajadores, no haya podido vender todo lo que le
entregué en sus manos. —Kang tragó saliva—. Es decir, llevo un control de
lo que vendo y lo que mis compradores venden, y casualmente su negocio
aumentó el 5% gracias a mí. Entonces, recapitulando todo lo que dijo,
¿está seguro que no vendió todo lo que le dí?
Jimin estaba sorprendido con la calma y vehemencia con el que ese
hombre hablaba y actuaba. Llevaba consigo una calma tan siniestra,
entendía ahora porque todos estaban alterados hoy.
Tenían motivos para sentir miedo.
—Es un hombre precavido, admiro eso de usted. —dijo Kang poco
después—. Le ofrezco mis disculpas, si aún acepta mi dinero, le doy el 3%
de lo que he vendido, y como regalo extra... —su mano subió a la cintura
de Jimin—. Le ofrezco también a mi Omega, es bueno en todo lo que le
pida, también es obediente y le dará la mejor noche de su vida.
Jimin miró a Kang con ojos suplicantes, pero el hombre ignoró esto, no le
importaba que tuviera miedo, con tal de salvar su trasero, era más que
suficiente.
Jungkook inhaló hondo y observó de reojo a Jimin, el Omega formó un
pequeño puchero negando con su cabeza.
—Entiendo. —murmuró Jeon antes de colocarse de pie—. Lastimosamente
no me gustan las personas que le pertenecen a otras, soy exclusivo con lo
mío, no me gusta compartir. Es una lastima que tengamos que llegar a este
punto, señor Kang, pero soy un hombre ocupado y mi principal objetivo
aquí, es usted.
Tras decir aquello, Mingyu sacó su arma y apuntó a Kang, enseguida todos
sacaron sus armas y se apuntaron unos con otros. Jimin fue tomado por
Suhoo mientras apuntaba a su cabeza.
¿Qué mierda estaba haciendo?
—Noté como lo miraba, ¿está seguro que no lo quiere a cambio de dejarme
libre? Me aseguraré de pagar todo, nadie le diría que no a alguien como él,
sólo mírelo. —tomó las mejillas de Jimin para apretarlas, el rubio deslizó
sus lágrimas por sus mofletes, Jungkook, sin embargo, no se inmutó.
Pero tampoco lo pasó por alto.
—¿Me está amenazando, señor Kang? No creo que tentar con la vida de
su pareja le suma puntos conmigo, al fin y al cabo, no me importa lo que
haga con él. He venido aquí por mi dinero.
Kang maldijo entre dientes y observó a Jimin llorar.
—Inútil, no me sirves para esto. —lo lanzó en el suelo con brusquedad,
Jimin se levantó para correr a la salida, pero Kang disparó en su dirección.
Fue entonces, que Jimin sintió el verdadero dolor en sus entrañas, su vida
pareció convertirse sólo en pólvora, cenizas que volarían con tal pasara el
tiempo. Bajó la mirada a su estómago, notando una gran mancha roja,
jadeó adolorido, cayendo de rodillas en el suelo hasta desplomarse en el
suelo.
Jungkook miró aquello como si estuviera reviviendo una parte oculta de su
cerebro, Mingyu, atento a los movimientos de su jefe, no lo interrumpió
cuando el Alfa, de manera rápida y precisa, sacó su arma y le disparó tres
veces a Kang en el pecho. Había sido rápido, sin dudarlo siquiera dos
veces. Mingyu se encargó de dispararle a sus guardias y tomar la maleta
con dinero que tenían oculta debajo de la mesa, y que Jungkook había
visto desde el primer momento en el que entró a la habitación.
Todo había sido planeado, él sabía lo que Kang diría.
Pero nunca se esperó ver a un Omega ser herido frente a él.
—Jefe, el helicóptero está aquí, ya todos empezaron a alarmarse afuera.
—le anunció Mingyu.
Jungkook guardó su pistola y se acercó al Omega inconsciente, tocó su
herida calculando la profundidad.
Lastimosamente no sabía nada de medicina.
Pero conocía a alguien que sí.
Mingyu vio el momento exacto en el que su jefe se quitó su chaqueta y
envolvió al Omega para después cargarlo, se sorprendió, por supuesto,
pero no dijo nada al respecto, ahora mismo salir de aquí era más
importante.
Efectivamente, los gritos se escuchaban afuera, las personas corrían con el
miedo de aquellos disparos aturdiendo sus cabezas, Jungkook caminó
entre las personas hasta llegar a la altura de la punta del crucero.
El helicóptero bajó lo suficiente hasta ver a dos Alfas ayudar a Jungkook
subir el cuerpo de Jimin, una vez que subió las escaleras, este se elevó
nuevamente para irse de aquel lugar.
—¿A dónde vamos, señor? —preguntó el piloto.
Jungkook se quitó la corbata y levantó la camiseta de Jimin para hacer un
poco de presión en la herida antes de que se desangrara más. Pero notó
las marcas de golpes en su torso, quemaduras y cicatrices que dejaron su
ceño fruncido.
Mingyu tocó su brazo llamando su atención.
—Al hotel, por favor, y llame al doctor Kim, lo necesitamos cuanto antes.
—dijo Mingyu.
El piloto acató la orden y viajó hasta el hotel.
Pero Jungkook no estaba prestando atención, él sólo miraba al Omega en
sus piernas, detallando el dolor que su rostro reflejaba y ese aroma a
sangre que sus manos emanaban.

✘ 03

Cuando Jungkook era pequeño, su madre siempre le preparaba pastel de


chocolate cuando tenía una caída mientras jugaba o una pelea en la
escuela. Sus heridas eran tan mínimas, pero el juraba que tendría una
operación de dos días con cien puntos en su pierna, era sólo un cachorro,
no sabía absolutamente nada de la vida, del dolor y mucho menos de
perder a alguien.
Había tenido cientas de peleas, cientas caídas y cientos pasteles de
chocolate por comer, pero llegó un momento donde ya no pudo más, ya no
quería pelear, ya no quería caerse y tampoco comer chocolate. Con el
tiempo fue teniéndole asco al dulce, porque eso le recordaba las veces que
cayó, y su madre, con tal de no verlo llorar, le hacía ese asqueroso y
empalagoso pastel para hacerlo olvidar su pequeño dolor.
Aprendió que ni con el dulce más grande de todos, iba a sanar el dolor de
su mente, porque sentenciaba que ese, era, desgraciadamente, el dolor
más difícil de desaparecer.
—Jeon. —la voz del doctor Kim resonó en sus oídos, haciéndole abrir los
ojos de su pequeño descanso.
Su mirada viajó al Alfa moreno y después a Mingyu, recordó entonces la
razón del porqué estaba ahí.
—¿Y bien? —cuestionó, colocándose de pie.
—El chico perdió mucha sangre —habló el moreno—, es probable que esté
débil unos días, pero encontré ciertas cosas mientras realizaba la
operación.
Jungkook entrecerró sus ojos, dudoso de cuáles eran esas cosas.
—Lo escucho.
El doctor le mostró unos papeles, Jungkook miró con letra difícil de leer, lo
que ahí estaba anotado.
—Su estado anímico es preocupante, carece de vitaminas y una buena
alimentación, se nota que no ha comido en días, aparte de los golpes en su
cuerpo, y según mi lógica, el chico debió de sufrir algún tipo de abuso
físico. Necesita muchas semanas de recuperación, quizás meses, al menos
hasta que su cuerpo sea capaz de mantenerse en pie por si solo. En un
Omega un poco delicado.
Jungkook apretó su mandíbula y miró en dirección a Mingyu, el Alfa asintió,
dándole la razón al doctor Kim.
—Entiendo. —murmuró el Alfa, entregándole al doctor los papeles— Será
mejor llamar a sus padres.
Mingyu formó una mueca.
—Jefe, dudo mucho que ese chico tenga padres, conociendo el historial de
Kang, y sus fetiches con menores, ¿no cree que quizás ese Omega fue
raptado por él?
Sí, justo lo había pensado toda la noche, pero quería pensar que no. Sin
embargo, no olvidaba la manera en la que ese Omega le miró
anteriormente, la súplica en sus ojos para que dijera que no ante la
sugerencia de Kang. No era un tonto, él sabía que esto era no coincidencia.
¿Pero qué haría con él?
Tenerlo en su casa no era una opción accesible, correría peligro, ¿pero no
era lo mismo que dejarlo a su suerte y que corriese peligro con Alfas igual
de desquiciados que Kang?
De cualquier manera estaba arriesgando su vida, y eso le hacía sentir
enojado.
Él no era un hombre que se complicara tanto, pero, ahora mismo no tenía
más opciones.
—Lo llamaré cualquier cosa, gracias por venir. —rompió el silencio para
despedir al doctor Kim, este le hizo una reverencia y se marchó del hotel.
Mingyu se cruzó de brazos, observando fijo a su jefe.
—Sé lo que piensas. —dijo, informal.
Jungkook alzó una de sus cejas.
—¿De qué hablas?
—Te lo quieres quedar.
Jungkook bufó en respuesta.
—¿Es acaso un objeto para quedarmelo? Estoy siendo compasivo que es
muy diferente.
—Digamos que lo dejas ir, ¿qué harás con tu conciencia? Se sabe que eres
un hombre que tiene todo bajo control, pero también que odias las cosas
impares, y este chico, esta situación, y tú, no estaba en tus planes. Odias
no tener una solución porque fue algo imprevisto, y eso te frustra porque no
tienes más opciones que quedartelo hasta que mejore.
Extrañamente, Jungkook no se quejó. Porque sabía de antemano que
Mingyu tenía razón en lo que decía. Esta situación con el Omega no estaba
en sus planes, desarmó por completo el rompecabezas de su vida, no
tenía soluciones, sólo opciones.
Y no todas ellas le agradaban por completo.
—Mejor déjame solo, tenerte como consejero en peor que tenerte de
guardaespaldas. —se dio la vuelta para buscar su tarjeta y entregársela al
castaño—. Ve a un centro comercial y compra suficiente ropa, comida y
cosas de aseo personal.
—¿En serio vas a quedarte con él? —dudó.
—¿En serio seguirás hablándome de esa forma? —gruñó en respuesta.
—Lo siento... yo sólo quiero saber si tomará una decisión correcta con
respecto a ese chico, sé que usted odia las cosas a medias y hasta que no
vea que ese Omega esté bien, no lo dejará ir.
A Jungkook le aterraba la habilidad que tenía Mingyu para saber todo de él,
no sabía si se debía a que eran amigos desde hace mucho tiempo, o que el
Alfa de verdad le prestara atención a cada uno de sus movimientos,
palabras y decisiones. Lo había entrenado bien, y estaba orgulloso de eso.
Aunque no lo diría, por supuesto.
—Ve. —dijo un poco más serio.
Mingyu frunció sus labios y salió de la habitación hacia el centro comercial
más cercano. Una vez solo, Jungkook caminó hasta la habitación donde se
encontraba el Omega, este aún dormía, tenía una vía en su mano y una
venda alrededor de su herida.
Sí, Mingyu tenía razón, odiaba las cosas a medias, odiaba todo lo que no
estuviera en sus manos. Pero era inevitable, no controlaba ciertas
situaciones, lo ponían ansioso y frustrado. Este chico había sido una pieza
inconclusa en el puzzle de su vida, ahora, con el gran pesar de su alma,
tenía que hacerse cargo.
(♡)
El tiempo pasó volando, y con ello la noche llegó, Jungkook firmaba unos
documentos en la sala sobre la adquisición de una empresa a nombre de
un viejo japonés que no tenía ni la menor idea que su mayor comprador era
un mafioso.
Aparte de trasladar y vender todo tipo de drogas, Jungkook tenía un trabajo
externo al anterior, era dueño de una empresa que a finales de otoño
vendió, y ahora estaba intentando comprar otra, pero su sede quedaba en
Busan.
Y si aceptaban su propuesta, tendría que mudar su negocio y su gente a la
gran ciudad de Corea, tan numerosa y despampanante como un cristal en
un mostrador. Esperaba que de aquí a allá, ese Omega haya desaparecido
de su vida.
De lo contrario, tendría que llevarlo con él hasta Busan, y esa no era una
buena idea que digamos. O al menos no para Jungkook.
La concentración se desvío al vacío cuando escuchó una voz aguda y débil
desde la habitación de al frente, el lobo de Jeon se alarmó, haciéndole
poner de pie enseguida. Jungkook caminó hasta la habitación para
asomarse, mirando al rubio llorar de repente.
Oh no, no ahora.
Se armó de voluntad y entró a la habitación, Jimin lo miró asustado,
encogiendo sus piernas a la altura de su pecho, pero hacer esto fue un
sentencia a su dolor abdominal, ya que, rápidamente se enderezó con un
agudo gemido.
—No te muevas. —Jungkook habló por fin, dejando al Omega en silencio y
con mucho más temor que antes.
—¿V-vas a hacerme algo..? ¿Kang te dijo que me trajeras aquí?
La manera en la que sus palabras salían como si estuviera pidiendo ayuda
en miserias, dejó muy desconcertado a Jungkook. ¿Cómo siquiera podía
pensar que él, Jeon Jungkook, le haría caso a alguien como Kang Suhoo?
Despreciable.
—No te preocupes por eso, no trabajo para nadie, yo soy mi propio jefe.
—se apresuró en explicar—. Has sido lastimado y te he traído aquí para
que te recuperes.
Jimin bajó la mirada a su cuerpo, comprendiendo la razón de su dolor.
Lo recordaba todo, Kang le había disparado, su vida estaba colgando de un
hilo.
Jungkook notó su silencio y volvió a hablar para razonar mejor con él.
—Él murió. —confesó.
Jimin alzó sus cejas sorprendido.
—¿Lo mataron?
—Lo maté. —afirmó.
Jimin se sintió bien con eso, no sabía la razón, simplemente sentía un peso
menos en sus hombros, como si fuera libre otra vez, era satisfactorio, sólo
quería llorar.
—G-gracias. —musitó con lágrimas en sus ojos caídos— Muchas gracias
por hacerlo, me has salvado, tú... me has sacado de ahí.
Jungkook sintió un pequeño nudo que no tardó en deshacer por su propio
bien. Ignoró las lágrimas ajenas y decidió preguntar lo primordial.
—¿Qué edad tienes?
—Dieciocho.
El Alfa formó una mueca, era demasiado joven.
—¿De dónde conoces a Kang? —siguió preguntando.
Jimin bajó la mirada, una clara señal de que nada bueno saldría de su
boca.
—Él me compró. —confesó el Omega— Mi padre me vendió a una mafia y
ellos me tomaron como suyo, he vivido ocho años en prisión.
Estas situaciones eran las que le recordaban a Jungkook, del porqué era
un mafioso.
Y el porqué mataba a hombres como Kang.
Decidió seguir preguntando.
—¿No tienes a dónde ir, cierto? —ya sabía la respuesta pero aún así
quería saberla.
Jimin negó.
—No tengo a nadie, sólo a mí mismo... —esbozó una pequeña sonrisa— Y
aún así no es suficiente.
En otra oportunidad Jungkook hubiese pensado que todo era una situación
cursi y barata. Pero, ver a este Omega, sentir su miedo y desesperación, le
hacía pensar que claramente no era un acto cursi y barato. Era su realidad,
la que había vivido, y gracias a él, inconscientemente, estaba salvo.
—El doctor dijo que estabas muy débil, así que, para asegurarme de que
no maté a nadie en vano, te quedarás conmigo un tiempo, al menos hasta
que seas capaz de velar por tu propia seguridad, hasta entonces, yo voy a
cuidarte.
Decir aquello fue incluso más raro que pensarlo, pero había planeado toda
la tarde cómo decirle a ese chico que pensaba quedarse con él, y no es
como si fuese un objeto donde diría que se lo quedaría sólo porque sí. Pero
esta situación era nueva.
Y le frustraba no tener el control de sus palabras, sus acciones y sus
movimientos.
Jimin sonrió, porque, aunque no conociera a este hombre de nada, sentía
una pequeña sensación de calidez y protección. Había algo en él desde
que lo vio, que le hizo pensar que no era alguien igual que Kang.
Su compasión le hizo sentir protegido.
—Y-yo... agradezco su ayuda, prometo no interferir en su trabajo, aunque,
no sé quién es usted. —musitó el Omega.
—Soy Jeon Jungkook, pero dime Jungkook, aunque, viendo que eres
menor, entonces llámame como corresponde.
Jimin se encogió de hombros.
—¿Señor..?
—Jeon. —finalizó el Alfa—. Te dejaré algunas reglas, las cuales y espero
no rompas. El hecho de que estés aquí no significa que tienes derecho a
hacer lo que quieras, si yo hablo, tú obedeces, si yo ordeno, tú obedeces, si
yo me enojo, tú eres responsable de ello. ¿Entiendes? Odio a las personas
entrometidas y ruidosas, mañana estaré volviendo a mi apartamento y tú
vendrás conmigo, espero que seas silencioso como un fantasma. No
acepto un no por respuesta, me estreso con facilidad y no querrás ser el
responsable de eso, mantén tu presencia lejos de mí a menos que yo
amerite verte, entonces ahí, puedes acercarte a mí.
Eran tantas las reglas que Jimin sintió su cabeza dar vueltas, o quizás era
la anestesia. De cualquier manera estaba mareado, pero comprendía cada
una de sus condiciones, no tenía problema con ser un fantasma.
Al menos aquí no sería tocado por 10 tipos a la vez.
¿Cierto?
Mingyu ingresó a la habitación interrumpiendo a Jungkook, Jimin lo miró
desconfiado, encogiendo sus pies y apretando las sábanas blancas.
Jungkook se dio cuenta de esto, él era muy observador.
—Será mejor que te mantengas en la puerta, Mingyu. No entres a está
habitación a menos que yo te dé el permiso de hacerlo. Ni a esta, ni a la
que le asignaré a Jimin una vez lleguemos a mi casa. —le ordenó con voz
sería y firme a su guardaespaldas.
Confiaba en Mingyu y tenía la certeza de que jamás le haría algo a Jimin,
pero el Omega estaba asustado, así que prefería mantener la distancia por
los momentos.
—Sí, jefe. —respondió el castaño— Sólo quería dejarle las cosas del chico,
compré suficiente ropa y comida.
Jimin alzó sus cejas con la mención de comida, Jungkook se acercó para
servirle un poco de sushi a Jimin en un tazón, se acercó al Omega y lo dejó
sobre una tabla frente a él.
—Gracias. —Jimin musitó.
Jungkook carraspeó y se alejó de la cama para dirigirse a la puerta.
—Come y descansas, mañana estaremos partiendo a Tokyo.
El Omega asintió.
Sin embargo, antes de que Jungkook cerrara la puerta, Jimin habló.
—Soy Jimin. —el Alfa lo observó de reojo— Park Jimin, pero usted puede
llamarme como quiera.
Jungkook entrecerró sus ojos tras meditarlo un poco.
—Está bien, te diré como yo quiera cuando sea el momento apropiado de
hacerlo. —aceptó con un leve asentimiento—. Buenas noches, Park.

✘ 04

Cuando Jimin era sólo un cachorro de nueve años, sus padres lo dejaban
por horas encerrado en ese viejo y decrépito departamento alquilado. No
tenía amigos, la mayoría consideraba al Omega como un niño enfermo, a
veces le insultaban y golpeaban, sin tomar en cuenta sus sentimientos y
opiniones.
Jimin siempre sufrió diversas enfermedades, era fácil contagiarse de gripe
constantemente, según el doctor del barrio, era normal en un Omega con
un aroma tan delicado como él. Jimin jamás entendió el peso de estas
palabras, pero cuando entró a la pubertad, ya estando con la mafia que lo
compró, descubrió la razón del por qué le decían que era alguien delicado.
Fue en ese instante cuando Jimin sintió que nada de lo que había
aprendido en la escuela le serviría para esto, porque en el momento en el
que sus parpados se volvieron pesados y su cuerpo pareció levitar en el
aire, ya tenía una ola de Alfas hambrientos haciendo fila detrás de la
puerta. Entendió a qué se referían las personas en ese instante.
Su aroma no era normal, en lo absoluto. Su aroma era puro, dulce y tan
hechizante como un embrujo, hasta el más fiel y devoto, caería por ese
delicioso olor que desprendía Jimin sin querer, y, aunque para muchos sea
un privilegio, para Jimin no era más que una de sus tantas maldiciones.
Fue consciente del daño que se estaba causando, para cuando la sangre
con sabor a metal, se deslizaba con lentitud sobre sus piernas y caían en
míseras gotas en el suelo. La ímpetu de sus agresores le dejaban saber lo
jodido que estaría cada vez que su celo se proximara, y odiaba esos días,
porque recordaba lo débil que era, y lo mal que la pasaría una vez que
entrase a esa habitación.
Vacía y dolorosa, oliendo a humedad y desesperación, convirtiéndose en
su jaula. Porque él, siendo alguien de poca fé, se consideraba un mendigo
encarcelado, una pobre alma deambulante que Dios envío a la tierra para
intentar sobrevivir. O quizás, sólo era su destino vivir de esta forma, tal vez,
las personas no fueron conscientes de sus actos y acabaron en tan poco
tiempo, con su desgastante y pobre cordura.
No tenía a nadie, sólo a él mismo, el peso de su abandono, la culpa de
nacer de ese modo, provocando a los Alfas que no quería en su vida.
Entonces, entrando al arco de sus dieciséis, empezó a pensar, que el
motivo por el cual estaba ahí, era únicamente por su culpa. Quizás su
padre vio algo mal en él, tal vez no era el hijo que querían, o,
probablemente ser Omega era un castigo en un mundo de Alfas primitivos.
De cualquier forma, Jimin sentía que todo lo que había pasado, fue gracias
a él.
Y su lobo.
Tock, tock, tock.
La puerta sonó apacible, como si la otra persona no quisiera despertarlo,
pero Jimin ya estaba despierto, no había dormido en toda la noche gracias
a sus fúnebres pesadillas.
No musitó un "adelante" ya que, de todas formas, la casa no era de él.
Estaba en Tokyo, sí. Habían llegado ayer por la mañana, desde entonces,
el hombre que le salvó la vida no había vuelto a aparecer frente a él de
nuevo. Y Jimin no intentó buscarle, porque debía seguía las reglas, ser un
fantasma en ese gigante y lujoso penthouse.
Lo menos que deseaba era ser lastimado si desobedecía, y Jungkook se
veía un hombre muy serio, Jimin quería agradecerle por su ayuda, así que,
prefería ser silencioso y así no decepcionarlo. No quería que su salvador
pensara que rescatarlo había sido en vano.
Haría lo posible para que ese pensamiento no cruzara por la mente de ese
hombre.
Cuando la puerta se abrió lentamente, una cabellera castaña se hizo notar
desde el marco de esta misma. Era Mingyu, la mano derecha del señor
Jeon, su mejor amigo. Jimin no había cruzado palabra alguna con él,
desconfiaba de su persona, hasta ahora, sólo le tenía un poco de confianza
a Jungkook, el resto seguiría siendo una amenaza para él.
—Buenos días. —dijo el Alfa, asomando su cabeza—. El Jefe ha tenido
que salir por cosas personales, pero me dejó dicho que te llevara tu
merienda, entonces, ¿puedo pasar?
El Omega dudó, no confiaba en él, no confiaba en más nadie, pero moría
de hambre.
—Déjala ahí. —señaló débilmente la mesita de madera que estaba a su
lado.
Mingyu asintió, enseguida ingresó a la habitación para dejar la merienda
en la mesita de madera antes mencionada.
Jimin lo observó en silencio, sosteniendo sus manos sobre su pecho.
Una vez que el Alfa dejó la comida, se irgió derecho y seguro. Sin intención
de mostrarse intimidante, pero Jimin aún así tenía miedo.
—No te preocupes por mí, no planeo hacerte daño. —le aclaró Mingyu—.
Soy el guardaespaldas del Jefe, me llamo Kim Mingyu, estoy aquí para
cuidarte mientras el señor Jeon no está.
El Omega seguía intranquilo, pero al menos no se sentía tan atemorizado
como antes.
—¿Puedo... puedo saber cuándo llegará el señor Jeon? —musitó, tímido.
Mingyu observó el reloj de su muñeca.
—Estaría llegando al medio día, aunque conociendo al jefe, no suele venir
a comer, así que desconozco sus planes para más tarde. —aquello no fue
algo muy tranquilizador para el Omega— De todas formas, puedes ver un
poco de televisión mientras esperas por él.
Jimin asintió, Mingyu le encendió la tv de la habitación, esta era grande y
espaciosa, tenía un balcón con vista a la ciudad de Tokyo, y un armario con
la ropa que Jungkook le había ordenado comprar. Hasta ahora, sólo tenía
que reposar en cama por su herida, pero, una vez que salga de esta
habitación, podría recorrer el penthouse como había querido desde que
llegó.
Mingyu se retiró poco después, el rubio comió la merienda que consistía en
galletas de avena y yogurt, jamás había comido tan bien en su vida, esto, a
comparación con la comida que le daban en Osaka, era un manjar.
Las horas continuaron pasando junto al oscuro cielo de Japón, para cuando
Jimin acabó el postre que le había traído Mingyu, escuchó el sonido de la
puerta principal cerrarse y el olor del Alfa llegar a la nariz de Jimin. Fue
reconfortante y alentador saber que por fin estaba aquí, la preocupación se
desvaneció de su cuerpo, y en su lugar dejó la calma momentánea del
momento.
Se escucharon voces y pisadas, Jimin estaba ansioso, logró percibir una
silueta en la puerta, y el pomo girar lentamente. Tras abrirse la puerta por
completo, Jungkook se visualizó frente al Omega, una oleada de feromonas
llegó hasta su nariz, pero nada que no pudiera controlar con el tiempo.
El pelinegro cerró la puerta y caminó hasta Jimin para verlo, el Omega se
mantuvo en silencio, pero su corazón latía tan fuerte, no sabía si era el
miedo que en el fondo sentía.
—Mingyu me dijo que comiste toda la comida. —habló el mayor, Jimin
asintió en respuesta—. Eso es muy bueno, tu cuerpo no tardará en
recuperar energía.
Jimin esbozó una pequeña sonrisa.
—¿Usted... está bien? —fue una pregunta tonta, quizás, pero Jimin no
sabía qué más decirle a su salvador.
—¿Qué te hace pensar que no lo estoy? —inquirió el Alfa, su voz lucía
tranquila pese a su ceño fruncido.
—Tiene una herida en la mejilla. —le señaló la pequeña herida en su piel.
Jungkook tocó la zona mencionada, dándose cuenta que efectivamente
tenía un rasguño, no se había dado cuenta, pero le restó importancia a eso.
—Mañana vendrá el doctor Kim a verte, cenarás y dormirás temprano,
¿entendido? —le ordenó.
Jimin mordió su labio antes de asentir en respuesta.
—Sí.
—Bien, si necesitas algo sólo llama a Mingyu, yo le daré la orden de venir.
—¿Y no puedo llamarlo a usted? —preguntó esperanzado.
Jungkook entrecerró sus ojos, observando el rostro adormecido del rubio.
—No tengo tiempo para atenderte, mi trabajo es más importante que venir
a verte. Mingyu estará afuera, llámalo a él.
Esas palabras no tenían que dolor, no. En lo absoluto. Pero, para Jimin fue
inevitable no sentirse dolido en el fondo, porque sabía que este hombre
sólo le había ayudado por lastima, y aunque él quisiera hacer las cosas
bien para no defraudarlo, sentía que sólo era un estorbo. ¿Quién tendría la
necesidad de quedarse a su lado por más de cinco minutos? Exacto, nadie.
Era estúpido pensar de esa forma. Era estúpido tener la ambiciosa
necesidad de obtener su afecto por simplemente haberlo salvado. ¿Qué
demonios estaba mal con él como para pensar que ese Alfa le daría lo que
tanto buscaba?
Estaba jodido si pensaba de esa manera por más tiempo.
Jungkook tomó su silencio como una respuesta silenciosa, acomodó su
chaqueta y se dio vuelta en sus talones para salir de la habitación. Una vez
afuera, suspiró.
¿Qué estaba haciendo ahora mismo? Esto no era propio de él, cuidar de un
Omega no era su tarea de vida, él tenía otras responsabilidades,
definitivamente, esto estaba mal.
—Jungkook. —la voz de la Omega sentada en el sofá, hizo que sus
pensamientos se disiparan—. ¿Está todo bien?
—Sí, ¿tienes los papeles que te dí?
La mujer de cabello corto y cuerpo delgado, le entregó un documento a
Jungkook, el cual fue tomado por el Alfa que no dudó en sentarse a su
lado.
—Es sobre el nuevo narcotraficante de Busan, tiene una de las joyerías
más grandes de la ciudad, cada una de ellas cuenta con pequeños gramos
de cocaína en cada diamante. —explicó ella.
Jungkook observó las fotografías de la joyería.
—¿Alguien más trabaja para él? —inquirió.
—Por lo que sabemos, y no es que sea mucho. Trabaja solo, pero tiene
contactos a nivel nacional, así que muy probablemente alguien más este
aliado con él.
—¿Sabes su nombre? —la miró de forma seria.
La mujer asintió.
—Park Hong Jun. Residió un tiempo en los Estados Unidos y regresó a
Seul a mediados de abril del 2020. No sabemos la razón, pero estaba muy
involucrado con querer comprar la joyería de Busan, después de todo lo
logró, ahora es un carrusel inmediato al tráfico de drogas.
Jungkook cerró el documento y suspiró pensativo, tenía cientos de
enemigos detrás de él, pero este hombre, tan calculador y misterioso, era el
que más llamaba su atención por los momentos, porque no era el típico
villano que lo amenazaría de muerte como un idiota.
Era ese tipo de traficante silencioso, amable e inteligente, que te daría la
mano en persona, y después, cuando menos lo esperes, te volaría la
cabeza dos veces.
Jungkook necesitaba ser cuidadoso con este hombre, pero si algo tenía
como habilidad, era ser amigo del diablo.
En vez de pelear contra él, ¿por qué no unirse?
—Mingyu. —se levantó del sillón, llamando a su guardaespaldas, el cual
comía un cupcake en la cocina— Mingyu. —volvió a decir un poco más
fuerte.
El castaño apareció rápidamente, limpiando la crema pastelera de sus
labios.
—¿Sí, Jefe?
—Consígueme la firma del contrato para adquirir la empresa de Busan, y
una vez que la tengas, reserva un vuelo a Corea, y asegúrate de comprar
una casa más grande que esta, contrata a mujeres Betas de edad
avanzada para que cuiden de Jimin.
—Enseguida, Jefe.
Antes de que el castaño se fuera, Jungkook habló.
—Y, Mingyu. —el Alfa se dio vuelta para mirarlo—. Que sea con vista a la
playa.
—Pero a usted no le gusta nadar.
Jungkook gruñó en respuesta, Mingyu alzó sus cejas automáticamente.
—Ya entiendo, lo haré enseguida.
Tras marcharse, Jungkook rodó los ojos y tomó asiento nuevamente.
Tenía mucho que hacer.

✘ 05

Tener el control siempre había sido el fuerte de Jungkook, siendo un Alfa


posesivo, calculador y territorial, veía la necesidad de tener todo en sus
manos, odiaba que las cosas se le salieran de control, y más que nada,
odiaba no tener soluciones.
Semanas fueron las que bastaron para que el Alfa se diera cuenta que la
presencia de Jimin en su vida no era más que una prueba de
sobrevivencia. Había pasado por muchas cosas, pero nunca había tenido
que cuidar de un adolescente raptado por una mafia con la trata de
blancas.
No sabía qué hacer ni cómo actuar delante de ese chico, porque cualquier
movimiento sería una amenaza para él. Y no quería asustarlo, es por eso
que la idea de llevarlo con él a Seul, darle una mayor protección y cuidado,
era hasta ahora su mejor plan.
Pasada las diez de la mañana, Jungkook despertó gracias al sonido de
algo caerse y romperse en muchos trocitos en la cocina, el Alfa abrió sus
ojos de golpe y se levantó para salir de la habitación hacia la cocina.
Entonces lo miró, a un pequeño Omega intentando limpiar el café
derramado en el suelo, el Alfa suspiró frotando su cabeza.
—¿Qué estás haciendo? —inquirió, sonando un poco molesto.
Jimin se colocó de pie cabizbajo, sus manos temblaban y tenía un corte en
su dedo gracias a la taza rota.
Pero Jungkook era alguien con límites, odiaba este tipo de cosas.
—Cuando hablo contigo, mírame a los ojos. —demandó.
El Omega, asustado de haber hecho enojar al Alfa, levantó su mirada hacia
él. Jungkook notó un color peculiar en sus ojos, eran tan azules como el
océano mismo, ni siquiera la piedra más preciosa del planeta se
compararía con el azul zafiro de sus orbes.
Esa mirada tan ilegible y pequeñita, destabilizó al Alfa por completo.
Jimin abrió su boca para hablar.
—L-lo lamento mucho, es que... quería preparar un poco de café para...
—hizo silencio, el temblor de su cuerpo no le permitía seguir—. Y-yo quería
llevarle el desayuno.
Jungkook alzó una de sus cejas, se cruzó de brazos y miró de arriba a
abajo al Omega.
—¿Por qué querías hacer eso? No te he dado permiso de salir de la
habitación, tampoco de tocar mis cosas. Debiste esperar a que yo le
ordenara a Mingyu llevarte el desayuno.
Jimin formó un pequeño puchero con sus labios.
—Perdón, sólo quería hacer algo bueno por usted.
¿Algo bueno por él? Era demasiado estúpida esas palabras, Jungkook no
consideraba que alguien debiera hacer algo bueno por él, era absurdo.
Suspiró profundamente antes de acercarse al Omega, Jimin dio un paso
hacia atrás por instinto.
—No necesito que hagas nada por mí, Park. Te dije que te mantuvieras en
silencio y como un fantasma ¿No? Entonces vete a tu habitación y espera a
que te lleven el desayuno.
Jimin se limitó a asentir sin rechistar nada, quería llorar por sus palabras
tan duras, estaba triste de haberlo hecho enojar, no deseaba eso, sólo
quería ser alguien considerado, había notado que Jungkook no solía comer
en casa, literalmente nunca. Mingyu le había dicho que se saltaba las
comidas más importantes, sólo bebía alguna botella de vino y después
fumaba en el balcón.
El Omega no quería que el Alfa se sintiera acechado por él, sólo una
mínima muestra de afecto era lo que deseaba obtener.
En cuanto Jimin se marchó, Mingyu llegó hasta la cocina, observando a su
Jefe con un claro gesto de inconformidad.
—¿No cree que fue muy duro con él? —le preguntó.
—¿Y tú qué sabes? Te pago para cuidar mi espalda, no para darme
consejos.
El castaño rodó los ojos.
—Tan testarudo como siempre. —Jungkook le gruñó molesto—. Sólo digo
que está siendo muy (demasiado) extremista. El chico estuvo por años
encerrado por unos Alfas peligrosos, quién sabe qué cosas le hicieron, está
enfermo, solo y traumado. Y usted lo trata como un perro, ¿no cree que
debería ser un poco más amable? Es un Omega, es mucho más
susceptible que un Alfa, debería tomar en cuenta tratarlo un poco mejor y
comprender sus necesidades, de lo contrario, ¿qué diferencia habría entre
el encierro de Osaka, al encierro que tiene aquí con usted?
Nuevamente Mingyu acertaba en lo que decía, y estaba empezando a odiar
esa manera que tenía de hacerlo entrar en razón. No quería admitir su
victoria, pero tampoco ignorar la verdad cuando la tenía frente a sus ojos.
Quizás no sabía todo lo que ese chico había pasado, y ser un animal
impulsivo no estaba en sus planes, había dolor en su mirada como para
sumarle más sufrimiento.
Sin decir nada, Jungkook se retiró de la cocina dando largas zancadas,
Mingyu supo enseguida que le había tocado ese botón de "culpabilidad" en
él. Sonrió orgulloso, conocía demasiado bien a su Jefe.
(♡)
Jimin había llorado toda la tarde, habían millones de motivos por los cuales
sentirse miserable, y uno de ellos era ese Alfa. Creyó por un momento que
ser bueno con el hombre que le salvó la vida, haría que él se sintiera
agradecido y feliz. Pero fue un pensamiento estúpido y ridículo, ¿qué tenía
de feliz hospedar a un Omega cualquiera en su casa? Era patético.
Escuchó la puerta abrirse, pero no quiso girar su rostro y mirar al culpable
de sus lágrimas, Jungkook caminó por la habitación de manera
despreocupada, llevaba una simple camisa de botones azul oscuro, con
algunos botones abiertos dejando expuesta un poco de piel. Sus
pantalones eran negros y algo ceñidos a sus piernas gruesas, llevaba botas
y las mangas dobladas a la altura mínima de sus codos. Jimin tuvo que
morderse la lengua para no mirar de más al Alfa, no podía.
Estaba mal.
Jungkook tomó el frasco de pastillas sobre la mesa, y después lo miró.
—¿Tomaste tu medicamento? —preguntó.
—Sí. —respondió pequeño.
—¿Te cambiaste la venda?
—Sí.
—¿Comiste lo que Mingyu te trajo?
—Sí.
—¿Quieres salir?
Jimin estaba por responder "sí" de manera automática, pero entonces
retrocedió y analizó mejor en su cabeza la sugerencia del Alfa. Enseguida
sus ojos lo miraron, confundido y al mismo tiempo emocionado.
—¿Salir? —dudó.
—La semana que viene regreso a Busan, tal vez no sepas qué es porque
estuviste mucho tiempo encerrado. Es una provincia de Corea.
Jimin no recordaba mucho su casa, pero si había oído de Busan, ahí nació.
Jungkook continuó.
—El punto es que el doctor Kim dijo que podías salir un poco para caminar,
si sigues ahí acostado, jamás le darás movilidad a tus piernas.
—¿Saldré con usted?
—Sí, Jimin. Saldrás conmigo. ¿O prefieres hacerlo con otra persona?
El Omega negó rápidamente.
—No, no quiero a otra persona, quiero... salir con usted.
Jungkook frunció sus labios y asintió lentamente.
—Vístete y sal, te estaré esperando afuera.
Antes de que el Alfa se marchara, Jimin le llamó con un hilito de voz, tan
dulce y persuasivo.
—Señor Jeon... ¿Podría escoger el atuendo que usaré? Es que no sé que
vestir, jamás había tenido tanta ropa en mi vida.
El Alfa, sorprendido y a la vez tranquilo con una petición tan lozana como
esa, aceptó su petición sin ningún tipo de queja de por medio.
Se acercó al armario y lo abrió para sacar una muda de ropa, escogiendo
un suéter lila, unos pantalones azules de bota ancha, y unos zapatos
negros con una pequeña plataforma, eran cómodos y acolchados,
perfectos para que Jimin se mantuviera en equilibrio con ellos.
—Ahí tienes, no tardes. —dicho aquello, salió de la habitación.
Jimin sonrió emocionado y se levantó con sumo cuidado para mirar la ropa.
Era preciosa, tan preciosa y elegida por el Alfa, aquello fue aún más
gratificante para él. Sin hacerlo esperar mucho, se vistió con las prendas
elegidas, cepillo sus dientes para no dar una mala impresión y peinó su
cabello que olía a shampoo de uva. Pero tras observar su rostro pálido, su
delgadez y las marcas de su cuerpo, la idea de ser bonito se esfumó en un
abrir y cerrar de ojos.
No se consideraba atractivo, jamás lo hizo. Kang se encargó de bajar su
autoestima a un punto donde Jimin ni siquiera quería mirarse en el espejo.
Temía que Jungkook sintiera asco de él, pero no quiso darle más vueltas a
esos horribles pensamientos, así qué, con toda su fuerza de voluntad, salió
de la habitación para su salida con Jungkook.
El Alfa lo esperaba afuera con un cigarro consumido en su mano, cuando lo
miró bajar junto a Mingyu, sus ojos observaron un semblante diferente en el
chico, quizás se debía al color lila que resaltaba su tono de piel, o el rubor
de sus mejillas a la par de sus ojos azules. De cualquier manera se veía
menos lamentable, y eso fue como una señal de "lo estás haciendo bien".
Jimin ingresó al auto junto a Jungkook en completo silencio, el Alfa sacó
una gorra de un bolso y se la entregó a Jimin, el Omega la tomó
confundido.
—¿Para qué es esto? —quiso saber.
—Para que te cubras, no sabemos si hay personas que te reconozcan,
Kang tenía muchos hombres, hay que ser precavidos.
Aquello definitivamente no tranquilizó al rubio. Jungkook lo miró de reojo,
notando como sus dedos apretaban la gorra.
—No te preocupes —continuó el Alfa—, tengo diez guardias detrás de mí y
totalmente armados, nadie te hará daño mientras yo esté aquí para
impedirlo.
Sólo bastaron esas pequeñas palabras por parte de Jungkook, para que
Jimin se pudiera sentir nuevamente protegido, no se equivocaba al decir
que Jeon Jungkook era diferente a los demás mafiosos que había
conocido. Y eso le hizo sentir confiado y seguro, estaba dejando su vida en
sus manos, por muy estúpido que sonara.
Y no sabía si hacer eso era algo bueno, o algo de lo cual se tendría que
lamentar más adelante.
(♡)
El Alfa vio el momento exacto en el que Jimin lloró de emoción cuando
entró por primera vez a una sala de cine, jamás había visto a un Omega
emocionarse tanto por una película, pero ahí estaba él, llorando sobre el
hombro de Mingyu inconscientemente.
Las personas que pasaban le daban una mirada juzgadora al rubio, y
Jungkook, atento a los demás, les daba otra mirada de vuelta, pero esta
estaba llena de una clara advertencia "sigue tu jodido camino". Así qué, no
le preocupó ver al Omega llorar bajito mientras llevaba unas cuantas
palomitas a su boca.
Mingyu, por otro lado, estaba completamente avergonzado, necesitaba
quitarlo de encima para no hacerlo sentir incómodo. Pero Jimin pareció
ignorar esto en el primer momento en que se recostó de él para ocultar su
rostro de Jungkook, le daba vergüenza que el Alfa de gran porte, lo viera
llorar.
—Jimin. —Jungkook pronunció lentamente su nombre, acto que hizo al
Omega elevar su rostro—. Creo que es hora de irnos, por favor, deja de
llorar.
Jimin sorbió su nariz y asintió avergonzado, se colocó de pie mientras
abrazaba una bolsa de compras sobre su pecho.
—Lo siento. —murmuró.
—No importa, vámonos.
Jimin decidió seguir al Alfa hasta la salida, Jungkook esperó a que Mingyu
abriera la puerta, pero notó algo peculiar, un pequeño sensor en la manilla
de la puerta, Jungkook detuvo a su guardaespaldas y alejó a Jimin de su
lado.
—Creo que tenemos compañía. —vociferó, estaba demasiado tranquilo y
eso puso nervioso a Jimin—. Mingyu, lleva a Jimin adentro y quédate ahí
con él.
El castaño no estaba seguro de hacer eso, pero el Omega estaba asustado
y era lo más que podía hacer. Fue por eso que tomó su mano y lo arrastró
de vuelta al centro comercial, Jungkook suspiró y sacó el arma que tenía
guardada en su pantalón, sus guardias salieron del auto y se mantuvieron
alrededor.
Las personas corrieron tras ver a esas personas armadas, pero Jungkook
no le prestó atención, caminó lento y sereno hasta la camioneta roja que
yacía estacionada en una esquina, leyó la placa y después de un pequeño
escaneo, disparó hacia los vidrios.
Dos japoneses encapuchados salieron de la camioneta y tentaron contra el
Alfa, por suerte, Jungkook no era un hombre que se dejaba. Contra atacó
de la mejor manera, golpeando en zonas sensibles a sus oponentes y
trazando esa línea delgada entre ser un "mafioso" y un "asesino".
Por otro lado, Jimin tapaba sus oídos y se aferraba del pecho de Mingyu
mientras buscaba tranquilizar su corazón. El Alfa vigilaba la entrada, y
mantenía su arma levantada ante cualquier ataque sorpresa, por suerte y
para ambos, esto no sucedió. Jimin realmente fue protegido por ambos
hombres.
—A la cuenta de tres, sales junto conmigo ¿De acuerdo? —le susurró
Mingyu.
Jimin asintió seguidas veces.
Una camioneta negra aparcó frente al centro comercial, y Mingyu jaló a
Jimin para meterlo en ella, cerrando la puerta. Jungkook terminó de
dispararle a otro tipo encapuchado antes de subir al vehículo cuando este
arrancó.
Pero Jimin ya no tenía la gorra.
Y uno de ellos lo miró desde la ventana de la camioneta, sus ojos
conectaron lo suficiente.
Y una sonrisa apareció en el rostro del sujeto, quizás no vista por el
Omega. Pero si reflejada en sus oscuros ojos inyectados en sangre y
maldad.

✘ 06

La camioneta negra estacionó frente al penthouse del Alfa, Jungkook bajó


rápidamente mientras se sacaba la camiseta y entraba a la habitación,
Mingyu llevó a Jimin con él hasta la sala para sentarlo en el sofá, el Omega
parecía incluso más preocupado que el propio Alfa. Todo fue como una
película de terror, pero estaba acostumbrado a eso, había visto demasiado
estando con Kang.
El rubio decidió permanecer en silencio mientras los dos Alfas hacían
llamadas y preparaban cosas que él no entendía. Aún mantenía abrazada
la bolsa de compras, porque era lo único que le mantenía consciente de
que había tenido una agradable noche antes del caos.
—Jimin, ve a la habitación y haz tus maletas. —le ordenó Jungkook, firme y
serio. No había titubeo en sus palabras, ese era una orden que debía de
obedecer con rapidez.
El Omega se levantó e ingresó a la habitación con un pequeño dolor en su
abdomen debido a la herida. Metió la ropa nueva en una maleta grande que
Mingyu le había traído, también una bolsa con sus cosas se aseo personal.
En cuanto salió de la habitación, encontró a Jungkook metiendo dos tipos
de armas en la parte trasera de su pantalón y tapándolo con una chaqueta
negra. Sus miradas se encontraron de pronto, el Alfa divisó el miedo en sus
ojos, el mismo miedo que notó cuando lo vio por primera vez.
No era bueno con las palabras, y tampoco haciendo sentir bien a nadie. Sin
embargo, no podía dejar que el chico tuviera miedo, no mientras él estaba
ahí para cuidarle.
—Tomaremos un avión privado, no te preocupes, esos tipos no volverán.
—Jungkook le aseguró al Omega, y aunque Jimin quería creer que nada
malo iba a pasar, lo cierto es que tenía muchísimo miedo.
—Jefe, el doctor Kim ingresó al avión y dijo que todo está despejado para
irnos.
Jungkook asintió en respuesta, recogió lo último de la mesa y miró a Jimin
fijamente extendiendo su mano hacia él.
—Ven.
Jimin dudó, estaba en un pequeño trance difícil de salir pronto, pero algo
que había visto en este Alfa durante estas pequeñas semanas, es que era
un hombre de palabra. Y si él decía que todo estaría bien, entonces Jimin
le creería, incluso con los ojos cerrados.
Tomó su mano poco después, la del Alfa era más grande y fría, sus dedos
tatuados presionaron los suyos un poco más pequeños, lo jaló hacia su
cuerpo y salieron juntos del penthouse. Mingyu condujo hacia el aeropuerto
más cercano, dejando atrás los grandes edificios de la ciudad de Tokyo.
Tras llegar al avión privado, Jungkook sacó a Jimin primero y lo llevó hacia
las escaleras para que fuese el primero en entrar. Pero Jimin lo miró
nervioso, negándose a subir sin él.
Jungkook lo entendió casi enseguida.
—Subiré del otro lado, no te preocupes.
—¿Lo promete?
El Alfa tragó saliva.
—Sí. Lo prometo.
El Omega suspiró rendido y subió primero al avión, la puerta fue cerrada
mientras Jungkook se dirigía al cargamento que del otro lado llegaba. Jimin
se mantuvo sentado con el corazón desbocado en su pecho, la impaciencia
era un filo que le hacía retorcerse de incertidumbre, había perdido
demasiadas personas en su vida, entre ellos, sus padres, los Omegas que
conoció mientras Kang lo tenía encarcelado. No quería perder a este
hombre que le había mostrado un poco de gratitud sin buscar nada a
cambio.
Porque era lo único en lo que podía sostenerse para mantenerse vivo por
más tiempo.
No supo cuánto tiempo transcurrió, pero al cabo de unos minutos, la puerta
de atrás fue jalada y Mingyu ingresó al avión con una gran mochila negra.
Jimin buscó detrás del Alfa, y cuando pensó que su salvador no vendría,
fue cuando lo vio entrar al avión con una mirada ilegible en su rostro.
Jimin sonrió respirando otra vez.
El doctor Kim llegó de manera imprevista, pero esta vez no parecía un
doctor común. Llevaba una camisa manga larga de lana ceñida a su
cuerpo, dejando sus músculos voluptuosos sobre la tela. Un pantalón de
gabardina gris y unos zapatos punta fina negros, su cabello estaba
perfectamente peinado hacia atrás, y parecía colocarse un saco encima de
su atuendo.
—Me encargaré de dejar esto en Ilsan una vez que lleguemos a Busan.
—dijo el moreno.
—Que Yoongi se encargue de trasladarla a la isla Jeju, y que Hoseok
busque las coordenadas que están detrás de la caja. —pidió el pelinegro,
sentándose justo al lado de Jimin.
El Omega se mantuvo como una tumba, sin siquiera mover un músculo,
podía oler el aroma de Jungkook, tan varonil y peligroso, era ese aroma
difícil de dejar ir, pero que por suerte, Jimin tenía la dicha de inhalar un
poco más cerca.
Cuando el avión despegó, los dos Alfas se retiraron hacia el otro pasillo
para dejar sus cosas. Jimin soltó la mochila a un lado para estirar sus
manos, su estómago entonces gruñó por comida, llamando la atención de
Jungkook.
El Alfa lo miró con una ceja levantada.
—¿Tienes hambre?
—Un poco. —respondió inmediatamente.
Jungkook abrió su bolso y sacó una bolsita transparente con dos sandwich
y una leche de banana.
—Ten, come esto, en un par de horas llegaremos a Busan.
Jimin lo miró sorprendido.
—Pensé que iríamos la otra semana.
—Pasaron algunas cosas, pero no te preocupes, Mingyu compró una casa
cerca de la playa, es un lugar tranquilo y habrán betas que te cuidarán
mientras yo no estoy.
La palabra "no estoy" dejó mucho en qué pensar, Jimin se sintió muy
ansioso.
Pero aún así preguntó.
—¿Me dejaras solo... ahí?
—No, yo estaré contigo. Pero tengo trabajo, un negocio aparte y necesito
atenderlo por el día, sin embargo, estaré cerca por la noche, entonces ahí,
puedes venir conmigo para que estés seguro.
Ni siquiera Jungkook sabía por qué decía todo esto, la idea era no
involucrar a Jimin en su vida y sus cosas. Pero era tan difícil hacerlo, más
cuando el Omega le veía de esa manera, como un cachorro necesitado de
su presencia, y él quería dársela, porque en su consciencia no estaba ser
un hijo de perra.
El viaje siguió su marcha con total serenidad, Jimin estaba dormido
mientras su cabeza yacía recostada del hombro del Alfa. Jungkook no se
molestó en alejarlo, le gustaba sentir su aroma cerca, era tan dulce y
potente, hipnotizante si lo analizaba de una manera Alfa x Omega.
Estaba mal querer oler más de cerca a un adolescente como Jimin, su ética
no le permitía pensar cosas más allá de las necesarias. Pero ¿A quién iba
a engañar? Le gustaba el olor de Jimin, le gustaba sentirlo a su lado,
porque de algún modo, hacía descansar a su lobo.
Horas más tarde el avión aterrizó en el aeropuerto de Busan, Jimin
despertó gracias al estruendoso ruido del motor. Abrió sus ojos con un poco
de pesadez y después observó al Alfa colocarse de pie.
La calidez extraña que había sentido estando a su lado, se desvaneció tal
cual como cenizas en el aire.
—Vamos, Jimin, ya llegamos. —le avisó el Alfa.
El Omega se levantó cargando su mochila y salió del avión junto a
Jungkook, Mingyu corrió hacia una Jeep negra que esperaba por ellos
afuera. Antes de que el Omega entrara, le dio una mirada al doctor Kim,
que, junto a otros Alfas, metían una gigante caja a un camión blanco.
—¿Él no es doctor, cierto? —preguntó, curioso.
Jungkook miró al moreno.
—Lo es, pero trabaja para mí. Es mi hermano mayor.
Jimin abrió sus ojos de par en par.
—¿S-su hermano..?
—Luego habrá tiempo de que sepas algunas cosas de mí, Park. Por ahora,
sólo obedece y mantén tus ojos al frente.
Para Jimin, quizás esto le hubiera hecho sentir mal, pero ahora mismo sólo
podía pensar en una cosa;
Jungkook estaba dispuesto a decirle cosas de él, cosas que Jimin deseaba
saber porque la curiosidad de vez en cuando lo mataba. Pero le daría
tiempo al Alfa de confiar en él, así como Jimin lo hacía.
(♡)
El viaje hasta la gran mansión de Jungkook tardó exactamente dos horas.
Jimin vio la gran ciudad a la distancia y una hermosa playa cerca de las
montañas, habían gigantes casas con números autos de último modelo,
pero la Jeep sólo se detuvo frente a una casa de tres pisos, tan grande
como un centro comercial, estaba justo frente a la playa, tenía grandes
puertas negras y un estacionamiento al lado.
Estaba privada, porque habían muchos guardias custodiando la entrada, y
cámaras de seguridad a los alrededores.
—Pedí una mansión, no un castillo, Mingyu. —dijo Jungkook, observando a
su guardaespaldas con una ceja levantada.
Mingyu se encogió de hombros.
—Creo que con el tiempo me agradecerá de haber comprado una casa tan
grande. Créame, yo veo el futuro, menos mal tiene más de diez
habitaciones, si sabe a lo que me refiero.
Jungkook gruñó mostrando sus ojos amarillentos, el castaño salió
disparado del auto por su vida. Jimin rio por primera vez, cubriendo sus
labios.
Jungkook lo miró de reojo.
—Vamos, Park.
—¿Este lugar es seguro?
—Completamente seguro. Estamos a cinco minutos la ciudad.
—Es muy grande, ¿y si me pierdo?
Jungkook esbozó una pequeña sonrisa, y esa fue la primera vez que Jimin
vio ese gesto tan humano en el Alfa.
Tenía una hermosa sonrisa.
—Jimin, te aseguro que no te vas a perder, entremos y escoge tu
habitación.
El Omega aceptó la invitación y salió del auto junto al Alfa, caminaron por
un largo pasillo hasta las puertas de la mansión. Incluso había una piscina,
todo era tan maravilloso, Jimin se sentía en una palacio, él era el principe
mientras que Jungkook era su rey.
Demasiado cursi y fantasioso.
Una vez que ingresaron a la casa, los recibieron 5 mujeres Betas con un
uniforme azul. Mingyu miró a su Jefe sostener la mano de Jimin, una
pequeña sonrisa se deslumbró en su rostro, pero rápidamente se
recompuso.
Su Jefe era tan predecible.
—Señor Jeon, estas son las mujeres a cargo de la limpieza y la cocina.
También estarán al cuidado de Jimin en su ausencia.
El Alfa miró a cada una de ellas, se veían de edad avanzada y agradeció
eso, sólo una tenía el rostro más joven, pero le calculaba 30 años más o
menos.
—Bien, lleva a Jimin a elegir una habitación. —le pidió a Mingyu.
Sin embargo, el Omega lo miró suplicante.
—¿Puede acompañarme usted?
Era normal ver a Jimin pedirle al Alfa que sea él quien lo acompañe a
ciertas cosas, Jungkook no tenía problema, pero tampoco quería se
volviera una costumbre. No era bueno para ninguno de los dos.
Aún así, Jungkook aceptó y subió con Jimin en busca de una habitación, el
Omega eligió una con vista a la playa, y justamente quedaba cerca de la
habitación del Alfa.
—Aquí puedes descansar. —le dijo el mayor.
Jimin se giró para mirarlo.
—¿Puedo saber qué hará conmigo una vez que esté mejor?
Jungkook metió sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón, observó
curioso al Omega, detallando el rubor que sus mejillas emanaban.
—¿Qué quieres tú? —Jungkook preguntó de vuelta.
Jimin se encogió de hombros.
—Lo que usted quiera, excepto irme, porque no tengo a dónde ir.
—Entonces ¿Crees que quedarte conmigo es una opción?
Jimin caminó hacia el Alfa, sus ojitos destilando ese brillo que la luna le
brindaba. El Alfa tragó grueso, oliendo su aroma.
—Mientras usted me proteja, yo no tendré problema en quedarme a su
lado. A menos que... sea un estorbo en su vida, entonces entenderé si me
quiere lejos.
Jungkook desvío su mirada hacia el gran balcón frente a ellos.
—No suelo tener a Omegas conmigo, Jimin. —confesó—. Entonces,
gánate ese puesto si quieres quedarte conmigo.
—¿Y qué tengo qué hacer? —murmuró.
—Mantenerte lejos de mi trabajo, sólo así tendré la certeza de que estarás
bien, incluso si yo no lo estoy.
El Omega no comprendió nada de lo que el Alfa intentó decirle, era confuso
incluso buscarle una razón, pero saber que tenía que ganarse ese lugar
para poder quedarse, era más que suficiente.
Jimin le sonrió agradecido, queriendo tocar por primera vez su mejilla o su
mano, sólo para mostrarle gratitud, pero se limitó a sólo mirarle, y Jungkook
estuvo bien con eso, no quería mal interpretar las cosas.
—Que descanses, Jimin. —su voz chocó contra su rostro, el Omega lamió
sus labios y asintió.
—Que descanse usted también, señor Jeon.
Con esas últimas palabras, Jungkook salió de la habitación, dejando al
pequeño Omega con un sinfín de sentimientos encontrados, una confusión
emocional con su lobo y una pequeña esperanza de amor en su pecho.
✘ 07

¿Cómo sabía un prisionero cuando algo se celebraba en las afueras de la


prisión? Para Jimin no existía la navidad, acción de gracias, pascuas,
nuevo año lunar y halloween, ni siquiera los cumpleaños. Estando
encarcelado en una habitación sin luz solar que le ayude a su
metamorfosis, se le era imposible saber cuándo algo se era celebrado en el
país.
Solía contar los días con una tiza mientras trazaba rayas en la pared como
un calendario antiguo, sólo con eso podía saber en qué mes se
encontraban, pero ni siquiera eso le ayudaba a concentrarse mejor. Sabía
que tenía dieciocho años porque su lobo se encargaba de recordarle su
fecha de nacimiento, cada año Jimin le pedía a Kang un pequeño cupcake,
y el Alfa, molesto y airado, le tiraba las cosas en la habitación para que él
mismo se lo hiciera.
Sólo una vez Kang fue "considerado" y le compró a Jimin un muffin para su
cumpleaños número dieciséis. El rubio, feliz y emocionado, lo comió
gustoso, y fue la primera vez que sintió felicidad de cumplir años. Pero así
como llegó, también se esfumó.
Kang no daba las cosas sin recibir algo a cambio, y esa noche Jimin vómito
sobre 3 Alfas diferentes mientras su boca era ahogada bruscamente. Kang
solía decir que nadie le daría jamás algo sin recibir su cuerpo como
recompensa, se encargaba de plantarle esas ideas a su lobo, y Jimin fue
creciendo con esa idea tan egoísta.
Es por eso que ahora, recibir tantas cosas por Jungkook y no darle nada a
cambio, le hacía sentir preocupado, porque pensaba que tarde o temprano
ese Alfa necesitaría de Jimin, y usaría sus regalos como ofrenda de si
mismo. Pero su lobo, tan inocente y puro, le repetía una y otra vez que el
señor Jeon no era de ese modo, que jamás lo tocaría de la manera en la
que esos tipos lo hicieron múltiples veces.
Y Jimin, tan puro, corazón de niño que enjaulaba sus sentimientos por
precaución. Le creía fielmente a esa idea entre su lobo y él. Porque hasta
ahora sólo había visto amabilidad en el hombre de traje negro, y eso fue
más que suficiente, apreciaba la distancia, aunque en el fondo, no quería
seguir estando tan lejos de él.
Quería devolverle cada uno de sus gratificantes regalos, la hermosa ropa
que le había comprado y esta preciosa habitación digna de comparar con
un majestuoso palacio.
Pero su pregunta era, ¿Jeon Jungkook lo recibiría de la mejor manera?
¿Aceptaría su agradecimiento? Él... ¿Lo aceptaría?
—Jovencito Park, aún no ha tocado su comida. —la voz de Hye resonó
detrás del Omega, Jimin parpadeó varias veces para después mirar a la
mujer de cabello negro. Esta era parte de la cocina, ayudaba a hacer la
comida y le servía exclusivamente a él.
Hasta ahora, era la más joven de las cinco Betas en la mansión.
Jimin rascó su cuello, sintiéndose de pronto ansioso.
—No tengo hambre ahora, aún así, gracias por haber cocinado para mí.
—le dijo, amable.
La Beta frunció sus labios y le entregó un vaso con licuado de fresa.
—El señor Jeon me dejó dicho que le diera de comer, y si se entera que
usted no colaboró, puede enojarse.
¿Enojarse? De ninguna manera, Jimin no quería ver a Jungkook enojado,
le daba miedo tan sólo imaginarlo de esa forma.
—No se entera si no le dice. —murmuró. Hye negó con su cabeza y deslizó
el plato de comida hacia él.
—Debe hacerlo, y en cuanto termine, le cambiaré la venda por una nueva.
Jimin suspiró rendido, tomó los hotcakes con miel y empezó a comerlos.
Había pasado exactamente un mes desde que se mudó con el mafioso a
su mansión. Pero, para Jimin parecía tan rápido el tiempo, casi no veía a
Jungkook en la casa, casi no oía su voz, de vez en cuando lo notaba en la
sala hablando por teléfono y otras veces se lo encontraba de frente en el
pasillo del segundo piso.
Jungkook se había tomado muy en serio sus palabras cuando le advirtió de
no involucrarse en su trabajo. Desde entonces, Jimin no había sabido más
nada sobre esos hombres en Japón, ni siquiera sobre el doctor que lo
atendió.
Es como si sólo fuera un fantasma, se sentía tan solo, necesitaba un
abrazo, hablar con alguien o simplemente que estuvieran cerca para poder
sentirse menos solitario.
Y era ridículo desear esto de un Alfa con un trabajo tan peligroso, Jimin lo
comprendía, y no quería ser un estorbo para él.
Al terminar su desayuno, se levantó para ir hacia el baño y cambiar la
venda de su herida, la cicatriz estaba mejorando, ya no se veía tan
repugnante como antes, agradecía eso, porque su autoestima ya estaba lo
suficientemente baja como para sumarle a otra marca horrible en su
abdomen.
—Se ve un poco mejor. —mencionó Hye, tan amable y optimista como
siempre.
—¿Cree que desaparezca por completo? —inquirió entristecido.
La Beta frunció sus labios y negó formando una mueca.
—No creo, pero tampoco te debes sentir mal. Esta marca sólo significa lo
fuerte que eres.
—Dudo mucho ser alguien fuerte. —musitó cabizbajo.
Hye le tomó la barbilla para alzar su rostro.
—Jimin, eres tan fuerte como una roca. Jamás había conocido a un
chiquillo que haya soportado tanta resiliencia como tú. Lo que has pasado y
hasta donde has llegado, es digno de admirar.
Jimin no sabía cuánto había necesitado oír esas palabras a lo largo de su
vida, pero le hicieron sentir especial, como si lo que hizo anteriormente no
fue horrible y piadoso. Le mostró una sonrisa a Hye después un momento
en silencio.
—¿Y cree que... él piense lo mismo?
Hye enarcó una de sus cejas.
—¿Quién? ¿El señor Jeon? —el Omega asintió con vergüenza—. ¿Por qué
necesitas tanto que él te vea de la forma en la que deseas?
—Porque sólo así me sentiré suficiente. —confesó—. Tener un elogio de su
parte es lo único que necesito para saber si lo estoy haciendo bien.
Hye tomó sus mejillas con sumo cuidado.
—Jimin, no necesitas la aprobación de nadie para sentirte completo,
¿comprendes? Tú eres hermoso, recuérdalo cada vez que te veas en el
espejo.
—Lo sé... pero aún así, yo —suspiró, no sabía cómo hacerle saber a Hye lo
mucho que necesitaba oír palabras como esas, viniendo de Jungkook.
Hye lo interrumpió.
—Mejor no lo pienses tanto, eres muy joven para esas cosas, hay libros en
la biblioteca, puedes leer un poco mientras hago el almuerzo.
El Omega decidió hacerle caso a Hye y no charlar más del mismo tema. Él
y su lobo se entendían, y probablemente nadie jamás lograría hacerlo.
(♡)
El resto de la tarde fue aburrida y simplificada en un Jimin leyendo libros en
la biblioteca, en las ilustraciones visualizaba países extranjeros con ojos
maravillados y espléndidos, el deseo de conocer el mundo entero lo invadió
de pies a cabeza, pero sabía que esto jamás sería posible.
Ante su concentración en las páginas color crema y el olor a libros
adormeciendo sus fosas nasales, Jimin escuchó el sonido del auto que
solía traer a Jungkook por las noches. El Omega se levantó a tropezones y
se asomó por el ventanal, entonces lo vio.
Jeon Jungkook saliendo del auto junto a Mingyu, su mirada agotada y el
ceño fruncido como se le era costumbre últimamente. Jimin no esperó ni
dos minutos para salir de la biblioteca, no obstante, en sus torpes pasos,
tropezó con Mingyu cayendo en sus brazos.
El Alfa lo sostuvo y miró su rostro sonrojado.
—¿Estás bien? ¿Por qué corrías de esa manera? —le preguntó el Alfa
castaño.
Jimin tragó saliva avergonzado, miró sobre el hombro de Mingyu al
pelinegro observarle con mucha curiosidad. El guardaespaldas la soltó y el
rubio se recompuso para acercarse cauteloso a Jungkook.
—Buenas noches, señor Jeon. —su voz salió en un hilito, Jungkook
descansó sus cejas y le respondió apacible.
—Buenas noches, Park.
Oír su voz fue tan reconfortante para Jimin.
—¿Puedo... puedo hablar un poco con usted?
La petición tomó por sorpresa al Alfa, el cual miró a Mingyu con la misma
expresión de confusión. Sin embargo, su respuesta fue como un canto
celestial para el Omega.
—Estaré en el jardín principal fumando un poco. —le avisó.
Jimin asintió con una pequeña sonrisa.
Jungkook subió a su habitación para librarse de las armas que traía
consigo y la pesada chaqueta adornando sus hombros. Jimin corrió
rápidamente hacia la cocina para tomar tres galletas que Hye había hecho
en la tarde, esperó paciente a que el Alfa se dirigiera a la piscina donde
quedaba el jardín principal, para así, poder ir con él.
El Alfa encendió el cigarro y lo empezó a consumir mientras observaba la
playa a la lejanía, la luna brillaba en la superficie de las aguas, y un poco
más al lado estaba la ciudad brillante de Busan.
Supo de la llegada de Jimin cuando percibió su potente y dulce aroma
azotar su nariz como un látigo maltratando su cuerpo desfallecido. Pero no
se inmutó, había aprendido soportar tal olor tan delicioso.
Su lobo era el guerrero más fuerte de Dios.
—Señor Jeon. —la vocecita de Jimin resonó a su lado, Jungkook expulsó el
humo hacia el otro lado y le miró por unos segundos.
—¿Qué querías hablar conmigo?
Jimin se acercó lo suficiente para observar el mismo panorama que él.
—Nada en especial, sólo quería verlo después de tantas semanas lejos de
mí. —le confesó, sus mejillas estaban tan rojas como un tómate.
Jungkook no se inmutó.
—Entiendo. He estado ocupado.
—Lo sé, ¿ha comido bien? ¿se está hidratando?
—Eso debería preguntarte yo. —su voz salió divertida y vacilante.
—Por mí no se preocupe, yo estoy haciendo lo que ha ordenado. Pero
usted... No quiero decir que puede sufrir de gastritis a este paso, pero
efectivamente puede sufrir de gastritis.
Jungkook esbozó una sonrisa, y Jimin se quedó observando con devoción.
—¿Estás intentando cuidar mi salud? Soy un adulto y sé lo que hago.
Jimin se encogió de hombros.
—El hecho de que sea un adulto no significa que lo esté haciendo bien.
El Alfa le miró directamente, tan fijo y sorprendido. Jimin sonrió juguetón.
—Le traje galletas. —sacó las tres galletas de su bolsillo.
Jungkook bufó.
—No me gusta el dulce.
Jimin formó un pequeño puchero.
—¿De verdad? Ouh, pensé que podríamos comer estas galletas juntos y...
Jungkook le quitó la galleta de la mano y la metió a su boca sin masticar.
Jimin observó su rostro con la misma expresión confusa de hace un
momento, pero rio divertido por el gesto de desagrado que el Alfa tuvo al
momento de tragar la galleta.
—¿Está mal? —inquirió Jimin.
—Es normal, probablemente no coma otra cosa de estas en un tiempo.
El Omega lamió sus labios y miró hacia la playa.
—Estando en la biblioteca, leí un libro de poesía, hubo un pequeño
fragmento que me recordó a usted, quería decírselo.
—Te escucho. —Jimin observó sus ojos oscuros—. El poema, te escucho.
Jimin tragó saliva e inhaló hondo antes de recitar el poema que había visto
en la biblioteca.
—Subes centelleante de labios y ojeras. Por tus venas subo, como un can
herido que busca el refugio de blandas aceras. Amor, en el mundo eres un
pecado. Mi beso es la punta chispeante del cuerno del diablo; mi beso que
es credo sagrado. Espíritu es el horópter que pasa impuro en su blasfemia.
El corazón que engendra al cerebro que pasa hacia el tuyo, por mi barro
triste. Platónico estambre que existe en el cáliz donde tu alma existe. ¿Tu
acaso lo escuchas? Saber que donde no hay un Padre nuestro, el Amor es
un Cristo pecador de mi más anhelante deseo en tu interior.
Tras decir aquellas enredadas palabras con nervios y ausente indicio de
emoción, Jungkook tiró el cigarro consumido en el suelo como una llama
fuerte quemando su mentón. Miró fijamente al Omega en silencio, que en
su mente no hacía más que arrepentirse de tales palabras ajenas a su
conocimiento.
—¿Tú entiendes lo que ese poema quiere decir, Jimin? —le preguntó
después de unos minutos.
El Omega negó con su cabeza, avergonzado de su falta de aprendizaje
literario.
—¿Entonces por qué te recuerda a mí? —volvió a preguntar.
—Porque... no lo sé, sólo lo imaginé a usted mientras leía.
Jungkook metió sus manos en los bolsillos de su pantalón, tambaleante y
sereno como un pequeño cuervo en exhibición.
—El poema es de César Vallejo, titulado amor prohibido. —le explicó—.
Habla sobre la necesidad de una persona en hacerle saber a otra que en
su mente y corazón desea su beso de amor, tan chispeante como una
llama en la fogata que le da calor a sus cuerpos helados. El beso sagrado
es el alma más pura que puedes sentir, porque sólo quieres refugiarte en
su cuerpo hasta oír su corazón latir. Es un poema profundo de una persona
enamorada, si has pensado en mí, es porque algo de esas fuertes palabras
hicieron tu cerebro crear una imagen mental de tu deseo platónico más
anhelante.
Jimin quería llorar, y no porque Jungkook haya sonado como todo un poeta
empedernido, sino porque la vergüenza inundó su cuerpo hasta el punto de
querer huir de ahí.
—¿Hice mal en hacerlo? —cuestionó— ¿Hice mal en pensar en usted?
Jungkook quería decir que sí, que estaba completamente mal, que alguien
de su edad no debería pensar en esas cosas y mucho menos con él.
Pero sus palabras no conectaron con su cerebro, y ese fue su peor error.
—No hiciste nada malo.
El rubio se sintió más tranquilo.
—¿Entonces puedo seguir haciéndolo?
El Alfa carraspeó.
—Mientras no sea nada malo, entonces está bien.
—Gracias, porque sinceramente me gusta pensar en usted.
Las mejillas de Jungkook ya estaban lo suficientemente rojas como para
poder esconderlo, fingió toser un poco para poder desviar su rostro hacia el
otro lado, pero ahí, justo entre las matas de coco, estaba Mingyu recostado
con una botella de soju.
Jungkook lo fulminó con la mirada.
—¿Qué estás haciendo ahí, Kim?
El castaño se sobresaltó y se irgió en cuanto notó al Alfa mirarle.
—Jefe, lo siento, no quería oír su conversación, es que la luna está muy
bonita y quería tomar un poco de cerveza.
Jungkook se cruzó de brazos, Jimin rio, asomando su cabeza detrás del
Alfa para mirar al guardaespaldas.
—Largo. —espetó.
Mingyu hizo una reverencia.
—Sí, señor. —salió corriendo del jardín de vuelta a la casa.
Jimin carcajeó, sonido que dejó a Jungkook vulnerable por unos minutos, el
Omega tenía una risa encantadora, tan pura e inocente que le costaba
creer que alguien como él fue víctima de tantas cosas. No podía ser duro
con él cuando el Omega se veía tan blando y susceptible.
—Jimin. —pronunció su nombre con tanta calma.
—¿Sí?
—¿Quieres acompañarme mañana a un lugar?
Los ojos del Omega volvieron a brillar.
—¿En serio? ¿A dónde?
—En la ciudad. Es una... reunión.
Jimin saltó emocionado.
—¡Sí quiero! —Jungkook alzó una ceja, el Omega se recompuso volviendo
a su seriedad— Quiero decir, sí, por supuesto.
—Bien, ponte algo lindo.
—¿Lindo?
—Sí, algo que resalte tus ojos.
Jimin mordió su labio.
—Lo haré, señor Jeon. Me pondré algo lindo que resalte mis ojos sólo por
usted.
Jungkook no sabía porque estas cosas le gustaban tanto, pero lo cierto es
que no podía evitarlo, le gustaba que Jimin fuese de este modo, le hacía
sentir más importante y su voz le transmitía cierta paz a su cabeza.
El rubio permaneció en silencio comiéndose el resto de las galletas, y
Jungkook decidió acompañarle mientras ambos veían la misma luna
encima del mar cristalino.
✘ 08

Tal cual como el Alfa le pidió, Jimin se colocó un atuendo resaltante y lindo
para su salida con el pelinegro. Hye le había ayudado a escoger una
prenda que fuera lo suficientemente atractiva, y Jimin jamás se había
sentido tan bien con una vestimenta como esta. Jamás había visto su
cuerpo tan proporcional y ese olor a perfume combinado con su aroma
natural.
Era la primera vez en mucho tiempo que Jimin se veía en un espejo y
estaba orgulloso de su apariencia física. Todos estos años se había
lamentado el ser un Omega usado y despreciable, únicamente con la
certeza de que lo único "bonito" que tenía, era su olor. Porque de lo
contrario, ¿qué otra cosa verían esos Alfas repugnantes en él?
Quería lucir diferente para el Alfa, quería verse natural y hermoso. Quería
hacerle saber que él era un Omega capaz de estar a su lado para que no
se arrepintiera de haberlo salvado.
En cuanto estuvo listo, salió de la habitación con los nervios inundando
todo su cuerpo, ¿qué le diría Jungkook? De sólo pensar en un comentario
feo, le hacía sentir ansioso y frustrado consigo mismo.
Tras llegar a la sala principal, Mingyu le echó un vistazo al Omega, sus
cejas de alzaron sorprendido mientras detallaban de arriba a abajo a Jimin.
El Omega estaba avergonzado en todo el sentido de la palabra, pero eso
no evitó que quitara la confianza que su lobo tenía esta noche.
—El Jefe te espera en el auto. —dijo Mingyu después de recomponerse.
Jimin asintió y caminó hacia la salida, sus pasos acabaron frente al auto,
inhaló hondo varias veces antes de abrir la puerta y entrar. Una oleada de
feromonas fuertes cegó sus sentidos, pero sólo era Jungkook y su gran
porte intimidante.
Cuando el Alfa lo miró, pudo detectar un semblante diferente en Jimin, algo
más vivo en sus ojos que la tristeza que reflejó anteriormente.
—¿Cómo me veo? —le preguntó el Omega, fue una pregunta inesperada
para el Alfa, pero tampoco ignoró su duda.
—¿Para qué necesitas saber mi opinión sobre tu apariencia? —inquirió.
Jimin abultó sus labios.
—Porque usted me pidió que me vistiera lindo. Hice un sacrificio en
escoger qué ropa usar.
Mingyu, el cual conducía el auto, evitó reírse de la situación.
—Lo dije para que te vieras bien. —respondió indiferente el Alfa.
Jimin bufó.
—¿Entonces si me veo bien?
—¿Sólo quieres que te diga lo hermoso que te ves?
El Omega levantó su mentón y sonrió con gracia.
—Sí, quiero que lo diga, me esforcé mucho, no tengo un buen sentido de la
moda.
El Alfa suspiró rendido, desabrochó un botón de su camisa y miró a Jimin
fijamente.
—Bien, te ves hermoso, Jimin. ¿Feliz?
El Omega le mostró una sonrisa de largo a largo.
—Sí, gracias.
Después de ese pequeño debate, Mingyu miró por el espejo retrovisor a su
Jefe, notando su labio siendo mordido y sus dedos jugando con los anillos
a la altura de sus nudillos. Era obvio que su Jefe sentía empatía por el
Omega, no podía negarlo y tampoco hacerse la vista gorda. Jungkook
comenzaba a sentirse apegado a Jimin, y aunque intentara negarlo, era
más que claro para Mingyu lo que estaba pasando.
Rato más tarde, el auto estacionó frente a un edificio alto y lujoso, Jimin
estaba encantado con la ciudad, jamás había visto un lugar tan bonito
como este, ni siquiera en Osaka tenía la oportunidad de salir y ver los
grandes edificios y lugares turísticos. Se sentía extraño de estar aquí, pero
el hecho de que haya sido Jungkook quien lo trajo, era más que suficiente.
Mingyu le abrió la puerta del auto para que ambos salieran, al hacerlo,
Jungkook acomodó las mangas de su camisa blanca y miró a Jimin con
una clara invitación a seguirlo. El rubio no dudó en hacerlo. Entraron al
edificio, un lugar tan grande y lujoso, que Jimin pensó por un momento que
si se caía, estaría rompiendo el suelo de cerámica fina.
Subieron al ascensor y se detuvieron en el tercer piso, lo que Jimin
visualizó fue un gran salón con mesas y meseros repartiendo comida,
entonces la duda se sembró en su cabeza y tuvo que mirar a Jungkook
para comprender mejor la situación.
—¿Aquí es la reunión? —dudó.
El Alfa no respondió, tomó su mano tan suave y delicada, y lo guió hacia
una de las mesas reservadas. Mingyu se quedó en la entrada vigilando el
lugar, pero de vez en cuando le echaba un vistazo a su Jefe y el pequeño
Omega de cabellos rubios.
Sí, eran jodidamente predecibles.
Tomaron asiento frente al otro, Jimin no se sentía seguro de esta manera,
¿qué tal y si los hombres que tendrían la reunión con el Alfa, lo mirasen de
más? ¿O qué tal si decía algo que lo arruinaba? ¿Y si su aroma los
provocaba? Jimin no quería eso, cuando Kang lo llevaba a sus reuniones,
su aroma terminaba provocando a todos esos Alfas, y los resultados de eso
se veían reflejados en su cuerpo al día siguiente.
No quería más.
—¿Por qué estás temblando? —la voz grave del Alfa suavizó sus sentidos.
Jimin lo miró como un cachorro en peligro.
—S-su reunión... ¿Está seguro que me quiere aquí?
Jungkook entrecerró sus ojos y lo miró por un largo rato.
—Mi reunión ya empezó, Jimin.
—¿Ah sí? ¿Y cuándo vienen sus invitados?
—Bueno, mi único invitado no deja de temblar como Chihuahua.
Jimin tardó un poco en darse cuenta del significado de sus palabras hasta
que el Alfa rio, fue una risa tan profunda y atípica, que dejó a Jimin
embobado por unos segundos.
—Jimin, ¿en serio eres tan ingenuo? —le preguntó.
—¡Oiga! Más respeto, no es mi culpa que no entienda a veces lo que
intenta decirme.
—No hay tal reunión, Jimin. —confesó—. Sólo quería venir a cenar contigo.
Las mejillas del Omega se volvieron tan rojas como una fresa, apretó sus
manos sudorosas sobre los pantalones negros que traía puesto.
—¿Por qué quería cenar conmigo?
—Haces muchas preguntas.
—Soy bastante curioso.
—Lo sé, sólo disfruta de la comida y no preguntes nada.
—Lo siento.
—Tampoco te disculpes, debes dejar de decir "lo siento" cada vez que
alguien te dice algo. —le reprendió.
Jimin quedó en silencio hasta asentir.
—Lo siento, lo dejaré de hacer.
Jungkook suspiró.
—Lo has dicho de nuevo.
—Lo sien... —Jungkook enarcó una ceja—. Quiero decir, está bien, lo
dejaré. Es la última.
Jungkook desvío su mirada hacia el interior del lugar, cuando el mesero
llegó, el Alfa pidió un vino y el mejor menú para ambos. Jimin estaba
emocionado de comer la comida francesa, jamás lo había hecho y eso
aumentaba sus ganas.
El Alfa decidió mirarlo por cortos segundos, la verdad es que tenía muchas
dudas al respecto con la vida de Jimin, pero se había mantenido alejado
para no incomodarlo, estaba con personas extrañas y para él
probablemente era una amenaza.
—¿Cuando es tu cumpleaños? —decidió preguntar para romper el silencio.
—El trece de octubre.
—Faltan dos meses para eso, ¿cumples diecinueve, no?
—Sí, seré mayor de edad.
—Ya veo, ¿y tus padres? ¿Recuerdas cómo eran?
—Hm, mi padre era un alcohólico que apostaba en bares y mi madre...
bueno, ella era... ella trabajaba en clubes nocturnos.
Jungkook asintió lentamente llevando sus dedos a la altura de su mentón.
—¿Tu padre te vendió a Kang así nada más?
—Sí, yo estaba saliendo de la escuela y cuando llegué a mi casa, habían
unos extraños Alfas en la sala. Mi padre estaba contando dinero mientras
mi madre le ofrecía bebidas a los invitados, creí que eran personas buenas,
dijeron que me llevarían a un cumpleaños donde habían niños de mi edad,
y yo les creí, me fui con ellos pero... —el Omega hizo una pausa,
recordando aquel momento tan doloroso de su niñez—. Pero ellos me
taparon el rostro y me llevaron a otro país. Cuando desperté, estaba en una
habitación oscura y vacía, desde entonces, fui propiedad de Kang.
Jungkook apretó sus manos al mismo tiempo que un nudo se formaba en
su garganta, respiró calmado para no mostrarle a Jimin ese lado de él.
—¿Cuando dices que fuiste propiedad de Kang, a qué te refieres
exactamente? —sabía que hablar de eso era complicado para el Omega,
pero él quería saber a qué se estaba enfrentando.
Jimin tragó saliva buscando las palabras correctas.
Tenía tanto miedo de ser repudiado por el Alfa.
—Él me convirtió en su Omega. —confesó, sus manos seguían temblando
debajo de la mesa—. Me hizo suyo en mi ciclo de celo y me marcó cuando
él tuvo su ciclo.
Jungkook frunció sus cejas con sus ojos furiosos.
—¿Él te marcó? ¿Hablas de un lazo?
—Sí... ¡Pero mi lobo lo rechazó! —se apresuró en decir— Yo le juro que
jamás acepte a Kang como mi Alfa, con el tiempo mi lobo fue
rechanzandolo más y más, y eso a él le molestaba, así que, cuando llegó la
luna llena, la marca se cerró y Kang empezó a sentirse asqueado por mí,
me regaló a sus amigos y entre todos....
—Detente. —Jungkook habló firme y molesto, Jimin formó un pequeño
puchero, temeroso de haber arruinado todo.
—Lo siento mucho... de verdad lo siento.
—¿Por qué deberías de lamentarte por eso? Nada de lo que te pasó es tu
culpa, Jimin.
—Pero mi aroma, mi padre siempre me decía que el tener un aroma tan
fuerte iba a despertar los deseos de los Alfas, es mi culpa haber nacido así,
yo los provoqué y ellos actuaron por instinto.
Jungkook gruñó, llamando la atención de algunas personas.
—Escúchame muy bien esto que te voy a decir, Park. Y que sea la última
vez que digas que tú tuviste la culpa de lo que pasó. —espetó furioso—. El
hecho de que tengas un aroma tan fuerte no quiere decir seas culpable de
los asquerosos deseos y pensamientos de esos infelices. Tú no has hecho
nada malo, tu aroma es jodidamente increíble y es perfecto así, y el Alfa
que diga que tú lo has provocado, es un imbécil enfermo de la cabeza.
Nadie debería tocarte sólo por tu olor, ni por ningún otro motivo, no lo
permitas, Jimin. Jamás dejes que alguien te ponga una mano encima, ni te
mire de una manera asquerosa. Ellos son los que están mal
¿Comprendes? Tú no tienes nada que ver en eso.
Para cuando el Alfa finalizó, Jimin estaba hecho una bolita de sentimientos
y espasmos. Intentó cubrir su rostro para que el hombre no lo viera llorar,
pero aún así se le fue inevitable. Era perfecto, tan perfecto que calmaba su
ajetreado corazón y estabilizaba sus pobres sentidos alterados. Jungkook
había cavado una sentencia de protección inconsciente en su cabeza, y no
quería que eso se fuera, no quería perder jamás esa seguridad en sus
palabras.
El mesero llegó en ese momento y Jimin tuvo que limpiar sus mejillas
húmedas, Jungkook no dijo nada más, porque no era el momento para eso.
Ambos comieron en silencio, pero en vez de ser incómodo, les estaba
ayudando para organizar sus pensamientos e ideas.
Al cabo de un rato, ambos terminaron la cena. Se levantaron de la mesa
pero no salieron del salón, Jungkook guió a Jimin hacia el balcón para
invitarlo a mirar la ciudad.
—Es hermosa. —musitó el Omega.
—Nací aquí, en la ciudad de Busan. —soltó de pronto—. Pero mis padres
se mudaron a Tokyo debido al trabajo de mi padre.
—¿Su padre de qué trabaja?
—Él es el fundador y líder de la mafia más grande de asia. —sus ojos
miraron a Jimin.
—Guau, ¿entonces usted es el sucesor?
—Soy el nuevo líder. Cuando mis padres murieron, quedé a cargo del
"negocio". Me preparé por años para tener el respeto de todos y fundar mi
propio servicio. Lo logré, cómo puedes ver. Soy el mafioso más joven y
poderoso de todo el continente asiático, y por eso tengo enemigos, la
mayoría quiere me ve como una amenaza, y disfrutan querer matarme.
—¿Yakuzzi? —repitió.
Jungkook sonrió.
—Se dice Jacuzzi. Y no, es Yakuza, una mafia Japonesa de la cual soy
parte desde que nací, es tan poderosa que cualquier persona quiere
invadirla y hacerse cargo, lo cual no puedo permitir.
—¿Entonces quieren matarlo e invadir la mafia yakuzzi?
—Yakuza. —el Omega rio—. Soy una amenaza para la mayoría de los
mafiosos, saben que tengo más poder y eso les molesta.
Jimin asintió lentamente, comprendiendo mejor la situación del Alfa.
Jungkook decidió no contar más nada, porque todo era aún más
complicado de lo que decía, su vida no era para nada fácil y le preocupaba
que Jimin quisiera involucrarse más en ella.
Se quedaron observando la ciudad con el fresco viento soplar sus rostros,
todo estaba tan tranquilo que resultaba inquietante para el Alfa. Jimin
sonrió con la paz que se sentía.
Pero Jungkook no.
Se colocó detrás del Omega y llevó su mano detrás de su pantalón para
sujetar su arma. Jimin se giró para mirarlo, pero detrás de él apareció algo
aún más grande e inquietante. En un rápido movimiento, Jungkook se giró
y apuntó hacia la persona.
Pero no se encontró con un humano.
Se encontró con un gran lobo negro.
El salón estaba casi vacío, porque la mayoría había corrido tras ver al
animal gigante ingresar al lugar.
—L-lobo... —musitó Jimin, sujetándose de la camisa del Alfa.
—Mantente detrás de mí, y cuando te diga corre, tú lo haces.
Jimin no estaba seguro, pero aún así asintió. Jungkook caminó lento
ocultando al Omega, el lobo mostró sus colmillos en una clara sentencia de
qué iba a atacarlos. El Alfa fue guiando a Jimin hasta la puerta del balcón, y
cuando estuvo lo suficientemente cerca, habló.
—Corre. —sentenció. Jimin no se movió, el lobo se puso en posición—
¡Jimin, que corras, ahora!
El Omega reaccionó y se soltó de su agarre para correr por todo el salón.
El labo se abalanzó hacia Jungkook y el pelinegro lo esquivó, su arma
resbaló por el suelo, desarmandolo por completo.
Sin pensarlo dos veces, Jungkook transmutó en un gran lobo marrón, el
doble de grande que su atacante. Lo empujó con sus dos patas hacia la
puerta, rompiendo el cristal en cientos de trozos. Fue una batalla de dientes
y golpes, aunque Jungkook fuera más grande, el lobo tenía dientes más
afilados, así que, se le fue fácil morder a Jungkook y atacarlo de esa
manera.
Jimin llegó hasta la salida donde Mingyu se sacaba de encima a otro lobo,
estaban rodeados, era como un atentado, y él se sentía una presa
pequeña.
—¡Jimin, escondete! —le gritó Mingyu.
El Omega no sabía qué hacer, estaba en una batalla consigo mismo, pero
su lobo le hizo mover los pies y correr en dirección contraria. Se alejó del
edificio y cruzó hacia un callejón para intentar ocultarse, pero un lobo negro
y ojos rojos se le cruzó en frente. Jimin soltó un grito y cayó al suelo
mojado, sus ojos parecían inyectados en sangre, era como ver un
verdadero monstruo, peor de lo que se imaginó.
Había visto todo tipo de lobos a lo largo de su vida, pero jamás uno tan
horrible y aterrador como este.
—P-por favor... Te lo pido, no me hagas daño, por favor. —suplicó, aún
sabiendo que esto sería en vano y que probablemente ese lobo se lo
comería entero.
Sus lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas, estaba tan
asustado que lo único que pudo hacer fue cerrar sus ojos y volverse una
pequeña bolita.
Su lobo salió a la luz de pronto, invadido por el miedo y desesperación,
ante los ojos del atacante, apareció una pequeña bolita blanca, con un olor
tan delicioso.
Mostró sus colmillos y se relamió el hocico, dispuesto a comerse entero a
ese apetecible Omega.
Sin embargo, una bala se incrustó en su pecho, y después otra en su lomo,
su estómago y cabeza. Hasta que el lobo cayó agonizando en el suelo.
Jimin estaba temblando, estaba asustado y tenía un ataque de pánico.
Pero entonces escuchó varias voces, una más gruesa que otra, y el olor de
Jungkook llegó a su nariz.
Al abrir sus ojos y apartar su peluda cola del rostro, visualizó a dos chicos
frente a él. Uno de cabello castaño y otro de cabello rubio ceniza.
—¡Jimin! —la voz del Alfa resonó en sus oídos, el Omega se colocó de pie
y buscó con la mirada al dueño de esa voz. Entonces vio a Jungkook
aparecer con su ropa rasgada y sangre en su brazo.
Aún estando en su forma animal, Jimin corrió hacia el Alfa y se aferró de su
pierna. Jungkook frunció sus cejas viendo al pequeño lobo temblando.
Tragó saliva y se agachó para pasar su mano por su cabeza.
—Está bien, ya estás a salvo. —le susurró, suave.
El lobo blanco comenzó a aullar bajito, buscando de esconderse entre el
pecho del Alfa.
—Entre todo lo que nos dijiste, no mencionaste a una cosa peluda y
adorable como esa. —dijo el chico de cabello castaño señalando con su
arma al pequeño animal.
—Será mejor que nos vayamos, no quiero ser agarrado por esos tipos y
tener que matarlos a todos otra vez. —declaró el chico contrario, un Alfa de
cabello ceniza con una cicatriz en su rostro.
Jungkook no dijo nada, esperó paciente a que Jimin volviera a su forma
humana para poder irse. El Omega tranquilizó a su lobo y en cuestión de
minutos ya era un chico de dieciocho años otra vez.
Totalmente desnudo.
Jungkook se quitó la camisa que Mingyu le había dado y cubrió el cuerpo
de Jimin para después cargarlo. Salió del callejón en completo silencio y
subió a la camioneta donde Mingyu, lastimado y un poco herido en su
abdomen, lo esperaba.
Nadie mencionó una sola palabra, porque la mirada seria que tenía
Jungkook, dejaba mucho qué desear.

✘ 09

La gran cabellera dorada cubría los orbes azules de Jimin mientras su


cuerpo era azotado como castigo de su desobediencia. Las lágrimas que
su despavorido rostro emanaba, no era suficiente para pedir la piedad que
necesitaba ahora mismo. En su cabeza se repetía una y otra vez que todo
era su culpa, que tener este olor, este rostro, este cuerpo, era una
maldición que ahora le estaba costando muy caro a su corazón.
Gritar no era una opción, porque ni siquiera eso funcionaba en situaciones
como estas. Sólo le quedaba rasgar el suelo con sus débiles uñas y gemir
del dolor sin fuerza alguna.
—Eso es, chiquito. —esa ronca y horrible voz hizo al Omega sentir
escalofríos en todo el cuerpo—. Tienes un buen culo, tan delicioso y mío.
El rubio quería pedirle que se detuviera, que por favor tuviera misericordia y
lo dejara libre. Pero sus súplicas sólo eran oídas por su lobo, no había
indicios de querer en detenerse, el hombre que manchaba su piel sólo tenía
ojos de cazador, porque él, lastimosamente, era su presa.
Un grito hizo a la Beta saltar sobre sus zapatillas negras, sus ojos miraron
al chico despertar de su sueño mientras lágrimas cristalizadas se
deslizaban por sus mejillas rojas. Jimin estaba llorando y jadeaba ante el
miedo que sus recuerdos más perturbadores le hicieron experimentar.
La Beta se acercó para tranquilizarlo, pero sólo recibió un manotazo del
Omega, haciendo caer el recipiente con medicinas.
—¡No me toque! —exaltó el más bajo— ¡No me toque, fuera!
La mujer atemorizada salió corriendo en busca del Alfa. Jimin escuchó
perfectamente como decía "el chico ha despertado y se volvió loco".
Jimin se encogió en la cama y cubrió su cuerpo con las sábanas, ni siquiera
estaba en su habitación, porque el olor que desprendía las almohadas era
tan puro y varonil, su lobo se estaba regocijando en él, inundando su hocico
con el aroma del Alfa.
La puerta se abrió dejando ver a Jungkook con una nueva camisa de
botones blanca y jean ajustados. Se veía inexpresivo, pero eso no quitaba
que estuviera preocupado. El pelinegro miró el desastre en el suelo y al
Omega llorando en la cama.
Suspiró un poco más calmado.
—Pueden irse, yo me haré cargo. —le dijo a las dos Betas detrás de él.
Cerró la puerta y caminó con sumo cuidado por la habitación hasta llegar a
Jimin. El Omega lo miró con los ojos enrojecidos, Jungkook se sentó en la
orilla de la cama y llevó su mano a la mejilla del rubio para limpiar las
lágrimas. Aquella simple acción dejó a Jimin hecho una bolita de
sentimientos, puesto que se acercó a la mano tatuada del Alfa para recibir
más de su caricia, eso pareció calmarlo un poco, su olor y su presencia era
lo único que le ayudaba a estabilizar su mente.
Y jungkook lo sabía perfectamente.
Y aún así no hacía nada para detenerlo.
—No te preocupes, ya no hay peligro que pueda tentar contra tu vida. Te
dije que iba a protegerte y eso hago, Jimin. —musitó el Alfa.
—Tenía mucho miedo. —susurró el menor—. Usted es la única persona
que ha sido bueno conmigo y perderlo... perderlo sería algo insoportable,
por favor, no vuelva a dejarme ir solo.
Jungkook arrugó un poco sus cejas y atrajo el cuerpo de Jimin hacia el
suyo para sostener su cadera, el rubio se tensó, pero tras ver la mirada
sincera que el Alfa le estaba dando, todo temor fue desapareciendo.
—No vas a perderme, y yo no te voy a perder a ti. ¿De acuerdo? Lo que
pasó me sucede todos los días, como te dije, hay personas que quieren
matarme para quedarse con lo que tengo, y ahora que estás tú, si antes
tenía novecientos noventa y nueve motivos para matarlos a todos, ahora
tengo mil razones porque estás tú aquí.
El Omega formó un pequeño puchero y rodeó los hombros del Alfa con
timidez.
—No quiero tener miedo.
—El miedo con el tiempo se vuelve una fortaleza, ¿de qué te sirve el valor
si no tuviste miedo antes? Es una debilidad que te ayudará en el futuro,
pero mientras yo esté aquí, tú estarás a salvo, ángel.
—¿Ángel?
—Dijiste que podía ponerte un apodo. Así que elegí este.
Jimin esbozó una pequeña sonrisa, dejando de lado su tristeza.
—Me gusta, me gusta mucho.
Jungkook le peinó un poco el cabello y le mostró una pequeña sonrisa
sincera.
—Ven, llevabas horas inconsciente, tienes que comer algo, hay algunas
personas que te quiero presentar y que no se fueron hasta saber que
estabas bien.
El Omega lo miró confundido.
—¿Quiénes?
—Bajemos primero.
El Alfa se colocó de pie y extendió su mano hacia Jimin, el Omega dejó sus
pies descalzos en el suelo y tomó la mano de Jungkook para caminar hacia
la puerta.
Bajaron juntos las grandes escaleras de la mansión, se escuchaban voces
y el olor a comida hizo rugir el estómago de Jimin. Tras llegar al salón
principal, el Omega visualizó a dos chicos junto a Mingyu.
Jimin recordaba a los otros dos.
—Santo Cristo, con razón Jungkook enloqueció. En persona es tan lindo.
—declaró el chico castaño que llevaba un cigarro en su mano.
Jimin se sonrojó, afianzando su mano en la del Alfa.
—Jimin, te presento a Taehyung, trabaja para mí. —el Alfa señaló al chico
castaño.
Este inmediatamente abrió su boca, ofendido.
—¡¿Trabajar para ti?! ¿Quién te crees? ¿Un biti? —bufó desviando su
mirada hacia Jimin— Que no te engañe, sólo estamos bajo la misma
asociación secreta de la mafia. ¡Pero Eso no significa que soy su
subordinado!
Jimin rio bajito, mirando de reojo a Jungkook.
—En fin. —Jungkook ignoró al chico castaño—. Taehyung es un Alfa que
trabaja para la misma asociación que yo, está a cargo de importar armas,
toda clase de armas de fuego.
Taehyung alzó sus cejas continuamente con orgullo.
—Tengo buena puntería ¿Cierto? —le dijo al Omega— Hubieran visto
como le disparé a ese lobo, nadie se compara a mí.
El Alfa rodó los ojos y alejó a Jimin de Taehyung para poder presentarle al
otro chico.
—Él es Yoongi. —le indicó—. No diré que trabaja para mí porque te dirá
exactamente lo mismo que Taehyung.
El mencionado se acercó al rubio ceniza para tomar su mano y sonreírle a
Jimin.
—Tiene razón, y este de aquí es mi chico.
Jimin alzó sus cejas sorprendido, viendo al Alfa abrazar al más bajo,
aunque el otro tenía el rostro un poco indiferente, intimidando de esta
manera a Jimin en su totalidad.
—Yoongi es un Omega, aunque desconozco totalmente su linaje porque a
veces actúa como un Alfa primitivo. —prosiguió Jungkook.
—Yoongi es multiuso. —expresó con orgullo el Alfa—. Le gusta dar y
recibir. ¿Conoces de eso, Jimin? Apuesto a que Jungkook es un aburrido y
no te ha dicho nada.
El Omega no supo cómo tomarse ese comentario, quizás sentirse
avergonzado era una opción, pero la incomodidad también se hizo presente
en el ambiente. Jungkook percibió su cuerpo tenso, así que tomó más
fuerte su mano y cambió el tema de conversación.
—Jimin necesita descansar, así que pueden irse. —les dijo a todos—. Los
veo mañana para la reunión con Hoseok y Namjoon.
—¿Ni siquiera vas a darnos de comer? Oye, te salvamos a tu chico, dame
una cerveza por lo menos. —se quejó Taehyung.
Jungkook le gruñó en una clara advertencia de qué se fueran. Taehyung
bufó mientras maldecia a todos los ancestros de Jeon, tomó la mano de
Yoongi y se retiró de la casa, no sin antes robarse una botella de vino de la
mesa.
—Se ven amables. —comentó Jimin en cuanto quedaron solos.
—Que no te engañe sus apariencias, pueden ser muy molestos, en
especial Taehyung, habla incluso por los codos. —el Omega rio divertido,
Mingyu notó la pequeña tensión en ambos, así que decidió retirarse para
descansar un poco la pequeña herida de su abdomen.
Jimin mordió su labio soltándose del Alfa, lo miró de frente hasta notar una
venda sobresaliente de su brazo.
—¿Te lastimaste? —preguntó, tocando su brazo.
—Fue sólo un rasguño, ese lobo tenía dientes realmente afilados.
—¿Y la herida está bien?
—Sí, no te preocupes por mí.
El Omega asintió, pero escuchó un gran rugido desde el estómago del Alfa.
Jungkook abrió sus ojos avergonzado. Jimin rio tapando su boca.
—¿Tiene hambre, no es así?
—Sólo un poco, no he comido en horas, estaba esperando a que
despertaras.
Jimin sintió un pequeño vuelco en su corazón cuando el Alfa dijo esas
palabras. Tomó su mano, y sin decir nada, lo arrastró hacia la cocina. Por
suerte estaba vacía, Jimin sentó al Alfa en el taburete y abrió el
refrigerador.
—¿Qué vas a hacer? —preguntó Jungkook.
—Voy a cocinar un poco de gachas, es deliciosa.
—¿Sabes cocinar?
Jimin lo miró ofendido.
—Por supuesto, podré haber estado encerrado por mucho tiempo, pero
veía programas de cocina.
—Eso no me tranquiliza.
El Omega rodó los ojos e ignoró su inquietud sobre sus conocimientos
culinarios. Sacó los ingredientes y comenzó a lavar el arroz antes de
ponerlo en la arrocera. Picó vegetales en trocitos pequeñitos y los echó en
la olla para continuar meneando con una paleta.
Todo bajo la atenta mirada del Alfa, el cual expresaba una diminuta sonrisa
ante los movimientos de Jimin en la cocina, tan concentrado en su tarea
como para mirarlo.
—Me tomaré un descanso este fin de semana. —Jimin se detuvo de
pronto, se giró sutil hacia el Alfa.
—¿Un descanso?
—No tengo trabajo hasta la semana que viene. Y no me gustaría dejarte
aquí solo.
—¿Solo..? —Jimin no entendía nada.
Jungkook suspiró.
—Quédate conmigo este fin de semana.
Jimin sonrió.
—Mientras no hayan lobos, entonces yo estaré cerca de usted hasta que
me pida irme.
—Dudo dejar que te vayas en algún punto de nuestra estancia, ángel.
El Omega le miró de una manera tan dulce, que incluso su aroma se
intensificó como flores silvestres. El Alfa tragó saliva, decidido a no
mostrarse impaciente y sumergido en el Omega frente a él. No podía caer,
no así, menos con él.
Pero Jimin... El dulce Ángel de Osaka, ¿cómo soportaría seguir fingiendo
indiferencia cuando lo único que quería era más que su gentileza?
✘ 10

Jimin estaba emocionado de pasar el fin de semana con Jungkook, había


pasado toda la noche pensando y planeando lo que harían. Aunque, bueno,
no es como si se tuvieran mucha confianza y vayan a hacer cosas juntas.
Pero Jimin deseaba tener un momento a solas con el Alfa, quería hablar
más tiempo con él y entablar una conversación real.
Desde el intento de ataque de esos lobos, Jimin estuvo precavido a
cualquier cosa, tanto dentro como fuera de la mansión. Se la pasaba
leyendo libros, paseando en el jardín, viendo recetas de cocina para tener
un pretexto de cocinarle a Jungkook, entre muchas cosas más. Mientras
tanto, el Alfa trabajaba en su oficina, salía en la mañana y regresaba en la
noche para dormir.
Jimin tenía calculado el tiempo exacto en el que el Alfa llegaba a la
mansión, y para ese entonces, él lo esperaba con la intención de saber
sobre su día, no lo consideraba una necesidad, pero su lobo le pedía estar
cerca del Alfa.
Y eso comenzaba a asustarlo.
Tras llegar el fin de semana, el Omega se armó de valor para levantarse
temprano y desayunar, se colocó una ropa veraniega y salió de la
habitación hacia la cocina donde Hye le preparaba un poco de avena.
—Buenos días, Jimin. —dijo Hye en su dirección.
—Buenos días, ¿el señor Jeon despertó?
—Lo escuché en la sala con el guardia Mingyu, creo que iban a salir.
En ese instante Jimin se detuvo, sus cejas se arrugaron y sus ojos
observaron a Hye en completa confusión.
—¿Salieron?
—Sí, ¿por qué?
Porque él iba a estar conmigo.
—Por nada. —se limitó a decir—. Pensé que estaba aquí, es todo.
Hye notó el rostro decaído de Jimin, quiso preguntar al respecto, pero no
quería verse como una entrometida. El Omega era un mar de sentimientos
puros, de eso se había dado cuenta desde que estaba aquí, era fácil saber
cuándo algo lo tenía preocupado o entristecido, a veces lo ocultaba muy
bien con una sonrisa, y otras veces actuaba como un cachorro intentando
huir de sus propias emociones.
Jimin tomó una manzana y salió de la cocina con las ganas de cocinar por
el suelo. Se sentó en el sofá cabizbajo, pensando en que el Alfa le había
prometido un fin de semana Juntos, y ahora estaba aquí sentado sin hacer
nada. Solitario.
El transcurso de la tarde fue lo mismo de siempre, libros, jardín y cocina, no
había nada más interesante que Jimin pudiera hacer en esta gigante casa.
No obstante, cuando el sol comenzó a ocultarse entre las montañas de
Busan, el sonido del auto que solía traer a Jungkook, se escuchó desde el
estacionamiento. Aquello activo una alarma en el sensor Omega de Jimin,
por lo cual salió corriendo hacia la ventana de su habitación, mirando a
Jungkook bajar del auto con Mingyu.
—Sabía que vendría. —susurró.
Esperó algunos minutos hasta que decidió salir de la habitación, caminó
con inocencia hasta las escaleras, encontrándose cara a cara con el Alfa.
Jungkook lo miró con una de sus cejas levantadas, se veía sereno y
tranquilo, llevaba unos simples pantalones jean y una camisa negra
bastante ancha.
Jimin le mostró una pequeña sonrisa.
—Llegó. —dijo el menor.
—Eso parece, a menos que sea un producto de tu imaginación. —bromeó.
Era la primera vez que el Alfa bromeaba con él, Jimin se sintió en
confianza.
—¿Se dirige a su habitación? —inquirió el Omega.
—Venía a buscarte. —confesó el Alfa—. Daré un paseo en yate, ¿quieres
venir?
—¿De noche? ¿Y si hay tiburones? O peor, ¿y si hay ballenas asesinas?
Leí en un libro de animales que las horcas son ballenas asesinas y no
dudarán en comerse su pellejo.
Mingyu soltó una carcajada desde el piso de abajo, incluso Hye tapó su
boca con una sonrisa.
Sin embargo, Jungkook sólo lo veía fijamente, apreciando sus ojos.
—Jimin, creeme cuando te digo que aquí no hay horcas. Y si las hubiera,
¿crees que los pescadores estuvieran hasta la madrugada navegando para
buscar peces en el fondo del océano?
—Pues no...
—¿Entonces... Quieres ir o no conmigo?
El Omega rápidamente reaccionó.
—¡Sí! Déjeme ir por mi chaqueta.
—Te espero afuera.
Jimin corrió de vuelta a la habitación en busca de su chaqueta. Jungkook
bajó las escaleras y se acercó a Mingyu para que le entregara su arma, la
recargó con balas nuevas y puso el seguro para después meterla detrás de
su pantalón. Una vez afuera, tomó las llaves de su yate privado y esperó a
que Jimin subiera primero.
El Omega estaba encantado con el paisaje, el sol ya se había ocultado
dando lugar a la preciosa noche con su hermosa luna encima de sus
cabezas. Jungkook encendió el yate y dio camino a su paseo por el mar.
—¿Tiene un destino en mente? —preguntó Jimin.
—Nada en especial, la idea es pasar la noche aquí.
Jimin tosió, ahogándose con su propia saliva.
—¿Pasar la noche juntos?
—Sí, ¿te asusta?
Negó rápidamente.
—No, sé que no me haría daño.
Jungkook sonrió con esas palabras, porque la verdad era esa, él no
planeaba dañar a Jimin por ningún motivo en específico.
El Alfa dejó el volante en automático para que el yate condujera a baja
velocidad y por sí solo. Se alejó de ahí y se dirigió a donde Jimin estaba
mirando el océano.
—Todo está tan oscuro, pero juro haber visto un pez espada. —fue lo
primero que dijo el Omega.
Jungkook se asomó de igual manera.
—Dudo mucho que sea un pez espada.
—¿Le da miedo el océano? Es que oí decir al guardia Mingyu que no le
gustaba la playa.
Jungkook se sentó en un costado del Yate y miró a Jimin.
—No es miedo, es que no me gusta mucho el mar. Prefiero verlo desde
esta posición que entrar en él.
—¿Por qué?
El Alfa frunció sus labios observando hacia el agua cristalina.
—Cuando era un cachorro, mi padre solía tener ciertos castigos conmigo
cuando no obedecía. A veces metía mi cabeza en la bañera y hasta que no
me arrepintiera de mis errores, no podía salir. Con el tiempo fui tomándole
un poco de temor a esto, odiaba ir a las piscinas o a la playa, en general,
odio el mar.
Jimin abultó sus labios entristecido.
—Su papá se oye un mal hombre, ¿qué le pasó?
—Lo asesinaron. —el Omega abrió sus ojos de par en par—. Estaba mal
de la cabeza hasta el punto de volverse un lunático, lo mataron así sin más,
y agradecí a quién lo hizo.
—¿Por qué?
—Porque lo odiaba. —murmuró— Mi padre era el peor hombre de todos,
no hay misericordia en él, incluso el diablo le temía. Engañó a mi madre
con muchas Omegas, parte de esa infidelidad nació Namjoon, mi hermano
mayor. No supe de su existencia hasta que tuve 4 años y lo ví entrar a mi
casa llamándome "hermano". Su mamá había sido secuestrada y papá iba
a ayudarlo, pero la mataron, Namjoon decidió alejarse de la mafia pero
necesitaba a alguien inteligente a mi lado, así que le pedí trabajar para mí
desde lejos.
—Debió ser horrible para ti, te admiro mucho.
Jungkook le sonrió.
—¿Admirarme? No creo que debas tenerme admiración, ángel. Soy un
hombre malo en todo el sentido de la palabra, un asesino, un criminal, de
todo un poco.
Jimin negó con su cabeza, tomando la mano del Alfa.
—Si fueras alguien malo ya me hubieras hecho algo hace mucho tiempo,
¿no crees? Y aún así me salvaste, me protegiste. Eres bueno.
El Alfa tragó saliva, pasando por alto que el Omega le estaba hablando
informal, pero poco le importó, se sentía en confianza con él, como si
hablar con el Omega fuera curador para su cabeza.
—¿Cómo es que alguien fue capaz de hacerte daño, Jimin? Te veo y se me
es imposible imaginar a una persona lastimándote, eres tan...
Jimin lo miró con el corazón desbocado en su pecho.
—¿Tan..?
—Puro.
Sí, Jimin se había desilucionado, esperaba algo diferente, quizás un elogio
que no fuera la palabra pura, porque él se consideraba todo, excepto puro.
Había sido tocado por manos sucias y él se sentía sucio por dentro, no
había nadie que reparara ese daño en su lobo.
Una pequeña turbulencia en el motor del yate hizo que Jimin tropesara con
sus zapatos y cayera en el interior de yate con Jungkook sosteniendo su
muñeca. El Omega gimió ante el pequeño golpe de su espalda, pero aún
así no se quejó viendo a Jungkook casi sobre su cuerpo. El Alfa tragó
grueso mirando el rostro del Omega, sus ojos brillando de un color zafiro
tan precioso, su aroma aturdiendo su nariz y sus labios gruesos
entreabiertos.
Las voces de su cabeza le decían "bésalo", aunque realmente no eran
voces, se trataba de su lobo desesperado. Jimin quiso hablar o decir algo,
pero su voz se quedó atascada en su garganta, no podía articular nada. Su
lobo estaba tan ansioso de la cercanía, un gran avance entre su
convivencia con el mafioso, quizás, lo más esperado por ambos.
Jungkook abrió su boca para romper el silencio.
Sin embargo, lo que salió de su garganta desconcertó al Omega.
—No es apropiado para nosotros hacer este tipo de cosas, Jimin. Yo soy un
adulto, tú un adolescente, está mal en todos los sentidos, más aún si viviste
encerrado y sin libertad durante mucho tiempo.
Jimin frunció sus cejas con un bulto en sus labios.
—N-no es inapropiado. —balbuceó— Seré... seré mayor de edad en pocos
meses, tú puedes, sólo quiero...
—No soy lo que quieres, creeme.
—¿Quién lo dice? —espetó— Sé lo que quiero y a quién necesito, no soy
un niño infantil. Usted... usted sólo me priva de mis decisiones, haciéndome
ver como un niño indefenso.
—Jimin, jamás he hecho tal cosa, pero no soy alguien bueno y mi vida no
es un libro de la biblioteca. ¿Qué crees que pueda pasar si dejo que sigas
entrando de esa forma en mi vida?
Jimin tembló su labio con la mano del Alfa aún apretando su muñeca,
quería llorar, pero esta vez no lo haría. No sería un débil delante del Alfa.
—Dijiste que me ganara el puesto de estar a tu lado. Y quiero hacerlo. ¡Por
todos los cielos! ¿Por qué me quieres rechazar ahora?
—Porque no quiero arruinar tu vida.
El Omega permaneció en silencio, mirando con ojos suplicantes al Alfa. No
sabía cómo habían llegado a este punto, pero sólo tenía en la consciencia
que esto lo estaba lastimando más que ser ignorado en días por el
pelinegro. No comprendía del todo sus palabras, pero al mismo tiempo
entendía la necesidad de su lobo en seguir buscando las razones
suficientes para no soltarlo.
Jungkook soltó un sonoro gemido y cayó al lado de Jimin para acostarse.
—Odio no poder tener el control sobre estas cosas, Jimin. Odio que mis
decisiones interfieran contigo y no pueda buscar una verdadera razón para
seguir alejándome de ti y así no tener la necesidad de verte. Pero siempre,
siempre, mi lobo busca la manera de traerte a mí, la cena, la noche de
compras, esto. Siempre tendré una absurda razón para que tú vengas
conmigo, y eso... eso lo odio demasiado.
Jimin se incorporó con sus ojos cristalizados, buscó la mirada del Alfa, pero
este intentaba evadirla a toda costa.
—Nadie lo sabrá. —susurró.
Jungkook lo miró por fin.
—¿De qué hablas?
—Nadie sabrá lo que siente a menos que lo diga, y de la misma manera
nadie sabrá lo que yo siento por ti.
El Alfa quedó estupefacto, buscando alguna broma en sus palabras, pero
sólo encontró sinceridad y súplica en Jimin.
—Esto es absurdo, no soy un adolescente para hacer este tipo de co..-
Jimin no lo pensó dos veces, se impulsó hacia adelante y chocó sus labios
con los del Alfa para darle un pequeño beso. Los nervios lo estaban
matando, no sabía por qué hacía esto, pero lo necesitaba, jodidamente lo
necesitaba. Jungkook arrugó sus cejas y sostuvo la nuca de Jimin hasta
que el Omega se alejó, tenía miedo, temía haberla arruinado con el Alfa,
que lo echara o le dijera cosas peores.
Pero lo que recibió como respuesta fue todo lo contrario a sus ideas.
Porque Jungkook también tenía la misma necesidad, y jamás había
deseado tanto a alguien como lo hacía con Jimin. Era la primera vez que
sentía esto dentro de su cuerpo, dentro de sus propios sentimientos. Fue
así que lo jaló hacia su rostro, afianzó el agarre en su cuello y lo besó tan
lento y profundo como una roca pesada cayendo al fondo del océano.
Jimin gimió sobre sus labios y se dejó caer sobre su cuerpo, abriendo su
boca contra la del Alfa y mezclándose con el mafioso en un beso tan
anhelado y apasionado entre los dos.
✘ 11

Un beso, Jeon Jungkook le había dado un beso de la misma manera en la


que Jimin se lo dio. Todo había sido como un sueño para el Omega, tan
efímero que pareció invisible por un momento. Jimin jamás había besado a
alguien en su vida, ni siquiera Kang fue digno de tocar sus labios con esa
sutileza y amor. Y lo agradecía.
Agradecía no haber sido besado por nadie. Porque sabía que la persona
correcta llegaría a tomar sus labios como suyos y él estaría completamente
feliz con eso.
No le importaba el trabajo de Jungkook, no le importaba lo que hacía ni
cuántas personas malas había matado. Le quería de una manera sana y,
quizás, recíproca. Intentaría a toda costa ser un buen Omega, ser su
Omega. Porque jamás en su vida quiso permanecer tanto en un lugar
como lo quería con Jungkook, y estaba mal en cierto punto depender de su
bondad y preocupación. Pero Jimin necesitaba a alguien que le diera su
afecto y amor, porque no se veía estando solo y desamparado, estaba
harto de la soledad, harto de la tristeza y el dolor.
Jungkook poco a poco reemplazaba su sufrimiento interno, con caricias
leves en su cabeza y sonrisas disimuladas que evitaban mostrar por
vergüenza.
Cuando el sol salió por la mañana del domingo, el primero en despertar fue
Jimin, causando que los rayos del sol hicieran ver sus ojos mucho más
azules que antes. Bostezó con un leve dolor en su espalda, ambos se
habían quedado dormidos anoche después del beso, permanecieron en
silencio hasta caer en los brazos de Morfeo.
Ahora estaba la duda sembrada en su cabeza, ¿qué pasaría a
continuación?
El Omega bajó la mirada hacia el Alfa acostado a su lado, se veía tan
tranquilo y sereno como un pequeño cachorro indefenso, sus labios
delgados yacían semi abiertos mientras que sus manos estaban detrás de
su cabeza, flexionando los músculos de sus brazos ejercitados.
Jimin suspiró, tan encantado con la visión que el Alfa le dejaba ver. Elevó
sus pequeños dedos hacia el rostro del Alfa para acariciar su mejilla, tenía
una pequeña cicatriz en la mejilla, tuvo curiosidad de tocarla, pero
simplemente se limitó a verla un poco más de cerca. ¿Por qué tenía que
conocerlo en el momento más difícil de su vida? Quizás en otra oportunidad
hubieran tenido un encuentro diferente y un romance al instante.
Pero aquí estaban, siendo totalmente diferentes para el otro, y aún así sus
lobos no querían marcharse de esta comodidad.
El Alfa abrió sus ojos poco a poco para acostumbrarse a la luz del sol, giró
el rostro hacia Jimin, viendo su pequeña sonrisa y sus ojos brillando.
Era precioso, como una de sus joyas más preciadas.
—Buenos días. —musitó el Omega.
—Buenos días, ángel. —respondió junto a la voz gruesa, se incorporó para
sentarse en el sillón— ¿Dormiste bien?
—Sí, ¿y tú?
—¿Tú? —enarcó una ceja.
—Usted. —se mofó.
—Por mí no te preocupes, mejor vámonos. —el Alfa se levantó y se acercó
al volante para encender el yate.
Jimin se colocó su chaqueta quedando en silencio, ninguno mencionó nada
sobre el beso, Jimin pensó por un momento que quizás el Alfa no buscaba
recordar lo que pasó para no lastimarlo. Se sentía nervioso de que sólo
haya sido un error, pero confiaba en su lobo, en sus sentimientos.
Jungkook manejó el yate hasta la orilla de la playa, bajó primero para poder
ayudar a Jimin. El Omega extendió su mano hacia el pelinegro y se
enganchó de sus brazos para ser alzado por el Alfa. Jungkook lo dejó en la
arena, pero aún así estaban demasiado cerca, el Alfa observó sus ojos y
sus labios, y Jimin se dejó, porque él quería sentir su afecto.
Los dedos tatuados de Jungkook acariciaron la mejilla de Jimin, acto que
dejó al lobo del Omega ronronear como un felino.
Jungkook esbozó una sonrisa.
—Señor Jeon. —susurró el Omega tan suave y pequeño.
—Dime.
—Ese... —sus ojitos brillaron de emoción— Ese fue mi primero beso.
El Alfa levantó ambas cejas con el corazón acelerado.
—¿Fui tu primer beso?
—Sí, el mejor primer beso que me han dado jamás.
Jungkook relamió sus labios con el ego elevado. Lo suficiente para sonreír
de orgullo.
—Entonces seguiré siéndolo.
—¿Disculpe?
—Seguiré siendo tu primer beso, y el segundo, y el tercero, hasta llegar al
último.
Jimin asintió lentamente con las mejillas ruborizadas.
—Está bien, quiero eso.
El Alfa inhaló su aroma tan embriagante y acercó su rostro para besarlo,
Jimin se aferró de sus brazos para no caer ante su presencia.
Pero antes de que pudieran sellar sus labios, el sonido de un auto los
interrumpió, Jungkook se alejó de Jimin como si fuera una llama caliente
quemando sus manos. Divisó el auto de Namjoon llegar a la mansión.
Jimin estaba avergonzado.
—Debemos entrar. —le avisó el Alfa.
El Omega asintió y lo siguió en silencio hasta la mansión, tras abrir la
puerta, Jungkook fue recibido por sus inesperadas visitas.
—¡¿En serio pasaron la noche juntos en un Yate?! —gritó Taehyung.
Jungkook lo fulminó con la mirada.
—Kim, mejor cierra la boca. —le amenazó.
Taehyung alzó sus manos como un preso.
—Sólo digo lo que veo. ¿No crees que el nene es muy joven para ti?
Desgraciado, asalta cunas.
Jungkook gruñó amenazante, pero Jimin tomó su brazo disimuladamente
para hacerle saber que realmente no le molestaba ese comentario.
Taehyung miró todo con mucha atención, bailando sus cejas de un lado a
otro como un psicópata.
Namjoon carraspeó, interrumpiendo el momento.
—Jeon, necesitamos hablar en tu oficina, es sobre la joyería en la ciudad.
El pelinegro lo miró por unos segundos hasta asentir en respuesta.
—Deberías bañarte y comer algo. —le dijo a Jimin en un pequeño
susurro—. Cuando me desocupe, iré a verte.
El Omega sonrió.
—Lo esperaré.
El Alfa se limitó a mirarle y después subió las escaleras junto a Namjoon.
Taehyung se acercó a Jimin para rodear sus hombros.
—Jeon, ¿no te molesta si me llevo a Jimin de compras, cierto?
Jungkook se detuvo en las escaleras y miró a Taehyung con el ceño
fruncido.
—Kim, no corrompas a Jimin.
—Define "corromper", porque dudo mucho que ir de compras a las ciudad y
comprarle un celular, lo vuelva un criminal ¿O sí?
El Alfa entrecerró sus ojos antes de hacer un vago gesto con su mano y
terminar de subir las escaleras. Taehyung rio y miró a Jimin con una
malévola sonrisa.
—¿Ves como es fácil persuadirlo?
—Creo que te quería matar. —Jimin murmuró.
—Bah, él siempre quiere matarme. Nada nuevo entre nosotros.
—¿En serio me quieres llevar de compras?
—¡Por supuesto! Oye, podré parecer mayor, pero sólo tengo 20 años, nos
llevamos dos años de diferencia, nada del otro mundo. —se encogió de
hombros, indiferente— Te esperaré mientras te cambias, tienes el olor de
Jungkook en todo el cuerpo, que asco.
Jimin rápidamente cubrió su cuerpo con vergüenza, corrió escaleras arriba
para ir a su habitación, estando solo, se olfateó la ropa y efectivamente
tenía el aroma del Alfa en él.
Tan maravilloso.
Se apresuró en buscar un conjunto deportivo color lila y bañarse a la
velocidad de la luz, lavó su cabello, se colocó una venda un poco más
pequeña en la cicatriz ya comenzando a curarse por completo. Bajó hasta
la cocina para tomar una manzana y un jugo con pajilla del refrigerador.
Hye, la cual picaba vegetales, lo miró confundida.
—Joven Park, ¿a dónde va con tanta prisa?
—Saldré de compras con el señor Kim.
—Oh, ¿y el Jefe lo dejó ir solo? La ciudad es muy grande, debes tener
cuidado.
—Está bien, vendré para el almuerzo.
—Eso espero, ten cuidado ¿Vale?
Jimin le sonrió. —Vale.
Taehyung terminó su cigarro y esperó a Jimin paciente afuera de su auto.
Cuando el Omega salió de la mansión, ambos subieron al vehículo para dar
camino a la ciudad.
No obstante, Jungkook los miró desde la segunda planta, su ceño estaba
levemente fruncido, había tomado una ducha rápida, pero la preocupación
de dejarlo ir, aún no se marchaba.
—El chico estará bien, Jeon. Taehyung está armado y es bueno con los
reflejos. —le dijo Namjoon detrás de él.
—No sé de qué hablas.
Mingyu rodó los ojos recostado de la puerta.
—Jefe, ¿quiere que lo siga?
—No. —se dio vuelta para sentarse en la silla de cuero—. Mejor hablemos
de lo importante, ¿qué información tienes, Namjoon?
El moreno le mostró una carpeta con fotos.
—Dijiste que estabas buscando hacer negocios con Park Hong Jun. Y
afortunadamente, él ha querido contactar contigo, se sabe que la mitad de
tus negocios fueron tomados por él, y el hecho de que te busque para
negociar, quiere decir que hay algo que tú tienes y él lo necesita.
—¿Hablas de eso? —inquirió.
—El Zafiro. —aclaró—. El único del templo de Tokyo, está en la caja fuerte
del palacio sobre las montañas. Sólo tú puedes ir por él si te reconocen
como el líder de los Yakuza. Aunque esta mafia no es muy bien recibida,
sin embargo, si les muestras su sinceridad, ellos te darán la gema.
Jungkook giró sobre su silla de manera pensativa, aclaró su garganta antes
de hablar.
—Si la gema le pertenecía a los Yakuza. ¿Por qué Hong Jun la quiere?
—Fue una reliquia familiar, existen cuatro tipos de gemas, cada una
simboliza una familia, una generación y un clan. El zafiro es muy valioso. Si
tú lo obtienes, él te podrá dar el diamante que tiene en exhibición en la
joyería, el cual le pertenece también a tu familia. Tanto el zafiro como el
diamante contienen 100 gramos de cocaína, se pueden hacer ejemplares y
negociarse a otras asociaciones por una gran suma de dinero. —Jungkook
se mantuvo en silencio, mordiéndose el labio—. Sólo piénsalo, Jungkook.
Es una gema importante, si la vendes, obtendrás más de lo que estás
dando.
El Alfa se lo cuestionó por un rato, efectivamente era una gran suma de
dinero y un gran negocio. Nadie jamás tendría la oportunidad obtener un
diamante como ese, y por ello querían matarlo, no les convenía que
Jungkook obtuviera esa reliquia, porque sólo agrandaría su imperio, su
negocio crecería de manera exponencial.
Nadie quería eso.
Pero afortunadamente a Jungkook no le importaba lo que otros querían.
—Mingyu, organiza una reunión para la semana que viene, que sea en un
restaurante, el más costoso de la ciudad. —ordenó Jeon—. Y reserva una
habitación extra en el hotel.
Mingyu alzó sus cejas tosiendo a más no poder.
—¿Hotel? —inquirió Namjoon—. ¿Acaso tú... piensas pasar la noche con
alguien?
Jungkook se levantó con el rostro indiferente.
—Lo que haga después de la reunión me incumbe sólo a mí.
Namjoon bufó ante el carácter déspota del Alfa, y Mingyu tenía un pequeño
presentimiento de que esa reservación tenía algo que ver con el Omega de
cabellos dorados.

✘ 12

—¿Sería muy apresurado de mi parte si te compro condones? —Jimin


abrió sus ojos de par en par ante la vergüenza, Taehyung veía todo tipo de
cosas en la farmacia, ni siquiera sabía qué estaban haciendo aquí.
—N-no necesito eso... —musitó con vergüenza.
—Por supuesto que sí, eres un Omega y Jungkook un Alfa, ¿o acaso a ti
no te viene tu celo? Creo recordar que a Jeon le llega dentro de poco su
ciclo, así que debes estar preparado para..-
El Omega lo interrumpió rápidamente.
—El señor Jeon y yo no somos pareja. —Taehyung se cruzó de brazos—.
Sólo me está ayudando, él no piensa en mí de esa manera y yo tampoco.
El Alfa negó con su cabeza con un gesto de inconformidad.
—Eres tan inocente, Jimin. Me agradas por eso. —el castaño lo tomó de
los hombros para acercarlo a su cuerpo—. Y le gustas a Jeon también por
eso, ¿sabes? Él no es el tipo de Alfa que se involucra amorosamente con
un Omega, de hecho, jamás lo hemos visto en una relación, siempre ha
puesto su trabajo en primer lugar. Pero tú, Jimin. Tú sacas un lado protector
en él, y estoy seguro que él te quiere más que sólo un chiquillo a quien está
ayudando.
Las mejillas del Omega se tornaron rojas como una fresa, no quería dejarse
llevar por las palabras de Taehyung, porque tampoco es que Jeon le haya
dado señales de estar "enamorado", tenían su leve espacio y tiempo. Pero
le emocionaba en gran manera lo que estaba escuchando, la necesidad de
saber un poco sobre los sentimientos de Jungkook, llegó a él como una
avalancha, pero, sinceramente, prefería preguntarle personalmente al Alfa
sobre eso.
Taehyung lo soltó y le entregó una caja de condones.
—Ten, esto es para mi Yoongo bongo.
—¿Tú qué?
—Para mi novio, a él no le gusta ser quien compre supresores y esas
cosas, así que lo hago yo. —le explicó.
—Yoongi no parece un Omega, su porte intimidante da un poco de miedo.
Taehyung murmuró algo que el Omega no logró oír.
—Lo es, da mucho miedo. Pero en el fondo es un chico cariñoso, sólo
que... Ha pasado por muchas cosas, demasiadas diría yo, nos conocimos
cuando yo tenía 15, él estaba entrenando con Jungkook en Tokyo.
Jimin se le acercó un poco más al Alfa para oír mejor su historia de amor
con el Omega.
—¿Tenías 15?
—Ajá, era inexperto, estaba solo y traumado. —rio bajito, pasando por el
pasillo de bebidas—. Mi padre fue secuestrado por el padre de Jungkook,
lo sé, muy tétrico. Pero le debía dinero, lo mataron, quedé huérfano y decidí
vengarme de Jeon.
—¿Querías matarlo?
—Algo así, tuvimos un enfrentamiento lobo a lobo, pero Jeon era más
grande y me lastimó, Yoongi me defendió y después de que expresé todo
mi odio hacia ellos, Jungkook fue tan idiota para decirme "Te perdonaré la
vida si te unes a mí". —ambos rieron al unisonó— Desde ese momento nos
volvimos amigos, Jungkook se convirtió en líder, y nosotros parte de su
imperio. Somos más, pero Hoseok casi está ausente por negocios ilícitos
en Daegu y Seokjin está en China junto a Jackson intentando asesinar al
cenador Shin.
Jimin se detuvo abruptamente para mirar a Taehyung con los ojos abiertos
de par en par. El Alfa le entregó una bebida y salieron de la farmacia.
—¿Van a asesinar a alguien? ¿Por qué? —preguntó, curioso.
—Verás, Jimin. Nosotros podremos parecer personas buenas, pero eso no
significa que seamos unos criminales ¿Comprendes? Matamos,
torturamos, despellejamos. Nadie está libre del pecado, más que todo
Jeon.
—¿Él también ha matado gente?
Taehyung suspiró profundamente.
—Más de las que puedes imaginar. Él, es entre todos, el asesino más
temido de la asociación Japonesa. No titubea, no lo duda, tampoco lo
piensa dos veces. Él te quitará la vida si lo traicionas, seas amigo, familia o
conocido. Más aún si has hecho cosas horribles, la mayoría de las
personas que ha matado, han sido Alfas envueltos con el tráfico de niños,
prostitución infantil y padres abusadores. Así que, les está haciendo un
favor al mundo, no de la mejor manera, pero sus motivos siempre tienen un
poco de razón, por eso nadie lo cuestiona en este trabajo, él habla,
nosotros obedecemos, así funciona todo.
Jimin no supo qué decir al respecto, era demasiada información sobre el
Alfa, demasiados detalles que no esperaba saber. Le asustaba de alguna
manera la frialdad de su corazón para quitarle la vida a alguien sin pensarlo
tanto. Pero al mismo tiempo agradecía que fuera justo con quiénes
dañaban a otros.
Aún así, Jimin no quitaba su visión del Alfa. Le admiraba, le quería y le
tenía un gran agradecimiento. No le importaba a quién le arrebatara la vida,
él sólo pensaba en como el Alfa era con su persona y su lobo, y eso era
más que suficiente para ambos.
El resto sólo eran detalles de su trabajo, y tal cuál como le pidió Jungkook
hace unos meses, él no iba a interferir en eso.
—¡Mira, una joyería! —el grito de Taehyung hizo a Jimin sobresaltarse, sus
ojos miraron a donde el Alfa señalaba—. Vamos, soy un fan de las joyas.
Taehyung arrastró a Jimin hacia la joyería, en cuanto entraron al lugar,
quedaron boquiabiertos con todo lo que estaban brillando y llamándoles a
comprar. Jimin se acercó a la vitrina de collares, anillos y brazaletes, todo
se veía etéreo, sublime e imposible, jamás había visto tantas joyas en su
vida.
—Veré unos callarines para perros. —le avisó Taehyung— Yoon y yo a
veces tenemos... ideas descabelladas. No te muevas de aquí.
Jimin asintió acatando su orden, Taehyung se dirigió al otro pasillo y él
quedó observando los anillos. Avanzó sólo un poquito hasta chocar con un
mostrador donde se veía un gran diamante, Jimin alzó sus cejas con el
brillo deslumbrante cegando sus ojos.
Era, quizás, el diamante más grande que haya visto.
—¿Te gusta? —una voz gruesa sonó detrás del Omega. Jimin se alejó,
tropezando con otro estante donde algunos anillos cayeron.
—Lo siento mucho, no fue mi intención.
El hombre se agachó para recoger los anillos, le sonrió a Jimin sin prestarle
atención a lo antes sucedido.
—No te preocupes, fue un accidente. —el Omega tragó saliva, el hombre
era alto y se veía muy fuerte—. Entonces, ¿te gustó el diamante?
—Sí, es lindo.
—Tus ojos son color zafiro, te vendría mejor una gema de ese tono.
—¿En serio?
—Sí, ven conmigo.
Jimin dudó un poco, pero el hombre siguió caminando hasta el otro lado
donde habían más joyas. Jimin lo siguió en silencio.
—Esta es una gema de Tokyo, traída directamente del templo Kaneiji —el
Alfa le mostró una gema azul a Jimin, era preciosa—. Es una gema de la
suerte, ¿quieres intentarlo? Se te vería precioso como un collar.
Jimin no tenía para pagarlo, pero deseaba esa gema en su cuello, le
hipnotizaba su color.
—¿Es muy costosa?
El Alfa sonrió.
—Te la regalo.
—¿Qué?
—Es un sólo un ejemplar, tengo muchas de esas, tómala.
El Omega mordió su labio y aceptó la gema, se la colocó en el cuello con
una delgada cadenita plateada. Se miró en el espejo de la pared.
—Es hermosa.
—Al igual que tú. —murmuró detrás de él.
Jimin bajó la mirada y se alejó del hombre cuando comenzó a sentirse
incómodo. En ese instante llegó Taehyung y tomó a Jimin de la mano.
—Oye, te dije que no te movieras, ¿sabes lo que me hará Jungkook si te
pierdo de vista? ¡Exacto! Me clavará un cuchillo en la garganta. Y yo
aprecio mi garganta ¿Sabes? Hago muchas cosas con ella.
Jimin le dio una mirada de culpa, pero no se arrepentía. Sin embargo, el
Alfa frente a él entrecerró sus ojos observando a Jimin fijamente con el
nombre de "Jungkook" retumbando en su cabeza.
Entonces este Omega... ¿Era del mafioso que estaba buscando?
Que grata coincidencia.
—Vamos, quiero comprar un poco de kimchi. —el Alfa jaló la mano de Jimin
para salir de la joyería.
El Omega observó por última vez al hombre, el cual le sonrió mientras
movía su mano como despedida. Jimin tragó saliva y oculto la gema debajo
de su sudadera.
(♡)
Cuando la noche cayó al fin, Jimin salió de la ducha después de haberse
pasado toda la tarde con Taehyung en la ciudad. Habían comprado tantas
cosas, pero Jimin sólo trajo consigo el collar que ese hombre le había
regalado. Todavía dudaba de esto, sin embargo, estaba encantado con su
obsequio.
Se colocó un pijama y se recostó en la cama para leer otro libro de los que
Hye le había dado de la biblioteca, esta vez era de Shakespeare, la famosa
novela trágica de amor, Romeo y Julieta.
Amaba leer este tipo de cosas.
Pasado un rato, la puerta de la habitación fue tocada con leves toques,
Jimin alzó la mirada murmurando un "adelante". En cuanto la puerta se
abrió, el rostro de Jungkook se hizo visible.
Jimin sonrió de oreja a oreja.
—Park. —pronunció el Alfa, entrando a la habitación.
—Señor Jeon, pensé que se había olvidado de mí.
—Sólo tuve cosas que hacer, pero veo que la pasaste bien en la ciudad.
—el Alfa tomó asiento a su lado, Jimin encogió sus piernas para más
comodidad.
Jungkook llevaba el cabello un poco desaliñado, tenía una camisa de
botones negra, un pantalón ancho y botas con plataforma. Se veía precioso
como de costumbre. Ni hablar de la manga de tatuajes que se visualizaba
desde su brazo.
—Taehyung es un Alfa encantador, no se ve como si hubiera querido
matarlo. —soltó con una risita.
Jungkook rodó los ojos.
—¿Te contó eso? Han pasado 5 años y sigue con el mismo cuento.
—Por mí está bien, me gusta oír cosas de su pasado.
—Creeme, no quieres saber cosas de mi pasado.
Jimin ladeó su cabeza, intrigado.
—Usted sabe de mí, y es vergonzoso en cierto punto. Yo quiero saber de
usted, sólo un poco más.
El Alfa suspiró rendido, observando hacia la ventana de la habitación.
—No hay mucho que contar, pasé la mayor parte de mi niñez solo, como te
mencioné anteriormente, mis padres murieron, yo entrené solo y me hice
líder de la mafia Japonesa. La gran mayoría me quiere muerto, cosa
normales en este trabajo.
—¿Se ha enamorado? —la pregunta tomó por sorpresa al Alfa.
—¿Me ves cara de haberme enamorado?
—No realmente, pero existe la primera vez, ¿nunca vio a alguien con ojos
de amor?
Jungkook miró fijo a Jimin, sólo a él, sin importar lo demás en esa
habitación.
—Nunca ví a alguien con ojos de amor, hasta ahora.
Las cejas de Jimin se elevaron con el corazón retumbando en su pobre
pecho.
—¿H-hasta ahora?
El Alfa carraspeó y se incorporó para sentarse mejor, observó el libro en las
manos de Jimin, así que optó tomar eso como excusa para cambiar
rápidamente de tema.
—¿Te estás leyendo Romeo y Julieta?
—Sí, hasta ahora todo ha sido triste. No me imagino el resto.
—¿Tienes alguna cita favorita del libro?
—Una sola, ¿quiere saberla?
—Por favor.
Jimin abrió el libro y busco el separador donde tenía la cita marcada, tras
encontrarla, se aclaró la garganta y recitó.
—El amor es humo engendrados por el hábito de los suspiros. Si lo
alientas, es chispeante fuego en los ojos de los enamorados. Si lo
contrarían, un mar nutrido con lágrimas de amantes. ¿Qué otra cosa más?
Cuerdísima locura, hiel que endulza y almíbar que amarga.
El Omega miró al Alfa, Jungkook tenía sus ojos cerrados mientras
descansaba su cabeza hacia atrás. Lucía cansado, también con sueño.
Jimin dejó el libro en la mesa y estiró sus piernas para que el Alfa se
recostara en ellas. Jungkook se dejó guiar por las pequeñas manos de
Jimin, tumbándose con cuidado en las piernas del menor.
Jimin sonrió, llevando sus deditos al cabello corto del Alfa.
—Hay para mí más peligro en tus ojos, que en afrontar veinte espadas
desnudas. —musitó el Alfa, aún manteniendo sus ojos cerrados—. Esa es
mi frase favorita del libro.
—Mafioso y poeta, que adorable.
Jungkook esbozó una pequeña sonrisa y abrió sus ojos con pereza para
mirar a Jimin. El Omega lamió sus labios con sus feromonas inundando la
habitación, el Alfa inhaló hondo esas frutas y flores que desprendía el rubio,
suave y delicado.
Jimin deslizó sus dedos por la mejilla del Alfa y se inclinó lentamente hacia
su rostro, y Jungkook le mostró una profunda mirada, tomando los
mechones rubios de su cabello para guiarlos detrás de su oreja, cuando
sus labios estuvieron cerca, el Omega los juntó con los del Alfa, llenando su
pecho de una vibra cálida. Jungkook lo jaló más cerca, aspirando su aroma
y lamiendo los labios del menor.
Fue entonces que un fuego recorrió el cuerpo del Alfa, su lobo se levantó
con autoridad y frialdad, intentando llegar hasta el lobo de Jimin. Sus
miradas se encontraron, sus voces aullaron y la conexión instantánea llegó
como una tormenta de feromonas uniéndose unas con otras.
Jungkook cortó el beso con los labios rojos en hinchados, observó a Jimin
con sus ojos brillando y la mirada nublosa ante los sentimientos
comenzando a salir a flote.
No hubo necesidad de decir algo más. El Alfa atrapó el labio del rubio
nuevamente, y lo besó por un largo, pero largo rato más.
✘ 13

A la mañana siguiente, el Omega despertó con un pequeño dolor en su


brazo derecho, tras abrir los ojos, visualizó al Alfa recostado todavía de su
cuerpo mientras dormía plácidamente. Jimin talló sus ojos e intentó
acomodarse para no despertarlo, sin embargo, Jungkook se removió
soltando un pequeño quejido con el calambre de su espalda.
Mala posición.
Pero estar con Jimin lo compensaba.
Los ojos del Alfa observaron al Omega con devoción, apreciando ese azul
de sus orbes y ese cabello dorado que tanto le gustaba. El rubio le mostró
una pequeña sonrisa mientras guiaba sus deditos al cabello despeinado del
Alfa.
—Hola. —musitó.
—Hola, ángel.
—Te quedaste dormido aquí, ¿no tienes que salir?
Jungkook formó una mueca recordando todo lo que tenía que hacer más
tarde con Mingyu.
—Quizás deba hacer algunas cosas, pero quedarme aquí contigo parece
una decisión apetecible. —su voz salió tan apacible y seductora que Jimin
tuvo que sostener una sonrisa para no verse tan obvio.
—¿Y por qué no lo haces? —inquirió— ¿Por qué no te quedas conmigo?
El Alfa se inclinó hacia el Omega para rozar sus labios.
—¿Quién matará a los traidores? Alguien tiene que presionar el gatillo
primero.
—Que lo haga su guardaespaldas.
—Mingyu no hace nada sin que yo lo ordene primero, así que eso es
imposible. —los dedos del Alfa acariciaron la mejilla de Jimin—. Aún así,
quiero que vengas conmigo a una reunión de negocios este miércoles.
—¿No habrán lobos intentando de asesinarlo?
Jungkook rio bajito.
—Si los hay, me encargaré de enterrarle un cuchillo en la garganta.
El Omega se estremeció con sus palabras, Jungkook levantó su mentón y
presionó su boca con la suya en un lento beso. Jimin estaba comenzando a
amar estos pequeños momentos con el Alfa, eran puros y amorosos, le
gustaba la sensación que le dejaba en el pecho, era algo mágico.
Ambos amantes estaban tan sumergidos en su pequeña burbuja, que no
vieron el momento en el que la puerta de la habitación de Jimin fue abierta
por una de las mucamas. Jungkook rápidamente se alejó del Omega y se
levantó con las mejillas ardiendo.
La mujer abrió sus ojos de par en par y carraspeó comenzando a sentirse
nerviosa.
—¡L-lo siento mucho! —declaró, haciendo varias reverencias—. Yo sólo...
Venía a traerle el desayuno al joven Park.
—Por favor, asegúrese de tocar la puerta antes de entrar. —reprendió a la
beta, la mujer asintió.
—Lo siento, señor. Con permiso.
La Beta salió de la habitación totalmente apenada, en cuanto quedaron
solos, Jimin miró al Alfa con sus mejillas ruborizadas.
—¿No le preocupa que nos vea juntos?
Jungkook formó una mueca.
—Sí, pero son de edad avanzada, no les conviene abrir la boca porque
saben lo que les espera conmigo. —espetó.
Jimin sintió un pequeño miedo en su pecho con las palabras del Alfa, y
sabía que no debería sentirse así porque estaba consciente que Jungkook
era un mafioso y su tarea era deshacerse de quienes quisieran traicionarlo
o mentirle. Así que no podía interferir, sólo observar en silencio.
Jungkook se colocó sus zapatos y se acercó a Jimin para depositar un
pequeño beso en su frente.
—Arréglate y ve a desayunar.
Jimin le sonrió acatando su orden. Jungkook salió de la habitación hacia la
suya para cambiarse. El Omega quedó en su cama con un revoltijo entre su
lobo y él, sonrió de oreja a oreja para después cubrir su rostro y gritar sobre
una almohada.
(♡)
La noche del miércoles llegó en un abrir y cerrar de ojos, Jimin se vistió con
un bonito atuendo que Jungkook le había ordenado comprar con Mingyu, y
ahora estaba ahí frente al espejo, viéndose tan precioso como siempre. Se
lamentaba el nunca haber apreciado realmente su belleza, estar encerrado
lo privó de tantas cosas que, aunque quisiera verse con los ojos que
Jungkook lo veía, sería meramente imposible.
Pero lo intentaba, estaba buscando la manera de verse como alguien
importante, de considerarse un Omega digno, pero sus recuerdos amargos
le impedían amarse a sí mismo, y eso lo odiaba tanto.
Tras acabar de arreglarse, salió de la habitación hacia la sala principal
donde Jungkook lo esperaba con un traje negro. Jimin se mordió el labio en
cuanto miró al Alfa, se veía increíble, su porte, su altura, su cuerpo. Era
perfecto, el hombre perfecto para él.
Mingyu le sonrió a Jimin y lo escoltó hacia la salida junto al pelinegro,
subieron al auto quedando uno al lado del otro. Jimin bajó la mirada con
sus manos sudorosas y nerviosas. Jungkook se dio cuenta de esto, así que
las tomó entre las suyas con posesión.
—Todo irá bien. —le aseguró, se acercó a su oído y susurró—. Después de
la reunión, iremos a otro lugar, sólo tú y yo, angel.
Jimin le miró dudoso.
—¿A dónde?
—No te puedo decir todavía.
—Pero..
—Shh.
El Omega cayó sus palabras y abultó sus labios en un pequeño puchero,
Jungkook sonrió ladino y miró por la ventanilla mientras Mingyu conducía
en dirección al restaurante donde se llevaría a cabo la reunión.
Un rato más tarde, el auto estacionó frente a un restaurante lujoso de la
ciudad. Jimin salió del auto en compañía del Alfa, aunque Mingyu estuviera
frente a ellos para asegurarse de que no hubiesen personas peligrosas,
Jimin no dejaba de sentirse ansioso, la última vez que vino a un
restaurante, terminó siendo apresado por un lobo salvaje.
Traumático.
Pero Jungkook le había asegurado que todo estaría bien y él confiaba en
eso. Confiaba más que todo en su palabra.
Al ingresar al restaurante, Jungkook buscó una de las mesas reservadas,
Jimin tomó asiento a su lado manteniéndose erguido y silencioso. A lo lejos
vieron a varios hombres llegar, y entre ellos, un Alfa corpulento y de cabello
negro. Jimin abrió sus ojos de par en par en cuanto miró al hombre de la
joyería.
Automáticamente apretó el collar debajo de camisa.
—Señor Jeon, que placer verlo cara a cara. —dijo el Alfa sentándose frente
a ellos.
Pero el hombre no se esperó ver a Jimin junto al pelinegro, aunque,
tomando en cuenta lo que escuchó, no le sorprendía verlos juntos. Aunque
le parecía curioso el gran contraste que había entre ambos.
—Señor Jun, he oído muchas cosas de usted. —comentó el Alfa.
El hombre rio.
—Espero que sean sólo cosas buenas.
Jungkook se limitó a sonreír.
—Mis hombres me comentaron sobre un negocio, pero me gustaría oír su
propuesta.
—Estoy interesado en el zafiro del templo Kaneiji. Y usted, siendo parte de
la mafia Yakuza, puede obtenerlo para mí, yo le daré a cambio mis joyas,
toneladas de diamantes que podría vender en precios altos debido a su
valor. —le ofreció el sujeto.
Jungkook se cruzó de brazos, atento a la mirada que el Alfa le daba a
Jimin. Aquello lo hizo sentir enojado, pero se mantuvo sereno para no caer
en la locura.
—Todo suena tentador, Señor Jun, pero no doy las cosas a cambio de
otras. O paga por ellas, o no hacemos negocio. —dijo claro y directo.
El hombre formó una mueca que enseguida disimuló.
—Comprendo, por fortuna estoy interesado en el zafiro que su familia tiene
oculta en ese templo, estoy dispuesto a pagar una gran cantidad.
—Bien, le estaré haciendo llegar con mis hombres el contrato, por ahora,
podemos mantener el contacto hasta hacerle llegar el diamante. Pero
usted, Señor Jun, debe entregarme primero la primera mitad de sus joyas,
con o sin él paquete incluído.
El Alfa alzó una de sus cejas sorprendido, este hombre era mucho más listo
de lo que pensó. Intentar engañarlo era como hablar con una pared,
totalmente absurdo. Pero tampoco lo veía difícil, todo era cuestión de...
Encontrar su punto débil y bajarlo de su nube.
Él se quedaría con el Zafiro y los diamante.
Fácil.
—Por supuesto, Señor Jeon. Estaré esperando su llamada. —le sonrió
falsamente antes de colocarse de pie— Yo pagaré su cena, de seguro tiene
una larga noche.
Jungkook entrecerró sus ojos apretando su mandíbula, el Alfa observó a
Jimin por unos minutos.
—Y que hermoso Omega tiene, es afortunado de tener a su lado un
verdadero diamante como él. —su voz causó escalofríos en el cuerpo de
Jimin.
Jungkook quiso levantarse y pegarle un tiro en la cien para que no mirara a
Jimin de esa forma y dijera tan insinuante cómo era su belleza. Sabía que
hombres como él no eran más que unos pervertidos asquerosos.
En cuanto el hombre se fue, Jimin le dio una mirada sugestiva al Alfa.
—¿Ese hombre... De dónde lo conoce? —quiso saber.
—No lo conocía en persona hasta ahora, sólo son negocios. No deberías
preocuparte por eso.
Sí, desde luego, no debería. Pero Jimin tenía un collar de ese hombre, un
zafiro en especial. ¿Qué tan mal sería para Jungkook decirle eso? Mientras
el Alfa le decía algo a Mingyu, Jimin aprovechó de quitarse el collar y
guardarlo en el bolsillo de su pantalón. Sólo así estaría más seguro.
—Jimin, ¿qué quieres comer? —le preguntó el Alfa poco después.
—No tengo mucha hambre.
—¿En serio? Podemos ordenarla y llevarla empacada, hoy no pasaremos
la noche en la mansión.
—¿Ah no?
Jungkook extendió su mano hacia él.
—Ven, pediré pasta y pizza para llevar.
El Omega sonrió y tomó su mano para levantarse, Jungkook le hizo una
seña a Mingyu y este le tiró unas llaves de reservación.
Después de pedir las comidas, Jungkook subió al auto junto a Jimin y
condujo por su cuenta hasta el hotel 5 estrellas que había reservado.
(♡)
Jimin ingresó a la habitación de hotel con una vista preciosa hacia la
ciudad, Jungkook dejó la bolsa de comida en una mesa y se acercó al
Omega para quedar detrás de su espalda.
—Señor Jeon, esto es precioso ¿Por qué me trajo aquí?
El Alfa dejó sus manos en cada hombro del Omega.
—Porque quería darte una noche diferente a laz que sueles tener en la
mansión. Además, cambiar de aires a veces es mejor.
Jimin se dio vuelta para mirar al Alfa, sus ojos irradiaban un brillo
indescifrable, Jungkook tragó saliva bajando la mirada a sus labios.
—Usted me desea, ¿no es así?
Jungkook frunció sus cejas.
—¿Por qué crees eso?
—Es un Alfa, yo un Omega. Han pasado meses desde que estoy con
usted, ¿en todo ese tiempo no pensó en mí de manera diferente?
—No sé porque estamos hablando de esto. —intentó alejarse, pero Jimin
tomó su brazo.
—Su olor... Me trajo aquí porque su celo se acerca, ¿cierto? Sólo dígame la
verdad, no soy un niño, créame que he soportado tantas cosas que no me
considero alguien puramente sagrado.
Jungkook lamió sus labios y se giró hacia el Omega para pegar su cuerpo
del cristal del ventanal. Jimin apretó sus manos mientras veía con ojos
brillosos al pelinegro.
—No soy alguien que te dirá lo que piensa, tampoco se insinuará de
manera sugestiva para llevarte a la cama. Lo único que me detiene de estar
contigo, Jimin. Es tu estabilidad emocional y tu edad.
Jimin arrugó sus cejas en respuesta.
—¿Mi estabilidad emocional? No estoy loco.
—Pero estás dañado. Estás lastimado y traumado, no puedo tocarte
mientras exista esa marca en ti.
El Omega no supo cómo tomarse aquello, en el fondo se sentía lastimado
de sus palabras. Se soltó de su agarre y se alejó con lágrimas acumuladas.
—¿Entonces es eso? ¿Le doy asco porque otras personas han tocado mi
cuerpo?
—Jimin, no quise decir eso. Pero no estamos en una posición de...
—Lo único que escucho son excusas. —lo enfrentó—. Una cosa es lo que
esos hombres me hicieron y otra muy diferente es lo que yo quiero con
usted.
Jungkook dejó caer sus hombros ante la rendición de su lobo.
—¿Y qué quieres tú, Jimin?
—Ser su Omega. —declaró—. Que me deje... me deje ayudarle con su
celo, no estoy enfermo, soy consciente de lo que quiero, seré un adulto en
pocos meses, usted dijo que nada era mi culpa ¿Cierto? Rechazarme sólo
me hace pensar que si soy el culpable y que gracias a mí tengo esto.
El Alfa sonrió sin gracia y dejó sus manos sobre su cadera, su lobo le
reclamaba en el fondo por arreglar el mal entendido que le había hecho
creer al Omega. Pero Jungkook no podía creer que Jimin le estuviera
diciendo todo esto.
Iba contra todas sus normas.
Tras un rato en silencio, el Alfa decidió sacar el arma de su pantalón y
dejarla sobre la mesa, desabrochó los primeros botones de su camisa
dejando algunos cerrados, caminó hasta Jimin postrándose frente a él.
—Bien, si eres capaz de hacerlo y no sentirte temeroso de mí, entonces
termina de quitarme la camisa. Te dejo hacer lo que quieras, no voy a
interferir.
La petición dejó a Jimin sorprendido, pero fue tan anhelada por su lobo que
el Omega no rechistó. Quería demostrar que nada de su pasado iba a
interferir en su presente.
Con sus pequeños dedos fue quitando los botones de su camisa, el Alfa
suspiró lento mientras sentía la yema de los dedos de Jimin acariciar su
piel expuesta. Jimin visualizó el gran tatuaje de dragón en su pecho y
hombro, aquello lo hizo jadear, estaba anonadado.
—Eres precioso. —susurró el Omega.
Jungkook sonrió. —¿En serio dirás eso ahora?
—Es la verdad.
Sus miradas se encontraron por pequeños segundos, Jungkook detalló
todo su rostro como un mapa del tesoro. Las manos de Jimin aún seguían
en su piel. El Alfa las tomó con cuidado y lo jaló hacia su cuerpo para juntar
sus bocas.
Entonces Jimin lo besó con un hambre que despertó los sentidos más
sensibles de su lobo.
Se aferró a su pecho y sus hombros, abrió su boca para más contacto y
gimió su apellido cuando su cadera fue apresada.
Por todos los cielos.
✘ 14

Jungkook había entrado en celo.


Sólo basto una noche para que el Alfa comenzara a sudar y su respiración
se volviera pesada. Jimin le había ofrecido su ayuda horas antes y
efectivamente se había encargado de atender al Alfa en su punto más
vulnerable. Jungkook no quería usar a Jimin para su propio beneficio, pero
el Omega parecía decidido en querer hacerlo como agradecimiento de lo
que él hizo por su lobo.
¿Pero a quién iba a engañar? También le quería y deseaba.
Siempre pensó que su primera vez sería con el Alfa que amara, que tendría
una noche perfecta y velas aromáticas por toda la habitación. Pero ese
pensamiento cambió cuando cumplió los catorce y Kang le quitó todo rastro
de su pureza. Desde entonces, su pensamiento de "primera vez" se volvió
como una pesadilla repetida en su cabeza una y otra vez.
Pero ahora todo parecía cambiar de rumbo, sus expectativas se elevaron y
su mentalidad creció en un mismo panorama. Quizás su primera vez si
sería con un Alfa que quería, quizás era con Jungkook, en este momento.
Sólo si él se lo permitía.
El Alfa jadeó por la mañana con su mano apresando la cintura del Omega.
Jimin mordió su labio totalmente despierto, las feromonas de Jungkook
estaban aturdiendo su cabeza, su lobo comenzaba a sentirse mareado. El
aroma de Jungkook era penetrante, tan varonil, una mezcla entre chocolate
amargo y el bosque húmedo. Tan divino y placentero.
Se estaba conteniendo, realmente el Alfa se estaba conteniendo de hacer
algo que sobrepasara los límites entre ambos. Jimin le agradecía en gran
manera lo considerado que estaba siendo con él y su lobo, se notaba lo
mucho que le importaba a Jeon el bienestar mental de Jimin.
Pero el Omega quería otras cosas, y por primera vez no se sentía obligado
a nada. Su lobo y él necesitaban estar cerca del olor del Alfa, de penetrarse
en su cuello y olfatear hasta la última gota para poder estar tranquilos.
Se giró lentamente hasta quedar frente a frente con Jungkook, el Alfa
dormía con su pecho descubierto, la frente sudorosa y mechones de
cabello pegados a su rostro con humedad. Jimin pensó en lo mucho que
debería estar aguantando sólo para no lastimarlo.
—Se.. —antes de llamarle como todos lo hacían, decidió utilizar un apodo
más sutil para entrar en confianza con su lobo—. Kook, despierta.
El Alfa tragó saliva y apretó más fuerte la cadera del Omega. Jimin soltó un
pequeño jadeo, no podía dejarlo así, quería ayudarlo pero el Alfa lo tenía
apresado para que no hiciera nada.
Era injusto.
—Kook, por favor despierta, déjame ayudarte. —le susurró nuevamente.
Tras ver que el Alfa no tenía intenciones de despertar. Jimin optó por
removerse de su lado y salir de su agarre, una vez afuera, caminó hasta el
baño para poder pensar mejor las cosas. Efectivamente estaba en una
habitación de un lujoso hotel con un Alfa en celo, perfecto. ¿Quería
ayudarlo? Sí. ¿El Alfa lo dejaría? No.
Era frustrante, pero Jimin necesitaba de alguna manera llegar a él.
Bien, este plan lo llamaría: ¡Celo en acción!
Decidido y seguro, el Omega salió de la habitación y se acercó a la gran
cama donde reposaba Jungkook, subió sobre ella para gatear hacia el
cuerpo del Alfa, con manos temblorosas guió sus dedos por su torso
musculoso hasta detenerse en la V formada de su pelvis.
¡Por todos los cielos!
Paso 1: Seducción.
Fue dejando caricias en el abdomen de Jungkook mientras sus labios se
posaban en su piel, sin embargo, Jimin se estremeció con lo caliente que
estaba el Alfa, y no en un sentido morboso, realmente estaba caliente.
Paso 2: Hacerlo despertar.
Tras bajar su mirada al vientre del Alfa, lamió sus labios antes de
desabrochar el pantalón del Alfa con intención de hacerle saber que él
estaba ahí.
Pero antes de que siguiera, Jungkook tomó su muñeca. Jimin alzó el rostro
como si hubiera visto un fantasma, Jungkook lo miró con el ceño fruncido.
Paso 3: Huir.
Intentó zafarse y correr hacia el baño, pero Jungkook lo jaló hacia la cama
y se subió sobre su cuerpo viéndose intimidante como de costumbre. El
Omega mordió su labio con un pequeño sonrojo.
—¿Qué estabas intentando hacer, Park? —su voz había salido más gruesa
de lo normal.
—Yo quería ayudarte.
—Te dije que no hicieras nada por mí.
—Estás en celo.
—Puedo controlarlo, siempre lo he hecho.
Jimin abultó sus labios.
—Déjame hacerlo, por favor.
—Jimin, no estás en la obligación de ayudar a un Alfa si está en celo
¿Comprendes?
—No me importa los demás Alfas, me importa es ayudarte a ti.
—confesó—. Si fuera otra persona, ya hubiera salido corriendo de aquí,
pero se trata de ti y no sabes cuánto quiero hacerlo.
La confesión del Omega dejó en un estado de parálisis y éxtasis al Alfa.
Esas palabras bastaron para dejar un torbellino de deseos encerrados. Él
también quería a Jimin de la misma manera, pero tenía miedo de recibir
esos momentos oscuros en el Omega, sabía que desde el principio debió
dejar a Jimin con algún especialista que tratara su trauma, no traerlo con él
y verlo depender de su cariño.
Pero él era un hombre egoísta, no iba a dejarlo en manos de otros.
Jimin aflojó el agarre del Alfa en cuanto vio su vulnerabilidad, deslizó la
yema de sus dedos por la mejilla de Jungkook y le mostró una sincera
mirada.
—No me harás daño, lo sé. Confío en ti.
Jungkook jamás lo lastimaría, primero se daría un tiro en la sien antes de
hacerle algo.
—Sólo dime cuando quieras parar. —le susurró al Omega.
—Lo haré, no te preocupes.
—Bien.
Jimin le sonrió al Alfa. Jungkook poco a poco se dejó caer a su lado con el
corazón desbocado en su pecho. Jimin lo miró de una manera sugestiva,
alzando una de sus cejas en su dirección.
—¿Dejarás..?
—No voy a interferir ni obligarte a nada. Si quieres hacerlo, hazlo.
El rubio mordisqueó su labio y asintió con orgullo. Regresó al regazo del
Alfa y deslizó sus manos por su pelvis hasta caer en su ropa interior,
Jungkook se cubrió los ojos con la respiración pesada. Jimin se agachó
entre sus piernas y le quitó los Calvin Klein que llevaba puesto, sus ojos se
abrieron de par en par y su bilis subió y bajo con temor.
Jungkook sintió la yema de los dedos de Jimin tomar su miembro,
provocando una oleada de calor en todo su cuerpo. El rubio abrió su
pequeña boca y besó la punta del Alfa, goteante y caliente. Jungkook se
removió con inquietud, queriendo tomar a Jimin del cabello y estamparlo
contra el colchón.
El Omega inició un vaivén con su lengua mientras subía y bajaba la
cabeza, lo llevaba todo hasta la garganta y después se devolvía para seguir
con los círculos en el glande. Con su otra mano masajeaba el resto del
miembro del Alfa, subiendo y bajando al mismo tiempo. Jungkook jadeó
grueso y profundo, mirando al Omega chupar como un jodido profesional. Y
le aterraba en cierta forma, pero era tan mágico y delicioso que no quiso
detenerlo.
Los ojos del Alfa se elevaron hacia los del Omega, una corriente chispeante
fluyó entre ambos. Los labios del Omega estaban hinchados y manchados
de blanco gracias al presemen, Jimin los lamió y pestañeó lento en su
dirección. Jungkook gruñó, mandando al demonio su poca cordura. Tomó
las mejillas de Jimin y besó sus labios, la sensación tibia los sumergió a
ambos en un mismo calor que poco a poco subía de temperatura.
—Me gustas mucho. —susurró el Omega contra sus labios—. Y quiero
gustarte con todas mis facetas.
Jungkook le acarició el rostro y besó la punta de su nariz.
—Ya me gustas con todas tus facetas, Jimin. No importa lo que haya
pasado antes, me importa la persona que eres ahora, sólo... sólo no quiero
lastimarte ¿Entiendes?
Jimin rozó sus narices.
—Jungkook, quiero esto. Déjame hacerlo, déjame devolverte con acciones
lo que has hecho por mí.
—No estás obligado a hacerlo. —susurró—. No quiero nada a cambio,
ángel. Podemos ir al cine y comprar palomitas, mira que odio eso, pero por
ti lo haría.
El rubio rio bajito, sintiéndose como un principe siendo mimado por su rey.
Sus manos acariciaron la mejilla del Alfa antes de responder.
—Confía en mí, por favor. Estaré bien.
—¿Seguro?
—Seguro.
—Dejare que tú tomes el control ¿Vale? No te haré nada a menos que tú
me lo pidas.
Jimin asintió completamente de acuerdo. Las persianas se cerraron y sólo
quedó la poca luz solar de afuera. Jimin miró a Jungkook desde el otro
extremo de la cama mientras sus dedos quitaban su camisa y pantalón.
Jungkook estaba tan nervioso, jamás había estado nervioso en su vida,
pero aquí estaba, temblando con un Omega que le haría, probablemente, el
mejor sexo de su vida.
Jimin cubrió su abdomen con la vergüenza apoderándose de él, pero
Jungkook se acercó para quitar sus manos y besar sus hombros.
—No te cubras, eres jodidamente hermoso, con o sin cicatrices.
—¿En serio lo soy?
—Por supuesto que sí, para mí no existe persona más perfecta que tú.
El Omega sonrió y abrazó el cuello del Alfa para besarlo, Jungkook se
recostó de la cabecera mientras Jimin se subía a sus piernas y se aferraba
de su cadera. Se besaron por un largo rato, acariciando sus pieles y
jadeando sobre la boca del contrario. Jimin sentía una gran paz en su
corazón por saber que el Alfa no hacía más que tocarle con delicadeza la
espalda. Ni siquiera le había tocado más abajo, estaba siendo cuidadoso y
eso lo agradecía tanto.
Estaba con el hombre correcto.
—J-jimin... —jadeó el mayor, clavando sus uñas en la cintura del rubio.
—Shh, respira hondo. —susurró con calma.
El Alfa inhaló hondo y escondió su rostro en el cuello del Omega para
besarlo. Jimin se mordió el labio con los colmillos del Alfa rozando su piel.
Jungkook estaba corriéndose, simplemente con besarle y tocarle, ya estaba
dejando fluir su lubricación. Jimin gimió, haciendo contacto con su
miembro.
El Omega frunció sus cejas cuando tomó el pene hinchado del Alfa y lo
guió a su entrada, quizás en otra oportunidad hubiera querido ser
preparado, pero Jimin estaba acostumbrado a todo tipo de dolor. Y el único
dolor que quería recibir, era el de Jungkook.
Sólo fue la base principal, pero aún así, con el desliz de su falo lleno de su
esencia, Jimin jadeó clavando sus uñas en el abdomen de Jungkook,
recibiendo sus besos por todo el cuello, una larga extensión desde su
clavícula hasta su pecho enrojecido. Bastó sólo minutos en descanso para
que Jimin gimiera en cuanto Jungkook elevó su pelvis para profundizarse
en él.
—Alfa... —su voz salió suave y aguda, Jungkook tomó su cuello
acercándolo para besarlo todavía más.
Sumergido en el calor de sus cuerpos.
Jimin comenzó a moverse de arriba a abajo, apoyándose con sus
pequeñas manos del cuerpo de Jungkook para tener el soporte suficiente
en auto-penetrarse. La cabecera de la cama comenzó a golpear la pared y
sus pieles se oían en un choque estruendoso. Las piernas de Jimin se
sentían débiles, su corazón a punto de salirse de su pecho y el sudor
recorriendo su abdomen. Pero lo estaba disfrutando, jodidamente lo hacía.
Se sentía tan diferente a como esos tipos le habían obligado, todo era bien
recibido, con caricias, besos y una buena sensación de placer.
El Alfa gruñó aún más alto, manteniendo en control sus impulsos agresivos.
Jimin lo abrazó con sus piernas mirándolo con deseo, Jungkook se alineó
nuevamente a esa entrada rosada y expandible, tomó la cintura de Jimin
para empujarlo hacia él y así penetrarlo con fuerza. El rubio comenzó a
gemir más fuerte estirando sus brazos hacia la cabecera para sostenerse.
Sus ojos se colocaron en blanco ante el éxtasis recorriendo todo su sistema
nervioso. Jeon paseó su lengua por su propio labio delgado, mirando el
cuerpo sudoroso de Jimin retorcerse del placer sobre su regazo.
El rubio separó sus labios gruñendo con el intenso dolor en sus glúteos,
sintiendo la extensión de Jungkook llegar hasta su estómago, las manos
estaban entumecidas y sudadas. Jungkook se inclino hacia él para
besarlo, besos obscenos, con lengua, repleto de saliva y gemidos
ahogados, Jungkook golpeó más fuerte, y más y más, mucho más, dejando
las lágrimas empapar las mejillas de Jimin y sus gritos ahogarse en la
habitación.
No podía, definitivamente ya no podía.
—¿Quieres que nos detengamos, angel?
Jimin negó, lloriqueando sobre su mejilla.
—Por favor, sigue... sigue más.
El rubio, sin poder soportarlo más, sin energía y sin oxígeno, se abrazó al
pelinegro mientras se penetraba con rapidez, Jungkook beso su cuello con
el sabor salado de su sudor, entonces los movimientos fueron más lentos y
Jungkook aprovecho de elevar su cadera y golpear su próstata para
hacerlo correrse en un gemido devastador. Jimin sintió las estrellas
estrellarse en su cabeza, como si chocara con una pared de bloques sin
concreto, fue como fuegos artificiales desplegándose en el cielo oscuro, su
cielo de placer.
Jungkook lo abrazó sonriendo mientras Jimin sorbia su nariz y clava sus
uñas en la nuca del pelinegro. Se vinieron al instante, tiras largas de semen
que mancharon las sábanas blancas. Jimin no dejaba de llorar, y por un
momento el Alfa pensó que había hecho algo malo.
—Nene ¿Por qué lloras? —le preguntó bajito, abrazando su espalda.
—Es que.. —musitó— Me gusta, me gusta mucho.
—¿Lloras porque te gustó mucho?
El Omega negó.
—Lloro porque jamás había tenido una experiencia tan buena y verdadera
como esta. —se alejó sólo un poco para mirarlo—. Me has hecho sentir
bien y me gusta, me gustas mucho, Jungkook.
El Alfa esbozó una sonrisa y acunó sus mejillas para besar con delicadeza
sus labios.
—Y tú, mi pequeño ángel. Me gustas aún más a mí.
—¿Entonces puedo ser tu Omega? ¿Soy tu Omega ahora?
—¿Tú quieres ser mi Omega, pese a todo lo que sabes que hago y haré?
Jimin asintió sin pensarlo dos veces.
—Lo quiero.
—Entonces sí, eres mi Omega, Park.
Sólo bastaron esas mágicas palabras para que Jimin sonriera de felicidad y
abrazara con fuerza a Jungkook. Estaba feliz de ser correspondido, estaba
feliz de tener a alguien como Jungkook, estaba feliz de salir de su infierno
para vivir un verdadero cuento de amor.
Aunque sabía que nada de ese cuento, iba a ser fácil para los dos.

✘ 15

Había sido la mejor jodida noche de toda su existencia.


Estar con Jungkook fue como la caricia de una rosa en su piel. El Alfa le
había dejado tomar el control de todo y estaba feliz por eso, nada fue
forzado o asqueroso. Disfrutó cada toque, cada estocada y cada gemido
susurrado por la voz gruesa del Alfa. Su olor y calor fue como un perfume
agradable, estaba encantado.
Quería repetirlo tantas veces sea necesario.
Habían dormido juntos en la misma cama, habían rozado sus cuerpos y se
habían besado de manera suave hasta que Jungkook calló a su lobo y
logró dormir entre los brazos de Jimin. Esta mañana, tan diferente a las
demás, el Omega despertó gracias al celular del Alfa sonando, Jimin se
incorporó y con ojos adormilados, tomó el móvil del Alfa sobre la mesita de
noche.
Leyó el nombre de "Kristal" en la pantalla. Mordió su labio sintiendo a su
lobo un poco celoso, dejó el aparato de vuelta a la mesa y se recostó
nuevamente.
Jungkook comenzó a respetar a su lado, Jimin lo miró mientras el mayor
estiraba su cuerpo abría por completo los ojos.
—Ángel. —musitó.
—Hola, ¿dormiste bien?
—Sí, mejor que cualquier noche que haya tenido.
Las mejillas de Jimin se tornaron rojas, el Alfa se acercó para besar su
cuello con suma delicadeza.
—¿Tú estás bien? ¿No te lastimé?
—Estoy más que perfecto, gracias.
—¿Por qué?
—Por preocuparte por mí.
Jungkook esbozó una pequeña sonrisa. Acarició el muslo de Jimin para
después dejar un beso en la comisura de sus labios.
—Dejaré que elijas el día de hoy, haremos lo que tú quieras.
—¡¿En serio?!
—Sí.
El Omega se sentó en el colchón, su cuerpo aún yacía desnudo, pero
Jungkook se encargó de cubrirlo con la manta.
—Vale, quiero hacer muchas cosas. ¿Qué tal ordenar comida a la
habitación? También podemos ir a un jacuzzi y ponernos mascarilla facial.
—¿Mascarilla facial?
—Sí, aunque seas un mafioso, debes tener el rostro bien cuidado.
Jungkook abultó sus labios.
—Eso no es muy "cretino" de mi parte.
—Tranquilo, no le diré a nadie que te has puesto una mascarilla.
El Alfa rodó los ojos y se dejó caer en el colchón nuevamente. Jimin se
dedicó a ordenar la comida a la habitación y tomar una ducha para quitar
los restos del Alfa en su cuerpo. Una vez que ambos estuvieron listos, el
Omega pidió traer unas mascarillas y cosas para el rostro.
Hoy Jungkook sería su ratón de laboratorio.
—Nene, no creo que esto sea apropiado. —se quejó el Alfa por tercera vez
en menos de cinco minutos.
—Por supuesto que no, es más que apropiado.
Jungkook frunció sus cejas con el frío extraño e incómodo que esa
mascarilla con olor a gel tenía. Jimin la deslizó por su rostro y la pegó a
cada extremo de su cara. Sus rellenitos deditos le masajearon la cara con
cuidado.
—Pásame mi arma, necesito saber si está recargada. —le pidió a Jimin.
—Tu cosa rara asesina está mejor lejos.
—Jimin.
—¿Podrías no pensar en armas y balas por un día, por favor? —su voz
salió pequeñita y suplicante, Jungkook lo miró dudoso pero al final accedió.
—Está bien, ángel. Pero aún así debo tenerla conmigo, no puedo
descuidarme ni un minuto porque si soy atacado, no tendré como
defenderme.
Jimin formó una mueca.
—Lo entiendo, es sólo que por hoy quiero sentirme seguro sin esa cosa
entre nosotros.
El Alfa suspiró, tomó la mano de Jimin y besó sus deditos llenos de ese gel
extraño.
Al cabo de un rato, ambos tenían sus mascarillas y disfrutaban de una
pizza mientras veían un drama en el televisor. El celular del Alfa volvió a
sonar en la mesita, Jungkook giró su rostro y tomó el celular para contestar
la llamada, sin embargo, se levantó de la cama para caminar hacia el otro
lado de la habitación. Jimin tuvo la intención de ir con él, pero respetaba su
espacio, no quería ser un entrometido, no era algo propio de su lobo.
—¿Te parece vernos mañana? —fue lo que logró oír por parte del Alfa—.
Bien, reservaré una habitación de hotel, es más seguro ahí te pasaré la
dirección.
¿Hotel? ¿Estaba quedando con alguien en un hotel? Jimin miró confundido
al Alfa, un poco nervioso y asustado. Cuando el pelinegro regresó,
quitándose la mascarilla en el camino. Notó el rostro preocupado del
Omega, se acercó a él para mirar sus ojos.
—Ángel, ¿qué sucede?
—N-nada... ¿Saldrás mañana?
—Sí, tengo cosas que hacer.
Jimin mordió su labio, no quería pensar cosas malas, él confiaba
plenamente en Jungkook. Pero el nombre de esa chica seguía retumbando
en su cabeza, no quería ser un desconfiado, pero era inevitable no pensar
de esa manera.
El Alfa tomó unas toallas y extendió su mano hacia el rubio.
—Vamos al jacuzzi antes de que se haga de noche.
—¿Y qué pasa con tu celo?
—Me estoy conteniendo, estoy acostumbrado a llevar un control con mi
lobo, pero no sé cuánto tiempo aguante sin tomar tu cuerpo, Park. Así que
ven, vamos al jacuzzi.
Jimin asintió lentamente y se levantó para tomar su mano, ambos salieron
de la habitación hacia la sala de jacuzzi en el último piso. La zona era
privada y no todos venían a ella, pero Jungkook logró tomarla por este día.
Al entrar al agua, Jungkook nadó hacia Jimin para tomar su cadera, el
Omega soltó una pequeña risita y rodeó sus hombros.
—¿Estamos solos? —preguntó Jimin.
—Sí, ¿por qué?
El Omega se inclinó hacia el Alfa para besar sus labios, dejando sin
oxígeno al contrario. Jungkook se recostó de las baldosas y enganchó al
Omega en su cadera, Jimin subió las piernas a la altura de la cintura del
Alfa y juntó sus pelvis en una pequeña y tímida invitación. El Alfa rio entre
sus labios y bajó su mano para deslizar el bañador de Jimin y dejar
expuesto sus glúteos. Los amasó con sutileza, sacándole un pequeño
gemido al Omega, el cual se derretía por dentro como una mantequilla.
—Señor Jeon. —jadeó bajito.
—Shh. —el Alfa sacó su miembro y mientras clavaba sus dientes en el
cuello de Jimin para chupar su piel, penetró su pequeña entrada con una
estocada que hizo el agua del jacuzzi burbujear.
Jimin gimió un poco más alto, sosteniéndose de los hombros del Alfa para
moverse sobre su miembro. El agua chapoteaba y los gemidos del Alfa
eran calientes a comparación de la noche anterior. Sin poder resistirlo,
Jungkook elevó el cuerpo de Jimin hacia las escaleras del jacuzzi, donde
dejó expuesto sus glúteos. Jimin giró su rostro húmedo hacia él.
—¿Va a pegarme? —susurró.
—¿Quieres que lo haga?
—Aún no...
—Entonces no lo haré si no estás cómodo con que use la agresividad
contigo.
Jimin esbozó una sonrisa y asintió, elevó más sus pompas y mordió su
labio cuando las grandes manos del Alfa se clavaron en su cadera y su
gran miembro lo penetró sin pudor. Sus rodillas comenzaron a doler por
estar aferradas a las baldosas de las escaleras, pero al menos estas eran
suaves y no le hacían tanto daño. El Alfa gruñía con cada estocada que le
daba al Omega, su miembro se hinchaba y goteaba dentro del menor.
Jimin se convirtió en un mar de jadeos y chillidos, sus deditos sujetaban el
suelo de cerámica mientras su cuerpo se estremecía con cada una de las
penetraciones tan placenteras que estaba recibiendo. Jungkook le besó la
espalda y salió de su cuerpo para correrse sobre sus glúteos.
La imagen le dejó una satisfacción gratificante a él y su lobo.
—Ven aquí, ángel. —Jimin se levantó como un cachorro, pero flaqueó ante
el adormecimiento de sus rodillas, Jungkook lo sostuvo y le sonrió para
después sumergirse en el agua y besarlo.
Tan cálido y hermoso.
Pasaron unos largos minutos hasta que ambos salieron del jacuzzi,
Jungkook tomó una toalla y secó el cabello de Jimin mediante una risita del
Omega. Se miraron con una complicidad única para después salir del
salón.
No obstante, el hombro de Jimin fue empujado por un hombre con
mascarilla que llevaba el uniforme de recepcionista.
—Lo siento. —dijo el sujeto, usando un particular acento japonés.
Jungkook lo miró de reojo, chocando miradas con aquel sujeto. Apretó la
mano de Jimin y lo sacó de ahí para ir a la habitación.
—Vístete para irnos, este lugar ya no me inspira confianza. —le ordenó el
Alfa en cuanto entraron a la habitación.
—De acuerdo, me cambio y nos vamos.
Jungkook se colocó su ropa y tomó su arma de la mesa para asegurarla.
Jimin recogió las cosas que habían tirado y después se colocó su chaqueta
para ir con él Alfa hacia la entrada.
(♡)
En cuanto llegaron a la mansión, la mayoría de los empleados miraron al
Jefe con ojos saltones y curiosos tras verlo tomado de la mano con Jimin.
Mingyu dejó el pastel a un lado y se levantó para hacer una reverencia ante
los recién llegados.
—¿Disfrutó sus mini vacaciones, Jefe? —dijo con un notorio doble sentido.
Jungkook le mostró los colmillos.
—Te espero en mi oficina, Kim.
—Sí, señor.
El Omega miró con tristeza a Jungkook cuando este le soltó la mano,
quería terminar su día con el Alfa, pero Jungkook tenía cosas que atender y
no podía seguir distrayendose. Aún así había amado sus pequeños días
con el pelinegro, y aunque su celo fue corto, la experiencia sería larga.

✘ 16

Jimin no se consideraba alguien celoso, de hecho, jamás había tenido


celos en su vida, no tenía motivos. Pero ahora mismo se mordía la lengua
porque Jungkook había salido desde esta mañana totalmente solo a su
encuentro con la persona que le habló ayer. Estaba enojado porque no le
gustaba desconfiar de la palabra del Alfa, pero al mismo tiempo se le era
tan inevitable pensar positivo cuando había visto el nombre "Krystal" en su
celular.
Se mantuvo inquieto toda la tarde, pensando y pensando cada vez más. ¿Y
si algo pasaba? ¿Y si esa mujer era algo más de él? No, no, era absurdo,
se lo hubiese dicho ¿Cierto? Su cabeza iba a volverlo loco, decidió salir de
la habitación para despejar un poco su mente, sin embargo, se encontró
con Mingyu mientras leía un libro recostado de la puerta.
Jimin sonrió, acercándose a él.
—Hola, guardia Kim. —le saludó amable.
Mingyu lo miró.
—Hola, Jimin. ¿Necesitas algo?
—¿Está muy ocupado? No tengo nada que hacer y me preguntaba si
quería dar un paseo conmigo.
El Alfa se lo cuestionó un poco, no estaba seguro si dar un paseo con Jimin
era una buena idea. Seguramente su Jefe lo mataría, pero la mirada
adorable de Jimin y esos ojitos brillantes fueron como una daga caliente a
su corazón.
—Está bien, sólo un momento.
—¡Gracias!
El Omega caminó hacia la salida, Mingyu lo siguió en silencio con sus
manos detrás de su espalda. El sol comenzaba a ocultarse y la playa
brillaba con los rayos del sol. Jimin se detuvo en la arena mientras quitaba
sus zapatos.
—Este lugar me transmite mucha paz. —dijo por fin—. Hizo una buena
elección, guardia Mingyu.
—Gracias, consideré más que todo su comodidad, sé que venir de un lugar
tan oscuro puede ser difícil.
Jimin mordió su labio, jugando con la arena caliente.
—¿Sabe? Nunca pensé terminar así. Tomado por otro mafioso y
enamorarme de él. —Mingyu frunció sus labios con la confesión del
Omega—. Siento que esto no es más que un sueño, yo soy el pobre
protagonista que es salvado de las manos de un rufián. Pero si no hubiese
sido por ustedes, yo no sé que habría pasado conmigo.
—El destino tenía planes para ti. Estoy seguro que no ibas a vivir por
siempre en ese lugar, tarde o temprano el karma llegaría.
Jimin se sentó en la arena con sus ojitos fijos en la puesta de sol. Mingyu
se sentó a su lado para hacerle compañía.
—Estoy muy agradecido con usted y el señor Jeon. Me han dado un hogar,
una nueva esperanza.
—No deberías agradecerme a mí. El señor Jeon fue quien decidió
quedarse contigo, quizás vio algo en ti que le hizo doblegarse, quizás sean
destinados.
La mirada del rubio viajó con intriga hacia el Alfa.
—¿Destinados?
—¿Nunca oíste hablar de ellos? —el Omega negó—. Cuenta la leyenda de
que cuando un Omega y un Alfa se encuentran por primera vez, una chispa
de fuego comienza a surgir en sus lobos, la atracción y amor nace
enseguida, sus lobos se conectan y sus cuerpos se desean. Al momento de
unirse, si el Alfa logra marcar al Omega y su lobo lo permite, es porque es
tu destinado. —le explicó.
Jimin entrecerró sus ojos, cuando Kang lo mordió, definitivamente su lobo
lo rechazó, lloró para borrar la marca y hacerla desaparecer, y había sido
sencillo porque no eran destinados. ¿Y si Jungkook intentaba morderlo y su
lobo lo rechazaba? No quería eso, ahora tenía una nueva crisis existencial.
—Te contaré una historia. —prosiguió el Alfa—. Había una vez un joven
aprendiz de un famoso templo en Japón. Él era inexperto, tímido y le
costaba hacer amigos. Sufría de bullying en la escuela y su madre le
culpaba una y otra vez sobre el abandono de su padre. Este chico estaba
solo, nada más se tenía a él mismo... Pero un día, cuando unos chicos más
grandes lo acorralaron en un callejón para golpearlo, llegó otro chico más
joven, él era valiente y tenía una mirada seria e intimidante. Este chico
defendió al otro y le dio una paliza a sus agresores, se hicieron amigos y
con el tiempo comenzaron a entrenar juntos en el templo. El chico tímido
tenía un pequeño enamoramiento con su salvador, pero no fue
correspondido porque ambos eran Alfas, el chico, al cual llamaré J, intentó
animarlo y buscarle un Omega. Es ahí donde M, el chico tímido. Conoció a
W, un Omega que tenía como padre a un gangster. M comenzó a salir con
W, eran muy unidos y se amaban, M comprendió que su enamoramiento
por J no era más que sólo un capricho por lo solo que estaba. W era su
destinado, se correspondieron, se marcaron con la esperanza de estar
juntos...
Jimin parpadeó atónito.
—No te detengas, quiero saber qué pasó.
Mingyu rio y desvío su mirada hacia la luna comenzando a visualizarse en
el cielo.
—Bueno, W no le había dicho a su padre sobre su amor con M, y eso enojó
mucho al hombre, le prohibió verse con M y lo encerró en su casa por dos
meses. M estaba triste y confundido, creía que W lo había abandonado
para siempre... Pero un día su amigo J se le acercó y le dijo que tenían a
alguien a quien matar, era un gangster que se había metido con J y lo
había hecho enojar. M aceptó la propuesta y siguió a J hacia el lugar,
cuando atraparon al gangster, J le cortó el cuello y después le disparó en el
pecho dejándolo completamente muerto. Lo que M no sabía, es que ese
gánster era el padre de su Omega, y cuando W se enteró, se desplomó en
el suelo desconsolado, llorando y sufriendo. Su padre era su única familia,
el único que le quedaba, y J lo había matado sólo por un enojo del
momento. Desde ese momento, W cortó todo lazo con M y hasta ahora...
Hasta ahora sus marcas siguen enlazadas, porque el destino aún no
permite que dejen de llamarse con sus lobos, a veces M sufre el dolor de
su separación, y otras veces sigue junto a J porque gracias a él, M es lo
que es ahora.
Jimin no supo qué decir, estaba llorando sin saber la razón, la historia había
sido tan desgarradora y con un final tan triste. Quería conocer a M y darle
un abrazo, y al mismo tiempo buscar a J y golpearlo por haber hecho una
cosa así.
—Eso es muy triste, no quiero jamás estar en el lugar de M.
Mingyu sonrió, un poco triste.
—A veces estamos con una persona y después no sabemos si la
tendremos por siempre en nuestra vida. Por eso debes aprovechar cada
momento que tengas con Jungkook, él es un hombre... Con una paciencia
limitada, es capaz de perder la cordura. El Jefe es un tipo peligroso. Su
lobo siempre ha estado controlado por él, porque sabe lo que es capaz de
hacer ¿No viste como le disparó a Kang sin pensarlo tanto? Él es así, tiene
ojos en todas partes, es astuto, sabe jugar sus cartas y al mismo tiempo
fingir que no sabe nada. Él sabe que tú estás enamorado de él, sabe lo que
pasará mañana, sabe tus movimientos, lo que dirás hoy, absolutamente
todo. Es un hombre con un corazón blando, pero que si es de proteger a
los suyos, lo hará incluso si eso significa perderse a él mismo. Y por eso yo
jamás he inteferido en sus tareas, mucho menos quienes le deben la vida.
El Omega tragó saliva y bajó la mirada con un pequeño dolor en su pecho,
eran cosas que lo ponían nervioso, conocía la situación y su personalidad,
pero estaba cegado por esa imágen de salvador y no veía más allá del Alfa
que tenía en su vida. Jungkook era más que sólo un Mafioso, y eso llegaba
a ponerle los pelos de punta.
El sonido de un auto llamó la atención de ambos, Mingyu giró su rostro en
cuanto notó a su Jefe bajar del vehículo y mirando en su dirección. Se
levantó rápidamente y caminó hacia su Jefe. Jimin lo siguió en silencio.
—Jefe, llegó antes.
Jungkook entrecerró sus ojos.
—Sí, lo hice. ¿Qué estabas haciendo?
Mingyu negó con su cabeza.
—Nada, señor. Jimin me pidió acompañarlo a dar un paseo.
El Alfa observó al rubio de arriba a abajo, Jimin le sonrió, acto que relajó un
poco al pelinegro.
—Bien.
El Alfa se dio la vuelta para regresar a la mansión, pero Jimin lo siguió
torpemente, chocando con su espalda. Jungkook sonrió y tomó su mano
para subir escaleras arriba con él, entraron a la oficina del Alfa y se miraron
por unos cuantos segundos.
—¿Dónde estabas? —inquirió Jimin.
—Hacía algunas cosas, nada importante.
—¿Seguro?
—Sí, seguro. Es sólo trabajo.
Jimin abultó sus labios entristecido, quería que el Alfa le dijera sobre su día
y las cosas que hacía. Pero Jungkook no tenía indicios de hablar de ello,
una de sus reglas y condiciones era no involucrar a Jimin en su trabajo.
Jungkook se acercó al Omega para acariciar su mejilla y besar su nariz.
—¿Qué estabas haciendo con Mingyu? —quiso saber, aunque su voz haya
sonado suave, se notaba un poco de enojo.
—Me acompañaba a ver la puesta de sol.
—¿Eso es todo?
—Sí, es todo.
—Está bien, te creo.
Jimin notó algo extraño en el Alfa, una vibra diferente a la que solía
mostrarle, se veía frustrado y enojado, como si estuviera sus emociones en
el fondo. El Omega llevó sus dedos a las mejillas del Alfa y fue acariciando
con suavidad su piel para relajar al mayor.
—No te ves bien.
—No es nada.
—No te creo.
Jungkook tragó saliva, se alejó de Jimin para dirigirse a su escritorio, sin
embargo, el Omega lo siguió con el ceño fruncido.
—Señor Jeon, usted me está mintiendo.
—Jimin, no pasa nada.
—Sigue haciéndolo. —el Alfa desvío la mirada. Jimin entrecerró sus ojos y
se acercó al Alfa para desabotonar su camisa, aunque Jungkook se lo
impidiera, al final lo logró.
Pero lo que vio lo dejó desconcertado, demasiado desconcertado.
—¿Qué... significa eso?
Jungkook tenía marcas de labial en el pecho y una herida en su hombro. El
Alfa se acomodó la camisa y se levantó para enfrentar al Omega.
—Puedo explicártelo, no pasó nada malo, todo fue parte de un plan, ella...
—¿Ella? ¿Habla de la chica que lo llamó ayer? —Jungkook no
respondió—. ¿Por qué... por qué tiene labial en su cuerpo? ¿Por qué está
herido? ¿Que me está ocultando?
—Jimin, no te oculto nada. Es trabajo, son cosas que debo hacer.
—¿Acostarse con alguien es trabajo? ¿Después de estar conmigo,
usted...?
No podía seguir, sus lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas.
—Ángel, no es lo que crees, yo...-
—¡No quiero oírte! ¡Pasé toda la tarde preocupado de que estuvieras
haciendo algo que podía lastimarme y aún así quise creer que no, pero lo
que veo es totalmente lo contrario! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué haces que me
sienta así?!
—¡Fue un jodido trabajo, Park! —espetó con fuerza, tomando el brazo de
Jimin—. ¡Lo que hice fue un maldito trabajo para sacarle información a una
mujer, deja de hacer un puto berrinche y escucha lo que te digo!
Jimin flaqueó sus rodillas y abultó sus labios con un silencioso llanto. Y no
porque Jungkook probablemente estuvo con alguien, sino porque jamás le
había gritado y oírlo hablar así y gritarle, le hacía sentir herido y lastimado.
Como si lo que hizo fuese un delito.
Jungkook estaba fuera sí, estaba enojado y su lobo le hacía actuar de
manera impulsiva. Sus garras se clavaron en el brazo de Jimin hasta el
punto de traspasar su piel, un quejido salió de los labios del Omega.
La puerta se abrió por Mingyu, y en cuanto vio la escena y a su Jefe
totalmente dominado por su lobo, decidió alejar a Jimin de ahí. Se acercó
para empujar a su jefe y proteger al Omega de él.
—Señor, está fuera de control, por favor alejese y mantenga la calma. —le
dijo al Alfa.
Jungkook tragó saliva con la respiración agitada, miró a Jimin y el como
este lloraba con la sangre bajando por su brazo. La imagen le hizo
reaccionar y regresar a su estado normal, jadeó con la impresión de lo que
había pasado, la culpa comenzó a hacer añicos su cabeza.
—Jimin. —murmuró—. Joder, nene, lo siento, perdón.
Pero el Omega estaba asustado y decepcionado, negó con su cabeza y se
soltó de Mingyu para salir corriendo de ahí. Bajó las escaleras y abrió la
puerta para huir.
—¡Jimin, detente! —le gritó el Alfa corriendo detrás de él.
Jimin corrió todo el jardín hasta la salida, pero un auto pitó antes de
arrollarlo, Jimin cayó al suelo con las luces de un Mustang rojo alumbrando
hacia él. La puerta se abrió y Taehyung apareció con el ceño fruncido.
—¿Jimin? —cuando el Alfa miró al Omega, se dio cuenta de la sangre de
su brazo y de Jungkook corriendo hacia él—. Pequeño, ven aquí, ¿qué te
paso?
Jimin se acercó a Taehyung para abrazarlo, el Alfa lo levantó como si de un
pequeño niño lastimado se tratara.
—Park. —Jungkook llegó hasta ellos, pero Jimin escondió su rostro en el
pecho de Taehyung para no verlo.
—Tú, bestia ¿Qué le hiciste? —espetó el castaño.
—Nada, tráelo aquí.
Taehyung bufó.
—Ni de coña dejaré que vaya contigo en ese estado.
Jungkook gruñó en respuesta.
—Taehyung, no estoy de humor. Dame a Jimin.
—Ya dije que no, primero te calmas y después cuando actúes como una
persona normal, hablamos. Me llevaré a Jimin de aquí, sólo mira su estado,
por Dios.
Jungkook miró al Omega llorando, su corazón se apretó y su lobo aulló
dentro de él. Mingyu tomó el brazo de su Jefe cuando llegó hasta él.
—Señor, es mejor que lo deje ir, Taehyung puede cuidar de él mientras
usted vuelve a la normalidad... Por favor, es por su bien.
El Alfa mordió su labio y apretó sus manos, desvío la mirada dándole su
permiso a Taehyung para llevárselo. El Alfa no dudó en meter a Jimin en el
auto y arrancar lejos de ahí.
El Omega lo miró por la ventana con un sentimiento doloroso en su pecho.
No sabía lo que le pasaba a Jungkook, pero no quería volver a ser
lastimado por él nunca más.

✘ 17

Hacía mucho tiempo que Jimin no lloraba tanto como lo hizo durante todos
estos días. El sentimiento de dolor que sentía él y su lobo era como un fino
cuchillo traspasando su cuello. Ahora entendía las palabras de Mingyu,
comprendía perfectamente a que se refirió con que Jungkook tenía un
límite de paciencia.
Pero definitivamente lo que presenció fue algo más, algo que sólo un lobo
peligroso haría. Y Jungkook era ese lobo.
Taehyung ingresó a la habitación con una taza de té para el Omega. Se
había quedado en la casa del Alfa durante todos estos días, Yoongi no tuvo
problema con hospedar al rubio con ellos, y aunque Jimin se sintiera como
un intruso, Taehyung se encargaba de tratarlo con delicadeza.
Jimin era delicado por donde lo mirasen.
—Aquí tienes, Jim. —también le había dado un lindo apodo, aparte de
pequeño.
Jimin se incorporó en la cama para tomar la taza, su brazo estaba vendado
gracias a la herida que Jungkook le había hecho con sus garras. Taehyung
se sentó a su lado para mirarlo.
—¿Quieres esperar unos días más o no estás listo para verlo? Ha venido
seguido pero Yoongi lo detiene en la entrada. —dijo el castaño.
—Lo extraño, pero al mismo tiempo tengo miedo de verlo.
—Jungkook a veces pierde el control, es algo que lleva desde muy joven.
—el Omega lo observó, intrigado—. Él suele mantener todo calculado,
siempre tiene la respuesta, las soluciones, los hechos y las pruebas,
trabaja con calma y precisión. Algo debió pasar esa noche para que él se
pusiera de ese modo, quizás la situación pudo más con él y su lobo se
descontroló. No lo estoy justificando, pero tampoco digo que haya querido
lastimarte a propósito, él no es así, y menos lo sería contigo, su Omega.
El rubio esbozó una débil sonrisa, se abrazó de sus piernas con el rostro
decaído.
—Yo tampoco sé porque lo hizo, me siento triste de haber visto eso en su
cuerpo... M-me dolió ver que alguien más lo tocó después de que...
después de que nosotros estuvimos juntos.
Sus lágrimas no tardaron en caer otra vez, Taehyung frunció sus labios y lo
abrazó para consolarlo. La puerta se abrió dejando ver a Yoongi asomando
su cabeza.
—Está aquí otra vez, ¿lo amenazo o dejo que me mate primero?
Jimin y Taehyung se miraron mutuamente. El castaño se levantó y tomó su
arma para salir.
—Déjamelo a mí.
Taehyung bajó las escaleras y se dirigió a la entrada para abrir la puerta,
nuevamente Jungkook estaba ahí, vistiendo un abrigo de cuero y su rostro
indiferente. El Alfa se cruzó de brazos con la punta de la pistola apuntando
hacia el contrario.
—¿Se te ofrece algo, animal? Creí haberte dicho que no buscaras de
nuevo a Jimin.
—Kim, necesito hablar con él, no te metas en esto.
—Me meto todo lo que se me da la puta gana. Lastimaste a tu Omega, lo
hiciste llorar y le dejaste una horrible herida en el brazo ¡Pudiste matarlo,
Jungkook!
—¡Ya lo sé, maldita sea! —exclamó, frustrado y estresado con que nadie le
dejara ver a Jimin—. Sólo... sólo quiero hablar con él, quiero saber si está
bien, es todo lo que pido.
Taehyung mordió su labio y miró a Yoongi detrás de él, su novio se encogió
de hombros.
—Antes que nada —comenzó a decir el castaño— Tengo que saber si
Jimin quiere verte, porque si dice que no, tus lágrimas de cocodrilo no me
van a convencer, te largaras de mi casa y si vuelves a venir, tendrás un
hoyo en la frente.
Jungkook bufó.
—Taehyung, ambos sabemos que entre tú y yo, sólo existe un verdadero
asesino.
El castaño entrecerró sus ojos.
—¿Y te enorgulleces de eso, Jeon? ¿Te enorgulleces de decirle a tus
amigos que vas a matarlos? —el Alfa no respondió, desvío la mirada
sintiéndose acorralado y fuera de sí mismo. Taehyung suspiró, no buscaba
revivir ningún mal momento—. Ya vengo, ni se te ocurra entrar, bestia
indomable.
Taehyung corrió escaleras arriba y miró a Jimin echo una pequeña bolita. El
Omega lo miró con el semblante preocupado.
—Él quiere verte y hablar contigo, ¿lo dejo entrar o lo saco?
Jimin abultó sus labios y respondió.
—Déjalo, estaré bien.
—¿Seguro, Jim?
—Sí, seguro.
—Vale.
El castaño regreso a la puerta, Jungkook lo miró esperanzado.
—Está arriba, haces algo y saco mi metralleta, tengo buena puntería y lo
sabes.
Jungkook rodó los ojos y entró a la casa para subir los escalones con
calma, se detuvo frente a la puerta blanca donde el olor de Jimin se lograba
percibir. Inhaló hondo y giró el pomo, sus ojos visualizaron una habitación
simple con muchos libros y una ventana, era como ver el dormitorio de un
adolescente. Su mirada se detuvo en el Omega que le observaba desde la
cama.
Jimin tembló su labio y ocultó su rostro entre sus piernas. El Alfa cerró la
puerta y se acercó al Omega.
—Ángel.
—N-no me mires. —pidió en un hilito de voz.
Jungkook se sentó a su lado y lo tomó entre sus brazos para abrazarlo,
Jimin no pudo más, dependía de su tacto y su presencia. Se aferró
enseguida a su pecho y aspiró tanto su aroma, le había extrañado como un
lunático, y aunque le seguía doliendo, no dejaba de quererle.
El Alfa pasó su mano por su espalda, la venda en el brazo del rubio le hizo
sentir aún peor. No se lo perdonaba, juraba no hacerlo nunca.
—Cariño, no llores... lo siento tanto, no quise lastimarte de esa manera,
tampoco quería gritarte. —el Omega lloró aún más sobre su cuerpo—.
Estás en todo tu derecho de querer huir de mí, pero no buscaba lastimarte,
estaba fuera de mi propio control, no controlé mis acciones.
Jimin sorbió su nariz y alzó un poco sus ojos hacia el Alfa.
—¿P-por qué..? ¿Por qué tenías eso?
Jungkook le acarició el rostro para limpiar sus mejillas.
—Se llama Krystal. —admitió—. Ella me contactó para ofrecerme un
negocio con su padre, reserve una habitación de hotel con la intención de
que nadie nos viera juntos. Yo sabía que ella tenía otros planes, Mingyu me
había dicho antes que la había visto salir de la casa de un mafioso Ruso,
supe que ella me iba a traicionar, pero yo necesitaba información sobre los
negocios de su padre, porque parte de ellos se estaban beneficiando de
mis acciones sin que yo supiera. Así que tomamos un trago, hablamos, ella
se emborrachó y mientras intentaba coquetearme, yo le sacaba
información. Pero... Ella comenzó a besarme, buscaba algo más y yo no
quería dárselo, consideré que era suficiente y la alejé de mí, pero ella tomó
una botella y me la rompió en el hombro, eso causó la herida. Me enojé y la
ataque.
Jimin no se tranquilizó con eso.
—¿Está viva?
—Sí, por supuesto.
—¿Y si su padre viene por ti?
—No lo hará, Jimin. Ese hombre está en cama, sus hombres le dieron la
espalda y se encarga de estafar ¿Comprendes? A este punto deberías
saber que no soy alguien que se deja engañar por otros. La situación se me
fue de las manos, pagué mi cólera contigo y estallé sin ver las
consecuencias. Lo siento mucho.
El Omega formó un puchero con sus labios y abrazó a Jungkook con
fuerza. El Alfa lo recibió con cariño, besó su cabello y soltó sus feromonas
para calmar su pequeño llanto indefenso. Jimin no quería ser un débil, pero
necesitaba tanto a Jungkook, que perdonarlo fue lo primero que hizo.
—Promete que no volverás a lastimarme de esa manera, por favor,
prometelo.
Jungkook acunó sus mejillas y besó sus labios.
—Lo prometo, no lo haré más, nunca más. Y si llego a hacerlo, vas a tomar
un arma y me dispararas justo en el pecho.
—¿Es en serio?
—Sí, prefiero morir a ver que te he hecho llorar de nuevo.
El Omega bufó negando con su cabeza, juntó sus labios sin hacer el intento
de moverlos.
—En serio me asusté mucho, yo... jamás me habías gritado y me sentí...
—sus ojitos volvieron a lagrimear—. Me sentí como cuando Kang me
golpeaba.
El Alfa tensó su mandíbula, evitando a toda costa sentirse atacado con sus
palabras. Pero le dolía, por primera vez algo le dolía en el corazón, y eso
era ver a Jimin decir todas estas cosas.
—Te prometí protección y eso haré, incluso de mi mismo. No quiero
perderte, Jimin. Perdí casi todo cuando era un cachorro, perderte a ti sería
como perderme yo también. —le confesó—. Perdóname, por favor.
El Omega sonrió.
—No vas a perderme.
El Omega sintió una paz envolver su cabeza.
—Te quiero , nene. ¿Ya no estás enojado conmigo?
La palabra te quiero envolvió el corazón de Jimin como una pasita
arrugada, quiso llorar, pero tenía que hacerse el duro, su lobo seguía
lastimado.
—Lo sigo estando, tendrás que hacer mucho para que vuelva a
contentarme contigo. —dijo, fingiendo indignación.
Jungkook formó una mueca, pero no estaba enojado, Jimin tenía todo el
derecho de pedirlo que quisiera.
—Vale, ángel. Vayamos a casa y veamos cómo resolvemos eso.
—Te podrás un delantal y me traerás todos los días el desayuno. —pidió.
Jungkook tosió ante tal descabellada petición.
—¿Estás bromeando?
—No, eso harás. También me conseguirás ejemplares de mis libros
favoritos, y un autógrafo de J.K Rowling, la creadora de la saga de Harry
Potter. También los libros de hearstopper.
—¿Hear que?
—No preguntes, sólo hazlo. —se cruzó de brazos.
El Alfa lo miró indignado.
—Nene ¿Dónde voy a conseguir eso?
Jimin se encogió de hombros.
—No lo sé, tú eres el macho Alfa, "todo lo veo, todo lo sé." Deberías tener
contactos, y hasta no tener esa firma, no vas a tocarme.
—Justo, pero cruel.
Jimin esbozó una pequeña sonrisa con el rostro indignado del Alfa.
Jungkook lo acercó para besar sus labios, el Omega sonrió entre el beso y
lo tiró a su lado para abrazarse y así recuperar la calidez que había
extrañado durante estos días en soledad.
Al cabo de un rato, la pareja salió de la habitación con sus manos
entrelazadas. Taehyung no se sorprendió por esto, estaba claro que Jimin
iba a regresar con él.
Jungkook besó la frente de Jimin antes de soltarlo.
—Ve al auto primero.
El Omega asintió, se despidió de Taehyung con un abrazo y corrió hacia el
auto negro del Alfa. Cuando estuvieron solos, Jungkook se colocó frente a
Taehyung.
—Gracias por cuidar de él.
—Un gracias no arregla nada, ¿sabes? Debes tener cuidado, animal.
—Jungkook bajó la mirada como un cachorro, Taehyung suspiró—. Hey,
comprendo que perdiste el control, Mingyu me contó lo que pasó, pero en
serio, Jungkook... Cuídalo, cuídalo con tu vida. Jimin es un ángel, es tan
puro y leal, confía mucho en ti, y se que tú lo haces en él. No lo dañes, no
lo merece. Que esto te sirva como lección, das un paso en falso, y lo
pierdes para siempre de tu vida. Así que por favor, tratalo como si fuera el
puto príncipe de Corea.
Jungkook esbozó una pequeña sonrisa.
—Lo haré.
—Bien, joder, ahora lárgate de mi casa. No te quiero ver, comprale una
mansión a tu chico como disculpa y un auto de último modelo.
—Ni siquiera ha cumplido su mayoría de edad.
—Y eso no te detuvo para que te lo follaras —lo acusó—. Ahora largo,
bestia asalta cunas.
El Alfa fue sacado de la casa de Taehyung. Con la indignación en su
cuerpo, avanzó hacia el auto para entrar y encenderlo, Jimin lo recibió con
sus ojos brillando, Jungkook se acercó para tomar sus mofletes y besarlo
de manera imprevista. El rubio acarició su nuca.
—Te prometo el cielo, ángel. Sólo ahí mereces estar. —le susurró.
—Llévame a donde sea mientras sea contigo.
—Entonces será un placer perderme a tu lado.
Ambos sonrieron al mismo tiempo y sellaron esa sublime promesa con un
beso. Pues Jungkook no pensaba volver a causar otro daño en su chico,
primero muerto antes que verlo sufrir. Se aseguraría de darle todo el reino,
su mundo, su vida.
Todo sería de Jimin, incluso su imperio.

(♡)
Logré editar el capítulo rápido antes de ponerme a hacer trabajos de la
uni, ahorita subo el 18 c:
Hice la mención especial a heartstopper porque se volvió mi serie
favorita y también porque voy a subir próximamente un fic inspirado
en eso, si aún no la han visto, la recomiendo muchísimo.

✘ 18

La copa de vino fue destrozada en la mano del Alfa mientras oía las risas
de sus amigos detrás de él. Estaba tranquilo, por supuesto, pero la
vergüenza inundada en su cuerpo fue como una cachetada a su lobo, esto
era la peor mierda que había hecho en sus jodidos 26 años de vida.
Ni siquiera cuando era sólo un cachorro, había pasado por tantas
vergüenzas, juraba que esta era la más horrible de todas. Pero el motivo de
esto era más importante que su pena, tenía que hacerlo, sólo por su
Omega.
—Te ves ridículo. —dijo Taehyung, sentando en una silla con su habitual
cigarrillo en la mano—. Ese Omega definitivamente te tiene dominado,
¿quién lo diría?
El Alfa suspiró, sus ojos miraron a los chicos.
—¿Pueden hacer silencio? Gracias.
Namjoon se levantó con una risita y rodeó los hombros de su hermano.
—Jeon, ¿estás seguro que aún eres un Mafioso?
Jungkook le gruñó en respuesta, el moreno se alejó como si el toque de su
hermano quemara.
—Ya no me dan ganas de tenerte respeto. —comentó Yoongi, totalmente
desinteresado.
Todos volvieron a reír, incluso Mingyu se mordió el labio para no carcajear.
Jungkook acomodó el lazo del delantal rosado que tenía puesto, tomó la
bandeja con comida y salió de la oficina desprendiendo feromonas
amargas. Las Betas taparon su boca cuando vieron a su Jefe subir las
escaleras con ese infantil delantal de flores.
El Alfa inhaló hondo y empujó la puerta de la habitación. Sus ojos
observaron al Omega sentado en la cama con una aguja en su mano,
estaba cosiendo una chaqueta.
—Traje tu almuerzo, Jimin. —le dijo, dejando la bandeja en la mesita.
El Omega cubrió su boca antes de soltar una sonora carcajada. Jungkook
rodó los ojos y se sentó a su lado.
—Te ves tan adorable.
—Adorable... Claro, adorable, tan adorable que estoy a punto de colgarme.
Jimin negó con una sonrisa y se acercó al Alfa para rodear sus hombros y
besar sus labios. Toda vergüenza que el pelinegro pudo haber sentido, se
fue desvaneciendo con solamente sentir la boca de Jimin. Lo tomó de la
cadera mientras le mordía el labio inferior.
—A mí me gusta como te ves. —susurró el menor—. Gracias por la
comida.
El Alfa le mostró una pequeña sonrisa, estaba complacido, él y su lobo.
Jimin se sentó en la cama para seguir con su trabajo de costura, el Alfa se
mantuvo a su lado, observando con deleite lo que hacía. Pero entonces
reconoció la marca de la chaqueta y la talla enorme en ella.
—Jimin, ¿esa no es mi chaqueta?
El rubio mordisqueó su labio con un pequeño sonrojo.
—Sí, es que me di cuenta que estaba un poco rota y quise arreglarla. ¿Te
molesta?
¿Molestarle? Para nada. Jungkook estaba más que encantado. Tomó su
chaqueta y la miró, tenía la parte donde Jimin había cocido, estaba un poco
torcida, pero la intención era lo que contaba.
—Gracias, ángel. —le agradeció con una pequeña sonrisa—. Será mejor
que comas, tengo que regresar a la oficina.
—Está bien, ¿ya tienes mi libro firmado por J.K Rowling y el de
heartstopper? —inquirió con una de sus cejas alzadas.
Jungkook carraspeó.
—Eh, estoy en eso. ¿Seguro que no quieres algo más mientras tanto?
—Hm... —el Omega quedó pensativo, pensando en qué otra cosa podía
pedir—. Un conejo.
—¿Un conejo?
—Sí, siempre me han gustado los conejos, quiero uno.
El Alfa asintió lentamente.
—Está bien, te daré un conejo.
—¿En serio?
—Ajá, enviaré a Mingyu a comprar uno en la tienda de mascotas.
El Omega sonrió complacido, se lanzó hacia el Alfa emocionado, besando
sus labios con suma delicadeza y cariño. El pelinegro dejó caer sus
hombros hacia atrás, tomando al Omega entre sus manos.
—Gracias, lo estaré esperando.
Dicho aquello, el Alfa asintió y se alejó del Omega para salir de la
habitación.
¿Un conejo? Por todos los cielos.
(♡)
Tal cual como prometió el Alfa, Jimin obtuvo su conejo esa misma tarde,
Mingyu compró un lindo conejito blanco y se lo dio al Omega en una cajita.
Jimin estaba súper feliz con su conejo, besó toda la noche a Jungkook
como agradecimiento, y después lo despidió en la puerta de la habitación,
enamorado y contento.
Toda esa semana Jimin se dedicó a cuidar de su conejo, lo sacaba a
pasear al jardín, lo alimentaba, jugaban, y le había puesto de nombre
Ggukie. Jungkook bufó cuando escuchó al Omega llamar a los cuatro
vientos a su conejo con un apodo similar a su nombre. Pero no se enojó, le
gustaba ver a Jimin feliz, porque después de ese mal momento que habían
tenido, el Alfa sólo quería ver sonreír al Omega. Sin importar qué.
Esa tarde del jueves, Jimin salió a pasear a su conejo, como siempre,
Ggukie se escabulló en la mansión para esconderse, Jimin se distrajo con
un vuelto de fresas que estaba empezando a crecer en el jardín. Para
cuando se dio cuenta, su conejo no estaba.
—¿Ggukie? —inquirió—. ¿A dónde fuiste?
Se levantó del cesped y caminó hasta la mansión para buscar a su conejo.
Revisó todas las habitaciones e incluso la oficina de Jungkook. Pero no
había nada.
Hasta que...
—¡Una rata! —exclamó una de las cocineras— ¡Hay una rata en la cocina!
Jimin rápidamente corrió hacia la cocina, encontrándose con su pequeño
conejo saltando atemorizado de las Betas que buscaban de pegarle con
una escoba.
—¡No! ¡Es mi conejo, no le hagan daño! —intentó decirles.
Pero una de ellas, la más alta. Acorraló al pequeño conejo y lo golpeó
varias veces con la escoba. Jimin cubrió su boca con las lágrimas
deslizándose por sus mejillas, su labio tembló, y sus pies avanzaron hasta
el pequeño conejito inerte en el suelo.
—N-no... No... Era mi conejo ¡Mató a mi conejo! —gritó, adolorido.
La mujer soltó la escoba viendo la cosa peluda entre las manos de Jimin.
Justo en ese momento la puerta de la casa se abrió, el aroma de Jungkook
llamó la atención de todos. Cuando el Alfa llegó hasta la cocina junto a
Mingyu, se percató del desastre que había y de Jimin llorando en el suelo.
—¿Qué demonios pasó aquí? —espetó.
Jimin se levantó y corrió hacia el Alfa para abrazarlo.
—M-mi conejo, ella mató a mi conejo. —murmuró entre lágrimas.
Jungkook frunció sus cejas y observó al animalito sin vida. Tensó su
mandíbula y alzó la mirada hacia las 3 betas en la cocina.
—¿Quién lo hizo? —preguntó, las mujeres se miraron entre ellas, sin
palabras y totalmente atemorizadas— ¡¿Quién mierda lo hizo?!
Nadie contesto, Jungkook miró al Omega.
—Jimin, señalame quién lo hizo.
El Omega mordió su labio y se giró, aún sostenido por el Alfa. Sus ojos
observaron a las 3 betas. Pero su dedo sólo se levantó hacia la culpable.
No le importaba, ella había matado a su conejo aún cuando le dijo que no
lo hiciera. Ella le quitó a su Ggukie.
Ella tenía que pagarlo, así de simple.
Jungkook asintió lentamente y metió su mano dentro de su pantalón para
sacar su arma.
La mujer abrió sus ojos de par en par.
—S-señor Jeon... Lo siento, no sabía. —intentó decir la mujer.
—Mentira. —murmuró Jimin—. Le dije que era mi conejo y usted aún así lo
golpeó ¡Lo golpeó sabiendo que era mío!
Jungkook golpeó su lengua contra su mejilla y alzó el arma para disparar
hacia la mujer.
Primero en su pierna, después en su pecho.
Sí, así de simple lo hizo.
Jimin se sobresaltó, pero sinceramente no sintió lastima, se había metido
con algo que le había regalado Jungkook, había matado a un indefenso
animalito que le había dado felicidad.
Era justo, su muerte era justa, según Jimin.
—Mingyu, llama a los guardias y que se deshagan del cuerpo. —le ordenó
el Alfa a su guardaespaldas.
Mingyu asintió y llamó por el auricular a los hombres. Jungkook tomó la
mano de Jimin y lo llevó hacia su habitación, el Omega comenzó a llorar en
su pecho.
—No llores, ángel. Te puedo comprar otro conejo.
Jimin negó.
—Yo lo quería mucho, amaba esconderse debajo de mi cama.
El Alfa acarició su espalda.
—Hay muchos animales sin hogar, ¿sabes? puedes adoptar un cachorro,
un gato, un hamster, no lo sé, un tigre si quieres. No estés triste, tu conejo
fue feliz contigo por un pequeño lapso de tiempo.
El rubio miró al pelinegro con un pequeño puchero, el Alfa lo besó y
después depósito un beso en su frente.
—No llores más, como consuelo, dejaré que duermas en mi habitación.
—¿En serio? —el Alfa asintió, seguro—. Gracias, si quiero dormir contigo.
—Entonces vamos. Taehyung no querrá verte llorando cuando te visite
mañana.
—¿Mañana? —interpeló.
—Olvide mencionarte. Unos colegas regresan mañana e iremos al templo
Kaneiji de Tokyo. Tengo... Algunos asuntos que hacer, pero no es hasta el
lunes, así que podremos visitar el lugar y.... Pasear.
Esa era la mejor noticia de todas.
—Sí quiero.
—¿Entonces vamos juntos?
—¡Si, si, si!
Jimin saltó con emoción, Jungkook lo atrapó para que no se cayera. No
obstante, una peculiar gema llamó su atención, estaba colgada del cuello
de Jimin y había rebotado, saliendo de su escondite. Jungkook frunció sus
cejas y detuvo al Omega para tomar su collar.
—¿De dónde sacaste esto?
Jimin abrió sus ojos.
—Oh... Esto, fue un regalo.
—¿De quién?
—Es de un hombre en una joyería, dijo que se me vería muy bien el zafiro,
así que me lo obsequió.
El Alfa frunció sus cejas y le quitó el collar a Jimin.
—¿Cómo se llamaba ese hombre?
—No lo sé, era alto y... —entonces lo recordó— Es el Alfa que fue al
restaurante la otra noche, el que hablaba de diamantes.
Jungkook arrugó sus cejas y quitó el zafiro de la cadena, lo revisó con
cuidado hasta encontrar una ranura alrededor. Con su arma golpeó la gema
varias veces hasta romperla, dejando salir un polvo blanco.
—Lo sabía. —murmuró el Alfa—. Son falsos, los diamantes que vende son
falsos. Engaña a las personas y trafica cocaína con ellos. Jimin, ¿por qué
no me dijiste de esto?
—Lo siento, no lo sabía.
—Me tiene que estar jodiendo este tipo. ¿En serio pensaba engañarme?
Venderme diamantes falsos y hacer ejemplares de una reliquia de mi
familia a mis espaldas, una puta mierda. —se levantó enojado, Jimin lo
observó confundido.
—¿Qué harás?
—¿Qué haré? Ángel, nadie me ve la cara de estúpido, eso deberías de
saberlo. Tú no te preocupes por nada, iremos a Tokyo, yo me encargaré del
resto. ¿De acuerdo?
El Omega tragó saliva, estaba nervioso, Jungkook no era alguien de sólo
palabras. Pero había visto cada faceta del Alfa, cada lado oscuro que este
tenía. Y él seguiría ahí, porque, por eso él era su Omega.
Y estaría con él incluso en los lugares y situaciones más peligrosas.
—De acuerdo. —musitó, seguro—. Iré contigo, Alfa.
✘ 19

El avión privado de Jungkook aterrizó en el aeropuerto de Tokyo, otra vez.


Jimin estaba más que encantado y emocionado por regresar nuevamente a
la ciudad japonesa más famosa. La última vez había tenido una mala
experiencia, aunque también, recordaba Tokyo como el lugar donde el
mafioso Jeon lo acogió y le dio una nueva esperanza de vida.
Así que, su lobo estaba ansioso por salir a la luz y encontrarse con el Alfa.
Una Jeep los recogió para llevarlos a una posada ubicada en el sur de la
ciudad, estaba cerca de la montaña que daba con el templo, era tradicional
y rodeada de la naturaleza. Perfecta para pasar las siguientes noches.
—Jefe, Seokjin tuvo problemas en el aeropuerto y llegará a más tardar
mañana a la posada. Los demás están tomando el avión. —le avisó
Mingyu.
Jungkook dejó de besar a Jimin para poder prestarle atención a su
guardaespaldas. El rubio se ruborizó y escondió el rostro en el hombro de
su Alfa.
—Ok, entiendo. Los recibimos mañana. —se limitó a decir.
Mingyu hizo una pequeña reverencia y decidió mirar el teléfono en sus
manos para no prestarle atención a las dos personas de en frente. El viaje
hacia la posada fue tranquilo mientras Jimin se acurrucaba en el pecho de
Jeon. Pasado un rato, el auto aparcó frente a una posada tradicional
japonesa, el Mafioso tomó la mano de su Omega e ingresaron juntos al
lugar.
Una mujer Omega con un kimono rojo, los recibió amable junto a un lindo y
peludo gato blanco. Jimin formó un puchero y se acercó al felino para
acariciar su cabecita, el pequeño gato se dejó mimar por Jimin.
—Bienvenidos. —dijo la mujer—. Sus habitaciones están de este lado, el
desayuno, almuerzo y cena, se les son entregados en sus respectivos
horarios, son libres de pasear por los alrededores del bosque, pero sin
cruzar más allá de la montaña.
La montaña estaba prohibida para los turistas ya que más allá se
encontraba el templo Kaneiji, sin en embargo, Jungkook había entrenado
en su juventud ahí, y tenía el pase como el propietario de la gema que
estaba guardada bajo un cajón.
La pareja avanzó hacia su habitación, era cómoda y acogedora, tenía unas
colchonetas y una mesita de madera con velas.
—Iré a mi habitación, Jefe. —le avisó Mingyu detrás de ellos—. Que pase
buenas noches.
El Alfa cerró la puerta y avanzó junto con Jimin al interior del lugar, el
Omega dejó su mochila en el suelo y se sentó en el colchón para quitar sus
zapatos.
—¿Te gusta la habitación? —preguntó el Alfa.
—Sí, me parece linda.
—Ángel. —Jungkook se acercó para sentarse a su lado, el Omega lo miró
como un pequeño cachorro—. ¿Estoy perdonado? Me puse un delantal, te
regalé un conejo y te llevé la comida todos los días.
—¿Por qué lo preguntas?
—Porque te extraño. —murmuró cerca de sus labios—. Extraño tocarte.
Las mejillas del Omega se tornaron rojas como un cangrejo, tosió debido a
la intensidad de las palabras del Alfa. Su corazón bombeó más fuerte y sus
manos temblaron de los nervios.
—Y-yo... no lo sé.
—Si no quieres, lo entenderé.
—Sí quiero. —musitó— Es sólo que... ¿Y si no te gusta?
El Alfa enarcó una de sus cejas.
—Nene, estuviste increíble en mi celo, estoy seguro que me gustará.
—Sí, pero, en tu celo estabas dominado por tu lobo y quizás la intensidad
del momento no te dejó apreciar mi cuerpo... Tengo miedo que si me ves
desde otra posición, vayas a tener asco de mí.
—¿Asco? —inquirió, enarcando una ceja—. Nene, te ví desnudo y lo amé
completamente, tu cuerpo es precioso, es como ver una pintura abstracta
en un museo. Jamás sentiría asco de ti.
Jimin mordió su labio sin saber qué decir, Jungkook se inclinó hacia su
cuerpo para besar su cuello. El Omega suspiró, cerrando sus ojos.
—A mi también me gusta tu cuerpo.
Jungkook rio.
—No compares mi masa muscular con la tuya. —sus dedos viajaron a la
nuca del rubio— ¿Entonces, me dejas?
—¿Y si nos escuchan? —susurró.
—Seré silencioso.
El Omega sonrió y se dejó caer en el colchón, Jungkook acarició su mejilla
para después bajar su mano hacia su abdomen y dar suaves toques en su
piel. Jimin jadeó bajito, arqueando su espalda.
El Alfa sonrió satisfecho y se desabrochó su camisa para tirarla a un lado.
Se colocó entre las piernas de Jimin y quitó el broche de sus pantalones
para después bajar la cremallera, tras dejar ver su ropa interior, la deslizó
hacia abajo y sonrió aún más cuando su miembro salió a la luz.
Jimin tembló de la vergüenza.
—Tan lindo. —dijo el Alfa.
—N-no digas nada...
Jungkook rio y tomó entre sus manos el miembro de Jimin, lo masajeó al
mismo tiempo que besaba la punta, Jimin gimió, intentando cerrar sus
piernas, pero Jungkook se lo impidió, metió el pene del Omega en su boca
y lo llenó de saliva antes de iniciar una succión rápida y placentera. Jimin
se mordió el labio y sostuvo los cabellos negros del Alfa, una sonrisa en su
sonrojado rostro, tan lleno de satisfacción y placer. El Alfa aprovechó de
llenar sus dedos con el líquido presiminal de Jimin, luego los guió a su
rosada entrada y los metió. Jimin soltó un gemido más alto, mirando al Alfa
chuparlo mientras lo penetraba con sus dedos.
Fue una función doble, deleitante y perfecta. Hacía demasiado calor, Jimin
no pudo con la debilidad de sus piernas, así que las abrió, tan estiradas
que su miembro quedó perfecto dentro de la boca del Alfa. Jungkook
encorvo su dedo, tocando la próstata de Jimin. El Omega lloriqueó con su
frente sudorosa y el semen disparando hacia la mejilla de Jungkook.
Lo segundo que se escuchó fue la profunda risa del Alfa.
—Tan hermoso, delicioso y adorable.
Jimin lo miró avergonzado.
—Que vergonzoso... Sólo, ven y entra —pidió.
Jungkook volvió a reír y se lamió sus labios aceptando sin problema. Se
quitó el resto de la ropa y jaló las piernas de Jimin para dejarlo de espaldas,
el Omega sonrió, elevando sus pompas y apretando la sábana.
Jungkook se agachó para besar sus glúteos, uno por uno, para después
abrir su entrada y meter su lengua dentro del agujero de Jimin.
—¡J-jung...kook! —jadeó el más bajo, enterrando su cabeza en el colchón.
Jungkook dio embestidas con su lengua, lo mordió, lo chupó y dejó
palmadas fuertes en su piel. Jimin abrió su boca buscando aire, empujando
inconscientemente sus caderas hacia atrás. El Alfa comprendió su
necesidad enseguida, sacó su lengua, preparó su miembro y lo alineó
contra la entrada de Jimin. En cuestión de segundos, Jungkook estaba
follando al Omega, duro y salvaje, formando un chapoteo con sus pieles y
un vaivén en sus caderas.
El Omega giró su rostro para verlo, Jungkook se inclinó para tomar su
mejilla y besarlo, gimiendo en la boca del otro, suspirando de placer y
acelerando más sus movimientos. Cuando el orgasmo llegó, ambos se
corrieron gimiendo el nombre del contrario, tiras de semen fueron soltadas
en los glúteos del Omega. Jimin se giró, agotado, abrazando al Alfa para
sentir su calor.
Jungkook se dejó por el Omega, descansando sobre su cuerpo.
—Me encantas, Jimin. Me encantas jodidamente mal. —le confesó el Alfa.
Y Jimin no pudo sentirse más feliz, se hizo bolita debajo del Alfa mientras
sus cuerpos regresaban a la normalidad.
(♡)
A la mañana siguiente, Jungkook despertó gracias a los toques en la
puerta. A su lado tenía a Jimin enrrollado como un pequeño koala, mientras
lo abrazaba desde el abdomen y descansaba su cabeza en el hombro del
Alfa. Sus cuerpos desnudos estaban tibios, la vela se había apagado y sólo
quedaba sus cosas regadas a un lado del colchón.
La puerta volvió a sonar.
—Jefé, los chicos han llegado. —le anunció Mingyu—. Estaremos
desayunando afuera. Dese prisa.
El Alfa suspiró y se incorporó para quitar las sábanas de su cuerpo, miró al
Omega somnoliento, buscando su cuerpo para abrazarlo. Jungkook sonrió
y le dejó un beso en la frente.
—Es hora de levantarse, ángel.
Jimin abultó sus labios y abrió sus ojitos con sueño. Miró al Alfa musculoso
a su lado, mirándole fijamente.
—Hola. —musitó.
—Hola, cariño.
Jimin se sentó para abrazar los hombros del Alfa.
—¿Hay que salir? Quiero seguir durmiendo.
—Mis amigos ya están aquí, ¿no quieres ver a Taehyung?
—Sí quiero.
—Entonces vamos, hay que comer.
El Omega se quejó porque quería seguir durmiendo, pero Jungkook lo
levantó y lo llevó al baño para darse una ducha juntos. Jimin no sintió
vergüenza y mucho menos asco, sólo quería hacer este tipo de cosas con
él Alfa, no pedía nada más. Era como estar con su primer amor.
Y efectivamente lo sentía así.
Jungkook era su primer amor.
Al acabar la ducha, ambos se vistieron, Jungkook metió su arma detrás
como siempre mientras que Jimin se colocaba unos tenis, un mono y un
suéter verde limón. Se veía tan adorable que Jungkook no evitó abrazarlo y
besarlo.
Tras salir de la habitación, la Omega japonesa los miró a ambos para
después hacer una pequeña reverencia. Sin embargo, sus ojos no se
alejaron del Jimin, y seguidas veces los pasaba al Alfa.
—Por favor, vengan conmigo. El desayuno esta servido. —les avisó.
Jimin tomó la mano de Jungkook y lo guió hacia el jardín del templo donde
estaba una capilla con una mesa de madera y cojines en el suelo. Estaban
5 chicos hablando y riendo, Jimin identificó a los primeros 3 pero los otros
eran desconocidos para él.
Mingyu estaba alejado con su mano detrás de su espalda. Jimin lo miró por
un momento, notando su rostro pensativo.
Al llegar a la capilla, los chicos hicieron silencio para mirar a la pareja.
—¡Jimin, mi melocotón, te extrañé! —el primero en levantarse fue
Taehyung, abalanzándose hacia Jimin para apretarlo—. ¿Cómo has
estado? Oí lo de tu conejito.
—Hola Tae, sí, fue muy triste.
—¿Y qué hicieron?
—Jungkook mató a la culpable. —dijo sin más.
Taehyung tosió y miró al Alfa a su lado.
—¿Por qué no me sorprende?
El Alfa rodó los ojos y llevó a Jimin hacia uno de los cojines para tomar
asiento. Habían dos chicos al frente, uno azabache y otro peli blanco.
—Jimin, te presento a Seokjin y Hoseok. —Jungkook le señaló a los
invitados—. Ellos trabajaban como hacker y contrabando, Hoseok también
es francotirador.
El Omega formó una "o" con sus abultados labios.
Seokjin extendió su mano hacia el Omega.
—Un placer, me han hablado mucho de ti, dicen que eres el culpable de
que Jungkook se haya vuelto una masa blanda.
Jimin rio bajito.
—Supongo que sí.
—Dime Hob, un placer. —esta vez habló el de cabellos blancos.
Taehyung regresó a su asiento con Yoongi, Namjoon abrió el jugo y
comenzaron a comer. Pero Jimin no dejaba de ver a Mingyu en una
esquina.
—Señor Jeon. —le susurró al Alfa.
—Dime.
—¿Por qué su guardaespaldas no come con nosotros?
Jungkook observó al castaño.
—Mingyu suele comer solo, se mantiene alejado para vigilar la zona.
—¿Y por qué no lo invita?
—Porque me dirá que no, él es un alma solitaria, le gusta hacer las cosas
solo.
Jimin se sentía triste por el guardia, se veía distante y excluido. No le
gustaba ese sentimiento.
Sin importar nada, se levantó del cojín y tomó una taza de arroz y dos
onigiri. Se alejó de la capilla y se acercó a Mingyu para entregarle los
aperitivos.
—¿Te molesta si como contigo? —le preguntó.
Mingyu tragó saliva, sus ojos viajaron a su Jefe, el cual veía la escena con
el ceño levemente fruncido.
—Lo siento, Jimin, pero prefiero hacerlo solo.
—No digas tonterías, Jungkook no te dirá nada, si lo hace, le quitaré el
habla por una semana. —le aseguró—. Come conmigo.
El guardia dudó, pero su estómago rugía de hambre, Jimin sonrió y le
entregó un onigiri. Mingyu suspiró rendido y lo aceptó.
—Cuidado le disparas, eh. —bromeó Taehyung al lado de Jungkook.
—No digas estupideces, son sólo amigos.
—Pero te ves celoso.
—Claro que no. Yo soy su Alfa, su hombre. Mingyu sólo... le hace
compañía.
—Sí, claro. —Taehyung rio viendo el rostro enojado del Alfa.
Jeon volvió a rodar los ojos y metió un gran bocado de arroz en su boca.
¿Celoso? Pff, claro que no.
Tras acabar el desayuno, todos tomaron su mochila para dar camino
cuesta arriba. Tenían que subir la montaña para llegar al templo. Jimin se
colocó su bolso y metió algunas galletas de la suerte con un termo de agua.
Sin embargo, la Omega japonesa se le acercó lentamente, Jimin la miró un
poco intrigado.
Llevaba todo el día observandolo.
—¿Necesita algo, señora? —le preguntó, amable.
—Ten cuidado, joven. —murmuró. Jimin ladeó su cabeza, confundido.
—¿Por qué?
—Estás rodeado de personas malas... muy malas. Los Dioses del templo
han visto tu sufrimiento, saben tu dolor y te prometen paz y calma a tu lobo.
—el Omega alzó sus cejas con un escalofrío recorriendo su cuerpo—. Eres
muy joven, pero la luna te va a bendecir más adelante. Aquí. —su mano se
posó en el estómago del Omega—. Cuídate y libra a tu Alfa del camino de
la oscuridad, él también tiene dolor y sufrimiento en su interior. Ayúdalo a
liberarse de las cadenas de su corazón.
Jimin quedó petrificado con sus palabras, sentía un ligero nudo en la
garganta y sus uñas se clavaron en la palma de sus manos como un torpe
sustento del miedo. La mujer se alejó de su persona para regresar como si
nada a su labor. Jimin respiró hondo, pensando detenidamente sus
palabras.
¿Qué le intentaba decir? ¿Qué bendición era esa?
—Jimin, ya nos vamos. —el Alfa se le acercó de pronto, Jimin parpadeó
varias veces y lo miró.
—S-sí, claro.
—¿Estás bien?
—Ujum, estoy bien.
Jungkook entrecerró sus ojos notando cierto comportamiento inusual en el
Omega. Pero como iban apurados, no quiso perder el tiempo en averiguar
qué era, en su lugar, tomó la mano de Jimin y caminaron juntos hacia la
entrada de la posada para subir la montaña hacia el templo.
(♡)
—¡Muero de sed! —Taehyung se quejó por milésima vez en el día mientras
subían los escalones—. Yoon, ¿tienes agua?
El Omega de cabello ceniza, negó.
—Te dije que bebieras antes de salir, Taehyung.
—Lo olvidé.
Jimin notó a Taehyung quejarse, así abrió su mochila y sacó su termo para
entregárselo al castaño.
—Tae, bebe un poco, aún está fría.
Taehyung sonrió de oreja a oreja y bebió del termo de Jimin.
—¡Gracias, Jiminie! Me has salvado de morir deshidratado.
Jimin sonrió y regresó con Jungkook.
Subieron 10 escalones más, hasta que por fin llegaron al templo Kaneiji.
Tenía estatuas a los lados y era igual que un pequeño santuario. Habían
dos lobos en la entrada, custodiando. Jungkook se colocó frente a ellos,
provocando que ambos lobos se pusieran en guardia.
Pero el Alfa hizo una reverencia.
—Soy Jeon Jungkook, líder sucesor de los Yakuza. He venido por la gema
de mi familia.
Los lobos se miraron mutuamente y olfatearon al Alfa. Jungkook se
mantuvo quieto e indiferente para no mostrar un mal temperamento y los
lobos quieran atacarlos después. Pasado unos minutos, uno de ellos se
alejó, dándole el paso.
Jungkook le hizo señas a los demás para entrar al templo.
—No ha cambiado nada. —murmuró Taehyung.
—Sigue igual de horrible, deberían pintar al menos las paredes. —comentó
Yoongi.
—Los Dioses van a castigarte por hablar mal de su hogar. —insinuó
Hoseok.
Jimin se acercó al Alfa para mirar el cofre que estaba sobre una base de
roca. Jungkook lo tomó con cuidado y metió la llave que tenía en su
pantalón para poder abrir el cofre. Adentro había una pequeña gema azul,
tan preciosa y brillante. Jungkook la levantó y observó a Jimin para mirar
sus ojos.
—El mismo color de tus ojos. Azul zafiro. —declaró.
Jimin sonrió.
—¿En serio son el color de mis ojos?
—Por supuesto, es como si alguien hubiera puesto diamantes en tus orbes.
Son igual de hermosos, tu lobo debe ser una bendición de la luna.
Jimin se sonrojó ante el hermoso cumplido que había recibido de Jungkook.
Se sentía gratificante y más que suficiente.
Namjoon se acercó a ambos para romper aquella atmósfera romántica.
—Jeon, ¿qué harás con ella?
El Alfa se giró hacia los demás.
—Mingyu, saca el martillo del maletín. —le pidió al castaño.
Este enseguida asintió y sacó un gran martillo para entregárselo al Alfa.
Jungkook dejó la gema en el suelo y tras apretar el martillo, golpeó el
zafiro, rompiéndolo en muchos trozos.
—¡¿Pero que has hecho?! —exclamó Taehyung— Ese zafiro valía
muchísimo.
—Jeon. ¿Qué hiciste? Se supone que se lo darías a Hong Jun.
Jungkook tomó un trozo de la gema e ignoró a sus amigos para acercarse
a Jimin y entregárselo.
—Ten, úsalo como collar, no la basura que te dio ese tipo.
Jimin estaba sorprendido.
—Jungkook, necesito una explicación de esto. ¿Por qué lo has roto?
—volvió a preguntar Namjoon.
—El Zafiro es una reliquia familiar, pero mi familia está muerta, no se la iba
a vender a un estafador como Park Hong Jun. Sus diamantes son falsos,
los ejemplares que tiene son una estafa, si le vendía el zafiro, él iba a
darme unas joyas que no valen nada. O peor, se quedaría con la gema y
me mataría. Aparte de traficar droga con joyas falsas, es un engaño a los
verdaderos caza fortunas. —explicó.
Todos se miraron completamente sorprendidos. Definitivamente Jungkook
tenía todo bajo control, y jodidamente calculado. Era impresionante su
inteligencia, lo ágil que era.
—A ver, a ver. —Seokjin habló—. Si has roto la gema, ¿entonces qué le
darás a ese hombre? Estoy seguro que querrá matarte después de esto.
Jungkook sonrió.
—No si lo hago yo primero. —tomó la mano de Jimin atrayendolo a su
cuerpo—. Pueden recoger los trozos que quieran y venderlo, no me
interesa. Ya no tiene valor para mí.
Dicho aquello, caminó junto a Jimin hacia la salida. Los chicos tomaron los
trozos y lo guardaron en sus mochilas, pero Namjoon no estaba de acuerdo
con esto. Su hermano se estaba tomando muy a la ligera este trabajo, y
más aún, a sus enemigos.
Ese Omega lo estaba ablandando demasiado, y tenía miedo de que su
hermano bajara la guardia por ese chiquillo.

✘ 20

Jimin miraba el collar de zafiro que había puesto alrededor de una cadenita
plateada. Era precioso, hipnotizante en todos los sentidos. Jungkook le
había regalado la gema y todavía no entendía la razón de esto, era una
reliquia de su familia ¿Por qué romperla y dársela? No terminaba de
entenderlo.
Pero tampoco le daba vueltas al asunto, estaba más que agradecido de
esto.
Los demás habían decidido ir por un poco de cerveza al centro, mientras
que Jimin permaneció afuera mientras apreciaba la montaña y la gran luna
sobre su cabeza. Sus ojos visualizaron de pronto a Taehyung salir de la
posada junto a Yoongi, ambos tenían sus manos juntas y caminaban con
tranquilidad al lado del otro.
Se besaron un momento antes de salir del lugar, Jimin se sintió celoso,
porque él también quería un amor así de bonito, una relación con alguien
que lo viera como el tesoro más grande de todos. Y Jungkook le trata casi
de ese modo, pero ninguno de los dos había dicho nada sobre su relación,
no sabía si Jungkook era de los que no ponían etiquetas, o simplemente no
quería crearle esperanzas al Omega.
Pero era ridículo, Jimin le había entregado parte de su cuerpo, aún
sabiendo todo lo que pasó, el Omega le dio la oportunidad al Alfa de estar
con él, de quererlo y tratarlo como un pequeño cristal. Y el Alfa lo hizo, pero
aún desconocía el tipo de relación que tenían... Jimin era su Omega, sí.
¿Pero Jungkook era su Alfa?
Refunfuñó molesto consigo mismo, quería dejar de pensar tanto en las
cosas que sucedían entre el Alfa y él, pero era inevitable. Necesitaba saber
lo que pasaba con ambos, necesitaba respuestas.
Se levantó del banquillo y caminó de vuelta a la posada para descansar,
estando en el pasillo, miró la sombra de Mingyu dirigirse a su habitación,
Jimin ladeó su cabeza un poco confundido y decidió seguirlo en silencio.
Asomó su cabeza por la puerta y observó al Alfa sentarse en el colchón
para abrir una cajita de medicina, levantó su camiseta, mostrando una gran
herida roja.
Jimin frunció sus cejas, sentía tanta pena con Mingyu, desde el desayuno
lo había notado muy raro, quería saber qué le pasaba. Se había dado
cuenta que Jungkook lo excluía de algunas cosas, y lo trataba mal en
ciertos casos, Jimin aborrecía esto. Mingyu había dado su vida muchas
veces por defenderlo. No era justo el trato que recibía.
Se armó de valor para ingresar a la habitación, el Alfa alzó su rostro en
cuanto percibió el aroma de Jimin.
—¿Qué estás haciendo aquí? —interpeló.
—¿Puedo ayudarte?
—No, si el Jefe te encuentra aquí, tendré problemas con él.
—Jungkook no te dirá nada.
El Alfa negó con su cabeza.
—Sus acciones lo harán, por favor, Jimin. No me causes problemas con él,
eres su Omega y no deberías estar aquí conmigo.
Jimin era terco, como un niño el que no hacía caso cuando le decían que
subirse a un lugar prohibido estaba mal. Se sentó frente a Mingyu,
ignorando olímpicamente sus palabras.
—Sólo voy a ayudarte. —murmuró.
Mingyu tragó saliva con el cuerpo totalmente rígido. Jimin tomó una gaza y
un poco de crema para cicatrizar. Esparció un poco en la herida de Mingyu
y fue colocando poco a poco y con cuidado, el Alfa arrugó sus cejas con el
pequeño dolor reflejado en sus orbes, pero fue calmando a medida que
Jimin lo curaba.
—Eso es todo, ¿ves que fácil fue? —dijo Jimin, sonriendo como tal
cachorro después de haber hecho algo que claramente no debía.
—Gracias, realmente eres un ángel.
El rubio se sonrojó.
—No hay de qué. Deberías darte un descanso, Mingyu. ¿No te cansas de
estar siempre alrededor del señor Jeon?
—El señor Jeon es mi mejor amigo, me ha cuidado desde muy joven y
estoy agradecido con él por su ayuda. Fue mi decisión ser su
guardaespaldas, no me canso de protegerlo, así como él me protegió a mí.
—confesó.
Jimin entrecerró un poco sus ojos.
—¿De qué te protegió?
El Alfa desvío su mirada hacia la vela encendida.
—De unos chicos que me molestaban en la escuela, me hacían bullying por
tener un padre padre criminal... Yo era el saco de boxeo de todos, si no
hubiese sido por el señor Jeon, me habrían matado a golpes.
El Omega quedó pensativo por unos momentos, su rostro no reflejaba más
que el dolor que Mingyu le transmitía por medio de su confesión. Y él se
sentía un cordero expuesto por alguna extraña razón.
Sin embargo, los pensamientos de Jimin se conectaron y sus ojos se
abrieron de par en par como dos enormes faroles azules en medio de la
noche.
—¡Tú eres M! —lo señaló—. La historia que contaste, dijiste que a M le
hacían bullying y J lo defendió.... M eres tú, Mingyu. Y J es Jungkook
¿Cierto?
El castaño quedó sorprendido ante lo rápido que Jimin había entendido la
referencia, pero se limitó a sólo sonreír y asentir.
—Sí, es cierto. La historia que te conté, era mi historia.
Jimin abultó sus labios.
—¿Entonces tú te enamoraste de un Omega y lo perdiste por culpa del
señor Jeon?
—No fue su culpa. El señor Jeon estaba enojado con este hombre por
muchos motivos, él simplemente se vengó, ninguno de los dos sabían que
se trataba del padre de mi ex pareja.
—Pero te dolió ¿No es así? Te dolió perderlo.
Mingyu suspiró bajando la mirada.
—Sí, como no te imaginas.
—¿Y no sabes dónde está ahora?
El Alfa volvió a asentir.
—Está estudiando literatura en la Universidad de Reino Unido.
—Guau. Me encanta la literatura, supe que me gustaba desde que empecé
a leer esos libros en la biblioteca.
Mingyu esbozó una sonrisa divertida.
—¿En serio? ¿Y no quieres estudiar, Jimin? Conocer a otros Omegas de tu
edad, un lugar diferente.
El Omega se mordió el labio jugando con el collar colgado en su cuello, lo
cierto es que sí lo quería. Si había pensado hace mucho tiempo, estudiar
en el extranjero, había sido un sueño tonto que había tenido, pero ahora su
perspectiva había cambiado, las ganas de conocer otros lugares seguían
intactas, pero su corazón le pertenecía a Jeon.
No quería dejarlo.
—Se oye bonito. —fue lo que se limitó a decir—. Es decir, ir a otro país y
estudiar lo que te gusta, pero ahora mismo mi responsabilidad es otra.
—¿Y cuál es esa responsabilidad? Sólo tienes 18.
—Quedarme con el señor Jeon, por supuesto. Él me salvó la vida, yo
quiero quedarme a su lado.
Mingyu no estaba seguro si eso era bueno, realmente le preocupaba la
estabilidad mental de Jimin, le preocupaba que en algún punto fuera a
sentirse insuficiente por su Jefe, estaba mal en todos los sentidos, pero
Mingyu no era quién para decir esto, él no quería meterse en algo que no le
correspondía.
Desde la puerta se escucharon unas pisadas que alarmó al castaño.
—Creo que deberías irte. —le dijo al Omega.
Jimin esta vez no se quejó.
—Espero que logres algún día hablar otra vez con tu Omega, Mingyu.
—murmuró, colocándose de pie—. Eres un gran Alfa.
El castaño no supo qué decir, miró al Omega salir de la habitación,
dejándolo con una ola amarga de sentimientos. Se dejó caer en el colchón
totalmente exhausto.
Un descanso, sólo eso necesitaba después de 14 años con el Alfa.
(♡)
Jimin ingresó a la habitación que compartía con el Alfa, Jungkook estaba
recostado de la pared con una bala en su mano, era de un color dorado
puro, casi igual al Oro. El Omega se quitó los zapatos y avanzó hacia él
para sentarse en sus piernas y caer su cabeza en su pecho.
Jungkook lo miró de reojo.
—¿Dónde estuviste? —preguntó.
—Ayudaba a Mingyu. —respondió con sinceridad—. Está lastimado y quise
darle una mano. ¿Te molesta?
Jungkook bufó.
—No, por supuesto que no. No soy alguien celoso.
Jimin rio bajito, aferrándose más al Alfa.
—Claro. Eres malo mintiendo.
—Te digo la verdad.
—Sí, sí.
El Alfa rodó los ojos y dejó la bala en el suelo, justo al lado de sus zapatos.
Abrazó el cuerpo de Jimin y se acostó mejor para tener únicamente su
cuerpo sobre el suyo.
—Ángel. —dijo el Alfa de repente, utilizando un tono apacible, casi
vergonzoso.
—¿Sí?
—Si tuvieras la oportunidad de irte a otro país, a estudiar o conocer
personas ¿Lo harías?
Jimin levantó su rostro hacia el pelinegro.
—¿Nos escuchaste?
—Sólo responde.
—Sí, lo haría. Pero sólo si tú vas conmigo.
—Jimin, no puedo estar cerca de ti siempre, ¿entiendes? En algún
momento tendrás que valerte por ti mismo, aprender a pelear, a defenderte.
—Entonces hazlo, enséñame a ser como tú.
Jungkook rio.
—No te voy a enseñar a ser como yo. Quiero que tengas valor y fuerza,
porque algún día yo no estaré a tu lado y tú tendrás que defenderte hasta
que yo llegue.
—Vale, hazlo. Enséñame, y luego nos vamos juntos a otro país, tenemos
cachorros, nos casamos y somos felices.
El Alfa soltó una gran carcajada que sonrojó al Omega. Jimin también rio
bajito, avergonzado de sus propias palabras.
—¿Ese es tu plan de vida?
—Sí, pero, sólo si tú quieres. Yo soy tu Omega, estar lejos de ti es algo que
mi lobo no desea, si me vas a dejar ir... Entonces hazlo pisandome los
talones.
Las palabras de Jimin sonaban como una melodía agradable a los oídos de
Jeon. La necesidad de tenerlo emergente en su vida se volvía cada vez
más una condena a su corazón. Y aún así, Jungkook se consideraba un
Judas delante de Jimin, porque él no quería dejarlo, pero la idea de
abandonarlo a la deriva le llegaba a la mente por cortos segundos. Pero su
lobo le gruñía a esa idea, porque ninguno de los dos quería eso.
Jimin notó el silencio de Jungkook, así que guió sus dedos a la mejilla del
contrario para acariciarle lentamente.
—¿Kook?
Kook, un apodo tan simple que hizo revolver su estómago con emoción.
Jungkook lo miró con un rostro apacible y amoroso.
—Yo soy tu Alfa. —sentenció—. Así que a dónde tú vayas, yo iré detrás
para protegerte. No importa si sabes pelear o no, yo siempre estaré ahí,
justo detrás de ti, o a tu lado. Cualquiera de las dos.
El Omega sonrió con suma felicidad de oírle decir que él era su Alfa. Asintió
seguidas veces, besando la mejilla del pelinegro.
Jungkook lo abrazó fuerte, girándose junto a Jimin para aplastarlo,
causando un estallido de risas en el menor.
(♡)
La madrugada se sentía tan fría como el invierno mismo, otoño estaba
iniciando en todo el continente, los árboles se movían y las flores caían
sobre el pasto verde. Todos en la posada dormían con suma tranquilidad.
Mingyu abrazaba una almohada en su habitación, dormitando con la boca
abierta. Taehyung y Yoongi dormían juntos, sus cuerpos tibios y desnudos,
después de una noche en pasión. Hoseok roncaba en su habitación, con
una de las almohadas sobre su estómago y las sábanas a la altura de su
cadera. Y Namjoon descansaba plácidamente en su cuarto, con el cuerpo
de Jin a su lado, manteniendo el calor.
Sin embargo, pese a que Jungkook dormía como una roca. Jimin no dejaba
de moverse con desespero, su respiración agitada le hacía sudar, su lobo
aullando y rasgando su pecho era doloroso. Su olor se volvió un perfume
aromatizando toda la habitación.
El Omega gimió bajito abriendo sus ojos, el azul zafiro de su collar brilló
junto a sus orbes. Jimin se colocó de pie, mareado y errático, como pudo,
abrió la puerta y salió de la habitación. El pasillo estaba oscuro y más aún
con la oscuridad de la noche. Su lobo seguía insistiendo en salir, lloraba del
dolor y las contracciones que en su cuerpo sentía. Jimin salió de la posada
recibiendo el fuerte viento de otoño. Sus piernas temblando no dejaban de
temblar, la luna llena brillaba tan fuerte en el cielo.
El rubio jadeó sin poder evitarlo, el calor se expandió por todo su cuerpo,
cayó al suelo de rodillas mientras su delgada anatomía se iba flaqueando,
transmutando a un pequeño lobo, el cual no dudó en aullar y correr hacia la
montaña.

✘ 21

Jungkook despertó a la mañana siguiente con el olor fuerte de Jimin


picándole la punta de la nariz, su lobo le hizo despertar con desespero,
buscando con la mirada a su Omega, pero encontrándose con
absolutamente nada.
Jimin no estaba.
El Alfa se levantó despavorido, frunciendo sus cejas ante ausencia del
rubio. Se colocó sus zapatos y su chaqueta, y salió de la habitación para
buscar al Omega. Sus compañeros recién despertaban entre bostezos y
rugidos de hambre. Jungkook se asomó en cada habitación, pero no estaba
su ángel.
—¿Sucede algo, Jefe? —Mingyu salió de la habitación totalmente
arreglado, notó el desespero en el Alfa en cuanto lo vio.
—¿Has visto a Jimin? —inquirió.
—No, señor. ¿No está con usted?
Jungkook maldijo.
—Si estuviera conmigo, no te habría preguntado por él. —espetó, enojado.
La tensión en su cuerpo le hacía estremecer cada uno de sus sentidos.
Perder a Jimin de vista se sentía igual que perder diez toneladas de oro en
altamar, o incluso peor. Nada se comparaba con la desesperación del
corazón en estas situaciones.
La Omega a cargo de la posada, se acercó al Alfa llamando su atención,
buscando de calmar su lobo interno y esa ola de feromonas tan amargas
como una flor marchita en proceso de destrucción.
—La luna llena clamó anoche a sus lobos más fieles. —empezó a decir—.
Tu Omega ha escapado desesperado, buscando refugio cerca de ella. —su
mano se alzó para señalar fuera de la ventana—. Ahí, a la montaña. Ha
huido al templo.
Jungkook tragó saliva y asintió.
—Muchas gracias, señora.
—Ve rápido, antes de que otro Alfa guardian lo encuentre.
Jungkook no esperó nada más y corrió fuera de la posada para buscar a
Jimin. Subió la montaña saltando las escaleras, tras llegar al templo, notó
que no estaban los lobos guardianes de la entrada, agradeció por esto.
Ingresó al templo mirando todo en silencio y el viento de otoño entrando por
las ventanas, apagando las velas y dejando una sensación de frío en el
ambiente.
—¿Jimin? —le llamó—. Soy yo, Jungkook.
Se acercó un poco hacia el lugar donde daban ofrendas, entonces miró una
bolita blanca echa una masita de espasmos. Jungkook frunció sus cejas y
ladeó la cabeza, un poco preocupado de su comportamiento.
—Nene. —susurró.
El Omega alzó sus orejitas y miró con sus azulados ojos a su Alfa.
Jungkook se agachó para intentar tocarlo. Pero Jimin de abalanzó hacia él
y empezó a lamer su mejilla, moviendo su colita peluda de un lado a otro
con desesperación.
—Hey, ya estoy aquí, tranquilo. —le acarició el lomo para calmarlo, pero
Jimin estaba muy errático, buscando desesperadamente los toques del
Alfa—. ¿Puedes volver a tu forma humana y decirme qué sucedió?
Jimin se restregó contra su pecho, llenando de feromonas dulces al mayor.
Poco a poco fue transmutando a su forma humana, quedando el cuerpo del
rubio desnudo sobre el Alfa. Jungkook pudo sentir más fuerte sus
feromonas, eran jodidamente potentes, un aroma que volvería loco a
cualquiera. Y eso parecía asustarlo.
Comprendía la razón, no debió ser para nada fácil entrar en celo y estar
rodeado de Alfas repugnantes.
Lo abrazó con cariño y consuelo, brindándole su protección, sin importar
qué.
—Todo está bien, pequeño. —le susurró cerca de su oído—. Ya estoy aquí,
no te preocupes.
Jimin le rodeó los hombros y lo miró con sus ojitos llorosos y la punta de su
nariz roja.
—Alfa, por favor, te necesito. Mi Alfa. —su voz salió en un hilito, tan
suplicante que por un momento colocó nervioso al Omega.
—Jimin, estamos en un templo sagrado, si hago esto aquí, los Dioses me
mandarán con zona vip al infierno.
Jimin sonrió, restándole importancia a sus palabras.
—Vayamos juntos. —dijo pequeñito, rozando su mejilla con el mayor—.
Ven, por favor, Alfa, por favor, ven...
Jungkook no quería, pero su lobo sí. Era una batalla de dos mentes
maestras intentando luchar por quién le hacía caso a quién. Era jodido y
estresante hasta cierto punto. Pero Jungkook no podía librarse de ese olor,
lo estaba matando, lo estaba volviendo loco.
Soltó un sonoro gemido y empujó con cuidado el cuerpo de Jimin en el
suelo, tomó los cojines para colocar uno debajo de la cadera de Jimin, y así
mantener su pelvis elevada. Jimin gimió, retorciéndose del dolor que su
lobo le hacía sentir. Sus ojos brillaban tanto, un azul tan fuerte y nubloso
que hipnotizó todos los sentidos cuerdos del Alfa. Jimin guió sus torpes
deditos al pantalón de Jeon para desabrocharlo, lamiendo sus labios con
antelación.
El Alfa rio.
—Espera, bebé. Ya te atiendo ¿Sí?
Jimin formó un puchero, quería tener a su Alfa rápido.
Jungkook bajó un poco sus pantalones a la altura de sus rodillas, le besó la
punta del miembro a su Omega, con el lubricante deslizándose por sus
glúteos, su olor puro mareando al mayor.
—A-alfa... —gimoteó el menor.
Jungkook se limitó a sonreír con la necesidad de Jimin volviéndolo un
lunático. Jaló sus piernas pálidas para dejarlas en su propia cadera, Jimin
lo abrazó con sus piernas mirándolo con deseo, tomó la cintura de Jimin
para empujarlo hacia él y así penetrarlo con fuerza. El rubio comenzó a
gemir más fuerte estirando sus brazos hacia atrás para sostenerse de los
cojines, sus ojos se volvieron tan azules como el cielo, provocado por el
mismo éxtasis que recorría todo su sistema nervioso. Jeon paseó su lengua
por su propio labio delgado, mirando el cuerpo sudoroso de Jimin.
Lo estaba follando en el templo, en un jodido templo sagrado.
Y no se arrepentía en lo más mínimo.
El rubio separó sus piernas gruñendo con el intenso dolor en su espalda,
sintiendo la extensión de Jungkook llegar hasta su estómago, sus
pequeñas manos se volvieron puños.
—¡A-alfa... Por todos los cielos! —Jimin gimoteó, mordiendo el labio de
Jungkook con fuerza, sacándole un gruñido al pelinegro.
—Ven aquí, nene. —jadeó Jungkook, estirando los brazos de Jimin hacia
adelante. Se sentó en el suelo, dejando al menor sobre sus piernas.
El Omega inició un rebote devastador, lloriqueando y jadeando con fuerza,
desgarrando su garganta con el nombre del Alfa. Jungkook apretó su
cadera y se impulsó hacia adelante, sus ojos cambiaron a un amarillo
intenso, sus garras salieron y sus colmillos hicieron acto de presencia. Sin
embargo, el control de su lobo le permitió mantenerse estable antes de
hacer algo que fuese a dañar a Jimin. El Omega gritó cuando su orgasmo
llegó, pero el nudo que se formó en el Alfa también causó una sensación de
dolor en su interior. Jimin lo abrazó como si necesitara de su calor para
calmarse, y el Alfa, por supuesto que lo aceptó. El nudo se mantuvo ahí por
un largo rato.
—Mi bebé. —susurró el Alfa en el oído del Omega—. Todo mío.
Jimin sonrió, cansado y abatido.
—Te quiero.
Jungkook se limitó a besarle y acariciar su espalda baja hasta que el nudo
bajo y el Alfa pudo salir de su cuerpo, escurriendo tiras largas de semen
por sus muslos.
Cayeron en el suelo, acomodando los cojines para no lastimar sus
cabezas, Jimin se abrazó del Alfa como un koala, dándole besitos en su
pecho y riendo como un chiquillo inocente.
—¿Te sientes mejor, bebé? —interpeló el Alfa.
Jimin asintió.
—Sí, un poquito.
—¿Un poquito? —le miró dudoso—. ¿Quieres que vayamos a otro lugar?
Más cómodo y con mucha comida, porque estoy seguro que tendrás
hambre después de esto.
El Omega abultó sus labios y volvió a asentir, Jungkook sonrió y besó su
frente. No obstante, su celular comenzó a sonar en el bolsillo del pantalón,
Jungkook lo sacó con algo de torpeza para después atenderlo.
—Dime. —habló serio.
—Jefe, ¿está todo en orden?
—Sí. —sus ojos viajaron al Omega que le miraba con intriga—. Estaré
ausente unos días, Mingyu. Dile a los demás que los veo en Corea, y llama
a Jackson, lo necesitaré a él y sus entrenamientos de defensa personal.
—Oh, vale. Ya mismo lo llamaré, entonces regresaré a la mansión antes,
señor.
—De acuerdo, puedes aprovechar mi ausencia para descansar, pero tus
ojos mantenlos bien abiertos, que no se te escape nada ni nadie, Kim.
—Sí, Jefe. Lo haré.
Dicho aquello, el Alfa cortó la llamada. Jimin se incorporó sólo un poco para
mirarlo con emoción en sus ojos.
—¿Defensa personal?
—Dijiste que querías aprender a defenderte. Jackson es uno de los
mejores entrenadores.
El Omega sonrió.
—Está bien, suena interesante.
Jungkook acarició su mejilla antes de besarlo.
—Vámonos de aquí, ángel. Nos espera unos buenos días.
Jimin tiñó sus mejillas de rojo y asintió lentamente mordiendo su labio. El
Alfa se colocó de pie para vestirse, dejándole su chaqueta a Jimin para
cubrir su cuerpo. En cuanto estuvieron listos, escaparon del templo como
dos veteranos fugitivos.
(♡)
Después de recoger sus cosas en la posada y agradecerle a la Omega por
su hospitalidad, Jungkook tomó un taxi y se dirigió a la ciudad de Tokyo
donde reservó una habitación de hotel por dos días seguidos con vista a
toda la ciudad. Jimin se sentía como dueño del mundo, era un sentimiento
gratificante que no abandonaba su pecho.
Jamás había amado tanto pasar su celo con alguien, pero con Jungkook
todo parecía una poesía citada por Shakespeare.
—Alfa, ¿todo esto es para nosotros? —cuestionó el menor cuando entraron
a la habitación. Era enorme, con un gran ventanal hacia las calles de
Tokyo, un baño transparente y una cama matrimonial.
Jungkook rodeó su cadera.
—Sí, nene. ¿Te gusta?
—Tiene una vista preciosa.
—No tan preciosa como tu voz cuando gime mi nombre. —murmuró
coqueto.
Jimin entrecerró sus ojos y se giró hacia el Alfa con una sonrisita.
—¿En serio le gusta tanto oírme gemir?
—Es un canto divino a mis oídos.
El Omega se colocó de puntillas y se acercó al oído de Jungkook para
gemir bajito en él. El Alfa mordió su labio y apretó la cintura de Jimin,
envuelto en su voz y su descaro.
—Jimin. —le advirtió, estaba jugando con su autocontrol.
El Omega se alejó riendo y lo empujó hacia la cama, el Alfa cayó sentado,
observando con deleite al rubio.
—Jimin va a ponerse de rodillas y le va a hacer decir su nombre también.
Santo cielo. El Alfa gruñó cuando el Omega se arrodilló frente a su
entrepierna. Lo observó en silencio, viendo como le quitaba el botón y
bajaba el cierre de sus pantalones, sus pequeñas manos sostuvieron la
base de su miembro y su pequeña boquita se abrió, sacando su larga
lengua rosada y lamiendo la punta goteante de su miembro.
Jungkook no dijo nada, no habían palabras, sólo placer y deseo en cada
uno de los movimientos de su Omega.

(♡)
Ihhh, ya falta poquito para que Jeon Empire termine :( la verdad es
que esta versión quise hacerla más romántica y menos "sangrienta"
así qué, eso, posiblemente termine con un final bonito (っ˘з(˘⌣˘ )

✘ 22

La espalda de Jimin fue acariciada con delicadeza por las grandes manos
de Jungkook, ambos se miraban con una pequeña sonrisa mientras el
Omega yacía boca abajo, y el Alfa recostado de una almohada,
deleitándose con su cuerpo desnudo. Habían pasado los días juntos,
besándose y abrazándose, uniendo más que sus cuerpos.
Jimin se sentía en una nube de ensueño, jamás había estado tan
enamorado en su vida, y tener a alguien como Jungkook a su lado,
cuidándolo y siendo el Alfa tan protector y amoroso, era como recibir una
bendición de la luna. Se sentía más que amado, más que recibido y
complacido.
Hoy era el último día de celo del Omega, su cuerpo estaba débil debido a
todas estas noches, pero no se arrepentía de absolutamente nada.
Jungkook se inclinó a su rostro para depositar un beso en su frente.
—Voy a fumar afuera, descansa un poco.
—Vale.
El Alfa se levantó desnudo y caminó tal cual hasta el balcón, estaban en la
parte más alta del edificio, dudaba que alguien lo mirara. Encendió un
cigarro y comenzó a fumar con la visión puesta en la ciudad brillante de
Tokyo. Jimin le observó en silencio, apreciando el contorno de las piernas
del Alfa, su trasero expuesto y su ancha espalda rasguñada, sin mencionar
los tatuajes de su pierna, brazos y pecho. Era perfecto, Jimin estaba más
que enamorado de un físico que, sin importar cuántas heridas tenga
adornando, seguía viéndose perfecto ante sus ojos. Porque no habrá daño
que cege la belleza en el cuerpo de su Alfa, así como tampoco en el suyo.
Ambos estaban lastimados, pero en los ojos del contrario, se veían
maravillosos.
El Omega se levantó con un ligero sonrojo en las mejillas y caminó hasta
su Alfa para abrazar su pecho. Jungkook bajó la mirada, notando la
cabellera rubia de Jimin hacerle cosquillas el pecho.
—¿Sucede algo, amor? —le preguntó con cariño.
Jimin frunció sus labios y observó al pelinegro con sus ojitos brillando.
—¿Puedo saber qué sientes por mí? —preguntó de la nada. No tenía en
sus planes preguntar algo así, menos ahora. Pero su lobo le hizo decir lo
primero que pensó.
Jungkook soltó el humo hacia un lado y acarició la mejilla del Omega,
apartando en el camino algunos mechones rubios de su frente.
—¿Qué siento por ti? —repitió—. Siento muchas cosas, Park. Desde amor,
hasta deseo. Eres como una luz de esperanza en mi vida, un campo de
flores exóticas que me llenan de gratitud cada vez que las veo. Eres un
libro en blanco que poco a poco fue siendo escrito por un adolescente de
dieciocho años. Eres todo lo que nunca pensé buscar, y aún así encontré.
Los ojitos de Jimin estaban brillando ante las lágrimas que amenazaban por
salir. Escondió su rostro en el cuello del Alfa, aspirando su aroma tan
embriagante.
—Es lo más lindo que me has dicho. —musitó.
—Eso no es cierto, te he dicho cosas lindas.
—Pero esta es la mejor.
El Alfa depósito un beso en su nariz, Jimin frunció su naricita cuando
olfateó el humo de su boca.
—¿Y tú? ¿Qué sientes tú por mí? —decidió preguntar esta vez él.
Jimin estaba listo para esta conversación, se había guardado por mucho
tiempo lo que sentía, así que no tenía miedo de hacerlo.
—Estoy enamorado. —sonrió— Es todo lo que puedo decirte, y me gustas
mucho. Así que quiero quedarme contigo siempre, porque mi lobo
pertenece contigo, sólo espero que el tuyo también pertenezca conmigo.
Jungkook dejó caer la colilla del cigarro en el suelo y acunó las mejillas de
Jimin para besarlo en los labios. El rubio gimió ante la impresión, pero se
aferró con sus pequeñas manos de los hombros del Alfa, permitiéndole
tomarlo como tanto quería.
—Yo también estoy enamorado de ti, Jimin. Y lo único que quiero para ti, es
una vida libre de todo lo que pueda hacerte daño. No merecías estar en
peligro de nuevo, fue mi error sacarte de un lugar y llevarte a otro. Debí
dejarte libre, pero mi corazón egoísta no me dejó hacerlo, no quería dejarte
solo.
Jimin negó con su cabeza.
—Agradezco que lo hicieras, estoy bien gracias a ti, te debo mi libertad.
—Aún no eres del todo libre. Lo estuve pensando demasiado, durante
todos estos días me lo cuestioné y hace unos días cuando te escuché
hablar con Mingyu en su habitación, supe que la decisión que debía de
tomar era esta.
Jimin ladeó su cabeza, completamente confundido con las palabras de
Jeon.
—¿De qué hablas? No te entiendo nada.
—Voy a entregarlo todo.
—¿Qué?
—Mi ambición de tener el mundo en mis manos se volvió una maldición con
el tiempo. Todo lo que he construido hasta ahora siempre fue calculado y
planeado, sin embargo, lo nuestro fue tan inesperado que me dejó cuesta
abajo con todas mis armaduras. Tú eras lo que necesitaba para darme
cuenta que no importa cuánto dinero tenga, ni cuánto poder abunda en mis
manos. Lo único que necesitaba mi lobo eras tú, un Omega.
Las palabras sinceras del Alfa fueron dagas en el pecho del Omega. Sus
labios no sabían si sonreír o pucherear, estaba en conflicto, y hacia frío.
Jungkook le rodeó la cadera.
—Quiero entregarte mi vida, pero necesito dejar algunas cosas que me
tienen atado a mi pasado.
—¿Y cuáles son esas cosas?
—La mafia. —confesó—. Ya tengo lo que quiero, ya he hecho demasiadas
cosas durante toda mi vida. Sólo te necesito a ti, lo demás no me importa.
No me importa las joyas, las personas que quieren enfrentarme cada día,
sólo tú, Jimin.
El Omega sonrió y abrazó al Alfa con fuerza, sus pies se alzaron para
poder llegar al rostro de Jungkook y besarlo.
—¿En serio dejarás todo por mí?
—Sólo me voy a retirar, no necesito trabajar para ninguna asociación. Ya
no quiero hacerlo.
—Kook, eso es increíble. ¿Pero qué pasará con tus amigos?
—Ellos trabajan por su cuenta, no te preocupes.
—Bueno, señor Jeon. Debido a que se va a retirar, supongo que yo
quedaré al mando.
Jungkook rio divertido.
—Tú te vienes conmigo, Park. —lo jaló hacia su cuerpo y lo cargó estilo
princesa para guiarlo hasta la cama.
—Eso no es justo.
—Lo es, sigo siendo un mafioso, sólo que independiente. Y tú mi Omega,
debes cubrirme la espalda, no hacerte parte del mismo juego.
Jimin rodó los ojos ante el ego de su Alfa. Jungkook comenzó a besar su
cuello lentamente, entrelazando sus manos con las del Omega sobre su
cabeza.
El rubio cerró sus ojos con una sonrisa adornando su rostro, ladeó su
cabeza y apretó las manos del Alfa. Jungkook sacó sus colmillos y ante las
piernas abiertas de Jimin, lo penetró con lentitud mientras clavaba sus
dientes en su cuello. Jimin gimió por el dolor haciéndose presente, su
cuerpo se arqueó y su voz musitó el nombre de Jungkook en un hilito
devastador. El Alfa sonrió cuando su lobo aulló dentro de él. Lamió la
herida y después atrapó sus labios entre los suyos.
—Ahora nadie podrá tomarte jamás, porque eres mío. —le susurró.
Jimin asintió, abrazando los hombros del Alfa.
—Soy tuyo, Jungkook. Desde el primer momento en que llegaste a mi vida.
El Alfa le acarició las mejillas y siguió besándolo, moviéndose con
delicadeza y precisión sobre su cuerpo, haciéndolo gemir, jadear, pedir
más.
Sus lobos al fin se correspondían, se encontraban y se tomaban como
suyos.

✘ 23

La Jeep privada del Alfa se estacionó frente a su mansión ese miércoles


por la tarde. Jimin salió del vehículo junto a Jeon para caminar hacia la
casa, ambos parecían salir de una luna de miel, estaban tan acaramelados
y derrochaban tanta ternura, que cualquiera pensaría que se casaron en
secreto en Japón.
Al entrar a la mansión, Mingyu los recibió con una reverencia, pero no pasó
por alto la gran marca que Jimin tenía en su cuello. Entonces comprendió la
situación, una pequeña sonrisa se visualizó en su rostro, pero intentó
disimularlo lo más que podía.
—Jefe, estábamos esperando por usted.
—¿Estábamos? —interpeló Jungkook.
Fue entonces que escuchó la voz de Taehyung en el jardín trasero.
Jungkook avanzó junto a Jimin hacia la piscina, donde Taehyung, Yoongi,
Hoseok y Seokjin, tomaban un baño. El Alfa se cruzó de brazos, mirándolos
a todos con el ceño fruncido.
—¿Se puede saber qué están haciendo?
El primero en girar su rostro fue Taehyung, mirando a Jeon en la entrada.
—¡Hola! Creímos que llegarían más tarde así que decidimos cuidar tu gran
mansión, no te preocupes, no tocamos nada.
—¿Cuidarla o usarla?
—Agradece que fuimos nosotros y no otros. —farfulló Yoongi, bebiendo
una Sprite junto a Hoseok.
Jungkook rodó los ojos con fastidio. Namjoon se acercó a él con el rostro
un poco preocupado.
—¿Podemos hablar en tu oficina? —pidió.
—Sí. —aceptó.
Jimin lo vio alejarse de su lado para ir con Namjoon hacia la mansión.
Suspiró profundamente, mirando a los demás disfrutar del día soleado.
—¿Todo bien, Jimin? —le preguntó Mingyu llegando a su lado.
El Omega sonrió cuando lo vio.
—Sí, estoy bien. ¿Y tú? ¿Tu herida se encuentra mejor?
—Algo así, estuve practicando tenis mientras el Jefe no estaba.
—Uh, deberías enseñarme algún día.
—Probablemente lo haga. —el Omega rio, regresando su mirada al frente,
pero Mingyu habló, llamando su atención nuevamente—. He visto la marca
en tu cuello, supongo que ahora le perteneces a Jungkook.
—Yo no diría pertenecer, pero sí. —sonrió—. Estamos juntos, bueno, lo
estábamos antes, pero ahora es más formal.
Mingyu miró al Omega fijamente, Jimin se sintió curioso de ver esa mirada
en el Alfa.
—Me siento feliz por ti y Jungkook —declaró—, de verdad espero ver que
el Jefe haya formado una familia contigo, anteriormente no le tenía fe a lo
tuyo con él, pero después ví las cosas que Jungkook hacía por ti, y el como
tú lo buscabas a él. Entonces comprendí que no era sólo una atracción,
ambos de verdad se estaban queriendo.
Jimin tragó saliva con el corazón apretado en su pecho, le daba grata
felicidad ver que otras personas se habían dado cuenta de lo que ellos
tenían, porque sólo significaba la importancia que se demostraban el uno al
otro, y el sentimiento real en sus corazones y miradas. Eso era más que
suficiente para el Omega.
—Aprecio tus palabras, Mingyu. —Jimin tomó la mano del castaño entre la
suya— Yo también espero que Jungkook me permita ser quien le dé una
familia.
—Creeme, estoy seguro que si lo quiere. —ambos sonrieron al mismo
tiempo.
Por otro lado, Jungkook ingresaba a su oficina con Namjoon, el moreno
tomó asiento en una silla mientras su hermano le servía un poco de vino. El
ambiente era algo tenso, para no decir demasiado. Jungkook sabía que su
hermano le diría algo con respecto a Jimin o su viaje, lo conocía
perfectamente.
El moreno no tocó la copa, Jungkook decidió hablar primero.
—¿Hay algo que quieras decirme, Kim?
—Sabes que no estoy para nada de acuerdo con esto, Jungkook. —declaró
sincero— Cuando llevaste a Jimin al hotel en Tokyo la primera vez, pensé
que sólo se trataba de un Omega indefenso siendo víctima de un tipo
peligroso. No imaginé que fueses a quedarte con él, traerlo a tu casa y
hacerlo tu Omega. ¿En qué estabas pensando?
—En mí. —respondió casi al instante—. Estaba pensando en mí, Namjoon.
Tú no lo entiendes porque aún sigues escondiendo lo tuyo con Seokjin,
pero eso no significa que yo haré lo mismo con Jimin. Él me gusta ¿Vale? Y
siento la necesidad en mi cuerpo de ser alguien mejor para él.
—Estás confundido, Jeon. Todo esto es sólo una atracción de
adolescentes.
—Estoy enamorado. —le confesó, su rostro estaba serio ya que hablaba
con la verdad—. Amo a Jimin, ¿es difícil para ti aceptarlo? Sabes toda la
mierda que viví cuando era un cachorro, mi padre me trataba como un saco
de boxeo, mi madre sufría sus abusos y nadie hacía nada. Estaba solo la
mayor parte del tiempo, ví morir a mis padres, sufrí golpes de los hombres
de mi papá ¡Abusaron de mí sexualmente, Namjoon! —el moreno bajó la
mirada con su mandíbula tensada—. Fue tan difícil para mí ser lo que soy
ahora, porque todo lo hice solo, no tuve a nadie que me rescatara del pozo
donde estaba, no tuve a nadie que me abrazara cuando tenía pesadillas en
las noches, no tuve a nadie que me dijera "todo va a estar bien" "yo estoy
aquí" "no estás solo". No tuve jamás el cariño de una Omega, no tuve una
figura materna. Y con Jimin... Con Jimin siento que tengo todo eso, él me
ama y se preocupa por mí, yo hago lo mismo por él.
Su hermano permaneció en silencio con un sentimiento amargo en su
boca. El nudo de su garganta se hizo más grande, ya que los pensamientos
de su cabeza le hacían ver la realidad de su hermano y lo que sentía en el
fondo.
Jungkook prosiguió.
—He decidido retirarme. Y no por Jimin, si eso crees. Simplemente ya me
aburrí, me aburrí de tener que matar a las personas, me aburrí de todo
esto, de los estafadores, de las drogas que importamos, de tener un arma
en mi pantalón todos los días. Quiero casarme, vivir lejos de
guardaespaldas, civilización y mafias. Quiero tener cachorros, Namjoon,
quiero ser padre y estar con Jimin.
El moreno alzó su mirada hacia el pelinegro.
—¿Estás seguro que eso quieres? ¿Estás seguro dejar todo este imperio
sólo por un Omega?
Jungkook se encogió de hombros.
—¿De qué me sirve tener un reino si no soy feliz en él? He tomado mi
decisión, le enseñaré a Jimin a defenderse, lo prepararé para el futuro,
porque sé que no voy a estar ahí, porque no siempre podré volarle la
cabeza a alguien en público. Jimin necesita saber afrontar la vida, tener voz
y fuerzas. Y quiero ser yo quien le enseñe todo eso, sólo así estaré seguro
de que he tomado la decisión correcta y ambos estaremos listos para llevar
una vida normal. Sólo necesito tu apoyo como mi hermano mayor, no tu
aprobación.
El moreno lamió sus labios y tomó la copa para darle un largo sorbo,
necesitaba procesar cada palabra del pelinegro, porque nada de esto era
fácil para él. Ninguno de los dos había tenido una vida normal, jamás. Sería
complicado, pero Jungkook siempre fue un hombre precavido, y aunque la
idea le preocupaba, él confiaba en los instintos de su hermano.
—Bien, te apoyo. —aceptó por fin—. Pero hazme saber cuándo quieras
regresar. Le dejaré tu carta de renuncia a la asociación de Singapur. Estoy
seguro que muchos de tus enemigos cantarán victoria porque creerán que
te han "derrotado".
El Alfa bufó rodando los ojos.
—Que crean lo que quieran. Nadie jamás conseguirá lo que conseguí yo.
—Tienes el ego muy alto por lo visto.
Jungkook se encogió de hombros y sonrió en su dirección.
—Tú deberías regresar al hospital una vez que me vaya.
—¿Y quién va a atender los negocios ilícitos a tu nombre?
—Claro, el mayor tomando el puesto del menor. Debí verlo venir.
Namjoon formó una mueca y desvío la mirada, no quería admitirlo, estaba
triste de que su hermana se fuera, pero Jungkook tenía que seguir su
camino, tenía que descubrir nuevas cosas y ser feliz.
Y él iba a apoyarlo, aunque no estuviera de acuerdo en algunas de sus
descabelladas decisiones.
(♡)
Semanas más tarde, Jackson llegó de China especialmente para entrenar a
Jimin. Al principio el Omega pensó que todo era una broma de Jungkook,
pero cuando vio a ese gran chico rubio y musculoso, toda idea de que esto
era un chiste, se desvaneció en su cabeza.
Definitivamente no estaba bromeando.
Aún recordaba lo que ese Alfa le había dicho cuando se conocieron.
—Tus manos son tan suaves y pequeñas, ¿seguro que podrás pelear?
Y claro, Jimin tuvo que demostrarle que podía. Y aunque fracasó algunas
veces, Jungkook lo compensó dándole besos a espaldas de Jackson.
Jimin había aprendido defensa personal, pero sólo necesitaba una cosa
más.
Y eso era algo que sólo Jungkook podía enseñarle.
—Quiero que me enseñes a disparar. —fue lo que le dijo a su novio cuando
estaban en el jardín trasero acomodando los sacos de pelear.
Jungkook soltó una carcajada y miró a su Omega, estaba sin camisa,
sudado y el cabello negro húmedo en su frente. Jimin tuvo que morderse la
lengua para no decir lo bien que se veía sudando de esa manera.
—Ni de coña, Park. —farfulló
Jimin frunció sus cejas y lo siguió para tomar su brazo.
—Vamos, por favor. Seré cuidadoso, lo haré bien.
—Es muy peligroso. Y dudo que necesitemos un arma si vamos a vivir una
vida "normal".
Pero Jimin no se dio por vencido.
—Vale, hagamos un trato. —ofreció—. Tú me enseñas a disparar aunque
sea sólo una vez, y yo te hago el desayuno todas las mañanas.
Jungkook se cruzó de brazos flexionando sus músculos.
—Con un traje de mesera.
—Eso es... raro.
—¿Aceptas o no?
Jimin refunfuñó, pero aceptó la propuesta enseguida.
—Vale, acepto. Hagámoslo.
Jungkook sonrió satisfecho y tomó su arma para entregársela a Jimin.
—Primer paso, aprende a sostener un arma.
El Omega miró la pistola con terror. Pesaba bastante y se sentía tan gruesa
y rústica en sus pequeñas manos.
—Apunta hacia ese árbol. —le dijo Jungkook, señalando un árbol frente a
él—. Sosten el arma con ambas manos, y apunta directo.
Jimin hizo lo pedido, sostuvo el arma pesada y la elevó, sin embargo, se le
iba de lado.
Jungkook suspiró y se acercó detrás de su espalda, le rodeó el cuerpo para
sostener sus manos y ayudarlo a apuntar correctamente hacia el frente.
—Debes mantener tus ojos fijos en el objetivo, no dudes ni dos segundos,
simplemente sostenla y aprieta el gatillo.
—Apretar el gatillo. —repitió.
Jungkook le guió el dedo índice hacia el gatillo y lo ayudó a presionarlo
para que la bala saliera disparada y diera con el tronco del árbol.
Jimin abrió sus ojos de par en par y observó a Jungkook.
—Quiero hacerlo yo.
—Bien, ten cuidado.
Jimin asintió. Apuntó en dirección al árbol y respiró hondo antes de
disparar. La bala de incrustró en la madera.
—¡Lo hice! —exclamó feliz.
—Sí, lo hiciste. Ahora tendré cuidado de no meterme contigo.
Jimin rodó los ojos y se enganchó del cuello del Alfa para besarlo.
Jungkook le quitó el arma para dejarla en la mesa y así poder tomar la
cadera del Omega.
—Ya quiero verte con ese bonito uniforme. —le susurró.
El Omega se sonrojó, pero no pasó por alto el extraño mareo que lo
envolvió de pies a cabeza y la revoltura en su estómago segundos
después.

✘ 24

Hoy era 13 de octubre, su cumpleaños.


Ya no había calendario hecho con palillos en una vieja pared, tampoco un
cupcake quemado hecho con sus pocos conocimientos culinarios. No había
oscuridad en la habitación y frío entre las sábanas que lo envolvían. No,
Jimin ya no estaba en ese viejo departamento de Osaka, ya no estaba
siendo vigilado por Alfas peligrosos y armados posiblemente lo atacarían si
hacia el mínimo ruido.
Jimin ahora estaba rodeado por los brazos de Jungkook, con su cuerpo
siendo abrazado y calentado por su Alfa. Jimin no sentía los días pasar
lentos, ahora todo era... Como un jodido sueño. Era su cumpleaños, su
preciado cumpleaños y por primera vez en mucho tiempo, Jimin no tenía
miedo.
Esa mañana Jungkook despertó a primera hora y salió a la ciudad para
comprarle a Jimin el pastel de cumpleaños más hermoso de todos. Y
efectivamente lo encontró, un pastel pequeño y decorado con fresas y
crema junto al número 19 con velas de colores. Con una sonrisa de orgullo,
el Alfa se dirigió a su mansión y preparó una pequeña fiesta sorpresa en la
sala donde los regalos de sus amigos estaban colocados en orden para ser
entregados al cumpleañero.
Jimin pasó el día durmiendo, su cuerpo se sentía pesado y el estómago
revuelto. No sabía cuántas veces había vomitado, pero le comenzaba a
preocupar todo esto. Le preocupaba su salud.
Se levantó con cuidado y se colocó sus pantuflas, caminó hasta el baño
para lavar sus dientes y el rostro completo. Al salir, se puso una sudadera y
unos chandal suavecitos. En cuanto abrió la puerta, se encontró con
Namjoon en el medio del pasillo, Jimin abrió sus ojos y tragó saliva, no
solía hablar con él, primeramente, porque lo consideraba un Alfa
intimidante.
El moreno carraspeó y se acercó al Omega.
—Feliz cumpleaños, Jimin. —le dijo.
—Gracias, doctor Kim.
El Alfa asintió y estaba por regresar, pero el quejido del Omega lo detuvo.
Jimin sostuvo su estómago mientras dejaba pasar el mareo repentino.
Namjoon frunció sus cejas y lo ayudó a mantenerse de pie.
—¿Te pasa algo?
—No es nada, sólo tengo mala digestión.
—¿Mala digestión? ¿Desde cuándo?
Jimin se encogió de hombros.
—No lo sé, quizás... desde hace 3 semanas.
Namjoon ladeó su cabeza y miró al Omega de arriba a abajo.
—Mala digestión por tres semanas. —repitió—. Algo me dice que no es
eso.
—¿Qué?
—Vamos adentro, te haré un chequeo.
Jimin quería negarse, pero Namjoon lo tomó del brazo y caminó junto a él
hacia su habitación. El Omega tomó asiento en la cama y juntó sus manos
con nerviosismo. Namjoon bajo a la sala donde tenía su maletín con armas
y medicina, regresó a la habitación y se colocó unos guantes de látex antes
de revisar al Omega.
—Levanta tu camisa. —le ordenó.
—¿Q-qué?
—Es para saber si tienes pesadez estomacal.
Jimin abultó sus labios y levantó la sudadera mostrando su abdomen,
Namjoon se sentó y comenzó a tocar el estómago de Jimin, hundía sus
dedos en cada esquina y bajaba hacia su vientre para hacer presión. Una
zona en específico, hizo a Jimin jadear del dolor, Namjoon siguió
presionando hasta encontrar un pequeño y diminuto bulto en su vientre.
Era tan pequeño, pero se sentía la masa dura y el olor más intenso.
Namjoon lamió sus labios y quitó sus guantes lentamente, suspiró.
Por supuesto, debía suponer que algo así sucedería.
—Doctor Kim, ¿sucede algo malo? —cuestionó el Omega.
—Jimin, ¿qué intentas hacer con mi hermano?
—¿Disculpe?
—Tus intenciones con Jeon, ¿cuáles son? Porque no entiendo qué más
quieres de él ahora mismo, y esto... definitivamente vas a llevarlo a su
destrucción, esto hará que su actitud termine de enfriarse.
—No entiendo lo que dice, doctor Kim.
El moreno se levantó, su rostro estaba serio y su comportamiento dejaba
en un bucle confuso al Omega.
—Estás en cinta. Es todo lo que faltaba para que terminarás de arruinarlo.
—dicho aquello, salió de la habitación de Jimin tirando la puerta.
El Omega abrió su boca y bajó la mirada a su estómago. ¿En cinta? ¿Él
estaba embarazado? Negó con la cabeza y se miró en el espejo de pies a
cabeza, su estómago se veía normal, de seguro Namjoon sólo le gastaba
una broma ¿Cierto?
Necesitaba repuestas, no podía quedarse con la duda.
Bajó a la cocina y buscó a Hye, la encontró horneando galletas para su
celebración de cumpleaños. Aunque a este punto, no quería nada. Sólo ver
a Jungkook.
—Señorita Hye ¿Podemos hablar?
—Sí, claro. ¿Qué sucede?
Jimin la tomó de las manos y susurró.
—¿Cómo puedo saber si estoy embarazado?
Hye tosió, ahogándose con la saliva.
—¿Por qué preguntas algo así?
—El doctor Kim me lo dijo, me estuvo revisando y... ¡Por favor, dime!
—Ok, ok, primero que nada. ¿Te has sentido mal? —Jimin asintió seguidas
veces— Ok, ¿te ha dado náuseas, mareos, dolor de estómago y ansiedad?
Jimin formó un pequeño puchero y asintió.
—Sí.
Hye bajó la mirada a su vientre, se agachó para tocarlo y poder sentir con
ayuda de su loba, la presencia de algún cachorro.
Jimin se estaba mordiendo el labio de los nervios.
—Oh, mi Jimin. —murmuró, sus ojos miraron al Omega quien estaba a
punto de llorar de los nervios—. Cariño, el doctor Kim no se equivocó.
Estas embarazado, tu olor y tu vientre me lo demuestran. ¿En qué te has
metido, pequeño?
Jimin abrazó a Hye y comenzó a llorar, y no porque estuviera triste, sino
porque ahora mismo estaba asustado de cómo Jungkook iba a reaccionar a
la noticia. ¿Y si no lo quería? ¿Y si se enojaba como la última vez? No
quería eso, lo amaba mucho y esperaba que su Alfa fuese comprensivo.
Hye le dio palmaditas en la espalda para calmarlo.
—No llores, estoy segura que el señor Jeon estará feliz con la noticia.
—No lo estará. —se quejó mediante un llanto.
—No lo sabrás hasta que no le digas. Ya no te pongas así, haré un poco de
té y te lo llevaré a tu habitación ¿Bien? Debes descansar un poco, es tu
cumpleaños.
Jimin limpió sus mejillas.
—Ya no quiero nada, de seguro el señor Jeon no querrá darme nada por
esto.
—Niño inseguro, debes dejar de pensar de ese modo. El señor Jeon ha
demostrado ser un buen Alfa contigo ¡Le disparó a una Beta por ti! ¿Y aún
así dudas que ese hombre haría cualquier cosa por tu bienestar?
Hye tenía razón, Jungkook había sido un Alfa excepcional, pese a sus
defectos y mal humor. Pero le había demostrado tantas cosas, pensar que
lo iba a rechazar por esto, era absurdo. Pero Jimin tenía miedo, porque las
palabras de Namjoon no dejaban de sonar en su cabeza. Era aterrador.
El Omega decidió subir a su habitación y esperar la llegada de Jungkook,
caminó, se dejó caer en la cama y volvió a caminar hasta caer nuevamente,
la ansiedad lo estaba matando. ¿Cómo afrontaría esto?
Cuando escuchó el auto llegar, su lobo se levantó apresurado junto a Jimin.
El Omega observó por la ventana como el Alfa llegaba con una cajita
rosada. Decidió sentarse y esperar pacientemente por él.
Pasado unos minutos, la puerta se abrió y el rostro de Jungkook se dejó ver
en la habitación.
—Hey. —lo saludó, ingresando al dormitorio.
—Hola... ¿Qué traes ahí?
Jungkook se sentó a su lado y le dio un beso en los labios.
—Feliz cumpleaños, te traje tu regalo.
Jimin alzó sus cejas y tomó la caja rosada, al abrirla se encontró con un
rico pastel de fresas, sus ojitos brillaron de emoción.
—Kook, está muy bonito. No quiero comerlo.
Jungkook sonrió, tomó una fresa y la llevó a la boca del Omega, Jimin la
comió gustoso.
—Está deliciosa.
—También traje otra cosa.
Jimin entrecerró sus ojos cuando el Alfa metió su mano dentro de su abrigo
y sacó una envoltura rectangular. Jimin la tomó y leyó la nota escrita.
—Feliz cumpleaños, ángel. Una promesa es una promesa, espero que te
guste. —leyó el Omega con una sonrisa.
Abrió la elvoltura y miró los libros que ahí habían. Uno era de Harry Potter
con la firma de J.K Rowling, y los otros eran los cómics de heartstopper que
había pedido.
Jimin formó un pucherito y se abrazó del Alfa con emoción.
—¡Gracias, muchas gracias!
—Te prometí traerlos, soy un hombre de palabra.
El Omega lo miró con lágrimas en sus ojos, no pudo más con su angustia y
comenzó a llorar, cubriendo sus ojitos con el libro.
—¡Perdón!
—¿Por qué?
—¡Porque he arruinado todo!
Jungkook le alejó los libros para observar su rostro.
—¿De qué hablas?
El Omega no sabía cómo empezar, se mordió el labio inferior y jugó con los
dedos del Alfa antes de hablar.
—Es que... No sé cómo decírtelo.
—Sólo hazlo, nene.
—Kook, yo... yo creo que, bueno, no creo porque Hye me dijo que sí, pero
no quiero aceptarlo porque tengo miedo y...
—Park, sólo dime qué está pasando. —le interrumpió.
Jimin lloriqueó y tras pasar su crisis, tomó la mano del Alfa y la llevó debajo
de su sudadera. Jungkook arrugó el entrecejo.
—Kook, estoy embarazado. —susurró—. T-tendremos un cachorro.
El estado de shock en el que se encontraba Jungkook era todo un poema.
Su lobo estaba confundido y él también. Tosió varias veces antes de
regresar a la normalidad.
—¿Cachorro?
—Sí... ¿Estás molesto?
Jungkook tragó saliva y soltó un suspiro sorprendido.
—No, no... Sólo, guau ¿Esta pasando realmente? ¿Tendremos un bebé,
Jimin?
—Sí, amor. Tendremos un bebé.
El Alfa sonrió y abrazó a Jimin con una felicidad indescriptible en su pecho.
Jamás pensó tener la oportunidad de traer al mundo un cachorro, pero
estaba pasando, Jimin se la había dado.
—Ángel, es la mejor noticia que he oído, no sabes cuánto lo quiero ahora.
—¿De verdad? ¿Vamos a tenerlo?
—Por supuesto que sí, esto es... Joder, esto es perfecto. Seremos padres.
Jimin asintió.
—Un cachorrito. ¡O cachorrita!
—O ambos.
—Joder.
Ambos rieron, Jungkook besó los labios de Jimin antes de lanzarlo a su
cama.
—Esto es perfecto.
—¿Pero qué pasará con tu trabajo? No quiero que nuestro bebé nazca en
este ambiente...
—No te preocupes por eso, le he dicho a Namjoon que voy a retirarme. Nos
iremos de Busan cuando inicie el invierno.
—¿A dónde?
—Dijiste que querías estudiar ¿Cierto? Conseguí una universidad en Nueva
York, especialidad en literatura, el semestre inicia en invierno. Nos iremos
juntos, dejaremos todo esto y criaremos nuestro cachorro juntos.
Jimin se levantó con un brillo deslumbrando sus ojitos.
—¿Pensaste todo eso por mí?
—Jimin, todo lo que estoy dejando es por ti. No sabes cuánto necesito irme
de aquí y estar sólo contigo.
El Omega se enganchó de su cuello.
—¿Eso significa que me amas y que gracias a mí encanto he enamorado al
Mafioso más temido de Corea?
Jungkook soltó una carcajada.
—Sí, nene. Has enamorado al Mafioso más temido de Corea, le has
ablandado el corazón y lo has hecho un hombre diferente.
—Cuando escriba mi primer libro, definitivamente tú estarás en él.
—¿Ah sí?
—Será nuestra historia.
El Alfa acarició su mejilla.
—Será un éxito entonces.
Jimin mordió su labio y escondió su rostro en el cuello del Alfa. Jungkook lo
abrazó más fuerte, besando su cuello y oliendo su aroma con una mezcla
de nueces y flores en él.

✘ 25 final

—¡¿Embarazado?! —el grito de Taehyung hizo a Jimin sobresaltarse sobre


las piernas del Alfa.
Estaban celebrando el cumpleaños del Omega y todos sus amigos estaban
ahí, atentos a la noticia que Jimin les daba.
—¡Vieron! Les dije que cuando conocí a Jimin, sentí una vibra extraña en él
y Jungkook. Nunca me equivoco. —dijo Jackson, comiéndose un trozo de
pastel.
—Tú no te metas, llevas aquí tres semanas, nosotros cinco meses. —le
refunfuñó Taehyung.
Jackson rodó los ojos y siguió con sus bocadillos.
—Jeon, debo decir que vamos a extrañarte por aquí, pero si quieres hacer
tu vida y tu familia, entonces tienes todo mi apoyo. —le dijo Seokjin.
El Alfa sonrió en su dirección.
—Namjoon estará a cargo, él es mejor en estos negocios que yo. —declaró
el Alfa, mirando a su hermano.
Aunque Namjoon no tenía buen rostro, esto del embarazo de Jimin y el
retiro de su hermano, lo dejaba inconforme, pero había prometido apoyar a
su hermano. Pase lo que pase.
Jimin se levantó de las piernas del Alfa para dirigirse a la cocina. Taehyung
se acercó a él.
—Jim.
—Hey.
—Oye, quería felicitarte por esto, sé que eres muy joven y todo eso, pero te
admiro muchísimo y estoy seguro que tendrás una hermosa familia con
Jungkook.
Jimin sonrió en su dirección.
—Muchas gracias, Tae. Estoy emocionado, espero que nos visites a
Jungkook y a mí en Nueva York.
—¡Oh vamos! Por supuesto que sí, alguien tiene que vigilar a ese Alfa
bestial.
Jimin rio divertido.
La celebración siguió su rumbo normal, los chicos comieron, Jimin abrió
sus regalos y también bailó una pieza de Elvis Presley con Jungkook. En
cuanto todo acabó, los chicos se retiraron y Jimin ayudó a algunas betas a
limpiar el lugar.
Jungkook decidió fumar un poco afuera con Mingyu, aprovechando el
momento a solas para conversar sobre su futuro.
—¿Entonces se irá? —interrogó Mingyu.
—Sí, a principios de Invierno.
—Entiendo, supongo que me quedaré aquí y esperaré por usted.
Jungkook lo miró.
—No, Mingyu. No creo que regrese de nuevo a esto, tendré una familia y
necesito dedicarme a ella. Quiero que hagas lo mismo, has pasado la
mayor parte de tu vida conmigo, creo justo que te des un descanso.
Mingyu mordió su labio, no podía creer que estaba escuchando todo esto.
—Jefe, ¿está seguro que no me necesitará más?
—Estoy seguro. Es hora de avanzar, Kim. Cada uno necesita hacer su vida
por separado.
El castaño esbozó una pequeña sonrisa.
—Gracias, señor Jeon.
Ambos quedaron en silencio por un rato, sin embargo, se escuchó un
disparo desde la entrada de la mansión. Jungkook sacó su arma y corrió
hacia la casa para ver a Jimin, el Omega se acercó, asustado.
—¿Qué fue eso?
—Parece que alguien ha tenido las bolas de entrar a mi casa.
Mingyu le entregó el arma al Alfa y ambos se acercaron a la entrada junto a
varios guardias. Jimin se escondió en la cocina.
Lo próximo que escuchó fue unos disparos. Jimin cubrió sus oídos cuando
el bullicio de hizo presente. Miró a Hye con temor, esta tomaba su mano
para tranquilizarlo.
—¡Jimin! —el Alfa corrió hasta la cocina, mirando al Omega asustado—.
Son los hombres de Hong Jun, no te vayas a mover de aquí, ¿Me
escuchaste? Hay... hay japoneses aliados con él.
—¿Japoneses?
—De Kang, por eso no te muevas. No hasta que yo te diga.
Jimin asintió seguidas veces. Jungkook se marchó fuera de la mansión.
Hye le cubrió los oídos mientras afuera se oían disparos y voces
enredadas. Pero hubo un momento de silencio, tan tenso que hizo temblar
el cuerpo de Jimin. Su pecho se oprimió y su lobo sintió la desesperación
de su Alfa.
—Necesito ayudarlo. —susurró.
—¿Qué? No, Jimin, debes quedarte aquí.
Pero el Omega no lo aceptó.
—No, debo ayudarlo. No puedo. —se levantó del suelo y salió corriendo de
la cocina.
Recogió un arma del suelo y salió de la casa, miró lobos muertos en el
suelo y una camioneta que no pertenecía a Jungkook.
Apretó el arma, atento a su alrededor.
Sin embargo, su cuello fue apretado y un arma apuntó su cabeza.
—Tanto tiempo sin vernos, Jimin. —ese acento hizo estremecer el cuerpo
del Omega—. Cuando supe que estabas con un mafioso, recordé
enseguida a Kang, veo que te gustan los tipos peligrosos que te hagan
morder la almohada.
Jimin apretó sus manos.
—Suéltame. —pidió.
El Alfa le dio la vuelta para verlo. Jimin observó sus ojos, era él, por
supuesto. El que lo llevaba siguiendo a todos lados.
—¿Creíste que te ibas a liberar de nosotros, Park? Naciste para esto,
naciste para ser un Omega cualquiera, usado por hombres a quienes no le
importas.
Jimin tenía el arma escondida detrás de su espalda.
—No todos son como ustedes. No todos tienen el alma podrida.
—¿Eso crees? Porque mejor no vienes y regresas a donde perteneces,
siendo el inútil Omega de Kang. Yo puedo tomar su puesto y seré lindo
contigo.
Jimin sonrió sin gracia.
—Jamás volverán a tocarme en su vida, porque el Jimin que destruyeron
quedó en el pasado.
Dicho aquello, sacó el arma escondida y le disparó al Alfa. Este cayó al
suelo con tres tiros en el pecho.
El Omega soltó el arma mirando lo que había hecho.
—¡Jimin! —Jungkook corrió hasta él, el rubio se acercó abrazando su
cuerpo.
—¿Estás bien? ¿Te hicieron algo? —le preguntó Jimin.
—No, no. ¿Y tú?
—No, he hecho lo que dijiste y... Creo que lo maté.
Jungkook miró sobre su hombro al japonés tirado en el suelo.
—Seh, lo hiciste.
Jimin negó con su cabeza y se recostó de su pecho.
—¿Qué sucedió con Hong Jun?
—Está ahí. —señaló al lobo inerte en el suelo a un costado de una
camioneta.
—Dios, que horrible.
—Bueno, tenía que tener un poco de acción antes de irme ¿No? —Jimin
bufó ante su mal chiste.
Poco después los chicos regresaron cuando Jungkook los llamó, había un
desastre, tanto fuera como dentro de la mansión.
Aún así, Jimin no podía creerlo. Todo pasó en un abrir y cerrar de ojos, y él,
siendo alguien inexperto, logró deshacerse de una parte de su pasado.
Y no estaba arrepentido de hacerlo.
(♡)
La casa fue dada a la venta meses después.
Jungkook despidió a todo el personal, no sin antes darles una buena suma
de dinero. Jimin empacó sus maletas para cuando el invierno llegó a la
ciudad, habían sido meses extraños y otros de cambios. Jungkook le dejó
la mitad de sus trabajos a Namjoon, compartiendo sus acciones con el
moreno. Mingyu fue dado de baja como guardaespaldas, y aunque el Alfa
insistió en quedarse con Jungkook, este lo rechazó.
Necesitaba separarse.
Jimin tenía 2 meses de embarazo, Jungkook no había hecho más que
comprar cosas para el bebé y llenar de besos al Omega. Taehyung le había
advertido ser bueno con él en Nueva York. De lo contrario, lo buscaría y le
rompería el hocico.
Hoy era el vuelo a Nueva York, Jimin estaba emocionado, no había
dormido en toda la noche esperando a que el día llegara.
Ni siquiera cuando Jungkook cumplió años y se vistió como mesera para
sorprenderlo.
Terminó siendo llenado de besos ya que Jungkook consideraba que se veía
muy "adorable" como para hacer otras cosas.
Y Jimin quería esas otras cosas.
—Jimin, ¿tienes todo? —le preguntó el Alfa.
—Sip.
El Alfa tomó su maleta, dejando la habitación de hotel intacta.
—Bien, vamos. No podemos perder el vuelo.
El Omega asintió y cogió su mochila para seguir al Alfa. Salieron del hotel y
tomaron un taxi hacia el aeropuerto. Taehyung le había dejado muchos
mensajes desde su nuevo celular, y Jimin los respondía todos con stickers
de gatos.
—¿Qué significa "quiero ver a tu gato"? —le preguntó Jimin.
Jungkook sonrió y lo miró coqueto.
—¿Por qué lo preguntas?
—Es que le envié un sticker de gato a Taehyung y me dijo "si quieres una
noche de sexo descontrolado, dile a Jungkook que quieres ver a su gato".
El Alfa tosió, el taxista carraspeó, subiendo la calefacción del auto.
—Nene, será mejor que no le hagas caso a las cosas que te dice
Taehyung, él a veces es un poco extraño.
Jimin abultó sus labios.
—¿Pero qué es?
Nunca se acercó a su oreja para susurrarle la respuesta. Jimin abrió su
boca, sonrojandose.
—¡Que pervertido!
—¿Ya ves? Una mala influencia.
Jimin asintió, totalmente de acuerdo con él.
Tras llegar al aeropuerto, ambos bajaron del auto y caminaron hasta la
entrada, hicieron la fila para entregar sus boletos y luego ingresaron al
avión. Jimin tomó asiento al lado del Alfa sacando sus mantas y
almohadas.
—¿Son muchas horas a Nueva York?
—Un poco, puedes verte una serie completa mientras volamos.
Jimin sacó la tablet del Alfa y colocó Netflix.
—¿Cuál quieres ver?
—La que tú quieras.
—Vale, veamos esta de dos chicos que se enamoran y corren peligro de la
mafia.
Jungkook arrugó sus cejas.
—Eso suena a nosotros.
—Exacto.
El Alfa rodeó el hombro de su Omega y se recostaron para mirar la serie
mientras el avión despegaba.
Pero lo que volvió aquel viaje especial, fue la mano de Jungkook sobre su
vientre y el paisaje debajo de ellos, mientras se alejaban de Corea hacia su
nuevo destino.

(♡)
Perdón por el final tan aburrido, soy mala haciendo escenas de
acción, y no sabía que poner kalaks, aún así espero que les haya
gustado, y a la próxima será mejor
ෆ╹ .̮ ╹ෆ
✘ Epílogo

Había pasado un año en el que Jungkook se retiro de la mafia, de aquello


que considero su futuro hasta morir en manos de sus enemigos, pero todo
cambió y tomó un color más alegre cuando encontró a su Omega, al
precioso chico con ojos azules, que brillaban más que cualquier estrella en
el oscuro cielo nocturno.
Su relación pasó a ser una "Normal", claro que el pasado seguía allí, pero
ya no era algo que los atormentaba con frecuencia. Lo cual hacia que su
vida tomara un mejor lugar, una nueva oportunidad para ser una Familia.
Porque era así, el pequeño Jeon Seol vino a alegrar e iluminar la vida de
sus dos amados padres, era la luz de Jungkook, y más que todo su
debilidad más grande. Los primeros meses siendo padre para el alfa fueron
un martirio, pero hermosos, dignos de recordar con una sonrisa y cariño,
porqué sentía que todo recobró sentido una vez le dijeron que sería padre
de un hermoso cachorro con ojitos azules como los de su padre omega.
Dejar su oscuro mundo fue la mejor decisión que pudo tomar.
Sus amigos seguían en la misma asociación, y Mingyu se había ido a
Reino Unido para tomar clases de arte y reencontrarse con su Omega.
Jimin le había dado ánimos para ello.
Su relación con Jimin avanzó de manera hermosa y sincera. Después de
todo, él siempre terminaría accediendo a los pequeños caprichos de su
omega, del amor de su vida y su adorado sol. Y su esposo.
Porque sí, Jungkook le había propuesto matrimonio en noche buena y se
habían casado en secreto en las Vegas. Una aventura llena de adrenalina
que los hizo sentir como un par de adolescentes. Aunque, bueno, Jimin
seguía siendo uno. Ambos se complementaban a la perfección, porque
Jungkook siempre sería aquella luna que formaría el eclipse con el sol, con
su Jimin, con su Omega.
La convivencia entre ambos era simplemente mágica, los regalos, los
besos y sus pequeños momentos hacían sus corazones latir con fuerza y
felicidad. El alfa se había convertido en un detallista con el omega,
llevándole siempre unos tulipanes y chocolates, sonaría cliché, pero a el
Omega le encantaba los pequeños grandes detalles que su alfa tenía con
él, lo hacía sentir único y especial.
La despedida en Corea fue triste para el omega, ya que tenía que
separarse de su mejor amigo, Taehyung, aquel alfa que lo ayudó multiples
veces y siempre estuvo ahí. Pero aún cuando la distancia existía, para ellos
no era un impedimento seguir juntos, hacían video llamadas casi siempre y
chateaban por cualquier cosa, e inclusive llegaron a casi dejar todo por
verse de nuevo. Aunque el alfa de vez en cuando visitaba a Jimin, seguia
sin ser suficiente. Se habían acostumbrado a verse siempre. Jimin sentía
una felicidad y un cariño inexplicable cuando estaba con Taehyung, era
como encontrar al amor de su vida en una amistad, a su otra mitad, a su
mejor amigo.
A pesar de todo el pasado y los problemas que un día se avecinaron. Jimin
y Jungkook no dejaron que eso destruyera su amor, ni mucho menos lo
apagara, los hizo unirse mas y demostrarse que sin importar qué, estarían
juntos y amándose como dos locos inexpertos. No importa su pasado,
porque ahora eran Omega y Alfa, y padres de un pequeño cachorro que
era el centro de sus vidas completamente.
Hoy un nuevo día comenzaba, el resplandeciente sol alumbraba
tenuemente la habitación de la pareja, quiénes adormitaban
tranquilamente, abrazados y juntos, como siempre solía ser. Toda la
habitación sumida en una burbuja de paz y tranquilidad completa que fue
interrumpida por los intensos llantos de un cachorro hambriento.
Jimin dormía como un roca, así que Jungkook quién tuvo que levantarse a
cuidar a su cachorro. Abrió sus ojos sintiendo como estos ardían por el
repentino llanto, se estiró suavemente soltando un gemido de satisfacción
por haber dormido como un completo bebé al lado de su omega. Con sumo
cuidado depósito un cálido y suavecito beso en la frente descubierta de su
chico, y se levantó asegurándose de no haberlo despertado en el proceso.
En el camino no recordaba cuantos bostezos soltó, pero estaba seguro que
habían sido más de cinco. Ni siquiera había visto la hora, pero suponía que
eran más de las diez de la mañana. Con cuidado tomo entre sus grandes
brazos al pequeño cachorro que calmaba su llanto debido al aroma de su
Papá Alfa, una sonrisa se instaló en el rostro del Alfa, quién no pudo evitar
mirar a su cachorro como su mayor adoración.
—Así que tu eres el travieso que anda levantado tan temprano, ¿no es así,
cariño? —preguntó el pelinegro a su pequeño hijo, quien solo balbuceaba
palabras inexistentes o algún tipo de lenguaje para bebés. —Ven, pequeño,
iremos a darte de comer para que luego duermas un poco más.
Lo último lo mencionó pensando en él también, inevitablemente quería
seguir durmiendo con Jimin, en su caliente y cómoda cama. Sonrió en sus
adentros, tal vez, darle un poco de leche o algún pure, haga que el sueño le
baje poco a poco, así ambos puedan ir a dormir.
Jungkook sentó a su cachorro en la sillita que tenían especialmente para él,
luego se concentró en preparar la leche, que claramente no sabía cómo
hacerlo pero eso no le ganaría a un ex mafioso como él, que había ideado
planes increíbles, liderado un cartel completo, matado con sus propias
manos y siendo el más temido en el continente asiático. Ser humillado por
un simple biberón no estaba en sus planes.
—¡Joder! Ni apretar un maldito gatillo es tan difícil como esto, ¿qué carajos
le falta? ¿Azúcar o Sal? Voy a matarme. — murmuró frustrado
completamente, mientras trataba de averiguar la formula de aquella bebida.
Debido a su notable estrés, decidió darle papilla a su cachorro mientras él
descubría como preparar una maldita leche. —Una vez más, Jeon. Una vez
más y lo harás perfecto, como siempre.
Tomó el agua caliente y lo dejo en el biberón, luego de ver una
considerable cantidad, retiró la olla y tomó el "polvo'' de la leche,
esparciendo un poco a su alrededor pero logrando su meta. Iba a batirlo
hasta que un no muy agradable regaño se escucho.
—¿Por qué vas a darle agua con harina a nuestro cachorro, Jeon
Jungkook? —regañó el omega mientras entraba a la cocina totalmente
somnoliento y adormilado, pero con consciencia presente. Jungkook se
quedó paralizado en su lugar, con sus ojos perdidos en el paquete de
harina y la supuesta leche que llevaba media hora preparando.
—Esa.. ¿¡Esa mierda era harina y no leche!? — exclamó totalmente
confundido, enojado, frustrado y claramente al borde de la locura. Jimin
sonrió en su dirección y se acerco para dejar un delicado beso en su ceño
fruncido, parándose de puntitas y agarrándose de los hombros del alfa para
impulsarse un poco hacia arriba.
—O sea, que un gran e intimidante alfa que había liderado una mafia, se
dejó humillar por una leche, ¿estás consciente de lo que acaba de pasar?
Jeon Jungkook se dejó vencer por una leche.
Jimin soltó una gloriosa risa, haciendo que los sentidos de Jungkook se
nublaran y solo se escuchase el eco de la preciosa risa sonando por
doquier, sin duda alguna amaba tanto a su omega como un maldito
lunático.
—Me siento ligeramente humillado. —farfulló el pelinegro, empuñando sus
manos.
—Deja el drama, que no hay tarima. Ya pasó, luego puedo ayudarte a
prepararla correctamente. —ofreció el omega mientras preparaba el el
biberón de su cachorro bajo la atenta mirada de su Alfa, quien totalmente
indignado se dedicó a observar cada paso que Jimin tomaba al preparar el
dichoso biberón.
El omega sintió la oscura y divertida expresión que su alfa tenía por un
biberón, que no evitó soltar una sonrisa al aire, suspirando enamorado por
lo torpe pero lindo que podía llegar a ser su Alfa.
—Me siento un inútil, ponme a hacer algo, Ángel. —el omega no pudo
evitar sonrojarse ante el apodo, fue el primer apodo que el Alfa le había
dado, cuando ya se había ganado su lugar como Omega del Señor Jeon.
—Haz el desayuno, Kook. Mientras yo cambiaré a Seol ¿Esta bien?
—propuso animadamente mientras tomaba a su cachorro entre sus brazos.
El Alfa asintió, totalmente de acuerdo. Cocinar le salía perfectamente y
podría prepararle la mejor comida a Jimin.
Jimin por otro lado cambiaba a su cachorro por algo más comodo mientras
tarareaba una canción. Su atención fue desviada hacia los preciosos ojos
de su cachorro y lo mucho que se parecían a los suyos, esos que hicieron
que aquel Alfa se enamorara de él. Sentía que su pequeño tendría un Don
para enamorar a las personas, que pobre de ellas si llegaban a conocer a
Jungkook de mal humor o simplemente conocerlo por salir con su adorado
cachorro.
La simple imágen de Jungkook siendo un sobreprotector con Seol, lo hacía
feliz y inexplicablemente precioso. Debido a la lentitud con la que cambió al
pequeño Seol, este se había quedado dormido aun con el biberón en su
boca, mientras seguía ingiriendo el delicioso alimento. El papá decidió
dejarlo con ropa cómoda, para que no le molestará en absoluto y durmiera
tranquilamente.
Después de unos minutos, salió silenciosamente de la habitación, tratando
de no despertar a su cachorro y existosamente lo logró. En su camino a la
cocina, noto cómo el Alfa había montado un desayuno como de película.
Se había enamorado del hombre perfecto.
Jungkook se acercó y con cuidado besó los dulces y suavecitos labios del
menor, quien no dudo en corresponder a tropezones, aún se sentía un
inexperto al lado de Jungkook, aún sentía las mismas mariposas cuando lo
besaba, como si fuera la primera vez.
—Ahora si son buenos días porque tuve mi beso. —susurró el alfa sobre
los labios del menor.
—Te amo, Kook. Gracias por haberme salvado aquella vez, gracias por
haber sido egoísta y haberme guardado para ti. — e sinceró el omega
mientras escondía su rostro en la curvatura del cuello del más alto. El alfa
acaricio su cabello y soltó un suspiro enamorado.
—Yo te amo como un loco, Park. Fuiste el Ángel que me salvó de aquella
oscuridad a mi al rededor, aquella profundidad donde no había esperanzas
en mí. Fuiste la ultima pieza de mi rompecabezas, de mi imperio.
Jimin sintió su pecho oprimirse, porque las calidad palabras de su Alfa era
una abalanza a su despavorido corazón enamorado. Con un fogoso beso
terminó por sellar aquella promesa de amarlo por siempre, y cuidarlo hasta
que la lo permitiese. Sus bocas se conocían perfectamente, pero aún así,
sentían todo como la primera vez que chocaron sus labios.
Luego de aquel momento romántico entre ambos, se dispusieron a comer y
aprovechar el momento a solas que tenían, robandose castos besos,
miradas con complicidad y sonrisas cargadas de amor.
—Ángel.
—¿Sí?
—¿Quieres ir al Parque un rato con Seol y Bam? —ofreció el alfa con una
bonita sonrisa adornando sus labios, Jimin estaba embobado en los labios
del contrario, más que nada el precioso lunar que tenía bajo sus labios.
Inevitablemente se acercó a depositar un besito allí mismo, con delicadeza
depósito otro en su frente y por último uno en sus labios. Dejando
hipnotizado al mayor.
—Claro que quiero ir, con usted voy hasta el fin del mundo, señor Jeon.
—aceptó el joven emocionado por su salida. Corriendo, se metió a bañar,
sin esperar a que su Alfa se metiera de travieso a toquetearlo y hacer el tan
famoso rapidín.
Una hora más tarde, la hermosa familia se preparaba para salir. Vistiendo
unos abrigos por la fría temporada que se avecinaba, hasta el no tan
pequeño Bam iba con un adorable abrigo, cortesía de Hoseok. Jimin
llevaba a Bam mientras que Jungkook a su cachorro, muchas chicas
miraron al Alfa pero luego miraban las pequeñas mordidas en su cuello y
rápidamente apartaban su mirada. Porque si no, cierto omega les sacaría
los ojos por mirar demás.
—Deja de verlas así, soy completamente tuyo Ángel, siempre lo fui y lo
seré. —regañó el alfa al omega, el cual no parecía nada contento por que
pasaba a su alrededor.
—Creo que deberías alzar la mano para que todos vean tu anillo de
matrimonio y sepan que eres mío. —murmuró molesto, siguiendo su
caminó con Bam hacia una banca algo alejada, pero tranquila. El alfa se
quedó atónito por las repentinas palabras, pero aun así, sonrió.
Caminó hasta donde su pareja estaba y se sentó, dejando al pequeño
cachorro en su pecho, ya qué aparentemente se había quedado
completamente dormido, de nuevo.
—Nene, eres muy celoso ¿Sabías? —molesto el alfa a Jimin, quién lo miró
mal por burlarse de sus celos.
—¿Y qué? ¿No puedo defender lo qué me pertenece?
—Grrr, todo un tigre. —siguió molestando mientras reían, de pronto la risa
del omega cesó y sin esperarlo le soltó un golpe en su muslo. Jungkook
soltó un silencioso gemido de dolor, por el repentino maltrato hacia su
increíble y respetable persona.
—Síguete burlando y no responderé bien. —advirtió con su pequeño dedo
señalando el mini kook de allí abajo, el Alfa tragó saliva y asintió, recibiendo
inmediatamente un beso por parte de su chico.
—Escuchaste las noticias recientes. —se escucho detrás de la pareja, al
príncipio no le prestaron atención, hasta que mencionaron lo siguiente: —.
Sobre el Mafioso que fue la sensación el año pasado.
—¿El que creó el famoso Imperio Jeon? — contribuyó el contrario. Ambos
se miraron entre ellos con complicidad de nuevo, porque ambos sabian de
quién se trataba. El ambiente a su al rededor se volvió tenso y pesado para
los demás. Jimin comenzó a ponerse nervioso, pero Jungkook seguía con
su expresión de neutralidad, después de todo ese era su pasado, seguía
formando parte de su vida pero no de su presente.
—No te preocupes por eso, ellos no saben de nosotros. Porque lo qué
sucedió en Corea y en Japón, se queda ahí. ¿Comprendes mi hermoso
Ángel de brillantes ojos azules? —trató de tranquilizar y transmitir aquello
mediante su vínculo. Cumpliendo inmediatamente su cometido, Jimin dejo
caer su cabeza en el hombro del alfa y con delicadeza entrelazó sus
manos.
—Tienes razón, ahora nosotros somos el presente, y no tenemos que
arrastrarlo más, no cuando ya somos felices completamente. — concluyó el
omega con una bonita sonrisa en sus labios. Jungkook sonrió igualmente y
dejo caer su cabeza sobre la de Jimin.
Se mantuvieron en silencio unos minutos, hasta que el Alfa murmuró,
dejando a Jimin sonrojado y emocionado.
—¿Quieres tener otro bebé?
El Omega lo miró con sus ojitos abiertos de par en par.
—¿O-otro..?
—Me dieron ganas de tener una niña.
—Pero, a penas nuestro cachorro tiene 6 meses, Kook.
—Vale ¿Entonces esperamos un año más?
Jimin rodó los ojos, negando con su cabeza.
—Lo pensaré.
El Alfa se conformó con eso, volvió a recostar su cabeza de Jimin y
después regresaron a su hogar para seguir con su tarde juntos... Cómo la
familia Jeon Park que ahora eran.

(♡)
Espero que les haya gustado mucho esta historia, soy fan de los
finales felices y el romanticismo, así que intenté que mantuviera esas
cosas, pese a ser una trama de mafia. Le agradezco a
thefuckingchocolate mar bonita, por ayudarme a escribir esto anoche
cuando estaba en colapso, les recomiendo muchísimo su cuenta,
tiene aus muy divertidos y es un amor ෆ╹ .̮ ╹ෆ
Cuando JE llegué a los 100 kilitos, subiré el extra de su boda en las
Vegas y un especial con el cachorro aprendiendo a caminar.
Gracias nuevamente, besos♡

✘ Especial

Los villancicos en las calles de Nueva York era una agradable sensación
hogareña y musical en los oídos de Jimin. Jamás había visto una orquesta
tan sinfónica y hermosa como la que sus ojos miraban ahora mismo. Su
mano estaba entrelazada con la de Jungkook.
El Omega mordisqueó su labio y aplaudió feliz cuando la canción acabó.
Rápidamente dejó dinero en el maletín de al frente, el cual iría a las
fundaciones para niños sin hogar en las calles pobres de la gran ciudad
neoyorkina.
—¿Te gustó mucho el villancico? —le preguntó Jungkook cuando dieron
camino al auto negro que yacía estacionado frente al parque.
—¡Lo amé con mi vida! —exclamó, feliz—. Es la mejor noche de todas,
jamás había pasado navidad de esta manera... Y-yo siempre estuve
encerrado incluso en noche buena, recuerdo que Kang me sacaba a las
discos para celebrar el año nuevo, y sólo estaba ahí fingiendo ser un
Omega bonito y obediente para él y sus amigos Alfas.
Jungkook cerró la puerta del auto y observó a Jimin con una expresión
decepcionada, se acercó al Omega y acunó su rostro para besar sus
labios. Jimin sintió una paz envolver su cuerpo ante tan gratificante
momento.
—Olvídalos, Jimin. Tu presente soy yo, es aquí en Nueva York, conmigo.
—el Omega abultó sus labios—. Lo que pasó hace unos meses atrás,
quedó en el pasado. Eres una nueva persona con una larga vida por
delante, no pienses más en esos tipos que ya deben tener gusanos en la
tumba.
Jimin soltó una pequeña carcajada y asintió, dispuesto a olvidar como de
lugar su pasado. Jungkook besó su frente y condujo hacia la quinta avenida
de Nueva York. Una zona conocida por ser histórica y habitada por
personas con muchísimo dinero, era una zona cómoda, silenciosa y los
edificios eran tan pintorescos que Jimin se sentía en una película de mi
pobre angelito.
Tras llegar al conjunto residencial, la pareja bajó del vehículo y caminaron
hasta la entrada del edificio. Una de sus vecinas más viejas con su gato
Flippo, salieron de su respectivo apartamento en cuanto la pareja estaba
por ingresar a su hogar. La mujer les sonrió muy amable, llamando la
atención de Jimin.
—¡Feliz noche buena para ambos! —dijo con un débil acento.
Jimin se le acercó para ayudarla a bajar las escaleras.
—Muchas gracias, señora Marie. Feliz noche buena a usted también.
La mujer bajó su mirada al vientre abultado de Jimin.
—¿Es tu primera navidad con el cachorro?
—Sí, está igual de emocionado que yo. —musitó con sus mejillas rojas.
—Será un gran líder cuando crezca, estoy segura que tu Alfa se encargará
de ello. —la mujer observó a Jungkook y le guiñó el ojo sabiamente.
En cuanto se marchó, Jimin regresó con Jungkook para ingresar a la casa.
El Omega se quitó su abrigo para dejarlo en el perchero y después sus
zapatos negros, corrió hacia la cocina para coger galletas de chocolate y
leche.
—Kook, ¿crees que Santa sepa dónde estoy para darme mi regalo? —le
preguntó con inocencia a su novio.
Jungkook enarcó una ceja mientras desabrochaba su camisa.
—¿Santa? Nene, santa no existe.
Jimin dejó de masticar y abrió sus ojos de par en par.
—¿Cómo puedes decir semejante blasfemia? Cuando era pequeño, recibía
regalos debajo del árbol, a veces eran sólo piedras dibujadas y otras veces
calcetines comprados en rebajas.
Jungkook frunció sus cejas y tomó asiento en el sillón, llamando a Jimin
con su dedo índice. El Omega se acercó y se sentó en sus piernas para
dejarlas extendidas.
—Amor, santa no es real. Es una leyenda que se inventó hace muchísimo
tiempo para darles a los niños una excusa de portarse bien y recibir
regalos. ¿Comprendes? Con el tiempo se volvió algo famoso y lo adaptaron
a películas y series.
El Omega estaba sorprendido, jamás pensó que esa pequeña ilusión de
santa no fuese real.
—Aún así... —Jungkook prosiguió—. Te puedo dar yo un regalo.
Jimin lo miró con sus ojitos brillaron.
—¿Qué cosa?
El Alfa se levantó y extendió su mano hacia el Omega, Jimin la tomó y
caminó junto a Jungkook hacia la habitación. El pelinegro cerró la puerta y
tomó la cadera de Jimin para después besarlo lentamente en sus labios,
Jimin sonrió entre el beso y sentó al Alfa en la cama con intención de
subirse sobre sus piernas.
No obstante, el teléfono del Alfa sonó dentro de su bolsillo, Jungkook
suspiró maldiciendo y tomando el móvil para contestar.
—¿Qué? —espetó.
—¡Feliz navidad, animal! —exclamó Taehyung—. Pásame a Jimin, quiero
decirle algo importante.
Jungkook rodó los ojos y le pasó el teléfono al Omega. Jimin lo tomó con
timidez.
—¿Hola..?
—¡¿Por qué no me respondías el teléfono?! —gritó el Alfa—. Estuve toda la
tarde llamándote y no contestaste ¿Qué clase de mejor amigo a la distancia
eres, hm?
Jimin estaba por contestar, pero Jungkook empezó a besar su cuello y
meter su mano dentro de su pantalón. El Omega se lamió los labios
evitando gemir.
—Lo siento mucho, estaba viendo los... Villancicos con Jungkook.
—Villa... ¡Villancicos! Oh por Dios, esto es una ofensa. Dime qué por lo
menos has visto mi pobre angelito ¡Es un clásico navideño, Park Jimin!
Jimin se sostuvo de la nuca del Alfa mientras era besado y tocado con
tanta morbosidad. El pelinegro desabrochó sus pantalones y sacó su
miembro para entrar en su Omega.
—¡Hola! ¡Jimin, no me dejes en visto! —Taehyung volvió a gritar.
—P-perdon... —sus pantalones fueron bajados y su espalda recostada del
colchón, Jimin abrazó a Jungkook, abriendo sus piernas.
—¡Jimin, deja de ignorarme! Por todos los cielos, me siento excluido.
—Tae... ¿Podemos hablar mañana? —musitó.
—No, no, hablemos ahora. No te perdono por haberme dejado ignorado.
Primero Yoongi, y ahora tú.
El Omega soltó un pequeño jadeo cuando sintió la intromisión de su novio.
Su barriguita estaba hinchada, probablemente su cachorro estaba
indignado de que otra vez sus papis por tercera vez en el día, invadian su
espacio personal.
—T-tae —gimió—. Te hablo mañana.
—¡Pero!
Jungkook maldijo en sus adentros y penetró con fuerza a Jimin sacándole
un gran gemido junto a un ronroneo.
—¡Dios mío, están cogiendo, no puede ser que han oído mis oídos!
—Taehyung no dejaba de gritar en el teléfono—. ¡Ambos son unos
animales, adiós!
La llamada se cortó, Jungkook alejó el teléfono y comenzó a besar los
labios de su Omega mientras se movía con precisión. Lo siguiente que se
escuchó fueron los pequeños gemidos de Jimin llamando a su Alfa y la
respiración de ambos mezclarse entre sí.
(♡)
A la mañana siguiente, la pareja fue recibida por el agradable frío invernal
de diciembre. La gran ventana frente a ellos estaba llena de nieve y copos
cayendo. Jimin se levantó cuando sintió náuseas otra vez, como solía sentir
cada vez que se levantaba.
Abrió sus ojos y miró la habitación blanca, Jungkook estaba durmiendo a su
lado, Jimin sonrió y miró la nieve caer por la ventana.
Era navidad.
Caminó hasta la cocina para beber un poco de agua y así pasar el
malestar. Se había colocado una camiseta de Jungkook blanca que le
quedaba básicamente como un vestido. Decidió asomarse por el balcón y
observar como desde el otro edificio, se veían los niños sacando los
regalos debajo del árbol.
Era nuevo en Nueva York, pero si algo había amado, era ver a los
cachorros jugar afuera y hablar con ellos cuando Jungkook se iba a
entrenar en el salón de boxeo por las mañanas.
Se había vuelto una rutina para ellos mientras Jimin iniciaba su primer
semestre en la Universidad.
Se dio vuelta para preparar el desayuno de su Alfa, sin embargo, observó
el árbol de navidad por curiosidad. Lo que llamó su atención fueron las
cajas de regalos debajo de este. Jimin frunció sus cejas y se agachó para
sacar una por una.
Eran demasiados regalos.
—¿Santa..? —musitó.
Todas tenían una nota con su nombre, Jimin las abrió una por una, mirando
todo tipo de regalos, desde ropa hasta libros, muchos libros. El Omega
formó un pequeño puchero con sus lágrimas cayendo por sus mejillas.
—Feliz navidad, ángel. —la voz de Jungkook se escuchó desde el marco
de la sala. Jimin lo miró y se levantó para correr hacia él y abrazarlo.
Jungkook lo estrechó en sus brazos con mucho cariño.
—¿Tú hiciste esto? —su voz salió en un hilito, estaba conmovido y
emocionado.
—Sí y no. La mayoría de los regalos son de los chicos, cada uno los mandó
y yo los guardé para dejarlos en el árbol.
—¿Entonces todo eso lo compraron ellos?
—Sí.
Jimin regresó a sus regalos para buscar entre las cajas alguno que no esté
abierto. Jungkook sonrió, él sabía lo que estaba buscando.
—No lo veo. —se quejó el menor.
—¿Qué cosa, amor?
—Tu regalo, no lo veo.
Jungkook rio, era demasiado adorable para su propia cordura.
Antes de que Jimin se pusiera a llorar, Jungkook le llamó.
—Ven aquí, nene.
El Omega se acercó con intriga, Jungkook metió su mano en el bolsillo del
mono que llevaba puesto y sacó una cajita de cristal. La colocó frente al
Omega, mirándole fijamente.
—Este es mi regalo para ti.
—Uh, ¿qué es?
—Ábrelo.
Jimin cogió la cajita y la abrió con sumo cuidado, pero se encontró con un
anillo azul zafiro, tan pequeño que cabía en su dedo anular. El Omega alzó
sus cejas y miró sorprendido a su Alfa.
—¿Qué... es esto?
El Alfa tomó el anillo y después la mano de Jimin.
—Te amo. —confesó—. Te amo como un jodido lunático, y te mereces
todas las maravillas de este mundo, incluso lo inalcanzable, y quiero ser yo
quien te dé todo lo que esté en mi alcance darte. Gracias por llegar a mi
vida, Jimin. Gracias por ver en mí la mejor versión y estar siempre atento a
mi cuidado, aún cuando tú estabas destruido por dentro, estuviste ahí
haciéndome compañía, siendo mi pequeño amuleto de la buena suerte.
Gracias por darme el valor de dejar mi pasado atrás, y por ser mi Omega.
Es un privilegio para mí. Sé que eres joven y un niño que aún necesita vivir,
pero estoy complacido de tenerte en mi vida, y lo único que quiero es que
la luna nos mantenga juntos por siempre, que seamos esa pareja que todos
quieren y nadie más pueda obtener... Ángel, ¿quieres casarte conmigo?
A este punto, Jimin ya estaba llorando como una Magdalena. Sus ojitos
brillaban con sus lágrimas y su labio temblaba de los nervios. Se le fue
inevitable no romperse, aferrándose del cuerpo de Jungkook y abrazándolo
con todas las fuerzas que su débil cuerpo disponía.
Ni siquiera apretar un gatillo era tan difícil como intentar sostener sus
lágrimas en un momento tan feliz como este.
—Sí quiero. —susurró sobre el pecho del Alfa— Si quiero casarme contigo.
El Alfa sonrió de oreja a oreja, alzó la mano de Jimin y le colocó el anillo. El
Omega sonrió, limpiando sus lágrimas.
Nuevamente el teléfono del Alfa comenzó a sonar en la habitación,
Jungkook gruñó por lo bajo y se dirigió a su cuarto para tomarlo y
responder, Jimin lo observó en la sala.
—¿Bueno? —habló el Alfa.
—¿Ya dejaron de fornicar? ¿Cuántos bebés piensas hacerle, hm? —la voz
de Taehyung volvió a sonar— ¡Pásame a Jimin!
El Alfa colocó el altavoz.
—Listo, habla rápido.
—¡Jimin! ¿Recibiste mi regalo? No sabía que talla eras, pero compré
muchas chaquetas de cuero, sé que te gustan más los abrigos pero estás
en Nueva York, así que necesitas portar estilo y elegancia.
Jimin rio y contestó.
—Sí, Tae. Lo recibí. Muchísimas gracias, es preciosa.
—Que bueno, ¿ya el animal te propuso matrimonio? O... ¡Espera, no dije
nada!
Jungkook suspiró.
—Taehyung, cierra la boca.
—Ok, ok. Sólo quería saber si mi regalo había llegado, pero como ya sé
que todo está bien, entonces los dejo para que sigan haciendo bebés.
Jimin se sonrojó ante su comentario, Jungkook cortó la llamada y dejó el
teléfono en la encimera de la cocina. Miró a Jimin con una pequeña
sonrisa.
—Entonces ¿Qué dices de pasar año nuevo en las Vegas y casarnos en la
capilla?
—¿En serio haremos eso?
—Por supuesto.
El Omega lo abrazó y asintió.
—De acuerdo, hagámoslo.
Jungkook rio y tomó la cadera de su Omega para depositar un beso en sus
labios.
Era la mejor navidad de ambos, y la más memorable en sus corazones.

(♡)
Muchas gracias por los 100k de lecturas en JE, aquí está el primer
especial de la propuesta de matrimonio 💌
✘ Jeon's Halloween

Las manos del Omega se aferraron a la espalda ancha del Alfa mientras
este movía su pelvis con rapidez y lo penetraba con fuerza. Jimin
lloriqueaba con su rostro enterrado en la almohada, sus glúteos rebotaban
contra la pelvis de su esposo, su pene era atendido por la mano del Alfa
mientras su cuerpo vibraba del placer.
Cuando los dientes de Jungkook se clavaron una vez más en su espalda,
Jimin se corrió con un gemido devastador, sintiendo la esencia de su
esposo derramada en todo su cuerpo.
—Mierda, mierda —espetó Jeon, mirando la marca de su mano en los
glúteos de su Omega— Que bien follas, ángel.
Jimin sonrió avergonzado, se dio la vuelta y miró a su esposo con las
mejillas rojas.
—¿Lo hago bien? —susurró.
Jungkook besó su boca.
—Lo haces de maravilla, como tu culo me aprieta y tus caderas se mueven,
me encanta.
Jimin rio como un pequeño niño y se abrazó del cuello de su Alfa para
atraerlo a su cuerpo. Jungkook cayó a su lado y besó sus brazos y cuello.
—Hay que buscar a Seol de la fiesta de disfraces de su compañero del
kinder. —dijo Jimin.
—Mm, dejémoslo un tiempo más.
—Kook, no me gusta dejar a mi hijo por mucho tiempo solo, es halloween y
los malos salen a robar niños.
Jungkook le miró dudoso.
—Estás pensando demasiado, y viendo muchas películas también.
—Soy realista, por favor, vayamos por él.
Jungkook suspiró rendido y asintió. Jimin le dio un beso en la mejilla y se
colocó de pie para darse una rápida ducha. El Alfa lo miró irse, tropezando
contra su escritorio con cosas de la Universidad.
Jimin ya casi acababa la universidad bajo la rama de literatura y filosofía, y
ahora escribía un nuevo libro para su tesis, si esta era aprobada, podría
tener la oportunidad de sacar en físico su historia. Su esposo le había dado
la idea de escribir sobre ellos, así que el rubio empezó a narrar su historia
de amor, de como unos Alfas despiadados se aprovecharon de su
inocencia y de como un mafioso con el corazón más noble le salvó la vida y
le cuidó con tanto amor durante tanto tiempo.
Estaba seguro que muchas personas se enamorarían de su historia, pero
tenía miedo de sufrir rechazo social por los temas sensibles que Jimin
había decidido hablar en su libro. Pero con todo y eso, Jungkook estuvo ahí
para él, ayudándole a escribir algunas cosas que para Jimin eran difícil, fue
su motor de arranque, así que todo se lo debía a él.
Llevaba 4 maravillosos años de casado, vivían en una hermosa casa en
Nueva York, y la vida peligrosa que habían sufrido en el pasado, quedó
sólo como una noticia más del montón. Jeon había salido en el periódico
bajo el seudónimo de J.K. Las personas tenían la duda de saber quién era
aquel mafioso que de la nada se había desaparecido. Lo que no sabían es
que ese mafioso caminaba por las calles de nueva York en compañía de su
ángel guardián y su hijo.
Nadie nunca iba a saber la verdad, por eso Jimin estaba escribiendo su
libro, quería tener una historia que contar.
Por otro lado, Jungkook había montado una nueva joyería en Nueva York y
era el empresario más novedoso de la gran manzana. Tenía sus contactos
con Namjoon y otras asociaciones, pero cuando le pedían volver a la mafia,
él se rehusaba diciendo que ya tenía una familia a quien dedicarle tiempo.
Namjoon se nombró como el nuevo mafioso de Corea, y escondía su
identidad bajo la profesión de doctor. Taehyung se había mudado con
Yoongi a Los angeles y estaban en espera de una pequeña niña, Mingyu
logró reencontrarse con su Omega y Hoseok y Jin vivían su mejor
momento, aunque seguían trabajando para Namjoon.
Para Jungkook lo único importante era Jimin y su hijo.
Nadie más.
—¡Jungkook, hay una araña en el baño! —Jimin gritó desde la ducha.
Jungkook se levantó colocándose los calzoncillos y se acercó al baño
donde su Omega se escondía de una fea araña.
—¡Mátala, me da miedo!
—Pase de matar personas a matar arañas. —ironizó el Alfa.
Tomó un rollo de papel higiénico y aplastó a la araña hasta verla caer en el
suelo, luego la enrolló y la botó en la papelera.
—Listo, amor.
—Mi héroe. —bromeó.
Jungkook lo miró desnudo y lleno de jabón.
—¿Te ayudo a bañarte?
Jimin rodó los ojos.
—Ven rápido antes de que me arrepienta.
Jungkook sonrió orgulloso y se metió en la regadera con el Omega. Se
bañaron juntos y después se besaron un poco antes de salir y vestirse.
En cuanto estuvieron listos, Jimin tomó las llaves del auto de su esposo,
Jungkook se acercó a él mientras metía un arma en su pantalón.
—¿Por qué llevas eso? —le preguntó Jimin.
—Dijiste que habían hombres que robaban niños, es precaución y parte del
outfit.
El Omega negó con una sonrisa y salió de la casa junto a su esposo.
Condujeron hacia la casa del compañero de su hijo y tocaron el timbre en
espera de que alguien abriera. Todas las casas estaban decoradas con
cosas de halloween, Jimin le daba escalofríos.
Cuando la puerta se abrió, una señora los recibió con una sonrisa.
—¡Hola! ¿Vienen por Seol?
—Sí, somos sus padres. —informó Jimin.
La mujer regresó a la casa y buscó al pequeño Jeon, tras encontrarlo, lo
llevó a la puerta donde sus padres estaban.
Jimin sonrió encantado cuando vio a su pequeño bebé disfrazado de
zombie.
—¡Papi! —exclamó Seol estirando sus brazos para que Jimin lo cargara.
—¿Comiste muchos dulces, amor?
—Un poco, te guardé, papi. —el pequeño le mostró su canasta de calabaza
con dulces adentro.
Jungkook los guío hacia el auto, pero un chico disfrazado de robot los
detuvo, parecía ebrio, un adolescente más.
—¡Hey, hermano! Que buen disfraz. —le dijo a Jungkook.
—No estoy disfrazado.
—¿Cómo que no? Pareces un espía.
Jungkook alzó una ceja.
—Es mi ropa normal.
El chico miró a Jungkook como si fuera un juguete, hasta que notó un arma
en su pantalón, no dudó en tomarla.
—¡Wow, con arma incluida! ¡Si que vas con todo, hermano!
—Te recomiendo no tocar eso. —le amenazó Jungkook— Si valoras tu
vida, claro.
—Es de juguete.
El chico apuntó hacia una gran calabaza y le sacó el seguro para disparar.
Enseguida la calabaza explotó, salpicando toda la casa de al frente. Jimin
tapó su boca mientras que Jungkook le quitaba el arma al adolescente y
pasaba el seguro. El chico tenía sus ojos abiertos de par en par.
—No te mato porque mancharia mis manos y estás ebrio. —murmuró Jeon,
tomó de la mano a su esposo y se lo llevó rápidamente al auto.
En cuanto encendió el vehículo y condujo, Jimin comenzó a reír.
—Eso fue muy extraño.
—¡Papi es mafioso, papi es mafioso! —gritaba Seol en el asiento trasero.
Jungkook negó.
—No soy mafioso, pero puedo jugar a serlo cuando yo quiera.
Jimin le sonrió y se inclinó hacia él para besar su mejilla.
—Tienes razón, eres mi mafioso.
Jungkook lo miró de la misma manera y sonrió.
El pequeño Seol no tardó en quedarse dormido y sus papis se miraron
cómplices, pues una vez que lo dejen en su habitación ellos iban a jugar al
policía y el ladrón.
El Halloween a penas iniciaba para ellos.
✘ Especial 2

Los piecitos de Jimin se movían con inquietud mientras el olor a limpio


inundaba sus fosas nasales. Estar en esta habitación blanca con plantas
adornando cada extremo de la habitación. Tragó saliva sintiéndose
nervioso.
La doctora Jess se sentó frente a él y le mostró una amable sonrisa con la
idea de transmitirle seguridad al Omega.
—El señor Jeon mencionó que vendrías hoy, estoy feliz de verte, Jimin.
—dijo la mujer.
Jimin asintió lentamente sin responder a su saludo. La doctora frunció sus
labios y le entregó unas hojas de máquina en blanco.
—¿Te parece si empezamos con la sesión? —inquirió.
El rubio volvió a asentir.
—Bien, cuéntame, Jimin. ¿Qué edad tienes?
—Veinte.
—¿Llevas mucho tiempo comprometido con Jungkook?
—Hm... nos casamos hace un par de meses.
La mujer sonrió.
—¿Lo amas?
—Sí, lo amo.
—¿Y cómo sabes que lo amas? —la pregunta confundió al rubio. La
doctora se acomodó en la silla mientras anotaba unas cuantas cualidades.
—¿A qué se refiere? —interrogó el menor.
—Es decir, ¿cómo sabes que es amor lo que sientes y no dependencia a
su cuidado y cariño?
—Jungkook siempre me ha dicho que me ama, desde que me encontró en
ese barco, o desde que dio su vida por mí. Entonces yo también siento ese
amor... quiero cuidarlo como él me cuidó a mí.
La doctora asintió, anotando las palabras de Jimin.
—¿Para ti cuidar de otra persona es amor?
—Sí, es una de las cosas que conforman el amor. ¿No es así?
—Está bien, pasemos a otra pregunta. ¿Qué sientes al estar casado con
él? ¿Cómo te sientes en este momento? ¿Aún tienes pesadillas con las
personas que te molestaron?
Jimin jugó con sus manos mientras pensaba en la respuesta.
—Y-yo no tengo más pesadillas, pero a veces me cuesta creer que esto es
real.
La mujer alzó su rostro hacia él. Jimin lucía muy cohibido, necesitaba
sacarlo de esa burbuja.
—Esto es real, Jimin. Estás en Nueva York, estás casado y tienes un
cachorro. Tu vida ha cambiado. ¿Qué sientes al respecto?
—Siento que no merezco nada de esto. —confesó, bajando la cabeza y
mordiendo su labio— El señor Jeon es muy bueno para mí, yo soy poca
cosa para él.
—Eso no es cierto. —la mujer lo miró fijamente— Jimin, lo que pasó en tu
pasado no fue tu culpa, tú no pediste ir a ese lugar, tú no pediste ser
llevado. Fuiste sólo una víctima, ¿entiendes eso? —el Omega asintió—
Quiero que entiendas que las cosas que te pasaron no ocurrieron porque
así lo quisieras tú, fueron, lamentablemente, cosas que no se pudieron
evitar. Pero tuviste la oportunidad de empezar de nuevo, aunque el camino
no fue fácil, el destino tenía algo preparado para ti. Las heridas de tu piel
poco a poco irán desapareciendo, ahora tienes una persona que te ama
incondicionalmente y un bebé que necesitará mucho de ti. Ellos son tu
presente ahora.
Las palabras de la doctora Jess hicieron lagrimear al Omega, quien con un
pequeño jadeo, empezó a llorar. La mujer se acercó para abrazarlo,
dejándole saber que ella estaba ahí para él.
Cuando la sesión de terapia finalizó, Jimin salió del consultorio de la
doctora y esperó afuera a que su esposo llegara por él.
Jungkook había decidido llevarlo a terapia después de que su primer
cachorro nació. Decía que para que el bebé pudiera ser bien criado, Jimin
necesitaba aprender un poco más de su pasado y de las heridas que aún
en su subconsciente no podía sanar.
Aparte de eso, también lo había inscrito en una escuela de capacitación
antes de ingresar a la Universidad. Esta le ayudaría a aprender mejor el
inglés y a redactar con mejor gramática. Jimin había aprendido sobre
geografía, español, inglés, coreano e historia universal.
En octubre iniciarían las admisiones para la Universidad. Jeon había
logrado conseguirle un cupo gracias a sus influencias.
Cuando el auto de Jungkook se hizo presente, Jimin sonrió emocionado y
subió al vehículo. El Alfa lo miró feliz después de pasar todo el día alejados.
—¿Cómo te fue con la doctora? —le preguntó Jungkook.
—Bien, volví a llorar a su lado.
Jungkook acarició su mejilla.
—Es el proceso de sanación, amor. Todo irá mejorando con el tiempo.
—Sí. —Jimin se inclinó hacia adelante y besó la mejilla de su esposo—
Vamos por Seol, ya lo extraño.
Jungkook encendió el auto y condujo hacia la guardería donde había
dejado a su cachorro. Esta era una de las más populares de la ciudad,
además de que, tenía mucha seguridad alrededor.
Jimin bajó del auto y fue por su bebé, cuando regresó, el Alfa le sonrió al
cachorro de 7 meses que lo miraba con baba en su boca.
—Te extrañamos mucho, Seol. —canturreó el Omega— Papá y no quiere
dejarte solito otra vez.
Mientras Jimin jugaba con su pequeño, Jungkook condujo en dirección a
una de sus empresas con sede en Nueva York. Estaba haciendo planes
para abrir una joyería en la ciudad.
—¿Te quedarás aquí o vienes conmigo, Ángel?
Jimin no dudó en quitarse el cinturón de seguridad.
—Iremos contigo.
Jungkook negó con una sonrisa y bajó del auto. Jimin se colocó a su lado
viéndose mucho más pequeño. Y claro, en sus brazos tenía a su bebé
quien miraba el lugar como si fuese lo más extraño. Aunque para su corta
edad, era difícil diferenciar lo extraño con lo real.
Jungkook saludó a los trabajadores de su empresa y después entró al
ascensor. Jimin sintió la mirada de los empleados en él, todos lo conocían
como el esposo del señor Jeon, pero había oído a algunas betas decir que
su jefe estaba con un niño y un bebé, que necesitaba a un Omega más
grande.
Jimin no le prestaba atención, pero aún así le bajaba el autoestima.
Llegaron a la oficina del Alfa, Jimin tomó asiento en una silla con Seol en
sus piernas jugando con su chupete de goma. Jungkook buscó algunos
documentos y firmas que necesitaba, siempre tenía consigo un arma
guardada en su escritorio y en su pantalón. Por eso Jimin no sé sorprendió
cuando lo vio sacarle las balas.
—¿No te da miedo que la policía te detenga y vea que tienes un arma?
—preguntó Jimin.
Jungkook sonrió.
—No son ilegales en Estados Unidos, además, tengo licencia para cargar
una en caso de emergencia.
—Wow, ¿entonces puedes dispararle a cualquiera que te haga algo?
—No, ángel. Le dispararía a cualquiera que te haga daño a ti o a nuestro
cachorro.
Una sonrisa apareció en el rostro del Omega. Jungkook guardó su cosas y
se acercó al rubio para levantar su rostro y besar sus labios. Aquella acción
dejó perplejo al Omega, quien cerró sus ojos y ronroneó como un felino.
Al separarse, Jungkook rozó sus narices.
—¿Quieres ir a cenar, amor?
Jimin asintió, enamorado.
—Pido pollo frito.
—Y a Seol el especial de bebés.
Jimin y Jungkook rieron. El Alfa lo tomó de la mano y salió junto a él de la
oficina.
Jimin en ese momento no tuvo miedo de nada. Se sentía tranquilo y
seguro, porque sabía que su pasado no era su culpa y que las cosas que
estaba viviendo ahora se lo tenía merecido.
Había aprendido gracias a las terapias, que amar a alguien no era malo,
pero que también debía amarse a si mismo, aceptar sus imperfecciones y
hacerlas parte de él también.
Gracias a eso, Jimin podía amar correctamente a su Alfa y cuidar mejor a
su bebé.
Porque ambos eran la causa de su felicidad, la curita a sus heridas y la
calidez que lo abraza en los días más fríos y silenciosos.


ahhh, se me ocurrió este pequeño especial con Jimin yendo a terapia y
aprendiendo un poco más, lo veía necesario para la historia u-u
🅰️➖➕🌖
Kapitel: 30Font size: 18
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