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Cátedra de Psicología del Desarrollo

Módulo VII Adultez y Vejez


Ficha de cátedra: Psicología del Desarrollo de la mediana edad.
Enrique Lombardo
Franco Morales

INTRODUCCIÓN
La Psicología del desarrollo ha sido tradicionalmente renuente al estudio de la adultez y
la vejez. Subyace a esto una concepción del desarrollo fuertemente vinculada a lo biológico,
desarrollo era análogo al crecimiento o a la maduración biológica. Sin embargo, ya algunos
autores como Erik Erikson comenzaron a plantear las particularidades del desarrollo a lo largo
de la vida, pensando al mismo como un producto psicosocial. A partir de las últimas décadas del
siglo XX, la adultez y la vejez son temas en la consideración de la Psicología del Desarrollo y se
comienza a hablar de una psicología del desarrollo del curso de la vida (Baltes, 1991).

La mediana edad es una etapa de la vida cuyo inicio carece de marcajes sociales claros y
su fin en general se asocia al retiro laboral. Las crisis de este momento vital es objeto de estudios
recientes y, a nivel de investigación, aún estamos en una etapa más descriptiva que explicativa
acerca de cómo los adultos van atravesando este período que, hoy más que nunca, le presenta
desafíos en la búsqueda de adecuarse a un mundo que cambia aceleradamente.
Hay experiencias que marcan fuertemente el desarrollo del adulto: la pareja, la paternidad y
maternidad, el trabajo y los vínculos sociales derivados.
Apoyados en planteos de teorías clásicas algunos autores comienzan a construir teorías
acerca de cuáles son los determinantes de las distintas trayectorias de vida en la adultez.
En lo que respecta a la pareja, se observa una caída en el número de matrimonios
formales e informales y un elevado porcentaje de divorcios y hogares unipersonales. Las
maternidades y paternidades son en promedio cada vez más tardías y va lentamente surgiendo
un movimiento de jóvenes que evitan la continuidad de su vida laboral, a favor de una libertad
en el uso de su tiempo. En esta etapa se acentúan las diferencias interindividuales, con 40 años
podemos encontrar personas que nunca se casaron y viven solas, algunos tienen hijos otros no
aún, o han decidido no tenerlos e incluso alguno ya puede ser abuelo o abuela.
La definición de la adultez ha variado con el correr del tiempo, en general ha estado
ligada a la responsabilidad creciente de un sujeto. Existen roles significativos que definirían al
adulto: trabajador, cónyuge y padre. Un adulto entonces, se define a nivel social como alguien
capaz de asumir responsabilidades en su vida (hijxs, trabajo, etc.) y que comienza a tomar
decisiones y elegir por sí mismo qué quiere de su vida.
La adultez tan temida muchos jóvenes, puede ser una etapa que se atraviesa felizmente
cuando se asume el rol, que implica actuar en general o en la mayoría de los casos
responsablemente (Whitebourne & Weinstock, 1979), aceptar el rol social, pensar lógicamente,
ser emocionalmente consciente y enfrentar y superar las frustraciones de la vida. Turner y Helms
(1989) desarrollan este tema yendo un poco más allá, agregando que el estado de
madurez/adultez promueve el bienestar físico y psicológico para una persona reafirmando sus
valores y adquiriendo un autoconcepto realista siendo estable emocionalmente y en los vínculos
que establece. Sin embargo, estas afirmaciones suenan un tanto ideales porque ¿cuántas
personas más allá de los 18 en occidente pueden acordar con esta descripción evaluando su
propia conducta?
Dos factores que generan grandes diferencias individuales en cuanto a trayectos de vida
y características del adulto: nivel socio económico y el género. En el caso del primero, por obvias
razones los y las jóvenes deben enfrentar responsabilidades más tempranamente que sus
coetáneos de clases más beneficiadas en la distribución de ingresos; y en el caso del género, el
modelo de desarrollo se basa en la figura del hombre, quedando relegadas las mujeres,
sometida a mandatos y límites en su desarrollo personal y laboral.
Nos encontramos también con jóvenes que se comportan como adulto y adultos que se
comportan como adolescentes. Kastenbaum (1979) sugiere que podemos discriminar distintos
tipos de edad. Edad cronológica (cuántos años tiene la persona); edad biológica (cómo está el
cuerpo, es un tipo de forma física), edad subjetiva (cuán viejo usted se siente), edad funcional,
asociada con el trabajo o rol y responsabilidades, edad social, (se vincula con los grupos en los
que una persona está integrada, cómo lo ven los otros a usted y su estilo personal).

LAS ADULTECES
Referirnos a adulteces surge de una doble consideración respecto a la mediana edad. La
primera refiere a que podemos diferenciar etapas dentro de este período de la vida; la segunda
emerge del reconocimiento del progresivo aumento de las diferencias interindividuales en esta
etapa vital.
Podemos dividir la adultez en dos etapas, la etapa temprana va de los 18/21 años hasta
los 40 aproximadamente; mientras que la etapa tardía llega va de los 40 hasta los 65 años. Como
toda división es arbitraria en alguna medida, de todas maneras, las vamos a utilizar para marcar
algunas diferencias.
Adultez emergente/temprana
Frente a la pregunta de ¿Cuándo se convierte uno en adulto? Las respuestas son
múltiples. Se puede hablar de madurez sexual, madurez legal, libertad económica, madurez
psicológica; etc. Tradicionalmente se definía a la adultez en base a tres criterios 1) Aceptar las
responsabilidades propias, 2) tomar decisiones independientes; 3) Obtener independencia
financiera (Arnett, 2006). Mientras que antes de mediados del siglo 20 estos tres criterios en el
mundo occidental se obtenían en tiempos similares luego de la educación media, en la segunda
mitad, a causa de la revolución tecnológica y la necesidad mayor de educación superior o
especializada, las edades del primer matrimonio, primer hijo y primer trabajo se han elevado
considerablemente. Es por ello que autores como Jeffrey Arnett sugieren que para las
sociedades industrializadas la etapa de los 18 a los 25/29 años se puede denominar adultez
emergente. Se trata de una etapa exploratoria, una época de posibilidades, una oportunidad
para probar nuevas y diferentes formas de vida. Es un período donde si bien no se han asentado
los roles adultos, ya no se es adolescente en sentido pleno (Arnett, 2000, 2007). Entre los 18 y
25 años hay muchas personas que todavía se encuentran estudiando una carrera. Parece ser un
tiempo más para la exploración que para ganar en estabilidad, asentarse.
La adultez temprana es la etapa posterior a la adolescencia y la tarea psíquica en este
momento será la reafirmación de la identidad y la construcción de un mundo íntimo y el vínculo
con el entorno social, el cual lo recibe con una variedad de vías de inserción.
A nivel biológico la estatura máxima para las niñas se alcanza entre los 16 y 17 años y en
los varones a los 18 o en algunos casos a los 21. Alcanzando el máximo de fortaleza física y
plenitud en el funcionamiento de sus sistemas vitales. (Aspinall, 2003). Desaparecen algunas
patologías infantiles como los problemas respiratorios. Se accede en la mayoría de los casos a
una homeostasis biológica a partir del funcionamiento de la glándula pituitaria que maneja
cambios hormonales del eje hipotálamo – pituitaria – suprarrenales (Timiras, 2003). Estamos en
esta época en el ápice de las capacidades bio – fisiológicas. A partir de aquí comienza la
declinación física.
A nivel estético y en función de los ideales de cada época esta etapa temprana de la
adultez los cuerpos responden mejor a los cánones de belleza y vigor. Los arquetipos artistas,
modelos, deportistas son de esta edad.
A nivel cognitivo en la adultez temprana la cognición mejora en calidad, cantidad,
velocidad temas eficiencia profundidad valores y habilidades, en función de esto es el momento
crítico para abordar temas complejos. Algunos autores hablan del comienzo de un nuevo tipo
de pensamiento postformal. (Commons, Richards & Armon, 1984).
La adultez tardía o adultez media abarca entre los 40 y 65 años de edad. En la
actualidad, en las sociedades occidentales, esta etapa se considera como con características
propias en relación a su rol social, oportunidades, conflictos, dificultades, ganancias y pérdidas.
Como la adultez temprana, no tiene marcajes biológicos ni sociales que determinen claramente
su comienzo. Su fin que está marcado por el retiro laboral.
En un estudio llevado a cabo en Estados Unidos (Midlife in the United Stated Study,
MIDUS), una extensa investigación de 7200 adultos entre 25 a 75 años, acerca de las condiciones
de vida y transición a la vejez (Brim, Ryff y Kessler, 2004), se halló que la mayoría de las personas
de edad media está en buena forma física, cognitiva y emocional y con buena calidad de vida.
En general creen que han logrado una estabilidad y control en su vida pese a manejar
pesadas responsabilidades en cuanto al mantenimiento de su hogar, su negocio o empresa,
muchos de ellos desde lugares jerárquicos. También sienten mayor libertad en cuanto a no tener
que hacerse cargo ya de sus hijos. Hay quienes han llegado a la cúspide en sus carreras, mientras
otros ni siquiera lo han intentado y mantiene puestos menores. Destacan las diferencias
individuales crecientes y una buena expectativa hacia la vejez. Hay claramente una percepción
de la declinación física, muchos tienen que abandonar de manera definitiva deportes que han
practicado en su juventud con regularidad. En cuanto a los cambios orgánicos, comienzan a
requerir atención en áreas como dentición y visión, por mencionar algunas. Hay un deterioro
óseo y articular, en algunas mujeres, osteopenia y en mujeres y hombres artrosis o problemas
articulares.
El aumento de expectativa de vida a más del doble desde hace unos cientos de años, no
ha venido acompañada de grandes cambios genéticos por lo que surgen nuevas patologías en
un cuerpo que había evolucionado para sobrevivir apenas más allá de los 40 años sin mucha
ayuda del exterior. Ahora, por un lado, sufre el peso atmosférico y el aumento de patologías
vinculadas a la abundancia, como la obesidad, lo que genera el desgaste de algunas partes. Sin
embargo, son también las condiciones de vida en general en nuestra cultura, las que nos permite
vivir hasta más allá de los 80 años. Ese costo se comienza a pagar en la mediana edad. Si
pensamos en un organismo que nace crece se reproduce y muere, pensemos cuanto vivimos
luego de perder nuestras capacidades reproductoras plenas (menopausia y andropausia). Del
mismo modo que en la adultez temprana las condiciones de esta trayectoria de vida dependerán
también de los factores que hemos mencionado antes: Género y estatus socio – económico y
podemos agregar estado de salud.
ASPECTOS BIOLÓGICOS: MENOPAUSIA Y ANDROPAUSIA.
En algún momento de la adultez, el nivel sanguíneo de las hormonas sexuales decrece,
de forma bastante brusca para las mujeres y de forma más gradual para los hombres. Como
resultado el deseo sexual a menudo se atenúa, no desaparece, suele haber una baja la
frecuencia en las relaciones sexuales. Es el fin de la etapa fértil de la mujer, no en el hombre que
conserva esa capacidad a lo largo de su vida. En las mujeres se produce entre los 42 y 58 años,
(51 años es el promedio. La andropausia se refiere a la disminución de los niveles de
testosterona en hombres mayores, con la consiguiente reducción del deseo sexual, las
erecciones y la masa muscular.
La menopausia ha sido considerada durante mucho tiempo, como un punto de inflexión
en el desarrollo psicosexual de la mujer, lo que representaría profundos cambios. Se supuso un
factor desencadenante de una serie de malestares tanto físicos como psicológicos. El hecho de
perder la capacidad reproductiva se consideró una seria herida a la condición femenina y a su
identidad.
La menopausia ha estado rodeada de prejuicios en función de considerarse la sexualidad
un factor distorsivo de comportamientos normales en una mujer, ha sido parte de los prejuicios
que rodea la idea de senilidad o del envejecer como una patología. A principios de siglo XX la
medicina sostenía que la menopausia era generadora de todo tipo de conductas anómalas.
Médicos como el ginecólogo Enoch H. Kisch (1874, citado por Iacub, 2008), planteaban que al
asumir el haber perdido los encantos, la conducta en la mujer se transformaba convirtiéndola
en irritable y de mal carácter. Otras teorías concluían que a partir de estos cambios biológicos
mejoraban en sus actividades públicas y sociales producto de una virilización. También se
afirmaba que el climaterio que en algunos casos podía generar un peligroso aumento de
apetencias eróticas y alteración de la libido y cundían los casos de mujeres que vivían en tensión
por sentir apetencias que se señalaban como patológicas en la creencia que la sexualidad estaba
asociada a la vida reproductiva únicamente y que por fuera de esa función era anormal. Como
vemos este tema forma un capítulo más en las formas de control de los cuerpos y del deseo
sexual a partir de concepciones erróneas y prejuiciosas.
Hoy sabemos que la menopausia no es un hecho significativo en la mayoría de las
mujeres (Neugarten, 1999). Muchas mujeres refieren sentir ciertos momentos de
acaloramiento, pero también un alivio, en cuanto a que pierden la capacidad reproductiva.
Finalmente asistimos en la actualidad a un desarrollo inusitado de la tecnología médica
que ha permitido a mujeres menopáusicas procrear lo cual nos mueve a la reflexión acerca del
corrimiento de los límites biológicos y sus consecuencias.
En el caso de la Andropausia está aún hoy en discusión su existencia debido a que la
disminución gradual de la testosterona no representa un cambio tan abrupto como los cambios
hormonales de la menopausia no habiendo consecuencias psicológicas manifiestas. De todas
maneras, el fenómeno de la declinación de la potencia sexual es un tema de preocupación para
los varones que asumen su masculinidad en muchos casos en función de su potencia sexual. La
aparición de drogas como el sildenafil y su incorporación a la vida sexual pone en tela de juicio
la relación entre deseo sexual y funcionamiento físico. Pareciera que la cultura ha incorporado
el mandato en el hombre de funcionar sexualmente como parte de su identidad masculina,
eludiendo el componente psíquico, el deseo sexual.

ASPECTOS PSICOSOCIALES DE LA MEDIANA EDAD


Teorías del contacto social
Teoría de la caravana social
Según esta teoría la gente atraviesa la vida rodeada por caravanas sociales: Circulos de
amigos cercanos y familiares con diversos grados de cercanía de los que se recibe apoyo social,
ayuda y bienestar y a los cuales se les ofrece interés sostén y cuidado. Las personas de mediana
edad suelen tener caravanas más grandes debido a que es probable que estén casadas, tengan
hijos, que sus padres vivan y que estén en la fuerza de trabajo (Antonucci & Akiyama, 1997).

Teoría de la selectividad socioemocional


Esta teoría intenta explicar los motivos por los que las personas eligen pasar tiempo con
sus vínculos. De acuerdo con Carstensen (1991) la interacción social puede tener tres
motivaciones básicas: 1. Es una fuente de información; 2. Ayuda a desarrollar y mantener el
sentido de si mismo; 3. Es una fuente de placer y confort o de bienestar emocional. Mientras
que la búsqueda de información es una motivación más propia de la adolescencia y la búsqueda
de bienestar es más característica en la vejez, encontramos que la edad mediana se muestra
como un punto intermedio donde progresivamente se va encontrando que el bienestar va
siendo una motivación más y más creciente para el contacto social.

Pareja, familia y trabajo.


Siguiendo cierta normatividad podemos calcular que un matrimonio formado en la
adultez temprana ha acumulado aproximadamente entre 15 y 20 años en esta etapa,
obviamente aquellos que no se han divorciado que son en nuestro país la mitad de los
constituidos legalmente. En la ciudad de Buenos Aires se produjeron en 2018, 7 divorcios por
cada 10 casamientos con una edad promedio de 47 años (Dirección General de Estadística y
Censos de la Ciudad de Buenos Aires, 2018). Si bien este tipo de datos tiene numerosas
explicaciones podemos decir que el duelo por la pareja a partir de un divorcio en los años
intermedios es un tema a considerar como característica de la edad.
Los matrimonios en esta etapa experimentan en muchos casos la partida de los hijos
del hogar familiar (crisis del nido vacío), que es vivida como una pérdida debido al
distanciamiento afectivo que conlleva, pero también como una ganancia en cuanto a la libertad
que representa no tener que ocuparse, o esperarlos o apoyarlos financieramente. Muchos datos
relativizan la crisis del nido vacío, síndrome que se atribuía a las mujeres debido a la intensa
dedicación que habían tenido respecto de sus hijos experimentaban una pérdida de sentido de
sí frente a esta ausencia. No parece ser así y aún más, se verifica una cierta relajación en relación
a la responsabilidad que han tenido hasta el momento respecto de sus hijos, ahora emancipados
y autosuficientes. Sin embargo, se abre para las personas de esta edad un nuevo frente que es
el cuidado de padres añosos, lo que resulta una preocupación creciente sobre todo en mujeres.
En cuanto a el trabajo y la carrera profesional, los hombres a diferencia de las mujeres
perciben el inicio de la mediana edad en el ámbito laboral, más que en el familiar, debido al
cambio en su estatus, más respeto, es más consultado. Los hombres según Neugarten (1999)
vinculan su trayectoria de vida con la línea de su carrera laboral y profesional. Si han conseguido
los objetivos planteados a tiempo o con retraso.

BIENESTAR PSICOLÓGICO Y FELICIDAD DURANTE LA MEDIANA EDAD


El bienestar psicológico se define, según Ryff y Keyes (1995), como un esfuerzo para que
el ser humano se perfeccione y cumpla con su potencial, lo cual tiene que ver con tener un
propósito de vida que ayude a darle significado. Esto implica asumir retos y realizar esfuerzos
para superarlos y así alcanzar las metas propuestas. algunos autores han propuesto un modelo
de seis dimensiones: autonomía, dominio del ambiente, autoaceptación, relaciones positivas
con otros, crecimiento personal y propósito en la vida.
En cuanto a la trayectoria del desarrollo del bienestar psicológico, varios estudios han
informado que algunas de sus dimensiones exhiben claramente los efectos de la edad, mientras
que otras se mantienen estables en el tiempo (Meléndez, Tomás y Navarro, 2011; Ryff, 1991;
Triadó, Villar, Osuna y Solé, 2005). Específicamente, las dimensiones de relaciones positivas con
los otros y autoaceptación han demostrado ser relativamente estables. Entre tanto, la
dimensión dominio del entorno tiende a ser más elevada en adultos mayores y de mediana edad
que en los jóvenes, pero se mantiene estable desde la edad media hasta la vejez. La dimensión
autonomía exhibe un patrón similar, aunque menos marcado que la anterior dimensión. Las dos
dimensiones restantes, el propósito en la vida y el crecimiento personal, consideradas las más
características del bienestar psicológico, disminuyen conforme se avanza en el desarrollo (Ryff,
2014).
Este último aspecto, suele ser considerado como muestra de que el bienestar conforma
una forma de U a lo largo de la vida adulta. Es decir, mientras que durante la adolescencia y la
vejez la felicidad y el bienestar son mayores, en la mediana edad se da una caída de estos niveles.
Si bien esta afirmación ha tenido sus cuestionamientos referidos a factores individuales y
contextuales, un estudio reciente (Blanchflower & Graham, 2021) concluyen que se observan
formas de un en 146 países incluyendo desarrollados y subdesarrollados.

APORTES TEÓRICO/CONCEPTUALES SOBRE LA MEDIANA EDAD


¿Crisis o adaptación? La experiencia vs la declinación.
Gisela Labouvie Vief (2000) plantea la teoría de la integración dinámica (Dynamic
Integration) que va a intentar dar cuenta de esta situación paradojal. Esta teoría busca integrar
aspectos cognitivos y afectivos como base de un mejor control emocional en la adultez. La
hipótesis central que plantea es que los cambios en la regulación del afecto son una función del
incremento de la complejidad cognitiva y el desarrollo del ego. Es decir, parte de dos líneas de
investigación en la psicología de la adultez. Una establece que en esta etapa hay una
complejización de los aspectos cognitivos, producto del enriquecimiento de la lógica formal a
partir de la experiencia dotándola de una mayor flexibilidad y cierto relativismo o perspectiva
crítica. (Baltes & Staudinger,1993; Kramer & Woodruff; Labouvie-Vief, 1982). Otras
investigaciones dan cuenta de una progresión en la personalidad, organización y desarrollo socio
emocional o regulación emocional (Carstensen, 1995, Labouvie-Vief, 1994, Vaillant, 1993).
Raramente han sido examinadas las relaciones entre los dominios cognitivos y del desarrollo de
la personalidad. Esta autora lo que plantea sobre la base de hallazgos investigativos que en la
mediana edad se produce una integración cognitivo emocional dadas ambas tendencias. La
regulación emocional y los estilos de afrontamiento de los jóvenes están muy influenciados por
las convenciones socio culturales vinculadas a la “conducta apropiada” en cada caso. Sin
embargo, conforme el individuo se acerca a la mediana edad sus modos de regulación emocional
van a ser influenciados por factores contextuales, mayor relativismo que dogmatismo y
autodeterminación. Se exteriorizan más emociones y al mismo tiempo se parte de la tarea es
encontrar un sentido nuevamente a su vida, en función de que objetivos como la maternidad o
paternidad, o el logro de una buena posición a nivel laboral pueden haber quedado atrás, los
adultos de todas las edades buscan dar sentido a sus experiencias y encontrar significado en sus
vidas, los adultos de mediana edad tienden a informar una mayor inmersión en la búsqueda de
significado que los adultos jóvenes o mayores (Ko, Hooker, Geldhof y McAdams, 2016 ) .
Teoría eriksoniana: las 8 edades del hombre
Erikson (1987), propone el concepto de desarrollo psicosocial, para diferenciarse del
psicosexual freudiano. Según él, se puede describir el curso de la vida a partir de 8 edades en las
que se dan crisis, las que al ser superadas permiten subir un escalón en el desarrollo pasar a la
etapa siguiente. Cada crisis está basada en un conflicto personal que necesita ser trabajado y
resuelto antes de que el individuo pueda continuar hacia un nivel superior.

1. Confianza básica versus desconfianza básica (del nacimiento a los 18 meses)


2. Autonomía versus vergüenza y duda (de 18 meses a 3 años aprox.)
3. Iniciativa versus culpabilidad y miedo (de los 3 a los 6 años)
4. Destreza versus inferioridad (de 6 años a la pubertad)
5. Identidad versus Confusión de Identidad (de la pubertad a la temprana edad
adulta.)
6. Intimidad versus Aislamiento (temprana edad adulta)
7. Generatividad versus Estancamiento (edad adulta intermedia)
8. Integridad versus Desesperanza (vejez)

Adultez temprana: intimidad versus aislamiento


Esta primera crisis en la adultez se refiere a las relaciones cercanas profundas y
perdurables, amistades donde hay confianza en el otro y comparte con ellos sus sentimientos.
Algunas de esas amistades pueden desarrollarse desde la adolescencia o incluso la infancia, o
ser nuevas. Una o más de estas amistades pueden derivar en un vínculo erótico y/o romántico.
El amor puede presentarse con una emoción virtuosa, pero en tanto sea realista y no caiga en
la exclusividad como condición que evita la posible pérdida e incluso la precariedad de ese
sentimiento. Las crisis de celos o el aislamiento o la frialdad emocional son signos de una no
resolución de esta crisis. Mientras que la intimidad real implica sacrificar algunos rasgos del sí
mismo y la aceptación de las pérdidas y la posibilidad de llegar a un nivel de intimidad en algunos
vínculos marca una buena salida de la crisis.
Por supuesto, a la intimidad se accede si previamente el conflicto de la adolescencia
(identidad vs confusión de rol) ha sido resuelto, y la persona ha logrado un sentido de identidad
estable y fuerte. En el caso de la amistad o relaciones cercanas pueden ser origen de conflictos
y emociones negativas. Debemos experimentar situaciones de infelicidad y poder contarle a
alguien lo que pensamos o sentimos, cosas que nos hacen vulnerables. Esto que puede suceder
en cualquier etapa de la vida, en la temprana adultez tiene un significado especial. En esta etapa
exploran la habilidad para hacérselo a otros (abandonarlos, rechazarlos, confundirlos), como a
soportarlo (tolerar ser rechazado, abandonado o estar confundido en relación a los sentimientos
de otro) estimando el riesgo de ese disgusto y el dolor que tal cosa le podría provocar a sí mismo
o a otro.
El adulto temprano es más realista acerca de sí mismo y sus habilidades sus dotes
vinculadas a la sociabilidad que antes. En esta etapa alguien que ha sido devoto, seguidor o fan,
cesa de pensar que puede conocer y enamorarse de sus íconos. También reconocen que no
pueden tener todo. Si queremos ser amigos de otros si queremos amar a otros debemos tener
en cuenta los deseos necesidades y sentimientos de los otros y comprometernos con ese saber
acerca de la necesaria reciprocidad en las relaciones.
El inicio de una carrera universitaria marca la construcción de un aspecto de la identidad,
la vocacional. Si le quitamos el halo esencialista con el que muchas veces se ha tratado la
vocación podemos plantear la misma como una forma de compromiso a largo plazo con un
objetivo.

La edad de la adultez tardía de los 40 a 65 años: Generatividad vs. Estancamiento


El principal foco de desarrollo en esta etapa es la determinación personal de qué
objetivos uno se pone, de qué vida quiere; cuáles son logrados, y cómo uno puede contribuir en
su medida a la sociedad global. Erikson llama a este concepto generatividad. La generatividad es
la preocupación por apoyar y guiar a la nueva generación. La verdadera generatividad se
desarrolla fuera del entorno familiar y considera nuestra sociedad y la sociedad global y cómo
nuestros descendientes, las futuras generaciones vivirán. Esto significa que la generatividad no
está restringida a gente en mediana edad, sino que cualquiera que esté trabajando por el futuro,
por un buen porvenir resulta alguien generativo. Implica tanto una fase esencial tanto del
desarrollo psico-social como psico sexual en cuanto implica la investidura libidinal en ciertos
intereses que van más allá del yo. Erikson (1974) sugiere que si la generatividad es adquirida la
persona será más feliz y también más apta para vivir una vida productiva.
La alternativa a esto es el estancamiento, es actuar como un niño; auto centrado,
egoísta, demandante, alguien que rechaza crecer y las responsabilidades que ello conlleva. Esto
puede parecer divertido como fantasía, pero no lo es. Una parte de la población parece estar en
esta situación, y es conocido psicológicamente como “perpetua adolescencia”. Sheeny (1996)
sugiere que para muchos quienes pueden permitírselo en la temprana adultez, parecen
extender su adolescencia hasta los 30 o 40, debemos considerar que este alargamiento del
estadio temprano podría ser un ejemplo de los efectos del cambio y las normas sociales más
laxas o modelos menos rígidos. Sin embargo, este estancamiento parcial, tiene sus
consecuencias, cuando estos "Peter Pans" forman familias, todavía pueden pensarse como
adolescentes que desafían la autoridad lo que podría significar que ellos se encuentren perdidos
en su rol como padres que guían, y como consecuencia esperar que sean sus propios hijos
quienes le proporcionen la estabilidad y la seguridad psíquica que no tienen por sí mismos. Una
exitosa resolución de la crisis de la mediana edad se vincula a sentirse capaz y estar involucrado
con el futuro. Esto significa que la persona será hábil para moverse hacia el desarrollo hacia la
siguiente etapa. Falla en resolver esta crisis produce sentimientos de insatisfacción,
empobrecimiento personal, yendo hacia ningún lado. Esto podría significar que el individuo está
estancado en este estado y no ser apto para progresar psicológicamente.

Críticas a la teoría eriksoniana


Algunos de los reproches que se le hacen a la perspectiva eriksoniana es que no
discrimina por género y parece centrado en la psicología del varón occidental. Algunos
investigadores plantean que las mujeres progresan de una a otra etapa de manera diferente.
Por ejemplo, Gilligan (1982) puntualiza que en nuestra sociedad los hombres usualmente
afirman su identidad antes de ganar en intimidad en los vínculos, mientras que en muchas
mujeres ambas son logradas al mismo tiempo o el establecimiento de identidad puede quedar
en espera frente a una intimidad ya instalada en uniones matrimoniales o amistosas.
Tradicionalmente en la cultura occidental los hombres podrían esperar hasta progresar en el
trabajo o su vida profesional antes de comprometerse en una relación íntima que implique
responsabilidades, como tener hijxs. En las mujeres el logro de la identidad muchas veces está
postergada frente las demandas de adaptación a la vida en pareja, situación que en el presente
siglo ha ido cambiando. Fue particularmente común la norma social de una esposa más joven
que su marido.
Otro aspecto débil en los planteos de Erikson es señalado por Neugarten (1975), esta
autora plantea que en la llamada clase obrera o los niveles socio económicos más bajos, la clave
del desarrollo de las edades o etapas de la adultez temprana sucede antes que en los niveles
más altos. En el caso de las mujeres el desarrollo podría ser comparable. El ingreso temprano en
la vida laboral y la constitución de familia, mientras que para los grupos socioeconómicos más
altos esto podría suceder más tarde en una década aproximadamente. La teoría de Erikson tiene
ideas muy estimulantes e interesantes desde reconocer las crisis que enfrenta la vida adulta
hasta la idea de discriminar estadios diferenciados. De todas maneras, existe una gran variedad
interindividual, tanto en el proceso de crisis como en la resolución en relación al tiempo y la
secuencia. Los factores sociales tales como el género el grupo socio económico son también
relevantes en determinar el patrón de desarrollo. Estos patrones son determinados por la
sociedad en la cual el individuo vive.
Teoría de las “Estaciones de la vida”. Levinson
Otros autores siguiendo la línea de Erikson han buscado caracterizar la adultez y sus
etapas. Uno de ellos es Levinson (1978; 1986) y su teoría de las “Estaciones en la vida” del
hombre. El autor prefiere el concepto de estaciones al de las etapas porque este último asume
que unas serían superiores o superadoras a las otras. Él plantea que cada estación es apropiada
para una etapa de la vida, pero ninguna es superior. También afirma que, aunque cada persona
es única e individual no obstante seguimos un plan o patrón básico común a lo largo de la vida,
el cual él llama “Estructura de la vida” (life structure). Llama a estos patrones o estaciones del
ciclo de la vida sigue una secuencia de 4 períodos o estaciones. Su teoría sugiere que la adultez
temprana es desde aproximadamente los 17 años hasta los 45, y la mediana adultez va desde
los 40 a 65 años. El solapamiento entre 40 y 45 es una “transición” desde una etapa a la
siguiente. Estas transiciones son claves en su teoría. Cada transición es un tiempo de cambio,
donde la estación previa es dejada atrás, la estructura vital cambia y la nueva estación comienza.
De este modo la persona va desde la dependencia infantil, emocional y económica hacia el
momento de cambio donde se le presentan las chances para construir su identidad personal o
auto concepto y su ocupación. Esto no implica que la decisión sea inmediata, sino que es un
momento en que alguien está pensando seriamente en cambiar, una transición. Muchos
estudiantes de los niveles superiores de la enseñanza, están en esta etapa de transición.
Tomando decisiones acerca del próximo curso o carrera, acerca del tipo de persona que desean
ser o cómo quieren ser percibidos. Ellos seguramente han estado pensando alternativas y
problemas, y por algún tiempo, probablemente, vuelven a evaluar sus ideas anteriores, pero
ahora con más madurez. El resultado de esto es una construcción llamada por Levinson: “el
Sueño”. Él usa este término para hablar de la dirección que está tomando una persona, el Sueño
representa los objetivos de la vida, la carrera / estudio, relaciones u otros aspectos vinculados a
su futuro. Todavía no es del todo consciente acerca de este camino y plan de vida.
Para Levinson (1986) la adultez temprana es posiblemente la etapa de mayor dinamismo
en la vida adulta y también la de mayores desafíos y la de mayor tensión. Esto es porque las
decisiones son tomadas para concretarse, aunque deja posibilidades abiertas. El compromiso y
una firme estructura de la vida van emergiendo. Algunos sueños pueden convertirse en realidad
tal como armar un hogar propio una relación de pareja estable, o una promoción laboral. Pero
a veces sucede que alguien siente que los años pasan y que algunas decisiones las debe tomar
ahora porque no va a poder hacerlo más tarde.
Alrededor de los treinta años Levinson plantea que es un momento de reajuste del
Sueño y si la persona puede enfocarse en sus preocupaciones claves, en sus propios intereses, y
contribuye positivamente a su entorno, la vida personal y ocupacional se alojará en un nicho
seguro en el mundo adulto y logrará una reafirmación del sí mismo, de su identidad.
Generalmente los 30 son un momento clave para alcanzar la realización del Sueño.
Comúnmente la influencia de un mentor o especialista respecto al modelo que persiguen resulta
un facilitador importante, una clave para acceder al Sueño. Este mentor en general es alguien
mayor, con más experiencia, quizá un colega o aún el jefe.
La aceptación de responsabilidad por sí mismo y haber podido encaminarse al logro de
sus objetivos, jerarquizando aquello relevante, de lo que no lo es, es parte de este proceso.
En síntesis, hay una temprana transición hacia la adultez, desde final de la segunda
década hasta los veintipico que involucra al joven adulto construyendo la visión del Sueño de
que y como ellos querrían ser en el mundo adulto. Si ello es realista este sueño se concretará.
Pero si es poco realista e inalcanzable, se desvanecerá o morirá y la persona se quedará con un
sentido de propósito perdido y un sentido disminuido de vitalidad.
En la estación de la mediana adultez se produce una transición desde los 40 hasta los 45
años. La llamamos la crisis de la mitad de la vida porque para algunas personas esta es
verdaderamente un momento de crisis. La crisis es probablemente tenga que ver con la
sensación de que la vida está pasando. Hay ahora una percepción clara del proceso de
envejecimiento, al menos físicamente, y esto es visto en la cultura occidental como negativo. La
gente quiere seguir siendo percibida como juvenil. Pero otros factores además de la apariencia
nos muestran el paso de los años. Ya algunos han vivido el duelo por la pérdida de amigos o
parientes. Y cada una de esas pérdidas es un signo de lo mortal que se es. Algunos ven que su
Sueño no se ha logrado y si el Sueño desparece en este momento la persona podría perder su
sentido de estar vivo y su propósito vital. Alcanzar el Sueño de manera realista puede necesitar
más ajustes o incluso rehacerlo a la luz de la experiencia. De lo contrario, una desilusión
abrumadora puede socavar el bienestar de la persona enfrentándolo a una vejez caracterizada
por el reproche de no haber logrado algo.
Cabe aclarar que no todos experimentan esta crisis, y muchos que la experimentan salen
bien parados de la misma, la superan. El alcanzar ciertos objetivos permite al adulto llegar a un
estado reflexivo evitando el aislamiento o el estancamiento, mencionado por Erikson como la
salida fallida de esta etapa.
La mediana adultez también puede ser un tiempo de logros, iniciativas y ganancias.
Muchos de ellos renuncian a sus ilusiones de ser jóvenes por siempre, o inmortales, y miran su
entorno de manera idealista y ven por ejemplo formas de contribuir al bien de las futuras
generaciones (generatividad). Algunxs por su experiencia y características puede llevar a hacer
cambios importantes en su comunidad. Pueden suceder eventos significativos tales como el
divorcio, un cambio de carrera o intentar alguna asignatura pendiente de su vida. Otrxs
mantienen su Sueño adaptándolo sutilmente a medida que cambian sus propias actitudes u
objetivos y se vuelven más amables, más altruistas o profundizan sus apegos personales. Incluso
muchos plantean que en esta etapa es cuando más recompensados se sienten, positivos y
productivos. Las tareas que sugiere Levinson completar para una mediana edad exitosa
involucra reconciliación de cuatro tendencias opuestas. Estas incluyen aceptación en lugar de
rechazo de la madurez, altruismo en lugar de egoísmo, el desarrollo emocional en lugar de
superficialidad, y aprender a comprender nuestro ser interno y nuestras necesidades en lugar
de centrarnos en el logro externo.
Un aspecto significativo de esta tarea es la aceptación del envejecimiento y las
limitaciones físicas que conlleva la edad.

Berenice Neugarten
En la visión de Bernice Neugarten (1999) la mediana edad se sitúa de manera general
entre los 40 y 60 o 65 años. Es una etapa caracterizada por el alcanzar el punto máximo en la
carrera profesional, el abandono de los hijos del hogar familiar (“el nido vacío”), la muerte de
los padres o condiciones que los hacen dependientes de cuidados, es decir que se pasaría en
muchos casos de cuidar hijos a cuidar los padres. La menopausia y andropausia, la abuelidad,
ocurrencia más frecuente de enfermedades, la jubilación.
La autora desarrolla una perspectiva llamada “Modelo del momento de los eventos”
(Neugarten & Neugarten, 1986), que sostiene que el curso del desarrollo depende del momento
en que ocurren ciertos eventos en la vida de las personas. Los eventos normativos de la vida
también llamados factores normativos asociados a la edad (Baltes, 1991) son aquellos que
ocurren en ciertos momentos de la vida, como la escolaridad, o el matrimonio o la jubilación,
hay en este sentido una especie de reloj social. Si estos eventos se presentan en función de ese
reloj social el desarrollo avanza de manera uniforme, en caso contrario sobreviene el estrés. Un
ejemplo puede ser tener que dejar de trabajar en la juventud o enviudar a los 30 años, o que no
se presente por ejemplo no poder escolarizarse o no poder tener hijos. Por supuesto el reloj
social es diferente en diferentes culturas y épocas. Hoy en día decidir no tener hijos no
necesariamente es un factor estresante, pero en otros momentos históricos sí lo fue. La
percepción que desarrolle cada persona del ciclo vital varía de una persona a otra.
Para Neugarten el trabajo psíquico a realizar en esta etapa se vincula a la percepción de
cambios que se relacionan fundamentalmente con situaciones de ruptura con cierto equilibrio
anterior. A nivel evaluativo la persona tiene una nueva perspectiva del tiempo. Una percepción
más profunda del sí mismo con una existencia temporal y dependiente del cuerpo le permite
tomar conciencia acerca del tiempo que queda por vivir como finito. Hay una conciencia clara
de tal límite, más allá de las formas de negación o evitación puedan funcionar como defensa
frente a esto. Esta conciencia del límite redunda en una reorganización del presente a su vez
esta sensación de cierta fragilidad vital que contrasta con una época en la que la persona siente
que tiene un mayor control de su exterior y de su interior emocional.
Un yo corporal que percibe los cambios, los límites de un cuerpo que comienza a dar
señales de deterioro. Del mismo modo a nivel cognitivo y perceptivo se producen declinaciones.
Actúan en ambos casos mecanismos compensatorios que van a ser la clave de esta etapa y la
siguiente, la vejez.
En relación a los vínculos intergeneracionales la mediana edad se aleja de los
adolescentes, a quienes no puede comprender y por quienes no se siente comprendido o
reconocido dada su vasta experiencia. Hay un mayor sentimiento de proximidad con los mayores
porque sienten que pueden comprenderlos mejor y apreciar lo que hacen.

CONCLUSIÓN
Hemos hecho un recorrido descriptivo y explicativo de la etapa de la adultez. Esta
etapa que se prolonga desde los veinte hasta los sesenta es un largo período en donde se
producen cambios desde la transición e Integración al mundo adulto hasta la preparación para
la vejez. Algunos de los puntos más relevantes a destacar es la diversidad de trayectorias de
vida que se van diferenciando y algunos aspectos comunes como el cúmulo de experiencias y
aprendizajes. Los adultos son el grupo que marca el ritmo de nuestra sociedad, sobrellevan
esa pesada responsabilidad y a su vez van a ser quienes preparen a aquellos que van a ocupar
su lugar.

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