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Para poner en el dibujo este del camino:

Título: La planificación del taller de Alfabetización Digital.

Largada: Definición de un programa: ¿Con quiénes debemos organizar para


garantizar un taller? ¿Qué contenidos requieren? ¿Quiénes serán las/os
destinatarias/os? ¿Con qué recursos cuentan?

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Nuestro rol

¿Qué entendemos por formación de formadores?

Para comenzar, consideramos necesario definir la formación


permanente de las/os formadoras/es como un campo de actividad profesional
dedicado a la preparación inicial y continua de educadoras/es para los diferentes
ámbitos de la educación no formal. Bien sabemos que los contextos o ámbitos en
los que se trabaja son sumamente diversos. Por ello, habrá que tener en cuenta
las particularidades o características propias de las/os destinatarias/os de los
talleres.
Del mismo modo, reflexionar sobre la formación de formadores implica
comprender la educación continua desde una perspectiva que abarque los
elementos esenciales para desarrollar procesos de enseñanza dirigidos a
aquellos que lideran programas de formación con otras personas. En este
contexto, resulta imprescindible proporcionar herramientas, estrategias y
recursos aplicables en el día a día para aquellas/os encargadas/os de diseñar
instancias formativas.

¿Qué implica el rol de un/a tallerista?

El rol del tallerista implica poder construir instancias de formación en


donde la escucha atenta y el manejo del grupo son fundamentales. Para ello,
quienes asuman este rol deberán tener en claro sus intenciones con el objetivo
de guiar el diálogo y las discusiones pudiendo traccionar hacia dónde está
dirigido el encuentro.

Se podrán tener en cuenta las siguientes cuestiones:


● Procurar una escucha atenta.
● Favorecer espacios de diálogo entre todas/os las/os participantes.
● Retomar contenidos que les sean de utilidad a las/os destinatarias/os del
taller para articularlos con sus prácticas cotidianas.
● Ser flexibles con los emergentes de la propia práctica para poder modificar
aspectos planificados en caso de ser necesario.
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● Registrar lo sucedido en el taller considerando líneas de discusión y
aspectos a mejorar para tener insumos que permitan la reflexión y
evaluación del taller.

Características propias del taller:

Concebimos al taller como un espacio de construcción colectiva con


otras/os a partir de las experiencias y saberes de todas las personas que
participan del mismo. La diferencia sustancial con una clase es que se trabaja con
técnicas participativas donde el aprendizaje está orientado a recuperar los
saberes previos, experiencias y reflexiones de las/os participantes.
Asimismo, entendemos que los talleres promueven procesos de reflexión
crítica para la transformación colectiva de prácticas cotidianas y por esta razón
es importante poner en valor lo que las/os participantes tengan para aportar y,
sobre todo, hacer circular la palabra.
Es fundamental tener en cuenta que las tareas que implica un taller no se
reducen sólo al momento de la puesta en marcha del mismo. Por el contrario,
identificamos tres momentos fundamentales para la realización: instancia de
planificación, puesta en marcha y evaluación de lo ocurrido y trabajado.

Evaluación del taller

Algunas sugerencias para la evaluación de talleres

● Es importante evaluar las condiciones en las cuales se llevó adelante todo


el proceso formativo.
● Evaluar nuestras experiencias implica medir los resultados obtenidos a
través de ellas para poder contrastarlas con los objetivos y metas que nos
habíamos propuesto para el taller.
● Hacerla de manera participativa nos permite ubicarla como un hecho
educativo.
● Sistematizar nuestras experiencias implica evaluar el proceso teniendo en
cuenta los factores que intervinieron en el mismo e identificar sus
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elementos, clasificarlos y reordenarlos. Es decir, tomarse un momento
para mirar en perspectiva lo experimentado.
● La evaluación y la sistematización de una experiencia producen un nuevo
conocimiento.

Ejes y preguntas disparadoras para la evaluación del taller

Participación: ¿circuló la palabra entre las/os participantes? ¿estuvieron


muchas/os calladas/os? ¿había interés en cuanto a las temáticas y
propuestas?

Comunicación: ¿fue fluida entre las/os participantes y las/os


coordinadoras/es? ¿Hubo malentendidos? ¿Cómo se toleraron las
opiniones disidentes? ¿de qué manera fueron abordadas?

Objetivos: ¿se pudieron cumplir los objetivos del taller? ¿facilitaron el


desarrollo de la tarea? ¿Existieron obstáculos?

Contenido: ¿se comprendieron los contenidos propuestos en la


planificación? ¿La selección de los temas fue adecuada en ese momento y
para esas/os destinatarias/os? ¿Consideran que podría haber sido otra la
secuenciación de contenidos? ¿Se trabajaron otros temas por fuera de lo
seleccionado? ¿A qué creen que se debió? En el caso de próximos
talleres,¿cambiarían el orden de los próximos contenidos?

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¿Cómo sabemos si se comprendieron los contenidos?
Para evaluar la comprensión de los contenidos propuestos, las/os talleristas
pueden hacer uso de diferentes estrategias:

➔ A través de los ejercicios propuestos para apropiarse de los recursos digitales de


la alfabetización. ¿Se entendieron las consignas? ¿se pudieron resolver?
¿permitieron conocer si había elementos que no se entendían?
➔ Algunas actividades pueden suponer una consigna cuya realización termina por
obtener un producto tangible y disponible como herramienta para evaluar. Por
ejemplo, la confección y envío de un email o el armado colectivo de una consigna
compartida luego en un Padlet1.
➔ Las preguntas durante el transcurso del taller constituyen una herramienta
primordial para conocer el grado de comprensión y aproximación a los temas.
Introducir e intercalar preguntas, no solo en una consigna sino también mientras
se trabaja colectivamente, posibilita ir evaluando cómo es recepcionada mi
estrategia y cómo dialoga con los conocimientos e intereses de sus
destinatarias/os. De este modo permiten la toma de decisiones y reajustes
cuando sea necesario.

Ahora bien: ¿cómo formulamos las preguntas?


Las preguntas que comiencen con un Cómo y un Por qué se prestan
mejor para acceder a los procesos de aprendizaje que estén sucediendo:
buscan ser abiertas para que la/os destinatarias/os las respondan con
más libertad de modo de poder recoger mejor la información que
queremos conocer. Por ejemplo, ¿Cómo explicarían con sus palabras lo
que acabamos de ver? ¿Cómo se hace?

Las preguntas inductivas o aquellas cuya respuesta supone un Sí o un No


pueden ser respondidas sin permitir acceder a información para evaluar los
procesos de aprendizaje. Por ejemplo, ¿se entiende lo que estamos
diciendo? ¿comprendieron por qué se utiliza de este modo?

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Para más información acerca de este recurso, acceda aquí al Módulo 3 de esta capacitación.
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Estrategia: ¿se tuvieron que realizar cambios a lo planificado? ¿En torno a
qué aspectos se realizaron ajustes? (al tiempo, a la dinámica, al contenido,
etcétera) ¿Identifican por qué se debieron introducir modificaciones?
¿Hubo cuestiones que no se habían anticipado y que pueden retomarse
en próximos talleres? ¿Cómo se dieron los momentos del taller? ¿Alcanzó
el tiempo planificado?.

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