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MULTICULTURALDIAD: LA RIQUEZA DE UN MUNDO COMPLEJO Y LOS

ROSTROS QUE FORMAN LA COMUNIDAD.

Francisco Javier Flores Zavala.

A partir de la observación del medio comunitario y la experiencia docente, a

continuación, se presentan algunos análisis acerca del concepto y del fenómeno multicultural.

Más allá de realizar teoría en torno al multiculturalismo, como fenómenos socio-relacional, se

le presenta en su relación con la educación y el profundo vínculo con la conciencia que tienen

los sujetos, acerca del mundo, de la vida y la multiplicidad de aspectos y matices con los que

se compone la realidad. A manera de cierre, se confrontará lo expuesto con una escuela

superior en particular, caracterizada por ser un espacio diverso, tanto en las culturas que

convergen como en los estilos de pensamiento que se socializan.

La sociedad no se presenta como un espacio cultural homogéneo. Las múltiples

migraciones sociales en la región y en la nación misma, han hecho que las comunidades

serranas vivan un proceso de reconfiguración constante. Las necesidades laborales, de

seguridad, de salud, de educación o surgidas ante un plan particular de vida, han motivado

movilizaciones poblacionales que se encuentran y relacionan para formar un nuevo tipo de

sociedades: las multiculturales. Si bien, hay multiplicidad de sujetos en un mismo espacio, no

parece ser igualmente dispuesto un sistema de atención a las necesidades públicas que tome

como fundamento este carácter polivalente. Contrariamente, la atención se da a partir de

programas y estrategias mayormente monoculturalistas.

En el caso educativo, propio del interés del presente texto, se presenta un ejercicio

reducido y reductivo en la formación y producción del conocimiento en los espacios escolares.

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El docente, animador en el proceso, se puede dejar llevar por la inconciencia cultural de la

población que atiende, aplicando en ellos un modo de enseñar dogmático y repetitivo,

cumpliendo a cabalidad planes y programas, pero olvidándose de que los formandos tienen

rostro, historia, voluntad y deseos. Por su parte, un estudiante es conducido a pensar el mundo

y su realidad bajo la necesidad de copiar el modelo que está aprendiendo en las aulas. Así, es

muy seguro que la realidad siempre será interpretada como incompleta, en un sentido de

imperfección y de carencia a lo que debería ser, como necesitada de desarrollo para poder

convertirse en el modelo que le proveen otras realidades. Desde esta perspectiva, no hay

riqueza cultural propia, sino una frustración por no ser lo que el desarrollo internacional

marca.

Desde la perspectiva de Parekh “la educación multicultural pretende ser, básicamente,

una crítica al contenido eurocéntrico” (2005, pág. 334), una crítica a un modelo único de

seguir la práctica educativa, para darle paso al reconocimiento de la diversidad cultural que

compone la mayoría de los espacios sociales actuales. Se considera que no se trata de un

repudio a todo lo que el pensamiento occidental ha brindado al mundo, sino de replantear la

necesidad de visibilizar las interacciones complejas que hay en el mundo, concretadas entre

personas de muy distintas tradiciones y formas de ver la vida y el mundo, coincidiendo y

compartiendo los mismos espacios y procesos.

La educación multicultural se sustenta en la idea de que “sólo podremos formarnos un

juicio equilibrado de las cosas por medio de conversaciones entre representantes de las

diferentes perspectivas” (pág. 340), como lo ha escrito el mismo Parekh. El gran

reconocimiento a la multiculturalidad puede darse mediante la propiciación de actividades y

actitudes de diálogo, aquellas en las que se comparte el modo de pensar, de ser, de sentir y

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percibir las diveras realidades. En una institución educativa, entonces, no sólo se ha de enseñar

a identificar la multiculturalidad, sino a saberse multiculturales y relacionarse desde ello.

Pero para llegar a ello, Parekh presenta un juicio muy concreto y bien atinado: “uno no

puede liberarse de la perspectiva etnocéntrica a no ser que tenga acceso a otras, y se carece de

ese acceso si se permanece atrapado en los confines de la propia perspectiva” (Parekh, 2005,

pág. 341). Él hace la invitación contundente a ampliar el conocimiento cultural a esferas

externas a la comunidad. Salir de las propias concepciones y seguridades para acercarse a las

formas e ideas del otro. En ello se va la vida de un tipo de relaciones más amables y

socialmente favorecedoras de la convivencia e interacciones sociales. Es relevante hacer

hincapié en esta idea de que la conciencia multicultural no se va a dar mediante el acceso a

información acerca del tema y una serie de ejercicios escolares que simulen el fenómeno. A

final de cuentas, estar siendo partícipes y actores de la multiculturalidad, brindando una

posterior reflexión y síntesis experiencial, es lo que puede apoyar sobremanera una

constitución como sujetos multiculturales. Esta idea se ve expuesta por el sociólogo Amitai

Etzioni, quien habla desde una realidad multicultural compleja como lo es la norteamericana:

Las buenas sociedades requieren gente capaz de equilibrar sus compromisos éticos

religiosos o seculares con el respeto a la autonomía, especialmente a los derechos del

otro; gente más dispuesta a comprometerse en diálogos morales que a promover la

moral impuesta por el Estado; y que limitan a los valores nucleares el alcance de sus

formulaciones compartidas de lo bueno. (1999, págs. 293-294)

A manera de conclusión, desde este pensamiento se hace una crítica el modo de actuar

del quehacer aniversario, específicamente en UPNECH, donde se ha de voltear la mirada al

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modo como se está brindando el servicio educativo a la comunidad, visualizando si realmente

se da el respeto a la autonomía y se favorecen prácticas de respeto del otro. Como universidad,

es imperativo volver a constituirnos como el semillero de diálogos, como el espacio predilecto

para la socialización de ideas múltiples, expresivas de la vida real de nuestras comunidades y

las necesidades actuales del ser humano concreto, arraigado en su identidad cultural, pero

abierto al encuentro con el diferente. Propiciar una educación multicultural no es tarea sencilla

y, sin embargo, es una deuda que tenemos con nuestra realidad social actual.

Referencias
Etzioni, A. (1999). La nueva regla de oro. Comunidad y moralidad en una sociedad
democrática. PAIDÓS.

Parekh, B. (2005). Repensando el multiculturalismo. ISTMO.

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