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EL MITO APACHE DE LA CREACIÓN.

Al principio la tierra estaba cubierta de agua y todos los seres vivían debajo de ella. Los hombres,
los animales, los árboles y las rocas podían hablar. Estaba oscuro debajo de la tierra, y las plumas
de las águilas se utilizaban como antorchas. Los animales diurnos querían más luz, pero los
animales nocturnos -el oso, la pantera, y la lechuza- querían la oscuridad.

Después de una larga discusión acordaron jugar al botón y el dedal, y si ganaban los animales del
día, habría luz, pero si ganaban los de la noche, siempre sería oscuro. El juego comenzó. Las
urracas y las codornices, que aman la luz y tienen la vista aguda, miraron hasta que pudieron ver el
botón a través de la delgada madera del palo hueco que sirvió de dedal. Esto demostró dónde
estaba el botón, y en la primera ronda, ganaron los hombres.

Salió la estrella de la mañana y el oso negro corrió y se ocultó en la oscuridad. Jugaron


nuevamente, y ganaron los hombres. La estrella de la mañana creció nítidamente por el este y el
oso marrón corrió y se ocultó en un lugar oscuro. Jugaron una tercera vez, y ganaron los hombres.
La estrella brilló aún más por el este y el león de la montaña se escabulló a lo lejos en la oscuridad.
Jugaron una cuarta vez y nuevamente ganaron los hombres. El sol salió por el este, y se hizo de
día, y la lechuza voló lejos y se ocultó. Aunque había luz, los hombres todavía no podían ver bien
ya que estaban bajo tierra. Pero el sol estaba lo suficientemente alto para poder ver a través de un
hoyo y descubrir que había otro mundo, esta Tierra. El sol se lo dijo a los hombres, y todos
quisieron subir allí. Hicieron cuatro montículos para poder alcanzar el mundo superior. Al este,
plantaron en el suelo del montículo toda clase de frutas y moras de color negro. Al sur, hicieron
otro montículo y plantaron toda clase de frutas azules. Al oeste, construyeron un montículo en el
que plantaron frutas amarillas. Al norte, plantaron en el montículo frutas de varios colores.

Los montículos se convirtieron en montañas y florecieron las plantas, dieron frutos y produjeron
moras maduras. Un día, dos niñas ascendieron para buscar moras y recoger flores para adornarse
el pelo. Repentinamente las montañas dejaron de crecer. La gente se asombró, y enviaron a
Tornado a conocer la causa.

Tornado estuvo en todas partes y buscó en cada rincón, y por último encontró a las dos niñas y las
llevó de nuevo con los suyos. Pero ninguna de las montañas creció más. Ésta es la razón por la cual
los muchachos dejan de crecer cuando van con una mujer por primera vez. Si no lo hicieran nunca,
continuarían creciendo.

Las montañas dejaron de crecer cuando sus cimas todavía estaban muy alejadas del mundo
superior. Sin embargo, la gente trató de llegar hasta él colocando plumas en forma de cruz para
hacer una escalera, pero las plumas no pudieron soportar el peso. Hicieron entonces una segunda
escalera con plumas más grandes, pero nuevamente fueron demasiado débiles. Hicieron una
tercera escalera con plumas de águila, pero éstas no pudieron sostener mucho peso. Entonces
vino un búfalo y ofreció su hombro derecho y otros tres también contribuyeron con sus cuernos
derechos. Los cuernos sí eran resistentes, y con ellos la gente fue capaz de ascender a través del
hoyo hasta la superficie de la tierra.

Pero el peso de todos esos humanos dobló el cuerno del búfalo, que se había curvado desde el
principio. En aquel momento la gente sujetó el sol y la luna con la tela de una araña para que no
consiguieran irse lejos, y los enviaron arriba hacia el cielo para que dieran luz.
Al principio cuando el agua cubrió la tierra, cuatro tormentas se llevaron las aguas lejos. La
tormenta negra sopló hacia el este y se llevó las aguas hacia el océano oriental. La tormenta azul
sopló hacia el sur y trasladó las aguas en esa dirección. La tormenta amarilla llevó las aguas hacia
el oeste y la tormenta de varios colores se fue hacia el norte y llevó las aguas hasta allí. Así que las
tempestades formaron los cuatro océanos en el este, el sur, el oeste y el norte. Habiéndose
llevado las aguas hacia arriba, las tormentas volvieron a donde la gente esperaba, agrupada
alrededor de la boca del hoyo. El turón salió el primero, cuando la tierra estaba todavía mullida y
sus patas se hundieron en el lodo negro y han sido negras desde siempre. Enviaron a Tornado a
buscarlo, porque no había tiempo. El tejón salió, pero se hundió demasiado en el lodo y también
se le pusieron las patas negras, y Tornado le llamó para que regresara.

Entonces salió el castor, caminando sobre el lodo y nadando sobre el agua, y de inmediato
comenzó a construir un dique para conservar el agua que todavía permanecía en los pozos. Al ver
que no regresaba, Tornado lo buscó y le preguntó por qué no había vuelto. "Porque quise
conservar el agua para que la gente pudiese beber", dijo el castor. "Bien", dijo Tornado, y
regresaron juntos. La gente esperó de nuevo, hasta que al fin enviaron a la corneja gris para ver si
la tormenta había vuelto. La corneja encontró la tierra seca, y muchas ranas, peces y reptiles
muertos, que yacían sobre el terreno. Comenzó a recoger sus ojos y no regresó hasta que Tornado
la fue a buscar. La gente se enojó cuando la encontraron comiéndose la carroña, y cambiaron su
color por el negro.
Pero ahora toda la tierra estaba seca, a excepción de los cuatro océanos y del lago en el centro,
donde el castor había embalsado el agua más arriba. Entonces, todos los hombres ascendieron a la
tierra.

Viajaron hacia los cuatro puntos cardinales en donde encontraron los océanos del norte, el sur, el
este y el oeste, y como ellos, cada tribu se detuvo donde quiso. Pero los Jicarilla continuaron
alrededor del hoyo de donde habían surgido de las profundidades de la tierra. A la tercera vez que
dieron la vuelta alrededor del hoyo, el gobernante se molestó y les preguntó dónde deseaban
asentarse. Respondieron: "En medio de la tierra". Así que los condujo a un lugar muy cerca de
Taos y allí cerca de los indios Taos, los Jicarilla hicieron su hogar.
El mito del Quinto Sol (Nahuatl)

Al principio de los tiempos, cuando nada era como lo conocemos ahora, estaban los dioses
mexicas reunidos alrededor del sol. Entonces decidieron hacer al mundo y que en él habitara el ser
humano. En ese momento dieron vida a un ser humano gigantesco y también crearon
a Ocelotonatiuh, el sol hecho de tierra.

Aquellas criaturas medían 7 metros de altura. Sus cuerpos eran lentos y sus movimientos muy
torpes. Se dice que se caían con mucha frecuencia y, como ya no podían levantarse, ahí
agonizaban y se morían.

Por ello, después de casi 700 años, los dioses decidieron destruirlo pues se dieron cuenta que,
debido a su tamaño, no era un ser bueno ni inteligente. De esta manera, Quetzalcóatl, una de las
deidades involucradas, dijo que aquella cosa no era digna de los dioses así que derribó al sol.

El sol, como era de tierra, se cayó y con él hubo numerosos terremotos. Se hicieron hoyos
gigantescos que se tragaron a los humanos. Nadie sobrevivió excepto aquellos que fueron capaces
de convertirse en flores y plantas.

A pesar de que el primer intento resultó un fracaso, los dioses mexicas volvieron a intentarlo.
Aunque, esta vez, crearon a Ehecatonatiuh, sol de viento. Aún así, después de otros –casi– 700
años, volvieron a destruirlos.

Una vez más derribaron al sol. Con ello se desataron vientos tan fuertes que aniquilaron a todos
los hombres pues los arrojaban contra las montañas y los árboles. Sin embargo, pudieron
sobrevivir aquellos que se convirtieron en monos y simios.

Tiempo después, cuando los dioses volvieron a calmar su ira y desprecio, volvieron a intentarlo.
Esta vez crearon a Atonatiuh, sol de agua. No obstante, después de hacerlo, las deidades se
pelearon entre sí y terminaron por derribar al tercer sol.

Entonces inició un largo periodo de tormentas y lluvia. El diluvio duró cuarenta días y cuarenta
noches en las que todas las cosas se llenaron de agua. Esta vez solo pudieron sobrevivir aquellos
que lograron transformarse en peces.

Posteriormente, los dioses hicieron las paces y reanudaron su labor. Fue así como. a base de
fuego, hicieron a Quiauhtonatiuh, es decir, el Quinto Sol. Sin embargo, como si se tratara de un
ciclo terriblemente interminable, las deidades volvieron a pelearse y, una vez más, hicieron que
sus creaciones se extinguieran.

El fuego del sol cayó sobre la Tierra, emergieron los volcanes y se quemaron todos los hombres.
Pasaron las décadas y quizá siglos hasta que las entidades divinas se propusieron volver a crear al
hombre.

Sin embargo, ya no tenían huesos para hacerlo, solo quedaban cenizas. Intentaron darle vida con
eso pero les fue imposible porque los humanos salían débiles y morían con gran facilidad.

Entonces Quetzalcóatl recordó que Mictlantecuhtli tenía el último hueso existente. Sin tener otra
opción, la Serpiente Emplumada decidió descender al inframundo y pedirle aquella valiosísima
pieza al dios de la muerte.
A pesar del poder de Quetzalcóatl, el dios del inframundo se negó. En ese momento se desató una
terrible pelea entre las deidades y, en medio de la batalla, el hueso se cayó y se rompió en dos.

Después de llegar a un acuerdo, Mictlantecuhtli y Quetzalcóatl decidieron que cada quien se


quedara con una parte del hueso.

Fue así como la Serpiente Emplumada regresó con los otros dioses y entonces surgió el hombre tal
cual lo conocemos, un hombre que ya no necesita de dioses que lo destruyan porque, como nos
dijo Nuria, se destruye a sí mismo.
Mito Africano de la creación

De acuerdo con el mito de la creación, al inicio existían lo dioses Olorun (deidad de los cielos) y
Olokun (deidad del abismo acuático), ellos engendraron a dos dioses: Obatalá y Orunmila. El
primero le pidió permiso a su padre para crear la Tierra y así, conectar los cielos y el abismo
acuático, a lo que su padre lo envió a buscar consejo con su hermano Orunmila (dios de las
profecías). Este le entregó una lista de 7 objetos necesarios para crear la Tierra: una larga cadena
de oro, una concha de caracol llena de arena, una gallina blanca, un gato negro y una semilla de
palmera; su hermano le dio seis de los siete objetos en una bolsa.

Obatalá acudió a los dioses quienes le entregaron su oro para hacer una cadena que ató a una
nube y comenzó a descender del cielo, sin embargo, la cadena no llegaba hasta el abismo acuático
y cuando Obatalá se percató de ello, escuchó desde el cielo a su hermano Orunmila indicarle que
debía verter la arena de la concha y soltar a la gallina para que excavara. Es así, que se crearon las
colinas y valles, entonces Obatalá saltó a una de las colinas para admirar la tierra y después plantó
la semilla de palma que creció y esparció más semillas provocando que se extendieran por toda la
tierra.

El dios, fascinado por su creación, se estableció en la tierra junto al gato negro y cuando comenzó
a aburrirse excavó hasta encontrar arcilla, con la que modeló personas como él para hacerle
compañía, sin embargo, trabajó tanto que cuando se detuvo a descansar el gato negro le ofreció
las alegrías del vino de palma y el dios comenzó a beber desmesuradamente.

Después de una noche de beber y bailar, el dios cayó en estado de estupor y continuó moldeando
personas, que ahora estaban llenas de imperfecciones. Sin embargo, el dios de los cielos, al
percatarse de que su hijo no volvía, envió a su hermano a la Tierra donde él, creó todo lo que nada
por el agua, todo lo que se arrastra por el suelo y todo lo que vuela por el aire.

Cuando Obatalá, regresó en sí, ofendido por lo que Orunmila había hecho (por petición de su
padre), subió a los cielos a reclamarle, pero ante la indiferencia de su padre por su ira, le pidió
entonces que les diera vida a sus creaciones de arcilla. Sin embargo, al regresar a la tierra se
percató de lo que había hecho y se convirtió en el protector de la humanidad, de sus
enfermedades, desgracias y defectos que se explican debido al día en que el creador bebió
demasiado.
Mito Inca de la Creación

Cuenta la leyenda, que el dios Viracocha, creó un mundo sin luz y dio vida a unos gigantes que no
lo respetaron ni lo obedecieron.

Disconforme con el resultado de su creación, Viracocha envió un diluvio que sumergió a la tierra
transformándola completamente.

Una vez que los gigantes desaparecieron, Viracocha decidió crear hombres pero de un tamaño
semejante al suyo.

Para que los hombres pudieran apreciar su obra resolvió iluminar la tierra por medio del sol, la
luna y las estrellas. Creo también plantas árboles y animales.

Viracocha hizo aparecer a un enviado suyo, Viracochan, un hombre que imponía respeto, para que
instruyera a los hombres sobre la manera de conducirse para vivir en paz y armonía. El les
enseñaba como cultivar y cuando cosechar. Las hierbas que podían utilizar como medicina, y los
vestidos que debían usar. Les enseñaba con bondad y mucha paciencia.

A pesar de todos los beneficios que las enseñanzas de Virocochan les producía, muchos hombres
lo injuriaron y se reían de él porque vestía una túnica andrajosa. Ellos fueron convertidos en
piedras. Hubo quienes trataron de escapar de su furia, pero fueron alcanzados por fuego
volcánico. Solo allí se dieron cuenta que estaban ante un ser poderoso al que le debían obediencia
y respeto.

Viracochan hizo un largo recorrido. Al llegar a un hermoso valle creó a una persona a la que llamó
Alcaviza y a ese lugar le dio por nombre Cuzco. Luego exclamó: Después de Alcaviza, llegarán los
incas orejones. Mi deseo es que sean respetados.

Este era un anticipo de la llegada a Cuzco de Ayar Manco y Mama Ocllo, fundadores del Imperio
Inca

Viracochan tenía muchos nombres: Tumupa, Tarapacá, Viracochan, Pachayachicachan,


Bichaycamayoc, Cunacuycamayoc, Pachacan. Todos esos nombres significan: El enviado de
Viracocha, su fuente, el predicador, el encargado del presente o el conocedor del tiempo.

Cuando Viracochan llegó cerca del Ecuador, les anticipó a los hombres muchas cosas que habrían
de suceder y luego se introdujo en el mar caminando sobre el agua.
El mito maya de la luna: Ixchel

Según la mitología maya, cuando los dioses eran aún mortales existía una bella doncella llamada
Ixchel. Entre sus muchos pretendientes llamaban la atención un joven llamado Itzamná y otro de
nombre desconocido.

Para resolver la situación la hermana de la bella muchacha, llamada Ixtab, convocó a los dos
pretendientes y les retó a una lucha en la que sólo podría quedar uno en pie. Itzamná fue más
hábil y luchó con más arrojo, pero cuando ya tenía a su contrincante sometido, en un descuido
este se revolvió y le derrotó.

Afligida por la muerte de su amado, Ixchel corre hacia su hermana y le dice que su alma siempre
estará con Itzanmá. Acto seguido se suicida, y entonces Ixtab para vengar su muerte decide matar
al hombre que había dado muerte a Iztamná.

Es así como Iztamná se convirtió en el dios del Sol, Ixchel en la diosa de la Luna, e Ixtab, que hasta
entonces era la diosa Luna, pasó a ser la divinidad del suicidio. Los mayas creían que cuando en el
cielo coinciden Ixchel y Iztamná, el sol y la luna, se realiza el amor de los amantes.

El mito maya del fuego

La mitología maya cuenta la leyenda de un ángel que comunicó a uno de los dioses creadores la
existencia de un mundo habitado por seres humanos en la inmensidad del cosmos. Tras una visita
relámpago, el dios constató que los humanos vivían en un mundo parcialmente helado, así que les
bendijo con un regalo: les dio el Fuego.

Para hacerlo, el dios mandó un rayo que partió un árbol y lo convirtió en una gran hoguera, pero
los hombres se asustaron y huyeron, dejando que este se convirtiera en ceniza. Como segundo
intento, les envió un meteorito que quemó todos los bosques. Los hombre huyeron, dejando que
los bosques se convirtieran en ceniza.

Sólo un hombre curiosos decidió acercarse y, al tocar la ceniza, se dio cuenta de que quemaba. Al
arrojar las cenizas en un montón de hierba seca, estas se incendiaron, y entonces comprendió el
poder del fuego. La luz y el calor acompañaron a los hombres durante muchos días, hasta que una
lluvia torrencial lo extinguió nuevamente.

Enfurecido, el hombre volvió a las montañas y golpeando una piedra sobre la otra se dio cuenta de
que aparecían chispas y eso originaba nuevamente el fuego. El dios suspiró tranquilo, y se retiró
de nuevo a sus aposentos. Desde entonces la cultura mesoamericana considera el fuego como un
regalo de los dioses.

La caja de Pandora

Todos hemos oído en alguna ocasión la expresión “abrir la caja de Pandora”, y la mayoría tiene al
menos la noción de que esta expresión hace referencia a un mito griego, que nos habla del precio
de la curiosidad malsana y del nacimiento de los males del mundo, pero también de la esperanza.
Pese a que existen varias variantes de este mito, el más habitual y conocido es el que sigue:

“Pandora fue la primera mujer humana, creada por Hefesto por orden de Zeus y siendo dotada
por los diferentes dioses de algunas de sus mayores cualidades y virtudes, pero también
incluyendo la capacidad de seducir y mentir. Su creación obedece al deseo del rey del Olimpo de
vengarse de Prometeo y los suyos.

El dios hizo que Pandora y el hermano de Prometeo, Epimeteo, se conocieran, y propició que con
el tiempo se casaran. Pero Pandora recibió también una caja destinada a su marido, en la cual
estaban encerrados todos los males del mundo, con instrucciones de no abrirla jamás. Sin
embargo uno de los dones que había recibido Pandora era el de la curiosidad. Un día, la mujer
abrió la caja para mirar qué había dentro, algo que provocaría que todos los males salieran de la
caja y se repartieran por el mundo. Asustada, Pandora cerró la caja, pero en ella solo quedaba la
esperanza. Entonces Pandora se dedicó a ofrecer la esperanza a los hombres, con el fin de
ayudarles a soportar los males y vicisitudes del mundo".
Mito Ruso

Odianói o el genio de las aguas

Vodianói (literalmente “el que está en el agua”) aparece ampliamente representado en el folclore,
porque Rusia es un país de ríos, lagos y mares, que constituían importantes rutas comerciales. El
culto a Vodianói estaba más asentado en la parte septentrional de Rusia, cerca del mar Blanco.

Vodianói es mucho más que un simple tritón -una criatura marina mitad hombre mitad pez- (los
tritones y las sirenas eran sus criados e hijos): Vodianói es el rey submarino, y debe ser
reverenciado y temido como tal. Negro o de piel azul, con aleta y cola, suele aparecer
generalmente por la noche y se peina su pelo enredado de color alga en la orilla del río.

Las normas para comunicarse con Vodianói eran sencillas. Por la noche, cualquier interacción con
ríos y lagos estaba prohibida, ya fuera ir a buscar agua, cruzar la orilla o pescar. En cuanto a nadar,
quedaba prohibido durante las festividades, cuando eran muchos los que se emborrachaban; es
un grave error jactarte de tus habilidades como nadador y de tu resistencia, pues a Vodianói le
gustan los engreídos.

No mata a quienes ahoga, sólo se los lleva a su reino para convertirlos en sus servidores. Por este
motivo, a los ahogados (así como a los que se suicidaban) no se les daba sepultura en los
cementerios ortodoxos, pues podía irritar a Vodianói y provocar sequías o granizadas.
Mito Romano

El rapto de las sabinas

Uno de los mas famosos mitos de la antigua roma, la rapto de las sabinas se relaciona con los
inicios de la ciudad como monarquía y su desarrollo hasta convertirse en una poderosa ciudad-
estado.

Cuando Roma fue fundada por Rómulo, la mayoría de sus ciudadanos eran libertos, esclavos y
hombres de dudosa reputación que huían de los pueblos vecinos en busca de una segunda
oportunidad. Rómulo quería convertir Roma en una ciudad poderosa. Pero debido al carácter de
sus ciudadanos, los pueblos vecinos no estaban dispuestos a que sus mujeres se casaran con
ningún hombre de Roma. Rómulo envió emisarios a las ciudades vecinas solicitando el derecho al
matrimonio mixto. Pero aunque la ciudad había sido fundada por ayuda divina, ningún padre
quería que su hija se casara con un romano. La falta de mujeres en la ciudad amenazaba con
acabar con cualquier rayo de esperanza sobre el brillante futuro de Roma.

Para hacer frente a este problema, Rómulo, que entonces estaba lleno de resentimiento contra
sus vecinos, formuló un plan. Según Plutarco, un historiador y filósofo griego, corrió la voz de que
había descubierto un altar de cierto dios escondido bajo tierra en el área donde el Circus
Maximus ahora se encuentra. Para honrar al dios, organizó un gran espectáculo al que invitó a
todos sus vecinos, incluidos los sabinos. Mientras todos estaban distraídos con las festividades, se
dio una señal y los romanos se llevaron a las mujeres, para gran consternación de sus padres.

Tito Livio, un historiador romano, nos dice que las mujeres secuestradas estaban angustiadas y
resentidas. Pero Romulus anduvo en persona convenciéndolas de que llevarían una vida
matrimonial feliz ya que sus esposos harían todo lo posible para proporcionarles todo lo que
necesitaban, para compensar la pérdida de sus padres. Rómulo y los otros hombres romanos
suplicaron el afecto de las mujeres cuyos sentimientos de ira finalmente fueron dominados.

Los padres de estas mujeres que aún se recuperaban de su pérdida, atacaron Roma en varias
ocasiones, siendo la más grave el ataque de los sabinos. Los sabinos lograron entrar en las
fortificaciones de Roma y se apoderaron de la ciudadela. Luego pelearon una batalla con los
romanos en el valle entre el Palatino y las colinas Capitolinas. La batalla fue detenida por las
mujeres sabinas que no podían soportar ver a sus maridos y padres matarse unos a otros.
Corrieron entre los dos ejércitos y les pidieron que dejaran de pelear.

Según Livio, las mujeres gritaron: “Si estás cansada de estos lazos de parentesco, estos lazos
matrimoniales, entonces vuelve tu ira contra nosotros; somos nosotras las que somos la causa de
la guerra, somos nosotras las que hemos herido y asesinado a nuestros maridos y padres. Es mejor
para nosotros morir que vivir sin uno u otro de ustedes, como viudas o como huérfanos”.
Movidos por los sentimientos de estas mujeres, los hombres decidieron dejar de pelear y los
generales de ambos lados acordaron los términos para un tratado de paz. Los sabinos y los
romanos se unieron para formar un solo estado y la sede del gobierno se estableció en Roma.

Mito Indú

La esposa del dios sol no soporta su calor

El dios-sol en la mitología hindú es Surya, señor del sol, de la aurora y del ocaso. La primera
mención a este dios la encontramos en el Rigveda, el texto más antiguo de la India (II milenio a.C).
En él, se describe a Surya como un ser resplandeciente de oro; se establece así un paralelismo,
común en todas las culturas, entre la fuerza solar y este metal precioso.

Cuenta el mito que un día, mientras visitaba a su artesano, Surya se fijó en la hija de este, Sanjna.
Ella también se fijó en aquel dios joven y apuesto y, cada vez que Surya acudía al taller, lo miraba
de soslayo y sonreía. El padre de la muchacha se dio cuenta de este amor que crecía a escondidas,
y un día advirtió severamente a su hija: “Sanjna, no te cases con él. Recuerda que es el dios del sol,
y estar cerca de él puede resultar insoportable, e incluso peligroso”. Pero Sanjna estaba muy
enamorada y era imposible hacerla entrar en razón. Así, finalmente, el angustiado padre dio su
consentimiento para la boda.

La pareja fue muy feliz al principio, e incluso llegaron a tener tres hijos preciosos. Sin
embargo, cada vez le resultaba más difícil a Sanjna soportar el calor que irradiaba del cuerpo de su
marido. Un día se deshizo de su abrazo, pues el cuerpo de Surya estaba cubierto de peligrosas
llamas, y él se enfadó tanto que la maldijo, a ella y a sus hijos.

Con el dolor en el corazón, Sanjna escapó de su casa y dejó en su lugar a una sombra, una copia de
ella misma que sí pudiera soportar el calor del sol. Pero Surya se dio cuenta pronto del engaño y
partió en búsqueda de su esposa perdida. Una vez la hubo encontrado, le suplicó perdón y le pidió
que regresara con él. Sanjna no podía volver; no se sentía capaz de aguantar el horrible calor de su
esposo. La pareja parecía condenada a permanecer separada para siempre.

Surya, decidido a conservar a la mujer que amaba, acudió a su suegro el artesano y le pidió que
recortara una octava parte de sus rayos solares. Así lo hizo el padre de Sanjna, y a partir de
entonces, la única parte del dios que todavía reluce como el oro son los pies. De esta forma, Surya
y Sanjna pueden estar juntos y amarse, sin temor a que los rayos del sol abrasen a la joven.
Mito Inglés

Lady Godiva es desde hace ya mucho tiempo un símbolo de Coventry. Y existió, pues fue una
mujer anglosajona noble que vivió a comienzos del año 1000 y que en un buen día, protestando
por los impuestos cada vez mas altos que su esposo imponía al pueblo, se paseo desnuda a lomos
de un caballo por las calles del pueblo.

Lady Godiva era la esposa de Leofric, conde de Mercia, y la pareja era una gran devota religiosa
que fundaba y ayudaba monasterios con dinero y joyas. La vida real de esta mujer ha debido
reconstruirse mediante documentos históricos pero más o menos parece que todo ocurrió así.
Ahora bien, la leyenda le ha otorgado más brillo.

De acuerdo a la leyenda a Lady Godiva le daba mucha pena el pueblo sometido a cada vez más
impuestos y por eso le pedía a su esposo ayuda pero él se negaba a reducirlos pues quería hacer
de Coventry un sitio estupendo. Pero un día, cansado de sus súplicas y para sacársela de encima le
dijo que los bajaría si ella se paseaba desnuda en un caballo por las calles del pueblo. Dicho y
hecho, ella ordenó que ese día todos se quedaran puertas adentro y se paseó en caballo. Solo el
mirón Tom no pudo resistirse y así el esposo de Godiva cumplió su palabra.

La versión mas antigua de la historia es de 1236 y en ella no figura el voyeur que sí aparece en la
versión del siglo XVII. Lo cierto es que la historia de Lady Godiva ha dado vueltas por Coventry
desde hace siglos y ha sido objeto de muchas especulaciones pues lo mas probable es que la dama
no haya estado desnuda en el moderno sentido de la palabra sino sin adornos y joyas.

Como sea, desde 1678 hasta los ’60 del siglo XX existió la Procesión Godiva en Coventry y aunque
despareció un tiempo renació con motivo del Festival Godiva que se realiza en julio. Algunas
facultades y cuerpos militares la han adoptado como mascota o patrona, hay canciones dedicadas
a ella y en fin, que aunque hayan pasado casi 1000 años Lady Godiva todavía está entre nosotros y
si vas a Coventry verás su estatua en Broadgate.
Leyenda China

Partiendo la montaña

Esta leyenda china comienza con un amor prohibido entre una diosa y un mortal. La diosa San
Sheng Mu caminaba por un bosque cuando de repente se cruzó con un joven erudito de nombre
Liu Xiang. A medida que avanza la historia, el destino vuelve a juntarlos una y otra vez, hasta que
finalmente la diosa cede a sus súplicas y se casa con Liu. La diosa y el humano tienen un hijo, al
que llaman Chen Xiang.

Viéndolos desde el Cielo, el hermano de la diosa, la divinidad de tres ojos Erlang Shen, está
furioso. ¿Cómo pudo su hermana menor violar el decreto del Cielo y casarse con un humano? En
un ataque de furia recta, encarcela a su hermana dentro del Monte Hua, una de las montañas
sagradas del Daoísmo en China.

Su hijo semidios, que aun era solo un niño, viaja al Monte Hua buscando a su madre. Allí
encuentra a un daoísta que lo entrena en técnicas especiales de artes marciales. Años después,
cuando el niño ya era mayor y dominaba las enseñanzas daoístas, su maestro le entrega un hacha
mágica. Sintiéndose poderoso y seguro, el hijo desafía a su tío a un combate y luego parte en dos
al Monte Hua, liberando a su madre.

Aun hoy, en la provincia de Shaanxi, en la ladera occidental del Monte Hua yace una roca gigante
partida limpiamente en tres pedazos, una reliquia de los esfuerzos de Chen Xiang por rescatar a
San Sheng Mu.
Los mitos persas. Zaratustra

Según los persas, la creación del mundo debió empezar por medio de la emanación:

“La primera emanación de lo Eterno fue la luz, de donde salió el Rey de la misma, Ormuz, ser
sagrado y celestial, el conocimiento y la inteligencia personificados. Ormuz creó el mundo, del cual
es conservador y juez. Primogénito del tiempo sin límites, empezó creando a su imagen y
semejanza seis genios o espíritus, que rodean su trono y son sus mensajeros para los espíritus
inferiores y los hombres, siendo para los mismos los modelos y ejemplos de pureza y perfección.

La segunda serie de creaciones de Ormuz fue la de los veintidós espíritus que velan por la
inocencia, la felicidad y conservación del mundo: son modelos de virtud y los intérpretes de las
plegarias de los hombres.

La tercera hueste de espíritus puros es más numerosa y formada por "farohars", los pensamientos
de Ormuz, o las ideas concebidas por él antes de proceder a la creación de las cosas. La triple
cración de los espíritus buenos fue la consecuencia necesaria del simultáneo desarrollo del
principio del mal.

El hijo segundo del Eterno, Ahrimán, emanó al igual que Ormuz a la luz primitiva y fue puro como
él, pero su ambición y soberbia concibió la pasión de la envidia y, para castigarle, el Ser Supremo le
condenó a vivir durante doce mil años en la región de las tinieblas, el tiempo suficiente (según el
Avesta) para que se libre la batalla y se adjudique el triunfo entre el bién y el mal.
Pero Ahrimán creó a su vez un sinnúmero de espíritus malos, los cuales llenan la tierra de miseria,
malestar y pecado. Los malos espíritus son la impureza, la violencia, la codicia y la crueldad; los
demonios del frío, del hambre, de la pobreza, de la esterilidad e ignorancia, y el más poderoso de
todos, el demonio de la calumnia.

Ormuz, después de un reinado de tres mil años, creó el mundo material o físico en seis etapas o
períodos de tiempo (en el mismo orden que en el Génesis), dando existencia primero a la luz
terrena (que no debe confundirse con la celestial), al agua, a la tierra, a las plantas, a los animales
y al hombre.

Ahrimán asistió a la creación de la tierra y el agua, porque las tinieblas habían invadido estos
elementos. Tomó también parte activa en la creación y subsiguiente corrupción y destrucción del
hombre, al que Ormuz creó mediante un simple acto de su voluntad y por medio de su palabra.
Además de la semilla de este ser, Ormuz sacó también a la luz de la existencia la primera pareja
humana, denominándose Meshia el varón y Meshiana la hembra.
Poco después Ahrimán sedujo a la mujer y luego al varón, llevándolos al mal, haciéndoles comer
ciertos frutos. Con lo cual no sólo pervirtió la naturaleza del hombre, sino también la de los
animales, tales como los insectos, las serpientes, los lobos,... los cuales de inocuos pasaron a ser
nocivos, propagando así la corrupción por toda la superficie de la tierra.

En castigo de su iniquidad, Ahrimán y sus perversos espíritus fueron vencidos y arrojados de todas
partes, quedando entablada la perpetua lucha entre el bién y el mal.

Transcurridos los doce mil años, cuando la tierra se vea libre de los malos espíritus, aparecerán
tres profetas que estarán al lado de los hombres ayudándoles con su poder y su ciencia,
devolviendo a la tierra su primitiva belleza, juzgando el bién y el mal y dando a cada uno su
merecido.
Y así, los espíritus buenos volarán a la región de los bienes eternos e inmutables, mientras que
Ahrimán con todos sus demonios y los hombres que le hayan seguido, serán echados a un mar de
metal fundido en estado de liquefacción.”
Mito Nórdico

Profecías sobre el Ragnarök

El Ragnarök será precedido por el Fimbulvetr, el Invierno de Inviernos: tres inviernos sucesivos se
seguirán uno a otro sin verano. Como resultado, explotarán los conflictos y las peleas, y todos los
mortales desaparecerán.

Después de una persecución perpetua, el lobo Sköll y su hermano Hati finalmente devorarán a la
diosa Sól y a su hermano Máni, respectivamente. Las estrellas desaparecerán de los cielos,
sumiendo la Tierra en la oscuridad.

La tierra se estremecerá tan violentamente que los árboles serán arrancados de raíz y las
montañas caerán; cada unión y cada eslabón se romperá y se separará, liberando a Loki y su hijo,
el lobo Fenrir. El terrible hocico de este lobo se abrirá tanto, que la parte inferior de su quijada
raspará contra la tierra y la parte superior de su quijada ejercerá presión contra el cielo. Las llamas
bailarán en sus ojos y saltarán de sus fosas nasales.

Eggthér, el vigilante de los Jotuns, se sentará en su tumba y rasgará su arpa, sonriendo


severamente. El gallo rojo Fjalar cantará a los gigantes y el gallo de oro Gullinkambi cantará a los
dioses. Un tercer gallo2, de color rojo óxido, levantará a los muertos en Hel.

Jörmundgander, la serpiente de Midgard, se levantará del lecho profundo del océano para
dirigirse hacia la Tierra, retorciéndose y girando con furia sobre sí misma, provocando que los
mares se alcen y azoten contra la tierra. Con cada respiración, la serpiente arrojará veneno,
salpicando la Tierra y el Cielo con él.

De las tierras del este, el ejército de Jotun, conducido por Hrym, saldrá de su hogar en Jötunheim y
navegará en la espantosa nave Naglfar (fabricada con las uñas de hombres muertos), que serán
liberados por la marejada y la inundación, hacia los campos de batalla de Vigrid.

Desde el norte, una segunda nave dirigirá sus velas hacia Vigrid, con Loki, ahora desatado, como
timonel, y los horrorosos habitantes de Hel como peso muerto.

El mundo entero estará en guerra, el aire temblará con los ruidos, fragores y ecos. En medio de
esta agitación, los gigantes de fuego de Muspelheim, conducidos por Surt, avanzarán hacia el sur y
partirán en dos el mismísimo cielo, cerca de Vigrid, dejando todo a su paso ardiendo en llamas.
Mientras cabalgan hacia Bifrost, el puente del arco iris, este se agrietará y se romperá tras
ellos. Garm, el perro del infierno frente a Gnipahellir, también conseguirá liberarse. Él se unirá a
los gigantes de fuego en su marcha hacia Vigrid.

De esta manera, todos los Jotuns y todos los habitantes de Hel, Fenrir, Jormundgander, Garm, Surt
y los hijos ardientes de Muspelheim, se reunirán en Vigrid. Todos ellos llenarán el vasto terraplén
que se extiende a ciento veinte leguas en cada dirección.

Mientras tanto, Heimdal, siendo el primero de los dioses que verá a los enemigos acercarse, hará
sonar su cuerno Gjallarhorn, con tal ímpetu, que será oído a través de los nueve mundos. Todos
los dioses despertarán e inmediatamente se reunirán en consejo.
Después, Odín montará Sleipnir y galopará a la morada de Mimir para consultarle sobre el destino
de su pueblo y de él mismo.

Entonces, Yggdrasil, el árbol del mundo, se sacudirá desde la raíz a la copa. Todo en la tierra, el
cielo y Hel temblará. Todos los Æsir y Einherjar se pondrán sus vestimentas de batalla. Este
extenso ejército (432.000 Einherjer — 800 de cada una de las 540 puertas del Valhalla) marchará
hacia Vigrid y Odín cabalgará al frente, usando un casco de oro y una faja brillante, blandiendo su
lanza Gungnir.

La batalla final[editar]

Odín se dirigirá hacia Fenrir; y Thor a su derecha, no podrá ayudarle porque Jörmungandr, la
serpiente gigante, inmediatamente lo atacará. Freyr se enfrentará al gigante de fuego Surt, pero se
convertirá en el primero de todos los dioses en sucumbir, pues él habrá prestado su propia espada
a su criado Skirnir. Todavía quedará una larga batalla antes de que sucumba Freyr. Tyr logrará
matar a Garm, pero será herido tan seriamente que morirá, pero solo hasta poco después de que
el mundo sea destruido por el fuego. Heimdall se encontrará con Loki, y ninguno sobrevivirá el
igualado encuentro.

Thor matará a Jörmungandr con su martillo Mjölnir, pero solo podrá dar nueve pasos antes de
caer muerto, envenenado por la saliva venenosa que Jörmungandr escupió sobre él. Odín peleará
con su poderosa lanza Gungnir contra Fenrir, pero finalmente será devorado por el lobo después
de una larga batalla. Para vengar a su padre, Vidar llegará inmediatamente y pondrá un pie en la
quijada del lobo. En este pie él calzará el zapato que ha estado forjando desde el principio de los
tiempos, que consiste en tiras de cuero cortadas por los hombres sobre los dedos del pie y los
talones de sus zapatos. Con una mano agarrará la quijada del lobo y quebrará su garganta,
matándole por fin.

Entonces, Surt quemará el universo entero con fuego. La muerte llegará a todos los seres en la
Tierra. El sol se apagará y las estrellas desaparecerán de los cielos. Surgirán vapores tóxicos y las
llamas estallarán, abrasando el cielo con el fuego. Finalmente, la tierra se hundirá en el mar.

Consecuencias[editar]

Después de la destrucción, una tierra nueva emergerá del mar, verde y justa.
Los cereales madurarán en los campos que nunca fueron sembrados. El prado Iðavöllr, en el
Asgard ahora destruido, no habrá sucumbido al final de todo. El sol reaparecerá como Sól, ya que
antes de ser tragada por Sköll, habrá dado a luz a una hija, idéntica a ella. Esta hija virginal
reanudará el camino de su madre en el nuevo cielo.

Unos cuantos dioses sobrevivirán a la dura prueba: el hermano de Odín, Vili, los hijos de
Odín, Vidar y Vali, los hijos de Thor Modi y Magni, que heredarán el martillo mágico de su padre,
Mjölnir, y finalmente Hœnir, que sostendrá las dos varas de madera y preverá lo que está por
venir. Balder y su hermano Höðr, quienes murieron antes del Ragnarok, emergerán del infierno y
se postrarán en los aposentos de Odín, el Valhalla de los cielos. Al reunirse en Idavöll, estos dioses
se sentarán juntos, discutirán su conocimiento oculto y charlarán sobre muchas cosas que han
sucedido, incluyendo el mal de Jörmungandr y Fenrir. En la hierba encontrarán los tableros de
ajedrez de oro, los cuales utilizaron los Æsir, y admirarán esta maravilla. (Ninguna de las diosas es
mencionada en las varias versiones de las consecuencias de Ragnarök, pero se asume
que Frigg, Freyja y otras diosas han sobrevivido).

Dos seres humanos también escaparán a la destrucción del mundo ocultándose profundamente
dentro de la madera del Yggdrasil -algunos dicen que en el Bosque de Hodmímir - donde la espada
de Surt no tiene poder de destrucción. Les llamarán Líf y Lífthrasir (en nórdico antiguo, Líf ok
Lífþrasir). Emergiendo de su refugio, Líf (o liv, 'vida') y su esposo Lífþrasir ('quien desea o busca la
vida') vivirán en el rocío de la mañana y repoblaran el mundo humano. Adorarán su nuevo
panteón de dioses, gobernado por Balder.

Todavía existirán muchas moradas que contendrán las almas de los muertos. Según la Edda
prosaica, otro cielo existe al sur y sobre Asgard, llamado Andlang, y un tercer cielo sobre este,
llamado Vidblain; y estos lugares ofrecerán protección mientras el fuego de Surt quema al mundo.
De acuerdo a los dos 'Eddas', después del Ragnarok, el mejor lugar de todos será Gimlé, un edificio
más favorable que el sol, cubierto con oro, en el cielo. Allí, los dioses vivirán en la paz entre ellos y
con otros. Existirá Brimir, un aposento en Ókólnir ('nunca frío'), en donde una gran cantidad de
buenas bebidas serán servidas. Y existirá Sindri, un excelente aposento hecho enteramente de oro
rojo, en Nidafjoll ('montañas oscuras'). Las almas de voluntad buena y virtuosa vivirán en estos
lugares.

La Edda prosaica también menciona otra morada llamada Náströnd ('playa de cadáveres').
Náströnd será parte del inframundo y será tan vil como extensa: ninguna luz del sol llegará a este
lugar; todas sus puertas se ubicarán de cara al norte; sus paredes y azotea serán hechas
de serpientes entrelazadas, con sus cabezas mirando hacia adentro, arrojando tanto veneno que
correrá como ríos en los pasillos. Los asesinos, los que rompen sus promesas y los incestuosos
nadarán a través de estos ríos por siempre.

Y en el peor lugar de todos, Hvergelmir, los Nidhogg que hayan sobrevivido al Ragnarök torturarán
los cuerpos de los muertos, succionando la sangre de sus cuerpos.

Después de todo, en este mundo nuevo, la maldad y la miseria no existirán más, los dioses y los
hombres vivirán juntos en paz y armonía. Los descendientes de Lif y de Lifthrasir
habitarán Midgard.

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