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Complicaciones de una mala nutrición infantil

Niños hiperactivos, distraídos, apáticos, con mucho cansancio, más propensos a


padecer gripes, resfriados, entre otras afecciones, pueden estar diciéndote que
algo está fallando, y probablemente sea su alimentación. La mala alimentación en
los niños puede afectarles a mediano y largo plazo, presentando, además de los
síntomas mencionados, otros como bajo rendimiento escolar, negación a realizar
actividades deportivas o desinterés por socializar y compartir en grupo.
Actualmente son muchas las formas de saber si hay una mala alimentación en los
niños, así como de estimular la buena alimentación, y una de estas es
despertando su interés en la comida sana, algo que puedes hacer a través de una
escuela de cocina infantil.
Consecuencias de la mala alimentación en los niños
Uno de los graves problemas en la actualidad es la mala alimentación en los
niños, las carencias alimentarias o la alimentación insana afectan su desarrollo
cerebral, lo que a la vez limita su aprendizaje. Una alimentación deficiente debilita
el sistema inmunológico y expone a los niños al riesgo de contraer infecciones y
otras enfermedades y, en casos extremos, puede ocasionarles la muerte.

El aumento de la desnutrición y el sobrepeso en infantes en edad escolar son


signos evidentes de una mala alimentación en los niños, lo que afecta su
crecimiento corporal y cerebral, su aprendizaje y su respuesta a las actividades
propias de esa etapa. Muchas veces los padres se preocupan por que los niños
coman suficiente, pero no se trata solo de eso, sino de que coman los alimentos
adecuados, que les aporten los nutrientes necesarios para su crecimiento y
desarrollo y eviten el consumo de productos chatarra.

¿Es verdad que nuestros hijos deben comer de todo?

Aparte de los síntomas que mencionamos como indicios de que existe una mala
alimentación en los niños, pueden aparecer muchas otras patologías cuyo origen
está asociado con carencias o déficit de nutrientes, entre esas enfermedades
están, por ejemplo:

Debilidad muscular
También conocida como hipotonía, esta patología se caracteriza por la poca
tonicidad muscular, es decir, músculos flácidos o contraídos aunque estén en
reposo, y puede ser consecuencia de una mala alimentación en los niños. La
hipotonía aparece por falta de proteínas en la dieta, específicamente las de origen
animal, como las que aportan la leche, quesos, yogures, huevos, carnes blancas y
rojas; esta deficiencia afecta el crecimiento y la formación y desarrollo de los
músculos, ocasionando bajo rendimiento físico y mental.

Anemia
La anemia aparece cuando hay una deficiencia nutricional, específicamente
cuando no se incluyen en la dieta de los niños alimentos que aportan hierro,
mineral que transporta el oxígeno por todo el organismo y es responsable de la
producción de glóbulos rojos. Por ello, se debe incluir en los menús carnes rojas,
semillas de calabaza, legumbres, brócoli, coles, espinacas, entre otros.

La anemia tiene efectos irreversibles en el crecimiento y aprendizaje del niño,


pues afecta el desarrollo intelectual, reduciendo su capacidad de comprensión. Un
niño con anemia puede presentar cansancio o falta de aire, frecuente dolor de
cabeza, mareos, palpitaciones, náuseas, piel pálida y debilidad general.

Talla y peso fuera de los percentiles


La mala nutrición ocasiona daños en el cuerpo como son la falta de crecimiento y
bajo peso o la obesidad, lo que a su vez trae como consecuencia la aparición de
diabetes, enfermedades renales, cardiopatías, deformación de los huesos,
aumento del colesterol, entre otras patologías. La falta de crecimiento y el bajo
peso aparecen cuando no se incluyen en las dietas alimentos que nutren y que
son fundamentales para el desarrollo integral del niño como huevos, leche, carnes
rojas y blancas, pescados, frutas, verduras, legumbres, pastas y cereales, entre
otros.

Fatiga y falta de energía


Una mala alimentación en los niños puede producir inapetencia, fatiga y falta de
energía, lo que ocasiona desconcentración, bajo rendimiento escolar, exceso de
sueño y bajo nivel de respuesta en las actividades físicas y mentales. Estos
síntomas aparecen cuando en la alimentación de los niños no se incluyen lácteos,
cereales, carnes, verduras, frutas, huevos y no se preparan menús que estén
conformados por todos los grupos alimenticios.
Caries
La aparición de caries también es otro síntoma de mala alimentación en los niños,
bien porque no estén consumiendo los nutrientes esenciales o porque estén
ingiriendo exceso de azúcar o alimentos procesados, especialmente
carbohidratos. Las frutas como manzanas, peras, duraznos, así como los lácteos,
huevos, pescados y verduras ayudan a prevenir la aparición de caries, además del
hábito de un correcto cepillado por lo menos tres veces al día.
Infecciones en la piel
La aparición de hongos, manchas o ronchas también es otra de las consecuencias
de la mala alimentación en los niños, pues su sistema inmunológico está debilitado
por la falta de nutrientes, haciéndolos más susceptibles al ataque de infecciones,
bien por virus o bacterias. Fortalecer el sistema inmunológico es posible
proporcionándoles a los niños alimentos que contengan vitaminas, especialmente
las C y D, como frutas cítricas, cereales integrales, frutos rojos y vegetales de
hojas verdes.

¿Cómo evitar la mala alimentación en los niños?


La mejor forma de prevenir enfermedades es proporcionándoles una alimentación
adecuada, con la incorporación de todos los grupos alimenticios, en las cantidades
suficientes para cada etapa de su crecimiento y el consumo de agua durante el
día. Si el niño no quiere consumir pescados, frutas ni verduras se debe apelar a la
creatividad para incluirlos en los menús, bien de manera procesada o en forma de
cremas, compotas, jugos, merengadas, pasteles, etc.

Mejores hábitos alimenticios para prevenir enfermedades


El deber de padres y adultos es velar por que haya un cambio en los hábitos
alimenticios de toda la familia y evitar la mala alimentación en los niños, pues se
estará evitando la aparición de enfermedades en edades tempranas, así como el
padecimiento de enfermedades graves persistentes como diabetes tipo 2,
hipertensión arterial, obesidad, cardiopatías, entre otras durante la etapa adulta.

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