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Tema 8
Tema 8
Psicología de la diversidad
funcional
Índice
Esquema 3
Ideas clave 4
8.1. Introducción y objetivos 4
8.2. Factores de impacto en el ámbito personal y
social 5
8.3. Factores de impacto en el ámbito emocional 15
8.4. Cómo trabajar el mundo emocional con el
alumnado con diversidad funcional sensorial y
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motora 21
8.5. Vida independiente y autónoma 29
8.6. Aplicación práctica 32
8.7. Referencias bibliográficas 34
A fondo 37
Test 40
Esquema
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Las dificultades y necesidades que tiene una persona con diversidad funcional
pueden influir sobre su identidad, autoestima, autoconcepto y funcionamiento
social. Es importante trabajar desde la intervención considerando los factores
emocionales y cómo están presentes en el proceso de aceptación de la diversidad
como familia e individualmente. El tipo de relación entendida como vínculo afectivo
que se establece con los padres, en especial en los niños con discapacidad, es muy
importante en el desarrollo de su autoconcepto y el curso del proceso de adaptación
y aceptación.
Existen multitud de situaciones personales que provocan que la vida de cada alumno
esté coloreada con características distintas. Estas vivencias marcan e impactan en el
ámbito personal, educativo, social y emocional. Cuando una persona vive y se
describe a sí misma como una persona enferma (pues pasa largos períodos de tiempo
hospitalizada, por ejemplo) puede provocarle baja autoestima y autoconcepto. Si,
además, vive de forma pesimista, depresiva o ansiosa, puede tener un desajuste
emocional importante.
Hay muchos factores que marcan la vida de las personas con diversidad funcional.
Estos factores son vivencias que determinan su identidad, autoestima, autoconcepto
y funcionamiento social. Las limitaciones que padecen, el cómo hayan sucedido y el
cuándo probablemente marcarán el proceso de aceptación de la diversidad y
también la identidad del que la vive.
lo hacen las personas que ven. La baja visión exige mirar los objetos por partes y
construirlos a través del tacto y el oído, sentidos que dan visiones parciales. Por eso,
el apoyo de los que le rodean será fundamental para su buena evolución.
Las alteraciones en estos alumnos son muy variadas, según las dificultades en la
movilidad y las afectaciones colaterales o coexistentes. Si añadimos problemas
sensoriales, cognitivos o de la comunicación, se pueden ocasionar más problemas en
el desarrollo socioafectivo de lo que ya puede provocar la movilidad reducida en sí
misma. La dependencia de otras personas de apoyo para realizar tareas íntimas
como— la higiene, el aseo o el cambio de pañal—, puede provocar vergüenza y la
mala vivencia de su identidad. No poder comunicarse, pero no tener ningún
problema cognitivo, crea mucha frustración, pues compartir los pensamientos y las
emociones nos hace humanos y sociales. Por eso es tan importante que socialicen
los alumnos que tienen dificultades en la comunicación.
A medida que las personas crecemos adquirimos habilidades que nos permiten
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relacionarnos con el medio que nos rodea. Las experiencias sociales son la base de
nuestros valores, del respeto por los demás y de las normas de interacción; terminan
funcionando, además, como un espejo para crear nuestra identidad, autoconcepto y
autoestima. En este sentido, la familia es vital como fuente de socialización primaria.
A ella se sumarán, más tarde, la escuela y la sociedad.
Apego
Los efectos psicológicos sobre los padres del diagnóstico de la discapacidad de su hijo
influyen considerablemente en el cambio de expectativas sobre las posibilidades
madurativas y sociales que tenían (Rodríguez de la Rubia, 2011). Los primeros años
de vida son especialmente relevantes. Buscando la supervivencia de nuestra especie,
y teniendo en cuenta que nuestro nacimiento sucede pronto en relación con nuestra
capacidad de andar y comunicarnos, hemos desarrollado un sistema innato de
cuidado al que llamamos apego. Gracias a este sistema de apego que se establece
con los padres podemos reclamar y mantener la proximidad de los adultos
cuidadores. Esta relación permitirá que nos desarrollemos, crezcamos y
evolucionemos como seres independientes y sanos.
marcados por la relación que se establece entre padres e hijos. Los autores
principales que desarrollaron esta teoría fueron Bowlby (1969), Ainsworth, Blehar,
Waters y Wall (1978) y Main y Solomon (1986). Según esta teoría, los niños que
desarrollan un tipo de apego seguro se desarrollan de una forma sana, expresan sus
sentimientos, controlan mejor las situaciones de estrés, se muestran autónomos,
La Discapacidad Sensorial y Motora: Aspectos
Evolutivos, Educativos, Sociales y Familiares
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Tema 8. Ideas clave
serenos, con imaginación, empáticos, comprensivos, etc. Como dice Rodríguez de la
Rubia (2011, p. 24), «el apego seguro se convierte en un facilitador de la exploración,
el aprendizaje y el juego».
Puedes leer sobre los demás estilos de apego en el artículo de Garrido (2006) que
encontrarás en el apartado A fondo.
Debemos tener en cuenta que el sistema de apego se establece en base a los padres
(que ya se relacionan con el bebé incluso antes de nacer, a través de la idea de
concebirlo, durante la gestación, creando expectativas, etc.) y en base a los hijos
(cómo son, cómo nacen, cómo se relacionan). Los padres tienen interés por la
supervivencia de su bebé y procuran su cuidado de forma consciente o inconsciente,
pero el bebé dispone de algunos recursos para llamar su atención: el llanto, la
mirada, la sonrisa biológica o la atención selectiva de la voz humana, y poco a poco
va añadiendo otras como la imitación de muecas y gestos, la sonrisa social, las
vocalizaciones, etc. En este sentido, puede ser que la diversidad funcional contraiga
algún déficit en estos recursos y condicione el tipo de apego.
Por eso es importante la atención temprana de los padres de los niños con diversidad
funcional, para que, en la medida de lo posible, se pueda establecer un apego seguro.
Esto influye en la calidad y el formato de sus relaciones futuras, en su autoestima, en
la seguridad en sí mismo, en la resiliencia, la empatía, la aceptación de sí mismo y de
los demás, etc.
En niños con una discapacidad la relación que se establece con los padres es muy
importante en el desarrollo de su autoconcepto. Las relaciones y la autoestima de los
padres y de los niños pueden verse afectadas por las propias características del niño
(impredecibilidad de los comportamientos, dificultades de comunicación etc.), las
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expectativas de los padres, la imagen deseada, la comparación con otros niños sin
discapacidad o aspectos emocionales negativos como la culpa o la vergüenza (Sabeh,
2002). Aunque también pueden llegar a desarrollar sentimientos positivos y actitudes
de empatía que ayuden en la relación con los hijos.
En relación con las NEE, los resultados de los estudios no son concluyentes. Hay
estudios en los que se encuentra que los adolescentes con NEE pueden mostrar un
autoconcepto más negativo debido al propio estigma y la sensación de sentirse
diferentes, pero otros estudios no muestran diferencias significativas. Stone y May
(2002 citado en Gómez-Vela, Verdugo y González-Gil, 2007) encontraron que,
aunque el autoconcepto académico de alumnos con dificultades de aprendizaje era
inferior al de sus iguales con un rendimiento medio, las puntuaciones en
autoconcepto general no diferían.
Gómez-Vela et al., (2007) en un estudio realizado con adolescentes con y sin NEE
destacan la importancia del autoconcepto y distintas variables del entorno
académico.
En segundo lugar, existiría una relación entre el autoconcepto social y las relaciones
interpersonales, por lo que cabe intervenir en la percepción de apoyo social para
mejorar e incrementar sus relaciones interpersonales. Y, por último, el autoconcepto
familiar y el apoyo percibido en el hogar podrían mejorar la satisfacción vital.
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En relación con los padres, se propone evaluar de forma objetiva al hijo, sin tener en
cuenta las expectativas sobre cómo espera que sea o cómo le gustaría que fuese, y
sin comparar el esfuerzo del niño con el de los demás; oír al hijo con una escucha
activa; dirigirse al niño en términos descriptivos de conductas, sin hacer juicios sobre
las mismas; elogiar de forma adecuada (Bermúdez, 1997 citado en Saheb, 2002).
Evitar que el alumno desarrolle expectativas falsas: el profesor, para ello, debe
conocer las capacidades y límites del alumno y esperar que tenga éxito en relación
con sus posibilidades.
Facilitar que el alumno se sienta aceptado y respetado independientemente de
que tenga éxito o no: esto significa prestar más atención a las aptitudes que a las
deficiencias, reforzando las conductas positivas con manifestaciones y
comentarios de aprobación y elogios.
Evitar censurar, juzgar poner etiquetas a los alumnos, ya que crean inseguridad y
dificultades a la hora de cambiar cualquier actitud.
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Los grupos de referencia nos facilitan elementos en los que reconocernos. A veces,
cuando la dependencia física es alta y se necesita mucha ayuda para realizar las
actividades de la vida diaria, la separación del alumno y sus padres se hace
complicada, y esta separación es necesaria para que pueda darse un desarrollo de la
propia identidad. En este sentido, es bueno que los padres (y los profesores más
tarde) animen al alumno a realizar todo lo que pueda hacer por él mismo
(Sanz-Andrés, 2011).
Por eso, es importante ayudar a los alumnos con diversidad funcional a construir un
autoconcepto ajustado y una autoestima saludable, de manera que «puedan poner
en funcionamiento todas sus capacidades, conociendo sus limitaciones; pedir ayuda
cuando la necesiten; asumir sus logros como propios y no debidos al azar; y percibir
los errores como experiencias de las que aprender» (Maiz y Güereca, 2006, citado en
Sanz-Andrés, 2011, p. 34).
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Desarrollo social
Los niños con discapacidades físicas visibles construyen una parte de la identidad
según la imagen que la sociedad proyecta de ellos y eso indica que tendrán que
convivir con muchos estereotipos. Algunos de ellos procuran un cuidado excesivo y
compasión exagerada que pueden terminar provocando rechazo o marcar una
diferencia abismal con los demás.
Como bien señala Sanz-Andrés (2011), otro discurso está apareciendo estos últimos
años. La sociedad debería contribuir positivamente al desarrollo del plan de vida de
las personas con diversidad funcional aceptando la diferencia como algo inherente al
ser humano, considerándola positiva, dando un lugar y un espacio a cada miembro y
asegurando oportunidades de desarrollo y participación para todos. Solo así se estará
cumpliendo con el respeto al ejercicio de los derechos de las personas (Sanz-Andrés,
2011, p. 37).
El desarrollo emocional de una persona con diversidad funcional está marcado por
las experiencias limitadas, de forma que pierden la oportunidad de adquirir las
experiencias de forma natural y global. Además, en muchas ocasiones, estas personas
están demasiado protegidas y no tienen oportunidades para interaccionar con el
medio. En muchos casos se desarrollan en condiciones diferentes a los demás.
Lo mismo pasará con las demás discapacidades. Debemos procurar que los bebés que
nacen con diversidad funcional sensorial o motora o que las adquieren muy pronto
puedan desarrollar un buen apego con las figuras parentales. Para ello, hará falta que
los padres estén preparados y acepten la realidad del hijo.
Una de las teorías que puede ayudarnos a entender las implicaciones emocionales
que tienen estos padres, así como las que pueden tener los niños con diversidad
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Varias son las definiciones que podemos encontrar en torno al duelo. Carpenito
(1987) dice que se trata de un estado en el que un individuo o familia experimenta
una pérdida real o percibida (persona, objeto, función, estatus, relaciones). Esta
definición ofrece la posibilidad de incluir en el duelo la pérdida del sentido o
condición de movilidad anterior o supuesta, así como las vivencias asociadas, tanto
para los padres como para los hijos con la afectación.
Lafuente (1996) complementa esta visión al decir que este es un proceso emocional
y conductual que se define en función de otras variaciones individuales que
dependen del carácter de la relación del sujeto con el objeto perdido, del significado
que tenga para él esa pérdida y del repertorio de recursos de que dispone para
adaptarse a esa pérdida. Y estas son las pistas que tendremos en cuenta para poder
apoyar a nuestros alumnos y a sus familias. En la aceptación de la pérdida y el trabajo
del duelo estará el reconstruir la experiencia de manera que tenga sentido en su vida
o que no sea especialmente dañina para su evolución personal.
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Estudiemos las fases del duelo según los autores más importantes para acabar de
tener una visión completa de este modelo. Bowlby (1980 y 1983) plantea cuatro fases
en el proceso de duelo por las que habitualmente atraviesa una persona ante una
pérdida. Estas fases las vamos a complementar con la teoría expuesta por otros
La Discapacidad Sensorial y Motora: Aspectos
Evolutivos, Educativos, Sociales y Familiares
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Tema 8. Ideas clave
autores (Le Poidevin, 1985, Sloman y Konstantareas, 1990, Rona y Vargas, 1992,
citados en López, 1999).
Esta es una fase no descrita por Bowlby, sino que está definida en relación con la
discapacidad y sucede en algunos casos, no siempre. Por miedo al rechazo, los padres
se muestran reacios a juntarse con familias de niños sin diversidad funcional y se
aíslan en un mundo de personas que sí la tienen.
Fase de reorganización
Antes de adentrarnos en qué herramientas podemos utilizar para trabajar con ellos,
veamos, dentro de los tipos de duelo que existen, cuáles podemos encontrar y qué
forma toman en el caso de las diversidades funcionales que hemos visto en esta
asignatura (tabla 1).
Duelo anticipatorio
Se produce cuando ya ha empezado la elaboración del dolor de la pérdida sin que esta haya ocurrido
todavía. Es una forma de anticiparla, por ejemplo, cuando nos han comunicado la pérdida de una
pierna, un brazo, cuando sabemos que alguien va a fallecer, cuando sabemos que a la larga
perderemos la vista, el oído, etc.
Puede ser adaptativo porque permite ir integrando gradualmente la realidad de la pérdida, resolver
asuntos inacabados con la persona que está muriendo, comenzar a cambiar esquemas sobre la vida
y la propia identidad, hacer planes para el futuro, anticipar las necesidades y, por ejemplo, aprender
la lengua de signos o braille tempranamente.
Aun así, también tendremos que estar atentos puesto que a veces puede suponer una retirada
antes de tiempo del sentido o las habilidades que se van a perder.
Duelo crónico
Este se da cuando la persona es incapaz de rehacer su vida porque los constantes recuerdos de la
pérdida se lo impiden. En este caso el alumno o la familia están en constante vivencia de la culpa,
la desgracia o el castigo.
Duelo congelado o enmascarado
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En este caso, durante las fases iniciales del duelo, el alumno o la familia no se muestran afectados
ni expresan sus emociones por la pérdida. Parecen no existir manifestaciones afectivas o puede
parecer que son personas que cuentan con una gran confianza y que «lo han superado muy rápido».
No lo confundamos con familias que realmente tienen una capacidad de aceptación y adaptación
muy buena y rápida y han pasado por las fases sin mucho problema, porque las hay. Intentemos no
juzgar con demasiada premura en ese aspecto, pues hay diversidad en todos los ámbitos.
Adaptación espiritual
Relacionada con la pregunta: «¿por qué a mí?». La respuesta está basada en aquello
que cada familia escoge (religión, destino, metafísica, estadística, azar, etc.). Sea cual
sea es importante que la persona no sienta que es un castigo. Debemos trabajar para
reconstruir esta experiencia de manera que la persona afectada y la familia puedan
vivir la diversidad funcional con tranquilidad de apertura y expresión de sus
sentimientos.
Adaptación física
Adaptación emocional
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Podría ser que la fase en la que se encontrara la familia o el alumno fuera de mucha
rabia o negación y que el orientador escolar no pudiera atender ese cóctel emocional.
En tal caso, es importante que el profesional pueda detectarlo y derivarlo al servicio
apropiado (generalmente psicólogos familiares o individuales, según el caso y las
necesidades). No es fácil trabajar algunas de las emociones que conllevan estos
procesos y mucho menos manejarlas.
Adaptación conductual
Implica un ajuste del sistema familiar que permite integrar al miembro con diversidad
funcional en las actividades cotidianas, sin ignorarlo, sin sobreprotegerlo ni
sobreestimularlo. En este sentido, hay que buscar un equilibrio entre las necesidades
de todos los miembros de la familia. Lo mismo haremos en el ámbito escolar. Hay
que buscar un trato, dentro de sus posibilidades reales, lo más normalizado posible.
Adaptación social
Ritual de despedida
Es conocido que despedirse de aquello que hemos perdido o que vamos a perder es
bueno para nuestra salud emocional. Ayuda en el proceso del duelo, favorece el
permiso para aceptar el cambio y permite dejar algunas situaciones cerradas.
Podemos hacer rituales de despedida de las partes del cuerpo que se vayan a perder.
Por ejemplo, homenajear con una fiesta a una pierna que va a ser amputada a modo
de agradecerle todo lo que nos ha dado en ese tiempo y despedirla como se merece.
Otra posibilidad para despedir algo que ya hace tiempo que se perdió o que nunca se
ha tenido es escribir una carta de despedida a aquello perdido. Estas cartas sirven
para decir adiós, pero también servirán para traer a la consciencia sentimientos
anteriores, de enfado o de amor, que pueden sorprender al escritor. La consigna para
ellas es dejarse llevar con lo que sea que hay que decir. A veces palabras bonitas, a
veces palabras tristes y otras veces palabras malsonantes. No importa. Lo esencial es
dejar que se abra la caja de las emociones para poder expresarlas, hablarlas y
gestionarlas.
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Las cartas
Son un recurso muy útil para expresar, sentir y mirar qué se nos mueve por dentro.
Por eso no es necesario siquiera que sean cartas de despedida, podemos usar esta
Son cartas que no se mandan, solo sirven para uno mismo y, para ello, es necesario
tener la certeza de que nadie las leerá si uno no quiere. Los profesionales tampoco
necesitamos leerlas, si así lo prefiere el alumno que la escribe. Podemos sugerir el
recurso, pero luego, con hablar de aquello que han conocido, sentido o
experimentado, es suficiente para el trabajo emocional. Lo más importante es que
las cartas puedan traer a la consciencia emociones ocultas o enmascaradas y que el
alumno pueda compartirlas con alguien que las acoja. Podría ser que el alumno se
diera cuenta de que siente envidia por no poder hacer cosas que sus compañeros
hacen, o rabia, o frustración, o tristeza, ¿qué hay de malo en eso?
Con la mejor de las intenciones, tendemos a negar la presencia de las emociones más
intensas («no te pongas triste», «no sientas rabia por eso», «no llores», «no te
preocupes»). Pero ¿por qué no podemos sentirlo? Eso no se puede escoger, lo que
se siente, se siente. Hay emociones que son dolorosas o desagradables (nótese que
no decimos negativas), pero no por ello hay que negarlas. Lo mejor es aceptar su
existencia. ¿Qué problema hay en sentir vergüenza por algo? Hablemos de ella,
veamos por qué la sentimos, aprendamos de ella y quizás encontremos otra forma
de vivir la situación que no nos la producirá, pero para ello necesito reconocerla, verla
y analizarla. Un alumno puede sentir culpa, miedo, inseguridad, confusión,
remordimiento, asco, decepción, desaliento, frustración, deseo, odio, ira,
desamparo, incomprensión, nostalgia, soledad, tristeza, etc., dejemos que lo sienta,
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Las emociones no son malas o buenas, son nuestro sistema de supervivencia (física,
social, introspectiva…) y, por ello, debemos escucharlas. Nos dirán cómo estamos,
qué nos falta, qué queremos, cómo somos. Poner palabras, conocer las emociones
básicas y ayudar a nuestros alumnos a nombrarlas facilita la gestión emocional.
Podemos aprender algunos términos, ver cómo se traducen algunas emociones en el
cuerpo, cuál es su forma de expresión y trabajar con el alumno para que las
reconozca. La alfabetización emocional facilitará la comunicación, pero no siempre
encontraremos la palabra para ello. A veces las emociones no tienen un término en
el que encajar a la perfección.
En los casos en los que el alumno no logra expresar qué siente mediante el lenguaje
limitado que compartimos, podemos pedirle que imagine un objeto, un color o un
cuadro, y que nos lo explique a través del cuerpo, cómo lo vive, qué le pasa. Una bola
en el estómago, un nudo en la garganta, sudor en las manos, el rojo, el negro, un
cisne blanco en medio de un lago solo, los ojos llorosos, la boca seca, etc., todo eso
también son emociones y nos valen perfectamente para poder hablar de ellas.
Saber escuchar
Podemos investigar qué función tienen, conocer para qué nos sirven, por qué siento
lo que siento, qué pistas me da, cómo he pensado la situación para llegar a sentir lo
que he sentido, cómo lo he vivido, cómo me lo explico. Todo esto puede ayudar al
alumno a vivir las circunstancias de otra forma y sentir otras emociones más
agradables. Las emociones son fenómenos que sirven para hacernos más adaptativos
al entorno que experimentamos. El miedo nos protege, la ira impone respeto, la
tristeza genera compasión, la alegría nos socializa y nos ayuda a trascender mediante
la reproducción. Saber eso puede ayudarnos a dejar de lado el miedo que genera la
expresión emocional y ahondar en ella a fin de descubrir qué está diciendo un niño
enfadado.
Forma de la expresión
Podemos trabajar con álbumes ilustrados, con libros, con toda la clase y con el
alumno en particular. Estos son interesantes para compartir experiencias grupales,
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La familia que consigue aceptar la diversidad funcional e incluirla como una parte del
sistema, puede hacerlo sin sacrificar el desarrollo de los demás ni la evolución del
grupo familiar. Una vez se supera la fase inicial de ajuste a la diversidad funcional, la
familia consigue priorizar de nuevo los asuntos y necesidades vitales de antes.
Conviven con la diversidad funcional y toleran mejor la incertidumbre y los cambios.
Establecer a algunas personas que actúen como referentes en cada área, que
puedan ayudar a focalizar las necesidades de la persona. Esta es una de las
necesidades de las personas con discapacidad intelectual y que en el caso de las
personas con diversidad funcional sensorial o motora podríamos obviar (a no ser
que hubiera discapacidad intelectual asociada).
Definir tiempos y plazos para poder evaluar si se van logrando los objetivos.
Todos estos elementos deberán ser valorados por la persona que emprenda el
proyecto de vivir sola para que tengan sentido.
Para comprender mejor este tema puedes ver los siguientes vídeos.
Santos, T. (2013). Como persona sorda, como mujer. En Fundación Sermes, Relatos. Las
vivencias de personas muy capaces, pp. 6-7. Fundación Sermes. Recuperado de
https://www.fundacionsermes.org/Noticias/RELATOS_1.pdf
Tras leer el caso práctico indicado, vamos a realizar un análisis de las fortalezas
(aspectos positivos de Teresa) y limitaciones (aspectos negativos que han influido en
Teresa).
Fortalezas Limitaciones
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hablar). familiar.
Como hemos visto a lo largo del capítulo son diversos los factores a nivel emocional
y social que pueden influir en la persona con discapacidad.
En las personas con diversidad funcional auditiva uno de los factores más influyentes
y que resalta Teresa en su relato es el hecho de no poder comunicarse fácilmente con
el resto del mundo y no poder acceder a la información auditiva.
Fontana, A., Durán, K., Martínez, V., Rojas, V. y Vargas, A. (2010). La participación del
Comité de Apoyo Educativo en el abordaje pedagógico de integración educativa.
Revista Electrónica Educare, 14, 125-148. Recuperado de
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4780965
Neimeyer, R. (2002). Aprender de la pérdida: una guía para afrontar el duelo. Paidós.
A través de este artículo podrás profundizar en los diferentes tipos de apego y cómo
se desarrollan en los sujetos.
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Psyciencia
Esta es otra web con entradas variadas sobre psicología y terapia. En ella puedes
encontrar las últimas noticias, información sobre aspectos a trabajar en las aulas y
algunas guías y manuales.
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Un blog sobre educación y TIC que contiene un apartado para la educación emocional
en el aula que puede ser útil para darte herramientas o ideas.
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2. Debemos procurar que los bebés que nacen con diversidad funcional sensorial o
motora o que las adquieren muy pronto puedan desarrollar un buen apego con las
figuras parentales. Para ello:
A. Hará falta que los padres estén preparados, aprendan estrategias y acepten
la realidad del hijo.
B. Los padres deben tener su misma discapacidad, así sabrán cómo hacerlo.
C. Deben apoyarse siempre en un profesional de la psicología que acompañe el
caso durante toda la crianza.
D. Será imposible desarrollar un apego seguro con estos niños.
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4. ¿Cuál de las siguientes definiciones sobre el duelo es más completa para acoger la
teoría que se ha visto en este tema?
A. Del latín dolus: dolor. Es el proceso por el que atraviesa una persona ante la
muerte de un ser querido.
B. Estado en el que un individuo o familia experimenta una pérdida real.
C. El duelo es necesario y cumple una función de adaptación a una realidad
completamente nueva para el deudo, permitiendo a este enfrentarse y
ajustarse al medio sin el fallecido.
D. Proceso emocional y conductual que se define en función de otras
variaciones individuales que dependen del carácter de la relación del sujeto con
el objeto perdido, del significado que tiene para él esa pérdida y del repertorio
de recursos de los que dispone para adaptarse a esa pérdida.
5. ¿Cuál es la fase del duelo que está caracterizada por la negación de la realidad?
A. Fase de entumecimiento, perplejidad o shock.
B. Fase de anhelo y búsqueda.
C. Fase de desorganización y desesperanza.
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D. Fase de reorganización.
soportable.
10. ¿Cuál de las siguientes técnicas puede ayudar en el proceso de duelo y aceptación
de la pérdida de una amputación?
A. Un ritual de despedida.
B. Una carta de despedida.
C. La expresión y comunicación de las emociones asociadas.
D. Todas las anteriores pueden hacerlo.
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