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ANTROPOLOGÍA SOCIAL
CONCLUSIONES
No se puede concebir un modelo de desarrollo que se base exclusivamente
en la acumulación material y el crecimiento económico, a costa de la
riqueza y sustentabilidad del medio ambiente y naturaleza, y que no tenga
en cuenta el libre ejercicio de las capacidades y potencialidades humanas.
El desarrollo humano es imprescindible para el desarrollo sustentable y
para el mismo crecimiento económico, y requiere la utilización de una
tecnología limpia que ahorre recursos naturales y sea respetuosa con la
naturaleza, evitando la contaminación y ajustando la actividad productiva a
las necesidades de la población. Y para ello es preciso sociedades más
homogéneas e iguales, y que las generaciones presentes sean solidarias
con las futuras, y capaces de renunciar a tener más, en beneficio de la
calidad ambiental de sus descendientes. Por tanto, el gran reto de la
humanidad para el siglo XXI es establecer un vínculo entre crecimiento
económico, desarrollo económico y desarrollo humano.
La ciencia y tecnología debe replantearse sus actuales esquemas, y el
progreso humano no debe enfocarse prioritariamente al crecimiento
económico, sino orientarse a resolver los problemas reales de la
humanidad: la pobreza, la desigualdad, la conservación del medio
ambiente, entre otros. No es sostenible el actual sistema científico y
tecnológico pues, aunque se consiga una mayor eficiencia de los procesos
productivos, no se evita los efectos adversos que se derivan del actual
sistema de producción masiva, intensiva y fundada en el consumo.
Es necesario realizar un breve recorrido por el origen y contenido
conceptual de las palabras como cultura, identidad y patrimonio y emplear
los conceptos y contenidos de las definiciones de la normativa internacional
que existen al respecto, resultado de años de discusiones interdisciplinarias
y de consensos conceptuales.
Las palabras, normas y contenidos generan un lenguaje que ayuda a “leer”
en claves comunes las diversas experiencias que por su propia naturaleza
(un territorio, una identidad, una cultura, ciertos productos del lugar) son
únicas e incomparables.
Conceptos como cultura encierran muchos aspectos del desarrollo humano,
que se manifiestan en lo inmaterial (como el conocimiento, las tradiciones,
forma de ver la vida, valores, etc.) y lo material (diseños, arte, monumentos,
etc.) de una colectividad. Algunas manifestaciones culturales plasmadas en
bienes, productos y servicios pueden generar un sentimiento de
pertenencia a un grupo, a un territo - rio, a una comunidad (un sentimiento
de identidad) y, además, fomentar una visión de desarrollo del territorio que
implica la mejora de calidad de vida de su pobla - ción. Pareciera difícil
pensar en desarrollo territorial con identidad sin incorporar centralmente los
activos culturales de la población de un territorio.
RECOMENDACIONES
La antropología cultural y la sociología comparten su interés en las
relaciones, la organización y el comportamiento sociales. Sin embargo,
surgen importantes diferencias entre estas disciplinas a partir de los tipos
de sociedades que cada una de ellas ha estudiado tradicionalmente.
Tanto en la teoría como en la práctica, se puede apreciar que el desarrollo
de un territorio supone una visión que pasa por una acción colectiva, que
involucra a los gobiernos locales, regionales, el sector privado y la
población en general. Y esta acción colectiva implica numerosas
actividades que pueden basarse en lo cultural, como la identidad y el
patrimonio.
La identidad supone un reconocimiento y apropiación de la memoria his -
tórica, del pasado. Un pasado que puede ser reconstruido o reinventado,
pero que es conocido y apropiado por todos. El valorar, restaurar, proteger
el patrimonio cultural es un indicador claro de la recuperación, reinvención y
apropiación de una identidad cultural.
BIBLIOGRAFÍA
La frontera que separa y distingue la antropología cultural de la social es apenas perceptible, y hay
incluso quien afirma que dicho deslinde obedece a diferencias establecidas por tradiciones
académicas disímbolas.
Lo que los etnólogos y antropólogos sociales estudian se relaciona con lo que la humanidad crea,
produce y construye. En este sentido, su campo de estudio tiene que ver con la cultura, que es el
sistema de conocimientos, creencias, leyes, valores, costumbres y prácticas que los seres humanos
aprenden de sus predecesores y se manifiesta en instituciones, normas de pensamiento y objetos
materiales.
Quienes estudian la organización social de los grupos humanos del presente, las sociedades
simples y las complejas, los grupos que viven en conglomerados urbanos y ciudades cosmopolitas
o en ranchos dispersos, con una tecnología sencilla o compleja, se llaman a sí mismos
antropólogos sociales. Éstos estudian los procedimientos ideados por los humanos para
desarrollarse en un determinado medio ambiente, el espacio culturalmente construido, y cómo se
aprende, conserva y transmite un cuerpo de costumbres que varían ampliamente de un pueblo a
otro y a través del tiempo. Para ello emplean herramientas analíticas específicas y enfocan su
trabajo a partir de ciertas teorías y estrategias de investigación.
Los inicios de esta disciplina pueden encontrarse cuando Europa comenzó su expansión territorial
y su exploración mercantil. La invasión y la conquista de nuevas tierras y sus “extraños” habitantes
mostró a los filósofos, teólogos y científicos los asombrosos contrastes de la condición humana.
Hacia la mitad del siglo XVIII, durante la Ilustración, surgieron los primeros intentos sistemáticos
de plantear teorías sobre las diferencias culturales.
El afán de explicar esta diversidad dio inicio a lo que sería posteriormente la antropología. Aunque
inicialmente a ésta se le consideró una rama de la sociología, que se llamaba “comparativa”, con el
tiempo ha llegado a desarrollar sus propias herramientas analíticas y métodos particulares y ha
logrado trazar fronteras conceptuales con la historia o la psicología, ciencias con las que también
se le ha identificado.