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Desarrollo Emocional
Desarrollo Emocional
DESARROLLO
EMOCIONAL
Diplomado
en
Psicoterapia
Infantil
con
Juego
Material
de
lectura
Módulo
I
–
Psicoterapia
infantil
con
juego
y
desarrollo
emocional
DESARROLLO
EMOCIONAL
ETAPA
1
Del
nacimiento
a
los
18
meses
Schaefer,
Ch;
Foy,
T.
(2000).
Ages
and
Stages,
John
Willey
&
Sons,
Inc.
E.U.A.
Traducción:
Mtra.
Cristina
Pérez
Agüero
A
pesar
de
que
existen
muchos
factores
que
influyen
en
el
nivel
de
competencia
emocional
de
un
niño
(tales
como
la
genética
y
los
factores
ambientales),
es
bien
sabido
que
la
relación
padre-‐hijo
durante
la
lactancia
y
la
infancia
tiene
un
impacto
verdaderamente
importante
y
a
largo
plazo
en
el
desarrollo
emocional
de
los
niños.
De
hecho,
cada
vez
existe
mayor
evidencia
biológica
que
apoya
la
idea
de
que
los
infantes
necesitan
un
cuidado
responsivo
de
parte
de
sus
padres
y
cuidadores
para
que
las
partes
del
cerebro
que
controlan
las
emociones
se
desarrollen
de
manera
apropiada.
El
desarrollo
del
cerebro
es
estimulado
conforme
los
infantes
aprenden
sobre
el
amor
y
el
afecto,
el
gozo,
el
enojo,
el
temor.
Amor
y
afecto
Hacer
que
un
niño
se
sienta
amado
es
la
tarea
más
importante
de
la
paternidad.
Desde
el
nacimiento,
los
niños
comienzan
a
evaluar
si
pueden
confiar
al
mundo
su
vida,
principalmente
para
cubrir
sus
necesidades.
¿Cuando
tienen
hambre
su
llanto
es
escuchado
y
atendido
de
manera
inmediata
o
es
ignorado
por
periodos
prolongados?
¿La
necesidad
de
cuidados
amorosos
es
satisfecha
o
reciben
palabras
duras
y
son
cargados
de
manera
brusca?
¿Tienen
influencia
sobre
los
adultos
encargados
de
su
cuidado
o
no
tienen
poder
alguno
y
viven
en
un
mundo
de
indiferencia?
Las
respuestas
a
estas
preguntas
determinan
qué
tan
emocionalmente
seguros
crecerán
los
niños
y
cómo
serán
sus
futuras
formas
de
apego,
amor
y
afecto.
Los
bebés
que
aprenden
que
los
adultos
que
conviven
con
ellos
son
confiables
y
pueden
contar
con
ellos
para
que
respondan
a
sus
llantos
de
frustración
o
estrés,
forman
una
imagen
positiva
de
ellos
mismos
y
de
otros.
Los
padres
que
pueden
responder
con
una
voz
dulce
cuando
el
bebé
tiene
hambre
a
las
tres
de
la
mañana
o
responden
al
llanto
persistente
del
bebé
de
manera
positiva
(aún
cuando
ellos
mismos
estén
cansados
o
impacientes)
enseñan
a
los
niños
que
son
importantes
y
son
amados.
Estas
lecciones
permiten
a
los
niños
construir
futuras
relaciones
amorosas.
Pero
si
los
bebés
aprenden
que
su
llanto
como
señal
de
pedir
atención
no
tiene
respuesta
o
provoca
enojo
o
malos
tratos,
se
vuelven
precavidos
y
desconfiados.
Conforme
estos
niños
crecen,
generalmente
carecen
de
confianza
en
los
demás,
sienten
que
no
merecen
el
afecto
ni
la
atención
de
otros.
Para
un
infante,
el
amor
significa
el
desarrollo
de
un
apego
seguro
con
un
cuidador.
Esta
relación
(llamada
apego
o
vínculo)
se
establece
de
manera
firme
cuando
el
infante
cumple
8
o
9
meses
de
edad
y
se
caracteriza
por
una
fuerte
interdependencia,
sentimientos
intensos
mutuos
y
ligas
emocionales
vitales.
El
apego
temprano
ayuda
al
niño
a
desarrollas
confianza
Diplomado
en
Psicoterapia
Infantil
con
Juego
Material
de
lectura
Módulo
I
–
Psicoterapia
infantil
con
juego
y
desarrollo
emocional
con
el
cuidador,
y
es
vital
para
la
calidad
de
las
relaciones
que
la
persona
establecerá
más
tarde
con
sus
compañeros,
parientes,
otros
adultos
y
su
pareja.
El
vínculo
o
apego
no
ocurren
de
manera
inmediata
o
rápida,
o
sólo
en
un
determinado
momento
del
tiempo.
Es
un
proceso
que
se
lleva
a
cabo
durante
varios
meses
e
incluso
años.
Como
cualquier
otra
relación
de
amor,
se
desarrolla
en
etapas
graduales,
y
se
mejora
y
profundiza
con
el
tiempo
y
los
cuidados.
Se
recomienda
a
los
padres
las
siguientes
sugerencias:
-‐ Responder
de
manera
consistente
e
inmediata
al
llanto
de
tu
bebé,
o
cuando
se
detecte
que
está
incómodo.
-‐ Tener
mucho
contacto
físico
con
él.
Los
bebés
se
sienten
seguros,
duermen
mejor,
ganan
mayor
peso,
y
muestran
mayor
interés
por
estar
con
las
personas
cuando
ellos
son
frecuentemente
abrazados,
sostenidos
y
acariciados.
Tocar
con
amor
es
muy
importante.
-‐ Jugar
con
el
bebé.
Aún
en
los
primeros
meses
de
vida,
los
infantes
disfrutan
los
juegos
y
las
canciones.
Esto
genera
un
vínculo
placentero
que
refuerza
el
apego
seguro.
Alegría
y
enojo
Aunque
las
emociones
de
alegría
y
enojo
forman
parte
de
los
niños
desde
que
nacen,
la
mayoría
de
los
expertos
en
niños
creen
que
estos
sentimientos
necesitan
procesos
mentales
que
no
están
presentes
desde
el
nacimiento.
Muchos
padres
podrían
jurar
que
sus
recién
nacidos
están
felices
un
minuto
y
al
otro
están
muy
enojados,
pero
las
sonrisas
y
el
llanto
son
en
realidad
provocados
por
estímulos
internos.
Alegría
La
sonrisa
de
un
recién
nacido
está
basada
en
la
actividad
del
tallo
cerebral.
Ocurre
durante
la
etapa
de
sueño
de
movimientos
oculares
rápidos
(MOR)
y
en
etapas
de
vigilia
en
la
cual
los
movimientos
oculares
rápidos
también
pueden
ser
percibidos.
Después,
entre
el
mes
y
medio
y
los
dos
meses
y
medio,
las
sonrisas
comienzan
a
aparecer
cuando
el
bebé
ve
algo
placentero.
La
sonrisa
social
comienza
entre
los
dos
meses
y
medio
y
tres;
en
este
momento,
es
más
probable
que
las
caras
familiares
propicien
más
sonrisas
que
las
que
no
lo
son,
lo
cual
indica
que
la
sonrisa
temprana
tiene
un
componente
cognitivo
que
involucra
la
memoria.
Entre
los
3
y
5
meses
los
bebés
sonríen
cuando
se
dan
cuenta
de
que
pueden
controlar
su
ambiente;
sonríen,
por
ejemplo,
cuando
pueden
hacer
que
su
móvil
de
vueltas
mientras
patalean
fuertemente
(esto
es
llamado
motivación
de
control:
el
placer
del
éxito
los
anima
a
intentar
más
cosas
y
dedicarse
a
una
tarea
por
mayor
tiempo).
La
sonrisa
se
puede
convertir
en
una
franca
risa
hacia
los
4
meses,
lo
que
es
señal
de
gran
placer
y
el
sentimiento
del
disfrute.
Al
principio,
esta
risa
ocurre
principalmente
como
Diplomado
en
Psicoterapia
Infantil
con
Juego
Material
de
lectura
Módulo
I
–
Psicoterapia
infantil
con
juego
y
desarrollo
emocional
resultado
de
la
estimulación
física
como
las
cosquillas,
pero
hacia
la
segunda
mitad
del
primer
año
el
bebé
se
reirá
en
respuesta
a
situaciones
atractivas
o
chistosas.
Hacia
el
final
del
primer
año
y
durante
el
segundo,
la
alegría
o
la
euforia
“sostenida”
pueden
observarse
en
los
bebés.
Muestran
particular
placer
cuando
anticipan
eventos
que
ocurrirán
y
planean
dichas
situaciones.
Sueltan
risitas
contagiosas
para
ellos
mismos,
por
ejemplo,
cuando
saben
que
el
adulto
saldrá
de
su
lugar
de
escondite
y
le
dice
“¡Bu!”.
Sea
lo
que
sea
que
provoque
una
sonrisa
en
un
niño,
esta
es
una
forma
segura
de
ganar
la
atención
del
niño
de
manera
positiva.
¿Quién
puede
resistir
responder
a
la
sonrisa
de
un
bebé?
La
risa
de
un
niño
es
recompensada
con
risas
recíprocas,
con
el
habla,
y
otras
formas
de
atención
positiva
de
parte
de
los
adultos.
Esto
les
enseña
habilidades
de
socialización,
al
animarlos
a
sonreír
y
reír
más.
Enojo
Los
sentimientos
de
enojo
se
desarrollan
de
manera
similar
a
los
de
alegría.
Al
principio,
el
llanto
de
un
niño
es
una
llamada
para
que
calmen
su
angustia;
no
es
una
forma
de
expresar
su
enojo.
Pero
para
los
6
meses,
el
enojo
es
una
respuesta
evidente
a
la
frustración.
Cuando
se
restringe,
por
ejemplo,
el
movimiento
del
bebé
al
bañarlo,
al
vestirlo
o
colocarlo
en
el
asiento
del
coche,
será
evidente
que
la
frustración
se
convierte
en
enojo
con
el
movimiento
de
brazos
y
piernas.
Los
bebés
también
se
sienten
frustrados
porque
dependen
totalmente
de
alguien
para
que
les
proporcione
todo
lo
que
desean
–una
situación
de
impotencia
que
propicia
el
enojo.
Jacobo
que
tenía
9
meses
de
edad,
se
apartó
de
manera
tajante
de
su
madre
ya
que
quería
algo
que
se
encontraba
en
la
habitación.
Se
retorció,
giró
y
lloró,
pero
no
podía
hacerle
entender
a
su
mamá
lo
que
quería
y
él
tampoco
podía
alcanzarlo.
“He
notado”,
decía
la
mamá
de
Jacobo,
“que
Jacobo
se
siente
muy
frustrado
cuando
no
puede
hacer
las
cosas
él
mismo.
No
puede
esperar
a
crecer”.
El
enojo
es
una
emoción
que
moviliza.
Energiza
y
motiva
a
los
bebés
para
seguir
tratando
de
dominar
un
evento
frustrante.
Los
bebés
pronto
aprenden
que
el
enojo
puede
provocar
una
reacción;
este
les
proporciona
atención;
les
da
poder.
Por
ejemplo,
Clara
de
16
meses
jugaba
con
las
llaves
de
su
mamá
con
regocijo,
pero
comenzó
a
gritar
cuando
su
mamá
se
las
quitó.
El
enojo
se
propició
no
sólo
de
la
frustración,
sino
de
experiencias
pasadas
que
le
han
enseñado
a
Clara
que
su
enojo
le
hace
ganar
la
atención
de
su
mamá
y
que
probablemente
le
regrese
las
llaves.
Esta
etapa
es
un
buen
momento
para
comenzar
a
enseñar
a
los
bebés
acerca
del
enojo
al
permitirle
que
experimente
y
resistir
la
tentación
de
tratar
de
calmarlo
al
reducir
la
frustración.
Si
el
bebé
comienza
a
resoplar
por
el
enojo
porque
no
se
le
permite
hacer
algo,
es
importante
dejarle
experimental
el
enojo
un
momento,
manteniéndose
en
el
mismo
espacio,
pero
a
una
distancia
que
permita
mantener
la
mirada
sobre
él.
Los
bebés
necesitan
aprender
sobre
el
enojo
en
un
ambiente
seguro
y
protegido.
Diplomado
en
Psicoterapia
Infantil
con
Juego
Material
de
lectura
Módulo
I
–
Psicoterapia
infantil
con
juego
y
desarrollo
emocional
A
través
de
la
experiencia
ellos
aprenden
que
está
bien
enojarse,
que
sea
una
respuesta
natural,
y
aprenden
a
calmarse
cuando
no
consiguen
lo
que
quieren.
La
experiencia
con
el
enojo
enseña
a
los
niños
a
controlar
sus
emociones.
Las
situaciones
tales
como
esperar
la
comida
o
sentarse
en
el
automóvil
en
su
silla
especial,
son
oportunidades
para
comenzar
a
adquirir
habilidades
de
regulación
y
control,
como
el
ser
colocado
lejos
del
objeto
que
desea
y
no
obtiene
y
por
lo
tanto
le
frustra,
distraerse
a
sí
mismo
con
un
objeto
más
confortante
(como
su
juguete
favorito)
o
hacer
algo
para
auto
tranquilizarse
(tomar
su
manta
favorita
o
chuparse
el
dedo).
La
investigación
sugiere
que
los
niños
que
no
han
aprendido
cómo
regular
sus
sentimientos
de
enojo
están
más
propensos
a
no
obedecer
las
instrucciones
de
los
padres
cuando
crecen
y
es
más
probable
que
tengan
problemas
de
conducta.
Pero
los
niños
que
en
etapas
tempranas
aprender
a
lidiar
con
el
enojo,
están
mejor
preparados
cuando
llegan
a
la
edad
escolar
y
sus
padres
no
están
ahí
para
“salvarlos”
cuando
se
enfrentan
a
situaciones
que
les
provoquen
enojo.
Nunca
es
demasiado
pronto
para
ayudar
a
los
niños
a
aprender
sobre
el
enojo
y
la
alegría,
al
darle
nombre
a
los
sentimientos.
Se
puede
sentir
tonto
al
decirle
el
nombre
de
los
sentimientos
a
un
bebé
de
9
meses
con
la
cara
roja
y
que
no
deja
de
gritar,
pero
la
idea
es
crear
el
hábito
de
conectar
las
palabras
con
los
sentimientos
internos.
Cuando
se
sonríe
al
bebé,
es
recomendable
decirle
“Me
siento
feliz”.
Las
emociones
se
tienen
que
identificar
y
nombrar
delante
del
bebé.
Cuando
entiendan
que
sus
sentimientos
tienen
nombre,
ellos
comenzarán
a
sentir
que
tienen
el
control
sobre
ellos
mismos.
Manejo
del
temor
En
la
primera
infancia,
los
bebés
forman
vínculo
cercanos
de
amor
y
confianza
con
las
personas
que
le
son
familiares,
especialmente
sus
padres.
Aprenden
a
sentirse
tranquilos
y
seguros
dentro
del
mundo
en
el
que
están
inmersos.
Depositan
completamente
su
bienestar
en
manos
de
otros,
tienen
pocos
miedos.
Los
bebés
muy
pequeños
pueden
ser
dejados
solos
en
la
oscuridad,
ser
llevados
a
lugares
altos,
se
les
pueden
mostrar
animales
grandes
o
pequeños
insectos
o
ser
dejados
con
extraños,
todo
esto
sin
una
muestra
mínima
de
temor.
De
pronto,
un
día
entre
el
sexto
y
el
octavo
mes,
la
mayoría
de
los
bebés
se
vuelven
muy
ansiosos
cuando
son
expuestos
a
gente
que
no
conocen.
El
bebé
se
ha
familiarizado
con
las
caras
que
ve
todos
los
día
y
ha
aprendido
a
distinguirlas
de
otros
rostros.
El
grado
de
temor
que
un
bebé
siente
cuando
ve
“caras”
nuevas
varía
de
uno
a
otro.
De
pronto
un
día
el
bebé
oculta
su
cara
en
el
pecho
de
su
madre
cuando
trata
de
mostrarlo
a
un
vecino.
O
puede
sentirse
avergonzado
cuando
alguien
quiere
cargar
al
bebé
y
este
se
niega
gritando
y
llorando.
Los
padres
también
pueden
parecer
un
extraño
para
el
hijo
y
provocar
que
este
llore
su
hace
un
cambio
en
su
apariencia.
Un
nuevo
corte
de
cabello,
unos
lentes
de
sol,
dejarse
o
quitarse
el
bigote
o
la
barba;
todo
esto
puede
provocar
un
ataque
de
ansiedad
ante
un
extraño.
La
clave
para
ayudar
a
los
bebés
a
manejar
su
ansiedad
ante
la
presencia
de
un
extraño
es
entender
su
miedo
y
darle
el
apoyo
emocional
que
necesita
en
vez
de
enojarse
con
él.
Los
Diplomado
en
Psicoterapia
Infantil
con
Juego
Material
de
lectura
Módulo
I
–
Psicoterapia
infantil
con
juego
y
desarrollo
emocional
bebés
aún
son
muy
pequeños
como
para
aprender
lecciones
de
valor
y
autoconfianza.
Ciertamente
no
les
importa
ser
amables
con
los
extraños
que
quieren
arrebatarlos
de
los
brazos
de
mamá.
Necesitan
saber
que
pueden
refugiarse
en
sus
padres
y
que
ellos
no
lo
obligarán
a
sentarse
en
el
regazo
de
un
“extraño”.
Es
importante
ignorar
a
cualquiera
que
diga
que
sólo
esta
alimentando
el
miedo
del
pequeño.
A
esta
edad
la
mejor
cosa
que
pueden
hacer
los
padres
es
dejar
que
el
bebé
conozca
a
mucha
gente
nueva,
desde
la
seguridad
protectora
de
sus
brazos
o
sus
piernas.
Cuando
se
acerque
a
alguien
que
no
es
familiar
para
el
bebé,
observe
su
comportamiento.
Si
el
padre
o
la
madre
se
tensan,
si
utilizan
un
tono
de
voz
bajo
o
potente,
o
parecen
descontentos,
el
bebé
de
inmediato
se
sentirá
asustado.
En
vez
de
reaccionar
de
esta
manera,
se
recomienda
mantener
su
voz
tranquila.
Cuando
un
adulto
está
relajado,
le
comunica
a
su
hijo
que
la
situación
es
segura
y
que
la
persona
que
llegó
es
amigable.
El
otro
temor
que
los
padres
pueden
notar
en
su
bebé
se
relaciona
con
la
ansiedad
de
separación.
Los
bebés
no
pueden
comprender
el
concepto
de
permanencia
en
este
momento.
Lo
que
ellos
saben,
es
que
cuando
desaparece
de
su
vista,
se
ha
ido
para
siempre.
Es
por
ello
que
alrededor
de
los
10
meses
de
edad,
el
bebé
comenzará
a
llorar
cuando
alguno
de
sus
padres
deja
la
habitación;
se
colgará
de
su
pierna;
gritará
cuando
trate
de
salir
de
casa.
El
bebé
tiene
miedo
de
no
volverlo
a
ver.
Conocer
este
temor
a
la
separación
es
perfectamente
normal
y
no
lo
hace
más
fácil
de
tolerar.
Algunos
padres
evitan
estas
escenas
de
gritos
y
llanto,
eligiendo
no
separarse
de
sus
hijos.
Es
poco
práctico
para
la
mayoría
de
los
padres
e
impide
el
desarrollo
de
autoconfianza
en
los
niños.
Aunque
la
mayoría
de
los
niños
comienzan
a
superar
la
ansiedad
de
separación
hacia
los
18
meses,
pueden
enseñarle
desde
temprana
edad
que
la
separación
no
será
permanente.
Los
juegos
para
la
separación
pueden
ayudar.
Cuando
el
bebé
se
despierte,
se
recomienda
decirle
“adiós”,
dejarlo
en
la
habitación
por
un
breve
periodo
de
tiempo
y
regresar
con
una
sonrisa,
dándole
un
abrazo.
Hacer
esto
a
menudo
y
a
lo
largo
del
día,
aumentando
el
tiempo
en
el
que
los
padres
están
fuera
de
la
vista
del
bebé
(
si
el
bebé
llora
inmediatamente
cuando
el
adulto
deja
la
habitación,
hay
que
hablarle
para
que
éste
lo
escuche,
pero
sin
verlo).
Los
juegos
como
“¿dónde
está
el
bebé?”,
son
maneras
divertidas
de
enseñarles
a
reasegurar
la
realidad
de
la
permanencia
de
objeto.
Después
de
los
6
meses
los
bebés
pueden
desarrollas
miedos
a
cosas
en
su
ambiente.
El
fuerte
ruido
de
la
aspiradora
o
un
trueno
pueden
asustarlos.
Los
animales
grandes,
los
fuegos
artificiales,
los
payasos,
también
pueden
atemorizarlos.
Estos
miedos
se
relacionan
con
el
temor
a
extraños,
a
lo
inesperado
e
inimaginable.
Si
un
niños
desarrolla
uno
de
estos
miedos,
es
importante
tratar
de
desensibilizar
esta
respuesta.
Diplomado
en
Psicoterapia
Infantil
con
Juego
Material
de
lectura
Módulo
I
–
Psicoterapia
infantil
con
juego
y
desarrollo
emocional
DESARROLLO
SOCIOEMOCIONAL
ETAPA
2
De
los
18
a
los
36
meses
Schaefer,
Ch;
Foy,
T.
(2000).
Ages
and
Stages,
John
Willey
&
Sons,
Inc.
E.U.A.
Traducción:
Mtra.
Cristina
Pérez
Agüero
En
esta
segunda
etapa,
de
los
18
a
los
36
meses,
la
vida
emocional
de
un
niño
es
como
un
viaje
en
montaña
rusa.
Las
altas
son
“muy
altas”
y
las
bajas
son
extremadamente
bajas.
Estos
niños
están
experimentando
el
entusiasmo
y
el
peligro
de
irse
lejos
de
sus
padres.
Quieren
separarse,
pero
no
desean
estar
solos.
Quieren
hacer
todo
ellos
mismos,
pero
no
siempre
saben
cómo.
Quieren
ser
“grandes”
pero
también
desean
ser
consentidos.
Es
un
momento
difícil
y
emocionante
al
mismo
tiempo.
Amor
y
afecto
La
tarea
consiste
en
que
el
niño
se
sienta
seguro
bajo
la
protección
de
un
adulto
y
el
amor
continúa,
aunque
ahora
el
“bebé”
se
aleje
para
buscar
algo
de
independencia.
Puede
volverse
menos
afectivo
y
más
aventurado.
No
siempre
quiere
que
lo
abracen
y
cuando
ya
tuvo
suficiente
de
eso,
se
hace
para
atrás
para
alejarse.
Puede
incluso
haber
días
en
los
cuales
ni
siquiera
permita
que
toquen
su
silla.
Ha
aprendido
que
es
una
persona
separada
del
adulto
y
ahora
tiene
mucho
tiempo
para
probar
sus
propios
límites.
Aunque
sigue
necesitando
amor
incondicional.
Si
un
bebé
se
encuentra
en
la
etapa
2
entre
los
18
y
los
36
meses,
este
estira
y
afloja
entre
querer
estar
y
no
con
un
adulto.
El
niño
quiere
hacer
cosas
por
sí
mismo.
Quiere
ser
grande
como
sus
hermanos
o
amigos,
pero
las
necesidades
de
un
niño
en
esta
edad
de
ser
independiente
y
al
mismo
tiempo
sentirse
seguro
y
amado
en
su
presencia
pueden
provocar
algunos
días
difíciles.
Irónicamente,
cuando
el
niño
se
encuentra
más
confundido
y
no
se
le
puede
tratar,
en
cuando
necesita
más
amor
y
atención
que
sean
consistentes,
tranquilizantes
e
incondicionales.
No
siempre
es
fácil
darle
afecto
y
amor
incondicional
a
un
niños
entre
18
y
36
meses
de
edad.
Su
actitud
de
“te
amo
y
te
odio”
pueden
hacer
que
le
retire
su
afecto
de
inmediato.
Cualquiera
que
sea
la
razón,
negarle
el
amor
a
un
niño
a
esta
edad
puede
empeorar
la
situación.
Si
el
adulto
es
incapaz
o
está
poco
dispuesto
a
proveer
el
niño
de
amor
y
seguridad
de
manera
consistente,
el
niño
puede
decidir
usar
una
táctica
conocida
como
amor
por
molestia.
La
necesidad
de
su
amor
y
atención
es
tan
fuerte
ahora,
que
el
niño
hará
lo
que
sea
con
tal
de
conseguirlos,
y
si
la
única
manera
de
obtener
su
atención
es
hacer
berrinches,
eso
es
lo
que
hará.
Después
golpeará
y
gritará
“te
odio”,
con
eso
ha
garantizado
tener
toda
su
atención.
Funciona
todo
el
tiempo.
En
un
estudio
sobre
berrinches,
los
investigadores
presentaron
un
caso
de
un
niño
proclive
a
éstos,
en
los
cuales
los
intentos
de
Diplomado
en
Psicoterapia
Infantil
con
Juego
Material
de
lectura
Módulo
I
–
Psicoterapia
infantil
con
juego
y
desarrollo
emocional
los
padres
por
ignorarlo
o
disciplinarlo
utilizando
el
tiempo
fuera
no
eran
útiles
para
detener
esa
conducta.
Cuando
se
descubrió
que
el
niño
casi
no
recibía
atención
de
los
padres,
a
excepción
de
cuando
hacía
berrinches,
se
instruyó
a
los
padres
a
dedicarle
cinco
minutos
a
su
hijo
para
darle
atención
personal.
El
simple
ofrecimiento
de
amor
y
afecto
fue
todo
un
éxito
para
eliminar
el
problema
de
conducta
y
mejorar
el
nivel
de
felicidad
del
niño
(Thelen,
1979).
Cada
niño
necesita
una
dedicación
de
tiempo,
uno
a
uno,
para
hacerlo
sentir
especial.
Alrededor
de
10
minutos
al
día
de
tiempo
de
calidad,
dedicado
uno
al
otro
exclusivamente
en
actividades
divertidas,
juegan
un
papel
importante
en
la
formación
de
una
relación
padre-‐hijo
cercana.
Se
puede
evitar
mucho
de
los
“terribles
dos
años”
si
se
entiende
ésta
confusión
emocional
con
la
que
vive
el
niño.
Entender
que
el
síndrome
del
rechazo
es
causado
por
una
lucha
interna
y
no
por
una
lucha
en
contra
del
adulto.
Es
importante
asegurar
el
vínculo
al
darle
libertad
al
niño
para
irse,
sabiendo
que
éste
puede
regresar
siempre
a
los
brazos
del
adulto.
Alegría
y
enojo
Entre
los
18
y
los
36
meses,
son
evidentes
las
mejores
y
más
encantadoras,
puras
y
espontáneas
expresiones
de
alegría
que
jamás
podrán
observarse
en
los
pequeños.
Estos
niños
no
dudan
en
mostrar
sus
sentimientos
positivos:
saltan,
brincan,
corren,
aplauden
y
gritan
con
gran
alegría.
Es
un
momento
maravilloso
para
reírse,
rodarse
en
el
piso
con
regocijo.
Desafortunadamente,
no
dura
mucho.
En
el
transcurso
del
proceso
de
socialización
en
la
etapa
preescolar,
la
mayoría
de
los
niños
aprenden
a
controlar
y
restringir
sus
emociones.
Lo
que
antes
era
espontáneo
y
lleno
de
expresión,
ahora
les
da
pena
y
se
considera
como
“infantil”
o
para
bebés.
De
la
misma
manera,
estos
niños
que
no
reparan
en
mostrar
de
manera
espontánea
su
alegría,
no
dudan
en
mostrar
el
enojo,
no
importa
en
dónde
o
con
quién
estén.
En
este
momento
los
niños
ven
el
mundo
desde
su
propio
punto
de
vista
y
por
ello
se
enojan
cuando
las
cosas
no
suceden
como
a
ellos
les
gustaría.
Esta
es
la
edad
de
los
berrinches.
Los
berrinches
son
resultado
de
la
frustración
por
no
poder
lograr
las
cosas
o
alcanzar
un
objetivo,
no
poder
comunicar
el
deseo
o
para
entender
el
porqué
de
las
cosas
como
son.
De
hecho,
un
berrinche
intenso
puede
asustar
al
niño
(más
que
el
adulto
mismo),
haciéndolo
sentir
abrumado
e
incluso
más
indefenso
que
antes.
Ya
que
no
pueden
verbalizar
sus
intensas
emociones,
los
niños
siempre
necesitan
una
forma
de
dar
rienda
suelta
al
enojo
que
sienten
cuando
se
frustran.
Los
berrinches
son
la
respuesta.
De
hecho,
esta
habilidad
para
dirigir
su
enojo
a
la
fuente
de
frustración
(generalmente
un
adulto)
es
una
señal
de
un
sano
desarrollo.
Conocer
el
origen
de
la
frustración
es
el
primer
paso
para
aprender
cómo
resolverla.
Diplomado
en
Psicoterapia
Infantil
con
Juego
Material
de
lectura
Módulo
I
–
Psicoterapia
infantil
con
juego
y
desarrollo
emocional
Se
puede
ayudar
al
niño
a
entender
el
enojo
a
través
del
ejemplo.
Cuando
un
niño
hace
trizas
su
libro
favorito,
él
necesita
aprender
que
esto
hace
enojar
al
adulto
y
no
debe
esconder
sus
sentimientos
o
en
el
lado
opuesto,
estallar
en
ira.
Con
el
ejemplo,
el
niño
aprenderá
como
manejar
el
enojo
sin
haber
un
berrinche.
Puede
decirle
“estoy
muy
enojado
porque
destruiste
mi
libro.
Ni
siquiera
tengo
ganas
de
estar
contigo
así
que
me
voy
a
ir
y
coy
a
regresar
cuando
me
calme”.
También
puede
enseñarle
sobre
los
niveles
de
enojo.
Utilizando
diversas
palabras
para
describir
qué
tan
enojado
se
encuentra
(por
ejemplo,
molesto,
irritado,
frustrado,
enojado,
furioso
o
enfurecido),
los
niños
de
dos
años
y
medio
pueden
aprender
que
el
enojo
es
una
emoción
compleja
con
diferentes
niveles
de
energía.
Por
ejemplo,
se
puede
decir
“estaba
muy
molesto
cuando
no
encontraba
las
llaves
del
coche”
o
“esa
persona
debió
sentirse
furiosa
cuando
los
niños
pintaron
su
coche”.
Estas
experiencias
con
la
emoción
del
enojo
ayudan
al
niño
a
aprender
qué
es
y
cómo
puede
ser
manejado.
Pero
mientras
que
éste
aprende,
indudablemente
hay
que
soportar
los
berrinches.
El
papel
del
adulto
mientras
el
niño
hace
un
berrinche
es
mostrarse
calmado
y
comprensivo
(no
es
una
tarea
difícil).
Si
un
niño
está
sintiendo
que
pierde
el
control,
esto
puede
asustarlo:
él
necesita
sentirse
amado,
pero
a
la
vez
alguien
que
sea
constante
y
firme,
necesita
saber
quién
está
a
cargo
y
puede
cuidarlo.
Nunca
se
debe
responder
a
un
berrinche
con
otro
berrinche.
Sin
regañar,
sermonear,
gritar
o
ridiculizar
se
debe
levantar
al
niño
y
tratar
de
calmarlo.
Si
esto
no
funciona,
se
sugiere
colocarlo
en
un
lugar
en
el
que
no
pueda
lastimarse
y
esperar
a
que
termine.
Es
importante
verbalizar
el
sentimiento
para
él.
Decirle
“sé
que
estas
enojado”.
Esto
le
enseñará
el
nombre
de
ese
sentimiento
y
a
la
larga
le
causará
una
sensación
de
control
sobre
lo
que
le
sucede.
Evitar
decirle
“no
te
enojes”.
El
niño
tiene
derecho
de
sentir
lo
que
siente;
necesita
aprender
que
no
es
malo
enojarse
y
hablar
acerca
de
ello,
que
es
mejor
que
patear
y
gritar.
Verbalizar
las
expectativas
del
adulto:
“Necesitas
sentarte
hasta
que
te
sientas
tranquilo”.
Después
dejarlo
solo.
No
dejar
que
el
berrinche
gane,
eso
le
da
una
razón
al
niño
para
seguir
haciéndolos.
El
niño
necesita
aprender
que
despotricar
y
enloquecer
no
son
formas
adecuadas
de
conseguir
lo
que
desea.
Cuando
termina
el
berrinche,
el
niño
necesita
saber
que
después
de
hacerlo
seguirá
siendo
querido
por
sus
padres:
necesita
recuperar
el
sentimiento
de
ser
amado,
esto
disminuirá
los
berrinches
en
el
futuro
y
le
dará
mayor
seguridad
emocional.
Durante
los
momentos
de
tranquilidad
conviene
enseñarle
al
niño
a
como
prevenir
el
enojo
al
convivir
con
otros.
Enseñarle
a
verbalizar
sus
sentimientos.
Ayudarlo
a
negociar
en
vez
de
llorar.
Mostrar
la
manera
de
tomar
turnos
y
a
negociar.
A
los
niños
les
toma
algo
de
tiempo
aprender
cómo
manejar
su
enojo
sin
un
berrinche,
pero
con
apoyo
y
mucha
paciencia,
esto
sucederá.
Diplomado
en
Psicoterapia
Infantil
con
Juego
Material
de
lectura
Módulo
I
–
Psicoterapia
infantil
con
juego
y
desarrollo
emocional
Manejo
del
temor
En
la
primera
infancia,
los
bebés
han
experimentado
la
emoción
del
miedo
cuando
un
extraño
trata
de
llevárselo
de
los
brazos
de
su
padre
y
nuevamente
cuando
lo
deja
con
una
niñera.
Mientras
que
los
niños
entre
los
18
y
36
meses
de
edad
pueden
experimentar
la
ansiedad
de
separación
y
la
ansiedad
ante
los
extraños
(de
hecho,
la
ansiedad
de
separación
llegará
a
su
máximo
en
esta
edad),
el
miedo
ahora
tiene
un
mayor
alcance,
conforme
es
más
grande
y
su
proceso
de
pensamiento
es
más
avanzado
y
sus
habilidades
de
memoria
lo
dejarán
expuesto
a
una
gran
variedad
de
temores.
Entre
los
18
y
36
meses
es
común
que
los
niños
desarrollen
miedos
a
muchas
cosas
que
perciben
como
peligrosas.
Esto
incluye
a
la
gente
que
parece
diferente
(por
ejemplo,
los
policías,
payasos
y
doctores),
los
ruidos
fuertes
(el
sonido
del
W.C.
o
las
aspiradoras),
criaturas
imaginarias,
fantasmas
y
monstruos.
Cosas
que
antes
le
gustaban,
como
los
perros
o
las
resbaladillas,
pueden
ahora
provocarles
alaridos
de
terror.
Esto
no
es
para
alarmarse,
sino
para
aceptar
que
el
miedo
es
una
cosa
natural
del
desarrollo
y
que
el
niño
probablemente
los
superará
por
sí
mismo.
El
miedo
es
una
reacción
emocional
normal
al
peligro.
Cuando
un
niño
está
asustado,
es
importante
no
negar
el
sentimiento.
No
decir
“¡Vamos,
no
le
tienes
miedo
a
los
insectos!”.
Es
un
mensaje
que
confunde
pues
el
niño
sabe
que
efectivamente
le
teme
a
los
insectos.
Menospreciar
los
sentimientos
intensificará
la
incomodidad
y
puede
hacer
de
la
situación
algo
peor.
En
vez
de
esto
es
recomendable
tratat
de
ser
empático,
se
puede
decir
“Sé
cómo
te
sientes,
yo
también
les
tenía
miedo
a
los
insectos;
ahora
sé
que
no
pueden
lastimarme
y
ya
no
me
preocupo
por
ellos”.
Es
necesario
reasegurarle
que
entienden
sus
miedos
y
que
no
lo
amarán
menos
por
sentirse
asustado
(
o
pensar
que
es
un
bebé).
Necesita
que
le
demuestren
respeto
por
sus
sentimientos
y
al
mismo
tiempo
le
aseguren
que
aprenderá
a
superar
el
miedo
por
sus
propios
medios.
Se
le
puede
decir:
“Está
bien
que
estés
asustado.
¿Porqué
no
solo
miras
los
insectos
desde
lejos
por
un
momento
y
después
te
acercas
a
ellos
cuando
estés
listo?”.
La
lección
mas
importante
que
puede
aprender
de
estos
temores
es
que
no
está
solo
cuando
se
sienta
asustado.
Por
otro
lado,
no
es
sano
sobre
reaccionar
con
“buenas
intenciones”
para
proteger
al
niño.
Si
el
niño
grita
al
ver
un
insecto,
no
se
le
debe
levantar
en
brazos
diciéndole
“No
dejaré
que
ese
bicho
te
lastime.
Estás
a
salvo
conmigo”.
Tal
reacción
tan
dramática
le
enseñará
que
efectivamente
hay
algo
a
lo
que
debe
temerle.
En
vez
de
esto,
de
manera
calmada
se
debe
reconocer
el
temor
y
animarlo
a
mirar
al
insecto
desde
una
distancia
segura
mientras
se
le
explica
que
el
bicho
lo
le
hará
daño.
Algunas
veces
el
temor
de
un
niño
puede
estar
causado
por
un
cambio
abrupto
en
la
familia
como
el
divorcio,
una
enfermedad
o
un
cambio
drástico
en
la
rutina.
Diplomado
en
Psicoterapia
Infantil
con
Juego
Material
de
lectura
Módulo
I
–
Psicoterapia
infantil
con
juego
y
desarrollo
emocional
DESARROLLO
SOCIOEMOCIONAL
ETAPA
3
De
los
36
a
los
6
años
Schaefer,
Ch;
Foy,
T.
(2000).
Ages
and
Stages,
John
Willey
&
Sons,
Inc.
E.U.A.
Traducción:
Mtra.
Cristina
Pérez
Agüero
Los
niños
en
edad
preescolar
que
se
sienten
seguros
y
protegidos
con
el
amor
de
sus
padres
están
listos
para
aventurarse
fuera
de
la
seguridad
emocional
del
hogar.
Entre
los
3
y
los
6
años
de
edad,
el
niño
continúa
necesitando
de
amor
y
afecto,
aunque
no
lo
demande
tanto
como
antes.
Ahora
el
niño
es
capaz
de
comenzar
a
controlar
sus
emociones;
está
más
seguro
de
mostrar
su
alegría
y
aprende
poco
a
poco
a
controlar
su
enojo.
Es
el
momento
en
el
que
los
miedos
de
las
cosas
imaginarias
(como
los
monstruos
y
los
fantasmas)
van
de
la
mano
del
desarrollo
del
pensamiento
creativo
y
abstracto.
Amor
y
afecto
Conforme
los
niños
en
edad
preescolar
se
esfuerzan
por
obtener
independencia,
la
relación
con
sus
padres
cambia.
Ya
no
buscan
el
contacto
físico
constante
y
no
buscan
el
refugio
en
sus
brazos
ni
se
aferrará
como
antes
lo
hacía,
ahora
pasará
más
tiempo
explorando
sus
alrededores.
Esto
es
una
señal
positiva
en
el
desarrollo,
pero
como
en
todas
as
fases
de
desarrollo,
los
niños
generalmente
dan
un
paso
adelante
y
retroceden
dos.
El
niño
independiente
de
4
años
que
de
pronto
se
cuelga
de
su
padre
puede
ser
considerado
como
molesto;
frecuentemente
el
padre
rechazará
esta
conducta
y
se
quitará
al
niño
de
encima.
Al
niño
de
cinco
años
que
nunca
se
queda
quieto,
pero
un
día
quiere
ver
la
televisión
sentado
en
el
regazo
de
su
mamá,
se
le
puede
decir
que
es
demasiado
grande
para
sentarse
tan
cerca.
Al
niño
de
3
años
que
quiere
ser
mecido
en
su
silla
para
bebés,
se
le
recuerda
que
ya
no
es
un
bebé
para
querer
eso.
Este
rechazo
de
mostrar
afecto
de
manera
física,
es
inusualmente
bien
intencionado,
y
se
hace
porque
se
cree
(de
manera
errónea)
que
no
se
debe
fomentar
la
dependencia
en
los
niños
de
esta
edad.
Es
verdad,
los
niños
en
esta
edad
deberían
pasar
menos
tiempo
“pegados”
a
sus
papás,
pero
la
necesidad
ocasional
de
ser
abrazado
no
debería
ser
criticada.
Si
los
niños
se
frustran
al
no
obtener
el
apapacho
y
la
calidez
que
necesitan,
su
conducta
dependiente
incrementará
para
tratar
de
satisfacer
estas
necesidades.
Por
otro
lado,
los
niños
que
reciben
constantemente
cuidados,
se
sienten
seguros
y
protegidos;
van
de
un
lado
a
otro,
sabiendo
que
cuentan
con
una
base
segura.
El
contacto
físico
puede
ser
un
problema
de
género
en
esta
edad.
Los
papás
(y
a
veces
las
mamás)
pueden
comenzar
a
preocuparse
al
pensar
que
si
besan
y
abrazan
mucho
a
su
hijo
varón,
lo
volverán
amanerado.
Preocupados
por
esto
y
por
criar
a
“un
verdadero
hombre”,
algunos
padres
dejan
de
besar
y
abrazar
a
sus
hijos,
y
reemplazan
estas
acciones
con
saludos
de
mano
(“vengan
esos
cinco”)
o
con
palmaditas
en
la
espalda.
Esto
es
un
error,
ya
que
uno
de
los
predictores
de
masculinidad
en
los
niños
es
la
cercanía
y
la
calidez
del
padre.
Diplomado
en
Psicoterapia
Infantil
con
Juego
Material
de
lectura
Módulo
I
–
Psicoterapia
infantil
con
juego
y
desarrollo
emocional
Una
forma
de
transmitir
estos
afectos
es
demostrarlos
mediante
el
contacto.
No
existe
una
razón
para
no
dar
un
abrazo
o
apapachar
a
un
niño
de
esta
edad.
Los
niños
y
niñas,
ambos
necesitan
el
afecto
y
el
amor
sin
restricciones.
Alegría
y
enojo
Las
emociones
de
alegría
y
enojo
fueron
espontáneas
y
libres
durante
la
etapa
anterior:
en
esta
etapa
son
lentamente
“acalladas”
y
restringidas.
Los
niños
entre
los
3
y
6
años
de
edad
se
tornan
un
poco
más
apagados
conforme
aprenden
a
reconocer
y
controlar
sus
emociones.
Lo
que
antes
era
espontáneo
y
expresivo,
ahora
los
avergüenza
y
puede
considerarse
como
“infantil”.
Este
cambio
en
la
forma
de
expresarse
puede
hacer
que
ya
no
disfrute
las
actividades
que
antes
le
gustaban.
Puede
ser
que
ahora
vea
muy
tranquilo
a
los
chimpancés
en
el
zoológico,
sin
una
señal
aparente
de
emoción;
es
importante
no
sumir
que
no
la
está
pasando
bien.
Un
niño
de
esta
edad
tiene
habilidades
verbales
mayores,
por
lo
que
en
vez
de
aplaudir
y
gritar,
puede
expresar
lo
que
siente.
Se
puede
notar
que
ahora
hablará
sin
parar
de
todo
aquello
que
le
provoque
una
emoción.
Compartir
esta
actividad
e
involucrarse
en
tantas
conversaciones
como
le
sea
posible
lo
ayudará
a
expresar
sus
emociones
y
sentimientos.
Relacionar
las
palabras
con
los
sentimientos
ayuda
a
los
niños
a
entender
las
emociones
y
a
aprender
cómo
controlarlas.
Desarrollar
las
habilidades
verbales
ayuda
a
los
niños
a
entender
el
enojo.
Los
berrinches
de
los
niños
de
menor
edad
serán
cosa
del
pasado,
pero
eso
no
quiere
decir
que
ya
no
verá
ataques
de
enojo.
A
los
niños
en
edad
preescolar
les
queda
mucho
por
“explotar”.
En
esta
edad
las
señales
de
frustración
son
comunes.
Los
niños
entre
3
y
6
años
se
agitan
con
frecuencia
al
no
poder
empatar
sus
deseos
y
sus
habilidades;
esto
puede
provocar
un
berrinche
porque
aún
no
han
desarrollado
las
habilidades
de
autocontrol
que
necesitan
para
tolerar
la
frustración.
Su
mundo
social
está
en
crecimiento
constante
y
esto
les
genera
tensión
ya
que
comienzan
a
comparar
sus
capacidades
con
las
de
los
demás:
Kate
puede
hacer
este
rompecabezas,
pero
yo
no.
Estas
situaciones
de
comparación,
ayudan
a
las
formación
de
la
autoimagen
y
son
motor
para
los
berrinches.
Las
buenas
noticias
son
que
entre
los
3
y
6
años
de
edad,
los
niños
están
listos
para
aprender
a
lidiar
con
el
enojo
con
un
poco
de
la
ayuda
del
adulto.
Es
un
buen
momento
para
enseñarlos
a
manejar
el
enojo
con
tres
pasos:
1)
aceptar
que
el
enojo
es
una
emoción
natural
y
normal;
2)
verbalizar
el
sentimiento
de
enojo;
3)
aprender
a
lidiar
con
la
emoción
mediante
formas
alternativas.
Aceptar
que
el
enojo
es
una
emoción
natural
y
normal.
Los
niños
(de
igual
forma
que
los
adultos)
tienen
el
derecho
a
enojarse.
Necesitan
saber
que
enojarse
no
es
una
cosa
mala
y
que
no
deben
sentirse
culpable
por
sentir
esto.
La
meta
es
enseñarles
a
no
reprimir
o
ignorar
estos
sentimientos,
además
de
ayudar
a
los
niños
a
aceptar
los
sentimientos
y
canalizarlos
con
fines
constructivos.
Deben
ser
reconocidos
y
tratados
con
respeto.
Diplomado
en
Psicoterapia
Infantil
con
Juego
Material
de
lectura
Módulo
I
–
Psicoterapia
infantil
con
juego
y
desarrollo
emocional
Una
forma
de
respetar
los
sentimientos
de
enojo
es
tratando
de
entender
su
causa.
El
enojo
debe
ser
una
defensa
para
evitar
los
sentimientos
dolorosos;
puede
estar
asociado
con
el
fracaso,
la
baja
autoestima
y
los
sentimientos
de
soledad,
puede
estar
relacionado
con
la
ansiedad
en
situaciones
en
las
que
no
tiene
control
o
con
la
tristeza.
En
la
niñez,
el
enojo
y
la
tristeza
están
muy
relacionados,
es
importante
recordar
que
muchas
de
las
situaciones
que
los
adultos
expresan
como
tristes
los
niños
las
expresan
como
enojo.
Ya
que
el
enojo
es
tan
importante,
debemos
aceptarlo
y
trabajar
con
él,
en
vez
de
negarlo
y
trabajarlo,
en
vez
de
negarlo
y
castigarlo.
Verbalizar
el
sentimiento
de
enojo
puede
ayudar
al
niño
a
aprender
a
hablar
sobre
el
sentimiento
y
darle
las
palabras
que
necesita
para
que
pueda
expresarse.
Cuando
hace
un
berrinche
porque
las
piezas
del
rompecabezas
no
le
quedan,
se
le
puede
decir,
“Entiendo
que
estés
enojado
porque
este
rompecabezas
es
muy
difícil”.
Después
de
darle
nombre
unas
cuantas
veces
a
las
emociones,
se
puede
preguntar
a
los
niños
“¿Cómo
te
sientes?”.
Cuando
le
diga
“enojado”
,
está
preparado
para
manejar
esta
emoción.
Se
le
puede
enseñar
al
niños
esta
lección
predicando
con
el
ejemplo.
Cuando
un
adulto
sienta
que
se
está
enojando,
no
debe
guardarlo,
es
preferible
expresarle
al
niño
sus
sentimientos
con
frases
como:
“Ahora
mismo
me
siento
muy
enojado”.
Es
conveniente
darle
alternativas
constructivas
a
los
berrinches;
sugerirle
que
trabajar
en
equipo
en
ocasiones
le
puede
ayudar
a
hacer
algo
que
parece
difícil,
y
ofrecerle
ayuda.
Si
el
niño
responde
al
enojo
con
golpes
o
empujones
hay
que
considerar
darle
una
almohada
del
“enojo”.
Cuando
esté
muy
enojado,
mostrar
que
si
respira
profundo
y
cuenta
hasta
diez
podrá
calmarse.
Decirle
“me
voy
a
mi
recámara
para
calmarme”
y
al
seguir
el
ejemplo,
el
niño
no
tardará
mucho
en
decir
“estoy
realmente
enojado”,
mientras
se
dirige
a
su
recámara.
Cuando
esto
suceda,
sabrá
que
el
niño
ha
dado
el
primer
paso
para
manejar
el
enojo
de
forma
aceptable.
Manejo
del
temor
Los
infantes
y
los
niños
generalmente
se
asustan
de
cosas
concretas
que
pueden
ver,
como
un
perro
gruñendo
o
una
tormenta
de
rayos.
Conforme
los
niños
en
edad
preescolar
desarrollan
las
habilidades
de
imaginación,
sus
miedos
son
aún
más
fantásticos.
Ahora
tendrá
miedo
no
sólo
del
perro
que
gruñe
sino
de
los
monstruos
debajo
de
la
cama
o
del
ladrón
que
puede
entrar
en
casa
por
la
ventada,
cosas
que
ellos
no
pueden
ver,
pero
sí
pueden
imaginar.
Los
niños
en
edad
preescolar
están
desarrollando
constantemente
su
imaginación,
esto
le
da
rienda
suelta
a
sus
miedos
y
magnifica
el
peligro.
Aunque
necesita
consuelo
y
ayuda
en
esta
etapa,
la
mayoría
de
los
niños
superar
sus
miedos
en
la
edad
preescolar
con
el
tiempo.
Los
miedos
de
los
preescolares
provienen
de
tres
fuentes:
-‐ La
experiencia
directa.
Asocia
el
doctor
con
una
inyección
dolorosa,
puede
temerle
a
todos
los
doctores.
Si
a
un
niño
lo
muerde
un
perro
puede
crecer
con
temor
a
los
Diplomado
en
Psicoterapia
Infantil
con
Juego
Material
de
lectura
Módulo
I
–
Psicoterapia
infantil
con
juego
y
desarrollo
emocional
perros.
Estos
son
miedos
comprensibles
que
puede
desarrollarse
cuando
algo
malo,
amenazante
o
embarazoso
le
sucede.
-‐ La
experiencia
de
otros.
Si
un
niño
ve
a
otro
llorar
después
de
caerse
del
columpio,
puede
temerle
a
todos
los
columpios.
Si
un
niño
pequeño,
que
aún
no
puede
diferenciar
los
hechos
de
la
fantasía,
mira
una
película
de
terror,
puede
volverse
asustadizo.
La
reacción
del
adulto
ante
cosas
como
los
insectos,
la
profundidad
del
agua
o
un
rayo,
puede
enseñarle
al
niño
a
temer
ante
estos
estímulos.
-‐ Lo
desconocido.
Los
niños
en
edad
preescolar
conocen
cada
rincón
y
recoveco
en
su
ambiente.
Les
gusta
la
seguridad
y
comodidad
de
los
familiar,
generalmente
no
les
gustan
las
nuevas
experiencias
y
situaciones.
Lo
desconocido
es
un
gran
motor
para
su
imaginación.
Cualquier
cosa
puede
pasar
una
vez
que
comienza
el
juego
mental
“Qué
pasaría
si…”.
Con
sensibilidad,
paciencia
y
un
poco
de
creatividad
se
puede
ayudar
al
niño
a
lidiar
con
los
temores
de
la
niñez:
Reconocer
el
miedo.
Tratar
de
entender
los
miedos
del
niño
y
entender
la
intensidad
de
esto.
Es
importante
no
expresar
frases
como
“No
seas
tonto;
no
hay
nada
a
que
temerle”,
o
“Te
estás
portando
como
un
bebé,
deja
de
asustarte”.
En
lugar
de
ello,
reconocer
que
los
sentimientos
de
temor
son
bastante
reales
diciéndoles
“Ya
me
di
cuenta
que
ese
payaso
te
asusta”.
Hablar
acerca
del
miedo.
Decirle
al
niño
que
todos
tenemos
temor
alguna
vez
en
la
vida.
Ser
capaz
de
compartir
los
propios
miedos
y
decirle:
“Sé
como
te
sientes,
a
mí
también
me
asustaban
los
rayos”.
Compartir
el
sentimiento.
Un
niño
que
se
sienta
asustado
casi
siempre
se
siente
solo.
Leerle
al
niños
libros
de
personajes
que
temen
a
cosas
parecidas,
como
el
cambiarse
de
casa
o
ir
a
la
escuela
por
primera
vez.
Que
el
niño
escuche
que
hay
otros
que
le
temen
a
lo
mismo
le
puede
ayudar
a
superar
el
miedo
y
a
encontrar
formas
para
enfrentarlo
por
sí
mismo.
Darle
control.
Si
el
niño
se
siente
desarmado
frente
a
un
invasor
invisible,
puede
usar
la
imaginación
para
darle
poder
para
vencer
este
miedo.
Por
ejemplo,
si
hay
un
monstruo
escondido
en
el
closet,
se
le
puede
dar
un
atomizador
con
poderes
especiales
para
darle
poderes
de
protección.
Rociar
agua
con
su
“arma”
en
la
recámara
del
niño
antes
de
acostarlo
para
alejar
a
los
monstruos.
También
se
le
puede
pedir
al
niño
que
haga
un
dibujo
del
monstruo,
después
que
arrugue
el
dibujo
y
lo
lance,
así
el
monstruo
no
podrá
volver.
Reducir
la
exposición
a
las
cosas
que
le
pueden
asustar
y
saber
que
la
imaginación
del
niño
es
más
fuerte
que
su
sentido
de
realidad,
limitar
su
exposición
a
las
películas
o
programas
violentos
o
atemorizantes.
Prepararlo
puede
reducir
las
experiencias
de
temor;
por
ejemplo,
antes
de
que
vaya
al
dentista
es
importante
hablarle
acerca
de
lo
que
puede
suceder.
Si
es
posible
presentarle
libros
o
dibujos
donde
se
ilustre
lo
que
verá.
Diplomado
en
Psicoterapia
Infantil
con
Juego
Material
de
lectura
Módulo
I
–
Psicoterapia
infantil
con
juego
y
desarrollo
emocional
DESARROLLO
SOCIOEMOCIONAL
ETAPA
4
De
los
6
a
los
12
años
Schaefer,
Ch;
Foy,
T.
(2000).
Ages
and
Stages,
John
Willey
&
Sons,
Inc.
E.U.A.
Traducción:
Mtra.
Cristina
Pérez
Agüero
La
vida
emocional
de
los
niños
en
edad
escolar
está
llena
de
altibajos,
risas
y
miedos.
El
reto
durante
estos
años
es
entender
y
respetar
los
cambios
que
los
niños
están
experimentando
y
ayudarlos
a
superar
las
crisis
y
a
levantarse
en
las
caídas.
Aún
desean
que
se
les
demuestre
afecto
y
atención,
pero
no
quieren
que
nadie
lo
vea
hacerlo.
Necesitan
que
alguien
los
ayude
a
reconocer
sus
sentimientos
de
enojo
y
los
ayude
a
lidiar
con
ellos
antes
de
que
pierdan
el
control.
Requieren
mantener
el
valor
para
superar
el
miedo
al
ridículo
frente
a
sus
compañeros,
lo
que
puede
ocasionar
que
no
tomen
riesgos
y
exploren
sus
capacidades.
Amor
y
afecto
En
los
años
de
la
escuela
primaria,
el
niño
necesita
mucho
amor
y
afecto,
pero
seguramente
no
querrán
que
otra
persona
lo
sepa.
Los
niños
entre
6
y
9
años
continúan
luchando
por
su
independencia
al
mismo
tiempo
que
necesitan
mucho
apoyo
emocional.
El
trabajo
durante
esta
etapa
es
dejarle
saber
al
niño
que
será
siempre
amado
y
transmitir
el
mensaje
en
formas
que
sean
aceptables
para
él.
El
amor
incondicional
es
el
regalo
más
valioso
que
le
puede
dar.
El
amor
no
tiene
que
ganarse
ni
por
los
logros
escolares,
ni
por
la
buena
conducta
o
premios
deportivos.
Se
da
de
manera
libre
sin
ataduras.
El
amor
es
la
cosa
que
los
padres
pueden
dar
sin
medida,
pero
en
nuestra
sociedad
esto
ha
cambiado
dado
que
el
regalo
del
amor
ha
cambiado
por
los
premios
para
lograr
algo.
Es
natural
dar
a
los
pequeños
un
gran
beso
cuando
obtienen
una
buena
calificación
y
un
fuerte
abrazo
cuando
anota
el
gol
que
hizo
ganar
a
su
equipo,
pero
si
estas
son
las
únicas
veces
en
las
que
reciben
muestras
de
afecto,
quizás
se
está
enviando
el
mensaje
equivocado.
Los
niños
necesitan
saber
que
se
los
ama
por
quienes
son
y
no
por
lo
que
hacen;
más
que
cualquier
cosa,
eso
es
lo
que
hace
que
los
niños
se
sientan
seguros
y
a
gusto
con
ello
mismos
y
construyan
una
alta
autoestima
y
una
fuerte
salud
mental.
Dedicarle
tiempo
de
calidad
“uno
a
uno”,
con
la
finalidad
de
hacer
saber
al
niño
qué
tan
especial
es
no
es
tan
complicado,
se
puede
hacer
durante
el
traslado
en
el
coche
o
durante
la
cena,
al
momento
de
acostarse
dedicándole
algunos
minutos
de
calma
para
estar
juntos.
Los
niños
sienten
el
afecto
cuando
lo
tienen
para
ellos
solos,
aunque
sea
por
un
periodo
corto.
También
le
pueden
enviar
mensaje
de
amor
incondicional
cuando
menos
lo
espere.
Cuando
caminen
junto
a
él,
sorpresivamente
besarlo
en
la
cabeza,
mandándole
una
pequeña
nota
en
su
Diplomado
en
Psicoterapia
Infantil
con
Juego
Material
de
lectura
Módulo
I
–
Psicoterapia
infantil
con
juego
y
desarrollo
emocional
bolsa
del
almuerzo
para
el
recreo
“¡Espero
que
tengas
un
gran
día!”,
llevarles
una
sorpresa
sin
que
exista
alguna
ocasión
especial,
hacer
citas
para
pasar
juntos
tiempo
fuera
de
casa
con
el
niño.
Alegría
y
enojo
Una
fuente
de
alegría
para
los
niños
entre
6
y
9
años
es
un
buen
chiste.
Sus
habilidades
verbales
ahora
son
mejores
y
pueden
manipular
el
significado
de
las
palabras.
Las
bromas
como
“¿Qué
tiene
dientes
y
no
muerde?,
el
peine”,
son
especialmente
geniales
pues
ponen
a
prueba
la
inteligencia
de
los
adultos:
esto
permite
a
los
niños
sentirse
en
ventaja,
sólo
por
un
momento.
Es
una
etapa
en
la
que
a
los
niños
les
gustan
los
libros
de
adivinanzas
y
bromas
para
probar
su
desarrollo
mental.
Esto
les
permite
desarrollar
un
pensamiento
flexible
y
creativo
mientras
se
divierten.
El
humor
puede
ser
utilizado
en
esta
etapa
para
suavizar
las
tensiones
de
aquellos
momentos
de
mal
humor
antes
de
que
exploten
de
manera
agresiva.
Hacer
uso
del
sentido
del
humor,
que
es
más
que
sólo
la
habilidad
para
hacer
bromas,
es
una
actitud
que
puede
interrumpir
la
tensión,
dar
un
respiro
a
la
vida,
poner
los
problemas
en
perspectiva
y
ayudar
a
los
niños
a
aprender
a
manejar
su
enojo.
El
enojo
es
una
emoción
con
la
que
los
niños
en
edad
escolar
siguen
luchando
para
lograr
controlarla.
Ahora
son
más
capaces
de
poner
sus
sentimientos
en
palabras
y
pueden
dirigirse
de
manera
asertiva
a
un
niño
que
ha
tomado
un
juguete
de
ellos,
“¡Oye,
dámelo!”.
Pero
aún
son
propensos
al
impulso
físico
de
empujar
o
golpear,
cuando
las
palabras
no
funcionan
tan
bien.
Su
habilidad
para
controlar
el
enojo
en
vez
de
actuarlo
es
un
paso
importante
en
el
desarrollo
en
esta
edad.
La
tarea
de
los
niños
es
aprender
cómo
expresar
de
manera
constructiva
su
enojo.
Se
le
puede
ayudar
al
niño
a
reconocer
los
sentimientos
de
enojo
y
lidiar
con
ellos
antes
de
que
salgan
de
control,
ofreciéndoles
una
forma
positiva
de
expresar
el
enojo
(en
vez
de
negarlo
o
reprimirlo):
• Enseñarle
al
niño
a
contar
hasta
10
antes
de
que
haga
cualquier
cosa.
Esto
le
dará
oportunidad
de
pensar
antes
de
actuar
de
manera
impulsiva.
• Ayudarle
al
niño
a
practicar
formas
de
expresar
el
enojo
en
palabras.
Diciéndole
“Dime
cómo
te
sientes
ahora
y
porqué
te
sientes
así”.
Al
verbalizar
los
sentimientos
del
enojo,
los
niños
aprende
a
ser
asertivos
y
además
responsables
de
su
comportamiento.
• Guiar
al
niño
en
actividades
para
sacar
el
enojo
que
pueden
ayudar
a
sentirse
mejor:
dibujar
el
enojo
en
un
papel,
arrugar
un
papel
periódico,
correr,
golpear
una
almohada.
Estas
formas
de
actividad
física
alivian
el
enojo
sin
herir
a
otros.
Es
muy
importante
enseñar
a
los
niños
a
cómo
responder
a
los
sentimientos
de
enojo
a
través
del
ejemplo
de
los
adultos:
esto
es
especialmente
importante
cuando
el
niño
observa
la
manera
en
que
el
adulto
reacciona
al
enojo
del
niño.
Es
importante
tratar
de
no
enojarse
porque
el
niño
está
enojado;
si
el
niño
grita
cosas
hirientes
y
el
adulto
hace
lo
mismo
con
él,
se
le
está
enseñando
que
herir
los
sentimientos
de
una
persona
es
una
forma
apropiada
de
verbalizar
el
enojo.
La
habilidad
para
regular
el
propio
enojo
le
mostrará
al
niño
cómo
se
puede
hacer.
Diplomado
en
Psicoterapia
Infantil
con
Juego
Material
de
lectura
Módulo
I
–
Psicoterapia
infantil
con
juego
y
desarrollo
emocional
Manejo
del
temor
Tan
pronto
como
los
niños
superar
los
temores
de
los
monstruos
y
duendes
imaginarios
de
la
edad
preescolar,
pueden
desarrollar
una
serie
de
miedos
nuevos
basados
en
la
conciencia.
Los
niños
en
edad
escolar
están
mas
pendientes
de
los
demás
y
de
sí
mismos
como
miembros
de
un
grupo,
tienen
una
necesidad
más
fuerte
de
ser
aceptados
por
sus
compañeros.
Esto
los
hace
temerosos
de
cometer
un
error,
parecer
tontos
o
sentirse
avergonzados.
Estos
miedos
pueden
atemorizarlos
tanto
que
pueden
evitar
probar
nuevas
cosas
y
explorar
el
mundo.
Cuando
el
niño
manifiesta
señales
de
temores
que
lo
inhiben,
será
necesario
respetar
este
miedo
y
al
mismo
tiempo
buscar
formas
de
ayudarlo
a
superarlo.
Por
ejemplo,
si
el
niño
no
quiere
intentar
jugar
un
juego
de
habilidades
en
un
parque
recreativo
(como
el
tiro
al
blanco),
se
sugiere
no
obligarlo.
Puede
temer
fallar
y
sentirse
avergonzado
y
ese
temor
debería
ser
respetado.
LO
más
recomendable
es
que
el
adulto
intente
jugar
el
mismo
juego
y
si
falla,
mostrarle
cómo
puede
reírse
de
ello
y
no
dejar
que
eso
le
afecte
a
su
autoestima.
Existen
muchas
oportunidades
para
mostrarles
a
los
niños
que
no
hay
razones
para
temer
cometer
errores.
Si
se
intenta
una
nueva
receta
para
la
cena
y
sabe
horrible,
la
reacción
a
esta
“falla”
le
enseñará
al
niño
una
lección
importante.
Es
conveniente
no
jurar
que
nunca
más
tratará
de
hacer
algo
nuevo,
esto
solo
hará
que
el
niño
evite
probar
cosas
nuevas
y
tomar
riesgos
por
el
temor
a
la
decepción
o
al
ridículo.
En
vez
de
ello,
reírse
de
ese
desastre,
admitir
que
siempre
que
se
intente
algo
nuevo
se
corre
el
riesgo
de
equivocarse,
pero
que
la
siguiente
vez
espera
que
las
cosas
tengan
un
mejor
resultado.
Enfatizar
que
todos
los
errores
que
cometemos
son
en
realidad
experiencias
de
aprendizaje.
Perdonar
no
sólo
los
propios
errores,
también
los
del
niño.
Tratar
de
no
ser
crítico
cuando
el
niño
intente
algo
nuevo
y
falle.
Esto
solo
alimenta
el
miedo
a
los
nuevos
retos.
Si
pinta
su
bicicleta
con
pintura
en
spray
y
mancha
todo
el
piso
del
patio,
respirar
profundo
antes
de
hacer
algo.
Una
respuesta
basada
en
el
enojo
podría
ser
“¡Ésta
es
la
última
vez
que
pintas
algo!
¡Mira
el
desastre
que
has
hecho!”.
Esto
podría
hacer
pensar
al
niño
que
en
realidad
él
no
puede
hacer
las
cosas
por
sí
mismo.
Temerá
intentar
algo
la
próxima
vez.
En
su
lugar,
decirle
que
la
próxima
vez
que
desee
pintar
algo,
debe
asegurarse
que
el
piso
esté
cubierto
con
periódicos.
Esto
convierte
el
error
en
una
experiencia
de
aprendizaje
y
deja
la
puerta
abierta
para
que
lo
intente
de
nuevo,
sin
temor.
El
miedo
al
fracaso
y
a
lo
embarazoso
es
común
en
la
edad
escolar,
y
con
paciencia
y
ánimo
los
niños
superarán
estas
inhibiciones.
Sin
embargo,
hay
algunos
miedos
que
no
deberían
aparecer
en
niños
de
esta
edad.
Si
el
niño
conserva
los
mismos
miedos
de
la
etapa
preescolar
que
ya
debía
haber
superado
(miedo
a
los
animales,
a
la
oscuridad
o
los
payasos),o
si
tanto
esos
temores
como
los
miedos
actuales
se
intensifican,
es
un
buen
momento
para
solicitar
apoyo
psicológico.
Diplomado
en
Psicoterapia
Infantil
con
Juego
Material
de
lectura
Módulo
I
–
Psicoterapia
infantil
con
juego
y
desarrollo
emocional
DESARROLLO
SOCIOEMOCIONAL
ADOLESCENTE
Papalia,
D.,
Wendkos,
S.,
Duskin,
R.
(2005).
Psicología
del
desarrollo
de
la
infancia
a
la
adolescencia,
9º
edición.
Mc
Graw
Hill.
México
Saavedra,
M.
(2004).
Cómo
entender
a
los
adolescentes
para
poder
educarlos
mejor.
PAX.
México.
Los
adolescentes
pasan
más
tiempo
con
los
compañeros
y
menos
con
la
familia.
No
obstante,
los
valores
fundamentales
de
la
mayoría
de
los
adolescentes
guardan
mayor
cercanía
con
los
de
sus
padres.
Aunque
los
adolescentes
recurren
a
los
compañeros
en
busca
de
compañía
e
intimidad,
miran
a
los
padres
en
busca
de
una
“base
segura”
para
probar
sus
alas.
Los
años
de
la
adolescencia
se
conocen
como
el
periodo
de
la
rebelión
adolescente,
pues
acarrean
confusión
emocional,
conflicto
con
la
familia,
distanciamiento
de
la
sociedad
adulta,
comportamientos
temerarios
y
rechazo
de
los
valores
de
los
adultos,
todo
esto
con
la
finalidad
de
ir
en
búsqueda
de
su
propia
identidad.
Así
como
los
adolescentes
experimentan
tensión
entre
la
dependencia
que
tienen
de
sus
padres
y
la
necesidad
de
desprenderse,
también
los
padres
suelen
albergar
sentimientos
encontrados.
Quieren
que
sus
hijos
sean
independientes,
pero
les
resulta
difícil
darles
libertad.
Los
padres
tienen
que
recorrer
una
delgada
línea
entre
dar
a
los
adolescentes
suficiente
independencia
y
protegerlos
de
los
lapsos
de
juicio
inmaduro.
Estas
tensiones
suelen
generar
conflictos
familiares,
y
los
estilos
de
crianza
influyen
en
su
forma
y
resultado.
El
conflicto
familiar
puede
surgir
cuando
los
adolescentes
empiezan
a
buscar
su
independencia.
La
mayor
parte
de
las
discusiones
tienen
que
ver
con
asuntos
cotidianos
como
las
labores
domésticas,
trabajos
escolares,
vestimenta,
dinero,
hora
de
llegada
a
casa,
citas
y
amigos.
Sin
embargo,
algunos
de
estos
asuntos
menores
son
antecedentes
de
otros
más
serios
como
el
consumo
de
sustancias,
conducción
segura
y
sexo.
Además
de
que
una
acumulación
de
problemas
frecuentes
puede
sumarse
a
una
atmósfera
familiar
estresante.
El
nivel
de
discordia
familiar
depende
principalmente
de
las
personalidades
de
los
adolescentes
y
de
cómo
los
traten
los
padres.
En
su
mayor
parte,
los
adolescentes
“sobresalen
en
casi
todos
los
ámbitos
de
su
vida
cuando
sienten
simplemente
que
provienen
de
un
hogar
afectivo
y
con
padres
responsivos”.
La
crianza
autoritativa
al
parecer
funciona
mejor
que
la
crianza
autoritaria
excesivamente
estricta.
Los
padres
autoritativos
insisten
en
reglas,
normas
y
valores
pero
están
dispuestos
a
escuchar,
explicar
y
negociar.
Ejercen
un
control
apropiado
sobre
la
conducta
del
hijo
pero
no
en
el
sentido
de
la
identidad
del
adolescente.
Diplomado
en
Psicoterapia
Infantil
con
Juego
Material
de
lectura
Módulo
I
–
Psicoterapia
infantil
con
juego
y
desarrollo
emocional
Dimensiones
del
desarrollo
emocional
El
desarrollo
emocional
en
el
periodo
adolescente
es
similar
al
que
ocurre
en
otras
etapas
del
desarrollo:
Afecto
-‐ El
adolescente
tiene
la
capacidad
de
expresar
afecto
no
sólo
a
las
personas
del
mismo
sexo
sino
también
a
personas
del
sexo
opuesto.
-‐ Posee
la
capacidad
para
recibir
afecto
de
personas
de
otro
sexo.
-‐ Amar
y
ser
amado
es
de
máxima
importancia.
-‐ Les
alegran
las
actividades
deportivas.
-‐ Les
alegran
las
compañías
y
relaciones
sociales.
-‐ Los
adolescentes
ansiosos
y
resentidos
experimentan
estados
de
aburrimiento.
Enojo
-‐ El
enojo
es
un
recurso
empleado
por
el
adolescente
para
hacer
valer
sus
exigencias
y
para
reaccionar
a
las
amenazas
de
que
son
objeto:
llanto,
agresión
verbal,
hostigamiento
y
maldiciones.
-‐ El
enojo
de
los
adolescentes
es
provocado
por
las
personas
más
que
por
las
cosas:
regaños,
restricciones,
sarcasmo,
maldad,
orgullo
ofendido
y
conductas
conservadoras
o
culturales
de
los
padres.
Temor
-‐ En
la
pubertad,
los
temores
más
frecuentes
son
a
los
animales,
a
las
situaciones
penosas,
a
los
accidentes,
al
ridículo,
al
fracaso
y
a
la
soledad
en
la
oscuridad.
-‐ Los
temas
que
suscitan
temor
son
los
problemas
escolares
y
sociales.
-‐ Los
temores
irracionales
de
los
adolescentes
se
centran
en
un
peligro
externo.
Ansiedad
-‐ La
ansiedad
adolescente
o
sentimiento
de
disgusto
consigo
mismo
la
experimentan
como
a
un
conflicto
íntimo,
como
una
sensación
de
desasosiego
o
un
presagio
doloroso.
-‐ Una
de
las
tensiones
productoras
de
la
ansiedad
en
la
adolescencia
es
la
exigencia
de
autodeterminación,
la
elección
de
uno
mismo,
la
necesidad
de
alcanzar
la
conciencia
de
la
libertad.
-‐ Otra
tensión
es
la
necesidad
y
la
capacidad
para
la
intimidad
personal.
-‐ Sociológicamente
la
ansiedad
se
deriva
del
conflicto
entre
la
necesidad
del
adolescente
de
convertirse
en
una
persona
autónoma
e
independiente
y
al
mismo
tiempo
ser
un
miembro
aceptado
por
su
grupo
social.
-‐ Los
adolescentes
se
defienden
de
la
ansiedad
de
tres
maneras:
yendo
contra
los
otros
(se
tornan
competitivos
para
superarlos
y
colocarse
por
encima),
apartándose
de
los
otros
(al
retirarse,
aislarse
y
desligarse)
o
yendo
con
los
otros
(con
docilidad,
conformismo
y
autoanulación).
Diplomado
en
Psicoterapia
Infantil
con
Juego
Material
de
lectura
Módulo
I
–
Psicoterapia
infantil
con
juego
y
desarrollo
emocional
Amistad
-‐ En
este
periodo
del
desarrollo
las
relaciones
de
amistas
son
más
estrechas
y
se
da
entre
dos
o
más
individuos.
-‐ Implica
una
comunicación
íntima
mayor
que
la
que
se
produce
con
los
demás
miembros
de
un
grupo
determinado.
-‐ Los
amigos
ayudan
a
superar
el
periodo
de
transición
de
la
niñez
a
la
adultez.
-‐ En
la
adolescencia
temprana
(11
a
13
años),
la
amistad
está
centrada
en
la
actividad
más
que
en
la
interacción.
-‐ En
la
adolescencia
intermedia
(14
a
16
años),
la
amistad
es
sinónimo
de
confianza,
lealtad
y
seguridad.
-‐ En
la
adolescencia
avanzada
(17
años
y
más),
la
amistad
consiste
en
una
experiencia
relajada
y
compartida
que
se
centra
en
la
personalidad
e
intereses
de
los
amigos.
La
adolescencia
es
uno
de
los
periodos
clave
para
el
desarrollo
de
la
autoestima,
porque
se
experimenta
la
necesidad
de
identificación
personal,
de
diferenciarse
de
la
edad
infantil
y
de
afirmar
el
yo
como
distinto
a
los
demás.
Existen
cuatro
tipos
de
comportamiento
significativos
para
el
desarrollo
de
una
baja
autoestima
en
la
etapa
adolescente:
Vinculación
-‐ Incapacidad
para
escuchar
a
los
demás
y
para
comprender
los
razonamientos
ajenos.
-‐ Evasión
de
las
situaciones
sociales
y
de
los
intereses
de
los
demás.
-‐ Emisión
de
juicios
negativos
de
la
familia,
el
grupo
y
la
sociedad.
-‐ Protagonismo
excesivo
en
todas
las
circunstancias.
-‐ Dificultad
de
relaciones
cooperativas.
-‐ Relaciones
excesivas
con
animales
y
mínimas
con
las
personas.
-‐ Molestias
por
el
contacto
físico
con
otras
personas.
Singularidad
-‐ Comentarios
negativos
de
sí
mismo
y
de
los
logros
alcanzados.
-‐ Poco
o
nulo
orgullo
de
sí
mismo.
-‐ Comportamiento
repetitivo,
sin
imaginación
ni
originalidad.
-‐ Receptivo
a
las
ideas
de
otros.
-‐ Tendencia
a
clasificar
a
las
personas
de
modo
simple
y
superficial.
-‐ Incomodidad
si
se
le
cuestiona.
-‐ Alardes
en
el
momento
inapropiado.
Sensación
de
poder
-‐ Incapacidad
para
sumir
responsabilidades.
-‐ Habilidades
limitadas
para
afrontar
actividades
medianamente
complejas.
-‐ Comportamiento
de
minusvalía.
Diplomado
en
Psicoterapia
Infantil
con
Juego
Material
de
lectura
Módulo
I
–
Psicoterapia
infantil
con
juego
y
desarrollo
emocional
-‐ Dificultades
para
controlarse
emocionalmente.
-‐ Incapacidad
para
soportar
la
frustración.
-‐ Conducta
excesivamente
exigente.
-‐ Incapacidad
para
la
discusión
y
para
compartir
el
poder.
Modelos
-‐ Facilidad
para
confundirse.
Incapacidad
para
priorizar
y
para
entender
lo
importante.
-‐ Dificultad
para
organizar
tiempo,
espacios,
ideas
y
comportamientos.
-‐ Confusión
de
los
bueno
y
lo
malo.
-‐ Dificultad
y
lentitud
para
la
toma
de
decisiones.
-‐ Inseguridad
para
el
trabajo
cooperativo.
-‐ Dificultad
para
visualizar
las
opciones.
La
autoestima
es
uno
de
los
recursos
potenciales
para
la
formación
de
la
personalidad,
dado
que
si
se
mantiene
alta
el
adolescente:
-‐ Aprende
con
mayor
eficacia.
-‐ Desarrolla
relaciones
gratificantes.
-‐ Aprovecha
las
oportunidades
que
se
le
presentan.
-‐ Trabaja
de
manera
productiva
y
autosuficiente.
-‐ Se
apropia
de
la
conciencia
sobre
su
futuro.
-‐ Actúa
independientemente.
-‐ Asume
responsabilidades.
-‐ Es
capaz
de
regular
sus
emociones.
-‐ Afronta
desafíos.
-‐ Se
acepta
con
orgullo.