Está en la página 1de 8

ARISTÓTELES (384-322)

El más grande de los discípulos de Platón fue Aristóteles, Y como todo gran discípulo, no
se limitó a repetir a su maestro, sino que creó un sistema de filosofía nuevo. Fue muy
importante en la historia del pensamiento, influyó poderosamente en la filosofía tomista,
en las corrientes empiristas modernas, en Hegel, en el pensamiento árabe y judío, etc.
Es autor de, una obra muy vasta, que abarca no solamente todas las ramas de la filosofía,
sino también prácticamente todos los sectores de la ciencia y, en general, del saber
humano; sus escritos cubren el territorio de la física, la biología, la psicología, la
sociología, la política, la poética, etc. Ello fue causa, entre otros factores, de que su obra
haya sido considerada durante siglos –fundamentalmente en la Edad Media- como la obra
científica por excelencia, ocupando en el terreno filosófico y científico un lugar semejante
al que le correspondió a la Biblia en el campo religioso. En este último sentido, el
pensamiento aristotélico estáasimilado de manera muy viva al filosofar occidental y, en
especial, al contemporáneo, dada la gran extensión de la escuela tomista en nuestro
mundo
También una de las interpretaciones posibles del pensamiento de Aristóteles es la que se
llama “filosofía del sentido común”, aquella a la cual los que no poseen formación
filosófica tienden naturalmente a adherir. Por esto no resultará extraño que gran parte de
sus planteos acuerden con las creencias que, sin haberlo leído, muchos sostienen.

En síntesis, la importancia de Aristóteles, como la de Platón, consiste,


en términos más generales, en que estos pensadores constituyen dos
tipos clásicos de todo posible filosofar; más todavía, los modelos de dos
actitudes contrapuestas frente a la realidad, dos tipos opuestos de
existencia humana. Por ello podemos aproximarnos al pensamiento
aristotélico, como es sólito hacerlo, a través de la contraposición entre
ambos pensadores, que se ha convertido en lugar común en la literatura
filosófica. De acuerdo con este esquema, Platón representa al idealista, al
hombre que tiene su pensamiento dirigido a otro mundo, que no es este
mundo sensible, sino un mundo perfecto, de idealidades eternas y
absolutamente excelentes y bellas. Aristóteles, en cambio, representa el
"realismo", porque para él el verdadero ser no se halla en aquel trasmundo
de las ideas platónicas, sino en este mundo concreto en que vivimos y nos
movemos. todos los días.

Vida

Su vida transcurre en el siglo IV aC (384-322). Nace en Estagira, poblado próximo a


Macedonia, territorio alejado de los centros culturales griegos, en los límites del mundo
bárbaro. Hijo de Nicómaco, médico de cabecera del rey Amintas II (padre de Filipo II y
abuelo de Alejandro Magno), está por lo tanto ligado a la familia real.

1
En el 366, cuando tenía 18 años, viaja a Atenas e ingresa en la Academia platónica.
Cuarenta años más joven que su maestro permanece en ella durante unos veinte años,
hasta la muerte de Platón.
Luego viaja a Macedonia por un pedido del rey Filipo II para que se ocupe de la formación
de Alejandro, tarea a la que se dedicó alrededor de ocho años.

En el 355, luego de la muerte de Filipo y en preparativos de la expedición de Alejandro a


Oriente, regresa a Atenas y funda su propia escuela Liceo, de ahí que se la conozca
como el Liceo. Desarrolla en ella una intensa actividad teórica durante trece años. De la
costumbre que tenían sus integrantes de discutir paseándose por los jardines nació la
denominación “peripatéticos” (los que caminan).

Cuando muere Alejandro, reaparece en Atenas una corriente fuertemente


antimacedónica. Ante la posibilidad de que le iniciaran un proceso y con el antecedente
de la muerte de Sócrates, Aristóteles huye a la ciudad natal de su madre, Calcidia, para
que los atenienses no “pecaran nuevamente contra la filosofía”. Allí muerte al año
siguiente, a la edad de sesenta y tres años.

Críticas a Platón
El pensamiento de Aristóteles se genera en el seno de la Academia platónica, y, por lo
tanto, participa de la libre y variada discusión que en ella se realiza. Justamente el
momento de su ingreso coincide con el período en que Platón pone en cuestión sus
anteriores conclusiones (período de vejez).

En algunos aspectos, Aristóteles nunca dejará de ser platónico: Concibe la ciencia como
un conocimiento de lo real que tiene los caracteres de necesidad y universalidad, por
ejemplo, es una de las grandes improntas platónicas. Para ambos también, la idea o
forma (eidos o morphé) son lo cognoscible, lo pensable por excelencia.

Sin embargo, ya aquí aparece una diferencia fundamental, porque para Platón esas ideas
se encontraban en una dimensión distinta a la de los entes sensibles. Constituían un
mundo trascendente a él. Mientras los entes sensibles tenían una realidad relativa
(estaban entre el ser y el no ser), las Ideas, en cambio, eran lo real por excelencia, eran
los modos fundamentales en los que el ser se manifestaba.

Primero, Aristóteles rechaza esta separación (de los dos mundos). Para él esa escisión
duplica los problemas a resolver. De ese modo la filosofía debería explicar no sólo el
mundo de las ideas, sino también el mundo sensible. La realidad sensible es la
manifestación de algo que tiene verdadera existencia y que puede ser penetrado por la
inteligencia humana para descubrir su esencia.
Esto no quiere decir que basta con conocer lo que se presenta sensiblemente sino que es
necesario llegar a su sustancia/esencia. Esta forma de concebir la realidad se denomina
realismo aristotélico.

Segundo, se refiere a la manera cómo Platón intenta explicar la relación entre los dos
mundos. Cuando Platón se enfrenta con este problema dice que las cosas sensibles -por
ejemplo, este caballo individual que vemos- participan o son copias de una
idea, que es como su modelo -la idea de caballo. Pero, según Aristóteles, expresiones
como "participación", "copia", "modelo", etc., no son en realidad verdaderas explicaciones;
Platón no hace sino valerse de metáforas, y en lugar de aclarar conceptualmente la
cuestión, como debiera hacer la filosofía, se refugia en imágenes literarias; en este

2
sentido, habría quedado atado al mundo de los mitos, es decir, a un mundo anterior a la
aparición del pensamiento racional y científico.

Tercero, Aristóteles observa que no se ve cómo ni por qué, dadas las ideas -que son
estáticas, inmutables-, tenga que haber cosas sensibles -que son esencialmente
cambiantes. Supuesta la naturaleza inmutable, autosuficiente, de las ideas, no se
comprende de manera ninguna cómo puedan ser "causa" (tal como tienen que serlo,
según Platón) de las cosas sensibles, de su generación y corrupción, de su
transformación constante: lo permanentemente estático y siempre idéntico a sí mismo
no puede ser causa del devenir. La idea de casa, por sí sola, nunca hará surgir la casa
real (hará falta, además el arquitecto o el albañil, según Aristóteles).

Para Aristóteles, en cambio, las ideas no son entidades separadas, sino determinaciones
constitutivas de toda realidad, y, por lo tanto, inmanentes a ella.
La tarea de la filosofía será, por lo tanto, la de justificar la existencia de este mundo y el
modo en que él se comporta.

Esta postura aristotélica implica una posición diferente, la cual se acompaña con una
explicación diferente acerca de lo real y del modo de conocerlo. Así, no habrá una
oposición entre el conocimiento sensible y el intelectual, sino una graduación.-

Las categorías:
Según Aristóteles, la realidad es este mundo de cosas concretas en que vivimos: como
esta casa, este árbol, aquel hombre singulares. Y de este tema, de la realidad, se ocupa
la metafísica (termino posterior a Aristóteles, él la llamaba “filosofía primera”) como
disciplina fundamental de la filosofía.

La metafísica es la ciencia que se ocupa del ser en cuanto ser. Ser y ente tienen
significados diferentes, si bien están relacionados entre sí.
“El ente se dice de muchas maneras” En efecto, no es lo mismo decir: "esto es una
silla", que decir: "esta silla es blanca", o bien: "la silla es de un metro de alto".
En los tres casos nos referimos a entes -la silla "es", y "es" el blanco, y también "es" la
altura-; pero está claro que en cada caso el "es" tiene sentido diferente, y por ello dice
Aristóteles que el ser se dice de muchas maneras.

Tales maneras se reducen a dos fundamentales:


el modo de ser “en sí” o SUBSTANCIA: MESA, es en sí o por sí mismo.
el modo de ser “en otro” ACCIDENTES: color, cantidad, altura, peso, etc. Son modos
de ser que sólo son en tanto están en otro ente.
por lo tanto una distinción que hace Aristóteles es entre sustancia y accidentes (estas son
categorías-predicados fundamentales de las cosas).

Substancia es aquello que siempre es en sí y nunca en otro. Es la categoría más


importante y difiera de todas las demás. Sin substancia las restantes categorías no
tendrían a quien referirse
Permanece idéntico bajo de los accidentes cambiantes y existe por sí mismo y no como
cualidad o accidente de otra cosa. La substancia es siempre el SUJETO (hombre, mesa,
animal).

Accidentes es aquello que es siempre en otro y nunca en sí. Es lo que pertenece a un


ser y puede ser afirmado de él en verdad, pero no siendo por ello ni necesario ni
3
constante. Se dan siempre en una substancia: es el blanco de aquella mesa, el galopar de
este caballo, la gordura de ese hombre, etc. Los accidentes son nueve:
 Cantidad
 Cualidad
 Relación
 Lugar
 Tiempo
 Posición
 poseción
 Acción
 pasión

Si bien hemos diferenciado substancia de accidente, debemos tener presente que existe
una profunda relación entre ambas:
 la substancia sin accidentes es impensable, tanto como accidentes sin sustancia.
La sustancia implica accidentes, pero estos no son algo exterior, y de los cuales la
substancia tenga necesidad como de un suplemento. Ambos son mutuamente
necesarios, correspondiendo a la sustancia el papel de lo fundante y al accidente el
de lo fundado.
 Desde el punto de vista de la jerarquía en el modo de conocer, la substancia es
anterior respecto del accidente, pues conocemos mejor una cosa cuando sabemos
que ella es (o sea, la sustancia).
 Desde el punto de vista del orden del conocimiento, el accidente es previo a la
substancia. Llegamos a la substancia a través del accidente, esto es: la substancia
es sensible por accidente.

Cómo veíamos en la crítica a Platón, Aristóteles se enfrenta a la doctrina platónica de las


ideas, reprochándole en particular dos puntos: su incapacidad para explicar el mecanismo
de participación de las cosas sensibles respecto a las ideas, y la nula explicación que
ofrece acerca del problema del cambio. Para Aristóteles la substancia, pues, es
primordialmente el ente individual y concreto, la cosa sensible -por oposición a las ideas
platónicas, que eran universales, abstractas e inteligibles (no sensibles).

Estructura de la substancia: forma y materia, acto y potencia


El ser, afirma Aristóteles, no es la idea, sino lo singular, lo concreto tal como lo
conocemos, y tiene cuatro causas:
 causa material: aquello de lo que está hecho, aquello “de qué” (mesa: madera)
 causa formal: su esencia, su carácter, el “qué” de la cosa Para saber la forma debo
preguntar “¿Qué es esto?”. (mesa)
 causa eficiente: (potencia) aquella que le permite llegar a ser
 causa final: (acto) su fin, su razón de ser

De acuerdo a esta teoría, Aristóteles establece una primera división entre materia y
forma:
 La materia concebida por Aristóteles tiene muy poco que ver con lo que piensa la ciencia
moderna y nosotros de ella: por eso es que quizá la mejor traducción de materia sería
“contenido”. La materia es un algo que compone una cosa, por ello es que su
característica esencial es ser indeterminada, amorfa, receptiva, pasiva, potencial de una
cosa. La materia es pues sólo el elemento de posibilidad de ser que hay en las cosas.

4
 La forma es lo que determina a la materia, es la que hace que una cosa sea lo que es
(mesa). Por eso es que mientras la materia es el principio indeterminado de la sustancia, la
forma es el principio determinante. Forma no significa “figura” de algo, (cuadrada), en el
caso de la mesa esto sería accidente: FORMA equivale a “escencia. Así vemos que la idea
platónica para Aristóteles existe, pero siempre en la materia. Así resulta que la forma es lo
inteligible. Nuestra inteligencia es capaz de captar ese núcleo inteligible, esencial y
universal que es la forma residente en los individuos.

Entonces, cada substancia, cada sujeto, está compuesto por una materia prima, que
constituye su sustrato y le confiere la posibilidad de ser, y por una forma, una estructura,
que le hace ser lo que es. A diferencia de Platón, niega que la forma pueda percibirse sin
la materia. Ambas constituyen principios indisolubles del ser; a esta doctrina se la llama
hileformismo (materia+forma).

Ahora bien, el filósofo establece a continuación una distinción paralela entre potencia y
acto:
el movimiento es el paso de la potencia, o posibilidad, al acto o realidad; es decir, el
tránsito entre lo que puede llegar a ser y lo que es. Ej: la semilla está en el acto de ser
semilla, pero está potencialmente en condiciones de ser árbol. Todo el conjunto de lo
existente se halla, pues, sometido a un perpetuo cambio, ya que cada sustancia
compuesta de materia y forma, cada ser en acto, supone a su vez un ser en potencia
dirigido hacia un nuevo cambio. ASI PODEMOS DEFINIR EL ACTO COMO EL SER Y A
LA POTENCIA COMO LA CAPACIDAD REAL DE SER.

Los conceptos de sustancia, accidente, materia, forma, acto y potencia, le permitirán dar
su propia interpretación del cambio.

Los conceptos de potencia y acto permiten llegar a la solución del viejo problema que se
habían planteado los primeros filósofos griegos sin lograr solucionarlo: el problema del
movimiento, o, en general, el problema del cambio. El movimiento es un pasaje del no-ser
(por ejemplo, del no-ser-allá, en la Plaza de Mayo), a ser-allá,(cuando se está en la
Plaza); pero como el concepto de no-ser, es decir, de nada, escontradictorio, impensable,
también se hacía impensable el movimiento,

La solución aristotélica es que el cambio no es el paso del no ser al ser, sino el pasaje del
ser en potencia al ser en acto. Este cambio puede ser de dos tipos fundamentales:
sustancial y accidental. El cambio sustancial es aquel en el cual la sustancia deja de ser lo
que era y pasa a ser otra cosa (el leño se convierte en ceniza). Aquí lo que se modifica
es la forma y lo que permanece es la materia. A éste tipo de cambio se lo denomina
generación o corrupción. En el cambio accidental lo que permanece es la sustancia y lo
que se modifica son los accidentes.

Sin embargo, afirma Aristóteles, todo cambio ha de tener una causa, un motor externo a
él, y éste otra causa a su vez. Por tanto, remontándonos en esta cadena de causas,
deberemos llegar necesariamente a un primer motor que haya puesto el ciclo en
movimiento. Este primer motor, además, ha de ser inmóvil, pues de lo contrario
necesitaría a su vez otra causa; y como el movimiento es eterno – al igual que el tiempo,
que constituye la medida del movimiento-, es preciso que el primer motor inmóvil sea a su
vez eterno.

5
Aristóteles no consigue, sin embargo, explicar adecuadamente cómo este primer motor
inmóvil, al que define como acto puro, pensamiento que se piensa a sí mismo, y que
permanece ajeno al mundo fenoménico, puede poner en marcha esta rueda eterna. Las
sustancias que conocíamos hasta el momento eran compuestos de materia y forma, y por
lo tanto, tenían siempre algo de potencialidad dada por la materia. Pero el primer motor
no tiene nada de potencialidad, es acto puro, es pura forma sin materia, o, lo que es lo
mismo, sin potencia.
El primer motor mueve al universo como su causa final, en tanto todas las cosas aspiran a
su más perfecta realización, tienden a él. Por eso es que Aristóteles explica esto
mediante una analogía: así como el amado mueve a su amante hacia sí, sin necesitar él
mismo moverse, así el primer motor mueve al todo hacia sí por amor siendo él mismo
inmóvil.

Y ese acto puro, que no es movimiento, que no es cambio, es un tipo de actividad muy
especial: el pensamiento. El primer motor es pues pensamiento puro. Sin embargo, no
es suficiente con esta afirmación ya que inmediatamente surge la cuestión: ¿qué
contenido o qué materia tiene este pensamiento? Es obvio que no podrá dirigirse a otras
sustancias que conllevan potencialidad, esto destruiría su perfección. El contenido del
pensamiento del primer motor habrá de ser pues él mismo, sólo él mismo será digno de
ser objeto de pensamiento. El dios aristotélico será entonces la actividad de pensar sobre
el pensamiento: pensamiento de pensamiento.

Su explicación estriba en que ese primer motor, causa de todas las causas, constituye la
razón última del cosmos, y por tanto el movimiento de éste se haya producido por un
“anhelo” hacia aquél; explicación, que en último término, recuerda las soluciones
platónicas. El Dios de Aristóteles, pues, no se haya lejano como pudiera parecer del de su
maestro.
Basándose en estos conceptos, establece Aristóteles su teoría del universo (su centro es
la tierra y está compuesto por el mundo sublunar o mundo de la experiencia, rodeado a su
vez por una serie de esferas celestes, tras las cuales se encuentra el primer motor
inmóvil), y su biología: todo lo orgánico posee un alma, que en los vegetales es vegetativa
(reproducción, nutrición) y en los animales vegetativa y sensitiva. Y en el hombre
intelectiva.

Filosofía práctica
Las ciencias prácticas son las que buscan un saber para la acción, esto implica una cierta
inmanencia del saber porque él no se concretiza en la producción de un objeto cualquiera
sino que se refleja en la conducta de los hombres. Ese saber puede apuntar a la acción,
al plano individual (ética) o al plano social (política).

Encontramos aquí una diferencia importante con respecto a la postura platónica, la


dimensión política ya no atraviesa la totalidad de la reflexión, ya no en el horizonte desde
el cual se piensa y a partir del cual la totalidad de los problemas adquieren sentido.

Relaciones entre la ética y la política


Aunque la ética tiene una independencia mayor que en la filosofía de Platón, conserva
aún ciertas líneas que la hacen depender de la política.

Una de ellas se encuentra en la relatividad de la vida individual. Ella no puede


desarrollarse con independencia del contexto social, para que un hombre pueda practicar
adecuadamente las virtudes que la ética propone son necesarias, entre otras cosas,
6
condiciones sociales propicias. Si sólo dentro de una polis con condiciones adecuadas el
hombre puede ejercer sus virtudes, entonces la ética tendrá en este aspecto una
subordinación a la política.

Otra relación entre ambas disciplinas hemos de encontrarla en el tema de la educación.


En efecto, para Aristóteles la práctica de las virtudes tiene uno de sus principales puntos
de apoyo en la educación que el ciudadano recibe, pero él no se refiere a la educación
que resulta de lecciones teóricas, lo que educa al hombre es el medio en el cual se
desarrolla desde su infancia; esa educación (previa a la enseñanza racional) la brinda la
polis. La educación a través de la ley de la polis habrá de condicionar las posibilidades de
los hombres para desarrollar una vida moral.

Sin embargo, pese a estas dos relatividades de la ética respecto de la política (podrían
señalarse otras), ella no habrá de subsumirse y mantendrá esferas de absoluta
independencia.

Política:
Aristóteles considera a la polis como el máximo logro de su civilización. Por ello también
es que define al hombre desde esta perspectiva como un “animal político” (zoon politicón),
es decir, como un ser dotado de vida cuya naturaleza se realiza en la polis (lo cual es un
modo particular de decir que el hombre es un ser social). Desde un punto de vista
negativo, esto implica que el hombre escindido de la polis no es hombre (fuera de la polis
se es Dios o bestia, dice Aristóteles) porque no tiene garantizadas las condiciones
necesarias para bastarse plenamente a sí mismo.

Lo esencial es que en ese medio el hombre realiza su naturaleza. Allí la vida humana
encuentra su manifestación más plena.
Así como en los organismos existe una prioridad del todo sobre las partes, en el orden
social hay una prioridad de la polis sobre las anteriores organizaciones. La polis es acto,
es la forma y los individuos son su materia.

El fin humano que sólo puede realizarse en la polis (aquel en que el hombre realiza su
naturaleza) es la eudaimonía (felicidad). La polis brinda los medios necesarios e impone
las normas convenientes para que los hombres realicen su esencia.
Ahora bien, los sujetos de toda esta reflexión son los ciudadanos, los hombres libres, ella
es válida sólo por ellos. Y Aristóteles afirma que no todos los hombres son iguales por
naturaleza. Hay hombres que llevan en sí mismos la esencia de libres, son libres por
naturaleza; hay otros que no tienen esta esencia, son los esclavos por naturaleza. Los
primeros son capaces de conducirse a sí mismos de un modo racional, los segundos
tienen inteligencia suficiente como para comprender y obedecer, pero no de conducirse a
sí mismos.

Respecto de las formas de gobierno, Aristóteles piensa que no hay formas más
adecuadas que otras; todas las formas de gobierno pueden ser buenas o malas según las
condiciones históricas y culturales, y según la naturaleza de sus gobernantes. Así
clasifica tres formas justas de gobierno: monarquía (gobierno de uno), aristocracia
(gobierno de un grupo) y politeia (gobierno de todos); formas que se corresponden con
tres formas injustas de gobierno: la tiranía, la oligarquía y la democracia.

La ética:
Aquí Aristóteles se pregunta cuál es el bien supremo, aquél que es el fin de todos
nuestros actos y por el cual los restantes fines se convierten en medios para llegar a él. Y
7
reconoce que tanto los espíritus más selectos como el vulgo habrán de estar de acuerdo
en contestar que ese fin último no es otro que la felicidad (eudaimonía).

Sin embargo, este acuerdo es meramente verbal, ya que cuando intentamos precisar qué
es lo que cada hombre entiende por felicidad surgen las divergencias. Para unos será la
posesión de riquezas, para otros la vida dedicada a los placeres, habrá quien considera la
gloria o el honor como su fin último.

Para criticar y mostrar la inconsistencia de estas posturas, Aristóteles habrá de señalar


que este bien supremo deberá presentar dos caracteres: a) debe ser elegido por sí mismo
(es decir, no ser medio para otro fin), y b) debe ser suficiente en sí mismo (es decir, algo
que por sí mismo hace la vida digna de ser vivida). Ambos caracteres deberán pertenecer
a la felicidad.

De este modo rechaza al placer porque es un fin propio de las bestias y los esclavos, al
honor porque depende más de quien lo otorga que de quien lo recibe (además, el honor
es el reconocimiento que se otorga por algo valioso y, de ese modo, lo valioso no es el
honor sino aquello que se honra), a la riqueza porque es un medio y no un fin. Estos
modos de vida no conducen al fin último, no nos proporcionan felicidad.

La determinación del fin último del hombre habrá de buscarla a partir del concepto de
“función”. La vida digna de ser vivida, aquella en la cual el hombre alcance su fin último,
habrá de encontrarse allí donde se ponga en funcionamiento algo propio del hombre, algo
que sólo él puede desarrollar: la razón. La felicidad será pues el ejercicio de las
actividades propias y específicas del hombre, aquellas que hacen del hombre un hombre.

La felicidad plena (eudaimonía) habrá de alcanzarse pues en la pura contemplación de lo


eterno. Por ella nos aproximamos a la divinidad, desarrollamos el elemento divino que
hay en nosotros. La vida theorética es la mejor y el hombre que vive en ella es el hombre
más feliz.

Sin embargo, no es el único hombre feliz. La vida de la virtud ética está relacionada con
el hombre en su totalidad (cuerpo y facultad de desear) y en este aspecto nos hace
capaces de alcanzar una cierta felicidad que llamaríamos felicidad humana.

Psicología
La psicología de Aristóteles supone en cierto modo una continuación de sus concepciones
biológicas, pues el hombre posee, además de las dos anteriores, otra racional, que le
permite abstraer conceptos y elaborar razonamientos a partir de los datos de los sentidos.
En el alma racional hay, sin embargo, un principio pasivo potencial y un principio
actualizador, el intelecto agente, que constituye realmente el entendimiento creador,
capaz de comprender la inteligibilidad. Este entendimiento no es innato ni anterior, como
en el caso de Platón, pero sí inmortal. Ahora bien, esta inmortalidad no es individual, sino
universal; parece, pues, que el intelecto agente participara del Nous (inteligencia/espíritu),
la razón inteligible del mundo.
Esta doctrina sumamente compleja, y cuyas deficiencias, derivadas de la incapacidad
para superar el dualismo, comprendió sin duda el propio Aristóteles, originó durante el
período escolástico una ardua polémica interpretativa.

También podría gustarte