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Resumen capítulo VI “El mundo de las substancias.

Aristóteles” (“Principios de la filosofía” Carpio)


Aristóteles es el discípulo de Platón por excelencia, y como todo gran discípulo, no se limitó a repetir a su maestro,
sino que creó un sistema de filosofía nuevo. Nació en el año 384 A.C y murió en el 322 A.C. Sus escritos cubren el
territorio de la física, la biología, la psicología, la sociología, la política, la poética, etc. Esto fue causa de que su obra
haya sido considerada durante siglos, fundamentalmente en la Edad Media, como la obra científica por excelencia,
ocupando en el terreno filosófico y científico un lugar semejante al que le correspondió a la Biblia en el campo
religioso. El pensamiento de Aristóteles, fue incorporado y adaptado al pensamiento cristiano, a través del mayor
filósofo y teólogo de la iglesia Santo Tomás de Aquino (no implica que el pensamiento aristotélico sea
necesariamente coincidente con la religión, y concretamente con la religión cristiana).

Tanto Aristóteles como Platón, constituyen los modelos de dos actitudes contrapuestas frente a la realidad, dos tipos
opuestos de existencia humana. Por esta razón, podemos aproximarnos al pensamiento aristotélico, a través de la
contraposición entre ambos pensadores. Mientras Platón representa al idealista, al hombre que tiene su
pensamiento dirigido a otro mundo, que no es este mundo sensible, sino un mundo perfecto, de idealidades eternas
y absolutamente excelentes y bellas, Aristóteles, representa el realismo, ya que, para él, el verdadero ser no se halla
en aquel trasmundo de las ideas platónicas, sino en este mundo concreto en que vivimos y nos movemos todos los
días (la expresión plástica de esta contraposición se encuentra en el fresco “La escuela de Atenas” de Rafael). Platón
dirige su índice hacia lo alto, como apuntando al mundo de las ideas, en tanto que Aristóteles, señala este mundo
sensible y cotidiano que todos conocemos, la sola actitud de los dos filósofos en el cuadro de Rafael, expresa sus
respectivas teorías y personalidades.

Críticas a la teoría de las ideas: Aristóteles mismo se encargó de fijar su propia posición filosófica mediante una
serie de críticas a su maestro. Estas pueden resumirse en cuatro puntos:

1. La filosofía platónica representa una innecesaria duplicación de las cosas. Platón afirma que hay dos
mundos, el sensible y el inteligible, pero de esta manera, en lugar de resolver el problema metafísico
(determinar el fundamento de todos los entes, comprender la esencia última de la realidad y qué es lo que
hace que todo lo que existe sea tal como es), lo complica; puesto que, en vez de explicar un mundo, habrá
que explicar dos, con el resultado entonces de que el número de cosas por explicar se habrá multiplicado, a
juicio de Aristóteles, innecesariamente.
2. La segunda crítica se refiere a la manera en como Platón intenta explicar la relación entre los dos mundos.
Cuando se enfrenta a este problema, dice que las cosas sensibles, por ejemplo, un caballo, participan o son
copias de una idea, que es como su modelo, la idea de caballo. Pero según Aristóteles, expresiones como
“participación”, “copia”, “modelo”, etc., no son en realidad verdaderas explicaciones. Sostiene que Platón no
hace más que valerse de metáforas y se refugia en imágenes literarias, atado al mundo de los mitos, es decir,
a un mundo anterior a la aparición del pensamiento racional y científico.
3. Aristóteles observa que no se ve cómo, ni por qué, dadas las ideas (que son estáticas e inmutables), tenga
que haber cosas sensibles (que son esencialmente cambiantes). Supuesta la naturaleza inmutable y
autosuficiente de las ideas, no se comprende como pueden ser “causa” de las cosas sensibles, de su
generación y corrupción, de su transformación constante: lo permanentemente estático y siempre idéntico a
sí mismo, no puede ser causa del devenir. La idea de casa, por sí sola, nunca hará surgir la casa real.
4. La cuarta crítica se conoce como “argumento del tercer hombre”. Según Platón, la semejanza entre dos
cosas se explica porque ambas participan de la misma idea. Por ejemplo, Juan y Pedro son semejantes
porque ambos participan de la idea de “hombre”. Pero como también hay semejanza entre Juan y la idea de
hombre, será preciso suponer una nueva idea (el tercer hombre), de la cual Juan y la idea de hombre
participen y que explique su semejanza. Esto nos embarca en una serie infinita, en la que nada se explica, ya
que no se hace más que postergar la explicación, de tal modo que el problema queda siempre abierto.

Lo que plantean estas críticas, son dificultades que el propio Platón encontró en su doctrina y que lo llevaron a una
revisión o profundización de la teoría de las ideas. Además, es probable, que las críticas de Aristóteles se refieran,
más que a Platón mismo, a algunos de sus discípulos.

Similitudes: Tanto Platón como Aristóteles valoran el conocimiento racional y conceptual por encima de la mera
percepción sensorial. Comparten una concepción de la realidad como algo más que la mera apariencia sensible.
Según Aristóteles, la realidad es este mundo de cosas concretas en que vivimos: como una casa, un árbol, un
hombre, etc. De este tema de la realidad se ocupa la metafísica (rama de la filosofía que se dedica al estudio de la
naturaleza fundamental de la realidad y de los principios y conceptos más generales que subyacen a todas las cosas.
Se trata de preguntas que van más allá de los límites de la ciencia empírica y que buscan comprender la naturaleza
última de la realidad y del ser humano), como disciplina fundamental de la filosofía. El término mismo de
“metafísica”, no lo empleó Aristóteles, pero es el título con que, en la época posterior, se bautizó una de sus obras
más importantes. Aristóteles mismo llama a esta disciplina “filosofía primera” y la define como “un saber que se
ocupa de manera puramente contemplativa y teorética del ente en tanto ente y de lo que en cuanto tal le
compete”.

La palabra “ente” y la palabra “ser”, tienen diferentes significados; el ente se dice de muchas maneras. En efecto,
no es lo mismo decir: “esto es una silla”, que decir, “esta silla es blanca”, o bien, “la silla es de un metro de alto”. En
los tres casos nos referimos a entes. Pero está claro que en cada caso el “es” tiene un sentido diferente y por eso
dice Aristóteles que el ser se dice de muchas maneras.

Tales maneras se reducen a dos fundamentales: el modo de ser “en sí” y el modo de ser “en otro”. El ser de esta
mesa, es en sí, se trata de un ser independiente; en cambio, el color o la cantidad, son modos de ser que sólo son
en tanto están en otro ente. Nunca encontramos un color que exista de por sí, siempre será el azul del cielo, o de
una tela, etc.

Este ser en sí Aristóteles lo llama USÍA o SUBSTANCIA, este ente individual y concreto, como Sócrates, Platón o esta
mesa. Todos los demás modos de ser, es decir, las diversas maneras de ser en otro, se los denomina ACCIDENTE.
Estos son nueve: cantidad, cualidad, relación, lugar, tiempo, posición, posesión, acción y pasión.

Ejemplo: si se habla de Sócrates, la substancia o usía es este individuo, llamado Sócrates; y decimos de Sócrates que
mide un metro setenta (cantidad), que es calvo (cualidad), que es el marido de Jantipa (relación), que está en la plaza
(lugar), esta mañana (tiempo); que está de pie (posición) y calzado (posesión) que come (acción) y que es
interrogado (pasión) lo que le hacen.

A estas maneras según las cuales algo es, Aristóteles las llamó CATEGORÍAS. El modo de ser fundamental, es el
modo de ser en sí, la substancia, porque todos los demás modos de ser, los accidentes, en última instancia se
refieren a la substancia.

Estructura de la substancia: forma y materia; acto y potencia.

Desde el punto de vista de su estructura, la usía es un compuesto, no algo simple, constituido por dos factores, la
MATERIA y la FORMA. Éstos no se dan nunca aislados, sino, sólo constituyendo el individuo, por ejemplo, esta mesa
en que se encuentra la materia (madera) y la forma (mesa).

Materia: es aquello “de qué esto es”, aquello de lo cual algo está hecho, su “material”. Para saber cuál es la materia
de una cosa, hay que preguntarse ¿De qué está hecha? La materia es lo indeterminado, lo pasivo, el contenido o
material de algo, aquello de qué este algo está constituido; su determinación la recibe de la forma. Materia equivale
al contenido, que no tiene por qué ser nada material, por ejemplo, cuando se habla del contenido de un libro.

Forma: es el “qué” de la cosa, y por ello, para saber cual es la forma de algo, hay que preguntar ¿Qué es esto? Forma
no significa la figura de algo, sino que equivale a esencia. Es lo determinante, lo activo, lo que da carácter, por así
decirlo, a la cosa, lo que determina que la madera sea mesa y no, por ejemplo, silla o armario. La forma le imprime
una forma a la materia, que de por sí, es informa, indeterminada y de este modo la hace ser lo que en cada caso es.
Aristóteles señala que lo determinante, en definitiva, lo que la cosa es, lo real, reside en la forma; y es ésta, no la
materia, lo propiamente cognoscible en la cosa: se conoce algo cuando se capta la forma (por medio del intelecto).
Para él, las formas son inmanentes (inseparables) a las cosas sensibles; materia y forma coexisten en este mundo
sensible como dos aspectos inseparables de una sola realidad. El equilibrio entre forma y materia es inestable, o
bien se da una preponderancia de la forma sobre la materia, o bien a la inversa, de la materia sobre la forma. Por
ejemplo, en el proceso de fabricación de una mesa, mientras el carpintero trabaja la madera, se produce un pasaje
de la madera, de algo en que se destaca más la materia, hacia un predominio cada vez mayor de la forma, hasta que
llega el momento, terminada la mesa, en que lo que sobresale es primordialmente el ser "mesa", es decir, la forma.
Pero este equilibrio que se ha alcanzado, a su vez, no es estable, porque en cualquier momento puede romperse;
por ejemplo, siguiendo un proceso inverso al anterior, si se destroza la mesa con el fin de obtener leña para el fuego:
aquí se habrá pasado del predominio de la forma al de la materia, se habrá hecho menos forma y más materia.

Para pensar este dinamismo o desarrollo, Aristóteles introduce dos nuevos conceptos potencia y acto. El sínolo, es
entonces un compuesto de potencia y acto.

 La potencia, es la materia considerada dinámicamente, esto es, en sus posibilidades; en este sentido puede
decirse, por ejemplo, que el árbol es una mesa, pero no porque lo sea ahora, sino porque lo es como
posibilidad: en términos de Aristóteles, el árbol es mesa en potencia.
 El acto, es la forma dinámicamente considerada, es decir, la forma realizada, consumada, y, en el caso
extremo, en su perfección; en este sentido, el árbol que vemos es árbol en acto. Acto entonces se opone a
potencia como realidad se opone a posibilidad.

El movimiento es el pasaje del no ser a ser; es el pasaje de la potencia al acto. Existen cambios:

Sustancial:

 Generación y corrupción (nacimiento o muerte de una persona, fabricación o destrucción de una estatua).

Accidental:

 Cuantitativo, aumento o disminución (crecimiento de una planta).


 Cualitativo, alteración (cambio de color del cabello)
 Local, traslación (movimiento)

Para explicar más a fondo el cambio, Aristóteles desarrolla una teoría de importancia muy grande en la historia del
pensamiento: la teoría de las cuatro causas. Todo cambio tiene una causa; de otro modo sería ininteligible. Pues
según Aristóteles el conocimiento (científico o filosófico) es siempre conocimiento por las causas; se conoce algo
cuando se conoce su "porqué" o razón: "no creemos conocer nada antes de haber captado en cada caso el porqué,
es decir, la primera causa". Aristóteles distingue cuatro causas: la formal, el material, la eficiente y la final.

La causa formal es la forma específica (es decir, la propia de la especie) del ente de que se trate y que estará más o
menos realizada en la cosa; en el caso de un ser vivo, su realización plena corresponde a la madurez. Por ejemplo, el
niño Fernández es un hombre; y con esto se quiere dar a entender, no que sea hombre hecho y derecho, sino que
pertenece a la especie "hombre". Se lo determina entonces al niño en función de la forma que en él todavía no está
plenamente realizada, en función del adulto, de lo que el niño todavía no es.

La forma es una especie de meta que opera como dirigiendo todo el proceso del desarrollo del individuo, como
objetivo o ideal que el individuo trata de alcanzar. Considerada de esta manera, la forma es causa final, puesto que
constituye el "fin" (télos), aquello hacia lo que el individuo se orienta, o, como dice Aristóteles, "aquello para lo cual
[algo es], es decir, el bien". La causa final es entonces la perfección de la cosa.

La causa eficiente es el motor o estímulo que desencadena el proceso de desarrollo. La causa eficiente del niño será
el padre, es decir, la forma específica en cuanto está incorporada al padre; causa eficiente de la mesa será el
carpintero, es decir, la forma "mesa" que tiene en su espíritu el carpintero. Mientras que la causa final opera como
meta, por así decirlo, desde adelante, la causa eficiente opera, en cambio, "desde atrás", y es relativamente exterior
a la cosa en desarrollo.
La causa material es la materia. La materia es lo que hace que este mundo no sea un mundo de puras formas como
el de las ideas platónicas, sino un mundo sensible y cambiante. Y en cuanto toda substancia sensible está constituida
por materia, y materia significa potencia, y la potencia significa algo aún no realizado, y por tanto imperfecto,
resultará que todas las cosas de este mundo son imperfectas, en mayor o menor medida, puesto que ninguna llega a
adecuarse totalmente a la forma o acto.

Las cuatro causas se reducen a dos, forma y materia: la materia como substrato indeterminado, y la forma como
principio de todas las determinaciones (del ser, de la orientación o fin, y del comienzo del cambio).

Con el hombre hemos llegado al ente más complejo y rico de la escala natural. Aristóteles se plantea el problema de
si por encima del hombre no hay todavía alguna forma de ser superior. Un ente que sea puro acto, sin nada de
potencia, algo que sea plenamente, de manera perfecta. Aristóteles contesta afirmativamente; más todavía,
sostiene que es necesaria la existencia de tal ente, pues de otra manera no se explicaría el hecho del movimiento. Lo
potencial requiere de algo que esté en acto y lo ponga en movimiento, y esto que está en acto necesita otro algo que
lo haya hecho pasar de la potencia al acto, etc., y como esta serie no tendría término y por tanto carecería de causa,
necesariamente debe haber un primer motor inmóvil, es decir, algo que esté siempre en acto. Y lo que está en acto
siempre y perfectamente, es acto puro; será, pues, un ente sin residuo ninguno de materia o potencialidad, es decir,
al que no le faltará nada para ser, sino que todo lo que sea lo será plenamente y de una vez y para siempre. Este
absoluto extremo respecto de la (inexistente) materia pura, es algo eminentemente real e inteligible y bueno, y, en
una palabra, es Dios.

RELACIONES ENTRE LA FILOSOFÍA Y EL ARTE EN LA EDAD ANTIGUA Y EDAD MEDIA

“La Poética” Aristóteles

"La Poética" es una obra fundamental en el campo de la teoría literaria y dramática, escrita por el filósofo griego
Aristóteles en el siglo IV a.C. Aunque se cree que Aristóteles escribió "La Poética" alrededor del 335 a.C.,
lamentablemente solo han llegado hasta nosotros fragmentos de esta obra, lo que ha llevado a una considerable
especulación e interpretación sobre su contenido completo.

La influencia de Homero, el épico poeta griego, en "La Poética" de Aristóteles es innegable. Homero, autor de
epopeyas (obras literarias extensas que narran hazañas heroicas y eventos significativos, a menudo en un tono
elevado y solemne. Estas obras suelen estar escritas en verso y suelen estar centradas en figuras heroicas,
mitológicas o históricas, y en las gestas que realizan. Las epopeyas suelen abordar temas universales como la
valentía, el honor, la justicia, el destino y la relación entre los dioses y los mortales) como la "Ilíada" y la "Odisea",
sentó las bases de la tradición literaria griega y proporcionó un modelo poderoso para la poesía épica y la tragedia
griega. Se cree que Aristóteles se inspiró profundamente en la obra de Homero al escribir "La Poética", encontrando
en ella ejemplos concretos de los principios estéticos y narrativos que discute en su tratado.

A través de "La Poética", Aristóteles no solo analiza la poesía en sí misma, sino que también explora la relación entre
la poesía y la tragedia, género al que Homero también contribuyó significativamente. La epopeya homérica
proporcionó a Aristóteles un rico conjunto de ejemplos para examinar temas como la estructura narrativa, la
caracterización de los personajes y la función moral y emocional del arte poético.

A pesar de los fragmentos perdidos, "La Poética" sigue siendo una obra influyente en la teoría literaria y dramática, y
su legado perdura hasta nuestros días. Su enfoque en temas universales y su profundo análisis de las formas de arte
poético, influenciados en parte por la obra de Homero, continúan inspirando a generaciones de críticos, escritores y
artistas en todo el mundo.

Introducción y Naturaleza de la Poesía:

En este capítulo introductorio, Aristóteles comienza explorando la naturaleza de la imitación (mimesis) y su papel en
el arte (el arte en general y la tragedia son imitación). Argumenta que los seres humanos tienen una tendencia
natural a imitar y que la poesía es una forma de imitación, pero no una mera copia de la realidad. En cambio, la
poesía selecciona y organiza elementos de la realidad para representar verdades universales sobre la condición
humana. Aristóteles también distingue entre la poesía y otras formas de imitación, como la pintura y la música,
argumentando que la poesía es superior debido a su capacidad para representar acciones y caracteres.
El objeto de las artes es la imitación, la música intenta reflejar la emocionalidad, la pintura y la escultura figuras, el
teatro la vida misma. El arte que imita solo con el lenguaje, en prosa o verso carece de nombre hasta ahora (los
escritores). Poesía - poiein - crear

La Tragedia y la Comedia:

En este capítulo, Aristóteles se adentra en las dos principales formas de poesía dramática: la tragedia y la comedia.
Describe la tragedia como una forma de imitación seria y elevada, que representa acciones serias y dignas de
atención. Por otro lado, caracteriza la comedia como una imitación de acciones ridículas y menos elevadas.
Aristóteles discute cómo cada género emplea diferentes medios para lograr su efecto, con la tragedia generando
miedo y compasión, y la comedia provocando risa y burla.

 Tragedia: enaltece los rasgos y cualidades de los hombres reales (las representamos mejores de lo que son).
Son dramas y busca provocar en los espectadores temor y compasión. Se desarrollan en espacios
importantes de la sociedad (templos, palacios).
 Comedia: aparecen los vicios de las personas, imita a hombres inferiores que encarnan vicios. Busca
provocar risas en los espectadores y se desarrolla en lugares cotidianos (casas, tabernas, mercados).

Elementos de la Tragedia:

En este capítulo central, Aristóteles desglosa los elementos fundamentales que componen una tragedia. Examina la
importancia de la trama (muthos), los personajes (ethos), el lenguaje (lexis), el espectáculo (opsis) y la música en la
creación y la apreciación de la tragedia. Aristóteles argumenta que la trama es el aspecto más importante de una
tragedia, ya que proporciona la estructura narrativa que guía la obra. Los personajes deben ser creíbles y sus
acciones deben surgir de su carácter. El lenguaje poético debe ser elevado y adecuado al género, y la música y el
espectáculo pueden realzar la experiencia teatral, pero no deben ser el foco principal.

1. La fábula o trama: es la parte más importante según Aristóteles. Es el argumento, de lo que se trata. Es en si
la secuencia de acciones (imitación). El principio y alma de la tragedia es que debe tener principio, medio y
fin.
2. La fábula o trama puede ser compuesta (tiene una peripecia, acontecimiento imprevisto, un cambio de
fortuna en el personaje) o simple (todo continuo, no hay peripecia).
3. Los caracteres: a través de las decisiones de los personajes entendemos su carácter. Deben ser semejantes a
la realidad y ser buenos.
4. Elocución o dicción: es la forma en la que los personajes se expresan o argumentan. Con esto despiertan
pasiones. Se usan palabras extrañas, metáforas, analogías y formas alargadas (no en exceso).
5. El pensamiento (razonamiento discursivo): es todo lo que debe alcanzarse mediante el discurso, demostrar o
refutar.
6. El espectáculo: es la puesta en escena. Se hace para atraer al espectador. No es importante según
Aristóteles, ya que la fuerza de la tragedia está en el texto.
7. La melodía o el canto: las intervenciones del coro y es un adorno para la tragedia.

Catarsis y la Función de la Tragedia:

En este capítulo, Aristóteles profundiza en el concepto de catarsis y su papel en la tragedia. Explica cómo la tragedia,
al provocar emociones intensas en el espectador, puede purificar y purgar esas emociones, dejando al individuo en
un estado de equilibrio emocional y claridad moral. Aristóteles sugiere que la catarsis es una experiencia beneficiosa
que permite al espectador experimentar y comprender emociones poderosas de manera segura y controlada. La
tragedia efectúa mediante el temor y la piedad la catarsis de las afecciones.

Comparación con la Épica:

En este último capítulo, Aristóteles compara la tragedia con otro género poético importante, la épica. Discute las
similitudes y diferencias entre los dos y cómo cada uno aborda la imitación, la estructura narrativa y la
representación de la realidad de manera distinta. Aristóteles argumenta que la tragedia se centra en una acción
unitaria y completa, mientras que la épica abarca una acción más amplia y extensa. Sin embargo, ambos géneros
comparten la capacidad de representar acciones dignas de atención y enseñar lecciones importantes sobre la vida
humana.

Tragedia: Es un género dramático que se enfoca en eventos serios y trágicos, generalmente representados en el
escenario. Se centra en el desarrollo de personajes y conflictos humanos, explorando temas como el destino, la
moralidad y el honor.

Epopeya: Es un género narrativo que narra hazañas heroicas y aventuras extraordinarias, a menudo en forma de un
poema épico. Se centra en la narración de eventos a lo largo de varios cantos o libros, a menudo involucrando
personajes mitológicos o históricos, y puede incluir elementos fantásticos.

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