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ARISTÓTELES (384-322 A. C.

)
 Biografía:

Aristóteles fue un filósofo griego del siglo IV a. C. (nació el 384 a. C. y fallecío el 322 a. C. a los 62
años) conocido por:
– Dejar un legado cultural sobre prácticamente todas las disciplinas del conocimiento (filosofía, psicología,
biología...).
– Ser uno de los tres principales filósofos de la antigüedad (junto a Sócrates y Platón) y uno de los más
influyentes de la historia.
– Haber sido maestro del emperador Alejandro Magno.
Aristóteles nació en Estagira (actual Stavros, Grecia) sobre el año 384 antes de Cristo, no es ateniense sino
de Macedonia; hijo de Phaestis y de Nicómaco, médico del rey de Macedonia. Se quedó huérfano muy joven.
Desde muy joven desarrolló interés por las ciencias naturales y la experimentación, seguramente influido por la
profesión de su padre.
Con 17 años, tras quedar huérfano, su tutor Proxeno de Atarneo lo envió a Atenas a estudiar en
la Academia de Platón, donde permaneció 20 años hasta la muerte de su maestro.
En el año 343 a. C. el rey Filipo II de Macedonia encargó a Aristóteles la formación intelectual de su hijo
adolescente Alejandro III de Macedonia, el futuro Alejandro Magno. En este período, crece su interés por
cuestiones políticas.
Terminado su labor como preceptor, regresa a Atenas, en donde funda su Liceo. A sus alumnos se les
conoce como los peripatéticos por su costumbre de enseñar caminando. Las lecciones dictadas en el Liceo durante
trece años y sus notas ,dieron lugar a las obras existentes de Aristóteles.
A la muerte de Alejandro Magno,en el 323 a.C. resurgió en Atenas la hostilidad contra el poder
macedónico. Aristóteles fue acusado de impiedad, a lo que se unió la rivalidad de los académicos. Para evitar el
peligro se retiró a Calcis, donde murió en el año 322 a.C.
De las obras de Aristóteles cabe destacar: Metafísica, Física, sobre el alma, varios tratados de Lógica,
Ética a Nicómaco, Política, etc.

 Crítica a Platón:
Aristóteles dedica mucho espacio de su Metafísica a la crítica de la teoría de las Ideas de Platón:
Aristóteles, a diferencia de Platón, considera que ontológicamente sólo existe un mundo y somete a la
teoría de las Ideas a una detallada crítica:
— Platón tiene razón cuando dice que la ciencia ha de fundamentarse en conceptos universales. Pero esto
no quiere decir que esos conceptos universales se correspondan con realidades universales que existen en otra
realidad. El Mundo de las Ideas supone una duplicación absurda de las cosas, pues de este modo hay que dar
explicación de dos mundos, en lugar de uno sólo.
— Las Ideas no permiten explicar el origen, el devenir y los cambios de las cosas puesto que son eternas e
inmutables..
— El mundo de las Ideas no permite explicar nada sobre el mundo de las cosas: Si las esencias de las cosas
están separadas de las cosas mismas, es que no son propiamente sus esencias: "si fueran la esencia de las cosas,
estarían en las cosas". Platón afirmó que las cosas participan de o imitan a las Ideas, pero "decir que las Ideas son
paradigmas o modelos, y que las cosas participan de ellas, no es sino pronunciar palabras vacías y construir
metáforas poéticas. Las esencia no son transcendentes, sino inmanentes a las cosas particulares, que son las que
constituyen la verdadera realidad. ¿Cómo puede ser la esencia lo que hace que algo sea lo que es y sin embargo
existir fuera de aquella realidad de la que es su esencia?
En síntesis, la crítica de Aristóteles se centra en rechazar que la esencia de las cosas exista separada de
ellas. Pero no rechaza en su totalidad la Teoría de las Ideas; sólo niega su existencia separada. Parece que, en lo
fundamental, Aristóteles permanece fiel a la herencia platónica y socrática: la ciencia versa sobre lo general y
universal, es una búsqueda de la esencia común que se encuentra en las cosas mismas y no separada de ellas
.
 M e t a f í s i c a : la filosofía primera:
Conocemos la respuesta de Platón al problema presocrático del «ser y el devenir» (Parménides y
Heráclito): el mundo de las Ideas sería lo que permanece y el mundo sensible lo que cambia. Esta concepción no es
compartida por Aristóteles: ¿cómo puede el ser del las cosas(esencia) estar fuera de ellas (Ideas –mundo
inteligible)? ¿Cómo es posible el cambio si las Ideas son estáticas?.
Aristóteles inicia su reflexión desde la observación directa. Su proceso es de abajo arriba, lo contrario de
Paltón, que procedía de arriba abajo. No parte del mundo de las Ideas sino desde la realidad concreta de cada ser. Él
es un gran biólogo y está acostumbrado a observar la vida de los animales.
Aristóteles observaba que tras los cambios de apariencia que afectan a casi todos los objetos permanece
siempre algo inalterado. Eso que permanece idéntico e inalterado, el sustrato material al que no le afectan los
cambios, es la sustancia. La sustancia es la "physis", la naturaleza o el principio fundamental del ser. Por ejemplo,
el agua sigue siendo agua independientemente de su estado, sólido, líquido o gaseoso.
La sustancia es lo que hace que una cosa sea lo que es, su modo individual y específico de ser. es decir, la
sustancia es lo que puede faltar en un ente para que siga siendo tal ente. Es algo que no se confunde con otra cosa;
es concreto y determinado, distinto de cualquier otra sustancia. Así, el hombre es algo separable de cualquier otro
hombre. Tiene una entidad en sí mismo que lo hace distinguible de cualquier otro. El ser de Carlos tiene una
entidad tal que lo hace completamente distinto de Pablo. lo que se dice de Carlos no se puede decir de Pablo; no es,
por tanto, la suma de dos elementos, cuerpo y alma, porque todos sería Carlos o todos sería Pedro. Lo propio de
cada ser, lo que distingue a cada se es su ser sustancial.
La sustancia tiene entidad por sí misma, es el soporte real sobre el que descansan todas las demás
cualidades cambiantes de las cosas. todos los accidentes.
Los accidentes dependen de la sustancia para existir. Así esta es un ser en sí y aquellos un ser que tiene que
existir en otro.
Solo las cosas físicas, materiales, concretas, SON SUSTANCIAS. Aristóteles las llama” sustancias
primeras” (los individuos concretos, como Sócrates, la farola o el tenedor) .
En las sustancias primeras se encuentran realizadas las “sustancias segundas” o “esencias”. Por ejemplo,
Sócrates “sustancia primera” es un “hombre” ,”sustancia segunda”. La sustancia primera es por tanto el individuo
concreto y está sometida al cambio (nace, crece ,muere) La sustancia segunda es la esencia, es universal a todos
individuos de esa especie y no cambia.
Para Aristóteles la sustancia primera es lo verdaderamente real, la sustancia en sentido estricto: es el
sujeto último o sustrato en el que tiene su existencia la forma. Por eso la sustancia primera "subyace a todas las
cosas".

— H i l e m o r f i s m o : Materia y forma:
Toda sustancia primera (individuo) está compuesta de “materia” (hyle) y de “forma” (morphé):
- La materia es de lo que algo está hecho, por ejemplo, una mesa está hecha de madera, esa es su
materia.
-La forma es lo que hace que esa sustancia sea lo que es y no otra cosa, es decir ,es lo que le define,
o lo que es lo mismo, su esencia.
Ambos aspectos , materia y forma, no pueden existir el uno sin el otro. Es decir, una sustancia sólo puede
existir como la unión inseparable de materia y de forma. A esta teoría se la conoce como hilemorfismo.
A diferencia de Platón, la “forma” o lo que es lo mismo “la esencia” no puede existir en una realidad
distinta de las cosas. Por tanto, su concepción del ser se aparta claramente de la de su maestro. Las esencias son
“inmanente”, es decir están en las cosas mismas.

— E l c a m b i o : “ser en potencia “ y “ser en acto”:


En el mundo existen las substancias, pero no como algo quieto o permanente: las substancias están en
movimiento. Ni todo es «ser estático» (PARMÉNIDES); ni «todo es movimiento» (HERÁCLITO). Entre el ser
eleático y el no ser, Aristóteles introduce el «ser-en-potencia», es decir, lo que uno todavía no es pero puede llegar
a ser. Lo que de hecho se es, es considerado como “ser en acto”; “ser en potencia”: lo que todavía no se es, pero
puede llegar a ser “ser en acto”.
Habla también del no-ser absoluto, que hace referencia a la impotencia o incapacidad total respecto a ser
algo: una piedra jamás será un árbol.
Aristóteles indica que no es posible dar una definición estricta de estos términos, sino que hay que
contentarse con ejemplo y analogías. La potencia y el acto están en la misma relación que la semilla y la planta, o
tener los ojos cerrados y ver. La potencia es una forma distinta de no-ser: en efecto, ni una piedra ni una semilla son
un árbol; pero aunque la semilla no-es árbol en acto, sí lo es en potencia (es decir, puede llegar a serlo).
De este modo, explica el movimiento como el paso de la potencia al acto (o «la actualización de las
potencialidades»)
El error de Parménides consistió en no haber contemplado el ser en potencia. El ser en acto no procede el
no-ser sino del ser en potencia; del no-ser no sale nada. si cerramos los ojos no vemos, pero tenemos la capacidad,
la potencia, de ver.
 La Física aristotélica:
La Física fue el principal objeto de estudio de los filósofos Presocráticos. Parménides consideró a la
naturaleza fuente de conocimiento engañoso, (mera "opinión"), pues su filosofía del Ser implicaba una negación de
la naturaleza misma. Para Platón la naturaleza no podía ser objeto de ciencia estricta, porque la verdadera ciencia
sólo podía ocuparse de Ideas (esencias), la consideraba simplemente fuente de conjeturas, sugerencias o mitos
carentes de valor científico. Fue Aristóteles quien dio a la Naturaleza su auténtico valor de fuente para el
conocimiento científico. La naturaleza nos muestra seres compuestos de materia y forma, en movimiento. Es una
fuente de conocimiento valiosa por sí misma, tanto como puedan serlo las Matemáticas (estudian sólo formas
abstraídas de la materia) o la Teología (estudia formas puras que existen independientemente de la materia).
La Física se ocupa de establecer las causas de los seres naturales. La causa o principio radical de cada
cosa es su propia naturaleza.

— L a n a t u r a l e z a ( physis) :
El objeto de la Física es la physis o naturaleza, siendo esta la forma de los seres. Es un principio inmanente
al ser natural: éste posee en sí mismo el principio radical de su desarrollo y de sus transformaciones.
Por eso la sustancia aristotélica no es algo estático, sino un ser en desarrollo, en devenir, en perpetuo
proceso de realización desde dentro de él mismo, desde su propia naturaleza. Esto vale especialmente para los seres
vivos: Aristóteles toma como modelo de la realidad a los organismos vivos, y su pensamiento es fundamentalmente
biológico.
Identifica la naturaleza con el ser propio de las cosas que tienen la capacidad de cambiar a partir de sí
mismas, con su esencia.
Por ello para Aristóteles todos los seres naturales (animados o inanimados) poseen movimiento por su
propia naturaleza. El movimiento o el cambio es un proceso que lleva a dichos seres a su propio acabamiento,
perfeccionamiento (son pues movimientos hacia un fin: concepción teleológica de la naturaleza). El filósofo lo
define como “la actualización de una potencia en tanto que potencia” o, más toscamente, el paso de la potencia al
acto.
Es importante destacar su concepción teleológica de la naturaleza /la naturaleza se comporta de forma
finalista, es decir, que todos los seres naturales tienden a cumplir su fin). Todos los seres naturales tienen una
finalidad determinada por su propia esencia, a la cual aspiran y de la que se dice que están en potencia, así, por
ejemplo, el fin de una semilla es convertirse en un árbol, el del niño, en un adulto.
Según sus propias palabras “la naturaleza no hace nada en vano” Esta concepción teleológica la aplicará
también en su teoría ética, en su explicación sobre la sociabilidad humana y en su teoría política.
Ética: el fin del ser humano es conseguir la felicidad
Sociabilidad del ser humano: el ser Humano posee la palabra con vistas a un fin
Política: la polis es una comunidad natural, es el fin al que tienden las diferentes comunidades. La
polis es una organización humana que tiende a un fin determinado : vivir bien en sociedad. El fin
del gobierno debe ser el bien común

— Teoría de las cuatro causa:


El conocimiento del ser —conocimiento científico, es decir, universal, válido, no una mera opinión,
implica conocer las causas o factores necesarios que explican un proceso.
Aristóteles afirma que es precisamente analizando la noción de "causa" donde mejor podemos captar el
aspecto dinámico del ser. Todo lo que llega a ser tiene una causa.
Aristóteles considera causas a todos aquellos factores que son necesarios para explicar un proceso
cualquiera, todos aquellos principios que hacen inteligible el porqué de cualquier proceso o movimiento y, a su
juicio, ningún proceso queda satisfactoriamente explicado a no ser que se especifique el sustrato o materia al que
afecta, la forma que en él adquiere tal sustrato, el agente que con su acción lo produce y el fin al que el proceso se
halla destinado.
Las críticas de Aristóteles a los filósofos anteriores obedecen al hecho de que la mayoría se fijaron sólo en
una causa:
Tales de Mileto en el agua.
Heráclito en el fuego.
Empédocles en fuego, aire, tierra y agua.
Platón habló de dos causas, la formal (las ideas) y la material, pero estableciendo un abismo entre
una y otra y dejando la forma, las ideas, fuera de las cosas.
Aristóteles, sin embargo, pensaba que era preciso ampliar la propia noción de "causa" para incluir todos sus
aspectos. Hablaba de cuatro causas que explican lo que hay y por qué se mueve.
Las dos primeras son intrínsecas al ser (se dan en el propio ser) y constituyen el contenido de su
explicación de la substancia («hylemorfismo»): son las causas material y formal.
-La causa material es un sustrato indeterminado que puede ser todo, la materia inmanente de la que se hace
algo.
-La causa formal es aquello que hace que la materia indeterminada pase a ser algo determinado.
Toda substancia física es un compuesto de materia y forma, inseparables en la realidad; sólo separables
racionalmente. La materia ( de lo que algo está hecho) es potencialidad (puede llegar a ser de diferente modo, por
ejemplo, la madera) que actualiza la forma (la esencia de mesa hace “de hecho “ “ser en acto” que una sustancia sea
una mesa y no otra cosa).
Las otras dos causas extrínsecas (se dan fuera del ser ) son:
- Eficiente: agente productor del movimiento, cambios o transformaciones. Si no hay causa eficiente
nunca podría haber movimiento o cambio; es el que hace que pase de una forma a otra.
- Final: el fin por el que se hace algo; hacia lo que tiene el movimiento. Influye sobre el agente
determinando el sentido concreto de su acción, todo movimiento, todo cambio se hace siempre con vistas a
un fin.
En los seres artificiales, como una estatua, las cuatro causas son diferentes. En los seres naturales, las
causas formal, eficiente y final coinciden: La forma es, a la vez, causa eficiente y final porque es la esencia o la
naturaleza propia de algo la que determina su desarrollo y transformación hasta conseguir el fin que le es propio.
Un ser humano, por ejemplo, ya lleva en su código genético la forma (humano) y esa misma forma determina a sí
misma como agente en función de las leyes de la propia vida y el fin (llegar a ser humano) Un feto humano se
limita a desplegar su esencia, a actualizar su potencia.

 Concepción antropológica
En su antropología, Aristóteles parte de una concepción dualista semejante a la de Platón, de la que se
separa hasta afirmar que el alma está tan unida al cuerpo que, a su muerte, desaparece con él.
Todas las actividades que se consideraron propias del alma, son actividades que ésta no puede realizar sin
el cuerpo. No parece posible considerar al alma como algo separado del cuerpo. Así pues, cuerpo y alma
constituyen una sola substancia y están entre sí en la misma relación que la materia y la forma. El alma es la forma
del cuerpo, y, por tanto, el principio de su actividad. Guarda la misma relación con el cuerpo que la vista con el ojo:
“Si el ojo fuera un animal, la vista sería su alma”. De esta concepción del alma deduce Aristóteles que es mortal.
El alma es el principio de vida, es esa fuerza interior o principio de movimiento intrínseco que permite la
actualización de las potencias. Al entender de esta manera al alma. como principio de vida, Aristóteles entiende
que todos los seres vivos no inertes, tienen alma. Sin embargo no debemos entender que el alma se divida en tres
partes, como ocurría en Platón, sino que se trata sencillamente de funciones diversas que van del grado más bajo al
más alto, con unas funciones específicas que, jerarquizadas de inferior a superior, son:
- ALMA VEGETATIVA, propia de las plantas (nutrición,
crecimiento y reproducción), aunque también está presente en los
animales y en el hombre. Ella es la causa de todos los
movimientos que tienen como fin las funciones de nutrición, de
crecimiento o desarrollo y de reproducción.
- ALMA SENSITIVA, propia de los animales (sensación, deseo,
locomoción, imaginación y memoria)
- ALMA RACIONAL (entendimiento agente y entendimiento
paciente), específica de los humanos. Así pues, ejerce las
funciones (o potencias) de la vida vegetativa, de la vida sensitiva y sus exclusivas funciones
intelectivas: entendimiento y voluntad.

 EL conocimiento
Para Platón, las Ideas son los universales, anteriores a lo particular material y concreto. Esto no es sino
«copia» imperfecta de lo universal, participación de la Idea; el conocimiento es reminiscencia de lo que el alma ya
sabe de antemano; el conocimiento va, pues, de lo universal a lo particular. Para Aristóteles el proceso es a la
inversa: de lo particular a lo universal; al no admitir la preexistencia del alma, ha de afirmar que todo
conocimiento empieza por los sentidos.
Aunque Aristóteles, siguiendo a Platón, destaca la superioridad del conocimiento intelectual sobre el
sensible, tal como algunos filósofos presocráticos y el propio Sócrates, defiende que todo conocimiento comienza
con los datos sensibles que nos proporcionan los sentidos (a lo que captamos a través de ellos lo llamamos
experiencia). Tampoco acepta la contraposición entre conocimiento sensible y conocimiento inteligible al
considerar que ambos en colaboración contribuyen a alcanzar la verdad. Tampoco admite la existencia de un
mundo de ideas (inteligible) separado del que está al alcance de nuestros sentidos (mundo sensible) y rechaza la
idea de la existencia del alma anterior al nacimiento, por lo tanto, tampoco puede admitir la teoría platónica de la
reminiscencia. En definitiva, el conocimiento intelectual es continuación del conocimiento sensible, y por lo tanto
las ideas no están ya en alma, sino que son producto de la "abstracción" a partir de las imágenes o datos
sensibles.
Sólo en la medida en que hay un conocimiento sensible se produce el conocimiento intelectual: «nada hay
en el entendimiento que no haya pasado antes por los sentidos».
Aristóteles está de acuerdo con la existencia de ideas (universales, esencias), pero no como realidades
separadas de las cosas, tal como defendía Platón cuando postulaba la existencia de un mundo inteligible separado
del sensible. Las ideas son, según Aristóteles, conceptos universales formados por inducción y abstracción gracias
a la actividad de nuestro intelecto: cuando mediante la observación captamos determinados elementos comunes en
un determinado número de objetos, llegando a la conclusión de que pertenecen a una misma clase a pesar de las
diferencias accidentales. Por ejemplo, llamamos aves a todos aquellos animales que tienen plumas y alas,
independientemente de que vuelen (golondrinas) o no vuelen (pingüinos), o sean domésticos (gallinas). "Ave" es
un nombre que designa la esencia de una clase de individuos.
Pero según Aristóteles, la esencia no puede estar separada de la cosa de la que se predica. Si separamos la
esencia (lo que hace que una cosa sea tal cosa y no otra) de la cosa, dejan de existir. Aristóteles entiende, así, por
universal el término con el que se designa una clase de objetos, por ejemplo: el término hombre , que designa a una
clase de animales es considerado por Aristóteles como una "especie". El término animal , más general que el
anterior, designa un modo de ser vivo, y es considerado por Aristóteles como un género. Tanto la especie como el
género son universales. Por definición entiende la descripción de la esencia permanente de una cosa, por ejemplo,
decir que: "El hombre es un animal racional", independientemente de que estemos o no de acuerdo, es un intento de
definir lo esencial del hombre.

 É t i c a ( Eudomonista)
Aristóteles sitúa a la ética entre los saberes prácticos (junto con la política y la técnica). En ella, parte del
principio de que el fin último del ser humano es la felicidad, puesto que la felicidad se busca por sí misma, mientras
que las demás cosas se buscan por ella, para conseguirla. Hasta aquí todos estamos de acuerdo. Pero ¿en qué
consiste la felicidad?
La ética aristotélica no se entiende al margen de la política, pues el individuo no se concibe de modo
aislado, sino como un ente social, necesitado de la familia y la polis para conseguir su propia perfección.
El conjunto de la Ética y de la Filosofía Política aristotélicas se conoce como Filosofía Moral.
Los puntos centrales en los que se articula la ética aristotélica son: el bien, la felicidad, la virtud, y la idea
de término medio.

— El Bien y la Felicidad:
Para Aristóteles cada actividad tiende a un fin (objetivo) que es su bien; pero las actividades de los seres
humanos son de lo más variado y persiguen fines diferentes. Habrá que determinar cuál es el fin último del hombre,
su bien supremo.
El bien es plural, en contra de Platón (hay muchos tipos de bienes). Lo bueno o malo está en función del fin
del ser humano.
El fin -que coincide con el bien- es en definitiva aquello a lo que se tiende, es algo dinámico, es lo que
impulsa. Su concepción teleológica de la naturaleza, estará presente así mismo en su teoría ética. La ética
aristotélica es por ello una teoría finalista o teleológica.
El bien supremo -fin último del ser humano- es la FELICIDAD («eudaimonía»); siendo esta lo que se
busca por sí misma, que no se subordina a nada; las demás cosas se buscan, en última instancia, en función de la
felicidad, para tratar de conseguirla; son medios para algo; la felicidad es autosuficiente, realidad única y bien
definitivo.
La felicidad es un objetivo complejo al que deben contribuir otros bienes menores sin los que sería
imposible alcanzarla. Aristóteles distingue a este respecto:
a) Bienes externos: riqueza, honores, fama, poder...
b) Bienes del cuerpo: salud, placer, integridad...
c) Bienes del alma: la contemplación, la sabiduría...
Pero en qué consiste la felicidad: ¿el placer? ¿los honores? ¿la salud? ¿la riqueza...? Ciertamente todo esto
son medios necesarios — Aristóteles niega que se pueda ser feliz sin bienes materiales, salud, fortuna...—, pero no
se pueden confundir con la felicidad. Para saber qué sea el bien supremo del hombre (lo que le alcanza la felicidad),
Aristóteles recurre a su concepción de naturaleza: el bien (fin) de cada cosa sólo puede consistir en la realización
de la función que le es propia; por ej.: el bien del bolígrafo es escribir, el del cuchillo es cortar, el del ojo es ver...);
el bien del ser humano consistirá en aquella actividad que realice adecuadamente la función que le es propia; no se
trata de algo caprichoso, sino que ya le viene determinado por naturaleza: es decir, el cumplimiento más perfecto
posible de las exigencias de su naturaleza.
¿Cuál es, pues, la actividad propia del ser humano? Lo primero es vivir, pero esto también es común a
animales y plantas; lo segundo sentir, común con los animales; lo propio y exclusivo del hombre es razonar.
EL HOMBRE SÓLO SERÁ FELIZ SI REALIZA LA ACTIVIDAD INTELECTUAL QUE LE
ES PROPIA; UNA VIDA SERÁ FELIZ SI ES CONFORME A RAZÓN.
Esta actividad intelectual en que consisten la felicidad y el bien supremo del hombre, no es pura reflexión
teórica o abstracta, sino que incluye también una sabiduría práctica.
La felicidad no consiste, pues, en poseer, ni en ser, sino en saber vivir conforme a la virtud perfecta (areté),
es decir, en desarrollar correctamente la función característica del hombre —actividad racional— que debe dirigir y
regular todos los actos de la vida humana. Así, la virtud de la sabiduría es la que proporciona al ser humano la
verdadera felicidad aunque debe conjugarla con otras virtudes y con los bienes exteriores.

— La virtud
La felicidad del hombre no es producto del azar ni regalo de los dioses; es una actividad, una conquista,
que consiste en vivir conforme a la naturaleza humana. Al hablar del alma humana se estableció la existencia de
funciones vegetativas, sensitivas y racionales.
El alma racional es pensante o cognitiva («dianóia»); el alma sensitiva es apetitiva o volitiva (quiere,
desea...); habrá por tanto virtudes intelectuales (areté dianoética: sabiduría, prudencia, arte...) y virtudes éticas o
morales (fortaleza, justicia, amabilidad, etc).
• Las virtudes dianoéticas (intelectuales) se adquieren a través de la educación y se relacionan con
la parte racional del alma. Las principales son el entendimiento, ciencia, sabiduría, arte y la
prudencia, esta última es fundamental para la ética porque es la capacidad para discernir y hacer lo
bueno o lo malo.
• Las virtudes éticas se adquiren a través de la costumbre o el hábito cuyo fin es dominar la parte
irracional del alma (vegetativa y sensitiva). Sin ellas sería imposible la convivencia. Las más
importantes son: fortaleza, templanza y justicia.
La virtud procede del hábito, no es innata ni espontánea; requiere un esfuerzo de la voluntad que actualice
en el ser humano la «disposición permanente a elegir en cada caso lo más adecuado para nuestra felicidad y
perfección». Las virtudes morales serán hábitos de decidir lo mejor; las dianoéticas, de conocerlo.
La virtud, como hábito que engendra la costumbre: no consiste en actos aislados o mecánicos, se trata de
una disposición permanente del espíritu; a la virtud no le basta con conocer el bien (como afirmaba intelectualismo
de la moral socrática); necesita además una deliberación y una elección voluntaria y libre.
Aristóteles define la virtud moral como «una disposición a decidir el
término medio adecuado para nosotros, conforme al criterio que seguiría el
hombre prudente». La buena elección nos sitúa en el «término medio»; la virtud
se encuentra entre dos vicios: el uno por exceso y el otro por defecto (así, la
valentía está entre la cobardía —vicio por defecto— y la temeridad —por
exceso—; la templanza en el placer está entre la abstinencia y el desenfreno; la
generosidad, entre la avaricia y la prodigalidad; la gentileza, entre la grosería y
la adulación; la afabilidad, entre la indolencia y la irascibilidad, etc). Pero el
término medio no es igual para todos, cada uno haciendo uso de la prudencia debe determinar cuál es el suyo.
La virtudes éticas más importantes son las prácticas, y sobre todo, la prudencia, virtud que le dice al ser
humano cuál es el término medio adecuado, sin caer en el exceso ni en el defecto. La persona que carezca de
prudencia —por ser joven o por falta de capacidad— ha de seguir las orientaciones del «hombre prudente» a la
hora de orientar sus virtudes morales.
Las virtudes dianoéticas (intelectuales) más elevadas son las contemplativas que tienen por objeto la
captación de la verdad que proporciona la sabiduría. Esta para Aristótels, es fin en sí misma, no sirve para nada más
allá de sí misma. Por eso es el fin más elevado a que se puede dedicar el ser humano, porque no es medio para
nada.
La contemplación, como actividad superior, proporcionará la máxima felicidad que le cabe al hombre; por
tanto, mayor será la felicidad, cuanto más nos dediquemos a la actividad de contemplación. Pero se asegura, en
sintonía con el contexto sociocultural de la época, que no todos pueden acceder a la vida contemplativa: mujeres,
esclavos y los «embrutecidos por el trabajo manual» quedan excluidos.
Dentro de la polis habrá personas ─los mejores─ que desarrollarán perfectamente su naturaleza mediante la
ciencia teórica y que servirán de «hombres prudentes», modelos a seguir, para los demás.

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