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Tres lecturas interesadas sobre Las bacantes de Eurípides

Luis Romani

La obra me gusta por la presencia del espíritu dionisíaco apoteósico; lo que también me
equivale a decir, me gusta el asesinato en medio de una fiesta. Las bacantes es
protagonizada por un ser pícaro e inexorable, perverso y coqueto como todos los dioses;
egocéntrico y celoso, vengativo, caprichoso, el ser de la sonrisa temida. Al igual que
Jesucristo, Dioniso también hace brotar vino del agua. Ambos, hijos de padres
colosalmente famosos. El hijo de Zeus negado por todos es acusado de ser producto de un
adulterio tramposo gestado por su madre.

Dioniso no es un dios, según los nobles de Tebas. Pero lo es, y para demostrarlo lleva a
cabo un juego de revancha. Primero conduce al delirio báquico a las mujeres; luego,
aparece en la ciudad, acepta un arresto, una vejación (sigo hablando de Dioniso, no de
Jesucristo) y todos los mortales siguen la trama que él mismo ha tejido. Todo como parte de
la broma cruel pensada para poner orden a los tebanos. Pero nada de eso realmente es de lo
que me interesa hablar…

1ra. lectura a colación de mi proyecto

Dioniso es todo lo que mi protagonista no es. Dioniso es frívolo y astuto. Su historia está a
flor de piel, en el aquí y ahora: la estructura de la tragedia griega donde todo ocurre en el
lapso de una jornada. En mi proyecto no puedo convertir a iracundo tan rápido al chico,
necesita tiempo.

La adolescencia es adolecer. Adolecer es sufrir. Ser joven es en sí mismo una tragedia


fascinante. Jamás vi a Dioniso padecer, solamente divertirse. Es el diablo; incorruptible y
definitivo. Le preocupa la opinión de los demás, antes que la de él mismo y sus seguidores.
Ni siquiera cuestiona la voluntad de su padre acerca de que las cosas sean siempre así
(interesante: un dios debería poseer un libre albedrío más ambicioso). Tampoco se
conmueve ante la tumba de su madre, la asume un pleno recuerdo para argumentar su
verdadera sangre inmortal. Su problema es con el exterior.
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Yo creo que la mayor lucha que le puedo dar a mi personaje adolescente es contra sí
mismo… y contra la leyenda que lo ha parido… Eso sí, las tragedias griegas me han
dictado que todo problema de la vida es consecuencia de algo que apesta en el origen.

Dioniso y mi personaje se parecen y la vez nada. Uno es lo que el otro no. Ambos son hijos
de mitos. Todo el tiempo juzgados por su origen. Su nacimiento mismo es una concepción
trágica. De repente he pensado que Henrich (mi personaje) debe vengarse de todos los
cadetes de la academia, pero a él no le importa ese mundo, lo que quiere es salir de allí.

Las bancantes sería la antítesis de mi obra (ya sé que todavía no está terminada), pero
admito que la idea de ser exuberante, más salvaje y radical me sigue atrayendo. Solamente
que no son las aguas por las que mi personaje se está moviendo mejor. Todavía no.

2da. lectura a colación de mi proyecto

Hay otra cosa que me llama la atención de una revisión de Las bacantes: el tono. ¿Alguien
sabe cómo se lee una tragedia griega? ¿Cómo se lee hoy día una tragedia griega? ¿Cómo
evocar aquel tono solemne de épica y seriedad donde lo que se está diciendo pareciera la
verdad absoluta en el mundo, a la par que se dicen las cosas más bárbaras?

Hoy Las bacantes me parece un melodrama violento y gore. Todo el lenguaje es


desmesurado, puntual en cuanto a lo descriptivo del asunto y sus propósitos en la secuencia.
Creo que es difícil concebir algo dramático en el drama sin caer en el patetismo o en lo
postizo, lo de por sí artificioso del teatro. Por eso, siempre me he desplazado mejor en los
territorios de la comedia. Ha sido más sencillo tener el control ahí; sólo que ahora, mi
proyecto parece estar ubicado en un área limítrofe y, curiosamente, no quiero la comedia.
Tampoco busco un realismo, al fin y al cabo, estoy contando algo muuuuuy falso.

Todavía no sé cómo estoy leyéndome ni cómo están sonando los personajes. No sé cómo
lograr verosimilitud, hacer que suene real y al mismo tiempo que haya algo de inquietante
y peculiar en todo esto (pues sé que lo que cuento, no pasó en el mundo real, pero tampoco
es descabellado suponer que pudo haber ocurrido así).

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El melodrama en su sentido más llano es “la exaltación de las emociones”, patéticas, agrego
yo. Lo patético, para mí, es cierta ternura con desprecio. Me gusta que los personajes sean
emocionales. Descubrí que hay algo lindo en hacerlos un poco patéticos. El hallazgo en su
contrapeso, me está resultando fructuoso (hipotéticamente. Falta aplicar la idea).

3ra. lectura a colación de mi proyecto

Las bancantes es una lección del dios hacia los mortales; a Cadmo, Ágave y a Penteo a
quien engaña de la peor forma. Importante señalar que Penteo también muere por soberbio.
La soberbia es la que lleva a los hombres a la ruina. Dioniso tiene su soberbia, pero a él no
lo conduce a nada, salvo a la majadería de hacer sufrir a los mortales. El hijo favorito de
Zeus es incólume.

Me gusta la noción de pensar que el protagonista de la tragedia siempre es un villano


castigado. En ésta, un verdugo cuasi masoquista. (Me recordó al villano de las películas de
terror gore Saw, el anciano que permite ser vejado mientras tortura a sus víctimas y darles
así una lección de vida).

Lo que destaco de esta última reflexión es que Dioniso castiga a Penteo a través de un
travestismo significativo. Toda la obra trata de la elaboración y ejecución de un castigo:
engañar a Penteo, disfrazarlo de bacante e infiltrarlo en la cima del monte donde las
mujeres padecen el orgiástico delirio. Ahí, Ágave (madre de Penteo) comienza el sacrificio
y matazón de su propio hijo a quien confunde con un león. El castigo es ejecutado, la
venganza hecha, Dioniso, la fiera mansa, gana y la nobleza de Tebas vive el clímax de su
tragedia. Catarsis a la griega. En mi proyecto me he dado cuenta de que la humillación no
funciona para castigar al personaje. No es el recurso para hacerlo pagar nada… creo que
quizás es el medio para liberarlo.

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