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VIOLE.

NCIA Y PIACER EN TORNO A


Dr¡rcES coMPA¡ri¿s DE Oscen Lmne

Antonio Marquet*

El principio del Mal no es moral; es un principio de desequili-


brio y de vértigo, un principio de complejidad y de extrañeza,
un principio de seducción, un principio de incompatibilidad, de
antagonismo e irreductibilidad... cualquier intento de redención
de la parte maldita, de redención del principio del Mal, solo
puede instaurar nuevos paraísos artificiales, los paraísos artificia-
les del consenso que sí son un auténtico principio de muerte.
(p. 116)

I iera pone en el escenario a la víctima con su de ocurrir a una buscona, a un homosexual, a una
victimario; despliega algunas de sus diferentes mujer que no rechaza el gruppen Ser, en la medida
II
IJ estrategias y diversos desenlaces: crimen, locu- en que sólo el otro es el sádico o el masoquista, ése
ra, suicidio al punto que el escenario se transforma que aparece en el escenario, mientras el espectador
en escena del crimen en los cuatro paneles que queda certificado, exonerado, purificado por el sólo
conforman Dulces compañías . Ello obliga al audito- hecho de ver los excesos a los que él -supone- no
rio, al lector a reflexionar sobre su función como se entregaría. Así consolida su ilusoria certidumbre
espectador mudo de la violencia. El encono del es- de que "eso" a él no le puede ocurrir: por la senci-
cenario, no es diferente del que ocurre en la calle, lla razón que él no invita a extraños a su casa. El
en la intimidad, en el espacio social. En una socie- teatro reproduce la situación de la sociedad, es su
dad que vive en una particular tensión, Liera recrea espejo con la diferencia de que el espectador es
la pasividad ante la violencia de la vida cotidiana consciente de su búsqueda de placer v - habría que
donde solemos comportarnos también como espec- agregar de los riesgos que ello implica. El hombre
tadores inmóüles, indiferentes, mudos. Lo que su- de la calle 1o negaría.
cede en el escenario social se reproduce, "al pie de Las cuatro obras que conforman las Dulces compa-
la letra" en el escenario teatral. ¿El espectador es ñías no pueden ser vistas como algo muy peculiar,
cómplice de los üctimarios, de "el Tipo", de Andrés, algo remoto, excesivo, radicalmente diferente de 1o
de Isabelle y Angélica? En cierta forma sí, en la me- que sucede a una gente "normal". A través de estos
dida en que es uo)eur y concluye que ese tipo de personajes Liera reflexiona sobre las relaciones hu-
muerte de las víctimas de Dulces compañías sólo pue- manas, en particular sobre el amor desde la óptica
de la violencia. Por ello es necesario ver con
detenimiento cada una de las piezas, descubrir las
* UAM-A, Departamento de Humanidades. motivaciones de los personajes. Lo que irrumpe en

TEATRI 123 Fur,xrrs HuueNÍsrICAS


el escenario no puede ser banalizado, ridiculizado, te unidos por una relación homosexual, justamente
minimizado porque esa indiferencia justamente es lo que no eriste, o por lo menos José v Andrés no
un mecanismo que fomenta la r,iolencia. lo quieren admitir o no lo pueden asumir. Matilde
Allí, en ese entredós que suponen las compañías, desea con tal fuerza su hijo que en nombre cte él
se produce el asesinato, el brote psicótico, el suici- reorganiza su vida r. se forma Lln nuevo pro\.ecto
dio, el filicidio, el terror, la desestabilización subje- vital. De tal lnanel'a, los personajes se ven arrastra-
tiva, el r,uelco sin retorno. Todo ello en rnedio de dos por el deseo aunque sólo en el caso de Andrés,
la mayor crispación, del horror, de la mayor angrrs- para su desgracia, se cumple a costa de la razón y
tia y soledad; en un sitio tan aislado que nadie pue- de la vida de los dernás. Así cada uno demanda al
de aportar socorro: en "A1 pie de la letra", los otro lo que menor posibilidades tiene de obtener.
vecinos acuden cuando es demasiado tarde. Con sus El triángulo consrittrido entre Matilde, José r' An-
"dulces compañías", Liera aborda la relación como drés desemboca en la mrrerte, la locura v el crimen.
algo pasajero, imposible, violento. placer y muerte Matilde es asesinada "involuntariamente"; José es
quedan unidos de una manera inesperada, radical, arrebatado por lo que ptrede considerarse como ur-r
brutal. En los cuatro casos, el placer muestra sll ros- brote psicótico (si sar-rara sería acusado por lo rne-
tro más ilusorio; Ia muerte, el más definido. nos de cornplicidad en el doble asesinaro)t Anclrés
sin duda ptrreará en la cárcel un cloble asesinato. El
protagonista de "Al pie de la letra" sigtre trn deseo
que lo lleva a un confín insospecltado. intprevisible.
Las tres dimensiones de la letra extremo v que al mismo tiernpo 1o confronta consi-
go mismo. El triángulo amoroso se disuelve en la cel-
Incerti quo fata ferant da, la tumba y el pabellón psiqtriátrico.
Virgilio confinamientos organizados por la ler', la r-icla v la
razón. ¿Cómo se transformó en esto aquellas expec-
En nombre de un deseo masculino qlre no neuocia, tativas iniciales, alentadoras para el deseo de cacla
que calculadoramente no se verbaliza, se comete un uno? ¿Por qué es tan abrupto el contraste entre la
doble homicidio, el de Matilde y de "el producro,, situación inicial de la pieza y su desenlace?
en "Al pie de la letra", pieza que abre el cuarteto Un elemento responsable de la desestabilización
Dulces compañías de Oscar Liera. No simplemente se subjetiva es, sin duda, la incertidumbre con la que
trata de una concatenación de deseos imposibles en (se) .juegan,y que alimentan los personajes hasta
la que cada uno de los personajes anhela del otro provocar la violencia. Confusión de las relaciones
justamente lo que no puede ofrecerle:
José ama a afectivas; amordazamiento de los deseos, incertidum-
su amigo Andrés el cual desea practicar un legrado bre sexual, incertidumbre de la paternidad. Tál im-
a Matilde quien, a su vez, ilusionada con su mater- precisión se combina con el engaño y el autoengaño.
nidad, fantasea con su futuro hijo. En ese triángu- José se ve obligado a sofo car la manifestación de su
lo, la correspondencia o por lo menos la amor a Andrés. Y por ello se ve precisado a ller-ar
coincidencia resulta imposible:José ama en Andrés un juego de manipulación para aproximarse a él: le
justamente lo que éste no podría concederle; aque- ofrece como señuelo a mujeres, lo que menos le
llo que desarticularíala definición sexual que Andrés interesa a é1, pero restrltan imprescindibles para
cree tener: desde el inicio Andrés adüerte aJosé que poder besarlo ocasionalmente y ser testigo de su
"si un día quieres echar a la vieja debajo de la cama placer sexual.
y quedarte nomás conmigo te chingas, porque a eso Si Andrés se deja engañar -por conveniencia-,
yo no le hago" (p. 576). Andrés desea eliminar aque- Matilde, no: ella descubre en José y Andrés Lrna re-
llo que haría la felicidad de Matilde y ésra desea un lación amorosa. La reconoce, la verbaliza, la acepta
hijo de dos padres que ella supone conscientemen- y la promueve. Por habérsela manifestado tan directa

Furxrrs HuuaxÍsrrcAs 124 rEA't-Ro


y espontáneamente, no pnede clescartarse tajante- tubeos dice que 'Yo sí amé a una chava, en el cole-
mente el hecho de qtre tttro de los rnór-iles del ase- gio; era preciosa, como el amanecer en el bosque
sinato de Matilde l-rava sido también el violento cuando íbamos de campamento. Se llamaba Rosa v
recltazo de Andrés de los tintes hornófilos que ca- la acariciaba, y ella a mí y nos besábamos tantas
racterizan su relacióu "amistosa" con José. Términar veces..." (p. 578-9) Sin embargo, siendo bisexual, el
"accidentalmente" con \Iatilde significaría deshacer- patrón de las relaciones que menciona es con ho-
se de quien lo sabe, de quien lo pudiera propalar mosexuales: con Rosa, y por otro lado con Andrés y
de la misma manera que a elios les refirió Nlatilde José, a los que ella considera homosexuales. Matilde
su relación homosexrtal con Rosa, por ejemplo. cumple con una función de filtro que confronta a
En una pieza en que homosexualidad y los amigos: su aparición promueve la conciencia, o
heterosexualidad son colocados en ttn primer plano, por lo menos aporta un punto de vista desde el cual
el único personaje movido por amor, José debe re- no hubieran querido ver las cosas Andrés ;, José.
currir a una estrategia elabo- Frente a Matilde, Andrés y
rada, al trío como coartada ¡ r:r¡
i:tlf,\fl:
José se encuentran en el ex-
para estar con Andrés. Sien- tremo opuesto: no pueden
do el úrnico homosexual, a él poner en palabras su amis-
no le importa el tercer ele- \ §:li Y {} §itx tad o atracción. Incluso una
mento pero sabe que sin ese condición para que perviva,
tercer elemento -que debe es que la homosexualidad
ser femenino- sería imposi- e
?-' no se mencione siquiera y
ble acercarse a Andrés, satis- É .|osé se ve obligado a utilizar
facerse en el voyeurismo. subterfugios para unirse a
! E
Paradójicamente, José desea .í '., Andrés. Andrés yJosé sostie-
estar en la posición de ; nen una relación que re-
Matilde, un sitio al que él t= ; qurere de una lnterme-
-::

u diación, la presencia del


mismo no r,uelve la mirada; "New York". 1999. 100 x 120 cms., acrílico s,/t.
sitio vacío para Andrés quien otro femenino, que sólo en
se complace tan sólo en la rotación incesante de pa- apariencia sería garante de la heterosexualidad, aun-
reja femenina, y sin embargo conserva a su compa- que de hecho permite la homosexualidad; que José
ñero cle juerga. y Andrés se desnuden y que sus bocas se encuentren
Sin rnostrar prejuicios sexuales convencionales, en el vientre de Matilde. Támbién ellos necesitan de
Matilde promueve la bisexualidad: Reconoce que un orden de la apariencia en el que el reflejo de lo
tuvo una relación homosexual con Rosa en el pasa- permitido aliente la práctica de lo prohibido. Andrés
do; y habla con satisfacción de su relación hetero- yJosé no pueden continuar unidos sin un tercer ele-
sexual dentro de un triánsulo sui generi.s con dos mento que funcione como pantalla encubridora de
"heterosexuales" que mantienen relaciones al mismo su deseo, de su afecto. Tal cortina de humo se des-
tiempo con ella. Nlatilde está por el goce sexual, más vanece con las palabras tajantes y directas de
allá de las limitaciones heterosexuales, y de las exi- Matilde.
gencias monogámicas. Se manifiesta por la apertu- ¿Cómo pudo terminar de esa manera tan violenta
rayla tolerancia: "Les propongo hacer el amor... sin lo que al principio era tan sólo fiesta? ¿Cómo pue-
inhibiciones", le ofrece a la pareja que ha planeado den saldarse tan calamitosamente las expectativas de
despojarla del hijo que espera. Abierta, directa, es placer de los tres personajes? Al inicio encontramos
capaz de poner en palabras slrs afectos y su historia a Matilde exultante con su ingravidez; y aJosé feliz
amorosa. No tiene dificultad para pasar de registros al lado de Andrés; parecería que a Andrés sólo tie-
tolerados a otros considerados como un tabú; sin ti- ne que obtener su título, poner su consultorio y

T-F:AT-R) 125 Funxrns Hutr,texÍsrlcAs


disfrutar de la vida. No lo atormentan problemas ("aleccionado por el espíritu santo" p. 578). Aque-
graves siendo buen tipo, joven; estando generosa- llas proporciones genitales organízarían por una
mente provisto por la naturaleza... Sin embargo, parte el deseo, por otro promueven una serie d.e
todo termina en un lapso corto. Las expectativas fantasías que organizan la falocracia de Andrés; ge-
iniciales son canceladas. neran en última instancia la violencia y en una pa-
Demandar al otro lo imposible, lo que pone en labra dan un sentido al deseo que circula "al pie de
tela de juicio su identidad, su equilibrio; y valerse de la letra".
la apariencia de lo permitido para acceder a una Desde la primera pieza, dos palabras son repetidas
práctica prohibida: tales serían los pies que sostie- hasta desgastarlas de sentido: Andrés repite "ética";
nen a la letra. Juzgado por el título de la pieza que
José repitió "humano"; la subversión del orden se
abre el cuarteto lierano, se trata de operar opera en un espacio, una garQonniire o una leonera,
escénicamente en el registro de la literalidad. Su en que esas dimensiones, la ética y la humana, han
escenario está allí, donde la letra se alza para recla- caído para ceder ante el deseo falócrata. La sabidu-
mar su derecho y por lo tanto, cada uno de los pa- ría salomónica se hizo célebre por encontrar la au-
neles que forman las Dulces compañías -es una téntica filiación materna del niño presentado en
posibilidad de lectura- son los cuatro puntos cardi- disputa. En la obra de Liera, a ninguno interesa el
nales que establecen las coordenadas de su territo- hijo, tan sólo a Matilde. Y si algo se disputa en ror-
rio. no a é1, es justamente su derecho a la r-ida.
José r'-\rdrés mantienen un discurso especular: se "El producto" viene a transformar el eqtrilibrio al-
aprecia sobre todo en la repetición de ciertas frases. canzado por el triángulo 1, sobre todo el carácrer
\o tan sólo el saludo, con el que empieza la obra encubridor de la palabra, del deseo. \fatilde ser-rala
("¿Qué tal/ Qué/ Pura madre/ Puta", -casi un eco), que "Los machos prueban su virilidad embarazanclo
sirro con la pregunta sobre la vergüetza ante el cuer- a la vieja"; y u pesar de ello, parecería que ese silo.
po desnudo del otro. José: "¿Ya no te inhibe verme gismo no es compartido por Andrés. La rnuerte. la
desnudo? (p. 575); Andrés: "¿Ya no te apena verme locura, la cárcel viene a borrar esas apariencias en
enctrerado?" (p. 576); así mismo, José y Andrés co- las que se mueven los personajes. Un acto riene a
inciden en señalar "Todo en su sitio" (p. bZ{; tam- terminar todas las elucubraciones, los engaños r-los
bién las reflexiones sobre la palabra "ética,, y autoengaños.
"humano" se complementan. No sólo porque com-
José deseaba al niño, aunque no era consciente de
parten el departamento, a las mujeres, el mismo alibí ello. Sólo dentro del delirio adopta una posiciór-r
del triángulo para enmascarar la relación homo- materna, otro imposible, que él enúdia en Matilde.
sexual, o incluso por el carácter indecidible de la Andrés vanamente intentará ocultar el cadáver cle
paternidad, más que de una relación homosexual o Matilde... La posibilidad de establecer nuevos trián-
amistosa, lo de José y Andrés es del orden de la gulos queda cancelada con la irrupción de los veci-
fusión. Esto parece evidente a Matilde quien aguda- nos. Si los personajes masculinos se negaban a
mente señala'Yo no sabía en dónde terminaba una asumir alguna responsabilidad (Andrés: "un hijo
boca \i comenzaba la otra; era como si fuera una implica una responsabilidad que en este momenro
sola." (p. 579) Cada uno de ellos riene una función ninguno de los tres podemos asumi.". p. b79), aho-
diferente v complementaria. José es el escanciad.or, ra no podrán evitarla en forma de castigo.
el que promueve el placer ("Vámonos emborrachan- En ese laberinto, Matilde había aportado la única
do v lo dejamos para otro día" p. b77), qrizá quien posibilidad ética que aparece en el horizonte de las
consigue al tercer elemento. Andrés decide, planea,
ordena;José ejecuta las órdenes, se somete. Uno es
un "\'Ionstruo de la naturaleza", para emplear el 1 Las indicaciones escénicas comienzan con la frase "Reco-
rremos la vista sobre antiguos mapas colgados en la pared..."
eufemismo que utiliza Matilde, el otro es "espiritual,, (p. 602)

Furxrus Hur,r-rxÍsrrcAS 126 rEArRo


Dulces compañías: el compromiso con el otro, al res- propósito didáctico era enseñarle que es muy peli-
ponsabilizarse con Rosa. con Anclrés v José, y final- groso llevar a desconocidos a su casa; en señalarle
mente con "el prodtrcto". Nluerta Matilde, cancelada que hay tipos "mala onda" como insistentemente 1o
esa posibilidad de compromiso con el otro, se des- repite en esta pieza y en la siguiente. Se trata de una
atará una serie de crírnelles en el cuarteto lieriano. lección de moral. Además de la vejación implícita
que ello conller,a, el tipo opera una doble inversión:
si la maestra esperaba placer, encontrará la muerte.
Por otro lado había que arrebatarle la autoridad
Geografía del deseo moral que como profesora podía tener; mostrarle
que había algo qtre él le pr,rdiera enseñar y desde
En las indicaciones escénicas, Liera insiste en que cle esta perspectiva nesarla también como Inaestra. Por
las paredes deben colsar mapas, de portttlatros: otro lado, desde la perspectiva del tipo, al conver-
mapas antiguos que sin ernbargo, no describeu un tirla en alumna la despoja de la supuesta arrogan-
camino viable para la protagonista, encerrada a clo- cia que él le echa en cara. Queda claro que no desea
ble llave con rur asesino serial en "Bajo el silencio"l nada preciso el tipo. Su deseo depende de las cir-
que parte de principios contrarios de "Al pie de la cunstancias de la r,íctima. La estrategia del asesino
letra". A pesar de ser maestra, o por ello, a Nora no responde a un patrón: burlar al otro, tnostrarle su
le interesan los r-riños -r' también por ello va a lno- inconsistencia, destrtrir las bases sobre las que des-
rir; por otro lado, el asesino carece de las climer-rsio- callsa srr segtrridad. Por ell«r picle el tipo que le cuen-
nes penianzls tan insistentemente señaladas en la te aleo. Si Nora accecle a nArral', corno efectivamente
prirnera pieza. En cuanto al conflicto se anuda porque lo hace, ser:á un índice cle la sumisión de la maes-
el tipo fue un niño no deseado; mientras que el mo- tra, de clue el asesino se ha adlreñado de la situa-
tor de la primera es la vida o muerte del producto. ción. Al mismo tiempo, cr.talqttier cosa qtre Nora
Cada una de las aciones de Nc¡ra será trtilizada en cuente será utilizado contra ella. Corno se pttede
su contra, cada una de las rnediclas de protección apreciar, cada uno de los logros del tipo tiene una
que adopta la hnndirán, cada una de sus estrategias densidad específica v depende de rtua corrlpenetra-
por tratar de salir viva de la pesadilla que significa ción específica.
el Tipo fracasará. Todo ello por divers¿rs razones: ell ;\1 {inal, el tipo acabará con slr r'íctima, después de
primer lugar porque inexplicablernente no utiliza haberla aterrorizado, vejado, golpeado )' contraria-
todos los recursos que tiene a la mano a pesar de do en cada una de slrs expectativas. El depende de
que muy tempranamente empieza a sentir terror y la naturaleza de los deseos de la víctirna porqtle en
a pesar de esto, lflurca da crédito a que su fin está función de ellos actuará para negarlos, censttrarlos,
demasiado cerca. En segundo lugar porque la estra- btrrlarlos. Una forma de actuar en la vida. su tnodus
tegia del tipo es slr desestabilización subjetiva. Ha opuandi es ése. La droga, el asalto es apeltas el rnór'il,
planeado robarla v asesinarla, pero no tiene ningu- no lo más importante.
na prisa en llevar a cabo sus planes. Es preciso dis- De actrerdo con 1o que dice el tipo, él es inrpo-
frutar de la situación. Le satisfáce rnedir el terror de tel)te, tiene vedado el acceso a la sexttalidad, (aun-
su víctima; conocer los lírnites de su inconsciencia, que precisa que sólo es a la heterosexttalidad),
disfruta con su ingenuidad. Todo esto está en rela- porque le causa horror que en cada prostitlrta pue-
ción directa con su satisfacción, con su sentimiento de encontrar a su propia madre. Dejando de lado
pasajero de ornnipotencia. el hecho de que el tipo considera que toda mujer
Al final de la pieza el espectador comprencle que es prostituta, la explicación no se sostiene desde un
el tipo se dio el lt{o de dar una lección a la maes- punto de vista lógico. Bastaría simplemente con que
tra. Una lección que desafortunadamente ella no buscara a mujeres más jóvenes que él para evitar esa
podrá repetir. El contenido no es mlry elaborado: el figura materna. Pero, en el caso del tipo no se trata

l'tiAt'Ro 127 FuuNrrs HuurxÍsrICAS


en ningún momento de un razonamiento lógico, modus operandi del tipo y por lo tanto puecle pre\-er
sino de una coartada. "BuJo el silencio" y ,,Un mis- el desenlace de Samuel. El efecto que provoca la
terioso pacto" demuestran que el placer del tipo no reaparición del asesino y la repetición de las circuns-
es sexual; la sexualidad es tan sólo un señuelo, una tancias del crimen pasional, no era un efecto de
forma de travestirse. Su goce se centra en la deses- monotonía. Por el contrario el hecho de que se re-
tabilización del otro, en la fantasía de omnipoten- produzcan las manías, causa mayor inquietucl en el
cia que revierte ilusoriamente su situación de paria. espectador-. Samuel ya tiene su destino echado des-
El sustituto del placer sexual es el sentimiento de de el momento en que aparece en el escenario. Lo
omnipotencia que le ofrece la víctima, el tenerla sabe el tipo, lo sabe el pírblico: sólo él se obstina
apresada, su horror, doblegarla, hacerle sentir la porfiadamente en arriesgarse, en negar el peligro v
vanidad de sus subterfugios, de sus excusas, de sus todas las señales más que fehacientes. De esta for-
estrategias de protección, goza con el espectáculo cle ma Samuel, el homosexual, adquiere trna soledad
que renuncie a cada uno de sus derechos, a su dig- escénica simbólica.
nidad con el solo objeto de sobrevivir. El tipo cum- El compromiso cle Samuel se trenza más por str
plió sus objetivos sin duda. Todo salió a la imagen que por su vida. Las indicaciones escénicas
perfección. La escena fue particularmente satisfac- son claras al respecto: el departarnento de Samuel
toria, no sólo por el dinero que obtuvo tan fácilmen- está presidido por un cuadro: "... Llna pintura: su\a.
te v por el placer sádico que experimentó acabando de Samuel, de su cara, maquillado de fatrno". (p.
con Nora, sino por la impunidad. No dejó rastros, 602) Esa imagen tiene un dejo narcisista er.iclente:
pruebas que puedan inculparlo ulteriormente. no puede resistir el halago más burclo \- por ello la
En contraste con ello, cada una de las estrategias dureza con la que él aparece es fácilmente neutrali-
de Nora fracasan. No hay manera de detener a la zada con la coba. Era fundamental hablarle cle srr
fiera. Ni ofreciéndole el dinero y el auto, ni asegu- apariencia jr-rvenil; era preciso que crevera en un¿t
rándole que no lo delatará o argumentando que está apariencia de amor, en un Carlos que lo r-igil:1. lo
cansada. Ni adoptando una postura comprensiva pone a prueba... Sin embargo, él gustosameltte pre-
aconsejándole que vaya a un centro de ay-Lrda. f'eriría otro aspecto. El habla de un hermano que
Uno se pregunta cómo es posible que Nora haya hiende la oscuriclad oceánica con su silueta. Sin
accedido a enganchar a semejante tipo. ¿Cuál es la embargo al trazar la importancia que tienen las
naturaleza del placer de Nora que busca a una per- marionetas en su vida como una fonna de elaborar
sona con dientes sucios, eue huele mal? Lo menos el duelo de la muerte de su hermana, no habla cle
que se puede afirmar es que los gustos de Nora van un hermano. ¿Sería descabellado pensar que él ha
en contra del código estético. Su placer va más por adoptado la figura de la hermana para rescatarla cle
el lado del peligro, por el lado del horror. No es la muerte y se despojó de su fisura varonil para re-
preciso señalar una vez más el evidente masoquismo mitirla al terreno heroico? Desde esta perspectiva re-
de Nora, el gusto por el peligro, por el riesgo. Su sulta más interesante explorar la relación de imagen
actitud extrema interrogan al público, sorprende, se y muerte que se trenza con la desaparición de su
niega a admitirlo. Su departamento sólo se arregla hermana y reaparece ante su propia muerte.
para acoger a su asesino. Sin un nombre preciso, parte del terror que ins-
pira el tipo viene justamente de la anomía con la
que cínicamente se planta ante sus interlocutores.
Por otra parte después de la muerte de Samuel el
Un pacto imagpnario espectador sabe que no puede dar crédito a sus his-
torias, por el carácter abiertamente engañoso qtre
AI comenzar la tercera obra, "IJn misterioso pacto,,, tienen. Sería una locura pensar que son fidedigr-ras.
el espectador va no espera sorpresas. Conoce el Quien se niega a decir su nombre, quizá porqtre ello

Furxrls HurnxÍsrrcAS 128 TEATRO


implicaría forzosamente el reconocimiento de una paron los diarios. Se trata de la reconstrucción de
deuda con quien lo bautizó, tampoco tiene casa. Su un "suicidio por amor" que de hecho es un doble
carácter errático da pábulo al terror que, ilocalizable, asesinato en que la historia es representada parcial-
puede brotar en cualquier momento de cualquier mente por Isabel y Gilberto y contada y deformada
parte y se convierte en representación misma de la por Angélica y Laura. La prensa se conforma con
angustia incontrolable, de la desestabilización radi- describir el departamento en que ocurrieron los he-
cal. El tipo tiene además el poder de la seducción a chos. No le interesa investigar sino vender una ver-
pesar de tener características eüdentes que lo hacen sión a un público ávido de escuchar una historia de
repulsivo: dientes sucios, mal olor, pelo grasoso... Y amor.
a pesar de que todo va en contra de la razórt, él lo- "Los negros pájaros del adiós" se aborda desde las
gra imponerse. De todos los chichifos, él es al que evocaciones de Laura y Angélica. La amistad justi-
eligen dos víctimas. ciera hace la relación. No
El tipo quiere terminar contamos más que con esa
con sus víctimas, en ningún versión. Parte de esa justicia
momento transforma sus pla- está en el rectterdo.
nes, todo responde a un es- El fantasma de Gilberto e
quema rígido, a un modus Isabelle acude a la charla de
operandi. No es que solamen- Lattra v Angélica. Al mismo
te quiera castigar a las muje- tiempo, stls espectros ilus-
res por su promiscuidad, tran v muestral-I 1o apartado
que desee vengarse de su de esa versióu de stt histo-
madre asestándole golpes ria. Ni los diarios ni los arni-
como a Nora: también es- gos pueden rer-rdir rltl
trangula a Samuel quien di- testimonio fiel de lo strcedi-
fícilmente podría repre- "2 do. Queda la incertidumbre
sentar una figura materna ñ A de los porqués, de los he-
para el Tipo. F chos, apenas entrevistos.
; adivinados; mal hilvanados.
li
En la actualidad ya no es z
posible hacer relaciones di- ; La concatenación apeltas
ti
rectas entre el destino de los (, Á está bosquejada.
"Ped,igred', 1999. 180 x 150 cms. Reiteradamente anuncia-
personajes y Ia biografía del
creador, y sin embargo uno do en "Bujo el silencio" r-
no puede dejar de pensar en las razones que moti- "Un misterioso pacto", la brisa del mar llega hasta
varon a Liera a colocarse bajo la figura de un direc- el cuarto panel de Dulces compctñías. En efecto, ell
tor de teatro de títeres que bruscamente encuentra cada una de las primeras piezas había tlll
a la muerte. encerramiento. "Los negros pájaros del adiós" colls-
tituyen la única apertura hacia plazas,jardines, ca-
feterías, barcos y negros pájaros enigmáticos. Como
referencia constante el mar había aparecido desde
La consistencia del espejismo los mapas de Nora y el episodio biográfico ittventa-
do-contado por el tipo: según él por haber sicl<r
Formalmente la última pieza del cuarteto, "Los ne- marino conoció muchos puertos; asesinó a
gros pajaros del adiós", presenta novedades: desde Bocabrava arrojándolo al mar y por falta de prne-
las indicaciones escénicas aparece la trama como un bas se le deja en libertad. Samuel, en su desespera-
"caso", como un hecho ya ocurrido del que se ocu- ción inventa un alterego que responde en simétrica

t'EA't-Ro 129 Fur,srns Hurt.rxÍsrl(.\s


oposición a su desamparo, se trata de un hermano todo, abandona, vacíate como prueba de amor.
fuerte que siempre está pencliente de é1. Como fan_ En el curso de la obra, Gilberto atraviesa por un
tasía res,lta reveladora de sus deseos, así como de rompimiento con sus estudios, la política, la j,sticia:
la representación de sí rnisrno qne tiene el director desencantado denuncia la corrupción v la falta cle
de teatro cte títeres. Se trata de un marinero que perspectivas vitales. La crisis por la qlre atra\-iesa se
puede partir en dos el uri'erso, clel mismo ,niver- manifiesta en todos los niveles: sr-rbjetivo.
so que parece haber caíclo sobre los personajes de intersubjeti'o (con las demandas insatisfechas por s*
Liera. Esa orn.ipotencia frater.a que tanto hace desmesura v porque son imposibles de ctrmplir);
falta a sa,r.el a tan sólo ..os irstantes cle ser asesi- grupal, intergrupal (se siente excluido del círculo cle
.ado, .o p.ede ser si'o proclucto de una fantasía, Matilde, aislamienro en la universidad) r'social (rna-
como él mismo lo confies¿r. nifestado por su deseo de huir, de adoptar otro ofi-
sin estar mariq.eallrente c¿ir¿rcterizaclos, razó. e cio). En contit-nlo movimiento, errantes, barcos v
imasi,ació, se e,fl-enta. e, la pieza qtre cierra el pájaros de los que \il habla, perrenecen a los árnbi-
cuarteto p¿lra mostrar la irnposibilictad de una rela- tos que le son ajenos, el mar r, el aire v represelttalt
ció, pacífica. dtrradera. si ha cle haber, tiene qlre ser su aspiración imposible. la contraparte cle str ruut-
conflicti'a. Gilberto se coloca en el terreno de la do que se derrumba.
irlaginación. que por momelltos parece más del En este contexto crítico, cobra rula especial reso-
clelirio. r- cle la altrci'ación narcótica; Isabelle, por nancia su obsesión por los pájaros negros que na-
su parte. ocupa el terreno de la razón, de la madu_ die puede ver ,y qrre por ult¿1 parte la representan.
rez. Ambos son al ,rismo tiempo complementarios angustia incanalizable, ansiedad imposible cle fijar.
\ colltrar-ios. Gilberto se rr-relve atractivo ante los ojos Los negros pájaros son el emblema que exltresa a
cle Isabelle por su inaccesibilidad y porque puede Gilberto. Por un lado son índice de ntal asliero.
hablar de barcos v pájaros imaginarios a una profe_ activan una dimensión ominosa desde el tít.lo niis-
sora que ante todo se caracteriza por su sentido prác_ mo de la píeza. Al mismo tiempo, son ínclice cle la
tico la claridad de los pactos qLre hace para vivir y profundidad de la crisis por la que atra\-iesa el estu-
'
para manipular al otro, para someterlo. por lo me_ diante de ciencias del mar. Sólo él puede r-erlos. Son
nos a ellos se aferra y esos son los argumentos que un llamado de atención, rura demancla cle auxilio
essrirne en la disputa eterna que es la relación en- que Gilberto lanza al otro v revelan tambiér-r la cli-
tr-e Yil e Isabelle. Desde su perspectiva, sólo ella los mensión de su aislarniento pues nadie sería capaz cle
ctrmple sin qtre su contraparte se someta a ellos. percibirlos. Paradójicamenre Gilberto se aísla al ex-
(]ilberto se coloca en el terreno plástico, apuntan_
presar su angustia de una manera tan inédita \-que
cl. h¿rcia pájaros 1, barcos no al primer in_ provoca confusión. Las enigmáticas aves forman
'isibles
tento, mientras Matilde se elncuentra clentro del parte del deseo de Gilberto de partir a otro sitio al
ter-reno de la letra. Dos gramáticas diferentes orga- mismo tiempo que le revelan su imposibilictacl cle ha-
,iza. a cacla ,,o de los personajes. uno habla en cerlo.
irnágenes, crea metáforas. La otra quiere disfrutar de Por otra parte, la densidad de los pájaros dan a l¿r
ur-r:r intimidad absoltrta en su departamento; echar última pieza un impulso poético. Catrsan trn efecto
r-aíces parzr lo cual construye una vida social. A la de extrañamiento en el espectador v lo obligan a
postre Cilberto le pide abandonar todo en ese mo_ recorrer nuevamente la obra para encolttrar los
r]]ento a Isabelle que sólo desea estabilidad, arraigo; posibles significados que podría atribuir a un ele-
sókr eso pide en sus parlamentos. La demanda amo_ mento tan fascinante como oscuro. Por otro lado,
|osa nreh'e a poner a la última pareja del cuarteto los pájaros pertenecen a las fuerzas errantes qlre
a prtreba. La arnorosa se articula como una deman_ aparecen a los larso de Dulces compañías: como el
cla ¿rlie.a.re q.e aspira a la destrucción del "ama- tipo que no tiene domicilio ni nombre, como la
clo". Se lo contrario de lo que quieres, renuncia a pasión, la angustia o el terror que arrebata a más de

Fr rrrrs HurrrrÍsrrc.\s 190 t-EAz-Ro


cinco personajes. O el mismo espíritu de libertad siquiera un intento real por formar una pareja.
que reclama más de un personaje masculino como Por otra parte las cttatro obras problematiz.an la
Andrés o Gilberto. maternidad. Matilde al saber su ingravidez cambia
En contraste con el anhelo de libertad e informa- radicalmente, encuentra trabajo, se pone a tejer, v
lidad de Gilberto, Matilde está dentro de la norma: sobre todo busca un departamento para hacer lo
incluso en el amor, habla de contratos, del cumpli- que nunca había experimentado: vivir sola, es decir
miento de un pacto, \'su cantinela se reduce a se- con su hijo, fuera de una familia de acogida. El tipo
ñalar infracciones. Sus coordenadas parecen tan que aparece en "IJn misterioso pacto" representa la
precisas como lógicas. El suyo es un discurso que forma más siniestra de apego a la madre; la incapa-
habla a la razón del espectador, con coherencia. cidad de desprenderse de ella. En cada mqjer clebe
Nada en ellos resulta sorpresivo, excepto el exceso, encontrarla para eliminarla y se coloca como gigoló
el aferramiento: la obra teje ambas voces en un con- para procurar un encuentro imposible. Matilde qtte-
trapunto irreconciliable: Isabelle representa la estra- da atrapada en la espera de convertirse en tnadre;
tegias y aspiraciones de la edad madura; Gilberto las el tipo la buscará infructuosamente para matarla; r'
de la juventud. el fantasma materno tiñe fuertemente la relación de
¿Sabía acaso Isabelle porqué le enterró la aguja a Yil e Isabelle por la diferencia de edades, por su
su amante? Más que a pedir alTrda es tan sólo para constante invocación. Espectro inconjurable, segura-
mostrar 1o que ha hecho, para hablarlo. Isabelle mente a ella pertenecen las palabras que dan nom-
camina sin razón. Ella que a lo largo de la pieza bre a las cuatro piezas: ella seguramente enseñó esa
había representado la sensatez, la exigencia de ajus- oración dirigida al ángel de la guarda qLre tiene
tarse a un convenio. No sólo es una petición que de como función apaciguar la angustia infantil, a1'udar
renunciar a todo. Los personajes caminan a su per- al niño a llegar al puerto de la mañana. Con la in-
dición, aferrándose a sus deseos. Ni Andrés ni vocación del ángel, la madre puede tnarcharse a
Isabelle o el tipo pueden renunciar a su deseo que dormir asegurando al niño qr-le un ser alado ha to-
los enceguece. mado su relevo en su cuidado. Son esas dulces colll-
Edipo se suicida con la aguja que ataba el cabello pañías que no puede encontrar nit-tgttrto de los
de su madre-esposa: Gilberto va a morir atravesado personajes del cuarteto lieriano. Hav barcos ctrvo
por la aguja de tejer. Una aguja que no puede tejer destino se desconoce, ha-v pájaros erralltes qtre pa-
nada. Por el contrario lo irnico que hace es desga- san, hay un Principito que acude con srt flor, tttla
rrar, separar, terminar. El mismo objeto está fuerte- atrsencia de confianza en la justicia, ett el futnro. Si
mente pervertido: se le ha impuesto un uso los "Negros pajaros del adiós" termiua en el "suici-
radicalmente diferente a su naturaleza. dio" es justamente por la crisis en un mrtttclo sitl-
Los crratro paneles de Dulces compañías abordan el bólico que se fractura y que se uiega a \.er su
tema del amor, en especial la violencia en el amor, desmoronamiento.
la dificultad e incluso imposibilidad para establecer
esa relación. En cada pieza aparece una pareja
asimétrica por la diferencia de edades, de educación,
de posibilidades sexuales, de expectativas. De tal ¿Un teatro de nota roja?
forma, más que hablar de una pareja estable, se tra-
ta de la disolución de un simulacro de pareja, de su Esta totaliclad del Bien y del Mzrl nos stlpe-
ocaso, de manera violenta en los cuatro casos. En las ra, pero debemos aceptarla por completo.
tres primeras piezas encontramos la compulsión No existe ninguna comprensión cle las co-
sexual: los cinco personajes de esas primeras obras sas al margen de esta regla fundatneutal. La
no quieren una relación con futuro, como diría ilusión de diferenciar las dos para prorno-
Cher, no creen en el amor después del amor. No hay ver sólo una es absurda... (p. 119)

TEATRI 131 Fur.xrss Hur't.rsÍsrl(.As


La nota roja convoca a un goce mórbido desplegan- Al final no solo es la violencia de su muerte sino
do el espectáculo sangriento de la violencia. En ella el carácter sangriento de cada uno de los crímenes
sólo tiene cabida la información y el balance deta- lo que horroriza al espectador. La recta final que
llado de los daños. Desprovista de reflexión, la nota recorre la víctima en Dulces compañías es breve: el
roja pretende ser moralizante. Sus juicios son rápi- desenlace no se prolonga por un espacio mavor a
dos y contundentes. No hurga elt el pasado para un par de horas. Desprovistas de actos o escenas, sin
buscar causas, ni pretende explicar la presencia de huecos en el relato -el tiempo de la acción empata
la violencia dentro del discurso social, la necesidad con el tiempo de la representación-, el espectador
de que exista dentro de un cuerpo social sin espe- asiste sin interrupciones, sin cortes a la escena del
ranzas económicas, políti- crimen, en las tres pri-
cas o sociales. El caos es meras piezas del cuarte-
evocado por el lector en to.
la comodidad del hogar o Por otra parte, eil
arrellanado en la butaca cada uno de los persona-
del cine o teatro en don- jes qtre aparecen en Dul-
de se enfrenta el bien y el ces cornpariias irnpera la
mal, e invariablemente desconfianza: el tipo no
\rencen las fuerzas protec- da el menor crédito a las
toras. En contraste, la es- palabras conciliadoras
trategia de Liera con- de Nora; Andrés no con-
fronta al espectador con fía en Matilde; Isabelle
su indiferencia y nula ac- desconfía de Gilberto.
tuación frente a la violen- Ni por asomo hav trn in-
cia, como señalé al inicio. tento de que se establez-
Las víctimas no hacen N
Etr ca una relación larga.
O
caso de los anuncios in- No hay disponibilidacl
tr
confundibles que apare- ¿ L
por parte de ninguno de
cen, a pesar de que los l. los personajes. El trián-
ven y entienden su grave- U gulo ha hecho un pacro
"Hou, Perfurne, explicateut'', 1999, acrílico/tela, lB0 x 150
dad. Matilde grita; Nora de placer, sin compromi-
CIrtS.
está aterrada; Samuel es sos de ninguna especie:
golpeado... Se diría que están hipnotizados o que ex- no hay ni exigencias económicas, afectivas. Nora r.
trañamente se entregan a sus victimarios casi de Samuel, por su parte, pagarán por un servicio sexual.
manera voluntaria. No escuchan los llamados de su El tipo se dedica a matar "gratuitamente" a desco-
intuición o de su razón y además no dan crédito a nocidos.
la gravedad de su situación. A pesar de todo, no pier- Cuatro espacios cierran sus puertas en el cuarte-
den la confianza de que van a salir vivos. Como en to: dos masculinos y dos femeninos: se trata de los
1a tragedia griega los personajes quedan departamentos de Isabelle y Nora; los de Andrés -
obnubilados. Cada una de las víctimas observa sig-
José y el de Samuel. Cada uno de los sitios conrras-
nos inequívocos de peligro y sin embargo no hacen tado: Nora y Samuel son víctimas; Isabelle atosiga r-
nada, o no hacen lo suficiente -o lo preciso- para
salvarse. Cuando la guadaña aparece por terceravez
en el libro, Samuel casi se salva. Logra salir de la 2 "No hay mapas colgados de la pared, ni estantes con libros,
cámara de tortura en la que se ha transformado su lámparas encendidas, pinturas modernas, ni copias perfectas
de libros antiguos" (p. 602) se dice del departamenro de
casa y, sin embargo, retorna... para ser ultimado.
Samtrel.

FueNrns HutreNÍsrrcAS 132 rEArRo


mata a Gilberto; Andrés y José agreden a Matilde. Frente a esa fuerza errante, arrasadora qlre asuela
Los espacios femeninos tienen un toque caracterís- la escena, se encuentra la fuerza de la constancia,
tico; los espacios masculinos son descritos negativa- del arraigo representada principalmente por las
mente: la leonera responde a una decoración mujeres: Isabelle y Matilde. De alguna manera se
convencional que fue juzgada como no digna de des- trata de angustia y estabilidad.
cripción: no así los espacios de Nora, de Samuel2 c En el primer panel aparece Ia matentidad como
Isabelle, también convencionales. Cada ttno de los una esperarrza segada; en el segundo, la forma más
lugares son presentados como una arena. Los due- violenta del espectro materno, como si fuera la ma-
ños declaran enfáticamente que el lugar les perte- dre una fierza perseguidora que obsesiona al tipo
nece, Io cual entristece o irrita al tipo en "Un que intentará vanamente asesinar a todas aquellas
misterioso pacto" y "Bajo el silencio"; y a Gilberto, que se asemejen a su madre: él fallidamente preten-
en "Los negros pájaros del adiós". El recorrido derá hacerse justicia -tal es su coarta-a- asestando a
lieriano va de la leonera al departamento de la in- cada mujer el resentimiento contra la madre, o por
telectual europea avecindada en Mazatlán. Desde un 1o menos eso es lo que señala el tipo en el episodio
sitio de cuyos elementos se dice que "nada de esto biográfico que cuenta a Nora;3 en el tercer panel,
es importante" hasta que cae "el telón del tiempo" Samuel se apodera de la figura materna para mos-
en "Los negros pájaros del adiós". Abren José y trarla grotesca, ridícula trenzada eu cada uno de sus
Andrés en "Al pie de la letra" y cierran Angélica y aspavientos amanerados, acentuados en la versión
Laura en "Los negros pájaros del adiós". fílmica; por último la madre se perfila en los rasgos
En realidad podemos hacer un perfil definido y de Isabelle que trata a Gilberto como un niño. Esto
preciso de la irrupción inesperada del mal; el Bien para no hablar del mar y del carácter obsesivo con
no es posible en los cuatro paneles de Dulces compa- el que aparece desde "Bujo el silencio".
ñías. Ptesto que ese bien al que aspiran cada uno
de las personajes se desdibuja con rapidez ante la en este país no hay una idea clara de la justicia,
irrupción de trna fuerza que viene a obstaculizar actualmente vivimos en el peor de los desórdenes
y finalmente, hablando de justicia, en este caso,
cualquier camino que lleva a los personajes a la rea- la.justicia ¿dónde estaba? (p. 6aO)
lizaciín de su deseo. Y sin embargo, están allí, las
víctimas, con su inocencia, con un deseo que será
declarado para no tener posibilidad alguna de rea-
lización. Es incluso por tener un deseo que los per- Bibliografía
sonajes serán víctimas, en nombre de ese deseo, no
les quedará otra posibilidad que la muerte violenta. Oscar Liera, Tbatro completo, estudio introductorio de Ar-
Los personajes que quedan en el escenario son o mando Partida, investigación y notas de Sergio López,
bien los testigos, pero sobre todos los personajes obs- Gobierno del Estado de Sinaloa, México, 1997. 2 vols.
646 + 498 pp.
táculo del deseo del protagonista. "Dulces compañías" aparece en el primer volumen, pp.
Hay una tipología de los seres que pueblan el uni- 571-646.
verso de las Dulces compañías ¿Tan sólo se pueden or-
ganizar en víctimas y victimarios? ¿Qué tienen en
común Angélica e Isabelle, José y Andrés y el tipo?
¿Qué rasgos comparten Gilberto y Samuel, Nora y 3 Después de conocer los efectos mixtificadores de sus pala-
Matilde, Isabelle? Si entre los asesinos hay uno que bras, es imposible dar crédito a las historias que cttenta el
representa el imperativo homicida, una aboga por tipo. Por otro lado, es preciso reconocer que cada una de las
mujeres que accede a comprar los favores de un hombre que
la responsabilidad y el compromiso y los otros co-
se vende, sería asesinada: él mismo promueve Ia aparición de
meten el homicidio en defensa de una remota ame- las víctimas: pone el coco y luego se asusta, para utilizar la
naza a su libertad. paradoja de los versos de Sor Juana.

TEATRo I33 FurNrNS HUIIENÍSTICAS


"\\bllrl Tr-acle", 2000. 150 r 180 cms., acrílico s/t.

Furrrrs Hurr.rxÍsrrcAs 134 LhtcüiyrrcA

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