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El caso ecuatoriano en formación docente

El gobierno en estos años incorporó con fuerza ideas neoliberales en su sistema


educativo fiscal, como se ha mostrado en párrafos anteriores, aunque existen muchas
más áreas y evidencias que aquí no se mencionan por razones de espacio. Para asegurar
esa visión en educación, impulsa procesos de formación y capacitación docente
enmarcado en este modelo de corte neoliberal. Así, en la página web del Ministerio de
Educación se encuentra todo un conjunto de documentos que orientan esta formación
educativa, y que son de fiel cumplimiento y verificables a través de los estándares de
calidad.

La capacitación conlleva contenidos que buscan calar con esas ideas


neoliberales, en un aparataje que ya estuvo pensado desde el 2012, y que lo único que se
ha hecho a la fecha es adaptarlos en lo que se conoce como el ajuste curricular, sin que
signifique verdaderas reformas educativas.

En este sentido Cela y Palou (1997) apoyan estas grandes interrogantes


recordando que “la planificación de las tareas escolares requiere tiempo,
entreno y oficio. Que son muchas las cosas que hay que prever a lo largo
de la semana, pero son más aun las que hay que improvisar si queremos
dar respuestas adecuadas a las necesidades que surgen en el día a día. Es
aquí, sobre todo, donde el profesorado aprende de la práctica”.

Así, conceptos propios de la Empresa, tales como competencia, eficiencia, inversión,


estrategias financieras, productos, por citar algunos, pasan a ser un lenguaje común al
interior de las instituciones educativas, al punto que ya se habla de “empresas
educativas” y a los estudiantes se los denomina como “productos”.

Todo ello los ha llevado a replantearse que, para el éxito educativo al que
aspiran –así lo creemos y estamos convencidos-, se hace necesario para dejar en el
pasado la “improvisación en la gestión de las instituciones educativas” e incorporar
instrumentos de planificación como una herramienta de gestión de la calidad de las
escuelas y Liceos.
Ese lenguaje de corte neoliberal, olvida que la educación es un derecho y no un
servicio empresarial “eficiente”, que los niños y niñas son personas y no productos, que
la educación es una relación humana y no un ordenamiento de recursos.
En el caso ecuatoriano, la planificación va de la mano con la formulación de los
procesos y estándares de calidad que demandan una cantidad de tiempo increíble para
generar tanto el proceso de planificación como de los insumos o verificadores de los
indicadores y metas. Por tanto, el directivo se convierte en un administrador que no
dispone de tiempo para las actividades que si le permitirían gestionar diversos tipos de
acciones que sumen a brindar una educación con verdadera calidad Directivos y
docentes se ahogan en las tareas administrativas y formales, sobresaturadas pero
evaluada, prácticamente sin tener tiempo para pensar en la pedagogía, en la relación
entre educación y sociedad, en su compromiso con el futuro de las nuevas generaciones.

Es importante destacar que durante el proceso de capacitación, las y los


docentes, en diferentes cargos directivos se muestran con una alta carga de “angustias”
(problemas de salud identificados como “el malestar docente”), porque el sistema les
impone de manera permanente nuevos requerimientos y acuerdos para los cuales no
están preparados, los lineamientos propuestos por la autoridad son contradictorios, o
una nueva disposición sin derogar la anterior se vuelve sumativa, como es el caso de los
estándares de calidad. A ello se suma que los docentes deben superar barreras digitales
para revisar con frecuencia las disposiciones y acuerdos, subidas a la página virtual del
Ministerio, por lo cual son frecuentes los incumplimientos de los indicadores en caso de
auditorías educativas.

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