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14 La caída del hombre natural 2. La imagen del bárbaro
en tantos contextos que, frecuentemente, habían llegado a adquirir yarios \r$
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significados, a veces conflictivos.
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e.
traducir la expresión homo gapíens Para los aztecas, un hombre, después é1, aprendiendo a controlar con la ruzón su naturaleza animal. Este pro-
de que había dejado el grupo, cesaba, En todos los aspectos importantes, ceso es lento e incierto; y algunos hombres, los bárbaroi entre ellos,
de ser <<hombre>>. También es habitual que a los miembros de una comu-
nidad, los extraños les parezcan frecuentemente, en cierto sentido, miem-
bros de otra especie, humanoides en vez de humanos, o seres sobrenatu-
rales. el método más sencillo de tratar
sólo pueden recordar lo más reciente u.
Para-ióiffiEéol los indios americanos y los africanos eran, en el
peor de los casos, miembros defectivos de su propia especie. Pero los
árauakos creían que los españoles eran visitantes del cielo,.los ineas supo-
nían que era¡ viracocha, un término que parece que aplicaban a cualquier alcanzat la virtud
sermbrejñatü¡el; y los óongoleños imaginaban que los portugueses, que
10.
pintaban enormes ojos en las proas de sus barcos, eran espíritus del mar un verdadero dios (Pol. 1332 b), era igualmente incapaz de degenerar
Estas reacciones <<primitivas>> no pueden atribuirse tanto al temor a la en una bestia. Por otra parte, el bárbaros vivía en aleún punto del extre-
tecnología española o portuguesa la que ni los indios ni los afri- mo inferior ae
fur."íán estar démasiádo
-por
impiesionados- sino al mero"hecho de coffiad kudiímonía), qrees el fin (tétos) más alto
"uno,
que los europeos eran forasteros, extranjeros extranjeros muy extra- de todos los hombres (EN, 1095 a), y no tenía ningún conocimiento de
ños.
-y la virtud (Pol. 1260 a; cf.. EN, ll42b) 14.
sociedad griega, menos limitada intelectual y geográficamente
La Además/os griegg!_y _19! hr.lggf ngeden -disti¡guirse por su com-
que la,arauaka, la inca o la congoleña, no adoptó una visión tan extrema. portamientolComo veremos, la razón por la que el griego es civil y el
Todos'los griegos, desde Homero a Aristóteles, estaban seguro de que no griégo báibaro puede explicarse en términos psicológicós. No obstante,
11.
el hombre ;ta, al menos biológicamente, un género único Entonces, '1, la diferencia surgió primeramente como resultado de un acontecimiento
las grandes diferencias que veían entre los bárbaroi y ellos mismos tenían :li histórico, la creación de la ciudad o polis (Pol. l25A a), la comunidad
que juzgarse de acuerdo con-. ciertas categoríag de valor. Porque hay ll
muchos niveles de humanidad (Pol. 1352 a). un hombre puede sacri- ,il
vivir para ser hombres 15
cruel o salvaje característica de los bdrbaroí (EN, 1145 a) que, entre il Las demás raza humanas permanecían literalmente ..
otras cosas, tienen una inclinación por cortar cabezas (PA 673 a) y por ¿l vivían en hordas sin cohesión, como los antiguos supervivien
comer fetos humanos. del diluvio de Deucalión, sin leyes ni conocimiento de las artes y los
Los áárbaroí son salvaies porque actúan como bestias, porque se dice oficios y, por consiguiente, ajenos a cualquier forma de virtud, porque
ae mar Negro la virtud sólo pr," (pot. 1253 a)16.
<<inclinadas al crimen>>, que ureciben placer en comer carne humana (Pol, uan{o posteriormente, los bdrbaroi lograron organizarse en algún
1538 b y EN, 11a8 b). L-!' crueldad y la feropidad, sisnos de desenfreno, tipo de colectividad política, debieron hacerlo <<bárbaramente)), porque
f uerondesdeelprincipiolálñffi ticasdistintivaidáuñal?iñra-lEq u Seguramente era algo parecido a lo que Francisco Tamar tenla en mente
cuando, al final de una lista de sus vicios, que no tiene nada destacable, describía
ñm6ln:en v"i de una bestia) haciendo realidad lo que es potencial en a los indios como seres «de poca memoria». Boemus, 1586,f..253,.
13 Véase Hardie, 1968, pp. 129-151.
e Molina, .1571, f..90. siméon (1885), p. 216, define maceualli (ahora esüito la Todas son referencias a las condiciones del esclavo natural; pero, como vere-
generalmente macehual) como <<vassal, homme du peuple, Pay§an, sujet», pero'sus mos (p. ¿? más adelante) el esclavo natural y el bárbaros son, para Aristóteles, la
definiciones generalmente se basan en las de Molina. misma criatura.
15 Sobre las conexiones pfoblemáticas s4¡!1e la ciudad y
10 colón, 1930, 1, p. 11. Yega, 1943, 1,.269 examina los significados de la pala-
lu pgl§ véase Weill,
bra viracocha. Randles, 1968, p. 88. 1960, pp. 327415.
1r Véanse, por ejemplo, Aristóteles, H. A. 49Ob 1G19, y Baldry, 1965, passim' tó Véase Guthrie, 1957, pp. 8-94.
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que obligó a los hombres a unirse para su protección, y es la ley lo que un objetivo común 2e.
Por otra parte, se pensaba que el bárbaro vivía en un mundo donde
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garuntiza la supervivencia de la comunidad. Los bárbaros no tienen acceso
esta cornmunicatío imprescindible no se producía, donde los hombres no
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calaveras humanas 4 i vos» auténticos, no era impensable. Para los cristianos, no menos que
:{. para losigriegos, la jerarquía de la naturaleza, la Gran Cadena del Ser,
En estos pasajes aparecen todas las características principales con las !i
:, estaba construida de manera que el mayor número de una especie siem-
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que Alberto y sus sucesores consideraron posible definir al bárbaro. Para pre se aproximaba en forma al menor número de la siguiente. Así, se
5 La fuente citada más frecuentemente para esta idea (que Alberto utiliza aqu0 riil pensaba que los primates superiores tenían mucho en común con el hom-
es Cicerón, De ínventione 1.7. Véanse las observaciones en Tuck, 7979, pp. 33-34, bre; y el hombre mismo, que, en palabras de Santo Tomás de Aquino,
ñ Este es el sentido de la koinonía, la relación esencial de los individuos dentro
2e Véase M. I. Finley, «Aristotle and economic analysis» en Barnes et al., 1977,
de la comunidad.
27 Albeúo Magno, 1890-1899, 8, p. 10 (Politicorum, libro 1, cap. 1, párrafos i-k). pp. 140-158, 144.
u lbidem, 7, p.464 (Ethicorum, libro 7,.tract. 1, cap. l). La referencia parece s Sobre los hombres salvajes, véase Bernheimer, 1952. La distinción tierras
-ser de Ciceróa, De inventione, 1.1-2.2-3, al tratar la prehistória del hombre. No altas/tierras bajas se encuentra en Platón, Las Leyes,3, 68I d-5'
obstante, la cita es inexacta. 3r Janson, 1952, pp. 76-106.
La caída del hombre na.tural 2. La imagen del bárbaro 45
palabra y se hizo la pregunta a la que la mayoría de los comentaristas cados podían usarse para acomodar muchos tipos de comportamiento
habían prestado poca atención hasta entonces, es decir, en qué condi- confliciivo. Martyr, por ejemplo, parece que pudo aceptar la idolatría
ciones los hombres de una raza se desarrollan hasta convertirse en seres de los arauakos, el hecho de que algunos caribes fueran supuestamente
<<civiles>>, mientras que otra sigue siendo, o se hace, <<bárbara». caníbales, que pelearan entre ellos y que, aunque no llevaran ropas, de'
.'\ seaban aprender las artes de la medicina a toda costa como si fueran
; &apqifr+ré-en mayor detalle el t¡.atamienlo que dq'Aqql,Uq Sl término '::.
egipcios o pertus
8, y seguir diciendo, sin miedo a f.otzar la credulidad
barlitiru-s"cuando me ocupe de la obr-a de Las Casas, cuya descripción del :t
dé ius lectores, que vivían en una «Edad de Oro»
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mundo indio debé tbnto al comentario de Aquinó sobre la Política. No
obstante, por el momento podemos+upo¡er queggtrg fineles del,s-iglo xlt Oviedo, más preocupado por registrar lo que veía y por intentar com-
y principios d-el xv¡,,-.e1-l9rrulttg. b.-qrbgru§ o cualquier forma vernácula
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prendedo que por seducir a sus lectores con detalles exóticos, prefirió
| - ;' qrre tomra" -huAiu adquirido dpi-s¡gnifi.ados ,estrechamente relacionád6§ 'tal io1npuru, a los indios con una raza rcal de hombres ei Yez de imaginaria.n
' "r l,:: Ji- 9o*9 térr¡rino de-clasificación-se allicáfáláá forma general a-todos los Oviádo pensaba que los indios se parecían claramente a los <<etíopes>>
habitantes bárbaros de un área geográfica indeterminada que se
, ;,': ¡,:: pueblqs ng_g§!¡enosy.más v"gu*.ñt., podia usarse para desciiEir a cuál-
' -los
extendía desde los montes Atlas hasta el Ganges- y a los bárbaros favo-
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.'. I ,.: quier raz¿rinclep_endientemente
raza, independientemente de dq Sur creencias religiosas, que se com-
sus creencias*-religioS¡ts, s. Este método permitió la ideirtificación
i portara §gJorma salvaje.o «incivil».'En ambos casos;la palabra implicaba ritos de Aristóteles, los tracios
quilU-ggetu&Jsí impeifectilen en algún sen- de ciertos tipos de comportamiento, por ejemplo, la poligamia, la polian-
dc§erítaera u¡r.'tgf humano impe_rfeglb
fre U:¡ietu&-g§L descríta-era.-u-u.l§-9.ltr¡¡mano dria y la descendencia por la línea materna
a7.
También situó a los indios
' ,, ' ,jggr¡ñqu" r.rio del término poi p;ié de lod cilitiáriós ¡ara- tIe§ófibir
propio no ofreció ninguna defini-
"l es raro, no es desconocido. A los normandos se les llamó los bárbaros, aunque el Oviedo
. .. | , 'a otros cristianos entre
bárbaros frecuentemente, y Las Casas describió a los colonos españoles ción de la palabra. Este tipo de categorización era bastante común. Gio-
. en América como <<barbari>> por su modo de tratar a los indios. En el vanni Pico della Mirandola, por no mencionar más que un caso bien
siglo xv ya era habitual que los italianos se refirieran a los invasores conocido, había clasificado a los indios americanos con los <<etíopes» y
españoles y alemanes como «bárbarosrr 41. Pero la mayoría de estos usos
con los enemigos legendarios de la Iglesia cristiana, los escitas. Pico hizo
esto para demostrar la variedad de tipos humanos; pero su elección de
eran arcaísmos cultos deliberados con una función socio-política especí-
razas no fue accidental, y el efecto es que los factores desconocidos del
fica, como en el caso italiano, o meramente insultos. De forma general,
para cualquier propósito serio, <<bárbaro» era una palabra reservada a comportamiento indio se infieren, por así decirlo, a partir de los factores
4t. Oviedo utiliza el mismo método
conocidos de los escitas y los <<etíopes>»
aquellos que ni suscribían las opiniones religiosas europeas, ni vivían de
cuando afirma que, puesto que tanto los tracios como los arauakos prac-
acuerdo con las normas sociales europeas.
ticaban la pologamia, es de esperar que los arauakos sacrifiquen a los
visitantes extranjeros (es muy improbable que lo hicieran; pero el tratar
2 a3lbidem, f. xlix'. Carta a Pomponio Mela, 12 de mayo de 1499.
4 Martyr, 1550 b, f. vi". Aunque en esta fecha Martyr ya conocía el informe
Aunque algunos de los primeros observadores del mundo americano, etnográfico de Ramón Pané, el jerónimo que Colón dejó en La Española después
como Oviedo, estaban interesados en la botánica y por esto se ocuparon de su segundo viaje, y había incorporado'gran parte de éste al texto de De orbe
intensamente en las tareas de identificación y clasificación, la mayoría novo, la única/modificación que estaba dispuesto a hacer en su imagen neo-platónica
de ellos casi nünca intentaron clasificar a los indios mismos. Los indios en esa época fue que «incluso en la Edad de Oro los hombres debían haber luchado
entre sí, (ibidem,i. ví").
eran ciertamente <<bárbaros» y <<salvajes»; pero estas palabras se usaban 45 Con referencia a sus leyes matrimoniales, véase Oviedo, 1535, f. xlix""
vagamente para implicar sólo que no eran ni cristianos ni muy sofisti- 46 ibid., ff. l', lxviii'.
cados culturalmente. Los que tenían una opinión más optimista de la a? Oviedo, íbid., f.. xlix', identifica la poliandria entre los arauakos basándose
ia
vida india pudieron estar tentados, como ei humanista milanés Peter en el Tostado,1507, f. xxxviii', que afirmaba, citando a Celsus, que «hubo una
época en que era costumbre entre los ingleses el que seis de ellos se casaran con
I Martyr, a hablar de los arauakos en términos de la «Edad de Oro... de la misma mujer. Esta ley era más que bestial y no sabemos de ningrin pueblo que
42. Pero tales expresiones que abarcan múltiples signifi-
t,
sus costumbresr, la observe hoy»r.
4 Pico della Mirandola, 7572-1573,2: De examen vanitatís doctrinae gentium'
41 Las Casas, 1975, ff. 13'-14'.
p.861, y Schill, 1929, pp. 15-18.
€ Martyr, 1530 a, f. xxxvii'. Cafia a Pomponio $ela, 2t de diciembre de 1494