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Introducción
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En 197 4 se publicó Soft city de Jonathan Raban, un relato emi-
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nentemente personalizado sobre fa vida en Londres a comienzos de
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la década de 1970. En su momento, obtuvo varios comentarios favo-
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rables. Pero, en este caso, su interés para mí reside en su carácter de
indicador histérico, ya que fue escrito en un momento en que pue-
de observarse un cambio en la forma en que los círculos académicos
y populares abordaban los problemas de la vida urbana. El libro
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presagiaba un nuevo tipo de discurso que después generaría térmi-
nos como «gentrification» y eyuppie», que se convertirían en des-
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cripciones comentes de la vida urbana. Además; se escribió en esa
cúspide de la histona intelectual y cultural en la que algo denomi-
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social, orientadas en múltiples direcciones. de modo tal que «la enci t. Aunque en este sentido se muestra positivo, Raban no .sostiene
·. do� se convierte en un maníaco álbum de recortes lleno de colo que todo esté bien en la vida urbana. Hay demasiada gente que ha
..·. ::rid.as entradas que no tienen relación entre sí, ni tampoco un esque f perdido el rumbo en el laberinto, es muy fácil que nos perdamos
:.' ma determmante, racional o económico» . unos a otros, o a nosotros mismos. Ysihay algo liberador en la posi
.Mi propósito aquí no es criticar esta representación específica bilidad de desempeñar varios rolesdiferentes. también hay en ello
:(awiqu� creo que no sería dificil demostrar que se trata de una con algo abrumador y profundamente mquietante. Por otra parte, deba
�pción algo peculiar de las cosas por parte de un joven profesional jo de todo eso, persiste la amenaza ele la· violencia inexplicable y la
.recién llegado a Londres). Tengo la intención de analizar cómo esta mevitable compañía de esa tendencíaommpresente de disolución
· interpretación pudo ser afirmada con tanta convicción y recibida de la vida social en el caos total: En_bgor, los crímenes inexplicables
con tanto beneplácito. Hay varios elementos en Soft city que mere y la violencia urbana fortuita constituyen el eslabón débil del relato
cen una atención particular. de Raban. La ciudad puede ser unteatro, pero eso significa que tam
Para empezar, el libro proporciona un considerable alivio a bién los malhechores y los villanos pueden instalarse en ella convir
aquellos que temían que la ciudad fuese víctima del totalitarismo tiendo la vida social en una tragicomedia, y hasta en un violento me
de proyectistas, burócratas y elites corporativas. La ciudad. insis lodrama, sobre todo si no hemos Iogrado leer los códigos correcta
te Raban, es un lugar demasiado complejo como para que pueda mente. Pese a que «dependemos necesariamente de las superficies y
nnponérsele semejante disciplina. Un labennto, una enciclopedia. apariencias», nunca sabemos con claridad cómo aprender a percibir
un emporio, un teatro, la ciudad es un sitio donde el hecho y la esas superficies con la comprensión y seriedad que requieren. Esta
imaginación deben fusionarse mevitablemente. Por otra parte, Ra tarea se ha vuelto doblemente dificil. porla forma en que.la iniciati
ban apela sin titubear a nociones del mdividualismo subjetivo que va empresaria se ha puesto a la tarea de producir fantasía y disfraz,
tan frecuentemente fueron soterradas por la retórica colectivista de mientras que, detrás de toda la agitación de códigos y modas. acecha
los movimientos sociales en la década de 1960. Porque la ciudad es cierto «imperialismo del gusto» que sigue recreando en nuevas for
también un lugar donde la gente tiene relativa libertad para actuar mas esas unsmas jerarquías de valores y significaciones que las
y hacer lo que se proponga. «La identidad personal se ha vuelto transformaciones de la moda socavaban:
dúctil. fluida, infinitamente abierta» al ejercicio de la voluntad y la
imaginación: «Señales, estilos, sistemas de comuni.cación veloces, altamente con
vencionalizados, son el alma de la gran ciudad. Y cuando estos siste
· «Para mejor o para peor, [la ciudad] lo invita a rehacerla, a definir mas se derrumban =cuando perdemos la posibilidad de manejar la
unaforma en la que usted pueda vivir. Usted también. Decida quién gramática de la vida urbanas. domina [la violencia]. La ciudad,
es.usted y la ciudad volverá a asumir una forma determmada a su nuestra gran forma moderna, es maleable, dócil a la deslumbrante Y·
alrededor. Decida cómo es usted y su identidad se revelará, como un lujuriosa multiplicidad de vidas, sueños e interpretaciones. Pero las
.m,,aJla trazado por tringulación. Las ciudades, a diferencia de las al mismas cualidades plásticas que hacen que la gran ciudad sea libe
:.·.· deas o pueblos, son plásticas por naturaleza. Las configuramos en radora de la identidad humana también son la causa de su especial
>.nuestras Imágenes: ellas, a su vez, nos moldean en virtud de la re vulnerabilidad ala psicosis y a la pesadilla totalitaria»,
·.: ·�eµciaque ofrecen cuando tratamos de imponerles nuestras for
. ·,' n,�s�rsonales. En este sentido. creo que vivir en una ciudad es un Se percibe en este pasaje una fuerte influencia del crítico literario
:.;::�.Y:qu� se necesita del vocabulario del arte y del estilo para des francés Roland Barthes y, por cierto, el texto clásico de ese escritor,
' �Íl:la peculiar relación que existe entre el hombre y el material, El grado cero de la escritura, es mencionado especialmente en más
i::�.���tap� Juego creativo de la vida urbana. La ciudad que ima de una ocasión. Así como el estilo de la arquitectura modernista de
' ;gip�D1()S; la ciudad dúctil de la ilusión, del mito. de la aspiración y la Le Corbusier (lámina 1.1) es la béte noire en el diseño de Raban, Soft
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blemente. El crítico literano Terry Eagleton (1987) trata de definir
el térmmo así:
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dora.y:,�:uc f�ti,cne de la totalidad, al pluralismo desmantelado de lo 2. Modernidad y modernismo
poimód.�rnof���espectro heterogéneo de estilos de vida y juegos
d�JerigµAf�;qµépa renunciado a la instigación nostálgica de totali
.;�JJeg:1tji:riarse a sí mismo (...) La ciencia y la filosofia deben
d�mb�e de sus grandiosas afirmaciones metafísicas para
. ��'..��isinas con más humildad, como otro. conjunto de narra
,#y;<f > .
·;'Si:¡t\Íescnpciones
son correctas, podría parecer que Soft cüy de
Rahan está imbuido del sentimiento posmodemista. Pero' el alcance «La modernidad escribió Baudelaire en su fecundo ensayo «El
:<�a��sto aún debe determmarse. En la medida en que el único pintor de la vida moderna» (publicado en 1863) es lo efimero, lo ve
��'to: de partida convenido para comprender lo posmoderno yace en loz, lo contingente; es una de las dos mitades del arte, mientras que
�u relación implícita con lo moderno, me ocuparé en primer lugar la otra es lo eterno y lo mmutable» .
. del significado de este último término. Mi intención es concentrarme en esta vinculación de lo efímero y
lo veloz con lo eterno e inmutable. La historia del modernismo como
movimiento estéticoha fluctuado entre una y otra cara de esta doble
formulación. haciéndola aparecer como si pudiera señaló en un
momento Lionel Trilling (1966) hacer girar el significado hasta
colocarlo en dirección opuesta. Creo que, apropiándonos del sentido
de tensión de Baudelaire, podremos entender mejor algunos de los
significados contradictonos que se atribuyen al moderrusmo y algu
nas de las corrientes extraordinariamente diversas de la práctica
artística, así como los Juicios estéticos y filosóficos que se postulan
en su nombre.
Por el momento, dejaré de lado la cuestión de por qué la vida mo
derna podría caractenzarse por tanto cambio y fugacidad. Aunque,
en lineas generales, nadie discute que la condición de la modernidad
se caracterice de ese modo. Por ejemplo, veamos la descripción de
Berman (1982, pág. 15):
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